Tesis Nobile
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Julio de 2013
RESUMEN
I
SUMMARY
II
AGRADECIMIENTOS
III
de los cuales aprendo constantemente, especialmente a Guillermina, por
compartirlos como una más de nosotros y a Mariela, Sebas y Ceci por las
nuevas ideas que siempre surgen en ese contexto. Nancy Montes merece un
agradecimiento especial, no sólo por la confianza que ha depositado en mí
desde que ingresé al equipo, sino también por su colaboración en el manejo
de los datos estadísticos. A Mariela Arroyo, por acompañarme y apoyarme
constantemente y por compartir otras instancias de trabajo.
La experiencia de transitar el doctorado no hubiera sido la misma de no
haber encontrado a un grupo de gente que no sólo hizo amena la cursada,
sino que la cargó de sentido por los intercambios, el aprendizaje, la
generosidad en los comentarios a los distintos borradores, etc., pero también
(y especialmente) por las cenas, los brindis y alguna que otra escapada.
También es una buena oportunidad para pedir disculpas por mi falta de
sutilezas para el intercambio –varios de mis compañeros tuvieron que
padecerme y Julia fue la primera de ellos- pero por suerte a lo largo de los
años me fueron enseñando y a la larga fui aprendiendo. Entre ellos, quiero
mencionar con mucho cariño a Carolina, Blake, Julia, Gastón, Fernando,
Eloísa, Octavio, Mara, Ariel, Consuelo, Javier, Maggie y especialmente a
Samuel. Ellos fueron “lo mejor del doctorado”.
Sostener durante años el proyecto de realizar una tesis de doctorado no
hubiera sido posible para mí sin el apoyo, la compañía y la comprensión de
quienes me rodean.
Quiero agradecer a mis amigas “de la primaria”, Mariana Espinosa y Maya
González Roux. A Mariana por aguantarnos a Maya y a mí hablar de la vida
académica, de nuestras tesis, de los avances, los retrocesos, las angustias…
Y a Maya por compartir todo eso y por sus largos llamados desde París para
hacer catarsis juntas.
A Verónica Tobeña y a Jimena Caravaca, con quienes transitamos este
proceso de embarcarse en una tesis, dándonos consejos y apoyo. Por suerte,
estuvieron Juana y nuestros respectivos para sacarnos de tema y compartir
gratos momentos.
A mis amigas de La Plata, a las cuales he relegado, pero con las que pienso
recuperar el tiempo perdido.
A las “chicas del gimnasio” que me ayudaron a sostener de un modo
divertido la energía para llegar al final de esta tesis.
A Patricia Ochoa, por haber colaborado con la traducción del resumen, y al
resto de las amigas “porteñas” que con las cenas durante la semana
acompañaron todos estos años.
A “las Vickys”. A Victoria Mostajo, por nuestra amistad que ya lleva tres
décadas. A Victoria González, por su constante cercanía.
IV
Una mención especial merece mi familia. Mis padres que a pesar de la
distancia siempre estuvieron muy cerca. Mis hermanas, Eleonora y
Florencia, que las circunstancias nos hicieron más unidas y siempre
estuvieron conmigo. A Dolmo y el Negro, que forman parte de la familia a
la distancia. A Fede que se incorporó hace un tiempo ya y junto a mi
hermana Florencia me dieron a mis sobrinos, Martina y Ernesto, que hacen
la vida más divertida. A todos ellos les agradezco el haber estado siempre y
comprendido mis ausencias, a pesar de no terminar de entender del todo lo
que hacía.
Por último, le dedico este trabajo a Leandro, quien está siempre presente
para apoyarme y alentarme cada día.
***
V
INDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 1
1. PRESENTACIÓN DEL PROBLEMA Y LOS OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN ....... 1
2. SOBRE LA INVESTIGACIÓN: ASPECTOS METODOLÓGICOS Y DESCRIPCIÓN DEL
TRABAJO DE CAMPO .............................................................................................. 7
VI
SEGUNDA PARTE............................................................................................. 140
VII
CAPÍTULO 7: ESFUERZO Y SACRIFICIO EN LAS ER: EMOCIONES Y
SIGNIFICADOS DE LOS VÍNCULOS CONSTRUIDOS ............................. 278
7.1. LA CONSTRUCCIÓN DEL ALUMNO COMO VULNERABLE: LA JUSTIFICACIÓN
DEL SACRIFICIO ................................................................................................. 280
ANEXO .................................................................................................................... 1
I. MAPA DE COMUNAS DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES. .............. 1
II. MAPA DE UBICACIÓN DE LAS ESCUELAS DE REINGRESO. ................................ 2
III. MAPA DE DISTRITOS ESCOLARES Y BARRIOS. ................................................. 3
IV. CAMPAÑA GRÁFICA DEL PROGRAMA “DESERCIÓN CERO”. ........................... 4
V. NORMATIVA DE CREACIÓN DE LAS ESCUELAS DE REINGRESO........................ 5
VIII
INTRODUCCIÓN
1
La Ciudad de Buenos Aires promulga en el año 2002 la obligatoriedad de la escuela
secundaria (Ley 898/02), convirtiéndose en la primera jurisdicción en hacerlo. Recién en el
año 2006, la Ley de Educación Nacional (Nro. 26.206/06) establece esta condición en todo
el territorio nacional de la República Argentina.
2
La tasa neta de escolarización secundaria a nivel nacional alcanza el 84,45% para el año
2011. Entre los sectores de clima educativo alto esta cifra trepa hasta el 91,27%, en los de
clima educativo medio es del 83,27%, mientras que entre los de clima educativo bajo sólo
es del 61% (Datos SITEAL – IIPE UNESCO Buenos Aires).
1
Esta investigación se origina en otra de carácter colectivo realizada entre los
años 2006-2007 la cual se proponía observar las variaciones que las ER
introducen en el formato de la escuela secundaria “tradicional” con el
propósito de incluir a esta población definida por su no asistencia a la
secundaria3. El cursado por trayecto formativo personalizado, la promoción
y asistencia por materia –desarticulando la repitencia-, la contratación de los
docentes por cargo, contemplando tiempo extra-clase, espacios de apoyo,
tutorías y talleres extracurriculares, son los principales rasgos que definen el
formato de estas escuelas.
Las charlas tanto con los equipos docentes como con los estudiantes que
asistían a las ER nos señalaban que allí las relaciones se distanciaban de ese
imaginario construido. Nos encontrábamos con docentes que marcaban lo
3
Proyecto “Nuevos formatos escolares para promover la inclusión educativa. Un estudio
de caso: la experiencia argentina” (FLACSO Argentina / Fundación Carolina de España)
coordinado por Guillermina Tiramonti.
4
Desde diferentes perspectivas, los trabajos de Tenti Fanfani (2000), Quevedo (2003),
Martín Barbero (2002; 2006), Kantor (2007), Escobar y Mendoza (2005), entre tantos
otros, se orientan en esta línea.
5
En este acercamiento ya estaba presente una preocupación por las relaciones entre
docentes y alumnos en la escuela secundaria. El proyecto presentado para la obtención de la
beca Tipo I del CONICET justamente llevaba por título “Jóvenes y escuela media:
indagación acerca de una relación conflictiva”, y sus objetivos se proponían indagar en los
modos en que las culturas juveniles dialogaban, se articulaban, eran procesadas,
transformadas o bien rechazadas por las instituciones escolares de nivel medio en la Ciudad
de Buenos Aires, observando con detenimiento en los tipos de sociabilidad que se daba
entre jóvenes y adultos en las escuelas.
2
positivo de trabajar en escuelas de este tipo y con estos jóvenes que llegaban
a las ER, mostrando estar a gusto con su labor y valorizando en particular el
vínculo establecido con sus estudiantes. Pero no eran sólo los docentes los
que señalaban el carácter positivo de esta experiencia; prácticamente la
totalidad de los estudiantes señalaban como aspecto más valorado de sus
escuelas la relación que tenían con sus profesores.
Por un lado, las entrevistas con los equipos docentes de las escuelas nos
dejaban observar que la labor de éstos ponían el foco en los esfuerzos que
los chicos hacían para salir adelante en esta etapa de su escolarización, y al
mismo tiempo, sostenían un diagnóstico que quitaba la mirada de la
responsabilidad individual por las trayectorias educativas previas. Por otro
lado, las palabras de los jóvenes que asistían a estas escuelas nos describían
una experiencia caracterizada por el “buen trato” de los docentes.
Este es el germen de esta investigación, el hilo del cual nos propusimos tirar
a fin de indagar qué es lo que sucedía en estas escuelas para que, tanto
docentes como estudiantes, valorizaran las relaciones que allí se sostenían y
el tipo de trabajo que realizaban. ¿Qué características particulares asumen
las relaciones entre docentes y alumnos? ¿Qué condiciones fueron
necesarias para que tuvieran lugar? ¿Qué papel juega el formato escolar
propio de estas instituciones en la configuración de estas relaciones? ¿Qué
incidencia tienen estas relaciones en la reinserción de estos jóvenes al
sistema educativo?
3
emocionalidad que a primera vista asume rasgos gratificantes. La
exploración de esta dimensión nos demandó una incursión en el campo de
los estudios sociales acerca de las emociones y afectos con el propósito de
responder a otra serie de interrogantes: ¿A qué llamamos emociones y
afectos? ¿Cómo se originan? ¿Qué papel juegan en la vida social? Pensando
en el caso de las ER, ¿cómo intervienen en los procesos de inclusión-
exclusión educativa y en los procesos de agenciamiento de los sujetos?
6
Dicho análisis constituye mi tesis de Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis
Cultural (IDAES-UNSAM), cuyo título es: “Los vínculos entre docentes y alumnos en las
Escuelas de Reingreso de la Ciudad de Buenos Aires: análisis de una estrategia de
personalización” (2011).
7
Como veremos en el capítulo 3, los niveles de abandono escolar de estas escuelas son
relativamente elevados.
4
experiencia de seguimiento, contención, escucha, es decir, de fuerte
acompañamiento, habían logrado insertarse en otras esferas sociales.
Estos interrogantes fueron los que nos llevaron a realizar otra instancia de
campo, pero esta vez con los que habían egresado de las ER, especialmente
con quienes habían vivido la experiencia de ser alumnos en los momentos
en que realizamos el primer trabajo de campo en 2007. El primer material
recolectado nos permite observar el tipo de experiencia escolar que estaban
construyendo aquellos jóvenes que lograron permanecer en las ER, es decir,
que lograron volverse alumnos de estas escuelas. Con el segundo trabajo de
campo, por su parte, nos propusimos reconstruir los significados de esta
experiencia para quienes egresaron de allí, así como reconstruir sus
trayectorias previas y posteriores a reingreso. Si bien no se contactaron a los
mismos entrevistados del 2007, sí se retomaron las escuelas de la muestra
de la investigación original, priorizando entrevistar a quienes finalizaron su
escolarización secundaria entre los años 2007 y 2010. Este recorte de la
muestra de egresados nos garantizaba, por un lado, que estos jóvenes
hubieran permanecido cierto tiempo en estas escuelas pero, por otro lado,
que hubieran transitado una experiencia en condiciones similares a las que
pudimos vislumbrar durante el primer trabajo de campo.
Esto merece una salvedad. Si bien tomamos a quienes egresaron, con esto
no queremos enunciar que quienes no lograron alcanzar el título en estas
escuelas no hayan gozado de experiencias similares y que estas experiencias
no hayan dejado huellas acordes con lo que enunciaremos para los
egresados8. Como veremos en el capítulo 5, pudimos identificar tres grupos
de jóvenes que llegan a las ER: quienes apenas asisten unos meses a estas
escuelas; los que se vuelven estudiantes de reingreso, asisten un tiempo
relativamente prolongado pero no alcanzan el título secundario allí; por
último, los que logran egresar.
8
Como mostraremos en el apartado metodológico, se realizó una serie de entrevistas, a
modo de control, con jóvenes que asistieron a las ER pero que no egresaron de ellas. En su
mayoría habían permanecido más de un ciclo lectivo allí y la experiencia es similar a la
relatada por los egresados.
5
Es por ello que a los interrogantes originales, se suman otros: ¿sobre
quiénes logra ser efectiva la acción de las ER, es decir, cuáles son las
características de estos sujetos juveniles? ¿Cuáles fueron las razones que los
llevaron a retomar el secundario y a hacerlo en estas escuelas? Asimismo,
buscamos explorar en las condiciones que hicieron posible tanto la vuelta al
secundario como el sostenimiento y finalización del mismo. Es decir: ¿de
qué modo se logra la escolarización exitosa de los jóvenes en las ER? ¿Qué
elementos individuales e institucionales han intervenido?
6
anteriores pero que se han vuelto “los exitosos” en esta oportunidad.
Consideramos que esta tesis colabora en el conocimiento de las políticas
que motorizan las diferentes jurisdicciones estatales para lograr generar
mayores niveles de equidad educativa. Por otra parte, este tipo de
experiencias que buscan la reinserción de los jóvenes al sistema educativo
difícilmente cuente con un seguimiento de egresados. De hecho, en
diferentes ocasiones, directivos de estas escuelas señalaban no contar con
información detallada –más que por comentarios de algunos ex alumnos-
acerca de las trayectorias de sus egresados. Las dificultades que implica la
realización de este tipo de seguimientos hacen que generalmente no se
lleven a cabo, dificultades que serán detalladas en el siguiente apartado así
como otros aspectos metodológicos de esta investigación.
7
muestra de establecimientos educativos con los que se trabajó fue
intencional, con una importante representación en el universo de estudio.
Este primer trabajo de campo9 se realizó entre los meses de febrero y abril
de 2007 en cinco de los ocho establecimientos denominados “escuelas de
reingreso”. La elección de las escuelas estuvo en función de su ubicación,
eligiendo aquellas localizadas en la zona sur de la ciudad, por tratarse de los
distritos escolares que presentan los indicadores sociales y educativos más
desfavorables10. En un principio se habían elegido cuatro instituciones, pero
debido a dificultades para realizar el trabajo de campo en una de estas
escuelas, se optó por sumar otra institución, ubicada en un barrio del norte
de la ciudad.
9
Trabajo de campo del cual participé, junto a otras investigadoras, en los diferentes
momentos, tanto en la diagramación como en la realización de las entrevistas.
10
En el capítulo 2 se presentan las principales problemáticas del nivel medio en la Ciudad
de Buenos Aires.
8
presenta en el capítulo 3, a la vez que permitieron enmarcar los datos
recolectados en 42 entrevistas a diferentes actores de las escuelas, entre
ellos, directivos, asesores pedagógicos, preceptores, docentes y alumnos. El
cuadro a continuación detalla el conjunto de entrevistas realizadas en cada
uno los establecimientos de la muestra por tipo de actor entrevistado.
Totales en 5
11 12 19
escuelas
Director
Directora
Escuela Nº 3 Asesora 3 docentes 4 estudiantes
Pedagógica
Directora
Escuela Nº 4 Asesor 3 docentes 5 estudiantes
Pedagógico
Directora
Escuela Nº 5 Asesora 3 docentes 5 estudiantes
Pedagógica
Además del material recogido en las escuelas, se realizó una entrevista a una
ex funcionaria de la entonces Secretaría de Educación de la Municipalidad
de Buenos Aires, que participó del diseño e implementación de las ER. Esta
entrevista es de una riqueza especial debido a que da cuenta de las hipótesis
de las cuales partieron para el diseño de las escuelas, del momento de
9
creación e implementación así como del proceso de selección de directivos,
particularmente entre aquellas escuelas creadas en el año 2004 –que será
descripto en el capítulo 4.
11
Para este trabajo se mantiene la numeración de escuelas establecida en la investigación
original. Al dejar de lado la Escuela 2, la muestra del segundo campo pasa a estar
conformada por egresados de las escuelas 1, 3, 4 y 5.
10
investigación: por un lado, haber cursado durante los primeros años de la
ER –es decir, haber vivenciado aquellas experiencias que se reflejaban en
las primeras entrevistas del trabajo de campo-, por otro, el haber cursado un
tiempo en la ER, es decir, haberse constituido en alumnos de estas
instituciones. Basándonos en estos requisitos decidimos entrevistar a
jóvenes que hubieran egresado de las ER de la muestra hace unos años atrás
–entre 2007 y 2009 aproximadamente-.
Esta segunda etapa del trabajo de campo fue llevada a cabo entre los meses
de junio y noviembre de 2012. Comprende la realización de 16 entrevistas
en profundidad con jóvenes egresados de las ER. Asimismo, a modo de
control, se realizaron cuatro entrevistas más con jóvenes que iniciaron sus
estudios en las ER pero que no los finalizaron allí, a fin de indagar el tipo de
experiencia vivenciada y las razones que los llevaron a no alcanzar el título
en la ER, buscando conocer si, en principio, había o no continuidad entre las
experiencias de los egresados y los no egresados.
12
Como señalamos, descartamos la Escuela 2 ya que en el primer trabajo de campo sólo se
hizo una entrevista al directivo, no pudiéndose realizar las entrevistas a docentes y
alumnos.
11
• En la Escuela 4: entre el año 2006 y 2010 egresaron alrededor de 30
alumnos.
El trabajo de campo con los egresados implica una serie de instancias que
encierran ciertas particularidades en torno al relevamiento de sus datos, al
contacto con ellos así como finalmente la realización de las entrevistas, las
cuales serán caracterizadas a continuación.
13
La escuela 5 comenzó a funcionar en el agosto de 2005. Su año lectivo va de agosto a
agosto, por lo que comenzaron a tener egresados en agosto de 2009. Presentamos la
información hasta 2011, ya que dos de los egresados de la muestra finalizaron el secundario
ese año.
14
Se trata de un profesor de Matemática de las Escuelas 1 y 3, y alumno del postítulo de
Investigación Educativa del Instituto de Formación Docente “Joaquín V. González”, que
como trabajo final del postítulo eligió el tema de los egresados de las ER, realizando una
base de datos de todos los egresados de ambas escuelas –y de una tercera que no se incluye
en esta muestra- a la cual tuvimos acceso. También realizó encuestas y entrevistas con estos
jóvenes, pero no accedimos a dicho material.
12
para luego revisar legajo por legajo los teléfonos de contacto consignados
durante el período en que fueron alumnos15.
15
Las ER tienen una tasa de desgranamiento relativamente elevada, como será presentado
en el capítulo 3. Esto se podía ver reflejado al revisar el libro matriz, el cual es un registro
con una extensión considerable pero del cual sólo logramos registrar una treintena de
alumnos egresados.
16
Como veremos en el capítulo 3, ambos sexos están representados equitativamente en el
total de egresados. En la confección de la muestra se buscó respetar esta proporcionalidad,
aspecto que no pudo ser cumplido en esta escuela.
13
efectivamente contactada. Como señala una docente de la Escuela 5, es
difícil contactar a quienes egresaron por que “la población de esta escuela es
muy nómada”.
Una segunda dificultad que entraña este tipo de trabajo de campo responde a
los temores que genera que una persona desconocida los contacte
telefónicamente –a pesar de informar que la escuela era la que había
brindado su información personal. Esto quedó en evidencia, por ejemplo,
cuando una de las egresadas, durante el contacto telefónico y mientras se le
explicaba las intenciones de la investigación, decide interrumpir
abruptamente la comunicación telefónica. Con otra alumna de la Escuela 1
también se reflejó una situación de temor. Habíamos combinado para hacer
la entrevista en un bar, pero la canceló a último momento, para luego
reprogramarla en la escuela –luego de haber verificado la veracidad del
contacto con el vicedirector. El día en que finalmente se concreta el
encuentro comenta que estaba transitando una situación de acoso de un ex
novio lo cual la llevó a pensar que tal vez el contacto encubría otras
intenciones. Estas actitudes de temor se vuelven cotidianas en momentos
donde el problema de la “inseguridad” está fuertemente instalado en la
14
agenda pública y del cual se hacen eco, amplificándolo, los medios masivos
de comunicación17.
Una tercera dificultad que se nos presentó a lo largo de esta etapa del campo
es el encuentro en lugares por fuera de la institución escolar. En algunas
ocasiones, los egresados preferían no realizar la entrevista en la escuela, o
bien, los horarios personales no coincidían con el horario de funcionamiento
de la institución, lo cual obligó a buscar otros espacios de encuentro donde
se pudieran realizar las entrevistas. Por tanto, algunas de las entrevistas se
realizaron en las escuelas, en los horarios de funcionamiento de ellas, y en
otras ocasiones, los encuentros se dieron en bares, shoppings y parrillas
cercanos a las escuelas o a los domicilios personales o laborales de los
egresados.
A estas situaciones se sumó el hecho de que las ER, para poder atender este
tipo de demandas, solicitan que uno visite la escuela un viernes, ya que es el
día más tranquilo de la semana de trabajo18. La coincidencia de tener que
asistir los viernes a algunas de las escuelas para confeccionar las bases de
datos o contactar a los egresados, sumado a las reprogramaciones y a las
entrevistas coordinadas con graduados también los días viernes, llevó a que
el trabajo de campo se prolongara por varias semanas. Es por ello que esta
segunda etapa del campo se llevó a cabo durante varios meses de 2012
(entre junio y principios de noviembre).
17
El trabajo de Kessler (2009) indaga en profundidad acerca del entramado de
representaciones, discursos y emociones que van configurando el “sentimiento de
inseguridad” presente en el espacio público contemporáneo.
18
Las ER se han organizado desde el inicio de su funcionamiento de un modo particular.
De lunes a jueves se dictan las materias anuales, quedando para el viernes las
cuatrimestrales como Inglés e Informática y las optativas (talleres). Esto hace que el nivel
de concurrencia de los alumnos sea menor el día viernes y que el ritmo de trabajo de la
escuela baje notablemente. Es por ello que las autoridades aprovechan para realizar
actividades administrativas y de otro tipo que se les dificulta realizar durante el resto de la
semana.
15
Establecer el contacto con quienes no egresaron fue aún más dificultoso que
con quienes sí egresaron. A lo largo de las entrevistas con los egresados, en
varias ocasiones señalaron que asistían a la escuela con hermanos o amigos
que volvieron a dejar. Es por intermedio de los egresados que contactamos a
cuatro jóvenes que asistieron sólo durante un tiempo a las ER. Algunas
entrevistas se realizaron personalmente, aunque otras por dificultades para
encontrarnos, se llevaron a cabo por teléfono.
19
Esto se veía reflejado en que señalaba en reiteradas ocasiones frases como “no sé como
decirte”, “no sé como explicarte”. A su vez, al finalizar la entrevista, ya apagado el
grabador, continuamos la charla y se lo veía un poco más distendido. Podríamos decir que
este es un aspecto negativo de la situación de entrevista, el cual es reseñado en la
bibliografía sobre el tema. Ver el capítulo 12 de Marradi et al. (2007).
16
• Indicadores de nivel socioeconómico personal y familiar (barrio, con
quienes viven, nivel educativo propio, de los padres, hermanos y
cónyuges, trayectoria y situación laboral).
17
experiencia escolar, señalan “no sé cómo explicarte; no sé cómo decirlo”;
simplemente logran resumir la experiencia con una expresión de que fue
“netamente positiva”.
Es por eso que para continuar con esta exploración ensayamos otro
ejercicio. Se mantuvo la pauta tal como estaba planteada en un inicio,
buscando que los egresados se explayaran con sus propias palabras acerca
de su historia escolar, laboral, familiar y el modo en que recordaban su
experiencia en la ER. Una vez realizado dicho recorrido, ya hacia el final de
la entrevista, se los invitaba a elegir entre un “conjunto de palabras”
diversas que expresaban sentidos y “emociones” aquellas que reflejaran
adecuadamente su experiencia en la ER, en las otras secundarias en las que
estuvieron, así como el tiempo que estuvieron sin asistir a ningún
establecimiento.
20
Este tema será abordado con mayor profundidad en el capítulo 1.
18
cierto ejercicio de reflexividad, esas sensaciones que predominaron en los
diferentes momentos que transitaron a lo largo de la realización del
secundario, buscando capturar por medio de dichas palabras la afectividad
vivenciada.
De este modo, los egresados señalaban las palabras que lograban representar
más acertadamente la experiencia vivida en las distintas etapas de su
trayectoria escolar en el nivel secundario, reflexionando a la vez en torno a
los motivos que hicieron que experimentaran esas sensaciones –si remitían a
las relaciones establecidas con los docentes, con los compañeros, a las
clases a las que asistían, a los talleres, etc. En cierta medida con este ensayo
invitamos a los estudiantes a que reflexionasen sobre esas sensaciones
vivenciadas a partir de distintas situaciones. Este ejercicio propuesto durante
la entrevista colaboró con la posibilidad de traducir en emociones esa
afectividad que vivenciaron mientras asistían a la ER. Por tanto, como
señala Kessler, “más que acceder a la emoción en sí misma, se accede a su
manifestación discursiva” (2009: 36).
19
los egresados. Del año 2006 al 2010, de las Escuelas 1, 3 y 421 egresaron 65
varones y 70 mujeres. La representación equitativa de la muestra pudo
llevarse a cabo en estas tres escuelas, no así en la Escuela 5, que como
señalamos, no pudimos seleccionar a los entrevistados.
21
No contamos con esta información para la escuela 5.
20
para ser realizado en cinco años, a estos jóvenes les demandó al menos un
50% más del tiempo estipulado, teniendo una edad promedio al egreso de
21,6 años.
21
dificultades una vez iniciado su trayecto, porque quienes cursaron entre 3 y
4 niveles, estuvieron en las ER entre 3 y 4 años.
Años
Edad Edad al Edad al Niveles Años en
Escuela Nombre Sexo en la
actual ingresar egresar cursados secund.
ER
Manuel M 26 18 22 4 niveles 4 8
Parte de 2do; 3
Silvana F 25 18 21 3 8
y 4.
Esc. 1
Parte de 1ro; 2,
Francisco M 25 18 22 4 8
3y4
Mariela F 25 17 21 4 niveles 4 7
Nicolás M 22 16 20 2, 3 y 4 4 6
Parte de 1ro; 2,
Elena F 27 21 25 4 9
Esc. 3 3y4
Irina F 28 21 24 3y4 3 9
Marcos M 25 19 23 2, 3 y 4 4 9
Jorge M 22 19 20 4 niveles 1 7
Alberto M 24 18 22 2, 3 y 4 4 8
Esc. 4
Gianella F 22 17 20 2, 3 y 4 3 7
Marlén F 24 20 22 3y4 2 8
Parte de 1ro; 2,
Leandro M 21 17 20 3 7
3y4
Santiago M 24 20 22 3y4 2 9
Parte de 2do; 3
David M 23 18 21 3 7
y 4.
Resta mencionar las cuatro entrevistas que realizamos a jóvenes que habían
retomado sus estudios en las ER pero que no finalizaron la secundaria allí.
22
Los nombres de los entrevistados han sido modificados con el propósito de preservar su
anonimato.
22
La intención era indagar en el tipo de experiencia que tuvieron en la ER, su
trayectoria escolar, así como las razones que provocaron que dejaran de
asistir a la escuela nuevamente. Los entrevistados son cuatro jóvenes, dos de
la Escuela 1, uno de la Escuela 3 y otro de la Escuela 5. Uno vive en
Moreno, y el resto en la capital, cerca de las escuelas a las que asistían.
Tienen edades similares a las de los egresados, y ninguno terminó aún el
secundario. Sólo uno de los entrevistados retomó este año los estudios en un
CENS, teniendo que hacer los tres niveles completos del plan de estudio.
Las situaciones que veíamos de estos jóvenes que no egresaron son las
siguientes. Dos de ellos habían finalizado la cursada pero tenían pendiente
la aprobación de una o dos materias, es decir, les quedaba rendir el examen
final. En uno de los casos no sabía que adeudaba una materia, es por eso que
al enterarse hace un tiempo atrás decidió rendir pronto el examen. En el otro
caso, señala que “ por caprichosa, por tonta” no fue a rendir, a pesar de que
desde la escuela la llamaron, pero fue el año en que quedó embarazada y ya
hace varios años que finalizó la cursada y no lo ha hecho aún. En los otros
dos casos restantes asistieron uno o dos ciclos lectivos pero por cuestiones
familiares o laborales volvieron a dejar. Una de las entrevistadas no pudo
sostener la asistencia a la escuela, porque se mudó con su novio al
conurbano y, al poco tiempo, queda embarazada y no contaba con la ayuda
de familiares para el cuidado del niño. Al momento de la entrevista estaba
separada viviendo con su hijo en Lugano, trabajaba muchas horas por día en
una casa de ropa –donde no le exigen el título secundario- y, si bien le
gustaría retomar los estudios, le resulta imposible porque no cuenta con el
tiempo necesario. El caso restante decide dejar porque al tener armado un
trayecto veía que la cursada se le prolongaba varios años más. Ahora, en el
CENS, al ver que son sólo tres años, considera que va a poder finalizar el
secundario. Los cuatro entrevistados señalaron haber tenido buenas
experiencias en las ER, similares a las relatadas por quienes egresaron.
23
3. Estructura de la tesis
Esta tesis está integrada por siete capítulos, organizados en dos partes. La
primera parte, conformada por los tres primeros capítulos, se propone
situar nuestro tema de investigación en la intersección de dos problemáticas
principales: por un lado, el de las emociones y afectos en la vida social, y
cómo estas influyen en los procesos de agenciamiento; por otro, el de la
expansión de la escuela media y los desafíos propios del mandato de
universalización. Para ello se propone reconstruir el marco teórico y la
problemática de partida de la tesis así como las principales características
del caso de estudio. La segunda parte aborda en profundidad el análisis del
material de campo recogido en las dos instancias descriptas anteriormente,
avanzando en respuestas acerca de quiénes son los jóvenes que logran
egresar de las ER, así como también analizar en profundidad el lugar del
vínculo, sus características, las condiciones que habilitan su construcción y
los modos en que afecta las biografías de estudiantes y docentes.
24
siglo XIX hasta nuestros días, dando cuenta del lugar de ésta en tanto esfera
de integración de la juventud. Como veremos, la progresiva expansión y
masificación del nivel ha tenido lugar a partir de oleadas de incorporación
de sectores hasta el momento excluidos, pero esta inclusión se traduce en
una distribución de la población escolar en circuitos de diferente calidad y
prestigio social. Esto lleva a que la escuela secundaria constituya cada vez
más un espacio de integración de los jóvenes, pero las vivencias son muy
diferentes según la institución en la que se integren. El escenario actual de
obligatoriedad ha llevado a que se constituya como el lugar donde deben
estar todos los jóvenes entre 13 y 18 años, obligando a la implementación de
estrategias para reincorporar a la población que no logra completar el nivel
en la forma y el tiempo estipulados. Este capítulo cierra con las
características propias del nivel secundario de la Ciudad de Buenos Aires,
dando cuenta de los desafíos aún pendientes en materia de inclusión
educativa. Los interrogantes principales que nos proponemos responder en
este capítulo son: ¿cómo se ha dado la expansión del nivel secundario en
nuestro país?; ¿qué papel ha desempeñado históricamente y que papel juega
en la actualidad la escuela secundaria, en tanto espacio de integración de la
juventud?; ¿qué problemáticas principales deben afrontarse, particularmente
en la jurisdicción de la Ciudad de Buenos Aires, para alcanzar la
universalización de la escuela secundaria?
25
las principales características de su matrícula?; ¿cuántos jóvenes egresan de
ellas?
26
evidenciar la presencia de diferentes soportes en los que se sostiene esta
decisión, algunos de tipo familiar y otros de tipo religioso o comunitario.
Asimismo, presentamos los recorridos de los egresados luego de finalizar la
escuela, observando su situación en términos familiares, académicos y
laborales. A modo de conclusión del capítulo, observamos cómo la
reinserción al sistema depende de la presencia de soportes mínimos
necesarios para poder asumir personalmente la decisión de volver a estudiar.
El principal interrogante que se plantea este capítulo es sobre quiénes logra
hacerse efectiva la acción de la ER y por qué, es decir, cuáles son las
características de esta población que alcanzó el título secundario allí.
En los dos últimos capítulos de esta tesis nos adentramos con profundidad
en el análisis del vínculo que se construye en las ER entre docentes y
alumnos. En el capítulo 6, observamos, por una parte, las formas de trabajo
de los docentes, las miradas que prevalecen en relación con sus alumnos y
las pautas de interacción que van instalando como adecuadas para formar
parte de estas instituciones. Por otra parte, indagamos en las características
y comportamientos que los docentes valoran de sus alumnos. Aquí vemos
que el esfuerzo que éstos realizan, tanto en el espacio escolar como aquellos
extraescolares, asociados con el sostenimiento de la escolaridad, así como la
demostración de compromiso, se constituyen en la definición del mérito de
estas escuelas. Las preguntas que nos proponemos responder en este
capítulo son las siguientes: ¿cuáles son las pautas de interacción que se
establecen en las ER entre docentes y alumnos?; ¿qué rasgos asumen los
docentes y cuáles los alumnos a la hora de trabajar en estas escuelas?; ¿de
qué modo se va estableciendo la relación entre ellos en este espacio escolar?
27
vínculo construido en las ER observando su relación con los procesos de
agenciamiento. De este modo vemos que la conceptualización que hacen los
docentes acerca de sus alumnos como jóvenes “vulnerables” los lleva a
sacrificarse y comprometerse con su trabajo en estas escuelas, lo cual es
interpretado por los estudiantes como una “ayuda”, algo “extra” que los
docentes les dan por su “bondad” y por tanto, deben responder
adecuadamente. Luego, observamos, por una parte, que la experiencia
emocional de los jóvenes se caracteriza particularmente por la tranquilidad y
el entusiasmo, lo cual les permite sostener el esfuerzo en su escolarización
al ver el título como algo alcanzable, así como les otorga aquella energía
necesaria para proyectar a futuro sus vidas. Por otra parte, observamos que
el vínculo para los docentes reactiva aquellos placeres asociados con la
matriz identitaria, al ver la transformación que su labor generó en los otros,
renovando así el compromiso asumido al trabajar en estas escuelas.
***
28
PRIMERA PARTE
29
de Buenos Aires, presentando las problemáticas principales que se deben
afrontar para garantizar la inclusión de los jóvenes en el secundario. Por
último, en el capítulo 3, se presenta el caso de estudio, las Escuelas de
Reingreso, a partir de una descripción basada en datos primarios y
secundarios, permitiéndonos dimensionar esta experiencia en el marco del
sistema educativo porteño y dar cuenta del tipo de población que accede a
este tipo de experiencia.
