Manual de Filosofia y Etica
Manual de Filosofia y Etica
Manual de Filosofia y Etica
Lima – Perú
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….4
Capítulo I
LA DESCONFIANZA FRENTE A LA ÉTICA EN LA ÉPOCA ACTUAL……………..8
Introducción………………………………………………………………………………..8
1. La razón tecnológico-científica. El pensamiento cuantitativo del positivismo…...8
2. La globalización o el fin del orden liberal y la ética……………………………….13
3. El casino de las finanzas…………………………………………………………….19
4. El multiculturalismo…………………………………………………………………...23
5. El periodismo y los medios audiovisuales………………………………………...25
6. La ética de la autoridad pública y de la opinión pública………………………….28
7. La cultura de la vulgaridad………………………………………………………….30
8. La influencia del neoliberalismo en la juventud limeña…………………………..33
Conclusión……………………………………………………………………………….36
Capítulo II-III
HISTORIA DE LA CRISIS DE LA ÉTICA……………………………………………..40
1. La sociedad medieval………………………………………………………………..40
2. Fin de la sociedad medieval e inicio de la sociedad moderna…………………..42
3. Cambios de la cultura en la modernidad…………………………………………..44
a. Ideología del liberalismo (siglos XVI, XVII y XVIII)…………………………..45
b. La masonería…………………………………………………………………….49
c. Ideología del socialismo (siglos XIX y XX)……………………………………52
d. Conflicto entre liberalismo y socialismo ………………………………………58
4. La propuesta de la ética en la modernidad ……………………………………….60
a. Hobbes y Locke …………………………………………………………………61
Ley natural y conciencia……………………………………………………….62
Las instituciones del Estado …………………………………………………..65
b. Hume y Kant……………………………………………………………………..68
5. El utilitarismo………………………………………………………………………...72
1
6. Friedrich Nietzsche: La deconstrucción de la razón y de la ética o el
antihumanismo…………………………………………………………………….....75
a. Precursor de la posmodernidad……………………………………………….75
b. La “teoría” de Nietzsche o las fuerzas vitales………………………………..77
c. La moral de Nietzsche: la voluntad de poder, más allá del bien y del mal.79
7. El anarquismo de Manuel González Prada……………………………………….80
a. La influencia del positivismo de Comte……………………………………….81
b. La influencia de Nietzsche……………………………………………………..82
c. El anarquismo…………………………………………………………………...83
Capítulo IV
LAS RESPUESTAS DE ARISTÓTELES Y KANT…………………………………102
2
La templanza…………………………………………………………………..121
h. La virtud está en el medio……………………………………………………121
i. La amistad y el amor………………………………………………………….122
Conclusión. La calidad de la persona………………………………………………124
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………..154
INTRODUCCIÓN
3
Se cuenta que Sócrates caminaba por la ciudad y preguntaba a la gente por el
sentido de su vida. La filosofía nació en la calle. Actualmente la filosofía, bajo la
influencia de los enfoques especializados y diversificados de la ciencia, de la
tecnología y del martillo de Nietzsche, se ha convertido también en una reflexión
sobre áreas particulares: historia de las ideas, filosofía de las ciencias, de la
lógica, del derecho, de la política, del lenguaje, de la ecología, de la religión, de la
bioética, de la clonación, de congresos internacionales para discutir términos e
interpretaciones, etc. Susan Neiman y Luc Ferry opinan que estos enfoques de la
filosofía son importantes pero no tienen nada que ver con el ideal de los grandes
filósofos. La erudición y el espíritu crítico escéptico reemplazan hoy en día al
verdadero sentido de la filosofía: el amor por la sabiduría, la preocupación por el
sentido de la vida y la salvación. ¿Me siento feliz? ¿Me siento realizado? ¿Tengo
futuro en este mundo? ¿Cómo deben ser mis relaciones con los demás? ¿Qué
debe significar mi familia? La filosofía no es una disciplina universitaria o una
crítica permanente infructuosa. Erudición sin presencia de sentido no basta. Un
espíritu crítico solo ayuda a eliminar los errores del pasado. Es más importante
preguntarnos por las dimensiones profundas de las grandes interrogantes
existenciales que siempre formaron parte del corazón de la filosofía. ¿Cuál es el
sentido de la vida, qué son los ideales, la conciencia de obligación del hombre, las
motivaciones, las normas y cómo se manifiesta la necesidad de la ética en la
problemática del mundo actual? No se trata de analizar términos sino de dar
conceptos que orienten a una vida. La cultura de un pueblo no es solamente
ciencia, tecnología, literatura, pintura, música, canto, baile, etc., sino también y
fundamentalmente el respeto entre las personas, la ética. Necesitamos de la
libertad y de la felicidad de los demás para poder entendernos a nosotros mismos
y sentirnos realizados. Vemos entonces que la ética es el eje central de la vida y
lo que le da sentido a la existencia.
4
confrontando varias respuestas de destacados pensadores para saber cómo vivir
en este mundo. La ética indica las normas para lograr una vida verdadera.
Los conflictos seculares por un nuevo sistema económico y político entre las
ideologías del liberalismo y del socialismo, en sus diferentes formas, incluyen una
lucha contra la ética y la cultura tradicionales.
5
la tecnología al servicio del hombre, y condujeron además al fascismo, al
comunismo, al hitlerianismo y al neoliberalismo.
Igual que Kant, Aristóteles no se preocupa solo por dudas sobre el conocimiento
humano –como los filósofos de la posmodernidad–, sino por señalar también un
camino del bien sobre el mal, el humanismo del bien o la ética de la virtud.
6
La justicia así entendida es la virtud perfecta, pero no absolutamente, sino con
relación a otro. Y por esto la justicia nos parece a menudo ser la mejor de las virtudes; y
ni la estrella de la tarde ni el lucero del alba son tan maravillosos. Lo cual decimos en
aquel proverbio: “En la justicia está toda virtud en compendio” (Aristóteles, 1983: libro V,
I).
Los últimos capítulos tratan acerca de la necesaria relación entre ciencias y ética,
y proponen una ética del bien.
Las citas de autores en otro idioma han sido traducidas por el autor. (Parte del
texto actual ha sido publicada anteriormente, desde hace seis años, en forma de
artículos, en las revistas Testimonio y Cultura).
Capítulo 1
7
LA DESCONFIANZA FRENTE A LA ÉTICA EN LA ÉPOCA ACTUAL
Introducción
8
Los importantes descubrimientos científicos realizados en China, India y el mundo
árabe llegaron a Europa a finales del primer milenio, pero no fueron desarrollados
en sus países de origen (Sen, 2007: 87-90). Occidente merece el crédito por los
principales logros que ocurrieron en su ámbito durante el Renacimiento, la
Ilustración y la Revolución Industrial, que transformaron la naturaleza de la
civilización mundial. Europa y Estados Unidos lograron el gran desarrollo de las
ciencias y de la tecnología.
9
debemos hacer. El biólogo puede demostrar que fumar hace daño a la salud pero
no puede prohibir fumar porque los valores no son científicos. Este concepto de la
ciencia se llama “positivismo”. En la modernidad, la ciencia no se preguntaba
sobre sus límites. Se consideraba a sí misma como el único tipo verdadero de
conocimiento.
Las ciencias naturales, empezando por la biología, pretenden demostrar que todo
es producto del funcionamiento material de nuestro cerebro. La democracia y los
derechos humanos no son conquistados por una elección desinteresada
intelectual sino por la necesidad de la supervivencia de la especie.
10
De esta manera el bien y el mal dependen de las órdenes de la sociedad.
Durkheim escribe: “No hay que decir que un acto hiere la conciencia porque es
criminal sino que es criminal porque hiere la conciencia común. No lo reprobamos
porque sea un crimen, sino que es un crimen porque lo reprobamos”. El valor es
un producto del medio social. No hay que recurrir a teorías para justificarlo. Basta
cambiar el medio para que los argumentos de las teorías pierdan su peso. Los
valores nacen de nuestro contacto con nuestros semejantes. La idea de valor
brota de la sociedad (Leclercq, 1977: 52-62).
El bioderecho se encuentra en todas las ramas del derecho positivo que, manteniendo
sus respectivas áreas, atienden los desafíos de la biología, pero no puede estar
subordinado a la moral, sino que debe valorar la conducta desde un punto de vista
relativo en cuanto al alcance que tenga para los demás y para la sociedad, y debe ser
razonable [entiéndase, razón tecnológica], pues es un instrumento que permite tratar las
consecuencias sociales de los avances tecnológicos (Rueda, 2011: 320).
11
De esta manera surge una mentalidad que llegará a conformarse con el
naturalismo de las ciencias y la inmanencia de un positivismo raso.
En esta concepción ya no hay que apelar a los valores o a las virtudes para
organizar la sociedad. La utopía de una sociedad racional consiste en el
fundamento científico de dos estructuras impersonales, el mercado y el derecho,
mecanismos que la hacen caminar en armonía. A. Smith: la liberación integral de
los intercambios económicos pone a la sociedad bajo la protección de la oferta y
de la demanda, un proceso mecánico que procurará la sociedad pacífica y
solidaria. La nueva ciencia newtoniana es la Buena Noticia. El liberalismo político
encuentra su solución en el liberalismo económico. La mano invisible (Michéa,
2010: 93). Un proceso sin sujeto. Religión, moral, cultura y preocupación social
están marginadas. Ellas pertenecen a la vida privada. La clave para entender la
historia está en el proceso histórico necesario de la economía, condicionado por
el avance de las tecnologías.
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burocrático y científico. En la modernidad se encuentra la semilla del nihilismo
contemporáneo. Para Weber, la desaparición de la cultura de los valores
humanos y más sublimes es “el destino de nuestro tiempo”. Él considera que la
evolución observada desde el encantamiento del mundo hasta la racionalidad
nihilista era inevitable. Solo en Occidente la razón se puso al servicio del
capitalismo para asegurar un lucro permanente. Solo Occidente desarrolló una
cultura con valor universal. Las complejas sociedades de masas modernas
demandan una específica racionalidad que sea capaz de administrarlas, aun al
precio de una burocratización total de la vida y de la eliminación en ella “de los
valores últimos y más sublimes”. Dicho en otros términos, modernidad y nihilismo
van de la mano y mutuamente se reclaman (Gomá, 2009).
13
Sur. Cuba vivió mucho tiempo del apoyo de la URSS y hoy en día de la donación
del petróleo de Venezuela.
El asunto tiene considerable importancia en una época en la que no faltan las tentaciones
autoritarias. Casi siempre la internacionalización de las decisiones y de las actividades en
general significa una pérdida de democracia. Las decisiones del Consejo de la OTAN
sobre la guerra y la paz, las decisiones del Fondo Monetario Internacional sobre Rusia,
incluso los actos legislativos del Consejo de Ministros de la Unión Europea no están
sujetos a controles democráticos suficientes; y menos aún lo está el ámbito “privado” de
las transacciones financieras internacionales (Ibíd.: 195-196).
Estamos ante una traición a los principios republicanos. Dahrendorf piensa que
hemos llegado a una situación problemática, en la cual la gran época del orden
liberal parece haber terminado en Occidente (Ibíd.: 105). Todas las economías
nacionales están vinculadas en un solo mercado de la competencia, y en todas
partes la economía entera participa de los crueles juegos que se desarrollan en
ese escenario. (El “chuponeo” también es industrial y no silo político). Los efectos
de la globalización se hacen sentir en todos los ámbitos de la vida social. Para
seguir siendo competitivos en los mercados mundiales se debe tomar medidas
que destruirán la cohesión de sus sociedades civiles.
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gratuitas, trabajo y salarios para los desocupados. Están amenazados el bienestar
laboral, la salud y la educación. Ya no hay confianza en el poder político.
El filósofo francés Luc Ferry, ateo, piensa que el origen de la problemática está
principalmente en el imperio de la competencia (2009). El poder que maneja toda
la economía mundial es el resultado de la competitividad. A diferencia de la
finalidad de un proyecto de civilización que tenía la modernidad, estamos ahora en
un mundo sin finalidad. Nadie sabe a dónde irá este mundo regido por la
competitividad y no por la voluntad de los hombres. Un ejemplo: las computadoras
y los celulares cambian a cada rato. Es una ley de la competitividad que se
impone, ajena a la voluntad de los hombres. Empresa que no compite,
desaparece. Crece el mercado de los excluidos. La historia se ha reducido a ser el
resultado mecánico de la libre competitividad. Muchos hombres admiran el
progreso sorprendente de su nuevo celular, pero no se dan cuenta de que están
sometidos a una historia automática y ciega que atenta contra el sentido de su
propia vida y de la sociedad.
15
de investigación científica, ha impuesto la ley de competitividad de producción y
consumo, eliminando todo sentido, valor o finalidad.
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la autoridad de los gobiernos y a las leyes en las naciones. “El liberalismo
reivindica, como la ciencia y la religión, principios universales (todos los hombres
son creados iguales, todos deben disfrutar de los derechos del hombre)” (Schell,
2003: 321). Estos principios son válidos y protegidos en todas las naciones por las
instituciones del orden de la libertad.
Hoy estamos, sin embargo, ante una situación nueva porque las decisiones
económicas escapan cada vez más a todo control democrático de las naciones.
No hablamos solamente de la independencia de los grandes organismos de
control económico, sino principalmente del sistema globalizado del mercado
controlado por las empresas transnacionales. Es una situación diferente a la
anterior del imperialismo de un país. “Los nuevos conflictos serán en esencia más
de carácter moral que económico; se centrarán en los valores que dan cohesión a
las sociedades más que en la prosperidad y en su distribución” (Dahrendorf, 2006:
232).
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Dahrendorf hace referencia al liberalismo tradicional que tiene su máxima
expresión en John Locke y Emanuel Kant. Sin embargo, las características de la
situación actual son el relativismo y la anomia. Para que triunfe el consumo
inacabable en provecho de las empresas transnacionales es necesario eliminar y
combatir los valores tradicionales porque entienden la vida y la sociedad de otra
manera. La competitividad y el consumo deben ser la primera y la única norma. El
capitalismo globalizado logró la deconstrucción de todos los valores. La clase
global defiende celosamente su propia libertad y hace pleno uso de las nuevas
fuerzas económicas y sociales que conforman la base de su existencia. No le
interesa la constitución de la libertad o la ética. Es la élite la que da el tono mundial
del relativismo. Estamos hablando de la destrucción del espacio público y a la vez
de los valores correspondientes a servir (Ibíd.: 114).
Por otro lado, el autor señala que actualmente el problema se complica más por la
creciente necesidad de las exigencias de la tolerancia. Inmigraciones,
migraciones, minorías culturales y regionalismos están marginados o buscan
aislarse de la gran corriente histórica del capitalismo globalizado, con las
consecuencias negativas del caso.
18
“Pocas cosas son peores que la indiferencia del mundo desbocado, porque el
camino desde la anomia a la tiranía es corto” (Ibíd.: 281-282).
El aumento de la pobreza está llevando a una situación cada vez más violenta. Es la
región más violenta del mundo. Según la Organización de la Salud de Ginebra, la tasa de
homicidios es de 27,5 víctimas por cada 100 mil habitantes, comparada con 22 víctimas
en África, 15 en Europa del Este y una en los países industrializados. Los jóvenes
excluidos empiezan a consumir droga a los ocho o diez años, y a delinquir poco después.
Todos estos chicos que no van a la escuela, que no conocen al padre, que no pertenecen
a una iglesia o a un club, y que viven en la calle y consumen drogas, son mano de obra
para la criminalidad. El marero o el pandillero es el delincuente del siglo XXI. Va a haber
grandes barrios marginales sin presencia de la ley, ocupados por el crimen organizado,
con conexiones internacionales. En Río de Janeiro los delincuentes matan hasta 133
policías por año.
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no está preparado para estas velocidades ultrarrápidas. Es un sistema ajeno,
externo a él. Al inaugurar un edificio en el Management Department of the London
School of Economics, instituto de prestigio mundial, la reina Isabel le preguntó al
director de la famosa escuela de investigación sobre economía cómo era posible
que nadie hubiera podido prever esta crisis. La reina tiene cientos de millones de
libras esterlinas invertidos en acciones. La bolsa perdió en ese momento 25%. El
director contestó que cada uno confiaba en el trabajo del otro pero nadie tenía
una visión del conjunto de la economía. Todos trabajaban en algún sector de la
economía a corto plazo y nadie sabía a dónde iba esta.
Los bancos y los fondos son círculos cerrados que manejan entre ellos una oficina
para el juego del azar. Ellos pretenden ser la economía. En este sistema, el banco
central tiene el papel principal, por su política de dinero barato que seduce a todos
para especular. Los bancos centrales han obligado a los bancos de negocios a
drogarse con el dinero barato. Se pretendía relanzar la economía con el dinero
fácil, o sea, promover la especulación. La especulación, dice Sloterdijk, es el
20
placer de obtener dinero sin costos. ¿Quién no cree en una empresa que debe
ganar solo uno por ciento? Ninguna persona inteligente deja pasar estos regalos
de los que fabrican dinero. No es un problema de codicia. Es un acto racional. Un
acto racional pero dentro de una política financiera equivocada. La crisis del
banco Lehman ha sido el regreso a la “economía real”, o sea, el dinero cambiado
por productos.
