Resumen Primer Parcial Pavesi
Resumen Primer Parcial Pavesi
Resumen Primer Parcial Pavesi
Platón a los veinte años entró en contacto con Sócrates y esto determinó decisivamente
su pensamiento. En boca de Sócrates puso la mayor parte de sus propias doctrinas.
Platón está persuadido de que el verdadero saber no puede referirse a lo que cambia,
sino a algo permanente; no a lo múltiple, sino a lo uno. Por lo tanto, lo universal y uno frente
a la singularidad y multiplicidad de los casos particulares.
Hay un saber que lleva impropiamente ese nombre y es el que se alcanza por medio de
los sentidos, éste es el conocimiento sensible; en realidad no lo se debería llamar
“conocimiento”, sino opinión, ya que es siempre vacilante, confuso, contradictorio justamente
porque su objeto mismo tiene estas características.
El verdadero conocimiento debe ser constante, riguroso y permanente y éste es la
ciencia. Platón busca lo inmutable y absoluto, lo verdaderamente real, única manera, a su
juicio, de hacer posible la ciencia y la moral.
Por lo tanto, las cosas sensibles e ideas representan dos órdenes de cosas, dos modos
de ser, totalmente diferentes. Al mundo sensible se lo conoce mediante la doxa u opinión y al
de las ideas o mundo inteligible, mediante la episteme o ciencia.
Hay una relación entre las cosas sensibles y las ideas y ésta es una relación de
semejanza o copia o imitación. Además, el preciso que el conocimiento de las ideas lo hayamos
adquirido “antes” de venir a este mundo. Antes de nacer, el alma del hombre habitó el mundo
de las ideas, donde las contempló y conoció en su totalidad. Al venir a este mundo y a este
cuerpo, atraviesa un río del olvido, el Leteo, y ese saber suyo de las ideas se olvida, pero queda
latente de manera que con las cosas sensibles que ve, va recordando. (Al ver leños iguales,
“recordamos” la igualdad). Entonces aprender es recordar.
3. El conocimiento a priori
En el paradigma de la línea, se representan los distintos grados del ser, desde la nada
hasta el ser en toda su plenitud, y, paralelamente, los grados del saber, desde la ignorancia
hasta el conocimiento absoluto.
El mundo sensible:
A. Corresponde a entes cuyo ser es el más débil posible: sombras, imágenes, sueños. El
estado del espíritu correspondiente se llama eikasía: imaginación o conjetura.
B. Se refiere a las cosas sensibles propiamente dichas, como las casas, los caballos, las
montañas. El estado del espíritu mediante el cual las captamos se llama pístis: creencia.
Consiste en creencias morales correctas acerca de lo que debe hacerse, pero que no
están acompañadas de conocimiento y en tal sentido, son “ciegas”.
El mundo inteligible:
C. Son las ideas matemáticas y los conceptos fundamentales de todas las ciencias
particulares. El modo típico de conocer estos entes, se llama diánoia: entendimiento. El
entendimiento posee dos características:
Se vale de diagramas o dibujos que sirven a modo de puente para pasar de lo
sensible lo inteligible. Por ejemplo el triángulo dibujado en el pizarrón, no es el
triángulo a que el matemático se refiere en sus demostraciones, pero sirve de
ayuda para pensar en éste.
La segunda característica de la diánoia es que es un conocimiento hipotético, parte
de una hipótesis, de un supuesto. Admite su punto de partido como si fuese algo
independiente y es así como a través de supuestos, se llega a las conclusiones
D. Las ideas morales y metafísicas se conocen a través de la noesis: inteligencia.
Es puramente intelectual, es conocimiento de puras ideas donde todo queda
perfectamente comprendido.
Es un conocimiento absoluto, no-hipotético, porque cada idea se ofrecerá dentro de
una serie o escala, relacionada con las ideas superiores y las inferiores, y de modo
tal que la totalidad misma esté unificada por el principio supremo, que es la Idea
del Bien. “Lo absolutamente ente es absolutamente cognoscible”
Dialéctica ascendente: las ideas más particulares se subordinan a las más generales,
por encima de todo está la Idea del Bien, la idea suprema, la “Idea de las ideas”, que
fundamenta a todas las demás y les da sentido. Para llegar a esta idea se va desde lo sensible
hasta las ideas y entonces este tipo de dialéctica es el “viaje” desde el devenir hacia el ser,
desde lo múltiple hacia la suprema unidad, de las apariencias hacia la verdadera realidad, hasta
llegar a algo absolutamente firme, superando las hipótesis o supuestos en que se apoya la
diánoia.
La idea del Bien es la idea suprema, es lo que otorga inteligibilidad a las ideas. Desde
esta perspectiva, el Bien es fundamento gnoseológico, pero también es ontológico, ya que el
Bien hace ser a las ideas. La idea del Bien constituye lo absoluto.
Es lo que hace ser a las demás ideas (y por ende, a las cosas sensibles) aptas para ser
conocidas o inteligidas. Se dice que algo es “bueno” cuando es útil para algo o es apto para
algo. En esta perspectiva, el Bien es el fin último, aquello hacia lo cual todo se dirige, la meta
suprema. El bien resulta entonces, fundamento teleológico. El conocimiento del Bien, del que
depende la felicidad, tiene que incluir la comprensión del orden moral y físico del universo
entero: hace inteligible al mundo.
El bien es análogo al sol, que, como fuente de luz, es la causa de la visión y de la
visibilidad, y por tanto de toda existencia moral. En la medida en la que la idea del Bien se
manifiesta a través de toda naturaleza, se expresa la circunstancia de que todo ente tiene una
dirección, algo hacia lo que se orienta o aspira, su propio “fin”, que, en definitiva, es el Bien.
En cuanto la idea del Bien es el fundamento de todas las demás ideas, constituye a la
vez el fundamento de todas las cosas sensibles, puesta que éstas deben ser su ser e
inteligibilidad a las ideas: éstas son justamente el “aspecto” bajo el cual las cosas sensibles se
presentan, es decir, son. Las ideas.
