El Escolasticismo

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EL ESCOLASTICISMO.

Movimiento filosófico y teológico que intentó utilizar la razón natural


humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles, para
comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana.
Principal movimiento en las escuelas y universidades medievales
de Europa, desde mediados del siglo XI hasta mediados del siglo XV,
su ideal último fue integrar en un sistema ordenado tanto el saber
natural de Grecia y Roma como el saber religioso del cristianismo. El
término escolástica también se utiliza en un sentido más amplio para
expresar el espíritu y métodos característicos de ese momento de la
historia de la filosofía o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia
el saber encontrados en otras épocas. El término escolástica, que en su
origen designaba a los maestros de las escuelas monásticas o
catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades,
acabó por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o teología en
dichas escuelas o universidades.
 Características Principales.
Los pensadores escolásticos sostuvieron una amplia variedad de ideas
tanto en filosofía como en teología. Lo que da unidad a todo el
movimiento escolástico son las metas comunes, las actitudes y los
métodos aceptados de un modo general por todos sus miembros. La
principal preocupación de los escolásticos no fue conocer nuevos
hechos sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada
por el razonamiento griego y la revelación cristiana. Este interés es
una de las diferencias más características entre la escolástica y el
pensamiento moderno desde el renacimiento.
El objetivo esencial de los escolásticos determinó algunas actitudes
comunes, de las que la más importante fue su convicción de la
armonía fundamental entre razón y revelación. Los escolásticos
afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de
conocimiento y la verdad era uno de Sus principales atributos. No
podía contradecirse a Sí mismo en estos dos caminos de expresión.
Cualquier oposición aparente entre revelación y razón podía deberse
o a un uso incorrecto de la razón o a una errónea interpretación de las
palabras de la revelación. Como los escolásticos creían que la
revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un
mayor grado de verdad y certeza que la razón natural. En
los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe era
siempre el árbitro supremo, la decisión de los teólogos prevalecía
sobre la de los filósofos. Después de principios del siglo XIII, el
pensamiento escolástico puso mayor énfasis en la independencia de la
filosofía en su campo propio. A pesar de todo, durante el periodo
escolástico la filosofía estuvo al servicio de la teología, no sólo porque
la verdad de la filosofía estaba subordinada a la de la teología, sino
también porque los teólogos utilizaban la filosofía para comprender y
explicar la revelación.
Esta postura de la escolástica chocó con la llamada teoría de la doble
verdad del filósofo y físico hispano-árabe Averroes. Su teoría
mantenía que la verdad era accesible tanto a la teología como a la
filosofía islámica pero que tan sólo la filosofía podía alcanzarla en su
totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la teología servían,
para la gente común, de expresiones imaginativas imperfectas de la
verdad auténtica, sólo accesible por la filosofía. Averroes sostenía que
la verdad filosófica podía incluso contradecir, al menos de una forma
verbal, las enseñanzas de la teología islámica.
Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y razón, los
escolásticos intentaron determinar el ámbito preciso y
las competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los
primeros escolásticos, como el eclesiástico y filósofo italiano san
Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron convencidos de que la razón
podía probar algunas doctrinas procedentes de la revelación divina.
Más tarde, en el momento de esplendor de la escolástica, el teólogo y
filósofo italiano santo Tomás de Aquino estableció un equilibrio entre
razón y revelación. Sin embargo, los escolásticos posteriores a santo
Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Duns Escoto,
limitaron cada vez más el campo de las verdades capaces de ser
probadas a través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas
anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía tenían
que ser aceptadas sobre la base única de la fe. Una de las razones de
esta limitación fue que los escolásticos aplicaron los requisitos para la
demostración científica, recogidos al principio en el Organon de
Aristóteles, de una manera mucho más rigurosa que lo había hecho
cualquiera de los filósofos anteriores. Esos requisitos eran tan
estrictos que el propio Aristóteles rara vez fue capaz de aplicarlos en
detalle más allá del campo de las matemáticas. Esta tendencia
