La Iglesia Clandestina PDF
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La iglesia
clandestina
CARLOS A. SACHERI
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CARLOS A. SACHERI
LA IGLESIA CLANDESTINA
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ADVERTENCIA
Las páginas que forman esta "crónica teológica" vieron la luz durante el año 1969,
en forma de artículos de revista. A instancias de numerosos amigos y confiando en
que puedan contribuir a disipar la confusión reinante en tantos católicos de buena
fe en esta hora dramática que vive la Iglesia, me decido a publicar esos trabajos en
forma de libro.
El II Concilio Vaticano ha replanteado el eterno problema de las relaciones
entre la Iglesia y el mundo. La meditación reiterada de los documentos conciliares
pone de manifiesto la admirable vinculación que existe entre la verdadera
Tradición y la auténtica renovación; la fidelidad a aquélla es la condición
indispensable para la eficaz realización de ésta. Sin embargo, hay grupos y
movimientos organizados dentro de la Iglesia que no lo entienden así. Tales
grupos, decididos a encauzar la actual renovación, no por los caminos del Espíritu
Santo sino según el "sentido" que ellos pretenden imprimir a la Iglesia toda,
constituyen el obstáculo más serio a una sana "apertura" al mundo contem-
poráneo.
El fenómeno de la Iglesia Clandestina, constituido por esos grupos
pseudo-proféticos, entronca con la herejía modernista de principios de siglo y
ofrece de la misma una versión más diluida, que no hace sino aumentar su peligro.
Muchos católicos sinceros pero poco formados, se dejan seducir por los
enunciados vagos de la catequesis "post-conciliar", sin percibir que detrás de ella
existe una organización y una metodología sistemáticamente aplicadas en toda
circunstancia al servicio de objetivos que nunca se formulan claramente. La
finalidad no es otra que la de adaptar la Iglesia al mundo, lisa y llanamente, en vez
de intentar convertir y salvar al mundo dentro de la Iglesia. Tal es la tremenda
alternativa de nuestro tiempo. El progresismo neomodernista subvierte así todos
los conceptos fundamentales de la fe cristiana mediante la interpretación
unilateral del espíritu y de los documentos de Vaticano II.
En nuestro país, el Tercermundismo constituye la versión, no única pero sí
principal, de la organización progresista internacional. Poniendo en ejecución sus
doctrinas, su organización y su metodología esencialmente clandestinas, el
Tercermundismo configura una "Iglesia paralela" que intenta instrumentar todo lo
cristiano al servicio de una revolución social de inspiración marxista. Lo más
grave de todo es que muchos sacerdotes de buena fe, sensibles a los problemas
sociales, se hacen eco de dicha prédica sin tomar conciencia de la instrumentación
de que son objeto.
Este libro se propone manifestar cuáles son el espíritu, la doctrina y las
técnicas de acción de esos movimientos, con objeto de disipar la actual confusión y
evitar el juego dialéctico al cual se nos somete. El futuro de la Iglesia en nuestro
país, depende de ello. Esta convicción nos impide permanecer en un silencio
confortable, según la obligación que S. S. Pablo VI nos señalara en su Alocución
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del 18-9-68: "Ha llegado la hora de amar a la Iglesia con un corazón fuerte y
renovado. ¡Amad a la Iglesia! Este es, queridos hijos, el deber de la hora presente.
Amarla es estimarla y sentirse feliz de pertenecer a ella. Significa obedecerla y ser-
virla, ayudarla con alegría y con sacrificio en su ardua misión".
En tal perspectiva, las presentes reflexiones quedan enteramente sometidas al
Magisterio en lo que respecta a la ortodoxia de las consideraciones doctrinales.
C ARLOS A. S ACHERI
Buenos Aires, 7 de marzo de 1970.
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San Cipriano: "Lo que es de temer no es tan sólo la persecución, ni los ataques a
cara descubierta que tratan de vencer y destruir a los servidores de Dios. Es más
fácil ser cauto cuando se percibe a lo que debe temerse y, ante un adversario
manifiesto, el alma se prepara al combate. Más peligroso y alarmante es el enemigo
que avanza sin ruido y que, bajo las apariencias de una falsa paz, repta con ocultos
designios; por tal proceder ha merecido el nombre de serpiente" (De Catholicae
Ecclesiae Unitate, n° 5). En la actualidad, la Iglesia Católica se ve asediada desde
su mismo interior, por grupos que, invocando a veces legítimos propósitos —de lo
contrario carecerían de toda audiencia—, comprometen seriamente la unidad inte-
rior de los fieles y enuncian doctrinas erróneas que confunden los espíritus,
debilitando su fe y su ardor apostólico.
Las reflexiones que siguen no pretenden otra cosa que contribuir
modestamente a la causa de la unidad cristiana hoy comprometida por los grupos
pseudo-proféticos que se arrogan carismas especiales y pretenden pontificar sobre
toda materia, como si poseyeran la única y verdadera autoridad para zanjar las
cuestiones más controvertidas que afectan al hombre de nuestro tiempo. Animado
por este espíritu y creyendo desde siempre que debe insistirse más sobre lo positivo
y constructivo que sobre lo negativo y demoledor, no intento en modo alguno
acusar y determinar responsabilidades, dado que ello no es de mi competencia ni
de mi agrado. Por el contrario, la finalidad de este estudio es el de contribuir al
esclarecimiento de la actual confusión y apuntar aquellas medidas que permitan a
la autoridad eclesiástica rectificar la situación actual que escandaliza
fundadamente a muchos católicos y reafirmar la unidad de fe y caridad en la Iglesia
argentina.
En espíritu de esperanza y fiel a nuestra condición de laicos católicos deseo
vivamente que se cumpla aquello que enunciara Dom Guéranger: "Hay una gracia
inherente a la confesión plena y entera de la Verdad. Esta confesión —nos dice el
Apóstol— es la salvación de quienes la hacen y la experiencia demuestra que ella
es asimismo la salvación de quienes la escuchan". La gravedad del fenómeno actual
de la I G L E S I A C L A N D E S T I N A exige esa "confesión plena y entera de la
Verdad" con la ponderación y energía que requiere asunto tan delicado como
trascendental
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La mención realizada a lo largo de este trabajo de ciertas personas y de su actuación o
conexiones, se hace en la medida misma en que su participación o colaboración con la Iglesia
Clandestina son manifiestas y reflejan aspectos importantes del proceso analizado. Muchos otros
casos, tal vez no menos significativos que los mencionados, no serán consignados —al menos por
ahora— por razones prudenciales y en la esperanza de que un cambio manifiesto de actitud en
dichas personas dispense de mencionarlas expresamente.
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Cada una de las crisis sufridas por la Iglesia en los últimos siglos ha redundado
en una crisis de la unidad de los fieles. Pero la desunión de éstos no es sino el signo,
la manifestación exterior de una crisis de fe siempre en aumento. Esto es lo que
importa señalar ahora: la quiebra de la unidad, no es —en términos cristianos—
sino una crisis de fe. La razón de ello es simple: la unidad de la Iglesia misma es
unidad de Fe. Quien no haya comprendido que el fundamento esencial del edificio
eclesial reside en la participación en una misma fe, nada podrá comprender de la
crisis actual del cristianismo.
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Cristo (Rom., 10, 10), cuerpo vivo activo, sostenido y animado por Jesucristo, que
lo penetra con su virtud. Ella constituye una sola comunidad de salvación- el
Símbolo de la fe así lo enuncia: Creo en la Iglesia. . . una. Dios hizo a Cristo cabeza
de la Iglesia que es su cuerpo (Eph., 1, 22-23), y todos los miembros del cuerpo,
aunque numerosos, no son sino un cuerpo (I Cor., 12, 12). "Pero Aquel que
instituyó a la Iglesia única —dice León XIII— la ha instituido una, es decir, de tal
naturaleza, que todos los que debían ser sus miembros habían de estar unidos por
los vínculos de una sociedad estrechísima, hasta el punto de formar un solo pueblo,
un solo reino, un solo cuerpo". Un solo cuerpo, un solo espíritu, como habéis sido
llamados a una sola esperanza en vuestra vocación (Eph., 4, 4). En el mencionado
documento, León XIII agrega: "Una tan grande y absoluta concordia entre los
hombres debe tener por fundamento necesario la armonía y la unión de las
inteligencias, de la que derivará naturalmente la armonía de las voluntades y el
concierto de las acciones. Por esto, según su divino propósito, Jesucristo quiso que
la unidad de la fe (unitatem fidei) existiese en su Iglesia: porque la virtud de la fe es
el primero de todos los vínculos que unen al hombre con Dios, y a ella es a la que
debemos el nombre de fieles. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Eph., 4,
5)". Y la liturgia bautismal traduce esta concepción fundamental de la unidad
cristiana, en las dos primeras preguntas del ritual: ¿Qué pides a la Iglesia? La fe.
¿Qué te da la fe? La vida eterna.
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Porque vosotros lo sabéis, la hora histórica y espiritual que la Iglesia está atravesando,
especialmente en algunos países, no es serena; y esto es tanto para los pastores de la Iglesia
como para Nos motivo de viva preocupación y, a veces, de grande amargura. Y ello no sólo
porque el mundo moderno va desprendiéndose del sentido de Dios, pagado como está de la
riqueza de sus conquistas en el campo científico y técnico; no ya porque éstas exijan "la
muerte de Dios", como alguien ha dicho con expresión desgraciada, porque exijan una
mentalidad atea y alejada de toda religión; tales progresos característicos del mundo
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moderno exigirían, en cambio, un más alto, más penetrante, más adorador sentido de Dios,
una religión más pura y más viva sobre los vestigios del saber humano, no sólo, decimos,
por esta práctica apostasía religiosa tan difusa, sino también, y con relación a la
sensibilidad de quien tiene la responsabilidad en la Iglesia, por la inquietud especialmente
que turba algunos sectores del propio mundo católico.
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todos observan— la ortodoxia, esto es, la pureza de la doctrina no parece ocupar el primer
puesto en la psicología de los cristianos: ¡cuántas cosas, cuántas verdades se ponen en tela
de juicio y en duda!; ¡cuánta libertad se reivindica frente al patrimonio auténtico de la
doctrina católica, no sólo para estudiarlo en sus riquezas, profundizarlo y explicarlo mejor
a los hombres de nuestro tiempo, sino, a veces, para subordinarlo a ese relativismo en el
que el pensamiento profano experimenta su inseguridad y en el que busca su nueva
expresión, o bien para adaptarlo y como para proporcionarlo al gusto moderno y a la
capacidad receptiva de la mentalidad corriente! Hermanos, seamos fieles y tengamos
confianza en que en la medida misma de nuestra fidelidad al dogma católico ni la aridez de
nuestra enseñanza ni la sordera de la presente generación harán ineficaz nuestra palabra,
sino que su fecundidad, su vivacidad, su capacidad de penetración encontrarán su innata y
prodigiosa virtud (cf. Hebr., 4, 12; II Cor. 10, 5).
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impulso positivo de renovación. Es indudable que gran parte del desorden actual es
imputable a reacciones exageradas o renovaciones malentendidas de clérigos y
laicos que conservan su buena fe. Pero tales actitudes "sinceras" aunque desviadas
no bastan para explicar la crisis actual. No en vano leemos en el último texto de
Pablo VI transcripto, la referencia expresa a grupos que terminan por dar sus
preferencias a otras ideologías, ya sean religiosas, ya sociales, y no a la auténtica
fe cristiana (7-5-69).
Es precisamente la estructura y los métodos de acción de tales grupos lo que
motiva el presente estudio. Su existencia configura hoy en el catolicismo un
fenómeno relativamente nuevo que merece el calificativo de IGLESTA
C LANDESTINA , de IGLESIA P ARALELA , de IGLESIA S UBTERRÁNEA (Under-
ground Church), etc. Por mi parte, creo que la designación que mejor refleja su
verdadera esencia subversiva y anticristiana es el de IGLESIA C LANDESTINA 2 .
