Origen Del Islam
Origen Del Islam
Origen Del Islam
El origen del Islam se remonta hasta la Arabia Saudita del siglo VII. Por ello, el Islam es la más joven de las grandes
religiones del mundo. El profeta Mahoma (alrededor del 570-632 d.C.) introdujo el Islam en el 610 d.C., después de
experimentar lo que él llamó una visita angelical. Mahoma dictó el Corán, el libro sagrado del Islam, el cual los
musulmanes consideran que son las palabras perfectas y pre-existentes de Alá
A comienzos del siglo VII surgió en la península Arábiga el Islam, cuyo esplendor maravilló al mundo conocido y puso en
peligro a la Europa cristiana. Un pueblo que hasta entonces era desconocido, se unificó bajo la palabra de un hombre
que predicaba una nueva religión y en poco tiempo puso en jaque y conquistó a las dos grandes potencias que se
disputaban el Asia Anterior: El Imperio de los sasánidas en Persia y El Imperio Bizantino. A este último le arrebató sus
posesiones en Asia y en el Norte de África, entre ellas las dos provincias más importantes: Siria y Egipto.
Posteriormente abarcó la península Ibérica, la isla de Sicilia y temporalmente, otras tierras europeas.Con el correr del
tiempo, la influencia de este pueblo llegó hasta las fronteras de India, China, Etiopía, Sudán Occidental, Sur de Galicia y
Constantinopla. Se trataba del pueblo árabe.
Hacia el año 570, nació Muhammad o Mahoma, que en árabe quiere decir "alabado". Pertenecía a la familia de las capas
más humildes de la tribu de los coraischitas. A la edad de seis años, aproximadamente quedó huérfano y pasó su
juventud entre tristezas. Fue en el desierto un pastor más. No mejoró su situación hasta que contrajo nupcias con
Jadiya, una mujer mucho mayor que él, viuda de un rico comerciante de la Meca.
En adelante se encargó de los negocios comerciales de su esposa realizando muchos viajes a regiones cercanas. El
contacto con otras sociedades, hizo que Mahoma fuera madurando sus propias concepciones religiosas.
Hacia el año 610, cuando Mahoma bordeaba los 40 años, inició su vida pública. Sus revelaciones se expresaron en
forma de sentencias proféticas.
Según la tradición, a Mahoma se le apareció el arcángel Gabriel para anunciarle que había sido elegido como profeta de
una nueva religión basada en el sometimiento a Alá ("Dios", en árabe). La nueva fe se denominó islam, que significa
"resignación a la voluntad divina".
Mahoma predicó en La Meca la nueva doctrina, pero en el año 622 tuvo que huir de esta ciudad y refugiarse en Medina.
Este suceso, conocido como Hégira, señala el inicio de la era musulmana o mahometana.
Mahoma logró convertir a los habitantes de Medina y con su apoyo, conquistó La Meca. A la muerte de Mahoma en el
año 632, la religión fundada por él tenía rasgos definidos y había logrado unir o, al menos, integrar a las comunidades
árabes por primera vez en su historia.
Las tribus de vida independiente y de costumbres y ritos religiosos tan diversos, había sido reunidas en un solo conjunto
como pueblo de Alá, con un jefe supremo que era el profeta, quien recibía el poder de manos del dios venerado.
Lamentablemente el profeta no aclaró antes de morir la situación relativa a su sucesión y poco faltó para que todo
concluyera con su muere. La casualidad vino a dejar la continuación de su obra en manos del último suegro de
Mahoma, Abu Bakr, quién no logró comenzar una política de expansión del Islam, la que sí logró Omar, primero
enemigo de Mahoma, y luego, su ferviente seguidor.
Abu Bakr y Omar fueron los califas o vicarios de Mahoma encargados de proseguir la obra, que tendría el desafío de la
expansión y de la conquista que se extendía con rapidez y por vastas regiones.