Sloterdijk concluye que la crisis actual ha sido dirigida por gente incompetente
desde tiempos anteriores. Esta vez no es consecuencia de un emperador corrupto
sino de viejos burócratas que piensan que se puede estimular la pérdida de
confianza por emitir dinero ficticio. Se pretende combatir la inflación con una
inflación encubierta.
21
financieras que pueden asumir temporalmente el control de activos muy
superiores a la riqueza de sus propietarios. Damos el ejemplo del fondo de Soros.
Soros, que había fundado Quantum Fund en 1969, uno de los más grandes
Hedge Funds en el presente, aprovechó la recesión de la economía inglesa para
enriquecerse como nunca antes nadie lo había hecho y menos a costa de la crisis
económica de un estado. Compró libras esterlinas en grandes cantidades, que
luego transformó en dólares. (Esto no se tenía que hacer públicamente porque
hubiese llevado a elevar el valor de la libra en el mercado). Luego anunció por los
medios de comunicación que la libra se devaluaría y vendió libras abiertamente,
generando con esto el pánico necesario para que los inversionistas cuidaran sus
intereses y vendieran las suyas (lo que hizo que el valor de la libra cayera en el
mercado de divisas). El Estado inglés llegó a gastar 50 mil millones de dólares,
dinero que tomó de su tesoro, para comprar libras y así fortalecer su moneda, e
incluso elevó los tipos de interés, pero el pánico financiero se había instalado y no
pudo levantar el valor de la libra en el mercado. Inglaterra salió del Mecanismo de
Tasas de Cambio (ERM por sus siglas en inglés) y devaluó la libra dejándola flotar
(se acogió a la libre convertibilidad que no es otra cosa que tener un valor
fluctuante de acuerdo al movimiento del mercado de divisas). Una vez a precio
bajo, un especulador tiene todo servido para volver a comprar libras y ganar
mucho dinero en la transacción. Se estima que Soros en pocos días se hizo con
más de mil millones de dólares (Krugman, 2000: 125-135).
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En la ortodoxia del FMI se puso como frontera la estabilidad del mercado,
estabilidad que no se puede dar si la oferta y la demanda no están en perfecto
equilibrio. Así, en situaciones económicamente críticas la racionalidad de los
economistas del FMI obedecería simplemente a generar la “confianza” suficiente
como para que la demanda no se contraiga, no importando las consecuencias
que puede traer la elevación de los tipos de interés, la reducción del gasto público
y el aumento de impuestos (Stiglitz, 2002: 145).
4. El multiculturalismo
23
socialismo llevó a la destrucción de la unidad entre el sistema y sus actores. El
flujo permanente de cambios y las competencias en el mercado salvan a los que
logran responder y excluyen a los que no se ubican. Los gobiernos liberales y
socialistas son vistos como administradores de la voluntad de los liberales de la
gran industria y del mercado. Los políticos ya no pueden modificar la vida. El
poder ejecutivo es un administrador y sobre todo un banco. Los parlamentos
pierden su rol de representación. Existe una separación completa entre la
instrumentalidad y el sentido. El sentido se ha hecho privado.
Surge en la segunda parte del siglo XX una ruptura con la sociedad moderna.
Este movimiento reclama el posmodernismo porque ya no se encuentra
identificado con el gran proyecto de la modernidad. Para ellos, esta ha terminado.
¿Dónde está el equivalente en el siglo XX del movimiento obrero de fines del siglo
XIX y comienzos del siglo XX? (Machuca, 2006). Ya no se trata de una lucha de la
clase explotada en el trabajo sino de un grupo marginado sin trabajo o del trabajo
informal. Los que están excluidos del mercado ya no se definen por lo que hacen
sino por lo que no hacen.
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agresivas. En el Tercer Mundo son un grupo numeroso. Coexisten en un mismo
país comunidades abiertas a la economía mundial y comunidades cerradas
ajenas a la participación. La persona humana busca en sí misma su identidad en
forma narcisista, desaparece como sujeto que interviene en la sociedad y en la
historia. El hombre posmoderno ya no cree en las ideologías modernas del
liberalismo y del socialismo como soluciones para el desarrollo. No han cumplido
con sus promesas. El hombre posmoderno ya no cree en una visión global de la
realidad. Ya no existen explicaciones de la vida y de la historia. Tampoco puede
creer en los grandes relatos de las religiones como los de la Biblia, que es una
gran historia de la salvación, o en la filosofía de la historia del marxismo que
postula un desarrollo histórico irreversible desde el capitalismo al comunismo. El
hombre actual está amenazado por el relativismo. Cada uno se arregla como
puede. Cada uno se encierra en su subjetividad y se olvida de los demás. Cada
uno vive su vida, su momento. “Esta diferenciación absoluta, este
multiculturalismo sin límites, tal como se ve en vastas partes del mundo y que a
veces toma la forma de una presión ideológica que proclama e impone este
multiculturalismo absoluto, lleva consigo el racismo y la guerra religiosa. Los
conflictos sociales de los siglos pasados han sido reemplazados por guerras
culturales” (Touraine, 1995: 192). El espacio público es un vago terreno en el que
se enfrentan bandas rivales, en el que se desencadena la violencia. No hay
espacio para justicia y libertad. Predominan el interés y la fuerza. “Vemos alzarse,
una contra otra, la lógica del mercado mundial y la lógica de los poderes que
hablan en nombre de una identidad cultural” (Touraine, 1995: 197).
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El periodismo tiene la tarea sagrada e indispensable de informar y hacer
reflexionar sobre la problemática y las decisiones que se toman para el bien o
para el mal. Sin el periodismo se viviría en un estado salvaje. Sin embargo,
El filósofo argentino José Pablo Feinmann (2008: 715) escribe sobre la violencia
mundial, disfrazada en los noticieros por la televisión:
26
real?, son simulacros, son apariencias, son armas de seducción y desencanto que son
reemplazadas por otras armas, acaso de horror y ternura o solemnidad o placer o sexo o
lo que sea, armas que tienen el objetivo de saturar, de abotagar nuestra conciencia,
nuestro juicio crítico y asesinarlo al tiempo que se asesina la realidad, de la que
terminamos por saber solo una cosa: nada, y creyendo a la vez que lo sabemos todo,
porque vivimos en el mundo de las comunicaciones, un mundo de informaciones-vértigo,
de informaciones-infinito, en el cual algo murió y no lo sabemos, es lo único que no
sabemos: no sabemos que murió la verdad.
Giovanni Sartori escribió una crítica muy exagerada sobre la televisión, pero
merece una mención. Él explica cómo la televisión e Internet tienen una nefasta
colaboración en la formación del hombre de la anomia; es decir, del hombre sin
respeto por las reglas. Por su parte la radio, con sus programas groseros, no se
salva de esta crítica.
27
la cabeza esta jerarquización de lo mediocre. Salvo creyendo que la pantalla muestra que
todos somos capaces de lo mismo, las mismas vulgaridades, bajezas y torpezas que
hacemos todos los días (Savater, 2005: 42).
28
Freud afirmaba que todo niño –hablamos de uno pequeñito– es polimorfo
perverso. Quería decir que los niños tienen dentro de sí una cantidad de
tendencias que pueden impulsarlos justamente hacia la perversión, hacia una
futura corrupción o hacia actos semejantes. La pregunta es: ¿qué hace entonces
que unos seres humanos transiten por ese camino corrupto y otros no?
La crisis de los líderes políticos hace perder credibilidad a las instituciones del
Estado (Gobierno, Congreso, Ministerio Público, Poder Judicial y Policía). Las
instituciones son las leyes y las sanciones vinculadas con ellas que defienden la
libertad. La crisis de las Instituciones pone en peligro la libertad de las personas.
Hay una interacción entre el grupo y el líder. “Todo ser humano necesita tener un
ideal superior, que sea el que cuide nuestra ética y nuestra forma de proceder.
Los pueblos ya no tienen un emblema, un ideal vivo, no cambiante y que nos
ordene en una moral común”.
29
Sin embargo, hay un círculo vicioso que va del líder a la masa y de la masa al
líder. El filósofo y escritor español Fernando Savater dirá al respecto:
[…] por todas partes te lo van a decir: ¡los políticos no tienen ética! La primera norma es
desconfiar de los que lanzan truenos morales contra la gente en general. Para lo único
que sirve la ética es para intentar mejorarse a uno mismo, no para reprender
elocuentemente al vecino. ¿Por qué tienen tan mala fama los políticos? Ellos ocupan
lugares especialmente visibles en la sociedad. Sus defectos son más públicos. Las
sociedades igualitarias, es decir, democráticas, son muy poco caritativas con quienes
escapan a la media por encima o por abajo: al que sobresale, apetece apedrearle; al que
se va al fondo, se le pisa sin remordimiento. Lo más probable es que los políticos se nos
parezcan mucho a quienes les votamos, quizá incluso demasiado (Savater, 2004: 152).
7. La cultura de la vulgaridad
a. El valor de la vulgaridad
30
vulgaridad se ha convertido en la norma suprema de comportamiento. Quienes
presentan los programas vulgares con verbo procaz en la televisión, radio o
prensa escrita no inventaron la cultura de la vulgaridad. Son parte de ella, pero la
usan como negocio.
Basta abrir los ojos para contemplar el espectáculo de una liberación masiva de
individualidades no emancipadas que ha redundado últimamente en el fenómeno
original de nuestro tiempo: la vulgaridad. Llamo vulgaridad a la categoría que
otorga valor cultural a la libre manifestación de la espontaneidad estético-instintiva
del yo (Gomá, 2009: 11-12).
31
identifica con la extravagancia: libertad sin límites, originalidad, espontaneidad,
rebeldía y exaltación de la diferencia. Y se ha generalizado en nuestra época
como norma única de la autoconciencia subjetiva. El subjetivismo se arregló una
moral que se atribuía a sí misma una autonomía inviolable de toda interferencia. Y
ha desembocado en la notoria ausencia contemporánea de cualquier intento de
moral privada prescriptiva.
Respetable por la justicia igualitaria que la hace posible, la vulgaridad puede ser
también, desde la perspectiva de la libertad, una forma no cívica de ejercitarla,
una forma –en fin– de barbarie. Imposible edificar una cultura sobre las arenas
movedizas de la vulgaridad, ningún proyecto ético colectivo es sostenible si está
basado en la barbarie de ciudadanos liberados pero no emancipados,
32
personalidades incompletas, no evolucionadas, instintivamente autoafirmadas y
desinhibidas del deber.
El libro de Jürgen Golte y Doris León Gabriel, Polifacéticos (IEP, 2011), analiza la
influencia del neoliberalismo del mundo globalizado en Lima.
33
momento y el contexto en los cuales se desenvuelven. El anonimato urbano
contribuye a este cambio de comportamiento porque en las sociedades reducidas
como los pueblos y ciudades pequeñas, donde todos se conocen, no sería tan
fácil.
En los supermercados nos asalta una oferta de consumo de bienes y modas. Hay
una gran diferencia entre las faldas de la mujer andina y la ropa apretada. La
moda indica cómo debe uno vestirse hoy en día para “sentirse feliz”, ser aceptado
en la sociedad y conseguir sus metas. Los medios de comunicación estimulan el
deseo de mostrarse en público con atuendos que estén “a la moda”. Si no alcanza
el dinero, se trata de acercarse al ambiente de consumo de las megatiendas que
representan la modernidad, por entretenimiento y emulación de pertenencia a este
mundo y para verse a sí mismos como futuros compradores.
La “virtualidad” que ofrece Internet espacialmente casi invita a que los individuos
asuman, aunque en un primer paso de manera virtual, alteridades pronunciadas.
Pueden cambiar de sexo, edad y características de ingreso; tienen el don de la
ubicuidad; pueden asignarse diversos lugares de residencia, distintos hábitos, etc.
Es que vivimos en una sociedad de transgresión constante de normas culturales.
34
Lo polifacético de las existencias no solo es virtual sino se convierte cada vez más
en un hecho cotidiano.
Lo que hemos llamado polifacético hay que verlo en el campo de la relación entre
la normatividad y el desempeño observable de las personas. En esto hay que
considerar que en los sistemas normativos del pasado, especialmente en los que
parten de la noción de individuo, se exige la coherencia como un ideal de
comportamiento.
La diversidad de facetas que asume la persona hoy en día no tiene una norma con
función de integración. Además no se busca una coherencia entre las facetas.
Ocurre que el joven tiene una faceta con sus padres, otra en la universidad, otra
en la discoteca, otra en el ambiente de trabajo, otra con sus amigos, etc. La
construcción de varias facetas de acuerdo al lugar y a la compañía construye lo
polifacético. El mercado global trata de condicionar la ruptura con las normas
tradicionales de la familia, del barrio, de la escuela, del pueblo, etc. La
fragmentación de las personas es lo más generalizado. Se vive el mundo virtual de
los medios de comunicación. Son los nuevos hábitos, fugar del entorno y crear un
campo que ubica al joven fuera de la cotidianidad y de la temporalidad. Si el hábito
ayudaba antes a la persona a cumplir con las normas, hoy en día el nuevo hábito
ayuda a salir de las normas. Los autores mencionan el caso de una joven
profesora de colegio que es ejemplo de buen comportamiento, pero que lleva
aparte otra vida, dedicada a la droga, a la vivencia libre de la sexualidad, al
alcohol, a las bandas de rock, etc.
35
hacia colectividades diversas entre su familia tradicional y el individualismo de la
modernidad. Las personas se fragmentan en situaciones variadas.
Conclusión
36
El derecho, por lo tanto, no se fundamenta sobre juicios de valor. Ya no hay que
apelar a las virtudes o valores como la justicia para organizar la sociedad. No
existe un derecho superior a la ley positiva. El derecho o la ley es expresión del
proceso histórico necesario de la economía. El derecho pasa de un modelo
dogmático-finalista a un modelo pragmático-gestionario. El derecho es solo
gestión pragmática. Los valores son subjetivos y difieren de sociedad en
sociedad. La virtud es hipocresía.
37
El análisis de la realidad nos ha hecho ver que vivimos en un mundo de
relativismo y anomia, un mundo de amoralidad. La ausencia de normas y de
autoridades eficaces se convierte en una amenaza para la libertad. No hay
pertenencia porque nadie se siente obligado con nadie. “Líbreme Dios de mis
amigos, yo me encargaré de mis enemigos”. Faltan los valores o la ética que son
los verdaderos lazos que unen a las personas.
38
Por perder la injerencia en las decisiones sobre la sociedad el hombre se refugia
en la informalidad (sesenta por ciento de vida económica del Perú) y en el
pluralismo de las regiones y de las culturas. Surge el multiculturalismo que
reemplaza a la cultura de la modernidad, que acaba con la unidad racional de la
sociedad y, consecuentemente, con las normas morales universales. Se pierde la
democracia. Los grupos excluidos del mercado ya no creen en las ideologías ni
en la política. Se encierran en su propio mundo, amenazados por el relativismo.
39
liberación de las monarquías, el despotismo ideológico y las normas tradicionales
inherentes a la cultura anterior. Como consecuencia ha surgido un sujeto sin
límites. El subjetivismo se atribuye a sí mismo una autonomía inviolable,
eliminando cualquier intento de moral prescriptiva. La corrupción, el aumento de
los asaltos, robos, asesinatos, egoísmo, contrato de sicarios, fraude financiero y
maltrato de la mujer en la familia forman parte de la cultura de la vulgaridad,
producto del hombre estético-instintivo.
Capítulo II
HISTORIA DE LA CRISIS DE LA ÉTICA
1. La sociedad medieval
40
para asegurar la paz. Solo donde existe la justicia existe una verdadera
comunidad humana. El problema central de una ética política es buscar un orden
justo.
A partir del año 400 el imperio romano fue cediendo su lugar a un conjunto de
pueblos invasores, en un doloroso proceso de calamidades, saqueos, hambres,
epidemias, ruinas y destrucciones. Los reinos establecidos por los invasores, con
su organización limitada, no pudieron reemplazar la organización extensa y
complicada del imperio romano. En esta situación la Iglesia, en el siglo VI, va a
extender la evangelización por toda Europa. Se formó la Europa medieval con una
sola fe y una cultura, la cristiandad, bajo la autoridad de la Iglesia de Roma. Es
importante mencionar que el Concilio de Vaison (529) ordenó a los presbíteros de
todas las parroquias la creación de escuelas. Estas escuelas fueron por mucho
tiempo la única realidad pedagógica a favor del pueblo en Occidente.
41
En la Edad Media se consideraba a Dios como el centro y el fin de la sociedad. La
máxima preocupación del hombre era conocer a Dios y vivir de acuerdo a su
mensaje dejado por Cristo. El hombre se orientaba a su fin último que tiene la
naturaleza del bien. Fe y moral estaban estrechamente unidas. La moral era el
comportamiento adecuado para lograr la salvación. La vida estaba en función del
Dueño único de la vida y de la historia. Se trataba de una concepción teocéntrica
del hombre y de la sociedad. De esta manera se entiende la preponderancia de la
teología frente a todas las otras ciencias. El Estado no tenía cultura propia y
necesitaba el apoyo de la Iglesia. Esta aportó al Estado una visión del hombre y
del mundo.