2
Ver en "Verbo", n" 94, de setiembre 1969, el excelente trabajo de Irving Shelton, "La Iglesia
subterránea en los Estados Unidos".
En los últimos años, y muy particularmente desde que Juan XXIII diera curso a
la inspiración providencial constituida por el Concilio Vaticano II, la Iglesia se
encuentra sometida a un proceso cada día más grave de guerra psicológica
organizada precisamente por los grupos repetidas veces denunciados por Pablo VI
como responsables de la "autodestrucción" de la Iglesia.
Dicho proceso se caracteriza esencialmente por someter todas las realidades
eclesiales a una división dialéctica, es decir, a un proceso de oposición
contradictoria entre cosas o personas, planteado de tal suerte que se condiciona al
lector o participante a optar por un valor, un grupo o una realidad contra otro valor,
grupo o realidad. En última instancia, todas las "contradicciones" sugeridas o
impuestas por distintos medios tienden a polarizarse en un conflicto de personas o
grupos concretos. Por razones tácticas, el carácter "personal" de la lucha suele ser
presentado como un conflicto de valores, de mentalidades, etc., lo cual lo reviste de
una apariencia impersonal, ideológica, menos mezquina y más seductora para la
opinión pública de los católicos. Todo el arte de este proceso de dialectización
reside en procurar que las víctimas del condicionamiento, así presentado y
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su amor rehusado y despreciado, solos con sus lágrimas y sus oraciones. Solos con
Jesús y su Santísima Madre, en el umbral del primero de los misterios dolorosos.
La celebración del Concilio Vaticano II fue aprovechada por los grupos
neomodernistas que —como veremos— constituyen la Iglesia clandestina, para
denigrar públicamente a todos aquéllos, clérigos o laicos, que situados en cualquier
función importante dentro de la Iglesia, pudieran servir de freno a sus ocultos
designios. El aparato periodístico fue creando, a través especialmente de las
publicaciones católicas influenciadas por los grupos neomodernistas, el clima
dialéctico que permitiría inducir a un número más o menos considerable de Padres
conciliares a adherir —por oposición a los falsamente calificados de
"integristas"— a las medidas "renovadoras" o "progresistas" propiciadas por
aquéllos. Sólo la asistencia del Espíritu Santo sobre su Iglesia ha podido superar en
lo esencial las consecuencias lógicas de la maniobra. El para-Concilio o Concilio
paralelo, es decir, la falsa imagen periodística de la magna Asamblea, no ha
afectado las decisiones conciliares (como puede verse por los votos de aprobación
de cada documento conciliar). Pero sí afectó considerablemente el clima de las
sesiones y, sobre todo, afectó y sigue deformando considerablemente aún hoy para
un gran número de católicos, la verdadera dimensión espiritual del Concilio.
Muchos son los que aún hoy, a cuatro años de la clausura, siguen prestando oído
atento a los falsos slogans neomodernistas del progresismo clandestino, creídos
—por su ingenuidad y negligencia— de que tales slogans pretendidamente
"conciliares" han sido aprobados oficialmente por Vaticano II. Ello explica el eco
favorable en muchos buenos cristianos de la llamada mentalidad postconciliar
tantas veces criticada públicamente por Pablo VI.
La técnica utilizada por el progresismo en la creación de la mentalidad
post-conciliar es tan simple como eficaz, y reproduce el proceso dialéctico antes
mencionado. En el número 44/45 de Verbo, de septiembre 1964, se publicó un
artículo muy profundo, titulado "Dialéctica entre católicos", en el cual Jean
Madiran demostraba las falsas polarizaciones entre "conservadores" y
"renovadores", entre el "freno" y el "motor", entre el "centro" (Roma) y la
"periferia". Sus reflexiones conservan total actualidad. Oigamos ahora el tes-
timonio autorizado de Marcel Clément, que siguió como periodista día a día, en
una crónica detallada, de admirable ponderación, el desarrollo de todo el Concilio.
En su trabajo "El II Concilio Vaticano en el sentido de la Historia" (Congreso de
Lausanne, 1969), resumió claramente la técnica utilizada por los
peudo-renovadores:
La renovación conciliar —o mejor dicho, post-conciliar—, según el príncipe
de las tinieblas, consiste en una interpretación dialéctica del Concilio. Os doy la
técnica; podréis emplearla. ¡Resulta fácil una vez comprendida!
Por ejemplo, hay la Escritura y hay la tradición. En el Concilio se dio a la
liturgia de la Palabra algo más de importancia, es decir, se dio más importancia a la
Escritura. Desde ese momento hay quien alza la Escritura contra la tradición. Se ha
hablado mucho de pastoral, entonces alzan la "Pastoral" contra lo "Doctrinal". La
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Sobre la "práctica de la dialéctica" en el marxismo-leninismo, en total coincidencia metódica
con lo aquí señalado, ver el libro de Jean Ma- diran, La vieillesse du monde, Nouvelles Ed. Latines,
París, 1966.
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4
Cf. Emile Simard, Nature et portee de la méthode Scientifique, Québec, 1959, en el cual se
explica que todas las conclusiones de las ciencias experimentales modernas son meramente
probables, o sea, inciertas y, por lo mismo, sujetas a modificación.
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s
Sobre la necesidad de respetar en Teología la formulación que los dogmas han recibido a
través de los siglos, ver el admirable texto de Pablo VI en la encíclica Mysterium Fidei.
6
Ver al respecto mi trabajo "Esperanza cristiana y mesianismos temporales", en VERBO, n' 81,
junio 1968.
etcétera, que son teilhardianos porque ni siquiera han leído todo Teilhard una sola
vez, o cristiano-marxistas que ignoran olímpicamente los severos y numerosos
juicios de la Iglesia sobre el capitalismo liberal, o teólogos-sociales que desprecian
la doctrina social de la Iglesia que nunca han conocido, o li- turgistas "go-go" que
desconocen lo más elemental del canto gregoriano y del simple buen gusto musical.
Su ignorancia supina estimula su audacia sin límites y, recíprocamente, su audaz
vanidad facilita el no abocarse a un estudio serio de los grandes autores y
documentos. Lo dicho se verifica aun en el plano de la actividad sacerdotal
cotidiana. Los pseudo- profetas del progresismo reforman cotidianamente la
predicación, los ritos sacramentales, la catequesis, la moral conyugal, la
orientación pastoral, etc., de los demás, pues ellos están habitualmente tan
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homo). Este hombre sin fe —ignorante o rebelde— se torna en el lobo del hombre
hobbesiano.
Lo grave es que dichos católicos, encerrados en la imagen de su propia
inoperancia, la extienden a la Iglesia universal y le enjaretan cuanto desorden
existe, en vez de serenarse y constatar que la verdad cristiana no sólo resalta en su
presencia y encarnación en el mundo, sino también en su negación. "Quitad lo
sobrenatural —decía Chesterton—, sólo queda lo que NO es natural". Aun
aquellas verdades y virtudes del orden natural se tornan difíciles de conocer y de
practicar cuando falta el aliento de la gracia sobrenatural. Si el mundo actual ha
alcanzado niveles muy poco comunes en la degradación de los valores humanos,
ello es debido a su actitud de rebeldía frente a la verdad cristiana. Todo or-
denamiento realizado por los hombres, o bien se ordena a Dios, o bien conspira en
su contra. Nada hay indiferente en la historia humana, pues aun aquellas realidades
que son de suyo indiferentes, éticamente hablando, no pueden ser instrumentadas
por el hombre sino para su plenitud o su destrucción, tanto natural como
sobrenatural.
Así llegamos a lo que constituye la entraña misma del error del
neomodernismo progresista. Inspirados por el espíritu de novedad (novatores),
tambaleantes en su fe, imbuidos de los gravísimos errores de la filosofía moderna,
desprecian la verdad cristiana como inoperante y confían en que su "adaptación" a
las doctrinas modernas le conferirá una vigencia que de otro modo no lograrían
darle. De ahí su odio irracional por todo lo que aparezca revestido de tradición, de
antigüedad; de ahí su desprecio por una escolástica y un Santo Tomás de Aquino
que nunca asimilaron y que muy pocos de entre ellos intentaron siquiera conocer.
Huérfanos de ideas, ceden a las presiones y modas intelectuales del momento,
rehaciendo a sus expensas muy viejos errores como si fuesen geniales
descubrimientos de última hora. Su odio contra toda tradición, auténtica o
inauténtica, los lleva, consciente o inconscientemente, a destruir a la Iglesia, en la
medida en que ignoran u olvidan que la Iglesia es esencialmente tradición
(tradido), es decir, comunicación permanente y participación de la verdad que es
Cristo Redentor y de la gracia que por El es trasmitida a todo su Cuerpo Místico 7.
7
Sobre el sentido profundo de la traditio o parádosis como vínculo incesante que religa al
Creador con las creaturas, cf. Carlos A. Disandro, "Tradición, creación, renovación", Ed. Hostería
Volante, La Plata, 1965.
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8
Sobre la relación de la pusilanimidad con los vicios contrarios a la esperanza cristiana, cf.
los libros de Josef Pieper, "Sobre la esperanza" y "La fe", edit. Patmos, n« 9 y 124, Madrid.
9
Ver encíclica Quas Primas de Pío XI sobre la Realeza Social de Nuestro Señor.
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10
Jean Daniélou, "Tests", Paris, 1969.
11
Sobre el sentido cristiano de la historia, cf. los artículos de J. Madiran, de J. Ousset y de M.
Clément publicados en VERBO, n® 89/90, 91 y 92/93.
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confianza cuando constaten que no sólo la doctrina social cristiana es una doctrina
práctica, sino que para colmo es mucho más eficaz que todo lo vanamente
intentado hasta la fecha para solucionar los problemas políticos y sociales. Ya dijo
Pío XI en una ocasión, constatando tantos fracasos: "Se ha ensayado todo; ¿no
habrá llegado la hora de ensayar la Verdad?".
El espíritu contubernista del neomodernismo progresista no hace, por lo tanto,
sino reeditar con fórmulas variadas el error condenado en la proposición n9 80 del
Syllabus, de Pío IX: "El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir
con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna". Fácil amalgama, para
lograr la cual utilizan y deforman astutamente palabras tan nobles como
"ecumenismo", "diálogo", "apertura", "compromiso", etc. La actualidad del
lenguaje no logra, sin embargo, disimular la mediocridad del producto para los
espíritus formados en la docilidad al Magisterio infalible. No obstante ello, los
estragos que causan con su práctica irresponsable son muy profundos y ponen en
peligro a muchas almas.
No puedo extenderme más sobre muy importantes aspectos conexos con la
subversión doctrinal y práctica del progresismo. Otros autores lo han hecho antes y
mejor; a ellos me remito 12. Debemos considerar ahora la organización clandestina
de los grupos modernistas.
Tres años después de publicada la encíclica Pascendi con la expresa
condenación de los errores doctrinales y de los métodos de acción asumidos por los
modernistas, San Pío X promulgó un documento de excepcional importancia en los
anales de la historia eclesiástica: el Motu proprio de fecha l9 de septiembre de
1910.
