ARIAS MARIN Jesus Alan Tesis PDF
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2015
1
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
DEPARTAMENTO DE HISTORIA DEL DERECHO Y DE LAS
INSTITUCIONES
FACULTAD DE DERECHO
2
A Mateo… con un guiño y 2Ks
3
Agradecimientos
Con Alonso Rodríguez, Carlos Brokmann, Jaime Bailón y María Elena Lugo, mis
colegas, hemos discutido largo y tendido sobre los derechos humanos y han
aportado muchas ideas, consideraciones y matices de gran utilidad para la
investigación.
4
Ciudad de México, Abril, 2015
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN [9]
3. Las críticas clásicas a los derechos del hombre (versión del derecho natural)
[99]
5
CAPÍTULO TRES. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA TEORÍA
CONTEMPORÁNEA DE LOS DERECHOS HUMANOS [120]
6
CAPÍTULO SEIS. IMPERATIVO MULTICULTURAL [223]
7
Parte Segunda. Hacia un concepto crítico de víctima [319]
a. Sacrificialidad [235]
b. Juridicismo [237]
CONCLUSIONES [378]
BIBLIOGRAFÍA [389]
8
INTRODUCCIÓN
9
El conjunto (plexo-red) de tesis que conforman este trabajo se entiende a sí
mismo como una sistematización primera y provisional, aunque de ninguna
manera pretende presentarse como un sistema completo o una teoría sistemática
de los derechos humanos. Se trata del resultado inicial de una investigación de
varios años (con productos parciales, incluso, algunos ya publicados) sobre temas
diversos, si bien cruciales, del discurso de los derechos humanos. Ha sido una
selección temática y conceptual meditada, discriminante, un juego de inclusiones y
exclusiones, toda vez la observación del estado crítico que atraviesan los
derechos humanos en el mundo (y, con particular énfasis, la grave situación en la
que se encuentran en México).
10
discurso y la práctica de los derechos humanos, sus organizaciones y su agencia 1
internacional y nacionales, en sus variantes o modalidades dominantes y
hegemónicas, no tienen la pertinencia y capacidad de responder a las condiciones
y características con las que el momento contemporáneo desafía a ese
movimiento humanista, empoderado en el plano internacional desde hace
relativamente poco tiempo.
1
Dada la dificultad acaso insalvable para traducir al español el término Agency, se entiende aquí,
provisionalmente, como el conjunto institucionalizado de instrumentos jurídicos, organismos
internacionales y organizaciones públicas y privadas.
11
crítica inmanente para provocar el re-examen de la terminología conceptual del
pensamiento en el que se inscribe el movimiento de los derechos humanos (y en
el que aún en clave disidente se participa).
El texto quiere servir como una propedéutica (crítica) tanto a las temáticas
específicas que se estudian, así como a la línea argumental del conjunto de la
exposición, misma que apuesta por ser en sí misma un complejo complementario
dotado de su propia lógica. En suma, quiere ser un ejercicio inicial para desarrollos
nuevos (revisitados) del discurso contemporáneo de los derechos humanos.
12
emancipatorio, como la socialista o la comunista. Se observa que la atractiva tesis
de Moyn, la de sus enriquecedoras consecuencias en cuanto a la lectura de la
historia de los derechos humanos, requería –sin embargo- de un fundamento
teórico más sólido, no meramente descriptivo, cuyo argumento se enuncia aquí a
través de la compleja problemática relativa a la tendencia de los movimientos
sociales contemporáneos a transitar de demandas de redistribución de bienes a
las de reconocimiento identitario.
13
3. El libro busca expresar en la estructuración de su capitulado la
concatenación de su argumento como un replanteamiento pertinente respecto del
movimiento teórico y práctico contemporáneo de los derechos humanos. En cada
parte, fue necesario presentar un contexto teórico general de las problemáticas
que sostienen y nutren los conceptos que se pretende articular y/o rearticular al
discurso de los derechos humanos (evidente en los apartados referidos a los
imperativos multidisciplinario, multicultural o en los de la equidad de género o la
centralidad de la víctima). Tal resulta ser la condición de posibilidad para la puesta
en relieve de ideas dotadas de elementos heurísticos “nuevos” para la
investigación, para abrir el juego de claves de interpretación crítica respecto del
discurso y la práctica habituales de los derechos humanos.
14
elección autónoma y de creación de sentido a través de las acciones individuales y
colectivas en un universo de suyo desprovisto de valores y criterios morales de
validez universal.
15
Es en esos ámbitos materiales, formales y simbólicos donde los derechos
humanos encuentran materialidad, sustancia y razón de ser.
16
h. De esta investigación teórica, asumida en clave de una teoría crítica de la
sociedad y no obstante tratarse de una sistematización primera e inicial, no se
sigue ninguna implicación para proponer un sistema teórico respecto de los
derechos humanos. Se ensaya, tan sólo, una visibilización de campos, horizontes
y comportamientos teóricos y prácticos, el atisbo de constelaciones conceptuales
pertinentes y aptas para una reactualización (y su correspondiente re-legitimación)
contemporánea de los derechos humanos.
17
A continuación se enumera el capitulado y se indican brevemente sus
contenidos.
18
que permite observar las orientaciones generales de la discusión, posibilitando,
así, un trazo del universo del debate contemporáneo de los derechos humanos.
19
Por último, el capítulo se concentra en el análisis de la Declaración
Universal de Derechos Humanos (1948), señalada también como un documento
paradigmático y refundacional de la teoría y el discurso doctrinal de los derechos
humanos; sobre esa base, se confronta su pretensión de universalidad, postulada
a través de la noción de dignidad humana, tomando como contrapunto las
sucesivas y recurrentes violaciones sistemáticas a los derechos humanos, series
deacontecimientos que problematizarían radical-mente la potencia y la capacidad
del discurso de los derechos humanos. Con ello, se desvela la cesura en la que se
pretendió la “refundación” ética de los derechos humanos, después de la Segunda
Guerra Mundial.
20
Además, en el capítulo se presenta una periodización tanto del proceso de
globalización como del desarrollo y la transformación del discurso y el movimiento
de los derechos humanos en la etapa contemporánea. La primera periodización
divide en seis fases el proceso de globalización, con lo cual se describen
esquemáticamente las pautas del desarrollo global a partir de sus respectivos
momentos históricamente diferenciados. Por otra parte, la segunda periodización,
comprende desde el momento “refundacional” de los derechos humanos en 1945
hasta los atentados terroristas del 11-S. Al final, se profundiza en la irrupción del
terrorismo contemporáneo (reloaded), como punto de inflexión radical para la
cultura de los derechos humanos con sus profundas repercusiones en el ámbito
de la protección y defensa de los derechos humanos.
21
conjunto de las ciencias sociales y la filosofía en la conformación y el desarrollo de
los derechos humanos.
22
Sobre esa base, se aduce una tensión entre los derechos humanos, cuyo
horizonte intelectual se ubica en un plano de adscripción universal y bajo un
principio de igualdad abstracta y el multiculturalismo, como reconocimiento
valorado de las diferencias de pertenencia cultural e identidad colectiva. Así, el
imperativo multicultural se convierte en un desafío para los derechos humanos, ya
que no sólo impele al diálogo con las culturas periféricas, sino también con las
sociedades democráticas de Occidente. En esta parte, se realza la irrupción del
pluralismo y la diferencia en disputa con el universalismo y la homogeneidad,
todavía dominantes, si bien ya erosionados, con las consecuencias que suponen
para la teoría de los derechos humanos.
23
Entre otras de las cuestiones que se analizan en el capítulo, se realiza un
rastreo etimológico y conceptual de la noción de víctima, a través de la cual se
confirma que los significados y contenidos sacrificiales perduran y prevalecen a lo
largo del tiempo y las diferencias culturales, pese al desarrollo secularizante de los
significados de víctima. Posteriormente, se efectua una crítica al concepto
dominante de víctima a partir de, al menos, dos de sus determinaciones
hegemónicas: el juridicismo y la sacrificialidad.
24
Se repasa, brevemente, la discusión actual acerca de las luchas por el
reconocimiento. Se analiza, de manera concisa, la categoría de reconocimiento
recíproco (de origen hegeliano); después, se repasa el debate contemporáneo
entre redistribución y reconocimiento en los movimientos sociales y, al final, se
estudia la lucha de los grupos sociales por el reconocimiento como momento
político instituyente de nuevos derechos y, por tanto, clave para la comprensión de
los derechos humanos como prácticas sociales de resistencia y emancipación.
25
CAPÍTULO UNO. DERECHOS HUMANOS. PRELIMINARES TEÓRICOS
26
universalidad. Esto es claro al observar, por ejemplo, que en culturas fuertemente
determinadas por la religión, el concepto de los derechos humanos se entiende e
interpreta de modos muy diferentes a como se hace en un contexto liberal,
suficientemente secularizado. La ejecución de la fatwa 2 en contra de un escritor
presuntamente blasfemo o el auto de fe de un hereje (ejemplo anacrónico aún si
culturalmente más próximo), no es ni ha debido ser entendido nunca como una
violación a los derechos humanos.
2
Sentencia jurídica sobre un tema determinado emitido por un especialista autorizado en la ley
islámica.
27
(fundamentados con base en una moral con pretensiones de alcance universal)
han sido transformados en derechos jurídicamente reclamables, referidos a una
comunidad jurídica particular, en y por la cual son reconocidos como derechos
civiles solamente para sus integrantes. 3
3
Cfr. WELLMER, Albrecht, Líneas de fuga de la modernidad, FCE., Buenos Aires, 2013, págs. 69-
74.
28
relativización de la perspectiva juridicista; el impacto crítico de las reflexiones
feministas y las perspectivas de género; los cuestionamientos multiculturalistas al
carácter de su construcción en clave monocultural y portador de referencias
valorativas occidentales, así como la multiplicación de las reivindicaciones y el uso
político de los derechos humanos por los movimientos sociales. 4
4
Para una descripción general del debate actual y sus temas, Vid. ARIAS, Alán, Aproximaciones
teóricas al debate contemporáneo de los Derechos Humanos, CNDH., México, 2011.
5
HUNT, Lynn, Inventing Human Rights. A History, W.W Norton and Company, New York, 2007;
FIELDS, Belden, Rethinking Human Rights for the New Millennium, Palgrave MacMillan, New York,
2003; DOUZINAS, Costas, The End of Human Rights. Critical Legal Thought at the Turn of the
Century, Hart Publishing, Oxford, 2000; ISHAY, Micheline R., The History of Human Rights. From
Ancient Times to the Globalization Era, University of California Press, Berkeley, 2004.
6
Samuel Moyn. Profesor de Derecho e Historia en la Universidad de Harvard. Doctor en Historia
Europea Moderna en la Universidad de California-Berkeley (2000). James Bryce Professor de
Historia del Derecho europeo en la Universidad de Columbia.
7
MOYN, Samuel, The Last Utopia. Human Rights in History, Belknap Press, Cambridge, 2012.
29
cual nos acerca a uno nuevo en el que la dignidad de cada individuo pueda gozar
de protección internacional. Los derechos humanos son líderes en lo político e
inspiradores en lo emocional. El énfasis de la propuesta de Moyn es que se les
puede reconocer como un programa utópico, no en sentido peyorativo de lo
inalcanzable, sino como una promesa de lo que todavía no es.
8
Cfr. MOYN, Samuel, op. cit., págs. 1-41.
30
los Derechos Humanos. Ese texto simbolizó el final formal de la guerra mundial,
pero no detonó una nueva era. Se trató menos del anuncio de una nueva época
que de la corona funeraria en la tumba de la guerra, luego de perdidas las
esperanzas de una comunión entre libertad e igualdad. Sus grandes propósitos
fueron prontamente desplazados de la atención global por los impactos
coyunturales de la situación política en curso, el nacimiento de Israel, la partición
de Alemania en dos estados, el surgimiento de la OTAN y del Consejo de Europa,
la excomunión decretada por el Vaticano de “todos los comunistas y sus
simpatizantes del pasado, presente y futuro” e, incluso, la publicación de una
novela como 1984 de George Orwell.
Esos derechos humanos, los del 48, los de la refundación de las Naciones
Unidas (ONU), nacieron mirando al pasado. Bajo la consigna loable de que la
tragedia vivida no volviera a repetirse, carecieron de mirada prospectiva.
Resultaron débiles en la práctica y también en el discurso, tanto para imponer sus
directrices como sus referencias valorativas.
USA había logrado catalizar las esperanzas de un mundo mejor (el new
deal) e introdujo el concepto de derechos humanos (Eleanor Roosevelt) en
circulación restringida, pero pronto lo dejó atrás como un mero slogan
propagandístico. Por su parte la URSS, en su seudo-compromiso con las luchas
anticoloniales, puso el énfasis en los ideales colectivos de emancipación
(nacionalismos y comunismo) como una senda de futuro; aunque fue renuente a
9
Vid. ARIAS, Alán, op. cit., págs. 52-53.
31
los derechos individuales directos y a su enraizamiento en las leyes
internacionales. El bloque del “mundo libre” adoptó la insignia de los derechos
civiles y políticos, en tanto que el “bloque socialista” optó por los derechos
económicos y sociales; la contraposición se hizo derecho positivo internacional
con los dos Pactos de derechos, el de derechos civiles y políticos y el de derechos
económicos, sociales y culturales, así como sus correspondientes comités,
patrocinados por la ONU. En la antinomia entre libertades e igualdad, el lenguaje
de los derechos humanos, desde la década de los 40 hasta 1989, tomó carta de
naturalización anticomunista.
32
humano” y democrático en el bloque soviético, guerras de liberación anticoloniales
en el llamado Tercer Mundo. Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG)
venían de una larga marcha (Amnistía Internacional fundada desde 1941), el rock
hacía eclosión mundial y la liberación sexual alcanzaba su punto más alto,
apuntalada por una tríada extraordinaria: mini-falda, píldora anticonceptiva y
antibióticos…
Quizás ese clima intelectual, político y moral propició que los derechos
humanos despertaran “la curiosidad de los intelectuales, la imaginación de los
reformadores políticos y sociales, que evocaran una respuesta emocional de los
moralistas”. 10 Lo decisivo consistió en esa explosión de la relevancia social del
concepto. Ya en la década de los 70, los derechos humanos comenzaron a ser
invocados en el mundo desarrollado por la opinión pública como nunca antes.
Paradójicamente, en el “Tercer mundo”, luego de los procesos de liberación del
colonialismo y la creación de múltiples estados independientes, los derechos
humanos referían a la protección individual respecto de los Estados, a menudo
autoritarios, en una clave muy liberal. Las ONG cobran entonces visibilidad
notoria, Amnistía Internacional inopinadamente gana el premio Nobel de la Paz en
1977. Los derechos humanos se hacen “populares”, pulula la agitación por causas
humanitarias y la advocación y atracción por una “ciudadanía internacional”
(precedente del cosmopolitismo reciente) adquiere nuevo rango, inaugurando una
época y una tendencia.
10
MOYN, Samuel, op. cit., págs. 3 y sigs.
33
fin y al cabo, resultaron ganadores al encarnar una alternativa moral viable en el
páramo del llamado “fin de las ideologías”.
11
Para una apreciación crítica de la política de derechos humanos de Carter en el plano
internacional, Vid. CHOMSKY, Noam, Human Rights and American Foreing Policy, Spokeman
Books, Merlin Press, London, 1978.
12
MOYN, Samuel, op, cit., págs. 152-160.
34
Es cierto que este impulso ha mermado en las décadas sucesivas, que las
reformas orientadas por ellos avanzan lentamente y de modo fragmentario, pero
también es cierto que el sacudimiento internacional por el final de la Guerra Fría,
el ícono simbólico de la caída del Muro de Berlín y su punto de inflexión, la
implosión y desaparición de la URSS, ofrecieron nuevas vertientes que
enriquecieron y potencializaron la fuerza de los derechos humanos como gran
referente valorativo y normativo de la nueva gobernanza global.
13
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la
posmodernidad, Siglo del Hombre/Universidad de los Andes-Facultad de Derecho, Bogotá, 1998,
págs. 346 y sigs.
14
Vid. HART, Michel y NEGRI, Toni, Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002; de los mismos autores,
Multitud, guerra y democracia en la era del imperio, Debate, Barcelona, 2004.
35
amortiguado su intensidad, reverencia y popularidad, si bien ha calado profundo
institucional y legalmente tanto en el orden internacional, como en el seno de los
Estados nacionales. En esta nueva y última fase, los derechos humanos dejan ver
su radical modo de ser: dotados de una pulsión emancipatoria inherente a su
modo de ser práctico, también muestran su vocación regulatoria, su proclividad
por institucionalizar y/o normalizar los espacios logrados por sus
empoderamientos. Su desarrollo ha ocurrido recientemente en un nuevo campo
cristalizado y “aburguesado”, un tránsito propio de los movimientos sociales y sus
ciclos de ascenso movilizador y sus descensos desmovilizadores, vaivenes que
osuceden ya sea por la vía de su mediatización o su derrota o por el camino de la
institucionalización (¿triunfante?).
15
SARTRE, Jean Paul, Crítica de la razón dialéctica (Cuestiones de método), tom. I, Teoría de los
conjuntos prácticos, Editorial Losada, Buenos Aires, 1963, págs. 145-156 y 231-279.
16
Como se verá más adelante, esta contraposición fusión-serialización, aplicada aquí a los
derechos humanos en el ámbito de los movimiento sociales, remite a otras caracterizaciones más
contemporáneas, tales como la de la diferenciación entre lo político-instituyente y la política-
instituida y/o la de reactivación-sedimentación, propias de las teorías posfundacionalistas (Lefort,
Nancy, Badiou y Laclau, entre otros). Vid. MARCHART, Olivier, El pensamiento político
posfundacional, FCE., Buenos Aires, 2009.
36
tendientes a burocratizarse y modos organizativos verticalistas y jerárquicos. En el
movimiento contemporáneo de los derechos humanos el problema más crítico es,
sin duda, el de su institucionalización. Se observa un movimiento de los derechos
humanos que pierde frecuentemente su pulsión movilizadora, desde abajo, en
contra de los abusos de poder, la negativa al reconocimiento y/o el menosprecio
de la dignidad de grupos o personas; o bien, desde arriba, con la prevalencia de
organizaciones, públicas u ONG, burocratizadas, que ejercen una defensa y
promoción de los derechos humanos vertical y desmovilizadora, bajo modos
gerenciales y administrativistas. La cuestión de la institucionalización de los
derechos humanos es el problema más grave de los mismos, puesto que sus
agentes tanto públicos como privados son incapaces de verlo, de auto-
diagnosticarlo. Instalados en zonas de confort, mutilan sus potencialidades de
autocrítica e inhiben cualquier posibilidad de autocorrección. La institucionalización
amenaza y vulnera las prácticas vivas, en fusión, de los derechos humanos y
propicia e incentiva los modos de prácticas inertes serializadas y burocratizadas.
No obstante, y ese es el otro lado del asunto, una fisura estructural los
atraviesa. El abismo entre su enunciación teórica, como deber ser y la realidad de
una práctica nugatoria de los derechos y valores enarbolados y del sentido
37
profundo de una convivencia respetuosa de la dignidad de todos, sobre el
fundamento radical del mutuo reconocimiento recíproco. El lenguaje de los
derechos humanos es popular y extenso, reiterado retóricamente hasta el punto
extremo de su banalización y pérdida de sentido.
38
que la condición de víctima alcance de manera creciente a millones de personas,
no parecen ser acuciantes temas para el discurso y la práctica serializada o
burocratizada de los derechos humanos.
39
El auge reciente de los derechos humanos, en tanto discurso de validez
moral con alcances pretendidamente universales, sólo encontrará su genuino
sentido contemporáneo si se abandona el intento de justificarlo a partir de una
especie de origen mitológico de raíces ancestrales. Para Moyn, resulta
anacrónico, como hacen las corrientes dominantes del discurso tradicional de los
derechos humanos, trasladar al siglo XVIII las características de su concepto
moderno. Buscar las raíces y las fuentes de los derechos humanos en las
doctrinas de la Ilustración o, incluso, en los comienzos del mundo de la posguerra,
no digamos en la antigua Grecia, en Roma o el medioevo, todo ello sería –en su
opinión- un serio error metodológico y teórico, en suma, una simpleza intelectual y
política. 17
17
Ibid., págs. 5-10.
18
Un buen ejemplo de este entendimiento de los derechos humanos como una suerte de causa
mesiánica, dotada de verdades salvíficas, desde la cual se puede interpretar cualquier avance en
la convivencia internacional o en la vida de las sociedades como anticipado en la doctrina, es el de
Michel Ignatieff. Él ve los derechos humanos como un viejo ideal que, finalmente, ya se ha
actualizado y que logra dar respuesta al paradigma de la inhumanidad, cristalizado en el
Holocausto. Esta lectura, remitida al mito fundador de 1948, es reiterada una y otra vez, tanto o
más que la interpretación que remite a los tiempos ancestrales donde los derechos humanos
surgieron implícitos en la gran revolución cultural de Atenas y otras ciudades griegas, del siglo IV
a.e.c, a la par que la historia, la tragedia y la filosofía. Vid. ARIAS, Alán y SÁNCHEZ, Úrsula, “Los
40
Creer en una historia progresiva de los derechos humanos, sus
cristalizaciones en normatividades positivizadas como su ideal, la certeza en su
avance irrefrenable hacia una internacionalización del derecho y el triunfo final del
proyecto valorativo del humanismo, impide una lectura seria, laica y no metafísica.
En rigor, se trata de ideas que pueden ser leídas, cuando mucho, como meros
antecedentes y preliminares de su composición actual.
derechos humanos como política e idolatría”, Revista Derechos Humanos México, núm. 9, vol. 3,
CNDH., México, 2008, págs.187-202.
19
Por ejemplo la documentada obra de Micheline Ishay, Vid. Nota 4.
20
Vid. MOYN, Samuel, op. cit., págs. 11 y sigs. Ahí, Moyn recuerda la frase de Borges refiriéndose
a Kafka.
41
derechos humanos es visto como si simplemente fuera el futuro esperando
suceder, con lo que la sorpresiva irrupción de los derechos humanos y su
configuración como un movimiento social y cultural internacional es vista como
menos sorprendente de lo que en realidad es; con ello, su dimensión teórica y su
especificidad política se diluyen y se escapan como agua entre las manos.
42
necesaria, entonces, una nueva aproximación para desentrañar la genealogía de
este, tan próximo, programa de densidad utópica. Tratar de comprender su
génesis, tan cercana e imbricada con el ámbito cultural propio de la crisis de las
utopías modernas (emancipadoras, libertarias e igualitarias) y el fin de las
ideologías, puede revelar no sólo sus orígenes histórico-sociales sino –sobre todo-
su radical condición contemporánea, su emergencia ante el declive y el descrédito
de otras utopías emancipatorias.
21
HUSSERL, Edmund, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Vid.
Introducción, Prometeo libros, Buenos Aires, 2008, págs. 47-49.
43
PRELIMINAR 2: Modos de existencia de los derechos humanos. Su carácter
político.
44
básicos (preliminares por excelencia), de las condiciones ontológicas de su
configuración como movimiento social, ese carácter esencial y su situación de
existir, cómo es que ese conjunto de elementos de su estructura se configuran y
funcionan en determinadas condiciones social e históricamente determinadas.
22
MERLEAU-PONTY, Maurice, El ojo y el espíritu, Trotta, Madrid, 2013, págs. 17 y sigs.
45
asuma que no se trata de una reflexión sobre un objeto en general, puesto ahí
para ser estudiado, ya dado, como si fuera un existente cuya finalidad es ser
analizado 23.
23
MERLEAU-PONTY, Maurice, La fenomenología de la percepción, Editorial Planeta, Barcelona,
1985, págs.119-122.
46
y colectivas en un espacio y un momentos dados (resignificación del mundo,
según Butler) 24. En esta historicidad primordial, es que el pensamiento, tan ligero,
aprenderá a adquirir pesantez gravitando sobre las cosas mismas, entre los otros
y consigo mismo, será o volverá a ser pensamiento teórico en un universo
desprovisto de valores previamente asignados y sin posibilidad de criterios
morales apriorísticos de validez universal.
24
Cfr. BUTLER, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad,
Paidós/UNAM-Programa Universitario de Estudios de Género, México, 2001. Vid Prólogo de 1999,
págs. 27-32.
25
MARRAMAO, Giacomo, Poder y secularización, Península, Barcelona, 1989, págs. 133-137.
47
individual y singularísimo de esos episodios de vida e historia (procesos
casuísticos históricamente especificados), tales comportamientos teórico-
prácticos, esos cursos de acción y sus dichos de lenguaje, esos comportamientos
con sus respectivos discursos (curso de lo real-discurso de la teoría), han de ser y
han sido acciones de rechazo, de inconformidad e incomodidad, gestos y actos de
indignación frente al abuso de poder; más conceptualmente dicho, prácticas de
resistencia ante el abuso de poder.
Pero esas resistencias son, han sido y serán muy probablemente, pronta o
retardadamente prácticas emancipatorias. Se trata de instantáneas y sutiles –
aunque decisivas- transiciones de la resistencia a la emancipación. Luchas de
resistencia al abuso de poder que pueden convertirse, a veces casi de inmediato o
paciente y acumulativamente, en el horizonte de una emancipación, una opresión
disminuida o eliminada. Instauración y/o rescate de espacios de libertad, ámbitos
emancipados, liberados, asegurados y consolidados por una específica
correlación de fuerzas, espacios libres de esos abusos de poder que han sido
resistidos y de esas opresiones autoritarias presentes en todos los espacios de la
vida social y en todas las formas históricas (del padre, del patriarca, del jefe, del
rey, del Papa, del Estado; aunque también del capataz, el maestro, el cura, el
marido, el jefe de oficina, el dueño del negocio…).
48
Los derechos humanos son derechos y llegan a serlo en virtud de que
contienen en su formulación jurídica esa sustancia práctica, esa esencia
formalizada de luchas de resistencia y emancipación, también de prácticas de
regulación cristalizadas normativamente. Los derechos humanos son derechos,
pero lo son toda vez que su densidad práctica es consustancial a las acciones
humanas constituyentes de los procesos y los fenómenos sociales. Esa
practicidad multidimensional dotada de intencionalidades resistentes,
emancipatorias y regulatorias, orientada a la conquista de reconocimiento, así
como de sus correspondientes momentos teóricos y discursivos conforman las
condiciones de posibilidad necesarias, su momento preliminar dotado de finalidad
instituyente (los existenciarios de su existencia) como movimiento social y como
conjunto de agregaciones normativas positivizadas, de producción práctico
material de significados específicos y singulares que conocemos como derechos
humanos.
Al decir que los derechos humanos son derechos pero que –en rigor- son
más humanos que derechos; se dice que son formalmente jurídicos pero hechos,
creados, constituidos e instituidos de materia práctica dotada de intencionalidad.
En esa constelación práctica y conceptual propia del movimiento de los derechos
humanos, la intencionalidad estratégica de la acción, la pulsión o lucha por el
reconocimiento, es el telos inherente que se expresa en los diversos modos de
sus prácticas específicas. Es así que, detrás de ese cosmos de significaciones,
acontecimientos y empoderamientos casuísticos y de la tendencia que animan y
orientan, radica esa finalidad propia del resistir e instituir acontecimientos y de
49
normalizar las libertades ganadas, finalidad subyacente que no es otra que la de la
exigencia profunda del reclamo inmemorial de reconocimiento.
Desde ese nivel de análisis, los derechos humanos son una matriz básica
de la interacción humana (otras serían las del ámbito del trabajo y el conocimiento)
cuya finalidad o telos propio, específico, sería la del reconocimiento, con todas las
consecuencias e implicaciones que conllevan para la interacción social y el
significado mismo de lo social en sus correspondientes especificaciones históricas
concretas. Ese aspecto esencial y sus elementos constitutivos del modo de
existencia de los derechos humanos, tienen características perceptibles en su
abstracción, como elementos trans-históricos, son susceptibles de ser captados
sólo desde una perspectiva sincrónica, ideal, fuera del curso histórico (como
estructura); cuando ese conjunto de elementos se organiza, cuando se conforma
históricamente, desde una perspectiva diacrónica, conforma una peculiar forma
social especificada históricamente (configuración). Se puede decir que sus rasgos
esenciales, estructurales, se sitúan en el orden de las cosas, se acomodan
50
funcionalmente, adoptando una configuración en la existencia social concreta e
históricamente determinada.
26
Se entiende Agencia (Agency) de los derechos humanos al conjunto institucional de agentes de
promoción y defensa de los derechos humanos, lo que incluye a los derechos positivizados propios
del derecho internacional de los derechos humanos (Declaraciones, Acuerdos, Tratados,
Convenios, Cartas, Capítulos constitucionales, etc.), organismos internacionales y nacionales
abocados a su defensa y promoción, agencias multinacionales, conjuntos de ONG internacionales
y locales, movimientos particulares, activistas, dirigentes e intelectuales orgánicos del movimiento,
sectores activos de la opinión pública locales y globales y demás “agentes”.
27
ANDERSON, Benedict, Comunidades imaginadas, FCE., Buenos Aires, 1993. Vid. también,
MAFFESOLI, Michel, El ritmo de la vida, Siglo veintiuno editores, México, 2012.
51
La actual configuración de los derechos humanos sería, entonces,
entendida como un movimiento en el sentido de las contemporáneas comunidades
imaginadas que pululan como actores políticos y sociales en las sociedades
globalizadas, tanto las centrales como las periféricas del capitalismo en sus
formas vigentes. Neil Stammers, asume a los derechos humanos como un tipo
peculiar de movimiento social 28 . En su análisis de las interacciones de los
derechos humanos con el conjunto de otros movimientos, que reivindican, se
amparan o realizan un uso estratégico o táctico de los derechos humanos,
Stammers lo caracteriza como un potencial movimiento de movimientos.
28
STAMMERS, Neil, Human Rights and Social Movements, Pluto Press, New York, 2009.
52
El escenario del debate filosófico político contemporáneo se encontraría
vacío de verdades trascendentales, situación de la que no escapa, por cierto, la
filosofía de los derechos humanos, situación frente a la cual el juridicismo
dominante ha prestado oídos sordos. Sin embargo, la discusión ha hecho de la
debilidad virtud. Así, invirtiendo el razonamiento, ese vacío de ideas fundadoras y
trascendentales, habría implicado, en rigor, una revalorización del pensamiento
político. Si la política no puede sustentarse en principios externos a ella misma, es
decir, extrapolíticos, entonces, resulta que su reflexión acerca de los asuntos
humanos (la historia, la sociedad, la cultura, los derechos humanos, el Estado) es
mucho más decisiva (esencial) que lo que el racionalismo moderno había podido
pensar.
29
MARCHART, Oliver, op. cit., págs. 13-15.
53
De esa manera, sostiene Marchart, la teoría política posfundacional parte
de la base de la inexistencia de fundamentos últimos sobre los cuales
fundamentar lo social; de ese modo, cualquier fundamento posible es producto de
decisiones singulares, contingentes y contradictorias, esto es, de decisiones
políticas. No obstante, puesto que tal fundamento es necesario para la existencia
de lo social, el fundamento no puede ser eliminado. El posfundacionalismo no
busca negar las existencia de fundamentos (como haría el anti-fundacionalismo),
sino poner en evidencia la contingencia de los fundamentos, la historicidad y la
particularidad que los atraviesa. Lo cual adquiere validez para los derechos
humanos en su configuración contemporánea y se articula adecuadamente con el
sentido de la crítica actual a la versión naturalista de la doctrina.
30
Ibid., págs. 87-202, Capítulos IV, V, VI y VII. Para un conocimiento directo de los autores
estudiados por Marchart y aquí mencionados, Vid. NANCY, Jean Luc, La experiencia de la libertad,
Paidós, Barcelona, 1996; LEFORT, Claude, Democracy and Political Theory, Columbia University
Press, New York, 1998; BADIOU, Alain, El ser y el acontecimiento, Editorial Manantial, Buenos
Aires, 1999; y, LACLAU, Ernesto, Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, Nueva
Visión, Buenos Aires, 1993.
54
Uno de los conceptos dominantes de esta reflexión es el de acontecimiento,
de importancia central, toda vez que el acontecimiento es lo que no puede ser
predicho y narrado dentro de la situación, es decir, en el orden de cosas
establecido. El acontecimiento no es otra cosa que el vacío en la situación, algo
que la subvierte porque no puede ser representado dentro de la misma; sólo
puede ser nominado como aquello que no tiene lugar y sostener ese vacío (no en
llenarlo, no en otorgarle un lugar dentro de la situación).
55
Cuando esas regiones liberadas se normalizan, al ser nombradas como tales, al
ser reguladas de acuerdo a la nueva correlación de fuerzas (vocación regulativa),
los campos de fuerza se institucionalizan (se legalizan), la fusión práctica se
serializa; y, con ello, lo político comienza a ser neutralizado, colonizado y
sublimado.
56
No obstante, pareciera que la provocadora propuesta de Samuel Moyn, si
bien presenta un abundante material empírico (histórico, político e ideológico) para
apuntalarla, adolece de una fundamentación teórica (social) con rango suficiente
para efectivamente deconstruir la concepción optimista (hasta triunfalista) de las
versiones dominantes de los derechos humanos y la lectura de su historia como
dotada de un sentido progresivo inobjetable. Así, parece pertinente preguntar si
existe una argumentación teórica, no meramente empírico-descriptiva, que
fundamente esta radical novedad como lo específico del movimiento
contemporáneo de los derechos humanos.
Antes que nada, para responder a esa pregunta conviene advertir el cambio
de grado teórico, de abstracción y de fiabilidad de los argumentos cuando se
transita de la teoría descriptiva con su necesaria carga empírica hacia el territorio
propiamente conceptual de la teoría social y la filosofía. Hay que advertir, pese al
pragmatismo imperante, que las modificaciones teóricas afectan a las
consecuencias normativas, esto es, que los cambios en los conceptos centrales
de la teoría comportan cambios graduales en las orientaciones normativas (de
suyo valorativas y/o morales).
En ese sentido, se puede observar que durante la segunda mitad del siglo
pasado, dos grandes constelaciones teórico filosóficas dominaron el territorio de la
teoría y la filosofía político-sociales: la de orientación marxista (los marxismos más
que el marxismo) en la mayor parte del continente europeo, y la constelación de
matriz rawlsiana (liberal en política y una reformulación de gran aliento de las
57
ideas de Kant en el plano ético-normativo), en la cultura anglosajona. Ambas
grandes tendencias contrapuestas son, sin embargo, coincidentes y responsables
del carácter incuestionable de un criterio rector y conductor de una teoría
normativa general del orden político y social.