- Tienen carácter metafísico: porque representan la realidad perfecta, verdadera, auténtica, el
puro ser y valor.
- Son esencias: lo que hace que los entes sean lo que son
- Son la causa, el fundamento de las cosas sensibles
- Representan su término, su fin, la meta de todo lo que es, su sentido
Si bien ideas y cosas sensibles constituyen dos mundos aislados, esto no significa que
no haya relaciones entre ellos; las cosas sensibles tienen su sentido, su explicación, su razón de
ser y existir, en la idea; entre ambos mundos se da cierta correspondencia. El mundo inteligible
representa el modelo del sensible, pero la dificultad está en determinar con exactitud y
precisión el tipo de relación que se da entre ambos mundos.
APOLOGÍA DE SÓCRATES
PRIMERA PARTE:
Sócrates comienza diciendo que él no es orador, simplemente van a oír la verdad. Por
lo tanto, pide que no presten atención a su modo de hablar, sino que examinen si es justo lo
que dice o no. En eso consiste la excelencia del juez, mientras que la del orador consiste en
decir la verdad.
1. En primer lugar, será justo que se defienda de las acusaciones falsas contra él. Dice
que los acusadores no dijeron nada verdadero, sino que hablaron en contra de él e intentaron
convencer de que habría un tal Sócrates, hombre sabio, pensador de las cosas celestes,
investigador de las subterráneas y hábil en hacer prevalecer malas razones.
PRIMERA ACUSACIÓN: Sócrates es culpable, se dedica a investigar cosas subterráneas
y las celestes, a hacer prevalecer malas razones y a enseñar a otros estas mismas cosas.
3. Habla de las consecuencias de matarlo: no lo dañarán a él, sino que a ellos mismos.
Un hombre bueno va a ser dañado por el malo y va a morir injustamente. Les dice que si lo
matan, no encontrarán fácilmente a otro como él y además, condenándolo, están faltando
contra el don recibido del dios.
Explica por qué no se dedicó a lo público, es necesario para quien quiera luchar por la
justicia actuar en privado y no en público, si quiere sobrevivir aunque sea algún tiempo. A él la
muerte, no le importa absolutamente nada, pero si él se hubiese dedicado a los asuntos
públicos y hubiera defendido lo justo, no habría llegado a vivir tantos años.
La primera parte termina diciendo que si él los persuadiera, forzándolos, mediante súplicas, les
estaría enseñando a no creer en la existencia de los dioses y al defenderse, se acusaría a si
mismo de no creer en ellos. Confía en los atenienses y en Dios para decidir, para lo mejor de él
y de ellos: APOLOGÍA DE VALOR, VALENTÍA (En la primera parte).
SEGUNDA PARTE:
TERCERA PARTE:
PLATÓN, LA REPÚBLICA
Hay muchas cosas bellas, y así en cada caso de multiplicidad decimos que existe y
distinguimos con el lenguaje. También se dice que hay algo Bello en sí y Bueno en sí, y
análogamente las cosas que se postulaban como múltiples, a la inversa se las postula como una
unidad, de acuerdo con una unidad única, y se llama a cada una “aquello que es”: de unas se
dicen que son vistas pero no pensadas, mientras que a su vez, las ideas son pensadas, pero no
vistas.
Se pregunta por medio de qué se ven las cosas, a la facultad de la vista y del ser visible
le falta algo. La vista esta presente en los ojos lista para que se use de ella, y el color está
presente en las cosas, pero si no se añade la LUZ, la vista no vería nada y los colores serían
invisibles. El sol no es la vista, pero siendo su causa, es visto por ella.
El sol, puede decirse que es el hijo del Bien, que el Bien ha engendrado análogo a sí
mismo. Los ojos cuando se los vuelve sobre objetos cuyos colores no están iluminados por la
luz nocturna, sino por el resplandor de la luna, ven débilmente, pero cuando el sol brilla sobre
ellos, ven claramente y parece como si estos mismos ojos tuvieran claridad.
Si se piensa con esta idea anterior lo que conviene al alma: cuando fija su mirada en
objetos sobre los cuales brilla la verdad y lo real, lo piensa, conoce y parece tener inteligencia
(nous), pero cuando se sumerge en la oscuridad, entonces opina y ve débilmente opiniones
(doxas) que la hacen ir de aquí para allá y parece no tener inteligencia.
Lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y al que conoce le otorga la facultad
de conocer es la IDEA DEL BIEN (es lo más cognoscible que está más allá), que es causa de la
ciencia y la verdad. Ambas cosas, la vedad y el conocimiento, sin afines al bien pero no son el
Bien (hace que las ideas sean ideas y que el alma las vea, pero son a fines).
Conclusión: A las cosas cognoscibles no solo les viene del bien al ser conocidas, sino
que también les llega de él el existir y la esencia, aunque el Bien no sea esencia, sino algo que
se eleva más allá de la esencia en cuanto a dignidad y potencia.
Se habla de dos especies: la VISIBLE y la PENSABLE. Se hace una línea que divide lo
opinable, de lo verdadero. Lo opinable es a lo cognoscible como la copia es a aquello de lo que
es copiado.
- De lo que se ve, se tiene en principio una sección de imágenes: sombras, reflejos. A la otra
sección le corresponden los animales, y todo lo que crece y el género entero de cosas
fabricadas por el hombre.
- Hay que dividir también la sección del género pensable: en una parte de ella, el alma,
sirviéndose como imágenes de las cosas antes imitadas, se ve forzada a buscar a partir de
sus supuestos, marchando hacia la conclusión. En la otra, en cambio, avanza hasta un
principio no-supuesto y sin recurrir a imágenes, sino con ideas mismas y por de ellas
mismas.