12
Respecto de la vasta literatura sobre el progresismo, son fundamentales las obras de Jean
Madiran, "L'Intégrisme, histoire d'une his- toire" (Nouvelles Edit. Latines, París, 1964), "lis ne
savent pas ce qu'ils font" (idem, 1955), "lis ne savent pas ce qu'ils disent" (idem, 1955), "On ne se
moque pas de Dieu" (idem, 1957) y "Hérésie du XX'.eme siécle" (idem, 1968) y los importantes
artículos publicados en la revista Iti- néraires; los libros de Hans Urs von Balthasar, "¿Quién es un
cristiano?" (Ed. Guadarrama, Madrid, 1967) y "Seriedad con las cosas" (Ed. Estela, Madrid, 1968);
Santiago Ramírez, "Teología nueva y teología" (Ed. Ateneo, Madrid, 1958); Michael Schamus,
"Permanencia y progreso en el cristianismo" (Ed. Taurus, Madrid, 1962); Mons. Bruno de Solages,
"Postulados doctrinarios del Progresismo" (Huemul, Bs. As., 1964); P. Ricart Torrens, "Lo que no
dijo el Concilio(Madrid, 1967); Martín Brugarola S. J., "Crisis y esperanza de la Iglesia" (Studium,
Madrid, 1968); Card. Jean Daniélou, "L'Oraison, probléme politique" (Fayard, París, 1964) y
"Tests" (París, 1969); Joaquín Sáenz y Arriaga, "Cuerna- vaca y el progresismo religioso en
México" (México, 1967). En la literatura argentina sobre el progresismo cabe destacar los
excelentes trabajos del P. Julio Meinvielle, especialmente sus libros: "De Lamennais a Maritairí'
(2* ed., Theoría, Bs. As., 1967), "Teilhard de Chardin o la religión de la evolución" (idem, 1965) y
su magistral "La Iglesia y el mundo moderno" (idem, 1966) que no tiene parangón en la literatura
internacional; además sus conferencias "En torno al progresismo cristiano" (Ed. Huemul, 1964),
"La Ecclesiam Suam y el progresismo cristiano" (Ed. Nuevo Orden, Bs. As., 1964), "Un
cristianismo sin Dios y sin Cristo, término del progresismo cristiano" (idem, 1964), "Presencia en
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la hora actual" (F.d. Cruz y Fierro, Bs. As., 1967) y "Un progresismo vergonzante" (idem, 1967).
También cabe mencionar del P. A. García Vieyra O. P., "El error del progresismo" (Bs. Aires,
1964) y su artículo "Sustitución de la Teología" (VERBO, n9 59); de Juan A. Casaubon "La
revolución moderna" (Ed. Nuevo Orden, 1967) y sus artículos "Más allá de una dialéctica entre
católicos" (VERBO, n° 44) y "Error inicial, error terminal y raíces del progresismo cristiano"
(Roma, n' 9, mayo de 1969).
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cuanto están más cerca de nosotros", lo cual parece aludir a que han escalado
posiciones dentro de la propia jerarquía; 3) que los métodos empleados no han
variado-, "esos hombres no difieren en nada de aquellos que hemos descrito"; 4)
que se han convertido en "enemigos declarados que. . . se proponen la destrucción
de la Fe", lo cual manifiesta no sólo su espíritu negativo sino que, al menos, los
jefes buscan deliberadamente destruir la Iglesia; y 5) que con tal propósito, han
"concertado un pacto con los peores adversarios de la Iglesia", tales enemigos no
pueden ser otros que la masonería y el socialismo comunista —según los
documentos del Magisterio— máxime que masonería y comunismo se caracterizan
por su estructura clandestina.
He aquí señalada y descripta en lo esencial la constitución de la Iglesia
clandestina en el seno mismo de la Iglesia de Cristo (in sinu gremioque Ecclesiae).
Cabe preguntarse entonces, con Jean Madiran l3, ¿en qué medida ese
modernismo clandestino ha sobrevivido y, en qué medida se ha transformado? Ello
es tanto más vital y urgente cuanto que aun las mejores historias de la Iglesia en el
siglo xx, eluden el crucial interrogante.
El Mota Proprio del 1-9-1910 no fue la única o última intervención de San Pío
X respecto del modernismo clandestino. El 27-5-1914 el Papa constata, pocos
meses antes de su muerte, que el modernismo sigue actuando y que su voz no es
oída, aun por obispos o cardenales (¡cuántos capitanes!):
"Estamos, ¡ay!, en unos tiempos en que se acogen y adoptan con gran facilidad
ciertas ideas de conciliación de la Fe con el espíritu moderno, ideas que conducen
mucho más lejos de lo que se piensa, no sólo al debilitamiento, sino a la pérdida
total de la Fe. Ya no causa asombro oír a personas que se deleitan con palabras muy
vagas de aspiraciones modernas, de fuerza del progreso y de la civilización, que
afirman la existencia de una conciencia seglar, de una conciencia política, opuesta a
la conciencia de la Iglesia, contra la que se sostienen el derecho y el deber de
reaccionar para corregirla y enderezarla. No es sorprendente encontrar personas
que expresen dudas e incertidumbres sobre las verdades, e incluso que afirman
obstinadamente errores manifiestos, cien veces condenados, y que a pesar de eso se
persuaden de no haberse
13
Cf. Jean Madiran, "La Cité Catkolique aujourd'hui", revista Itinéraires (n° 62 al 65,
mayo-agosto 1962) a quien seguimos en este punto.
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alejado jamás de la Iglesia, porque a veces han seguido las prácticas cristianas.
¡Oh!, cuántos navegantes, cuántos capitanes, por poner su confianza en novedades
profanas y en la ciencia embustera del tiempo, en lugar de arribar a puerto han
naufragado!".
"Entre tantos peligros, en toda ocasión no he dejado de hacer oír mi voz para
llamar a los extraviados, para señalar los daños y trazar a los católicos la ruta a
seguir. Pero mi palabra no ha sido siempre por todos bien oída ni bien interpretada,
por clara y precisa que haya sido. . . Decid solemnemente que los hijos abnegados
del Papa son los que obedecen a su palabra y la siguen en todo, no los que estudian
los medios de eludir sus órdenes o de obligarle por instancias dignas de mejor
causa, a exenciones o dispensas tanto más dolorosas, cuanto que causan mayor mal
y escándalo".
Llegado Benedicto XV al pontificado, hace mención expresa de las tendencias
y del espíritu del modernismo en su primera encíclica Ad Beatissimi, del
1-11-1914, en los siguien- ter términos:
"...Así se engendraron los monstruosos errores del modernismo, que nuestro
Predecesor llamó justamente síntesis de todas las herejías y condenó
solemnemente. Nos, venerables hermanos, renovamos aquí esta condenación en
toda su extensión. Y dado que tan pestífero contagio no ha sido aún enteramente
atajado, sino que todavía se manifiesta acá y allá, aunque solapadamente, Nos
exhortamos a que con sumo cuidado se guarde cada uno del peligro de contraerlo
[...]. Y no solamente deseamos que los católicos se guarden de los errores de los
modernistas, sino también de sus tendencias o del espíritu modernista, como suele
decirse; el que queda inficionado de este espíritu rechaza con desdén todo lo que
sabe a antigüedad y busca con avidez la novedad en todas las cosas: en el modo de
hablar de las cosas divinas, en la celebración del culto sagrado, en las instituciones
católicas y hasta en el ejercicio privado de la piedad. Queremos, por tanto, que sea
respetada aquella ley de nuestros mayores: "Que nada sea innovado, si no es en el
sentido de la tradición" (Nihil innovetur, nisi quod traditum est); la cual, si por una
parte, ha de ser observada inviolablemente en las cosas de fe, por otra, sin embargo,
debe servir de norma para todo aquello que pueda sufrir mutación, si bien aun en
esto vale generalmente la regla: Non nova, sed noviter (no novedades, sino de un
modo nuevo)".
La misma actitud es mantenida por Pío XI en su primera encíclica Ubi arcano
Dei, del 23-12-1922, con relación a la gravedad y clandestinidad del proceso
modernista, pero señala expresamente su transformación en modernismo moral,
jurídico y social, de predominantemente dogmático que fue en un principio u:
"Porque ¿cuántos hay que profesan seguir las doctrinas católicas en todo lo
que se refiere a la autoridad en la sociedad civil y en el respeto que se le ha de tener,
o al derecho de propiedad, y a los derechos y deberes de los obreros industriales y
agrícolas, o a las relaciones de los Estados entre sí, o entre patronos y obreros, o a
las relaciones de la Iglesia y del Estado, o a los derechos de la Santa Sede y del
31
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14
Cabe mencionar que ello no implica una transformación esencial del modernismo, pues ya
señalamos que el propio San Pío X en su carta al Episcopado francés, Notre Charge Apostolique
condenó expresamente el modernismo social y político del Sillón de Marc Sagnier en 1910. En tal
sentido, resulta importante el libro del Padre J. Fontaine "Le moder- nisme social", Ed. Lethielleux,
París, 1909, dedicado a Pío X.
32
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15
Resulta muy interesante recoger aquí el testimonio tan poco "sospechoso" de un hombre
como Joseph Folliet, el cual en un artículo de la Chronique Sacíale de 1955, hacía notar lo siguiente:
"Incluso disueltas por la autoridad civil o religiosa, las sociedades secretas tienen tendencia a
subsistir o a reconstruirse en cuanto se presenta la primera ocasión. Este hecho no deja de llamar la
atención de todo historiador. . .".
daño objetivo de su conducta. Ellos se forman una doble conciencia en cuanto que,
mientras pretenden seguir siendo miembros de la comunidad cristiana, militan al
mismo tiempo, como tropas auxiliares, en las filas de los que niegan a Dios. Pero
precisamente esa duplicidad o ese desdoblamiento amenaza con hacer de ellos,
tarde o temprano, un tumor en el seno mismo de la Cristiandad".
33
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34
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16
"Dangers du catholicísrne d'aujourd'hui", Ed. Desclée, París, 1960.
Las afirmaciones del P. Rahner han sido recientemente confirmadas por otra
voz —poco susceptible de ser calificada de rigorismo anticuado—, la de Jacques
Maritain, quien en su libro uLe Paysan de la Garonne" denuncia con vehemencia la
"apostasía inmanente" del neomodernismo progresista. El calificativo es aún más
severo que el de Rahner, pero no menos cierto, si se tiene en cuenta que el
progresismo ha dado muchos pasos hacia el alejamiento de las verdades cristianas
más fundamentales, en los últimos años. El testimonio de Maritain es tanto más
interesante cuanto que proviene de alguien que contribuyera como pocos a difundir
tesis progresistas en materia de filosofía política 17.
Ejemplo típico del deseo neomodernista de transformar a la Iglesia desde su
interior, es el de Teilhard de Chardin. En carta 18 a un sacerdote dominico apóstata,
amigo suyo, a poco de conocida Hurnani Generis, Teilhard explica cuál es su
motivo y su intención para permanecer dentro de la Iglesia católica:
35
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17
Sobre todo en sus obras "Humanisme Integral", "Christianisme et Démocratie" y "Les
Droits de l'homme et la loi naturelle". El personalismo maritainiano reformuló las tesis del
catolicismo liberal de Lamennais, siendo, a su vez, prolongado en sus errores por Emmanuel
Maunier y el grupo Esprit. Para la crítica de sus errores cf. los trabajos del P. Julio Meinvielle (su
crítico más agudo) citados en una nota anterior.
18
El texto ha sido dado a conocer por Henri Rambaud. La presente versión ha sido tomada
de la revista Roca Viva, n' 7, julio de 1968.
"Ayer le he enviado a usted tres pequeños ensayos para explicarle mi posición actual (El
Corazón de la Materia es una memoria efectivamente enviada a Roma sin resultado, naturalmente. .
., por lo cual no hay que hacerse ilusiones).