***
30
CAPÍTULO 1: EL LUGAR DE LAS EMOCIONES EN LA EXPERIENCIA
ESCOLAR
Los vínculos, las emociones y la experiencia escolar van a ser las tres
dimensiones que se abordarán en esta investigación. En este capítulo
buscamos reconstruir los antecedentes de investigación más relevantes con
los cuales dialoga este trabajo, antecedentes que se enmarcan en el campo
de la educación, así como de los estudios sobre emociones y afectos desde
la sociología y la antropología. Es por eso que nos proponemos recorrer, sin
pretensión de exhaustividad, algunos antecedentes sobre el tema a fin de
ubicarnos en un campo de estudio aún en construcción con la intención de
avanzar en la definición de una perspectiva propia en torno a esta
problemática.
31
componentes de la vida social estuvieron presentes en las obras de los
autores canónicos de la disciplina sociológica, pero durante mucho tiempo
su exploración quedó marginada así como perdió legitimidad como factor
explicativo de los fenómenos sociales. Las últimas décadas del siglo XX
muestran un resurgir de investigaciones que abordan estas temáticas,
avanzando en la consolidación de un campo rico en discusiones y
perspectivas.
23
En el contexto norteamericano, los trabajos de Theodore Kemper, Arlie Russell
Hochschild y Thomas Scheff son los que principalmente (re)instalan esta preocupación
académica en torno al papel de las emociones en la vida social. Para Bericat Alastuey
(2000), cada uno de estos autores representan diferentes líneas de trabajo: una sociología
“de” la emoción, una sociología “con” emociones y una incorporación de la emoción “en”
la sociología, respectivamente.
32
estado presentes las emociones desde sus orígenes24 en las obras de autores
clásicos de la disciplina, como Marx, Weber, Durkheim y Simmel25. Pero
pareciera haber un “bache” temporal en el estudio de las emociones y los
sentimientos en las ciencias sociales, que va desde las obras fundantes a
fines del siglo XIX y principios del siglo XX, hasta mediados de los años
’70 cuando emergen estos aportes que dan inicio a otra etapa26. De este
modo, la emoción pareciera haber sido “expulsada” de la sociología como
explicación plausible de ciertos fenómenos sociales (Barbalet, 1998)27.
24
Si bien hay un acuerdo en señalar la presencia de las emociones en las obras de los
autores clásicos de la sociología, es posible rastrear diferentes posturas en relación con el
papel que juegan estas obras en tanto desarrollos conceptuales acerca de éstas. Hay quienes
señalan una continuidad entre la tarea emprendida en los textos clásicos y fundantes de la
sociología (Illouz, 2007; Denzin, 2009), mientras que otros consideran que la presencia de
las emociones en la teoría sociológica fue meramente marginal, y que en cierta manera
hubo que empezar “de cero” en la teorización de esta dimensión de la realidad social
(Bericat Alastuey, 1999; Scheff, en Koury 2006). Para más información acerca del
subcampo de la sociología de las emociones ver Koury (2006), Bericat Alastuey (2000),
Luna Zamora (2000).
25
Illouz (2007) señala la presencia de numerosas referencias a las emociones en los padres
fundadores de la sociología: en el análisis de Weber acerca de la ética protestante y la
angustia que provoca una divinidad inescrutable, al igual que en otros trabajos relativos a la
autoridad carismática y al papel de la pasión en la labor científica; el concepto de
alienación en Marx, en tanto sensación de extrañamiento que experimenta el trabajador
respecto del producto de su trabajo; los trabajos de Durkheim sobre la solidaridad y la
efervescencia que embarga a quienes participan en rituales colectivos, reflejando la
naturaleza social de la emocionalidad; por último, los ensayos de Simmel sobre la
intimidad, los sentimientos presentes en la interacción con los otros, y especialmente, la
típica actitud moderna, de reserva y frialdad condensada en el término blasé, que debe
asumir el individuo para afrontar la vida en la metrópoli.
26
Claramente hubo excepciones: los trabajos de Norbert Elias, donde la vergüenza encierra
un lugar central en el desarrollo del “proceso civilizatorio”; el libro de Wright Mills White
Collar donde señala a la emoción como una mercancía en la sociedad capitalista tardía; los
trabajos de Goffman, que abordan el papel significativo de una emoción como el
“embarrassment”, en los procesos de interacción social.
27
Para Barbalet (1998) diversos factores relacionados con cambios en la organización
social y en las líneas de pensamiento intelectual condujeron a la ausencia de las emociones
en las Ciencias Sociales. Entre ellas señala la reacción del modernismo del siglo XX al
Romanticismo alemán, la lectura parsoniana de Weber, que puso el foco en la neutralidad
valorativa, así como el temor que inspiraban las masas populares vinculadas al anarquismo
y al socialismo.
33
antropología (Abu-Lughod y Lutz, 1990; Lutz, 1986), la geografía
(Davidson, Bondi y Smith, 2005), la historia (Reddy, 1997; Rosenwein,
2002), entre otros.
28
Ejemplo de ellos es el Grupo de Trabajo en Sociología de las Emociones que, desde el
año 2007, se desarrolla durante el congreso bianual que realiza la Asociación
Latinoamericana de Sociología. Este se inicia con integrantes de diferentes países, como
México (Rodrigo Luna Zamora), Brasil (Mauro Koury) y Argentina (Adrián Scribano),
colaborando así con la creación de un espacio de intercambio de investigaciones que
abordan temáticas diversas desde distintas perspectivas teóricas. Por otra parte, hay una
serie de publicaciones que se suman a estos avances. Por ejemplo, la Revista Brasileira de
Sociologia da Emoção (ver www.cchla.ufpb.br/rbse/), creada en 2002 por un grupo de
investigación en sociología y antropología de las emociones coordinado por Mauro Koury,
y la Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, con sede
en Argentina, la cual es dirigida por Adrián Scribano.
Más recientemente, desde FLACSO Argentina, se constituye el Núcleo de Estudios
Sociales sobre Intimidad, Afectos y Emociones, coordinado por Santiago Canevaro y Ana
Abramowski, y del cual formo parte. Éste tiene un carácter interdisciplinario, al estar
conformado por miembros provenientes de la sociología, la antropología, la filosofía, la
pedagogía, los estudios feministas y la teoría queer.
34
nacional podemos señalar el trabajo de Kessler (2009) sobre el sentimiento
de inseguridad en relación con el delito en nuestro país; los trabajos de
Adrián Scribano (2007a y b) en relación con la acción colectiva y los
procesos de dominación; el estudio de Benzecry (2012) sobre la adhesión
afectiva al consumo de ópera; el de Abramowski (2010) sobre los “afectos
magisteriales”, que será retomado luego cuando veamos la intersección
entre emociones y educación.
Lutz y Abu-Lughod (1990) marcan que hasta los años ’80 prevalecieron en
los estudios antropológicos miradas que se hacían eco de la ortodoxia
psicológica acerca de las emociones, para la cual son procesos
psicobiológicos que tienen una esencia que lo social o cultural no alcanza a
afectar. Cada vez más, los estudios antropológicos dejan de dar por sentada
esta ortodoxia, marcando que los hombres experimentan afectivamente los
35
acontecimientos de su existencia a través de repertorios culturales
diferenciados (Le Breton, 2009). Como tales son construcciones sobre la
vida social -no estados que uno posee en su interior- por tanto, están
atravesadas por la sociabilidad y el poder. La relativización, la historización
así como la contextualización de los discursos emocionales en tanto
estrategias de análisis permitieron desesencializar a las emociones (Lutz y
Abu-Lughod, 1990).
29
No vamos a dar cuenta aquí del extenso debate acerca de la participación del componente
biológico en las emociones. Simplemente señalaremos que autores como Kemper (1990),
enmarcado en la corriente funcionalista, ponen el foco en la universalidad de ciertas
emociones primarias al derivar éstas de las necesidades evolutivas de adaptación al
ambiente. Por tanto, brindan un peso importante al elemento fisiológico que configura las
emociones determinadas por condiciones estructurales e interaccionales. Randall Collins,
Thomas Scheff y Jack Barbalet retoman algunos de estos aspectos de la teoría de Kemper.
Por otra parte, otros autores como Hochschild (1998) y Denzin (2009) no niegan la
presencia del componente corporal y biológico, pero señalando la relevancia de lo
cognitivo y evaluativo que lo modelan a partir de significados sociales y culturales.
36
Esto va en estrecha relación con el siguiente componente, el cual habla del
carácter relacional de las emociones aludiendo tanto a las interacciones que
se dan en el micro nivel como aquellas que sostenemos con otros objetos del
mundo social. Este aspecto cobra una especial relevancia para nuestro
análisis, no sólo porque analizaremos las relaciones construidas a partir de
las interacciones sostenidas en el marco de un espacio institucional, sino
porque observaremos también cómo cambian las relaciones de estos jóvenes
frente a una institución social como la escolar, la cual tiene un peso
simbólico relevante a la hora de asignar valor a las personas (Martuccelli,
2006).
30
Esto queda ejemplificado en el modo en que la bibliografía acerca del comportamiento
colectivo conceptualizó las razones por las cuales las personas se movilizaban en protestas,
marcando más que nada la naturaleza psicológicamente inestable de esos individuos que los
volvía susceptible de perderse en “la masa” (Gould, 2009).
37
ejercen una influencia decisiva en los tipos de emocionalidad que se
configuran.
Estos últimos aportes que tienen lugar desde la década del ’90 en adelante
se enmarcan en lo que se dio a conocer como “el giro afectivo”. Este giro se
inicia con dos obras fundantes, una de Brian Massumi y otra de Eve
38
Sedwick y Adam Frank 31, publicadas en 1995. Este “giro” incluye un
diverso espectro de lenguajes provenientes de paradigmas distintos y a
veces contradictorios, que se concentran en el estudio de la afectividad. A su
vez, se enmarcan en diferentes disciplinas y se basan en fundamentos de
tipo filosóficos, psicológicos y fisiológicos (Greggs y Seigworth, 2010;
Sánchez Prado, 2012). Es así que se pueden encontrar desarrollos
conceptuales desde la teoría queer, como son los trabajos de Sara Ahmed y
Eve Sedwick, desde la neurociencia y los estudios cognitivos de Antonio
Damasio, desde la filosofía deleuziana a partir de los aportes de Brian
Massumi, o desde la psicología cultural de Lauren Berlant y Teresa Brennan
(Sánchez Prado, 2012).
En este trabajo nos haremos eco de los aportes del giro afectivo, sin dejar de
lado las principales conceptualizaciones de la sociología de las emociones
que nos hablan de su carácter relacional y evaluativo. Para ello, retomamos
la distinción que tan claramente explicita Deborah Gould (2009),
desagregando las emociones de los afectos, en tanto elementos distinguibles
de la experiencia emocional. De este modo, los elementos afectivos remiten
a las intensidades vivenciadas corporalmente, que no son completamente
capturables por el lenguaje, es decir, aquello que sentimos y que no puede
ser reflejado totalmente en palabras. Por su parte, la emoción remite a ese
intento por capturar mediante el lenguaje aquellas sensaciones corporales,
buscando traducirlas en significados culturales. Este punto será retomado
hacia el final de este capítulo, cuando abordemos con detenimiento la
postura a partir de la cual realizamos nuestro análisis de la experiencia y los
vínculos en las ER. Pasemos ahora a ver los antecedentes de investigación
en la intersección de los estudios sobre educación y emociones, los cuales
dialogan con nuestro trabajo.
31
El texto de Eve Sedwick y Adam Frank titulado “Shame in the Cybernetic Fold” y el de
Brian Massumi, “The Autonomy of Affect”.
39
1.2. Emociones y educación: antecedentes relevantes
Llegados a este punto, nos interesa dar cuenta de aquellos antecedentes que
se ubican en el campo que se configura a partir de la intersección de los
estudios sociales sobre las emociones -del cual hemos hecho una breve
presentación-, y la educación, ya que se constituyen en aportes relevantes
para avanzar con el análisis que se propone esta tesis en torno a la
experiencia emocional en el espacio escolar, tanto para los docentes como
los estudiantes. Estos trabajos lejos están de alcanzar a consolidar un campo
de estudio, sino más bien, encontramos una serie de producciones que
exploran algunas emociones en el ámbito educativo, ya sea a partir de un
abordaje inclinado hacia lo pedagógico, o bien, hacia lo socioeducativo. De
más está decir que las fronteras entre unos y otros son difusas y ambas
líneas realizan aportes interesantes para esta tesis.
Varios son los trabajos que, tanto a nivel internacional como nacional, han
señalado la progresiva difusión del discurso psicológico en la pedagogía a
partir de los años ’60, difusión focalizada más que nada en instituciones a
las que acudían sectores medios “progresistas” (Bernstein, 1977; Varela,
1991; Carli, 2000). Más recientemente, diferentes trabajos alertan sobre la
prevalencia de este ethos terapéutico no sólo en los discursos pedagógicos
sino también en medidas de política educativa, que se expresan en un
lenguaje que pone el foco en el desarrollo de las “competencias
emocionales”, la “inteligencia”, el “manejo emocional” y el “bienestar
emocional” (McWilliam, 1999; Ecclestone y Hayes, 2008; Hartley, 2003 y
2004). La preocupación se centra fuertemente en el tipo de sujeto que
promueven al proveer un “guión cultural” que establece al estudiante en
tanto un “yo disminuido” (Eccleston y Hayes, 2009) o “vulnerable”
(McWilliam, 2003)32. Asimismo, se ha tendido a enfatizar la relación entre
32
Para Eccleston y Hayes (2009), en las últimas cinco décadas ha habido un ataque
constante desde la política y la filosofía, tanto de derecha como de izquierda, hacia las
capacidades de los sujetos para introducir cambios en su entorno social, lo que ha sentado
las bases para la visión de un “sujeto disminuido”. Esto se refleja en la educación en las
visiones que niegan la posibilidad de niños y jóvenes de volverse potenciales agentes en el
mundo y en su aprendizaje. Dentro de la cultura terapéutica, habría un ataque al sujeto y a
las habilidades del hombre, ya que entienden a buena parte de las formas de experiencia
40
este tipo de discursos y los procesos de gobernabilidad en las escuelas
(McWilliam, 1999; Bjerg y Staunæs, 2011). Consideramos que esta
psicologización asume una versión vernácula a través del discurso de la
“contención afectiva”, el cual ha adquirido una relevancia particular a partir
de las transformaciones socioeconómicas y culturales que han incrementado
el malestar docente en las escuelas (Brito, 2010; Finocchio, 2009). Esto ha
llevado a miradas que ponen el foco en la vulnerabilidad de los alumnos, así
como han reclamado la presencia de especialistas (psicopedagogos, tutores,
psicólogos) en las mismas instituciones para afrontar esta necesidad de
contención. Estos antecedentes nos permiten abordar las implicancias de la
definición del otro en tanto sujeto “vulnerable”, aspecto que como veremos
en los próximos capítulos, especialmente en el capítulo 7, está presente en
los relatos de los docentes de las ER.
41
disponible en las organizaciones educativas que le permiten a profesores y
administradores de colegios construir emociones acordes a ciertos roles
teniendo en cuenta tipos apropiados de expresión emocional.
Los primeros antecedentes tienen lugar hace varias décadas atrás. A nivel
internacional, el clásico trabajo etnográfico de Paul Willis (1988) pone en el
centro del análisis las prácticas de los jóvenes de clase obrera en el espacio
escolar, observando el modo en que a partir de las relaciones conflictivas
42
con las esferas de socialización se iba modelando su identidad de clase
obrera. A su vez, el trabajo realizado por Dubet y Martuccelli (1998), En la
Escuela. Sociología de la Experiencia Escolar, que con el propósito de
analizar la experiencia escolar en los distintos niveles del sistema educativo
francés, va dando cuenta de las distintas lógicas –integración, subjetivación
y estrategia-, que tienden a prevalecer entre los estudiantes en cada una de
las etapas que recorren en el sistema educativo.
43
condicionada por los modos en que las instituciones responden a ambos
procesos. Su trabajo hace hincapié en la heterogeneidad de las experiencias
escolares de los jóvenes de diferentes sectores, a la vez que observa la clara
conciencia por parte de alumnos y profesores del lugar que ocupan en un
sistema educativo socialmente jerarquizado, con las posibilidades futuras
que cada posición implica.
Al hacer este recorrido por estas investigaciones nacionales uno puede ver
reflejadas en las miradas de los jóvenes en torno a los sentidos de la escuela,
la evolución de las transformaciones sociales y económicas que han
modificado el paisaje social de nuestro país durante el último cuarto del
siglo pasado. Las percepciones que estos jóvenes tienen en torno a los
horizontes de posibilidad que les brinda la escuela, en cada momento y
contexto particular va pasando de aquellas miradas que se hacen eco de las
consecuencias sociales de las políticas económicas de ese tiempo,
avanzando en los 2000 con cierta aceptación de la desigualdad y la
fragmentación como constitutiva de la experiencia escolar, para luego, en un
escenario de mayor estabilidad, se refloten ciertos sentidos más
tradicionales de la escuela, cargados de un tinte menos negativo. Como
veremos en nuestro análisis, para los jóvenes que asisten a las ER sigue
operando el imaginario tradicional de la escuela, en tanto vía para alcanzar
una inserción laboral más estable, lo cual se ve reflejado particularmente en
las razones de la vuelta a la escuela, donde aparece el título secundario
como aquello que permite mejorar las perspectivas futuras.
44
La dimensión emocional de la experiencia escolar no ha sido explorada ni
problematizada en profundidad en estos trabajos reseñados, aunque es
posible encontrar algunos antecedentes que comienzan a hacerlo. Uno de
ellos es el trabajo de Saraví (2009a) que hace referencia a la dimensión
emocional de la experiencia escolar, y las particularidades que asume para
los jóvenes mexicanos de sectores populares. Es interesante la distinción
que hace entre una dimensión práctica y otra “emocional” de la experiencia
escolar, remitiendo ésta a “…algunas emociones, sentimientos, o estados de
ánimo que […] forman parte de esta cotidianidad escolar” (2009a: 212). Su
hipótesis es que para los jóvenes pobres la escuela adquiere un lugar
acotado tendiendo a prevalecer el aburrimiento debido a la escasa capacidad
de esta institución para interpelar y marcar a los sujetos, lo cual
incrementaría las posibilidades de un abandono temprano de la escolaridad.
Si bien en muchas ocasiones para los jóvenes pobres la escuela secundaria
(podríamos agregar, tradicional) queda relegada a un segundo plano, en
nuestro caso de estudio lejos está el aburrimiento de impregnar la
experiencia emocional, por el contrario, esta experiencia en las ER adquiere
una intensidad afectiva particular para los actores que participan de ella
afectando fuertemente los significados construidos en torno a ella.
45
compañeros, dando cuenta del peso simbólico de la mirada, al convertirse
en el puente a través del cual se otorga aprobación o menosprecio al otro.
Asimismo, María Aleu (2012) en su investigación doctoral indaga en los
vínculos emocionales de respeto que jóvenes de sectores populares entablan
en espacios de enseñanza no formal, identificando dos formas diferentes de
demandar respeto. Una donde se recurre a la fuerza física, en la que están
presentes sentimientos de miedo y temor, la cual implicaría vínculos con
niveles importantes de inestabilidad y fragilidad; y otra, que se da a partir de
la construcción de vínculos más duraderos, asentados en la confianza y el
buen trato, al mismo tiempo que ponen en juego expresiones más sutiles que
conllevan cierto intercambio igualitario. Todos estos estudios resultan
interesantes para nuestro trabajo ya que permiten explorar en las formas de
interacción de los grupos de pares en el escenario escolar, así como en la
prevalencia de cierto tipo de emocionalidad propia del dispositivo escolar;
asimismo, permiten indagar en las formas de respeto y reconocimiento del
otro, que como veremos, en las ER cobran un protagonismo particular al ser
una preocupación de los equipos docentes, quienes buscan, a través del
vínculo, que los alumnos asuman formas de demandar respeto acordes con
la vida institucional.
Por otra parte, una serie de trabajos comienzan a indagar esta dimensión
emocional pero a partir de los procesos de construcción y regulación del
género, las sexualidades y el cuerpo en el escenario escolar. Por un lado, en
torno al papel regulatorio de las relaciones entre pares, particularmente en la
definición de la feminidad así como en la discriminación hacia los
homosexuales, que se dan a partir de chismes o insultos en el espacio
escolar (Jones, 2010), o por medio de lo que Baez (2010) denomina “dulce
hostigamiento”, aquel trato que se destina hacia el diferente que, a la vez
que marca la diferencia, le permite participar del grupo y estar en el aula. En
relación con esta línea de trabajo, están las investigaciones de un grupo de
antropólogas de la Ciudad de Córdoba (Maldonado, 2005; Molina, 2006 y
2007) que indagan en las formas de sociabilidad juvenil y en la cultura
afectiva que se ponen en juego en las escuelas secundarias. A partir de una
descripción etnográfica realizan una análisis de las tramas socioafectivas
46
que se construyen a partir de las relaciones de pareja, como el noviazgo, el
“embrollo”, las amistades, que van dando cuenta de los conflictos y
tensiones en torno a la sexualidad juvenil.
Como pudimos ver, estos estudios se han focalizado, más que nada, en las
experiencias escolares y el modo en que las relaciones con los pares las co-
construyen regulando las conductas y reproduciendo miradas normativas,
pero no han tomado como objeto central los vínculos construidos en el
escenario escolar entre docentes y alumnos, propósito central de esta tesis.
Es posible encontrar algunos trabajos internacionales que aportan a este
entrecruzamiento entre vínculos, emociones y experiencia escolar, aunque
tiende a ser visto desde la mirada de uno de estos integrantes, y no los
sentidos construidos por ambos partícipes de la relación. Es decir, algunos
focalizan en la mirada y emociones experimentados por los estudiantes en
relación con sus docentes, mientras que otros ponen el foco en las fuentes de
emociones de los propios docentes, pero no hay muchos trabajos que
aborden el vínculo y la experiencia vivenciada por ambos integrantes de la
relación.
47
contraposición a lo central de las ER que es el vínculo de confianza así
como la escucha docente.
48
A lo largo de este breve estado del arte, que lejos estuvo de ser exhaustivo,
buscamos retomar algunos antecedentes de investigación que dialogan,
directa o indirectamente con nuestra tesis y han ayudado a modelar nuestra
mirada acerca del objeto de estudio que nos ocupa, los vínculos entre
docentes y alumnos, la experiencia emocional que éstos generan y su
incidencia en los procesos de inclusión educativa, mirada que será
presentada a continuación.
Desde los años ’70 es posible evidenciar en las sociedades occidentales una
serie de transformaciones sociales, culturales y económicas que han
redefinido las formas de acción del Estado así como han trastocado los
procesos de socialización conocidos hasta el momento (Dubet, 2006; Castel,
1997; Sennett, 2011; Beck, 2002; entre otros). Al modificarse las pautas de
integración social, se vuelve cada vez más difícil establecer linealidades en
las trayectorias de los sujetos debido a que éstos tienen mayores niveles de
autonomía respecto de ciertas estructuras sociales (Machado Pais, 2007). En
esta etapa de la modernidad, la tradición va quedando relegada a la hora de
definir los cursos de acción de los sujetos (Giddens, 1995), es por ello que
las ciencias sociales van dejando atrás las concepciones sistémicas
totalizantes, para dar cuenta de los fenómenos contemporáneos de modo
más ajustado.
49
derecho a la satisfacción de los deseos y necesidades individuales y la
búsqueda de autenticidad personal.
El análisis que proponemos en esta tesis busca no sólo dar cuenta de las
experiencias individuales de quienes transitan por las ER, sino que
deseamos reconstruir las condiciones que hacen posible dicha experiencia
(aquellas condiciones estructurales vinculadas con el formato escolar de las
ER al igual que otras vinculadas con las pautas de interacción que se van
definiendo), así como también las vivencias y significados que construyen
en torno a ella, con el propósito de observar cómo juegan en las biografías
de los jóvenes que transitaron por allí. Por tanto, no se les dará
preeminencia a los individuos o a las condiciones sociales e institucionales,
sino que observaremos los modos de construir la experiencia en dicho
escenario particular, con los soportes personales con los que cuentan los
distintos actores y los condicionantes (y “habilitantes”) propios del formato.
Consideramos que estos jóvenes que transitan por las ER, al igual que los
equipos docentes que trabajan en ellas, poseen márgenes de acción que le
permiten ir configurando la experiencia escolar que allí tiene lugar, y que las
decisiones que se dan en este entramado social encierran ciertos significados
50
construidos a partir de las interacciones y las relaciones que se configuran
en dicho espacio.
51
“paradoja de subjetivación", donde el poder en su carácter productivo,
produce al sujeto en tanto agente. En este sentido, la capacidad de agencia
puede ser encontrada en los actos de resistencia a las normas como también
en las múltiples formas en que esas normas son incorporadas y aceptadas.
33
Este trabajo se enmarca en aquellas tradiciones sociológicas que se proponen superar la
dicotomía poco productiva que ha sesgado a muchas investigaciones, la que escinde y
contrapone al individuo con la sociedad. Entre estas tradiciones podemos señalar a
Bourdieu (1988) a partir de su autodefinición como estructuralista-subjetivista y
subjetivista-estructuralista, buscando señalar la existencia de estructuras que condicionan
las prácticas de los actores pero sin dejar de aludir a la génesis social; Giddens (1997), en
relación con la idea de “dualidad de estructura” en la que remite a los procesos de
estructuración en tanto condicionantes y habilitantes de las prácticas sociales; Elias (2011),
cuando se plantea la necesidad de observar tanto la sociogénesis como la psicogénesis en
tanto procesos necesariamente interrelacionados, a partir de la interpenetración mutua del
individuo y la sociedad.
52
le opone. Para ello propone el concepto de figuración –o configuración- el
cual hace hincapié en las cadenas de interdependencia que se dan entre los
hombres a partir de su participación en entramados sociales particulares.
Los procesos de interacción que se dan en las configuraciones implica un
modo especial de presión específica, es decir, el ejercicio de ciertas fuerzas
coactivas que ejercen los hombres sobre sí mismos.
34
Como veremos en el capítulo 4, estas apropiaciones diferenciales se reflejan, por
ejemplo, en los distintos modos que tienen las instituciones para implementar los trayectos
formativos personalizados. Algunas instituciones tendían a aprovechar al máximo las
posibilidades de construir este tipo de trayectos, reconociendo lo que los estudiantes habían
aprobado en otras instituciones secundarias, como es el caso de la Escuela 1 y la 3 o bien
otras como la Escuela 5 ponían el acento en la necesidad de “ordenar” a los alumnos,
haciendo que todos realizaran el nivel completo, independientemente de lo que habían
aprobado previamente.
35
A partir del concepto de “cultura escolar”, Viñao se propone dar cuenta de aquel
“…conjunto de teorías, ideas, principios, normas, pautas, rituales, inercias, hábitos y
prácticas (formas de hacer y pensar, mentalidades y comportamientos) sedimentados a lo
largo del tiempo en forma de tradiciones, regularidades, y reglas de juego no puestas en
entredicho, y compartidas por sus actores, en el seno de las instituciones educativas” (2002:
73). Esta definición, que entiende a la cultura escolar como un conjunto amplio de
elementos que se pueden observar en el día a día de una escuela, hace hincapié en los
cambios históricos y las diferencias entre instituciones.
53
en la que tiene lugar un proceso de constitución de hegemonía. Es así que
“si en toda relación social hay circulación de poder, en toda configuración el
poder adquiere las peculiaridades de la hegemonía; esto es, de la producción
de sentidos comunes y subalternizaciones naturalizadas” (2011: 46). Esta
noción enfatiza la noción de “marco compartido”, que por tal no se
caracteriza por la homogeneidad, sino que refiere a articulaciones complejas
de la heterogeneidad social.
De este modo, esta investigación pivotea tanto entre los propios individuos
como en el marco institucional que estamos analizando, navegando entre
54
uno y otro nivel de análisis, ya que no se puede pensar uno sin el otro. Es
por ello que el análisis que se presenta a lo largo de esta tesis por momentos
pondrá su foco en los mismos individuos y en sus trayectorias, así como en
sus soportes (Castel y Haroche, 2003; Martuccelli, 2007); pero por otro,
dará cuenta de los condicionantes estructurales del formato escolar de las
ER, así como de las formas de interacción que allí se plasman,
particularmente a partir de las líneas de trabajo docente que se promueven.
36
El autor señala que la sociología tiene tres líneas de trabajo en relación con el estudio de
las emociones: la sociología “de” la emoción, la sociología “con” emociones y la emoción
“en” la sociología. La sociología “con” emociones constituye la voluntad de incorporar en
las investigaciones el componente emocional de los fenómenos sociales a fin de alcanzar
una comprensión más acabada de los mismos. La inclusión de este componente puede abrir
la puerta a nuevas visiones de la realidad social que hubieran pasado desapercibidas de no
dar cuenta de los procesos emocionales implicados en dichos fenómenos.
55
(Barbalet, 2002), brindando ese aspecto cargado de energía que moviliza a
la acción (Illouz, 2010). Las circunstancias de las que participan los sujetos
transforman las disposiciones a actuar, es por ello que el análisis está
centrado en las posibilidades que promueve y condiciona el marco
institucional de reingreso.
37
Como señala McWilliam (1999), los “placeres docentes” están modelados por los
discursos disponibles en determinado contexto sociocultural acerca de lo que es un buen o
mal docente.
56
terapéutico” (Illouz, 2007). Este discurso asume diferentes formas, tanto
profesionales –y la institucionalización en diferentes esferas sociales como
la empresa, la familia, la educación, da cuenta de ello- como populares a
partir de su difusión a través de una variedad de industrias culturales -libros
de autoayuda, talk shows, programas de radio con llamadas de los oyentes,
películas, novelas, revistas (Illouz, 2010). En nuestro país, y especialmente
en la Ciudad de Buenos Aires, el psicoanálisis y el discurso psicológico han
tenido una fuerte penetración desde los años ’60 en adelante, especialmente
entre los sectores medios de la población (Carli, 2000: 4). Desde hace unas
décadas, esta difusión previa de los discursos psicológicos, coincide con
cierta “afectivización” de la escena contemporánea (Abramowski, 2010).
Las redefiniciones, y para algunos autores cierto borramiento (Sibilia, 2009)
de las fronteras entre la esfera pública y la privada llevan a que la
personalidad invada el ámbito público, dándose una valorización de las
relaciones íntimas en detrimento de los intercambios de carácter impersonal
(Sennett, 2011). Situación de la cual no quedan al margen las instituciones
educativas.
57
presencia en las escuelas de toda una serie de equipos profesionales
(psicoterapéuticos, orientadores, psicólogos), así como el consumo de
literatura de autoayuda por parte de alrededor de un 25% de los docentes –
especialmente entre las mujeres (Tenti Fanfani, 2005).
58
tendido a ser relegadas por fuera del espacio de las aulas de secundaria
(Hargreaves, 2000). Si retomamos la distinción que realiza McLaren (1995)
entre el “estado de la esquina” y el “estado de estudiante”38, pareciera ser
que la “contención” de los alumnos apunta a reponer este último, en el cual
los jóvenes evitan la expresión de sus emociones, ya que son
conceptualizadas como antisociales por sus docentes.
A menudo, esta mirada que enuncia la falta afecto con la que llegan los
estudiantes a las escuelas encierra una mirada miserabilista sobre los
jóvenes de los sectores populares al verlos como un conjunto indiferenciado
de carencias (Grignon y Passeron, 1991). La presencia de nuevos públicos
en las secundarias de nuestro país ha conducido a pensar las diferencias y
desigualdades sociales en términos de falta, llevando a que lo popular sea
visto meramente como lo degradado (Duschatzky, 1999). Asimismo, esta
mirada constituye un mecanismo que responsabiliza a estos jóvenes de su
destino social al mismo tiempo que posiciona los problemas de la escuela
secundaria por fuera de ella y más allá del alcance de la tarea docente.
38
McLaren (1995) señala que el “estado de la esquina” remite a un tipo de comportamiento
que “no se reduce a las calles, sino que se extiende hacia las áreas circundantes, tales como
el patio escolar, el parque cercano, los lotes baldíos, las máquinas de videojuegos, la plaza
comercial y los edificios abandonados” (McLaren, 1995:103), en el cual los estudiantes “se
adueñan de su tiempo” y de su cuerpo, y en el que se reflejan las relaciones e identidades
que desarrollaron en la calle o el patio. Los jóvenes cuentan además con mayores
habilidades para compartir emociones con amigos y compañeros, conformando una
“communitas espontánea” de características lúdicas. En cambio, en el “estado de
estudiante”, los alumnos reajustan sus comportamientos a la atmósfera formal y rígida de la
escuela, “se someten a los poderosos controles y medios de coacción de que disponen los
maestros” (McLaren, 1995:106) que les permite dominarlos sin el recurso de la fuerza
bruta. En el estado del estudiante se adoptan gestos y hábitos de trabajo esperados por ser
alumno. Los jóvenes evitan desplegar sus emociones (generalmente juzgadas como
antisociales por sus maestros) en un ambiente escolar donde pareciera premiarse el esfuerzo
de los alumnos. Para terminar con “la efervescencia general del estado de la esquina”
(McLaren, 1995:107) y llevarlos al “estado de estudiante” los maestros cuentan con un
sistema de premios y castigos que les permite regular las conductas de los estudiantes.
59
emocional, por tanto, no va orientado a observar las prácticas que las
escuelas implementan para “contener” a sus alumnos, sino que
observaremos la emocionalidad vivenciada por los actores a partir del tipo
de relaciones que se configuran en el espacio escolar de las ER.
Emocionalidad esta que no necesariamente responde a ese deseo de
contención de los equipos docentes. Es por eso que cuando hablamos, por
ejemplo, de la conformación de una experiencia emocional gratificante no
corresponde a un mandato en torno a la contención afectiva, o a que los
profesores sean cariñosos con sus alumnos. Sino aludimos a este tipo de
experiencia en términos sociológicos, en relación con los tipos de relaciones
que allí se configuran y en las implicancias que tienen en el sostenimiento
de la escolaridad y del compromiso docente.
60
Es preciso realizar una distinción entre los diferentes elementos que
intervienen en una experiencia emocional, entendiendo aquel aspecto
propiamente afectivo, el cual alude a aquella intensidad vivenciada
corporalmente, que encierra una potencialidad y que no es completamente
capturable y descriptible en palabras –aunque sí acumulable (Watkins,
2010)-, y la emoción, la cual alude a la interpretación que se hace de esas
sensaciones corporales (Gould, 2009). Es así que la emoción está modelada
por los significados socioculturales (Illouz, 2010). La intensidad propia del
afecto lleva a que uno intente explicar aquello que está sintiendo, traducir
conscientemente en palabras y brindarle una forma enunciativa, un
“emotivo”39 (“emotive”) en términos de William Reddy (1997). La idea de
emoción alude a una forma de conciencia de las sensaciones propias,
personales. Sensaciones que habitan en el yo, pero que son fenómenos
relacionales, por tanto deben ser entendidas e interpretadas en términos de
relaciones sociales (Denzin, 2009).