Los que se ocupan de la geometría y el cálculo adoptan determinadas cosas como si las
conocieran, como por ejemplo las figuras. Las adoptan como supuestos. Por lo tanto, se sirven
de figuras que se ven y hacen discursos acerca de ellas, aunque no estén pensando en ellas,
sino en aquellas ideas a las cuales éstas se parecen. → De las cosas en sí que modelan y
dibujan hay sombras, y ellos las usan como imágenes, buscando ver a aquellas cosas en sí que
no se podrán ver salvo por el pensamiento. A esto se alude con la especie pensable: se alma se
ve forzada a servirse de supuestos.
La otra sección de lo pensable, la razón misma aprehende por medio de la facultad
dialéctica, y hace de los supuestos no principios, sino realmente supuestos. Los supuestos son
principios y los que los contemplan se ven forzados a contemplarlos por medio del pensamiento
discursivo pero no por los sentidos; pero a causa de no hacer el examen avanzando hacia un
principio sino a partir de supuestos, parece que no poseen inteligencia acerca de ellos, aunque
sean inteligibles junto a un principio y entonces, se llama “pensamiento discursivo” al estado de
los geómetras y afines, pero no “inteligencia”, con lo que el “pensamiento discursivo” viene a
ser algo intermedio entre la conjetura y la inteligencia.
Por lo tanto, si se aplican estas cuatro afecciones a las secciones del ama: inteligencia
(noesis) a la suprema, pensamiento discursivo (dianoia) a la segunda, a la tercera le asigna la
creencia (pistis) y a la cuarta la conjetura (eikasía).
1. Relato alegórico:
Hay hombre en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada
abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella, desde niños están con las piernas y cuello
encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar solo delante de sí, porque las
cadenas les impiden girar la cabeza. Más arriba y más lejos de ellos hay luz de un fuego que
brilla detrás de ellos, y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto y junto a éste
un tabique. Del otro lado del tabique pasan sombras y entre los que pasan unos hablan y otros
se callan.
- Los prisioneros simplemente ven las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la
caverna que tienen frente a ellos
- Tienen por cosa real las sombras de objetos artificiales
Si se liberara a uno de ellos y se lo forzara a levantarse y marchar mirando la luz, al
hacer esto sufriría y consideraría las cosas que antes veía como más verdaderas que las que las
de ahora. Si se lo forzara a mirar hacia la luz, le dolerían los ojos y trataría de eludir la luz y
volver hacia aquellas cosas que podía mirar, consideran a éstas más claras que las que le
muestran. Entonces, para llegar a mirar las cosas de arriba tendría que acostumbrarse.
a) Primeramente, miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los
hombres y de las otras cosas reflejadas en el agua, luego los hombres y las cosas
mismas.
b) En seguida, contemplaría de noche las cosas que hay en el cielo y el cielo mismo,
mirando la luz de los astros y a la luna, más fácilmente que durante el día el sol y la luz
del sol.
c) Por fin, podría mirar el sol no en imágenes en el agua ni en otros medios, sino en sí y por
sí y contemplar cómo es. Y después de esto, con respecto al sol concluiría que es lo que
produce las estaciones y años y que gobierna todo lo que hay en el lugar que se ve y que
es causa, de algún modo, de las cosas que ellos habían visto.
d) Si él se acuerda de su morada y de la sabiduría que allí se creía tener, así como de sus
compañeros de cautiverio, se sentiría feliz del cambio y se apiadaría de ellos. Si
descendiera y tuviera que discriminar nuevamente aquellas sombras vería confusamente
hasta que los ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran.
Por un lado se compara la región que se muestra por medio de la vista a la morada-
prisión, y la luz del fuego que hay en ella a la potencia del sol; otro lado, compara con el
ascenso y contemplación de las cosas que hay arriba, el camino del alma al lugar pensable.
En lo cognoscible lo que aparece al final, y con dificultad de la vista, el IDEA DEL BIEN:
es la causa de todas las cosas rectas y bellas que en el lugar visible ha engendrado la luz y es
su señor, y que en el lugar pensable es señora y productora de la verdad y del pensamiento,
que es necesario verla para poder obrar con sabiduría tanto privada como públicamente.
Los ojos ven confusamente por dos tipos de perturbaciones: una al trasladarse de la luz
a la tiniebla, y otra de la tiniebla a la luz. Habría que examinar entonces, cuál de los dos casos
es: si al salir de una vida brillante se ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una
mayor ignorancia hacia lo más brillante es obnubilado por el resplandor de la luz.
La educación no es tal como la proclaman algunos (los sofistas), que sostienen que al
no estar al ciencia en el alma, ellos la ponen, como si se pusiera la vista en los ojos ciegos. Al
contrario, el alma de cualquiera tiene en sí el poder de aprender y el instrumento para ello,
tiene que llegar a ser capaz de soportar el contemplar de la realidad y lo más brillante de lo que
es, que es lo que se llama la idea del bien. Por lo tanto, la educación es la técnica de volverse
del modo más fácil y la conversión del modo más complejo, pero no como si le infundiera el ver
(a algo que no lo posee), puesto que ya lo posee, sino que, en caso de que se vuelva
incorrectamente y mire lo que no se debe, posibilitar la conversión.
Las virtudes del alma pueden ser implantadas por el hábito y el ejercicio, pero la virtud
de comprender corresponde a algo divino, nunca pierde su potencia, y según a donde sea
dirigida, es útil y provechosa, o bien inútil y perjudicial. Si desde niño se arranca lo que en esta
naturaleza es plomífero, afín a lo que deviene, y que por medio de excesos en la mesa, placeres
de esa índole y lujuría, que inclinan hacia abajo la vista del alma, entonces, desembarazada de
esos pesos se volvería hacia las cosas verdaderas, y con este poder en los mismos hombres
verá del modo penetrante con que ve las cosas a las cuales ahora está vuelta. (ASCESIS)
Es una tarea de ellos, los fundadores de la Polis, obligar a los hombres de naturaleza
mejor dotados a emprender el estudio supremo, contemplar el Bien y llevar acabo aquel
ascenso, y tras haber ascendido, no permitirles permanecer allí dispuestos a descender.