"Esencialmente, yo considero, como usted, que la Iglesia (como toda realidad viviente al cabo
de cierto tiempo) llega a un período de mudanza o reforma necesaria. Al término de dos mil años,
ello es inevitable. La humanidad está en trance de cambiar. ¿Cómo no había de hacerlo el
cristianismo? Mas, precisamente, considero que la Reforma en cuestión (mucho más profunda que
la del siglo xvi) no es una simple cuestión de instituciones y costumbres, sino de Fe. De cualquier
modo, nuestra imagen de Dios se ha desdoblado: transversalmente (si puede así decirse) ; junto al
Dios tradicional y trascendente de lo En Alto, una especie de Dios de lo En Adelante surge para
nosotros, desde hace un siglo, en dirección de algo ultrahumano. En mi opinión, aquí está todo. Se
trata para el hombre de repensar a Dios en términos, no de Cosmos, sino de Cosmogénesis: un Dios
al que no se adora ni se espera más que a través de la realización de un Universo que él ilumina e
irreversi- biliza por dentro. Sí, lo En Alto y lo En Adelante se sintetizan en un Por Dentro.
"Pues bien, este gesto fundamental del alumbramiento de una nueva Fe para la Tierra (Fe en lo
En Alto combinada con lo En Adelante), solamente, yo creo (e imagino que usted participa de mi
opinión), solamente el cristianismo puede hacerlo, a partir de la asombrosa realidad de su Cristo
Resucitado: no una entidad abstracta, sino objeto de una ancha corriente mística, extraordina-
riamente adaptable y viviente. Estoy convencido: es de una Cristología nueva extendida a las
dimensiones orgánicas de nuestro nuevo Universo de la que se apresta a salir la Religión del
mañana.
"Esto dicho (y es aquí donde diferimos: ¿pero acaso la vida misma no procede por buenas
voluntades que marchan a tientas?), esto dicho, yo no veo mejor medio de promover lo que anticipo
que trabajar en la reforma (como está definida más arriba) por dentro: es decir, por una tarea sincera
en el phylum cuyo desarrollo espero. Muy sinceramente (¡y sin desear criticar el gesto de usted!) no
veo en el tallo romano en su integridad, sino el soporte biológico suficientemente amplio y
diferenciado para operar y soportar la transformación esperada. Y esto no es pura especulación.
Durante cincuenta años he visto demasiado de cerca cómo alrededor de mí se revitalizaban la vida y
el pensamiento cristianos —pese a toda Encíclica— como para no tener una inmensa confianza en el
poder de reanimación del viejo tallo. Trabajemos cada uno por su lado. Todo lo que sube converge.
Muy cordialmente suyo".
36
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Teilhard de Chardin
¡Típico ejemplo del dualismo práctico del clan modernista! Por un lado se
promete obediencia, no difundir sus escritos, etc.; pero, en realidad, se eluden estas
promesas con el subterfugio del "anonimato" que sirve para engañar superiores,
pero no para confundir a los discípulos. El "caso" Teilhard se convierte así en
prototipo de conducta de todos aquellos que, sin abandonar exteriormente la
Iglesia, la han abandonado ya en la intimidad de su conciencia dislocada, para
erigirse en reformadores universales y en jueces implacables de sus propios
superiores y hasta del propio Magisterio pontificio.
37
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Todo esto no es nuevo, ya existía antes del Concilio. Es la obra de casi un siglo
del trabajo de demolición emprendido por los grupos clandestinos del modernismo
primero, del neo- modernismo progresista luego. Los dos gruesos tomos de abru-
madora documentación de Jacques Marteaux muestran en detalle cómo se operó la
infiltración del progresismo social dentro de la Iglesia de Francia, quiénes fueron
sus líderes y los grupos y publicaciones, y cuáles sus procedimientos. Hace pocos
años, el P. Gastón Fessard S. J. dedicó los dos tomos de su obra "De l'actualité
historique" (Desclée, París), para señalar los progresos del neomodernismo social
francés y su asimilación de la filosofía hegeliana y marxista en absurda amalgama
con tesis tomistas. No me es posible hacer una exposición detallada de tal proceso,
pues hacerlo excedería los límites de este trabajo. Baste señalar que la misma
evolución se ha reiterado en lo esencial en la mayoría de los países católicos de
Europa y de América.
38
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19
Ver mi trabajo "Los excesos de cierta prensa católica (Derivaciones del problema PAX)",
en VERBO, n° 44, agosto 1964.
39
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El estudio realizado por la revista Ecclesia (n9 1423, del 11-1-69) denuncia la
aparición y proliferación de pequeños grupos independientes de carácter profético
o carismático. La existencia de este fenómeno ha sido reafirmada nada menos que
por la revista ICI (n9 303, p. 6) por Frangois Houtart y por J. Grotaers en su artículo
"Estructuras y comunidades vivientes en la Iglesia post- conciliar" (IDO-C, del
15-5-67).
40
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En nombre de las tesis antes señaladas, los grupos pro- fóticos se dedican a
descubrir a través de lo que llaman "los signos de los tiempos" todos aquellos
fenómenos que por ser propios de nuestra convulsionada época deben ser
reconocidos, asumidos y aceptados como principios inspiradores de nuestro
pensamiento y nuestra acción como cristianos. Uno de los hechos principales es el
fenómeno contemporáneo y masivo del ateísmo. En lugar de ver en él la lógica
consecuencia de la decadencia espiritual y social de Occidente, se lo enarbola
simultáneamente en dos sentidos contradictorios. Por un lado, se lo considera como
algo negativo al solo efecto de crear en los católicos el "complejo de culpabilidad"
antes señalado, para obtener su dimisión o renuncia a toda tarea verdaderamente
creadora en el plano temporal (por ejemplo, con frases como la siguiente: "El
mundo no es ateo por culpa suya, sino por culpa nuestra"). Por otro lado, se lo
enfoca "positivamente" y se lo enarbola como un signo de la gran madurez
alcanzada por la humanidad moderna, como purificación de antiguas "mitologías"
alienantes, etc. Ejemplo de ello es el testimonio del escritor brasileño Alceu de
Amoroso Lima (Tristón de Athayde), miembro de la Comisión Pontificia Justicia y
41
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20
Quien más ha elaborado, en nuestro país, esta temática característica de los "grupos
proféticos" es el Padre Arturo Paoli (de los Hermanitos de Jesús) en su libro "La persona, el mundo
y Dios", ed. Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1967. En dicha obra Paoli sostiene reiteradas veces la tesis
esencial del progresismo neomodernista, i. e., la sumisión total de la Iglesia al mundo moderno y, en
particular, a la cultura moderna. Para una visión crítica de esta versión progresista, cf. de Julio
Meinvielle, "Un progresismo vergonzante", ed. Cruz y Fierro Editores, Buenos Aires, 1967. Más
adelante consideraremos la vinculación del P. Paoli con el Movimiento del Tercer Mundo.
21
Una religión para nuestro tiempo, ed. Sigúeme, Salamanca, 1965.
42
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22
Cf. el estudio del P. Rouquette, "Mystique d'iricaarriation ou rnystique d'assomption",
aparecido en Etudes, III, 52, p. 390 y sig., en el cual criticaba las tesis del P. Mauricio Montuclard y
su movimiento Jeunesse de l'F.gUse. El autor lia pasado (como tantos otros), de crítico del
progresismo a ser uno de sus abanderados.
43
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Sobre el Espíritu Santo, tal y como nos ha sido anunciado y enaltecido por todo el Concilio, el
discurso sería largo. No deberíamos dejar de rectificar ciertas opiniones que algunos tienen sobre su
acción carismática, como si cada uno pudiera atribuirse el sentirse favorecido con ella para
sustraerse a la obediencia de la autoridad jerárquica, como si se pudiera apelar a una Iglesia
carismática en oposición a una Iglesia institucional y jurídica
23 Prendre la main tendue, en la obra colectiva "Les chrétiens et la politique", ed. du Temps
Présent, París, 1919, p. 6.
24 Op. cit., p. 60. Andró Mandouze formó parte de la Unión des Chrétiens Progressistes (U.
C. P.), fundada en París en 1947. Al disolverse la Unión por la condenación de toda colaboración
con el comunismo enunciada en 1949 por el Santo Oficio, surgió de inmediato la revista La
Quinzaine, a su vez disuelta por intervención de la jerarquía en 1955. Estos grupos surgieron del
movimiento Jeunesse de l'Eglise, fundado en Lyon, en 1936, por el P. Maurice Montuclard O. P., y
contó entre otros colaboradores a los grandes teólogos del progresismo postconciliar Congar O. P. y
Chénu O. P. Montuclard fue sancionado y quedó reducido al estado laical, viendo su libro "Les
évéments et la foi", en el Index en 1953. Desde entonces organizó un Centre de Liaison et de
Recherche con todo su equipo y siguió trabajando en la demolición de la Iglesia. Cf. de Pedro
Rodríguez García, "Planteamiento doctrinal del progresismo cristiano" (Editoria Nacional,
Madrid, 1961) y el libro del progresista Adrien Dansette "Destín du Catholicisme Franfais (1936-
56)", ed. Flammarion, París, 1957, p. 233 y sig. (cfr. Ene. Mystici Corporis, 1943, n9 62, ss.) ; y
como si los caris- mas del Espíritu Santo, cuando son auténticos (cfr. I Tes., 5, 19-22; I Tirn., 1, 18),
no fueran favores concedidos para utilidad de la comunidad eclesial, para la edificación del Cuerpo
Místico de Cristo (I Pedro, 4, 10) y no fueran preferentemente concedidos a quien en ella tienen
funciones directivas especiales (cfr. 1 Cor., 12, 28) y sujetos a la autoridad de la Jerarquía (cfr.
Lumen Gentium, n9 7, y Apost. Actuos, n9 3). Sigue en pie para quien quiere vivir con la Iglesia y de
la Iglesia el gran misterio de su animación por virtud del Espíritu Santo; animación que el Concilio
ha destacado enormemente y que nos obliga a valorarlo donde él está presente y operante, en la
oración, en la meditación, en la consideración de la presencia de Cristo en nosotros (cfr. Efe., 3, 17),
en la apreciación suprema de la caridad, el grande y primer carisma (I Cor., 12, 31), en la celosa
defensa del estado de gracia. La gracia es la comunión de la vida divina en nosotros: ¿Por qué se
habla de ello ahora tan poco? ¿Por qué son tantos los que parecen no hacer caso de todas las
experiencias prohibidas y destruyen en sí mismos el sentido del pecado, que no a defender en la
propia conciencia el testimonio interior del Paráclito? (Juan, 15, 26).
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45
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10) EL IDO-C
El IDO-C está en estrecha vinculación con otros dos Centros afines: el CCC-C
(Centro de Coordinación de Comunicaciones Conciliares) y el DO-C (Centro
Holandés de Documentación). Resulta sumamente interesante analizar la
composición del comité ejecutivo del IDO-C:
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Hace cinco años eran claramente conocidas las tesis de progresismo diluido
enunciadas por el P. Mejía y su equipo en la revista "Criterio". Pero menos claras
resultaban sus conexiones con las organizaciones clandestinas progresistas. Su
apasionada —y desusada— defensa de ICI, a la vez que su
25
Cf. mi articulo citado en nota 19.
47
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"Este editor de la Santa Sede fue, sin embargo, puesto en su cargo, hace menos
de un año, por la editorial Herder & Herder, representada en el comité ejecutivo
internacional del IDO-C por J. Seeber, de Alemania, y en el Comité Internacional
para la Divulgación de la Documentación e Información Religiosas por el doctor
Seeber y el profesor N. Greitman, de Viena (y actualmente por Paul Burns, de
Burns & Oates). Esto hace que Herder & Herder cuente con no menos de cuatro
votos en estos dos comités-clave del IDO-C".
Otro aspecto no menos importante del IDO-C internacional está dado por la
presencia en sus organismos directivos de agentes del Partido Comunista y de
elementos declaradamente afines a organizaciones para-comunistas tipo PAX, de
Polonia. Así, por ejemplo, dentro de la Sección Nacional del IDO-C británico
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En Francia, la figura clave del IDO-C es J-P. Dubois Dumée, dirigente de ICI
(junto con Hourdin y J. de Brouc- ker) y animador de la red de publicaciones
progresistas mencionadas en el punto 8) de este trabajo. A través de su acción se
estructura el "Establishment" del progresismo francés.
