La Gran Batalla de Alejandro Magno
La Gran Batalla de Alejandro Magno
La Gran Batalla de Alejandro Magno
El movimiento perpetuo
Los busto esculpido en época
helenística; poco tiempo después de su De las muchas leyendas que en más de
muerte, revelan la mitificación que la dos mil años se han acumulado respecto de
posteridad hizo de Alejandro. Sin este personaje inaprensible, hay una sobre
duda, sus gestas fueron grandiosas, todo que sirve para comprender qué lo
pero su actuación estuvo también llena
impulsaba al movimiento perpetuo.
de despotismo y brutalidad.
Plutarco, en Vidas paralelas, pinta al joven
príncipe de diecisiete años bravuconeando
ante su padre Filipo, jactándose de poder domar un caballo que nadie ha podido montar.
Lo consiguió; cuando volvió donde lo esperaba la corte del rey, éste lloró de gozo, le besó
la cabeza y le dijo: “Busca, hijo mío, un reino igual a ti, porque en Macedonia no cabes”.
En episodios como éste se asentó la leyenda de Alejandro, buscador ya no de un reino,
sino de todo el mundo que los antiguos conocían e, incluso, de aquello que se encontraba
más allá. Ese movimiento perpetuo hoy se percibe como ambición sin límites. Sea lo que
sea, movió a Alejandro hacia Egipto, hacia Persia, hacia el Oriente de los confines
ignotos; y encontró, sin duda, en la batalla de Gaugamela, en el segundo enfrentamiento
con Darío, la expresión cabal del cálculo de fuerzas, ritmo y técnica que la haría modelo
de estudio en todas las academias militares
de Occidente. ¿Cómo llegó hasta allí desde
el remoto confín macedonio? Filipo II
La Batalla de Issos
Preocupados, los persas cambian de táctica. Ahora no está ante Alejandro un mero
sátrapa de Darío, sino el propio rey Darío III Codomano, acompañado de la élite de su
ejército. Momentos antes de producirse la batalla, las fuentes antiguas insisten en la
significación de los gestos de Alejandro, que ahora no se presenta como dueño de la
espada que rompe el nudo, sino como hábil y educado retórico. Insiste en que entre sus
tropas y las persas hay diferencias. Griegos hay entre los mercenarios que luchan del lado
de Darío y griegos entre los militares en su bando. Pero aquéllos lo hacen por una soldada,
mientras que los suyos no son mercenarios sino aliados, griegos que luchan libremente
en defensa de Grecia. Hombres libres contra esclavos, se entusiasma el historiador
Arriano, el viril coraje helénico contra la perversión oriental, el vigor contra el
afeminamiento. Que la arena –inventada o no- se haya difundido habla claramente de su
valor propagandístico y explica el impacto entre estrategas y jefes a quienes estaba
destinada.
Dando muestras de su genio de estratega, Alejandro atrajo a Darío a una encerrona en
una estrecha llanura junto al golfo de Issos, encajonada entre el mar y la montaña, a la
que se accedía por angostos pasos y donde el inmenso ejército persa no podía maniobrar,
ni su poderosa caballería rodear al ejército macedonio. Debido a la extrema angostura del
paso de acceso al golfo, Alejandro condujo a sus tropas en columna hacia el combate,
delante la infantería y detrás la caballería. Una vez que el paso se hizo más amplio,
desplegó la infantería: en el flanco derecho situó a los hipatistas –cuerpo de infantería
ligera-, a cuyo frente iba el general Nicanor, hijo de Parmenión; a continuación, uno al
lado de otro, los batallones de la infantería pesada, es decir, la falange, mandados por
Ceño, Perdicas, Melagro, Ptolomeo y Amintas, en el flanco izquierdo de la falange colocó
toro contingente de infantería, al mando de Crátero y Parmenión, a quien Alejandro dio
“instrucciones de no abandonar la orilla del mar para evitar que los persas los
envolvieran”. A medida que el terreno lo permitía, desplegó la caballería en ambas alas
de la infantería: en la derecha donde él mismo estaba, colocó la caballería tesalia y la
macedonia; en la izquierda, situó la
Alejandro, divinizado caballería peloponesia para ayudar a
Parmenión. En resumen, el combate resultó
muy violento, dado que los persas no se
retiraron ni cedieron hasa ver que Darío
emprendía la huida en su carro. Siempre
dramático en sus tintes, Arriano concluye
así el relato: “La noche, que sobrevino en
seguida, libró a Darío de ser apresado por
Alejandro”.