Pero en el periodo referido, a partir de los 70 del siglo pasado, esa idea
fuerte de justicia acabó de ser relevada por otro criterio valorativo y normativo. El
nuevo objetivo normativo ya no parecía ser la eliminación de la desigualdad, sino
la prevención de la humillación o el menosprecio. 31 Se pudo observar un cambio
drástico en las categorías centrales: ya no la distribución equitativa o la igualdad
de bienes, sino la dignidad y el respeto. Nancy Fraser ha fraseado sin tacha esa
transición, de la idea de la redistribución a la del reconocimiento.
31
FRASER, Nancy y HONNETH, Axel, ¿Redistribución o reconocimiento?: un debate político-
filosófico, Ediciones Morata, Madrid, 2006, págs. 13-17.
58
De lo anterior se desprenden dos orientaciones normativas. Por un lado, un
giro hacia la dignidad y/o el reconocimiento resultado del desencanto político
derivado del triunfo del (neo)conservadurismo, por vía de la reducción y el recorte
de los programas de bienestar, con la consecuencia de un decremento objetivo de
la igualdad social. Por el otro lado, no se puede hablar sólo de desencanto, sino
de un aumento de la sensibilidad moral, generado, en buena medida, por la
conciencia de los movimientos sociales respecto del valor político de la
experiencia del menosprecio social y/o cultural, constituyéndose como un
elemento central del concepto de justicia.
32
HONNETH, Axel, Reconocimiento y menosprecio. Sobre la fundamentación normativa de una
teoría social, Katz, Buenos Aires, 2010, págs. 15-16.
33
BUTLER, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, op. cit.
34
HABERMAS, Jürgen, Teoría de la acción comunicativa, 2 vols., Taurus, Madrid, 1987.
59
comportamiento discursivo de los participantes en las argumentaciones de la
deliberación racional. En tercer término, en el discurso multiculturalista (en sus
versiones más comunitaristas), tanto Kymlicka 35 como Taylor 36, desarrollan una
apreciación valorativa de los diferentes modos de vida, en un contexto político
(estatal) de solidaridad social complementario a los modos de legitimación legal-
racionales.
35
KYMLICKA, Will, Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal de los derechos de las minorías,
Paidós, Barcelona, 1996.
36
TAYLOR, Charles, El multiculturalismo. “La política del reconocimiento”, FCE., México, 1993.
60
cuestiones de identidad cultural, a menudo relacionadas con grupos en
condiciones de vulnerabilidad (como dicta la terminología políticamente correcta),
sino que, cada vez con mayor frecuencia, se articula con la difícil y polémica
problemática de la dignidad humana o con la idea de una vida humana digna.
37
FRASER, Nancy y HONNETH, Axel, op. cit., pág. 13.
61
entendían ni estudiaban las relaciones redistributivas en función del
reconocimiento.
38
ARIAS, Alán y GÓMEZ, Luis (Coords.), Una década de terrorismo, del 11-S a la muerte de
Osama Bin Laden, Ediciones Quinto Sol, México, 2012.
62
de los derechos humanos tiene en estos dos conceptos y en el estudio de sus
interacciones, una asignatura (pendiente) y crucial.
39
HONNETH, Axel y FRASER, Nancy, op. cit., págs. 119-124.
40
Ibid., p. 14.
63
Honneth aduce que las luchas redistributivas implican de suyo reclamos de
reconocimiento. Esto es así puesto que los criterios de distribución de bienes se
determinan a partir del aprecio valorativo (mayor o menor) que la sociedad, en sus
directrices político-económicas y culturales, otorga o niega a determinados grupos
o a unos en detrimento de otros. Así, por ejemplo, en las reivindicaciones
distributivas del movimiento obrero subyacen exigencias de reconocimiento, no
sólo las proyectadas sobre los modos solidarios, comunitarios o productivos de la
idiosincrasia de ciertos rasgos del modo de vida de los trabajadores 41 , sino
también también las relativas al aprecio valorativo del todo social del que se trate
respecto de la clase trabajadora, lo que va a determinar el criterio de redistribución
efectiva de los bienes demandados.
41
Son clásicas las descripciones de Engels sobre “el modo de vida” de la clase obrera, Vid.
ENGELS, Friederich, La situación de la clase obrera en Inglaterra, Ediciones de Cultura Popular,
México, 1974.
42
Vid. TAYLOR, Charles, El multiculturalismo. “La política del reconocimiento”, op. cit.
64
americanos en la década de los 60, si bien no era una lucha por el reconocimiento
de su identidad cultural, pues reclamaban derechos civiles y políticos
(centralmente el derecho al voto), esto es, una reivindicación primordialmente
jurídica que, no obstante, conllevaba reclamos de reconocimiento cultural, lo
mismo que exigencias de redistribución de bienes para la libertad, como bienes
políticos, educativos y culturales, entre otros.
Para los derechos humanos, como se podrá ver más adelante (capítulo 9),
la cuestión de la lucha por el reconocimiento es el corazón del movimiento a la par
que constituye su elemento esencial, su telos específico. Complementariamente,
el imperativo multicultural, donde la categoría de reconocimiento es central,
constituye una interpelación contemporánea imposible de desoír. Así, la
articulación de los derechos humanos con el reconocimiento se configura en un
doble plano, por un lado, como una condición de su modo de existencia (un
existenciario) y, por otro lado, como un imperativo ético y epistemológico para un
discurso que se pretenda en consonancia con las condiciones contemporáneas.
Subsidiariamente, ha servido en esta investigación para ofrecer a la tesis de Moyn,
acerca de la radical novedad del movimiento de los derechos humanos como lo
que le es específico, una argumentación teórico-sociológica.
65
derechos humanos incide en un doble plano. Primero, en el plano de los modos de
existencia, la multiplicidad de prácticas multidimensionales que conforman la
materialidad misma de los derechos humanos (digamos, su estructura), mismas
que son prácticas de resistencia, emancipación y de regulación normativa e
institucional (su ethos), están tensadas por una teleología cuya finalidad general
es del reconocimiento recíproco, en sus diversos modos y niveles. Segundo, en el
plano de su existencia histórica efectiva, la modalidad mediante la cual los
elementos constitutivos de su estructura (trans-histórica), su ethos y su telos, se
configuran históricamente (en su especificación histórica), los derechos humanos
aparecen en la actualidad reciente como un movimiento social y cultural
internacional (heterogéneo).
43
ARIAS, Alán, Aproximaciones al debate teórico contemporáneo de los Derechos Humanos, op.
cit., Ahí se pueden ver los principales temas a debate y los principales argumentos puestos en
juego.
66
de la discusión en diversas corrientes teóricas de los derechos humanos. El
criterio de selección está ceñido a la producción teórica y académica
contemporánea, en él se distinguen cuatro “escuelas” principales y se apunta una
más, acaso, emergente. 44 El sentido metodológico de presentar esa matriz básica
con tales “escuelas” es el de ofrecer una construcción ideal de los tipos de
concepciones, características y creencias relativas a los derechos humanos.
44
DEMBOUR, Marie-Bénédicte, Who Believes in Human Righst? Refletions on the European
Convention, Cambridge University Press, New York, 2006; DEMBOUR, Marie-Bénédicte, “What
Are Human Rights? Four Schools of Thought”, Human Rights Quarterly, núm. 1, vol. 32, The John
Hopkins University Press, Baltimore, 2010.
45
DEMBOUR, Marie-Bénédicte, “What Are Human Rights?” Four Schools of Thought”, op. cit.,
págs. 2-3.
67
(a) el concepto que tienen sobre los derechos humanos; (b) sus ideas acerca de
en qué consisten los mismos; (c) cuál es su objetivo, esto es, quién o quiénes son
sus destinatarios; (d) cómo es que se materializan o personifican; y (e) cuál es su
fundamento; asimismo, (f) si se sostiene un sentido de realización de los derechos
humanos; y, por último, (g) de qué modo enfrentan la cuestión de su universalidad.
68
su parte, dice que deberían ser para las víctimas, pero que no es así, los
derechos humanos no son para quienes sufren. En tanto, la concepción de
orientación sentimentalista plantea que son para quienes la comunidad
considere como humanos.
69
f. Realización. Estrechamente vinculada a la idea anterior, también es
evidente la diferencia respecto de que los derechos humanos sean o no
realizables. La escuela naturalista apunta a que sí, a través del gozo
individual y de buenas leyes sustantivas se puede lograr su realización. La
modalidad deliberativa también afirma que sí, por medio de una
organización política, acompañada de buenas leyes procedimentales. Por
su parte, la de protesta señala tajantemente que no es plausible su
realización, toda vez que requieren de una lucha perpetua, que, incluso, en
determinadas condiciones los derechos humanos, en su forma jurídica,
representarían un riesgo puesto que, a menudo, han sido una abyección
deformada de su ideal. Por su parte, la modalidad discursiva también
enfatiza que no, que su culminación es inalcanzable. Finalmente, la de
orientación sentimentalista señala que sí es posible alcanzar el ideal de los
derechos humanos, en la medida de que exista un progreso sentimental y
una solidaridad extensa.
70
Conviene, ahora, aunque sea indicativamente, señalar algunos de los
autores más representativos (ejemplares aunque no paradigmáticos) de las
diferentes tendencias que componen el mapa del universo del debate
contemporáneo acerca de los derechos humanos. Se trata de una ilustración que
complemente someramente la rigidez de la matriz presentada al añadir , in nuce,
las formas de argumentación de las escuelas típico-ideales.
a. Escuela naturalista
46
DONNELLY, Jack, Derechos humanos universales: teoría y práctica, Ediciones Gernika, México,
1994.
47
GEWIRTH, Alan, The Community of Rights, University of Chicago Press, Chicago, 1996.
48
BEUCHOT, Mauricio, Interculturalidad y derechos humanos, UNAM-Facultad de Filosofía y
Letras/Siglo veintiuno editores, México, 2005; BEUCHOT, Mauricio, Derechos Humanos. Historia y
filosofía, Distribuciones Fontamara, México, 2008.
71
De acuerdo con Jack Donnelly 49, los derechos humanos son “los derechos
que una persona posee por el simple hecho de que es un ser humano”. 50 De ese
modo, si los derechos humanos son los que el individuo posee por la sencilla
razón de que es un ser humano, entonces éstos son detentados “universalmente”
por todos los seres humanos. 51
b. Escuela deliberativa
49
Politólogo estadounidense. Profesor Andrew Mellon en la Josef Korbel School of International
Studies de la Universidad de Denver.
50
DONNELLY, Jack, op. cit., p. 23.
51
Ibid., pág. 11.
52
Ibid., págs. 35-36.
53
Ibid., pág. 38.
72
política de la sociedad debe de ser orientada; consecuentemente, la universalidad
de los derechos humanos es potencial y depende de la capacidad que se tenga
para ampliar el consenso acerca de los mismos. Una de las figuras más
destacadas de esta corriente de modalidad deliberativa es, sin duda, Jürgen
Habermas 54, en la misma línea destacan Michael Ignattieff 55, Conor Gearty 56, Sally
Engle Merry 57 y, en el ambiente doméstico, Fernando Salmerón 58 y León Olivé. 59
54
HABERMAS, Jürgen, Facticidad y validez. Sobre el derecho y el estado democrático de derecho
en términos de teoría del discurso, Trotta, Madrid, 1998.
55
IGNATIEFF, Michael, Human Rights as Politics and Idolatry, Princeton University Press,
Princeton, 2001.
56
GEARTY, Conor, Principles of Human Rights Adjudication, Oxford University Press, Oxford,
2004.
57
MERRY, Sally Engle, Human Rights and Gender Violence. Translating International Law into
Local Justice, University of Chicago Press, Chicago, 2009.
58
SALMERÓN, Fernando, Diversidad cultural y tolerancia, Paidós/UNAM-Facultad de Filosofía y
Letras, México, 1998.
59
OLIVÉ, León, Ética y diversidad cultural, UNAM-Instituto de Investigaciones Filosóficas/ FCE.,
México, 1993.
73
autonomía política de los ciudadanos. El principio del derecho parece mediar entre
el principio moral y el pricipio democrático. 60 Sin embargo, según Habermas, Kant
hace explícito el concepto de autonomía moral en la fórmula legiforme del
imperativo categórico de una legislación pública. Así, conceptualmente el principio
moral y el principio democrático se explicarían uno al otro.
60
HABERMAS, Jürgen, op. cit., pág. 165.
61
Ibid., pág. 159.
62
Ibid., pág. 648.
63
Ibid., pág. 187.
64
Ibid., pág. 105.
74
Para alcanzar de modo discursivo una voluntad política racional, el
“principio de discurso”, a su vez, se transforma por vía de una institucionalización
jurídica en un principio democrático. En la inter-penetración del “principio
discursivo” y la conformación de la ley se genera una lógica de “génesis de
derechos”. De esta forma, el principio democrático sólo puede aparecer como el
corazón de un sistema de derechos. 65
65
Ibid., págs. 120-121.
66
HABERMAS, Jürgen, “Derechos humanos y soberanía popular: las versiones liberal y
republicana”, en OVEJERO, Félix et al. (comps.), Nuevas ideas republicanas: autogobierno y
libertad, Paidós, Barcelona, 2004, pág. 206.
75
c. Escuela de protesta
67
DOUZINAS, Costas, The End of Human Rights. Critical Legal Thought at the Turn of the Century,
Hart Publishing, Oxford, 2000.
68
HAARSCHER, Guy, Philosophie des droits de l’homme, Editions de l’Universitè Libre de
Bruxelles, Bruselas, 1993.
69
BAXI, Upendra, The Future of Human Rights, Oxford University Press, 2008.
70
DERRIDA, Jacques, On Cosmopolitanism and Forgiveness, Routledge, New York, 2001.
71
BALIBAR, Étienne, “Is a Philosophy of Human Civic Rights Possible? New Reflections on
Equaliberty”, The South Atlantic Quarterly, núm. 2/3, vol. 103, Duke University Press, Durham,
2004; BALIBAR, Étienne, Masses, Classes, Ideas. Studies on Politics and Philosophy before and
after Marx, Routledge, New York, 1994.
72
STAMMERS, Neil, Human Rights and Social Movements, op. cit., 2009.
73
VILLORO, Luis, Los retos de la sociedad por venir. Ensayos sobre justicia, democracia y
multiculturalismo, FCE., México, 2007.
74
Profesor de Derecho y Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Londres, ,
The Birkbeck Institute for the Humanities. Es reconocido por su trabajo en derechos humanos,
estética, teoría del derecho postmoderno y filosofía política. Fuertemente ligado al Movimiento
Británico de Estudios Legales Críticos desde sus inicios, formó parte del equipo que estableció la
Facultad de Derecho de Birkbeck.
76
Los derehos humanos –señala Douzinas–, en tanto tipo especial de “lucha
por el reconocimiento”, existen y pueden ejercerse sólo en común con los
demás. 75 Contrario al presupuesto liberal de que el derecho encuentra su límite en
los deberes correlativos a la comunidad o la acción de la ley, la lógica del
reconocimiento va más allá, toda vez que la función del derecho es posibilitar
reconocimientos recíprocos que contribuirían a conformar la identidad de otros. No
obstante, para Douzinas, el reconocimiento implícito de los derechos humanos va
mucho más allá del respeto y la autoestima que involucran los derechos ordinarios
legales.
75
DOUZINAS, Costas, op. cit., págs. 286-287.
76
Ibid., pág. 287.
77
puede basarse en las características universales de la ley, sino en una lucha
continua por alcanzar ese reconocimiento.
Para Douzinas “los derechos humanos son un campo de batalla con una
dimensión ética”. Por ello, el conflicto social puede en ocasiones destruir los lazos
de una sociedad, pero también representa un paso en el desarrollo de las formas
políticas y éticas de la comunidad. Así, “toda forma de antagonismo humano
implica reivindicaciones de reconocimiento”. 77
d. Escuela discursiva
77
Ibid., pág. 288.
78
Ibid., pág. 295.
79
Ibid., pág. 296.
80
MAcINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 2001.
81
DEMBOUR, Marie-Bénédicte, Who Believes in Human Rights? Reflections on the European
Convention, op. cit.
82
MUTUA, Makau, Human Rights: A Political and Cultural Critique, University of Pennsylvania
Press, Philadelphia, 2002.
78
Shannon Speed 84 ; en el ambiente local ha reflexionado en términos análogos,
entre otros, Cesáreo Morales. 85
83
BROWN, Wendy, “‘The Most We can Hope For…’: Human Rights and the Politics of Fatalism”,
The South Atlantic Quarterly, núm. 2/3, vol. 103, Duke University Press, Durham, 2004.
84
SPEED, Shannon, Rights in Rebellion: Indigenous Struggle and Human Rights in Chiapas,
Stanford University Press, Stanford, 2008.
85
MORALES, Cesáreo, ¿Hacia dónde vamos? Silencios de la vida amenazada, Siglo veintiuno
editores, México, 2010; MORALES, Cesáreo, “¿Qué es el hombre como tal?”, Revista Derechos
Humanos México, año 3, número 7, CNDH., México, 2008.
86
Filósofo escocés. Permanent Senior Research Fellow por la Universidad de Notre Dame,
Indiana, Estados Unidos. Miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, de la
Real Academia Irlándesa, de la Academia Británica y de la Asociación Americana de Filosofía, de
la que fue presidente.
87
MAcINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, op. cit., pág. 96.
88
Ibid., 13-15.
79
rasgos del discurso moral moderno se encuentra la marcada “brecha entre el
significado de las expresiones morales y las formas en que se usan.” 89
89
Ibid., pág. 94.
90
Ibid., pág. 94.
91
MAcINTYRE, Alasdair, Historia de la ética, Paidós, Barcelona, 1998, pág. 164.
92
MAcINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, op. cit., pág. 87.
80
MacIntyre rebate el argumento de Alan Gewirth 93 respecto a que “cada
agente racional tiene que reconocer cierta medida de libertad y bienestar, como
94
prerrequisitos para el ejercicio de la actividad racional”, en ese sentido
cualquiera que mantenga esos prerrequisitos, en tanto “bienes necesarios” 95 ,
estará también –según Gewirth– lógicamente obligado a reconocer que tiene
derecho a esos bienes. No obstante, señala MacIntyre, existe una disyuntiva
entre, por un lado, las pretensiones acerca de los bienes necesarios para la
actividad racional y, por otro lado, las pretensiones acerca de la posesión de
derechos. 96 Éstas ultimas pretensiones, a diferencia de las primeras, presuponen
la existencia de un conjunto de reglas socialmente establecidas.
93
GEWIRTH, Alan, Reason and Morality, The University of Chicago Press, Chicago, 1978.
94
MAcINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, op. cit., pág. 92.
95
GEWIRTH, Alan, Reason and Morality, op. cit., pág. 63.
96
MAcINTYRE, Alasdair, Tras la virtud, op. cit., pág. 93.
97
Ibid., 93.
98
Ibid., 93.
99
Ibid., 95.
81
temas definitorios y el remate de una ilustración, mediante la selección de
autores ejemplares de cada modalidad discursiva.
82
CAPÍTULO DOS. LOS DERECHOS DEL HOMBRE. CRÍTICAS CLÁSICAS
84
Bertrand Binoche, Belden Fields e Micheline R. Ishay, 100 se agrupan estas críticas
de la siguiente manera: a) crítica histórico-racionalista, tomando como modelo las
ideas básicas de G. W. Friedrich Hegel; b) crítica empírico-tradicionalista
articulada a la obra de David Hume y Edmund Burke, c) crítica utilitarista cuya
referencia principal es Jeremy Bentham y d) crítica materialista determinada
básicamente por las ideas de Karl Marx.
100
Marie-Bénédicte Dembour propone la siguiente clasificación de las críticas clásicas a los
derechos humanos: realista, utilitaria, marxista, particularista y feminista (Cfr. Who believe in
Human Rights? Reflections on the European Convention, Cambridge University Press, Cambridge,
2006). Por su parte, Bertrand Binoche propone clasificar las críticas como empirista (que incluye al
tradicionalismo de Burke y al utilitarismo de Bentham), providencialista, historicismo racionalista,
historicismo organicista (en el que incluye a Hegel) e historicismo materialista (Cfr. Críticas de los
derechos del hombre, Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2009). A su vez, Belden Fields establece
su clasificiación en: teóricos contractualistas (figuran Hobbes, Locke, Rousseau y Kant), crítica
antiracionalista (Hume y Burke), crítica utilitarista-racional (Bentham) y crítica materialista-histórica
(Kant) (Cfr. Rethinking Human Rights for the New Millennium, Palgrave MacMillan, New York,
2003). Finalmente, Micheline R. Ishay propone clasificar las críticas clásicas a los derechos
humanos en: perspectiva liberal-secular y perspectiva socialista (Cfr. The History of Human Rights.
From Ancient Times to the Globalization Era, University of California Press, Berkeley, 2004). En
este sentido, la clasificación aquí propuesta abreva de tales clasificaciones, pero difiere de ellas
con el único propósito de ofrecer una más sencilla exposición.
101
Profesora de Derecho y Antropología en la Universidad de Sussex, Reino Unido.
85
1. El antecedente escolástico del derecho subjetivo
En la idea de jus naturale se encuentra una distinción entre Ius y Fas. 103
Esta distinción es un primer ejemplo, en el plano teórico, de la atribución de
derechos a los hombres independientemente del orden civil al que pertenezcan.
La certeza de que “los hombres son igualmente libres”, porque así lo ha
establecido la naturaleza, le dio a las acciones de éstos, según Isidoro (556-636),
Arzobispo de Sevilla, el atributo inherente de la licitud. Fas es lo lícito porque cada
hombre puede hacer lo que quiera y transitar por donde desee; es una
prerrogativa anterior e independiente de las leyes positivas. Ius es lo legal, es el
sistema de restricciones que define la legalidad de las acciones de los hombres en
virtud del orden civil.
102
CARPINTERO, Francisco, Justicia y ley natural. Tomás de Aquino y los otros escolásticos,
Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2004, pág. 9.
103
DE SEVILLA, Isidoro, Etimologías, Edición Bilingüe Latín-Español, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid, 2004.
86
Sin embargo, hay una cierta oposición entre Fas y Ius, que es la misma que
hubo en el contexto histórico del medievo, entre jus naturale y jus gentium o
derecho de gentes (el sistema de restricciones que impone la vida práctica de los
seres humanos). Este último tipo de derecho es el que legitimó la servidumbre, los
castigos, la guerra y, en general, el sometimiento de un hombre al arbitrio de otro,
cosa “antinatural” para la jus naturale. Francisco Carpintero 104 , catedrático de
filosofía del derecho en la Universidad de Cádiz, recuerda que los escolásticos
rescataron la máxima que el jurista romano Gayo planteó en el Digesto: el derecho
natural es “lo que la razón natural constituyó entre todos los hombres”. Lo que esta
máxima afirma sería rescatado posteriormente por Hooker, Descartes, Locke y el
mismo Kant: el derecho natural es el conjunto de principios que son dados
naturalmente a los hombres a través de la razón y con los cuales pueden discenir
entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. Pero resultaba muy difícil aceptar que
los principios racionales del derecho natural hubieran inspirado al hombre a la
guerra y a la servidumbre como lo mostraba la existencia del derecho de gentes.
Una solución igualmente inaceptable fue decir que el derecho de gentes podía
derogar el derecho natural para hacer posible la vida práctica.
104
Ibid., pág. 38.
87
La razón teórica era ante todo una facultad que hacía posible el conocimiento
cognitivo (cognoscere), esto es, ante todo pasivo porque se limita a registrar lo que
hay ante ella, en la medida en que puede conocer estos datos […] En cambio, la
razón práctica es la que decide lo que hay que hacer a la vista de los datos que le
proporciona la razón teórica, de modo que no era tanto una razón que no
conociera lo ya-dado, cuanto una razón que creaba su propia verdad, porque el
hombre no se ve limitado a cumplir la ley de Dios, sino que también él gobierna su
vida creando su propia ley. 105
Por otra parte, algunos autores han querido ver en la potestas, la suprema
potestad papal establecida por el Derecho Canónico, otro antecedente teórico del
derecho subjetivo. 106 El Derecho Canónico refiere a un conjunto de leyes cuya
autoridad no dimana de la relación entre los hombres, sino de la voluntad divina.
El Papa y los obispos de la Iglesia tenían la facultad exclusiva –inherente– de
traducir la voluntad divina en leyes jurídicas universales, las cuales eran anteriores
y superiores a cualquier ley humana. Se supondría que la suprema potestas, como
facultad inherente de la jerarquía eclesiástica, semeja a la facultad inherente que
da el derecho natural moderno a los hombres.
105
Ibid., págs. 45-46.
106
TIERNEY, Brian, The idea of natural rights. Studies on Natural Rights, Natural Law and Church
Law. 1150-1625, William B. Eerdmans Publishing, Cambridge, 1997; RODRÍGUEZ, Alonso, Origen,
evolución y positivización de los Derechos Humanos, CNDH., México, 2011.
88
Sin embargo, es en las ideas de Guillermo de Ockam (1280-1349), fraile
franciscano y filósofo escolástico inglés, donde se encuentra el origen más claro
de las teorías modernas del derecho natural. Precisamente, tales ideas se
dirigieron contra el poder arbitrario del Papa. Dadas las críticas de la jerarquía
eclesiástica al total abandono de los bienes materiales por parte de los
franciscanos (especialmente los escritos de Juan XXII sobre la pobreza, que datan
de 1322), por considerar que estaban en situación ilegal y no supralegal como
argüían, Ockam se propone la defensa de la orden religiosa y establece la
distinción entre la propiedad civil y el dominio primero o primera potestad. Esto
último refiere una prerrogativa original dada a los hombres por voluntad divina,
desde Adán y Eva, que consiste en la libertad de valerse de las cosas del mundo,
incluso cosas materiales, sin que por ello tengan que mediar las leyes civiles. Aquí
el fraile inglés establece ya una noción de libertad y propiedad anterior e
independiente del orden civil.
89
2. Iusnaturalismo y contractualismo: Hobbes, Locke, Rousseau y Kant
107
LASKI, Harold, El liberalismo europeo, FCE., México, 1979, pág. 11.
108
GRAY, John, Liberalismo, Nueva Imagen, México, 1992, pág. 16.
90
Desde una perspectiva secular, el recorrido histórico (visto
esquemáticamente) de los derechos humanos se remonta a los diversos episodios
donde se ha combatido al sufrimiento humano y la dominación de unas personas
sobre otras como acciones justificadas en un poder superior. En el siglo XVII, Ia
Revolución Inglesa constituiría la primera de las grandes conmociones de la
historia moderna; en el siglo XVIII, los estallidos de las Revoluciones Francesa y
Norteamericana marcarían definitivamente el surgimiento de nuevas ideas
políticas que afirmarían el colapso del viejo orden. Resulta importante resaltar que
las luchas por derechos son a la vez una expresión del sufrimiento y agonía y el
principal recordatorio para brindar un cierto tipo de reconocimiento social. Así, la
idea de que los seres humanos tienen derechos, en tanto que seres humanos,
sólo lograría articularse, de forma explícita, a través de sus grandes precursores
teóricos como Thomas Hobbes, John Locke, Jean-Jacques Rousseau e Immanuel
Kant.
91
representan, por primera vez, los intentos por teorizar el derecho a la seguridad; el
derecho que todo ser humano tiene, simplemente en virtud de su misma
naturaleza, que es el derecho a la vida. Así, Hobbes se convertiría, al defender el
derecho de todo ser humano a la vida y a la seguridad, en el primer teórico de la
paz en la filosofía occidental. 109
109
FIELDS, Belden, op. cit., pág. 11.
110
HOBBES, Thomas, El Leviatán: o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil,
FCE., México, 1998.
111
FIELDS, Belden, op. cit., pág. 10.
92
a partir del cual Locke habrá de proponer la afirmación más concluyente de una
idea de derechos inherentes al hombre.
La libertad del hombre sometido a un poder civil consiste en disponer de una regla
fija para acomodar a ella su vida, que esa regla sea común a cuantos forman parte
de esa sociedad, y que haya sido dictada por el poder legislativo que en ella rige. Es
decir, la facultad de seguir mi propia voluntad en todo aquello que no está
determinado por esa regla; de no estar sometido a la voluntad inconstante, insegura,
desconocida y arbitraria de otro hombre, tal y como la libertad de la naturaleza
consiste en no vivir sometido a traba alguna fuera de la ley natural. 113
112
LOCKE, John, Ensayo sobre el gobierno civil, Aguilar, Madrid, 1981, pág. 5
113
Ibid., pág. 19.
93
Para Locke, el derecho subjetivo, o conjunto de derechos naturales del hombre, se
convierte en fundamento del liberalismo en tanto que concepción y práctica
política respecto del Estado; su postulado primario será un poder político limitado
que respete y garantice la vida, la libertad y la propiedad de los individuos;
derechos fundamentales que son anteriores e independientes a la pertenencia del
individuo a su grupo social. Los derechos naturales del hombre se convierten así
en la piedra ángular de la legitimidad del Estado liberal moderno, pues sólo puede
asegurarse la obediencia de los hombres en un orden civil instituido por ellos
mismos -por su libre voluntad- que garantice su vida, seguridad, libertad y felicidad
frente a la intervención de gobernantes y de otros hombres.
94
liberal, 114 quién incorporará mucho antes que cualquier liberal la idea de que la
soberanía popular es la sede de la última autoridad política. Con esto, la vicisitud
política de introducir en la tradición liberal un principio de legitimación para el
“nouveau régime” fue resuelta por el pensador democrático.
A partir del pacto social, se sustituye la desigualdad física natural por una
igualdad moral y legítima por convención y derecho, esto es, se sustituye la
voluntad particular por la voluntad general. Dicha condición sólo es resultado de
“alterar la constitución del hombre para fortalecerla; de sustituir por una existencia
parcial y moral la existencia física e independiente que hemos recibido de la
naturaleza”. 117 La afirmación de una igualdad de derechos ante la ley implica a su
vez la separación y limitación de la relación de desigualdad fundada en la
114
Chapman muestra una cierta aproximación —a pesar de las notables diferencias— entre el
pensamiento político de Rousseau y el liberalismo clásico, apoyándose para ello en los conceptos
de voluntad general y del Estado deliberativo, así como en la noción clave de autonomía individual.
[En Rousseau se encuentra una veta liberal, a partir de su noción de libertad igualitaria]
CHAPMAN, John William, Rousseau. Totalitarian or Liberal?, Columbia University Press, New
York, 1956.
115
ROUSSEAU, Jean-Jacques, El Contrato social o principios de derecho político, Editorial Porrúa,
México, 1982, pág. 4.
116
Ibid., pág. 9.
117
Ibid., pág. 22.
95
propiedad, de forma tal que es la ley y no la propiedad la que funda la igualdad.
Rousseau reconoce como inevitable la desigualdad natural o física; el problema
estriba, en la aparición de la desigualdad política o moral, es decir, en el privilegio
de unos sobre otros.
118
VITALE, Ermanno, Derechos y razones. Lecciones de los clásicos y perspectivas
contemporáneas, UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2007, pág. 55.
119
Profesor de Ciencia política en la Università della Valle d’Aosta (Italia)
120
Ibid., pág. 56.
96
problema teórico y práctico de fondo es el de la libertad, hubo que esperar la
construcción de una sistemática del derecho para dotar a la teoría del Estado
moderno de la clave para hacer coexistir la libertad de los hombres según leyes
exteriores, que esos mismos hombres se hubiesen dado por libre voluntad. Esta
tarea estuvo a cargo de Immanuel Kant (1724-1804).
121
KANT, Immanuel, Principios metafísicos de la doctrina del Derecho, UNAM-Coordinación de
Humanidades, México, 1978, pág. 53.
97
filósofo del derecho italiano, forma jurídica universal. 122 La libertad como derecho
natural o innato sólo subsiste dentro de un estado civil como independencia del
arbitrio de otro según una ley universal. En esta construcción teórica de Kant se
encuentra la afirmación más sólida del universalismo como rasgo definitorio de los
derechos del hombre, asunto que, como veremos, sería luego rescatado por
Jürgen Habermas y John Rawls para fundamentar sus consideraciones sobre el
carácter universal de los derechos humanos.
Para asegurar el respeto a la ley no hay otro camino que la fuerza material
de la coacción exterior. Esta facultad del Estado se justifica en Kant como
coacción recíproca e igual, en la medida en que son los mismos individuos los que
122
“Superando el liberalismo empírico de Locke, como aquel ético de Rousseau y el liberalismo
jurídico de Kant. Aquello era aún un liberalismo de clase con contenido económico, en tanto un
liberalismo de Estado dominado por la finalidad no jurídica. La idea liberal era en Kant una forma
jurídica universal.” SOLARI, Gioele, Introduzione a I. Kant. Scritti politici e di filosofia della storia e
del diritto, Unione tipográfico-edetrice torinese, Torino, 1956, pág. 13.
123
KANT, Immanuel, op. cit., pág. 96.
98
hacen uso libre de su arbitrio y pactan constituir un orden civil, un Estado jurídico
del que tienen dependencia legal por su propia voluntad legisladora en tanto que
seres racionales. Desde luego, aunque todos los individuos son seres racionales,
la facultad de crear leyes y asegurarlas por medio de la coacción exterior no le
será dable más a que a los representantes o a un supremo legislador, en la
medida en que la voluntad de uno solo puede constituirse, en virtud de la razón,
en voluntad general.
3. Las críticas clásicas a los derechos del hombre (versión del derecho
natural)
Existe una gran cantidad de estudios que abordan las críticas que autores clásicos
de la teoría política y social modernas hicieron a la doctrina del derecho natural en
99
que se funda la versión históricamente dominante de los derechos humanos. 124
Así, uno de los más incisivos críticos de los derechos humanos, haciéndose eco
de las criticas de Burke, Bentham y Marx, es Michel Villey. De acuerdo con el
destacado profesor de filosofía jurídica, los derechos humanos están dotados de
un lenguaje “especioso”, indefinido, cuyo resultado es una lista creciente de
“derechos” sin posibilidad real de concretarse en los hechos, puesto que estos
“derechos” no pueden ser verdaderamente reivindicados, toda vez que los
derechos no podrían implicar exigencias universales e iguales con respecto a cada
sujeto, ya que –desde su perspectiva- el derecho es siempre desigual, en cuanto
implica la aplicación de la justicia como una forma de distribución según los
méritos y necesidades de cada persona. 125
Villey deja asentada una premisa crítica que apunta la aporía irresoluble de
los derechos humanos, por un lado, postularse como teoría y práctica de
emancipación y, por otro lado, plantearse como regulación normativa de
libertades. Ese vacío ha sido un elemento presente en las críticas clásicas a los
derechos humanos, mismas que se desarrollarán enseguida. No es la intención
aquí presentar una sistematización completa de dichas críticas, pero si apuntar por
lo menos un esbozo de las principales observaciones que algunos pensadores
hicieron al derecho natural, a modo de indicar una base y preludio a las actuales
revisiones crítico-teóricas de los fundamentos de los derechos humanos. Como se
verá, las críticas clásicas apuntan cuatro planteamientos centrales que hacen eco
en la crítica contemporánea de los derechos humanos: 1) la historicidad de todo
derecho por oposición a su “naturalidad”, 2) la imposibilidad de que los derechos
sean anteriores a cualquier orden civil, 3) la inconsistencia lógica de la doctrina de
los derechos humanos en tanto que inherentes y 4) los derechos del hombre como
producto de convenciones políticas y por tanto susceptibles de representar los
124
Además de los textos de Dembour, Binoche, Fields e Ishay ya citados, existen obras
destacadas como: VILLEY, Michel, Le droit et les droits de l’homme, Quadrige/ Presses
Universitaries de France, Paris, 1983; BOURGEOIS, Bernard, Philosophie et droits de l’homme: de
Kant à Marx, PUF, Presses Universitaries de France, Paris, 1990; WALDRON, Jeremy, Nonsense
upon stilts: Bentham, Burke and Marx on the rights on man, Methuen, London, 1987; HUNT, Lynn,
Inventing human rights. A history, W. W. Norton and Company, New York, 2007.