26
Para mayor información sobre la vinculación entre SLANT y el PAX polaco, cf. de Hamish
Frazer su trabajo "La nouvelle Eglise de gauche" publicado en Permanences, n'' 38 (marzo, 1967).
49
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Este redactor del Establishment, como él mismo se denomina, cita sin hesitar
en el mismo artículo al Padre John Hugo. Aclaramos que "The Critic", es
reconocida como una publicación del Establishment. Admite que el Establishment
es una pequeña camarilla cuyos miembros admiran recíprocamente sus escritos, a
pesar de que a veces intentan oponerse a los mismos amablemente.
Dice "que se han apoderado de todos los micrófonos y están decididos a hablar
en nombre de la Iglesia".
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Este último es presentado sobre el papel como una oficina central de enlace.
Leo nos da numerosos ejemplos ilustrando la forma en que opera esta "oficina
central de enlace" para imponer su voluntad a la opinión pública católica y a través
de la misma, a la Iglesia.
Demuestra, por ejemplo, que los editores de "Cross Currents" y "The Critic"
(Joseph Cuneen y Dan Herr), son miembros del consejo del National Catholic
Repórter; que uno de los redactores del "Cross Currents" (William Birmingham)
edita "Mentor-Ome- ga" y trabaja para "Commonweal"; que Justus George Lawlor,
redactor en jefe de Herder & Herder, uno de los apoyos del "Establishment"; que
Sheed & Ward está dirigida por el ex redactor de "Commonweal" y "The Critic":
Philippe Scharper; que Wilfrid Sheed, que trabaja actualmente en el
"Commonweal", lo hacía antes para "Jubilee" y que la figura principal del
Establishment, Mi- chael Novak, tiene acceso a todos los periódicos y firmas
editoras del mismo.
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Léo nos demuestra la forma en que los miembros del Establishment se hacen
pequeños favores, se construyen reputaciones (mencionando en particular el caso
del teólogo canadiense Bernard Lonergan, al que lograron "destacar" mediante una
operación combinada entre J. G. Lawlor y M. Novak, a pesar de lo cual casi nadie
lee a Lonergan) y como el Establishment hace oír su voz en defensa de los
"perseguidos" (sus héroes son los que incurren en sanciones eclesiásticas, tales
como el Padre Daniel Berrigan S. J., en Inglaterra), procedió de esta manera en
defensa del Padre Me. Cabe O. P., en 19G7.
Léo admite, sin embargo, que las operaciones del Estabüsh- ment difícilmente
pueden ser puestas en evidencia. El "«establish- ment» católico" avanza
imperceptiblemente mediante los actos individuales de sus miembros. Léo expresa:
Para terminar, conviene dar a conocer a los principales miembros del IDO-C
en los países de habla hispana:
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ARGENTINA
Juan M. Soler, "Aquí Concilio", calle 55, n9 578, La Plata.
Carlos F. P. Lohlé, editorial, Viamonte 795, Buenos Aires.
R. P. J. Luzzi S. J., Colegio Máximo, San Miguel, F.C.S.M.
Pbro. Jorge Mejía, "Criterio", Alsina 840, Buenos Aires.
COLOMBIA
L. Rebollo Bravo, U.L.A.P.C., Apto. Aéreo 12.333, Bogotá.
CHILE
R. P. Juan Ochagavia S. J., "Mensaje", Casilla 10.445, Santiago.
R. P. J. Poblete S. J., "Centro Pastoral", Casilla 10.445, Santiago.
ITALIA
R. P. Arias, "El Pueblo", Vía Asmara 11, Roma.
R. P. Calderón, "Iglesia", Vía de Torre Rossa 2, Roma.
ESPAÑA
R. P. R. Duocastella, I.S.P.A., Buenavista 6, Barcelona.
Dr. J. M. González Ruiz, "Siglo XX", Galileo 20, Bajo A, Madrid.
Mons. J. Irribarren, "Ya", Plaza San Juan de la Cruz 6, Madrid.
Dr. E. Miret Magdalena, "Triunfo", H. Diez de Agosto, Madrid 1.
A. Montero, "Iglesia", Levante 16, Madrid 16.
Prof. Ruiz Giménez, "Cuadernos para el diálogo", Héroes del 10 de Agosto
5-4, Madrid.
MÉXICO
M. Alvarez Icasa, Movimiento Familiar, Tacuba 26, México, 1 DF.
J. Chávez González, "Revista Semanal", Hamburgo 31, México, 22 DF.
Srta. B. Hollants, Grupo Cuernavaca, Apto. 479, Cuer- navaca.
Sr. y Sra. Xaxier Wiechers, Mov. Familiar, Aristóteles 239, México 5 DF.
PERÚ
R. P. G. Gutiérrez, Merino, Apto. 3234, lima.
URUGUAY
L. A. Verissimo, Pedro F. Berreo 871, Montevideo.
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fieles, obligándolos a. aceptar por via de autoridad espiritual sus aberrantes tesis.
Todo esto no hace sino poner de manifiesto la comunidad de métodos entre el
modernismo denunciado por San Pío X a principios de siglo y los actuales
progresistas. En nombre de la fe, se impone la destrucción de la fe. En nombre de la
autoridad espiritual se exige el abandono de las prácticas religiosas, en nombre de
la competencia teológica se prohibe la difusión de la doctrina social de la Iglesia,
en nombre del Evangelio se prohibe cristianizar la economía, la política, la cultura.
En nombre del "sentido de la historia" se impone la colaboración con el
comunismo. . .
El "Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo" fue publicado en 1967, con
la firma de 18 obispos (9 brasileños, 1 colombiano y los restantes de países de
Europa, Asia y Africa). De inmediato fue ampliamente difundido por las pu-
blicaciones progresistas28 y la mínima representatividad de
28
Témoignage Chrétien del 31-7-67, La Croix del 19-9-67, el Her- der-Korrespondenz de
noviembre 1967, etc. El texto que utilizamos en las citas siguientes es el publicado por las conocidas
Ediciones Búsqueda, Buenos Aires, 1968, bajo el titulo Una respuesta al clamor de los pobres (El
subrayado es siempre nuestro).
57
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sus firmantes fue disimulada con la afirmación vaga de que eran muchos los
obispos que, sin firmar, estaban de acuerdo con todo su contenido. Es un ejemplo
más de las técnicas periodísticas antes denunciadas.
29
En adelante nos referimos a dicho Movimiento con la sigla M. S. T. M.
pasaje añade-, "Pero la historia muestra que ciertas revoluciones eran necesarias
y se han desprendido de su antirreli- eión produciendo buenos frutos. Ninguna lo
prueba más que la que en 1789 en Francia permitió la afirmación de los derechos
del hombre (cf. Pacem ín Terris)". Ambos textos son expresión típica del
progresismo social: afirmaciones excesivamente generales ("todos los poderes. .
.") que inducen al lector desprevenido a legitimar "las revoluciones" en general y a
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creer que toda revolución se aproximó más al bien común que el régimen anterior.
Sólo una total ignorancia de la historia permite sostener tales cosas. La misma
ignorancia califica a la irreligión de 1789 de "momentánea", a la Revolución
Francesa de haber producido "buenos frutos", de alabar su proclamación de los
"Derechos del Hombre y del Ciudadano" sin descubrir que tal declaración resume
todo el liberalismo contra el cual se erijen hoy los obispos firmantes como fiscales.
Para colmo citan como fuente la encíclica Pacem in Terris, sin más referencias,
cuando en dicho documento no puede encontrarse ninguna referencia aprobatoria
de dicha Declaración30.
30
En dicha encíclica (n° 72) se pondera muy matizadamente la Declaración del 10-12-48 de la
O. N. U —muy superior a la francesa— con la siguiente reserva: "No se nos oculta que algunos
capítulos de esta Declaración parecieron a algunos no tan dignos de aprobación, no sin razón". A
fortiori merecerá severas críticas la Declaración del 89, mucho más crudamente liberal.
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60
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31
Cf. Pío XI, Divini Redemptoris, cuando califica al socialismo comunista de "intrínsecamente
perverso". Su doctrina sigue íntegramente vigente, pese a la prédica progresista como la del texto
que comento.
61
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32
Cf. la Declaración de fecha 25-5-69, hecha en vísperas del "cor- dobazo", reproducida en
VERBO, n" 91, junio/69, pág. 3/5 y el editorial "A nuestros Padres en la Fe; crónicaVERBO, n"
92/93, julio-agosto, 1969, pág. 3/11. (Ver Anexo Documental, pág. 145, de esta edición).
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Cosa curiosa, todos los comunicados, casi sin excepción aparecen como
conclusiones o resoluciones tomadas "en reunión de Delegados Regionales" u otras
expresiones análogas. Pese a ello, jamás aparecen los nombres de dichos
Delegados, ni regionales ni nacionales. La cosa pierde totalmente su apariencia
inocente cuando alguien se toma el trabajo —como ha debido hacerlo el autor de
estas lineas— de interrogar a algunos Obispos y Arzobispos argentinos sobre la
identidad de los dirigentes del M. S. T. M. Los prelados interrogados han
respondido que no conocen a esos dirigentes y uno de ellos señaló que, en su
opinión, el verdadero líder del Movimiento era el P. Ramondetti.
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las autoridades del Seminario la acción subversiva de Ramondetti; pero no fue éste
el eliminado de su función sino que el seminarista fue alejado del Seminario por
¡"neurótico"! El Padre Ramón Dorrego, por aquel entonces animador de ASA
(Acción Sindical Argentina) y uno de los responsables de la desvirtuación de esta
noble organización que contara en sus inicios al Padre Esparza, mantenía
frecuentes contactos con Ramondetti. También Dorrego, al igual que García
Morro, abandonó el sacerdocio y hoy se desempeña como "asesor" en el Ministerio
de Bienestar Social. . .
33
Dejo expresa constancia de que todos los hechos que aquí se enuncian están avalados por
testigos presenciales y colaboradores de Ramondetti y su grupo. Por otra parte, casi nada hay de
nuevo en estas afirmaciones pues todo ello fue objeto de abundantes testimonios ante la Curia, en
oportunidad de las acusaciones que se mencionan. Cabe agregar que, en la primera edición de este
libro, se mencionaba al ingeniero Grandi como colaborador del P. Ramondetti en una cooperativa de
construcciones. La actuación del ingeniero Grandi fue puramente accidental y de modo alguno
empaña su larga militancia católica.
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Sus tesis, resumidas en su libro ya citado "Persona, mundo y Dios" configuran los
presupuestos teóricos del progresismo socialista del Tercermundismo. Sus
coincidencias en el plano de la acción son también grandes, con participación
activa en los "Encuentros" del Movimiento.
35
Cf. el documento n' 2 de la colección "Patria Sí", editada por Hostería Volante (La Plata),
con el título "El clérigo Milán Viscovich, cripto marxista", Cf. también el reciente reportaje "El
socialismo del P. Viscovich" publicado en Esquiú, n' 479, del 29-6-69, por P. Juan Dábhar S. J.,
claro ejemplo de las confusiones del llamado equívocamente "socialismo cristiano" tanto en el
periodista como en el entrevistado.
36
Cabe señalar de paso, el grave error en que han incurrido frecuentemente obispos y
superiores religiosos de países hispanoamericanos al elegir universidades católicas europeas como
Lovaina para completar la "formación" de los novicios o seminaristas más dotados intelectual-
mente. La triste y prolongada experiencia permite concluir que son muchos los sacerdotes que,
como Viscovich, han vuelto seriamente deformados luego de tal "perfeccionamiento".
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37
Al respecto, cabe recordar la reflexión del Cardenal Daniélou publicada en el diario "La
Prensa" del 23-8-69, sobre la esencia subversiva del neomodernismo progresista y su adopción de la
metodología comunista: "Hoy, si se va realmente al fondo de cada protesta, se encontrará allí la
ambición de traer la lucha de clases al seno de la Iglesia; es una especie de marxismo aplicado a la
religión". Inmejorable descripción de las actividades del P. Viscovich.
