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24
Va en 1912 el arqueólogo boliviano Posnansky
hizo de Tiwanacu la "cuna del hombre americano" y los
primeros americanistas franceses, sin marcarle su paso
del todo, buscaron, en las actuales poblaciones lacustres,
a los herederos de esta civilización desaparecida*, lo que
significaba suponer a priori, para los grupos étnicos, una
permanencia que corría el riesgo de ser contradicha por
los movimientos de la Historia, aunque éstos fueran de
una lentitud extrema.
25
Y ya que se trata efectivamente de larga duración,
nos referimos, en primer lugar, a la más lenta de las re
alidades históricas: el entorno natural de la región del
lago Titicaca y a la más lenta de las producciones cultu
rales: los mitos que se refieren á esta región.
L MITOS Y LUGARES
26
Los trabajos sobre la antigua Grecia de Maree! De-
tienne y de Jean Pierre Vernant han demostrado que,
en el análisis histórico y en él de los mitos, no se en
cuentran elementos aislados, si no siempre estructuras.
27
construido los edificios de Viñaque en la región de Aya-
cucho (Cap. IV), y dice, por otra parte, que los construc
tores de estos mismos monumentos no eran otros que
la gente de Tiwanacu. los mismos que eran considera-
~dos como gigantes (Cobo). Una primera constatación se
impone: El mito establece un lazo entre Tiwanacu, la
isla del Sol y la cultura Huari.
23
una manera y por muy común deV diluvio general, y
por eso le llamaron unos pachacuti."
29
causa del a g u a ”, dice M orua, haciendo alusión, sin
duda, al "D iluvio”. "El segundo sol desapareció porque
el cielo ca y ó sobre la tierra m atando a todos los gi
gantes". La im portancia legendaria de la isla del Sol, en
esta m anera d e co rtar el tiempo, queda manifiesta si se
con sid era que, lu ego del p rim er cataclism o, el sol se
habría e sco n d id o en ella. En la m anera de ordenar el
tiem po, d e co n cep tu alizar el universo (y si se considera
al p an teó n co m o un sistem a d e clasificación del cual el
sol sería p a rte in tegran te), la isla del Sol aparece enton
ces co m o el recep tácu lo de una potencia sagrada.
30
Situada sobre el eje mediano del altiplano, el lago
constituye, con Tiwanacu, un lugar de mediación (taypi
en aymara) entre las dos orillas: al este, entre él lago y la
Cordillera Real cercana, el Umasuyu; a\ oeste, solidaria
y a la vez contradictoria, la orilla opuesta del Urcosuyu.
En tiempo despejado, desde la isla del Sol CTiücaca) y de
la Luna (Coatí), es el arco nevado de la Cordillera Real
el que parece constituir la frontera entre el lago y él délo
de tan cerca que parecen. Hada el sud, la península de
Copacabana se aproxima a la de Huata, estando ésta se
parada por el estrecho de Tiquina. La masa de las aguas
está, de este modo, dividida en dos por ese brazo de tie
rra: al norte, el lago de Chucuito o lago de PuVdna
(según la antigua terminología); y al sud, el lago de
Wiñaymarca (el país de la Eternidad en Puquina y Ay
mara); de suerte que el estrecho de Tiquina es esa pueril
estrecha que comunica entre si a dos universo
acuáticos, e individualiza dos cuencas. Es el paso dblig
do porque es el más estrecho de una orilla a la otra. Pa
la gente del Urcosuyu, el control del estrecho, vale de
de la península de Copacabana y de las islas de
península de Huata, marcan el acceso a las llenas \
piadas de los valles y a las planicies amazónicas; y
los de la orilla del Omasuyu, el dominio de las riq
de las costas del Pacífico (fig. 1), Pero una vieja co
bre andina de razonar en términos de verticalid
nos debe hacer olvidar que, para los habitantes de
nacu, al sud, el estrecho significa también el pas
la gran cuenca lacustre y a las llenas tnés al
Mientras que al lado opuesto, pero por las mi!
zones, los habitantes de las oñllas septen
tenían interés en controlar la península. Al
31
envío una oirá península, la de Capachiea, cierra casi
una parte del lago, con la pequeña saliente de Acora,
pero el canal que delimitan no tiene la estrechez del de
Triquina. Como Copacabana, Capachica se prolonga por
dos islas: Amantani y Taquile, en línea recta de Titicaca
v Coatí; de suerte que las dos penínsulas y las cuatro is
las constituyen, en la arquitectura simbólica, el eje
m ediano (faypi) del lago, siendo considerado este mis
mo com o el taypi del altiplano. Quien controle ese cen
tro neurálgico, controlará potencialmente, a la vez, las
riquezas y ios dioses, y juntará las dos mitades an
tagónicas del U niverso (d erech a/izq u ierd a, alto/bajo,
h o m b re /m u je r) (Bouysse-Cassagne, 1978).
32
aru- aymara, a parür de un núcleo primitivo en la zona
de Cañete o Chincha hasta Masca, con una expansión
ulterior hacia la sierra sur y sierra central, Respecto a la
situación lingüistica de la zona de Coquimbo sabemos
por los trabajos de Bird, quien cita la obra "Arte y
Gramática de Luis de Valdivia (1606), que el araucano
se hablaba entre Choapa y Coquimbo en el siglo XVII, y
no parece haber huellas de lengua aymara en esta zona.
Sin embargo si nos atenemos a los datos históricos con
statamos que en un primer período, Cari "allegó adonde
ahora es Chuquito, de donde después de haber hecho al
gunas nuevas poblaciones pasó con su gente a la isla y
dió tal guerra a esta gente, que digo los mató a todos"
(Cieza de León, Cap, IV p. 7) Bajo el reinado del inca
Viracocha, Cari "con grandes balsas entró en las islas,
donde peleó con los naturales de ellas, y se dieron entre
él y ellos grandes batallas, de las cuales el Cari salió ven
cedor más que no pretendió otro honor ni señorío más
que robar y destruir los pueblos y cargado con el despo
jo, sin querer traer cautivos dió la vuelta a Chucuito
donde había hecho su asiento y por su m andato s
habían poblado los pueblos de Hilave, Xuli, Cepita, P\
, mata y otros... Habida esta victoria determinó de pas
adelante, llegó hasta Lurucache".