39
Para Reddy (1997), un “emotive” es un intento de nombrar un estado afectivo que
embarga al sujeto y como tal, le resulta indescifrable. El nombrarlo por medio de un
“emotive” –una forma de expresión-, no sólo describe ese estado afectivo, sino que lo
modela, lo altera.
61
afectos han realizado importantes aportes para la comprensión de este
aspecto de la vida social que había quedado relegado de la indagación
socioantropológica. Estos aportes constituyen una base a partir de la cual
explorar cómo juega la emocionalidad en los procesos de inclusión y
exclusión educativa, particularmente en el secundario, nivel que atrae todas
las miradas ya que actualmente constituye la esfera de integración social de
los jóvenes. A continuación abordaremos este aspecto, el que da cuenta de
la continua expansión y masificación de la escuela secundaria, así como de
los desafíos contemporáneos para alcanzar su universalización.
***
62
CAPÍTULO 2: LA ESCUELA SECUNDARIA COMO ESFERA DE
INTEGRACIÓN DE LA JUVENTUD: DESAFÍOS PENDIENTES PARA LA
INCLUSIÓN EDUCATIVA.
63
desigualdades que tienen lugar al interior del sistema educativo de la ciudad,
que se traducen geográficamente en una brecha entre el norte y el sur. La
jurisdicción aún presenta desafíos pendientes en materia educativa, sobre
todo en el nivel secundario; entre las problemáticas principales se puede
señalar un porcentaje de la población en edad de asistir al secundario que no
lo está haciendo (alrededor de un 6%, lo que equivale a unos 9 mil jóvenes),
así como persistentes niveles de repitencia, sobreedad y abandono,
especialmente en la zona sur de la ciudad. Como veremos en el siguiente
capítulo, la política de creación de las ER se diseña como una respuesta
parcial a esta serie de problemáticas educativas.
Durante la segunda mitad del siglo XX este nivel ha sufrido una progresiva
masificación, no sólo en Argentina, sino también en Europa y en otros
países latinoamericanos, lo cual se ve reflejado en la ampliación de las tasas
de escolarización (Montes, 2010; Dubet, 2006; Acosta, 2011a; Jacinto,
2002; SITEAL, s/f). Esta paulatina ampliación del acceso, sumado a la
promulgación de legislación que establece la obligatoriedad de la
40
Este carácter performativo de la institución escolar dista de ser homogéneo, ya que está
atravesado por las desigualdades sociales, prevaleciendo así estereotipos diferentes para los
distintos sectores, proceso que se ha profundizado con la fragmentación del sistema
educativo (Carli, 2006; Kessler, 2002; Tiramonti, 2004). A pesar de ello, el enunciar a la
escuela secundaria como la esfera de integración por excelencia se establece cierto patrón
de normalidad que marca la desviación de aquellos que no asisten a ella o no lo hacen
según lo esperado.
64
secundaria, ha llevado a que se constituya en un esfera de tránsito obligado
para ese grupo de edad.
41
La bibliografía sobre el tema presenta diferentes periodizaciones en torno a la evolución
de la matrícula de la escuela media en nuestro país. Filmus et al. (2001), retomando a
Gallart, señala la prevalencia de tres etapas en estrecha relación con la demanda del
mercado laboral: la fundacional –momento de prevalencia de un modelo de desarrollo
económico orientado hacia fuera-, una segunda que se inicia en los ’30, con el inicio del
desarrollo hacia adentro, y una tercera etapa desarrollista, que se inicia en los ’60. Por su
parte, Felicitas Acosta (2012) señala 6 etapas, las primeras coinciden con la anterior,
agregando otras que se corresponden con los diferentes gobiernos en el poder en las últimas
décadas del siglo XX –una autoritaria durante la última dictadura militar, una democrática
(gobierno alfonsinista), y otra reformista –que correspondería a la etapa menemista. Si bien
se retoman elementos de las periodizaciones de otros autores, optamos por observar la
expansión de la escuela media en tanto esfera de integración de la población joven.
65
social, para finalmente llegar a la sanción legal de dicha condición a
principios del siglo XXI.
42
En 1863 se funda el Colegio Nacional de Buenos Aires, el cual inicia un modelo que
unifica un tipo de educación liberal para todas las grandes ciudades del país, que va a ser
continuado en 1864 con la creación de los colegios nacionales de Catamarca, Salta,
Tucumán, San Juan y Mendoza, llegando a 19 colegios hacia 1900 (Southwell, 2011).
66
jóvenes provenientes de las elites dominantes y de los sectores medios
emergentes de las grandes ciudades, y por el otro, por los “pobres
meritorios”, los “becarios”, que lograban continuar sus estudios gracias a
haberse destacado previamente (Gluz, 2006; Tenti Fanfani, 2003). La
secundaria, a partir de sus formas de organización y evaluación, llevaba a
cabo un proceso de selección entre quienes continuarían los estudios
superiores en las universidades nacionales, o bien, quienes lograría sólo
finalizar el secundario, recibiendo los beneficios asociados a la obtención de
dicha titulación (Filmus y Moragues, 2003).
De este modo, en esta primera etapa que se extiende hasta la década del ’30,
la escuela secundaria operó como vía de ascenso social y prestigio, gracias a
un mercado laboral que absorbía y diferenciaba a la minoría educada. Por
tanto, podemos observar que en tanto esfera de integración social de la
población juvenil en su conjunto, el colegio secundario ocupaba un lugar
marginal debido a que constituía un tipo de experiencia que sólo era
experimentada por una minoría, siendo la esfera laboral la que cumplía
mayoritariamente con este papel (Braslavsky, 1986). Históricamente,
quienes nacían en los sectores de elite tenían altas probabilidades de
transitar por la escuela secundaria para luego continuar sus estudios en el
nivel universitario, asumiendo el secundario características de una instancia
de tránsito hacia otra etapa, la de la formación superior. De esta manera,
constituía un período de moratoria social del que gozaba esta minoría,
previo a la asunción de las responsabilidades adultas (Feixa, 1999).
43
La matrícula del nivel secundario en 1943 era sólo del 6,43% (Southwell, 2011: 59).
67
permitía la integración de los sectores obreros al sistema educativo ya que
se hacía eco de las culturas de origen al rescatar las habilidades manuales, y
evitaba la tendencia a la exclusión de estos sectores vigente en los
bachilleratos. Para otros, al constituir un circuito paralelo, llevaba a la
integración subalterna de los sectores obreros en el sistema educativo
(Tedesco, 1980). Más allá de las controversias, es necesario marcar la
ampliación relativa de la matrícula en este período que llevó a que una
fracción de la clase trabajadora accediera a este nivel de escolarización.
Es así que a lo largo del siglo XX las tasas de acceso al nivel secundario
registran un ascenso constante, aunque la incorporación de sectores sociales
44
La tasa de asistencia al nivel secundario de jóvenes entre 13 y 17 años alcanza en 1960 el
45,9% (Datos obtenidos de DINIECE, 2007).
45
Es así que una alta proporción de los jóvenes de sectores populares o bien no ingresaba a
este nivel de escolarización, o bien ingresaba y no lograba alcanzar su finalización,
insertándose tempranamente en el ámbito laboral.
68
a este nivel se va dando a partir de oleadas que tendieron a diferenciar a la
población escolar, colaborando con la dinámica de fragmentación del
sistema educativo (Tiramonti, 2009).
En el período que va desde los orígenes del sistema hasta la década del ’70,
más allá de las especificidades de cada una de las etapas históricas y de las
diferentes interpretaciones vigentes en torno a la expansión, la escuela
media sostuvo su papel de vía de ascenso social, al registrarse una relación
de acople entre la educación y el trabajo por medio de la absorción de la
población que egresaba del secundario por parte del mercado laboral. Pero
esta dinámica se escinde hacia mediados de los ’70, lo que colabora en la
configuración de una nueva etapa en relación con el papel que va
desempeñando la secundaria como esfera de integración de los jóvenes. El
46
Al señalar la diversificación de esferas de integración, no estamos sosteniendo la pérdida
de relevancia del empleo, sino la coexistencia de las mismas.
69
estancamiento económico así como el deterioro hacia los años ’80 de los
índices de desempleo juvenil al igual que el aumento de los niveles de
precarización y flexibilización laboral (Filmus et al., 2001; Braslvasky,
1986; Jacinto, 2002, entre otros), llevaron a que el título secundario sea la
mínima credencial necesaria para poder insertarse laboralmente,
configurando así cierta “obligatoriedad social” en torno a este nivel (Tenti
Fanfani, 2003).
47
La Ley Federal de Educación (24.195/93) amplía los años de educación obligatoria,
llevando su obligatoriedad hasta los 15 años de edad, incorporando hasta el segundo año de
la anterior escuela media. La ley de Educación Nacional (ley N° 26.206/06) promulga la
obligatoriedad del nivel medio de educación en todo el territorio nacional. En relación con
el caso particular de la Ciudad de Buenos Aires, esta condición se establece en el año 2002,
siendo así la primera jurisdicción del país en sancionar la obligatoriedad del nivel (ley N°
898/02).
48
Esto se refleja en el paulatino descenso de los jóvenes que no estudian y son
económicamente activos. En 1993, estos jóvenes representaban el 38,6%; este indicador se
encuentra en 28,5% para el año 2010 (Base de datos SITEAL).
49
La tasa neta de escolarización media es del 42,2% en 1980, de casi el 60% en los ’90
(59,3% en 1991) y supera el 70% en el 2001 (71,5%) (DINIECE, 2007). Para el año 2011
llega al 84,45% (Datos SITEAL, tasa neta de escolarización secundaria). Esta evolución
está influenciada por la Ley Federal de Educación (Nro. 24.195/93) que aumentó los años
70
da cuenta de que el tránsito por la escuela secundaria comienza a ser una
experiencia cada vez más cotidiana de los jóvenes de los distintos sectores
sociales, aunque se registran de modo desiguales. Esto se traduce en
experiencias escolares muy disímiles entre sí, que han sido denominadas
como de “alta” o “baja” intensidad por algunos autores (Kessler, 2004).
71
distintas, que se asientan en mecanismos diferentes de regulación y control
social y que están atravesadas por las desigualdades de clase.
50
El denominado “Proyecto 13” establece el “Régimen laboral de profesores designados
por cargos docentes” (ley N° 19.514/72) disponiendo que los profesores debían ser
contratados bajo la figura de cargos, teniendo que desempeñar en las escuelas secundarias
las tareas obligatorias de clase y extra-clase, considerando extra-clase todas aquellas
actividades tendientes a la concreción de los objetivos de la asignatura a cargo (por
ejemplo, coordinación, tareas vocacionales, realización de material didáctico, actividades
culturales, etc.). A su vez, las escuelas afectadas al Proyecto 13, podían contar con otras
figuras docentes como Asesor Pedagógico, Psicopedagogo, Ayudante del Departamento de
Orientación, Auxiliar Docente. A su vez, este proyecto tuvo sus efectos en términos
curriculares, generando una reducción en el número de asignaturas diarias que se dictaban,
una reestructuración de los programas, un reagrupamiento de las materias a cargo de un
solo profesor, la implementación de actividades co-curriculares y extraclase, actividades
optativas para realizar los días sábado y actividades a contraturno. Las escuelas que
implementaron el Proyecto contaban con algunas facilidades que no poseían el resto de los
establecimientos, pudiendo desarrollar un trabajo diferente al interior de las escuelas.
51
A mediados de los años ’80, la provincia de Río Negro implementa una reforma
educativa que se proponía modificar las características expulsoras que la escuela media
poseía, introduciendo cambios significativos en su estructura, organización y
funcionamiento. Los cambios no sólo apuntaban a generar nuevas formas de trabajo
docente –contemplando horas extra-clase-, sino también a la misma estructura del nivel
medio al igual que a su organización curricular. El secundario se estructuró en dos ciclos,
uno inicial denominado Ciclo Básico Unificado (CBU) –el cual estaba organizado en áreas
interdisciplinarias- y otro llamado Ciclo Superior Modalizado (CSM). A su vez, la reforma
contemplaba espacios de talleres al igual que la cuatrimestralización de las asignaturas.
Para más información, ver: Oyola (1998).
72
Lo reseñado hasta aquí delimita el panorama en el cual se desarrolla el
proceso de masificación de la escuela secundaria. El propósito de este
recorrido es el de señalar la relevancia creciente que la experiencia de
transitar por la escuela secundaria tiene para un número mayor de jóvenes
en nuestro país. Actualmente, las tasas de escolarización secundaria rondan
el 85% a nivel nacional, lo que deja en evidencia el lugar central que la
secundaria va asumiendo en las trayectorias vitales de quienes se encuentran
en edad de asistir a ella, aunque entre los sectores sociales más
desfavorecidos esta tasa llega apenas al 60%. Esto a simple vista da cuenta
de las trayectorias educativas desiguales que tienen lugar entre los distintos
sectores sociales, y donde las posibilidades de finalizar exitosamente el
nivel secundario para los jóvenes de sectores populares se reducen
considerablemente.
73
estructural52 altamente estandarizada (Martuccelli, 2006) a la cual todos
deben enfrentarse y de la cual resulta un proceso de selección, que tiene
impacto en la configuración de las subjetividades, ya que es la institución
escolar, con el peso simbólico que aún posee, la que sanciona la incapacidad
de estos jóvenes, al designarlos como “fracasados” (Dubet, 2005).
52
A fin de dar cuenta del proceso de individuación contemporáneo, el cual asume rasgos de
singularización, Martuccelli desarrolla el concepto de “prueba estructural”. Las pruebas
constituyen desafíos históricos, socialmente producidos y desigualmente distribuidos a los
que todos los miembros de un colectivo deben enfrentarse, pero desde posiciones diversas y
a través de experiencias disímiles (Martuccelli, 2010).
74
jurisdicciones, estrategias de diferente tipo a fin de alcanzar la meta de
inclusión educativa en el nivel secundario, generando así una suerte de
“ortopedia” que busca sostener un sistema educativo que no estaba
preparado para el carácter masivo de hoy en día (Arroyo y Poliak, 2011). En
esta suerte de “ortopedia” encontramos, por un lado, ciertas medidas de
política social para fomentar la asistencia a la escuela –programa de becas,
útiles escolares, viandas y comedores en las escuelas-; por otro lado, toda
una serie de normativas y reglamentaciones que tienden a subsanar algunos
rasgos expulsivos de la secundaria -por ejemplo, en CABA, la posibilidad
de efectuar la inscripción sin DNI, los regímenes de asistencia especiales
para madres y padres, la incorporación de salas de jardín maternal-, al igual
que un conjunto de programas que se proponen reincorporar a la población
juvenil a la escuela o generar condiciones de terminalidad del nivel
secundario -entre ellos, el “Programa Nacional de Inclusión Educativa
‘Todos a Estudiar’”, los Centros de Actividades Juveniles (CAJ), el Plan
FinEs, dependientes de la jurisdicción porteña particularmente, los Clubes
de Jóvenes, Puentes Escolares, Adultos 2000.
Entre estas medidas nos interesa poner el foco en los nuevos formatos
escolares que se van generando, o mejor dicho, aquellas experiencias que
introducen variaciones al formato de la escuela secundaria tradicional. El
objeto de estudio de esta tesis, las ER, creadas en la Ciudad de Buenos
Aires, es ejemplo de este tipo de estrategias, aunque es posible mencionar
algunos otros casos. Por un lado, el de los bachilleratos populares, que no
constituyen una política pública para la inclusión educativa sino son
experiencias de educación popular que surgen en el marco de los
movimientos de fábricas recuperadas, organizaciones territoriales y
sindicatos de trabajadores, los cuales se desarrollaron tanto en la Ciudad de
Buenos Aires como en el Conurbano Bonaerense; por otro lado, están los
“Centros de Escolarización Secundaria para Adolescentes y Jóvenes”
(CESAJ) en la provincia de Buenos Aires y el Programa de Inclusión y
Terminalidad de la Educación Secundaria y Formación Laboral para
Jóvenes de 14 a 17 años (PIT 14-17) en la provincia de Córdoba.
75
Los bachilleratos populares, como señalamos, constituyen una experiencia
que surge hace poco más de una década atrás por fuera del sistema
educativo formal; actualmente hay alrededor de una treintena de
bachilleratos. Estas experiencias de educación popular se organizan en
planes de tres años, similares a los Centros de Educativos de Nivel
Secundario (CENS)53, pero buscan generar un espacio escolar diferenciado,
donde la participación de todos los actores en la toma de decisiones a través
de mecanismos asamblearios se vuelve central. Al mismo tiempo se
promueve que los estudiantes participen del movimiento social que
motoriza la experiencia, aunque esto no está exento de tensiones, ya que
muchos jóvenes sólo eligen asistir a ella porque es un secundario
“acelerado” y queda cerca del radio donde viven. Asimismo, esta
experiencia pareciera fomentar ciertos valores, compromisos y habilidades
en sus estudiantes, pero quedan dudas en la formación que brinda para la
inserción en el mercado laboral (Langer, 2010)54.
53
Los CENS forman parte de la oferta de educación para adultos de la Ciudad de Buenos
Aires. Están destinados a personas que quieren retomar o iniciar los estudios secundarios.
El plan de estudios tiene una duración total de tres años. Se puede finalizar en menos años
dependiendo de los estudios previos de cada alumno. Se cursa de lunes a viernes con una
duración de 3 horas 45 minutos por día. Funcionan en los turnos mañana, tarde o noche.
Para más información ver:
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/niveles/adultos/oferta.php
54
Para más información acerca de los bachilleratos populares, ver: Ampudia, 2012;
Mereñuk, 2009; Larrondo, 2009.
55
UNICEF, como parte de una serie llamada “Educar en Ciudades”, ha llevado a cabo dos
estudios sobre cada una de estas políticas, que dan algunos indicios del tipo de experiencia
que allí construyen los estudiantes. Ver UNICEF (2012 y mimeo).
76
de un espacio puente para la reinserción posterior en el sistema. A su vez,
incluye trayectos de formación profesional en la oferta curricular. En
relación con las percepciones que tienen los beneficiarios de esta política,
los estudios (UNICEF – UNGS, 2012; Briscioli y Toscano, 2012) muestran
la valoración positiva en relación con la posibilidad de flexibilizar ciertas
pautas de convivencia, el trato personalizado con los profesores y tutores,
así como con la posibilidad de avanzar a un ritmo propio. Una de las dudas
que se presentan en relación a esta experiencia es en torno a la reinserción
posterior en el mismo formato que previamente los había dejado fuera del
sistema.
56
Para más información ver el Documento Base del Programa en:
http://www.igualdadycalidadcba.gov.ar/SIPEC-CBA/publicaciones/docbaseinclusion28-
9.pdf (último acceso: 27 febrero de 2013).
77
parecieran ser experiencias que buscan generar dinámicas institucionales
que superen la tendencia histórica de expulsión, al proponerse reforzar el
acompañamiento de las trayectorias educativas, por medio de la generación
de diferentes espacios de trabajo, al igual que otras formas de relacionarse al
interior de estas experiencias. De este modo, cuando se trata de la
incorporación de los sectores más vulnerables a la escolarización se crean
instituciones con formas organizativas renovadas a fin de superar los
obstáculos que plantean las escuelas “tradicionales” para la inclusión de
estos grupos sociales recién llegados a la educación secundaria (Grupo
Viernes, 2008).
78
disponibles, se describen las principales problemáticas que presenta la
escuela secundaria en la ciudad, las cuales reflejan las tareas pendientes en
torno a la universalización del secundario.
Tabla 1:
Indicadores básicos: Ciudad de Buenos Aires y Total País
Indicadores C.A.B.A Media Nacional
79
elevados entre los niños, adolescentes y jóvenes. El 99,2% de los niños
entre 6 y 11 años asiste a un establecimiento educativo, el 97,8% de los que
tienen entre 12 y 14 años, y el 90,5% de los que tienen entre 15 y 17 años57.
57
Datos referidos al nivel de Asistencia escolar por grupo de edad (Cuadro 5, Censo 2010,
Tomo 1, pág. 121).
80
precarias, las grandes distancias para trasladarse de un espacio a otro, son
rasgos palpables de la circulación en los barrios del sur de la ciudad.
58
En el 2005 se sanciona la Ley Orgánica de Comunas (Ley Nro. 1.777) que establece la
división de la Ciudad de Buenos Aires en 15 comunas, las cuales son unidades de gestión
política y administrativa descentralizada con competencia territorial, patrimonio y
personería jurídica propia. El propósito es promover la descentralización y facilitar la
desconcentración de las funciones del Gobierno de la Ciudad, preservando su integridad
territorial, al igual que promover la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones.
Para más información, consultar Ley Nro. 1777 en
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/leg_tecnica/sin/normapop09.php.
59
Ver en Anexo el Mapa de Comunas, de Barrios y Distritos Escolares de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
60
Se entiende por “vivienda precaria” a un inquilinato o conventillo, hotel o pensión, una
construcción no destinada a vivienda, un rancho o una casilla.
81
de vida que se registran en esta jurisdicción es el que mide los hogares con
hacinamiento (más de 2 personas por cuarto). La media de la ciudad para el
2011 era del 10,4%, mientras que en las Comunas 1, 4 y 8 (Villa Soldati,
Villa Riachuelo y Villa Lugano), todas correspondientes a la zona sur, los
hogares con hacinamiento la superan ampliamente con un 17,7%, un 19,2%
y un 21,9%, respectivamente61.
Hasta aquí podemos observar que estos indicadores sociales nos muestran
que los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires viven en condiciones muy
desiguales según la comuna en la cual residan. Una situación similar
podemos observar con relación a los indicadores educativos, que reflejan
valores muy distintos entre comunas.
Por otra parte, vemos que un 44% de la población de la ciudad cuenta con
14 o más años de escolaridad. En la comuna 8 sólo un 15,7% tiene 14 años
o más, habiendo un 26,2% de su población que sólo tiene 7 años de
escolaridad, y un 29,1% que tienen entre 11 y 12 años de escolaridad. En la
Comuna 13, en el norte de la ciudad, casi el 60% de la población supera los
14 años de escolarización.
61
Datos publicados en GCBA (2011b).
82
Tabla 2:
Años de Escolarización de la Población
Total de la Ciudad 12,5 años de escolarización
Nota. Fuente: EAH 2010, Dirección de Estadísticas y Censos, Ministerio de Hacienda, GCBA
62
Fuente: EAH 2010, Dirección de Estadísticas y Censos, Ministerio de Hacienda, GCBA.
83
Estos registros diferentes en los indicadores educativos van reflejando
algunas de las problemáticas en materia de escolarización secundaria que
aún deben ser afrontadas en la Ciudad de Buenos Aires. Esta brecha entre
sectores sociales en la jurisdicción porteña da cuenta de las tareas
pendientes, sobre todo en la incorporación y el egreso de un grupo de
jóvenes que no ha accedido o ha quedado fuera de la escolarización
secundaria.
63
Este apartado retoma parcialmente los datos presentados en Tiramonti et al. (2007)
“Informe Final: Nuevos formatos escolares para promover la inclusión educativa. Un
estudio de caso: la experiencia argentina” (FLACSO – Fundación Carolina).
64
Las Escuelas Técnicas Municipales "Lorenzo Raggio", la Escuela de Jardinería
"Cristóbal Hicken" y el Politécnico "General Manuel Belgrano", las cuales dependían de la
ex Dirección de Educación Posprimaria.
84
se proponían incorporar a sectores de la población que históricamente
habían estado excluidos (Vior y Mas Rocha, 2006; Decreto
1182/CABA/90). En los considerandos del decreto de creación de las
EMEM se pone el foco en el desequilibrio de la oferta y la demanda del
servicio educativo de nivel medio, el cual no podía ser afrontado con la
estructura del sistema educativo disponible hasta el momento, por tanto, se
volvía necesaria la creación de estas escuelas “piloto”. En 1990 se crearon
ocho EMEMs, a las que se le sumaron otras siete escuelas más al año
siguiente, elevando a 18 el número de escuelas dependientes de la Dirección
de Educación Media y Técnica (Decretos 1182/91 y 602/91). Finalmente, en
1996 se crea otra institución más (Decreto 462/96). Fueron ubicadas en
diferentes distritos escolares de la ciudad, con el propósito de dar respuesta
a aquella demanda que no cubría la oferta de los colegios secundarios
nacionales y privados.
Las EMEM son un antecedente directo de las ER, las cuales fueron
diseñadas tomando en cuenta tanto los aciertos como las dificultades de esta
experiencia. Un ejemplo de ello alude al proceso de selección de los equipos
directivos de las EMEM (director, vicedirector, asesor pedagógico,
preceptor y secretario), el cual estuvo a cargo de la Secretaría de Educación
del GCBA, no habiendo concurso público de títulos y antecedentes. Esto
presentó dificultades a la hora de concursar dichos cargos, ya que en algunas
situaciones estaban ocupados por docentes que si bien tenían un fuerte
compromiso con la inclusión de los estudiantes que atendían, no cumplían
con los requisitos necesarios para asumir el cargo. Como veremos luego en
el capítulo 4, un mecanismo similar se implementó en la elección de los
directivos de las ER, aunque se tomó el recaudo de que quienes accedieran a
los cargos de directores hubieran aprobado el curso de ascenso, es decir,
estuvieran en condiciones de concursar. Al mismo tiempo, la experiencia de
las EMEM incorpora algunos cambios en la organización institucional con
el propósito de mejorar las trayectorias de los alumnos –entre ellos, el que
sean escuelas donde la matrícula no supere los cuatrocientos alumnos.
Como señalan Cappellaci y Juarros (2008 y 2009) estas instituciones
partieron de un diagnóstico de sus alumnos como “adolescentes en riesgo”,
85
por tanto expresamente sostuvieron una función de “contención” de éstos,
que les valieron sus críticas porque parecían relegar a un segundo plano la
función pedagógica de la escuela.
Luego de esta primera etapa de expansión del nivel medio con la creación
de las EMEM, se registra una segunda a partir de la Ley de Transferencia
(Nº 24.049/92), sufriendo así un gran crecimiento, ya que la jurisdicción
porteña pasa a tener bajo su órbita 122 establecimientos de nivel secundario,
los cuales se dividían en dos grandes grupos según su procedencia: escuelas
“transferidas” y escuelas “históricas” o EMEMs. Este proceso de
transferencia tuvo un fuerte impacto que implicó una reorganización
burocrática y pedagógica (Cappellacci y Juarros, 2008).
86
Liniers-, salvo una de ellas que se ubica al norte, en el barrio de Belgrano.
Luego, en el año 2005, se abren dos ER más ubicadas en zonas más
céntricas, como Almagro y San Cristóbal65.
65
Ver en Anexo el mapa de ubicación de las ER.
87
Tabla 3:
Unidades Educativas, Alumnos y Promedio de Alumnos por Unidad Educativa, por Sector y Tipo
de Educación. Año 2010
Tipo de Unidades Educativas Alumnos Relación Alumnos por UE
Educación
Total Estatal Privado Total Estatal Privado Total Estatal Privado
Medio 480 145 335 181.828 92.933 88.895 378 641 265
Común
Nota. Fuente: Relevamiento Anual 2010, Dirección de Investigación y Estadística, Ministerio de Educación, GCBA.
Figura 1. Zona Sur. Alumnos Matriculados en el Nivel Medio por Comunas Según Sector. Año
2010.
100%
90%
30,4
80% 38,9 40,8
47,8
70%
60%
50% Privado
Estatal
40%
69,6
30% 61,1 59,2
52,2
20%
10%
0%
Comuna 1 Comuna 4 Comuna 8 Total CABA
Nota. Fuente: Relevamiento Anual 2010, Dirección de Investigación y Estadística, Ministerio de Educación, GCBA.!
88
Pasando a observar algunas de las problemáticas en torno a la eficiencia del
nivel vemos que la ciudad presenta tasas de escolarización secundaria
(alrededor del 89%) y de asistencia escolar (94%) elevadas, como se ve en
la figura 266. Estos indicadores se han mantenido estables en la última
década, registrándose algunas variaciones, especialmente cuando
observamos la tasa neta de escolarización secundaria, la cual en 2002
registraba un 88,7%, teniendo un descenso de alrededor de tres puntos
porcentuales pero que en el registro de 2010 vuelve a recuperar el nivel de
años atrás. A pesar de estos indicadores positivos, estos datos nos alertan
acerca de un porcentaje de la población en edad escolar que no asiste a un
establecimiento. Dicho porcentaje ronda entre un 5 y 6% de los jóvenes
entre 13 y 17 años, lo que en números absolutos equivale a alrededor de
9.000 jóvenes que se encuentran fuera del sistema educativo (GCBA,
2011a), proporción que en los últimos años se mantiene casi invariable.
96
94,6 94,4
93,9 94,2 94,1
94 93,2 93
92,3
92 91,9
90
88,7 89 89,1
88 87,9
88 Asist. 13 a 17
87,4 87
Neta Sec.
86 86
85,4
84
82
80
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Nota. Fuente: EAH 2002 a 2010, Dirección de Estadísticas y Censos, Ministerio de Hacienda, GCBA.
66
Gráfico publicado en GCBA (2011a).
89
Además de esta situación de no escolarización de un porcentaje de la
población de entre 13 y 17 años, se suman los problemas persistentes en
relación con algunos indicadores de eficiencia del nivel medio en la ciudad,
como son la repitencia y la sobreedad67, los cuales tienden a agravarse en las
zonas con mayores desventajas socioeconómicas.
Figura 3. Porcentaje de Repetidores y Alumnos con Sobreedad, Nivel Medio, Sector Estatal.
60
50 47,5 48,5 48
47,3 46,5
43,9 44 44,2 45 45,2
45,2 43,4
40 42,5
30 Repetidores
Sobreeedad
20
14 14,1 14,9 15,8 16,3 14,1 16 15,7
13
12,8 10,9 11 12
10
0
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
Nota. Fuente. Relevamientos Anuales 1998 a 2010, Dirección de Investigación y Estadística, Ministerio de
Educación, GCBA.
67
Detrás de los indicadores de repitencia y sobreedad pueden esconderse fenómenos muy
dispares al interior de las instituciones educativas. Por ejemplo, aquellas con altos niveles
de repitencia pueden estar implementando estrategias de inclusión de la población que
repite y es expulsada de otras instituciones que arbitrariamente deciden no recibir repitentes
entre sus estudiantes. Con respecto a la sobreedad, la misma –salvo que se implementen
mecanismos de aceleración- tiende a acumularse, ya sea por situaciones de repitencia,
abandono y posterior reingreso o ingreso tardío.
68
Gráfico publicado en GCBA (2011).
90
En el año 2010, el promedio de estudiantes con sobreedad en el nivel medio
común llegaba a un 31,7% de la población estudiantil. Esto se eleva en las
instituciones de gestión estatal, alcanzando al 45,8% del alumnado69. Lo
mismo sucede con el porcentaje de repetidores: la media de la ciudad es de
un 9,8% para ambos sectores, ascendiendo a un 14,9% en el sector estatal.
Tabla 4:
Porcentaje de repetidores y alumnos con sobreedad para el total de la Ciudad y las Comunas del
Sur. Año 2010
Repetidores Ambos Repetidores Sobreedad Sobreedad
Sectores Sector Estatal Ambos Sectores Sector Estatal
Nota. Fuente: Relevamiento Anual 2010, Dirección de Investigación y Estadística, Ministerio de Educación, GCBA.
69
Datos provisorios publicados en el Anuario Estadístico 2010, Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires.
91
Asimismo, sólo el 68,8% fueron promovidos de año. Esto permite observar
las dificultades que subsisten en las escuelas para retener a sus estudiantes
una vez que ingresan.
Tabla 5:
Educación común de Nivel Medio: Porcentaje de alumnos promovidos, de salidos sin pase y de
retención por sector de gestión según Comuna. Ciclo Lectivo 2010
Total Estatal
Nota. Fuente: Relevamiento Anual 2011 (datos provisorios), Dirección de Investigación y Estadística, Ministerio de
Educación, GCBA.
Palabras de cierre
Este segundo capítulo de la tesis tuvo como objetivo principal dar cuenta del
lugar que ocupa actualmente la escuela secundaria, no sólo en la sociedad
sino en las trayectorias vitales de los jóvenes que están en edad de asistir a
ella.
92
Como observamos en el primer apartado, a lo largo de la historia el nivel
medio de escolarización ha sufrido una progresiva expansión, la cual tuvo
lugar a partir de oleadas de incorporación de sectores hasta el momento
excluidos de él, que tendieron a segregar y diferenciar a su matrícula. La
creciente masificación, así como la condición de obligatoriedad promulgada
en los últimos años, tanto para la Ciudad de Buenos Aires como para el
conjunto del país, lleva a que la escuela secundaria sea postulada como la
esfera de integración legítima para los jóvenes, siendo la escolarización la
estrategia principal de inclusión social de la juventud. Esto conlleva la
redefinición de los patrones de normalidad para este grupo de edad,
marcando las situaciones de desviación en la que se encuentran quienes no
logran asistir en tiempo y forma al nivel secundario. Asimismo, la inclusión
educativa en la secundaria pasa a ser concebida en tanto “problema social”,
atrayendo fuertemente las preocupaciones tanto en términos académicos
como políticos.
93
jóvenes que aún no tiene edad para asistir a las escuelas de adultos y que a
la vez no está concurriendo a ninguna institución de educación formal. En el
próximo capítulo describiremos nuestro caso de estudio, por un lado,
basándonos en la información estadística disponible, por el otro, a partir de
una descripción cualitativa de las escuelas, junto con los perfiles de los
egresados que entrevistamos.
***
94
CAPÍTULO 3: LAS ESCUELAS DE REINGRESO COMO ESTRATEGIA
DE REINSERCIÓN AL SECUNDARIO: CARACTERÍSTICAS
PRINCIPALES
95
el capítulo 1, también cada institución asume características particulares que
están en relación con los equipos directivos, el año de creación de la
escuela, el barrio en el que se asienta, la disponibilidad o no de edificio
propio, el horario en que funciona, entre otros aspectos. Es por ello que nos
interesaba rescatar estos matices para enmarcar de un modo más rico el
análisis que presentaremos a lo largo de la segunda parte de esta tesis. Estos
matices también se reflejan en las trayectorias de los egresados, las cuales
serán presentadas brevemente en el marco de la institución a la que
asistieron, para luego retomarlas en profundidad en el capítulo 5.
70
En distintas normas de diverso nivel jerárquico – entre las que se encuentran los decretos
de creación de las escuelas de reingreso y las resoluciones de aprobación de los planes de
estudio, se explicita que “uno de los objetivos primordiales de la política educativa del
Gobierno de la Ciudad es avanzar hacia la plena inclusión educativa extendiendo la
garantía de escolaridad, expandiendo la red escolar, creando nuevas instituciones en
zonas de la Ciudad con menos oferta estatal, avanzando en la universalización de la
educación secundaria y fortaleciendo su relevancia cultural y social”.
