Lección 13 - El Salvador

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Septiembre

23
Leccin

13

El Salvador
Cada da con Dios, pg. 211
1
Dice: Poco es para m que t seas mi siervo para
1 levantar las tribus de Jacob, y para que restaures
el remanente de Israel; tambin te di por luz de
las naciones, para que seas mi salvacin hasta lo
postrero de la tierra As dijo Jehov: Guardad
derecho, y haced justicia; porque cercana est mi
salvacin para venir, y mi justicia para
manifestarse.
Dios ha hablado en lenguaje clarsimo acerca de
cada tema que afecta la salvacin del alma.
Con las palabras: Yo soy la luz del mundo, Jess
declar ser el Mesas. En el templo donde Cristo
estaba enseando, Simn el anciano lo haba
declarado luz para ser revelada a los gentiles, y
la gloria de tu pueblo Israel. En esas palabras, le
haba aplicado una profeca familiar para todo
PROMESAS DE SALVACIN

Israel. El Espritu Santo haba declarado por el


profeta Isaas: Poco es que t me seas siervo
para levantar las tribus de Jacob, y para que
restaures los asolamientos de Israel: tambin te
di por luz de las gentes, para que seas mi salud
hasta lo postrero de la tierra. Se entenda
generalmente que esta profeca se refera al
Mesas, y cuando Jess dijo: Yo soy la luz del
mundo, el pueblo no pudo dejar de reconocer su
aserto de ser el Prometido.
Isaas 49:6; 56:1; Mensajes selectos, tomo 1, pg. 190, El Deseado de todas las gentes, pg. 430
2
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar
2 lo que se haba perdido.
Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le
juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino
a salvar al mundo Porque no envi Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo sea salvo por l.
Cristo vino a poner la salvacin al alcance de todos.
Sobre la cruz del Calvario pag el precio infinito de
la redencin de un mundo perdido. Su abnegacin
y sacrificio propio, su labor altruista, su
humillacin, sobre todo la ofrenda de su vida,
atestiguan la profundidad de su amor por el
hombre cado. Vino a esta tierra a buscar y salvar a
los perdidos. Su misin estaba destinada a los
pecadores: de todo grado, de toda lengua y nacin.
REDENTOR DEL MUNDO

Pag el precio para rescatarlos y conseguir que se


le uniesen. Los que ms yerran, ms pecaminosos,
no fueron pasados por alto; sus labores estaban
especialmente dedicadas a aquellos que ms
necesitaban la salvacin que l haba venido a
ofrecer. Cuanto mayores eran sus necesidades de
reforma, ms profundo era el inters de l, mayor
su simpata. Su gran corazn lleno de amor se
conmovi hasta lo ms profundo en favor de
aquellos cuya condicin era ms desesperada.
Lucas 19:10, Juan 12:47; 3:17; Testimonios para la iglesia, tomo 5, pg. 603, DTG, pg. 510
3
En quien tenemos redencin por su sangre, el
3 perdn3de pecados segn las riquezas de su gracia.
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana
manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o
plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como
de un cordero sin mancha y sin contaminacin.
Cantaban un nuevo cntico, diciendo: Digno eres de
tomar el libro y de abrir sus sellos; porque t fuiste
inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nacin.
Ahora es el da de su salvacin. La luz de la cruz del
Calvario resplandece ahora en rayos claros y
brillantes, que revelan a Jess como nuestro
sacrificio por el pecado. Mientras lea las promesas
REDIMIDOS POR SU SANGRE

que le he presentado, recuerde que son la


expresin de un amor y una compasin inefables. El
gran corazn lleno de un amor infinito se siente
atrado hacia el pecador con compasin ilimitada.
Tenemos redencin por su sangre, la remisin de
pecados. S, crea tan slo que Dios es su auxiliador.
Quiere restaurar en el hombre su imagen moral. En
la medida en que usted se acerque a l con
confesin y arrepentimiento, l se acercar a usted
con misericordia y perdn. Todo lo debemos al
Seor. Es el Autor de nuestra salvacin.
Efesios 1:7, 1 Pedro 1:18, 19, Apocalipsis 5:9; Testimonios para la iglesia, tomo 5, pg. 597
4
Y dar a luz un hijo, y llamars su nombre
4 JESS, porque l salvar a su pueblo de sus
pecados.
Y sabis que l apareci para quitar nuestros
pecados, y no hay pecado en l.
Cristo se dio a s mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad y purificar para
s un pueblo propio, celoso de buenas obras.
l hizo una ofrenda tan completa que,
mediante su gracia, cada uno puede alcanzar
la norma de perfeccin. De los que reciban su
gracia y sigan su ejemplo se escribir en el
libro de la vida: Completo en l [en Cristo] sin
mancha ni mcula.
La infinita misericordia, el amor de Jess y el
sacrificio hecho por nosotros, exigen una seria
SALVACIN DEL PECADO