33
ron sus primeros habitantes? Para responder estas pre
guntas nos ubicaremos, en primer lugar, en el contexto
arqueológico y geológico que permita comprender las
diferentes fases de la ocupación del lago. Luego, apela $
remos a los datos históricos que traten de las demarca-
dones étnicas y lingüísticas de la región.
36
RICURA N° 2
papa bathymétríco del lago Titicaca (según Boulangé ct Aquizc Jaén, 1983
: Mourguiart 1987)
Obathos: 5,10,20,50, 100,200 y 250 m.
curva de los 50 metros ha sido dibujada en negro. %,
38
insular L eco y a-S u an a (fig. 3 ), El D esag u ad ero estaba , \
seco.
39
provocaron modificaciones significativas en los biolo-
pos lacustres (salinidad de las aguas, disminución y en
algunos casos desaparición de ios totorales...) Las anti
guas poblaciones de cazadores - pescadores fueron afec
tadas por el periodo de sequía y, sin duda, emigraron
hacia el gran Lago, abandonando el lago de Wiñaymarca
seco, o se establecieron en sus contornos. En cuanto al
Desaguadero no servía más de enlace entre §1 .Titicaca y
los lagos del sur del altiplano. Los contactos entre las
dos regiones no se hicieron siempre por vía acuática y
los Unís no fueron los moradores de un eje acuático
permanente. Si bien las culturas de Pucara y Chiripa de
bieron compartir rasgos estilísticos' comunes y se desa
rrollaron en las partes todavía secas de los dos grandes
lagos del norte, cabe considerar que el desarollo de la
cultura de Wankarani, al norte del lago Poopo (1.200
av. J.C. - 250 J.C.), tuvo un desarrollo meridional sepa
rado. Las diferencias notables (entre norte y sud) en el
plano lingüístico y que habíamos ya notado en nuestros
anteriores trabajos (Bouysse - Cassagne 1978,1980,1987);
es decir, conservación del uruquilla en el sud y expan
sión del pukinn en el norte (en torno al Titicaca) ¿serán
el reflejo de este corle y del auge de Tiwanacu? La ex
pansión de la lengua pukina en grupos de orígenes y de
culturas diversas (entre los cuales los Urus de los lagos
del norte) ¿hizóse a partir de la gente de Pucara (y quizás
de Chiripa) desarrollándose con Tiwanacu? Lo cierto es
que, parece ser, este gran centro cultural, situado al sud
del Wiftaymarca, vió su apogeo en un momento de
subida de las aguas. Numerosos son los rasgos es
tilísticos compartidos por Pucara y Tiwanacu, o monoli
tos Pucara encontrados en Tiwanacu y sus contornos
(piedra del Trueno en A rap a y T iw an acu , estatu as d e la
iglesia de Tiw anacu, m onolítico "b arb ad o del T em plete
sem isubterráneo". (cf m ap a 3 ), ¿co n v ien e v e r en estos
hechos el reflejo de posibles m igracion es d esd e P u cara
hasta Tiw anacu d u ran te la fase de acen tu ació n de las
lluvias? A todas estas p reg u n tas esp erarem o s resp u es
tas de parte de los arqueólogos. L o cierto es que después
de 250 a.d.c. la subida de las ag u as del T iticaca siguió,
hasta fines del siglo XVI, principios del XVII; ép oca du
rante la cual el lago fue inferior en algu n os m etros res
pecto al nivel actual (incid en cia d e la "p eq u eñ a edad
glaciar").
43
diferentes fases de U ocupación del lago# en la comarca
Iupaca, distinguen tres sitios según las épocas.
44
ludio de los fenómenos religiosos debe estar ligado a las
diversas olas de ocupación del altiplano. El de
rrumbamiento de estas formaciones lacustres, even
tualmente ligado a la subida del nivel del lago, corres
ponde, en efecto, a la segunda etapa: la de las construc
ciones situadas en las regiones pastoriles más altas; por
tanto, alejadas del lago. Hyslop cuenta veinticinco si
tios, de los cuales solamente siete están sobre las orillas.
Esta cultura, distinta en el plano étnico, político y reli
gioso, de la que la había precedido, puede ser atribuida a
la invasión Iupaca aymaráfona CBouysse-Cassagne, *1980,
1987; Gisbert, 1987) y es, en este período, que habría de
situar la toma de la isla de Titicaca por los bupacas. Hys
lop anota que la ciudad más importante del Intermedio
tardío en el altiplano tiene por nom bre Cutim bo. "Ella
alberga las necrópolis (chullpas) de los malYkus Iñ p a ca s
que, incluso bajo los Incas, siguieron enterrando a sus
m uertos en estos lu gares; grande, p u es, parece hábei
sido la im portancia de este lu gar en el plano religioso.
¿Tendrem os que ver en este sitio y en estas prácticas fu
nerarias u n a con firm ación de los escritos de C ieza de
León?
45
Puno, no lejos de Capachica; éstos eran las "islas" de Es-
teves y de Romero. Estos totorales eran los únicos pa
rajes del lago que oficiaban de puertos durante el siglo
XVI (Lizárraga, p. 66). Este acercamiento de las etnías de
Arriba y Abajo, fruto de la política inca de control del
conjunto del espacio intra e inter-lacustre, modificó el
paisaje étnico y religioso de la región. Si estos grupos,
de origen étnico diverso, fueron obligados a un acerca
miento, nos parece importante subrayar que no todos
tuvieron un tratamiento igual de cara a la religión ofi
cial inca, esencialmente en lo que concierne al culto so
lar, cuyo templo más importante estaba situado en la
isla de Titicaca.
46
habían de adorar al sol y servirle, y con la comunicación,
que han tenido con los indios serranos, han venido a
hablar la lengua aymara y casi han dejado su lengua que
era puquina, y al presente tienen pulida y viven en ca
sas, y habitan en pueblos y tienen sus cadques, y pagan
tasas, y sirven como los demás indios Aymarás" ÍR-GL
p. 336).
48
ron las costumbres de la gente del Umasuyu a los cuales
unieron antiguamente sometidos. La visita de Toledo
indica que la mitad de la población de Guaqui era Uru y
la otra Aymara. Eso nos inclina a pensar que, pese a que
la región era aymarizada en el siglo XVI, las prácticas
culturales de un antiguo substrato "Umasuyu", de ori
gen pukina, perduraron y ése debió ser el caso de Via-
cha.