Sin embargo, el sistema medieval se mostrará incapaz frente a los cambios que
se presentaban. El sistema feudal paternalista será reemplazado por las ciudades
y por la economía comercial y monetaria. Significará la desintegración de la
42
sociedad medieval y su transformación de una economía agrícola de subsistencia
a una economía del comercio. Surge el predominio del espíritu económico del
capitalismo incipiente y la subordinación de los valores éticos al interés
económico y al lucro. La preferencia por los bienes sobrenaturales se convertirá
en interés por los económicos. Un mundo sin Dios o un Dios que no interviene en
el mundo (el deísmo). La Iglesia va perdiendo su influencia en la realidad social
tanto pública como de pensamiento. La internacionalización por el comercio con el
Oriente. La entrada de América en Europa llevó el centro de gravedad de la vida
económica a España y Portugal. El comercio se dio entre Sevilla, Lisboa, Medina
del Campo, Amberes, Lyon, Génova y Florencia. No es casualidad que los
teólogos de la Escuela de Salamanca pasen a la avanzada del pensamiento
europeo. Las figuras más representativas de esta escuela son los dominicos
Francisco de Vitoria (1492-1546), Domingo de Soto (1494-1570), Martín de
Azpilcueta (1492-1586), Tomás de Mercado (1525-1575) y Luis de Molina (1535-
1600). Ellos reconocen la ley de oferta y demanda, y en el caso de no cumplirse
las condiciones el precio dependerá de la justicia y de las reglas morales.
Fundadores del sistema mercantil, desarrollaron un pensamiento sobre comercio,
precio, usura, moneda, cambio, créditos y banco que se halla en la línea del
pensamiento moderno. En estos pensadores del siglo XVI encontramos el origen
de las teorías propias del liberalismo (Grice-Hutchinson, 1952). Es importante
mencionar que ellos tendrán una influencia en el pensamiento moderno de Locke,
Spinoza, Descartes, Leibnitz, Grocio y, a través de este último, en A. Smith.
43
La cristiandad occidental se consideraba verdaderamente, bajo la dirección
común del papado y del imperio, como una unidad terrena y espiritual. El
comienzo de la modernidad se anuncia por el estallido de esta gran unidad
occidental, inicialmente en las grandes contiendas nacionales de Inglaterra y
Francia, y más tarde también en España, en las que paulatinamente se ve
implicado el resto de Europa. Hasta ese momento, para la conciencia del
gobernante occidental el más alto deber no era la realización de los intereses del
poder nacional, sino la defensa de la fe cristiana, la exterminación del paganismo
y la herejía, la realización de la paz y la salvaguarda del derecho. Pero la gran
unidad del Occidente cristiano se desintegra en una pluralidad de estados, en el
cambio del sistema monárquico por el democrático, de la economía agraria por el
comercio, por la independencia de la razón frente a la Iglesia. La nueva sociedad
incipiente es el liberalismo.
Lo que nos interesa principalmente en esta realidad es que a partir de 1492 las
sociedades amerindias obligaron al pensamiento ético occidental a plantearse
muchas preguntas sobre el origen del hombre y de las cosas, y sobre su propia
manera de ser y pensar. La existencia de ella fuera del ámbito geográfico del
Viejo Mundo era ya de por sí una incógnita. El Nuevo Mundo y los derechos que
se otorgaba la corona española para apropiarse de los territorios ultramarinos
chocaban con los principios evangélicos. Es en este sentido que la Escuela de
Salamanca, liderada por Francisco de Vitoria y Domingo de Soto, establecerá las
bases de un derecho internacional justo y realista, y de una conducta cercana a lo
que hoy se entiende por derechos humanos. Las circunstancias plantearon
nuevos problemas y en los siglos XV y XVI empiezan a independizarse de la
teología las nuevas disciplinas: la política, el derecho natural, penal, internacional,
aunque fieles a los principios de la teología tradicional. Bartolomé de las Casas le
da a estas nuevas disciplinas un tinte concreto y profético que el lenguaje
escolástico de los maestros de Salamanca ignoraba.
44
3. Cambios de la cultura en la modernidad
Las primeras grandes figuras que expresan el cambio son Hobbes y Locke, bajo
la influencia del francés Descartes que planteó pioneramente la autonomía de la
razón frente a la fe: “Pienso luego existo”, “La única seguridad es la duda”. Los
teólogos ingleses como John Tillotson (1630-1694) y Matthew Tindal (1656-1733),
que preferían la razón a la fe en la interpretación de la Biblia, llamaban a
Descartes “The Unparallelled”.
Empezará una lucha que no solo será contra los políticos tradicionales sino
también contra la iglesia católica que estaba en el poder. Las luchas durante
siglos de las ideologías del liberalismo y posteriormente del socialismo, en sus
diferentes formas, por un nuevo sistema político y económico en contra del
tradicional sistema monárquico incluyen una lucha contra la cultura tradicional
católica, ligada históricamente al sistema monárquico. La cultura tradicional
estaba impregnada por la doctrina evangélica católica y por la ética aristotélica-
tomista. El gran problema de la Iglesia con la modernidad empieza por la
discrepancia en torno al nuevo sistema económico-político-científico de la
sociedad. La Iglesia se opondrá a la nueva corriente histórica del liberalismo en
defensa del sistema monárquico.
46
seguridad que toda teología popular, especialmente la escolástica, tiene una
especie de querencia por lo absurdo y la contradicción” (Hume, 2003: 105).
47
Todo lo tradicional se hizo sospechoso de no ser bueno y justo, incluso
corrompido. El derecho ya no recibe su fundamentación de su antiguo origen
divino sino de la razón.
La libertad no está ligada por ningún precepto clerical ni estatal. Los liberales van
a exigir tolerancia porque en la sociedad en la cual están, con la cultura católica,
no hay espacio para ellos, no hay espacio para pensamiento o comportamiento
diferente; entonces van a exigir tolerancia para su pensamiento. Se pretende que
la libertad ya no sea un privilegio que se consigue con “el dinero o la sangre, sino
un derecho de todos”.
Sin embargo, habrá que esperar al papa León XIII (1878-1903), basado en su
filosofía tomista, para el inicio de un reconocimiento de la autonomía del Estado y
de la sociedad civil respecto de las autoridades eclesiásticas. A pesar de la
apertura de León XIIII, Pío X (1903-1914)
[…] creía absolutamente inadmisible un punto concreto del programa liberal, muy de
actualidad por los sucesos de Francia: aceptar la separación entre la Iglesia y el Estado.
Estaba profundamente convencido de que hay una estrecha unión entre lo religioso, lo
político y lo social, y no percibía la distinción entre la separación administrativa de las
competencias del Estado y la Iglesia y el divorcio entre la nación y el cristianismo; por eso
48
consideraba la separación sacrílega y “gravemente injuriosa para Dios, que es fundador
de las sociedades humanas lo mismo que creador de los individuos y a quien
consiguientemente debe tributarse un culto no solo privado, sino también público”
(Aubert, 1984, tomo V: 57).
Por otra parte usted, señor presidente, utilizó la expresión “laicidad positiva” para
designar esta comprensión más abierta. En este momento histórico, en el que las culturas
se entrecruzan cada vez más entre ellas, estoy profundamente convencido de que es
cada vez más necesaria una nueva reflexión sobre el significado auténtico y sobre la
importancia de la laicidad. En efecto, es fundamental, por una parte, insistir en la
distinción entre el ámbito político y el religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los
ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos; y, por otra parte, adquirir una
conciencia más clara de la función insustituible de la religión para formar las conciencias,
y de la contribución que puede aportar, junto a otras instancias, para la creación de un
consenso ético de fondo en la sociedad (L’Osservatore Romano, Nº 38, 19.9.2008: 5).
En la misma publicación (p. 4), el papa agrega: “Para los cristianos ha sido
siempre claro que la religión y la fe no están en la esfera política, sino en otra
esfera de la vida humana […] La política, el Estado no son una religión, sino una
realidad profana con una misión específica”.
b. La masonería
La masonería de Inglaterra parece haber llegado a Francia entre 1688 y 1691 con
los contingentes del derrotado ejército jacobita, antiguos seguidores del monarca
católico Jacob, derrotado por los reyes protestantes. El principal fundador de la
masonería fue Charles Radclyffe, conde de Derwentwater. Él logró diseminar la
Logia Católica por Francia. Esta logia jacobita trataba de convencer al rey de
Francia de constituir un frente franco-escocés por medio de la masonería, con el
49
fin de recuperar el trono de Inglaterra. Sin embargo, el cardenal André-Hercule de
Fleury, monárquico y nacionalista, como principal consejero del rey y poseedor del
verdadero poder, buscaba establecer una paz duradera con Inglaterra. El 2 de
agosto de 1737 la masonería fue prohibida en Francia y se arrestó a su gran
secretario. Poco después, el pontífice Clemente XII prohibió a todos los católicos
convertirse en masones bajo amenaza de excomunión por medio de su bula In
eminenti apostulatus specula. Sin embargo, el papa no consiguió nada con ello,
salvo derribar a los jacobitas de su supremacía en los asuntos de la masonería
francesa. Los jacobitas eran católicos. Su salida de la logia favoreció al grupo
minoritario anticatólico de la Gran Logia y le permitió tomar el poder. Esta logia,
que se llamaba el “Gran Oriente” y usa este nombre hasta hoy, anticatólica,
anticlerical y militante atea, surgiría como la principal depositaria de la masonería
en Francia. La pérdida de influencia de los jacobitas católicos en la masonería fue
más costosa para Roma de lo que hubiese sido dejar su estatus intacto (Baigent y
Leigh, 2005: 200-209).
50
libertad de los cristianos ante Dios sino de la libertad para el bienestar humano. A
diferencia de Europa el liberalismo no fue antirreligioso.
Los Estados Unidos enfrentan problemas parecidos a pesar de ser el país original
de los principios de igualdad, de la tradición de la libertad personal y de la
autonomía de los gobiernos locales federales. Por tradición, la libertad y el
cristianismo estaban tan estrechamente unidos que no se podía entender el
cristianismo sin la libertad y viceversa. La soberanía del pueblo y el derecho
absoluto de la mayoría se consideraban subordinados a los principios de la ley de
la moral cristiana.
Los elementos de esta doctrina no eran nuevos. Eran los principios antiguos del
derecho natural y el contrato social promovidos por los teólogos puritanos. Se
buscaba un camino propio y un aislamiento. Jefferson escribía a Monroe en 1823:
51
se dedican a las guerras. Usan toda su energía para la destrucción del trabajo, la
propiedad y las vidas de las personas. En cuanto a nosotros, nunca un pueblo ha
tenido una oportunidad más favorable para intentar un sistema diferente de paz y
fraternidad entre los hombres y de utilizar todos nuestros medios y fuerzas para la
elevación en lugar de la destrucción (Dawson, 1953).
Sin embargo, los cincuenta años entre la Guerra Civil norteamericana y la Primera
Guerra Mundial cuestionaron los antiguos principios por la masiva inmigración de
europeos –irlandeses, alemanes, polacos, italianos–, con tradiciones políticas,
religiosas y económicas diferentes y por la aparición de magnates de las finanzas
y de la industria ajenos a los grandes ideales. América se enfrenta con los mismos
problemas que Europa aunque con un liberalismo menos amenazado por el
totalitarismo. Sin embargo, no hay hostilidad contra la Iglesia como en el
continente. “Ya Tocqueville señaló la gran importancia de las iglesias. Establecen
una alianza curiosa con la Constitución, que permite decir en toda clase de
circunstancias, contemplando con arrobo la bandera: ‘Dios bendiga a América’”
(Dahrendorf, 2006: 40). Sin duda, el idealismo religioso ha disminuido mucho pero
estas tradiciones han sabido fijar las ligaduras dentro de las instituciones
democráticas.
52
estudió a Rousseau (1712-1778), el principal pensador de la Revolución
Francesa, y decidió desarrollar el tema de “Igualdad”, que quedó relegado en
relación con los de la “Libertad” y la “Fraternidad”. Muy importantes son sus
críticas al capitalismo de su época. Marx sigue con el espíritu crítico del siglo XIX,
lo que lo llevará a consecuencias más radicales.
53
La lucha de clases implica la prioridad de la infraestructura sobre la
superestructura. No habrá ética tanto tiempo que no cambie la infraestructura del
capitalismo.
El término “lucha de clases” explica toda la historia y por lo tanto no deja espacio
para una realidad trascendental y tampoco para la evaluación del bien y del mal.
También en América Latina este pensamiento tendrá acogida bajo la forma del
comunismo en los ambientes universitarios y políticos.
A veces Marx y Engels critican las bajas pasiones del egoísmo y de la codicia de
la civilización capitalista. Ellos recurren a menudo a los conceptos de la moral y la
justicia. Comte-Sponville piensa que Marx quiso moralizar la economía. “El error
simpático y nefasto de Marx, a pesar de sus negaciones positivistas y cientistas,
54
era querer convertir la moral en economía. Se manifiesta este hecho con los
conceptos de alienación y explotación. Ellos están en la frontera entre moral y
economía. Ellos permiten el pase de uno a otro. Él quería inventar un nuevo
sistema económico sobre la base de conceptos morales” (Comte-Sponville, 2004:
83).
55
Lo que la historia del socialismo de Estado ha mostrado en la Unión Soviética e
incluso en China (habiéndose dado en este último caso un reconocimiento por
parte del régimen mismo) parece ser sobre todo esto: la conducción burocrática
de la economía por parte del sistema político (y, a su vez, esto quiere decir
anulación de la economía de mercado gobernada por los índices de los precios y
de la competencia correspondiente) a favor de una economía de comando, resulta
evidentemente incapaz de movilizar las fuerzas de los hombres (Apel, y Dussel,
2004: 188).
Para Marx, cambiando el mundo material por medio del trabajo, el hombre al
mismo tiempo se cambia a sí mismo. Sin embargo, no es consciente de este
cambio. Los trabajadores son productores de una cultura que no conocen. La
acción del hombre transforma la realidad exterior, y la realidad externa
transformada reacciona sobre el hombre. Para el marxismo no importa si el
cambio se realiza por hombres que viven la hermandad y solidaridad o si se hace
con resentimientos y odios. El cambio no se lleva a cabo de una manera humana.
Marx quería destruir a toda la sociedad y al hombre augurando que de las ruinas
saldrían hombres nuevos. El comunismo debía producir al hombre nuevo pero,
cuando fracasó, sus más altas autoridades, nacidas y educadas en el sistema,
miembros de la vanguardia o de la dictadura del pueblo que dirigían las empresas
estatales, se nombraron a sí mismas de la noche a la mañana dueñas de las
nuevas empresas capitalistas. Los más grandes críticos y opositores a la clase de
los propietarios se convirtieron automáticamente en los nuevos propietarios de los
medios de producción. ¡El comunismo produjo un hombre viejo! Solo el partido
conocía el método revolucionario, pero fue el primero en olvidarlo.
56
Para Juan Pablo II el hombre cambia el objeto y se cambia a sí mismo por el acto
de su trabajo. Trabajando se hace mejor o peor éticamente hablando. De esta
manera se realiza el encuentro con los otros trabajadores. Se hacen personas.
Tanto para el liberalismo como para el marxismo la relación entre los hombres es
un subproducto de la organización económica. No entienden que las relaciones
entre los trabajadores pasan por la cultura; es decir, la libertad con sus
implicancias éticas. Juan Pablo II supera ambas ideologías y también el juicio
tradicional del trabajo como castigo o como cooperación en la creación de Dios
por una decisión concisa y original: “Con su trabajo el hombre ha de procurarse el
pan cotidiano, contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre
todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad en la que vive con
sus hermanos” (encíclica Laborem exercens, frase inicial). Trabajando el hombre
se hace mejor o peor, éticamente hablando, en su encuentro con los otros
trabajadores. Nadie puede constituirse como persona, como familia, y la nación
no puede desarrollarse sino mediante el trabajo. La elevación cultural y moral
permite la relación justa y humana con los otros a partir de la moral interna de
cada uno. A través del trabajo, el hombre cultiva la verdad. Si se mantiene el
trabajo como un instrumento egoísta de poder, los conflictos, represiones y
rebeldías seguirán existiendo.
No existe una ciencia de las ciencias porque todo es siempre algo más que sus
partes. El sueño de la Ilustración, de los positivistas y de Marx de integrar las
diversas ciencias en una sola siempre ha fracasado. Las visiones parciales de la
materia solo pueden ser integradas por una visión de la totalidad que únicamente
la puede dar la antropología filosófica (Buttiglione, 1982: 5-69). La Iglesia no
57
propone una nueva ideología, pero analiza y orienta las conclusiones de las
ciencias en función del bien ético de las personas.