desembocó de forma teórica en la pérdida de confianza en la razón
natural humana y en la filosofía, como quedó caracterizada la
primera época del renacimiento, y así lo asumieron los primeros
reformadores religiosos protestantes, como Martín Lutero.
Otra actitud común entre los escolásticos fue su sometimiento a las
llamadas autoridades, tanto en filosofía como en teología. Esas
autoridades eran los grandes maestros del pensamiento de Grecia y
Roma y los primeros Padres de la Iglesia. Los escolásticos medievales
se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante el estudio único
e intensivo de los autores clásicos, a cuya cultura y saber atribuían
certezas inmutables. Tras alcanzar su plena madurez de pensamiento
y producir los primeros trabajos originales de filosofía, siguieron
citando a las autoridades para dar peso a sus propias opiniones,
aunque a estas últimas llegaban en muchos casos de manera
independiente. Críticas posteriores concluyeron de esta práctica que
los escolásticos eran meros compiladores o repetidores de sus
maestros. En realidad, los escolásticos maduros, como santo Tomás
de Aquino o Duns Escoto, fueron muy flexibles e independientes en su
utilización de los textos de los clásicos; a menudo con el fin de
armonizar los textos con sus propias posiciones, ofrecieron
interpretaciones que eran difíciles de conciliar con las intenciones y
motivos inspiradores en los clásicos. El recurso a la cita de los clásicos
fue, en muchos casos, poco más que un ornamento estilístico para
empezar o finalizar la exposición de las propias opiniones e intentaba
demostrar que las ideas del exegeta eran continuidad del pasado y no
simples novedades. Novedad y originalidad de pensamiento no eran
perseguidos de forma deliberada por ninguno de los escolásticos sino
más bien minimizadas lo más posible.
Los escolásticos consideraron a Aristóteles la máxima autoridad
filosófica, llamándole de modo habitual "el filósofo". El primer
prelado y teólogo cristiano san Agustín fue su principal autoridad en
teología, tan sólo subordinado a la Biblia y a los concilios oficiales de
la Iglesia. Los escolásticos se adhirieron con mayor intensidad y sin
ninguna crítica a las doctrinas emitidas por la jerarquía eclesial al
admitir las opiniones de Aristóteles enmateria de ciencias empíricas,
como la física, la astronomía y la biología. Su aceptación sin crítica
debilitó a la escolástica y fue una de las principales razones de su
desdeñoso rechazo por parte de los investigadores y sabios del
renacimiento e incluso de mucho tiempo después.
 Métodos Comunes.
Uno de los principales métodos de la escolástica fue el uso de
la lógica y el vocabulario filosófico de Aristóteles en la enseñanza, la
demostración y la discusión. Otro importante método fue enseñar
un texto por medio de un comentario de alguna autoridad aceptada.
En filosofía, esa autoridad era atribuida de un modo casi mecánico y
procedimental a Aristóteles. En teología, los textos principales eran la
Biblia y el Sententiarum Libri Quatuor (Cuatro libros de Sentencias)
del teólogo y prelado italiano del siglo XII Pedro Lombardo, una
recopilación de las opiniones de los primeros Padres de la Iglesia
sobre problemas de teología. Los primeros escolásticos empezaron
asumiendo como ortodoxia intelectual el contenido de los textos que
estaban comentando. Poco a poco, conforme la práctica de la
lectura fue desarrollando su propio poder de crítica, introdujeron
muchos comentarios suplementarios sobre algunos puntos que el
propio texto no cubría o no había resuelto de forma adecuada. A
partir del siglo XIII, esos comentarios suplementarios, que
expresaban el pensamiento personal de los maestros, se convirtieron
en la parte más amplia y trascendente de los textos, resultando así
que la explicación literal del texto era reducida a un simple pasaje de
cada exégesis.
Junto con los comentarios contaba la técnica de discusión por medio
del debate público. Cada profesor de una universidad medieval debía
aparecer varias veces al año ante el cuerpo docente y los alumnos,
reunidos en asamblea, en un debate para defender los puntos
cruciales de sus propias enseñanzas frente a todo aquel que las
pusiera en duda. Las ideas de la lógica aristotélica se empleaban
tanto en la defensa como en el ataque. En el siglo XIII el debate
público se convirtió en un instrumento educativo flexible para
estimular, probar y comunicar el progreso del pensamiento en la
filosofía y teología. Después de la mitad del siglo XIV, sin embargo, la
vitalidad del debate público decayó y se convirtió en un rígido
formalismo. Los participantes se sentían menos interesados en el
contenido real que en pequeños puntos de la lógica y nimias sutilezas
del pensamiento. Este tipo degradado de debate influyó mucho en dar
una mala reputación a la escolástica durante el renacimiento y
posteriormente; en consecuencia muchos pensadores modernos lo han
considerado un mero mecanismo lógico pedante y artificial.