Tetradracma de plata acuñado en
Trofeos abandonados
Tracia, ente 306 y 281 a.C., con la
efigie de Alejandro representado El joven macedonio lo persiguió con
como hijo de Amón. Así lo indica el denuedo, pero en lugar del rey encontró su
tocado de cuernos de carnero que lleva escudo, su manto y su arco, símbolos de su
en la cabeza, los cuales son el símbolo poder. La ambición de Alejandro se vio así
de ese dios egipcio, cuyo oráculo
alimentada por las vacilaciones de Darío,
acudió a consultar en el oasis de Siwa.
que, además, había dejado en Damasco,
donde lo alcanzo Alejandro, el tesoro real
persa, lo que ayudó al saneamiento de las finanzas macedonias y a una gran generosidad
en la paga a sus estrategas, jefes y hasta soldados. Pero lo que los historiadores antiguos
pintaron con todo lujo de detalles fue que Darío, además de abandonar sus atributos de
jefe –cosa de por sí imperdonable en un guerrero- había dejado también tras de sí a parte
de su familia, incluida su madre la reina Sisigambis, su esposa Estatira y sus hijas. Las
mujeres se prepararon a morir o a ser esclavizadas. No obstante, se entusiasma de nuevo
Arriano: “Se dice que Alejandro vino al día siguiente a la tienda donde estaba la madre
de Darío, acompañado de su amigo Hefestión. Desconociendo la madre de Darío quién
de los dos era el rey ya que ambos iban con igual ornato, se aproximó a Hefetión y se
arroldillo ante él por parecerle éste de mayor porte. Hefestión retrocedió un poco,
mientras uno de sus servidores indicaba a la reina, señalando a Alejandro, que era éste el
rey. Retrocedió también ella un poco avergonzada por su equivocación, pero Alejandro
le aseguró que no se había equivocado, ya que Hefestión era otro Alejandro”.
En vez de perseguir a Darío, Alejandro decidió tomar el camino de Egipoto por las
costtas de Fenicia, donde los persas contaban con sus principales bases navales. Las
ciudad fenicias de Tiro y de Gaza le opusieron una seria resistencia.
El teatro de operaciones
A principios del año 334 a.C., después de cruzar el Helesponto, hoy estrecho de Dardanelos. Alejandro
desembarcaba con su temible falange macedonia en las costas noroccidentales de Asia Menor, cerca de Ilión, la
antigua Troya. Sólo seis años después, cuando el soberano persa Darío III murió, era el dueño del Imperio persa
aqueménida. Tres veces tuvo que derrotar a los ejércitos del soberano persa Darío III. La primera victoria, que lo
convirtió en dueño de Asia Menor, la logró al poco de llegar, cerca del lugar de desembarco, en las orillas del río
Gránico, donde se enfrentó a un ejército persa al mando del sátrapa Memnón de Rodas. La segunda, que le dejó
franco el camino hacia Fenicia, Egipto y Siria, la consiguió junto al golfo de Issos, en la costa meridional de Asia
Menor, allí venció por primera vez un gran ejército mandado por el propio soberano aqueménida, el cual huyó
despavorido del campo de batalla. Finalmente, la tercera la obtuvo en Gaugamela, una vasta y desértica llanura
próxima a la actual ciudad iraquí de Mosul, donde le esperaba de nuevo, con un ejército aún más poderoso, Darío
III; esta victoria le dio las llaves de las grandes ciudades del Imperio persa. Babilonia, Susa, Persópolis y
Pasargada. Persiguiendo al soberano persa, que huyó otra vez en plena batalla, Alejandro se adentró en el corazón
de Asia, cruzó Media y Partia, y alcanzó a Darío en Hircania, camino de Bactria, pero sólo halló sus despojos,
pues los sátrapas que lo acompañaban en la huida le habían dado muerte.