3- La doctrina islámica
La religión musulmana se basa en las enseñanzas de Mahoma, palabras proféticas que durante la vida de su predicador
nunca fueron escritas y solo se transmitieron en forma oral. El califa Osmán ordenó la recopilación en un texto escrito en
lengua árabe. Hasta nuestros días, este texto es el libro sagrado de los musulmanes. Es el Corán, compuesto por 114
capítulos, es un conjunto de relatos y de mandatos que constituyen las enseñanzas del profeta, cada una de las cuales
corresponde a una circunstancia particular.
La dogmática del Corán se caracteriza por su sencillez. Su base es un estricto monoteísmo, en el que se mezclan
aspectos preislámicos con rasgos del judaísmo y del cristianismo. Así, los musulmanes veneran a figuras bíblicas como
Abraham, Moisés o Jesús, que es considerado un profeta más.
- Profesión de fe por la que se testifica que "no hay más Dios que Alá y Mahoma es su Profeta"
- Obligación de orar cinco veces al día en dirección a La Meca.
- Ayunar el primer mes al año (Ramadán).
- Dar limosna. Los creyentes musulmanes han de ayudar a los necesitados.
- Peregrinar a La Meca a lo menos una vez en su vida. Están exentos los enfermos o los físicamente discapacitados.
La mezquita es el lugar de culto y de reunión pública. Es una gran sala compuesta de pequeñas bóvedas paralelas
sobre hileras de columnas que terminan en un muro recto interrumpido por un nicho adornado, que es la marca que
indica la dirección a la ciudad de La Meca, punto al que debe dirigirse el creyente en el momento de su oración. Existe
también un púlpito para el predicador, aunque en principio el culto no exige necesariamente la existencia de un clero,
pues todo musulmán puede comprender su religión por sí solo. No obstante, con el tiempo se formó un grupo de
estudiosos, los ulemas, teólogos que se consagraron a la lectura y al comentario del Corán
El Islam contemporáneo
El siglo XX, con sus múltiples transformaciones históricas, culturales, políticas y sociales ha
proporcionado un marco de cambio constante que ha influido en las religiones de todo el mundo.
El Islam no se ha visto libre de estos cambios, lo cual es lógico si tenemos en cuenta procesos
como la descolonización o aspectos como la increíble expansión secular de esta religión por
zonas alejadas miles de kilómetros de Medina y La Meca: desde el África subsahariana hasta
Malasia: desde ciertas zonas de Europa Oriental hasta la India.
Unos mil millones de seguidores del Islam comparten hoy un credo con muchas variantes debidas
al sustrato geográfico, la evolución sociopolítica y la tradición cultural, factores que hacen de la
práctica del Islam un culto mucho más multiforme de lo que los medios de comunicación dan dan
a entender.
Además, han proliferado fenómenos colectivos como el Movimiento Musulmán Negro, en Estados
Unidos, que aun rechazando la vida más allá de la muerte, adopta otros muchos dogmas
coránicos. O el neosufismo, cuyo máximo exponente sería Idries Sha, cuya doctrina se basa en
gran parte en el Corán, pero introduce la idea de una religión universal por encima de todos los credos y en la que Dios es uno para todos.
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos pusieron de manifiesto una
vez más que nunca en la historia hubo, en realidad, guerras religiosas, sino que bajo el nombre de
Dios se ocultaron siempre objetivos meramente políticos y económicos.
A partir de los movimientos antiimperalistas del siglo XIX y de la descolonización que siguió a
ellos, territorios tan distintos geográfica y culturalmente como Arabia, Indonesia, el Magreb,
Afganistán, Pakistán, Turquía o Egipto dejaron atrás la pertenencia a diversos imperios (el
otomano, el británico, el francés) y su signo fundamental de identidad a partir de entonces fue el
Islam.