ALTA ESCOLÁSTICA.

Tuvo lugar durante los siglos XI y XII, período caracterizado por las
grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y por un
centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las
investiduras.

La figura más descollante de esta época fue Anselmo de Canterbury


(1033-1109). Considerado el primer escolástico, sus obras Monologion
y Proslogion tendrán una gran repercusión posterior. En ellas se lleva
a cabo una demostración de la existencia de Dios a partir de las ideas
que tenemos sobre Él. Esta prueba, denominada por Kant "argumento
ontológico", será duramente criticada por Tomás de Aquino y
reelaborada por Descartes en sus Meditaciones metafísicas.

La figura de Pedro Abelardo (1079-1142) destacará por la renovación


de la lógica y la dialéctica y por crear el método escolástico de la
quaestio, un "problema dialecticum" a partir del cual se podría
construir un sistema coherente sobre el mundo y la vida. Su obra Sic
et Non, desarrolla las quaestiones disputatae, en las cuales se
abordaba un tema determinado al que se añadía una presentación
sistemática de argumentos contrarios y su solución.

En el siglo XII, la escuela de Chartres se renueva con las figuras de


San Bernardo (muerto en 1124), Thierry de Chartres, Bernardo
Silvestre y Juan de Salisbury. Influenciados por el platonismo, el
estoicismo y la ciencia árabe y judía, su interés se centró
fundamentalmente en el estudio de la naturaleza y en el desarrollo de
un humanismo que entrará en conflicto con las tendencias místicas de
la época representadas por Berrnardo de Claraval (1091-1153). Hugo
de San Victor, sin embargo, llevará a cabo una conciliación entre
misticismo y escolasticismo, siendo además el primero que escribió
una Summa teológica en la Edad Media.

BAJA ESCOLÁSTICA

Pierde vigor en el siglo XIV. Es un periodo de decadencia y


disgregación, menos creativo y falto de originalidad, en el que domina
una actitud escéptica respecto a las sistematizaciones de la escolástica
anterior.
Definición y rasgos generales de La Escolástica

La Escolástica es un método especulativo filosófico-teólogico desarrollado, difundido y cultivado


en las escuelas de la Europa del Medievo desde el Imperio carolingio al Renacimiento. Las escuelas
filosóficas que albergaron este pensamiento se localizaron en catedrales y conventos para, más
adelante y en especial durante el siglo XIII, pasar a las universidades.

En una definición más extensa, se conoce como Escolástica al movimiento doctrinal que, sin
emplear el movimiento racional-conceptual que se enseñaba en las escuelas, se mueve en el
mismo entorno y contexto. Buen ejemplo de esto sería la mística así como buena parte de la
filosofía musulmana y judía que, a lo largo del período señalado, entró en contacto con la filosofía
de la Escolástica propiamente dicha. El movimiento escolástico se manifestaba a través de dos
vertientes: la enseñanza y las formas literarias. La base de la enseñanza en las escuelas fueron las
artes liberales, divididas en el trivium -gramática, dialéctica y retórica- y el quadrivium -aritmética,
geometría, música y astrología-.

Escuela medieval

Los programas donde se enseñaban estas materias gozaban de flexibilidad y, bajo el nombre de
dialéctica se enseñaba lógica, práctica y, en general, toda la materia filosófica y, en la retórica, se
incluía también la ética, de acuerdo con la tradición grecolatina respecto a la teoría porque,
respecto al contenido, hundía sus raíces en la Patrística. Las formas literarias surgieron
progresivamente al socaire de la aplicación de esta enseñanza. De la lectio salieron los
comentarios y, de los comentarios -al Lombardo, a Boecio, al Pseudo Dionisio y, sobre todo a
Aristóteles- nacieron las sumas cuando los maestros, desembarazándose de esa fuerte
dependencia con los libros de texto -Libros de Sentencias- desarrollaron el corpus doctrinal de una
forma libre pero en un orden más sistemático. De la disputatio, técnica consistente en enfrentar
postulados y sus inconvenientes para llegar a una solución final, constituyendo el molde de las
sumas medievales, por su parte, nacerían las quaestiones que a su vez se subdividen en
Quaestiones disputatae y las Quaestiones quodlibertades.

Averroes fue una de las principales figuras de la cultura andalusí

El espíritu y la mentalidad que sigue la Escolástica puede dividirse en dos aspectos: auctoritas y
ratio. Las autoridades eran sentencias extraídas de la Biblia, de la Patrística y de los concilios. En
filosofía Aristóteles era el filósofo por excelencia y Averroes el commentator. La ratio, finalmente,
se encargaría de poner en análisis lo recibido por la tradición procurando conciliar las
contradicciones que de hecho surgían, especialmente entre San Agustín y Aristóteles.