Sin embargo, seguían las acusaciones mutuas sobre infracciones a los derechos
humanos: falta de libertad de opinión; falta de libertades políticas, culturales y
económicas en el socialismo; así como falta de derecho al trabajo y falta de
intervención del Estado en la economía del liberalismo.
58
de producción define a las diferentes fases de la historia y por lo tanto al hombre.
Los medios de producción determinan las relaciones de propiedad. Los modernos
medios de producción han perdido su finalidad social. La sociedad se ha dividido
en propietarios y no-propietarios. La voluntad de la clase gobernante se traduce
en las leyes. La justicia y el derecho natural no son más que una expresión de
una relación económica a favor de la clase gobernante.
59
propiedad es un derecho natural y no es susceptible de revisión por parte del
Estado. Según Locke la propiedad privada tiene su origen en el trabajo y es
ilimitada. Kant defiende también la propiedad privada hasta el extremo de afirmar
que solo los propietarios tienen derecho al voto. La fuerza de la tradición liberal
está en entender la propiedad como expresión e instrumento de la libertad. Su
error está en entender la propiedad privada como ilimitada. La Declaración de la
Revolución en París (1789) aceptó el planteamiento de Locke sobre la propiedad
privada. Su interpretación de este concepto prevaleció sobre las ideas igualitarias
de J. J. Rousseau.
a. Hobbes y Locke
61
solo pueden llevar a caos y muerte. Los líderes políticos ofrecen la justicia para
ganar los votos pero no tienen la intención de aplicarla. Referencias a la justicia y
a la dignidad son utilizadas por ellos para esconder sus verdaderos motivos a los
débiles. Platón ya mencionó este uso exclusivo de la ética en los discursos de los
políticos en sus campañas electorales.
Tanto Hobbes como Kant reclaman un estado de derecho, pero para el primero
cualquier Estado eficaz es bueno y para el segundo el Estado debe tener como
fundamento la justicia. Para Hobbes prima el orden y para Kant la ética.
John Locke (1632-1704) es, sin duda, la figura principal en el inicio de la historia
moderna. En sus Lettres Philosophiques ou Lettres Anglaises de 1737, Voltaire
(1694-1778) lo considera como el único filósofo de importancia en comparación
con Descartes y Malebranche. En Le Siécle de Luis XIV (1751) repetirá: “De
Platón a Locke no hay nada [...] solo Locke ha explicado la inteligencia humana
en un libro donde se encuentran solo verdades; y lo que da la perfección a este
libro es que todas las verdades son claras”.
62
de sí misma. Sin embargo, esta identidad personal no se separa de un interés por
sí mismo, el placer, que va acompañado de la capacidad para la regla, la cual
precisamente va a calificar sus actos como buenos o malos. A diferencia de lo
planteado por Hobbes, la persona es dueña de sus actos, los reconoce como
suyos y juzga sobre su rectitud o su error. El control está al interior de la persona
y no en el exterior por un Leviathan. Hay un interés por la felicidad que está ligado
a la conciencia. Mediante la responsabilidad, la conciencia responde de sus actos
ante los hombres, constituyendo una persona moral. La conciencia es fuente de
los actos y asume su responsabilidad por ellos. La vida moral reside en la persona
misma, en el “interior” de su conciencia. Esta teoría de la persona es el gran
aporte de Locke a la ética. Como ya se ha dicho, las relaciones libres entre los
hombres suponen la confianza para unos como Locke y Kant, y la desconfianza
para otros como Hobbes (Jaume, 2010: 140-148).
Locke, al contrario de Hobbes, parte de la idea de una ley natural presente en los
hombres, que expresa la igualdad y el consenso entre todos. Dios ha puesto en
nosotros las normas de la humanidad que constituyen la llamada ley natural. Dios
ha creado al hombre a su imagen.
Existen tres tipos de leyes diferentes: la ley natural, la ley positiva y la “ley” de la
presión social. La ley inscrita en nuestro ser por Dios es la ley natural, la ley del
legislador es la ley civil y la “ley” de la regla moral es la ley de opinión o
costumbre. Solo Dios es soberano. El Estado y el individuo poseen solo una
relativa autonomía.
63
embargo, debe haber motivaciones que hagan al hombre cumplir con la ley. Los
motivos son la recompensa o el castigo. El que cumple la ley de Dios tendrá una
recompensa en la otra vida.
En el hombre no solamente hay razón sino también una gran variedad individual
de placeres. La vida sensitiva también nos motiva a los placeres. Esta
problemática llevó a Locke a reflexionar sobre las motivaciones psicológicas del
comportamiento. La inquietud que siente el hombre por la ausencia de algo la
llamamos deseo, es el principal estimulante que impulsa su accionar. Resulta
entonces que el deseo de las pasiones compite (y puede desplazar) con la
motivación principal, la voluntad, que busca el bien más grande. Locke intenta
coordinar la obligación de la ley y las motivaciones del placer sensitivo, la presión
de las costumbres y de las opiniones. En este caso, la rectitud –es decir, la
conducta conforme a ley– ya no basta. Se necesita también el placer. La falta de
placer puede desviar la voluntad hacia goces que contradigan el verdadero bien.
Se debe buscar que coincidan la razón y el deseo, el bien y el placer.
64
Locke observa que nuestra libertad debe suspender nuestros deseos antes de
que la voluntad sea determinada. Depende de nosotros desear el bien y excitar
nuestros deseos en función del bien principal. El que no compara el bien futuro
duradero con el bien momentáneo no será capaz de desear el bien, y cederá ante
la menor incomodidad que se presente. Un cambio puede ser necesario. La
búsqueda de la felicidad debe ser un trabajo de la voluntad, que muchos
desconocen porque la inquietud influye en su voluntad (Jaume: 2010, 160).
Según Ralf Dahrendorf, Roma venció a Grecia y se desarrolló una cultura greco-
latina. Sostiene que el resto de Europa ha heredado nuestra civilización de Roma,
no de Atenas. Virgilio, no Homero, es el padre de Occidente. Encontramos algo
nuevo e importante en la filosofía pública de Cicerón, y seis siglos después en los
juristas del emperador Justiniano. El título de una de sus contribuciones a la teoría
del derecho resume el obsequio de Roma a Occidente: Instituciones.
65
es el presupuesto para poder formular leyes que dirijan la sociedad. Son
principios inherentes a las personas. La ley natural existe antes de su
reconocimiento por el hombre. Su tarea es descubrirla y explicarla. Existe una ley
divina escrita en el hombre. La ley divina no es un efecto del deseo, sino que está
dada por una revelación. La libertad de la naturaleza está limitada por la ley
natural. Locke sostiene, contrariamente a Hobbes, que el hombre no tiene un
derecho natural ilimitado, sino limitado por su propia naturaleza y por el derecho
natural de los demás. La sociedad no es una “lucha de unos contra otros” o una
autoridad que impone exteriormente las obligaciones, como pensaba Hobbes,
sino el lugar indispensable donde las libertades limitadas puedan realizarse por su
capacidad de entender la ley.
Las libertades deben ser limitadas por las leyes y por la autoridad. Una actividad
es solamente humana cuando obedece a una norma que la califica. Locke señala
la necesidad de una relación entre el imperio de la ley y el sujeto interior. Dios
ordena al hombre realizar su propiedad en un sentido amplio: propiedad de los
bienes, de sí mismo, de su vida, de su libertad… pero también el poder de juzgar
y sancionar a los que actúan contra la ley. Esta personalidad es previa al Estado
civil. El Estado no crea las obligaciones ni será su salvador, como piensa
Rousseau. Pertenecemos a la sociedad como personas pero no como miembros.
Rousseau ve a la persona como portadora exclusiva de intereses y al ciudadano
como consciente del interés de la sociedad. Habrá un conflicto entre los dos en el
sujeto. El Estado formaría al ciudadano. Para Locke, al contrario, la persona
incluye todo, de modo previo a su situación de ciudadano por la ley natural. La
66
persona incluye tanto interés personal como la obligación ciudadana. La persona
es origen de todo y anterior al Estado. Este solamente puede apoyar las
obligaciones que vienen de la ley natural, en su llamada tarea de subvención.
La misión del Estado es hacer cumplir las leyes, garantizar la libertad y los
derechos de los individuos. Se establece el principio democrático: el pueblo
delega el poder. La sociedad nos protege y nos da una brújula para el camino; y
lo hace por medio de las instituciones. “Las instituciones son en primer lugar, las
sanciones vinculadas con ellas y las formas de organización en las que aparecen
dos cosas: las instituciones se encargan de que podamos apelar a una “ley
común y judicatura”. Locke añade con razón que en este sentido las instituciones
necesitan “autoridades”. El pacto social es un pacto fraterno, pero también es un
pacto de dominio. Se trata de reglas que puedan fundamentarse y autoridades a
las que se haga responsables. La ausencia de normas y de autoridades eficaces
se convierte en una amenaza para la libertad. La libertad no es un estadio
originario de la humanidad al que deberíamos retornar ni un vacío posmoderno en
el que todo es posible.
67
pertenecen a la ley natural. La práctica de la pluralidad y el valor de la tolerancia
se entienden así como grandes características del liberalismo.
Sin embargo, en el caso de la ley civil y sobre todo en el caso de las opiniones, la
ley es susceptible a la relatividad de las costumbres. El orden social no tiene la
bondad y la sabiduría de Dios. Existe un mecanismo de sometimiento a la opinión
pública. ¿Quién resiste a las presiones sociales? El interés personal promueve el
conformismo. Frente a esta situación, Locke ilustra el espíritu del liberalismo
crítico y prescriptivo. A pesar de su resignación ante la opinión pública, los
hombres mantienen siempre la posibilidad de pensar bien o mal, de aprobar o
desaprobar los actos de sus contemporáneos. La libertad del pueblo nunca se
pierde (Jaume, 2010: 179).
b. Hume y Kant
David Hume (1711-1776) omite la ley natural para dar paso al hedonismo,
posibilidad ya señalada por Locke, abriendo el camino hacia un empirismo moral,
político y económico. El empirismo entiende la relación del hombre con el
ambiente por medio de las pasiones. La razón es solo un reflejo de estas. El
hombre está sometido a las pasiones y por lo tanto el motivo de su ser es la
68
utilidad. La ley no puede ser fuente de obligación porque la obligación presupone
la utilidad. Reducir al hombre a una “experiencia” de pasiones y utilidad es el
método experimental. Él descubre las reglas o leyes por una reflexión sobre los
límites útiles de sus pasiones con los demás. Las leyes son un reflejo artificial de
las pasiones.
El yo vive de la regla tanto para satisfacer su pasión utilitaria como para limitarla
en el encuentro de interés con el otro, descubriendo su propio interés. Las
virtudes son la expresión artificial de la naturaleza. La moralidad es, por lo tanto,
el resultado de un sentimiento y no de una norma (Jaume, 2010: 215). En este
punto encontramos la debilidad del empirismo. ¿Cómo justificar una norma o ley
genérica? La razón puede observar los hechos pero no puede calificarlos. La
definición de virtud o de vicio depende de la subjetividad de los sentimientos. De
acuerdo con Hume, ley y hecho social son una sola identidad, expresada por la
coincidencia de las simpatías mutuas entre las personas. Lo social depende de lo
subjetivo. La aprobación o desaprobación no es competencia de la razón sino el
resultado de las interacciones subjetivas de los individuos. Hume lo llama
simpatía, concepto fundamental de su pensamiento. La cualidad más llamativa de
69
la naturaleza humana es nuestra tendencia a simpatizar con los demás y a recibir
sus sentimientos. Es difícil entender el “yo” fuera de esta simpatía. Hume dice: “El
odio, el resentimiento, la estima, la seguridad, el coraje, la alegría y la melancolía
son conocidos por comunicación y no por mí mismo”. Hume no separa la
conciencia moral de uno de la aprobación por el otro.
Para él, más importante que la ley es la institución. La ley es limitación pero la
institución es organización del dinamismo de los individuos. La institución se
expresa en la regla, y la más importante es la justicia. De las impresiones en la
historia va surgiendo una solución que es la justicia, madre y modelo de todas las
virtudes artificiales. La primera seguridad, la propiedad, se refuerza por la justicia.
El egoísmo y la generosidad necesitan reglas para garantizar el comercio. La
justicia artificial es el resultado natural de errores y conflictos. Lo artificial y lo
natural no se oponen mutuamente. El conjunto de las pasiones necesita reflexión.
La sociedad y sus reglas controlan pero no prohíben las pasiones. Estas son
sometidas a un cálculo de intereses. La justicia aparece como una especie de
acuerdo, por cálculo de todos. Una vez establecida la propiedad, la simpatía se
encarga de las correcciones. Los hombres aman la justicia porque de esta
manera se aman a sí mismos. Esta regla es de interés para todos, surge de la
sociedad económica y no de la política (Jaume, 2010: 224-225).
Se comprende que esta regla es muy frágil porque depende del egoísmo de cada
uno. Hume supone que el interés individual llevará a cumplir las promesas de
colaboración con los que sufren injusticia. El interés sería el motivo de la
obligación. Existe una “confianza”, pero es aparente porque es utilitaria. El
sistema de la sociedad se origina en el interés de cada uno. El mercado
reemplaza las relaciones personales.
Esta identidad es muy frágil. De esta manera también el ser humano es una
ficción porque se constituye como una sucesión de percepciones. Según Hume, el
origen de una ficción del yo proviene de confundir una percepción subjetiva con la
70
existencia. Las personas son solo un paquete de diferentes percepciones que van
cambiando rápidamente. El pensamiento acompaña a las percepciones y como tal
es una imaginación. La identidad que atribuimos al espíritu del hombre es igual a
la que atribuimos a la planta o al animal. La imaginación acompaña a la máquina
de la economía de mercado.
71
Emmanuel Kant (1724-1804) es el gran representante del liberalismo tradicional
que entiende a la ética como el fundamento de las relaciones humanas. Sin
embargo, él la ve como el fruto de la razón y de la libertad que luchan contra el
egoísmo de la naturaleza y no como una ley dada en la naturaleza humana por
Dios, como propone Locke. La filosofía de Kant va a prevalecer durante siglos en
la época moderna. También la mayoría de los autores actuales, que tratan de
recuperar la ética después del nihilismo de los posmodernos, buscarán su
inspiración en el pensamiento de Kant. Presentaremos el pensamiento de Kant
en el capítulo III, 2.
5. El utilitarismo
72
armonía entre el bienestar de uno y el de los demás, y viceversa. Se impone a la
conciencia el carácter social de la existencia, el bienestar de cada uno; el requisito
de la nueva moral pasa por el bienestar de todos.
El filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626) y sus seguidores ven al hombre como
el creador del mundo, la eficacidad es el signo de la verdad. En lugar de
contemplar el mundo de las verdades eternas de la filosofía griega y de la
escolástica, el hombre se dedica a forjar su propio destino. No se duda de la
verdad divina pero el hombre tiene su propio rol en el mundo. A diferencia de los
filósofos ingleses, los filósofos franceses Descartes, Spinoza y Malebranche no se
habían preocupado por la novedad de la flamante ciencia de la economía.
Los mejores pensadores ingleses del siglo décimo octavo se apasionaron por la
tecnología, la revolución del agro, la revolución industrial, las finanzas, el orden
fiscal, por la existencia material de los pobres y de los ricos. Locke –médico,
psicólogo, pedagogo, químico y consejero político– considera que solo los
conocimientos que aportan una novedad útil son dignos de ese nombre, mientras
que los conocimientos que se dedican a abstracciones son vanidosos y
perezosos. Entre las obras de Locke encontramos su libro sobre la cultura de la
viña, los olivos, la producción de la seda, la conservación de la fruta, como
resultado de su viaje por Francia en 1679, a pedido de su jefe el conde de
Shaftesbury. Locke presenta una lista de 41 especies de uvas y 13 especies de
olivos que alimentaban los lagares, cuyo mecanismo analiza con cuidado. Redacta
en 1690 sus “Consideraciones sobre las consecuencias de la tasa de interés y la
elevación del valor de la moneda”, demostrando que las manipulaciones
monetarias no darán los resultados descontados. Si por ejemplo la moneda sube
5% los precios también subirán igualmente, y el resultado será nada. La economía
tiene sus leyes, como la naturaleza. Locke se preocupaba siempre por la utilidad,
inquietud común a todos los hombres de la época de las luces.
73
Los grandes nombres de la economía política serán británicos: Adam Smith (1723-
1790), Thomas Malthus (1766-1834) y David Ricardo (1772-1823). También Marx
expresó su pensamiento sobre la economía en Inglaterra. Hume escribía mucho
sobre economía y él fue el vínculo entre Locke y su amigo Adam Smith.
74
supremo es la utilidad. Bentham quiere reformar toda la sociedad y toda la vida del
hombre a partir de los principios del deseo de la felicidad o placer y la voluntad de
evitar el dolor. El principio de utilidad afirma que debemos promover el placer, el
bien o la felicidad y evitar el dolor y el mal.
a. Precursor de la posmodernidad
75
¿Por qué Nietzsche emprende una crítica radical contra el racionalismo y el
humanismo de la Ilustración?
