La Educacion en Fichte
La Educacion en Fichte
La Educacion en Fichte
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Yo no tengo hambre porque exista comida para m, sino que algo se convierte en comida para m
porque yo tengo hambre, Fichte, J. G.; tica, ediciones Akal, Madrid, 2005, pg. 173.
5
Plenamente estara de acuerdo Fichte con la crtica al nacionalismo excluyente que hace Aamin Maalouf
en su obra Las identidades asesinas
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Fichte sigue aqu las ideas del pedagogo J.H. Pestalozzi (1746-1827), del que se confiesa admirador.
Podemos ver su coincidencia en citas como esta: En tanto los maestros no se tomen la molestia o no sean
capaces de infundir en sus pupilos un vivo inters por aprender, no tienen derecho a quejarse de su falta
de atencin ni de la aversin de algunos nios hacia la enseanza. Si pudiramos ser testigos del
indescriptible aburrimiento que invade el alma infantil cuando se pasan una tras otra las fatigosas horas
ocupndose en cosas que no causan ningn aliciente en los nios ni pueden parecerles de alguna utilidad,
y si quisiramos acordarnos de esos mismos hechos que nos ocurrieron en nuestra propia infancia, no nos
extraaramos ya ms de la pereza del escolar que se arrastra hacia la escuela como una babosa.
Pestalozzi, J. H.; Cartas sobre educacin infantil, editorial Tecnos, Madrid, 2006, pg. 123.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
Un centro educativo, para nuestro autor, debe ser un lugar que facilite este
tipo de experiencias de despertar de una mente en el asombro ante la realidad,
y los profesores tienen el privilegio de ser espectadores de ese maravilloso
acontecimiento, a la vez que sus facilitadores. No debe ser una tarea rutinaria
de traspaso de conocimientos que resbalan por un alma impermeable al
asombro, sino por el contrario debe ser una convulsin permanente de la
misma, hora tras hora, da tras da, hasta que el alumno pueda seguir por s
mismo alimentando esa llama de curiosidad que le habremos encendido, la
llama del alma que segn Platn ya nunca ms se apaga una vez que se ha
encendido7.
La experiencia educativa, pues, en la que se basa la regeneracin personal y
nacional, es para Fichte una experiencia de extraamiento ante la realidad, de
asombro ante lo que quiz todos los das tenemos delante de nosotros 8. Y esa
extraeza despierta la insaciable curiosidad que es la clave de una felicidad
continua, pues aleja a la mente de su mayor enemigo, una de las plagas de
nuestra cultura: el tedio9. En una mente bien amueblada, despierta, no cabe el
aburrimiento, segn Fichte. Y una mente despierta e inquieta, para la cual toda
la realidad es un inabarcable campo de investigacin y de asombro, es la
garanta de una vida plena de felicidad. Ese es el regalo de una buena labor
educativa, una mente bien amueblada que permita al sujeto ver el mundo como
un campo de batalla para ejercitarse a la vez que para quedar admirado por l.
En definitiva, Fichte concibe la educacin no de otra manera sino como el
sapere aude kantiano10: consiste en ensear al sujeto a pensar por s mismo, a
disfrutar de su propia capacidad de crecimiento personal cuando su mente ha
quedado atenta a la realidad, que de ese modo hace suya. Es una educacin
para la autonoma personal, dentro del programa ilustrado en el que se inscribe
Fichte, segn nuestra interpretacin. No consiste en adoctrinar al alumno para
reforzar en l una ciega inscripcin a la identidad nacional establecida. Por el
contrario, consiste en despertar su mente a la manera del tbano socrtico,
pincharle para que no se adormezca y de esta manera sea activa a la hora de
cuestionarse su realidad y comprenderla. Esa es la experiencia liberadora,
vivificadora, en que debe consistir la educacin segn nuestro autor, una
carrera hacia la maduracin de uno mismo y la entrada en la mayora de edad
que representa el uso autnomo de la razn. Consiste en reavivar en ellos el
sentido de lo inteligible, adormecido por una poca que slo valora lo
inmediatamente til, con un rampln empirismo que slo reconoce lo que
puede tocarse.