Desarrollo de la filosofía escolástica

La filosofía escolástica se divide en tres períodos: formación, del siglo IX al XII; apogeo, durante
todo el siglo XIII y, finalmente, un período de transición a la filosofía moderna. El apogeo de la
Escolástica se debió en buena medida a la labor de la Escuela de Traductores de Toledo que
difundió las obras de Aristóteles a través de las traducciones al árabe y al latín. Pese al recelo
inicial con el que fueron acogidas, terminarían por integrarse plenamente en el conjunto de dicho
sistema filosófico.

Busto de Aristóteles

Las universidades y órdenes mendicantes tuvieron, también, un papel destacado en esta labor
difusora. Las universidades, por la importancia otorgada a la filosofía y a la teología como cuerpo
central de los programas de estudio y, en el caso de los religiosos, por el afán de ahondar en estas
dos disciplinas en busca de alcanzar la plenitud del sentido al voto de pobreza. No en vano los
principales escolásticos serán dominicos o franciscanos, como es el caso de San Buenaventura.

San Buenaventura

Los tres períodos en los que se divide la filosofía escolástica tendrán como núcleo la discusión -
disputatio- y de las sumas Dios y la relación dialéctica entre razón y fe, concibiéndose la filosofía
de manera abrumadoramente mayoritaria como un método de profundización en la fe. Respecto a
estos grandes temas surgen tres posturas: los dialécticos, que creen que la fe ha de ser
demostrada y analizada por la razón. En esta corriente tendremos a Juan Escoto y Berengario de
Tours como autores más destacados.

Otra corriente la conformarán los antidialécticos. Sostenían que la única fuente de sabiduría era la
fe y que la postura dialéctica era un mero reflejo de la sobrevaloración de la capacidad de la razón
humana.

Santo Tomás de Aquino


En tercer lugar, había una posición intermedia sería sostenida, de modo precoz, en el siglo XI por
Gerberto de Aurillac y sería la línea continuada por Santo Tomás a lo largo del siglo XIII. Sostenían
los partidarios de la posición intermedia que razón y fe son facultades distintas pero que ambas
están llamadas a confluir en la Verdad. Como ambas facultades son obra de Dios, si los
planteamientos de la razón humana eran correctos, no podían diferir de aquellos que procedían
de la fe. De este modo, filosofía y teología son disciplinas complementarias. La filosofía ayuda a la
teología demostrando que los misterios de la fe serían comprensibles y explicables por la razón. La
teología, por su parte, aportaría conceptos filosóficos nuevos como el de la Creación o la dignidad
del ser humano en el orden moral. De acuerdo con esto, las verdades reveladas no serían
irracionales sino suprarracionales.

Gerberto de Aurillac, papa Silvestre II

Crisis

La Escolástica entra en crisis a partir del siglo XIV cuando se pone en duda el pilar central que daba
sustento a todo el sistema y unificaba de común acuerdo a las distintas tendencias existentes en
su seno. La síntesis realizada por Santo Tomás parecía perder fuerza y vigencia, pues si nadie,
hasta entonces salvo los averroístas, negaba la complementariedad de razón y fe, comenzaba a
sostenerse que la razón poseía límites y que estos eran considerablemente más estrechos que los
de lo que cabía pensar entonces.

Escoto señalará que la definición tomista a posteriori, esto es, del efecto a la causa, no es
realmente demostrativa y muchas verdades pueden quedar fuera del alcance con semejantes
planteamientos. El número de proposiciones teológicas indemostrables, siendo esto así, iría desde
los Diez mandamientos hasta la misma existencia de Dios. La teología dejaría de ser una ciencia al
verse incapaz de resolver cuestiones fundamentales. Pasando a ser un conjunto de saberes
prácticos que, aunque no poseyeran carácter científico, conducirían a la persona a la salvación de
su alma.

Los caminos de la teología y la filosofía comienzan entonces a separarse progresivamente, no


tanto por un desprecio por lo teológico sino, más bien al contrario, por un respeto reverencial a
todo lo que tuviera que ver con este ámbito. Se pretende segregar la teología de las demás
disciplinas por el valor supremo otorgado a la fe, pues esta disciplina podía quedar contaminada
por otro saber de raíces precristianas como era la filosofía. Mientras los teólogos desechan el
racionalismo por una completa inclinación hacia lo revelado, los filósofos volcarán su atención en
la ciencia y la naturaleza, tendencia que se mantendrá y reforzará durante la siguiente centuria,
hasta desembocar en la revolución intelectual que dará lugar al Renacimiento y, dentro del
contexto de esta nueva etapa, a la Reforma de la Iglesia.

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