Muchos de los gobiernos de los países recién independizados trataron de crear sistemas políticos occidentalizados, pero la mayoría fracasaron. El estilo de
vida "occidental" fue visto por muchos sectores como una concesión al neocolonialismo y como un rechazo intolerable de las tradiciones religiosas. El
resultado fue la ascensión de movimientos fundamentalistas islámicos, que propugnaban una transformación sustancial de la teoría y la práctica política,
adaptándolas a las costumbres sociales tradicionales del mundo antiguo. También subyacía el panarabismo, un movimiento excluyente que pretendía unificar
a los musulmanes de Oriente Medio por encima de las nacionalidades.
Formación de los estados islámicos modernos
Esta amalgama de circunstancias y opciones fue adoptando muy diversas vertientes a lo largo de
los años, hasta abocar en el momento presente en opciones regionales muy diversas que
probablemente son todavía provisionales: Irán y Libia fueron en un tiempo países muy radicales
en su actitud antioccidental y fundamentalista.
Por el contrario, Túnez y Turquía habían separado claramente la religión de la política y, a pesar de mantenerse fieles al Islam, adoptaron en gran medida el
estilo social de la cultura europea. Los países del golfo Pérsico mantuvieron las tradiciones, pero al mismo tiempo formalizaban cómodos pactos económicos
con Occidente. Occidente, por su parte, capitaneado por Estados Unidos de Norteamérica, poco se interesaba por tendencias religiosas sino que se
preocupaba exclusivamente en el control de la producción de petróleo.
El Islam y el fundamentalismo
En otros casos, el Islam se identificó con tendencias de liberación política de territorios ocupados
por otros países y religiones: por ejemplo, Líbano y Palestina contra Israel, o Afganistán contra la
Unión Soviética.
En todos los casos, todos los intentos de pacificación fueron paradójicamente boicoteados por
grupos obcecados y contrarios a la cesión de cualquier pretensión. Así, líderes islámicos y
hebreos moderados como Anuar el Sadat y Yitzak Rabin fueron asesinados por ultraconservadores
de sus propias filas: Sadat por la Yihad egipcia y Rabin por un judío ultraortodoxo.
Pero incluso entre el Islam existen diversos grados de celo en el cumplimiento del Corán. En el
fundamentalismo islámico (como por otra parte, en cualquier fundamentalismo de toda religión)
debe distinguirse entre ámbitos y países, puesto que su aparición depende de factores políticos,
pero también del sustrato cultural y social y del desarrollo económico.
Si tenemos en cuenta que cualquier religión no es sólo un sistema de creencias sino también un modo de vida, está claro que el fundamentalismo religioso
arraigará con mayor facilidad en cualquier lugar donde la supervivencia esté en peligro.
La historia del Islam ha sido tan larga y su expansión tan intensa que muchos países (algunos
situados a miles de kilómetros de La Meca en puntos tan alejados entre sí como Indonesia y
Mauritania) siguen hoy día fieles a la fe islámica. Fieles, pero con las particularidades evidentes
que el sustrato socio-religioso y las características políticas e históricas imponen a cada enclave
geográfico; sobre estas particularidades, y poniendo algunos ejemplos.
Asia Central: El Islam se implantó en Asia Central en unas fechas difíciles de determinar, pero en
todo caso, anteriores a la llegada de Tamerlán (el príncipe musulmán de Samarkanda) y los
mongoles (siglo XIV). Su fe ha conseguido sobrevivir a través de los siglos, incluso a la
antirreligiosa y comunista Unión Soviética: a principios de 1990 la mayoría de estados
independientes (Uzbekistán, Kazakistán, Tadzhikistán, Kirguizistán, Turkmenistán, Azerbaiján) de
esa zona tiene el Islam como religión oficial, es decir, son repúblicas islámicas.