7
Platn, Carta VII.
8
Deca Aldous Huxley que requiere un considerable esfuerzo ver lo que todos los das tenemos ante
nuestras narices.
9
La idea, y slo la idea () satisface y hace feliz al espritu. Una edad que carece de la idea ha de sentir
necesariamente por ello un gran vaco que se patentiza como un tedio infinito, Fichte, Los caracteres de
la edad contempornea, Biblioteca de la Revista de Occidente, Madrid, 1976, pg. 76.
10
La Ilustracin es la salida del hombre de su autoculpable minora de edad. La minora de edad
significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la gua de otro. Uno mismo es
culpable de esta minora de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino
en la falta de decisin y valor para servirse por s mismo de l sin la gua de otro. Sapere aude! Ten valor
de servirte de tu propio entendimiento!, he aqu el lema de la Ilustracin., I. Kant, Qu es la
Ilustracin?, Tecnos, Madrid, 1993, pg. 17.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
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Si se considera a los hombres sobre la tierra como una nica familia as se debe considerarlos
moralmente, y es lo que deben llegar a ser poco a poco en la realidad se puede suponer que existe tambin
slo un nico sistema de conocimiento de esa familia, el cual de poca en poca se ampla y perfecciona,
Fichte, J. G.; tica, ediciones Akal, Madrid, 2005, pg. 346.
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cada uno slo quiere convencer a los otros de su opinin, y quiz, en esa disputa entre los espritus,
quede l mismo convencido de la del otro. Todos han de estar dispuestos a entrar en esa accin recproca.
Quien huye, tal vez para no ser molestado en su creencia, se delata carencia de conviccin propia ().
Esta accin recproca de todos con todos en vistas a la produccin de convicciones prcticas comunitarias
slo es posible en la medida en que todos parten de principios comunitarios (). Tal accin recproca
() se llama una iglesia, una comunidad tica; y aquello sobre lo cual todos estn de acuerdo se llama su
smbolo. (). Pero el smbolo, si la comunidad eclesial no carece por completo de frutos, ha de ser
continuamente modificado, pues aquello sobre lo que todos concuerdan se acrecentar poco a poco con la
continua accin recproca de los mismos. () Luego la concordancia de todos en la misma conviccin
prctica y la consecuente uniformidad en el actuar es el objetivo necesario de todos los virtuosos, Fichte,
J. G.; tica, ediciones Akal, Madrid, 2005, pgs. 269-270.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
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la edad de la indiferencia absoluta hacia toda verdad y del completo desenfreno sin gua ni direccin,
J. G. Fichte, Los caracteres de la edad contempornea, Biblioteca de la Revista de Occidente, Madrid,
1976, pg. 32.
22
la nueva educacin debera consistir precisamente en aniquilar por completo la libertad de la voluntad
(), y a cambio hacer surgir en la voluntad una necesidad rigurosa de las decisiones y una imposibilidad
de lo contrario; a partir de esto se podra contar y confiar en ella con plena seguridad, J. G. Fichte,
Discursos a la nacin alemana. Editorial Tecnos, 2002, pg. 31.
23
el ser libre () debe poner su libertad bajo una ley; () esta ley no es otra que el concepto de la
autonoma absoluta (absoluta indeterminabilidad por cualquier cosa fuera de l), Fichte, J. G.; tica,
ediciones Akal, Madrid, 2005, pg. 121.
24
la moralidad de nuestra naturaleza se sigue de nuestra racionalidad segn leyes necesarias, Fichte, J.
G.; tica, ediciones Akal, Madrid, 2005, pg. 81.