51
han Vellard, que es uno de los primeros en constatar la
importancia de esta lengua, notó que en 1591, el arzobis
po de Cuzco, Gregorio de Montalvo, obligaba a los curas
de l*s Indias "de acuerdo a las ordenanzas del tercer
Concilio, a confesar en la lengua de sus parroquias: que
chua, aymara o pukina"; para justificar estas medidas, el
arzobispo precisa que "en numerosos pueblos de nues
tra diósesis todos los indios los más o algunos no en
tienden quechua sino el aymara o la pukina", Vellard
nos da otra inform ación interesante y concierne, esta
vez, a la región costeña. Señala que el 16 de septiembre
de 1595, durante su estancia en el valle de Arequipa, "el
virrey Don Francisco de Toledo, nombró a Gonzalo
Holguín intérprete de quechua, de aymara y de puki
n a".
52
cho, de dos grupos: los U ru s y los Pukinas, aunque es
tos últim os sean raras veces señ alad o s, en la docum en
tación, en tanto que grupo étnico y que la V isita de Tole
do (1975), que es el p rim er d o cu m en to tributario qu
tom a en cuenta diferencias eco n ó m icas y étn icas, lo:
clasifica unas veces com o U ru s y otras com o A ym arás.
53
demuestran un parentesco entre
sido derrotado por el Inca Pachacyhi ÍCatherme luUátn.
OCUpaciOti prtinm. pero no excluye las otras pj ipues Guano and Rcsourcc control in tire Sixtcenth Cervlury
Arequipa).
55
54
En el artículo titulado "Q uiénes son los Callahua-
yas. Nota sob re un enigm a etnohistórico", Thierry
Saignes considera la existencia de un Señorío Calla-
huaya preinca independiente. El basa su argumenta
ción sobre el hecho de que Ari Capacquiqui (en pukina:
C ap ac significa jefe, e iq u i padre), quién abrió al Inca
Tupac Yupanqui la ruta que lo llevaría a la conquista de
los Andes Am azónicos, habría sido un señor étnico ca-
Uahuaya independiente, reconocido por la administra
ción inca (Saignes, 1984, p. 114). El autor dibuja el árbol
genealógico de los jefes callahuayas sin poder remontar,
más allá del período inca.
56
rece con las mismas fro n te ra s, este hecho puede sei
signo de su constante retroceso. El gran S e ñ o r ío Ce
al ced er terren o, se frag m en tó o rig in an d o a o
Señoríos (en 1978, habíam os e n u m e ra d o d oce, p e ro
bablem ente eran m ucho m ás), m ás o m enos pukir
dos o m ás o m enos aym arizados. Estos Señoríos ex
taro n , a su tu rn o , d u ra n te la co n q u ista in ca,
desprendim iento de los C allah u ayas del bloque (
¿se hizo en ese m om ento o antes de la conquista ii
La d ocu m en tació n estu d iad a p o r Saignes no es
explícita, pese a que su argu m en tación va en el sei
de la se g u n d a h ip ó tesis. Sea co m o fu ere, alg
índices dejan en trev er que los lazos entre Collas d<
tuncolla y C allah u ayas, no estab an rotos en el m or
de la conquista d e los A n d es A m azón icos p or T up;
panqui, ya que esta exp ed ició n , h ech a bajo la égi
los C allah u ay as, co m p re n d ía tam bién a los C olla
en efecto, en el cu rso d e é sta que "u n indio del <
llam ado C oaq u iri se e sca p ó , h izo co rre r la noticia
m u erte del in c a ... d icien d o que y a no había inca y
se subllevasen y q ue sería su cap itán . L u eg o se hi
m ar P ach acu ti In ca y los collas se su b levaron y le
ron p o r su jefe, se~rebelaron en L lallaw a, A sillo, ,
P u ca ra ” (G am b oa, p. 55 ).
57
hacen referen cia, a la vez, los evangelizad ores de la or
den de San A gustín y el Diccionario pukina de Oré, cuya
figura analizarem os m ás adelante. Señalarem os, por el
m om ento, qu e el uso toponím ico de este su bstantivo
concierne esen cialm en te la región del lago, las islas
(isla Khoa, isla C oata, isla C oatí) la península de Coata y
a algunos ríos, pero no a los m ontes, dom inios cultu
rales predilectos de la ola ulterior de población aymara.
58
collas contra el poder inca, luego dos campañas poste
riores a la conquista del Lago por los Incas; "la una bajo
el mando de dos hijos de Pachacutec (el noveno Inca)
que concluyó con la tutela de los Charcas; la otra en la
época de Tupac Yupanqui (el décimo Inca) para conqui
star la costa chilena". Sólo Cieza de León toma en cuen
ta el acoso aymara que constituyó la toma de las islas y
la constitución de un señorío en tierra lupaca bajo el
reino del Inca Viracocha, predecesor de Pachacutec. La
batalla de Paucarcolla entre Cari, el Lupaca, y Zapana, el
Colla, en la que Cari salió vencedor, coincide con la pe
netración inca al norte, por Cagalla, Compopata y Aya-
viri. f
59
Cuzco hasta Chile” (G&rei Diez de San Miguel# 1567). La
importancia de la Visita de Garci Diez de San Miguel#
en la documentación colonial y el impacto de los traba
jos de John Murra sobre el funcionamiento interno del
señorío lupaca, dejaron desapercibidos el rol de substi
tuto político de los Lupacas a los Collas, como resultado
de la superioridad de su armamento y de la política in
caica. En efecto, durante los combates de Pasto, en Ecua
dor, los Collas fueron diezmados porque combatían
"con ayllus" (Morua, p.S5-85). Estos ayllus, utilizados
para la guarda del ganado y la caza de aves acuáticas; re
fuerzan la idea que nos hacíamos del tipo de sociedad
que antaño era la de los Collas. Impresión que está pre
cisada por Morua, quien escribe que "había gente como
los collas, pukinas y uros, todos servían al Inca en tiem
po de guerra, en cuanto éste hizo conquistar la rica y
grande provincia del Collao, y de la misma manera que
diferian en los nombres diferian en la guerra y en las ar
mas. Los urus eran los indios que el Inca mandaba al
combate cuando le faltaban tropas, y les obligaba a seguir
las banderas. No sabían tener un arco en la mano, y casi
sin armas iban al combate, y los mataban ellos y los pu
kinas, como moscas. No sabiendo de la guerra se deja
ban morir como bestias" (Morua, p.184). A las armas de
caza ineficaces, Morua opone las de los guerreros (fle
chas, hondas, machetes, hachas en punta, chambis), por
lo que debemos pensar que éstas fueron las de los Ay
marás y, con más razón, de los Lupacas. El alistamiento
del jefe de Ilavi al lado del de Hatuncolla es, a la vez, re
velador de la debilidad guerrera de los antiguos grupos
étnicos y de la emergencia tardía del jefe de Chucuito en
tanto que líder del territorio controlado por los Lupacas
60
1 i
como del conjunto del Collao. Un cierto número de da
tos arqueológicos y documentales nos incitan a pensar
que antes de la conquista del territorio de Ilavi por Cari,
este sitio era un centro religioso y político importante.
