Las Huelgas en México
Las Huelgas en México
Las Huelgas en México
La primera huelga había sido declarada en 1865 por la Sociedad Mutualista del
Ramo de Hilados y Tejidos del Valle de México, como protesta por la reducción de
los salarios, los despidos injustificados, las excesivas jornadas de trabajo, los ma-
los tratos y los descuentos a cargo de la tienda de raya.
Hacia 1875 se empezaron a escuchar los primeros gritos de protesta de los traba-
jadores mexicanos, exigiendo mejores condiciones de vida y trabajo. También
empezaron a surgir las primeras asociaciones mutualistas de obreros.
Los años en que se produjeron el mayor número de huelgas fueron 1881, 1884,
1889, 1890, 1891, 1895 y de 1905 a 1907; las ramas industriales principalmente
afectadas fueron la textil, ferroviaria, la cigarrera, la del pan y la minera; las enti-
dades donde se producían más huelgas eran el Distrito Federal, Veracruz, Puebla,
Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Oaxaca, Jalisco, Querétaro y Sonora.
LA HUELGA DE CANANEA
Hacia fines de 1905 circulaba ya entre las regiones mineras de Sonora el periódico
Regeneración, editado por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano,
cuyo principal propósito político consistía en derrocar al gobierno de Porfirio Díaz.
Siguiendo las indicaciones de Junta, expuestas en el manifiesto del 25 de Sep-
tiembre de 1905, el 16 de enero de 1906 un grupo de 15 mineros de Cananea
constituyó la sociedad secreta Unión Liberal Humanidad, bajo la presidencia de
Manuel M. Diéguez, ayudante de rayador de la mina Oversight de la Cananea
Consolidated Copper Co. Cuatro meses después eran 25 los miembros del grupo,
todos dispuestos a luchar contra la dictadura.
a) El mínimo del sueldo del obrero serán $5 pesos diarios con 8 horas de trabajo.
c) Poner hombres al cuidado de las jaulas, que tengan nobles sentimientos para
evitar toda clase de irritación.
Greene habría de contestar ese mismo día, negando la satisfacción de esas peti-
ciones.
El día 3 la población se encontraba bajo la ley marcial; el saldo trágico había sido
de 23 muertos y 22 heridos de ambas partes, y fueron aprehendidos más de 50
individuos a quienes se acusó de ser los agitadores del movimiento y entre los que
se encontraban Calderón, Diéguez, Francisco M. Ibarra, entre otros, los que fue-
ron enviados inmediatamente a las mazmorras de San Juan de Ulúa.
El general Luis E. Torres, jefe de la zona militar, declaró a los huelguistas que no
les sería aumentado un solo centavo; y el coronel Greene manifestó que estaba
dispuesto a subir los salarios, pero que el presidente Díaz se lo había prohibido.
Descontentos con esto, para el día 6 se habían suspendido ya sus labores 6800
trabajadores de 34 fábricas. Tres mil de ellos se reunieron en el Teatro Guerrero
de la ciudad de Puebla y formularon una contraposición del reglamento.
La respuesta de los patrones, que al igual que los obreros actuaban ya en ámbito
nacional, consistió en cerrar las fábricas, 93 en total, con el pretexto de estar en
balance y tener productos almacenados en exceso. Por esta causa quedaron sin
empleo 57 mil hilanderos.
Los términos de esta resolución fueron generalmente aceptados, salvo por una
fracción de los obreros de la fábrica Río Blanco, en las inmediaciones de Orizaba.
En Junio de 1906, habiéndose reunido un grupo de trabajadores en la vivienda del
tejedor Andrés Mota, Manuel Ávila propuso constituir el Gran Círculo de Obreros
Libres, afiliado en secreto a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.
Sus objetivos consistían en oponerse a los abusos del capitalismo, en luchar con-
tra la dictadura y en ayudar a quienes eran perseguidos o encarcelados.
La resolución presidencial que ponía término a la huelga les fue transmitida a 2 mil
obreros, reunidos en el Teatro Gorostiza de Orizaba, el 6 de mayo de 1907, por
José Morales, presidente del Gran Círculo, quien se mostró conforme con el laudo.
Rafael Moreno y Manuel Juárez, en cambio, dirigentes de la sucursal de Santa
Rosa, encabezaron a los descontentos.
Al terminar ese día, había 200 detenidos en la fábrica de Río Blanco, a muchos de
los cuales se les fusiló ahí mismo. Veinticuatro horas después eran ya 140 los tra-
bajadores muertos.
El día 9 hubo un encuentro en Santa Rosa, con saldo de otras cinco víctimas, y
más tarde se ordenaron otras 10 ejecuciones. El día 11 se ordenó fusilar a 10 ru-
rales y a su teniente, acusados de complicidad con los saqueadores, y de un total
de 7083 operarios, 5512 se presentaron a reanudar su trabajo.
Las fábricas de Río Blanco, Nogales, Santa Rosa, El Yute y Cerritos quedaron
custodiados por el ejército, y centenares de obreros fueron desterrados a Valle
Nacional y a Quintana Roo.
LA HUELGA DE 1916
El movimiento estalló a las 3 de la mañana del día 31, cuando los electricistas
suspendieron los servicios de luz y fuerza a la ciudad.
Al término del gobierno del presidente Carranza, en 1920, se registraron 173 huel-
gas en toda el país; en 19221, coincidiendo con el principio del general Obregón,
310, que disminuyeron a 136 en 1924, primer año de la administración del presi-
dente Calles; 51 en 1925, 23 en 1926, 16 en 1927 y 7 en 1928. Mientras estuvie-
ron en el poder, sucesivamente, el licenciado Portes Gil, el ingeniero Ortiz Rubio y
el General Rodríguez, ocurrieron 14 huelgas en 1929, 15 en 1930, 11 en 1931, 56
en 1932 y 13 en 1933.