125
VILLEY, Michel, op. cit., págs. 11-12.
100
valores de una clase social por encima de las otras. Con esta referencia
esquemática central, se procede a enunciar sucintamente la línea de estos
desarrollos clásicos del discurso crítico.
126
VICO, Giambattista, Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las
naciones, FCE., México, 1978, pág. 15.
101
estado de naturaleza y el derecho natural como axioma dado por la razón para
explicar la formación de las sociedades; esta doble negación lo llevó a polemizar
con Grocio, Puffendorf, Sendel y Hobbes.
127
Ibid., pág. 22.
102
religiones en general. Precisamente, la Scienza Nuova que quiere fundamentar es
aquella que descubre y explica las leyes naturales de la historia y la indagación
que se requiere, para llegar a ello, pasa por el examen de los derechos y deberes
que Dios reveló a los pueblos en cada etapa de su historia. Esta empresa lleva a
Vico a postular que el nacimiento, desarrollo y muerte de las sociedades ha
pasado por tres edades distintas: 1) de los dioses, 2) de los héroes y 3) de los
hombres, coincidentes con las etapas que cada hombre experimenta en su vida: la
etapa de la sensación, la de la fantasía y la de la razón. También lo lleva a
plantear que la ley natural de la historia es la de corsi e ricorsi, avance y retorno,
que postula que todas las civilizaciones nacen, se desarrollan y mueren siguiendo
las tres edades enunciadas, pero cuya muerte no es total sino que deja las
cenizas para el nacimiento de una nueva civilización, volviéndose a repetir el ciclo.
128
HEGEL, Georg W. F., Sobre las maneras de tratar científicamente el derecho natural, Aguilar,
Madrid, 1979.
129
HEGEL, Georg W. F., Filosofía del Derecho, México, UNAM-Coordinación de Humanidades,
1985.
103
una visión más acabada del Estado, del derecho y del papel que tiene el hombre
en su contexto. Norberto Bobbio ha señalado con atingencia en su ensayo Hegel y
el iusnaturalismo que la crítica de Hegel al derecho natural es al mismo tiempo –
como podría decir el mismo Hegel– su disolución y su cumplimiento. 130 Disolución
en tanto que el filósofo alemán niega los conceptos y categorías del iusnaturalismo
(dicotomía estado de naturaleza-estado civil); y cumplimiento porque, como los
iusnaturalistas y el propio Vico, Hegel se propone la fundamentación histórica y
racional del Estado moderno hasta sus últimas consecuencias. La filosofía política
de Hegel captura como ninguna otra la esencia de la época que le tocó vivir: la
expansión de la ideología de los derechos del hombre producida por la Revolución
Francesa, el Estado de derecho, la propiedad privada y su movilidad, la aplicación
de la ciencia a la técnica de la producción industrial, en suma, el afianzamiento del
mundo capitalista moderno y/o burgués.
130
BOBBIO, Norberto, “Hegel y el iusnaturalismo”, Diánoia. Revista de Filosofía, núm. 13, vol. 13,
UNAM-Instituto de Investigaciones Filosóficas/FCE., México, 1967.
131
HEGEL, Georg W. F., Sobre las maneras de tratar científicamente el derecho natural, op. cit.,
pág. 4.
104
semejanza de Vico con la díada Providencia-sociedad 132, Hegel quiere mostrar
cómo se despliega la Idea de lo absoluto en el terreno de la historia humana.
Será la totalidad ética la que indique los límites normativos de los derechos
y libertades de los hombres. Cuando Hegel acepta el concepto de totalidad ética,
inicia su ruptura con el iusnaturalismo. El principio que adopta es el enunciado por
Aristóteles: “la Polis es por naturaleza anterior al individuo”; la naturaleza del
hombre como animal político se adquiere sólo en relación con el Todo político.
Para Hegel también el hombre es para el Todo porque el Todo es anterior a sus
partes; si el derecho natural y la ciencia que lo estudia trata de la eticidad, es
notoriamente falso suponer al hombre natural aislado en un estado presocial con
derechos inherentes. Y es que el derecho natural es en realidad un derecho moral
o, mejor dicho, la moral es el fundamento del derecho positivo en tanto que lo
moral es lo verdaderamente inherente a la naturaleza del hombre.
132
ABBAGNANO, Nicolás, Historia de la Filosofía, vol. 2, Hora, Barcelona, 1994, pág. 279.
105
Como la comunidad es anterior a los individuos, solamente en la comunidad
los individuos pueden adquirir derechos. Hegel señala que el estado de naturaleza
es por definición un estado no jurídico y por tanto nadie en él puede tener
derechos. El derecho refleja el carácter nacional de un pueblo, el Volksgeist,
superior a la voluntad individual, proporciona el sentido de los derechos del
hombre porque sólo en comunidad se realiza el hombre como ser racional. Ahora
bien, el Estado en tanto que suprema forma de comunidad racional, manifestación
más alta del Espíritu Objetivo, es el único lugar donde se realiza la armonía entre
el derecho, la libertad y los fines supremos del Estado mismo. Señala Hegel:
El Estado es lo racional en sí y para sí, como la realidad de la voluntad sustancial que posee
en la autoconciencia particular elevada a su universalidad. Esta unidad sustancial como
absoluta e inmóvil finalidad última de sí misma, es donde la libertad alcanza la plenitud de
sus derechos, así como esta finalidad última tiene un derecho superior al de los individuos,
133
cuyo deber supremo es el de ser miembros del Estado.
133
HEGEL, Georg W. F., Filosofía del Derecho, op. cit., § 258.
106
sociales de los intereses privados, está en contra de erigirlos, a nivel teórico y
práctico, en fundamentos del Estado. Los intereses privados forman parte de la
sociedad civil, entidad que debe reabsorberse en el Estado para que el hombre
adquiera la plenitud de su realización como ser racional en el Espíritu Objetivo. El
movimiento progresivo –dialéctico- del Espíritu empieza con el individuo, la familia,
pasando por la sociedad civil hasta llegar al Estado como momento supremo; pero
el Estado es anterior al individuo, familia y sociedad civil en tanto que es su fin
mismo, en tanto que su plena realización se da cuando se fusionan en el Estado.
107
malo), Hume niega la validez tanto de aquellos principios de la razón pura como
su consecuencia última: la explicación y fundamentación de sociedad por un pacto
o contrato social.
134
HUME, David, Tratado de la naturaleza humana, Tecnos, Madrid, 2005, pág. 333.
108
obligaciones mutuas. Los pactos son convenciones entre privados, la obediencia
política una convención sobre el sentido del interés común.
109
una asociación que va mucho más allá de la simple existencia animal de cosas temporales y
perecibles. Es una asociación que abarca toda ciencia, todo arte y toda perfección. Como los
fines de una asociación así no pueden lograrse sino en muchas generaciones, pasa a ser
una asociación no solamente entre seres vivos, sino entre aquellos que están vivos, los que
están muertos y aquellos que están por nacer. Cada contrato de cada Estado en particular
es tan sólo una cláusula dentro del gran contrato básico de la eterna sociedad, que enlaza
las naturalezas más bajas con las más elevadas, conectando el mundo visible al invisible, de
acuerdo a un convenio establecido por el juramento inviolable que mantiene en su lugar
135
determinado todas las naturalezas físicas y morales.
Hay que insistir que Burke no negaba los derechos naturales del hombre,
solamente indicaba que no importaba demasiado de qué especulaciones
abstractas habían sido deducidos, lo único que importa es que se realizan en la
práctica por medio convenciones y que su disfrute debe acompañarse de
restricciones a las pasiones e inclinaciones de los hombres que tiendan a disolver
135
BURKE, Edmund, Textos políticos, FCE., México, 1984, pág. 125.
136
Ibid., págs. 98-99.
110
al cuerpo político. “En este sentido, el refrenamiento de los hombres tanto como
sus libertades deben contarse entre sus derechos. Pero como las libertades y las
restricciones varían con los tiempos y con las circunstancias y pueden modificarse
infinitamente, no deben ser fijadas por normas abstractas y resulta absurdo
discutirlas con base en ese principio.” 137
137
“Carta a los sheriffs de Bristol”, BURKE, Edmund, op. cit, pág. 153.
111
mayor felicidad para el mayor número, pone a prueba los códigos clásicos de
derechos fundamentales. Como se sabe, su obra Anarquical Fallacies (1791)138
contiene una disección artículo por artículo de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789. Con el estilo sarcástico y puntilloso que le es
propio, Bentham critica el intuicionismo, la ambigüedad, la falta de congruencia y
hasta la mala redacción de la Declaración. No se trata de un mero ejercicio
académico, sino del imperativo de señalar el peligro que subyace a un código de
derechos que se ha convertido en modelo de legislación de las naciones y base
del Estado Constitucional moderno; tal peligro es ni más ni menos que la
disolución de todo orden político, la anarquía y la violencia. La Declaración
francesa, y toda otra declaración de derechos que pretenda promulgarse en los
mismos términos, se presenta como catálogo de sofismas anarquizantes.
138
Para este trabajo se usa BENTHAM, Jeremy, “Anarquical Fallacies”, BOWRIN, John (ed.),
Works of Jeremy Bentham, vol. II, Simpkin/Marshall and Co., London, 1843. Es también de utilidad
COLOMER, Josep (ed.), Bentham. Antología, Península, Barcelona, 1991.
112
que los supuestos derechos inherentes. Para aceptar los derechos naturales hay
que satisfacer esa petición de principio que supone la existencia de un estado
natural, presocial, una mera metáfora; no hacer referencia a ninguna experiencia
real y que, por tanto, está vacia de contenido (look to the letter, you find nonsense
–look beyond the letter, you find nothing).
139
“But reasons for wishing there were such things as rights, are not rights; - reason for wishing that
a certain right were established, is not that right -want is not supply- hunger is not bread.”
BENTHAM, Jeremy, op. cit., pág. 501.
113
al pueblo francés que siempre que un gobierno emita una ley incompatible con
tales derechos tiene el deber de resistirse, de rebelarse.
La crítica de Karl Marx (1818-1883) a los derechos del hombre, si bien no llega a
ser tan severa como la de Bentham, revela con mayor claridad su significado
140
SABINE, George H., Historia de la teoría política, FCE., México, 1963, pág. 497
114
histórico. En su obra La Cuestión judía 141, publicada en 1843 en los Anales franco-
alemanes, presenta como parte de sus refutaciones a Bruno Bauer un análisis
crítico de las Declaraciones de Derechos Norteamericana y Francesa. Se trata de
uno de los así llamados “escritos de juventud”, elaborado después de la clausura
de la Gaceta Renana, en plena época en la que Marx se dedicaba a la revisión
critica de Hegel.
141
MARX, Karl y BAUER, Bruno, La cuestión judía. Estudio introductorio de Reyes Mate,
Anthropos, Madrid, 2009.
115
social, las diferencias de nacimiento, la actividad económica, pasan a considerarse
parte de la vida del hombre burgués, de su libertad: son aspectos que estructuran
las relaciones entre privados y en las cuales el Estado tiene, a lo sumo, una
intervención limitada.
142
Ibid., pág. 45.
116
considerado por Marx como una subordinación del Estado y de la vida política en
general a los intereses de la sociedad burguesa. De hecho, no podría ser de otra
manera, pues como explica el propio Marx, “el mundo de las necesidades, del
trabajo, de los intereses privados, del derecho privado” constituyen la base y el
presupuesto del Estado mismo; el Estado político se levanta como poder social
sobre la base del interés privado de la burguesía.
143
Cfr. MCPHERSON, Crawford B., Teoría política del individualismo posesivo. De Hobbes a
Locke, Fontanella, Barcelona, 1970; CERRONI, Umberto, Marx y el derecho moderno, Grijalbo,
México, 1975; SOLARI, Gioele, La scuola del diritto naturale nelle dottrine etico-giuridiche dei secoli
XVII e XVIII, Fratelli Bocca, Torino, 1904; CÓRDOVA, Arnaldo, Sociedad y Estado en el mundo
moderno, Grijalbo, México, 1976.
117
importantes intervenciones críticas en el trayecto histórico de los derechos
humanos (propiamente desde su origen mismo), parece haberse producido una
cesura que no permite reconocer los vacíos, lapsus y omisiones presentes en
dicha doctrina. Por lo tanto, la historia de los derechos humanos sería una repleta
de vacíos y llena de antonomias y rodeada de una afanosa discusión teórica y no
–como postula la concepción ortodoxa dominante– una historia triunfante, fundada
en una continuidad lineal y homogéneidad teórica.
118
emancipación, bajo explícitas premisas críticas que pongan en cuestión los
presupuestos teóricos de la tradición jurídico-naturalista dominante en el discurso
de los derechos humanos.
119
CAPÍTULO TRES. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA TEORÍA
CONTEMPORÁNEA DE LOS DERECHOS HUMANOS
144
HUNT, Lynn (ed.), The French Revolution and Human Rights. A Brief Documentary History,
Bedford Books, Boston, 1996.
120
Dadas esas dificultades y en razón de ellas, toda vez la imposibilidad de
superarlas en el marco de la presente investigación, procederemos a realizar
algunas observaciones, de forma sucinta y a modo de ensayos críticos, de las
Declaraciones de derechos americana y francesa mediante un rodeo. Esta deriva
partirá de una comprensión de los documentos referidos considerándolos en tanto
que monumentos, en la acepción y sentido metodológicos, de acuerdo a las ideas
de Michel Foucault. No se pretende hacer un análisis arqueológico bajo los
criterios y procedimientos foucaultianos, sino una aproximación crítica e incidental
a dichos textos fundacionales de los derechos humanos. Enseguida, se elaborará
la revisión de dichas declaraciones a partir del análisis de su contenido, con la
intención de cuestionar su supuesta continuidad teórica en el discurso
contemporáneo de los derechos humanos. Asimismo, se señalarán algunas de las
contribuciones que diversas luchas sociales y sus respectivos discursos han
formulado al desarrollo de los derechos humanos. Por último, se confrontará la
pretensión de universalidad de los derechos humanos tomando como contrapunto
las condiciones históricas de las Declaraciones de derechos americana y francesa,
así como las de su refundación en la Declaración Universal de Derechos Humanos
de 1948.
145
FOUCAULT, Michel, La arqueología del saber, Siglo veintiuno editores, México, 1997, pág. 9.
146
Ibid., págs. 11-12.
121
capaz de hablar por sí mismo. Conviene aclarar (y recordar que el mismo Foucault
lo reconsideró posteriormente) que una distancia prístina respecto del sujeto que
interroga a los documentos-monumentos es imposible; se trata de un esfuerzo
metodológico por alcanzar los mayores niveles de objetividad posibles en la
investigación.
122
En su análisis, en la descripción de sus vacíos, lapsus y omisiones, en el
señalamiento de sus aporías, de sus debilidades conceptuales, se problematiza
con radicalidad la hipótesis de una continuidad lineal y homogénea en el
pretendido recorrido unívoco del discurso de los derechos humanos. Así, pues, la
historia de los derechos humanos no sería una historia progresiva, llena de éxitos
y de triunfalismos, sino una historia también sembrada de fracasos y derrotas. Por
lo tanto, se insinúa que el discurso contemporáneo dominante se erige sobre un
terreno minado y un espacio colmado de antinomias, que sólo una perspectiva
crítica de los derechos humanos sería capaz de evidenciar. Lo relevante
consistiría en tratar de determinar la novedad teórica y práctica del movimiento
contemporáneo de los derechos humanos 147 , su conexión determinante con la
novedad histórica, material y cultural, de las sociedades globalizadas
contemporáneas.
147
Vid. MOYN, Samuel, The Last Utopia. Human Rights in History, Belknap Press, Cambridge,
2012, págs. 6-7.
148
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la
postmodernidad, Siglo del Hombre/ Universidad de los Andes-Facultad de Derecho, Bogotá, 1998,
págs. 345-347.
123
emancipatorio y el regulativo, propios de la modernidad en su configuración
globalizada. 149
De ahí que, uno de los principales propósitos de una teoría crítica de los
derechos humanos podría consistir en ensayar una contribución a la superación
de ese impasse teórico; partir de la denuncia de aquellos momentos de la historia
en que los derechos humanos dejaron de ser concebidos como prácticas
emancipatorias para ser instituídos y entendidos como meras prácticas
regulatorias; momentos de cosificación, derechos sin vida, proclives no a la
movilización y al cuestionamiento del statu quo, sino comprometidos con su
mantenimiento. Para ello, la autocrítica teórica proporciona y conforma las
condiciones de una nueva práctica cuestionadora de los derechos humanos; la
crítica teórica socava las prácticas serializadas y, de ese modo, podrían fincarse
elementos para una nueva esperanza (una nueva utopía).
149
Vid. DE SOUSA SANTOS, Boaventura, El Milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura
política, Trotta, Madrid, 2011.
150
Entre estas Declaraciones (expresas) de derechos, se pueden mencionar: la de Pennsylvania
(1776); Maryland (1776); Carolina del Norte (1776); Vermont (1777); Massachusetts (1780); y New
Hamsphire (1784).
124
capítulo anterior) al ámbito de los ordenamientos político-jurídicos, en los cuales
se proclama, por primera vez, que el hombre tiene un conjunto de derechos
subjetivos, expresos, determinados, exigibles, en tanto prerrogativas naturales,
que deben ser reconocidos, respetados y protegidos por el poder soberano. 151 El
derecho subjetivo es una figura afín a los derechos del hombre y de la
personalidad, todos representativos, en su desarrollo histórico, del individualismo
liberal. Así, pues, la libertad, la igualdad y la propiedad transitarían de ser valores
y promesas propios de la Modernidad (¿incumplidos?) a ser propiamente
derechos modernos (no de índole estamental como en las sociedades feudales
sino para todos, es decir, “universales”), con carácter de inalienables e innatos
para el hombre.
151
PECES-BARBA, Gregorio, Derecho positivo de los derechos humanos, Debate, Madrid, 1987.
152
Georg Jellinek (jurista y teórico alemán). Su estudio sobre la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, publicado en 1902 en los Annales des Sciences Politiques y traducido a
varios idiomas, despertó gran interés y polémicas. Dicho estudio es considerado una disertación
histórico-jurídica que se ha convertido en una referencia clásica en el análisis de la Declaración de
derechos francesa.
153
Vid. JELLINEK, Georg, La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, Comares
editorial, Granada, 2009, pág. 49.
154
Ibid., págs. 52-53.
125
Tan sólo de manera comparativa: la Declaración de Derechos de Virginia
sostiene en su artículo Primero que los derechos naturales son inherentes al
hombre, en el Segundo que el poder reside en el pueblo, en el Tercero que el
gobierno puede ser reformado o abolido si no persigue el beneficio de la
comunidad y en el Cuarto que las elecciones deben ser libres y que todos los
hombres tienen derecho al sufragio. Mientras que la Declaración de Derechos
Francesa presenta los derechos naturales e imprescriptibles del hombre en sus
artículos Primero y Segundo, el principio de la soberanía del pueblo en el Tercero
y en los restantes se concentra el tema de la libertad y de las llamadas libertades
públicas, si bien no acentúa el tema del derecho al sufragio. 155
155
Ibid., págs. 59-65.
126
el goce de la vida y de la libertad, con los medios de adquirir y poseer la propiedad
y de buscar y de obtener la felicidad y la seguridad. 156
127
derecho positivo, es decir, se establecen una serie de droits naturels et civils
–noción hasta entonces sólo conocida en el derecho natural– garantizados por la
Constitución Francesa (1791). Esta acción histórico-constitucional distingue a la
Declaración de derechos francesa por su carácter precursor en la universalización
de un supuesto núcleo básico de derechos para todos los hombres.
158
Belden Fields es profesor de Ciencia política en la Universidad de Illinois.
159
FIELDS, Belden, Rethinking Human Rights for the New Millennium, op. cit. pág. 23.
128
Por su parte, Gregorio Peces-Barba 160 y Ricardo García 161 señalan que los
derechos que proclama el documento francés se enuncian, primero, como
derechos naturales y, después, se concretan como derechos del ciudadano, lo que
supone el triunfo y culminación del iusnaturalismo. Cabe recordar el contenido,
aún sea de manera esquemática, de la Declaración de derechos francesa, mismo
que se puede articular en tres bloques: derechos del hombre, que corresponden
los artículos 1 y 2; derechos del ciudadano, que señalan los artículos del 4 al 11 y
17 y principios políticos que aluden los artículos del 12 al 16. 162
160
Gregorio Peces-Barba es profesor de Filosofía del derecho en la Universidad Carlos III.
161
Ricardo García Manrique es profesor de Filosofía del derecho en la Universidad de Barcelona.
162
PECES-BARBA, Gregorio y GARCÍA MANRIQUE, Ricardo, “Los textos de la Revolución
Francesa”, PECES-BARBA, Gregorio, FERNÁNDEZ GARCÍA, Eusebio, DE ASÍS, Rafael, et. al.,
Historia de los derechos fundamentales, Dykinson S.L., Madrid, t. II, vol. III, 1997, págs. 266-267.
De forma detallada, los derechos reconocidos son: igualdad (artículos 1 y 6), libertad (artículos 1 y
2), seguridad (artículo 2), propiedad (artículos 2 y 17) y resistencia a la opresión (artículo 2). A su
vez, los principios políticos que figuran son: nación (artículo 3), Constitución (artículo 16),
democracia y representación (artículos 3, 4, 6 y 16) y división de poderes (artículo 16).
163
Declaración de derechos del Hombre y del Ciudadano, 26 de agosto de 1789 [en línea],
Dirección URL: http://www.sev.gob.mx/educacion-tecnologica/files/2013/01/3.-
Declaracion_de_los_derechos_del_hombre_y_del_ciudadano.pdf [consulta: 4 de junio de 2014].
129
Si bien llama la atención que no exista una sola referencia directa a circunstancias
históricas particulares, sean temporales o espaciales, salvo al comienzo de dicho
Preámbulo, no se debe dar por sentado y sin ninguna crítica dicho carácter
universal, toda vez que el legislador de la “proclamada” comunidad universal no
era otro que el legislador histórico de la nación francesa.
164
Costas Douzinas es profesor de derecho en el Birkbeck Institute for the Humanities, University
of London.
165
DOUZINAS, Costas, The End of Human Rights. Critical Legal Thought at the Turn of the
Century, Hart Publishing, Oxford, 2000, págs. 102-103.
166
Ibid., pág. 101.
130
derechos americana y francesa es una mera abstracción, universal sí, pero irreal,
una entidad “suelta” despojada de sus características. 167 De tal forma que, los
derechos del hombre no le pertenecen al hombre en abstracto, sino a un sujeto
específico (ciudadano) en sociedades concretas.
167
Ibid., pág. 129.
168
HABERMAS, Jürgen, Teoría y praxis. Estudios de filosofía social, Tecnos, Madrid, 1987, pág.
105.
131
exitosos sólo se relacionan indirectamente y, en todo caso, retroactivamente, con
los textos fundacionales. En ese sentido, las Declaraciones de derechos
americana y francesa, en tanto que instituyentes políticos, crearon y agotaron su
propia eficacia política y conceptual, así como su legitimidad legal y práctica en el
acto de su proclamación.
169
DOUZINAS, Costas, op. cit. pág. 118.
170
Ibid., pág. 125.
132
2. Los derechos naturales y la condición democrática
171
Ibid., pág. 131.
133
en disputa frente a las diversas reivindicaciones y demandas que emergieron en el
ámbito social. Para teóricos como Benjamin Constant (1767-1830) y Alexis de
Tocqueville (1805-1859), es en la oleada de revoluciones del período 1820-1848
donde los movimientos democráticos y socialistas valoraron el potencial de los
derechos naturales y, concretamente, el valor estratégico del derecho al sufragio.
Ambos autores constituyen expresiones significativas del momento de tránsito de
una consideración ya no meramente jurídico-política de los derechos naturales,
sino una de índole social, ligada a las diferentes luchas sociales que buscaron
hacer valer, realmente, tales derechos. De tal forma que, entre los autores del
socialismo democrático en el siglo XIX, así como de quienes defendían el derecho
de asociación y el sufragio universal, se encontraría de forma embrionaria la idea
de una fundamentación (naturalista) de los derechos económicos, sociales y
culturales. 172
172
PECES-BARBA, Gregorio, “Los derechos económicos, sociales y culturales: apuntes para su
formación histórica”, PECES-BARBA, Gregorio, FERNÁNDEZ GARCÍA, Eusebio, DE ASÍS,
Rafael, et. al. op. cit. págs. 419-470.
173
CONSTANT, Benjamin, Principios de política, Gernika, México, 2000, pág. 7.
134
Su aporte fundamental a la teoría política y, particularmente, a la doctrina de los
derechos naturales, fue la idea del garantismo, que significa que la Constitución
adopte el catálogo de los derechos del hombre y disponga la organización del
Estado de la mejor manera para preservar esos derechos. Su preocupación por el
tema de la división de poderes, por el papel del jefe del Estado, de las formas de
elección de los representantes, de las declaratorias de responsabilidad de los
ministros y de las libertades públicas, muestra adelantadamente de forma
completa una idea del Estado Constitucional de Derecho.
Cabe apuntar que las ideas en torno al respeto de las minorías religiosas y
de la libertad religiosa, germinales histórica y conceptualmente para otras
libertades de índole análoga 175, también se exige como premisa la igualdad de los
174
DE TOCQUEVILLE, Alexis, La Democracia en América, FCE., México, 1973.
175
Vid. ARIAS, Alán, “Libertad religiosa y derechos humanos. La libertad religiosa como derecho
humano cultural de nuevo tipo”, Revista Derechos Humanos México, núm. 22, año 8, CNDH.,
México, 2014.
135
derechos para esas minorías de diferentes creencias; posteriormente, esta
exigencia de respeto también se extendería al tratamiento de las minorías
políticas y, consecuentemente a las minorías culturales y/o étnicas. Bajo esta
perspectiva, Will Kymlicka ha tratado de mostrar las limitaciones e incapacidades
(tradicionales) del liberalismo y la profunda insensibilidad de algunos teóricos
contemporáneos del pensamiento liberal en relación con los problemas políticos
de las sociedades multiculturales y, específicamente, respecto de las minorías
culturales. 176 Ahora bien, tales límites e insensibilidades del pensamiento liberal
(iusnaturalista), ya eran percibidas en el debate respecto de la democracia y el
liberalismo en el siglo XIX, como pone en evidencia la crítica de Stuart Mill a
Tocqueville.
176
KYMLICKA, Will, La política vernácula. Nacionalismo, multiculturalismo y ciudadanía, Paidós,
Barcelona, 2003.
177
MILL, John Stuart, Del Gobierno Representativo, Tecnos, Madrid, 2007.
136
La ola revolucionaria de 1820-24 (España como epicentro del movimiento
que se extendería a Italia y Portugal y, posteriormente, Grecia), de carácter liberal
y nacionalista, que finalmente sería sofocada, preparó el terreno para la segunda
ola revolucionaria de la década de los treinta, en la que las fuerzas aristocráticas
empezaron a ser vencidas y cuyo cariz no fue sólo político sino también social: la
“Revolución de julio” en Francia, desterró completamente el monarquismo
absolutista e instauró una Constitución liberal con el apoyo determinante de las
clases populares que organizaron la barricada. En Inglaterra, el unionismo de
inspiración owenista se convirtió en un auténtico movimiento popular creado al
calor de la crisis social dejada por la Revolución Industrial, mismo que tuvo su
mayor expresión organizativa en el cartismo (nombre que deriva de la Carta del
Pueblo, 7 de junio de 1837), el cual demandó el sufragio universal masculino y el
derecho de la clase obrera a la representación política como condición
indispensable para mejorar sus condiciones materiales. Finalmente, la tercera ola
revolucionaria de 1848 representó la derrota definitiva del legitimismo y la
eliminación de todo resabio de feudalismo y monarquismo absolutista.
137
Concomitantemente, en el contexto propiamente social, la primera fase de
la industrialización tuvo, entre algunas de sus consecuencias sociales, las
reivindicaciones proletarias y la búsqueda del derecho de asociación, cuyo fin era
resistir la humillación moral por la necesidad de vender a precios cada vez
menores no sólo su propia energía laboral, sino también la de sus mujeres e hijos.
Los trabajadores entendieron que su privación de derechos sólo podía ser
eliminada al exigir para todos los ciudadanos la posibilidad de participar en la
actividad del poder político (derecho al sufragio); de ahí que reclamaran para sí
todos los derechos de la libertad que corresponden al pensamiento natural
racionalista. 178
178
ABENDROTH, Wolfgang, Historia social del movimiento obrero europeo, Editorial Laia,
Barcelona, 1975, pág. 17.
179
Directora del Programa Internacional de Derechos Humanos de la Universidad de Denver.
138
influencia decisiva para la universalización del sufragio. 180 Ha sido frecuente
asociar los derechos políticos y civiles a la tradición liberal y los económicos y
sociales a la influencia socialista, pero Ishay sostiene que hay una íntima
vinculación entre las luchas por la igualdad social y económica sostenidas por los
herederos de Bebeuf, los carbonarios y la extensión del sufragio universal en
Europa.
180
ISHAY, Micheline R., The History of Human Rights. From Ancient Times to the Globalization
Era, University of California Press, Berkeley, 2004, pág. 135.
181
SCOTT, Joan W. Las mujeres y los derechos del hombre. Feminismo y sufragio en Francia,
1789-1944, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 2012, págs. 16-19.
139
de los varones y no se veía con buenos ojos que desempeñasen tareas fuera del
hogar.
182
HOBSBAWM, Eric, Historia del siglo XX, Crítica, Buenos Aires, 1998, págs. 39-40.
140
3. Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948
141
No obstante, la noción de dignidad humana es sumamente problemática.
Está ligada a nociones dotadas de un fuerte contenido teológico y religioso, como
lo son la idea de naturaleza humana (que finalmente fue excluida del texto de la
Declaración) y la noción fuerte (en sentido de filiación divina) de persona. Así, la
noción de dignidad humana prevaleció en el texto como piedra de toque para el
fundamento y desarrollo de la Declaración misma y, con ello, como hilo conductor
teórico y filosófico de los sucesivos instrumentos del derecho internacional de los
derechos humanos.
183
Como se podrá ver mas adelante esta distinción entre unos y otros derechos, misma que ha
pasado a ser doctrinariamente canónica obedeció –en buena medida- a las diferentes
concepciones filosóficas y políticas propias de los bloques protagónicos de la “Guerra Fría”; el del
“Mundo libre”, liderado por Estados Unidos y sus aliados y el bloque socialista, hegemonizado por
la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
142
¿Cómo habrá de lidiar un discurso de pretensiones críticas y, por ende, no
metafísicas, con un concepto indisputable y obligado en la tradición doctrinaria
dominante de los derechos humanos, como lo es la de dignidad humana?
184
HABERMAS, Jürgen, “El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos
humanos”, Diánoia. Revista de Filosofía, núm. 64, vol. 55, UNAM-Instituto de Investigaciones
Filosóficas/FCE., México, 2010, pág. 5.
143
puede ser traducida al ámbito de la ley coercitiva (derechos civiles y políticos) ha
sido necesario reunificar dos elementos separados en la desintegración del
derecho natural cristiano, los cuales que son: “la moral internalizada y justificada
racionalmente, anclada en la conciencia individual, por un lado, y, por otro lado, el
derecho promulgado positivo y coercitivo”. 185 Es en el seno de esa dialéctica de
secularización donde la dignidad humana funge como eje conceptual -postulado
que no explicado y/o fundamentado- para la síntesis moderna de estos elementos,
contenidos finalmente en los derechos humanos, su positivización, pero también
en su cultura teórica y filosófica.
185
HABERMAS, Jürgen, op cit., pág. 6.
144
La diferencia entre la relación moral y una relación de derecho, donde la
primera impone deberes con otras personas y abarca sin excepción todas
las esferas; y en la segunda, la jurídica, donde se crean dominios bien
definidos de elecciones privadas en el curso de acción de cada individuo.
Esto es, una demanda “auto-justificada (self-confident) del reconocimiento
legal que posee en virtud de ser sujeto autodeterminado (self-
determined)” 186.
186
Ibid., págs. 13-14.
187
GÜNTER, Klaus, (citado por HABERMAS, Jürgen, op. cit. pág. 7).
145
de una comunidad situada espacial y temporalmente (Estado), que confiere
el mismo status para todos (ciudadanía).
146
realización de los primeros derechos humanos (civiles) resulta irrealizable sin el
surgimiento de los últimos derechos (sociales). La idea de dignidad humana, es el
eje conceptual que conecta la moral del respeto igualitario con el derecho positivo.
Hasta aquí, la formulación de Habermas en su reinterpretación crítica, con
perspectiva kantiana y secularizante, de la noción de dignidad, diversa de la
concepción personalista-cristiana propia de la doctrina dominante de los derechos
humanos.
188
BALIBAR, Étienne, “Is a Philosophy of Human Civic Rights Possible? New Reflections on
Equaliberty”, The South Atlantic Quarterly, num. 2/3, vol. 103, Spring-Summer, Duke University
Press, Durham, 2004.
189
Vid. ejemplarmente, DE SOUSA SANTOS, Boaventura, De la mano de Alicia. Lo social y lo
político en la postmodernidad, op. cit., págs. 345-347.
147
La antinomia radical de la discusión descansa en la consideración del
concepto de dignidad humana como vacío de contenido, adolescente de lo real
concreto, es decir, sin determinaciones materiales, socio-culturales, especificadas
históricamente, como sostiene Balibar, uno de los intérpretes más conspicuos de
la tradición crítica neo-marxista. O bien, como señala Habermas, la dignidad
humana no es una mera expresión clasificatoria vacía, sino fuente o premisa del
conjunto de derechos.
