Durkheim - Lecciones de Sociología
Durkheim - Lecciones de Sociología
Durkheim - Lecciones de Sociología
DURKHEIM, E.
Reglas: 2 tipos: unas se aplican a todos los hombres indistintamente. Son todas las reglas
que nos prescriben la forma en que es necesaria respetar o desarrollar la humanidad. Estas
reglas de la moral universal se dividen 2 grupos: las que conciernen a las relaciones de
cada uno de nosotros consigo mismo (moral individual) y las que conciernen a las relaciones
que mantenemos con los otros hombres. Las reglas de la moral individual tienen por función
fijar en la conciencia del individuo las basas fundamentales y generales de toda moral, las
reglas que determinan los deberes que los hombres tienen con otros hombres constituyen
la parte culminante de la ética.
Pero estos dos mundos extremos se intercalan deberes de otro tipo. Los mismos se
relacionan no con nuestra cualidad general de hombre, sino con cualidades particulares
que no se manifiestan en todos los hombres. Este particularismo moral aparece en la moral
domestica (diferencia en edad, sexo, diferencias que afectan a las relaciones morales)
hasta llegar a su apogeo en la moral profesional (tantas morales como profesiones), declina
con la moral cívica (deberes respeto del estado) y desaparece nuevamente con la moral
que ordena las relaciones de los hombres en tanto hombres.
La moral profesional: se rasgo distintivo es la especie de desinterés con la cual la
conciencia publica la considera.
Una moral es siempre obra de un grupo y no puede funcionar más que si este grupo
la protege con su autoridad. Esta hecho con reglas que dirigen a los individuos que los
obligan a actuar de tal o cual forma, que imponen limites a sus tendencias y les impide ir
más lejos. No hay sino un poder moral, y por consiguiente común, que se a superior
al individuo y que pueda imponer legítimamente la ley, y es el poder colectivo. Pero
si esta moral del grupo falla, es que el grupo no tiene cohesión suficiente, que no
existe lo bastante como grupo, y este estado rudimentario de su moral no hace mas
que expresar este estado de su desunión. Los órganos de la moral profesional son
múltiples. Hay tantos como profesiones, y cada uno juzga en relaciones con los otros y en
relación con el conjunto de la sociedad, de una relativa autonomía. La moral de cada
profesión esta localizada en una región restringida.
Cuando nació la gran industria se desbordo los marcos municipales. Esta no tiene su
asiento en un ciudades necesariamente, sino que se establece en un punto cualquiera del
territorio, en el campo tanto como en la ciudad, fuera de toda aglomeración, allí donde
pueda abastecerse lo más económicamente posible y donde expandirse mas lejos y mas
fácilmente. Además su clientela esta por todos lados, su campo de acción no se imita a
ninguna región. Una institución tan estrechamente comprometida con la comuna, como la
corporación, no podía, pues servir, para encuadrar y ordenar una forma de la actividad
social que se hallaba tan completamente independiente de la comuna. Y, en efecto, desde
que apareció, la gran industria se encontró fuera del régimen de la corporación. No es que
este libre de toda reglamentación, sino que el estado, directamente, desempeña para ella
el papel que los cuerpos de oficios desempeñaban anteriormente para los oficios urbanos.
La antigua corporación debía transformarse para poder continuar cumpliendo su papel en
las nuevas condiciones de la vida económica, debía transformarse de una institución
municipal en una institución pública, una organización general, nacional, unificada, pero
compleja, donde los agrupamientos locales de otro tiempo sobrevivan ahora, aunque como
simples órganos de trasmisión y de diversificación. Pero no supo transformarse a tiempo
para plegarse a las nuevas necesidades, y por ellos fue destrozada. No supo asimilar
la vida nueva que comenzaba a separase.
El régimen corporativo estará cubierto de otro vicio que le ha sido reprochado con
justicia en el pasado: la inmovilidad. Mientras la corporación tenía su horizonte limitado
por el recinto mismo de la ciudad, era inevitable que fuera prisionera de la tradición, como
la ciudad misma. El tradicionalismo de la corporación, su espíritu de rutina, no hacia más
que reflejar el tradicionalismo circundante. La unificación del país, la aparición de la gran
industria que es su consecuencia, tuvo por efecto extender las perspectiva y, por lo tanto,
abrir las conciencias a los deseos nuevos como a las ideas nuevas. Se estableció una
mayor movilidad en las inclinaciones, y como la corporación no supo cambiar al mismo
tiempo, como no supo agilizarse, como guardo inflexiblemente las viejas costumbres, quedo
fuera de sus posibilidades al responder a las nuevas exigencias.
Toda organización debería estar unida bajo un órgano central, es decir, el estado. La
legislación profesional no podrá ser más que una aplicación particular de la legislación
general, así como la moral profesional no puede ser más que una forma de la moral
común.