La presencia del mayor edificio funerario (chullpa) de la
región, evoca efectivamente la presencia de un poder
fuerte, así como la de un gran ídolo que Hyslop atribuye
erróneamente a la cultura de Tiwanacu y que está de
scrito por Arriaga. Es en Ilavi que, la presencia de los
Urus, en 1576, es la más importante registrada en la.
zona Lupaca, o sea, mil personas, y es el jefe de Ilavi
quien, durante laVisita de Garci Diez de San Miguel, ha
bla de la muerte de seis mil soldados y de todos los jefes
en Ecuador. El ídolo de Ilavi, entre todos los ídolos de
Titicaca, es el de quien se tiene la descripción más deta
llada: "Descubrí dos leguas de este pueblo de Ilavi, una
plazuela hecha a mano, y en ella una estatua de piedra
labrada con dos figuras monstruosas: la una de varón
que miraba al nacimiento del sol, y la otra con rostro de
mujer a las espaldas que miraba al Poniente, con figura
de mujer en la misma piedra. Las figuras tienen otras
figuras como sapos. Estaba esta huaca del pecho a la ca
beza descubierta y to'do lo demás debajo de la tierra. Tres
días tardaron más de treinta personas en descubrir todo
el sitio alrededor de este ídolo, y se hallaron de una
parte y otra parte una piedra cuadrada delante de la esta
tua, de palmo y medio de alto que al parecer servían d
aras o altares muy bien puestas... con hojillas de 01
muy delicadas... que relucían como sol”. (Arriaf
p.227).
61
Esta divinidad corresponde, desde todo punto de,
vista, a Jos ídolos de "estilo pajano" (según Gisbert) o
"yaya m am a" según Chávez. Se trata de estelas antro
pom orfas d e dos cabezas, generalmente con un brazo so
bre el vientre, el otro sobre el pecho y que a los costados
estaban ad orn ad o s p o r serpientes y por una serie de ele
m en tos co m o sap os. ¿Se trata del antiguo ídolo de los
"Urus" d e I la v i? ¿Las serpientes enroscadas que le ador
n ab an era n una rem in iscen cia del Dios C o ac? ¿Estaba
es te y a lig a d o a las estelas serpentiform es del estilo asi-
ru n i ca ra cte rístic a s del p erío d o an terior?
3.- Los Collas bajo los Incas: Los Dioses de los Unos o de
los Otros
62
que también, sin duda, es toda una vida cuUutai y ie\i- . >
giosa que desaparece o se transforma: \a que era "herede
ra de las viejas culturas lacustres. Si queremos registrar
el acto de nacimiento de la religión de Estado Inca, indi
car lo que ella le debe al mito y cómo Va sobrepasó, tene
mos que confrontar con el trasfondo colla el momento
en que los Incas construyeron su gran templo y echaron
los fundamentos de sú pensamiento político y religioso.
63
tigüedad, sin embargo, no parece haber significado que
ellos gozarán de un status privilegiado, sino todo lo
contrario. Según la tradición reportada por Guamán
Poma de Ayala, los Pukinas no habrían llegado jamás
hasta Tam bo Toco, uno de los lugares míticos situado
sobre el recorrido que les conducía desde el Lago al Cuz
co. Por esta razón, que justifica el mito, ellos habrían
sido objeto de desprecio y, aunque participaban de la
esencia de los Incas, nunca habrían tenido el derecho a
las insignias de la casta: el horadamiento de las orejas.
También llevaban un bonete con orejeras de lana blanca
y se les daba en el Cuzco el apodo de "p oquis m illm a
rinri", que significa: "torpe, oreja de lana".
66
La imagen de oro fino y de piedras preciosas del
dios Sol, símbolo mismo del Imperio, era adorado en el
sitio de honor. Una cita de Morua hace pensar que los
Collas fueron, en parte, los constructores del templo, y
ésto, si la cronología relatada por Morua es de fiar, antes
de la anexión de su territorio por los Incas, bajo Pacha-
cutec, el noveno inca.
67
que los dioses collas y los dioses incas no eran dife
rentes. Durante el matrimonio del Inca Viracocha, Colla
Capac se presenta con sus huaccas principales y, con
toda arrogancia, se dirige ai Inca y le dice: "Tu eres el rey
del Cuzco, yo soy el rey de los Collas: beberemos, come
remos, hablaremos, que nadie hable ya; yo soy rico en
oro, yo soy rico en plata; de Viracocha el hacedor yo soy
adorador, de Inti yo soy adorador..." Asimismo Betan-
zos escribe que "el título del rey Colla era Capac Capaa-
poyndichori, lo que quiere decir rey y solo señor hijo del
sol" (Betanzos, op. cit. cap. XX). Y es esta misma huacca
de Inti que algunos años más tarde los Collas vencidos
llevaron en su fuga. Su templo, o uno de sus santuarios
principales, se encontraba, sin duda, el nor-oeste del
Lago, en Huarina (Guarina): "Allí había una casi gene
ral huaca hacia Guarina Inteca, que es como el sol,
porque Inti llaman al Sol". (Morua, p.216). El templo de
Huarina ¿sirvió de modelo al Coricancha? Nada nos
permite afirmarlo. Sin embargo, se constata que, algu
nos años más tarde, los hijos de Colla Capac fueron los
constructores de los edificios suntuosos del valle sagra
do de los Incas (Gamboa).
69
los Chitwus que los Incas forjaron sus dioses, ídolos que,
a fin de cuentas, los Collas (Pukinas y Urus) ya ño
tenían más el derecho a rezar.