148
La afirmación habermasiana de que la dignidad humana no es mera
expresión clasificatoria vacía, se sustenta en que es fuente o premisa de los
derechos humanos (y prácticamente de los derechos en general), esto es,
condición de posibilidad para la estructuración y ampliación de los derechos
humanos; por tanto, la tesis de que la dignidad humana es un postulado de la
razón práctica conviene con la idea de ser condición de posibilidad de los
derechos humanos, un supuesto de su posibilidad. Habermas no abandona la
línea de reflexión de la tradición crítica kantiana; si bien, se orienta
preferencialmente en el sentido de la idea de la obligatoriedad éticamente fundada
del derecho, a partir de la libertad y la dignidad, desarrollada principalmente en la
Metafísica de las costumbres y en la Paz perpetua; y, no tanto en la perspectiva
del conocimiento trascendental determinado por el bloque de la Crítica de la razón
pura y la Crítica de la razón práctica, donde resulta decisiva –particularmente en
esta última- la tesis de la incognoscibilidad de los en sí (nóumenos) y la necesidad
de los postulados de la razón práctica. 190
190
KANT, Immanuel, Crítica de la razón pura, Tecnos, Madrid, 2002; y KANT, Immanuel, Crítica de
la razón práctica, Alianza Editorial, Madrid, 2002.
191
GUTMANN, Amy, “Introducción”, IGNATIEFF, Michael, Los derechos humanos como política e
idolatría, Paidós, Barcelona, 2002, págs.12-16.
149
existencia de esferas diferenciadas de justicia (Walzer), dotadas de criterios de
distribución específicos y autónomos (Dworkin), conforman una constelación
conceptual que asume y juega con la dignidad humana como eje conceptual. 192 Y,
de ello, se articula una noción de justicia de corte eminentemente distributivo.
150
Derechos Humanos y su influencia en la configuración del derecho internacional
de los derechos humanos.
193
NEILA, José Luis, “La conciencia internacional en pro de los derechos humanos en la
experiencia histórica de la Sociedad de Naciones”, BALADO, Manuel y GARCÍA REGUEIRO, José
Antonio (coords.), DE LA FUENTE, María José, La Declaración Universal de los Derechos
Humanos en su 50 aniversario, Bosch, Barcelona, 1998, pág. 169 y sigs. HOBSBAWN, Eric,
Historia del siglo XX, Crítica, Buenos Aires, 1998.
194
The Versailles Treaty June 28, 1919: Part XIII [en línea], The Avalon Project. Documents in Law,
History and Diplomacy, Dirección URL: http://avalon.law.yale.edu/imt/partxiii.asp [consulta: 20 de
septiembre de 2013].
195
Pacto de la Sociedad de Naciones [en línea], Dirección URL:
http://ocw.uc3m.es/periodismo/periodismo-internacional-ii/lecturas/leccion-
7/Pacto_de_la_Sociedad_de_Naciones.pdf [consulta: 20 de septiembre de 2013].
151
equitativas para hombres, mujeres y niños, tratamiento equitativo para las
poblaciones indigenas y la libertad de comunicaciones y de tránsito.
196
CASSIN, René, “La declaration universelle et la mise en oeuvre des droits del' homme”,
Collected Courses of the Hague Academy of International Law, vol. 79, La Haya, 1951, pág. 272.
152
humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones
grandes y pequeñas… 197
Uno de los rasgos originales de la Declaración Universal radica en afirmar que “la
libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la
dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
de la familia humana”. 198 Con ello, la paz internacional quiso quedar fundada a
nivel teórico, jurídico y político en la noción de la dignidad y en los derechos de los
seres humanos, propiedades inherentes, anteriores e independientes a la
pertenencia social y/o política del individuo. De esta manera, los derechos del
hombre se transformaron en los derechos humanos a través de una interpretación
que rescataba y seleccionaba como sus principales componentes teóricos y
culturales: el iusnaturalismo, el liberalismo y el universalismo (en clave
interpretativa cristiana, nociones de dignidad y persona).
197
Carta de las Naciones Unidas. Preámbulo [en línea], Dirección URL:
http://www.un.org/es/documents/charter/preamble.shtml [consulta: 3 de junio de 2014].
198
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Preámbulo [en línea], Dirección URL:
http://www.un.org/es/documents/udhr/index.shtml [consulta: 20 de septiembre de 2013].
199
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Preámbulo [en línea] Dirección URL:
http://www.ohchr.org/EN/UDHR/Pages/Language.aspx?LangID=spn [consulta: 3 de junio de 2014].
200
Idem.
153
Quizás uno de los conceptos más difusos y, a la vez, paradigmáticos de la
modernidad, sobre el que hay graves y ciertas dificultades en cuanto a su
determinación, caracterización y definición, es precisamente el de dignidad
humana. Para el discurso dominante de los derechos humanos, la concepción de
dignidad humana ha encontrado su concreción jurídico-política en los derechos
humanos. La referencias a la dignidad humana tiene un origen próximo y más
claro al ámbito jurídico que propiamente al filosófico; no obstante, se trata de una
forma conceptual con reverberación del derecho natural cristiano. 201
201
PICO DELLA MIRANDOLA, Giovanni, De la dignidad del hombre, Editora Nacional, Madrid,
1984.
202
ISHAY, Micheline R., op. cit., págs. 17-61.
203
GLENDON, Mary Ann, Un mundo nuevo. Eleanor Roosevelt y la Declaración Universal de
Derechos Humanos, FCE./Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal/Universidad
Panamericana, México, 2011, pág. 32.
154
internacional y, por supuesto, a la ONU. La pugna ideológica Este-Oeste entre los
bloques oriental-socialista encabezado por la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y el occidental-capitalista liderado por los Estados Unidos de América,
minó un consenso en torno a la elaboración de un documento que consagrase los
derechos humanos de mayor relevancia. 204 El bloque socialista daba importancia
a los derechos de carácter económico, social y cultural, a partir de la idea que la
persona es un ser social, por lo tanto, el reconocimiento de los derechos de
naturaleza civil y política resultaban secundarios. En cambio, la postura del bloque
capitalista defendía, en primer plano, los derechos de carácter civil y político,
históricamente vinculados a la democracia occidental, sobre los derechos
económicos, sociales y culturales.
Aun más, para “mundo libre”, ante violaciones graves y frecuentes de los
derechos civiles y políticos, la comunidad internacional podría recurrir a diversas
medidas para asegurar el respeto y protección de tales derechos en cualquier
Estado, toda vez que éste último no podría sustraerse de su responsabilidad
internacional, buscando eliminar el pretexto, argumentado por el Bloque socialista,
de que esta materia habría de ser esencialmente de jurisdicción interna.
204
MOYN, Samuel, The last utopia. Human Rights in History, op. cit., pág. 70.
205
BOBBIO, Norberto, El tiempo de los derechos, Sistema, Madrid, 1991.
155
normativa fundante, no apreció en toda su radicalidad el golpe devastador infligido
por la Segunda Guerra Mundial.
156
inmoral del hombre en cuanto tal, su desposesión de derechos, como
consecuencia indeseada de los postulados (conceptualmente débiles) de la
doctrina de los derechos humanos.
206
ADORNO, Theodor W. y HORKHEIMER, Max, Dialéctica de la Ilustración, Trotta, Madrid, 1994,
pág. 51.
207
Ibid., pág. 53 y sigs.
157
Para Adorno, el rechazo de toda vinculación entre el proyecto de la
Modernidad y las formas extremas de barbarie, paradigmáticamente Auschwitz
(pero también, sin olvidar, el Gulag soviético, las bombas atómicas sobre civiles
inocentes, y los innumerables genocidios que siguieron, entre otros: Camboya
(1975-79), Rwanda (1994) y Bosnia (1995), puede conducir a una especie de
vacío interpretativo que anule toda crítica de la sociedad. Sin la crítica inmanente a
la Modernidad –así como a sus categorías morales: la de dignidad humana, por
ejemplo–, se corre el riesgo, de nueva cuenta, de fracasar ante supuestas
teleologías fatales o necesidades causales, caer en una especie de fatalidad en la
aniquilación total del otro. Adorno insiste en que las “heridas que en la totalidad
irracional le ha abierto a la humanidad el instrumento [de la] razón se sanan con
un plus y no con un menos de razón”. 208
208
ADORNO, Theodor W.. Escritos filosóficos tempranos. Obra Completa, vol. I, Akal, Madrid,
2010.
209
ZAMORA, José Antonio, T. W. Adorno. Pensar contra la barbarie, Trotta, Madrid, 2004, pág. 43
210
ADORNO, Theodor W., Mínima moralia. Reflexiones desde la vida dañada, Taurus, Madrid,
1999, pág. 53.
158
homogeneizados por algún rasgo común que los convierte en exterminables. 211
Esa es, pues, la fragilidad de los derechos humanos frente a procesos de
exterminio, explotación o exclusión, mismos que constituyen su ineludible
cuestionamiento y permanente amenaza.
211
ADORNO, Theodor W., Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, 1992, pág. 362.
212
ZAMORA, José Antonio, T. W. Adorno. Pensar contra la barbarie, op. cit. pág. 266-267.
159
Desde la lectura adorniana, los derechos humanos no se erigieron para un
bien, resultado de un estadio superior de la razón, sino para frenar el mal o
escapar de la barbarie inherente a esa razón. A diferencia de la doctrina
dominante de los derechos humanos, que supone que sólo desde el respeto de la
dignidad del ser humano como fin en sí mismo es posible tener conciencia de
Auschwitz como algo que no debe repetirse, Adorno considera, en cambio, que es
el olvido, la cesura de la experiencia histórica concreta –siempre amenazada y no
asegurada trascendentalmente– de las diversas luchas de resistencia contra la
injusticia y el sufrimiento, el que, verdaderamente, amenaza toda defensa de la
dignidad humana. Así, pues, no es una razón incontaminada, capaz de formar
principios universales, la que ofrece garantías contra la barbarie, sino es la
experiencia acumulada de sufrimiento la que formula la exigencia de negación de
esa barbarie. La dignidad humana no está dada a priori, existe en tanto que
dignidad negada; no se arriba a ella positivamente sino siempre por vía negativa.
213
ARENDT, Hannah, Ensayos de comprensión (1930-1954), Caparrós, Madrid, 2005, pág. 30.
160
más atento a los hechos históricos que a las leyes racionales aplicadas a la
historia.
Para Arendt, no es verdad que todos los hombres nacen libres e iguales en
dignidad y derechos por obra de la naturaleza. En la Declaración de
Independencia de los Estados Unidos de América, Jefferson insistía en la
existencia de verdades evidentes; no obstante, Arendt arguye, que al decir We
hold these truths to be self-evident (“Consideramos que esas verdadares son
evidentes por sí mismas”), ese “consideramos” muestra que para el propio
Jefferson los derechos inalienables no eran tan evidentes ni constituían un
absoluto trascendente. Con esto, Arendt pretendía examinar las relaciones entre la
verdad y la política, señalar que los derechos proclamados en las Declaraciones
no eran resultado de la evidencia racional o debido a su naturaleza, sino de los
hechos históricos que habían hecho políticamente viable tales derechos. Por lo
tanto, la experiencia totalitaria comprueba, en el plano empírico, la relevancia de la
ciudadanía como la base requerida del derecho a tener derechos, la ciudadanía
tiene como nota característica la especificidad de la ruptura de toda idealización
homogénea de una continuidad de los derechos.
214
ARENDT, Hannah, Los orígenes del totalitarismo, parte II. Imperialismo, Alianza editorial,
Madrid, 1987, pág. 395.
161
realizarse porque están basados en una abstracción: “el Hombre universal”. 215
Aquella idea fundamental de la Declaración de derechos de Francia, la cual
proclamaba al Hombre, en sí mismo, como fuente y objetivo último, se contrapone
a la de un ser humano fragmentado en su existencia histórica. La pretendida
característica de inalienabilidad de los derechos humanos, que suponía su
independencia de cualquier Estado, resultó cuestionada al momento en que
ninguna autoridad, ni ninguna institución, lograron siquiera garantizarlos. 216
215
Ibid., p. 434.
216
Ibid., p. 426.
162
fundamento ideológico proclamado por el Estado-nación donde los “derechos del
ciudadano” aparecen como construcción de un segundo momento, es decir,
“instituyendo” o “reconociendo” unos supuestos derechos naturales preexistentes.
Por el contrario, los “derechos humanos” otorgaron a la institución política (en la
práctica, al Estado) su principio de legitimidad universal. En términos de Ètienne
Balibar, esta universalidad no debe entenderse de forma extensiva, englobando
potencialmente toda la humanidad, sino en el sentido de una universalidad
intensiva, aquella correspondiente a la ausencia de discriminaciones internas y a
la igualdad entre los conciudadanos de un Estado. 217
217
BALIBAR, Étienne, “Impolítica de los derechos humanos. Arendt, el ‘derecho a tener derechos’ y
la desobediencia cívica” [en línea], Erytheis, núm. 2, noviembre, 2007, URL:
http://idt.uab.es/erytheis/balibar_es.htm [consulta: 14 de junio de 2013].
163
(misma que luego habría devenido en dominante). Una teoría crítica de los
derechos humanos implica volver sobre las huellas del proceso que ha conducido
a los llamados derechos humanos a ser lo que son en la actualidad, sin ninguna
idea preconcebida de lo que son y de la forma de su configuración.
164
ocasionalmente, “derechos de la humanidad” genera más problemas que
soluciones verdaderos obstáculos teóricos y culturales para relegitimar
contemporáneamente el discurso de los derechos humanos.
165
CAPÍTULO CUATRO. GLOBALIZACIÓN: ESPECIFICACIÓN HISTÓRICA Y
MATRIZ TEÓRICA BÁSICA DE LOS DERECHOS HUMANOS.
166
derechos humanos en las condiciones globales, es insuficiente tanto en sus
medios e intrumentos como en sus objetivos. Por ello, existe, desde hace
décadas, la dificultad de vincular directa y adecuadamente la práctica y la teoría
de los derechos humanos, lo cual, paradójicamente, se constituye en el punto de
partida para su necesaria refundación teórica contemporánea. Bajo esta
perspectiva, al comienzo de este capítulo se revisarán las principales
características del proceso de globalización en tanto especificidad histórica y
matriz teórica básica del discurso de los derechos humanos; posteriormente, se
analizarán las condiciones, históricas y políticas, que manifiestan una tensión, una
desigualdad, en el discurso y movimiento de los derechos humanos en relación,
principalmente, a la inadecuación entre su teoría y su práctica; enseguida, se
presentará una periodización tentativa del desarrollo y transformación del
movimiento de los derechos humanos en la segunda mitad del siglo XX hasta el
presente; y, finalmente, se analizará la irrupción del terrorismo, a partir de su
escenario emblemático, los atentados del 11 de septiembre de 2001, como punto
de inflexión radical para la actual cultura de los derechos humanos y su profunda
repercusión en el ámbito de la protección y defensa de otros derechos.
Durante el último decenio del siglo XX y lo que va del presente siglo, los derechos
humanos han ocupado el espacio lingüístico del espectro político de pretensiones
emancipatorias. Como consecuencia de la crisis de los proyectos emancipatorios,
simbolizada principalmente por el colapso de las utopías socialista y comunista, el
discurso de los derechos humanos no sólo ha buscado remplazar el vacío dejado
por la ausencia tanto de una política revolucionaria como de una reformista, sino
que también, desde algunas perspectivas críticas, ha pretendido reconstituirse
167
como un lenguaje de resistencia y emancipación, vinculado a los diversos ensayos
por desarrollar una política progresista a principios del siglo XXI. 218
218
Vid. HARDT, Michael y NEGRI, Toni, Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002, y HARDT, Michael y
NEGRI, Toni, Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio, Debate, Barcelona, 2004.
219
La Carta Internacional de Derechos Humanos comprende la Declaración Universal de Derechos
Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y sus dos protocolos facultativos.
220
DOUZINAS, Costas, The End of Human Rights. Critical Legal Thought at the Turn of the
Century, Hart Publishing, Oxford, 2000, pág. 150.
168
Por ejemplo, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(1966), vinculado principalmente a los intereses de los Estados Unidos, los
Estados miembros se comprometen “a respetar y a garantizar a todos los
individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción los
derechos reconocidos en el presente Pacto” (Art. 2). 221 Por su parte, en el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), promovido
mayormente por la Unión Soviética, los Estados miembros se comprometen “a
tomar las medidas necesarias, tanto por separado como mediante la asistencia y
cooperación internacionales (…) para lograr progresivamente, por todos los
medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la
plena efectividad de los derechos aquí reconocidos” (Art. 2). 222 Ambos pactos
representaron el interés y la orientación política de las superpotencias en torno a
los derechos humanos; su instrumentalización política se tradujo en la elaboración
periódica de reportes ad hoc sobre violaciones de derechos humanos en contra de
los Estados que eran opositores a los intereses de cualquiera de los dos bloques.
De esta manera, los derechos humanos demostraron ser también una eficaz
herramienta para legitimar nacional e internacionalmente el nuevo orden global
polarizado, posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Por otra parte, la implosión del sistema de países del “socialismo real”,
simbolizada en la caída del Muro de Berlín (1989), supuso el triunfo de la
democracia liberal y la capitalización ideológica de los derechos humanos, como
estandarte de la “victoriosa” democracia occidental. De acuerdo con Costas
Douzinas, los derechos humanos se constituyeron en “la ideología que queda tras
el fin y la superación de las ideologías […] la ideología de la globalización al ‘final
de la historia’”. 223 A partir de este momento, el discurso de los derechos humanos
221
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos [en línea], Organización de las Naciones
Unidas, URL: http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CCPR.aspx [consulta: 14 de
mayo de 2014].
222
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales [en línea], Organización de
las Naciones Unidas, URL: http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CESCR.aspx
[consulta: 14 de mayo de 2014].
223
DOUZINAS, Costas, op. cit., p. 2. Con referencia a la tesis de FUKUYAMA, Francis, El fin de la
historia y el último hombre, Planeta, México, 1992.
169
se ha convertido en una cuestión decisiva –bajo una supuesta aceptación y
consenso– para la política internacional de todos los Estados y también por parte
de los demás componentes del sistema global. 224 Se puede decir, que los
derechos humanos son un elemento constitutivo e imprenscindible de la
gobernanza global.
170
si abandonamos el intento de justificarlo mecánicamente y sin contradicciones en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no digamos a partir de un
origen remoto en el tiempo o mitológico con raíces ancestrales. Así, pues, la
legitimidad del discurso de los derechos humanos tendría un surgimiento reciente,
complejamente mediado con la Declaración Universal de los Derechos Humanos
y, podría ubicarse en un rango de no más de cuarenta años. 228
En este sentido, una posición crítica tendría que proponerse explicar cómo
es que ha ocurrido esta transformación derivada en la extraordinaria
preponderancia adquirida por los derechos humanos en la segunda mitad del siglo
XX. Reflexionar si la profundidad y potencia del discurso y el movimiento de los
derechos humanos no radicaría precisamente en su novedad, y no en la
realización exitosa de sus antecedentes. Analizar si la legitimidad de los derechos
humanos se limita a su especificidad contemporánea, así como a su
correspondencia con las condiciones de un mundo globalizado y no en el pasado,
cercano o remoto, como el tradición hegemónica suele postular.
228
MOYN, Samuel, op. cit. pág. 123.
229
Ibid., pág. 120.
171
Por su parte, Chomsky señala que el siglo XX puede ser definido como “la
época de los derechos humanos”, pero resulta también paradójico que sea el siglo
de las violaciones sistemáticas a los mismos; la era de las masacres, los
genocidios y las limpiezas étnicas. 230
230
CHOMSKY, Noam, “The United States and the challenge of relativy”, EVANS, Tony (ed.),
Human Rights fifty years on. A reappraisal, Manchester University Press, Manchester, 1998, pág.
25 y sigs.
231
DOUZINAS, Costas, The End of Human Rights. op. cit. pág. 162.
232
Ibid., pág. 5.
172
condiciones emergentes del mundo de la posguerra, ni contó con un diagnóstico
acorde a sus propias finalidades, ni mucho menos ha sido adecuado para las
condiciones sociales y políticas determinadas por el fenómeno de la globalización
desde el último tercio del siglo XX. Del mismo modo, el discurso de los derechos
humanos no ha sido capaz de captar y representar de modo teóricamente
pertinente y prácticamente viable el desarrollo posterior al colapso del socialismo
real, así como las determinaciones y consecuencias del proceso de globalización,
en tanto matriz teórico-conceptual; mucho menos las severas implicaciones
derivadas del binomio terrorismo global-guerra al terrorismo, posterior al 11 de
septiembre de 2001 (11-S). Resultado de esos déficits conceptuales, políticos y
culturales, el discurso y el movimiento de los derechos humanos manifiesta una
crisis práctica y teórica que reclama un replanteamiento crítico.
173
adquirió conciencia que el estudio y la investigación de los derechos humanos
exigen tomar en cuenta la naturaleza práctica y teórica de la constitución filosófica,
jurídica, ética y cultural de su objeto.
174
justificar comportamientos y acciones con las que se abusa de otros individuos o
grupos y se vulneran de nueva cuenta esos mismos derechos proclamados.
175
distorsionado ligado a intereses individuales, grupales o profesionales específicos)
y, en consecuencia, a sufrir manipulaciones y desviaciones contrarias a su propio
carácter emancipatorio y preservador de libertades.
176
operacionales práctico-materiales y también conceptual-culturales generados por
las condiciones inherentes de la globalización, sus tendencias determinantes y sus
tensiones polarizantes.
233
Ibid., págs. 127-133.
234
Marramao señala que la globalización es la “erosión de la soberanía”. MARRAMAO, Giacomo,
Poder y secularización, Península, Barcelona, 1989, pág. 98.
235
BAUMAN, Zigmun, La globalización. Consecuencias humanas, FCE., México, 2001, págs. 88-
90.
177
heterogeneidad. Procesos en profundidad, prácticas diversas, contrapuestas y
sobrepuestas que generan, potencian y actualizan paradojas y antinomias.
178
De manera sucinta, se puede apuntar que el término globalización suele
relacionarse con la aprehensión de su carácter irresuelto, sus tensiones
contradictorias y sus efectos indeseados. Diversos autores han centrado su interés
en conceptualizar los efectos socio-políticos del proceso de globalización. Se han
orientado en su explicación de la globalización entendiéndola como: una “sociedad
de riesgo” (Beck) o “sociedad líquida” (Bauman), con espacios que fluyen
(Castells), (en) un “mundo turbulento” (Rousenau) y “desbocado” (Giddens),
susceptible al “choque de civilizaciones” (Huntington) fundamentado a partir del
surgimiento de un “sistema mundial capitalista” (Wallerstein) y que produce, como
efecto de su carácter paradojal, procesos de “individualización” (Beck),
“retribalización” (Maffesoli), “transculturalización” y “reterritorialización” (García
Canclini). 236
236
Vid. BECK, Ulrich, La sociedad del riesgo global. En busca de la seguridad perdida, Paidós,
Barcelona, 1998; BAUMAN, Zygmunt, Tiempos líquidos, Tusquets editores, Barcelona, 2007;
CASTELLS, Manuel, La era de la información, t. I, Siglo veintiuno editores, México, 2002;
ROUSENAU, James, Distant Proximities. Dynamics Beyond Globalization, Princenton University
Press, Princenton, 2002; GIDDENS, Anthony, Un mundo desbocado, Taurus, México, 1999;
WALLERSTEIN, Immanuel, El moderno sistema mundial II. El mercantilismo y la consolidación de
la economía-mundo europea, 1600-1750, Siglo veintiuno editores, México, 1998; BECK, Ulrich y
GERNSHEIM, Elisabeth, La individualización. El individualismo institucionalizado y sus
consecuencias sociales y políticas, Paidós, Barcelona, 2003; MAFFESOLI, Michel, El tiempo de las
tribus, Siglo veintiuno editores, México, 2004; GARCÍA CANCLINI, Néstor, La globalización
imaginada, Paidós, Barcelona, 1999.
237
MARX, Karl, El capital (8 volúmenes), vol. I, Siglo veintiuno editores, México, 1977, págs. 179-
214.
179
y mundial, ciudad y campo, y entre trabajo manual e intelectual (trabajo productivo
e improductivo). Tanto el capital globalizado y sus flujos instantáneos como la
acentuación y localización de la marginación social son quiebres decisivos de la
vida social en la globalización. Un ejemplo sintomático lo expresan los estudios
condensados en la idea de “la sociedad global 20:80”, donde la quinta parte rica
de todos los Estados domina y decide sobre el 84,7% del producto interno bruto
mundial, desarrollan el 84,2% del comercio mundial y poseen el 85,5% de todos
los ahorros internos”. 238
La globalización tiene que ver también con la organización del tiempo y del
espacio mundiales, estas categorías, como es sabido, han sido construidas con
ideas y criterios relativos y convencionales; así, el tiempo y el espacio sufren,
debido a la simultaneidad temporal y la condensación de los espacios por la
revolución comunicativa característica de la globalización, una serie de
afectaciones y perturbaciones que las refuncionalizan e inducen a su redefinición.
La separación entre el tiempo y el espacio es la premisa que permite construir la
crucial distinción de la globalización, a saber, la posibilidad de ser
simultáneamente locales y globales; lo que Anthony Giddens denominó
desanclaje. 239
238
HANS-PETER, Martin y SCHUMANN, Harald, La trampa de la globalización, Taurus, México,
1999, pág. 41.
239
GIDDENS, Anthony, citado en ZABLUDOVSKY, Gina, Modernidad y Globalización, UNAM-
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales/ Siglo veintiuno editores, México, 2011, pág. 147.
240
ZABLUDOVSKY, Gina, op. cit., pág. 149.
180
globalización, sostiene Bauman, “los usos del tiempo y el espacio son tan
diferenciados como diferenciadores. La globalización divide en la misma medida
que une. Y las causas de la división son las mismas que promueven la
uniformidad del globo.” 241
241
BAUMAN, Zygmunt, La Globalización. Consecuencias humanas, FCE., México, 2001, pág. 3.
242
BECK, Ulrich, La sociedad del riesgo global. En busca de la seguridad perdida, Paidós,
Barcelona, 1998, pág. 98.
243
Ibid., pág. 99.
181
Ha ocurrido un desplazamiento del Estado como organizador de la vida
social y, como consecuencia, un notable vaciamiento de la esfera pública. El
poder, para estar en condiciones de actuar con eficacia como Estado, se ha tenido
que desplazar al políticamente incontrolable espacio global, de tal forma, que las
instituciones son cada vez menos capaces de responder a los problemas surgidos
de esa nueva condición de la vida de sus ciudadanos. La sociedad, con respecto
al Estado, se ve y se trata más como una “red” que como una “estructura”244, y
entre sus espacios se aloja la incertidumbre, como el principal miedo.
244
Idem.
245
IGNATIEFF, Michael, The Rights Revolution, House of Anansi Press, Toronto, 2000; Vid.
ARIAS, Alán y SÁNCHEZ, Úrsula, “The Rights Revolution y Empire Lite: Nation Building in Bosnia,
Kosovo and Afganistan”, Revista Derechos Humanos México, núm. 11, vol. 4, CNDH., México,
2009, págs. 227-245.
246
ŽIŽEK, Slavoj, “The Obscenity of Human Rights: Violence as Symptom” [en línea], URL:
http://libcom.org/library/the-obscenity-of-human-rights-violence-as-symptom [consulta: 15 de mayo
de 2011]. Para profundizar en la conceptualización del autor sobre la violencia Vid. ŽIŽEK, Slavoj,
Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, Paidós, Buenos Aires, 2009.
182
Ante la globalización y sus efectos perversos y/o indeseados, ante el
aumento de la desigualdad y las formas de violencias detonadoras de múltiples
riesgos y peligros y, no obstante el predicamente crítico en el que se encuentran
los derechos humanos, se insinúa la tesis de que los mismos puedan ser
pensados y asumidos como un modo de apelación a la racionalidad práctica de la
ética; como una “utopía realista”, en términos de Habermas247, capaz de generar
expectativas de resistencia y emancipación, en tanto que son un discurso y un
proyecto práctico de posible mediación plausible entre la ética, la razón y la
violencia.
247
HABERMAS, Jürgen, “El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos
humanos”, Diánoia. Revista de Filosofía, núm. 64, vol. 55, UNAM-Instituto de Investigaciones
Filosóficas/FCE., México, 2010, págs. 3-25.
183
mundialización y su configuración última y contemporánea, la globalización,
sobreponer una periodización cronológica de los derechos humanos en la época
contemporánea. De ese modo, con ese ejercicio se busca ayudar a situar, orientar
y hacer posible la relación de las pautas del desarrollo global con los momentos
históricamente diferenciados del curso evolutivo de los derechos humanos en las
últimas décadas248. El proceso de globalización contendría las siguientes fases:
248
HOBSBAWM, Eric, La era de la Revolución. 1789-1848, Crítica, Buenos Aires, 2009; del mismo
autor, Historia del Siglo XX, Crítica, Buenos Aires, 1998. También ROBERTSON, Roland, citado en
ZABLUDOVSKY, Gina, op. cit., pág. 171.
249
Vid. PIKETTY, Thomas, El capital en el siglo XXI, FCE., México, 2014.
184
capital. Tránsito de la manufactura a la gran industria. Incremento del uso
de carbón mineral como combustible. Consolidación del Imperio Británico.
Se empiezan a abordar las cuestiones del nacionalismo y del
internacionalismo. Guerra civil estadounidense.
185
carácter global. Movimiento de Liberación de la mujer en Estados Unidos.
Las sociedades enfrentan crecientes problemas multiétnicos y
multiculturales. Las concepciones de individuo se vuelven más complejas
por su vinculación con consideraciones raciales, étnicas y de género.
Sistema internacional más fluido. Fin de la bipolaridad. Interés en la
sociedad civil en términos mundiales. Consolidación de los medios de
comunicación a escala internacional.
186
Primera fase: período inmediato posterior a la Posguerra de la Segunda
Guerra Mundial (1948-49): una etapa de fecundidad intelectual y política;
refundación de los derechos humanos; desarrollo notable del derecho
internacional humanitario (DIH); rediseño de instituciones internacionales (ONU),
como antecedente significativo del Tribunal Militar Internacional (Nüremberg),
acuñándose la noción de “crímenes contra la humanidad”. La finalidad de la
propuesta humanista de ese momento fue, expresamente, en contra de la guerra,
sus horrores, enfáticamente, el Holocausto de millones de opositores políticos
socialistas y comunistas, judíos, gitanos y homosexuales (Auschwitz, como
concepto-paradigma); el encierro masivo de disidentes políticos, minorías étnicas
y opositores en general en la URSS (Gulag) y, por último, el bombardeo, incluso
con armas atómicas, de poblaciones civiles indefensas (Hiroshima-Nagasaki) y la
pléyade de sus consecuencias políticas, culturales y éticas; el énfasis del sentido
en pro de la paz, la convivencia pacífica, mediante la resolución pacífica de
controversias, así como el imperativo ético-político del compromiso de las
naciones con su no repetición.
187
México, Argentina) paradigmáticamente el Movimiento estudiantil del 68. Invasión
de las tropas del Pacto de Varsovia a Checoeslovaquia. Desarrollo, multiplicación
y creciente influencia de la ideología “utópica” de los derechos humanos y de las
ONG’s comprometidas con su defensa y promoción. Importancia creciente de las
religiones en las protestas que se llevaron a cabo en el bloque soviético en
Afganistán, Irán y Polonia. Golpe de Estado militar contra el gobierno socialista de
Salvador Allende (1971). Henkin da la primera clase sobre derechos huamos en la
Comlumbia Law School de NYC y Louis Sohn lo hace por primera vez en la
Harvard Law School. No obstante, en la década de los 60, llevaron a concluir los
esfuerzos para la elaboración y aprobación de importantes documentos y
convenios de derechos humanos, secuelas de la Declaración Universal del 48 y de
las dificultades (ya descritas) de una visión unitaria de los derechos humanos,
como fue el caso de los Pactos, el de Derechos civiles y políticos y el de Derechos
económicos, sociales y culturales (1966). René Cassin recibe el Premio Nobel de
la Paz (1968). El presidente Carter introduce la temática de los derechos humanos
en sus discursos de campaña (1976). Y, posteriormente, declara el compromiso
absoluto de la política exterior estadounidense con los derechos humanos (1977).
Amnistía Internacional recibe el Premio Nobel de la Paz (1977). Fundación de
Human Rights Watchs (1978). Noam Chomsky advierte de la manipulación
propagandística de los derechos humanos (1979) Implosión del bloque soviético,
la caída del muro de Berlin (1989) y el inicio de una era de post-guerra fría con el
surgimientos de nuevos e inéditos conflictos, a menudo, armados y sangrientos,
con el incremento de las aspiraciones nacionalistas y una multiplicación de
contradicciones de carácter nacional, étnico, lingüístico y religioso que
incentivaron el menoscabo y la violación de los derechos humanos.
Tercera fase: finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI (1990-
2001/2011). Desarrollo de una nueva y crucial etapa para la cultura de los
derechos humanos. Amplia difusión de sus problemáticas y contenidos, creciente
percepción de su significado e importancia en las relaciones internacionales,
multiplicación de Convenios, Declaraciones y Conferencias de los organismos
188
multinacionales referidos o con presencia explícita de la temática de los derechos
humanos; todo ello acompañado por desarrollos en el derecho internacional y, en
el plano interno, de adopciones y adaptaciones expresas de los derechos
humanos en el ámbito del derecho constitucional de numerosas naciones. Los
derechos humanos se conforman como refente ético y político determinante de la
nueva gobernaza global. China asume un papel protagónico a nivel internacional e
instrumenta un impresionante crecimiento económico y una notable disminución
de la pobreza en su población; vive, no obstante, una aguda contradicción entre
los planos social y cultural y los ámbitos deficitarios de democracia y derechos
humanos. Incapacidad de la Unión Europea para responder adecuadamente a la
guerra civil en la ex Yugoeslavia, fracaso que explica la intervención
estadounidense. Desarrollo y multiplicación de atentos terroristas de nuevo tipo,
paradigmáticamente, el 11 de septiembre de 2001. Compleja dialéctica desatada
por el binomio terrorismo global-guerra al terrorismo. Alteración de paradigmas en
las políticas de seguridad de Estados Unidos y sus aliados. Consecuencias en el
plano de la diplomacia, las relaciones internacionales, el derecho y el conjunto de
las ciencias sociales. El consecuente incremento de la inseguridad y el miedo al
terrorismo y sus implicaciones en el ámbito de las libertades y los derechos
humanos. Invasión de los Estados Unidos y sus aliados a Afganistán e Irak. Caída
del régimen de Sadam Husein. Incremento masivo y global de la migración del Sur
subdesarrollado al Norte desarrollado. Barack Obama gana la presidencia de los
Estados Unidos (2005). Movimientos de masa contrarios a los gobiernos
autoritarios en Medio Oriente, denominada genéricamente “primavera árabe”.
Agudización de la guerra civil en Siria. Aparición y consolidación del ejército
islámico (ISIS).