Turquía: Durante muchos siglos el otomano fue un enorme imperio (en el siglo XVI, bajo Solimán el
Magnífico, controlaban Oriente Medio, Hungría, el Oeste de Asia, el Norte de África y los Balcanes)
y su capital, conquistada a Bizancio, fue la bella Estambul: las potencias europeas consideraban a
Turquía "El Enfermo" y desmantelaron su imperio tras la segunda guerra mundial. En la actualidad
el país vive en buena parte del turismo y, como consecuencia de ello, guarda un cierto equilibrio
entre una versión moderada del Islam y el laicismo político. De hecho, desde el gobierno de
Mustafá Kemal (1881-1938), la constitución turca es laica. La huella musulmana del Imperio
otomano, ha quedado, sin embargo en zonas europeas como Bulgaria, Bosnia o Hungría.
Los duodecimanos de Oriente Medio: La rama más extensa del chiísmo es llamada la de
los imami o duodecimanos; reconocen a doce imanes o cabezas religiosas como descendientes
de Alí, primo y yerno de Mahoma, y reniegan de los cuatro primeros califas que usurparon la
legitimidad de Alí. Una de sus creencias es que el duodécimo imán, llamado Al Madhi, que
desapareció en el año 874, reaparecerá tarde o temprano. Estas creencias son propias de los
regímenes islámicos de Irán (donde la mayor parte de los habitantes son duodecimanos) y el sur
de Irak. También hay población imami en Líbano, Arabia Saudí, los estados del Golfo Pérsico y
Siria. Y pequeñas comunidades en India, Estados Unidos, Pakistán, Azerbaiyán y Europa
Occidental.
Indonesia: Los comerciantes procedentes de la India llevaron el Islam a Indonesia durante el siglo
XI. Pero cuando Marco Polo llegó a la isla de Sumatra en 1292, sólo una de sus ciudades (Perlak)
era musulmana, lo cual sugiere que el Islam se ha ido imponiendo gradualmente a través de los
siglos. En la actualidad el noventa por ciento de los 130 millones de habitantes de las islas
indonesias son musulmanes, lo cual la convierte en la mayor nación musulmana del mundo. Sin
embargo, las caras del Islam son bastante heterogéneas en las diversas islas que forman
Indonesia: desde el centro de Java, cuyo islamismo es muy leve, como un barniz sobre el dibujo
que han hecho el hinduismo y el budismo, hasta el sur de Borneo, donde la fuerza del Islam ha
borrado incluso cualquier huella de cultura preislámica.
Senegal y otros países subsaharianos: El Islam llegó a Senegal, como a otros países
subsaharianos, en el siglo XI. Estableció califatos importantes, como el de Sokoto en Nigeria. En
Senegal, ha tenido tanta fuerza que prácticamente se ha impuesto por completo a las religiones
previas: hoy en día más del 90 por ciento de los habitantes de este país son musulmanes. Otros
países en que el Islam es religión mayoritaria son Djibuti y Somalia. Por su parte, su fuerza es
importante en las ex colonias francesas, como Mauritania, Malí, Níger, e inglesas, como Sudán,
Nigeria y Tanzania. La ex colonia italiana de Etiopía también es básicamente musulmana.
El Magreb: nacionalismo, turismo e Islam: En la zona del norte de África, los países que a lo largo
de los siglos han formado parte de grandes califatos, imperios como el turco o potencias
coloniales europeas, obtuvieron su independencia en diversos momentos del siglo XX. Todos han
adoptado el Islam como religión oficial, pero su nivel de radicalismo político antioccidental ha
condicionado las características de la religión y su relación con los gobiernos: en el Magreb
encontramos países claramente fundamentalistas y antioccidentales como Libia y otros
prácticamente laicos como Túnez. Entre estos dos extremos y según ciertos ciclos políticos se
encuentran los casos de Marruecos, Argelia o Egipto: sus gobernantes y sus movimientos sociales
hacen evolucionar el Islam a gran velocidad.