25
quien ya ha conseguido una voluntad firme quiere lo que quiere para siempre y en ningn caso puede
querer de forma distinta a como siempre quiere; en su caso, la obligatoriedad ha aniquilado y deshecho la
libertad de la voluntad, J. G. Fichte, Discursos a la nacin alemana. Editorial Tecnos, 2002, pg. 31.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
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qu tipo de Dios es ste que rechazan? No es otro () que el procurador casual del bienestar sensible
(), cuya benevolencia hay que ganarse de algn modo, aunque este modo sea el comportamiento segn
la ley. Con todo derecho hace caer a este Dios figurado, y debe caer, ya que no es Dios., Fichte, La
exhortacin a la vida bienaventurada o la Doctrina de la Religin, ed. Tecnos, Madrid, 1995, pg. 137.
30
He dicho siempre, y lo repito aqu que mi sistema no es otro que el sistema kantiano, Fichte,
Primera introduccin a la Doctrina de la Ciencia, Tecnos, Madrid, 1987, nota preliminar, pg. 4.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
razn31, y que la religin puede ser un perfecto acicate del deseo humano por la
verdad y la justicia, siempre que la usemos no de una manera dogmtica, sino
regulativa. De hecho, todo aquel que busca la verdad o la justicia vive como si
fuera inmortal, aunque sepa que va a morir, porque esa bsqueda es infinita,
pero no por ello la abandona. Y vive como si existiera lo sagrado, pues esos
absolutos lo son para l, aunque ciertamente sea muy difcil o imposible
establecer esa categora de manera racional.
En fin, vemos que la educacin fichteana forma en los alumnos el sentido de
lo sagrado, que evolucionar pero nunca se perder en ellos. Fichte contrapone
esta conducta a la de quienes obran en su vida sin categoras, sin valores, sin
jerarquas en su accin. Quienes obran meramente en funcin de lo que vayan a
obtener. Nuestros alumnos, si tenemos xito, no sern as. Y una nacin hecha
de personas que aman la bsqueda del deber, la justicia y la verdad es libre en
toda su evolucin. Por eso la educacin es el camino a la libertad: la verdad nos
har libres, pero no slo al final, sino tambin mientras la buscamos.
Hasta aqu hemos hablado de qu debera ser la educacin para Fichte.
Parece oportuno dedicar tambin unas lneas a los peligros de la educacin, es
decir, a sus fallos frecuentes, que vienen a ser los mismos hoy que cuando
nuestro autor los seal, pero no est de ms tenerlos presente. Por ejemplo,
segn Fichte la educacin nunca ser autntica educacin si cae en el mero
adoctrinamiento. De hecho, la educacin ilustrada es antes una vacuna contra el
adoctrinamiento, pues consiste en ensearte a pensar por ti mismo. Sin
embargo, es fcil que los poderes polticos no miren por el porvenir de su
patria, sino slo de su propio puesto, y quieran reducir la educacin a simple
adoctrinamiento, querrn adormecer el sentido crtico de los alumnos. Querrn,
en definitiva, eliminar la actividad filosfica, que se basa en ese sentido crtico.
Una autoridad que elimine la filosofa de los planes de estudio, o que la
reduzca, estar buscando, segn Fichte, fabricar ciudadanos ms dciles a sus
postulados. Por el contrario, una autoridad que piense a largo plazo en la
madurez del conjunto de la nacin buscar ante todo que los alumnos sean
educados en la libertad crtica y en el pensamiento desprejuiciado, que son los
mayores bienes que una sociedad puede tener segn nuestro autor. Qu deben
hacer los profesionales de la educacin, si sus autoridades son as? Pues segn
Fichte debern preservar siempre la enseanza del sapere aude kantiano.
Debern seguir enseando a sus alumnos a pensar por s mismos y a buscar la
verdad, desde la disciplina que les toque impartir, y aunque la disciplina que se
centra exclusivamente en ello, la Filosofa, quede reducida al mnimo o tiendan
a hacerla desparecer porque aparentemente no es rentable.
