Trastornos Disociativos
Trastornos Disociativos
Trastornos Disociativos
ETIOLOGIA:
Se sabe que estos trastornos disociativos son más frecuentes entre personas que han
afrontado serias adversidades. Es las interacción de factores biopsicosociales y no una
sola variable lo que explica la aparición y mantenimiento de los trastornos disociativos.
Factores cognitivos
Existe evidencia de déficit en el funcionamiento neurocognitivo de individuos con
trastornos disociativos. Entre éstos, destacan problemas de atención, funciones
ejecutivas y la memoria.
Psicológicos:
A consecuencia de ciertos traumas psicológicos. Así, por ejemplo, los problemas de
memoria se dan como resultado de cambios en neurotransmisores inducidos por el
estrés que pueden causar descompensaciones metabólicas agudas, pero reversibles de
las estructuras del lóbulo temporal medio. Otros hallazgos afirman que la sensibilidad al
material emocional podría contribuir a la disociación para evitar la posterior elaboración
de emociones perturbadoras, lo que termina por ejemplificar la influencia de las
diferencias individuales en la relación entre cognición y emoción.
Para poder conseguir el refuerzo positivo, el paciente habría que lograr la atención y
afecto de los demás. Y, para el negativo, la disminución de estados emocionales
altamente displacenteros. Evitar aquellas situaciones perturbadoras se ha concebido
como una de las causas y funciones evolutivas de la disociación.
Edad: si el trauma ocurre a menor edad, los mecanismos defensivos tienden a ser más
primitivos y comprometen el desarrollo del sistema límbico. Esto favorece respuestas
emocionales disfuncionales. Las cuales se mantienen a través de procesos de
condicionamiento y entorpecen el aprendizaje de otras más constructivas.
Naturaleza del abuso: a mayor gravedad, más graves tienden a ser los trastornos
disociativos.
Exposición al abuso: la reacción negativa del medio al compartir la experiencia se asocia
con una mayor gravedad de las respuestas disociativas.
Estructura familiar: la desorganización familiar favorece la cronicidad y el desarrollo de
la comorbilidad.
Experiencias de vida: reparadoras o de reexperimentación del trauma.
Autoimagen: la cual es habitualmente negativa en supervivientes de abuso y se
mantiene por sentimientos de culpa. Así, como una pobre autoestima. La autoimagen
pobre favorece la ocurrencia de síntomas disociativos.
EPIDEMIOLOGIA.
Algunos estudios indican que la disociación ocurre en un 2-3 % de la población en
general. Otros estudios han estimado un índice de prevalencia del 10% para todos los
trastornos disociativos (Loewenstein, 1994). La disociación puede darse en formas
agudas o crónicas. Inmediatamente después de un trauma severo, la incidencia de
fenómenos disociativos es bastante alta. Aproximadamente el 73 % de las personas
expuestas a un incidente traumático experimentarán estados disociativos durante el
incidente o durante las horas, días o semanas posteriores. Sin embargo, para la mayoría
de las personas estas experiencias desaparecerán por sí mismas en algunas semanas.
Fuga que tiene todas las características de una amnesia disociativa, a la que se añade
un desplazamiento intencionado lejos del hogar o del lugar de trabajo, durante el cual
se mantiene el cuidado de sí mismo. En algunos casos puede asumirse una nueva
identidad, por lo general sólo por unos pocos días, pero a veces incluso durante largos
períodos de tiempo y con un grado sorprendente de aparente autenticidad. Los
desplazamientos suelen ser a lugares previamente conocidos y de cierto significado
afectivo para el enfermo. Aunque existe una amnesia para el período de la fuga, el
comportamiento del enfermo durante ella puede ser aparentemente normal para el
que, sin conocerle, la presencia.
D. El trastorno no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej.,
comportamiento automático o caótico por intoxicación alcohólica) o a una enfermedad
médica (p. ej., crisis parciales complejas).
Nota: En los niños los síntomas no deben confundirse con juego fantasiosos o
compañeros de juego imaginarios.
DIAGNOSiagnóstico diferencial
TRATAMIENTO:
Muchos de los síntomas de los trastornos disociativos desaparecen con el tratamiento de los
trastornos mentales subyacentes o con el cambio de las circunstancias vitales ante las cuales
se presenta el problema. Entre las técnicas que se han sugerido para síntomas particulares
destacan: el caso de la despersonalización: que el paciente establezca contacto físico con
alguien de su contexto inmediato, se concentre en una actividad como leer, conversar o
ejercitarse, que recuerde eventos positivos o visualice un lugar seguro.
Muchas de las técnicas que han demostrado utilidad para el tratamiento de la disociación se
han empleado exitosamente desde hace tiempo en el manejo de los trastornos de ansiedad.
Tal es el caso del entrenamiento en respiración profunda y diferentes formas de exposición. La
imaginación guiada para reexperimentar eventos traumáticos, modificando su valencia. Estas
terapias pueden complementarse con reestructuración cognitiva. Se dirige generalmente a
modificar los pensamientos en torno a haber podido hacer algo ante la situación que genera
culpa y autocrítica constante y/o a la reinterpretación de los síntomas, de manera no
amenazante para reducir la evitación.
Para ello, es importante enfocarse en que el paciente se sienta cómodo y apoyado. Además, el
terapeuta intenta ayudar al paciente a transformar las experiencias disociativas en memorias
organizadas de una historia única y congruente de un solo individuo. Se motiva al paciente a
revisar su historia sin terror. Tampoco sin vergüenza o culpa, de modo que las experiencias
traumáticas no dominen más en su vida
REFRENCIAS BBLIOGRAFICAS.
Bru, M. T., Santamaría, M., Coronas, R. y Cobo, J. V. (2009). Trastorno disociativo y
acontecimientos traumáticos. Un estudio en población española. Actas Esp Psiquiatr. Vol.
37(4):200-204. Recuperado el 13 de febrero de 2017 del sitio web:
https://www.actaspsiquiatria.es/repositorio/10/58/ESP/14143+4.+1174+esp.pdf