Osama Bin Laden y Afganistán: El fundamentalismo islámico ha presentado las masacres del 11
de septiembre de 2001 en Estados Unidos, como la respuesta desesperada del mundo islámico
contra un Occidente enemigo en Palestina, Irak y otros países. Osama Bin Laden y su protector, el
mulá talibán Omar, de Afganistán, se han asignado el papel vengador de los oprimidos, como Robin
Hood en el siglo XXI. A pesar de contar con un considerable apoyo popular, especialmente en el
vecino Pakistán, la autoproclamada "guerra santa", acaudillada por Bin Laden ha sido condenada
de modo explícito por la práctica totalidad de las naciones de la órbita islámica (con la notable
excepción de Irak), hasta el punto de prestar ayuda logística a la contundente respuesta miltar y
diplomática instigada por Estados Unidos.
Pakistán y Bangla desh: Pese a estar dominada durante los primeros mil años de nuestra era por
dos religiones principales como el hinduismo y el budismo, la India tuvo gran influencia del Islam,
especialmente durante el sultanato de Delhi y las invasiones de gaznavíes y mogolas: en la India
actual ha quedado un pequeño rincón para los musulmanes, pero la independencia del imperio
británico dio lugar a la escisión de una parte del subcontinente que ha quedado completamente
dominada por el Islam: Pakistán. A su vez, en 1971 y apoyada por la India, otra nación de mayoría
musulmana (80 % frente al 18 % de hinduistas) se escindió del Pakistán: se trata de Bangla desh.
Economía
La economía mapuche ha variado en el tiempo. En el siglo XVI, ésta se centraba en la caza y recolección,
complementándose con la semidomesticación de camélidos y una producción hortícola no intensiva, que consistía
principalmente en el despeje de campos mediante quema de bosques para alternar terrenos cultivables. Su economía
era de subsistencia, es decir, con escasa acumulación productiva. La mujer estaba a cargo de las labores domésticas y
de la manufactura cerámica y textil (düwekafe/tejedora). La Guerra de Arauco sostenida durante la Colonia determinó una
economía propia de la guerra, en que los asaltos y “malocas” eran una fuente de ingresos. En esta misma época se
produce la incorporación del caballo, sin el cual no se entiende la economía mapuche tradicional.
Durante los siglos XVII y XVIII se dio la ‘Araucanización de las Pampas’; los mapuche incorporaron la ganadería bovina,
inaugurando y encabezando un circuito mercantil fronterizo entre Chile y Argentina, convirtiéndose en los mayores
traficantes de caballos y ganado de Chile. También se incrementó la textilería, tanto para uso como para venta, igual la
cestería, la cerámica y en especial, la platería, una ocupación masculina (ngutrafe o retrafe/joyero), que alcanzó en el
siglo XIX su mayor desarrollo. La denominada ‘Pacificación de la Araucanía’ en 1881 significó el fin de esta etapa de
auge económico y la pérdida de su autonomía. Nació la Comisión Radicadora de Indígenas para su reducción y entrega
de títulos de merced (propiedad de la tierra).
Tras un período de casi 20 años, la sociedad mapuche se empobreció, pero lograron adaptarse al régimen de hijuelas,
haciéndose agricultores de subsistencia con una tecnología precaria y ganaderos a muy pequeña escala. La familia se
congregó en torno a la ruka, con un pedazo de tierra de usufructo privado y recursos animales y materiales propios, salvo
en el caso de la mediería o, de precisar mucha mano de obra, del mingaco o ‘vuelta de mano’. Consecuencias directas
de la vida de los mapuche en reducciones son el sobretalaje de los terrenos, la destrucción de los bosques por la no
reforestación y la sobreexplotación de suelos ya pobres. Los efectos indirectos han sido el envejecimiento y la
masculinización de la población debido a la migración como mecanismo para regular la presión demográfica, la que, sin
embargo, al mismo tiempo ha sido el principal dispositivo de integración del mapuche a la sociedad nacional.
Actualmente, la mayor parte de los mapuche se desenvuelven en la ciudad, si bien mantienen un modo de vida
campesino de pequeños productores en el campo, compuesto básicamente por gente mayor que conservan la cultura
tradicional. En resumen, hoy los principales factores de producción de los mapuche son su fuerza de trabajo, la tierra y
una gran solidaridad interna.