Todos los ideales o valores, de derecha o de izquierda, tienen para Nietzsche una
estructura teológica; es decir, buscan algo superior o trascendental a la vida. Ellos
no quieren ayudar a la humanidad sino condenar a la vida misma en lugar de
asumirla tal como es. Hoy en día entendemos por la palabra nihilista a alguien
que no cree en nada. Al contrario, de acuerdo con Nietzsche, el nihilista es el
hombre con ideales espirituales o materialistas para dar un sentido a la vida, es
76
decir, para negarla tal como es; o sea, es nihilista porque niega la realidad de la
vida, inventando valores trascendentales (Ferry, 2006a: 270).
Para Nietzsche la vida son los instintos. Cada juicio pertenece a la vida y no
puede situarse fuera de ella. La tarea consiste en liberarse de las creencias y de
las lógicas sociales.
Los modernos inventaron el espíritu crítico pero este mismo espíritu se vuelve
ahora contra ellos mismos. La razón cuestiona todo. Por este motivo, Nietzsche,
Marx y Freud serán considerados los filósofos de la sospecha, porque quieren
desenmascarar las ilusiones de la Ilustración o del humanismo clásico. Ellos
buscan, detrás de los valores o de la nobleza de sentimientos, los intereses o las
verdades escondidas, inconscientes, que pertenecen a los instintos. Nietzsche los
llama genealogía. El siglo XIX cuestiona la fe en la razón y en la libertad de la
modernidad. Nietzsche quiere hacer tabla rasa del pasado.
Los filósofos griegos entendían que el sentido más profundo de la realidad era un
cosmos bien ordenado, armonioso, bello y justo. El conocimiento consiste en
contemplarlo. Para la filosofía cristiana el sentido más profundo es un Dios
personal. La manera de conocerlo es la fe que reemplaza a la razón. Para los
modernos la realidad ya no es un cosmos sino un conjunto de fuerzas cuyas leyes
se descubren por medio de la razón. Para Nietzsche no existe una teoría porque
no existe un cosmos, ni leyes, ni Dios. No hay contemplación ni conocimiento. El
sentido más profundo de la realidad es el caos. La objetividad de las leyes
científicas es una falsedad radical.
No existe ningún juicio sobre la existencia en general, sino solo ilusiones. Todas
las ideas generales deben ser reducidas a las fuerzas vitales. El valor de la vida
no puede ser evaluado. No existe un juicio desinteresado, independiente de los
77
intereses vitales que lo sostienen. Es la ruina de los conceptos clásicos del
derecho y de la moral. No existe un sujeto libre, autónomo, que trascienda la
realidad en la cual vivimos. Todos nuestros conocimientos e ideas son expresión
de nuestros estados vitales, de nuestra vida instintiva y sensitiva. “No existen
hechos sino interpretaciones”. Los hechos no son más que el producto de la
casualidad de las fuerzas históricas. Nietzsche lo llama el eterno retorno. Detrás
de las evaluaciones hay un abismo. Vamos de abismo en abismo. Cada filosofía
disimula otra filosofía (Ferry, 2006a: 186).
Los modernos ya habían abandonado la idea del cosmos de los griegos, sujeto de
contemplación. Ellos buscaban el orden y la unidad en el mundo por medio de la
razón y la lógica, pero Nietzsche va más allá. El mundo es un campo de energías
donde la multiplicidad infinita es caótica e irreductible a una unidad. Es un
monstruo de fuerzas sin inicio o fin, un mar de ímpetus en una tempestad
permanente. La racionalidad científica de conocimiento y poder sobre la realidad
de los modernos no es más que una proyección humana que toma sus deseos
por realidad. El arte moderno, la pintura, la música y la novela acompañan a
Nietzsche. Ellos presentan también un mundo desestructurado, caótico, roto,
ilógico, sin unidad o belleza. Los cuadros de Picasso lo expresan. El hippie o el
punk no se visten de acuerdo a las normas tradicionales de la estética. No existen
las reglas de armonía. Nietzsche no busca una nueva teoría porque es imposible
y llamará a esta realidad la Vida.
78
consideran un mundo de mentira e ilusión. La sospecha de Nietzsche está en que
detrás de estos conocimientos racionales hay una dimensión de intereses vitales
diferentes a la preocupación por la verdad. Vemos que él se está adelantando al
planteamiento de la subconsciencia de Sigmund Freud. Hay fuerzas ocultas en la
vida sensitiva que condicionan el comportamiento del hombre. Son las fuerzas de
la vida las que hacen aterrizar a la razón en la realidad terrestre.
c. La moral de Nietzsche: la voluntad de poder, más allá del bien y del mal
79
creadora. Se trata de lograr una vida lo más intensa posible. El conocimiento debe
estar subordinado a las necesidades vitales, el establecimiento de un criterio es el
dominio del sentimiento de dominio. Estamos hablando de la inversión de los
valores: los naturales en lugar de los morales.
Se trata de vivir con amor el presente, amor fatti. No preocuparse del pasado o
del futuro. Hay que escoger lo que queremos vivir y seguir viviéndolo. El pasado y
el presente no pueden echarnos la culpa de no haber actuado como debía ser o
de hacerlo de otra manera. Hay que vivir el momento. De esta manera
conoceremos la serenidad. No hay que distinguir entre acontecimientos malos o
buenos.
80
(1842-1921). “Además su estadía de un año en Barcelona, donde las fronteras
entre republicanismo popular, anarquismo, librepensamiento, inmanentismo,
masonería, feminismo, antimilitarismo, teosofía, anticlericalismo y otros varios
ismos de corte radical fueron un buen caldo de cultivo para fortalecer al
anarquista González Prada” (Suárez Cortina, 2006: 98). González Prada asumió
también la interpretación de un Jesucristo humano según Ernest Renan (1823-
1892).
81
La meta última que fija Comte es la reforma moral de la sociedad. Se trata de
aplicar el método científico y el desarrollo de las ciencias al análisis del universo
político y social. En “Instrucción católica” González Prada afirma: “Conviene
advertir que no cabe diferenciación entre ciencia y moral, desde que las reglas de
la moralidad se derivan de los principios sentados por la ciencia. Con razón,
Augusto Comte colocaba la verdadera moral, la moral sin teología ni metafísica,
en la parte más encumbrada del saber, como foco luminoso en la punta del faro”.
b. La influencia de Nietzsche
82
religiones proclaman la inferioridad natural del creyente por proponer la
imposibilidad de levantarse en la naturaleza sin ayuda divina. La voluntad de Dios
siempre debe predominar sobre la voluntad humana. La pasividad cristiana que
resulta de creer en la voluntad de Dios es una de las críticas más básicas de
González Prada. Para él la voluntad nada tiene que ver con Dios, sino con la
ciencia. Esta idea viene de Comte, cuando habla de los sectores “morales” de la
ciencia. “La voluntad, firme y guiada por la ciencia, logra modificar el mundo
externo, variar lentamente la condición moral de las sociedades y convertir al
hombre en la verdadera Providencia de la Humanidad”. La ciencia no es absoluta
y por lo tanto está siempre en un proceso de transformación. Para los anarquistas
la moral es individual. La moral emana de la energía del individuo. La moral es
interior. No es exterior, como las leyes. Se desprende de la persona, quien la crea
de acuerdo con su naturaleza y con su circunstancia. En esto González Prada se
distingue del superhombre de Nietzsche y de las normas dadas por la Iglesia.
González Prada sintetiza la creencia cristiana sobre el bien y el mal con el
concepto nietzscheano de la voluntad (Ward, 2001: 182).
c. El anarquismo
González Prada hace una sátira radical por la falta de ética e ignorancia del
gobierno y de los partidos políticos, de la religión de la iglesia católica, del
83
Congreso de la República, del Poder Judicial y del periodismo. Destruir todo
porque nada vale la pena. “Donde se aplica el dedo brota pus” (González Prada,
2005: 120).
84
de la ley natural interior de los individuos porque las primeras suprimen la libertad.
Los congresos, ya apartados del pueblo por ser antinaturales y por responder a
lobbies, no representan un gran avance sobre el derecho divino de los reyes. La
política carece de ética y de ideología. “¿Merecen llamarse revoluciones nuestras
guerras civiles?” (González Prada se refiere a la guerra entre Piérola y Cáceres).
Veamos ¿qué se entiende por civilización? Sobre la industria y el arte, sobre la erudición
y la ciencia, brilla la moral como punto luminoso en el vértice de una gran pirámide. No la
moral teológica fundada en una sanción póstuma, sino la moral humana, que no busca
sanción ni la buscará lejos de la Tierra. El súmmum de la moralidad, tanto para los
individuos como para las sociedades, consiste en haber transformado la lucha de hombre
contra hombre en el acuerdo mutuo para la vida (González Prada, 2006: 216).
Este acuerdo mutuo para la vida, idea muy de Kropotkin, no se logra sin la
mansedumbre, la tolerancia e incluso el sacrificio. La moral de González Prada es
anarquista y tolerante. Es un poder interior, atributo de todos los hombres. Lo
sintetiza en la frase: “Más arriba del vientre se halla el corazón y más arriba del
corazón está la cabeza” (Suárez Cortina, 2006: 83).
85
8. Los posmodernos (siglo XX)
86
decir, las reglas del juego de la ciencia– son inmanentes al juego mismo. Son
establecidas dentro del propio debate científico y van cambiando de acuerdo a los
avances.
87
como una multiplicidad plural de sistemas y axiomas. Ya no existe la razón
universal. Los científicos ya no buscan un consenso sobre lo verdadero, lo justo o
lo bello sino el principio más eficiente. La ciencia se volvió pragmática (Lyotard,
1979: 69-78 y 86).
88
desarrollados. Los “países en desarrollo” no lo tienen. Su atraso es siempre más
grande. El capitalismo en la sociedad posmoderna es transparente, es el presente
y el futuro. La historia terminó porque nunca existió un sentido de esta. Cada uno
significa poco en este contexto y el fin de la vida es solo una tarea individual. Al
ser humano lo van a entretener con el cine, la televisión e Internet. Con la
desaparición de la nación, de las grandes ideologías del liberalismo y del
socialismo, del materialismo histórico, de los grandes relatos como la Biblia y de
la ciencia de la historia, los vínculos sociales se disuelven en una masa de
átomos individuales.
Sin embargo, el autor considera que la opinión pública rechaza la violencia que
amenaza la seguridad individual y colectiva. Asistir a las elecciones nacionales no
le parece obligatorio a la gente, pero se rechaza la violencia política. Se apoyan
valores de la moral individual como la honestidad, la no-violencia, pero no las
obligaciones con la sociedad. Hay un gran rechazo a la política del Estado. El
89
fraude fiscal del ciudadano que perjudica al Estado no se considera grave. Se da
prioridad a los derechos humanos e instituciones autónomas como defensa contra
el Estado. Se organizan y muestran interés a escalas menores como la familia, los
amigos y el barrio. Se ha perdido el sentido del sacrificio, la lucha por los grandes
ideales de la democracia, la patria, el sindicalismo, el heroísmo, etc. Se trata de
una ética nueva, sin sanciones ni obligaciones. Todo está permitido. La culpa no
existe. Esta idea les gusta mucho a los que pueden aprovecharse del sistema.
Durante una tradición de siglos la moral formaba parte del culto a Dios. Para los
modernos la moral se independiza de la religión. Los ideales de soberanía
individual e igualdad constituyen entonces los principios de una moral
democrático-universal. Están en el derecho natural de las personas, son verdades
evidentes por sí mismas. El hombre busca su felicidad terrenal.
Lipovetsky propone, al contrario, una ética mínima sin obligación ni sanción (Ibíd.:
60). Él señala que después de la Ilustración el pensamiento de la economía liberal
promoverá el derecho de solo pensar en sí mismo. Los derechos del individuo van
a prevalecer en la vida económica, política, social y moral. La moral se convierte
en un derecho y no en un deber. Las pasiones del egoísmo y los vicios son
instrumentos para lograr la felicidad. Vivimos una cultura narcisista de la higiene,
90
del deporte, de la estética y de la dieta, del relajo, del bronceado, de la delgadez,
etc. (Ibíd.: 57).
Nadie quiere hacer algo grande en la historia. No vamos a ningún lado. Solo
existen pequeñas historias. Desaparecieron los grandes sistemas y partidos
autoritarios.
Conclusión
91
El cristianismo exigía a quienes detentaban el poder una responsabilidad personal
ante Dios. Se pone un límite al poder. La comunidad estatal debe ser elevada al
nivel de comunidad ética y no solo de dominación por la fuerza. De esta manera
el cristianismo niega la pretensión del Estado de constituirse en el supremo fin de
la sociedad. La doctrina ética de la iglesia católica definía la cultura y todas las
instituciones. Durante más de doce siglos la Iglesia estuvo unida al sistema
monárquico en Europa y por tres siglos en América latina.
Locke insiste en que la libertad necesita de las instituciones del Estado. Todos
somos iguales y libres. Nadie tiene derecho de dar órdenes a otro. La mayoría
elige un gobierno. Se delega el poder. Puesto que se ha eliminado la obediencia
92
ciega al rey y a la Iglesia, la ley es la nueva autoridad que garantizará la libertad
de todos. Las instituciones son en primer lugar normas y las sanciones vinculadas
con ellas se encargan de defender la libertad. El hombre solo puede realizarse
cumpliendo las leyes. Dios ha puesto en nosotros la ley, que pertenece por lo
tanto a nuestra naturaleza. Esta ley es la base para formular las leyes de la
sociedad.
93
utilidad afirma que debemos promover el bien o el placer y evitar el dolor.
Bentham considera que la norma está en el placer. Tanto el hombre como el
animal tienen la capacidad del placer y del dolor.
Luc Ferry observa que es la libertad, como manifiestan Kant y Rousseau, la que
distingue al hombre del animal, y no la razón. La pregunta es cómo intereses
pueden fundamentar derechos. La cultura es efecto de la libertad y arrancada de
la naturaleza. La cultura del hombre va cambiando, la de los animales es siempre
la misma. Sin embargo, no se puede negar que este cambio en la naturaleza y en
la cultura también es producto de la razón humana.
94
Fernando Savater hace las siguientes críticas al utilitarismo:
95
clases busca instalar la dictadura del proletariado que resolverá todos los
problemas, incluso los éticos.
Luc Ferry cuestiona el amor del presente (amor fatti) que propone Nietzsche de la
siguiente manera: amar lo que conviene es fácil, ¿pero cómo podemos amar a los
verdugos? Él cita a Theodor Adorno, quien se pregunta si se puede amar al
96
mundo tal como es después de Auschwitz. ¿El amor del momento no puede
volverse obsceno en algunos casos? Si debemos aceptar todo tal como está, ¿no
nos estamos haciendo cómplices del mal? ¿Qué significado tienen rebeliones y
críticas si están inscritas desde la eternidad en la realidad con el mismo valor que
lo que ellas combaten? Sé que el argumento es trivial. Sin embargo, nunca he
visto un materialista, antiguo o moderno, que haya podido aclarar el problema
(Ferry, 2006a: 264). Si este amor es imposible, ¿Nietzsche no estaría planteando
un nuevo ideal? Si el amor al mundo tal como es no es practicable, ¿Nietzsche no
estaría presentando una nueva forma de nihilismo? ¿Por qué acabar con los
ideales de Occidente si él mismo termina planteando un ideal? ¿No está
proponiendo un amor trascendental, un objetivo inaccesible? Los actuales
seguidores de Nietzsche no se dan cuenta de que son kantianos porque pasan el
tiempo juzgando a los demás. Para opinar y juzgar hay que creer en valores. Ellos
se contradicen porque niegan en teoría los valores pero en la práctica los usan
para criticar a todos (Ferry, 2006a: 118).
También se puede ver a Nietzsche como precursor del nuevo mundo en el cual
los ideales serán reemplazados por la lógica de la voluntad del poder. Heidegger
lo llamó el “pensador de la era tecnológica”. Nietzsche destruye la noción de
“finalidad”, la búsqueda de objetivos, la posibilidad de encontrar un sentido y
realizar un objetivo en esta vida, para reemplazarla por “el poder por el poder” y
por el cinismo de las leyes ciegas del mercado y de la competitividad mundial
(Ferry, ob. cit., pp. 228-232).
97
Comprobamos que actualmente la historia funciona sin tomar en cuenta la
voluntad de las personas. Nada indica que estamos yendo hacia algo mejor.
Vivimos en un sistema de competitividad. ¿Seremos más felices porque tenemos
el último modelo de celular? Ningún ideal orienta la historia. Si se entendía la
ciencia como una ayuda para poner el mundo al servicio de los ideales del
progreso, de la libertad y de la felicidad del hombre, hoy en día –al contrario– el
proceso ciego del resultado mecánico de libre competencia escapa a la voluntad
de los hombres.
