Santos, 2016
Santos, 2016
Santos, 2016
en la vida cotidiana de las escuelas resaltando los beneficios que representa para la
comprensión de lo que sucede en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la mejora de la
práctica docente. Es la piedra angular del sistema educativo, porque no se puede
comprender la enseñanza sin la evaluación, ya que ella condiciona todo el proceso de
enseñanza y aprendizaje y marca el camino al éxito o al fracaso (Santos, 2016). En el
caso específico de la educación preescolar, la evaluación tiene un papel crucial al permitir
a las educadoras identificar los avances y dificultades que presentan los alumnos en sus
procesos de aprendizaje y los apoyos que requieren a fin de que todos logren desarrollar
las competencias planteadas en el Programa de Estudio 2011. Guía para la educadora.
La evaluación de este nivel educativo, puede ser muy enriquecedora y benéfica para el
aprendizaje de los alumnos, siempre que esté acompañada de los siguientes elementos,
según señalan los resultados del análisis en la investigación cualitativa desarrollada sobre
la evaluación en tres Jardines de Niños del estado de Hidalgo, durante el ciclo escolar
2016-2017, donde han participado cinco educadoras:
3. Flexibilidad para que las educadoras empleen aquellas formas de organización que
contribuyan a la evaluación del aprendizaje de sus alumnos.
a) Con los padres, generar su participación no sólo en los momentos destinados para la
entrega de reportes de evaluación o culminación de situaciones didácticas, sino de
manera permanente, creando espacios para escuchar sus opiniones sobre los avances
que identifican en sus hijos y lo que les dicen en su casa respecto al trabajo que realizan
con las educadoras. (Programa de Educación Preescolar, 2004).
5. La evaluación debe estar al servicio del aprendizaje de los alumnos, priorizando en ella
las “finalidades pedagógicamente ricas”, que son comprender, mejorar, aprender, motivar
y diagnosticar, frente a las “finalidades pobres” que son medir, comparar y clasificar según
lo planteado por Santos (2016). de acuerdo con éste, “una evaluación pobre, da lugar a
una enseñanza pobre” y como consecuencia de esto, aunque no lo plantee, se da un
aprendizaje superficial que no trasciende en los saberes a lo largo de toda la vida.
Al mismo tiempo, es preciso considerar que la evaluación que realizan las educadoras se
da dentro de un contexto y en el marco de una cultura escolar que incide sobre lo que
piensan, dicen y hacen con respecto a la evaluación del aprendizaje de sus alumnos. Por
lo tanto, la evaluación, está influida por diversos factores que no siempre contribuyen a
que existan las condiciones para que logre consolidarse como una evaluación que esté
presente a lo largo de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. Los factores que
mayor peso tienen en la evaluación que realizan las educadoras son: 1) la organización
institucional y a nivel de aula que no siempre permite la existencia de oportunidades para
retroalimentar el aprendizaje de los alumnos in situ y lograr la consolidación de ésta como
un proceso participativo y formativo; y 2) la movilidad docente durante el ciclo escolar, que
impacta de manera negativa en el aprendizaje que logran los alumnos y en la información
de la cual disponen los padres de familia para apoyarlos en la mejora de sus
aprendizajes.
Sin embargo, como se ha dicho, para que esto sea posible es imperioso que existan las
condiciones para su profesionalización docente en la evaluación, desde los procesos
iniciales de su formación y en el ejercicio de la profesión (formación permanente). Así
mismo la apertura de espacios de diálogo, construcción, debate, acompañamiento y
asesoría en torno a sus concepciones sobre la evaluación en preescolar y las técnicas e
instrumentos que emplean, que las conduzcan a enriquecer o en su caso transformar sus
prácticas de evaluación, haciendo de éstas un proceso planificado, sistemático, eficaz,
fundamentado, formativo, permanente, justo, y participativo.