96
grupos de la población que por diversos motivos no asisten o abandonaron
la escuela media.
El programa “Deserción Cero” es una de las estrategias para avanzar con los
propósitos de la ley de obligatoriedad, y tuvo como objetivo principal “que
los jóvenes no escolarizados vuelvan a la escuela y concluyan los estudios
secundarios”71. Sus líneas de acción principales fueron las siguientes:
71
Según la página web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
www.buenosaires.gov.ar; Ver también:
http://www.redetis.org.ar/node.php?id=139&elementid=1934 (Último acceso: 28/8/2011).
72
Ver en Anexo el afiche de la campaña “Deserción Cero”.
73
Los CGP constituyeron la primera etapa en la descentralización administrativa que se
propuso desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Fueron creados 16 de ellos a fin
de lograr descentralizar la provisión de algunos servicios (trámites del Registro Civil,
Rentas, infracciones de tránsito). Desde 2005, con la promulgación de la Ley de Comunas,
se denominan Centro de Gestión y Participación Comunal y suman 15 en total.
97
escuelas de la zona, orientaciones y modalidades, régimen de
equivalencias, Clubes de Jóvenes, etc.
74
Ver en Anexo, la resolución completa de creación de las ER.
98
y jóvenes que actualmente se encuentran fuera del nivel medio del
sistema educativo.
Al crearse para un grupo particular de jóvenes, éstos deben cumplir con una
serie de requisitos para poder concurrir a las ER. Por un lado, deben tener
como mínimo 16 y como máximo 18 años de edad para ingresar al primer
nivel. Por otro, deben haber aprobado el nivel primario y/o haber dejado de
asistir a escuelas de nivel medio por un período mínimo de un 1 ciclo
lectivo. Por último, se señala que se dará prioridad a los aspirantes que
tengan domicilio dentro del radio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Entendemos que la intención al plantear estos requisitos para ingresar a las
ER ha sido crear una oferta específica para este sector de la población, que
no entre en competencia con otros circuitos de educación de nivel medio
existentes en la Ciudad de Buenos Aires, como por ejemplo, las escuelas
secundarias “tradicionales” o los CENS, que son planes de tres años
destinados a atender a población mayor de 18 años que deseen retomar o
iniciar estudios secundarios. Las ER, por su parte, buscan atender a aquella
franja de población que ha tenido dificultades en la escuela común, y de
asistir a ella lo haría con sobreedad, pero que aún no tiene la edad suficiente
para asistir a un CENS. De este modo, si bien se solapan un poco las
diferentes ofertas, buscan orientar sus acciones a situaciones diferentes.
99
son quienes han tomado la decisión personal de continuar sus estudios
secundarios.
Pasemos ahora a presentar los datos estadísticos sobre las ER con los que
contamos, que como señalamos, no es equivalente a la que se obtiene sobre
la escuela media común. La generación de un régimen de promoción y
asistencia por materia anula la medición de la repitencia, la tasa de
promoción y de egreso. A su vez, al estar orientada hacia un grupo
poblacional particular y al verse modificada la gradualidad, no partiendo de
una edad teórica para cada nivel, el indicador de la sobreedad también queda
anulado. Asimismo, al ser un plan “experimental”, algunos de los datos de
las escuelas fueron relevados durante los primeros años de su
implementación con el propósito de evaluar algunos aspectos, pero estas
mediciones posteriormente fueron discontinuadas. Por tanto, la
información 75 con la que pudimos contar sólo nos permite realizar una
descripción de la experiencia de reingreso, dando cuenta de sus aspectos
más relevantes en torno a la matrícula que a ella asiste.
75
Esta información fue facilitada por Dirección de Investigación y Estadística del
Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
100
realizado en las escuelas en el año 2007 dejaba en evidencia su tamaño
pequeño en relación con el volumen de su matrícula, debido a que se veían
pocos estudiantes y sobre todo, un número reducido de alumnos por clase. A
pesar del crecimiento de la matrícula, esta percepción se mantuvo en las
visitas que se hicieron en 2012, lo cual puede deberse a diferentes factores.
Por un lado, a que siguen siendo instituciones relativamente pequeñas, por
otro lado, a las fluctuaciones en la asistencia de los estudiantes, ya que al
recorrer las escuelas el número de alumnos por clases o presentes en las
escuelas sigue siendo reducido. Este aspecto de las instituciones será
abordado en el siguiente capítulo, cuando analicemos las características
estructurales del formato de reingreso.
Tabla 6:
Representación de la Matrícula de las ER en la Educación de Adultos de Nivel Medio, y de la
Matrícula Total del Nivel Medio
Matrícula Total Nivel Medio Participación en el Total Nivel Participación en
ER Adultos Sector Nivel Medio Medio Sector el Nivel Medio
a
Estatal Adultos Estatal Estatal
Nota. Fuente: Elaboración propia en base a: Anuarios Estadísticos 2004, 2006, 2008 y 2010, Dirección de
Estadísticas y Censos, Min. Hacienda, GCBA; Relevamientos Anuales, Dirección de Investigación y Estadística,
Ministerio de Educación, GCBA.
a
Incluye Nivel Medio Común, Artística y Adultos.
101
Como señalamos, la normativa estipula dos requisitos para ingresar a estas
instituciones, tener entre 16 y 18 años, y haber permanecido por más de un
ciclo lectivo por fuera de la escuela. En relación con el primero de estos
requisitos, en la figura 4 podemos observar que el grueso de la población de
reingreso se concentra entre los 16 y los 20 años. Esto nos permite afirmar
que, más allá de las excepciones que de hecho se registran, las instituciones
están actuando sobre su población objetivo. Asimismo, en el gráfico queda
reflejado el contante crecimiento de la matrícula de las escuelas.
Figura 4. Alumnos matriculados por edades entre los años 2004 a 2010. ER de la Ciudad de
Buenos Aires.
2000
1800
1600
1400
1200
1000
800
600
400
200
0
2004 2006 2008 2010
14# 15# 16# 17# 18# 19# 20# 21# 22# 23#a#29#
Nota. Fuente. Relevamientos Anuales 2004, 2008, 2008 y 2010, Dirección de Investigación y Estadística, Ministerio
de Educación, GCBA.
102
parece haberse revertido, ya que en el año 2008 más de la mitad de los
estudiantes matriculados en las ER habían estado sólo 12 meses o menos
fuera de la escuela. Este aumento parece hacerse eco de la mayor presencia
de jóvenes de 17 años o menos en la educación de adultos, la cual se viene
registrando en los últimos años76.
Tabla 7:
Tiempo transcurrido fuera del sistema educativo antes de ingresar
12 meses o menos 24 meses Más de 24 meses
76
Desde 1998 a 2010, la presencia de jóvenes entre 13 y 17 años en la educación de adultos
ha crecido considerablemente. En 1998 había 2.674 estudiantes, alcanzando 4.699 en 2010.
103
previos (por ejemplo, han repetidos dos e incluso tres veces el mismo año),
tienen hijos o deben trabajar, en general, se evalúa el caso en particular y se
pide a la Dirección de Área de Educación Media del Ministerio de
Educación de la Ciudad que se haga una excepción y se permita la
inscripción en la escuela, la cual generalmente es aceptada.
El hecho de que cada vez lleguen más alumnos que han permanecido un
período de tiempo breve fuera del sistema educativo nos lleva a pensar en
que aquella oferta que fue diseñada para atender a una población que reunía
estas características excepcionales pasa cada vez más a hacerse cargo de los
jóvenes que año a año expulsa la escuela secundaria tradicional. La
generación de un circuito aparte de escuelas para atender a esta población
expulsada de la secundaria común, le permite a ésta seguir funcionando en
los mismos términos, sin replantearse sus prácticas ni aquellos aspectos de
su modelo organizacional que dejan fuera a toda aquella población que no
responde al patrón de alumno esperado. De este modo, la difusión de la
experiencia de las ER, tanto entre directivos de otras escuelas secundarias,
así como a través del “boca en boca” en el que se transmite la idea de que
“en estas escuelas” te acompañan y te ayudan más (proceso al cual
aludieron docentes y estudiantes), lleva a que estas escuelas se vuelvan una
opción viable tanto para los jóvenes que buscan escuelas como para los
directivos que derivan población de sus instituciones.
104
La información sobre la matrícula inicial y la matrícula final nos permite dar
cuenta de la variación de esta a lo largo del año. Como vemos en la tabla 8,
en el primer año de funcionamiento de las escuelas en lugar de registrarse
una pérdida de matrícula, tiene lugar un incremento lo cual puede deberse al
hecho de que siguieron recibiendo alumnos luego del inicio del ciclo
lectivo77. Pero al observar los años subsiguientes, las escuelas han registrado
la pérdida de un porcentaje de su matrícula, teniendo niveles de retención
menores a los de las secundarias comunes que rondan el 92% (ver tabla 5).
Pero como vemos, el último dato del 2010 permite observar que a lo largo
del año han perdido menos alumnos que en años anteriores, registrándose un
importante crecimiento en la retención intra-anual hasta alcanzar niveles
equiparables a los de las escuelas secundarias del resto de la ciudad. Este
mejoramiento en la retención podría estar relacionado con el cambio en el
perfil del estudiante, el cual ha permanecido doce meses o menos fuera de la
escuela, ya que tiene lugar cierta continuidad al no registrarse una
interrupción prolongada, volviendo más sencillo el proceso de re-
escolarización.
77
La ex funcionaria entrevistada señala que durante el primer año de funcionamiento de las
ER les costó encontrar matrícula para estas escuelas. Por los datos disponibles sabían que
había población que se ajustaba a los parámetros de reingreso, pero a pesar de la difusión
publicitaria les resultó difícil llegar a ella. Esto puede haber hecho que a medida que
llegaran alumnos fueran ingresándolos a pesar de que no estuvieran en período de
inscripción.
105
Tabla 8:
Matrícula inicial y final de las ER
Matrícula Dif. MI y Retención
MF en % intra-anual
Inicial Final
106
Tabla 9:
Evolución de la Matrícula en las ER. Años 2004 a 2006
Total Varones
107
Tabla 10:
Egresados de las ER
Egresados
2006 25
2009 59
2010 a 126
a
Incluye egresados del Plan FinEs
Por un lado, el hecho de que a las ER llegan más alumnos de los que las
escuelas pueden efectivamente retener, por ende, pierden un porcentaje de
su matrícula, particularmente entre los primeros niveles. Esto haría que las
ER cuenten con una amplia base de ingresantes, pero que pocos de ellos
lleguen a los últimos niveles –fenómeno similar al que se da en la escuela
común o en la universidad. Ejemplo de una situación de este tipo quedaría
reflejado en la cantidad de cursos que tiene cada escuela; en algunas de ellas
observamos que tienen dos cursos de primer nivel, pero sólo uno de
segundo, tercero y cuarto.
Por otro lado, de la matrícula que retienen, algunos sostienen la cursada por
un tiempo e incluso la finalizan, pero no alcanzan la titulación. Esta es una
situación que observamos en las entrevistas de control que realizamos con
jóvenes que asistieron a las ER pero que no terminaron el secundario, al
menos allí. Veíamos, por un lado, jóvenes que habían logrado finalizar la
cursada pero tenían pendiente la aprobación de algunas materias, por otro
lado, jóvenes que asistieron uno o dos ciclos lectivos pero por cuestiones
familiares o laborales volvieron a dejar, de los cuales algunos no retoman el
secundario, mientras que otros lo hacen en otras ofertas para adultos
(CENS, Plan FinEs, Adultos 2000).
108
De todos modos, sigue abierto el interrogante acerca de las razones que
llevan a que sean pocos los egresados. Sería necesario contar con otra
información para poder explicar esta distancia considerable que se da entre
la matrícula que retienen y los que efectivamente egresan, como por
ejemplo, conocer la cantidad de materias aprobadas por alumno y el tiempo
de permanencia en la ER.
109
elementos de los registros de observaciones realizados en ambos trabajos de
campo, es decir, en el año 2007 y en el año 2012.
Recordemos que la muestra del primer campo estaba conformada por cinco
ER seleccionadas durante el trabajo de campo de 2007. Como comentamos
anteriormente, en la Escuela 2 sólo pudimos entrevistar a la directora, es por
ello que durante el trabajo de campo a los egresados descartamos dicha
institución, pero mantuvimos la numeración original de las escuelas. De esta
manera, a continuación presentamos una descripción de las Escuelas 1, 3, 4
y 5.
Escuela 1
78
Se puede encontrar más información acerca de la Cooperativa Gráfica Patricios en
http://www.radiografica.org.ar
110
trabajadores. La cooperativa motoriza diferentes actividades como parte de
su estrategia de acción, entre ellas, la instalación de la ER, la apertura de un
centro de salud y de una radio comunitaria (Radio Gráfica, FM 89.3). La
escuela funciona en aquella parte de la fábrica que correspondía a las
oficinas de los directivos. La posibilidad de contar con un edificio propio,
destinado sólo a las actividades de la escuela, les permite funcionar en
ambos turnos –mañana y tarde- al igual que tener mayores márgenes de
maniobra para la organización de actividades como, por ejemplo, los
talleres.
Esta institución cuenta con una biblioteca amplia, de la que hacen uso los
alumnos, no sólo para hacer consultas relacionadas con sus tareas
académicas, sino también durante los recreos y horas libres. La
participación de los estudiantes se deja ver en una “cartelera” en la que éstos
recomiendan libros, al mismo tiempo que anuncian novedades, propuestas y
actividades. También tiene una sala de computación, que es el único espacio
cerrado con llave y rejas debido a situaciones de robo que han sufrido.
111
La oficina de dirección tiene las puertas abiertas. Es un espacio compartido
entre directivos, secretarios y preceptores y por allí circulan padres,
profesores y alumnos. En el hall, hay algunos carteles y afiches, que hacen
referencia a algunas actividades, fechas conmemorativas o eventos de los
cuales ha participado la escuela. Por ejemplo, es posible observar un cartel
sobre el 24 de marzo, otro que informa acerca de la prohibición de fumar, o
bien, sobre la participación en el concurso de “Periodistas por un día”, el
cual ganaron los estudiantes del taller de periodismo tiempo atrás.
79
La gestión del GCBA al frente del diseño e implementación de las ER consideró que
quienes estuvieran al frente de estas instituciones debían cumplir con ciertos requisitos. Es
por ello que se implementó un mecanismo de selección de directivos excepcional. Se
112
Manuel, Mariela, Silvana y Francisco son los jóvenes egresados de esta
escuela que entrevistamos. Todos estuvieron varios años en la ER, Manuel y
Mariela hicieron los cuatro niveles, Francisco hizo algunas materias de
primer año y los otros tres ciclos completos, Silvana algunas materias de
segundo, y el resto de los niveles para completar el plan.
113
es la más chica- en la Villa 21 de Barracas. Al juntarse con su pareja
alquilan un departamento por la zona del Parque Pereyra, en el mismo
barrio, pero ya fuera de la villa. Viven ellos dos solos, porque aún no tienen
hijos. Siempre participó de actividades de la parroquia católica de su barrio
y desde muy chica asiste a los cursos de cerámica que da el centro de
formación profesional de ésta, primero como alumna y luego ya como
profesora. Cuando cursaba el tercer año del secundario tuvo problemas en la
vesícula, lo que le provocaba fuertes malestares que la llevaban a ausentarse
con frecuencia, hasta que finalmente queda libre. Al año siguiente vuelve a
intentar cursar en otro colegio, esta vez uno privado, en el que los padres de
la parroquia le habían logrado conseguir una vacante y media beca para que
pudiera continuar sus estudios. Pero aún su problema de salud no estaba
resuelto, lo que hizo que quedara nuevamente fuera de la escuela. Si bien
continuó yendo como oyente, no pudo rendir todas las materias en calidad
de libre. Es por ello que una vez operada, llega a la ER para terminar la
secundaria. Al momento de la entrevista continuaba dando clases en el
centro de formación profesional, y era preceptora en una secundaria que se
creó recientemente dentro de la villa 21 –el primer bachillerato de la ciudad
con orientación en deportes-, trabajo por el que fue contactada a través de
una profesora de la ER debido a que necesitaban gente que conociera bien el
barrio. Tiene ganas de seguir estudiando, y de hecho lo ha intentado, pero en
el CBC para la carrera de Enfermería no le fue bien y le “aburrió
totalmente”. Luego volvió a intentar en un terciario, pero se dio cuenta que
esa carrera no era lo que le gustaba. Actualmente evalúa otras posibilidades,
pero tener que pagar cuotas mensuales por sus estudios le resulta imposible.
114
vacaciones de ese año que adeudaba cinco materias viene a visitar a su
madre y decide quedarse acá y retomar el secundario, pero esta vez
empezando de cero. Inicia primer año en una escuela de San Telmo pero lo
repite porque se sintió constantemente discriminada por sus compañeros
debido a su acento misionero. Al finalizar el año decide no volver a esa
escuela. En 2004, acude al Ministerio de Educación averiguando por
posibles escuelas y le informan de la existencia de la ER. Va con su madre y
se entrevista con el vice-director y decide empezar allí, nuevamente desde
primer año, “para poder aprender un poco más”. Desde que egresó estuvo
trabajando como niñera y también de cajera en distintos supermercados. A
principio de 2012 la habían echado, no conseguía ningún trabajo y había
decidido volver a Misiones, pero finalmente consigue trabajo de cajera enun
restaurant, donde su tío es encargado.
Por último queda presentar a Francisco, un joven de 25 años, que vive con
sus padres y su hermano mayor. El padre es “oficial montador” de
estructuras eléctricas –trabajo poco estable ya que depende de las obras que
consiga-, y la madre es encargada de edificios. Vive a unas cuadras de la
Escuela 1. A lo largo de la charla que sostuvimos, señala que a él siempre le
dieron todos los gustos y lo han malcriado más que a su hermano. Esto en
cierta manera justifica el hecho de no haber continuado los estudios
superiores, a diferencia de su hermano que ya los terminó en un terciario
cercano, o también el dejar ciertos trabajos, ya sea por irse a vivir con su
novia o de vacaciones con sus amigos. La primaria la realizó sin muchos
inconvenientes, y luego la madre lo anotó en una escuela secundaria que a él
no le gustaba, y en la que tuvo problemas de conducta debido a las “malas
juntas”; cuando sus padres se separan temporariamente, deja el secundario
con la intención de hacerlo libre, proyecto que no pudo concretar. Una
promesa a la madre lo hace retomar la escuela, y llega a la ER porque es ella
quien le averigua sobre ésta. Al principio se siente incómodo, “distinto”
respecto de los otros alumnos que provienen de la villa, pero luego se adapta
y la escuela se vuelve un espacio muy especial para él, en el cual pasa
mucho tiempo –más del obligatorio- y al cual vuelve en reiteradas ocasiones
115
luego de terminar. Al egresar, trabajó de repositor en diferentes
supermercados y mayoristas y en la cocina de una cadena de empanadas.
Escuela 3
116
La escuela de nuestra muestra comparte edificio con una primaria, el cual es
relativamente nuevo –fue inaugurado en el año 2000-, y presenta un buen
estado general. Su diseño arquitectónico responde a la organización clásica
de las escuelas. Es decir, uno ingresa por una puerta principal a un amplio
hall que brinda acceso a las oficinas que ocupan los diferentes miembros del
equipo docente –dirección, secretaría, sala de profesores y sala de
preceptores. En dicho hall están presentes algunos trabajos realizados tanto
por los alumnos de la primaria como de la ER. Por ejemplo, en una visita
realizada a finales del año 2012 se ve un amplio cartel realizado por los
estudiantes con los nombres de todos aquellos que están por egresar del
secundario ese año.
81
Planta Orgánica Funcional refleja los recursos humanos con los que cuenta cada
institución.
117
el cargo un profesor que se desempeñó en diferentes materias y quien ha
dejado una fuerte impronta, que se evidencia en las expresiones de muchos
de los entrevistados al referirse al modo “comprometido” en que ejercía el
cargo. Este profesor también deja el cargo de directivo, aparentemente para
asumir otro en el Ministerio de Educación de la ciudad. Actualmente la
dirección es ocupada por un profesor recién llegado a la escuela que tiene
experiencia en la dirección de otra institución en Pompeya, la cual atiende
población similar a la que llega a la ER de Villa Lugano.
118
en el cargo; al amigo se le acabó la suplencia, pero el titular de su cargo
renunció lo que permitió su titularización. Este trabajo le permite estudiar.
Primero probó con abogacía en la UBA, pero para Nicolás, esa universidad
tiene la capacidad de frustrarte y finalmente deja. En 2012, retoma los
estudios en el Instituto de Formación Docente “Joaquín V. González”,
iniciando el profesorado en Ciencias Jurídicas.
Elena es una joven chaqueña, de 27 años que llegó a Buenos Aires junto a
su madre y algunos hermanos –son once en total. Sus padres no tienen
escolaridad y ella y sus hermanos, durante la separación de sus padres,
asistieron irregularmente a la escuela hasta que finalmente dejaron. Luego
terminó la primaria en el nivel de adultos porque debido a algunos años
repetidos y por haber dejado, tenía 14 años cuando estaba en séptimo grado.
Empezó el secundario en su pueblo del Chaco, pero a mitad de año se
trasladó a Buenos Aires. Ya con 16 años empezó el secundario en una
escuela de Lugano, pero dejó porque ella quería trabajar y tener su dinero.
Así comenzó a vender ropa interior en la calle, por la Avenida Santa Fe,
también vivió unos meses en Ushuaia trabajando con una señora amiga.
Pero ya había conocido a su actual pareja en Buenos Aires y es por eso que
decide volver. Al tiempo se va a vivir con su novio, quien le insiste
constantemente, al igual que su madre, que tiene que continuar los estudios
secundarios. Su hermana ya estaba asistiendo a la ER, y la anota ahí, pero
como hacía unas semanas que habían empezado las clases ella sentía que no
iba a entender nada, así que decide esperar hasta el año siguiente para
empezar desde el primer día de clases. Finalmente, ya con 20 años, retoma
el secundario y asiste a la ER junto a su hermana y dos amigas. Desde que
retomó los estudios dejó de trabajar. Fue la primera de sus once hermanos
que terminó el secundario, ya que su hermana dejó la ER en tercer nivel
porque se mudó a provincia y tuvo un bebé. Al momento de la entrevista
estaba estudiando para maestra de nivel inicial en un terciario de la zona,
realizando una pasantía y colabora con el comedor que su suegro y su
marido tienen en la Villa 20, donde viven.
119
2001 uno de sus hermanos muere en la villa y se mudan a Lugano I y II,
donde su madre aún vive con su marido y sus hermanas mellizas. Tiene
otros dos hermanos más que actualmente tienen problemas con las drogas,
uno de los cuales asistió unos meses a la ER. Su marido sólo hizo la
primaria y trabaja actualmente en una tienda de ropa internacional, primero
como limpiavidrios, y actualmente, como lo ascendieron, se desempeña
como encargado de alarmas y precios de la mercadería. Su madre y su
82
padrastro son operadores en un Centro de Atención Transitoria
dependiente del GCBA.
Ella comienza sus estudios secundarios en la escuela técnica que está sobre
Larrazabal, a unas cuadras de la ER. Es en la única escuela en que encuentra
vacante. El primer año lo realiza a la tarde, pero no le gustaba mucho el
ambiente, y además se prendió “en la joda”, se rateaba, lo que hizo que
terminara quedándose libre y repitiera. Es por eso que al año siguiente,
empieza en la misma escuela pero de noche, donde eran más adultos y le
gustaba el ambiente. Hace de primero a cuarto sin problemas, pero al llegar
a ese nivel debe elegir una de las dos orientaciones disponibles: electrónica
o construcción. Ninguna de las dos le gustaban así que decide dejar.
82
Es un hogar de atención transitoria de sistema abierto para alojar a chicos y chicas en
situación de emergencia social, derivados por los distintos programas del Consejo de los
Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes a través de la Guardia Permanente, o a través de
otras instituciones. Para más información ver:
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/chicos/servicios/cat.php?menu_id=23289
83
El GCBA cuenta con un Programa de Juegotecas Barriales, las cuales constituyen
espacios donde chicos de 3 a 13 años se encuentran a jugar con otros de su misma edad.
Allí pueden hacer talleres de plástica, música, teatro, títeres, o salir de paseo. Actualmente
funcionan unas 16 juegotecas en diferentes barrios de la ciudad. Para más información ver:
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/des_social/niniez_adolescencia/des_infantil/juegoteca
s.php
120
GCBA, en el Club de Chicos84. Al momento de la entrevista seguía con
ambos trabajos, los cuales los mantiene, según ella, por ser referente del
barrio y también por contar con el título secundario. Señala que esta gestión
gubernamental está exigiendo que la gente cuente con ciertas credenciales,
es por eso que ella cree que tiene que continuar estudiando alguna carrera de
nivel superior, porque eso la protegería como una “espada”.
84
El Club de Chicos es parte de las acciones de apoyo escolar que promueve el GCBA,
junto a los centros infantiles y el club de jóvenes. El Club de chicos es para niños entre 6 y
12 años y se propone la re inserción de aquellos que no se encuentran escolarizados y el
fortalecimiento del recorrido educativo de aquellos que sí asisten a la escuela. Para más
información, ver: http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/dgie/clubes.php
121
Es por ello que decide dejar la escuela y ponerse a trabajar con su padre,
quien estaba justo abriendo una rotisería. Unos años después, cuando
negocio no iba bien, se da cuenta que se tiene que independizar del padre y
que para ello necesita terminar el secundario.
Retoma en la ER por una amiga que conoce la escuela y hace los tres
últimos niveles. Cuando estaba cursando comienza a trabajar en una
empresa de limpieza, por las noches, cuando salía de la escuela. Su novia ya
estaba embarazada. Ese año se sentía bastante agotado, porque tenía muchas
responsabilidades, pero a pesar de ello sostenía los estudios ya que era un
momento de tranquilidad y un lugar donde la pasaba bien.
Escuela 4
122
abundante circulación. A una y dos cuadras de distancia uno encuentra tres
grandes avenidas por las que transitan varias líneas de colectivo que
conectan la escuela con muchos barrios de la ciudad y el conurbano.
También, a unas seis cuadras de distancia, se encuentra la estación Coghlan
del ferrocarril Mitre, que comunica Retiro con la zona norte.
123
El clima de la escuela es tranquilo. En general, uno ve a pocos alumnos
asistiendo a cursar. Aunque esto cambia según el momento de la jornada
escolar que uno observe, y según el día de la semana. Minutos antes de las
18.30hs, son apenas un puñado de jóvenes los que se encuentran en la
puerta de la escuela, tres, cuatro… también es posible ver a algunos
docentes esperando. La puerta del establecimiento permanece abierta entre
las 18.30hs y las 19hs, tiempo en el que paulatinamente van llegando
alumnos, docentes y directivos. A partir de esa hora, como no les funciona
el timbre y es necesario estar cerca de la puerta para ver a través de una
ventanita enrejada si llega alguien, una persona queda siempre a cargo,
generalmente, personal de maestranza o en su defecto algún preceptor o
secretario, para abrir y cerrar a alumnos y docentes que llegan después de
las 19hs.
Durante las primeras horas, las clases cuentan con dos, tres, cuatro alumnos
y un profesor. La situación cambia hacia las 20 / 21hs, cuando ya hay más
estudiantes en el interior de la escuela. Por las características edilicias uno
nunca alcanza a tener la visión de la población escolar en conjunto, ya que
no cuentan con un patio o un emplazamiento que permita reunir a todos,
como en los clásicos edificios escolares donde se organizaba la distribución
de aulas en torno a un espacio central. La escuela también cuenta con una
biblioteca, que está emplazada dentro de la sala de profesores y preceptores,
por tanto, no constituye un espacio donde los alumnos puedan quedarse o
pasar el tiempo, sólo pueden pedir material para retirar. También cuenta con
una sala de computación.
124
de la dirección hasta que lo hizo un profesor que provenía de otra escuela,
pero que al poco tiempo enfermó y tuvo que apartarse del cargo. Por último
llega una directora en 2006, que en el momento en que asistimos a la
escuela en 2007 estaba de licencia médica por varios meses y la reemplaza
una profesora de inglés que fue a quien entrevistamos en el primer trabajo
de campo. La directora que hoy en día está al frente de la escuela es aquella
que asumió en 2006, por tanto hace ya varios años que está en el cargo, lo
que brinda cierta continuidad y estabilidad al trabajo escolar.
Jorge tiene 22 años, toda su vida ha vivido entre Buenos Aires y diferentes
lugares de Paraguay, acompañando siempre a su madre que se trataba aquí
algunos problemas de salud. Tiene cuatro hermanos mayores que él, que
viven todos en Paraguay, menos uno que es su socio en una carnicería que
posee en el barrio de Barracas, muy cerca de la Escuela 1.
85
Como señalamos en el capítulo anterior en torno a la generación de una suerte de
“ortopedia” para modificar los rasgos más expulsivos del sistema educativo, la
modificación de esta normativa en relación a la inscripción sin DNI tiene lugar en el año
1999, con la promulgación de la ley 203. La situación que relata Jorge parece haber sido
posterior a la promulgación de la ley, pero muchas veces por desconocimiento o por la
persistencia de mecanismos discriminatorios de la población inmigrante, persisten este tipo
de exclusiones.
125
nivel secundario. Cuando vuelve a Argentina le quedaba pendiente el último
año, es por eso que se anota en un secundario, también por Belgrano, cerca
del trabajo que tenía junto a su hermano en la carnicería de un supermercado
chino. Como trabajaba muchas horas y le descontaban el sueldo por
ausentarse el tiempo que tenía que cursar, un preceptor de la escuela le
recomienda la ER. Es por ello que pide el pase y cursa allí el año restante
del secundario.
Llega un momento en que no sabía qué hacer, pero señala que se había
cansado de ser “la problemática”, de que todo le resultara tan difícil. Es por
ello que escucha la sugerencia de su padre quien le insiste que retome el
secundario. Averigua y conoce la oferta de reingreso, en la que hace los
últimos tres niveles. Por temor a desviarse de su objetivo de terminar el
secundario no se trata con nadie, y señala que el tiempo en la escuela fue
muy solitario, pero le gustó que desde la escuela le respetaran ese deseo de
estar sola.
126
Dice que le gustaría estudiar pero no sabe qué, es por eso que mientras
tanto, consigue un trabajo a través de las relaciones de su padre, como
recepcionista en una clínica estética. Cuando nos encontramos para la
entrevista, Gianella está buscando otro trabajo porque en este está en negro
y la plata no le alcanza para concretar los planes que tiene de irse a vivir con
su novio y ayudar económicamente a su madre.
127
particular las tareas que realiza en su trabajo. A partir de entrar en contacto
con un grupo de ex policías y ex militares, Alberto comienza a desarrollar
tareas de “protección” o “seguridad”, pero no en una empresa formal. Lo
que hace, más que nada, es brindar protección en barrios peligrosos de la
ciudad protegiendo, por ejemplo, a abogados que tienen que entrar a las
villas para encontrarse con sus clientes o gente que quiere conocer por
dentro un asentamiento. Su forma de expresarse está cargada de modismos
propios de la jerga policial, lo cual reviste de cierto formalismo una tarea de
protección bastante informal.
Por su parte, Marlén es una joven de 24 años que vive con su actual pareja,
que trabaja en una empresa de seguridad, y con sus dos hijos. Antes de
conocerlo a Alberto, vivía con sus padres –él encargado de edificio y ella
personal doméstico- y su hermano que hasta hace poco tiempo trabajaba en
una costura. Su familia es de Bolivia pero vinieron cuando ella tenía siete
años más o menos, y siempre vivió en el barrio de Belgrano, a menos de
diez cuadras de la ER. Fue a la primaria a una escuela de la zona e inició el
secundario en un comercial, que se encuentra sobre la avenida Crámer. Hizo
el primer año en el turno mañana con algunas dificultades, dice que no
entendía nada cómo se manejaban en la escuela, además de que era un poco
“rebelde”, se rateaba y tenía problemas con algunos profesores; esto hizo
que se quedara libre, luego la reincorporaron pero terminó repitiendo porque
tenía que rendir y no sabía de dónde estudiar, a quién consultar. Luego la
pasan al turno tarde porque no había más vacantes a la mañana, y ahí cursa
primero y segundo sin problemas. Ya a finales de segundo año queda
embarazada. Diferentes personas de la escuela van a hablar con ella para
darle ayuda, pero dice que sólo fue una sola vez y la hizo sentir como el
bicho raro de la escuela. El tercer año lo empieza, pero su panza ya era muy
grande y no se sentía cómoda yendo. Es por eso que deja de ir y recién
retoma los estudios, junto a Alberto, cuando su hijo tenía casi dos años.
128
En la ER ella hizo tercero y cuarto nivel. Él último año de cursada para ella
fue difícil porque la relación con Alberto ya andaba mal, pero logró
terminar. Al finalizar comenzó a trabajar en una cadena internacional de
comidas rápidas, donde seguía al momento de la entrevista. También
empezó el CBC para estudiar Derecho, pero quedó nuevamente embarazada
y dejó, porque tenía miedo de que le sucediera algo mientras cursaba, y
además, porque le resultaba muy aburrido.
Escuela 5
129
una escalera que asciende al segundo piso donde hay aulas y la sala de
computación; alrededor de la galería hay otros salones de clase y la
biblioteca, que posee un espacio de lectura, en el cual pueden permanecer
los chicos que van a hacer consultas, y donde hemos realizado algunas de
las entrevistas. Del patio sale un pasillo hacia el fondo donde están los
baños, otro patio y otras dos aulas más. El terreno en el que se emplaza la
escuela, sin parecerlo, es bastante profundo.
Esta ER fue creada en el año 2005. Cuenta con un ciclo lectivo de agosto a
agosto, a fin de abarcar aquella matrícula que, por diferentes situaciones, no
se inscribió a tiempo para iniciar las clases en marzo. El propósito es no
hacerles esperar a los alumnos un año más sin ir a la escuela, pudiendo
retomar sus estudios a mitad del año.
130
el modo en que se realizó el contacto en estas escuelas también deja entrever
la voluntad de tener todo aquello vinculado a la institución bajo su control.
La vida de Leandro parece estar marcada por estos vaivenes y por las
experiencias familiares vividas en las distintas casas en las que estuvo
pasando los años. Actualmente encontró cierta estabilidad en un
departamento que su madre logra conseguir, ubicado al lado del de su
abuelo.
131
compañeros con armas, pero a pesar de ello logró hacerse de amigos.
Durante el segundo año tuvo problemas porque empezó a ir al ciber y
faltaba a la escuela para ir a jugar juegos en red con sus amigos. Terminó
llevándose muchas materias, y le quedaron tres previas y tuvo que repetir.
Volvió a cursar pero ya no era lo mismo, lo deprimía ver a sus compañeros
más adelantados que él y es por eso que decidió dejar la escuela a mitad de
año.