Manuel González Prada insiste en la necesidad de la moral pero esta solo existe
a nivel de las decisiones prácticas del pueblo. Rechaza a las autoridades de las
instituciones del Estado porque son ignorantes y corruptas. Él no tiene un modelo
para reemplazar los poderes existentes políticos, económicos y religiosos. ¿Cómo
se puede garantizar una sociedad igualitaria sin leyes? Es difícil creer que todos
los individuos buscarán espontáneamente el bien común. Hay una contradicción
en su pensamiento cuando declara que, por un lado, la moral es producto de la
ciencia, y por otro lado sostiene que la moral del mutuo acuerdo es inherente a la
naturaleza humana. También hay una contradicción cuando se opone a la sanción
porque hay que respetar la libertad y, por otro lado, exige dicha sanción (González
Prada, 2006: 196, 197).
98
características del mundo criollo: la (auto)crítica despiadada. Sea como fuere, la actitud
sarcástica es la continuidad con el mundo criollo que González Prada no puede controlar.
Se trata de una actitud que le produce intenso goce. Es la burla despiadada en la que el
objeto de escarnio pasa a convertirse en un pretexto para hacer gala de un genio
decididamente agresivo y tanático. El desborde de lo satírico impide la recepción de lo
novedoso y lo revolucionario que ella contiene. El sarcasmo se sitúa en el orden del
exceso […] La negación categórica de la tradición en que uno se ha socializado se nutre
del deseo de una imposible automutilación.
99
Se sustituye el pensamiento “fuerte” por el débil (Vattimo), el vacío de alternativas,
la protesta por la protesta, átomos homogéneos en lugar de individuos autónomos
en el positivismo de la sociedad industrial, la aceptación del caos en lugar del
progreso (Cortina, 2008: 124-125).
100
Podemos señalar como característica de la posmodernidad el emotivismo y su
consecuente neutralidad.
101
Capítulo III
Introducción
Existen hoy en día diferentes enfoques filosóficos sobre la ética que pretenden
superar el antihumanismo de la posmodernidad. Principalmente podemos
distinguir dos. La primera formula la pregunta: ¿qué debo hacer?; es decir, se
interroga por las normas (Kant). La segunda pregunta es: ¿cómo debo vivir? No se
trata tanto de actos sino de la vida en su conjunto, no tanto de reglas sino de
ideales o de una postura frente a la vida (Aristóteles). Presentamos en este
capítulo el pensamiento de ambos filósofos porque las respuestas actuales al
relativismo de la posmodernidad buscan su inspiración en estos dos gigantes de la
historia de la ética. La historia de la filosofía no se puede comparar con la historia
de la ciencia. Los conocimientos adquiridos no pasan al olvido sino que se
conservan. Las aproximaciones éticas de antes mantienen un significado actual,
como las grandes obras de los artistas famosos.
102
Edad Media. Sicut Philosophus dicit. Cualquier filósofo de la Ilustración que
quisiera destacar necesitaba criticar a Aristóteles.
Para Platón la realidad está en las ideas, verdad, justicia, bien y belleza. Sin
embargo, la idea del bien es la suprema, de la cual dependen todas las demás
cosas. Para Aristóteles no hay un bien único sino muchos seres y a cada uno le
responden sus bienes particulares. Cada uno busca logar su propia perfección.
Aquello que es apetecible siempre por sí y jamás por otra cosa. Tal nos parece ser, por
encima de todo, la felicidad. A ella, en efecto, la escogemos siempre por sí misma y jamás
por otra cosa; en tanto que el honor, el placer, la intelección y toda otra perfección
cualquiera son cosas que, aunque es verdad que las escogemos por sí mismas, lo cierto
es que las deseamos en función de la felicidad, suponiendo que por ellas seremos felices.
Nadie, en cambio, escoge la felicidad por causa de aquellas cosas, ni, en general, de otra
ninguna. Es manifiesto, en suma, que la felicidad es algo final y autosuficiente, y que es el
fin de cuanto hacemos […] (Aristóteles, 2005: Libro I, 7).
El bien es el fin de todo. Los deseos, las tendencias, las pasiones, la razón y la
voluntad están orientados hacia el bien. Hay un elemento común, siempre se
busca el bien.
Cada arte y toda investigación científica, lo mismo que toda acción y elección parecen
tender a algún bien […] Si existe un fin de nuestros actos querido por sí mismo, y los
demás por él; y si es verdad también que no siempre elegimos una cosa en vista de otra –
sería tanto remontar al infinito, y nuestro anhelo sería vano y miserable–, es claro que ese
fin último será entonces no solo el bien, sino el bien soberano (Aristóteles, 2005: Libro I,
1).
103
No hay un bien único sino muchos bienes de acuerdo a la gran variedad de seres
existentes. A cada ser le corresponde su propio bien. Uno de los hombres, otro de
los animales, otro de las plantas y otro de los minerales.
El bien se refiere a todos los niveles de la vida. Se trata tanto del cuerpo como de
la salud, la belleza, la fuerza, pero también de los amigos, del prestigio, etc.
Vamos a la universidad porque queremos obtener un título. Queremos un título
universitario porque queremos adquirir conocimientos. Queremos adquirir
conocimientos porque queremos participar en la vida de la sociedad y trabajar.
Queremos un trabajo para realizarnos en una vida digna y formar una familia. Se
logra la felicidad cuando se logra la autorrealización. La felicidad se logra dentro
de las actividades que se realizan. El hombre logra su autorrealización cuando
cumple el ideal o los fines de su existencia. La virtud nos hace felices porque
llegamos a ser lo que debemos ser.
Aristóteles dice que en el orden de los seres vivos existe una explicación por
medio de la finalidad. Todos los seres están en un proceso hacia su realización o
finalidad. Por ejemplo, el grano se convierte en un cedro o el embrión en un animal
maduro. Cada ser lo es de acuerdo a su finalidad. Los procesos de todos los entes
naturales manifiestan en su realización lo “bueno” y lo “bello”. La naturaleza
humana representa los procesos de los entes pero al mismo tiempo manifiesta las
normas según las cuales se desarrollan los procesos. Manifiesta los valores que
ordenan los procesos.
104
La felicidad es la actividad virtuosa del alma en todos los hombres y las
condiciones de la validez de las definiciones de la ética filosófica son universales.
La fundamentación antropológica de Aristóteles le permite entender al hombre y a
la sociedad en general y formular definiciones universales en una teoría racional
que evita el relativismo. Existe una naturaleza del hombre que trasciende
situaciones históricas (Cfr. el punto sobre leyes particulares y ley natural, así como
el que se refiere a la virtud de justicia).
b. Las pasiones
105
consiste en un sentimiento de superioridad. Este sentimiento de superioridad
juega un papel especial en el mecanismo de la cólera, tanto en la reacción del que
sufre como en la del que actúa. Aristóteles concluye que quien provoca la cólera
es el que comete la más grande injusticia. Los hombres en general montan en
cólera contra los que subestiman su valor individual. La culpa no la tiene el que se
“molesta”. El que agrede se defiende comúnmente diciendo al otro que no se
moleste. Sin embargo, el agredido no se molesta sino que se indigna con justa
razón. La indignación es correcta. La cólera justa es considerada como una virtud.
106
deseo es indispensable para que las razones lleguen a la acción, porque solo el
deseo puede movilizar al cuerpo. Si no tenemos deseos, la razón no puede
empezar su trabajo de análisis. Sin embargo, el deseo debe estar acompañado de
las indicaciones de la razón y debe tener como objeto una finalidad o un bien. La
irracionalidad del deseo se vuelve racional por la obediencia a la razón (Viano,
2002: 237-253).
La “teoría de las tendencias hacia el bien” de Aristóteles hace pensar que la ética
depende de la naturaleza. El hombre cumpliría automáticamente las normas sin
intervención de la libertad. ¿Cuál sería la diferencia entre el ser humano y los otros
seres vivos si es suficiente existir y todos se inclinan hacia el bien? ¿Qué privilegio
tendrían la razón y la libertad si la naturaleza ya es de por sí tendencia hacia el fin
o el bien?
Por lo tanto, el objeto de la ética consiste en investigar en qué consiste el bien del
hombre para poder orientar la práctica de su comportamiento.
107
a la naturaleza o su determinación por un talento, y menos aún reduce la
búsqueda del bien al instinto, sino que significa, por el contrario, un esfuerzo de
cambio para alcanzar un nivel superior de vida.
108
la razón, pero aplicada de acuerdo al bien. La ética es la selección o elección
entre las tendencias.
La virtud es, por tanto, un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para
nosotros, determinada por la razón y tal como lo determinaría el hombre prudente
(Aristóteles, 2005: Libro II, 7).
(…) Finalmente, dícese que somos movidos por las pasiones, mientras que por la virtudes
y vicios no somos movidos, sino que estamos de tal o tal modo dispuestos (Aristóteles,
2005: 5).
En primer lugar, la definición aclara que la virtud no es una acción sino una actitud
o postura relacionada con una elección. Esta actitud no se hereda sino que se
forma por esfuerzo de uno mismo o por influencia de los otros. El fin de la ética, a
109
diferencia de otras tendencias, es mantener una tendencia al bien como elección.
La virtud no es natural. La virtud, siendo la condición necesaria para actualizar la
tendencia definida del hombre, no es una tendencia. Jean Baptist Gourinat dice:
“Aristóteles no deja de repetir que la moral y la virtud consisten en la capacidad de
elegir el bien” (Gourinat, 2002: 124). En contra de Platón y Socrates, Aristóteles
insiste en que nadie tiene la virtud por naturaleza. El hábito o la virtud no son un
estado de inercia o tradición negativa sino exigencia de presencia de la
inteligencia por elección.
Las virtudes morales presuponen un ejercicio previo, así como lo hacen nuestras
facultades artísticas (Aubry, 2002: 83). En la virtud, el acto precede a la posibilidad
o tendencia, tal como tocando el violín el violinista se realiza como artista; por
actos de coraje uno se vuelve un hombre de coraje: es la repetición de un acto lo
que produce la adquisición de una virtud (o de un vicio). Así se comprende que en
el proceso de la virtud entran los factores del ejercicio y de la ascesis. No es
solamente cuestión de hacer sino de hacerlo bien. El que no toca bien la música
será un mal músico. “Las virtudes, en cambio, las adquirimos ejercitándonos
primero en ellas, como pasa también en las artes y oficios” (Aristóteles, 2005:
Libro II, 1).
El hábito lleva a ser un buen o mal músico, a ser una buena o mala persona; es
decir, al vicio o a la virtud.
110
Se nos presenta aquí entonces un círculo vicioso. Hay que actuar bien para poder
llegar a ser alguien que actúa bien. Se trata de una adquisición, pero para poder
adquirirla hay que serlo. Nadie nace con virtud, uno llega a ser virtuoso pero para
poder llegar a serlo hay que serlo. Aristóteles es consciente del problema y lo
aclara en lo que sigue.
La ejemplaridad
111
éticas aceptadas. Existe el hombre justo y virtuoso que representa el
comportamiento ético, llamado el prudente (Aristóteles, 2005: III, 5 y X, 5). Es el
hombre que sabe distinguir los placeres nobles y dignos de los placeres perversos
y corruptos. Él recibirá los honores públicos que servirán como modelo educativo
para todos.
Aristóteles cita como ejemplo a Pericles y a sus similares. Son los hombres cuya
dignidad moral es reconocida porque decidieron vivir según las virtudes. No
cualquiera representa este criterio sino solo aquellos que son reconocidos por su
dignidad moral. Aristóteles evita el relativismo de Protágoras, quien manifiesta que
el hombre es la norma de todo. Para Aristóteles se trata solo del hombre virtuoso.
La pregunta es cómo derivar normas o el deber de un sistema de prácticas
sociales vividas en la contingencia de la vida humana y en la tradición de la
sociedad. Surge la pregunta: ¿cómo deducir normas de la descripción de un
comportamiento?
También la educación establece los hábitos que vienen en parte por las leyes. La
coacción impone entonces los actos que por repetición se vuelven virtudes
adquiridas. La virtud supone una forma de violencia. El esquema es el siguiente: la
capacidad pasiva para la virtud es modificada por una fuerza exterior que por
imposiciones de actos virtuosos produce una disposición estable (Aubry, 2002:
84).
112
La adquisición de la virtud será automática. No conocerá la duda entre opuestos.
Una vez aprendida la virtud sería una técnica, todos podrían aplicarla por igual.
Sin embargo, Aristóteles aclara esta problemática sosteniendo que cada uno es
siempre causante de sus actos, desde el inicio hasta el final (Aristóteles, 2005:
Libro III, 86). Cada uno es responsable de los fines que escoge. Por la virtud moral
se trabaja sobre los gustos e impulsos para distinguir entre el verdadero bien y el
aparente, para desconfiar de la atracción del placer o, más bien, para que se
tenga placer en el bien. Si por hábito la disposición puede volverse mecánica o
inerte, el acto singular siempre depende de la elección, que tiene la posibilidad de
ser o no ser repetición de las elecciones anteriores. Somos dueños de nosotros
mismos desde el comienzo hasta el final. Ya habíamos señalado que la
adquisición de la virtud es de acuerdo a la razón y la libertad. La razón puede y
debe escoger entre dos fines opuestos.
El acto exterior no demuestra, por ejemplo, que un hombre actuó por coraje o por
presión, por vicio o por hipocresía. La sola presencia física del estudiante en el
salón de clases no indica si es por decisión libre o por coacción. Para la virtud, el
acto solo no es suficiente. El acto moral implica una moral intencional o del interior
de la persona. Esta debe actuar sabiendo lo que está haciendo de una manera
decisiva. Debe escoger libremente su acto. La ética del acto supone una moral de
la interioridad. A pesar de que la virtud tiene su realización final en el acto que da
la felicidad, el valor de este acto depende de la intención y de la disposición
interna de la persona. Es un acto adquirido, un hábito basado en la razón y en la
voluntad. La virtud no es rutina ni inercia. En cuanto a la capacidad racional, su
aplicación tiene como condición el ejercicio de la elección y de la libertad. La virtud
no es una técnica o un saber hacer mecánicamente aplicado.
113
educación y la libertad; la dimensión ascética del trabajo y el trabajo como el gozo
de lo cumplido; la duración del hábito y el momento de la elección. El ser racional
puede alcanzar lo divino en sí mismo por un trabajo virtuoso del ejercicio de la
razón y de la libertad.
Mas no por ello hay que dar oídos a quienes nos aconsejan, con pretexto de que
somos hombres y mortales, que pensemos en las cosas humanas y mortales, sino
que cuanto nos sea posible hemos de inmortalizarnos y hacer todo lo que en
nosotros esté para vivir según lo mejor que hay en nosotros, y que por pequeño
que sea el espacio que ocupe, sobrepase con mucho a todo el resto en poder y
dignidad (Aristóteles, 2005: X, 7).
Aristóteles hace una distinción entre la ley legal y la ley natural. La primera se
fundamenta sobre los acuerdos de la sociedad y la segunda sobre la naturaleza
humana. Esta última debe ser igual en todas partes. Las leyes legales pueden
variar de acuerdo a las culturas y pueden necesitar correcciones: “Pues del mismo
modo las cosas justas que no son las mismas en todas partes, como no lo son las
constituciones políticas, aunque en todas partes hay una solamente que es por
naturaleza la mejor” (Aristóteles, 2005: Libro V, 7).
114
hombre tiene el deseo “por naturaleza” de formar una comunidad en la cual se
cumpla su desarrollo. “Es cosa amable hacer el bien a uno solo; pero más bella y
más divina es hacerlo al pueblo y las ciudades” (Aristóteles, 2005: I, 1).
En primer lugar tenemos que preguntarnos por el fin de la política. ¿Para qué sirve
el Estado?
115
Para ocupar un cargo de autoridad en la política se exige también capacidad de
ejecución, entendimiento y don de mando. Se puede ser virtuoso pero no apto
para gobernar. Sin embargo, el entendimiento y la sagacidad, habilidades para
gobernar, no son virtudes morales en sí. Cobran su relevancia en el orden
sociopolítico en función de la prudencia.
¿Si la comunidad política existe para promover la buena manera de vivir, cuáles
son las implicancias para las funciones y honores? Los candidatos para los cargos
políticos deben cumplir con los requisitos de capacidad y virtud. Los cargos son
para quienes manifiestan un comportamiento moral y tienen el mejor conocimiento
o pueden dar los mejores consejos. No son para el más rico, ni para el más
popular, ni para la más bonita.
116
virtudes se adquieren en la práctica. Según Aristóteles no podemos llevar una vida
virtuosa fuera de la política.
La justicia
¿Cuáles son las diferentes disposiciones del bien que definen al hombre?
Aristóteles distingue entre virtudes intelectuales y morales. Las racionales son las
intelectuales, donde se encuentran el entendimiento teórico y el práctico. Las
morales son: fortaleza, templanza, pudor, liberalidad, magnificencia,
magnanimidad, dulzura, veracidad, buen humor, amistad, indignación, equidad y
justicia.
“La justicia así entendida es la virtud perfecta, pero no absolutamente, sino con
relación a otro. Y por esto la justicia nos parece a menudo ser la mejor de las
virtudes; y ni la estrella de la tarde ni el lucero del alba son tan maravillosos. Lo
117
cual decimos en aquel proverbio: en la justicia está toda virtud en compendio”
(Aristóteles, 2005: Libro V, 1).