y solemne reflexin. Debemos espaciarnos en


el carcter de nuestro querido Redentor e
Intercesor. Debemos procurar comprender el
significado del plan de salvacin y meditar en
la misin de Aquel que vino para salvar a su
pueblo de sus pecados. Nuestra fe y amor se
fortalecern mediante la contemplacin de los
temas celestiales. Nuestras oraciones sern
ms aceptables a Dios porque estarn ms
mezcladas con fe y amor.
Mateo 1:21, 1 Juan 3:5; En los lugares celestiales, pg. 9, Mente, carcter y personalidad, tomo 2, pg. 372
5
Ahora, pues, ninguna condenacin hay
5 para los que estn en Cristo Jess, los
que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espritu.
De cierto, de cierto os digo: El que oye
mi palabra, y cree al que me envi, tiene
vida eterna; y no vendr a condenacin,
mas ha pasado de muerte a vida..
Todos tienen el privilegio de vivir de
manera que Dios los apruebe y los
bendiga. No es la voluntad de nuestro
Padre celestial que estemos siempre en
condenacin y tinieblas. Marchar con la
cabeza baja y el corazn lleno de
LIBRES DE CONDENACIN

preocupaciones relativas a uno mismo


no es prueba de verdadera humildad.
Podemos acudir a Jess y ser
purificados, y permanecer ante la ley sin
avergonzarnos ni sentir remordimientos.
Ahora pues, ninguna condenacin hay
para los que estn en Cristo Jess, los
que no andan conforme a la carne, mas
conforme al Espritu.
Romanos 8:1, Juan 5:24; El conflicto de los siglos, pg. 469
6
Pero Dios redimir mi vida del poder del Seol,
6 porque l me tomar consigo. Selah.
De la mano del Seol los redimir, los librar de la
muerte. Oh muerte, yo ser tu muerte; y ser tu
destruccin, oh Seol.
Esto corruptible se haya vestido de incorrupcin, y
esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplir la palabra: Sorbida es la
muerte en victoria. Dnde est, oh muerte, tu
aguijn? Dnde, oh sepulcro, tu victoria?.
Cristo reclama como suyos a todos los que han
credo en su nombre. El poder vitalizador del
Espritu de Cristo que mora en el cuerpo mortal,
vincula a cada alma creyente a Jesucristo. Qu
maana gloriosa ser la de la resurreccin! Qu
maravillosa escena! Todos los que participaron de
SALVADOS DE LA MUERTE

la humillacin y los sufrimientos de Cristo tambin


participarn de su gloria. Mediante la resurreccin
de Cristo, cada santo creyente que duerma en Jess
surgir triunfante de su prisin. Los santos
resucitados proclamarn: Dnde est, oh muerte,
tu aguijn? Dnde, oh sepulcro, tu victoria?.
Jess ha triunfado sobre la muerte y ha destruido
las cadenas de la tumba, y todos los que duermen
en el sepulcro compartirn su victoria; saldrn de
sus tumbas tal como sali el Conquistador.
Salmos 49:15, Oseas 13:14, 1 Corintios 15:54, 55; Mensajes selectos, tomo 2, pgs. 309, 310
7
Y se dir en aquel da: He aqu, ste es nuestro
7 Dios, le hemos esperado, y nos salvar; ste es
Jehov a quien hemos esperado, nos gozaremos
y nos alegraremos en su salvacin.
Yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia Y yo les doy vida
eterna; y no perecern jams, ni nadie las
arrebatar de mi mano.
Jess viene con la gloria de su Padre, con todo
el squito de los santos ngeles consigo para
escoltarlo en su regreso a la tierra. El cielo
quedar vaco de ngeles. Mientras tanto, los
L VOLVER Y SALVAR A SUS HIJOS

santos que lo esperan estarn mirando al cielo,


como los varones galileos cuando ascendi
desde el monte de las Olivas. Luego, slo los
que son santos, los que han seguido
enteramente al manso Modelo, exclamarn con
gozoso arrobamiento al contemplarlo: He aqu
ste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos
salvar. Y sern transformados en un
momento, en un abrir de ojo, a la final
trompeta, esa trompeta que resucita a los
santos dormidos y los llama a levantarse de sus
lechos de polvo, revestidos de gloriosa
inmortalidad, exclamando: Victoria! Victoria!
sobre la muerte y el sepulcro.
Isaas 25:9, Juan 10:10, ltima parte, 28; Hijos e hijas de Dios, pg. 362

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