En esta alegoría, Platón muestra por un lado la relación que existe entre los dos
mundos, y por el otro, expresa la condición y el destino del hombre. La caverna representa
nuestro mundo, el mundo sensible; y el exterior de la caverna representa el mundo real, el
mundo de las ideas, cuya forma más alta, el Bien, está simbolizada por el sol.
El mundo sensible resulta ser un mundo de sombras y apariencias. Los hombres que
viven en la caverna son prisioneros, y esto se debe a que su alma está como prisionera en ese
mundo. Los prisioneros de la caverna, es decir, nosotros mismos, en este mundo sensible, no
tenemos ni libertad ni verdadero conocimiento. Como el “drama” de la alegoría consiste en
“liberar” al prisionero para llevarlo hacia lo alto y terminar por sacarlo de la caverna, la ficción
narra el proceso de des-animalización del hombre, el proceso de humanización o educación
hasta llegar a su realización plena.
La alegoría tiene tres partes:
1. Descripción de la caverna, los prisioneros y la vida que éstos llevan
2. Liberación y ascenso de un prisionero
3. El regreso al antro
3. Con el regreso, se produce un nuevo enturbiamiento de la vista, pero producido ahora por
un fenómeno inverso al interior: porque en este caso no es el exceso, sino la escasez de luz lo
que lo causa. Los prisioneros atribuyen la torpeza del liberado al hecho de haber salido al
exterior de la caverna; por lo tanto, consideran como perjudicial salir del antro.
La alegoría concluye señalando la inadaptación del filósofo al mundo de las sombras,
está alienado. Solamente en un Estado perfecto se suprimiría toda alienación y el hombre
podría realizarse en la plenitud de sus posibilidades, pero el Estado perfecto no es más que un
ideal irrealizable, pero que sirve como modelo, como guía para nuestro conocimiento y
valoración.
EL “FEDÓN” DE PLATÓN
PRIMER ARGUMENTO
¿Hay algo igual? Lo Igual en sí, ¿Es algo o no es nada? : Es algo y se tiene su
conocimiento a partir de cosas, que al verlas iguales, se piensa en lo que es distinto de ellas.
No son lo mismo las cosas iguales y lo Igual en sí, pero es a partir de esas cosas iguales, aun
siendo distintas de aquello Igual, que se piensa y se adquiere su conocimiento. En la medida
que, tras ver una cosa, a partir de su visión se piense en otra (semejante o desemejante), es
forzoso que se haya producido una reminiscencia.
SEGUNDO ARGUMENTO: (Se demostró la existencia del alma antes de nacer, pero no se
demostró que siga existiendo después que morimos)
Todo lo que vive se genera a partir de lo que está muerto. Si por un lado, el alma existe
antes de nacer, y por otro ingresa necesariamente a la vida y nace sólo a partir de la muerte y
del estar muerto, es forzoso que exista después que muere, dado que debe nacer nuevamente.
Argumento de la afinidad del ama con las ideas: A lo que ha sido compuesto y lo que es
por naturaleza compuesto, le corresponde dividirse. Si una cosa resulta ser no-compuesta, no le
va a suceder esto. Por lo tanto,
Las cosas que se comportan siempre idénticamente y del mismo modo, son no
compuestas. Como estas cosas son invisibles y no perceptibles a la vista, se las puede
aprehender a través del uso racional de la mente.
Las cosas que se comportan de manera cambiante y jamás idénticamente, son
compuestas: la realidad, lo Igual en sí, lo Bello en sí, lo que cada cosa es (lo real), las
cosas bellas como por ejemplo hombres, caballos, jamás se comportan del mismo modo. A
todas estas cosas se las puede tocar, ver, percibir por los sentidos.
Entonces, existen cosas perceptibles a la vista y otras invisibles. Las primeras jamás se
comportan idénticamente, mientras que las segundas sí.
Cuando alma y cuerpo están juntos, la naturaleza asigna a uno ser esclavo y ser mandado, al
otro mandar y ser amo. Lo divino corresponde por naturaleza a mandar y dirigir, mientras que
lo mortal corresponde a ser mandado y servir. Por lo tanto, el alma se parece a lo divino,
mientras que el cuerpo se parece a lo mortal.
De esto se puede concluir que el ALMA es lo más semejante que hay a lo divino:
- Inmortal: eterna, siempre existió y siempre existirá
- Inteligible
- Único en su aspecto
- Indisoluble
- Se comporta siempre del mismo modo e idénticamente a sí mismo
Cuando el hombre muere, lo que hay de visible en él y que está situado en un lugar
visible, es el cuerpo a lo que también se lo llama cadáver, a esto le corresponde disolverse,
desintegrarse y evaporarse. En cambio, el alma, lo invisible, marcha hacia aquel lugar distinto,
noble, puro e invisible, justo al dios bueno y sabio.
Si alma se separa pura, sin arrastrar nada del cuerpo, parte hacia lo que le es
semejante, lo invisible, divino, inmortal y sabio; y cuando llega allí, le es permitido
alcanzar la felicidad. Esto le ocurre a los que cultivaron la virtud común, la del buen
ciudadano, a la que denominan “templanza” y “justicia” y que se genera del hábito y
del ejercicio, mas no de la filosofía y del intelecto. Es posible que vayan a parar
nuevamente a una especie civilizada y mansa como ellos (en ese sentido son los más
felices).
Si por el contrario, el alma se separa del cuerpo sin purificar, como el ama se asoció
con el cuerpo, se acostumbró a odiar, temer y huir de lo que está oculto para los ojos y
es invisible, aunque sea inteligible y captable para la filosofía. El alma es arrastrada
nuevamente hacia el lugar visible, por temor de lugar invisible que es llamado Hades.
Las almas que andan errantes, son la de los malos. Y andan errantes hasta que, por
obra del deseo de lo corpóreo (que sigue acompañándolas), son aprisionadas
nuevamente en un cuerpo con caracteres semejantes a los que cultivaron durante la
vida.