336 a.C. 334 a.C. 333 a.C. 332 a.C. 331 a.C. 330 a.C. 329 a.C.
Asesinado su Desembarca Derrota a Conquista de Funda Ocupa el Captrua y
padre Filipo en Asia Darío III en ciudades Alejandría en corazón de ajusticia a
II, Alejandro Menor. Vence Issos, pero el fenicias de el delta del Persia, Bessos en
accede al a un ejército sobernao Tiro, principal Nilo. En la incendia Sogdiana, y a
trono de persa en el río persa logra puerto de la batalla de Persépolis y continuación
Macedonia Gránico y escapar flota persa, y Gaugamela, persigue a emprende la
deshace el de Gaza. vence por Darío III por conquista de
nudo goriano Luego libera segunda vez a el norte de las satrapías
Egipto de la Darío III, que Persia pero el orienteales de
ocupación huye de nuevo soberano es Persia
persa asesinado por
Bessos,
sátrapa de
Bactria
No obstante, Tiro, crucial para sus planes, cayó finalmente. Tras Tiro, Alejandro
conquistó Gaza. Y tras Gaza, Egipto, última plaza bajo dominio persa. Un Egipto
decadente, en absoluta parálisis y sometido a los persas, que no tenía ningún interés en
resistirse ante Alejandro. Y no lo hizo. Ahora a Alejandro no le bastaba conquistar; ahora
parecía querer Egipto para reconstruirlo, y así apoderarse de la cultura más antigua del
Mediterráneo. Por eso en Egipto fundó entonces Alejandría (año 331 a.C.), la más
emblemática de las setenta ciudades que le atribuyen los antiguos.
La Batalla de Gaugamela
Olimpia Todavía en Egipto, Alejandro recibió
noticias del rearme de Darío. Emprendió el
retorno hacía Persia, a través de Siria, hacía
el Éufrates y el Tigris, cruzó la orilla oriental
de este río y el 30 de septiembre dio un día
de descanso a sus tropas agotadas. Los
cronistas recogen esa noche un eclipse de
luna, que los sacerdotes de Alejandro creen
favorable a los griegos. Diez días más tarde,
en la vasta llanura de Gaugamela, junto al
río Bumodos, se avistan los dos ejércitos.
Otra vez Alejandro frente a Darío. En el
transcurso de la batalla lució de nuevo el
genio militar y táctico del primero, cuyo
ejército desbarató por completo al de Darío,
quien a partir de ese momento quedó a
La madre de Alejandro, Olimpia, fue repudiada expensas de los nobles de su propio ejército,
por Filipo II tras dar a luz al futuro conquistador
de Persia. Asesinado Filipo, Olimpia gozó de que terminaron por traicionar y asesinar a
gran poder en Macedonia, donde disputó el quien hasta entonces había sido su señor.
poder con Antipatro a quien Alejandro dejó al
frente del gobierno durante sus ausencia.
¿En qué consistió el triunfo de
Alejandro? ¿Por qué se convirtió ese triunfo
en una lección que incluso se estudiaba en
su tiende de campaña Napoleón Bonaparte? Según testimonian las fuentes antiguas, Darío
ordenó que la caballería venida de Bactria, junto con la de Aracosia, ocuparan el flanco
izquierdo; inmediatamente a su costado se hallaban los persas, caballería e infantería
conjuntamente; tras los persas las tropas de Susia, y tras ellas los cadusios. También se
apostaron en el flanco izquierdo los jinetes escitas, unos 1000 soldados de Bactria y unos
200 carros con guadañas en las ruedas –de mortífero efecto- puestos en primera fila. En
el flanco derecho se situaron los ejércitos de Siria y de Mesopotamia, así como los medos
y los partos. Por su parte, en el centro de la formación, junto con un contingente selecto
de 1000 hombres –llamados los “Parientes del Rey”- estaa el propio Darío. Finalmente,
frente al escuadrón real de Darío se agruparon los elefantes. Los generales habían
convencido al rey persa de que ahora su numeroso ejército, que en Issos había quedado
encerrado y sin posibilidad de maniobra, sería imbatible.