189
5. La cuestión del terrorismo y los derechos humanos
Los atentados del 11 de septiembre (11-S) del 2011, a las Torres Gemelas del
World Trade Center en Nueva York y a las instalaciones del Pentágono en
Washington, han significado un parteaguas en la forma de pensar el fenómeno del
terrorismo. De igual manera, han planteado, en el debate académico y político,
nuevas formas de abordar la guerra, las intervenciones militares, la democracia y
los derechos humanos. Muchos son los elementos que se han analizado sobre
dicho fenómeno: el impacto mediático, la ubicuidad de sus actores, el desarrollo
de tecnologías cada vez más sofisticadas, el simbolismo de los blancos atacados.
190
piramidal) y sus modalidades operativas (terroristas suicidas, tecnologías
avanzadas), los lugares, la magnitud y la difusión planetaria, en tiempo real, y
reproducida mediáticamente, ad nauseam, de los eventos del 2001 y,
notablemente, sus consecuencias en el mediano y largo plazos constituyen un
referente histórico ineludible.
191
ideológico tanto del capitalismo como, de su más importante opción alternativa, el
socialismo, conforman un rasgo característico del discurso y la discusión
contemporáneas. El debate acerca de los derechos humanos, no puede ni debe
eludir tales variables.
Los hechos del 11-S en Estados Unidos y los del mismo tipo realizados con
posteridad en otros lugares del orbe se caracterizan porque sus realizadores, las
redes terroristas transnacionales, actúan de manera desterritorializada y
descentralizada. El horizonte de operación del nuevo tipo de terrorismo trasciende
las fronteras nacionales, sus acciones no se circunscriben a un determinado lugar,
sino que puede hacerse presentes en el sitio más inesperado y poner en cuestión
el control legítimo de la fuerza por parte de los Estados.
192
desafiado a los Estados nacionales mediante acciones tecnológicamente
diseñadas para generar terror, temor y miedo entre la población; el objetivo de sus
acciones de ataque es la población civil, hecho que contrasta con las viejas lides
guerreras en las que se lucha por el control de los territorios y los combates se
circunscriben a los enfrentamientos entre militares y milicianos de cada uno de las
partes. La importante distinción entre militares y civiles queda tendencialmente
abolida.
250
VON CLAUSEWITZ, Karl, De la guerra, Editorial Labor, Barcelona, 1984, pág. 179.
193
encarnaciones del mal), con base en una invocación general y abstracta de que se
trata de una misión salvífica el mundo.
194
La perentoria y obligada revisión teórica se intensifica por el apremio moral
que la díada terrorismo (masivo-suicida)–guerra al terrorismo (acciones ofensivas
por sospecha de agresión, pre-emption y no prevention) impone sobre la vida, la
libertad y los derechos humanos de millones de personas inocentes. El punto de
partida semeja en mucho a un punto ciego. Las sociedades contemporáneas,
después de casi 15 años del 11-S, no son más seguras luego del combate al terror
integrista; la violencia preside las relaciones sociales, distorsiona e incrementa su
opacidad, construyendo nuevos obstáculos a su conocimiento; poco se ha
aprendido del Islam y su creciente y perturbadora presencia en las sociedades
occidentales de Europa y América. El saldo histórico resulta dramáticamente
deficitario.
Por otra parte, después de los ataques terroristas del 11-S, la pregunta
crucial, para el mundo occidental hegemonizado por Estados Unidos, consiste en
saber si efectivamente el mundo es más seguro. Cuestión complementada por
otras interrogantes vinculadas a la anterior y no menos significativas: ¿sabemos
más de nosotros mismos, es decir, de la trama y el sentido de nuestras relaciones
sociales?¿sabemos más de “los otros”, esto es, del Islam, ese otro mundo cultural
y religioso, que ha sido decretado (otra vez) como “el enemigo” en el conveniente
y a menudo convincente –aunque falaz– escenario del choque de civilizaciones?
195
de duda o vínculo de lógica capitalista, como consecuencia de su uso durante la
Guerra Fría, al de un reconocimiento mundial acerca de la necesidad y pertinencia
política de los derechos humanos. Tal giro de la visión respecto de los derechos
humanos, señala de Sousa Santos, solo pueden ser entendida a partir de las
tensiones dialécticas propias de la Modernidad, acicateadas por el proceso de
globalización y sus consecuencias paradojales; se trata de una “tensión dialéctica-
creativa” entre los principios de regulación social y el de emancipación social. 251
251
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la
posmodernidad, op. cit., pág. 346.
196
los derechos humanos históricamente condicionada por una parcialidad
androcéntrica y la necesaria formulación de una perspectiva de igualdad de
género. 4) En el plano heurístico, el respectivo olvido de las víctimas en la historia
del derecho y la importancia de articular una noción crítica de víctima. Estas son,
pues, las cuestiones trascendentes, en tanto vectores de la globalización, que un
discurso crítico de los derechos humanos tiene que asumir en su afán de re-
legitimar a los mismos.
197
derecho humanos, al confrontar las relaciones de poder entre los géneros dentro
del lenguaje universalista de los derechos humanos. El concepto de género,
además de su inherente ánimo crítico, contiene pretensiones políticas
reivindicativas radicales, de las cuales derivan su potencial desconstructor sobre
ciertos paradigmas teóricos, pero también prácticos, dotados de una presunta
validez universal.
198
CAPÍTULO CINCO. IMPERATIVO MULTIDISCIPLINARIO
199
centro dominante en el discurso de los derechos humanos y que propicia la
intervención del conjunto de las ciencias sociales y la filosofía en su conformación
y desarrollo internos.
200
respecto de los derechos humanos. La filosofía es el discurso idóneo para tales
propósitos, el más apto –en virtud de su propia trayectoria histórica y su
funcionalidad– para situar y resituar el objeto de reflexión y, también, para situarse
en perspectiva de cambio, de migraciones intelectuales y culturales.
252
HABERMAS, Jürgen, Teoría de la acción comunicativa, vol. I, Taurus, Madrid, 1987, págs. 76 y
sigs.
253
Aquí se asume la lectura de que la noción —weberiana— de la legitimidad reducida a la
legalidad es insuficiente y requiere de complementación; legitimaciones referidas a la eficacia de
las acciones y a temáticas de legitimidad sustancial como los conceptos de justicia, bien común,
desarrollo humano, entre otros.
201
En ese sentido, resulta pertinente reactualizar la distinción entre derecho de
los derechos humanos y derechos humanos, al igual que la necesidad de avanzar
reflexivamente respecto de la intrínseca tensión existente entre ambas
dimensiones, bipolaridad deóntica, análoga a la clásica tensión irresuelta entre
derecho y justicia.
254
HABERMAS, Jürgen, Conocimiento e interés, Taurus, Madrid, 1982, págs. 321-325.
255
ESTÉVEZ, Ariadna y VÁZQUEZ, Daniel (coords.), Los derechos humanos en las ciencias
sociales. Una perspectiva multidisciplinaria, Facultad Latinoamerica de Ciencias Sociales, Sede
México/UNAM-Centro de Investigaciones sobre América del Norte, México, 2010.
202
hegemónica en la descripción, constitución y legitimación teorética de los
derechos humanos ha conducido a la necesidad de una aproximación
multidisciplinaria.
256
SARTRE, Jean Paul y LÉVY, Benny, La esperanza ahora. Las conversaciones de 1980, Arena
Libros, Madrid, 2006.
203
susceptible de propiciar consensos relativos, si bien no consensos ‘densos’
(coincidencia de valores sustantivos y acuerdo en cuanto a su fundamentación), sí
procura consensos ‘tenues’, periféricos; si bien a la larga, pertinentes para
acumular lazos de entendimiento y espacios de tolerancia.
257
FOUCAULT, Michel, El orden del discurso (Lección inaugural en el Collège de France.
Diciembre 2, 1970), Tusquets editores, Madrid, 1973.
258
El caso del movimiento estudiantil en México tuvo una deriva mucho más política y cultural que
secuelas efectivas en el ámbito de las instituciones de educación superior y, mucho menos, incidió
204
modo creciente, ante las urgencias que la complejización de las sociedades
capitalistas reclaman de la ciencia y la técnica. Respecto a la primera cuestión, las
repercusiones políticas y educativas de mayor calado fueron en Francia. La
institución universitaria reaccionó con múltiples iniciativas, entre las más
significativas fue el ya legendario Congreso de Niza, el desarrollo experimental de
la Universidad de Vincennes, la departamentalización de las tradicionales
facultades y, en el plano teórico, quizás uno de los aspectos más relevantes fue el
desarrollo y la instrumentación de la noción de interdisciplina. Esta noción resultó
ser la clave para la segunda demanda, la de intervenciones especializadas ante
los problemas críticos y multiplicados riesgos propios de la sociedad mundial en la
fase de globalización; su consecuente transformación de Modernidad capitalista
tradicional –o primera– en una sociedad de riesgo global o Modernidad reflexiva
–o segunda Modernidad–, con necesidades de autoreflexión crítica
(interdisciplinares o multidisciplinares) crecientes. 259
en el plano de una reconsideración teórica. Salvo la interesante excepción de los trabajos sobre la
autogestión académica –que merecen la pena releerse– Vid. REVUELTAS, José, México 68:
juventud y revolución, ERA, México, 1984, págs. 94 y sigs., también págs.107-109; 110-125; 149-
154; 165-178.
259
Para un análisis de este contexto de complejidad ver: BECK, Ulrich, La sociedad del riesgo
global. En busca de la seguridad perdida, Paidós, Barcelona, 1998; Vid. también del mismo autor,
¿Qué es la globalización?, Paidós, Buenos Aires, 2001; BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida,
FCE., México, 2000.
260
Vid. PIAGET, Jean, “La epistemología de las relaciones interdisciplinarias”, en APÓSTEL, Leo,
et al., Interdisciplinariedad. Problemas de la enseñanza y de la investigación en las universidades,
Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, México, 1979, págs.
153-180.
205
una reducción de la especificidad de las ciencias sociales a los métodos de
explicación de las ciencias naturales.
261
PIAGET, Jean, op. cit., pág. 163 y sigs.
262
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura
política, Trotta, Madrid, 2011, págs. 151-168 y 171 y sigs.
263
En las ciencias sociales son inevitables (e inherentes a su objeto) “grados residuales abiertos de
libertad subjetiva, propios de los sistemas mentales humanos, culturales, sociales y socio-técnicos.
Esto hace a las ciencias humanas significativamente diferentes de las ciencias físicas; como
consecuencia, las opciones normativas no pueden ser evitadas en los comportamientos humanos
individuales, en los sistemas sociales y socio-técnicos, y en la evolución cultural. Esto implica
206
La interdisciplina fundamentada epistemológicamente (Piaget), se construye
a partir del abordaje común de un objeto concreto (empírico), y no solamente
como una mezcla discursiva de los enfoques teóricos de las disciplinas que lo
buscan comprender. 264 Además de que no puede soslayarse una complejidad
disruptiva mayor, que incrementa su heterogeneidad, por la injerencia de lo
político ideológico como constitutivo del conjunto de la investigación, sobre todo en
las ciencias sociales, ya que opera como una exigencia extrínseca del objeto de
investigación o análisis, pero intrínseca al sujeto que investiga y que es
componente inherente de la realidad estudiada. 265
también diferencias importantes entre las ciencias humanas, por un lado, y las ciencias físicas por
el otro”. KLINE, Stephen J., Conceptual Foundations of Multidisciplinary Thinking, Stanford
University Press, Stanford, 1995, pág. 269.
264
PIAGET, Jean, Clasificación de las ciencias y principales corrientes de la epistemología
contemporánea, Paidós, Buenos Aires, 1979.
265
WALLERSTEIN, Immanuel, Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas
decimonónicos, Siglo veintiuno editores/ UNAM-Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de las
Ciencias y Humanidades, México, 1998.
207
Vale la pena recordar las tres instancias o, mejor, los tres registros en que se da
la experiencia humana como consecuencia de ser todos criaturas del lenguaje: el
de lo real, el de lo imaginario y el de lo simbólico. […] El proyecto de las ciencias
(así, en minúscula y en plural) es el de apropiarse de lo real por medio de lo
simbólico. Inventar notaciones, letras, número y fórmulas para operar sobre el
mundo transformándolo. 266
266
ZARCO NERI, Miguel A., “El psicoanálisis como interdisciplinariedad”, en MUÑOZ RUBIO, Julio,
(coord.), La interdisciplina y las grandes teorías del mundo moderno, UNAM-Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades/UNAM-Coordinación de
Humanidades, México, 2007, pág. 392.
267
FOLLARI, Roberto, “La interdisciplina revisitada”, en Andamios. Revista de Investigación Social,
núm. 2, volumen 1, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, 2005, págs. 7-17.
208
estudio o reflexión interdisciplinar. Por cierto que se trata de situaciones y
problemáticas objetivas inmanentes a la condición propia del capitalismo
avanzado, planificado por empresas multinacionales y globalizado y ya no sólo
problemas relativos al capitalismo de libre empresa y a las leyes tradicionales
(simples) del mercado.
268
Desde Karl Mannheim éstas han sido las modalidades tradicionales de estudio de la noción de
ideología. La primera derivada de la matriz teórica marxiana y la segunda heredera de la dialéctica
hegeliana. Vid. VILLORO, Luis, Creer, saber y conocer, Siglo veintiuno editores, México, 1996.
Revisar, asimismo, la excelente antología de VILLAGRÁN, Carlos y CASSIGOLI, Armando, La
ideología en sus textos, 3 vols., Marcha Editores, México, 1982.
209
conciencia falsa, a un conocimiento pre-científico, equívoco y falsamente concreto.
Por su parte, la ideología tratada desde una modalidad sociológica es una forma
de interpretación pre-temática o temática de la realidad, a partir de un determinado
lugar en la extracción u origen de clase y/o en la posición ocupada en la lucha
entre ellas.
269
HABERMAS, Jürgen, Ciencia y técnica como “ideología”, Tecnos, Madrid, 1984, págs. 59-66.
210
2. Pugna por una visión multidisciplinaria
270
KLINE, Stephen J., op. cit., págs. 1-2.
271
Uno de los teóricos cruciales y referenciales para el desarrollo de la óptica teórica de la
multidisciplinariedad, en la tradición anglosajona. Otra variante multidisciplinar de gran alcance es
el profuso desarrollo del “pensamiento complejo” desarrollado por MORIN, Edgar, El método, 5
vols., Cátedra, Madrid, 2006. Asimismo, resultan de referencia obligada los trabajos de la Teoría
crítica, en particular, la polémica sobre el positivismo de T. W. Adorno con Karl Popper, ADORNO,
Theodor W. et al., The Positivist Dispute in German Sociology, Harper Torchbooks, Nueva York,
1976; así como también el trabajo de Jürgen Habermas y sus discusiones con Appel y Pierce:
HABERMAS, Jürgen, Teoría de la acción comunicativa, 2 vols., Taurus, Madrid, 1987, así como los
ya citados Conocimiento e interés y Ciencia y técnica como “ideología”. Un desarrollo de estas
versiones sobre multidisciplinaridad e interdisciplina resultan fuera de los objetivos del presente
texto pues se trata de una primera aproximación; no obstante, constituyen momentos
imprescindibles para un estudio sistemático.
211
ético del sentido procedimental de las investigaciones), al menos los siguientes
temas:
272
KLINE, Stephen J., op. cit., págs. 2-3.
273
Ibid., pág. 10.
212
sus implicaciones, lo que resulta decisivo para conocimientos fundados en
explicaciones narrativas (fundadas en un saber interpretativo), como las ciencias
sociales, el derecho –incluido– y la teoría y/o doctrina de los derechos humanos, a
diferencia de las explicaciones causales (basadas en un saber empírico-
deductivo), como es el caso de las ciencias físico-matemáticas. 274
274
HABERMAS, Jürgen, Conocimiento e interés, op. cit., págs. 323-324.
275
KLINE, Stephen J., op. cit., pág. 274
213
para la comprensión de nosotros mismos y el mundo. 276 Particularmente relevante
puede resultar esta lista de instrumental conceptual tanto para la consideración
crítica, no unilateral, ni solamente interdisciplinar de los derechos humanos, así
como para investigaciones aplicadas al ámbito de su problemática. A partir de los
estudios multidisciplinarios es que se podrá observar el campo intelectual en su
conjunto, con jerarquías y criterios de prioridad, lo que, a su vez, nos permitirá
incluir en la visión lo heterogéneo del terreno, los conflictos y las fases de
interacción mutua entre las diversas disciplinas.
276
MORIN, Edgar, Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1998, págs. 27-29.
277
Cfr. KLINE, Stephen J., op. cit., pág. 265.
214
El examen del origen de estas dificultades y limitaciones del conocimiento
multidisciplinar sugiere, en términos de Jay Kline, la presencia de factores que
tienen que ser atendidos, conocidos, precisamente con las herramientas derivadas
de las experiencias cognoscitivas acumuladas en modo multidisciplinar y que se
encuentran lejos de haber sido dilucidados, entre los más significativos destacan:
la naturaleza de la mente humana, los mecanismos de aculturación respecto de
otros campos de conocimiento presentes en los expertos de distintas disciplinas,
la excesiva autonomía de las disciplinas (que actúan como si la retroalimentación
fuera menos importante de lo que es), la falta de puntos de vista sinópticos del
sistema intelectual, la gran complejidad de muchos sistemas comunes e
importantes y el muy limitado seguimiento dado al discurso multidisciplinar.
(1) un cuadro sinóptico, incluidos los objetivos y las conexiones para el medio
ambiente; (2) una visión por partes de los componentes más pequeños y
pertinentes, y (3) una visión estructural de cómo los componentes se agregan para
formar el conjunto y permitir su funcionamiento. [...] El programa reduccionista es
imposible, incluso en principio, ya que ninguna visión sinóptica, por sí misma,
278
Cfr. MORIN, Edgar, Ciencia con consciencia, Anthropos, Barcelona, 1984, págs. 232 y sigs.
215
puede proporcionar los medios para la comprensión de cualquiera de las piezas o,
no se diga, la estructura de los sistemas complejos. 279
279
Para un análisis de los riesgos del reduccionismo y la abstracción, Vid. MORIN, Edgar,
Introducción al pensamiento complejo, op. cit., pág. 29 y sigs.
280
MORIN, Edgar, El método, op. cit.
281
MORIN, Edgar, Ciencia con consciencia, op. cit., págs. 311 y sigs.
216
que no pueden producir los resultados deseados; (c) las solicitudes (a) y (b) deben
incluir al menos algún ejemplo histórico importante y de actualidad; y (d) las
consecuencias de (a) y (b) para la metodología en las diferentes disciplinas y en
nuestro sistema intelectual total”. 282
282
KLINE, Stephen J., op. cit., pág. 3.
283
BOURDIEU, Pierre, La lección inaugural, Anagrama, Barcelona, 2002, pág. 13.
217
En la consistencia del objeto de conocimiento derechos humanos, se asiste
a una práctica valorativa, a un conjunto de intervenciones teóricas y prácticas
generadoras de instituciones y normas para defender la dignidad de las personas,
sin entrar por ahora en el debate acerca de la fundamentación de la noción de
dignidad humana, así como para la promoción de esa cultura, de modo que impele
a nuevas intervenciones para la ampliación de las libertades (emancipatorias) y
que limite y frene a la autoridad en el ejercicio del poder (intervenciones de
resistencia y regulatorias).
218
religión, antropología y filosofía. El trabajo entre disciplinas nos permite analizar,
(en sentido fuerte), descomponer temas que en apariencia refieren sólo a un área
del conocimiento, sino observar el hecho de que también interpela a otras ramas
separadas del conocimiento humano y de la naturaleza.
219
de las instituciones públicas de defensa de los derechos humanos abdica a favor
de las autoridades estatales.
220
nómadas, búsqueda de nuevos espacios de libertad, pensamiento en curso, de
ideas a velocidades revolucionadas en competencia con la velocidad de una
época de súbitas trasformaciones de la realidad que superan con creces los ritmos
del pensar. Intentos de reflexión propios de una Modernidad alterada, líquida,
cuyos procesos carecen de tiempo de vida suficiente para asentarse y
solidificarse. 284
284
BAUMAN, Zygmunt, Tiempos líquidos, Tusquets editores, México, 2007.
285
MORIN, Edgar, Ciencia con consciencia, op. cit., pág. 311.
286
Idem. Los subrayados son del autor.
221
el de la objetividad, la formalización, el uso de las matemáticas como un lenguaje
explicativo generalizado, así como el de la eliminación del problema del sujeto.
222
CAPÍTULO SEIS. IMPERATIVO MULTICULTURAL
Con el fin del bipolarismo global, un conjunto de fuerzas y sus reacciones, viejas
reivindicaciones y aspiraciones encontraron en la afirmación de la heterogeneidad
un punto focal. La pretensión homogeneizadora del proceso de globalización
encontró su punto de inflexión disruptivo (más simbólico que real) en la Caída del
muro de Berlin. La tendencia a la heterogeneidad se constituyó en el motor del
principio de autonomía y en la fuerza de un potencial constructo de identidades
diferenciadas individuales y colectivas. El imperativo multicultural –especie de gran
paraguas teórico y cultural de las diferencias– se convierte en un desafío e impele
a un diálogo con las culturas periféricas, pero también en el seno mismo de las
sociedades democráticas de Occidente, respecto de las reivindicaciones
valorativas de diferencia y reconocimiento culturales. Esta será la problemática
central del presente capítulo.
223
No obstante esa pretendida universalidad y homogeneidad características
de la cultura de la Modernidad (occidental) y su última configuración
contemporánea, la globalización, prevalece en confrontación práctica e intelectual
con las reivindicaciones de la diferencia y la heterogeneidad. Esa confrontación es
ineludible dado el carácter inescapable del conflicto de valores, implícito en el
impulso históricamente dominante de la perspectiva occidental y sus formas
político culturales (derechos humanos incluidos). La crítica principal a la
“universalidad” de los derechos humanos radica en que se pretende colocar a la
tradición cultural occidental como el modo de vida superior, derivado de la
naturaleza común humana, es decir, una civilización universal hacia la que todas
las culturas convergerían eventualmente.
287
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, De la mano de Alicia. Lo social y lo político en la
postmodernidad, Siglo del Hombre/ Universidad de los Andes-Facultad de Derecho, Bogotá, 1998,
págs. 345-365.
288
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, “Los derechos humanos en la posmodernidad”, en
ALONSO, Manuel Alberto y GIRALDO, Ramírez Jorge (eds.), Ciudadanía y derechos humanos
sociales, Escuela Nacional Sindical, Medellín, 2001, pág. 168.
224
En esa tensión entre homogeneidad y heterogeneidad, entre valores de
pretensión universal y valores particulares, diferenciados, la temática de los
derechos humanos ha ido ocupando un lugar central, tanto como objeto de crítica
valorativa –pues su construcción y fundamentación se han realizado en clave
monocultural (occidental)-, así como por el desarrollo de un debate de
revaloración, redefinición y relegitimación del discurso y la teoría de los derechos
humanos, de cara a las modificadas condiciones de nuestras sociedades globales.
289
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura
política, Trotta, Madrid, 2011, pág. 284.
225
pertinentemente asumidas y esclarecidas por el discurso moderno (de pretensión
universal)? Los grandes principios emancipadores –paradigmáticos– del discurso
liberal juridicista, ¿son ejes reflexivos funcionales para los temas de las diferencias
culturales y éticas, interpretan y explican adecuadamente los nuevos derechos y
las identidades colectivas en la presente condición contemporánea (globalizada)?
226
vía de solución al contraste entre el modelo universalista y el relativismo cultural.
No obstante, sus tensiones e insuficiencias son piezas importantes del análisis
debido a que no abandona, en el fondo, su vocación universalista.
227
dominante de los derechos humanos. Se presenta una confrontación ineludible
entre el ethos universalista del discurso de los derechos humanos y el ethos de la
lucha por el reconocimiento –político y jurídico– de las diferencias. Habrá de
prevalecer la confrontación práctica e intelectual en este terreno, toda vez que ese
conflicto de valores es inescapable puesto que supone la inherente e implícita
supremacía valorativa de la democracia y de los derechos humanos sobre otras
formas, normas y valores político culturales. La consecuente reincidencia en la
idea del conflicto, como clave de la gramática del poder, resulta obligatoria.
1. Multiculturalidad y multiculturalismo
228
calidad democrática suficiente en la medida en que ha dejado atrás la violación y
restricción de los derechos humanos, cívicos y políticos de los ciudadanos. Es en
sociedades democráticas desarrolladas donde, de modo preferente, se ha
desenvuelto con mayor vigor el discurso multiculturalista. Los estados
multinacionales (como Canadá) o multiétnicos (como los Estados Unidos) han sido
el lugar y el ambiente cultural desde donde han detonado las ideas y las
propuestas pluriculturalistas. Estas propuestas han impactado a las naciones
europeas, sensibles a los mensajes y demandas multiculturales tanto por la
presencia creciente de emigrados provenientes de África, Asia y los países árabes
e, incluso, del Este de Europa, como por el complicado proceso de integración
multinacional y multirracial característico de la Unión Europea.
290
Vid. EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, Documentos y comunicados, 3
vols., ERA, México, 1994-1999. También Vid. ARIAS, Alan, “Cómo ganar libertades y no
perderlas”, Revista Mexicana de Ciencia Política, núm. 46, UNAM-Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, México, 2002.
291
Vid. ARIAS, Alan, EZLN: violencia, derechos culturales y democracia, CNDH., México, 2003,
págs. 133-139 y 145-151.
229
Desde esta perspectiva, la premisa del multiculturalismo respecto de que
las diferencias son condición constitutiva y bien valorada de las sociedades
contemporáneas plantea un reto al modelo universalista occidental de los
derechos humanos. Es así que el multiculturalismo problematiza, desde la
heterogeneidad, los criterios de homogeneidad inherentes a los Estados
nacionales, asimismo cuestiona la validez del paradigma de los derechos
humanos y de la democracia, toda vez que asume con radicalidad el pluralismo de
valores. En consecuencia, busca la protección y reconocimiento de esos grupos
diferenciados social y culturalmente en el interior de los Estados nacionales. Esta
perspectiva teórica y práctica, en su núcleo duro, resulta en un cuestionamiento de
hecho (y también teorético) del paradigma de los derechos humanos como base
suficiente para la convivencia civilizada.
292
Giovanni Sartori reprocha a los principales autores multiculturalistas omitir el vínculo de sus
tesis con el presupuesto del pluralismo y debilitar así la efectividad e importancia de la tolerancia
en su propio discurso. Vid. SARTORI, Giovanni, La sociedad multiétnica, Taurus, Madrid, 2001,
págs. 75 y sigs.
230
en virtud de esta omisión conceptual, en riesgo de perder actitud y aptitud de
tolerancia, con las costosas e indeseadas consecuencias de una intransigencia
intelectual y política bajo el amparo, siempre autocomplaciente, de una buena
intención justiciera.
2. El desafío multicultural
El fin del bipolarismo global ha traído consigo que Occidente aparezca como una
esfera cultural explosiva y fragmentaria, donde la heterogeneidad se constituye
como principio de autonomía y constructo de las identidades individuales y
colectivas. Si se observa bien, el desafío multicultural a Occidente no proviene
tanto del “choque de civilizaciones” (Huntington), es decir, como una confrontación
proveniente del exterior, sino que se trata de una contradicción implosiva. Es en el
propio seno de las sociedades occidentales donde se incuban y se materializan
las antinomias y paradojas, al ser confrontadas por la potencia fáctica e intelectual
de las diferencias culturales, sus irresolubles confrontaciones valorativas, en las
condiciones impuestas por la globalización.
231
persona humana, cuya asimilación pragmática es recusada por el
multiculturalismo).
232
y la teoría de los derechos humanos de cara a las modificadas condiciones del
presente.
233
Se trata de asumir la noción de paradoja en su acepción más rigurosa; 293
no se trata genéricamente de contradicciones, límites, efectos perversos o contra-
finalidades, sino –al pie de la letra– de paradojas, esto es, lo que se encuentra en
contraste con la doxa, con la opinión corriente y el sentido común en torno a la
cuestión del universalismo. Se trata de hacer visibles, evidentes, las tácitas
consecuencias o lo “impensado” del universalismo.
293
FERRATER MORA, José, Diccionario de filosofía, 4 vols., Alianza Editorial, Madrid, 1979, págs.
168 y 2488.
234
contraseña propia (pass-word), inconfundible y precisa que no es otra que la
lógica de la identidad y de la identificación, piedra angular de la teoría del
conocimiento moderno.
294
ADORNO, Theodor W. y HORKHEIMER, Max, La dialéctica de la Ilustración, Trotta, Madrid,
1994.
295
HABERMAS, Jürgen, Ensayos políticos, Península, Madrid, 1989, págs. 11-16 y 265 y sigs.
235
sino “palabras mayores”, 296 en todo caso, palabras estratégicas, cardinales,
hiperdensas, como se las quiera llamar. Palabras que se han apropiado de la
realidad –hiperreales (otra vez Morin)–, que la moldean y determinan. Tras su
apariencia evidente hay implicaciones y enigmas, probablemente descifrables por
vía del análisis de los conceptos, pero también mediante el cotejo de los
fenómenos de la realidad.
296
MORIN, Edgar, Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1998.
297
Ibid., pág. 124.
236
causal, se ha observado un retorno en grande de la ética. No obstante, este
retorno parece viciado en su base por el prejuicio de la doctrina del
comportamiento racional: el hombre es un sujeto ético-trascendental que actúa
según principios universales, con independencia de su situación existencial y de
su específica pertenencia (arraigo) histórico y cultural.
Una revisión de dos autores, del lado de la crítica histórica cultural y de las
ideas y de la filosofía política propiamente dicha, sirve de ilustración competente
para coadyuvar a la construcción de un juicio complejo y más equilibrado de las
elaboraciones ético-políticas contemporáneas. Se trata de Bernard Williams 298 e
Isaiah Berlin. 299
298
WILLIAMS, Bernard, “Tolerating the Intolerable”, MENDUS, Susan, The Politics of Toleration,
Edimburg University Press, Edimburgo, 1999.
299
BERLIN, Isaiah, Freedom and its Betrayal. Six Enemies of Human Liberty, Chatto & Windus,
London, 2002.
237
neocomunitarios (Walzer, Rorty, Taylor) aparecería con una fundamentación
sólida. El famoso “velo de ignorancia”, que es presupuesto de la “posición
originaria” del contrato, 300 resulta un tanto estrecha. Se puede incrementar su
amplitud y tensar sus márgenes, si se incluye a sujetos culturalmente distantes o
distanciados de la tradición cultural de Occidente; hombres y mujeres ajenos a la
impronta cultural y moral de la Revolución francesa y sus valores (libertad-
igualdad-fraternidad) o a quienes, pese a todo, no están dispuestos a asumir un
significado universal a los valores y principios derivados de ese acontecimiento
histórico-simbólico.
301
Es relativamente conocida la tesis de Berlin de que la tendencia
predominante de la filosofía política en Occidente se ha construido sobre una base
“trípode”, tres afirmaciones que se constituyen en fundamentales:
Primera. Para cada pregunta válida existe una única respuesta correcta, que excluye a
las demás como erróneas, como no verdaderas; no existe interrogante, si formulado
con pertinencia lógica, al que pueda responderse con dos respuestas diferentes que
300
RAWLS, John, A Theory of Justice, Oxford University Press, Oxford, 1971, págs. 161 y sigs.
301
BERLIN, Isaiah, op. cit.
238
sean verdaderas; consecuentemente, si no existe una respuesta correcta, el
interrogante debe ser considerado como no pertinente. Segunda. Existe un método
para encontrar las preguntas lógicamente coherentes. Tercera. Todas las respuestas
correctas deben ser compatibles entre sí. 302
Según Berlin, una tradición filosófica estructurada así podrá estar en condiciones
de compatibilizar relativamente los diversos intereses, esto es, estará en
condiciones de tolerar el conflicto de intereses; pero no contará con las aptitudes
para tolerar el conflicto de valores. Juzgará el conflicto de valores como patología,
como un desencadenamiento (textualmente, separación de la cadena del ser)
fuera del orden lógico, como colapso de la coherencia lógica, en suma, como
déficit de racionalidad.
302
Ibid., pág. 137.
303
WILLIAMS, Bernard, op. cit.
239
lo externo, sino como una aporía propia del funcionamiento de la misma sociedad
occidental. Parafraseando a Huntington, el choque civilizatorio sería no sólo
explosivo, confrontación de dos exterioridades, 304 sino implosivo, inherente a una
contradicción interna, inescapable, occidental y metropolitana, globalizada.
304
HUNTINGTON, Samuel, The Clash of Civilizations and The Remaking of World Order,
Touchstone, New York, 1996.
305
BERLIN, Isaiah, op. cit.
306
BELL, Daniel, Comunitarism and its Critics, Oxford University Press, Oxford, 1993.
240
como recuperación del paraíso perdido, la restauración de una unidad originaria
quebrantada. 307
307
PAZ, Octavio, Sueño en libertad. Escritos políticos, Seix Barral, México, 2001, pág. 371.
308
BERLIN, Isaiah, Contra la corriente. Ensayos sobre historia de las ideas, FCE., México, 2006,
págs. 190 y sigs.
309
HERDER, Johann Gottfried, Antropología de la historia, Universidad Complutense de Madrid,
Madrid, 2002.
310
VICO, Giambattista, Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las
naciones, FCE., México, 1978.
241
sus paradojas, precipitada en la dinámica de la self-refuting prophecy. El
diagnóstico es severo y, en principio, riguroso; no obstante, la solución propuesta
resulta problemática.
311
MOUFFE, Chantal, La paradoja democrática, Gedisa, Barcelona, 2003, págs. 31-32;
HONNETH, Axel, La lucha por el reconocimiento. Por una gramática moral de los conflictos
sociales, Crítica, Barcelona, 1997.
312
KELSEN, Hans, What is Justice? Justice, Law and Politics in the Mirror of Science, University of
California Press, Berkeley, 1957.
242
5. Procesos de desigualdad y exclusión. Una mirada a Marx y a Foucault
313
DE SOUSA SANTOS, Boaventura, El milenio huérfano. Ensayos para una nueva cultura
política, Trotta, Madrid, 2011, pág. 97.
314
Idem.
315
HORKHEIMER, Max, Teoría crítica, Amorrortu, Buenos Aires, 1974.
243
lo que existe descansa en el supuesto de que los hechos o los datos de la realidad
no agotan las posibilidades de la existencia; por tanto, hay alternativas aptas para
superar lo que resulta criticable en la realidad existente. La teoría crítica no es fría,
sino que otorga valor al malestar, a la indignación y al inconformismo; éstos son
entendidos y asumidos como fuente de conocimiento crítico e, incluso, condición
para teorizar acerca del modo de modificar el estado de cosas prevaleciente.