Vive con su hermana y su madre; sus padres están separados. De chico vivía
en Paternal y luego se mudaron a Villa Crespo. Su vida escolar transcurrió
entre escuelas privadas y estatales. Empezó en un colegio de curas, pero
cuando estaba en cuarto grado pasó a uno estatal cerca del Cid Campeador,
donde terminó la primaria. La secundaria la empezó en un colegio de
monjas que quedaba en frente de su casa. Fue una época complicada porque
ambos padres se enferman de cáncer, lo que además de las dificultades
propias de ese tipo de enfermedad, le trajeron problemas económicos debido
a los costos de los tratamientos. Recuerda que en esa época se la pasaba con
amigos en la esquina, no estudiaba nunca, y así se llevó todos los años
varias materias, las que rendía sin problema entre diciembre y marzo. Pero
en tercer año las cosas no salieron como antes y repitió, situación a la que se
le sumaron algunos problemas de disciplina que tuvo dentro del colegio, por
lo que las autoridades le dijeron que no podía seguir cursando allí.
132
Es así que retoma en un Comercial, pero a mitad de año deja porque el
ambiente era muy distinto, tuvo algunas peleas con otros compañeros y él
todavía no estaba acostumbrado a eso, además de que tenía materias que
nunca había visto antes. Después, dice, “ya tenía más calle”, y así aprendió a
tratarse con cualquier “tipo de pibe”. Cuando deja el colegio se pone a
trabajar, todos ellos trabajos bastante precarios, repartiendo volantes, en un
ciber, en un puesto de diarios, en un call center, lo que iba encontrando.
Luego, por un contacto del padre, comienza a trabajar con una persona que
hacía filmaciones de eventos. Es ahí que va aprendiendo un poco el oficio
de cámara y edición. Pero si bien tenía una relación de mucha confianza con
su jefe, por períodos se volvía un poco conflictiva porque le pagaba poco,
debido a que no tenía formación y siempre estaba “aprendiendo”. Es por eso
que a veces se va y a veces vuelve de la productora de video. Estaba
trabajando allí semanas antes de realizar la entrevista, pero había muy poco
trabajo y hacía dos semanas que no salía nada, es por eso que comenzó a
buscar otra cosa porque no le quedaba más plata.
Con respecto al secundario, después de estar dos años por lo menos sin ir,
decide retomar. Intenta en un acelerado, pero no le resultó, se le complicaba
estudiar con el trabajo y combinarlo con su noviazgo. Y después ya retomó
en la ER, cursó los dos años que le quedaban y terminó. Por momentos se le
hizo difícil sostener el estudio porque la escuela era a la noche, y los
trabajos de filmación que le salían generalmente también eran a esa hora, lo
que lo hacía faltar mucho. Pero fue haciendo arreglos con la escuela para ir
recuperando y así no perder el año.
133
el sector de auditoría. Cristian hace poco entró a trabajar en esta empresa;
estuvo esperando dos años para que lo llamaran y finalmente le salió un
trabajo de control de asistencia a las capacitaciones que brinda a las
cooperativas del plan “Argentina Trabaja”.
Es así que pasa un tiempo sin hacer nada, en su casa. Hasta que un día ve su
vida reflejada en la de su vecino, un joven de treinta años, que se la pasa
jugando a la “playstation” con amigos más chicos que él. Y él se imaginó
así en unos años y es por eso que le pidió a la madre que le buscara un
colegio de forma urgente. Empieza primero en uno de adultos para el
personal de Aguas, pero no se sentía cómodo porque cursaba con gente muy
grande. Es por eso que finalmente llega a la ER.
Por último queda David, un joven de 23 años, que parece algo mayor por
tener prácticamente toda su cabeza cana y una actitud que se asemeja a la
134
resignación. Vive actualmente con sus abuelos y su hermano. Los padres
están separados. Su vida, al igual que la de Leandro, está marcada por
ciertos vaivenes familiares. Vivía en el conurbano, luego se va a Mar del
Plata, hasta que se muda a la Ciudad de Buenos Aires. Esto le hace ir
cambiando de escuelas, tanto en la primaria como en la secundaria, y
cambiando de regímenes, entre la EGB en provincia y la primaria y
secundaria en la Ciudad, y de modalidades –comercial, EGB, técnica. En
Mar del Plata, sus padres pusieron un almacén y él los ayudaba.
135
Palabras de cierre
136
dejan totalmente de ser alumnos. En las entrevistas, los equipos docentes
aludían al proceso de tener que “volverlos estudiantes”, es decir, inculcarles
nuevamente pautas acordes con el “oficio del alumno” (Perrenoud, 2006),
esto es, marcarles ciertos parámetros de comportamiento acordes con la vida
institucional, que aprendan a cumplir nuevamente con horarios, con las
tareas propiamente escolares, entre otras habilidades y saberes. Al llegar
jóvenes que no han dejado prácticamente de asistir a una escuela podríamos
considerar que esa labor que debían afrontar cuando llegaban quienes hacía
más de dos años que no formaban parte de una institución, les vuelve el
trabajo menos dificultoso ya que las escuelas cuentan con una base sobre la
cual trabajar.
137
en que están insertos sean diferentes. Otro factor que distingue a las
escuelas es el perfil del directivo. En algunos casos permanecen desde su
fundación, Escuelas 1 y 5, mientras que en las otras dos escuelas han sufrido
cambios que han llevado a que por momentos no haya continuidades en la
gestión directiva. Este será un aspecto reseñado en los próximos capítulos,
particularmente en el siguiente, donde describiremos el mecanismo
particular de selección de los directivos implementado por quienes crearon
estas instituciones. A su vez, uno puede ver diferencias entre la Escuela 1 y
el resto de las escuelas, debido a que esta es la única que tiene edificio
propio, por ende le permite funcionar en dos turnos, mañana y tarde,
mientras que el resto comparte edificio con otras escuelas, ya sean primarias
o secundarias, y funcionan sólo por la noche. A su vez, la particularidad de
la Escuela 1 puede deberse también al hecho de que es parte del proyecto de
la fábrica recuperada en la que funciona.
138
brindándoles desde la escuela la oportunidad de rendir a fin de año más de
una docena de materias. También vemos que en muchas ocasiones las
escuelas se quitan de encima aquellos casos problemáticos, informándoles
directamente que deben buscarse otra institución porque al año siguiente no
pueden continuar la cursada allí. Esto nos da la pauta de que en varios casos
la exclusión del sistema respondió a ciertas rigideces y falta de
acompañamiento de la escuela secundaria común, aspectos que veremos se
propone modificar las ER.
***
139
SEGUNDA PARTE
140
la escuela. Esto nos permitirá avanzar en la dilucidación de los alcances y
los límites de esta política. En el tercer capítulo de esta segunda parte
(capítulo 6) exploraremos las pautas de interacción que se promueven, tanto
para docentes como para alumnos, en el marco institucional de las ER,
dando cuenta de las formas de trabajo docente así como del patrón de
alumno que se configura en estas instituciones. Para cerrar (capítulo 7),
ahondaremos en la experiencia emocional de estudiantes y docentes,
indagando en las implicancias que tiene el vínculo construido para sostener
el proyecto de finalizar el secundario así como para la renovación del
compromiso docente.
***
141
CAPÍTULO 4: EL FORMATO ESCOLAR DE LAS ER: CONDICIONES
ESTRUCTURALES PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL VÍNCULO
142
La creación de las ER partió de una hipótesis central que sostiene que
aspectos del formato escolar generan fracaso y expulsión; ciertos núcleos
duros difíciles de modificar tienden a afectar negativamente las trayectorias
de quienes no se amoldan al alumno prefigurado por el modelo
organizacional de secundaria. De este modo, el fracaso escolar sería
producto de la gramática escolar, de la forma de organización de la escuela,
que hace que algunos jóvenes no puedan sostener este tipo de escolaridad.
Esta hipótesis que pone el foco en las condiciones de escolarización en la
que se da la inclusión de los estudiantes desafía el “modelo patológico
individual” que pone en los sujetos las razones del fracaso (Terigi, 2009).
143
creación de espacios de tutorías, clases de apoyo y talleres, llevan a que
docentes y alumnos se encuentren en la escuela. Todos estos elementos
constituyen variaciones respecto del formato escolar de la secundaria
tradicional, los cuales serán descriptos a continuación. Si bien no todos los
elementos son “novedosos”, ya que es posible encontrar tutores o talleres en
otras instituciones medias, sí la combinación de todos ellos deriva en un
formato particular y relativamente flexible, que como veremos habilita una
configuración vincular particular.
Como ya señalamos, el plan diseñado para las ER está orientado hacia una
población que quedó fuera del sistema educativo por un determinado
período de tiempo. Las razones de dicho abandono, en muchos casos,
estuvieron asociadas a la asunción de responsabilidades familiares y/o
laborales, a las dificultades de adaptación al régimen escolar de secundaria,
situaciones que condujeron a repitencias e inasistencias reiteradas que
provocaron la pérdida de la regularidad en las escuelas. A la hora de diseñar
el plan experimental de las ER, como se puede observar en su normativa de
creación, se tuvieron en cuenta estas razones, las cuales constituían un
diagnóstico que apuntaba a asociar el abandono con la rigidez del régimen
académico de la escuela secundaria tradicional, con la repitencia por deuda
de asignaturas, con la poca flexibilidad horaria. Es por ello que se plantea la
necesidad de un plan de estudio y un régimen académico flexible para
“adecuarse” a las posibilidades de cursado de esta población.
144
compuesto por las asignaturas básicas, de cursado anual, y una serie de
materias cuatrimestrales –Lengua Extranjera e Informática-. A estas
materias se les suman asignaturas de carácter opcional de cursado
cuatrimestral –los talleres-. Por tanto, la principal modificación que se le
hace a la caja curricular es la reducción de la cantidad de asignaturas por
nivel, pasando de una docena a alrededor de siete u ocho materias
simultáneas.
Esta modalidad no sólo rige una vez que los alumnos ya se encuentran en el
plan de reingreso, sino que son consideradas válidas aquellas asignaturas
equivalentes previamente aprobadas en cualquier otra institución de nivel
medio oficialmente reconocida, independientemente de la aprobación del
145
año escolar completo. De este modo, el único requisito para cursar una
asignatura es tener aprobada las correlatividades definidas en el plan de
estudios.
146
Tanto los docentes como los alumnos señalan que este aspecto del plan pone
el énfasis en lo positivo, al reconocer las materias aprobadas y no tener que
repetir nunca un año completo, lo que provoca que el estudiante siempre
sienta que está avanzando, evitando así esa sensación de fracaso que
conlleva la repitencia de todo un año lectivo, al tener que volver a cursar y
aprobar contenidos ya acreditados.
147
Por ejemplo, la Escuela 1 es una de las ER que comprende al trayecto como
una posibilidad que brinda el plan para continuar avanzando más allá de la
no aprobación de los niveles completos, a pesar de estos desafíos.
“…hay muchas cosas que nos costó a nosotros adaptarnos a este plan, por
ejemplo, otra novedad de este plan es la posibilidad de cursar por trayecto,
bueno, a nosotros mismos también nos cuesta, uno esta acostumbrado a
decir estos son de 3º, estos de 2º, estos de 1º, tenés chicos que están ahora
en 1º, en un rato está en 2º, después en 3º con lo cuál también, presenta otra
situación de convivencia, no es simplemente el lugar que va a ocupar para
el desarrollo académico sino también la convivencia, porque que sé yo, por
ahí con aquel que se miraba cruzado en el recreo después pasa a tenerlo al
lado en la hora de determinada materia, con lo cual genera todo un
movimiento…” (Asesor Pedagógico, Escuela 1).
“…es un plan que le propone al alumno algo diferente. ¿En qué sentido? El
chico entra, los grupos son reducidos, su estudio no está organizado por
año, está organizado por trayecto, por trayecto de materias, que implican
equivalencias y que implican correlatividades pero aún así el chico toma, se
le hace un trayecto, empieza con ese trayecto y cuando lo cumple ya está,
puede seguir adelante, no queda estancado porque en 2 materias fracasó y
tiene que volver a cursar todo. Entonces siempre está avanzando. Un poco
más lento algunos, un poco más rápido otros, pero siempre está avanzando,
entonces eso le va dando al chico un estímulo para seguir adelante…”
(Asesora pedagógica, Escuela 3).
148
permanencia en la escuela, porque a veces un bebé no aguanta desde las
5:30 hasta las 10 de la noche…” (Directora, Escuela 3).
Otro aspecto señalado como una desventaja del armado de trayectos refiere
a la coexistencia de alumnos de diferentes edades en un mismo curso, lo
149
cual es visto como un “desfasaje”. También habla de los trayectos como
“estructuras sumamente flexibles” que se implementa sólo en algunos casos,
intentando que los estudiantes estén cursando todas las materias de un nivel
para no armar trayectos. Éste se deja para casos excepcionales en que es
imposible cursar el nivel entero.
“…Después, bueno, estos chicos, los de 1er nivel, con muchos problemas,
que vienen de un juzgado, se les hizo un trayecto. Había chicos que
realmente no podían estar con otros porque los niveles eran muy diferentes.
Chicos que no les podías dictar una palabra, no podían. Entonces era mejor
que cursaran menos materias. Después de estas situaciones, después de un
tiempo, sí se decidió hacer un trayecto porque era insostenible…”
(Profesora 1, Escuela 5).
150
Para que el seguimiento personalizado de los distintos alumnos pueda
realizarse es preciso, por un lado, que las escuelas y las clases tengan un
tamaño relativamente pequeño, y por el otro, que se den determinadas
condiciones para el trabajo docente –aspecto que veremos en el apartado
siguiente-.
151
Ahora bien, en este caso, además, el plan de estudios exige que el número
de alumnos sea acotado ya que el armado de los trayectos requiere de este
seguimiento personalizado, el cual sería muy difícil en instituciones
grandes, sin aumentar proporcionalmente no sólo el número de docentes
sino de asesores y/o preceptores. De todos modos, aún incorporando todo
este personal, algo del clima de confianza que se construye a partir de la
interacción y conocimiento por parte de todos los miembros de la institución
sería sumamente difícil de conseguir. Así, podemos hipotetizar que el
tamaño acotado de los establecimientos –es decir el número limitado de
alumnos- es condición necesaria para el funcionamiento del mismo y para la
construcción de vínculos más cercanos.
152
de cursado cuatrimestral o que se dictan en un solo nivel y asignaturas para
las cuales no se prevé el dictado de clases de apoyo escolar.
153
decir, haber aprobado el curso de ascenso –situación que, como dijimos con
anterioridad, buscaba evitar algunos de los problemas que se habían
generado con los directivos de las EMEM que no cumplían con las
condiciones de acceder al cargo. Sobre esta base, los equipos técnicos y
funcionarios de la entonces Secretaría de Educación realizaron entrevistas
con el propósito de indagar en las características de estos docentes. El
acceso a la entrevista estuvo en función de recomendaciones realizadas por
distintos actores, entre ellos, sindicatos docentes y diferentes personas del
campo educativo. Los directivos finalmente designados ocuparon sus cargos
de forma interina, hasta tanto se sustancien concursos abiertos de
selección86.
86
Todos los cargos docentes de las ER fueron asumidos de forma interina debido a que
para poder ser efectivizados debían, por un lado, ser incorporados al Estatuto Docente, y
por el otro, sustanciarse concursos abiertos de selección –los cuales son posibles de realizar
sólo si están contemplados dentro del Estatuto-. Hoy en día, los cargos de reingreso fueron
incorporados al Estatuto (Ley 3659 de diciembre de 2010), pero aún no se han llevado a
cabo los concursos de selección correspondientes.
154
sucedidos que “alteraron” la agenda de la gestión a cargo del diseño de esta
política87.
87
La gestión que crea las ER finaliza en maro del año 2006, cuando tiene lugar la
destitución del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra, luego de ser
enjuiciado políticamente por el incendio en el local bailable “República Cromagnón”.
Ibarra permanecía suspendido de su cargo desde noviembre de 2005. Toda esta situación
constituyó un factor que, según la ex funcionaria entrevistada, desestabilizó la agenda
planificada por la gestión.
88
Este mecanismo está regulado por el Estatuto Nacional del Docente –vigente desde 1958-
, junto con el de la Ciudad de Buenos Aires -Ordenanza 40.593 del año 1985-, los cuales
regulan, entre otras cosas, las modalidades de contratación, el escalafón profesional y el
ascenso. Para ingresar a la docencia en el nivel medio, el postulante debe poseer "las
condiciones generales y concurrentes" -definidas en el Art. 14 del Capítulo VII de dicho
documento-. A su vez, en el título II sobre disposiciones especiales, art. 113, se especifica
que el ingreso al área de Educación Media y Técnica "se hará por concurso de títulos y
antecedentes, con el complemento de pruebas de oposición en los casos específicamente
determinados y con la intervención de la Junta de Clasificación respectiva". Una vez
elaborados los listados tienen expresa disposición de darse a publicidad de modo de
garantizar su transparencia y accesibilidad. Actualmente la inscripción se realiza en las
Juntas de Clasificación de cada Distrito o directamente en las escuelas. De este modo,
coexisten en esta jurisdicción dos formas de designación de los docentes de acuerdo con la
Junta de Clasificación que corresponda. Así, en las Juntas correspondientes a las escuelas
creadas en la Ciudad de Buenos Aires antes y después de la transferencia –entre las que se
encuentran las ER- se realiza por modalidad de “acto público” en la sede de las Juntas para
todos los establecimientos de la misma. En el resto de las Juntas de clasificación que
155
formal que determina el modo de ingreso de los profesores, como señalan
Arroyo y Poliak (2011), en las ER opera un proceso de selección y
socialización de los docentes que tiene un fuerte impacto en la construcción
de la identidad profesional.
“…con la población docente hubo que trabajar con muchos que venían con
la estructura mental de la escuela tradicional, acá hubo mucha gente que
no querían venir a estas escuelas por las poblaciones que decían que iban a
venir y agarraban docentes con muy bajo puntaje, algunos no son ni
siquiera docentes, son profesionales metidos a la docencia y el profesional
a veces digo, carece de cierta pedagogía. Yo a veces decía ojo con la
selección, no hubo ninguna selección fue por acto público, pero acá tiene
que haber profesores y profesores de, de alma si se quiere ¿no? […] si vos
no estas con esto de la igualdad y la integración…Hubo profes que
renunciaron a la primera semana…” (Director, Escuela 1).
156
reiterados fracasos, se vuelve una condición necesaria para permanecer allí,
especialmente para quienes están contratados por cargo, ya que implica estar
en la escuela varios días a la semana. Esto deja en claro cierto componente
electivo, el cual está basado en el deseo de los profesores de trabajar aquí,
generalmente asociado con el desafío de trabajar con “estas poblaciones” –
un buen número de ellos vienen con experiencias profesionales en escuelas,
tanto del conurbano bonaerense como de la zona sur de la Ciudad de
Buenos Aires, que atienden a jóvenes de los sectores más marginados de la
sociedades.
En relación con la planta funcional de las ER, resta agregar que estas
escuelas cuentan, a su vez, con la figura de asesor pedagógico –la cual ya
aparecía en las experiencias de las EMEM históricas y las escuelas con
Proyecto 13, mencionadas en el Capítulo 2-, figura en la que se pueden
observar algunas diferencias y matices en relación con las tareas
desempeñadas. Cada asesor parece hacerse cargo de muchas tareas y, al
mismo tiempo, pone el énfasis en algunos aspectos en particular.
157
seguimiento de los chicos, en el trabajo de la convivencia, en la redacción y
el trabajo del documento de convivencia… El rol se fue definiendo en la
institución…” (Asesora Pedagógica, Escuela 3).
Otros mencionan un abanico de tareas que abarca el trabajo con los tutores y
coordinadores, la planificación, el armando de trayectos y seguimiento de
los estudiantes y la intervención en conflictos de los alumnos, aunque el
énfasis de su rol parece estar puesto más en el seguimiento de las
trayectorias educativas de los estudiantes. Como vemos, la definición del rol
del asesor asume cierta ambigüedad ya que algunos trabajan más con los
alumnos, otros con los docentes, otros en relación con el proyecto
pedagógico de la escuela. Esta ambigüedad parece obligar a que cada
profesional defina du rol en el marco de cada institución, dentro de las
necesidades y posibilidades que delimita dicho espacio.
158
su itinerario de cursado. El tutor es el encargado de brindarle orientación y
apoyo en su formación en general, en la organización de su tiempo y en el
manejo de los materiales de estudio. Los profesores que se desempeñan
como tutores tienen una asignación de 3 horas según PPC.
El rol de tutor parece ser central para estas escuelas ya que es parte del
seguimiento cercano que se hace de cada estudiante. Pero a la vez, asume
características particulares en función del mismo modelo de organización
institucional y del agrupamiento de los estudiantes que hacen las ER, que lo
distinguen de la labor de los tutores que tienen lugar en todos los ciclos
básicos de las escuelas medias de la Ciudad de Buenos Aires 89 . En
principio, por el hecho de no contar con grupos de alumnos que comparten
todas las actividades de la escuela según el año de cursada en el que se
encuentran. Así, podríamos pensar que el tutor en estas escuelas, en lugar de
estar a cargo de un curso, estaría a cargo de un grupo de estudiantes, pero no
necesariamente estos tendrían que ser parte de un mismo curso escolar. Esto
genera tensiones entre el seguimiento individual y el seguimiento grupal, ya
que los docentes tutores están asignados por curso y el agrupamiento de los
alumnos tiende a variar.
89
El sistema de tutorías comienza a implementarse en los ‘70 con el denominado Proyecto
13, y a partir de allí en diversos planes experimentales, fue extendido a todos los Ciclos
Básicos de las Escuelas Medias en el año 2005, a través de la Resolución Nº 560/SED/05,
cuyo artículo 5º determina que “el profesor-tutor será responsable de dar apoyo,
seguimiento, orientación y de facilitar las experiencias individuales y grupales de los
alumnos en los procesos vinculados con el estudio y con la inserción social en la clase y en
la institución…”.
159
anteriormente, en muchas de las escuelas la lógica del curso sigue rigiendo
la organización institucional aunque el trayecto opere como posibilidad de
flexibilizarla en los casos que así lo requieran.
“… [los chicos a veces plantean] “no llego a este año” y dejan tres
materia para el año que viene, esto puede ser una decisión del chico o un
acompañamiento que se hace y decirle “bueno, mirá a vos se te hace muy
difícil, fijate como lo podés acomodar”. …se charla con ellos, si vos ves que
está llegando tarde, que no puede o que se duerme porque vino de trabajar
[…] Este tipo de sugerencias se les hacen. Claro porque el tutor está
permanentemente acompañándolo porque está para eso porque es la
función del tutor en cualquier colegio lo que sucede es que acá nosotros
hacemos y en las escuelas de reingreso y acá se trabaja mucho la tutoría,
hay un coordinación de tutoría…” (Directora, Escuela 2).
Otra de las escuelas prevé dos tipos de espacios para las tutorías,
contemplando tanto el seguimiento académico de cada estudiante como el
trabajo grupal:
“…tiene una hora frente al grupo donde la idea es que puedan trabajar
algunas cuestiones de convivencia pero también hacer algún pequeño
seguimiento con el tema de las materias, por ahí dar algo metodología de
estudios si pueden y después tienen dos horas que no son frente a los cursos
que serían para reunirse con los padres o con los alumnos… Para mi la
tutoría es fundamental… yo insisto también que el tutor tiene que entrar por
lo pedagógico, vení tráeme tu carpeta, vamos a ver y lo que es seguro es
que va a salir la cuestión social, la cuestión afectiva, la familia, etc., porque
estaba muy encarado el tema de la tutoría como que era apoyo psicológico,
social. Entonces primero los docentes, en general, no estamos preparados
para eso y segundo, a los chicos les genera cierta resistencia […] entonces
no hacemos psicología, “dame la carpeta ¿Por qué no la tenes
completa?...” (Asesor Pedagógico, Escuela 1).
160
ya sea para lograr una buena convivencia o para conseguir un sentido de
pertenencia como condición esencial para la inclusión.
“…Y después la figura del profesor tutor, pero esto ya es común a todas las
escuelas, con la diferencia de que aquí el tutor también se ocupa de una
manera bastante personalizada y algún otro proyecto como por ejemplo el
proyecto de madres, las chicas que están embarazadas o que tienen bebes
están en un proyecto que se las sigue a ellas como estudiantes” (Directora,
Escuela 3).
161
algunas situaciones referidas a la dificultad de llevar a cabo tanto trabajo en
tan poco tiempo y otras relativas al trato con los chicos.
162
“…pero los tutores como los profesores a veces no vienen todos los días de
la semana entonces los que estamos todos los días uno, soy yo, otro la
directora y otros son los preceptores pero muchas veces nosotros somos la
cara más vista o funcionamos de comunicación pero tendemos a que los
contactos sea con los tutores para que el tutor cumpla con el rol para el que
fue designado y, así que, en general, es eso. Entonces, la tutoría, los apoyos
y un mecanismo flexible para trabajar los conflictos de convivencia y de
aprendizaje…” (Asesor Pedagógico, Escuela 4).
163
De acuerdo con la normativa que regula esta experiencia, a través de un
diagnóstico que se realiza al inicio del ciclo o durante la cursada, los
profesores junto con el tutor determinan qué estudiantes deben tomar clases
de apoyo escolar. Asimismo, los estudiantes pueden solicitar apoyo de
manera voluntaria. En los casos que la participación fuese decidida por los
docentes, la asistencia asume un carácter obligatorio.
El hecho de que sea un espacio para abordar las dificultades que se les
presentan a los alumnos y el carácter obligatorio que asume para algunos,
plantea dos desafíos. Uno de ellos, lograr que se genere un vínculo positivo
con el mismo, es decir, que los estudiantes valoren el espacio como
complemento de las clases, para lo cual éste debe volverse útil y presentar
una diferencia en relación con los aportes que haga para la aprobación de la
asignatura. El otro, en aquellos casos en que los chicos son enviados por los
profesores, estando presente el tema de la obligatoriedad, es necesario evitar
que este momento se transforme en un castigo que enturbie aún más el
vínculo con el conocimiento y sobre todo con la lógica escolar. Para
afrontar ambos desafíos las escuelas buscan diferentes estrategias, que
derivan en implementaciones distintas entre una institución y otra.
164
En otras escuelas se considera como una fortaleza la posibilidad de brindar
clases de apoyo, incluso han intentado estrategias diferentes para lograr
revertir la carga negativa que muchas veces se asocia al apoyo. Así,
aprovechando las horas institucionales, trabajaron con otro docente dentro
del curso apoyando a los chicos que presentan algunas dificultades en la
asignatura:
“…Siendo que son chicos que vienen de fracasos esto es muy importante
para ellos sobre todo en los primeros tramos, después ya cuando siguen
avanzando me parece que la cosa se consolida en ellos como estudiantes.
Ellos tienen que recuperar la figura estudiante que no tienen y otras cosas
como por ejemplo las clases de apoyo…que les permite recuperar esos
saberes que ellos tienen, pero que los tienen muy olvidados...” (Directora,
Escuela 2).
165
estudiantes, flexibilizando la cursada pero teniendo la posibilidad de no
perder necesariamente los contenidos curriculares.
El último aspecto del formato de las ER que resta señalar es aquel que fue
mencionado al pasar cuando describimos la estructura curricular del plan, el
cual refiere a las unidades curriculares de cursado optativo o talleres, que
deben ser ofrecidas por la escuela. Estos espacios son opcionales para los
estudiantes, no constituyen un requisito de acreditación del plan; deben
desarrollarse dentro de tres grandes áreas que no están incluidos dentro de
los espacios curriculares obligatorios: artes, educación física y deportes y
taller práctico; deben ofrecerse un mismo día de la semana, en el cual no
habrá asignaturas de cursado obligatorio anual –aunque sí puede haber
clases de inglés o informática, que son las materias cuatrimestrales-.
Más allá de las diferencias entre las distintas ER, podemos señalar que el
espacio de talleres queda relegado a un segundo plano ya sea por su carácter
opcional, ya sea por su ubicación en la grilla horaria –en algunos casos se da
en el contraturno-. Es decir, más allá de que el carácter opcional plantea un
desafío interesante para la institución y los estudiantes, pudiendo ubicarlos
en una posición diferente en relación con la actividad que realizan, el
horario en el que los mismos se desarrollan plantea una serie de obstáculos
que los hacen, por momentos, parecer ajenos a las actividades escolares.
Sólo una de las escuelas a las que concurrimos considera a los talleres un
espacio central del plan de estudios. Prácticamente todos los actores
entrevistados mencionaron a los talleres como una característica sumamente
importante de la propuesta de esta escuela, una actividad que además,
parece otorgarles algo de su identidad.
166
“…En estas escuelas de reingreso, está más contemplada la posibilidad de
un equipo de docentes o no docentes para el tema de los talleres ¿no? Que
son de alguna manera seleccionados, de acuerdo a las necesidades de la
escuela, bueno yo creo que esa sería una propuesta interesante para todas
las que están trabajando… con este tipo de población. Tal vez, no sé, por
ahí de opinión personal yo hace muchos años que digo que la escuela tiene
que ser un lugar de múltiples ofertas ¿no?... me parece muy importante la
presencia de actividades extracurriculares más o menos a la mano, donde
el estudiante además de la parte curricular, etc., pueda encontrar en la
escuela otro montón de cosas que hoy por hoy están mas limitadas en el
ámbito externo paradójicamente ¿no?...” (Asesor Pedagógico, Escuela 1).
En esta línea, esta escuela ofrece y ofreció una gran cantidad de talleres que
se van abriendo o cerrando de acuerdo a los intereses y demanda de los
estudiantes. Serigrafía, música, radio, periodismo –que se plasma en la
elaboración de una revista que integra más de un taller- fotografía, teatro,
luthería y educación física son algunos de los talleres desarrollados por la
institución.
Algunos alumnos, por su parte, dan cuenta de haber hecho un uso intensivo
de esta posibilidad. Pero es preciso mencionar que si bien algunos
estudiantes concurren a varios talleres, la proporción del total de estudiantes
que asiste a las escuelas es relativamente baja. Uno de los directivos señalan
que algunos estudiantes se anotan en 3 o 4 talleres, y que tienen un
promedio de 7 u 8 alumnos por taller. El de educación física es la excepción
ya que es el taller al que todos concurren.
“…E: ¿y de los talleres acá que son a contra turno había alguno que les
gustaba?
A6: todos
A5: ella sí iba a todos
A6: yo iba a periodismo o a veces a diseño grafico, pero la profesora dejó
de venir por las computadoras, como nos robaron, nos robaron dos veces
acá, entonces había todavía taller pero como que era muy difícil tener que
trasladar a los chicos de taller a un cyber para hacer el trabajo…
A6: me gusta de todo, pero lo que más me gusta es periodismo y música”
(Alumnas 5 y 6, Escuela 1)
167
En este establecimiento, además, algunos de los talleres (como el de
periodismo, radio, etc.), tienen un rol articulador de los distintos espacios
curriculares (talleres o asignaturas), vinculados a los ejes temáticos a partir
de los cuales se organiza la tarea pedagógica de la escuela. Así como
también aprovechan las posibilidades de estar insertos en la gráfica
recuperada por los trabajadores, ya que recurren a ella para el uso de la radio
o la impresión de la revista.
“…Acá en la escuela nos gusta trabajar con talleres, los chicos tienen estos
espacios el sábado abríamos la escuela y tenían reparación de PC y
después tenían distintos talleres, intentamos una huerta, fabricación de
velas, bueno estuvimos viendo un poco la posibilidad de darle el formato de
una salida laboral, los sábados, porque acá lo que tratamos de sostener es
la hora de clases, no distraer al alumno en la hora de clases sino que todos
los talleres… si bien eran optativos la mayoría todo los chicos participaron
porque creo que es una manera de integrarse a otras áreas que no conocen
que por ahí les gusta…” (Directora, Escuela 2).
168
física, que es una asignatura obligatoria en el resto de las escuelas medias de
la Ciudad.
“…Nosotros tenemos el taller de fútbol los días viernes para los varones y
un taller de actividad física para las chicas. ¿Por qué elegimos el taller de
fútbol y el de actividad física? porque es una manera de complementar lo
que el plan, por trayecto no les da… Lo que son los talleres relacionados
con el arte, uno es el de fotografía, otro es el de música y tenemos desde el
año pasado un plan de, relacionado con lengua que es, puntualmente es el
relato de cuentos, de historias con la participación de una cuentista. El
proyecto incluía la audición, en principio, la participación en un momento
con miras a la producción de un cuento por parte de ellos… A nivel del
taller de música se presentaron en los actos escolares, cantaron, los
acompañaron. El 9 de julio se hizo una peña y ellos tocaron, a fin de año
también nos prepararon una canción de cierre. En fotografía compitieron
en un proyecto de fotografía del Gobierno de la Ciudad y trajeron también,
sacaron primer premio, ganaron una camarita de fotos. Todo esto
realimenta el compromiso de los chicos, el vínculo con la escuela, la
pertenencia. Yo pongo mucho hincapié en los vínculos, por ahí soy
reiterativa pero pienso que esas vivencias son las que al final de todo este
trayecto se van a llevar muy incorporados…” (Asesora Pedagógica, Escuela
3).
“Y, a música vienen, pero es como que los tenés estar trayéndolos de los
pelos. Aparte como no son, no se califican porque son optativos. Lo que
pasa que nosotros buscamos la forma de que la asignatura le pida al taller
169
algo, entonces lo tienen que hacer y van con nota en la asignatura. Así que,
bueno” (Directora, Escuela 5)
“…y con el tema de que no iban a los talleres, decidimos articular las
asignaturas con los talleres. Entonces los profesores de las asignaturas
curriculares tenían que hacer 3 propuestas para que los chicos trabajen en
los talleres, entonces, de esas 3 propuestas la escuela seleccionaba una, y el
pibe tenía que ir al taller a hacer un trabajo que se lo iba a corregir el
profesor de clase” (Asesora Pedagógica, Escuela 5).
Palabras de cierre
170
resultó dificultosa la implementación de un régimen que desacopla puntos
centrales de la forma escolar, como es, por ejemplo, el agrupamiento por
niveles y edades de los alumnos y la promoción y asistencia por materia y
no ya por año o jornada completo. Esto deja en clara evidencia que la forma
escolar lejos está de reducirse a normas de organización y a la misma
materialidad de la escuela que la refuerza y perpetúa, sino que se “encarna”
en las personas, en sus imaginarios, en valores, representaciones y formas
de trabajo que hacen al hacer cotidiano de la institución y se plasman en
aquella imagen que tenemos naturalizada en torno a lo que es una
“verdadera escuela”.
