Iniquidad Tema N 2
Iniquidad Tema N 2
Iniquidad Tema N 2
Génesis 3:15:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
Gálatas 3:16:
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las
simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es
Cristo.”
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Santiago 3:13-18:
“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras
en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón,
no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende
de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí
hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de
buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz
para aquellos que hacen la paz.”
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Salmo 58:1-3:
“Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los
hombres? Antes en el corazón maquináis iniquidades; hacéis pesar la violencia de
vuestras manos en la tierra. Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron
hablando mentira desde que nacieron.”
Salmo 51:1-6:
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus
piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi
pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que
seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad
he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo
íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.”
Gálatas 5:16-26:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de
la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí,
para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os
amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también
por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos
a otros.”
iii
En éste y otros pasajes de la Biblia, vemos que como parte de la
doctrina y enseñanza cristiana sobre la vida nueva en Cristo y la vieja y
pasada manera de vivir, existe un conflicto continuo y diario, entre
estas dos simientes, hasta que una de ellas muera. Las consecuencias
de que la iniquidad no sea por completo desarraigada van a tener
mucho más conflicto que una mera lucha interna, como lo veremos más
adelante.
La iniquidad mana del espíritu del hombre; es como “la energía que
está presente en un cable del teléfono o de energía eléctrica, de manera
permanente, porque está alimentada por una fuente de poder; y le dará
forma y estructura a la carne, además de nutrirla de poder.
iv
Gálatas 5:19-21:
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia,
lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a
estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Tratar con los frutos de la carne, en la vida cristiana, es tan sólo una
obra externa. Es como el alcohólico que deja de beber, en su nueva vida
en Cristo, pero necesita tratar con las raíces de dolor, rencor y de
rebelión que lo condujeron a evadirse de la realidad de ésta forma; y si
no se trata la iniquidad que hay detrás de este pecado, lo podría
arrastrar a otras formas de evasión pecaminosas.
v
y de comunión con Dios, quien está en cada uno de nosotros, por
nosotros y con nostros, como buen Padre que es (Efesios 4:6).
Las religiones no pueden tratar con la parte interna (el hombre interior)
del ser, donde ya vimos que radica la iniquidad. Ésto sólo puede ser
hecho por medio del Espíritu Santo, adecuando nuestro espíritu al de
Dios (1ra Corintios 2:12-13).
Otro aspecto de la lucha entre las dos simientes es que la carne está
ligada íntimamente a la iniquidad, sirve a la ley del pecado y de la
muerte (algo inexorable, como las leyes físicas. Ej.: ley de la gravedad) y
se opone a la vida del espíritu, afectando, debilitando en muchas cosas
a la vida espiritual del creyente.
En el libro a los Romanos vemos la clara lucha entre las dos simientes
y el resultado de ésta va a determinar nuestro destino final.
Romanos 8:1-2:
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.”
Nótese en este pasaje bíblico cómo Dios aclara que no hay condenación,
para los que andan conforme al espíritu; no es para aquel que todo el
tiempo anda diciendo: “Señor, Señor”, y aún así continúan en la carne;
sino para los que andan conforme al Espíritu. Podemos ver también las
dos leyes que se oponen entre sí: la ley del espíritu de vida gobernada
por Cristo, a través de una vida nueva y espiritual, y la ley del pecado y
de la muerte dirigida por el diablo, el mal, por medio de la iniquidad (la
esencia espiritual de lo torcido), manifestada en los frutos de la carne.
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Filipenses 3:17-19:
“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo
que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas
veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los
cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo
piensan en lo terrenal.”
Romanos 8:5-7:
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el
ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”
Las Escrituras nos enseñan que, de una misma fuente, no puede salir
agua dulce y agua amarga (Santiago 3:10-11), no se puede SER del
Espiritu y SER de la carne al mismo tiempo, o se es del uno o se es del
otro.
viii
Del mismo modo que Satanás es un espíritu caído (Ezequiel 28:15-16),
también lo es el ser humano (Génesis 2:17); con la diferencia de que el
ser humano tiene un cuerpo físico, alma y espíritu.
Tito 3:3-7:
“Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados,
esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia,
aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de
Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de
la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia,
viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.”
ix
le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. Habiendo purificado
vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor
fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que
vive y permanece para siempre. Porque:
4. La regeneración espiritual.
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Dios, primeramente imparte vida al espíritu de la persona,
convenciéndola de pecado, justicia y juicio (Juan 16:7-11), porque fue
el espíritu en esencia, lo que Dios diseñó para que todos los hombres y
mujeres del mundo pudiesen comunicarse con Él, y que por la fe en Su
Hijo reciban Su vida.
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El rol del Espíritu Santo es el de un edificador, y Él no puede morar allí
donde no se ha edificado. El Espíritu Santo, edifica para habitar, y
habita y llena sólo donde ha edificado. Todo espíritu humano que ha
sido regenerado, se transformó en templo y habitación de Dios, pues
quien habita el corazón de cada creyente, es Dios el Espíritu Santo. Y
los dos, el espíritu humano regenerado y el Espíritu dan testimonio
juntamente de la paternidad de Dios (Romanos 8:14-16).
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