Sobra decir que la teoría crítica apunta a una reconfiguración del paradigma
científico en las disciplinas socio-históricas, diferenciado del paradigma positivista
e imitativo del de las ciencias naturales, en que problematiza la tajante distinción
entre juicios de hecho y juicios de valor; que asume que la referencia a valores
constituye condición obligada para construir explicaciones adecuadas en el ámbito
de las ciencias de la historia (o del espíritu). Es por ello que en la dinámica del
debate contemporáneo y, particularmente, en los territorios de la discusión con y
en el discurso multiculturalista, el recurso a las fuentes de la tradición crítica
resulta ser un procedimiento fructífero, en virtud de que disminuye la fricción de la
litis irresoluble derivada del conflicto de valores.
316
En este mismo sentido, otro punto de articulación decisivo entre estas tendencias de
pensamiento resulta de la reivindicación de la lucha por el reconocimiento, de raigambre crítica
hegeliana, puesta en el debate reciente por Honneth, respecto de la propuesta de la política del
reconocimiento de Charles Taylor, idea referencial clásica del pensamiento multicultural. Vid.
HONNETH, Axel, La lucha por el reconocimiento, op. cit. y TAYLOR, Charles, El multiculturalismo y
“La política del reconocimiento”, FCE., México, 1993.
244
principios de la igualdad y la libertad; a la vez, es una postura política e intelectual
que reivindica con fuerza renovada la noción de fraternidad, tan elusiva y eludida
en la Modernidad capitalista. Las tres, promesas no cumplidas del proyecto
emancipador de la revolución burguesa y su paradigma histórico: la Revolución
Francesa.
245
Modernidad converge y se restringe al desarrollo capitalista, las sociedades
modernas asisten a la contradicción entre los principios de emancipación que
apuntan a la igualdad e integración social, enfrentados a los principios de
regulación que rigen los procesos de desigualdad y exclusión generados por el
mismo desarrollo capitalista.
317
MARX, Karl, El capital, vol. I, Siglo veintiuno editores, México, pág. 651 y sigs.
246
Por otro lado, el teorizador de la exclusión es Foucault, quien explica que
ésta consiste en un fenómeno cultural y social, un asunto de civilización. Se trata
de un proceso histórico mediante el cual una cultura, por medio de un “discurso de
verdad”, genera una prohibición y la rechaza. Es el terreno de la transgresión:
locos, criminales, delincuentes, sexualmente desviados. Profundiza su argumento
318
al sostener que las “disciplinas sociales” conforman un dispositivo de
normalización que descalifica (aunque también califica) y que, de esa manera,
consolida la exclusión. La expulsión del ámbito de la normalidad se traduce en
reglas jurídicas 319 que marcan la exclusión y en la base misma de la exclusión
habita una pertenencia que se afirma por la no pertenencia, al final, un modo
específico de dominar la disidencia.
318
FOUCAULT, Michel, Las palabras y las cosas, Siglo veintiuno editores, México, 1968, pág. 334-
361.
319
FOUCAULT, Michel, La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Madrid, 1980, págs. 111-114.
320
Ibid., págs. 111-114.
247
En estos sistemas jerárquicos se puede encontrar una vía de
fundamentación, una plataforma conceptual de las reivindicaciones de las
minorías culturales, independientemente de que éstas sean nacionales, étnicas,
de preferencias sexuales o de comportamientos límite, también las de las mujeres
entendidas como “minoría simbólica”. Las conceptualizaciones de los sistemas de
desigualdad y exclusión, así como su explicabilidad sólo en función de los
principios de igualdad y diferencia, gravitan en el debate contemporáneo de los
derechos humanos modulado por la impronta del multiculturalismo. Juegan el
papel de estructuras ausentes, en el sentido de que el discurso multicultural no los
verbaliza, no los hace explícitos en la argumentación, aunque su ausencia-
presencia condicione o determine el sentido del argumento.
321
FOUCAULT, Michel, La verdad y las formas jurídicas, op. cit., pág. 124.
248
6. Conflicto de valores y multiculturalismo
322
VATTIMO, Gianni, “Posmoderno: ¿Una sociedad transparente?”, ARDITI, Benjamin (ed.), El
reverso de la diferencia, Nueva Sociedad, Caracas, 2000, pág. 22.
323
Idem.
249
multiculturalistas de reconocimiento de las identidades culturales y la
reivindicación de la diferencia.
250
funcional de la formalización jurídica que le es inherente. Además, reivindicar una
demanda particular en tanto que derecho, tiene como premisa ética y de operación
el postulado de la igualdad política universal; se trata de una cierta circularidad
inescapable en el diseño del derecho, en la que el discurso de los universales
funciona para producir universales por medio de universales. 324
324
ARDITI, Benjamin, “La impureza de los universales”, Revista Internacional de Filosofía Política,
núm. 10, Madrid, 1997.
325
DERRIDA, Jacques, La escritura y la diferencia, Anthropos, Barcelona, 1989, pág. 284.
251
humanos), aunque también, y por igual, al conjunto de las otras culturas
dominadas, excluidas y/o colonizadas.
326
KYMLICKA, Will y NORMAN, Wayne, Citizenship in Diverse Societies, Oxford University Press,
Oxford, 2000.
252
se refieren a grupos sociales caracterizables sólo y primordialmente por sus
rasgos sociológicos objetivos, tales como ser indígena, gitano o musulmán o
habitar el territorio de una comunidad histórica o ser migrante o refugiado. No se
trata, en general, de poseer una condición étnica o religiosa acreditable a algún
esquema de demografía estática, sino que el multiculturalismo habla de colectivos
propiamente políticos.
327
TAYLOR, Charles, “La política del reconocimiento”, El Multiculturalismo y “La política del
reconocimiento”, op. cit., pág. 101.
253
328
cultural. Esta consideración condiciona cualquier ensayo de elaboración
normativa de la diferencia, pues afirma la pluralidad de modos de vida plausibles.
Mundos de vida, en la terminología de Habermas, no sólo respecto al exterior de
sí mismos y sus referencias culturales, sino en el seno mismo de las sociedades y
comunidades. En opinión de Habermas, ello no tendría que significar radical y
necesariamente la inexistencia de valores universales, ni rehusarse a la exigencia
de derechos humanos asimismo universales; no obstante, implica el
cuestionamiento de los axiomas establecidos en el pensamiento liberal y
democrático. 329
328
BAUMANN, Gerd, El enigma del multiculturalismo. Un replanteamiento de las identidades
nacionales, étnicas y religiosas, Paidós, Barcelona, 2001, pág. 15.
329
HABERMAS, Jürgen, La inclusión del otro. Estudios de teoría política, Paidós, Barcelona, 1999,
pág.189.
254
weberiano subversivo de cualquier monoteísmo; no sólo como diversidad de
creencias e ideales éticos personales, sino como modos sociales de vida
compartidos, dotados de necesidades diferentes. 330
330
GUTMANN, Amy, “Introducción”, TAYLOR, Charles, Multiculturalismo y “La política del
reconocimiento”, op. cit., pág. 16.
255
derechos adscritos universalmente a todos en cuanto personas y que, por tanto,
no sería necesario establecer ningún tipo de derechos colectivos. Ello debido a
que la matriz teórica y práctica del liberalismo ha sido pugnar por la
universalización de los derechos civiles mediante los procedimientos del Estado
democrático: extensión y otorgamiento de los derechos sociales de prestación y
de derechos políticos de participación. Sin embargo, esta exclusión de derechos
especiales para grupos minoritarios, ha radicalizado las posturas de grupos pro-
multiculturales en la consecución de sus derechos. El conflicto obligado responde
a la incomprensión de la realidad de las sociedades multiculturales, resultado de la
falta de diferenciación respecto a la historia de la tradición liberal y que exigiría
una reestructuración de la comprensión y el comportamiento del Estado, a fin de
proteger los derechos culturales minoritarios.
256
CAPÍTULO SIETE. IMPERATIVO DE IGUALDAD DE GÉNEROS
331
BUTLER, Judith, LACLAU, Ernesto y ŽIŽEK, Slavoj, Contingencia, hegemonía, universalidad.
Diálogos contemporáneos en la izquierda, FCE., México, 2003, pág.148.
257
pasado. Las ideas de igualdad y libertad enunciadas universalmente en las
primeras declaraciones de derechos humanos hicieron más pronunciadas las
diferencias y desventajas entre las mujeres y los hombres. Más aún, los derechos
humanos abandonaron, por primera vez, su plano meramente discursivo al
confrontarse sus posibilidades materiales y políticas. La lucha política por alcanzar
cierto reconocimiento, por reivindicar una serie de derechos, siempre adquiere un
cariz más intenso y radical; las demandas feministas pertenecen a esta lucha. El
discurso feminista revelaría los límites de los principios de libertad, igualdad y
fraternidad y, plantearía dudas acerca de su aplicabilidad universal.
258
1. Los derechos del hombre y el surgimiento del discurso feminista
332
SCOTT, Joan W., Las mujeres y los derechos del hombre. Feminismo y sufragio en Francia,
1789-1944, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires, 2012; MISKOLCI, Richard, “Feminismo y
derechos humanos”, ESTÉVEZ, Ariadna y VÁZQUEZ, Daniel (coords.), Los derechos humanos en
las ciencias sociales: una perspectiva multidisciplinaria, Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales, Sede México/UNAM-Centro de Investigaciones sobre América del Norte, México, 2010,
págs. 167-168.
259
el corpus conceptual de la configuración clásica dominante del discurso de los
derechos humanos.
el individuo universal que ejercía los derechos políticos del ‘hombre’ era al mismo
tiempo abstracto y concreto; su diferencia en relación a la mujer (en términos de
deseo o función reproductiva) aseguraba que su condición genérica de hombre
constituyera los límites mismos de su individualidad. La individualidad no era
333
SCOTT, Joan W., op. cit. pág. 19.
334
Historiadora estadounidense por la Universidad de Wisconsin-Madison, especialista en historia
de Francia, así como en la historia de género e historia de la mujer. Desde 1985 es titular de la
Cátedra Harold F. Linder en el Institute for Advanced Study de Princenton, Nueva Jersey. Su
artículo “El género: una categoría útil en el análisis histórico” (Gender: A Useful Category of
Historical Analysis, 1986), publicado en la American Historical Review, es uno de los más leídos y
citados en la historia de la revista y se considera germinal en la formación del campo de
conocimiento de la historia de género.
260
solamente una prerrogativa masculina; era definida también en términos de
335
raza.
Para Scott, una historia más comprensiva del discurso y el movimiento feministas
debería analizar las repeticiones y los conflictos del feminismo como síntoma de
las contradicciones en su discurso y sus estrategias políticas. En este sentido, la
historia del feminismo es una lectura de las paradojas históricamente
especificadas que las feministas encarnan, realizan y denuncian. 336 Por tanto, el
análisis parte de indagar los dilemas que las feministas enfrentaron al concebir los
derechos de las mujeres en el lenguaje universalista del individualismo liberal. 337
335
Ibid., pág. 37.
336
Ibid., pág. 35.
337
Ibid., pág. 38.
261
mujer te hace esta pregunta; por lo menos no le privarás ese derecho. Dime, ¿qué
te da imperio soberano para oprimir a mi sexo?¿Tu fuerza? ¿Tus talentos?” 338 En
efecto, De Gouges señalaría que el ejercicio de la razón no se fundamenta a partir
del sexo, por lo cual las mujeres y los hombres al tener cualidades idénticas
debieran disfrutar de los mismos derechos. De manera que la Declaración de 1791
representaría un documento “a la vez compensatorio, por cuanto incluía a las
mujeres donde habían sido excluidas, y un desafío critico a la universalidad del
término ‘hombre’.” 339 Así, De Gouges reinterpretaría, con una visión de mujer
francesa ilustrada, la Declaración de 1789; artículo por artículo, agregaría
conceptos, añadiría las palabras mujer o ciudadana a hombre o ciudadano y en
otros casos sustituiría hombre por mujer. Basta citar los primeros seis artículos de
la Declaración de 1791 para reconocer la importancia de Olympe de Gouges para
el discurso y el movimiento feministas:
338
DE GOUGES, Olympe, Déclaration des droits de la Femme et de la Citoyenne, Éditions Mille et
une nuit, Paris, 2003, pág. 11. Vid. también:
http://www.siefar.org/docsiefar/file/Gouges-Déclaration.pdf (consultado el 13 junio 2014).
339
SCOTT, Joan W., op. cit., pág. 66.
262
ARTÍCULO V. Las leyes de la naturaleza y de la razón prohíben todas las acciones
perjudiciales para la sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes,
prudentes y lógicas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo
que ellas no ordenan.
ARTÍCULO VI. La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las
Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por
medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas
y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente
admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus
capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos. 340
Pese a los esfuerzos por hacer que la diferencia sexual no tuviera importancia en
la política, aquella se convertiría en el supuesto principio fundador del “orden
natural” y, por consiguiente, del social y del político. Bajo la apariencia de
complementariedad entre ambos sexos existía, sin embargo, una profunda
asimetría: la masculinidad se asociaba a la razón, la virtud y la política, mientras la
feminidad se identificaba con el temperamento irreflexivo, la sensualidad y
domesticidad. Así pues, la paradoja del discurso feminista ilustrado liberal
radicaría en la evidente contradicción existente en señalar la importancia y, a la
vez, la irrelevancia de la diferencia sexual a la hora de demandar el voto
femenino. 341 De acuerdo con Scott, la intención crítica de Olympe de Gouges no
sólo consistiría en desvelar las fisuras y las ambivalencias del individualismo
abstracto moderno, particularmente, el conflicto entre el principio universalista de
los derechos del hombre y de la ciudadanía y la exclusión “natural” de la mujer al
apelar al argumento de la diferencia sexual, sino también en la capacidad de
desarrollar una estrategia feminista mediante el activismo político.
340
DE GOUGES, Olympe, op. cit. págs. 16-25.
341
SCOTT, Joan W., op. cit., pág. 55.
263
De Gouges reconocería en las intervenciones públicas y políticas una
estrategia para denunciar la posición de exclusión de la mujer en la sociedad
francesa: su faceta como escritora representaría, según Scott, su “forma más
importante de intervención política”, 342 pues firmar y publicar demostraba que, a
pesar de que la ley lo negara, las mujeres lograban convertirse en autoras. Cabe
destacar que a través de la literatura romántica se pretendía alcanzar el ideal de
una cierta autonomía femenina; el proceso de aceptación, deseo e incluso de
atracción abordados en las diferentes novelas del siglo XVIII reflejarían la
constitución social y simbólica de una nueva subjetividad femenina. 343 Así, el
ejercicio del derecho de opinión a través de la redacción de diversos escritos
literarios y panfletos políticos, hasta la participación activa en los debates de la
Asamblea nacional francesa, novedosas prácticas que inauguraba la sociabilidad
política democrática, serían aprovechadas por De Gouges y, posteriormente, por
las distintas activistas políticas feministas en diferentes momentos históricos.
342
Ibid., pág. 59.
343
MISKOLCI, Richard, op. cit. pág. 170.
264
(...) Por ejemplo, ¿no han violado todos ellos el principio de la igualdad de
derechos al privar, con tanta irreflexión a la mitad del género humano de concurrir
a la formación de las leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de
ciudadanía? ¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito
incluso cerca de los hombres eruditos, que el de invocar el principio de la
igualdad de derechos (...) y de olvidarlo con respecto a doce millones de
mujeres? 344
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, época signada por convulsiones políticas
y sociales, la sombra de la Francia revolucionaria perseguiría a Inglaterra. El
pensamiento ilustrado francés sería aceptado por los intelectuales ingleses, con la
convicción de que pondría fin a la opresión. En ese contexto, Mary
Wollstonecraft, animada por Thomas Payne e imbuida del ideal revolucionario
francés, publicaría Vindicación de los derechos de la mujer (1792) considerado,
hoy en día, el primer documento fundacional del discurso feminista y en el cual se
reivindica, bajo un tono decididamente revolucionario, la extensión igualitaria de
los derechos de ciudadanía entre mujeres y hombres. 345 A partir de Vindicación de
los derechos de la mujer, será imposible contemplar el feminismo y los derechos
humanos como dos discursos separables.
344
CONDORCET, Nicolás, Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit humain, Vrin,
Paris,1970.
345
FAURÉ, Christine (dir.), Enciclopedia histórica y política de las mujeres. Europa y América, Akal,
Madrid, 2010, pág. 203.
265
En Vindicación de los derechos de la mujer, Wollstonecraft establecería una
polémica con Jean Jacques Rousseau en torno a la subordinación “natural” y la
exclusión política de las mujeres. Las objeciones de Wollstonecraft se centrarían,
pues, en la igualdad entre mujeres y hombres; la lucha radical contra los prejuicios
hacia las mujeres; la exigencia de una educación igualitaria para niñas y niños y el
reclamo del derecho de ciudadanía para las mujeres.
346
WOLLSTONECRAFT, Mary, Vindicación de los derechos de la mujer, Ediciones Istmo, Madrid,
2005, pág. 191.
266
Mill sitúa en el centro del debate feminista la consecución del derecho de
voto para la mujer: la solución de la cuestión femenina pasaba por la eliminación
de toda traba legislativa discriminatoria y excluyente. Una vez suprimidas estas
restricciones, las mujeres superarían su "sometimiento" y alcanzarían su
emancipación. Mill reconocería la desigualdad entre mujeres y hombres de la
siguiente manera:
El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la
subordinación legal del uno al otro- es intrínsecamente erróneo y ahora constituye
uno de los obstáculos más importantes para el progreso humano; y debiera ser
sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio
para unos ni incapacidad para otros. 347
347
MILL, John Stuart, El sometimiento de las mujeres, Editorial Edaf, Madrid, 2005, pág. 212.
267
A mediados del siglo XIX, en los Estados Unidos e Inglaterra empezarían a
cobrar fuerza los planteamientos y reivindicaciones feministas. Uno de los hitos de
este nuevo momento en la historia del movimiento feminista es la Declaración de
Séneca Falls o Declaración de sentimientos (1848), en la que se resumían las
conclusiones de la primera Convención sobre los Derechos de la Mujer celebrada
en aquella localidad de Nueva York en Estados Unidos. El naciente movimiento
feminista se centraría, inicialmente, en la exigencia del derecho al voto de las
mujeres. En los Estados Unidos, sus principales líderes fueron Susan B.
Anthony, Lucy Stone y Elisabeth Cady Stanton (una de las promotoras de la
Declaración de Séneca Falls), quienes pertenecían desde 1890 a la National
Union of Women's Suffrage Societies, (Asociación Nacional Americana por el
Sufragio de la Mujer). No obstante, ellas no vieron el resultado de su esfuerzo, ya
que el derecho de las mujeres a votar no sería reconocido en los Estados Unidos
sino hasta 1920.
Que todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la
verdadera y sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la
naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier
otro.
Que todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la posición
que su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del hombre,
son contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no tienen ni fuerza
ni autoridad.
268
Que la mujer es igual al hombre - que así lo pretendió el Creador- y que por el bien
de la raza humana exige que sea reconocida como tal. 348
En esta primera fase histórica del discurso feminista, aquí denominada “proyecto
feminista ilustrado liberal”, es preciso comprender, sobre todo, que los orígenes de
las reivindicaciones feministas se encontrarían estrechamente vinculados a la
tradición del pensamiento ilustrado. Por lo tanto, la paradoja del pensamiento
feminista es, en esta primera fase, el también conocido “dilema de Wollstonecraft”,
es decir, la evidente posición ambigua del emergente discurso feminista respecto
a la igualdad y la diferencia.
348
Declaración de Séneca Falls (1848) [en línea], URL:
http://www.amnistiacatalunya.org/edu/docs/e-hist-senecafalls-1848.html [consulta:
17 de diciembre 2014].
349
SCOTT, Joan W., op. cit., pág. 21.
269
2. El discurso y el movimiento feministas en el siglo XX: el debate sobre
la condición femenina
270
hombres. 350 A partir de la superación de la lógica binaria (mujer-hombre) y, sobre
todo, con la consecuente emergencia del concepto de género, se abriría no sólo la
posibilidad para reflexionar, de nueva cuenta, en torno a la desigualdad a la que
se encontraban constreñidas las mujeres en la sociedad de la posguerra, sino
también para repensar –y esto sería lo novedoso– las diferencias entre los sexos
en tanto que construcción cultural.
350
MISKOLCI, Richard, op. cit. pág. 177.
351
Filósofa española. Catedrática y miembro del Departamento de Filosofía y Filosofía Moral y
Política de la UNED. Es una de las pensadoras feministas más importantes de la actualidad,
representante del llamado "feminismo de la igualdad". Hasta 1993 dirigió el Instituto de
Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid.
352
AMORÓS, Celia, “Presentación (que intenta ser un esbozo del status questionis)”, AMORÓS,
Celia, (ed.), Feminismo y filosofía, Síntesis, Madrid, 2000, pág. 67.
271
comprensión que tiene como punto de partida la toma de conciencia de sí y que
desemboca en una práctica política, esto es, en el espacio donde se desenvuelve
la libertad.
353
AMORÓS, Celia, Tiempo de feminismo. Sobre feminismo, proyecto ilustrado y postmodernidad,
Cátedra, Madrid, 1997.
272
denominadas “destino femenino” y su condición de individuos autónomos. De
Beauvoir profundiza en este argumento de la siguiente manera:
354
DE BEAUVOIR, Simone, El Segundo Sexo, Cátedra, Madrid, 2005,
355
AMORÓS, Celia, “Presentación (que intenta ser un esbozo del status questionis)”, op. cit., p. 69.
273
Al examinar la historia de las mujeres, Beauvoir se da cuenta que no han
tenido historia debido a que se les han puesto todos los obstáculos para impedir
su acceso a la trascendencia. La historia, las leyes y los valores, han sido escritas
por los hombres. Las mujeres, mitad víctimas mitad cómplices, se han adherido al
orden establecido, algunas encuentran privilegios en él, otras no tienen opción.
Aquellas que logran sobresalir en la ciencia, las letras o los movimientos sociales,
agotadas en la lucha por el reconocimiento de su humanidad, no alcanzan la
genialidad si se les compara con los varones que merecen dicho adjetivo. Su
concepción constructivista del sujeto, estrechamente vinculada con las categorías
de “Otra” y de libertad/situación, habría de impulsar el desarrollo de los estudios
de género en distintas direcciones.
274
y pese a las facilidades que el propio desarrollo capitalista pone en sus manos
para facilitarles la tarea de ser buenas esposas y mejores madres, al preguntarse
"¿quién soy?", no encuentran respuesta alguna o una en la que todo está presente
menos ellas: soy mi marido, soy mis hijos, soy mi casa, soy la esposa, entre otras.
Esta imagen ideal se fue forjando durante mucho tiempo pero se consolidó
después de la guerra:
Los años de soledad, en que los maridos y los prometidos estaban lejos luchando
o podían ser muertos por una bomba, hicieron a las mujeres especialmente
vulnerables a la mística de la feminidad. Les hicieron creer que la tristeza de la
soledad que la guerra había añadido a sus vidas era el precio inevitable que
tendrían que pagar por una carrera, por cualquier actividad que las obligase a salir
del hogar. La mística les planteaba claramente un dilema; amor, hogar, hijos, o
bien cualquier otro objetivo o actividad. Ante este dilema, ¿es de extrañar que
356
FRIEDAN, Betty, La mística de la feminidad, Cátedra, Madrid, 2009, pág. 78.
275
tantas mujeres norteamericanas escogieran el amor como único objetivo de sus
vidas?. 357
Friedan establece que este relato consiste en una mentira, misma que se había
perpetuado en el tiempo, un modelo que a fuerza de repetirse había sido
interiorizado, asumido por la mujer americana como su única salida. Ser ama de
casa en un barrio residencial de los suburbios, como lo era la propia Friedan, se
convirtió en el sueño dorado de todas las jóvenes norteamericanas. Quince años
después de la Segunda Guerra Mundial, esta mística de la perfección femenina se
convirtió en el centro de la cultura contemporánea norteamericana. El sentimiento
de una mujer a la que de repente la avasalla el vacío, que percibe con la
conciencia atormentada la insuficiencia de su vida, la nula motivación de su razón
de ser.
A partir de los años sesenta, se inaugura una nueva etapa del pensamiento
feminista, en la cual el concepto de mujer, en tanto que “lo otro”, sería empleado
para reconstruir propiamente una identidad femenina. Este emergente
pensamiento feminista se denominará como “discurso feminista de la diferencia”.
En el contexto social, el surgimiento del “discurso feminista de la diferencia” se
encontraría estrechamente vinculado al Mayo francés.
357
Ibid., pág. 208.
276
filósofa belga. El contenido de esta obra generó tal polémica que Irigaray fue
expulsada de la Universidad de Vincennes.
277
Dicho en otros términos, la familia no es un espacio de afecto y cuidados,
presidido por la simetría y la reciprocidad entre hombres y mujeres, sino una
institución patriarcal en la que se asienta la división sexual del trabajo, se
esconden las relaciones de poder entre hombres y mujeres detrás del amor y de
los cuidados y, en muchos casos, se desarrolla la violencia y el abuso sexual
masculino contra las mujeres. Y todas estas prácticas no son aspectos íntimos y
privados de las parejas o de las familias, como se nos ha contado, sino relaciones
políticas basadas en la explotación y la subordinación de las mujeres.
El “discurso feminista radical”, del último tercio del siglo XX, politizará aún
más el ámbito doméstico-familiar al señalar la violencia de la que son objeto
muchas mujeres y al desvelar la explotación económica que suponen los trabajos
reproductivos que tienen lugar en el espacio privado-doméstico. Sin embargo, los
análisis de Millett no acaban en el desarrollo de esta idea sino que
reconceptualiza, para el feminismo, la categoría de “patriarcado”. A partir de los
años setenta, este concepto ocupará el lugar central del marco interpretativo
feminista y será́ muy útil para entender las causas y los mecanismos que
reproducen la opresión de las mujeres. Además, con esta categoría se podrá
entender que las sociedades están edificadas sobre estructuras políticas,
económicas y culturales que consagran la sumisión de las mujeres respecto a los
hombres.
278
transitan por el “discurso feminista radical”, pero, sobre todo, por la obra de Kate
Millett.
358
AUSLANDER, Leora, “Do Women's + Feminist + Men's + Lesbian and Gay + Queer Studies =
Gender Studies?”, Differences. A Journal of Feminist Cultural Studies, núm. 3, vol. 9, Fall, Duke
University Press, Durham, 1997, págs. 1-30.
359
MÉRIDA, Rafael (ed.), Sexualidades transgresoras. Una antología de estudios queer, Icaria,
Barcelona, 2002.
279
género, y que limitaban su significado a las concepciones generalmente aceptadas
de masculinidad y feminidad”. 360
360
BUTLER, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad,
Paidós/UNAM-Programa Universitario de Estudios de Género, México, 2007, pág. 8.
361
FOUCAULT, Michel, Histoire de la sexualité, vol. 1, "La volonté de savoir", Gallimard, Paris,
1976.
362
WEEKS, Jeffrey, Sexualidad, Paidós/UNAM-Programa Universitario de Estudios de Género,
México, 1998.
363
RUBIN, Gayle, “The Traffic in Women: Notes on the ‘Political Ecnomy’ of sex”, REITER, Rayana
(comp.), Toward an Antropology of Women, Montly Review Press, New York, 1975.
364
NEWTON, Esther, Mother camp: Female impersonators in America, University of Chicago
Press, Chicago, 1979.
365
BUTLER, Judith, op. cit. págs. 11-12.
366
Ibid., pág. 52.
367
MISKOLCI, Richard, op. cit. pág. 177.
280
teoría queer desvelaría que “el orden social contemporáneo no difiere de un orden
sexual estructurado en torno al dualismo hetero/homo, sólo que da prioridad a la
heterosexualidad a través de un dispositivo que la naturaliza y, al mismo tiempo, la
hace obligatoria”. 368
Así, pues no hay género "masculino" propio del varón, ni uno "femenino" que
pertenezca a las mujeres; el género es consecuencia de un sistema coercitivo que
se apropia de los valores culturales de los sexos. Por esa razón, Butler pondrá
especial atención en un colectivo social particular y peculiar: el de los gays,
lesbianas, bisexuales y transexuales (los “raros”).
368
Ibid., pág. 182.
369
Ibid., pág. 54.
281
transgrediendo la heterosexualidad normativa. Así se alcanzaría uno de los
objetivos de Butler: la subversión de las normas de género.
370
Filósofa mexicana. Profesora e investigadora en el campo de la filosofía política clásica y
contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue coordinadora del área de
investigación de Filosofía Política con Perspectiva de Género del Programa Universitario de
Estudios de Género (PUEG).
371
GUTIÉRREZ, Griselda, “El concepto de género: una perspectiva para pensar la política”, en La
ventana. Revista de Estudios de Género, núm. 5, Universidad de Guadalajara-Centro de Estudios
de Género, México, 1997. p. 59.
372
Ibid., pág. 59.
282
de las claves del horizonte epistemológico contemporáneo, desde la recuperación
de la dimensión del sentido de historicistas y hermeneutas, hasta el “giro
lingüístico” de estructuralistas, post-estructuralistas y filósofos del lenguaje, dando
cuenta de una configuración interpretativa en la que han desempeñado un papel
protagónico tanto la lingüística como la antropología, el psicoanálisis y la filosofía.
Panorama heurístico que ha posibilitado el arribo a tesis, ya referenciales
teóricamente, como la que “toda relación social se estructura simbólicamente y
todo orden simbólico se estructura discursivamente”. 373
373
Idem.
374
LAMAS, Martha (comp.), El género. La construcción cultural de la diferencia sexual, UNAM-
Programa Universitario de Estudios de Género/Miguel Ángel Porrúa, México, 1996.
283
mujeres sean tratadas con justicia, en este punto, cabe decir que la resistencia de
las mujeres se realiza en función de una finalidad de reconocimiento, al modo de
los derechos humanos. A partir de señalar un conjunto de libertades
indispensables para las mujeres, los planteamientos y las posiciones feministas
logran intervenir con fuerza en los debates sobre la teoría de la justicia. En ese
sentido, las interpretaciones recientes al discurso feminista, tanto de Martha
Nussbaum como de Seyla Benhabib, han intentado incorporar las ideas de justicia
y en particular la de una ética de la justicia y de los derechos; esto resulta también
un aspecto relevante para el discurso contemporáneo de los derechos humanos.
375
Martha Nussbaum (1947) , en su obra Sex and Social Justice,
reinterpreta la teoría feminista a partir de dos aspectos. El primero, de acuerdo con
Nussbaum, plantea que las problemáticas y los dilemas del pensamiento feminista
pueden inscribirse en la tradición liberal. Por esta razón, los argumentos feministas
de Nussbaum partirán de los postulados liberales; en un sentido descriptivo, su
propuesta sería identificable como de “liberalismo feminista”. Nussbaum reconoce
que el pensamiento feminista tiene mucho que aportar al sistema liberal, sobre
todo, en cuanto a las necesidades básicas que tienen las mujeres dentro de la
sociedad, pues es el liberalismo, en su opinión, el que mejores condiciones éticas
y políticas tiene para promover una sociedad igualitaria. Nussbaum, sin embargo,
realiza también una defensa del feminismo de corte radical, coincidiendo con los
argumentos de Katharine Makinnon y de Andrea Dworkin, y, al mismo tiempo,
promoviendo el liberalismo como una vía de solución a los problemas de
desigualdad. Así pues, la argumentación de Nussbaum sigue en varios sentidos
al texto de Teoría de la justicia de John Rawls. Sin embargo, ella considera
insuficiente la tesis de la distribución de bienes básicos desarrollada por éste y
375
Filósofa estadounidense. Doctora en Derecho y Ética por la Universidad de Harvard.
Actualmente es profesora en la Universidad de Chicago. Ha presidido el Comité para la
Cooperación Internacional y el Comité para la Situación de la Mujer, ambos de la Asociación
Americana de Filosofía y ha sido miembro del Consejo de la Academia Americana de las Artes y
las Ciencias.
284
propone reemplazarla por un modelo centrado en las capacidades básicas que
cada persona debe desarrollar para funcionar plenamente en la sociedad. 376
376
NUSSBAUM, Martha, Sex and Social Justice, Oxford University Press, New York, 1999, pág.
34.
377
Ibid., pág. 56.
285
Nussbaum comparte la misma idea de justicia de John Rawls, el cual
considera a la justicia como equidad; sin embargo señala que Rawls se equivoca
al utilizar el concepto de bienes sociales primarios, concepto que determina
quiénes son los grupos más desprotegidos de la sociedad, es decir, los más
pobres y marginados. De acuerdo con Rawls, los bienes básicos son aquellos que
una persona racional desea con criterios racionales, independientemente de
cualquier otro deseo, y a partir de ese carácter racional los clasifica en tres
categorías: derechos y libertades, oportunidades y poderes, e ingresos y
riquezas. 378 En cambio, Nussbaum considera que no es aceptable una lista que se
basa en bienes y no en capacidades. La utilidad de cada bien varía entre distintos
individuos.
Por esta razón, para Nussbaum lo único justo es hacer una lista de las
capacidades que toda sociedad debe tomar en cuenta al momento de determinar
sus políticas. Estas capacidades son descritas de la siguiente manera:
La primera es la vida, es decir, que toda persona sea capaz de vivir una
vida con una duración normal. La segunda es la salud corporal y la integridad, con
lo cual se brindarán condiciones accesibles de salud, alimentación y vivienda. La
tercera es la integridad corporal, o sea, la libertad de movimiento y la seguridad.
La cuarta se refiere a los sentidos, la imaginación y el pensamiento, de los cuales
se hará cargo la educación. La quinta se enfoca a las emociones, en el sentido de
ser capaces de amar, de sufrir, de enojarse sin verse impedido por el miedo o la
ansiedad. La sexta se enfoca a la razón práctica, ser aptos de concebir el bien y
de hacer una reflexión crítica acerca de la propia vida. La séptima se especifica en
cuanto a la afiliación o la interacción social, es decir, la capacidad de convivir con
otros. La octava se enfoca al respeto y preservación de la vida de otras especies y
de la naturaleza en general. La novena se enfoca al juego, a la capacidad de jugar
y reír. La última se basa en el control sobre el propio ambiente, tanto en términos
políticos como materiales, con lo cual se estará participando políticamente en
378
RAWLS, John, A Theory of Justice, Oxford University Press, New York, 1971, pág. 92.
286
diversos asuntos de incumbencia de todos, y se garantizará el derecho a la
propiedad y al trabajo. 379
379
NUSSBAUM, Martha, op. cit., pág. 41.
380
Catedrática de Ciencia Política y Filosofía por la Universidad de Yale, es considerada una de las
teóricas de la política y del feminismo más prestigiosas de la actualidad. Ha sido profesora en
Harvard University, Princenton, Amsterdam, Cambridge, Berkeley y en la Universitat de València, a
través de Instituto Universitario de Estudios de la Mujer. S. Benhabib fue alumna de Herbert
Marcuse y de Jürgen Habermas. Sus aportaciones –con señas de identidad inconfundibles– se
basan en articular el universalismo con el particularismo.