Asimismo, las tutorías y las clases de apoyo –lo cual va de la mano de las
formas de contratación docente que permiten que los profesores estén más
tiempo en la escuela, destinando parte del mismo a dichas actividades, o a la
planificación y no sólo al estar frente a alumnos- habilitan tiempos y
espacios de trabajo que permiten un conocimiento más estrecho de los
estudiantes. Lo mismo sucede con los talleres, sobre todo en aquellas
instituciones que han podido implementar una propuesta atractiva. Estos
espacios optativos se van conformando como lugares de interacción
diferente al que prevalece en las materias obligatorias, donde algo del
contacto con saberes novedosos, con la participación y producción
individual, y con otras maneras de relacionarse con los adultos, conduce a
que los alumnos vayan desarrollando un sentimiento de pertenencia a la
institución. Aunque no está de más aclarar que sólo asiste a ellos una
171
minoría de la matrícula total, salvo en el caso de los talleres deportivos,
donde se vuelven la excepción en todas las instituciones.
***
172
CAPÍTULO 5: LOS ESTUDIANTES DE REINGRESO: TRAYECTORIAS
Y SOPORTES DE LOS EGRESADOS
Esto deja en evidencia que no todos los jóvenes que llegan a las ER logran
volverse estudiantes de estas escuelas y reinsertarse en el sistema. ¿Quiénes
son los que se van y quiénes los que permanecen? ¿Sobre quiénes logra
hacerse efectiva la acción de la ER?
173
ER. Entre ellas, daremos cuenta de sus posiciones socioeconómicas, de sus
trayectorias educativas previas a la llegada a reingreso, observando
particularmente las razones que aducen para haber dejado de asistir a la
escuela y para tomar la decisión de volver a estudiar. También se deja en
evidencia la presencia de otros soportes comunitarios y religiosos que
parecen operar en la decisión de volver y que, consideramos, se vuelven
compatibles con la labor de la escuela. Luego, presentamos la situación
actual de los egresados, observando aquellas esferas en las que han podido
insertarse socialmente.
174
retoman sus estudios allí, hay una proporción que vuelve a quedar fuera del
sistema. Recordemos que el nivel de abandono de estas escuelas es
relativamente elevado hasta el año 2010. Desde los inicios ha habido un
“efecto colador” que lleva a que las ER funcionen como una malla que logra
reincorporar a parte de esta población desescolarizada, pero a su vez, deja
escurrir a un nuevo porcentaje de jóvenes que no encuentra su lugar en este
tipo de instituciones (Ziegler, 2011).
175
La inferencia acerca de que los que dejan están entre aquel grupo que no
decidió de modo personal su retorno a la escuela se basa en dos indicios.
Por un lado, en el hecho de que entre los alumnos y egresados entrevistados
la gran mayoría señala haber ingresado a la ER por una decisión tomada, no
aduciendo a una derivación desde otras instancias. Este punto será analizado
más adelante. Por otro lado, en que los directivos de las ER refieren a un
cambio y estabilización de la matrícula entre aquellos jóvenes de sectores
populares y sectores medios, habiendo quedado en el camino la población
de origen más “marginal”, que constituyen situaciones “extremas”.
Recordemos que las ER comenzaron a funcionar en el año 2004, buscando
incorporar a aquella población en edad de asistir al secundario pero que no
lo estaba haciendo. Es así que a la escuela llegaron jóvenes que estaban
indagando en las ofertas educativas disponibles o bien, conocieron el plan
por la campaña publicitaria, pero también hubo quienes fueron derivados
por disposición de la justicia o como beneficiarios de algún programa social
o educativo. Es por ello, que cuando estas escuelas comenzaron a funcionar,
recibieron a una población que, podríamos decir, estaba “más allá de los
márgenes”, presentaba altos niveles de conflictividad y, por tanto, resultaba
dificultoso definir ciertas pautas de convivencia cercanas a la vida
institucional.
“En el primer año acá digo, había pibes que tenían muchas causas
judiciales, muchos pibes que venían de granjas de rehabilitación -que no
rehabilitan nunca-, y muchos chicos a la buena de Dios. Una población
fuerte de la villa 21, de los asentamientos de la Boca, acá de Dock Sud, y
después se fue modificando… nos ajustamos a lo socioeconómico a una
clase media. […] los pibes que llegaron en 2004 en algunos casos eran
situaciones muy extremas, donde la escuela hizo lo que más pudo pero que
muchos, muchos quedaron en el camino porque no lo vas a sostener nada
más con una política educativa […] …había pibes que la causa en el 2004
era haber asesinado un tipo en Jujuy, había otro que venía que te decía ‘yo
176
tengo una herida de bala y portación de arma de guerra’. […]…la realidad
de acá superaba la realidad de la villa 31 [donde trabajaba antes] porque
era otra cosa, la villa era pobres históricos […] acá veías el deterioro de
los ’90, te pegaba en la cara ¿no? […] era muy duro, muy duro” (Director,
Escuela 1).
Una alusión que aparece con cierta asiduidad es la que enuncia que estos
jóvenes “iban sólo por la beca”:
“…algunos solo iban directamente por la beca… iban sólo por eso, después
dejaron” (Manuel, Escuela 1).
“…hay un filtro. Cuando entrás, las primeras semanas, o sea ahí está, ya
los que después siguen es porque van a seguir. […] Están los que se van,
177
porque bueno, pierden el interés, están los que venían sólo para cobrar la
beca, cobraban la beca y dejaban de estudiar” (David, Escuela 5).
“…a todos los trataban por igual. Pero yo, cómo te puedo decir, había sí
chicos así respetuosos como yo y otros que no, eh, pienso, a veces, no era el
mismo trato pero yo pienso que está bien, esos chicos se lo merecían, no
por hacerlo a un lado, pero sino porque era así” (Francisco, Escuela 1).
178
vida personal y familiar y la vida escolar tiende a ser débil, desdibujándose
para ellos la utilidad de los estudios secundarios y/o superiores (Tenti
Fanfani, 2007). Saraví (2009a) alude que la escuela asume un lugar
“acotado” en la vida de los jóvenes de sectores populares en cuanto a las
expectativas y demandas depositadas en ella, y que a partir del secundario,
la educación pasa a competir con otros espacios de integración –como la
familia y/o el trabajo-, en la medida en que forman parte de una experiencia
conocida y socialmente aceptada en el contexto social al que pertenecen. La
vía escolar se va debilitando mientras otras se vislumbran más firmes,
familiares y menos inciertas. Si para un amplio espectro de la población la
escuela aparece como una instancia clave en el proceso de transición a la
adultez, para estos jóvenes resulta una ruta más riesgosa y menos conocida.
Como veremos a continuación, entre las razones que condujeron al
alejamiento de la escuela, varios entrevistados mencionaron el haber
asumido responsabilidades familiares de modo temprano, o bien, haber
comenzado a trabajar. Estas situaciones asociadas con la frágil vinculación
de los jóvenes de sectores populares con el mundo educativo que se abre
más allá del nivel primario, reafirma esta visión de la posición acotada de la
escuela en la vida de estos jóvenes.
179
entre las partes. Este autor (1998) analiza las relaciones entre “establecidos”
(established) y “marginados” (outsiders) en una pequeña comunidad, donde
encuentra “lo que parece ser una regularidad universal de toda figuración
del tipo establecidos-marginados” (Elias, 1998:83): el grupo establecido
atribuye a sus miembros rasgos humanos superiores. Es así que el autor
evidencia las relaciones de poder, traducidas en marginación y
estigmatización, que se establecen entre dos grupos cuya diferenciación
parte de la “antigüedad” de residencia en la comunidad. Aquellos
establecidos en el lugar poseen una mayor cuota de poder, a partir de una
cohesión interna del grupo y una identidad colectiva fuerte, lo que les
permite otorgarles a aquellos que hace poco tiempo que llegaron a la
comunidad, una marca de inferioridad. Definen a los recién llegados a partir
de características negativas que se traducen en una estigmatización,
haciendo que éstos sientan que pertenecen a un grupo social humanamente
inferior, por ende, marginado.
90
Esta situación no es exclusiva de las ER. En toda institución educativa se delinean
procesos de identificación y diferenciación al interior de su población que establecen
fronteras entre un nosotros y un ellos. Un clásico ejemplo se observa en el trabajo de Willis
(1998), donde “los colegas” se diferencian de los “pringaos” así como de las mujeres, a
partir de un discurso de valorización de lo masculino, lo rudo y la violencia. Hay trabajos
más recientes en el contexto nacional que muestran construcciones de nosotros-ellos en el
espacio escolar que inciden en los procesos de subjetivación de los jóvenes. Ver Nobile
(2006); Di Leo (2011); Di Napoli (2013).
180
Este proceso de diferenciación-identificación va configurando a estos dos
grupos de estudiantes, distinguiendo entre aquellos que van a continuar
siendo estudiantes y quienes no lograrán permanecer. Como señala Stuart
Hall (2003), el proceso de identificación funciona a través de la différance,
por ende, en él participan más de un sujeto e intervienen prácticas
discursivas que marcan y ratifican límites simbólicos, produciendo “efectos
de frontera” entre grupos, efectos que poseen distintas intensidades. Aquí
podemos observar un proceso de identificación “relacional”91 (Brubaker y
Cooper, 2001), que se da a partir de la posición que cada uno ocupa en esa
red de relaciones que se conforma en cada establecimiento de reingreso
entre los distintos grupos de estudiantes y entre éstos y los profesores. A su
vez, las identificaciones surgen en modalidades particulares de poder y son
producto de una marcación de la diferencia y la exclusión. Es decir, a partir
de determinadas configuraciones de poder en un ámbito específico y de la
definición de fronteras entre lo que es igual y aquello que es diferente, se
van constituyendo los distintos procesos de identificación. Esta
diferenciación con los “barderos”, al mismo tiempo que se da una
identificación con la escuela, aporta y retroalimenta el mismo proceso de
modelación de estos alumnos en tanto alumnos de reingreso, llevando a que
asuman las características valoradas por el patrón definido en esta escuela.
Esto colabora a que prime la lógica de integración en la dinámica de
integración-diferenciación que tiene lugar en toda institución (Willis,
1988)92. De este modo se da un proceso de identificación de los estudiantes
91
Brubaker y Cooper (2001) distinguen entre identificaciones “relacionales” y
“categoriales”. Las primeras aluden a las identificaciones a través de las posiciones que se
van ocupando en una red relacional (red de parentesco, de amistad, relaciones
docente/alumno, patrón/cliente, entre otras). Las categoriales aluden a las identificaciones
que se dan con un grupo de personas que comparten algún atributo como puede ser la
lengua, la etnia, la nacionalidad, el género, etc.
92
Si bien Willis distingue el proceso de integración del de diferenciación para analizar el
caso británico, esta diferenciación puede retomarse –salvando las diferencias- para analizar
las lógicas que prevalecen a nivel institucional, ese equilibrio entre integración y
diferenciación que se establece en cada institución. Por diferenciación el autor entiende al
“proceso por el que los típicos intercambios esperados en el paradigma institucional formal
son reinterpretados, diferenciados y discriminados en función de los intereses, sentimientos
y significados de la clase obrera. Su dinámica es la oposición a la institución la cual recoge
y da eco […]. La integración es lo opuesto de la diferenciación y es el proceso por el que
las oposiciones e intenciones de clase se redefinen, truncan y depositan en conjuntos de
relaciones e intercambios institucionales aparentemente legítimos. Mientras que la
181
con lo que les ofrece la escuela, con el trato que reciben por parte de los
profesores, considerado justo y merecido. La resistencia a lo que les
propone la escuela y las pautas de interacción que en ella se establecen no
pareciera estar fuertemente presente entre quienes logran volverse
estudiantes de las ER.
El siguiente paso es interrogarnos entre las razones que llevan a que algunos
puedan hacer esta conversión “previa” y otros no. ¿De qué depende que esto
suceda? ¿A qué razones podemos aducir el hecho de que quienes vienen
derivados no logren adaptarse a las pautas de comportamiento institucional?
Nos preguntamos acerca de las diferencias entre aquellos que no
encontraron su lugar en la ER y los que sí lo hicieron.
182
Uno de los directivos, al hablar de quienes quedaron nuevamente afuera de
la escuela nos decía que “…cuando ibas atrás de estos pibes no había nada,
no había nadie, estaban completamente desamparados…” (Director,
Escuela 1). Esta frase se vuelve clave para dar cuenta de la situación social y
personal de quienes no logran volverse alumnos en las ER. La idea de
soportes justamente nos va a ayudar a pensar en las posibilidades de asumir
la decisión de volver a la escuela, a partir de la identificación de aquellos
apoyos, aquellos hilos, que permiten que un individuo se sostenga
socialmente, y pueda participar de la sociedad o del grupo social que
integra.
183
tangibles, pero que definitivamente intervienen para que un individuo pueda
sostenerse socialmente.
93
El trabajo de Merklen (2010), analiza las condiciones de individuación de los sectores
populares en el Conurbano Bonaerense, dejando en evidencia los modos en que el barrio
opera como un entramado relacional que constituye un soporte para la acción política de
quienes viven en condiciones de marginalidad social.
94
Benzecry (2012) analiza el apego afectivo por la ópera de quienes asisten asiduamente al
teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, dando cuenta el modo en que el consumo de un
producto cultural permite significar la propia vida, aportando a la construcción del sujeto a
partir de mecanismos de autoafirmación y autotrascendencia.
184
casilleros que “deberían” ocupar según su posición en la estructura social,
llevando así a una mayor singularización de las experiencias individuales.
No sólo Martuccelli (2010) señala este proceso de diferenciación de las
trayectorias; podríamos decir que la no linealidad y prefiguración de las
trayectorias es un hecho plenamente aceptado en el campo de las ciencias
sociales (Machado Pais, 2007; Jacinto, 2010; Saraví, 2009a; Longo, 2008;
entre otros).
185
baja intensidad que no puede marcar de modo significativo la subjetividad
de estos jóvenes (Kessler, 2004).
Pero más que hablar acerca de los que se fueron, nos interesa observar por
qué pudieron quedarse los que se quedaron, indagar en los tipos de soportes
en los que se apoyaron estos jóvenes para realizar esa “reconversión” previa
a la llegada a la ER, al igual que aquellos que acompañaron los estudios,
observando el grado de complementariedad con la institución escolar. En lo
que resta del capítulo, buscaremos indagar en las trayectorias de los jóvenes
que egresaron de las ER, con el propósito de conocer las razones que los
llevaron a quedar fuera del sistema educativo, así como los motivos que
promovieron su vuelta.
186
luego, las razones que ellos enuncian como las que los hicieron quedar fuera
del sistema educativo y aquellas situaciones que motorizaron la vuelta; al
mismo tiempo, observaremos qué otros “soportes” tienden a sostener a estos
jóvenes, permitiendo que vuelvan a la escuela secundaria decididos a
terminarla. Por último, observaremos la situación actual de cada egresado,
observando particularmente sus inserciones sociales, en términos familiares,
laborales y académicos.
187
entrevistados residían en villas de Lugano –Marcos y Elena-, Mataderos –
Irina- y Villa Soldati –Nicolás-, las cuales están relativamente cercanas a la
escuela. Irina y Marcos, por un tiempo vivieron en Lugano I y II, complejo
habitacional situado justo frente a esta ER.
En relación con los niveles educativos de sus padres y de sus parejas, para
quienes la tienen, vemos que la carrera escolar de ellos apenas logra avanzar
algunos peldaños. Encontramos que ninguno de los padres de estos jóvenes
ha finalizado el nivel secundario, muchos de ellos no terminaron el nivel
primario, y en algunos casos no cuentan con ningún tipo de escolaridad.
188
otro pueda proseguirlos. Pero esa posibilidad de que el compañero termine
muchas veces se va disipando por las responsabilidades laborales o
familiares. Las esposas de Marcos y Manuel actualmente son amas de casa,
haciéndose cargo de los hijos y de las tareas del hogar. A diferencia de esto,
las parejas de Irina, Elena y Silvana trabajan en diferentes rubros: en una
casa de ropa internacional que, primero como limpiador de vidrieras, luego
como encargado de alarmas y precios de la mercadería, en una marmolería,
y en un laboratorio medicinal, respectivamente.
95
En la Escuela 5 también uno podría identificar diferentes grupos de alumnos. Aquellos
que asumen las características de los egresados entrevistados, y otro grupo, el cual no fue
posible rastrear, que remite a la población de jóvenes que habitan en hogares dependientes
del GCBA. Éstos no pudieron ser contactados por la escuela debido a que ya han sido
externados de estos hogares y la institución no cuenta con un teléfono o dirección para
localizarlos.
189
independizado y siguen viviendo con alguno de sus padres o con sus
abuelos.
Con relación al nivel educativo de los padres, como dijimos, vemos mayor
heterogeneidad en la Escuela 4. Las madres de quienes egresaron de esta
escuela poseen el nivel primario –en algunos casos incompleto-, sólo una
inició el secundario sin haberlo finalizado –la mamá de Gianella. Con
respecto al nivel educativo de los padres, vemos que la situación es más
heterogénea, uno inició la universidad –el padre de Gianella-, otro finalizó
el secundario –el de Jorge-, otro tiene el primario completo –el de Marlén- y
el otro lo tiene incompleto –el de Alberto. En el caso de los egresados de la
Escuela 5, vemos que las trayectorias educativas de las madres y los padres
son un poco más prologadas. Dos de las madres iniciaron estudios
superiores (la mamá de Cristian completó el nivel terciario y la mamá de
David comenzó estudios universitarios); la madre de Santiago finalizó la
primaria y la de Leandro inició el secundario pero no lo finalizó. En relación
con los padres, los cuatro iniciaron el secundario, habiéndolo finalizado sólo
uno de ellos.
Por otra parte, en el primer grupo de egresados veíamos que más de la mitad
de ellos se encontraban en pareja y con una familia formada. En cambio, en
190
estas dos escuelas sólo una de las egresadas de la Escuela 4 tiene pareja y
familia propia, mientras que los siete egresados restantes no tienen pareja
estable ni hijos, ni se han independizado aún de sus familias.
5.3.2. Razones por las que quedaron fuera del sistema educativo.
191
la escuela, quedándose libres. Manuel se lesiona una pierna jugando al
fútbol, Silvana tiene cálculos en la vesícula. Como podemos observar, la
combinación de un problema de salud con la asistencia en la escuela entra
en conflicto con uno de los rasgos estructurales de la gramática escolar, la
presencialidad.
96
La Ley de Educación Nacional 26.206/06 prevé este tipo de situaciones y en su artículo
60 establece la modalidad domiciliaria y hospitalaria en los niveles inicial, primaria y
secundaria, con el objetivo de garantizar el derecho a la educación de los/as alumnos/as
que, por razones de salud, se ven imposibilitados/as de asistir con regularidad a una
institución educativa en los niveles de la educación obligatoria por períodos de treinta (30)
días corridos o más.
192
En estos casos descriptos no hay una decisión de abandonar la escuela,
simplemente una circunstancia que los aleja por las inflexibilidades propias
de la gramática escolar moderna. Esta situación se combina con una
ausencia de reclamos por parte de los alumnos y de sus familiares,
aceptando lo que les señala la escuela, sin exigir soluciones que no
impliquen un retraso en la escolaridad. La escasa tradición familiar en el
nivel secundario, por tanto, la debilidad del mandato de sostener la
escolaridad, pueden ser razones que lleven a que las familias de estos
jóvenes acepten esta situación sin reclamar otro tipo de soluciones.
193
afrontar una situación anímica difícil, acompañada de problemas
económicos que les generan los tratamientos que deben realizarse; es así que
su situación en la escuela se complica, teniendo problemas de conducta a la
vez que se lleva un número importante de materias. Al llegar a fin de año,
las autoridades del colegio católico al que asistía le informan que debe
buscarse otra institución. Otro caso de la Escuela 5 es el de David, que deja
vislumbrar en su relato que los conflictos familiares hicieron que quedara
libre de la escuela comercial a la que asistía; esta escuela tenía una matrícula
muy numerosa lo que lleva a que no hiciera nada por conocer las razones de
sus ausencias, ni buscara su reincorporación. En palabras del mismo
alumno:
Es así que las dificultades que tienen los alumnos en los ámbitos familiares
no parecieran encontrar un acompañamiento desde la institución escolar que
les permita sostener con éxito la escolarización, habiendo escuelas que ante
estas situaciones o bien excluyen esa matrícula “problemática”, o bien
aceptan la pérdida de los alumnos sin poner en funcionamiento mecanismos
que permitan su reincorporación. Aquí vemos cómo uno de los soportes con
los que cuentan estos jóvenes para sostenerse frente al mundo, en este caso,
la familia, atraviesa situaciones conflictivas que tienden a desestabilizar la
trayectoria personal, no pudiendo cumplir con una de las pruebas
estructurales que tienen que afrontar, en este caso, la escuela.
Otra situación que aparece con cierta recurrencia en los relatos de los
egresados entrevistados es el de las mudanzas y traslados, tanto en la misma
ciudad, como de países y regiones distantes. Es el caso de Jorge, egresado
de la Escuela 5, proveniente de Paraguay que ha hecho parte de su
194
escolarización primaria y secundaria entre ambos países, entre un pequeño
pueblo alejado unos 500km de la capital paraguaya y la Ciudad de Buenos
Aires. Este joven sufre el cambio de lugar durante el 5° año de la primaria,
cuando llega al país apenas hablando el castellano. Luego, las diferentes
estructuras de los sistemas educativos de ambos países, al igual que la
documentación requerida para pasar de nivel, llevan a que en algunos
períodos vea retrasado su estudio.
97
Aquí es preciso llamar la atención de las estructuras diferenciales entre los sistemas
educativos provinciales, los cuales aplicaron la ley Federal de Educación, y el de la Ciudad
de Buenos Aires, jurisdicción que no lo hizo, por tanto nunca abandonó la estructura
primaria de siete años y el secundario de cinco o seis años.
195
consecuencias de dichos “accidentes” no sean la exclusión o el retraso en el
sistema. Martuccelli señala a estos “accidentes vitales” como una fuente de
desestabilización de trayectorias, proyectos de vida o posiciones sociales,
que por su heterogeneidad son difíciles de afrontar. “La contingencia, la
ocurrencia de eventos que suceden en la vida es una marca indeleble de
nuestras existencias. No obstante, no todos ellos tienen la capacidad
percibida por los actores, real o supuesta, de torcer el rumbo de la vida o
ponerlo en serio riesgo” (Araujo y Martuccelli, 2011: 175). Conflictos
familiares, enfermedades, adicción a las drogas, mudanzas, son todas
situaciones que pueden tener consecuencias posicionales; todos ellos
accidentes que son absorbidos de modos diferentes según la posición social
y los soportes que detenta un individuo. De esta manera, más recursos
permiten menos consecuencias “inmediatas”.
Por otra parte, uno puede encontrar en los relatos de estos egresados,
algunas situaciones que no remiten a cuestiones externas de la escuela,
como las señaladas hasta el momento, sino que representan dificultades
propiamente escolares como el llevarse muchas materias, el tener problemas
con profesores, el quedarse libre.
Un aspecto que tal vez deberíamos señalar es el que alude al tránsito entre la
primaria y la secundaria. Este pasaje no siempre es satisfactorio, ya que hay
un cambio en el régimen académico98 que lleva a que muchos chicos no
logren adaptarse a las normas y al modo de vida que rigen las escuelas
secundarias. Como señala Rossano, “…el signo que caracteriza el pasaje de
un nivel a otro es el cambio. Se trata de cambios ligados al logro de mayores
niveles de autonomía y también a otros vinculados con la organización del
trabajo escolar, con los niveles de exigencia y con la inserción en un nuevo
ámbito con otra cultura institucional” (2006: 301). Si a esta situación de
cambio le sumamos la falta de acompañamiento que muchas veces
98
Por régimen académico se entiende ese “…conjunto de regulaciones sobre la
organización de las actividades de los alumnos y sobre las exigencias a las que éstos deben
responder” (Baquero et al., 2009: 293), muchas veces no completamente explícitas para los
alumnos, lo cual afecta su desempeño en la escuela.
196
atraviesan los chicos, se vuelve más conflictiva la adaptación a la
escolarización secundaria99.
Esto puede observarse en las frases de los entrevistados que señalan algunas
de las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar en el primer año del
secundario. Por ejemplo Marlén, que durante el primer año se lleva muchas
materias y finalmente repite el año.
“…no las pude dar porque no llegaba, no tenía los apuntes y como no
conocía a nadie quién me iba a prestar, quién me iba a hacer la segunda…
no tenía nada en la carpeta. ¿Cómo hago?... Encima se fueron todos de
vacaciones. No sabía cómo era, cómo se movían ahí en el colegio, tenés que
ir a algunas clases de apoyo, no sabía nada… después me enteré que había
algunas clases de apoyo y que las maestras te hacían venir a tal hora… No
tenía ni números de teléfono…ni…” (Marlén, Escuela 4).
Cristian, por su parte, refiere a los problemas que tenía con los profesores,
ya que consideraba que le imponían su autoridad sin ningún tipo de
fundamentación, y por ende, había cierto maltrato detrás que él no
soportaba. Esto derivaba en enfrentamientos y discusiones con algunos
profesores y también con autoridades del establecimiento.
“…Hubo uno o dos profesores con los que me llevé bien, la verdad que los
aprecio una enormidad. Después no sé, como “yo soy superior a vos”, ¿por
qué, por qué? si no hay necesidad, mismo podemos ser compañeros, si me
enseñás las cosas ¿viste? como si tuvieras ganas de enseñármelo. Si vos no
querés, no te gusta tu trabajo, no querés enseñar. No lo hagas, o sea, yo no
voy a estudiar algo que no me gusta. No voy a querer hacer algo que no me
gusta. Qué sé yo” (Cristian, Escuela 5).
99
En los últimos años uno puede observar diferentes medidas que tienden a acompañar a
los estudiantes en este pasaje de un nivel a otro, a fin de favorecer la adaptación al régimen
académico propio de la secundaria. La implementación de la figura del docente – tutor
durante el primer año va en esta dirección.
197
instituciones secundarias marcando la indiferencia y el carácter arbitrario de
buena parte de los profesores.
“Tenía buena onda con el director porque mi hermano fue preceptor en ese
mismo colegio, pero… por mi hermano nada más. pero no hubo… fue mi
hermano incluso [a pedir la reincorporación], le dijo así y asá, no, no…
estaban muy… No hubo nada, mi hermano también terminó muy
decepcionado. Después de todas las cosas que hizo por el colegio, la mano
que te di a vos, totalmente decepcionados todos, no solamente yo, sino toda
mi familia” (Marcos, Escuela 3).
100
Kessler (2004) en su estudio distingue dos variantes en las experiencias de desenganche
que conducen a la deserción. Una disciplinada, que se caracteriza por una actitud ausente en
la escuela, donde el estudiante no hace las actividades pero tampoco genera problemas;
experiencia caracterizada por el aburrimiento. La otra, conflictiva, tensa; son los “barderos”
que generan problemas en la escuela, y generalmente dejan de asistir por algún hecho grave
de indisciplina. Algo similar señala Saraví (2009a), cuando describe a la experiencia
escolar en secundaria caracterizada ya sea por el aburrimiento, o por el desmadre, como una
actitud propia para salir de ese estado previo. De este modo, “desmadre” y aburrimiento
constituyen dos formas de expresar el sinsentido de la experiencia escolar. El aburrimiento
lo expresa mediante la pasividad, el desmadre por medio de la acción, del hacer.
198
Estas diversas situaciones también puede ser comprendidas por ciertas
dificultades que hoy en día tienen las instituciones escolares,
particularmente las de nivel secundario, para interpelar a los jóvenes –en
especial a aquellos de sectores populares-, en las que muchas veces tiende a
prevalecer un estado de ánimo particular de aburrimiento, no habiendo
tampoco un interés explícito de la institución escolar por retenerlos (Saraví,
2009a). Este escape a través de la “joda”, lleva a cortar con el aburrimiento
o el desinterés que prevalece por las actividades propiamente escolares, lo
cual, combinado con otras situaciones vitales, se va retroalimentando para
colaborar con el alejamiento definitivo de la institución escolar.
Por otra parte, sólo en algunos casos particulares hay una decisión
consciente de dejar el secundario, la cual deriva de la concurrencia de
diferentes factores: problemas en la escuela, propiamente académicos o
disciplinarios, acompañados en algunos casos de algún conflicto familiar.
Por ejemplo, Leandro repite el año y eso le genera malestar, por ello decide
dejar: “Fue una decisión, no quise ir más. El ambiente era muy feo, estaba
deprimido, tener que hacer amistades de nuevo, ya mis compañeros hacían
otras cosas, ya no te veías mucho con, viste... No era lo mismo… antes tenía
un trato continuo con mis compañeros, ahora los veía una vez cada tanto en
el recreo, viste. No, no era lo mismo” (Leandro, Escuela 5).
199
En otros casos, esa concurrencia de factores lleva a la decisión de dedicarse
a trabajar: “pero empecé a dejar de ir, empecé a dejar de ir… y un
día…Todavía no trabajaba yo, eh, ahí fue que mis viejos me dijeron o
estudiás o trabajás y yo dije bueno trabajo, empecé a trabajar…”
(Santiago, Escuela 5).
De esta manera, algunas situaciones llevan a que los jóvenes decidan dejar
de estudiar. Lo cual a veces coincide con el hecho de que es la misma
institución la que le pide que no concurra más. Es el caso de Santiago, que
como mencionamos con anterioridad, la escuela de monjas a la que asistía le
dijo que se buscara otra escuela. Algo similar sucede con Marcos, que al
quedar libre la escuela se niega a reincorporarlo a pesar de los reiterados
pedidos. La situación se repite en el caso de Nicolás, que decide dejar luego
de que en el colegio técnico al que iba le dijeran que no podía volver al año
siguiente, por los problemas de disciplina y el bajo rendimiento que tenía en
las materias.
200
la escasa reacción de la escuela secundaria ante situaciones que se escapan
del repertorio al cual consideran sus equipos directivos que deben dar
respuestas. La obligatoriedad de la secundaria cada vez más interpela a las
escuelas, demandándoles acciones ante situaciones que se traducen en una
pérdida de matrícula. Aunque uno podría pensar que la generación de otras
respuestas educativas, como es el caso de las ER, permite que la secundaria
“tradicional” siga funcionando como lo viene haciendo, sin rever
profundamente sus prácticas expulsivas, ya que descansa en la existencia de
otra “malla” que reincorpora a algunos de los estudiantes que fueron
perdiendo en el camino.
De este modo, las razones que reconducen al secundario a estos jóvenes son
de diferente índole, pero podríamos agruparlas en cuatro grandes grupos:
como acabamos de señalar, quienes no han decidido dejar, por tanto
tampoco deciden volver, simplemente retoman; aquellos que vuelven por la
familia o pareja; aquellos que lo hacen por una “decisión propia”; los que
vuelven para mejorar sus perspectivas futuras. Aquí presentamos cierta
esquematización, que de ninguna manera pretende negar las mixturas que se
dan entre los diferentes motivos que expresan estos jóvenes, ya que la
enunciación de la familia, en muchas ocasiones aparece asociado a un relato
de mejoramiento de las perspectivas de inserción laboral futura, por
ejemplo.
201
Al reconstruir estos motivos que recondujeron hacia el secundario, a lo
largo de todos los testimonios vislumbramos diferentes soportes, es por ello
que al final de este apartado daremos cuenta de otros soportes, de índole
religioso o comunitario, que aparecen presentes en las trayectorias de
algunos estudiantes que consideramos operan en la reinserción de estos
jóvenes en la escuela secundaria.
202
“…iba a retomar igual, aunque después de un tiempo iba a retomar. E: Los
ibas a seguir. Sí. E: O sea que no hubo una decisión de dejar la escuela.
No, no” (Manuel, Escuela 1).
203
aunque me costaba, aunque me costara mucho lo iba a terminar, yo sabía
que pese a cualquier cosa, lo iba a terminar. Eh, nunca se me cruzó la
verdad por dejar… Algún día lo iba a terminar, no sé cómo pero lo iba a
terminar, porque es era una prioridad, lo necesitaba hacer” (David,
Escuela 5).
204
doméstica y esta imagen opera como algo que no quiere para su futuro. Por
otro, Marcos, que sí ha iniciado su trayectoria laboral junto a su padre
apenas deja los estudios secundarios, ayudándolo en distintos
emprendimientos, siente la necesidad de independizarse de él y buscar otros
trabajos. El primer trabajo que consigue es en una empresa de limpieza,
trabajando por las noches, actividad laboral que combina con la asistencia a
la ER.
205
su entorno familiar, sino más bien a una idealización, a un imaginario que
opera como promotor del sostenimiento de la escolaridad.
206
y sin experiencia para que lo contraten en otros trabajos, lleva a que su
situación se vea aún más desventajosa.
“Por ahora no tuve rédito digamos, no, no me sirvió porque no… este
profesor que me ofreció trabajo me decía bueno ahora con el título podés
conseguir otro trabajo de lunes a viernes y con un horario fijo que esto que
lo otro… todavía no lo encontré. […] no consigo todavía un laburo estable,
eh, mi currículum que mucho no me está sirviendo porque sí, tengo un
oficio pero no me sirve para otras cosas. Buscar trabajo de no sé, de
cadete, ¿entendés? No me sirve. Hace poco tuve una entrevista en una casa
de revestimientos y me dice, bueno medio día maestranza, medio día cadete,
queda tu currículum… tuve una buena entrevista para mí y todo pero no…
No me llamaron. Eh, porque el currículum no era lo que ellos buscaban”
(Santiago, Escuela 5).
Por otra parte, Irina, una de las egresadas de la Escuela 3 señala que retomó
la escuela para finalizarla porque, además de que “todos” le decían que
terminara, ella sentía que en cualquier lugar al que fuera a pedir trabajo le
iban a pedir el secundario. Esto va de la mano de considerar los estudios
superiores como una “espada” para protegerse de ciertas lógicas más
credencialistas que están imperando en su barrio últimamente, las cuales
considera que derivan de la gestión actual del Gobierno de la Ciudad, a
cargo del partido PRO.