Aristóteles distingue entre la justicia como virtud personal y como virtud social. En
la vida privada la justicia logra la armonía entre las facultades del alma y las
virtudes. La justicia social logra armonizar las relaciones con los demás en la
sociedad. En la justicia social se considera la relación con los demás como
relaciones entre ciudadanos iguales y libres.
Aristóteles distingue entre la justicia como virtud y como un hecho. Para que sea
virtud debe haber voluntad libre.
118
La prudencia
Una ética sin prudencia es una ética sin sentido o peligrosa. La buena voluntad no
es una garantía, ni una buena conciencia es una excusa. El camino al infierno está
plagado de buenas intenciones. En otras palabras, la virtud no solo necesita a la
ética sino también a la inteligencia. La prudencia es un conocimiento práctico cuyo
objeto es la acción. La finalidad de la acción es fundada por la virtud moral. La
virtud de la prudencia conoce esta finalidad e indica lo que el hombre debe hacer
en una situación concreta. La finalidad se vuelve acción concreta gracias a la
prudencia. Sin ella, ninguna virtud sabría cómo actuar. El justo ama la justicia pero
no sabría cómo aplicarla, el fuerte no sabría qué hacer con su fortaleza, etc. La
prudencia está al servicio de los fines y su tarea exclusiva es escoger los medios.
Es indispensable. Ninguna virtud puede funcionar sin ella. No es suficiente amar
como padre a tus hijos. Hay que saber hacer lo mejor para ellos. El amor no te
exonera del deber de saber.
“No ciencia, porque lo que es materia del obrar puede ser de otra manera; no arte,
porque son de género distinto el obrar y el hacer. Y lo son porque en tanto que el
hacer tiene otro fin distinto de la misma operación, el obrar no lo tiene, ya que la
misma buena acción es su fin” (Aristóteles, 2005: 136).
119
Podríamos hoy en día añadir que la prudencia no es un cálculo pragmático porque
tiene un fin de bien señalado por la virtud:
Es patente por lo dicho que no es posible ser hombre de bien, en el sentido más propio,
sin prudencia, ni prudente tampoco sin virtud moral. Es manifiesto asimismo que aunque
la prudencia no influyese en la conducta, habríamos menester de ella por ser la virtud de
una parte del alma; y lo es también que no habrá elección recta sin prudencia ni sin virtud,
porque esta propone el fin, y aquella pone por obra los medios conducentes al fin
(Aristóteles, 2005: 149).
La fortaleza
120
El deseo de la fortaleza empuja a actuar de una forma que no sea demasiado
temeraria ni demasiado cobarde.
La templanza
La definición de Aristóteles indica que la virtud está en el medio, el medio entre los
extremos. ¿Qué significa? Surge entonces la pregunta de cómo debemos
formarnos. En qué consiste el actuar correcto. También podemos equivocarnos. La
solución de Aristóteles está en buscar el justo medio. No se trata de una definición
matemática. Los extremos, el máximo y el mínimo, las situaciones son diferentes
121
de acuerdo a las personas. Aparece una serie de incógnitas: cuándo, cómo,
dónde, con quién…
i. La amistad y el amor
Añadimos unas reflexiones sobre la amistad porque dos de los diez capítulos de
su libro Ética nicomáquea están dedicados a ella. Al iniciarlos incluye el siguiente
texto impresionante:
Sin embargo, la palabra griega philia tiene un sentido más amplio que nuestra
palabra amistad, que es selectiva. Con philia se entiende el amor universal y la
122
traducción más exacta sería amor. Aristóteles distingue entre el amor natural,
como el de la madre al hijo y el del hijo a la madre, y el amor elaborado, que es el
afecto entre dos personas que se escogen pero con la condición de establecer
una armonía.
La amistad de los malos acaba por ser una amistad perversa, porque comunica
tan solo las malas acciones y acaba por hacer hombres corruptos, asemejándose
los unos a los otros. Por el contrario, la amistad de los buenos es buena, pues los
amigos se hacen progresivamente mejores por el ejercicio de los actos amistosos
y la corrección recíproca.
124
puede y debe hacer por su propia naturaleza, y cuáles son sus posibilidades de
realización. De esta manera Aristóteles rompe también con el pensamiento mítico
de los espectáculos griegos donde el hombre está sometido a un destino trágico
decidido por los dioses.
125
un “hombre confiable o de calidad” nos referimos a alguien que tiene la virtud
adquirida, que siempre buscará el bien. Esta es una marcada diferencia con el
hombre fingido de la posmodernidad que busca solo su propio interés. Decimos
fingido porque no busca el bien sino que se acomoda a las personas e
instituciones.
126
Aristóteles considera que la felicidad no es solo un asunto del individuo. El fin de la
sociedad es el bien común. Dedica el mayor espacio de su libro a la virtud social
que es la justicia. Relaciona la política a la ética, la que se convierte en el fin y en
el ideal a los que debe aspirar la sociedad.
Heinrich Heine consideró a Robespierre y a Kant como las dos figuras centrales
de la Ilustración. Ambos terminaron con la monarquía, uno en la práctica y el otro
en la teoría (Neiman, 2008: 130).
Luc Ferry considera que Kant va a construir su ética sobre la nueva concepción
moderna del hombre que elaboró el filósofo J. J. Rousseau (1712-1778). Se trata
de tres conceptos claves: la libertad (Kant no había entendido a Aristóteles ni a
Locke), la virtud como intención desinteresada y la universalidad. Son las tres
palabras claves que definen la moralidad moderna del deber porque nos obligan a
luchar contra el egoísmo natural o animal en nosotros (Ferry, 2006b: 102).
127
Los antiguos filósofos veían el cosmos como un universo armónico en donde
estaba inscrito el comportamiento humano (Luc Ferry desconoce que Aristóteles
usaba el concepto de libertad para la ética).
Para los modernos, la libertad es una lucha contra la naturaleza porque es una
realidad ciega, sin rumbo, llena de violencia y egoísmo. La paz, la solidaridad, la
república no son dones naturales sino conquistas que exigen un gran esfuerzo de
los hombres. Kant rompe con la idea de un cosmos armonioso que el hombre
buscaba conocer e imitar en la praxis. El cosmos es para él una fuente de
problemas.
El orden preestablecido –es decir, una sociedad con una jerarquía de guerreros,
sacerdotes y magistrados por un lado y esclavos por el otro lado– estalla en
pedazos tras la aparición de un nuevo concepto de un universo neutral. Nadie vale
más que el otro. Surge la posibilidad de la igualdad y el individualismo. El
cristianismo romperá con el esquema de la esclavitud por aportar la idea de que
los hombres son todos iguales, tienen la misma dignidad.
128
que, quizá por primera vez en la historia de la humanidad, es la libertad y ya no la
naturaleza la que se presenta como fundamento de la moral” (Ferry, 2006b: 91).
Surgen entonces las preguntas: ¿Cómo encontrar una nueva norma o ética? ¿Por
qué la libertad otorga una dignidad al hombre de ser un fin en sí y por qué esta
libertad implica la virtud desinteresada? ¿Si el cosmos es violento, ciego y sin
destino, cómo se van a fundamentar las normas éticas?
129
b. La libertad
130
que solo la razón puede indicar lo que se debe creer. El antiguo concepto de su
religión, el protestantismo, sobre la asistencia del Espíritu Santo en el
entendimiento de la Biblia, es negado porque no permite el control de la razón y
por lo tanto este entendimiento es subjetivo. Kant sacará las conclusiones de la
creciente influencia de la razón en la revelación durante la Ilustración. En su libro
Religion innerhalb der grenzen der bloszen Vernunft sostiene que la razón tiene la
absoluta prioridad sobre la revelación. La problemática ya no es entonces la
relación entre revelación y razón sino entre fe y razón. La revelación ya no aporta
conocimientos y se reduce a un asunto de la razón práctica de la ética. Es el Dios
del deísmo.
A pesar de las innumerables diferencias físicas o biológicas del hombre con los
animales, la capacidad de oposición a la naturaleza es la diferencia principal
porque gracias a ella el hombre puede criticar e inventar ideales y por lo tanto
distinguir entre el bien y el mal. Es una diferencia ética y cultural. El hombre puede
reconocer el derecho del otro. Esto no es posible en el caso del animal porque él
no es capaz de esta reciprocidad (Ferry, 2006b: 107).
Ni los intereses ni los talentos pueden definir la virtud. Ellos son neutros. Ni la
riqueza, ni la salud, ni el poder, ni la inteligencia, ni el coraje, ni las decisiones
definen la ética. Solo la voluntad puede ser un criterio para la ética, porque la
131
virtud depende del uso que se hace de las cosas. Se puede usar los talentos o
poderes para el bien o para el mal. Solo la voluntad puede dirigirlos hacia los fines
correctos. La moral o lo bueno está en la intención de la voluntad. Lo ético viene
del sujeto. No existe ningún objeto que sea bueno en sí o que sea capaz de
promover lo ético.
Lo más llamativo en esta nueva perspectiva de la ética es que el valor ético del
desinterés se nos impone con toda evidencia. La voluntad va unida al deber. Así
como la voluntad desinteresada es una evidencia, igualmente lo es el deber. Cada
ser racional tiene una conciencia del deber. En nosotros hay una experiencia de
un hecho que es la conciencia, que nos da órdenes. Para Kant el deber de la ética
es un imperativo categórico. Kant considera que no puede ser hipotético porque
en este caso dependería de los objetos circunstanciales y perdería su carácter de
norma. Supone por lo tanto que la conciencia moral se impone a nosotros con un
carácter absoluto de obligación o deber.
132
La ley moral determina inmediatamente la voluntad […] Pues cómo una ley por sí e
inmediatamente pueda ser fundamento de determinación de la voluntad (lo cual es lo
esencial de toda moralidad) es un problema insoluble para la razón humana y es idéntico
a este otro: cómo una voluntad libre es posible. Así, pues, tendríamos que señalar a priori
no el fundamento por el cual la ley moral en sí proporciona un motor, sino qué es lo que
ella, siendo motor, efectúa en el espíritu (o mejor dicho, debe efectuar) (Kant, 2002: 96).
133
d. El respeto
Deber y respeto van juntos para fundamentar un acto ético. La voluntad libre está
determinada por la ley y excluye todos los impulsos sensibles o de intereses. De
esta manera se entiende que la ley moral debe producir un sentimiento de dolor
porque causa perjuicio o daño a todas nuestras inclinaciones y satisfacciones que
constituyen el egoísmo. Todas las inclinaciones o sentimientos del amor propio
deben ser eliminados como negativos por la ley moral para reemplazarlos por lo
positivo de la razón pura práctica.
Un sentimiento nunca puede ser base de la moral. El amor propio reducido a la ley
moral se llama el amor propio racional. La condición para poder señalar el valor de
la persona se constituye entonces por el cumplimiento de la ley, aunque incluye la
anulación de nuestros sentimientos. Un hombre preocupado por la dignidad de su
vida vive solo por deber, no encuentra el menor gusto en la vida (Kant, 2002: 112).
La humillación de los sentimientos trae la estimación moral o sea la práctica de la
ley. Kant rechaza el “bien” y la “felicidad” como objetivos de la moral porque nunca
nadie se pone de acuerdo sobre su contenido. No tienen valor universal. Cumplir
con la ley puede ser por un interés o bien por miedo. En estos casos cumplir con
la ley ni es virtuoso ni meritorio. Solo hay mérito cuando se actúa con voluntad
desinteresada.
La ley moral humilla a todo aquel que considera a su amor propio como el
fundamento de la ética y despierta en la persona lo positivo que es el respeto. Más
bien el sentimiento sensible, que está en la base de todas nuestras inclinaciones,
es desde luego la condición de aquella sensación que llamamos respeto; pero la
causa de la determinación de este sentimiento está en la razón pura práctica.
(Kant, 2002: 99). Este sentimiento (bajo el nombre de sentimiento moral) es, pues,
134
producido solo por la razón. La razón pura práctica, al echar por tierra todas las
pretensiones del amor a sí mismo en oposición a ella, proporciona autoridad a la
ley, que solo ahora tiene influjo en los hombres. Un hombre puede ser para mí un
objeto de amor, admiración etc., y sin embargo, no por eso ser un objeto de
respeto.
El respeto hacia la ley moral es, pues, el único y al mismo tiempo indudable motor
moral.
e. La universalidad
El nuevo orden que buscamos está constituido sobre el hombre. Kant llama a este
nuevo orden el “reino de los fines”. Nunca podremos instrumentalizar a los demás.
La razón práctica demuestra el valor absoluto de la persona. Definición importante
para legitimar los derechos humanos: son derechos que tienen su origen en la
persona. La persona es el origen de la ley universal. Kant ofrece diversas fórmulas
135
del imperativo categórico: “Obra siempre de tal manera que la máxima de tu
voluntad pueda valer como principio de legislación universal”. También puede
formularse de la siguiente manera: “Obra de tal modo que trates siempre a la
humanidad, en ti y en los otros, como un fin y nunca como un medio”. En tercer
lugar Kant lo formula de la siguiente manera: “Obra como si por medio de tus
máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines”.
Los fines de nuestras acciones morales se expresan como una ley universal,
válidos para todos y siempre en cualquier lugar o tiempo. La universalidad expresa
los fines de la moralidad. Para que una acción sea moral necesita estar orientada
al bien común.
Kant le contestó que los grandes principios de la vida son cosas que no
encontramos en el mundo, sino que nosotros mismos producimos. Los principios
no se fundamentan en costumbres y tradiciones sino en la razón y en las ideas. La
razón descubre las causas y plantea los ideales para cambiar la sociedad. La
experiencia sensitiva no puede plantear una pregunta acerca del “porqué” de las
cosas. Esta pregunta solo es posible a partir de una capacidad que trasciende la
experiencia. Es el inicio de partida de todo conocimiento. La experiencia
solamente puede apoyar la investigación pero no explicarla (Kant, 2002: 71-78).
f. La dignidad y el ejemplo
La razón puede y debe limitar nuestros intereses personales para poder entrar en
comunicación con los demás. Si la moral lo exige, el sacrificio libremente aceptado
136
no puede ser excluido de la ética moderna; hasta uno debería tener la disposición
de poner en peligro su salud y su vida… como lo muestra el ejemplo del héroe que
se sacrifica hasta la muerte.
Kant da el ejemplo del rey que quiere condenar a un inocente. Para ello necesita
que alguien lo acuse con un testimonio falso. Si este se niega a hacerlo, el rey lo
hará ejecutar. Todos sabemos, dice Kant, lo que debemos hacer y también que
podemos hacerlo: negar el testimonio falso. En ese momento crucial podremos
conocer nuestra libertad. No el placer sino la justicia impele a uno a realizar
acciones que trascienden al instinto más fuerte de vida que posee el hombre. Por
eso Kant pone a los héroes como ejemplos que nos enseñan el porqué del deber
moral. Ellos prefieren sacrificar su vida a aceptar la injusticia.
Por el ejemplo del héroe podremos entender la dignidad humana, que sobrepasa
todo placer sensitivo. Solo las situaciones de vida o muerte nos revelan la
posibilidad de actuar por motivos morales. Kant nos enseña que la buena vida
existe parcialmente en varios placeres pero hay algo más: un sentimiento de
dignidad que nos permite rechazar el placer cuando entra en conflicto con un valor
superior. La corrupción solo se podrá combatir con gente que esté dispuesta a dar
su vida. Estudios han demostrado que los candidatos para Al Qaeda no surgen de
los pobres y marginados sino de buenas familias de clase media y alta, y con
formación universitaria. Ellos escogen a Al Qaeda por dignidad (Neiman, 2008: 84-
108). Sin embargo, la diferencia con el héroe mencionado por Kant está en que
estos últimos sacrifican a otros seres humanos. Se consideran dueños de la vida.
Uno puede también equivocarse con los ideales.
137
servir mejor al país; sacerdotes y miembros de oenegés viviendo en pueblos
pobres alejados o en barrios marginales, etc. Para Kant, la vida virtuosa no está
en buscar ganancia material. La ética ayuda a superar la experiencia cruda de la
vida para lograr la dignidad y la humanidad de uno mismo. “El hombre no solo vive
de pan”.
Kant señala que el camino es por medio del ejemplo de los que tienen un
comportamiento moral y están dispuestos a dar su vida por ello. Ver a tales
personas no solamente crea respeto sino también el deseo de imitarlos y, de esta
manera, respetarnos a nosotros mismos. Más arriba dimos el ejemplo del héroe.
Una vida moral no puede ser impuesta a la persona desde afuera. Solo se logra
por la identificación con el ejemplo de una vida desinteresada. Su fundamento es
colocar la dignidad por encima de la vida.