381
BENHABIB, Seyla y CORNELL, Drucilla (eds.), Feminism as a Critique. Essays on the Politics of
Gender in Late-Capitalist Societies, Polity Press, Cambridge, 1987 (Hay trad. al español, Teoría
feminista y teoría crítica, Alfons el Magnanim, Valencia, 1990).
287
Benhabib apuesta por la continuación del proyecto de la Modernidad, al
modo de la teoría crítica. Sin embargo, es un legado que debe ser reconstruido y
para ello es resulta necesario considerar las críticas que el comunitarismo, el
feminismo y el posmodernismo ha formulado a dicho proyecto. La cuestión reside,
según Benhabib, en establecer un diálogo que conduzca a una nueva articulación
de la Modernidad sin que ello implique su desmantelamiento. 382 Para Benhabib, el
universalismo todavía tiene mucho que decir en una época de fragmentaciones
nacionales y culturales y de ataques a los derechos humanos desde posiciones
relativistas. En su análisis acerca de las teorías morales universalistas, Benhabib
incorpora las correcciones que desde la teoría feminista se han formulado a las
mismas. En ese sentido, la pertinencia de dialogar con la teoría feminista viene
dada también por su carácter no sólo explicativo, sino anticipativo y utópico. 383 En
esa crítica, Benhabib se pregunta si las categorías utilizadas por las éticas
universalistas –como la habermasiana o la rawlsiana– son capaces de expresar
los intereses y las necesidades de las mujeres y por tanto contribuir a su
emancipación. Con ello, Benhabib realiza una apertura intelectual y política a los
movimientos y al pensamiento multiculturalista pero también, al horizonte reflexivo
de la teoría del reconocimiento y su fuerte implicación política y teórica en el
discurso de los derechos humanos.
382
BENHABIB, Seyla, El ser y el Otro en la ética contemporánea. Feminismo, comunitarismo y
posmodernismo, Gedisa, Barcelona, 2006, pág. 239.
383
BENHABIB, Seyla y CORNELL, Drucilla (eds.), op. cit. pág. 152.
288
defienden sería el consenso ideal de selves (seres) definidos mediante una
impostación que identifica arbitrariamente las experiencias de grupo específico de
sujetos, los varones, como el caso paradigmático de los humanos como tales. 384
Pero, además, dicho universalismo no sólo es sustitucionalista, sino excluyente
respecto de aquellos otros sujetos que no comparten las características requeridas
para su inclusión en el ámbito público.
384
Ibid., pág. 153.
289
En primer lugar, el pensamiento feminista ha conseguido insertar así la
cuestión de la diferencia dentro del discurso y el lenguaje de pretensión
universalista de los derechos humanos. A través de la tensión entre universalismo
y diferencia, el pensamiento feminista constituye una línea de reflexión crítica que
acentúa las paradojas, las incoherencias y las ambigüedades del discurso de los
derechos humanos. En ese sentido, la lectura a contrapelo, que en este trabajo se
ha esbozado, acerca del pretendido origen de los derechos humanos, desde sus
declaraciones canónicas, pondría en evidencia las formas de diferenciación y
exclusión que la doctrina canónica de los derechos humanos ha hecho y hace a
las mujeres.
385
BUTLER, Judith, op. cit. pág. 14.
290
Se ha destacado, del mismo modo, la crítica desde el feminismo hacia dos
de los principales dispositivos teóricos del pensamiento liberal: el racionalismo y el
humanismo. Esta crítica habría incidido también directamente en el corpus
conceptual de las configuraciones clásicas dominantes del discurso de los
derechos humanos. La hostilidad histórico-emblemática de las teóricas clásicas de
los derechos humanos hacia el pensamiento feminista –la condena a la guillotina
de la “girondina” Olympe de Gouges resulta ejemplar– resulta también visible. Sin
embargo, la teoría feminista ha logrado encontrar respaldo teórico y conceptual
fuerte (aunque tardío), mediante la problematización de la desigualdad, la
discriminación y hasta la ausencia de referencias a las mujeres en las
concepciones, los textos y las prácticas originarias del movimiento y el discurso de
los derechos humanos.
291
mujeres, durante tanto tiempo, materializar las promesas de la Modernidad de
libertad e igualdad universales.
292
CAPÍTULO OCHO. IMPERATIVO SOBRE UN CONCEPTO CRÍTICO
DE VÍCTIMA
386
HOBSBAWM, Eric, Historia del Siglo XX, Crítica, Buenos Aires, 1998.
387
ZOLO, Danilo, La justicia de los vencedores. De Nuremberg a Bagdad, Trotta, Madrid, 2006,
págs. 157-183.
388
REYES MATE, Manuel, Justicia de las víctimas. Terrorismo, memoria, reconciliación,
Anthropos, Barcelona, 2008, pág. 20.
293
El contrapunto, hasta hace relativamente poco inédito en la historia, lo
constituye una nueva visibilidad de las víctimas. Esta visibilidad no refiere
principalmente a una visibilidad sociológica o histórica en sentido positivista.
Consiste, a contrapelo, en haber logrado que el sufrimiento de las víctimas deje de
ser insignificante, se trata de una rearticulación necesaria que subvierte el
confinamiento invisibilizante de las víctimas evitando su aislamiento simbólico, la
privatización incomunicable de su dolor y la invisibilidad política. Se trata de una
visibilidad de sentido y de interpretación de su existencia (su rescate como motivo
hermenéutico). Esta novedad es, pues, un fenómeno epocal, un signo propio de
nuestro tiempo. 389
389
Ibid., pág. 21.
294
víctima; asimismo, toda pretensión crítica contemporánea no puede
desentenderse de los esfuerzos de des-construcción de los relatos tradicionales
socio-estatales (Durkheim 390 y Weber391, centralmente) que han buscado, a toda
costa, modalidades interpretativas y explicativas de integración y consuelo del
sufrimiento, sin rescatar el potencial hermenéutico, teórico y práctico que un
concepto adecuado y funcional de víctima puede ofrecer. No es una cuestión
solamente teórica o metodológica, la militancia de los derechos humanos al lado
de las víctimas y el compromiso de su teoría con el desentrañamiento crítico de lo
que provoca el sufrimiento, esto es, la violencia y la vulneración de la dignidad de
las personas, impone nuevas tareas a las agendas teórica y práctica del
movimiento de los derechos humanos.
390
DURKHEIM, Émile, Las formas elementales de la vida religiosa, Akal, Madrid, 2007.
391
WEBER, Max, Sociología de la religión, Akal, Madrid, 2012.
295
Enseguida, en una segunda parte de este capítulo, se analizará la
pertinencia de una reflexión propiamente crítica del concepto de víctima, al
considerar a ésta como punto de partida metodológico, plausible para una
investigación del núcleo ético en torno a una teoría de los derechos humanos, y,
también, como mediación necesaria entre el problema de la violencia y la dignidad
vulnerada. El estudio de la víctima resulta un asunto crucial para el discurso social,
filosófico y jurídico de los derechos humanos. No se trata de otra cosa que del
análisis y la reinterpretación de la ecuación discursiva señera de los derechos
humanos, el clásico nudo fundamental –históricamente siempre repensado– de la
relación violencia-víctima-dignidad. La problemática generada por el tratamiento
crítico de esos temas constituye actualmente –como lo ha sido desde su origen– la
columna vertebral de los derechos humanos.
296
Parte Primera. Justicia transicional
Los cambios sociales y políticos del siglo XX, especialmente los procesos
denominados de transición democrática, han colocado en primer plano a las
víctimas de violaciones sistemáticas a sus derechos, planteado la necesidad de
que las modificaciones del orden político-institucional prioricen la defensa de los
derechos humanos y la atención a las víctimas. Sin embargo, este tipo de justicia,
llamada transicional o de transición, de relativa nueva creación, no ha alcanzado
todavía un consenso suficiente sobre su concepción, su práctica y, por tanto, en
los hechos continúa funcionando de modo tradicional, bajo el imperio del
paradigma juridicista de vocación universal, propio del discurso dominante de los
derechos humanos. Es por ello que en la justicia de transición no ha habido
todavía un tratamiento crítico adecuado de las víctimas; pese a ser una modalidad
de justicia que, por primera vez, resitúa a la víctima como condición de posibilidad
de los procesos de transición.
297
posible de las víctimas; éstas son, pues, re-victimizadas por el procedimiento
judicial, inhibiendo su intervención y debilitando radicalmente las posibilidades de
una reparación del daño. Se puede decir que un imperativo de orden
procedimental ha propiciado el soslayo que históricamente el derecho le ha
infligido a las víctimas.
392
BECK, Ulrich, La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Paidós, Barcelona, 2002.
298
de distintas disciplinas que contribuyen a construir enfoques más integrales de un
tema complejo.
393
Para un desarrollo sistemático de la dialéctica entre el “principio emancipatorio” y el “principio
regulatorio” del paradigma de la modernidad, Vid. DE SOUSA SANTOS, Boaventura, Sociología
jurídica crítica. Para un nuevo sentido común en el derecho, Trotta, Madrid, 2009, págs. 29-33.
Para esa tensión en relación con los derechos humanos, Vid., también, págs. 509-512.
299
Estado moderno se ha situado preponderantemente en el ámbito del sistema
penal y en tanto que se han extendido los tiempos en que las sociedades y sus
respectivos Estados han vivido en un contexto social y político de experiencias
negativas y expectativas escasas y limitantes, la problemática victimal se ha hecho
inopinadamente visible.
394
Ensayos sobre la justicia transicional [en línea], Centro Internacional para la Justicia
Transicional, New York, URL: www.ictj.org. [consulta: 16 de febrero de 2013].
395
Una revisión panorámica de las experiencias latinoamericanas de justicia transicional Vid. DEL
ÁLAMO PONS, Óscar, “Dictar la memoria. Justicia transicional en América Latina”, Revista
Metapolítica, núm. 68, vol. 14, enero-marzo, México, 2010, págs. 42-48.
396
ZOLO, Danilo, op cit., págs. 157-183. La reconstrucción realizada por Zolo establece con
claridad tanto los antecedentes como el paradigma que el orden jurídico internacional ha impuesto
a la justicia transicional.
300
de los derechos humanos. Esas obligaciones, de acuerdo con la resolución 397, son
cuatro, a saber:
397
Vid. Resolución completa de Corte Interamericana de Derechos Humanos en www.corteidh.or.cr
398
Si bien estas iniciativas son ampliamente entendidas como base de los esfuerzos de la justicia
transicional, están lejos de representar una lista exhaustiva. Vid. Ensayos sobre la justicia
transicional [en línea], op. cit.
301
Suele tratarse de órganos oficiales del Estado que formulan recomendaciones
para remediar tales abusos y prevenir su repetición.
399
Idem.
302
cambios sustanciales de las condiciones políticas y las correlaciones de fuerza o
(c) de una situación de guerra a una de paz.
303
constelación de preguntas decisivas pudieran ser: ¿quiénes son víctimas, quiénes
victimarios?, ¿quién castiga y en qué medida?, ¿cómo se asignan las
responsabilidades?, ¿cómo se establece la verdad sobre lo acontecido y cómo se
abordará su esclarecimiento?, ¿cómo han respondido las distintas sociedades a
estas preguntas?, ¿cuánto y cómo inciden los contextos nacionales y locales en
las respuestas prácticas, institucionales y teóricas a estas preguntas?, ¿cuáles
son las diferentes opciones de diseño institucional derivadas de las intervenciones
de la justicia transicional?
400
ELSTER, John, “Coming to Terms with the Past. A Framework for the Study of Justice in the
Transition to Democracy”, Archives Européennes de Sociologie, núm.1, vol. 34, Cambridge, 1998,
págs. 7-48.
304
vocación conectiva, esto es, que busca tender puentes, establecer conexiones
entre regímenes políticos distintos, en el marco de las transiciones de regímenes
autoritarios o autocráticos a otros democráticos, así como en el establecimiento de
articulaciones entre momentos políticos diferentes; sea en sentido fuerte, paso de
un conflicto armado a una situación de posconflicto pacificada, o bien, en un
sentido débil, de modificación significativa de la situación política, como habría
sido el caso en la alternancia mexicana del 2000 (la derrota del partido
hegemónico y/o dominante –Partido Revolucionario Institucional (PRI)– luego de
una prolongada permanencia en el poder).
305
2. Tensiones internas de la justicia transicional
401
UPRIMNY, Rodrigo y SAFFON, María Paula, “Justicia transicional y justicia restaurativa:
tensiones y complementariedades”, RETTBERG, Angelika (ed.), Entre el perdón y el paredón.
Preguntas y dilemas de la justicia transicional, Universidad de los Andes editores, Bogotá, 2005.
306
contexto en el que se ha desarrollado o transcurre el conflicto, y el
condicionamiento que el impulso de la globalización y la expansión del orden
jurídico internacional imponen a los mecanismos concretos de la justicia
transicional. Un momento específico de esa contraposición consistiría en los
frecuentes obstáculos generados por el constreñimiento del orden jurídico nacional
por parte de las determinaciones jurídicas de índole internacional. En el siguiente
apartado se retomará y profundizará este planteamiento.
307
duda un muy alto costo. Democracia formal y justicia transicional pueden resultar
contrarias a sus finalidades iniciales.
402
MINOW, Martha, Between Vengeance and Forgiveness. Facing History after Genocide and
Mass Violence, Beacon Press, Boston, 1998.
308
3. La fuerza del contexto versus las determinaciones del orden
internacional
403
Filósofo y jurista italiano. Catedrático en la Facultad de Derecho de la Universidad de Florencia.
404
Aquí y en lo que sigue se retoma el argumento de Danilo Zolo en su crítica al “Modelo
Núremberg”, establecido como paradigma modélico de la justicia (penal) internacional. ZOLO,
Danilo, op. cit., págs. 159-166.
309
y la calidad de las penas infligidas a los condenados, su finalidad y eficacia
preventiva.
Existe una línea crítica muy significativa en la que varios autores han
manifestado ampliamente sus divergencias y objeciones respecto de los
fundamentos normativos y la eficacia de la jurisdicción penal internacional. Entre
ellos, resalta, Hannah Arendt, quien considera extremadamente débiles las
motivaciones adoptadas por los países vencedores para justificar los poderes
jurisdiccionales que le atribuyeron al Tribunal de Núremberg. 405
405
ARENDT, Hannah, Eichmann en Jerusalen: Un estudio sobre la banalidad del mal, Lumen,
Barcelona, 1999.
406
ROLINC, Bert V. A., “The Nuremberg and the Tokyo Trials in Retrospect”, BASSIOUNI, Cherif y
NANDA, Ved. P. (eds.), A Treatise on International Criminal Law, Charles C. Thomas Publisher,
Springfield, 1973. Citado por ZOLO, Danilo, op. cit., pág. 160.
407
Filósofo político y teórico de las relaciones internacionales de origen australiano.
408
BULL, Hedley, The Anarchical Society, MacMillan, London, 1977. Citado por ZOLO, Danilo, op.
cit., pág.160.
310
precedente, al finalizar cada guerra los gobiernos de los Estados victoriosos
podrían someter a proceso a los miembros de los gobiernos de los Estados
vencidos, por haber cometido crímenes definidos como tales por los vencedores,
unilateralmente y con fuerza retroactiva.
Según Kelsen, el castigo de los criminales de guerra habría tenido que ser
un acto de justicia, no la continuación de las hostilidades a través de formas
aparentemente judiciales pero, en realidad, inspiradas por deseos de venganza.
También los Estados vencedores habrían tenido que aceptar que sus propios
ciudadanos, considerados criminales de guerra, fueran procesados por una Corte
internacional; y ésta habría tenido que ser una audiencia imparcial con una
jurisdicción muy amplia, no una corte de ocupación militar con una competencia
fuertemente selectiva. 409 A su argumento crítico, Kelsen denunció la manifiesta
violación del principio nulla culpa sine indicio, anulado tanto por la composición
misma de las cortes y los procedimientos adoptados como por la presunción
general de culpabilidad de los acusados que anticipaba y volvía puramente teatral
el juicio penal. 410
409
KELSEN, Hans, La paz por medio del derecho, Trotta, Madrid, 2008, pág. 122 y sigs.
410
Ibid., pág. 123.
311
precedente negativo, es decir, reflejo de un auténtico síndrome, una especie de
“pecado original de la justicia internacional” que impacta negativamente los
desarrollos de la justicia transicional y se contrapone en su interior a la fuerza que
los contextos sociopolíticos y culturales les impone.
312
Es de subrayar, de inicio, que la justicia transicional ha ido construyendo de
forma paulatina los caminos por los que funciona a partir de las maneras en que
diferentes países han resuelto las tensiones entre sus necesidades de
reconciliación y los imperativos de verdad y justicia; por ello, en el plano jurídico,
importa mucho la atención al conjunto de las mediaciones y acomodos que se han
ensayado entre las legislaciones domésticas y las opciones judiciales
internacionales o los mecanismos e instituciones de internacionalización jurídica.
En otros términos, se trata de un ámbito que ha ido tomando forma a partir del
estudio de las experiencias derivadas de casos particulares en sus complejas
interacciones con el orden jurídico internacional, sus determinaciones y el modelo
paradigmático adoptado.
411
Vid. OROZCO, Iván, Combatientes, rebeldes y terroristas: Guerra y derecho en Colombia,
Temis, Bogotá, 1992.
313
Las implicaciones para los procesos de reconciliación y de construcción de
la paz –en el lenguaje de la UNESCO– de esta internacionalización de la justicia y
de la consecuente ampliación de las competencias y capacidades de intervención
de la comunidad internacional son numerosas y significativas.
314
vigentes, nacionales e internacionales–, así como las circunstancias específicas
de los contextos nacionales e internacionales en los que se negocia.
412
Vid. ARIAS, Alán y RODRÍGUEZ, José María, “Contribución a un diagnóstico del conflicto
EZLN-Gobierno de México”, ARIAS, Alán (comp.), Multiculturalismo y derechos indígenas. El caso
mexicano, CNDH., México, 2008, págs. 30-34
315
las condiciones específicas de la transición en cuestión y del escenario
internacional en el que se desarrollan. Particularmente, en los países periféricos
cuyo contexto está marcado por la pobreza, la desigualdad y las exclusiones
históricas que siempre afectan las posibilidades de generar procesos de justicia
transicional legítimos.
316
contribuyen a la superación de los problemas típicos de las negociaciones y a la
instauración de los mecanismos políticos y legales encaminados a la construcción
de paz, puede aplicarse –también– sin cortapisas a la justicia transicional,
poniendo de relieve el peso que en las consideraciones estratégicas y en las
decisiones tengan preeminencia los condicionamientos locales o las
determinaciones globales.
317
En suma, si bien actualmente los derechos humanos son punto de
referencia y criterio imprescindible en las relaciones internacionales, justificación o
excusa para intervenciones humanitarias militares, código de comportamiento
gubernativo de los Estados que ostentan pretensiones democráticas y legales,
horizonte de resistencia social a los abusos de poder y a la violencia, herramienta
para la defensa de derechos y de luchas por el reconocimiento; los derechos
humanos son -también y al mismo tiempo- armas de uso ideológico, pretexto para
agresiones y expoliaciones en el escenario internacional, falaz propaganda
legitimatoria de los Estados y de movimientos políticos y sociales. El discurso de
los derechos humanos, como se ha señalado, es objeto de abuso y banalización,
mecanismo de apropiación del sufrimiento de las víctimas de la violencia y la
violación de derechos, utilizado perversa o indeseadamente para la
desnaturalización de las instituciones públicas y las organizaciones de la sociedad
que presuntamente los defienden y promueven.
318
Parte Segunda. Hacia un concepto crítico de víctima
319
resultado ser velo y complemento de los significados de sacrificio y resignación
inherentes a la idea de víctima; contenidos a final de cuentas arcaizantes y de
corte teológico.
320
un pivote de reflexión teórico-social conlleva también, aquí y ahora, la exigencia de
una migración cultural de las perspectivas disciplinarias hacia una mirada más
amplia que la generada por la especialización actual de las disciplinas del
conocimiento humano y, en particular, de una reconsideración crítica de la
perspectiva dominante del derecho. Se trata de migrar de una cultura teórica a
otra, de un tránsito no sólo al interior de las diversas ramas de derecho y del
empeño de una conjunción de sus diversas ópticas413, sino de una traslación a la
órbita mayor del universo de las ciencias sociales. Ello remite obligadamente al
entendimiento de la pertinencia y plausibilidad del modo de estudio
multidisciplinar-interdisciplinar de objetos prácticos multidimensionales tales como
los derechos humanos y también –correlativamente- de las víctimas en tanto que
constituyen su centralidad ética, teórica y práctica. Como se ha señalado tanto el
derecho victimal y, también, las modalidades específicas y complejas, con altos
contenidos políticos y filosóficos, de la justicia transicional, resultan ser no sólo
antecedentes obligados, sino también herramientas de suma utilidad.
413
Como bien ha indicado Zamora acerca de la pertinencia “pluridisciplinar” del derecho de las
víctimas. Vid. ZAMORA, José, Derecho victimal. La víctima en el nuevo sistema penal mexicano,
Instituto Nacional de Ciencias Penales, México, 2009, págs. 17 y sigs.
321
dignidad humana (vulnerada) son perceptibles solamente a partir de la vida
dañada en las víctimas, cuyo registro habrá de radicar en las narrativas del
sufrimiento.
414
No plantearemos aquí, más que referencialmente, los problemas implicados en la validez y/o
veracidad de los testimonios de las víctimas. Para ello, son indisputables los textos de Primo Levi
(los comentarios de Agamben) y toda la literatura relativa a los testimonios de los sobrevivientes
del exterminio. La noción paradigmática de la víctima contemporánea, la del Holocausto, ha sido
profusamente estudiada. El discurso de los derechos humanos (su reformulación y
refundamentación moderna, luego de la Segunda Guerra Mundial, 1948) con su reivindación por
vía negativa de la dignidad en la vida dañada de las víctimas, está vinculada a esa reflexión crítica
(si bien en una versión interpretativa más benévola, la Soah). Vid. LEVI, Primo, Si esto es un
hombre, Muchnick Editores, Barcelona, 2001 y AGAMBEN, Giorgio, Estado de excepción, Adriana
Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2007. También, COHEN, Esther, Los narradores de Auschwitz,
Editoral Fineo, México, 2006.
415
Es clásico el estudio de Max Weber al respecto; en el contexto de la racionalización y
sistematización de las creencias religiosas condicionan la explicación de la injusta distribución del
sufrimiento en el mundo y determinan, en consecuencia, el conjunto de los comportamientos
prácticos; el sufrimiento como necesario para una teleología de la vida social. WEBER, Max,
Ensayos sobre sociología de la religión, t. I, Taurus, Barcelona, 1998. Vid. También, WEBER, Max,
Sociología de las religiones. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, edición crítica de
322
de los arquetipos existenciales del siglo XX y parece prolongar su determinación
en lo que va del XXI. Por ello, otorgar sentido al sufrimiento, saber de su finalidad,
sigue siendo un reto de primer orden para una teoría crítica de los derechos
humanos.
Francisco Gil Villegas, FCE., México, 2003. A su vez, Durkheim lo había asumido como una
pedagogía, aprender a sufrir el dolor como precio para la pertenencia grupal. Vid. DURKHEIM,
Émile, Las formas elementales de la vida religiosa, Akal, Madrid, 2007.
416
DAS, Veena, Sujetos del dolor, agentes de dignidad, Universidad Nacional de
Colombia/Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2008, pág. 439.
323
Sin embargo, ante los planteamientos relativos al potencial de sufrimiento
para la creación de individuos y comunidades morales, la reflexión crítica ha
procedido a la desestructuración de cualquier cosmología en la cual se postule
que el sufrimiento pueda tener sentido. Asistimos en la época contemporánea, de
forma más expresa que en cualquier otra etapa de la humanidad, a experiencias
de sufrimiento dotadas de modos nuevos e impredecibles; otorgar y reivindicar un
sentido al sufrimiento significaría normalizar lo que jamás podrá ser normalizado,
tanto en registro individual como social. Hoy se reconoce la obligación de resistir el
sufrimiento de las víctimas, las presentes y las del pasado. El discurso
contemporáneo de los derechos humanos, en tanto que saber práctico alimentado
de prácticas de resistencia y emancipación, tiene que ser parte activa en esta
deconstrucción de los relatos de integración y consuelo (basados en creencias
religiosas) del sufrimiento. Su militancia al lado de las víctimas y el compromiso de
su teoría con el desentrañamiento crítico de lo que provoca el sufrimiento, la
violencia y la vulneración de la dignidad de las personas, impone nuevas tareas a
la agenda de los derechos humanos.
417
Ibid., pág. 441.
324
Asistimos al inicio de un tránsito de una teodicea en sentido estricto a
nuevas formas de lo que podría denominarse, si bien defectuosamente, una
teodicea secular. El sufrimiento y la carga moral que implica, han sido
conceptualizados y administrados racionalmente por el Estado. Con ello, la
administración del dolor ha querido guardar las señales de la legitimidad de la
sociedad, pero también ha mostrado su ilegitimidad. “El sufrimiento de las victimas
ha sido apropiado para legitimar a quienes controlan el espacio público de
pronunciamientos éticos, que a menudo, pero no exclusivamente, son las
instituciones del Estado”. 418
Frente a los terrores de aquellos que han sido sometidos a una violencia
brutal y a la incertidumbre de vivir en un mundo de guerras, de desapariciones y
torturas, el discurso de los derechos humanos puede (y tiene) que abrirse y des-
dogmatizarse, a fin de servir como un cuerpo de escritura que permita que el dolor
se exprese en él. Ante el permanente y abismal sufrimiento generado por varios
Estados, se constata como es que los factores políticos y económicos configuran
la distribución de ese sufrimiento en el mundo contemporáneo; los derechos
humanos pueden contribuir con su discurso a la conformación de ideas
movilizadoras para la acción social y la solidaridad con la víctimas.
418
Ibid., pág. 442.
325
mantiene la consciencia alertada respecto del reconocimiento de la fragilidad de
las pretensiones de su propio discurso (aún de sus empeños críticos), así como de
la condición malamente existente de los derechos humanos en la actualidad. No
soslayar la situación paradójica de los derechos humanos, la tensión entre su
fuerza moral y jurídica referencial para la convivencia enfrentada a la creciente
manipulación política, el descrédito y vulgarización de su discurso y lenguaje.
326
El derecho, principalmente el derecho penal419, cabe de nuevo mencionar,
postula como condición de posibilidad de una justicia legal, el apartamiento de las
víctimas del delito (de violencia) para el logro de un proceso judicial objetivo.
Efectivamente, ese condicionamiento jugó un papel que coadyuvó
civilizatoriamente a superar la retaliación como modalidad elemental y defectuosa
de justicia, sobre todo, por sus efectos generadores de nuevos ciclos de violencia,
todo en el seno de un territorio de justicia proto-civilizada. Sin embargo,
históricamente se ha producido un efecto indeseado, que ha excluido a las
víctimas de los procesos de justicia; el derecho penal se ha focalizado
reduccionistamente en la calificación del delito y la correspondencia adecuada del
mismo con la pena.
419
FOUCAULT, Michel, Vigilar y castigar, Siglo veintiuno editores, México, 1976, págs. 216-218.
327
Es el críticamente renovado discurso de los derechos humanos, quien tiene
la exigencia de ubicar a la noción de víctima y a las víctimas de las diferenciadas
violencias en el corazón de la teoría y la práctica de los derechos humanos. Esto
constituye uno de los momentos estratégicos de su necesaria re-legitimación. De
lo que se trata aquí, más que una analítica de la noción de víctima, es de enfatizar
su carácter teórico y sus potencialidades heurísticas, como ya se ha señalado. La
víctima como un concepto llave, clave decisiva para el desarrollo crítico del
discurso de los derechos humanos.
420
BALIBAR, Étienne, “Violencia: idealidad y crueldad”, Polis. Revista Latinoamericana, núm. 19,
Universidad de los Lagos, Santiago, 2008, págs. 2-3.
328
violencia, cualquier acción emprendida para eliminarla, deberá hacer frente a sus
propios efectos retroactivos. 421
Por ello es que resultará evidente, que el derecho y la justicia, en tanto que
expresiones paradigmáticas, tanto en el plano axiológico como programático,
deben estar orientados a sancionar a los individuos que cometan acciones
violentas. El problema es que, como afirmaba Walter Benjamin, el derecho, una
vez establecido, no renuncia a la violencia simplemente la monopoliza. 423
421
Al respecto, Žižek, en su crítica a Balibar, establece que frente a ese sentido humanitario por la
acción, hacer algo contra la violencia y no solamente analizarla, que condiciona y contamina
también a la teoría y le imprime su carácter ambivalente, es conveniente reivindicar e incorporar a
la reflexión que el imperativo de lo urgente y lo relevante está mediado y sobredeterminado, en la
actualidad, por criterios claramente políticos y mediáticos. ŽIŽEK, Slavoj, “The Obscenity of Human
Rights: Violence as Symptom” [en línea], URL: http://libcom.org/library/the-obscenity-of-human-
rights-violence-as-symptom [consulta: 15 de mayo de 2011]. Para profundizar en la
conceptualización Vid. ŽIŽEK, Slavoj, Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, Paidós,
Buenos Aires, 2009.
422
BALIBAR, Étienne, op. cit., pág. 7.
423
BENJAMIN, Walter, “Critic of Violence”, Select Writings, vol. 1 (1913-1926), Harvard University
Press, Cambridge, 1996, págs. 59.
329
En la primera, lo relativo a condiciones de homogeneidad, bajo un orden
donde los conflictos sociales deben mantenerse para asegurar la estabilidad de
una estructura de poder o autoridad: es importante subrayar la idea de que la
violencia quede fuera (o casi fuera) de lo pensable, en tanto sirve y se justifica
para mantener la determinación normal de las relaciones sociales. La segunda, en
condiciones de heterogeneidad –verdadero quid de la violencia contemporánea
global-, resulta de la emergencia fuerte de conflictos sociales que devienen en
irreconciliables, mismos que comúnmente se expresan a través de alguna
manifestación de violencia.
424
Para un estudio de los conceptos (freudianos) de filogénesis y ontogénesis Vid. MARCUSE,
Herbert, Eros y civilización, Joaquín Mortiz, México, 1968, pág. 91.
425
ŽIŽEK, Slavoj, Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales, op. cit., pág. 12.
426
BALIBAR, Étienne, op. cit., págs. 3-4.
330
y que determinan –en automático– el propósito de eliminar a las colectividades
enemigas. 427
427
Ibid., pág. 5.
331
B) La violencia propiamente “sistémica”: implícita en el funcionamiento
homogéneo de los sistemas económico, político y cultural (de integración
cultural); y sus consecuencias (catastróficas).
332
Estar del lado de las víctimas de la violencia, en solidaridad con su
sufrimiento y con el empeño de retribuir el daño infligido, no debe interferir con el
momento propiamente analítico del estudio de la violencia, en el rescate de sus
elementos útiles para el desarrollo de una teoría crítica de los derechos humanos.
Hay que asumir la necesidad de traspasar el escándalo moral de la violencia
subjetiva, no digamos del impacto emocional del sufrimiento de las víctimas. La
noción de víctima, su potencial heurístico e innovador en el discurso de los
derechos humanos, marca el punto de partida de la reflexión crítica -se trata de un
primer momento de método.
Pero la noción de víctima cumple también con una segunda función -un
segundo momento de método-, que es la de servir de mediación para conectar
teóricamente con el concepto de dignidad humana. La otra cara de la violencia
infligida a la víctima, ese otro daño intangible, pero también generador de
sufrimiento y que el discurso de los derechos humanos rescata como específico y
determinante, la dignidad vulnerada.
Una clave metódica para una teoría crítica de los derechos humanos radica
precisamente en eso, en que el asedio teórico de la dignidad se realice sólo por la
vía negativa de la dignidad irrespetada, ultrajada, por alguna de las formas
realmente existentes de violencia, sea visible o invisible, subjetiva u objetiva,
sistémica o fundacional. Si reflexionamos en el punto, resultará meridianamente
claro que esa dialéctica de violencias y ultrajes a la dignidad humana, visible
mediante el sufrimiento de las víctimas, resulta ser la dinámica profunda de la
historia de los derechos humanos, cuya gramática radicaría en las modalidades de
menosprecio que implican y en el afán de reconocimiento que provocan; el
entendimiento crítico de la víctima como la clave para comprender el sentido del
conjunto de sus prácticas y el discurso de los mismos.
333
4. Observaciones etimológicas sobre la noción de víctima
428
RODRÍGUEZ, Alonso, “Hermenéutica del concepto de actual de ‘víctima’”, Revista Derechos
Humanos México, núm. 13, año 5, México, 2010, pág. 39.
429
Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Gredos Editorial, Madrid, 1994.
430
Breve diccionario etimológico de la lengua española, FCE./Colegio de México, México, 1988.
431
Diccionario de la lengua española, 22ª edición, Real Academia Española, Madrid, 2001.
334
a) Sacrificialidad
En cada una de las acepciones de los diversos diccionarios, se puede señalar que
la etimología de víctima no guarda cambios mayores con respecto a su noción
originaria, de carácter religioso, que denota relación al componente “sacrificio”,
esto es, la persona o animal sacrificado o que se destina al sacrificio. 432
432
En este sentido, la noción de víctima es coincidente en los siguientes diccionarios: Diccionario
de la Real Academia, Diccionario Sopena, Petit Larousse, Oxford English Dictionary, Vocabulario
della Lingua Italiana, The Random House Dictionary, Dicionário Brasileiro de Língua Portuguesa.
433
RAMÍREZ, Rodrigo, La victimología, Editorial Temis, Bogotá, 1983, pág. 4.
335
extendido de la noción de víctima; conforma, en consecuencia, uno de los rasgos
definitorios de la noción dominante de víctima.
434
MARRAMAO, Giacomo, Poder y secularización, Península, Barcelona, 1989.
435
FOUCAULT, Michel, Defender la sociedad, FCE., Buenos Aires, 2001; Vid. También el clásico
FOUCAULT, Michel, Vigilar y castigar, Siglo veintiuno editores, México, 1976, págs. 216-218.
336
referirnos a la superación de los obstáculos epistemológicos -pero también
políticos- para la construcción de un nuevo concepto crítico (deconstruido) de
víctima; conviene al argumento presente establecer los elementos generales de
ese desprendimiento o vaciamiento de significados retrógrados, inherente al
proceso de secularización 436 en lo que concierne al concepto de víctima.
b) Juridicismo
436
Vid. BLUMENBERG, Hans, La legitimación de la Edad Moderna, Pretextos, Valencia, 2008.
337
la afectación, tanto en el plano individual o colectivo, determinada por factores de
origen físico, psíquico, económico, político o social, así como del ambiente natural
o técnico 437; (2) el sufrimiento resultado de un designio, incidental o accidental 438;
(3) el sufrimiento de manera injusta 439. A partir de este conjunto de acepciones, se
puede indicar que dos rasgos esenciales de la definición jurídica de víctima lo
constituyen el sufrimiento y la injusticia 440.