“…estoy conforme con el trabajo que tengo… y hasta el día de hoy me dice
que tengo que seguir, que tengo que seguir, más con estos gobiernos que
están viniendo y qué sé yo, viste, hay que tener un título universitario… E:
¿En qué sentido lo decís lo de “estos gobiernos que están viniendo”? Y el
gobierno de la ciudad ya está medio, por ahí tiene que ser así de pedir
nuestros papeles, no van viendo si sos referente [del barrio] o no, vos tenés
que tener un título, para mí está bien, qué sé yo, pero como que yo lo noto y
lo veo, no entiendo de política yo pero siento que este gobierno que está
ahora el gobierno de la ciudad no mira las villas, la Villa 15 [donde
reside], no mira los espacios educativos que hay… […] …mi deseo ahora
es este: que si seguimos así, digamos, vaciando cosas… esto, como una
espada, digamos, por lo menos tener un título universitario o un
comienzo…Sí, como una espada tengo así como que me cubre, sí, cierta
seguridad, porque en el día de hoy, no, no tengo esas energías de antes, de
viajar en colectivo e ir a estudiar a esa escuela o a esa universidad o hacer
el terciario, la energía y el tiempo, no, no tengo. Prefiero mil veces estar en
mi casa con mi hijo y hacer las cosas ahí del barrio… así que mi
207
mentalidad de estudiar en sí no quiero, pero sí necesito el título
universitario, ¿no sé si me entendés?... cómodo, por ahí, pero… [risas] Sí,
yo quiero ir, quiero hacerlo, quiero tener el título” (Irina, Escuela 3).
208
su invisibilidad. No hay individuo que pueda vivir sin soportes, que se
sostenga solo frente al mundo; es únicamente cuando cuenta con los
soportes externos suficientes que el individuo cree que se sostiene por sí
solo y que lo hace por sus cualidades personales.
Podemos interpretar que esta frase utilizada por estos jóvenes, “volví por
decisión propia”, va en esta dirección, habiendo podido afrontar esa
decisión como totalmente individual, porque contaban con otros soportes
menos visibles que les daban una sensación de suspensión social. Ahora
bien, uno puede rastrear otros elementos que pueden estar jugando, otros
soportes heterogéneos, reales o imaginarios, que operaron en la decisión de
estos jóvenes.
209
- La apelación explícita a la familia y los seres queridos
Comencemos con aquellos que refieren a que vuelven a estudiar por sus
padres. Por un lado, vemos que algunos aluden a una promesa que querían
honrar -“se lo prometí a mi mamá” (Francisco, Escuela 1)-, por otro, vemos
que hay un señalamiento de que lo hacen porque los padres siempre les han
insistido que es lo mejor para ellos. Vemos, pues, que la familia ocupa un
lugar importante en estas decisiones, pero asociado en muchas ocasiones
con la promesa de mejoras en la vida a partir del paso por la educación.
210
en tanto soporte, mostrando cómo la alteración de este apoyo puede
desestabilizar una trayectoria, así como aportar a su “re-estabilización”.
Por otra parte, vemos el caso de Alberto, quien retomó la escuela junto a su
novia, Marlén, la madre de su hijo. En su relato, ella aparece como una
persona clave para su integración, no sólo en la escuela, sino también en la
ciudad ya que él es oriundo de Cañuelas; ella no sólo es la que lo hace
volver al colegio, sino que es quien le enseña cómo manejarse en la ciudad
y lo introduce en un mundo desconocido hasta el momento para él.
211
la ciudad, de computadora no sabía nada, la miraba a la computadora
como una tele más… bueno, hasta que Marlén me empezó a enseñar, me
empezó, me acuerdo que me dijo que tenía que practicar más con el tema de
la escritura, empezar a leer un poquito más, vení que te enseño un poquito
de Internet lo que es la Internet… eh, además me dice por qué no te venís a
estudiar acá me dice ella, bueno, y al tiempo quedó embarazada. Y agarré,
me vine para acá, me anotó ella en el colegio, porque yo si sería por mi
propia voluntad todavía estoy trabajando en el campo… ella fue la que me
empujó a terminar de estudiar” (Alberto, Escuela 4).
Como pudimos ver, son varios los egresados que refieren a la familia como
involucrada en su decisión de retomar los estudios, pero no siempre es
referenciada del mismo modo. En algunos casos constituye el principal
motivador, a partir de una promesa o de la insistencia de las generaciones
mayores para continuar estudiando; en otros ya la propia familia constituida
212
juega un rol relevante; por último, en tanto mecanismo de distinción y
fuente de orgullo al interior de la misma familia. Lo que sí se puede
observar en lo señalado hasta el momento es que los lazos familiares juegan
un papel relevante en tanto soporte vital para los jóvenes, operando tanto
como desestabilizador así como estabilizador de la trayectoria educativa.
213
barrio. Silvana recordemos que es la joven que dejó de asistir a la escuela
por problemas de salud. Su pertenencia a la iglesia también la ayudó en
otras circunstancias. Al quedar libre en la primera escuela, los padres de la
parroquia le consiguen media beca en un colegio privado para que retome
los estudios secundarios. Pero como aún seguía con dificultades de salud
volvió a quedar libre en esta escuela. Como vemos, la pertenencia a la
parroquia juega un rol importante, no sólo en su vida laboral, sino también
al colaborar con la consecución de sus estudios.
Otro de los jóvenes egresados que mantienen una relación estrecha con una
institución religiosa es Nicolás (Escuela 3), quien pertenece a una iglesia
evangélica del barrio Ramón Carrillo, donde vive en Soldati, y a la que
asiste desde “chiquito”. A los 14 o 15 años comienza a brindar su ayuda de
modo voluntario en la iglesia, asistiendo a “viejitos”, lo que hacía que la
frecuentara con mucha asiduidad.
Este lugar que tiene la iglesia está en estrecha relación con el rol que juega
su familia, especialmente su padre, a quien describe como una presencia
fuerte en su vida. En varios momentos de la entrevista se refiere a él,
señalando el modo en que les marcaba el camino, por medio del ejemplo y
dándoles a elegir.
214
es una presencia fuerte. Es una presencia… mi mamá también… más que
nada era por el ejemplo. Mi papá no lo vas a ver peleando con nadie,
siempre habla bien, de hecho ahora es vicepresidente del barrio, eh… son
esas cosas que uno admira del padre cuando ya es grande” (Nicolás,
Escuela 3).
“Pero lo más importante creo que fue ser referente del barrio, conocer el
barrio, conocer la gente, la comunidad de ahí, las familias, y eso fue uno de
los motivos que me contrataron a mí para laburar. Así que desde el 2003
que estoy en la juegoteca y desde 2007 en el Club de Chicos” (Irina,
Escuela 3).
Esta vida comunitaria está asociada a las tareas que desarrolla su madre, a la
cual valora especialmente. En varias ocasiones señala que “la que tiene más
101
Para conocer sobre el programa de juegotecas barriales, ver nota al pie 83.
102
Para conocer sobre el programa de Club de Chicos, ver nota al pie 84.
215
historia es mi mamá”, y destaca la valentía que tuvo con cuatro hijos
chiquitos de quedarse sola y dejar a su papá en Tierra del Fuego, donde
vivían, porque era violento. La madre, además de llevar adelante el
comedor, trabaja como operadora en un CAT 103 (Centro de Atención
Transitoria), un hogar transitorio del Gobierno de la Ciudad que queda en el
barrio de Flores. Otra vez vemos entrelazada la vida familiar con otros
soportes, en este caso, de tipo comunitario.
Cuando observamos quiénes son los egresados que participan de este tipo de
actividades vemos que en su totalidad son jóvenes que viven en villas de la
ciudad. Esto consideramos que no es azaroso ya que el tipo de sociabilidad
que se dan en estos barrios populares asume características diferentes a las
que se registran en zonas urbanas más céntricas, en los que su población
pertenece a sectores de clase media o clase media alta –situación que
veíamos especialmente entre los egresados de la Escuela 4 y 5, ubicadas en
los barrios de Belgrano y Almagro respectivamente.
103
Para conocer sobre el CAT, ver nota al pie 82.
216
este modo el barrio se volvió la base de estructuración de soportes sociales
indispensables para quienes se desenganchaban del trabajo, los sindicatos, y
el entramado institucional. Duschatzky en su trabajo La escuela como
frontera (1999) también alude al lugar del barrio como espacio de
inscripción identitaria para los jóvenes de sectores populares, generando
fuertes lazos de implicación. Estos procesos se ven reflejados en los tipos de
producción simbólica y cultural que se dan en los barrios, del cual es claro
ejemplo la difusión de una nueva religiosidad, marcada por la proliferación
del pentecostalismo y la renovación de las prácticas católicas (Semán,
2006).
104
Entre otros, es posible mencionar los Centros de Actividades Juveniles o los Clubes de
Jóvenes.
217
con el escolar. Lo interesante es pensar los modos en que estos espacios
efectivamente se enlazan con la labor de la escuela, observando el tipo de
“cualidades” o “disposiciones” personales que fomentan en estos jóvenes y
que luego son sobre las cuales opera la escuela. Con esto queremos apuntar
a la compatibilidad entre la disciplina escolar y el tipo de actividades que
estos jóvenes realizan en el centro comunitario o religioso.
Los docentes de reingreso, señalan que a estos chicos primero hubo que
“volverlos estudiantes”. Basadas en las historias escolares de los que llegan
a las ER y en la dificultad inicial que muestran algunos jóvenes en relación
al comportamiento dentro de la escuela, las autoridades y docentes sostienen
que una gran parte de la enseñanza está dirigida a que “aprendan a ser
alumnos”. Aprender el oficio del alumno, el manejo dentro de la escuela, el
respeto a las pautas de comportamiento propias de la institución como
atender en clase, respetar los horarios, no agredirse con los compañeros, son
algunos de los aspectos a los que las escuelas dan mucha importancia al
principio de la escolarización.
218
de clase, que se hace lo que se debe hacer...” (Asesor pedagógico, Escuela
4).
219
Consideramos que en cierta medida, aquellas habilidades que estos jóvenes
se ven obligados a aprender y sostener en el tiempo para poder participar de
los espacios comunitarios y religiosos se vuelven “terreno fértil”105 para que
la escuela inculque exitosamente el oficio del alumno en estos jóvenes que
no lo habían adquirido previamente. De este modo, la realización de cursos,
el cumplir con horarios, el responsabilizarse y comprometerse con la
realización de una tarea, etc., son todos aspectos reseñados por estos
egresados a la hora de describir su labor en estos centros que coinciden con
aquellos que les demanda la escuela. Podemos decir que el contar con estos
soportes comunitarios colaboran en la generación de cierto habitus
adaptable a las condiciones escolares. Lo que hacen en la escuela es parte de
eso que ya pusieron en práctica previamente, tal vez de modo no tan
esquematizado, o pautado, pero definitivamente presente. De este modo, la
disciplina, los horarios, el compromiso con una actividad, cierta constancia
a lo largo del tiempo, son cualidades que van adquiriendo en dichas esferas
de integración religiosa y comunitaria, que les han servido como recursos
para adaptarse a la escuela, y de la cual ésta se valió para realizar su tarea de
modo exitoso.
105
Baudelot y Leclerq afirman que las escuelas de la segunda oportunidad o la formación
de adultos sólo es aprovechada por aquellos que se han beneficiado con la primera. De este
modo pareciera que la formación continua viniera a terminar una formación inicial, densa
pero imcompleta para los trabajdores que pueden incluirla en una estrategia de carrera y por
tanto “…los programas de educación y formación de adultos tienen la tendencia de no
llegar a las personas de escasas competencias, que son las que más los necesitan” (Baudelot
y Leclerq, 2008: 32)
220
laboral, claramente es diferente, lo que queda explícito cuando se señala al
título secundario como la mínima credencial para conseguir un trabajo. Las
puertas que abren cada uno de estos soportes son diferentes. Si bien los
soportes comunitarios habilitan ciertos espacios –y Merklen (2010) lo marca
claramente, en términos de posibilidad de adquirir ciertos recursos, incluso,
conseguir ciertas ocupaciones o ingresos-, el contar con un título secundario
les habilita espacios con mayores niveles de formalidad, y en algunos casos,
la posibilidad de salir de las coordenadas del barrio, ya que están
fuertemente entrelazados con la sociabilidad local. Pero la combinación
entre las redes del barrio y la credencial del secundario, pareciera otorgarles
a estos egresados un mejor posicionamiento relativo en el mundo laboral.
221
5.3.4. Recorridos post-egreso: situación actual de los egresados
222
nueva pareja con la que tuvo su segundo hijo. En la Escuela 5, todos los
jóvenes entrevistados, están solteros, sin hijos, y viven con algún familiar,
ya sea con la madre o el padre, con los abuelos y con algún hermano.
223
recibía algún dinero, que servía para financiar sus viáticos. Luego de egresar
trabajó como ayudante de predio en las colonias de verano del GCBA.
Elena trabajó al dejar el secundario, vendió ropa interior en la calle, pero
luego, cuando retoma los estudios, ya viviendo con su marido, deciden que
no trabaje. Al momento de la entrevista estaba haciendo unas prácticas en
un jardín de infantes, en el marco de su carrera de maestra jardinera, y
también ayudaba en el comedor que solía ser de su suegro y ahora coordina
su marido. Irina trabajó desde chica en la Juegoteca del GCBA, hasta el día
de hoy lo hace, y luego de egresar también consiguió trabajo en el Club de
Chicos, todo en el barrio donde se crió, la Villa 15 de Mataderos. Quien
trabajó antes, durante y después de la ER fue Marcos. Cuando deja de asistir
al comercial al que iba, su padre estaba abriendo una rotisería en la que
trabajó hasta que empezó a andar mal el negocio, que es cuando decide
abrirse del padre y retomar los estudios. Durante la cursada en la ER,
trabajaba en horario nocturno, luego de salir de la escuela, limpiando un
banco para una empresa de limpieza. Luego cambia de empresa, y pasa a
limpiar por las mañanas un laboratorio de medicamentos, en el cual estaba
muy cómodo. Pero se entera, a través de su hermano que trabaja en un
shopping de Avellaneda, que estaban buscando vendedores en una casa de
deportes. Como el sueldo era considerablemente mayor, cambia de trabajo,
pero lo echan tiempo después, como señalamos antes, cuando se afilia al
sindicato. Luego de estar parado un mes, encuentra trabajo como vendedor
en una concesionaria de autos.
224
desventaja es que al estar abierto las 24 horas puede tocarle trabajar en
cualquier horario. Por último, Alberto, cuando vivía en Cañuelas trabajó en
distintas actividades rurales, al venirse a Buenos Aires, mientras cursaba,
trabajaba en una panadería. Luego comienza a dedicarse a tareas de
“custodia personal”, lo hace de modo independiente y reviste un alto grado
de informalidad. Él señala que su trabajo es brindar protección a personas
que lo contratan cuando deben ingresar a algún barrio peligroso de la
ciudad. Este es el trabajo que aún realiza y lo desarrolló a partir de
amistades con ex policías y ex militares que le han enseñado el “oficio”.
225
en los que se desempeñaron. El pasar de un trabajo a otro, atravesar
períodos de prueba de apenas unos meses, trabajos nocturnos o que varía el
horario en que deben realizarse, el no contar con francos ni con la
posibilidad de afiliarse a un sindicato, son todas ellas situaciones que
caracterizan el mercado laboral juvenil, donde predominan los empleos
informales, no estructurados, precarios e inestables y de baja calidad,
especialmente para los jóvenes de sectores socioeconómicamente más
desfavorecidos (Jacinto y Chitarroni, 2010; Longo, 2011).
226
Como señalamos, cinco de los egresados no iniciaron estudios superiores,
ellos son Mariela (Escuela 1), Marcos (Escuela 3), Gianella (Escuela 4),
Santiago y Cristian (Escuela 5). En algunos casos han realizado algún curso,
como teatro o photoshop, o toman clases de canto con un profesor
particular. Salvo Marcos que tiene pensado estudiar en el futuro radiología y
medicina, ninguno de ellos expresa la intención de continuar alguna carrera.
227
seguridad, curso que le ha redituado en lo laboral; y el de Irina (Escuela 3)
que durante el último año que cursó la ER completó el curso de recreación,
específico de su tarea profesional.
106
Chiroleu (2009) señala que la experiencia argentina deja en evidencia que garantizar el
acceso no supone alcanzar una mayor representación de los sectores menos favorecidos
entre los graduados. La magnitud del ingreso debe leerse junto con las bajas tasas de
graduación, pero a su vez con las elevadas tasas de deserción que se concentran en el
primer tramo de las carreras.
228
Alcances de las ER: la necesidad de soportes mínimos
229
requiere de ciertos soportes mínimos para hacerlo. La configuración de un
entramado de expectativas que permita visualizar la utilidad del secundario
se vuelve imprescindible, lo que queda reflejado en las miradas de los
jóvenes egresados acerca de las puertas que abriría el título secundario en
términos de acceso a mayor estabilidad, mejores trabajos, distinción y
superación respecto a su entorno, sobre todo familiar, entre otros aspectos.
Expectativas, que no se cumplen en todos los casos, por los mismos
procesos de devaluación de título secundario y las propias características del
mercado laboral juvenil.
Como decíamos antes, la escuela “no rescata”, sino que pareciera demandar
una reconversión previa de estos jóvenes para poder acogerlos en su
interior. Esto se observa en el hecho de que la totalidad de los egresados
entrevistados adujeron que hubo una decisión de retomar el secundario,
salvo aquellos que no habían decidido dejar la escuela previamente. A su
vez, observamos que ninguno de los egresados llegó a la ER derivado por
otras esferas. Este entramado de expectativas motorizan la vuelta a la
escuela de quienes dejaron antes, pero necesita de apoyos para concretarla.
230
oposición –ser diferente a ellos o desafiar la mirada de ese otro que no los
creía capaces de terminar la escuela. Esta presencia de lo familiar como
soporte de las trayectorias de estos jóvenes no nos debe llevar a reforzar
algunos discursos que circulan en las escuelas que marcan que su labor no
puede concretarse porque “la familia no acompaña”. Esta referencia
generalmente marca la desviación respecto de una imagen que responde al
modelo nuclear, donde sigue prevaleciendo la distribución tradicional de los
roles familiares. Aquí, como pudimos observar, aquellos allegados que
fueron aludidos como familias, en muchos casos remiten a los padres, pero
también apelan a otros lazos que operan como familia independientemente
de cómo esté constituida.
231
ocupa el lugar primordial-, la localidad, la reciprocidad y el trabajo.
Elementos cuya presencia se deja vislumbrar al reconstruir las trayectorias
individuales de estos jóvenes y que estarán presentes, como veremos más
adelante, en la valoración que hacen de las relaciones entabladas con sus
docentes en las ER, donde la reciprocidad en el respeto y la lealtad juegan
un rol relevante.
232
debieron, por un lado, a las propias inflexibilidades de ésta, pero por otro, a
la escasa reacción o acompañamiento a ciertas situaciones así como a una
actitud de desligarse abiertamente de las situaciones “problemáticas”.
233
expectativas en términos de inserción social, ya que difícilmente se apueste
por finalizar el secundario si no se vislumbra cierta utilidad futura, ya sea en
términos de inserción laboral o de distinción y respetabilidad social. De este
modo, parecieran necesitar otro “colador”, otro formato que permita su
reinserción exitosa al sistema educativo, ya que en reingreso no han
encontrado el modo de hacerlo.
***
234
CAPÍTULO 6: LA CONSTRUCCIÓN DEL VÍNCULO EN LAS ER:
DEFINICIÓN DE PAUTAS DE INTERACCIÓN
235
basa en la no culpabilización de estos jóvenes por sus trayectorias
educativas previas. Asimismo, observamos que en lugar de recurrir a las
miradas que circulan socialmente en torno a los jóvenes pobres que no
asisten a la escuela, prevalecen otras que hacen foco en las necesidades de
ellos, particularmente afectivas, y en su sensibilidad hacia el maltrato y la
indiferencia. Esto les exige una labor docente centrada en un intercambio
respetuoso, atento, que demanda de un tiempo hasta que los jóvenes van
incorporando formas de interacción acordes con la vida escolar, tiempo que
se afronta con altas cuotas de paciencia e indulgencia. Por último, los
aspectos valorados por los docentes como lo meritorio en los alumnos
indican que para poder sostener la escolarización en las ER, no sólo se debe
interactuar de modo respetuoso, sino también demostrar esfuerzo y
compromiso en la propia escolarización, esfuerzo que no necesariamente se
circunscribe a las fronteras de la escuela.
236
recurrente encontrar visiones nostálgicas que marcan el contraste entre los
chicos “de antes”, “los de su época”, y los que encuentran en las aulas hoy
en día. Los “de antes” eran respetuosos y estudiosos, en cambio, los jóvenes
de hoy son vistos como apáticos, desinteresados y peligrosos.
107
Feixa (1999) señala que para que se configure la juventud como tal deben darse, por un
lado, una serie de condiciones sociales (es decir, normas, comportamientos e instituciones
que distingan a los jóvenes de otros grupos de edad) y, por otro lado, una serie de imágenes
culturales (es decir, valores, atributos y ritos asociados específicamente a los jóvenes).
237
como las EMEM, y en algunos casos con militancia barrial en villas de la
ciudad, participando de otros espacios comunitarios. Muchos de estos
docentes “militantes” llegan a reingreso sin conocer la propuesta, sólo por
haber tomado las horas en el concurso público, pero eligieron permanecer
allí al saber el tipo de problemáticas que se afrontan cotidianamente en estas
instituciones. Esta matriz discursiva estructurada en torno al significante
“militancia” tiende a priorizar en el diagnóstico acerca de la exclusión
educativa de estos jóvenes las condiciones desiguales e injustas en las que
están insertos, así como las falencias del sistema en garantizar su inclusión.
Por tanto, los fracasos de estos jóvenes son entendidos como resultado de un
sistema educativo injusto, que no ha logrado garantizar las condiciones de
escolarización para ellos. Más allá de las responsabilidades y obligaciones
que tienen los jóvenes al interior del espacio escolar, el acento está puesto
en las obligaciones que tiene la sociedad, y en particular los adultos, en
hacer posible la inclusión educativa y social de estos jóvenes.
“yo pienso que esta escuelas vienen a dar respuesta a un problema que es
donde el sistema falla, el sistema tradicional generado por un modelo que
es cuando iban al secundario una minoría de la población… las
condiciones de las escuelas medias también empiezan a entrar en crisis, la
media no estaba preparada para tomar a todos los chicos empieza a no
tener resultados, […] entonces empiezan los proyectos para emparchar la
situación…” (Asesor Pedagógico, Escuela 4).
“Vemos que el trabajo en estas escuelas -no lo voy a decir como negativo-
es militancia. Se hizo y se sostuvo esta escuela por militancia, militancia
como docentes y militancia social, la tenés que ver desde la perspectiva
ideológica, tener un posicionamiento social para poder ser de esta escuela
y el posicionamiento social es ‘muchachos peleemos por la igualdad,
238
nivelemos, integremos’. […]…aparte de lo pedagógico vos veías esto, el
compromiso concreto que se veía en acciones concretas, eso es importante.
Y creo que hoy por hoy reina esta mística, esto es un compromiso, esto es
militancia” (Director, Escuela 1).
“No tienen contención para nada; ellos buscan la contención y están muy
carenciados de contenidos, están disociados, no están asociados a la
escuela. La escuela lo que tiene que hacer es integrarlos y yo creo que es
bueno porque los asocia mediante el cariño, afecto. Muchas veces se
acercan y conversamos sobre la vida” (Directora, Escuela 4).
239
diferenciales, implicando un fuerte compromiso con las actividades que se
desempeñan en estas instituciones, el cual asume distintos sentidos que
resignifican la misión redentora del docente, asociada a una suerte de
reparación por las oportunidades y condiciones negadas a estos jóvenes
(Arroyo y Poliak, 2011).
Por otra parte, los docentes de las ER -como muchos otros que realizan su
tarea en otras instituciones- no parten de una imagen de sus estudiantes
cercana a la presupuesta por el modelo organizacional del nivel medio, que
refería a un joven dedicado con exclusividad a sus estudios secundarios. La
forma escolar moderna tendía a establecer una delimitación bastante clara
entre lo que sucedía intramuros, y aquello que ocurría en la vida mundana.
La escuela moderna, desde la perspectiva de Dubet (2006), se constituyó en
un santuario caracterizado por un proyecto cultural universal, donde los
muros que la rodeaban la mantenían aislada de las divisiones de la vida
social, de los desórdenes y los conflictos existentes extramuros. Al interior
de esta forma institucional, cada cual desempeñaba ciertos roles con
características particulares, lo cual permitió el sostenimiento de la ficción de
separación radical entre el niño y el alumno, es así que “la escuela
republicana no estaba obligada a dirigirse más que a alumnos, más que a
seres dotados de razón a quienes hacía falta elevar hacia una razón de mayor
magnitud” (Dubet, 2006: 85). Los muros del santuario constituían una
expresión de la división entre la vida pública y la privada, quedando esta
última fuera de la escuela. Estos muros, no sólo físicos sino también
240
simbólicos, dejaban fuera del espacio de la escuela todo aquello que no
atañe a la actividad escolar, incluso la misma condición infantil o juvenil de
sus alumnos. Por tanto, “…el encuentro escolar es entre el alumno y el
maestro antes que entre el niño y el adulto. El rol de cada uno predomina
sobre su ‘personalidad’, el ‘talento’ del maestro juega por añadidura en una
relación pedagógica que resalta más la presencia de los ‘personajes’ que de
las ‘personalidades’” (Dubet y Martuccelli, 1998:45). Esto que se delinea en
términos típico ideales hace tiempo que no se refleja de este modo en la
realidad, y cada vez más, las fronteras entre el adentro y el afuera escolar se
han ido redefiniendo y permeando.
En relación con las ER, vemos que es el mismo formato escolar el que
necesita conocer la vida “extramuros” de sus estudiantes para realizar su
seguimiento, es decir, a fin de llevar a cabo la tarea docente es necesario
conocer las condiciones vitales por las que atraviesan. Es así que hay una
comprensión de estos jóvenes como provenientes de sectores económicos
desfavorecidos, cuyas condiciones de vida son precarias, que han pasado
por distintas experiencias y que muchos de ellos tienen otras
responsabilidades más allá de las escolares, por tanto, su tarea profesional es
facilitarles el proceso de aprendizaje que encaran luego de los “fracasos
escolares” anteriores. Digamos que se preparan para recibir a sus alumnos
sin “definirlos” negativamente de antemano, sin culpabilizarlos por sus
trayectorias previas.
“Entonces tienen que venir quizás más abiertos, sin prejuicios, venir con la
mente más abierta a todo por el tipo de chicos que vienen, si alguno quizás
le llega a decir algo, uno enseguida se pone mal, […]creo que una de las
cosas es que no tiene que ir al choque con los alumnos, porque si empieza a
pelear con el alumno no va a poder seguir dando clase” (Docente 3,
Escuela 5)
La idea de “no juzgar” a los alumnos, de que las miradas negativas sobre
ellos queden fuera de las ER, se deriva en muchos casos de la línea de
trabajo que instalan los directivos, la cual otorga una dinámica particular al
trabajo en estas escuelas –que también puede ser observada en otras
instituciones educativas (Dussel, 2009)-. De este modo, los equipos a cargo
241
van delimitando aquellas cosas que se pueden y que no se pueden hacer si se
trabaja en reingreso. Esto deja entrever la potencialidad de la labor directiva.
Goffman (2009:15) señala que cuando uno entra en interacción con otros,
por fines prácticos, se busca relevar información sobre éstos, lo cual ayuda a
definir la situación permitiendo informarles de antemano lo que se espera de
ellos y lo que ellos pueden esperar de uno. Esta información, cuando
desconocemos con quiénes interactuamos, generalmente es extraída a partir
de indicios en relación a la conducta de ese otro y su aspecto, e incluso se le
aplica la experiencia previa con individuos similares al que se tiene delante,
apelando a los estereotipos vigentes que aún no han sido probados. Cuando
aludimos a esta suspensión de las miradas estigmatizadoras o
culpabilizadoras que generalmente prevalecen en el sentido común sobre los
jóvenes de sectores populares, estamos aludiendo a que en la interacción
que se plantea en las ER, los docentes evitan aplicar dichos estereotipos
sobre sus alumnos, primando “el beneficio de la duda”.
Ahora bien, el hecho de que tenga lugar esta suspensión de las miradas
culpabilizadoras sobre los jóvenes que asisten a las ER, no quiere decir que
no tenga lugar algún tipo de conceptualización sobre ellos. A partir de los
discursos del personal docente es posible ir reconstruyendo las miradas que
tienen sobre sus alumnos. Independientemente de que los perfiles docentes
sean “militantes” o pongan el foco en la contención, predominan dos formas
de referirse a ellos. En primer lugar, como “chicos necesitados”,
242
“vulnerables”, donde se pone el foco en las carencias y la necesidad de
contención afectiva de los estudiantes, aunque esta mirada busca ser
contrarrestada a partir de una preocupación por lo pedagógico; en segundo
lugar, aparece la idea de que estos chicos son muy “sensibles al maltrato”. A
continuación, analizaremos con detenimiento estas representaciones que los
docentes y directivos de reingreso tienen acerca de sus alumnos.
243
A posteriori de este “diagnóstico” acerca de las necesidades que tienen los
chicos se marca, en muchas ocasiones, la ignorancia de éstos para demandar
dicho afecto, es decir, esa necesidad no aparece encauzada en tipos de
conductas acordes con el marco institucional de la escuela. No está mal
visto que los alumnos demanden afecto y atención, ahora bien, esa demanda
debe ser “normalizada”, “escolarizada” para que la misma pueda ser
satisfecha. Es por eso que aparecen los límites, las pautas, constituyéndose
esta normalización en respuestas concretas a esas demandas de afecto. Los
docentes señalan que el límite también es algo demandado y por tanto lo
explicitan, van dejando en claro hasta dónde se acepta y hasta dónde no, lo
cual va contribuyendo a definir un campo de formas posibles de estar en la
escuela. Esta escolarización hace que el demandar afecto se traduzca en un
proceso de aprendizaje.
“…en realidad los pibes lo que buscan es que se los reconozcan como lo
que ellos no saben que son, entonces primero le tenes que demostrar quién
es para que él después pueda ser reconocido por eso, pero la minimización
que tienen de sí mismos es tan impresionante” (Docente 2, Escuela 1)
“Los chicos son muy demandantes, hay mucho afecto que ellos buscan, lo
que pasa es que no tienen muy bien, no tiene muy en claro cómo buscar ese
afecto, hasta que bueno, hasta que nos conocemos, hasta que rezongamos
un poco, hasta que nos amigamos, y bueno después ellos tienen un referente
importante” (Docente 1, Escuela 4)
244
conceptualizando a sus estudiantes como “adolescentes en riesgo”, lo cual
llevaba a centrar la labor docente en la “contención”, postergando la función
pedagógica y de transmisión cultural propia de la escuela. Los equipos
técnicos que diseñaron la propuesta de las ER buscaban capitalizar estas
experiencias previas que tuvieron lugar en la ciudad, es por ello que se
propusieron evitar caer en esa disolución de la tarea de enseñar, buscando
poner el acento en que los alumnos van a la escuela a aprender.
245
Este abordaje a partir de lo pedagógico responde a su vez al rechazo que los
mismos alumnos expresan a ser “psicologeados”:
“…a los pibes les genera cierta resistencia… […] al comienzo “no me
psicologee, no me psicologee, no me psicologee”, es como que están
mentalizados que vos los vas a llamar para psicologiarlos, que es hacerle el
bocho y bajarle línea o con ciertas trampitas hacerlo caer, entonces no
hacemos psicología, “dame la carpeta ¿Por qué no la tenes completa?” Y
bueno también cuesta porque la mentalidad esta formada a otra cosa pero
bueno” (Asesor Pedagógico, Escuela 1).
246
esto, uno de los directivos nos comentaba la elaboración de un cuadernillo
con una especie de “unidad cero”, para que desde el primer día el alumno
tenga algún material y se lleve la impresión de que a la escuela se va a
trabajar. Pero en el resto de las entrevistas con los docentes no hay una
mayor presencia del foco en los aprendizajes o sus formas de enseñanza.
Esto nos lleva a pensar que tal vez el esfuerzo está fuertemente focalizado
en los talleres, aunque a ellos no asistan la mayoría de los estudiantes108.
108
Es interesante la opinión de una tutora de esta escuela, que señala algo en esta dirección:
“una revista impresionante, esa revista [pero] no llega a incluir a todos los pibes, esa
revista tiene propósitos demasiados ambiciosos entonces la mayor parte de los pibes se
queda afuera porque no se sienten en condiciones de [participar]” (Docente 2, Escuela 1).
247
En la Escuela 4 las referencias a las formas de enseñanza o las estrategias de
trabajo son más escasas. Sólo una profesora comenta que el año anterior
habían trabajado al inicio del ciclo con un cuadernillo armado por los
profesores que buscaba nivelar a los estudiantes para arrancar el primer año;
también comenta que estaban pensando armar una carpeta de actividades
para las horas libres en caso de ausencia del docente, para que no les quede
vacío y puedan así reforzar algunos aprendizajes. Este último punto no
necesariamente denota una preocupación por lo pedagógico cuando lo que
está dejando en evidencia es el ausentismo de los docentes que también
parece estar presente en estas escuelas.
Estas son las referencias que hacen alusión a una preocupación por los
contenidos y aprendizajes de los estudiantes, preocupación que se vislumbra
diferencialmente en cada institución, teniendo mayor presencia en las
Escuelas 1 y 3, y menor en la 4 y la 5. Reiteramos que no podemos concluir
si esta centralidad de lo pedagógico es tal, aunque sí podemos señalar, por
su carácter unánime, la opinión que los profesores de las distintas escuelas
tienen acerca del ritmo y el nivel de formación. La gran mayoría señala que
el ritmo es lento y el nivel bajo, situación que responde a las limitaciones
que el entorno instala a los avances realizados en el marco de la escuela. Las
referencias abundan en relación a que en estas escuelas “los tiempos son
más largos” (Docente 1, Escuela 1), “acá hay que ir muy lentos” (Docente
2, Escuela 3), “a veces los tiempos son lentos pero se cumple con los
objetivos” (Docente 3, Escuela 3). A la vez señalan que “no podés tener
una exigencia de la media para arriba” (Docente 2, Escuela 3), que “no
aspiramos a grandes cosas, no porque nuestros alumnos no sean capaces
248
de lograrlas, claro que son capaces de lograrlas, lo que sucede es que
estamos siempre chocando con el afuera […] Siempre es un volver a
empezar con muchos de nuestros alumnos” (Docente 1, Escuela 4). Esto no
deja de señalar una relación con el conjunto del nivel medio, ya que esa
definición del ritmo como lento y al nivel como bajo encierra una
comparación con otras instituciones y otras poblaciones, que vislumbra la
desigualdad al interior del sistema.
También, aunque son los menos, hay docentes que hablan de que si bien los
chicos pueden aprender, tienen un “techo bajo” ya que, aunque las
perspectivas de futuro mejoren con la asistencia a las ER, la inserción social
de los chicos no va a cambiar mucho:
“…un aprendizaje lento, ¿no? una inserción de tipo social. Ehh, se le tiene
muy en cuenta “bueno a ver ese vocabulario, pedilo bien” “ehh no, lo estoy
pidiendo bien”, “no, pedirlo bien es así”, todos estamos unificados en
determinados criterios para tratar de que salgan adelante en cierto aspecto.