Los dioses no le permiten el acceso a quienes no filosofaron y por consiguiente, no partieron de
este mundo completamente puro, esto sólo se le permite a quien ama aprender. El que ama
aprender sabe que:
- Cuando la filosofía se hizo cargo de su alma, ésta se hallaba encadenada en el cuerpo,
forzada a examinar las cosas no por sí misma, sino a través de su encarcelamiento, y
revolviéndose en una total ignorancia.
- Una vez que la filosofía se hace cargo de su alma, la exhorta a intentar liberarse, mostrándole
que el examen a través de los ojos, de los oídos y de los otros sentidos está colmado de
engaños.
Por lo tanto, no habrá ningún peligro que temer en el sentido de que el alma sea desmenuzada
al separarse del cuerpo, que se esfume en cuanto salga de él y no subsista en alguna parte
TEXTITO DE PROTÁGORAS
Conclusiones:
- No está en la naturaleza del hombre el deseo de ir tras lo que considera malo con preferencia
a lo bueno, y que, en caso de verse obligado a escoger entre dos males, nadie escoge el
mayor, pudiendo escoger el menor. Lo que se teme es lo que se considera malo, nadie busca ni
toma lo que considera malo. (Es decir, nadie va hacia lo malo intencionalmente. Se explica al
mal como la ignorancia de las cosas buenas. Si hago el mal es porque desconozco el verdadero
bien)
- La cobardía es la ignorancia de las cosas terribles y de las no terribles. El valor es lo contrario
a la cobardía. La sabiduría de las cosas temibles y no temibles es valor y esto es lo contrario de
la ignorancia de estas materias. Es insostenible que existan hombres muy ignorantes y al
mismo tiempo, muy valientes. (Entonces, el valiente y el cobarde, ambos tienen miedo, pero la
diferencia está en que el valiente sabe a qué temerle y ataca a pesar del miedo.)
Tras el discurso de Aristófanes el turno llega a Agatón y después a Sócrates, que comienza con
un irónica introducción en el que advierte de que no elogiará a Eros faltando a la verdad sobre
él sino que contará lo que sabe del amor sin callar lo que no sea hermoso. Sócrates explica que
fue instruido en asuntos amorosos por Diotima, una sabia mujer de Mantinea
Ella le hace un par de preguntas a Sócrates en las cuales terminan definiendo algunos puntos
como que el amor, es amor a lo que no se posee o a poseer eso que se posee en un momento
eternamente, asegurando para el porvenir. Discuten también que si se dice que el amor es
amor a lo bello, quiere decir que este falto de belleza y que por lo tanto el amor es feo. Este
punto es criticado por Diotima diciendo que no todo lo que no es bello es feo, y que de esto se
trata el amor, ya que mismo la figura de Eros es una dualidad entre Dios y lo Mortal, es un gran
demonio. La función propia de un demonio consiste en servir de intérprete entre los dioses y los
hombres, llevando de la tierra al cielo los votos y el homenaje de los mortales, y del cielo a la
tierra las voluntades y beneficios de los dioses.
Explica esta dualidad contando el origen de Eros, hijo de Expedito (dios) y de Apurada (pedía
limosna), es pues, hijo de algo delicado, bello y a su vez de algo sucio, errabundo, indigente.
Esta entre la sabiduría y la ignorancia.
El concepto central de estas enseñanzas es la sublimación del amor, proceso por el cual el
amor a un cuerpo bello ha de conducirnos a amar todos los cuerpos bellos y tras ello al amor
de todas las cosas bellas y de la Belleza en sí que, para Sócrates y Platón, que habla a través
de él, resulta idéntica a lo Bueno.
Primera definición de amor: deseo poseer eternamente las cosas bellas y buenas para ser feliz.
Aristóteles es el discípulo de Platón. Estos dos pensadores constituyen dos tipos clásicos de
todo posible filosofar, los modelos de dos actitudes contrapuestas frente a la realidad:
Platón representa al idealista, al hombre que tiene su pensamiento dirigido a otro mundo,
que no es este mundo sensible, sino un mundo perfecto, de idealidades eternas y
absolutamente excelentes y bellas.
Aristóteles, en cambio, representa el “realismo”, porque para él el verdadero ser no se
halla en aquel trasmundo de las ideas platónicas, sino en este mundo concreto en que
vivimos y nos movemos todos los días.
Por lo tanto, Platón se dirige al mundo de las ideas, mientras que Aristóteles se dirige al
mundo sensible y cotidiano que todos conocemos.
1. La filosofía platónica representa una innecesaria duplicación de las cosas. Platón afirma
que hay dos mundos, el sensible y el inteligible pero entonces en vez de resolver el
problema metafísico (determinar el fundamento de todos los entes), lo complica;
puesto que en vez de explicar un mundo, habrá que explicar dos. Hay un principio de
economía que dice que “el número de los entes no ha de multiplicarse sin necesidad”.
De acá que, en la medida que Platón postula dos mundos, no hace otra cosa que
complicar el problema.
2. La segunda crítica se refiere a la manera cómo Platón intenta explicar la relación entre
los dos mundos. Para explicar qué son las cosas sensibles, dice que son copias de una
idea. Según Aristóteles, expresiones como “copia”, “modelo” no son en realidad
verdaderas explicaciones. Platón se vale de metáforas, se refugia en imágenes literarias
y en este sentido, se queda atado al mundo de los mitos.
3. No se ve ni cómo ni por qué dadas las ideas, que son estáticas, inmutables, tenga que
haber cosas sensibles, que son esencialmente cambiante Lo permanentemente estático
y siempre idéntico a sí mismo, no puede ser causa del devenir.