Algunos sostienen que debemos "unirnos todos en la lucha sin importar con
quiénes". Corremos así el peligro de ser instrumentados en el momento de la
acción, ya que los marxistas tienen objetivos y métodos claros, de los que
lamentablemente nosotros carecemos hasta el presente.
Los marxistas tratan de evitar a toda costa "que el clero piense" o "que el
pueblo piense", porque saben que en ese caso se les escapa de las manos el proceso.
De allí la necesidad que tenemos de crear para los cristianos una ideología, una
estrategia, un método de acción.
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Algunos dicen que una cosa es la idea, y que otra es la praxis. Conforme a este
principio sostienen que es legítimo tener una concepción cristiana del hombre y la
sociedad y al mismo tiempo seguir una praxis consustanciada con el marxismo o
con el capitalismo liberal.
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sus opiniones sobre temas a veces poco importantes o situaciones muy particulares,
y el sistemático silencio con que rodean sus consignas y conclusiones de nivel
regional o nacional. Sólo llega al público y a la misma jerarquía lo que se desliza en
un periódico por obra de un periodista audaz o por una infidencia imprevista 39.
89
Ejemplo claro de lo enunciado es la nota publicada en el diario La Razón dando a conocer las
"conclusiones" del Encuentro de Colonia Caroya del 1, 2 y 3 de mayo 1969. Ver al respecto los
capítulos 19 y 20 de este trabajo.
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40
Cf. los puntos 21 y 22 de este trabajo sobre las tesis "doctrinales" del Tercermundismo y su
confrontación con la doctrina social de la Iglesia.
41
Estas sociedades de pensamiento no tienen nada que ver con las entidades
culturales, artísticas, intelectuales en sentido amplio 42. Tales entidades son de suyo
legítimas y responden a las inquietudes espirituales de sus miembros.
42
Cf. sobre este tema los libros fundamentales de Augustin Cochin, "La Revolution et la libre
pensée" (Plon, París, 1955), "Les société de pensée et la dérnocratie" (Plon, París, 1955) y
"Abstraction révolution- naire et réalisme catholique" (hay traducción castellana de Ed. Nuevo
Orden, Bs. As., 1964).
43
Cf. sobre este tema el trabajo de J. Madiran "Structures et tech- niques de pensée dans le
catholicisme", en la revista ltinéraires (n" 79, enero, 1964) a quien seguimos.
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motivados por otros valores, totalmente diferentes cuando no contrarios a los que
ocasionaron su ingreso al movimiento. Una vez sometidos al engranaje
psicopedagógico de la "sociedad", se vuelven como ciegos a todo lo que constituye
el orden natural.
Tal situación no se da por primera vez. Basta releer los pasajes de la encíclica
Pascendi en los cuales San Pío X hace referencia a las "maniobras" del clan
modernista para comprobar que la misma metodología es empleada por el pro-
gresismo postconciliar y por el Tercermundismo. Dichos pasajes son los números 4
(tácticas insidiosas), 20 (duplicidad de los modernistas), 37 (permanecer en la
Iglesia para hacerla "evolucionar") y 61 (maquinaciones y subterfugios).
43
Cf. "Chronique Sociale", del 30-12-56, pág. 695. El testimonio es tanto más autorizado cuanto
que el P. Micolon lo enuncia como un progreso y no en actitud crítica.
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18) Plan continental del marxismo maoísta. Confirmación por las logias
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adiestramiento mucho más práctico que teórico; siguiendo las ideas de Lenin, el
Partido no espera a que el joven haya asimilado toda la doctrina del materialismo
dialéctico para lanzarlo a la acción. Por el contrario, lo primero que hace es poner
en sus manos una pila de panfletos para que los distribuya a la salida de un cine; el
joven se zambulle por lo tanto en una praxis, sin poseer más que dos o tres ideas
sobre la doctrina, pero si alguien lo insulta o lo critica o si la autoridad lo lleva
preso por tal acto, el neófito se ve forzado a defender su postura, y a través de la
prisión, la humillación o el fracaso sufrido, se le crea una disposición profunda
hacia una doctrina difícil a la vez que frágil e infundada. En le Courrier de Rome,
del 20-5-69, se recuerda un texto pertinente de Augustin Cochin sobre la primacía
de los medios sobre la ideología: "En los primeros tiempos de la Revolución, lo
importante no son las ideas sino los medios. . . Poco importa que las ideas sean en sí
mismas más o menos osadas o revolucionarias. En realidad Mounier, monárquico
en 1788, es más revolucionario en ese momento que un Tallien, terrorista del 9
Thermidor; aquél empleaba, en efecto, los medios revolucionarios, sin poseer
realmente las ideas revolucionarias correspondientes, pero se encaminaba hacia
ellas a pesar suyo..." 45.
45
Confirmación de lo expuesto es lo publicado en el periódico Libre Belgique, del 7-6 66,
como conclusión de la reunión de líderes comunistas occidentales celebrada en Viena en mayo de
1966: "Los principales
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objetivos han sido fijados. . . En primer lugar figura la penetración de las ideas marxistas en el seno
de la ¡Iglesia católica! Según el parecer de todos los delegados... tal infiltración reviste la mayor
importancia. Según un grupo numeroso, tal infiltración seria realizable por medio de acciones
comunes y de debates doctrinales". Sabia lección para los ingenuos que propugnan el "diálogo"
indiscriminado y la "colaboración" con el comunismo. . .
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Hay que inducir a los periodistas "amigos" para que a su vez influyan en sus
colegas para reclamar las reformas previstas y exijan el diálogo, mientras la
revolución avanza hacia los cuarteles, de suerte que se paralice cualquier acción de
defensa o represión.
Los únicos que reclaman vigilancia extrema son "La Prensa", "La Nación",
"Los Andes", "La Capital". Si estos periódicos dificultan la revolución, producir el
levantamiento de canillitas en su contra y si no es suficiente hay que llegar a
medidas extremas de violencia, aunque desaparezcan. Estas medidas se consideran
de urgente preparación y deben adoptarse entre noviembre y diciembre del
corriente año.
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Sin embargo casi todas las estructuras existentes producen, a veces, a pesar
suyo, elementos revolucionarios capaces de nuclearse en un gran movimiento
revolucionario. El peronismo, a pesar de no constituir tampoco una auténtica
vanguardia revolucionaria, contiene algo distinto que ha de ser tenido en cuenta
seriamente; se trata del único movimiento de raigambre popular, "Lo popular" ha
de constituir la nota esencial y distintiva de todo Movimiento Revolucionario
auténtico.
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• Obrero.
• Universitario.
• Estudiantil.
Este documento, que lleva fecha del 29-5-69 fue dado parcialmente a
publicidad por el diario La Razón, del 26-6-69. Esto provocó gran revuelo entre la
autoridad eclesiástica pues el contenido es manifiestamente revolucionario. Debe
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más del mismo tipo 4e. La consigna de los Tercermundistas ha sido la del absoluto
secreto. Pero como en nuestro país todo termina sabiéndose, una vez dadas a
publicidad, la cosa tomó su real dimensión y provocó la intervención de Monseñor
Juan Carlos Aramburu, Arzobispo Coadjutor de Buenos Aires. Este documento se
transcribe en el punto siguiente.
47
La metodología de P. Freyre merecerá un estudio por separado. Baste decir que encuadra
totalmente en las líneas enunciadas en el documento sobre "Dinámica de Grupos", (VERBO n° 93,
agosto, 1969).
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Aun sin ser auténticas dichas "conclusiones", sin embargo, a raíz de haber
éstas tomado estado público, es oportuno respecto a las mismas manifestar que:
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laico del montón, ofendido o calumniado por un tercero, la cosa sería algo más
plausible in extremis, pues se sabe que la víctima no siempre podrá pagar una
"solicitada" en los diarios, único medio de defender su reputación. Pero tal
hipótesis no rige en este caso cuando se trata de todo un Movimiento, regularmente
publicitado por todos los periódicos. No, ese silencio es injustificable y no hace
sino confirmar la hipótesis menos favorable, a saber, de que si bien las
"conclusiones" no son tales, de hecho expresan una realidad común al
Tercermundismo en conjunto. Esta última conclusión se ve confirmada por todo lo
antes expuesto en los puntos 13 a 17 de este trabajo. Todo coincide: los objetivos,
los métodos, los personajes vinculados al Movimiento, la doctrina, etc., son
elementos demasiado coherentes entre sí y demasiado afines al contenido de las
"pseu- do-conclusiones" como para poder creer que se trata de la expresión aislada
de una minoría insignificante dentro del M.S.T.M.
"El M.S.T.M. sostiene que las estructuras del orden nuevo al que muchos
hombres aspiran ha de configurar una sociedad socialista. Una sociedad en la
que todos los hombres tengan acceso real y efectivo a los bienes materiales y
culturales. Una sociedad en la que la explotación del hombre por el hombre
constituya uno de los delitos más graves. Una sociedad cuyas estructuras hagan
imposible esa explotación.
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Pero la ambigüedad se disipa cuando se considera cada tesis en relación con las
demás. Entonces ya no cabe ambigüedad alguna y el esquema que surge de dicha
confrontación no es otro que el comunismo, repudiado por la Iglesia Católica desde
1846, en forma explícita, es decir, dos años antes de la publicación del Manifiesto
Comunista de Marx y Engels. Y luego hay progresistas que dicen que la Iglesia
lleva dos siglos de retraso en materia social, cuando ellos no hacen sino reeditar
viejos sofismas inconsistentes como si fueran la última expresión del
Aggiornamento cristiano.. .
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formal de destitución para "evitar males mayores". La teoría del "mal menor" es
una de las armas predilectas del clero subversivo, que emplea —invertidamente—
las tesis de sus viejos manuales escolásticos. . . Este argumento es muy eficaz,
precisamente en la medida misma en que se trata de auténticos pastores, sensibles a
su grey y deseosos de alejarse si fuere necesario. Este método recuerda el conocido
de los fariseos que condenaban a Cristo en virtud de las verdades que El enseñaba.
Por otra parte, este clero rebelde cuenta hasta con la discreción de sus pastores. Un
Obispo jamás descalificará públicamente a un sacerdote suyo afirmando que lleva
vida marital, por ejemplo, pues el escándalo sería grande. Pero el sacerdote que
vive en concubinato, no vacilará en injuriar a su Pastor sabiendo que éste no ha de
pagarle con verdades de a puño. Tal vez habría materia a un pequeño
aggiornamento sobre este punto de la publicidad de ciertas lacras. . .
Si los dos primeros operativos tuvieron éxito, la ofensiva contra Mons. Bolatti
ha fracasado. Es el primer revés importante para el Tercermundismo. El
Episcopado en pleno, estrechó admirablemente filas en torno a su hermano atacado
y lo sostuvo. Lo peor ha pasado, aún cuando el episodio está aún lejos de concluir.
Un enemigo decidido a hacer lo que hizo, no desistirá fácilmente de la lucha.
Donde encuentre resistencia definida, allí fracasará; dónde encuentre vacilación,
allí se fortalecerá y consumará la demolición. Resultaría de una ingenuidad suicida
que un Pastor creyera que —cediendo terreno al clero rebelde, en situaciones y
exigencias en sí inadmisibles— logrará salvarse y no correr la suerte de aquellos
hermanos suyos que hayan sido combatidos, y aún vencidos, por la subversión. No
se pacta con un enemigo que exige la aniquilación total del "adversario"toda
concesión indebida es muestra de debilidad y sólo logrará acelerar el proceso.
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obediencia debe ser mantenida, pese a las deficiencias que puedan acompañar el
ejercicio del poder.