Otro de los peligros de una educacin mal planteada es fabricar individuos
amorales, que slo actan en funcin de lo que obtienen. El eudemonismo en la
educacin est en sus mismos planteamientos hoy da, pues da recompensas y
castigos. Y no es que sea malo hacerlo, el peligro es que la educacin se reduzca
a eso y no haga ver al alumno el valor que tiene aquello por lo que le da la
recompensa, ms que la recompensa en s. El individuo que slo acte por
recompensas y castigos mantendr an dentro de s apagado el deseo por lo
racional, cuando encenderlo es precisamente el objetivo de la educacin
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La religin dentro de los lmites de la mera razn (1793), Inmanuel Kant. Es en consonancia con esta
obra como Fichte plantea la compatibilidad de la religin con la ciencia.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
ilustrada. Segn Fichte, en el nio pequeo existe un gran amor por la justicia y
la dignidad humana32, pues nunca perdona que se le castigue injustamente,
mientras que siempre aprecia que se le trate con respeto. La educacin debera
preservar eso y fomentarlo, hasta que el alumno le encuentre sentido dentro de
su bsqueda racional de lo absoluto. Una persona as mirar con desdn
cualquier tica eudemonista, as como cualquier educacin basada en ella o
cualesquiera personas que rijan su vida en funcin de recompensas o castigos, y
se convertir en un carcter insobornable, que busque el deber por el deber, y la
verdad por la verdad. Los pases fuertes y prsperos estn tejidos de personas
educadas as, mientras que los pases dbiles y corruptos, de sus contrarios.
Otro de los peligros de la educacin mal entendida son las identidades
asesinas anteriormente formuladas. El alumno aprender que toda identidad es
una piel que puede mudarse, y que esa muda es el proceso de maduracin de la
personalidad. Por supuesto, hay que conocer la piel que lleva uno: un espaol
debe conocer su lengua y su cultura, as como un alemn la suya. Pero no para
quedarse en ellas, sino para trascenderlas, para hacerlas madurar desde dentro
(ninguna cultura viva es inmutable, para Fichte), y para madurar uno mismo
con ella. Fichte se opone a la idea de que cada uno de nosotros debe vivir
encerrado en una identidad cultural, que debera preservarse de cualquier
cambio. Las culturas no son ms que andamiajes que ayudan a la maduracin
personal, y que deben ir renovndose segn avanza esa maduracin, o se
convertirn un una crcel y en un alimento del fanatismo. La autntica cultura a
la que tiende la Humanidad madura es una cultura universal que conozca su
procedencia de las culturas particulares. El alumno debe aprender a manejarse
en el mundo global, una vez que conozca su cultura natal. Y toda cultura debe
madurar por s misma en su proceso de apertura y mezcla con las dems.
Cualquier imposicin externa sobre ellas resultar contraproducente, por muy
bienintencionada que sea. Resuenan aqu las posteriores palabras de Hegel,
afirmando que los pueblos tienen a la larga los gobiernos que se merecen, y que
la imposicin de la democracia a quienes no tienen nocin alguna de la libertad
individual no es deseable. Son los pueblos por s mismos quienes deben andar
ese camino. Ayudados desde fuera s, pero siempre andando por s mismos.
Los irracionalismos del siglo XX son abundantes pruebas de los peligros de
estas identidades asesinas: nacionalismos violentos, fundamentalismos
religiosos, racismo, xenofobia, etc. Lucha de identidades en suma, que quedara
descartada si cada uno viese su propia identidad no como algo que est
amenazado por la identidad de otros, sino como algo que puede ser
enriquecido por ello, si uno mismo quiere. Con quien debe estar en guerra cada
cultura no es contra otras culturas, sino contra la barbarie 33, a la cual debemos
acorralar hasta eliminarla. Y la barbarie es toda condicin que impida la ser
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Con la nueva educacin la complacencia en lo justo y lo bueno, por s mismos, debe sustituir al temor
y la esperanza hasta ahora utilizados y debe ser el nico mvil que impulse toda la vida futura. () esta
complacencia tiene que existir ya originariamente, estar presente en todos los hombres sin excepcin y
serles innata. () El nio, sin excepcin, quiere ser justo y bueno, no quiere de ninguna manera
nicamente sentirse bien como se siente un cachorro, J. G. Fichte, Discursos a la nacin alemana.
Editorial Tecnos, 2002, pg. 180.