71
Una pequeña anécdota relatada por Garcilaso de la
Vega, casi un chisme, viene a echar luces escasas sobre
el caso, al menos: infundir alguna sospecha. Cuenta
Garcilaso de una señora que en los años 1554-55 vivía
en Potosí; era hermosa y galana y se jactaba de “palla1';
es decir, de princesa de sangre real. Un loro burlón
viéndola tan presumida, la llamó por la calle y a voz en
grito dijo: "Huayru, HuayruM , interpelándola. Y Garcila
so comenta que se trata de una nación de gente más vil
y tenida en menos que otras. A. pesar de esta humilde
extirpe, algunas mujeres Guayro fueron sin embargo
tenidas en mucho por los Incas. Capac Yupanqui, el
quinto Inca, que parece haber tenido una afición parti
cular por las mujeres del cuarto sur del imperio, fue,
según Guamán Poma, "muy enamorado de las mujeres
'capac orne', que como ya dijimos eran damas de sangre
real puquina, y de "uayro".
73
que en la segunda mitad del siglo XVI, pese a las sucesi
vas invasiones, conservaba su lengua y quizás todavía
lo que quedaba de tradición y de dioses.
74
Sospechamos que los Huaroc encargados de vigilar
a los hechiceros pukina de Capachica eran oriundos del
Vcille de Guaro a seis leguas del Cuzco y que fueron "los
primeros que dieron obediencia al Inca bloque "íupan-
qui, "el tercero de la dinastía establecida en el Cuzco. "Es
tos Guaros" tenían mucha gente y los señores eran po
derosos para en aquel tiempo. "Llamábase los .‘más
principales Guamasano y Pachachulla Viracocha.
¿Fueron estos mismos los que poseyeron como huacca
propia y principal la de Viracocha con un templo en
Vilcanota? Los escritos de Santa C ru z Pachacuti
tendrían en confirmarlo (Santa Cruz Pachacuti op. d t.
p.302), y el nombre de su antiguo }eíe es evocador de
creencias rem otas: Pachachulla Viracocha, es decir, el
Viracocha de la pacha única.
75
.1 I- •>
76
■i
V. A PROPOSITO DE ALGUNOS DIOSES
77
guien tes: "Esto escribe el Visitador Alfonso García Cua
drado, y mucho más escribe de Tiahuanaco el Visitador
Bartolomé de Dueñas".
Bertonio dice:
"Huaka: ídolo en forma de hombre, Carrero, y los
que adoraban en su gentilidad.
Huaka: monstruo, animal que nace con menos a
más partes de las que suele dar la naturaleza".
79
to las figuras de hombres, de carnero, de sapo, de ser
piente eran portadoras para los evangelizadores de un
mensaje sagrado que estuvieron en condiciones de des
cifrar. Las apreciaron en función de su propia cultura;
así es como todas las descripciones usan y abusan, en su
retórica, de la metáfora. Si bien las huaccas existen, ellas
cobran sentido , en este caso, sólo porque en su forma
evocan a las divinidades paganas de los antiguos griegos
o latinos o los dioses del antiguo testamento.
80
\
Otras fueron reuÜUzadas e integradas en Ya arqui
tectura de las iglesias, según un viejo padrón cristiano.
Tai es el caso de la iglesia de Arapa con una estela "Puca
rá que oficia de dintel o el de la iglesia de Tivsranacu con
dos monolitos -también Pucara- a ambos Vados de Ya en
trada (Rowe). Ambos a la vez facilitaban el acceso en el
templo cristiano y evocaban los antiguos punVu o puer
tas sagradas que eran los lugares por los cuales se comu
nicaban con las divinidades.
SI
mili va» (W arl Runa y Warl V iracocha Runa) la ,i„ , , \
creación de un Cobo (antea y dcapuéa del diluyó o ta»
aseveraciones ya citadas de un Sarmiento de Gamboa
cuando constata que de la primera humanidad anterior
al diluvio sólo quedaron los edificios de Pucara y que la
segunda humanidad es la creación de Viracocha, el mis
mo dios que mandó el diluvio.
82
La aparición de Tunupa, en el momento aproxi
mado en que florece la cultura de Tíwanacu, no dignifi
ca que esta figura no sea anterior históricamente a este
período, pero sí en el mito está ligada a toda una con
cepción espacial que sólo pudo haber cobrado sentido en
este momento preciso. De hecho un nuevo espacio se
creó; el eje acuático unió los lagos del norte y del sur y
conformó un lugar de mediación en tomo al cual se or
ganizarían los distintos grupos (Bouysse-Cassagne 1978).
En cuanto al nombre del Desaguadero, en aymara Cha-
camarca)' es decir puente, nos parece bastante revelador
de su papel geo-histórico.
El ídolo de Ilavi
86
viene a la yex situar en t»l momento pteú&y %n <|m> ta i
emitido, y comparar con ei óe loa d#m4» mon<^riVcA
lo» cuate» ienemoe alguna» Ckracrlpckmir». SI w*% fund*-
mo» en Arrlaga y Kamo», »u» atribulo» §©n lo» w
guiante»:
87
tropomortos; sin embargo en cada estilo^ estos elemen
tos vanan en las formas de asociaciones. Por ejem plo,
las figuras antropomorfas yaya mama no llevan nunca
objetos en sus manos (y es el caso de la de Ilavi) ni tam
poco tienen los brazos pendientes como parece ser el
caso en Pucara o en los monolitos del Tiwanacu clásico.
88
aquel momento se hallaba en seco.
Copacati
89
m ás, cuanto que en Qasani, cerca de Yunguyo, se en
contró otra estela de estilo yaya mama, llam ada "Cota
Aehaehila" (el antepasado del lago) y que hoy pertenece
al m useo de Puno. Según Chávez esta últim a estaría
emparentada con las precedentes y con el monolito yaya
m am a de Taraco (faz a.}, además posee un borde que la
asemeja a la estela 15 d e Tiwanacu (que tiene un rostro
rodeada d e serpientes).
V L LA S E R P IE N T E CO M O MOTIVO
90
Las serpientes no abundan en \as alturas trias del
altiplano, y la especie altiplánica Tachymenls peruviana
más se parece a una pequeña culebra que a una enorme
serpiente. Sin embargo podemos seguir este motivo a lo
largo de las secuencias arqueológicas que ya evocamos.
Pero conviene notaT que las formas onduladas son pro
bablemente de dos categorías*, se trata, por una parte, de
serpientes con cabezas triangulares y ore\as, a veces con
dos cabezas, y, por otra parte, de formas con cabezas y
bigotes (estela de Copacabana) que Rowe describió paia
la estatuaria de Pucara, asimilándola a un pez que es el
suche.