Pero si quieren presentar a alguien como ejemplo por seguir, debe absolutamente usarse
como motor el respeto del deber (como único sentimiento moral verdadero), precepto
serio y sagrado, que no deja al vano amor propio jugar con impulsos patológicos (en
cuanto son análogos a la moralidad) ni vanagloriarse de un valor meritorio. Si
investigamos bien, encontraremos ya para todas las acciones que son dignas de alabanza
una ley del deber que ordena y no deja depender de nuestro capricho lo que pudiera ser
agradable a nuestra inclinación. Ese es el único modo de representación que forma el
alma, porque solo él es capaz de principios firmes y exactamente determinados (Kant,
2002: 109).
g. La ética y la política
Kant no escribió una obra completa sobre teoría política. Rechaza el utilitarismo
como fundamento del Estado. La utilidad nunca puede ser el fundamento de la
justicia porque hay una gran diversidad de opiniones sobre lo que es útil.
138
Afirmar que las tradiciones y costumbres definen el conocimiento es aceptar que la
sociedad tal como existe está bien. Es una política conservadora. Kant y otros
filósofos introdujeron los conceptos de tolerancia, igualdad, democracia, república,
libertad individual y libertad de prensa, que amenazaban las ideas tradicionales de
autoridad, tradición y privilegios.
Kant recurre a la idea del contrato social pero se distancia de las ideas de Locke y
de Rousseau al respecto. Según estos, el contrato social tuvo su origen en las
personas que algún día decidieron ponerse de acuerdo sobre los principios para
regular la vida en comunidad. Para Kant, el contrato social es una mera idea
porque principios morales no se pueden deducir de hechos empíricos. Así como la
ley moral no puede fundamentarse sobre los intereses y deseos de las personas,
igualmente los principios de justicia no pueden fundamentarse en los deseos de
una comunidad. Kant vacía de contenido lo que para Locke y Rousseau es la base
de todo sistema social. Kant escribe en su libro Metafísica de las costumbres:
139
Una mera idea de la razón que tiene, sin embargo, su indudable realidad (práctica), la de
obligar a todo legislador a que dicte sus leyes como si estas pudieran haber emanado de
la voluntad unida de todo un pueblo, y a que considere a cada súbdito, en la medida en
que este quiera ser ciudadano, como si hubiera expresado su acuerdo con una voluntad
tal. Pues ahí se halla la piedra de toque de la legitimidad de toda ley pública (Gómez et
al., 2007: 256).
El propio Kant escribió que la política ha de ponerse de rodillas ante la moral y el derecho.
En este sentido, la gran problemática clásica de la política, heredada de los griegos, fue
solapada o traslapada, como le gustaría decir a algún kantiano coetáneo nuestro, por la
ética. La consideración enfática de una ética trascendental parece no dejar espacio a la
política. Los griegos y su tensión entre ética y política, para aparecer de nuevo, tendrán
que esperar a Hegel (Gómez et al., 2007: 264).
Conclusión y críticas
Kant defiende una ética normativa que se aleja del relativismo, escepticismo,
dogmatismo o convencionalismo de las costumbres. En la primera página de su
libro Critica de la razón práctica leemos:
140
[…] este concepto de lo incondicionado, empero, no pudo la razón establecerlo más que
de un modo problemático, como no imposible de pensar, sin asegurarle su realidad
objetiva, sino solamente para no ser precipitada en lo profundo del escepticismo y
atacada en su propia esencia por la pretendida imposibilidad de aquello que, al menos
como pensable, tiene ella que dejar valer. El concepto de la libertad, en cuanto su realidad
queda demostrada por medio de una ley apodíctica de la razón práctica, constituye la
piedra angular de todo el edificio de un sistema de la razón pura, incluso la especulativa, y
todos los demás conceptos […] (Kant, 2002).
La Ilustración que representa Kant es una defensa del mundo moderno que no se
limita a los valores de la tolerancia y honestidad, sino que realza la razón, el
respeto y la esperanza. La inevitabilidad del cinismo de la posmodernidad está
lejos de los principios del bien y del mal, de la dignidad y la magnanimidad de la
modernidad. Si no se puede aportar pruebas, por lo menos se puede comparar las
historias o vidas de los que escogen uno u otro camino.
A pesar del aporte extraordinario de Kant a la ética tenemos que señalar algunas
observaciones respecto de su fundamentación.
141
filosofía moderna posterior. Kant plantea que el conocimiento sensitivo es primero,
pero nos limita a una observación de los hechos y no a un conocimiento de ellos.
La razón teórica ofrece las ideas o formas universales pero no tienen contenido.
Se llaman juicios puros a priori y juicios puros sintéticos. Por lo tanto, no existe
una metafísica o conocimiento verdadero de la realidad.
142
La insistencia de Kant sobre la voluntad para cumplir las normas lo orienta hacia
una ética de la interioridad, una moral de actividades internas en la persona. ¡La
libertad se realiza por ser actuante pero no por conocimiento de los valores! Kant
mismo señala la problemática de su propuesta:
El bien moral es algo suprasensible, según el objeto, y para él, por lo tanto, no puede
encontrarse en ninguna intuición sensible algo correspondiente, y el Juicio, bajo leyes de
la razón pura práctica, parece por eso estar sometido a dificultades particulares, que
descansan en que una ley de la libertad debe ser aplicada a acciones, como
acontecimientos que ocurren en el mundo de los sentidos, y en ese respecto pertenecen,
pues, a la naturaleza (Kant, 1970: 91).
Por lo tanto, ¿en qué puede Kant fundar las normas éticas del a priori, o sea la
obligatoriedad para el comportamiento ético, puesto que no pueden ser deducidas
a posteriori de la experiencia? Esta explicación trae serios problemas.
143
Karl Jaspers escribe al respecto:
El obrar legal no puede ser desligado del material de nuestra existencia en el mundo. El
imperativo categórico no deriva su incondicionalidad de la experiencia, mas no puede
hacerla valer sino en la experiencia, que es examinada por él. La ley no puede ser
aplicada sino con vistas al mundo. Las consecuencias –no el éxito en el sentido de
ventaja y provecho– forman parte del material en el cual el imperativo categórico ayuda a
buscar lo justo. Confundir la maravillosa inexorabilidad de aquel fundamento de la razón
moral con el rigor racional de preceptos y prohibiciones susceptibles de formulación
exacta, equivale a arruinar aquel mismo fundamento, traído a la luz de la conciencia por
Kant. A él se refiere cuando –acaso incurriendo en error– habla, particularizando, de
ciertas leyes morales (Jaspers, 1995: 285).
144
irreparable a la ética. Fundó la ética estrictamente autoritaria. Intentó conjugar
racionalismo y empirismo pero no respetó la realidad compleja del conocimiento
humano. ¿En qué se fundamentan las normas absolutas, puesto que las ideas a
priori no pueden llegar a ninguna realidad?
Así pues, el juicio de la razón pura práctica está sometido a las mismas dificultades que el
juicio de la razón pura teórica. Esta última disponía, sin embargo, de un medio para
escapar a esas dificultades, a saber: que, como en consideración del uso teórico se
trataba de intuiciones, a las cuales pudiesen ser aplicados conceptos puros del
entendimiento, pueden tales intuiciones (aunque solo como objetos de los sentidos) ser
dadas a priori (como esquemas) y, por lo tanto, en lo que concierne a la conexión de lo
diverso en ellas, conforme a los conceptos puros a priori del entendimiento. En cambio, el
bien moral es el algo suprasensible, según el objeto, y para él, por lo tanto, no puede
encontrarse en ninguna intuición sensible algo correspondiente […] (Kant, 1970: 91).
Podemos concluir que la ética propuesta por Kant es de gran profundidad y obliga
al hombre a actos grandes de entrega al servicio de la verdad y la sociedad, no
igualada como dice Susan Neiman. Supera ampliamente los planteamientos de
Hobbes, Locke, Bengtham y Nietzsche. Solamente tenemos reservas para su
planteamiento autoritario y legalista, que reduce el sentido de la vida a cumplir
“deberes formales”.
145
La justicia se encuentra entre dos antropologías diferentes. En el primer modelo
de Aristóteles, el teleológico, se halla la visión de la buena vida que prevalece y el
bien o la justicia como fin del hombre. En el segundo modelo de Kant, el
deontológico, se trata modestamente de evitar el mal. No se ve la justicia como un
fin sino como un medio. La ética es una elaboración de procedimientos para evitar
conflictos en la sociedad. Este último enfoque se expresa en el contrato social, tal
como lo encontramos en Rousseau, Kant y posteriormente en Rawls (Dosse y
Ricoeur, 2012: 190).
Él piensa que la moral de Kant puede ser tenida como expresión de la experiencia
moral común, según la cual solo pueden ser consideradas obligatorias las
máximas de acción que satisfagan un test de universalización. El concepto debe
tener la posibilidad de una aplicación universal de prohibido o permitido. La
universalización es el criterio de evaluación.
Kant pasa directamente del nivel del entendimiento al nivel de la norma, una moral
fundada sobre el conocimiento práctico; mientras que la moral, al contrario, es el
producto final de un proceso, cuyo inicio está en la visión ética. Ricoeur se opone
al formalismo de Kant indicando que la ética empieza con la fuerza de las
convicciones, los deseos, la vehemencia ontológica, que se sitúa en el deseo de
cada uno de vivir una vida buena. Sin los deseos la ética no tiene motivaciones. El
cumplimiento de la ética depende en la filosofía de Kant exclusivamente de la
voluntad. Sin embargo, dice Ricoeur, no es necesario considerar el deber como
enemigo del deseo. El vínculo entre obligación y formalismo solo implica una
estrategia de depuración, que quiere preservar los usos legítimos del predicado
146
“obligación”. No se ha dicho cómo se forman las máximas; es decir, las
proposiciones de acción que dan un contenido a la forma del deber.
Kant parece no excluir el tema de los deseos o las motivaciones porque habla del
respeto. La posmodernidad ha perdido el respeto. Susan Neiman sostiene que
estamos en un mundo sin ética por la negación del imperativo categórico hasta en
las cosas más pequeñas. Según ella, la deconstrucción de la responsabilidad es
peor pecado que la soberbia (2008: 205). Da como ejemplo la persona que roba
una fruta al paso en una tienda y piensa: qué importa esta pequeñez. El problema
es cuando todos piensan igual. Sumando todas las pequeñeces tenemos una idea
de cómo funciona el mundo entero.
El reino del deseo ha sido más bien objeto de un análisis preciso en los primeros
capítulos de la Ética nicomáquea de Aristóteles. En él encontramos un discurso
estructurado sobre la praxis, que echamos cruelmente de menos en Kant.
(Ricoeur, 2008: 50). Existe una ética fundamental que precede las normas. Esta
ética anterior parte del sentimiento de “estar obligado” y pone en evidencia la
sutura entre el reino de las normas y la vida: el deseo. Al concepto racional de
escoger y decidir preceden las motivaciones de los deseos que se dirigen al
concepto de lo “bueno”. Lo “bueno” no se refiere primero a las normas sino
pertenece a un orden más fundamental, el del deseo, que estructura la totalidad
del campo práctico. La tarea de ser hombre desborda y envuelve todas las tareas
parciales que asignan una pretensión de bondad a cada práctica para explicar
147
esta actitud fundamental de bondad en el hombre, que influye en todas sus
actitudes y actividades particulares,
Kant no incorpora los deseos, con excepción del respeto, en su moral y además,
como hemos visto, no permite una referencia al bien. Sin embargo, en una obra
posterior, Religión dentro de los límites de la razón, habla de la buena voluntad:
“Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada
que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan solo una buena
voluntad”.
Con esta referencia al bien Kant contradice su teoría del desinterés de la ética,
porque una referencia al bien significa definir lo que es el bien y por lo tanto
significa entrar en el mundo de los intereses. Sin embargo, no existe una ética
desinteresada absoluta como sueña Kant. La ética adquiere figura de
desinteresada cuando el hombre sacrifica un interés por un motivo superior: por
ejemplo, el almirante Grau dio su vida para servir a su patria, los padres sacrifican
muchas cosas personales para la educación de sus hijos, etc.
Este no niega la libertad (Cfr. Capitulo III, 1, a y c), como lo interpreta Luc Ferry.
pero igual que todos los filósofos de la antigüedad no hace una clara distinción
entre razón y voluntad. Esta diferencia será introducida por San Agustin. El
hombre puede conocer el bien por la razón pero puede hacer el mal. Esto
demuestra la interferencia de otro elemento: la voluntad.
148
Hay una tercera referencia en la obra de Kant que no solo se acerca a la filosofía
de Aristóteles sino que coincide con ella. Los ejemplos desempeñan un papel en
los juicios reflexionantes; esto es, cada vez que nos ocupamos de cosas
particulares.
Los ejemplos se definen como las andaderas del juicio. Los ejemplos guían y
conducen y, por tanto, el juicio adquiere “validez ejemplar”. El ejemplo es lo
particular que contiene en sí, o se supone que contiene, un concepto o una regla
general. El juicio tiene validez ejemplar en la medida en que sea correcto en el
ejemplo escogido. Casi todos los conceptos de las ciencias históricas y políticas
son de naturaleza restrictiva: tienen su origen en un acontecimiento histórico
particular, al que se confiere carácter “ejemplar” (Arendt, 2003: 152).
El obrar legal no puede ser desligado del material de nuestra existencia en el mundo.
Cada vez se hace y determina algo en el mundo. El imperativo categórico no deriva su
incondicionalidad de la experiencia, mas no puede hacerla valer sino en la experiencia,
que es examinada por él. La ley no puede ser aplicada sino con vistas al mundo. Las
consecuencias –no el éxito en el sentido de ventaja y provecho– forman parte del material
en el cual el imperativo categórico ayuda a buscar lo justo […[ Por consiguiente, la
oposición entre ética de la conciencia y ética del resultado no vale (Jaspers, 1995: 285-
286).
149
El mismo Kant reconoce:
En cambio, el bien moral es algo suprasensible, según el objeto, y para él, por lo tanto, no
puede encontrarse en ninguna intuición sensible algo correspondiente, y el Juicio, bajo las
leyes de la razón práctica, parece por estar sometido a dificultades particulares, que
descansan en que una ley de la libertad debe ser aplicada a acciones, como
acontecimientos que ocurren en el mundo de los sentidos, y en ese respecto pertenecen,
pues, a la naturaleza (Kant, 2002: 91).
Para Kant, los conceptos en el conocimiento teórico tienen carácter universal. Las
normas éticas del conocimiento práctico tienen el mismo carácter de universales y
necesarias. Son conceptos vacíos. Este carácter no puede ser deducido de
nuestra experiencia. Kant considera entonces que este principio categórico de
obligación se debe aceptar, creer, y por eso necesita la colaboración de la
voluntad: actúa en tal forma por el motivo de su voluntad.
150
finalidad del Estado es la formación de buenos ciudadanos y el cultivo de buenas
cualidades de carácter (Sandel, 2009: 227).
El verdadero hombre del Estado, además, parece que ha de ocuparse de la virtud más
que de otra cosa alguna, desde el momento que quiere hacer de sus conciudadanos
hombres de bien y obedientes a las leyes. Ejemplo de lo cual lo tenemos en los
legisladores de Creta y Lacedemonia, y otros cualesquiera de esa especie que puedan
haber existido (Aristóteles, 2005: I, 11).
Para ocupar los cargos públicos Atistóteles considera que debemos tomar en
cuenta la finalidad de las instituciones sociales. Muchos pensadores liberales que
han reflexionado sobre la justicia, desde el origen del liberalismo hasta Rawls,
piensan que la finalidad va en contra de la libertad. Cada uno puede escoger lo
que quiere. No hay finalidad. Tampoco hay exigencias para ocupar cargos
políticos. Cada uno escoge libremente.
151
valor (Loobuyck, 2005: 300). Kant necesita el valor objetvo del hombre para poder
fundar su moral categórica. Sin embargo, lo plantea como un presupuesto
necesario y no como el resultado de un raciocinio. Considera que los hombres
tienen derechos porque disponen de cualidades intrínsecas de valor. Sin embargo,
en el universo secular no existen cualidades de valor intrínseco.
Merece destacarse la teoría de las virtudes de Aristóteles. Las virtudes son las
excelencias de la acción. Se pasa fácilmente de la preferencia razonable a la idea
de virtud mediante los hábitos. Cada una de estas excelencias proyecta su
orientación al bien sobre el fondo de una orientación abierta, magníficamente
designada mediante la expresión “vida buena” o, mejor, “vivir bien”; este horizonte
abierto está poblado por nuestros proyectos de vida, nuestras anticipaciones de
felicidad, nuestras utopías o, dicho brevemente, por todas las figuras móviles de lo
que consideraríamos signos de una vida realizada (Ricoeur, 2008: 51).
152
justificar normas universales. Un deber es “moral” cuando se le puede entender
como un principio que se puede aplicar a todos. Ellos descuidan la parte
fundamental de la ética enraizada en la vida y en el deseo.
El sentido del término “deber” como ley moral universal ha sido aceptado por
importantes filósofos actuales como Johan Rawls, Christine Korsdgard, Tomás
Nagel, Alan Gwewirth, Ronald Dworkin, Charles Larmore, Jürgen Habermas, etc,.
aunque tengan interpretaciones diferentes en sus filosofías.
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