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24) Conclusiones
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Estas son, pues, las conclusiones del presente trabajo. En esta empresa de
conversión mutua que es la Iglesia Católica, los laicos conscientes de su
responsabilidad deben ser los primeros en evitar de su parte todas aquellas actitudes
que impidan la conversión de sus hermanos en la Fe. De ahí que debamos aunar a
una sólida formación doctrinal, un espíritu sobrenatural alimentado de oración y de
vida sacramental profundas junto con una actitud de abnegada entrega que sepa
superar el resentimiento y la hostilidad de los clérigos confundidos u obstinados
con lo que el apóstol San Pablo nos describe como el espíritu de caridad. Firmeza
en la doctrina pero gran amplitud y respeto por el otro. De lo contrario nos
encerraríamos en una prédica esteril, no ya por la verdad que pueda contener sino
por nuestra actitud al enunciarla.
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Todos los adherentes bien intencionados podrán así verificar si la realidad del
Tercermundismo coincide verdaderamente con lo que ellos esperan del M. S. T. M.
Precisamente, son los Tercermundistas de buena fe, quienes deben exigir la
expulsión de los elementos que actúan clandestinamente en el Movimiento. Si por
el contrario, el silencio se mantiene sobre estos puntos esenciales, nadie podrá
sostener la recta intención del Movimiento ni, sobre todo, la de sus dirigentes. El
desarrollo que todo el proceso del progresismo ha alcanzado de nuestro país exige
imperiosamente estas precisiones. El objeto de esta crónica no ha sido otro que el
de puntualizar los datos esenciales de la situación, reubicándola en su perspectiva y
dimensión reales. Todo está aún a tiempo de salvarse, siempre que se adopten las
medidas necesarias. De lo contrario, el M. S. T. M. seguirá probablemente la
evolución prevista en el punto 23) de este ensayo. Llevando la oposición dialéctica
basta sus últimas consecuencias, los responsables arrastrarán de hecho a un número
considerable de sacerdotes y laicos inocentes, que se solidarizarán por razones
personales, con personas o actitudes totalmente incompatibles con un cristianismo
auténtico.
Que Cristo Rey, por quien trabajamos, y la Virgen María, Madre de la Iglesia,
nos alcancen a todos las gracias de la mutua conversión en la esperanza de su paz.
I. A nuestros Padres en la Fe
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Pastores para solicitarles intervengan con voz clara y decidida para poner fin a una
situación que, de continuar como hasta el presente, puede provocar gravísimas
consecuencias para la Iglesia y para el país entero.
Este proceso desemboca hoy en la agitación que conmueve al país entero y que
obedece inequívocamente a un plan subversivo de inspiración marxista, en
sincronización con hechos análogos ejecutados a nivel internacional. A la rigurosa
orquestación de dicho plan responden: la conducción radioeléctrica de los
operativos callejeros en Corrientes, la constitución de guerrillas urbanas en
Rosario, la interrupción de servicios eléctricos en Córdoba, el traslado de grupos
activistas extraños al lugar de los hechos, etc., etc.
Frente a ello, vemos con dolor que clérigos, tanto seculares como regulares,
algunos de los cuales ejercen elevadas funciones, y dirigentes laicos de
movimientos católicos oficiales, se hacen eco, o incitan o se enrolan en forma poco
responsable (insconciente o deliberadamente), en actitudes netamente subversivas
del orden social.
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Este llamado filial no tiene otro motivo que advertir el peligro actual y apoyar
abiertamente el ejercicio de la autoridad eclesiástica en el plano de su competencia
propia. No creemos equivocarnos al decir que las actitudes extremas aquí
denunciadas son obra de pequeños grupos activistas, que son eficaces en la medida
misma en que nadie ni nada se les oponga seriamente. Mientras tanto, la mayoría
de los católicos espera dócilmente que se den directivas por quienes tienen la real
responsabilidad.
Por último, debemos señalar que quienes, como católicos, suman su acción a
la de los elementos subversivos del orden temporal, no dejarán —como hechos
recientes lo prueban— de prolongar tales acciones en una crítica sistemática y
demoledora de la autoridad eclesiástica hasta reemplazar "la Iglesia de los Santos"
por una "Iglesia de tribunos".
CRONICA
Hoy queremos explicar a todos nuestros amigos cuáles han sido las causas, los
objetivos y las modalidades adoptadas en aquellas circunstancias. Circunstancias
por demás extraordinarias, que justificaron el recurso a un medio de suyo legítimo
y de empleo frecuente por instituciones y grupos de esta índole, pero totalmente
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Pasemos a considerar brevemente cuáles han sido los hechos y actitudes que
motivaron nuestra declaración, el por qué de un llamado público a los miembros del
Venerable Episcopado Argentino, cuáles han sido los acontecimientos posteriores
que han confirmado rotundamente nuestra Declaración, en su doble aspecto doc-
trinal y prudencial.
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Más de uno se habrá preguntado: ¿Por qué un llamado a los obispos? ¿Por qué,
además, un llamado público? ¿No se contribuye de este modo a aumentar el
escándalo? ¿No se da pie a creer que VERBO se inmiscuye en temas de orden
político, contrariando su prescindencia tantas veces enunciada?
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La crisis del sacerdocio repercute sobre el laicado y éste, una vez deformado y
enardecido por el error y la falsa promesa de una bienaventuranza "a bajo costo", se
convierte en factor de perturbación, de desorden, sumándose así a los que Lenin
denomina "los profesionales de la Revolución". El Pueblo de Dios es lento para el
bien como para el mal y el laicado argentino ha permanecido tradicionalmente fiel
a sus Pastores. Ello muestra que las raíces de la actual subversión en los medios
cristianos no proviene de los laicos sino de los malos sacerdotes, que transforman
su misión salvífica (Iglesia de los Santos) en actividad demagógica al servicio del
último slongan revolucionario (Iglesia de tribunos). Los hechos recientes que
culminaron —por ahora— en el "Cordobazo" de mayo último, han servido para
evidenciar el alto grado de deterioro de valores cristianos, alcanzado por los
sectores progresistas de nuestro clero y la facilidad con que los mismos grupos son
instrumentados por los verdaderos conductores de la revolución marxista en nues-
tro país.
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Dos días más tarde leíamos con alegría que el Secretariado Permanente del
Episcopado había hecho una comunicación pública llamando a la paz, en
coincidencia con los términos de nuestra declaración. Sólo mencionamos este
hecho por cuanto confirma por boca de la autoridad competente la verdad de
nuestro juicio; en modo alguno pretenderíamos arrogarnos la menor influencia en
la decisión tomada y firmada por el propio Cardenal Caggiano, el Arzobispo Mons.
Aramburu y el Arzobispo Mons. Plaza. Es más, nos consta que nuestra iniciativa ha
tenido poco que ver con la decisión episcopal, lo cual lejos de amenguar su mérito
lo subraya.
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Por todo eso, la reacción del Episcopado ha sido realmente estimulante para
muchos. Las intervenciones de la Jerarquia se han multiplicado desde entonces,
repudiando sin excepción la violencia corno solución a la actual crisis del orden
nacional. Varios arzobispos y obispos nos han hecho llegar telefónicamente o por
escrito su aprobación. Hasta se nos ha llegado a "retar" afectuosamente por nuestra
excesiva "ponderación". . . Todo ello reconforta y renueva las energías para seguir
librando el buen combate de la fe. Muchos son los sacerdotes y laicos que nos han
agradecido nuestro gesto por la orientación que encontraron en él. A todos ellos
expresamos público agradecimiento.
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¿Qué pasa, pues, con nuestra Iglesia argentina, otrora hidalga, noble y
benefactora, y dedicada toda de lleno a conducir sus conciudadanos por caminos
elevados de luz y de amor?
¿Y qué pasa con la Iglesia de tantas otras partes, desde las cuales llegan
también hasta nosotros ecos desconcertantes?
Su fin último esencial, la gloria de Dios, que coincide con la felicidad del
hombre, sólo se alcanza plenamente en el más allá. Por eso la Iglesia tiene poderes
directos únicamente en lo relativo a esa gloria y en la conducción de los hombres
hacia ese fin último trascendente. Pero como esa gloria ya empieza a labrarse en
este mundo y como ese fin hay que merecerlo precisamente aquí abajo, viviendo
rectamente la vida temporal y construyendo a esta tierra según los planes de Dios,
la Iglesia ha recibido también de Jesucristo poderes indirectos sobre los asuntos
profanos: poder de dar doctrina, poder de proporcionar ayuda espiritual
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Pero he aquí que desde hace unos años un grupo de sacerdotes, cada vez más
numeroso, de diversas jerarquías y ubicados en todas las latitudes, se hallan
empeñados en cambiar la imagen de la Iglesia, del Cristianismo y aun del mismo
Jesucristo. Con sus palabras o con sus actos quieren estos sacerdotes presentarnos
una imagen de la Iglesia —y también, lógicamente, la misión de Jesucristo y del
sentido del Evangelio— radicalmente falsa. Porque es la de una nueva Iglesia
antropocéntrica, ya que volcada toda Ella y sólo en la promoción del hombre, sin
preocuparse para nada de la gloria de Dios; temporalista, porque la describen como
una institución dirigida principal, si no exclusivamente, a la consecución de la
felicidad humana aquí abajo, sin atender, al menos de modo suficiente, al más allá;
naturalista, en cuanto esta Iglesia insólita no parece contar sino con los esfuerzos y
posibilidades de la naturaleza humana —y considerar a ésta como si fuera exenta
de pecado original o sin resabios de él—, sin valorar ante todo el papel de la Gracia
de Dios; y la pintan materialista, porque le hacen otorgar tal preva- lencia a la
dimensión económica del hombre, que pierden casi toda importancia en ella los
valores espirituales; y también democratista, en cuanto imaginan en su seno al
pueblo como sujeto terreno originario de todo poder, de manera semejante a lo que
ocurre en la sociedad civil; y secularizante esta Iglesia de nuevo cuño, porque
pretenden para su fin, su esencia, sus instituciones, su actividad y sus agentes
responsables, características similares a las que son propias de la sociedad
temporal. Y la conciben además tan invertebrada, abierta, mimética y mudable, que
creen que ella debe estar siempre atenta a descubrir la voluntad de Dios respecto de
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Preocupaciones
Y nos preocupa además grandemente por nuestro país. Porque nos alarma y
duele con intensidad que la sal de la tierra, en vez de preservar de toda corrupción,
pueda constituirse en algún caso —aunque fuera uno solo— en agente de
desintegración para nuestro cuerpo social argentino, tan espléndidamente dotado
por Dios y que la Iglesia verdadera engendrara otrora para Jesucristo y aun pre-
parara para los destinos más altos. . .
Hace bastante tiempo que sufrimos los males que hemos recordado y hemos
tratado de preservar a nuestros fieles de tanto error.
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Pero nos vemos ya obligados en conciencia a aclarar la mente de los fieles que
nos han sido confiados y de los argentinos que quieran escucharnos, aceptando el
respaldo modesto pero real, que dan a nuestra palabra nuestras vidas y nuestras
obras sacerdotales. Por otra parte, nos acucian igualmente estas recientes palabras
del Papa: "El coraje de la verdad se impone más que nunca a los cristianos, si
quieren ser fieles a su vocación de dar un alma a este mundo nuevo que se está
buscando. Que nuestra fe en Cristo sea sin resquebrajaduras en esta época nuestra
que lleva la contraseña, como la época de Agustín, de una verdadera "miseria y
penuria de verdad" (Serm., 11, 11). "Que cada uno esté dispuesto a dar la vida por
la verdad" (Juvenal, Sat., IV, 91). El coraje de la verdad es también la primera e
indispensable caridad que los pastores deben ejercitar. No admitamos jamás, ni
siquiera con el pretexto de la caridad para con el prójimo, que un ministro del
Evangelio anuncie una, palabra puramente humana. Va en, ello la salvación de los
hombres. Por eso en este recuerdo todavía fresco de la fiesta de Pentecostés,
queremos hacer un llamamiento a todos los pastores responsables para que eleven
su voz, cuando sea necesario, con la fuerza del Espíritu Santo (Hechos, 1, 8), con el
fin de aclarar lo que está turbio, enderezar lo torcido, calentar lo que está tibio,
fortalecer lo que está débil, iluminar lo tenebroso". (S. S. Pablo VI, alocución ante
el Sacro Colegio Cardenalicio, del 18 de mayo de 1970; cfr. "L'Osservatore
Romano", edición semanal en lengua española, n' 22, página 7).