91
V' “el anirruí que adoraban los de Tiwanacu" (op. cit. libro
IIÍ cap. XI). Probablemente hay que ver en ambos moti
vos mucho más que un parentesco estilístico; sin duda,
una supervivencia religiosa que liga los pueblos que
adoraban a la serpiente, en un momento de parcial
i: sequía lacustre, a los pueblos que, años más tarde, pre
senciaron la fase final de subida de las aguas.
92
actual de los A n d es del ce n tro su r y probablem c
antaño, los principales anim ales que m arcan el pase
la estación de lluvias a la estación seca.
94
(ukupacha).
96
tras el pejerrey sacamos y ya está". Dicho en otras pata-* * \
bras, los comuneros de Suriqui reconocen a\ suche \as \
mismas calidades de resistencia a la sequedad solar que
a los sapos. Y luego de haber escuchado varios cuentos
sobre "su rey de los pescados", nuestro interlocutor
añadió "me han contado mis abuelos de que el suche
cambiaría con la serpiente lunes de carnaval, entonces
por esto es parecido. Según habían visto. Han visto,
dice. Hiska anata, lunes de carnavales, dice, de que todos
los suches saldrían a las orillas listos para salir a la tierra
también esperando a las serpientes cuando las ser
pientes bajaban dice, de los cerros se haría el cambio. Las
serpientes entrarían al lago y los m auri saldrían vol
viéndose como serpientes. Saber todo aquello es. ñecos»
rio". En resum idas cuentas, los ciclos estacionales "o
los cam bios" que suponen en tre anim ales acuático?
terrestres pueden ser asim ilados a pequeños pachacu
97
. ra como la "del dios de los ladroncss" encontrada en 1858
por Tschudi en Tlwanacu. La estela "y ay a mama , en
contrada en Copacabana y a la cual hemos comparado la
de Copacati- sirve de soporte a dos categorías distintas de
"serpientes** (fig n* 6 >: unas llevan cabezas con bigotes
y son las más pequeñas, puede ser que sean suches; otras
rodean la cabeza máscara y se parecen más a serpientes.
¿Será que en su grafismo sencillo esa loza de piedra re
presenta, (un poco a la manera de las modernas cono-
p * s ) el "cam bio" suches-serpientes y habla de un mo
m ento durante el cual el tiempo jugaba, como es el caso
p o r an ata, se cam biaba, o , com o dice Cobo, "se trocaron
los tiem p o s", segú n la vieja fórmula del pachacuti?
El tiem po juega
98
Durante el juego de parvcuco "acostumbraban
bañarse... en los arroyos como en los ríos y las lagunas,
creyendo que aquellas aguas dejaban salvo conducto
contra las enfermedades, quedando libres y limpios di
ellas, llamábase a este juego Pancuco, hacíase de parte d
noche, y eran grandes las ofensas que contra Dios se o
metían, porque la misma noche, les daba licencia pe
las maldades que en los juegos nocturnos suelen su
der, asimilándose estas fiestas a las que los Roma
hacían, en honra del Dios Fébrua, jugando en la
dad". "Usaban de otros juegos, que aún hoy en alg
partes se suelen ejercitar en las plazas y en los can
tirando con irnos cordeles de tres ramales y en los
mos unas p elotas... que llam an... llivi o ayho...”.
99
"El gran hecho histórico y social que supone la or
denación de Carnaval es el que todos los viejos rituales
paganos quedaron sino adscritos a él de modo fijo, si en
un período determ inado y ajustados al santoral de un
modo general homogéneo para todo el occidente cristia
no al menos" (). Caro Baroja, El Carnaval 1979). Es poco
conocido el hecho de que los romanos, que en un prin
cipio tenían un calendario lunar, comenzaban el año
nuevo con la luna nueva, inmediatamente posterior al
deshielo que coincidía con el actual mes de marzo, y los
lu p crcalis (15 de febrero) marcaban el fin de año cuando
el año com enzaba en marzo. En un primer tiempo, la
fecha de la Purificación de la Virgen tuvo lugar el 14 de
febrero, fecha que coincidía más con la fiesta romana
que el actual 2 de febrero.
100
calía, pero la fiesta parece relacionarse con e\ tobo anv
mal sagrado, y es cierto que tanto en ‘Roma como e
Grecia había en invierno una fiesta p a ra preservar <3
lobo a los ganados que en un tiempo fueron \a base de
economía. En el santoral cristiano parece ser que \a '
tividad que la iglesia occidental sustituyó, en ci
modo a la purificación de las Lupercalia romanas
precisamente esta de la Purificación de la Vírger
máscaras, las más curiosas, con rasgos terroríficos
gando y haciendo cuestación, se encontraban en 1
en determ inadas fechas del afio: la C andelaria, S
(3 de feb.) y C arnaval. D urante C arn aval, se Tes
ritos de flagelación con fines fecundantes pÓT \
enmascarados, de tal modo que este período es c
presentación del paganismo en sí, frente al cris
en una época probablemente más pagana en
que la nuestra, pero también más religiosa
duda que las observaciones de Ramos Gavi\át
de una doble serie de observaciones. De \a 1
ñera que se llevó a cabo un proceso de apis
fiestas paganas de lupercalia, y la fiesta de <
Carnaval (de acuerdo con principios de sim
o menos vigilados por la iglesia misma')
manera se inició otro proceso de adaptació
do a orillas del Lago. De un lado, entre i
logia lacustre significativa de los cambios
un momento de año lluvioso durante e
po juega" y que corresponde a Camay a
mos, además, que a la altura de Copac
por el zenit entre el 19-20 de febrero) y
culto cristiano: la purificación de la
p eríod o que en la litu rg ia de Cana;
m
“m undo al revés"; es d ecir, una tem p orad a d e in v er
sión del orden acostu m b rad o , que re cu e rd a an tigu os
cultos paganos.
V III. LA H U A C CA DE C O PA C A B A N A
104
(Cobo p . 127) es el perido y es más bien de u n co\o t
verde amarillento.