4. “Argumento del tercer hombre”. Según Platón, la semejanza entre dos cosas se explica
porque ambas participan de la misma idea. Por ejemplo, Juan y Pedro son semejantes
porque ambos participan de la idea “hombre”. Pero como también hay semejanza entre
Juan y la idea hombre, será preciso suponer una nueva idea “el tercer hombre”. Este
procedimiento es infinito y no hace más que postergar la explicación, de modo que el
problema queda siempre abierto.
Las categorías
El modo de ser “en sí”: se trata de un ser independiente. Una mesa por ejemplo, es un
ser en sí, es justamente un ente tal. (Substancia)
El modo de ser “en otro”: son modos de ser en tanto están en otro ente, en tanto
inhieren en él. Por ejemplo, el color o la cantidad. Nunca encontramos un color que
exista de por sí. (Accidente)
El ser “en sí” lo llama Aristóteles substancia o ousía. Este ente individual y concreto,
constituye el sujeto último de toda posible predicación, es decir, sólo puede ser sujeto y nunca
predicado de un enunciado. La substancia es ente individual y concreto, la cosa sensible, por
oposición a las ideas platónicas, que eran universales, abstractas e inteligibles (no sensibles). A
todos los demás modos de ser (el ser “en otro”), se los denomina accidente. Estos son nueve:
cantidad, cualidad, relación, lugar, tiempo, posición, posesión, acción y pasión. Un ejemplo de
substancia es caballo, todos los demás modos de ser, es decir, los accidentes se refieren al
caballo.
A estas diez maneras según las cuales algo es, a estas maneras de enunciar que expresan
las formas fundamentales de ser: substancia y accidentes, las llamó Aristóteles categorías.
La substancia no es algo simple, sino que está constituida por dos factores que
Aristóteles llama materia y forma. Éstos no se dan nunca aislados.
La materia es aquello “de qué”, esto es, aquello de lo cual algo esta hecho, su
“material”. La materia es lo indeterminado, lo pasivo, contenido o material de algo,
aquello “de que” este algo está constituido; y su determinación no la tiene de por sí,
sino que la recibe de la forma. (Materia no tiene nada que ver con el materialismo,
materia ya dotada de forma)
La forma es el “qué” de la cosa. No significa la figura, sino que equivale a “esencia”, y
corresponde a la “idea” platónica. La forma es determinante, lo activo, lo que le da
“carácter” a la cosa. Le imprime una forma a la materia y de este modo la hace “ser” lo
que en cada caso es. (Aristóteles también la llama “substancia segunda”).
A partir de todo esto, se puede ver que Platón había enseñado que la verdadera realidad, y
lo propiamente cognoscible, se encuentra en las ideas, Aristóteles señala lo que la cosa es, lo
real, reside en la forma; y es ésta, no la materia, lo propiamente cognoscible en la cosa: se
conoce algo cuando se capta su forma, operación que no realizan los sentidos, sino el intelecto.
Mientras que Platón colocaba las ideas en un mundo suprasensible, trascendente, para
Aristóteles las formas son inmanentes a las cosas sensibles; materia y forma coexisten en este
mundo sensible como dos aspectos inseparables de una sola realidad.
Todo lo que se dijo se refiere a las cosas sensibles consideradas estáticamente, encarando
la materia y la forma en estado de equilibrio. Y entonces, considerada la cosa en su
movimiento, se observará que el equilibrio entre forma y materia es inestable, de manera tal
que, o bien se da una preponderancia creciente de la forma sobre la materia, o bien, a la
inversa, de la materia sobre la forma. Para pensar este dinamismo o desarrollo, Aristóteles
introduce dos nuevos conceptos: ACTO Y POTENCIA.
Los conceptos de potencia y acto permiten llegar a la solución del problema del
movimiento. Aristóteles logra pensar que el cambio consiste en el pasaje de la pontencia al
acto. De esta forma, distingue cuatro tipos de cambio:
1. Cambio o movimiento substancial, por el cual una substancia viene al ser, aparece,
nace; o por el contrario, se destruye, corrompe o muere: generación y corrupción.
Los otros tres tipos lo son de cambio accidental
2. El cambio cuantitativo: aumento o disminución
3. El cambio cualitativo o alteración (como por ejemplo el cambio de color de los cabellos)
4. El cambio local o de lugar (lo que corrientemente llamamos movimiento)
Para explicar más a fondo el cambio, Aristóteles elabora la teoria de las cuatro causas.
La misma sostiene que todo cambio tiene una causa: no creemos conocer nada antes de haber
captado en cada caso el por qué, es decir, la primera causa. Aristóteles distingue así, cuatro
causas: formal – final – eficiente – material
La causa formal es la forma. La forma es causa de algo, determina ese algo y lo hace
ser lo que es. Es la forma específica del ente que se trate y que estará más o menos
realizada en la cosa.
La forma es causa final ya que constituye el “fin”, aquello hacia lo que el individuo se
orienta, aquello para lo cual algo es, es decir, el bien. La perfección a la que la cosa
tiende.
La causa eficiente es el motor o estímulo que desencadena el proceso del desarrollo.
No se encuentra en el individuo de que se trate sino en otro diferente: causa eficiente
del niño será el padre, es decir, la forma específica en cuanto está incorporada al
padre. Mientras que la causa final opera como meta, por así decirlo, desde adelante, la
causa eficiente opera “desde atrás”, y es relativamente exterior a la cosa en desarrollo.
La causa material es la materia, condición pasiva, pero necesaria como substrato que
recibe la forma y se mantiene a través del cambio. En cuanto toda substancia sensible
está constituida por materia, materia significa potencia, y la potencia significa algo aún
no realizado, imperfecto. Materia como posibilidad o potencialidad aún no realizada.
(Las cuatro causas pueden reducirse a dos, forma y materia)
Para Aristóteles la realidad está constituida por las cosas individuales y concretas, lo
que las hace ser o les da la realidad, es la forma, o mejor dicho, el acto. La relación entre forma
y materia no constituye un estado de equilibrio, sino más bien de de predominio de uno de los
dos principios. Aristóteles dispone a los entes en una serie de grados entre los extremos de la
pura materia y del acto puro (Yendo de abajo hacia arriba).