A la vez, el ejército de Alejandro se dispuso de la siguiente manera: la caballería de
los Compañeros –su élite- ocupaba el flanco derecho y delante de ellos formaba el
escuadrón real bajo las órdenes directas del general Clito. Al mando general de la
caballería se destacó a Filotas, uno de los generales macedonios de mayor prestigio e hijo
de Parmenión. Por su parte, el flanco izquierdo estaba comandado por el propio
Parmenión, que ya había servido a Filipo, junto con la caballería farsalia, la más numerosa
y selecta de la Tesalia.
Después de una primera embestida de la caballería persa contra el flanco derecho de
los griegos, Darío lanzó los carros falcados contra la falange. Pero las filas macedonias,
según una consigna convenida, se abrieron para que estos terribles vehículos pasaran entre
ellas y quedasen encerrados atrás, donde sus conductores fueron abatidos. Tras un ataque
persa contra su flanco izquierdo, el propio Alejandro se lanzó hacia las líneas enemigas
al frente de las fuerzas de élite –la
caballería de los Compañeros, que se
abrió paso entre las filas persas como una
cuña- y corrió hacia Darío. En ese punto,
las largas lanzas de la falange no cejaron
en su mortífero avance y, unidas a la
caballería de Alejandro, provocaron la
huida del soberano persa.
Nada quedaba de la impresionante
vista de Darío, con su corte de persas,
indios, albanos y mardos, infundiendo
pavor antes de la batalla. Nada tampoco
del momento en que uno de los flancos
macedonios se vio perdido ante la
penetración persa, que Alejandro
conjuró con un rápido y envolvente
movimiento, en que dejó pasar a los
carros de Darío, los aisló y después se
impuso con la caballería y la infantería.
La huida de Darío supuso el fin de su
poder. Según Arriano, los griegos sólo
tuvieron sesenta muertos; otros los
calculan en quinientos. Una nimiedad
frente a las bajas persas, entre 30000 y
90000 almas, que, como sucede siempre
en las batallas clásicas, se produjeron
tras la derrota y no durante el combate.
Ahora persas y griegos debían calibra el
alcance de la derrota.
El alcance de la derrota
Al huir hacia Ecbatana (Media), el
monarca persa permitió que Alejandro
tomara Babilonia, Susa y Persépolis. En
esta ciudad, señala Plutarco, “pensaba
Alejandro reemprender la marcha en pos
de Darío, pero ocurrió que habiéndose
entregado con sus Compañeros a una
fiesta, también se unieron a ellos unas
mujeres para beber junto a sus amigos.
Entre todas ellas destacaba Taíde,
natural de Atenas, compañera del
general Tolomeo, el que más tarde
llegaría a ser rey […]. Dijo ella que su máximo placer sería prender fuego a estos palacios
de Jerjes, quien antaño había reducido Atenas a cenizas […] Tales palabras despertaron
un alboroto entre los gritos de ánimo y apoyo de sus Compañeros, hasta el punto de que
el propio Alejandro dio un salto y avanzó con una antorcha en la mano […].
¿A qué se debió este gesto de indudables
Ruinas de Persépolis alcances políticos? ¿Quiso Alejandro indicar con
ello a los griegos y macedonios que ahora ya
podían dar por concluida su guerra de represalia
contra los persas? ¿Quiso al mismo tiempo dirigir
a los persas un mensaje bien diferente, ya que el
saqueo y posterior incendio de la ciudad de
Persópolis debía ser interpretado como comienzo
de una nueva política? Una nueva política asentada
en recursos abundantes, ya que el tomar la ciudad
de Susa; donde se hallaba el principal tesoro de
Relieves de la escalinata de la apadana, Darío, se había hecho con el control de más de un
o sala de audiencias de los palacios
reales persas, conjunto que comenzó a millón de kilos de plata. Así, una vez reorganizado
edificar en 513 a.C. Darío I y y bien pagado su ejército, el macedonio
prosiguieron los reyes Jerjes I y
Artajerjes I. Tras ser incendiados por reemprendió, en abril del año 330 a.C,, m la
Alejandro, quedaron deshabitados por búsqueda del rey persa vencido.
siempre.