N o podem os decir si el Idolo de Copacabana
"piedra azul vistosa’’ estaba becbo de una de estas pie
dras, pero los estudios de ConcVlia sobre los tapices c
Pucara y Tiwanaku tienden a demostrar que los ido1
representados lo eran o bien con detalles verde
azules, o bien bajo fondo verde. De la misma mai
Rowe, al estudiar dos estatuas de estilo P ucara (un
ellas p roced ien te de la p rovin cia de CbumbivV
señala que están b ecbas de "una piedra d ura y ve
ca", (la atacam ita tiene una dureza de 3 a 3,5 y la
quira de 2 a 4) .M aría Rostworowski babía notad
su p a rte , que los pueblos pesqueros de la costa
también este color en las representaciones de su
dades. (Rostworowsky, Recursos Renovables y 1
Concklin sugiere una difusión temprana del <
cara en la costa, y Rostworowsky íormula la
según la cual pudo haber un parentesco entre
costeños y el de Copacabana. Por nuestra pa
que el color verde era efectivamente el de v
pertencientes a ias mencionadas culturas,
copa significa color verde y era también é
se daba a una mosca de coíot verde ípró
cantaride) “que suelen \traer los enamo
nio); esta m osca era h u acan q u i lo que ¡
por "p h iltru m " (Arriaga, Instru cción
p .2 1 7 ). S e g ú n B e rto n io "sa lla de
rasp án d olas". E stos h u a c a n q u i podía
p ájaro s, h ierb a s, conch as de maT o t<
(A rria g a o p . cit.) y B erto n io re g ísti
105
nombre de copa o ninanina el gusano o la luciérnaga.
106
cap tu raro n el A rca de D ios (a rca d e la alianza) la 1
ron d esd e E b e n -e z er a A sd o t. T o m a ro n lo s f ilis t e
A rca de D ios y la m etiero n en la casa d e D a g ó n , y 1<
sieron ju n to a D agón. V cu a n d o al s ig u ie n te día le
A sd ot se lev a n ta ro n de m a ñ a n a , h e aquí D a g ó n , pe
do en tierra d e la n te d el a rca d e Je h o v á , y to m a r
Dagón y lo v o lv iero n a su lu g ar. Y v o lv ié n d o s e a le
tar de mañana el siguiente día he a q u í q u e D a g ó n í
caído postrado en tierra delante del arca d e Je h o v á
cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos ests
cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Da
el tronco solamente*'. JsJo cabe duda que al describí
ídolo de Copacabana como M un rostro humano desti
cado de pies y manos que se humilla delante de "la '
dadera arca" que en este caso es la Virgen de la Car
laria, Ramos usa de una metáfora que se inspira
literalmente en el pasaje del Antiguo Testamento qu
cabamos de citar, (cuadro nQ2).
107
I V Untos m odos no cabo duda que este ora ol ídolo
de los pueblos que controlaban las islas y las orillas dol
lago y que la docum entación designa com o Colla, sien
do en este caso este un térm ino genérico que designa a
los a n tig u o s p u eb los lacu stres mas que un término
h istó rico qu e caracteriza el Señorío al cual aludimos,
aun si éste extend ió su dom inio a la península de Co
p acaban a. C on el íd o lo de Copacabana tocamos, sin
du d a, u no de los m ás antiguos ídolos de esta parte de
los A ndes. Al que todavía era, en el siglo XVI, "el lugar
de m ás id o la tría s qu e hab ía en este reino", no sólo
porque los Incas establecieron allí una numerosa colo
nia de m itim a e s y los fam osos templos que conocemos,
sino porque estos que "en todo se asimilaban por traer
su principio y origen de allá" escogieron para establecer
su gran centro religioso a la vez el ídolo más antiguo y
venerado y el que m ás sentido tenía en su propia mito
logía.
I X LA H U A C C A D E T IT IC A C A
108
d* las distintas tradiciones religiosas) que soportó esa
p arte del altiplano.
1. Loa Mitos
Sí interpretamos los mitos, a los cuáles Ivemos al\
dido al principio, com parándolos con la secuenc
geológica que hemos trazado, la Isla de Titicaca íue
primera tierra que se descubrió después del "Diluv
"o la en que el sol se escondió" (Cobo op. cit.). Este ti
po correspondería a la fase final de subida de las agí
109
se dedicab a a a d o ra r a la luna porque según el pensar de
ellos eran d e s v e n d ie n te s e hijos d e la luna, porque ellos
d ic e n q u e ei sol e s Dios d e la raza blanca y la luna de los
in d íg e n a s **. S eg ú n e ste re la to los h abitan tes de Suriqui,
e n e l la g o d e W iñ a y m a rca , s e reivin d ican co m o descen
d ien tes d e u n a e d a d p re s o la r o an ted ilu vian a.
En el c a s o q u e e x a m in a m o s , la ed ad p resolar
c o r r e s p o n d e r í a a la s cu ltu ra s an terio res al Tiw anacu,
(e n el c a s o d e S u r i q u i : C h irip a ) o al Tiw anacu m ism o
(fin d e l d ilu v io ). C o b o señ ala d o s altern ativ as m íticas a
p r o p ó s ito d e " los r e s ta u r a d o r e s d el linaje h u m an o ”
postdiluviano: o éstos p ro c e d e n d e la' isla del Sol y em i
g ra n a Tiwanacu, o el c r e a d o r fo rm a d el b arro d e T iw a
n a c u la s n a c io n e s to d a s " . P o r o tro la d o , las im ágen es
q u e s e d esprenden d e la c r ó n ic a d e R a m o s G avilán coin
ciden con el mito, al m e n o s n o s d a n a e n te n d e r la e x i-
tencia d e un culto solar p r e in c a ic o , y p u d im o s co n sta ta r
que efectivam ente tal e r a el caso e n la é p o c a d e los C o
lias.
lio
de aves en este lugar, 'Ramos nos oítecc, paginas más \
larde, una explicación. "La pefva en cues\\6n "eslába cu- í
bierla de planchas de oro y piala y porque con los rayos
del Sol reverberaba lanío la peña. dijeron los Indios que
no pasaba pájaro ninguno, por junio a ellas, sino qae
por arte y orden del demonio huyeron las aves de aquel
lugar" (idem p .79). Bn esla peña habla "un claro y
pequeño hueco que tenían por tradición habla salido el
So l” (idem p.86). L a presencia del Sol está confirmada
según R am os, por una explicación del topónimo Titica
ca que según él significa "peña donde anduvo el gato y
d io gran resplan d or" porque "titi significa gato montes"
y "k ak a significa p eña en aymaxa" (p.46).
til
co)ínnfó a loa habitante» «M valle a que subieran En
apo f », el Apa Wat» salir de las cuevas muchos pumaa
que devoraron a le gente; d padre Sol lloró, las lágrimas
del Sol formaron una inmensa laguna que ahogó a los
puma* Los que se salvaron dijeron: qaqa tttinakawa
(son puntes grises). Asi nació el lego y su nombre.