33
Esta guerra natural de todos los Estados contra el salvajismo circundante es para la historia muy
importante, J. G. Fichte, Los caracteres de la edad contempornea, Biblioteca de la Revista de
Occidente, Madrid, 1976, pg. 143.
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
34
Todos quieren ser felices, serenos, satisfechos de su situacin, pero no saben dnde encontrarn esta
felicidad. (). Piensan que tendr que encontrarse en aquello que les sale inmediatamente a sus sentidos
y se les ofrece, en el mundo () no les satisfar ningn objeto que haya bajo el sol o la luna. (). En
cada situacin en que se encuentran piensan que si hubiera sido de otro modo les habra ido mejor, pero
despus que ha sido de otro modo no se encuentran mejor. () Reflexionan en los aos maduros, cuando
ha desaparecido la fresca valenta y la temprana esperanza de la juventud. Contemplan toda su vida
pasada y se atreven a lanzar una doctrina audaz, se atreven a confesar que ningn bien terreno puede
satisfacerles. Qu hacen entonces? Renuncian tal vez decididamente a toda felicidad y a toda paz,
matando el anhelo que permanece inextirpable e insensibilizndolo tanto como pueden. Y llaman ahora a
esta apata la nica sabidura verdadera, y al convencimiento de que el hombre no est determinado para
la bienaventuranza, sino slo para tender a la nada, el verdadero entendimiento., Fichte, J. G., La
exhortacin a la vida bienaventurada o la Doctrina de la Religin, ed. Tecnos, Madrid, 1995, pgs. 28-30.
35
E. Husserl, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa trascendental, editorial Crtica,
1991, pg. 6.
36
Teeteto (155e).
La educacin en Fichte, Jos Manuel Snchez Lpez
acaban pidiendo a gritos que alguien las salve de su desierto interior, y por eso
en sociedades as acaba cundiendo el irracionalismo, el fundamentalismo
religioso, el totalitarismo, o simplemente la neurosis dominical. Ante esto, la
verdad es redentora, una vez ms. El centro educativo debera cuanto antes
reanimar la inextinguible llama del amor por lo racional que incluso en
personas as debe an existir, tratando de tocar su fibra sensible con las
disciplinas que a ellos ms llamen la atencin. El centro educativo sera el lugar
liberador de ese marasmo vital.
En fin, para acabar, podemos sealar que en los ilustrados hay un gran
optimismo sobre el futuro de la Humanidad, y que ese optimismo est
plenamente vigente en Fichte. Considera nuestro autor que antes o despus, el
sapere aude se cumplir, en una nacin tras otra, y que todas ellas colaborarn en
un orden racional internacional (el reino de los fines kantiano, el actual
proyecto de los Derechos Humanos, la incipiente democracia global de la
ONU37). Slo hay que estar atentos a las seales, pero la liberacin est
fragundose. Hoy da lo habitual es ser pesimista sobre la Humanidad, sin
embargo, si nos metemos en la mentalidad ilustrada, habra motivos para el
optimismo: la esperanza de vida nunca fue tan alta, nunca antes tantos
individuos han salido de la miseria para acceder a una vida modesta, nunca
antes ha habido periodos de paz tan prolongados, nunca antes ha habido tanta
incidencia de leyes internacionales sobre la arbitraria voluntad de los
gobernantes Cierto que ante cada una de estas afirmaciones pueden aducirse
contraejemplos, pero al menos ahora tambin sobre cada una de ella pueden
aducirse ejemplos. El sueo de los ilustrados, presente en Fichte, es la liberacin
de la especie en la razn: una sociedad justa, igualitaria, prspera, gracias al
desarrollo de la ciencia y las artes, y gracias a la educacin plena de cada
individuo. En ese proceso estamos, y un centro educativo es el instrumento
central de ese proyecto liberador.
37
se proseguir incansablemente, hasta que la especie entera que habita nuestro globo se haya fundido en
una sola repblica de los pueblos cultos, Fichte, Los caracteres de la edad contempornea, Biblioteca
de la Revista de Occidente, Madrid, 1976, pg. 144.