Ojalá entonces que estas modestas palabras sirvan para recordar, a católicos y
no católicos, que la verdadera Iglesia sigue siempre viva entre nosotros, predicando
el genuino Evangelio del Señor y haciéndolo presente al verdadero Jesucristo, con
su doctrina de salvación eterna y de paz y progreso temporal, con su sacrificio
glorificador de Dios y redentor de los hombres, con sus sacramentos portadores de
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vida divina, de Fe, Esperanza y Caridad, con sus instituciones y su gobierno, que
conducen al cielo a los hombres mediante la edificación de la tierra a la claridad de
su luz y el calor de su amor. Está siempre viva y operante esa Iglesia verdadera, por
más que no haga ruido, ni viva solicitando la atención de la prensa con conferencias
y comunicados, o con hechos espectaculares, no siempre de acuerdo con la ley
divina positiva y ni siquiera con la natural.
Y ojalá también que estas palabras contribuyan a que las cosas queden claras.
Y que pronto se discierna la verdadera Iglesia da la que no lo es. Bastará quizá para
ello que nuestros conciudadanos recuerden la frase esclarecedora de Jesucristo:
"Por sus frutos los conoceréis".
Claro está que no juzgamos intenciones de nadie, cosa que corresponde sólo a
Dios.
Expectativa justa
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El Señor, que es caridad, por ella se dignó ser y llamarse nuestro Padre por la
gracia, y Jesús a sus apóstoles y, en ellos a sus sucesores, nos llamó sus amigos.
Así, pues, queremos llegar a todos vosotros con la verdad y con el amor de
Jesucristo y de su Iglesia.
La hora que marca el reloj de la historia exige de todos los hijos de la Iglesia
una gran valentía y de manera especial "la valentía de la verdad", que el mismo
Señor recomendó a sus discípulos cuando decía: "Que vuestro sí sea sí, y vuestro
no, no" (Pablo VI, Discurso a los miembros del Sacro Colegio Cardenalicio; 18 de
mayo de 1970).
Pidamos esta gracia. Nosotros para conocer bien la verdad y decirla con
claridad y caridad; y vosotros para entenderla, aceptarla y realizarla. S. S. Pablo VI
nos ha señalado el sendero con su ejemplo personal y con su palabra iluminadora.
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En esta oportunidad, sobre todo, seguiremos sus enseñanzas que son las de la
Iglesia.
La misión de la Iglesia
Peligroso error
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Comunión en la acción
"De esta manera mantienen y fortalecen la necesaria unidad con sus hermanos
en el ministerio, y señaladamente con los que el Señor ha constituido rectores
visibles de su Iglesia y trabajan en la edificación del cuerpo de Cristo". Esta
doctrina del Concilio no necesita comentarios. Pero sí necesita, de nuestra parte, la
afirmación de que es obligatoria para todos y cada uno de nosotros. Quien no
acepte esta verdad está quebrantando la unidad de la Iglesia.
Edificación en la verdad
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Así, pues, quede bien en claro que el poder espiritual que la Iglesia confiere a
los presbíteros es ciertamente para edificación e incremento del Cuerpo de Cristo
como heraldos del Evangelio y pastores de la Iglesia.
Lo económico y lo político
La revolución social
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Son más que suficientes ¡os siguientes párrafos del n0 109 de la "Mater et
Magistra", de Juan XXIII: "El derecho de propiedad privada, aun en lo tocante a
bienes de producción, tiene un valor permanente, ya que es un derecho contenido
en la misma naturaleza, la cual nos enseña ¡a prioridad del hombre individual sobre
la sociedad civil y, por consiguiente, la necesaria subordinación teleológica de la
sociedad civil al hombre". "Además, ¡a historia y la experiencia demuestran que en
los regímenes políticos que no reconocen a los particulares la propiedad, incluida
la de los bienes de producción, se viola o suprime totalmente el ejercicio de la
libertad humana en las cosas más fundamentales, lo cual demuestra con evidencia
que el ejercicio de la libertad tiene su garantía y al mismo tiempo su estímulo en el
derecho de propiedad".
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Manifestaciones de violencia
Además, no podemos menos que deplorar, con S. S. Pablo VI, que se erijan en
sistemas de lucha métodos de terror que la conciencia civil rechaza con toda
justicia. No es con nuevas injusticias como se combaten aquellas contra las cuales
se protesta; como tampoco se restablece el orden, turbado con acciones incluso
delictivas, violando los derechos del hombre. (Pablo VI, Discurso a los miembros
del Sacro Colegio Cardenalicio; 18 de mayo de 1970).
Fidelidad
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Para que "un movimiento sacerdotal sea cristiano e implique una voluntad
inquebrantable de pertenencia a la Iglesia Católica, Pueblo de Dios, según la
definiera el Concilio Vaticano II" (Declaración del tercer encuentro nacional del
Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo; Santa Fe, 2 de mayo de 1970) es
absolutamente necesario aceptar la definición completa de la Iglesia que da el
Concilio. Es cierto que la Iglesia es "Pueblo de Dios". Pero la definición completa
de la Iglesia dada por el Concilio es la siguiente: "Cristo mediador único, estableció
y mantiene continuamente a su Iglesia santa, comunidad de fe, de esperanza y de
caridad, en este mundo, como una trabazón visible, por la cual comunica a todos la
verdad y la gracia. Pero la sociedad dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo
místico de Cristo, la sociedad visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y
la Iglesia dotada de los bienes celestiales, no han de considerarse como dos cosas
distintas, porque forman una realidad compleja, constituida por un elemento
humano y otro divino". "Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo
confesamos una, santa, católica y apostólica, la que nuestro Salvador entregó
después de su resurrección a Pedro para que la apacentara (Jo. 21, 17), confiándole
a él y a los demás apóstoles su difusión y gobierno (Mt. 28, 18), y la erigió para
siempre como columna y fundamento de la verdad (I Tim. 3, 15). Esta Iglesia,
constituida y ordenada en este mundo como sociedad, permanece en la Iglesia
Católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él,
aunque se encuentren fuera de ella muchos elementos de santificación y de verdad
que, como dones propios de la Iglesia de Cristo, impulsan hacia la unidad católica"
(Constitución sobre la Iglesia; cap. I, n° 8).
Esto, pues, quiere decir que los movimientos de grupos sacerdotales no pueden
ni deben actuar sin estar en comunión con sus propios obispos y en último término
con el Pastor supremo de la Iglesia, como lo hemos expuesto en este mismo
documento, al transcribir los textos del decreto sobre el ministerio de los
presbíteros, del Concilio Vaticano II, en sus números 14 y 16. Todos debemos,
permanentemente, esforzarnos por ser mejores y modificar nuestro modo de ser.
Pero como pastores, no podemos modificar jamás la doctrina del Evangelio, ni las
enseñanzas de la Iglesia y de su Magisterio.
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IV.
nuestra Iglesia han tomado estado público, lo hemos hecho
confrontándolas con la doctrina del Concilio Vaticano II y otros documentos del
Magisterio de la Iglesia, con amor, en el anhelo de que la reflexión en la oración os
ilumine para que vuestra decisión de servir a la Iglesia, al pueblo de Dios y a todos
los hombres, entre en la comunión con quienes el Espíritu Santo puso para conducir
a la Iglesia por los senderos de la verdad y en la caridad.
Para terminar no encontramos palabras mejores ni más a propósito que bis que
pronunció Jesús en su oración sacerdotal, después de la última cena y de la
institución de la Eucaristía, cuando rogó por la Iglesia futura: "No ruego por estos
solamente, sino también por los que crean en mí por medio de su palabra; que todos
sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos en nosotros sean uno,
para que el mundo crea que tú me enviaste" (San Juan, 17-20-21).
Crónica tercermundista
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socialismo. Afirmó también que en nuestro país las clases populares han tomado
conciencia del camino de su liberación, sobre todo como contraste con el
derrocamiento de Perón, cuya doctrina se aproximaba a la superación de la
dominación política y económica ejercida por las clases poderosas. El conferen-
ciante respondió, además, a diversas preguntas de los asistentes, cuya tendencia se
mostró claramente dividida entre los adherentes a la entidad organizadora y los que
militan en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional. Hubo vivos
diálogos, respaldados en cada caso por aplausos de los que compartían una u otra
ubicación, hasta que finalmente los de la agrupación mencionada en último término
refrendaron su actitud entonando la marcha peronista. A pesar de estos episodios, el
acto transcurrió y terminó sin que fuera alterado el orden.
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Más adelante, monseñor Bonamín precisó las tres corrientes heterodoxas más
importantes: la Iglesia como una realidad intocable que se opone a los cambios; los
concomitantes con el marxismo o seguramente marxistas; y, por último, el sector
que se opone a lo institucional de la Iglesia como es la jerarquía y la autoridad ecle-
siástica.
Con respecto al llamado Movimiento del Tercer Mundo el orador fijó sus
orígenes en el documento suscripto en 1967 por 19 obispos y del que se afirma que
ahora cuenta con 400 sacerdotes adictos en la Argentina, de los 5.000 que suma el
clero nacional. "Ese movimiento —dijo— alega los males del capitalismo, pero no
denuncia los del comunismo ateo". Los medios que utiliza son "la crítica
demoledora contra la institucionalidad de la Iglesia, porque les irrita que haya Papa,
obispos, calendario, autoridad. Si no se separan de la Iglesia se debe al propósito de
combatirla mejor desde dentro propugnando cambios de toda naturaleza, sin
excluir los más descabellados".
Con referencia a la pregunta que los católicos se formulan sobre lo que hace la
Iglesia frente a esas posiciones, monseñor Bonamín terminó afirmando que se
adoptan medidas que no son comúnmente difundidas, y que los obispos actúan con
esos sacerdotes rebeldes en forma parecida a la de los padres de familia con sus
hijos. Finalmente, el provicario castrense planteó también la necesidad de que los
propios católicos laicos contribuyan a la solución del problema.
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Estas "Conclusiones" nunca fueron publicadas en los diarios por el Movimiento.
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Pero esos mismos pueblos, en la hora actual se movilizan para romper sus
viejas ataduras. Se gesta en ellos un innegable proceso de liberación que exige un
cambio rápido y radical de todas sus estructuras: económicas, políticas, sociales y
culturales.
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ALEJANDRO MAYOL
sea histórica— sea ajena del pensamiento marxista. . . Actitud nueva : El mundo y
la historia se presenta en una unidad profunda, es la historia de un pueblo que
marcha, que busca. . . La "Pacem in Terris" nos dio tres afirmaciones importantes:
1) Se debe distinguir entre el error y el hombre que yerra; 2) Distinción entre
ideología y un movimiento histórico originado en esta ideología; 3) La posibilidad
del reconocimiento de valores históricos reales y positivos que. pueden surgir de
ciertas teorías erróneas. . . Tero este diálogo, para que sea fecundo y leal, no tiene
que ser inspirado por el interés ni por la estrategia. . . Existen incompatibilidades
entre la posición marxista y la cristiana, que no quiere decir imposibilidad de diá-
logo".
ARTURO PAOLI
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INDICE
Advertencia 7
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Anexo documental
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