E n u n a p r im e ra im a g e n , tra n fo rn ia c ió n d e la
fábula del A n tig u o T estam en to seg ú n la cu al E v a fu e se
d u cid a p o r el d em o n io d is fra z a d o d e s e rp ie n te en el
p a raíso terre n a l, R a m o s G avilán su s titu y e n d o el g a to
por la serpiente, e s a ib e l | p a r e c e h ab er sid o el d em onio
que como para engañar a E v a se vistió en traje d e ani
mal ladrón, acudiendo!tam bién a p in ta r su g ran in g rati-
ud, en el que es vivo j e r o g lífico d e ella". A esta p rim e-
ra cadena sustitutiva serpiente-gato, Ramos añade otra
en e/ gusto barroco que es la del gato-Carbunco, animal
mítico a ia vez que piedra grande rojo oscuro: "sino es
que aquel g ato fuese el animal que llamam os Carbun
c o ... y que guiados de su gran resplandor habían ido en
su seguim iento ... este anim al tiene tal instinto que con
una cortina o funda belleza que le dio la naturaleza, cu
bre la piedra... tienese p o r m u y sin duda haber tenido el
Inca algunas d e estas p iedras , en p árticu lar una m uy
g ra n d e q u e llamaban In tip toca que es lo m ism o que cosa
escupida del Sol".
2. El anim al ladrón
117
q u e v e r co n los cu lto s an tig u o s q u e su rgen en filigrana
d e to d a la se rie d e d a to s c o n v erg en tes, au n qu e in su fi
c ie n te m e n te e x p lic a tiv o s q u e acab am o s de m en cion ar,
p e ro p u e d e s e r q u e sí. E ste d io s qu e traía la llu via,
qu izás tam b ién p o d ía im p e d irla . En C aran gas, M onast
dice q u e h ay u n a n c h a n c h u , co n sid era d o com o s u p a y
qu e trae o im p id e la llu v ia ; este es el patrón de los la
d ron es y p o r lo m ism o la d ró n : su n om b re es San A n
d rés, y era el m e n sa je ro d e S a n tia g o (asociado al trueno
y relám p ag o ). C u a n d o S a n tia g o estab a decontento m an
d aba a S an A n d ré s, y am b o s su ele n asistir a la fiesta de
C a rn a v a le s e n O ru ro . E n H u a ro c h iri, casi coincid ente
M con la fie sta d e S a n A n d ré s", en el m es de noviem bre,
se c e le b r a b a u n b a ile lla m a d o c h a n c o y "era en ese
p e río d o c u a n d o s o lía n p e d ir la llu v ia. La gente decía
q u e en la ép o ca d el C h a n co ib a a llover". (D ioses y Hom
b r e s d e H u a r o c h ir i p. 205). N o cab e duda que conviene
a so cia r el titi co n lo s cam b io s clim áticos que se desarro
lla ro n e n e s ta p a rte d e l la g o , y qu e hacen de él un
"an im al la d ró n ", q u e escu p e p ied ras y granizos.
3. La p ied ra escu p id a
118
v id e n c ia q u e e ste e ra e f e c tiv a m e n te ”e \ \u g a r d o n d e e \
sol ten ía su s p a la cio s” y e \ m ito colora v id a xe a \.
4 . C o p a c a b a n a y T itic a c a *
119
que ver con los cultos antiguos que surgen nn filigrana
vio toda la sotio vio datos convergentes, aunque insufi
cientemente explicativos que acabamos de mencionar,
pero puede ser que sí. tiste dios que traía la lluvia,
quizás también podía impedirla. En Carangas, Monast
dice que hay un anchanchu, considerado como supay
que trae o impide la lluvia; este es el patrón de los la
drones y por lo mismo ladrón: su nombre es San An
drés, y era el mensajero de Santiago (asociado al trueno
y relámpago). Cuando Santiago estaba decontento man
daba a San Andrés, y ambos suelen asistir a la fiesta de
Carnavales en Oruro. En Huarochiri, casi coincidente
"con la fiesta de San Andrés”, en el mes de noviembre,
se celebraba un baile llamado chan co y "era en ese
período cuando solían pedir la lluvia. La gente decía
que en la época del Chanco iba a llover". (Dioses y Hom
bres de Huarochiri p. 205). No cabe duda que conviene
asociar el titi con los cambios climáticos que se desarro
llaron en esta parte del lago, y que hacen de él un
"animal ladrón", que escupe piedras y granizos.
3. La piedra escupida
118
videncia que este era efectivamente "el lugar donde el
fcol tenía sus palacios" y el mito cobra vida real.
4. Copacabana y Titicaca
119
Rey a quien obedecían los mares". (Calancha, Crónica
Moral L, II Cap. X). Según este autor, los Nasca habiendo
heredado el concepto del boto, como deidad suprema
del mar, habrían asociado el portador de los medios de
vida propios del pescador a la deidad de los agricultores.
"La metamorfosis de la originaria representación natu
ralista se realizó, en el sentido de la antropomorfización
y, simultáneamente, en el de su fusión* con el .felino,
que se presentó como émulo del boto en las creencias
del pueblo, probablemente debido al creciente contacto
con las tribus serranas". "La humanización de la fiera
marina se efectúa con la substitución de la cabeza de la
orea por la humana, y en adquirir la deidad primitiva
de los pescadores atributos de un dios agrícola".
123
de la selva, por un viejo substrato que emigró de
zona o que colindo con ella.
124
wvv están colocados sobre la
• 3—^ <\e> bas-
EPILOGO
125
t
126
dro y San Pablo... y que hoy están colocados sobre la
puerta principal de la iglesia... hallaron piedras de bas
tante grandeza de que hicieron los santos dichos... tam
bién es cosa rara el haberse hallado en estos edificios tan
grandes ídolos de piedra cuya estatura conocidamente es
de gigantes".
127
ANEXO
128
formado una inmensa laguna, que ahogó a todo» Ua
pumas que han matado a la gente. De esta destrucción
se salvó poca gente, que dijeron: Qaqa titinakawa (son
pumas grises). Así nació el lago y su nombre.
(Recogida en la isla Jisk'ata, Puno).
En: John M urra, El aymara libre de ayer; en: Raíces de
América; El mundo Aymara (Compilación X . A\bó), Ed.
Alianza - Unosco, Madrid, 1988 (p.51-73)
129