338
extienden las posibilidades de situaciones que propicien o devengan en una
victimización. Esta ampliación de la consideración o definición de víctima logra
incorporar, en principio, a las personas que se convierten en víctimas sin
intervención humana; víctimas por desastres naturales o ataques de agentes
biológicos son ejemplo de este tipo de victimización. También se puede dar una
victimización cuando las personas resulten ser víctimas por conducta propia (auto-
victimización). Asimismo, se puede señalar que existe una victimización sin delito,
esto es, la persona puede sufrir un daño causado por una acción que no se
encuentre sancionada en ninguna ley penal, pero que constituye una inflicción de
daño o sufrimiento resultado de una conducta antisocial y/o una violencia. 442
442
En este sentido, Rodríguez Manzanera señala que existen al menos cuatro posibilidades de
victimización: a) sin delito ni conducta antisocial; b) sin conducta antisocial con delito; c) sin delito
con conducta antisocial; d) con delito y con conducta antisocial. De lo expuesto, se reafirma la
necesidad de proteger a las posibles víctimas a partir de las diversas y variadas posibilidades que
presenta el fenómeno victimógeno. Vid. RODRÍGUEZ MANZANERA, Luis, Victimología, Editorial
Porrúa, México, 1988, pág. 71.
339
categoría de delito y cargado, a su vez, de significaciones múltiples que contienen
en sí mismas el periplo de la secularización del sacrificio y de la historia del
derecho en las sociedades occidentales.
Por todo ello, el discurso de los derechos humanos debe proceder a una
recepción y reelaboración críticas de la noción de víctima como condición de
posibilidad para la construcción de un concepto abierto y funcional de víctima,
atento a las alteraciones que las condiciones sociales, políticas, económicas y
culturales contemporáneas, las que mediante nuevas y alteradas formas de
340
violencia, vulneran y demeritan los derechos humanos de los individuos y su
dignidad. Ese entendimiento de la víctima supone un avance para producir una
idea adecuada a las necesidades contemporáneas de un discurso crítico de los
derechos humanos. Conviene, pues, proporcionar algunos elementos, si bien de
manera sucinta, que orientarían una perspectiva crítica en torno al concepto de
víctima.
443
HORKHEIMER, Max, Teoría tradicional y teoría crítica, Amorrortu, Buenos Aires, 1968, págs.
223-271.
444
ADORNO, Theodor W., Mínima moralia. Reflexiones desde la vida dañada, Taurus, Madrid,
1999,
341
respecto de la comprensión de paradigmas y síntomas de los fenómenos que
pueblan la vida del mundo y de los sujetos que habitan la historia.
342
autodesignación de las víctima y su correlato de credibilidad; (C) el cuerpo
sufriente de la víctima como el espacio del menosprecio. Esas determinaciones de
la idea de víctima (sus obstáculos epistemológicos) 445 prevaleciente enmascaran
contenidos de exclusión y marginalidad, menosprecio y afán de credibilidad, así
como auto-conmiseración y, consecuentemente, bajo potencial de protesta.
(A) ¿Quién define a la víctima? La víctima debe ser designada, deber ser
mostrada como tal. ¿Quién es la verdadera víctima; quiénes son ellas? ¿Quién las
designa? ¿Bajo qué criterios? Ante un atentado terrorista los medios de
comunicación hablan de víctimas (los muertos en los atentados a las Torres
Gemelas de Nueva York, por ejemplo); pero los muertos civiles en un bombardeo
(error de un dron que ataca una escuela en Afganistán) o en un enfrentamiento
entre las fuerzas armadas del orden y los criminales (como en la guerra al
narcotráfico) no son calificados de víctimas, son otra cosa; daños colaterales,
criminales que reciben su merecido, etcétera…
Así, pues, hay de víctimas a víctimas, vidas que valen más que otras,
dignidades más vulnerables que otras o con menos consecuencias. Es una
cuestión de injusticia o justicia, según la perspectiva; un asunto que va más allá
del ámbito que refiere al cumplimiento de la ley y de la adscripción de las víctimas
en tanto se establece su articulación con algún delito tipificado. En todo caso,
atañe a la cuestión de la definición del concepto de víctimas y, por tanto, repercute
en el discurso de los derechos humanos.
445
Vid. BACHELARD, Gastón, La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis
del conocimiento objetivo, Siglo veintiuno editores, México, 2004.
343
La pregunta que se impone es: ¿quién es la víctima?, ¿quién es
considerado víctima? Lo primero es admitir que la idea de víctima supone una
visión política de la situación; que ciertas prácticas, criterios, determinaciones y
valores intervienen y condicionan las definiciones de víctima y las adscripciones
respectivas para un individuo o un grupo de individuos. Es desde el interior de una
política, de un dispositivo político y cultural, que se decide quién es
verdaderamente la víctima y la consecuencia radica en que visiones políticas
diferentes tienen víctimas diferentes. Esta determinación constituye, a todas luces,
un obstáculo epistemológico para la producción de un concepto idóneo y funcional
de víctima.
344
pronuncian. Se puede decir que los derechos humanos son, en su radicalidad,
prácticas sociales que precipitan acontecimientos políticos. 446
446
BADIOU, Alain, El ser y el acontecimiento, Editorial Manantial, Buenos Aires, 1999, pág. 43.
345
Existe, pues, una asimetría (una distancia) entre la víctima de la injusticia y
la idea de justicia, entre la víctima de una violación a los derechos humanos y el
proyecto práctico y discursivo de los mismos. Estamos frente a la tradicional
disonancia entre el derecho, su carácter procedimental y la justicia y su
determinación valorativa. Habría que añadir a las dificultades epistemológicas de
la construcción de una noción crítica de víctima los problemas radicales respecto a
la estructura y conformación de los testimonios de las víctimas y el confuso
conjunto de aporías propias de la figura del testigo, así como las complejidades de
las narrativas del sufrimiento.
447
BADIOU, Alain, La ética, Herder, México, 2004, págs. 45-49; también pág. 31 y sigs.
346
Lo que va validar o incrementar la credibilidad de la víctima habrá de ser la
calidad de su queja, de su reclamo. Superar el obstáculo implícito en la
autodesignación de la víctima lleva al esfuerzo de superar el ámbito de creencia
en el que ha quedado emplazada la cuestión del reconocimiento y la identidad de
la víctima en cuanto tal. Tendrá que ser probada la idoneidad de la víctima, tendrá
que probar su carácter de víctima, mostrar las pruebas de su sacrificio, de su
sufrimiento, pruebas materiales de la violencia padecida. En ello radica el
incentivo, la tentación de mostrar el cuerpo sufriente, hacer gala pública del
espacio físico del dolor.
(C) Estamos, pues, ante la víctima que se nos revela por el espectáculo del
sufrimiento. Esta modalidad se articula con las insuficiencias e inconsistencias
derivadas tanto de la determinación politizada de quién es víctima, así como de las
incredulidades que propicia la autodesignación de las víctimas. Aquí la injusticia, la
dignidad ofendida, el agravio a los derechos humanos se concentra y restringe a
un cuerpo vulnerado, el cuerpo sufriente mostrado y visible de la víctima. La
injusticia es visible en el espectáculo de las personas sometidas a suplicios,
hambrientas, heridas, torturadas. Este espectáculo induce un gran sentimiento de
piedad, de compasión, de amor al prójimo, ciertamente, aunque no
necesariamente a una comprensión capaz de explicar la condición victimaria.
347
El camino del reconocimiento del ser propiamente víctima puede transitar
equívocamente por la generación de sentimientos y emociones compasivas.
Compasión vinculada a las significaciones sacrificiales y de inmolación asociadas
atávicamente a la idea prevaleciente de víctima. Ya Theodor W. Adorno, alertaba
a ese respecto. La crítica de la compasión en Adorno se ubica en el contexto de
la crítica más general que realiza a la moral prevaleciente en la sociedad moderna.
La labor deconstructiva parte de la propia constitución ambivalente de la crítica, la
crítica de la moral tiene que estar tanto a favor de la moral como en contra de
ella. 448 La crítica se presenta en un doble frente (teórico-práctico), uno en tanto
crítica de la moral, y el otro, en tanto crítica de la existente realidad inmoral. Esta
pre-condición crítica ha de aplicarse sin complacencias a la problemática victimal.
El tránsito de una crítica a otra, va a desvelar la presencia de un “impulso moral”
hacia la acción, esto es, la agitación ante situaciones insoportables, la indignación
ante la injusticia. Asunto clave que la víctima revela. Sin la evidencia del trato
inhumano, no existe resistencia posible frente a la inhumanidad.
448
ADORNO, Theodor W. y HORKHEIMER Max, Dialéctica de la Ilustración, Trotta, Madrid, 1994,
pág. 123 y sigs. Esa modalidad de operación deconstructiva es característica de la teoría crítica
que postula –siguiendo a Kant– que la crítica de la razón no es una crítica ejercida mediante la
razón, sino una crítica ejercida siempre y obligadamente sobre la propia razón.
348
Debido a ello, es que existe una compasión aceptada por la sociedad y
vehiculada institucionalmente con excedentes victímales, con afán de ser una
descarga a las culpas individuales mediante compensaciones marginales y
excedentes provenientes del orden injusto 449. Por todo ello, la compasión redunda
en concesión o pacto con lo malamente establecido u ocurrido. La reivindicación
victimal de la compasión termina malamente –a su vez- en complicidad
vergonzante con el orden social y su moral establecida, mismos que han dado
cobijo y espacio de acción a los victimarios, ese orden sistémico violento,
estructural, que marca el grado cero como referente falsamente neutral de las
violencias subjetivas.
449
Vid. ADORNO, Theodor W., Mínima moralia, op. cit.
349
El apelar a las violaciones de la dignidad humana en el siglo XX, con el
involucramiento del discurso de los derechos humanos, posibilitó el
descubrimiento de la función heurística de la noción de víctima y, de manera
concomitante, un concepto de dignidad humana desintoxicado ideológicamente
que pudiera ser capaz de cumplimentar su tarea como un horizonte de consensos
(no fudamentales sino más bien periféricos, soft consensus) que sirvan como
fuente de ampliación de nuevos derechos.
350
CAPÍTULO NUEVE. DERECHOS HUMANOS Y LA LUCHA POR EL
RECONOCIMIENTO
Se hace y se puede hacer política con los derechos humanos, es bien sabido. Se
les puede instrumentalizar para objetivos ajenos, políticamente correctos o
impresentables; invocarse para el servicio de los de arriba o los de abajo; utilizarse
para el mantenimiento del statu quo o su modificación o, más aún, promoverse
con finalidades igualitarias o agudizar las desigualdades. No obstante, esas
instrumentalizaciones políticas, no eliminan el sentido político inmanente propio de
los derechos humanos.
Así, al resistir, al decir “¡no!, ¡basta!, ¡así no!, ¡no más!”, los individuos y
grupos se oponen al abuso de poder, pero también –simultáneamente–
reivindican, emplazan, estatuyen una exigencia de reconocimiento respecto del
otro; el que violenta, abusa, explota…¿Reconocimiento de qué? de la dignidad,
responde la tradición y el discurso de los derechos humanos. Reconocimiento de
450
Se haría necesario para el argumento la pertinencia de la distinción entre lo político y la política;
no es aquí el momento (ni hay el espacio) para tal desarrollo. En ese sentido Vid. LEFORT,
Claude, La incertidumbre democrática. Ensayos sobre lo político, Anthropos, Madrid, 2004;
MOUFFE, Chantal, El retorno de lo político, Paidós, Barcelona, 1999; y, MARCHART, Oliver, El
pensamiento político posfundacional, FCE., Buenos Aires, 2009.
351
la alteridad en pie de igualdad en virtud de ser sujetos libres. Los derechos
humanos reivindican emancipación, libertades –derechos–, regulaciones,
garantías de cara al Estado; se plantan libremente en pie de igualdad. Todo ello se
hace con dignidad, se dice. Dignidad que es discernible, constatable y afirmable,
como se ha visto, sólo por vía negativa: ante su denegación, el abuso y las
violencias que la vulneran; esto es, ante la negación de las libertades y la
desigualación de los iguales (materialización de esos procesos de exclusión y
desigualdad analizados, respectivamente, por Foucault y Marx, como ya se ha
señalado).
La lucha de los grupos sociales por alcanzar formas cada vez más amplias
de reconocimiento social se convierte, muta, en una fuerza estructurante del
desarrollo moral de la sociedad. Ese ha sido el sentido humanista del movimiento
y la teoría de los derechos humanos; en todo caso, toca a su reformulación crítica,
451
HONNETH, Axel, Reconocimiento y menosprecio. Sobre la fundamentación normativa de una
teoría social, Katz editores, Buenos Aires, 2010, pág. 37.
352
insistir en la articulación de la noción yaciente de víctima con un proyecto enhiesto
de resistencia y emancipación.
Así, desde dicha perspectiva, la lucha social no puede explicarse sólo como
resultado de una lucha entre intereses materiales en oposición, sino también como
consecuencia de los sentimientos morales de injusticia y resistencia al
menosprecio; ello es lo que constituye la gramática moral de los conflictos
sociales. 452 La víctima, cuya visibilidad es posible negativamente a través del
sufrimiento, se conforma primordialmente en esa imagen inicial de injusticia; la
víctima no debiera permanecer en la queja sino levantarse para la proclama (los
derechos humanos pudieran ser un revulsivo de esa metamorfosis).
452
HONNETH, Axel, The Struggle for Recognition. The Moral Grammar of Social Conflicts, The MIT
Press, Cambridge, 1995.
353
1. El concepto de reconocimiento a partir del programa socio-
filosófico de Hegel
La teoría del reconocimiento tiene, por primera vez, una aproximación sistemática
a partir de G. W. F. Hegel (1770-1831), en sus escritos del período de Jena, en
particular en El sistema de la eticidad y Filosofía real (1802-07). La idea del joven
Hegel, respecto de que la autoconciencia del hombre dependía de la experiencia
de reconocimiento social, transformaría cualquier teoría filosófica de la sociedad al
partir no de individuos sino de los lazos éticos de una estructura de relación inter-
individual. 453
453
LUKÁCS, Georg, El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, Grijalbo, México,
1970.
354
la totalidad y la particularidad alcanzan un equilibrio susceptible de respeto
recíproco entre ambas formas ideales. A partir de la ampliación del reconocimiento
en las relaciones sociales es que se avanza en el desarrollo moral de las
sociedades en su conjunto.
454
MARCUSE, Herbert, Razón y revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social, Alianza
Editorial, Madrid, 1971.
355
2. Desarrollos contemporáneos en torno al concepto de
reconocimiento
455
Filósofo y sociólogo alemán, desde 2001 ocupa el cargo de director del Instituto de
Investigaciones Sociológicas (Institut für Sozialforschung) de la Goethe Universität en Frankfurt. Se
le considera el representante más destacado de la tercera generación de la Escuela de Frankfurt,
el proyecto ya clásico de la Teoría Crítica formulado por Max Horkheimer y Theodor W. Adorno y
proseguida, luego, por Jürgen Habermas, maestro del propio Honneth.
456
HONNETH, Axel, Reconocimiento y menosprecio. Sobre la fundamentación normativa de una
teoría social, Katz editores, Buenos Aires, 2010.
356
virtud de que hace referencia principalmente a las cualidades deseables o
requeridas de las relaciones que los sujetos mantienen entre sí.
357
es la multiplicidad de significados que se le otorgan al concepto de
reconocimiento, esto es, “el concepto de reconocimiento no ha sido definido de
ninguna manera ni en el ámbito del lenguaje cotidiano ni en el de la filosofía”. 457
Así, desde distintas teorías se pueden identificar varias significaciones de la
noción. Desde una ética feminista, por ejemplo, el concepto de reconocimiento se
vincula a aquella forma de afecto y de atención amorosas, por antonomasia en la
relación madre–hijo. A su vez, desde la ética discursiva de Habermas, el
reconocimiento se entiende como un respeto mutuo –especificidad e igualdad– en
el comportamiento discursivo de los participantes de una argumentación. Un
último ejemplo se ofrece en el plano de los planteamientos comunitaristas, el
reconocimiento sería la acepción para formas de apreciación valorativa de estilos
de vida diferentes al propio.
457
Ibid., pág.16.
458
Idem.
459
Ibid., pág.19.
358
justificados normativamente de manera conjunta. Solamente podrá ser adecuada y
valiosa para la teoría del reconocimiento recíproco una aproximación que se
construya a través de las diferenciaciones de significado existentes en el concepto
de reconocimiento.
460
HONNETH, Axel, The Struggle for Recognition, op. cit., pág. 96.
461
Ibid., pág. 97.
359
práctica que establece es el auto-respeto (Selbstachtung), que no es otra cosa
que la posibilidad que tiene el sujeto de concebir su obrar como una
exteriorización de su autonomía moral respetada por todos.
462
Ibid., pág. 121.
463
El modo de la argumentación negativa y las implicaciones al daño infligido a las víctimas resultan
de total actualidad y pertinencia en relación con el debate que sobre los derechos humanos se
desarrolla en la actualidad. Vid RANCIÈRE, Jacques, “Who is the Subject of the Rights of Man?”,
South Atlantic Quarterly, núm. 2-3, vol. 103, Duke University Press, Durham, 2009, págs. 301-309;
asimismo, ARIAS, Alán, “Derechos Humanos: entre la violencia y la dignidad”, Revista Derechos
Humanos México, CNDH., México, 2012.
360
personas son lesionadas en el entendimiento positivo de sí mismas y que deben
ganar intersubjetivamente.”464
464
HONNETH, Axel, The Struggle for Recognition, op. cit., pág. 160.
361
menos válidos o que se presume presentan insuficiencias. Los individuos sufren la
consecuencia de que no pueden recurrir, a través del fenómeno positivo de la
apreciación social, a su propia autovaloración y, en el mismo sentido, el individuo
se ve inducido y presionado a devaluar su forma de vida propia y a sufrir una
pérdida de autoestima.
Hablar del tópico del reconocimiento, en Honneth, es hablar del motor moral
de los procesos de emancipación. Si bien, Habermas impulsó el giro intersubjetivo,
donde el reconocimiento es una pieza básica en la dinámica de la
individualización, Honneth intenta ir más allá, pues el giro intersubjetivo se
intensifica al dar cuenta de la “fenomenología del menosprecio” como
impedimento de una ética de la autorrealización (más allá de las diferencias
sociales, culturales e históricas) y orientada hacia el lado de la vida buena.
465
Ibid., pág. 31.
362
Por su parte, y desde otra tradición filosófica con identidad propia 466 , el
discurso filosófico de Paul Ricœur 467 en torno a una teoría del reconocimiento se
inscribe en una perspectiva simbólica. Ricœur emprende un recorrido a través de
tres caminos (parcours) en busca de una teoría del reconocimiento: el
reconocimiento como identificación, el reconocimiento de sí mismo y el
reconocimiento mutuo.
363
tipos de identidades: la mismidad (identidad inmutable de cada uno como, por
ejemplo, nuestra identidad biológica) y la ipseidad: una identidad que no
permanece fija, estable.
364
Para acompañar esta hipótesis, Ricœur recuperará las ideas en torno al
reconocimiento de Honneth; adopta su esquema tripartito de modelos de
reconocimiento: el amor, el plano jurídico y la estima social. Y es recién en este
marco que trata el tema del multiculturalismo. El desarrollo que hace del mismo
delata una actitud de distanciamiento ante la problemática. No se cuestiona la
noción de multiculturalismo; Ricœur parece simplemente repetir algunos
conceptos de Charles Taylor (Multiculturalismo y la "política del reconocimiento").
Asimismo, por la ausencia de referencias, parece dar a entender que ese tipo de
conflictos no existen en su propio contexto (repite los ejemplos que Taylor usa
para explicar la situación canadiense).
Lo que pudiera interpretarse como fruto de una mirada esquiva, parece ser
más bien el deseo de quitar el acento en lo negativo. Lo mismo sucede cuando
polemiza con Honneth en contra del énfasis puesto en la idea de lucha: le interesa
a Ricœur encontrar una experiencia efectiva y pacífica de reconocimiento mutuo.
Aunque anticipa y previene que quizás esta sea sólo "simbólica".
468
FRASER, Nancy y HONNETH, Axel, ¿Redistribución o reconocimiento?: un debate político-
filosófico, Ediciones Morata, Madrid, 2006, pág. 13.
365
de la última mitad del siglo XX y lo que va del presente siglo, refuerzan la idea de
que las categorías centrales en el plano político-moral ya no serían la distribución
equitativa o la igualdad de bienes basadas en un criterio de justicia (como
equidad), sino la dignidad y el respeto con el correlativo criterio normativo del
reconocimiento. 469 Lo esencial, ahora, es el reconocimiento de la dignidad dañada
de las personas y de los grupos minoritarios. Con ello, el principio conductor de
esta nueva teoría normativa, la lucha por el reconocimiento, no resulta ser la
eliminación de la desigualdad sino la prevención de la humillación o del
menosprecio. En todo caso, una comprensión suficiente de la justicia debe
englobar, por lo menos, dos conjuntos de cuestiones: por un lado, las luchas por la
redistribución y, por otro lado, las luchas por el reconocimiento. 470
469
Tal desplazamiento teórico-político obedece, en buena medida, tanto al replanteamiento político
dominantemente liberal posterior al final de la Guerra Fría; así como desde una perspectiva más
propiamente teórica, al influjo que el discurso del multiculturalismo ha tenido en las discusiones
actuales de las ciencias sociales.
470
FRASER, Nancy y HONNETH, Axel, op. cit, pág. 14.
471
HONNETH, Axel, Reconocimiento y menosprecio. Sobre la fundamentación normativa de una
teoría social, Katz editores, Buenos Aires, 2010, pág. 36.
366
472
Frente a teóricos como Nancy Fraser (¿Redistribución o
473 474
reconocimiento?: un debate político- filosófico) o Charles Taylor (El
multiculturalismo y la “política del reconocimiento”), 475 Honneth establece un
productivo debate teórico, en diversos grados y modalidades, en el que también
mantiene distancias y controversias conceptuales; ya sea de cara a un balance
ético de la actualidad, como con Charles Taylor o frente a una tipología
conceptual, como la de Nancy Fraser. Honneth, hace sus planteamientos críticos
desde una aproximación histórico-sistemática donde el concepto de
reconocimiento resulta de una relevancia cada vez mayor.
472
Filósofa e intelectual feminista estadounidense. Catedrática de Filosofía y Ciencia Política en la
New School for Social Research en Nueva York.
473
Vid. FRASER, Nancy y HONNETH, Axel, op. cit.
474
Filósofo e intelectual canadiense. Profesor de derecho y filosofía en la Northwestern University
(Estados Unidos) y profesor emérito del departamento de filosofía de la Universidad McGill
(Montreal).
475
TAYLOR, Charles, El multiculturalismo y la “política del reconocimiento”, FCE., México, 1992.
367
luchas por la redistribución se enmarcan y contienen en el reconocimiento. Hablar
de reconocimiento no puede ni debe implicar mero “culturalismo”; con ello, no se
trata de aceptar unilateralmente las especificidades culturales de cada miembro de
la sociedad, sino del conjunto de las actividades que están clamando que se
reconozca su razón de ser.
368
Otra crítica que Honneth plantea, con fuerza, es respecto a la “engañosa”
cronología lineal de las luchas de reconocimiento, establecida por Taylor; en ella,
se presenta una sucesión histórica de dos tipos diferentes de movimientos
sociales, donde las luchas de reconocimiento jurídico han sido reemplazadas por
las luchas de reconocimiento cultural. Taylor identifica dos periodos en su análisis,
por un lado, el período actual caracterizado por una primacía de las políticas por el
reconocimiento y la identidad cultural y, por el otro lado, el período que se sitúa a
finales del siglo XIX y comienzos del XX, donde las luchas estaban centradas en la
igualdad jurídica y la redistribución material. Esto le impide analizar la hibridación
de los dos períodos, así como también llevar los márgenes de la explicación
teórica más allá de las manifestaciones políticas actuales.De ser consecuentes
con ello, las actuales luchas por el reconocimiento de diferencias culturales
quedarían imposibilitadas de exigir cualquier elemento de reconocimiento
jurídico. 476
476
HONNETH, Axel, Reconocimiento y menosprecio. Sobre la fundamentación normativa de una
teoría social, op. cit., pág. 37.
369
A partir de ello, el repudio a la humillación y al maltrato físico, el rechazo a
la privación de derechos o la resistencia frente a la desvalorización social, en
diversos grados y modalidades, reivindican a los derechos humanos como
acontecimientos instituyentes (ámbito de lo político) de un proyecto de progreso
social (eventual territorio de la política), debido a que sus fundamentos morales
explícitos y relativamente consensuados son la dignidad y el respeto de todos los
miembros de la sociedad.
477
Filósofo franco-marroquí. Catedrático en la Universidad Paris VII (Nouvelle Sorbonne) y en el
Collège International de Philosophie. Es considerado uno de los filósofos contemporáneos más
importantes. Badiou fue discípulo de J. Lacan, cercano de J. P. Sartre, amigo de L. Althusser,
compañero de M. Foucault y colega de J. F. Lyotard.
478
BADIOU, Alain, El ser y el acontecimiento, Editorial Manantial, Buenos aires, 1999, pág. 43.
370
esto es, acontecimientos que alteran y modifican las relaciones de dominio (tanto
de fuerza como culturales o valorativas) prevalecientes.
Por tanto, es que resulta relevante para la discusión actual sobre los
derechos humanos, la dimensión moral y las motivaciones profundas del actuar
emancipatorio, del resistir los abusos de poder o las injusticias, del momento de
rebelión que siempre subyace al ya basta de los sujetos activos y/o las víctimas.
Los maltratados, excluidos o despreciados no sólo sufren a partir del menosprecio,
sino que, cabe advertir, también el menosprecio en sí mismo puede producir
sentimientos que motivan afectivamente la lucha por el reconocimiento. Los
grupos que han experimentado estas formas de menosprecio son los llamados a
devenir en sujetos de las luchas por el reconocimiento. Dichas luchas tienen una
479
BADIOU, Alain, Compendio de metapolítica, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2009, págs. 85-96.
371
serie de implicaciones cruciales para la comprensión del cúmulo de prácticas que
conforman la sustancia misma de los derechos humanos, sus configuraciones
jurídicas positivas y sus materializaciones institucionales privadas y públicas.
Es así que los derechos humanos pueden ser exigibles éticamente. Si tal
como se ha referido, la lucha social no debe fundarse sólo en intereses sino
también en sentimientos morales de injusticia, que surgen de las experiencias de
menosprecio, es posible, entonces, aducir que las luchas por el reconocimiento,
bajo una lógica moral, son luchas por el reconocimiento de derechos, así como,
exigencias éticas de una realización moral superior de la sociedad. Por tanto, la
fuente moral de los conflictos sociales se encuentra en la experiencia de los
afectados por formas de menosprecio o falta de reconocimiento: por las víctimas
del maltrato físico, la privación de derechos y la desvalorización social.
372
derechos (ampliación del catálogo de derechos y también del sujeto de derechos).
Será el auto-respeto, como relación positiva consigo mismo, el que promueva la
capacidad de la persona para reclamar derechos en tanto que se le reconozca
como sujeto responsable moralmente.
481
Filósofo estadounidense. Catedrático en las Universidades de Wellesley, Princeton y Virginia.
En la actualidad profesor de Literatura comparada en la Universidad de Stanford. Su trabajo ha
versado sobre todos los aspectos de la filosofía, su principal aportación consiste en renovar el
pragmatismo y abrir un fecundo diálogo entre la filosofía europea y la de los Estados Unidos.
482
RORTY, Richard, “Human Rights, Rationality and Sentimentality”, The Yale Review, núm. 4, vol.
81, octubre, Yale University, New Haven,1993, pág. 18.
373
suficiente familiaridad (auto-confianza y auto-respeto) entre sí para limitar las
probabilidades (tentaciones) de creer que los que son diferentes a ellas sean
cuasi-humanos. De ese modo, la superación de la violación a la integridad
corporal o el maltrato, así como la creación de una valoración social hacia los
demás, resultaría la clave para establecer un mundo regido por los derechos
humanos.
Desde esta concepción radical, la del carácter político intrínseco de los
derechos humanos, es que resulta adecuado suponer un conjunto de condiciones
de posibilidad no sólo de sobreponerse al politicismo inherente en la calificación
de las víctimas y la autodesignación de las mismas (obstáculos epistemológicos
analizados en el capítulo anterior), sino también de alcanzar una comprensión de
los derechos humanos como la materia práctica y teórica capaz de conformar un
movimiento social.
483
Catedrático de la Universidad de Sussex, Reino Unido.
374
por un lado, el no institucional, como evidente desafío al poder y, por otro lado, el
institucional, como una herramienta de poder. 484
484
STAMMERS, Neil, Human Rights and Social Movements, Pluto Press, New York, 2009, pág. 21.
485
Ibid., pág. 25.
375
facetas, pues, potencialmente, actúan tanto en el mundo de lo cotidiano como en
el institucional.
Ante esto, Stammers propone una polaridad binaria, es decir, sostiene que
en su forma institucionalizada, los derechos humanos mantienen una relación
compleja y ambigua con el poder: tienen la capacidad de desafiar y constreñir
varias formas de poder (por ejemplo, al llevar sus casos ante cortes nacionales o
internacionales, el trabajo de la ONU y sus cuerpos de derechos humanos, así
como la existencia de Organizaciones No Gubernamentales Internacionales), pero
376
¿es la capacidad de desafiar continuamente al poder el único contenido de los
derechos humanos?
377
CONCLUSIONES
Es hora de concluir. Sin duda una conclusión un tanto peculiar, puesto que no
apuesta por la síntesis. También porque se trata de unas conclusiones provisorias
que no aspiran a cancelar las temáticas, a cerrar los temas o a resolver el cúmulo
de problemas que ha tratado de poner al descubierto. En términos generales, lo
más que se puede concluir de “Filosofía y política de los derechos humanos.
Contribución a una teoría crítica” es: tanto la apertura de espacios discursivos al
interés y a la discusión de los temas en clave de derechos humanos, inauguración
de nuevos lugares (topoi), así como al encuentro y entrecruzamiento
multidisciplinario, filosófica y políticamente plural, de ideas, categorizaciones,
autores, posturas políticas, ideologías, movimientos y aspiraciones en esos
nuevos ámbitos. Si esta investigación logra concitar el interés multidisciplinario y la
apertura de temas y corrientes de pensamiento en el debate actual de los
derechos humanos, y, a su vez, sirve como lugar apto para las coincidencias, las
traducciones culturales y las discusiones teóricas (filosóficas, políticas, jurídicas,
sociológicas y culturales), el trabajo habrá superado con creces sus afanes
académicos e intelectuales.
378
raigambre liberal y cristiana) que conforma la perspectiva dominante del discurso
contemporáneo de los derechos humanos.
379
El trabajo ha sido tratado, desarrollado y escrito con la cautela de un
argumento teóricamente fundado y con límites precisos (quizá por ello el largo
desarrollo de los “preliminares”). No ha querido ser, de ningún modo, una
exposición con pretensiones enciclopédicas. Se entiende y se asume ese riesgo
toda vez el amplio abanico de temas, así como la composición de la mayoría de
los capítulos en un doble plano; primero, el de un apretado contexto teórico que
busca dar cuenta de los problemas y las categorías del tema o del ámbito que se
estudia y, segundo, el ensayo por articular conceptualmente esa temática o las
ideas de los autores que los desarrollan vinculándolos con la problemática propia
de los derechos humanos. El ejercicio de ese vínculo ha querido ser riguroso,
seleccionando autores ejemplares o ilustrativos de la discusión contemporánea.
Asimismo, los razonamientos de tal articulación conllevaron la intención de
mostrar el argumento propio de la tesis y su estructura.
380
agencia, con su multiplicidad de organismos públicos y privados, internacionales o
nacionales que la componen.
381
parte del Estado); atentos y referenciados siempre a su sustrato político indeleble
y más profundo –condición de toda libertad- la exigencia de reconocimiento y, por
tanto, la afirmación de la igualdad.
382
La categoría de reconocimiento juega, en ambos niveles, con lógicas
diferentes. En el nivel primero e instituyente funciona en la dinámica de una lógica
teleológica, de medios-fines, dotado de una fuerza de resignificación del mundo
social toda vez que otorga sentido a las acciones prácticas de resistencia,
emancipación y regulación que caracterizan la identidad de los derechos
humanos. Aquí el reconocimiento se inscribe en el plano instituyente propio de lo
político.
383
decir, irrupción de exigencias de reconocimiento, resistencias o impulsos
emancipadores que modifican las correlaciones de fuerza y dominio
prevalecientes; por tanto, acontecimientos instituyentes de nuevas relaciones o
modificadas correlaciones de poder. Esta determinación de su carácter político, en
sentido estricto, fundacional (diferenciado de la política instituida), como se ha
indicado, le imprime su sentido instituyente a los derechos humanos y, en la
dimensión propiamente jurídica, los ha llegado a conformar en la época
contemporánea como práctica seminal: los derechos humanos como la matriz
afirmativa del derecho a tener derechos (en la formulación de Hannah Arendt).
Bajo esa premisa, la investigación asume que los derechos humanos si,
efectivamente, quieren estar a la altura de las exigencias contemporáneas y sus
retos, si no se resigna a la zona de confort de su institucionalización, el manejo
gerencial de administración de los derechos, la serialización o sedimentación de
sus acciones, la pérdida del carácter resistente y emancipatorio de sus prácticas,
su complicidad en la desmovilización favorable a statu quo, están obligados a un
replanteamiento teórico y práctico. En el plano del discurso teórico, los derechos
humanos están comprometidos a asumir los imperativos que le impone la matriz
teorética de la globalización.
Así, la tesis ha planteado que los derechos humanos han de asumir los
imperativos multidisciplinario, multicultural, de equidad de género y de
384
construcción de un concepto crítico de víctima, como condición de sobrevivencia
teórica y ética, así como de funcionalidad práctica, política y cultural. La puesta en
marcha de intervenciones, políticas, medidas, programas y acciones orientados
por esos imperativos resulta crucial. El horizonte de la crisis los agobia.
Los derechos humanos son quizás –pese a todo- una institución liberal
importante de la que se reclama evolución y ruptura. No obstante, cada uno de los
principios centrales de la teoría de los derechos humanos requiere de una revisión
penetrante. Los derechos humanos están para resistir la opresión y la dominación
385
pública y privada, pierden su razón de ser cuando se convierten en la ideología o
idolatría política de las sociedades globalizadas y cumplen con la tarea falazmente
civilizatoria de normalizar la protesta y desmovilizar las luchas en aras del
mantenimiento del statu quo.
Ciudad de México
Abril, 2015
386
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