- Primer grado: pura materia o materia prima, una materia sin nada de forma, pura
potencia. Pero materia que fuese nada más que materia, totalmente desposeída de forma, no
puede ser nada existente, nada real, sino pura posibilidad. La materia prima entonces, no
puede ser nada más que un supuesto ilógico. Por lo tanto, no puede estar constituido por la
materia pura, sino ya por un cierto grado de actualidad, el menor posible, pero algo. Aquí se
encuentran los cuatro elementos sublunares: tierra, agua, aire y fuego (La materia existente
más elemental posible, las cosas sensibles más simples)
- Segundo grado: constituido por las substancias homeoméricas, es decir, aquellas
cuyas partes son homogéneas. (Si se corta un pedazo de madera, se obtendrán dos trozos de
madera)
- Tercer grado: lo constituyen los cuerpos anomeóricos, los órganos, por ejemplo el
corazón. (Si se corta un corazón en dos, no se obtienen dos corazones)
- Cuarto grado: se encuentran las plantas, el reino vegetal.
- Quinto grado: lo constituye el reino animal. La forma la constituye el almo o vida
sensitiva, cuyas funciones son la capacidad de tener percepciones, y, en consecuencia, la
facultad de placer y dolor, y la apetición o facultad de desear.
- Sexto grado: está constituido por el hombre. Su materia próxima es la vida sensitiva,
y si forma es el alma racional, la razón. La razón es la capacidad de conocer las formas. El
entendimiento humano tiene la potencia, es intelecto pasivo, de captar la forma. Es necesaria la
acción del intelecto activo, el cual obra “como la luz”, “ilumina” la forma, o sea permite que el
intelecto pasivo la reciba, es decir, que la piense. Este intelecto agente, superior al humano y
que le viene a éste de fuera, no aclaró Aristóteles qué es concretamente; pero los intérpretes lo
identifican con Dios.
Dios
Aristóteles se plantea el problema si por encima del hombre no hay todavía alguna
forma de ser superior. Ya se dijo que no hay ni puede haber materia pura, puede preguntarse
si no habrá un ente que sea puro acto, sin nada de potencia, algo que sea plenamente, de
manera perfecta. Aristóteles contesta afirmativamente y que sostiene que es necesaria la
existencia de tal ente, sino no podría explicarse el hecho del movimiento.
Necesariamente debe haber un primer motor inmóvil, es decir, algo que esté siempre
en acto. Acto puro, todo lo que sea lo será plenamente y de una vez y para siempre. Este
absoluto extremo respecto de la (inexistente) materia pura, es algo eminentemente real e
inteligible y bueno, y, en una palabra, es Dios. Este acto puro es:
Inmaterial: carece de materia o potencia
Espiritual
Inmutable: si cambiase tendría potencia, la potencia de cambiar
Autosuficiente: si dependiese de otra cosa, tendría algo de potencialidad
“Pensamiento del pensamiento”: Un ente de tal tipo no puedo consistir sino en el
pensamiento; su actividad es pensar. Pero por lo mismo que es autosuficiente, no
puede pensar algo diferente de sí. Por lo tanto, se piensa a si mismo, puesto que es lo
mejor, y su pensamiento es pensamiento de pensamiento
Es causa del movimiento, dado su perfección tendrá que mover sin ser él movido,
“mueve como el objeto del amor”. Todo el universo tiende hacia él como hacia el último
fin y forma última de la realidad toda
METAFÍSICA I
Todos los hombres desean conocer. Prefieren la vista entre todos los sentidos, ya que
ella proporciona más conocimiento y permite observar peculiaridades de las cosas. Mientras los
animales viven con imágenes y recuerdos, partiendo escasamente de la experiencia, el género
humano se vale de la técnica y la en este caso, la experiencia nace del recuerdo. Muchos
recuerdos referentes a una misma cosa, dan por resultado una experiencia. No sólo se necesita
del recuerdo para aprender, sino también la capacidad de percibir sonidos.
En la medida de lo posible, el sabio conoce todas las cosas sin tener en la particular la
ciencia de cada una de ellas
El sabio es capaz de conocer lo más difícil y lo que no es fácilmente accesible al
conocimiento humano, pues siendo el conocimiento sensible común a todos, es fácil y
no tiene un ápice de sabiduría
Quien posee un conocimiento más riguroso de las causas y quien es más capaz de
enseñarlas es, el más sabio. Entre las ciencias, la más deseable por sí misma y, por el
saber que proporciona, se considera que es en mayor medida sabiduría que la que sólo
es deseable por los resultados
La ciencia dominante es en mayor medida sabiduría que la auxiliar, pues no es
competencia del sabio recibir órdenes, sino prescribirlas (El menos sabio es quien debe
estar sometido)
La ciencia ha de escrutar los primeros principios y las causas, pues el bien, es decir, el fin, es
una de las causas.
METAFÍSCA 12
I.
- Sensibles
Eterna: son el cielo y las estrellas, éstos no se generan ni se corrompen. Sufren un
solo tipo de movimiento que es el movimiento local.
Corruptible: comprende las plantas, los animales, los hombres. Se generan y se
corrompen y poseen los cuatro tipos de movimientos
- Inteligibles: Dios, es una ousía eterna e inmóvil.
La ciencia que se ocupa del estudio de las ousías sensibles es la física (porque involucran
movimiento), mientras que la ousía inmóvil incumbe a otra ciencia que es la teología.
VI.
Como hay tres clases de ousías, siendo dos las naturales (las sensibles, estudiadas por
la física) y una la inmóvil hay que probar la existencia de esta última: la de una ousía eterna e
inmóvil. Probar esto es igual a probar la existencia de dios, dado que ¿cuál puede ser la causa
que explique la existencia de esa ousía? Debe ser algo que no se mueve y que sea eterno, éste
va a ser DIOS.
Hay dos determinaciones de la substancia que no se engrandan, ni se corrompen. Estas
son: TIEMPO y el MOVIMIENTO.
- Movimiento: es eterno, siempre hubo movimiento y siempre habrá movimiento, dado
que el movimiento no puede surgir de un no-movimiento
- Tiempo: también es eterno, no puede haber un antes del tiempo, esto es pensar en el
tiempo. (Como el movimiento no se genera ni se corrompe, entonces el movimiento
tampoco).
Las substancias eternas y móviles son entonces los planetas. El movimiento que es eterno,
continuo y loca es el movimiento circular. Si suponemos que existe algún motor o productor,
pero no está en actividad, no tendrá lugar movimiento alguno, por lo tanto, no habrá
movimiento eterno. Es necesario que exista un principio cuya ousía esté en actividad y que
además, sean eternas.
En conclusión, el movimiento circular es causa de todos los movimientos de generación y
corrupción, el motor que causa todo esto es eterno e inmóvil: Dios, que es causa eficiente.
VII.
Apuntes de clase:
DIOS solo puede pensarme a sí mismo, dado que es el ser supremo, solo puede verse a sí
mismo, no puede ver otra cosa ya que sino perdería su perfección.
Dios como:
Substancia eterna
Primer motor inmóvil, necesario
Puro intelecto que se piensa a sí mismo
Acto en sí, inmaterial (porque la materia es potencia)
Causa del movimiento final, no eficiente
Es lo más inteligible, lo más deseable
Actividad pura, que es también goce en sí.
La idea cristiana del amor, en cuanto amor divino posee las siguientes características
La filosofía del Platón es al mismo tiempo una doctrina de salvación que nos recuerda
todo el tiempo que es preciso velar por la salvación de nuestra alma. El mito del “Eros”, es el
mito central del platonismo. Este mito se relaciona con la teoría de las Ideas, con la concepción
de la dualidad del mundo.
El hombre debe arrancarse del mundo inferior para elevarse al superior, este acto del
hombre que se aleja del mundo material y se eleva al mundo de las Ideas, constituye una
victoria del segundo sobre el primero que sólo es posible gracias al eros innato del hombre. Las
Ideas son incapaces de actuar por sí mismas, las relaciones que existen entre ambos mundos
son unilaterales, hay un movimiento de abajo hacia arriba: las ideas no actúan sobre las cosas,
pero las cosas actúan sobre las Ideas.
El alma tiene un origen, en una existencia anterior, contempló las Ideas, la Verdad, la
Belleza y el Bien. Conserva la reminiscencia del mundo superior y experimenta hacia él una
atracción muchas veces incomprensibles. El eros es justamente esa atracción del alma hacia
el mundo superior. El amor que predica Platón, el amor del mundo luminoso de las Ideas, el
deseo de participar en la vida divina, coincide exactamente con la idea platónica de la
reminiscencia.
En el caso del “Banquete”, Platón describe el modo en que se realiza dicha elevación
del alma y cuáles son sus etapas. Se sirve de la imagen de una escalera, por la que el alma
tiene que ir subiendo hasta alcanzar el mundo superior, la escala celestial: partiendo de la
belleza física del alma se elevan como de escalón en escalón, hacia formas de belleza cada vez
más elevadas, para acceder finalmente a la Idea de lo Bello. Es así como pasa:
TEXTO DE LA RAZÓN Y LA FÉ
SANTO TOMÁS
La filosofía cristiana
La razón y la fe
Libro 2 (Capitulo 6)
San Agustín hace una confesión acerca del hurto de un peral. Esta anécdota trata sobre el y un
grupo de amigos que un día robaron unas peras. Lo que mas le molesta de esta travesura es
que no fueron robadas no por su belleza, sabor o alimentación (ya que había mejores en su
hogar), sino por el puro hecho de cometer una maldad.
Contradice a la concepción de Platón de que uno siempre se dirige al bien, pareciera como si la
propia voluntad se dirige al mal. Esto se debe a que cuando uno busca un determinado bien,
que siempre esta en dios, pero por ignorancia lo busca en las creaciones y no en Dios, de por
si solo se dirige al mal. Uno debería dirigirse a Dios mediante la caridad y la entrega total, ese
es el bien máximo.Según San Agustín, hago el mal porque es una naturaleza caída. El castigo
es el pecado, no solo me saco la posibilidad de ver el bien y el mal (entendimiento), si no que
quiero a el mal, se me cae la voluntad. Esta quiere mi bien y ningún otro. Por lo tanto no hay
buenas acciones.
Agustín concluye que sus acciones solo representan una imitación perversa de lo divino. En vez
de ir a las perfecciones que están en Dios, dirigirse a el, fornica con las criaturas (creaciones) y
termina yendo al mal, ya que el mal es una imitación perversa de las perfecciones divinas. El
verdadero malo busca la tenebrosa semejanza con lo divino.
coincide con cada deseo pecaminoso con el deseo de ser como Dios: el orgullo busca altura (y
Dios es el más alto), la curiosidad perversa conocimiento de los deseos (y Dios lo sabe todo), el
ocio es realmente el objetivo de "quietud" ( y Dios es inmutable en su descanso eterno), y así
sucesivamente.
Comienza a conocer mas claramente el Ser divino. Entre en su interior. El Dios siempre estuvo
dentro de el, pero el siempre estuvo afuera. Por lo tanto, se adentro en si mismo, guiado por
Dios y vio, por encima de la vista del alma y el entendimiento, a la luz inconmutable. Descubrió
cosas que no podía ver, que por su cuenta no las encontraba (ignorancia).
En conclusión reformula que las cosas materiales, como las criaturas, son y no son. Son por el
hecho de que son creadas, pero no son ya que no son Dios, que es aquello que
verdaderamente permanece inconmutable y que de la única forma que se llegaría al bien es
dirigiéndose a el. Por lo tanto, el mal es un ser creado, que al ser y no ser al mismo tiempo, es
defectuoso.