Son chicos que en realidad van a tener un techo y un techo bajo. […] Y yo
no creo que sean chicos que puedan salir de la escuela y seguir un estudio
superior por ejemplo, eso no. Quizás pueda estar reservado para 1, 2, 3 por
curso, que es válido porque en esta situación es un chico que tiene la
capacidad de querer superarse. El resto, para poder trabajar, pero
fundamentalmente para poder desenvolverse correctamente en un trabajo
por más que ese trabajo no sea académico o calificado” (Docente 2,
Escuela 3).
249
seguramente tengan que afrontar en su vida diaria (armado de curriculum
vitae, lectura de avisos, redacción de una solicitud, improvisación de una
explicación, para mencionar algunos de los focos de aprendizajes
mencionados en las entrevistas). Si bien pareciera haber un intento por
lograr que aprendizaje y contención se den conjuntamente, mejor dicho, que
la contención tenga lugar a través de la enseñanza y el aprendizaje, esto no
pareciera concretarse plenamente en las ER.
Hasta aquí mostramos algunas de las miradas que sostienen los docentes y
directivos acerca de sus alumnos, en particular, aquellas que hablan de sus
necesidades, especialmente afectivas. Por otra parte, observamos que la
contención afectiva busca ser resignificada a partir de cierto “mandato” que
circula en las ER de poner el foco en lo pedagógico y en los aprendizajes de
los estudiantes, lo cual en muchos casos parece verse cercenado, según los
docentes, por el entorno social y familiar, elementos “ajenos” a la escuela.
“…Yo creo que los chicos necesitan tanto que vos te comuniques con ellos,
que no los maltrates, que eso es una entrada fenomenal, después a partir de
ahí ya es como que tenes la base hecha sobre eso podes construir ¿viste?”
(Docente 3, Escuela 1).
250
palabra del mayor o de… entonces eso acá los chicos no lo toleran. O sea,
si hay algún profesor así, se quejan, enseguida se quejan, que no los
escucha o que entra y no saluda, o que, ese tipo de cosas no la toleran,
entonces si viene un docente que se centra mucho en el contenido, y deja de
ver que del otro lado hay un chico, un ser humano, una persona que está
tratando de afrontar esto, de darle otra vuelta a su vida también.” (Docente
3, Escuela 3).
“Es muy distinto, muy distinto [al otro colegio] […] era terrible así, encima
hay profesores que por ahí ellos le toman bronca y le hacen la vida
imposible [te hacen] la cruz y fuiste, al grupo entero le hacen la cruz [...]
Acá eso no pasa, por suerte no” (Alumno 2, Escuela 1).
“…por los profesores, soy más dado con los profesores, acá está bueno…
Eso de que un profesor venga, agarre y te trate mal, lo pasé, ¿viste?”
(Alumno 3, Escuela 1).
Por otro lado, esta sensibilidad está asociada no sólo con las experiencias
pasadas en otras instituciones educativas, sino también a su condición
socioeconómica y cultural, pertenencia que implica relaciones de maltrato
por parte de otras instituciones, así como situaciones de “invisibilidad
social” (Honneth, 2011). Buena parte de estos alumnos provienen de
sectores sociales constantemente menospreciados en diferentes esferas,
donde las posibilidades de inserción social en espacios más formales e
institucionalizados se ven reducidas por la falta de manejo de ciertos
recursos culturales y simbólicos dominantes que les posibilitaría participar
con mayores grados de igualdad. Para los jóvenes de sectores populares el
251
mundo se presenta mucho más hostil que para otros, debido a la
acumulación de viejas y nuevas desventajas que vuelven su trayectoria
social más incierta y precaria, afrontando el alto riesgo de caer en la
exclusión (Saraví, 2009b).
252
chicos. Y eso enseguida rompe el hielo y aparte que ellos ya me conocen, en
general, entonces ya saben que no van a encontrarse con una bruja, pero
enseguida, si hay respeto, siempre... Yo lo que le digo a los profesores es
que los chicos si ven que vos los respetas, que les tenés paciencia,
enseguida responden” (Docente 3, Escuela 3).
Esta idea de respeto que veíamos está más asociada a las formas de
presentación de la persona ante los otros, es decir, la asunción de ciertas
características que le permitirán, con posterioridad, demandar o ganar
respeto, y no tanto con las formas de concebir el vínculo con los otros. En
este caso el respeto se constituye más en un atributo que uno puede obtener
sobre la base de algún tipo de capacidad propia (Núñez, 2007: 81).
“acá venimos trabajando el tema del respeto mutuo muy arduamente, muy
así todo el tiempo. Hay un docente acá a la tarde que renunció porque le
hicimos un actuado… porque él tuvo problemas de mal trato con los
alumnos, con el asesor le hicimos un actuado comentando que ya desde lo
curricular no se correspondía con el plan de esta escuela, desde lo
convivencial teníamos escritos de docentes tutores, no tutores y de los
mismos alumnos quejándose, les pedimos que escribieran y escribieron,
obviamente no fueron los escritos que vio él sino el informe que hicimos
nosotros. Y le dijimos que en función de esto íbamos a hacer una
observación en marzo del año siguiente, que fue el año pasado, con el
asesor en aula, […] entró como pareja pedagógica, no como observador y
renunció igual, se le explicó todo esto pero vino en febrero y renunció,
digamos no era el lugar de él, esto quedó claro, esta escuela no era el lugar
de él. Y en este sentido, somos muy cuidadosos…” (Vicedirector, Escuela
1).
253
institucional” moderno, sino que asume rasgos de reciprocidad mucho más
fuertes, que obliga a los docentes a salirse de esa posición que demanda
respeto sin dar nada a cambio. Cada vez más en los niveles más avanzados
del sistema, “la omnipotencia del maestro, coronada por el poder más lejano
del director de la escuela, es reemplazada por una visión más política de las
relaciones” (Dubet y Martuccelli, 1998: 190), pasando el principio de
reciprocidad a ocupar la base de la sociabilidad ideal. El hecho de que en
algunas ocasiones en el imaginario sigan operando formas de respeto
asociadas a las establecidas por la institución en sus orígenes, vuelve más
difícil que los docentes se relacionen con sus alumnos a través de otras
formas de respeto. Como señala Sennett (2003), el respeto, para que sea
mutuo, tiene que adquirir el carácter de reciprocidad, y para ello debe ser
expresivo, requiere que el otro sepa que uno lo respeta.
254
los chicos se conduzcan de modos institucionalizados los obliga a “predicar
con el ejemplo”, lo cual implica un retorno a la idea del docente como
“modelo” vigente en ese tipo ideal que delineaba a la escuela como un
“santuario” donde éste ocupaba un lugar privilegiado (Dubet, 2006). Esto
nos permite ver cierta continuidad con ese imaginario que ubica la figura del
profesor como modelo, como aquel que reúne las virtudes y por tanto, es
merecedor de respeto. El profesor vuelve aquí a aparecer como
representante de ciertos principios superiores que le otorgan nuevamente el
respeto de los alumnos a través del reconocimiento de su autoridad.
“porque hay mucho trato, tanto los profesores… por ejemplo yo tengo un
problema como… una vez al profesor de lengua le dije, quería armar el
currículum y mucho no sabía y bueno y vino… mucho trato, mucho
trato…trato de los profesores, el trato de los profesores… tanto de los
profesores también… capaz porque me llevo muy bien con todos pero es
como que te dan el empuje para estudiar” (Alumno 4, Escuela 3).
“es otro trato pero sobre todo nos llevamos como si fuéramos amigos más
que todo. Tenemos una relación que es mucho más que el profesor hacia un
alumno. Por ahí el profesor nos carga, nosotros también. Cosas así”
(Alumna 2, Escuela 5).
Hasta aquí vimos que los docentes asumen ciertos rasgos determinados para
poder trabajar en reingreso y establecer un vínculo con sus estudiantes, entre
estos rasgos están el suspender las miradas estigmatizadoras y
culpabilizadoras que en general prevalecen sobre los chicos que han
experimentado reiterados fracasos en el espacio escolar, el manejarse
respetuosamente y dispensarles a los alumnos un buen trato.
255
Conjuntamente, estas actitudes de los docentes pueden ser interpretadas
como un voto de confianza que ellos hacen hacia estos jóvenes que retoman
su escolarización. Es así que esta confianza se va constituyendo en una
condición necesaria para su inclusión educativa.
256
a la suspensión de estigmas y prejuicios, al otorgar el beneficio de la duda a
aquellos extraños con los que entramos en contacto (Putnam en Sandoval,
2011).
Como pudimos observar, en las ER prevalece una actitud confiada por parte
de los miembros de los equipos docentes, ya que tiene lugar esa suspensión
de las miradas estigmatizadoras que prevalecen socialmente sobre los
jóvenes de sectores populares que han fracaso en las instituciones
educativas, lo cual va haciendo de la confianza una condición de posibilidad
del trabajo escolar. Esto cobra especial relevancia si tenemos en cuenta que
estos chicos han pasado por reiterados fracasos escolares que venían a
señalarles sus imposibilidades.
Moya señala que la confianza es una expresión que “denota el fenómeno del
acompañar, del estar respecto del otro/a, ya sea de forma personal o social,
que otorga fianza, que fía. Es el estar en disponibilidad…” (en Sandoval,
2011:144). Estos rasgos que van asumiendo los docentes en la tarea
desempeñada en las ER los van volviendo disponibles para la construcción
de un vínculo con sus alumnos que tendrá fuertes implicancias para el
trabajo escolar, la convivencia en las escuelas y el involucramiento de los
alumnos con la vida escolar. Vínculo que va a posibilitar un pasaje de una
confianza diluida a una confianza densa (Putnam en Sandoval, 2011),
basada en relaciones personales fuertes y frecuentes, actitud que se
fundamenta y sostiene a partir del conocimiento de los otros, de lo que los
otros realmente hacen para que yo confíe en ellos, reduciendo el grado de
incertidumbre que prevalecía en los primeros encuentros.
257
confianza hacia los alumnos permanece durante un período de tiempo, aquel
que se considera necesario para la adaptación a la imagen de alumno que
construyen estas escuela, hasta que se “amolde” a la vida institucional; de
no hacerlo, las posibilidades de quedar fuera de las escuelas se incrementan.
Pero este tiempo de espera que deben afrontar los docentes hasta que los
chicos comiencen a asumir las características que le permitirán adaptarse a
la vida institucional de las ER debe ser afrontado mediante la paciencia y la
indulgencia. En distintas entrevistas con los docentes sobresalen estos
rasgos que parecen volverse indispensables para poder trabajar con la
población que asiste a las ER. Paciencia e indulgencia se entrelazan.
Paciencia que los docentes tienen que tener para poder “soportar” el trabajo
en la escuela en el “mientras tanto” necesario para ver resultados en los
chicos. Indulgencia que tienen que tener en el trato hacia los alumnos a fin
de poder entablar una relación con ellos.
258
[Para trabajar en esta escuela] “Necesitás, digamos, indulgencia, porque a
veces uno viene enroscadísimo, y hay que ponerse en el lugar del pibe,
porque tienen situaciones muy complicadas. Y necesitás mucha paciencia,
mucha paciencia. Porque aparte son muy sensibles. Entonces te preguntan
cualquier estupidez, y vos no pienses que te están gastando, no, te pregunta
porque no sabe. Entonces vos tenés que adaptarte a eso. Después te
devuelven un montón de cosas que son súper interesantes, súper
enriquecedoras” (Docente 1, Escuela 5).
Pero estas actitudes asumen diferentes formas, que recuperan ciertas ideas
como la “comprensión”, la “tolerancia” y “el saber no enojarse”.
259
uno tiene que venir acá y no estar cansado de todo el día, eso creo que es
algo fundamental para trabajar en este tipo de escuela. Más allá del
contenido, del tema de la currícula, el tema de lo humano yo creo que pesa
mucho para, primero, entrarle, y después le podés exigir. […] Acá pesa
mucho más lo humano, el conocimiento, el têtê à têtê, como se dice, y ahí ya
podés empezar a trabajar sobre lo que vos querés para con ese chico”
(Docente 2, Escuela 5).
Por otra parte, la paciencia es la actitud que ayuda a los docentes a soportar
o padecer aquellos comportamientos que los alumnos desarrollan en la
escuela y que aún no se amoldan a lo esperado. Ese soportar está marcado
por el no tomarse las cosas de “modo personal”, no enojarse, seguir adelante
y esperar a ver los primeros signos que van a mostrar que los alumnos se
van adaptando a la vida institucional.
260
“Eran más pacientes y eran más compañeros los profesores, estaban más a
la par, sabíamos que eran profes pero estaban más como al lado nuestro.
Allá [la técnica a la noche] …sabías quiénes eran los profesores y bueno
concentrate en lo que está explicando porque como que me daba más
vergüenza ir a preguntarle, ¿qué pasó, que esto que lo otro? Acá no, acá
estaban más abiertos a las preguntas, eran más pacientes. […] Allá eran
más secos por ahí, eran más. Te ayudaban pero bueno. ¿Y eran distintos al
turno tarde? Sííí! turno tarde no, turno tarde, era como que no… no
teníamos como relación, así que… Yo por ahí lo tomo así pero me parece
que eran más, más cortantes, explicaban esto y este trabajo y hay que
hacerlo y esto y ya está. Era más así el turno tarde. Turno noche, eran más
pacientes, un poquito más pacientes…pero acá…Por eso terminé acá
porque cerró todo” (Irina, Escuela 3).
Esta actitud paciente que deben asumir los docentes refleja por parte de
éstos un trabajo emocional que les permite afrontar su labor en la escuela.
Hochschild, en The Managed Heart (2003 [1983]), investigación clásica
que inaugura el campo de los estudios sobre emociones, desarrolla el
concepto de “emotional work” para describir los modos en que llevamos a
cabo un proceso de manejo de las emociones que a su vez contribuye a su
creación. La autora señala que constantemente tratamos de sentir o de no
sentir ciertas cosas, y esto lo hacemos a través de dos mecanismos. Por
medio del “surface acting” –actuación superficial-, a partir de un cambio
que va “de afuera hacia adentro”, es decir, modificamos la expresión de las
emociones buscando cambiar nuestro sentimiento. Y por medio del “deep
acting”, proceso por medio del cual cambiamos nuestros sentimientos de
“adentro hacia fuera”, alterando algo más que su apariencia superficial. La
actuación profunda puede realizarse buscando controlar nuestro estado
corporal (utilizando técnicas de relajación, por ejemplo), estrechando
nuestro foco mental hacia una imagen particular o hacia un punto de
referencia, o bien, por medio de un cambio deliberado en el modo de ver
una porción sustancial de la realidad. Un ejemplo que Hochschild (2003:
25) trabaja en su estudio refleja las técnicas de actuación profunda que
deben implementar las azafatas de una aerolínea para no expresar enojo
cuando algún pasajero resulta odioso, mostrando que generalmente se apela
a ver al otro ya no como una persona con todas sus facultades, sino pensarlo
como un niño que necesita ayuda porque no puede o no sabe comportarse
261
adecuadamente; de esta manera, esta infantilización del otro evita caer en el
enojo, canalizándolo hacia la comprensión y permitiendo que las emociones
no emerjan de modo abrupto y espontáneo. Como resultado del manejo
emocional, el actor ha aprendido a intervenir, tanto en la creación de la
forma interna de un sentimiento, como a modelar su apariencia externa.
109
Las reglas del sentimiento hablan de lo apropiado o no de determinadas emociones en
ciertos contextos; “…definen lo que imaginamos que deberíamos y no deberíamos sentir, y
lo que nos gustaría sentir en una gama de circunstancias: muestran cómo juzgamos el
sentimiento” (Hochschild, 2008:121). Estas reglas suelen estar profundamente
interiorizadas en los sujetos. Por su parte, las reglas de expresión condicionan el modo en
que expresamos el sentimiento, aluden al problema de su comunicación entre quienes
intervienen en la interacción.
262
situación y abrir el diálogo con el estudiante, en lugar de ofenderse y apelar
a las sanciones disciplinarias más clásicas del repertorio escolar.
263
que se reduce a un contagio empático bajo el reino del afecto, sin gran
impacto en las condiciones sociales más amplias. La empatía que los
docentes experimentan por sus alumnos, quienes se constituyen en víctimas
de las nuevas formas de sufrimiento social, si bien permite cierta
identificación con ellos en tanto semejantes, no necesariamente conduce a
mayores niveles de justicia social, ni cambios que superen la vinculación
personal con ellos.
264
palabras, que permite recrear las funciones propias de las instituciones
educativas –enseñar y disciplinar-. Veamos ahora las actitudes que deben
asumir los jóvenes de reingreso para sostener su vuelta a la escuela lo cual
está fuertemente asociado a la demostración de esfuerzo y compromiso.
Este es un rasgo valorado por los docentes que opera como una nueva
frontera que delimita la inclusión y exclusión de quienes asisten a las
escuelas, al definir la renovación de la apuesta docente. Veamos en qué
consiste este esfuerzo que los alumnos tienen que hacer para permanecer en
estas instituciones.
265
“…son chicos que se esfuerzan mucho. El chico que viene es un chico que
se esfuerza, que tiene ganas, que puede empezar y que necesita mucho
acompañamiento, esto del apoyo, de estar cerca, del afecto, de sentir que
hay una contención los ayuda muchísimo…” (Asesora Pedagógica, Escuela
3).
La mirada docente acerca del esfuerzo que hacen sus alumnos asume
diferentes aristas. A continuación observaremos que no sólo el esfuerzo que
se hace dentro de la escuela, sino también algunos aspectos de la vida por
fuera de la institución son considerados como válidos para afrontar la
experiencia de tránsito por las ER, lo cual da cuenta de que las fronteras
entre un adentro y un afuera escolar asumen nuevas expresiones.
266
6.3.1. El esfuerzo interno: el rendimiento escolar
“En general voy evaluando el trabajo, ehh… hago una evaluación de las
tradicionales, porque también para que ellos tengan el training, pero voy
evaluando el trabajo, las actividades que van haciendo, el cuadernillo”
(Docente 3, Escuela 3).
267
Lo expresado por los docentes nos permite ir reconstruyendo algunos rasgos
que van constituyendo el patrón de alumno prevaleciente en las ER y el tipo
de vínculo que se va diagramando. Por un lado, al interior de la escuela, se
valoran las actitudes y la presencia, el demostrar interés en la clase, el
realizar las tareas y participar de las actividades, aspectos que hacen al
“concepto del alumno”. Esta idea nos remite a los rasgos que van
delimitando lo deseable y esperable de los estudiantes, donde habría una
mayor predominancia del esfuerzo en lugar del rendimiento académico
(Gluz, 2006) 110 , es decir, ciertos aspectos actitudinales se traducen en
valoraciones académicas.
110
Un aspecto similar encuentra Nora Gluz (2006) en su trabajo sobre el programa de becas
escolares implementado en la Ciudad de Buenos Aires, donde observa que hay una
predominancia del esfuerzo por sobre el rendimiento, lo cual se explica en parte en el caso
de los docentes, porque se representan esta faceta del oficio del alumno –el esfuerzo y la
conducta– como ligada a la voluntad personal, como un aspecto exigible (2006: 133). El
esfuerzo es representado como el cumplimiento de la dimensión conductual del oficio del
alumno, lo que en los casos que ella analiza, se traduce en una mirada condescendiente que
favorece el desarrollo de expectativas degradadas de rendimiento. Es a esto a lo que la
autora denomina “meritocracia residual”, donde reaparecen expresiones de la lógica
meritocrática, pero ya el mérito aparece en términos de esfuerzo y no de rendimiento
académico.
268
(Noel et al., 2006). Ellos son conscientes de este aspecto de la relación con
los docentes, animándose a negociar con ellos para llegar a un arreglo.
Como señala una alumna:
Otro aspecto que señalan los alumnos como particular en estas escuelas es el
que refiere a las tareas escolares. Muchos de ellos señalan que pocas veces
les dan deberes para hacer en la casa ni les piden estudiar mucho fuera; los
mismos alumnos van percibiendo lo que es necesario para poder transitar
con éxito en estas escuelas. Con estar en clase, prestar atención, asistir a
apoyo si es necesario, basta para sostener la escolaridad y salir adelante.
[esta escuela] “…es más sencilla, o sea no es una exigencia como la que
tenés en un colegio común. Es más fácil. […] no es colegio difícil, si vos
estás dentro del aula no tenés que agarrar la carpeta y ponerte a estudiar,
si el profesor te explica, si no entendés tenés que hacer apoyo, vas hacer
apoyo y te explica el profesor de apoyo, o sea no es difícil. En cambio en un
colegio común no tenías una clase de apoyo. Tenías que ir a rebuscarla,
pagar un profesor particular o con un amigo que entiende y te haga la
gamba y te explique. Acá no, acá vos entendés. Si estás dentro de un aula y
prestás atención entendés” (Alumno 3, Escuela 4)
Como vemos, la lectura que muchos estudiantes hacen es que esta escuela
“es más fácil, te exigen menos”. En contraste con esta lectura, los docentes
de las ER parten del diagnóstico de que el tiempo de estudio del que
disponen los alumnos fuera de la institución es limitado y la apuesta fuerte
está en aprovechar al máximo del tiempo que permanecen en la escuela.
269
“…el problema que tenemos en general con los chicos es lograr que no
falten. Es lo que más nos cuesta. Es por, en la nocturna, es muy habitual
que falten por cuestiones de trabajo, por ejemplo, porque la mayoría
trabaja o porque tienen hijos y bueno que se enferma, o que pasa algo, que
llueve, entonces es muy difícil a veces avanzar por eso. Porque un día te
vienen la mitad y a la otra clase te viene la otra mitad, la que faltó y falta
esta, entonces como que tenés que volver a repetir la clase, y cuesta a veces
el avance por esto, porque sino los tenés que dejar afuera y en general son
chicos que no podes mandarlos a hacer mucho trabajo en casa, el trabajo
se hace en la escuela. Entonces, la tarea la hacemos entre todos, la
hacemos en clase con la supervisión del docente, es muy difícil que les
puedas mandar a hacer tarea, porque bueno, también esta situación de que
trabajan o que no tienen tiempo” (Docente 3, Escuela 3)
270
esta fuertemente sesgada por la pertenencia de clase (Margulis y Urresti,
1996)111.
111
La idea de moratoria social remite a la posibilidad de los jóvenes, definidos a partir del
componente biológico, de gozar de un tiempo previo a la asunción de las responsabilidades
adultas. Margulis y Urresti (1996) han señalado el etnocentrismo de clase que atraviesa esta
idea, ya que sólo aquellos pertenecientes a los sectores medios o altos de la sociedad son
quienes están en condiciones de vivenciar dicha moratoria.
271
El reconocimiento del esfuerzo “externo” a la escuela, pone el acento en
todas las situaciones complicadas que han atravesado aquellos jóvenes que
vuelven a apostar por su escolarización, ese esfuerzo extra por salir
adelante. Es la mirada que reconoce lo transitado por estos jóvenes antes de
llegar a las ER, pero también las responsabilidades ya asumidas por ellos
fuera de la escuela.
“Que se yo, hay veces haces un relevamiento y los chicos te dicen “trabajo
de 5 de la mañana a 5 de la tarde, entro acá 5:30 y salgo a las 10 de la
noche”. […]…vos ves que es un esfuerzo muy grande que hacen…”
(Docente 3, Escuela 3).
“En general hay muchos que quieren seguir estudiando, que se yo, vino el
otro día una alumna mía que era la alumna con el hijo más grande acá en
la escuela, que vino desde que nació y se fue caminando y hablando el año
pasado y vino este año y me dijo que estaba estudiando magisterio y ella
venía todos los días con su hijo acá. Que yo a veces alguno se atrasaba y le
digo “mira a Daiana, ya le dio la teta al bebe, hizo la tarea, todo y vos
todavía estas…” (Docente 3, Escuela 3).
272
en estas situaciones se condensan las distintas maneras de renovar el
compromiso, actualizando la confianza. A esta situación aluden tanto
docentes, como alumnos:
“…hay chicos que quedan libres, entonces bueno, en general o tienen que
hacer trabajos prácticos, presentar todo lo que hicieron, presentar carpeta
completa para que puedan ser reincorporados” (Docente 3, Escuela 3)
273
independientemente de los rasgos que extramuros asumiera como sujeto, y
en donde el mérito estaba dado por sus capacidades y talentos, junto a los
esfuerzos académicos que realizara (Dubet, 2006). Es interesante pensar el
tema del esfuerzo externo que realizan los alumnos de las ER en relación
con este aspecto.
274
responsabilidades y esfuerzos externos se vuelven algo válido para la
escuela, parcialmente canjeable en ella. Si el tipo ideal de la escuela ponía a
los talentos naturales y al rendimiento académico como los elementos
centrales de la consideración del mérito dejando de lado la vida externa de
los alumnos, en el caso de las ER vemos que no sólo el esfuerzo interno se
transmuta en mérito, sino también aquel realizado extramuros.
Palabras de cierre
Entre los interrogantes que busca responder esta tesis se encuentran aquellos
que aluden a las condiciones necesarias para la construcción de un vínculo
que a primera vista se presenta como gratificante para docentes y alumnos.
A lo largo del capítulo 4, observamos aquellas condiciones estructurales del
formato que permiten que docentes y alumnos se encuentren en el espacio
escolar y que los primeros puedan hacer un seguimiento personalizado de
las trayectorias de cada estudiante. Es por eso que el tamaño pequeño de las
escuelas y las clases, junto con el tiempo extra-clase con el que cuentan los
docentes al ser contratados por medio de cargos (no por horas cátedra), el
cursado de trayectos personalizados, los espacios de tutorías, apoyo y
talleres, son los elementos principales de este formato que permiten, en
principio, que profesores y estudiantes se conozcan. Ahora bien, estas serían
condiciones necesarias pero no suficientes para que tenga lugar un vínculo
entre estos actores.
275
rasgos considerados como meritorios y que permiten la renovación de la
apuesta docente. El esfuerzo, tanto estrictamente escolar como aquel
realizado por fuera de la institución a fin de sostener la escolarización, se
configura como el rasgo que les permite permanecer y constituirse en
alumnos de las ER, delimitando una nueva frontera de inclusión-exclusión
de la población escolar.
Estas actitudes de los docentes y los estudiantes van definiendo las formas
adecuadas de interacción, que les permiten enmarcar los intercambios
dentro de los parámetros propios de la vida escolar. La promoción por parte
de los equipos docentes de intercambios respetuosos va inculcando en los
jóvenes conductas acordes con la vida institucional, válidos también en
otras esferas de lo social con mayores grados de formalidad, lo cual deja en
evidencia el modo de regular las conductas en estas instituciones.
Para cerrar, nos gustaría retomar algunas cuestiones que fueron planteadas a
lo largo del capítulo y que están relacionadas con la definición del mérito,
los rasgos docentes y las dificultades en torno a lo pedagógico. Esfuerzos
personales de los estudiantes, indulgencia por parte de los docentes y “ritmo
lento” para avanzar en los contenidos mínimos se presentan de manera
entrelazada y permiten describir aspectos clave de la escolarización en estas
escuelas.
276
puedan ser parcialmente canjeados como mérito en estas escuelas. Por su
parte, las dificultades de la labor estrictamente académica que se expresan
en la evaluación que hacen los docentes acerca del “ritmo lento” y el “bajo
nivel” evidencian una comparación implícita con el resto del sistema
educativo. La desigualdad que lo atraviesa queda reflejada en estas frases ya
que se piensa al ritmo y al nivel en relación con el resto de los sectores
sociales.
Por otra parte, uno podría preguntarse acerca del hecho de que lo meritorio
sea el esfuerzo y el sacrificio que estos jóvenes de sectores populares
realizan para alcanzar el título secundario. Esta definición del mérito
pareciera reinstalar aspectos de una moral tradicional, donde los esfuerzos y
obligaciones se vuelven valorables por sí mismos. Pero esta moral es
reforzada en un sector de la población que debe enfrentar muchas más
dificultades que otras para concretar un proyecto como es el de la
finalización del secundario. De esta manera, el mensaje que encierra y que
le brindan los docentes a sus alumnos reverbera en una matriz tradicional
que enlaza pobreza con sacrificio. Aquello que se pone en el centro es el
valor de la no renuncia, la perseverancia, a fin de alcanzar la superación
personal.
***
277
CAPÍTULO 7: ESFUERZO Y SACRIFICIO EN LAS ER: EMOCIONES
Y SIGNIFICADOS DE LOS VÍNCULOS CONSTRUIDOS
278
de los docentes? A lo largo de este último capítulo avanzaremos en dar
respuestas a estos interrogantes.
279
tanto respecto a la renovación del sacrificio docente así como la proyección
a futuro de los estudiantes.
Ahora bien, lo recorrido hasta acá nos permitió observar las formas de
interacción que promueven los docentes en el espacio institucional, pero no
avanzamos con otros interrogantes que se imponen: ¿qué tipo de sujeto
están construyendo estas miradas docentes? ¿En qué lugar se ubica a ese
joven que retoma los estudios?
280
La primera de ella, que rescata aspectos de la militancia social, está
sostenida por directivos y docentes que tienen trayectoria de trabajo en los
barrios pobres tanto de la Ciudad de Buenos Aires como del conurbano
bonaerense. En sus palabras es posible observar la presencia de significantes
como “inclusión social”, “derecho a la educación” e “igualdad”. Este
discurso “militante” se encuentra con mayor presencia en la Escuela 1 de
nuestra muestra, especialmente en el equipo directivo –director, vicedirector
y asesor- y en algunos de los profesores de la escuela. Su foco está puesto
en la necesidad de atención personalizada de estos jóvenes porque “son
pibes que vienen, vamos a ser sintéticos de fracasos escolares… pibes que
tenían muchas causas judiciales, muchos pibes que venían de granjas de
rehabilitación -que no rehabilitan nunca-, y muchos chicos a la buena de
Dios” (Director, Escuela 1). De este modo, estas escuelas que “trabajan con
población vulnerable… [necesitan] …encontrarse en un punto con el pibe y
a partir de ahí arrancar” (Asesor Pedagógico, Escuela 1).
281
“…el desafío de trabajar con chicos que provienen de situaciones de riesgo,
digamos. No de riesgo porque estén en el calle, sino de riesgo por la
situación familiar, por la situación cultural de los papás, por la situación
económica, a veces por situaciones de violencia” (Directora, Escuela 3)
“La mayoría de estos chicos tienen mochilas grandes que no tienen ni papá
ni mamá, o separados, la gran mayoría de padres separados, siempre el
chico es el fusible de lo que pasa en la casa y por eso después se ve acá.
Por algo están acá, uno piensa con 17, 18 años, chicos que están en 1er
año, algo siempre traen” (Docente 3, Escuela 4)
En muchas ocasiones en las miradas acerca de los jóvenes que llegan a las
ER se trasluce la presencia de un discurso psicologizado, que vimos
anteriormente tiene mucha presencia en nuestra sociedad, así como en el
ámbito pedagógico y que puede vislumbrarse en ambas matrices discursivas
–la de la militancia o la de la contención. Esta difusión del discurso
psicológico también está en estrecha relación con la definición del alumno
como alguien “en riesgo”, al cual hay que observar y seguir con
detenimiento a fin de evitar que sea afectado por peligros potenciales
(McWilliam, 2003).
Estas formas de concebir a los jóvenes que llegan a las ER van dando cuenta
de una construcción del otro en tanto “vulnerable”, “débil”, “en camino a
ser”. Tal vez una de las diferencias entre el discurso asociado con la
militancia y el que pone el foco en la contención es el diagnóstico en torno a
282
las causas que llevaron a estos jóvenes a estar en esta situación de
vulnerabilidad. Para el primer discurso militante, la mirada está puesta en la
desigualdad social, la desigual distribución de los recursos económicos, en
las fallas del sistema para garantizar el derecho a la educación. En cambio,
en el otro caso las causas están en las familias desintegradas, en las
carencias económicas, en “el afuera”, sin mucha alusión a condiciones
estructurales que pudieran influir en ese estado de la cuestión. Pero en
ambos el resultado es alguien que está en “desventaja”, que es débil, al cual
hay que mostrarle el camino. No se considera que estén condenados (aún),
aunque para algunos docentes esta “es la última oportunidad” que tienen.
“Por lo general, soy un poco duro porque cuando me presento les digo que
creo que esta es la última oportunidad que tienen, la última posibilidad que
les ofrece la vida para obtener el título secundario, y les cuesta por ahí
entender la importancia de un estudio, de tener que venir todos los días”
(Docente 2, Escuela 5).
Lo que podemos ver es que, a pesar de los matices, el par que compone el
vínculo en estas escuelas, es decir, docente-alumno, tiene uno de sus
componentes caracterizado por la “vulnerabilidad”, por la debilidad. El
sujeto pedagógico es una “víctima” ya que no es visto como responsable de
las experiencias vividas hasta ahora. Esas “mochilas” que cargan los chicos
fueron más impuestas que elegidas.
De este modo, la visión del otro como vulnerable puede encerrar una mirada
“compasional” (Revault D’Allonnes, 2009), en la que se establece cierta
empatía pero sabiéndose que uno no es ese otro en una situación de
vulnerabilidad. Asimismo, habría que preguntarse acerca de la definición de
esta población en términos de riesgo, ¿riesgo para quién? ¿para sí mismos,
para la sociedad? ¿qué papel le cabe a la escuela en términos de reducción
de ese “riesgo” que afecta a los estudiantes?
283
Esto pareciera ubicar al otro en un lugar de desigualdad, donde la asimetría
propia de la relación docente – alumno regulada por el conocimiento, parece
deslizarse hacia otro terreno que define a uno de los polos como sujeto “que
sufre”. Esto conduce a la necesidad de “sacrificarse” a fin de menguar ese
sufrimiento, o aunque sea ayudar a transitar por él.
112
Esto podríamos decir que es especialmente válido para aquellos docentes que cuentan
con una carga horaria alta en las escuelas (por ejemplo, un cargo TP4 -12hs semanales),
que los obliga a asistir varios días a la semana e involucrarse en otras actividades que van
más allá del tiempo frente a alumnos –talleres, tutorías, horas de apoyo, proyectos
institucionales. En aquellos docentes con una menor carga horaria la asunción de dicho
compromiso con la escuela y con los jóvenes que a ellas asisten no necesariamente es tan
fuerte. Es posible observar dos ejemplos a partir de las entrevistas. Uno, el profesor de
284
trabajar en estas instituciones, es un elemento relevante a la hora de
considerar el vínculo que construyen con sus alumnos, que también han
decidido su vuelta a clase. De este modo, así como observábamos que
quienes lograron finalizar sus estudios secundarios en las ER habían
asumido la decisión personal de volver a estudiar, es decir, habían elegido
estar allí, algo similar sucede con los docentes. La permanencia en estas
escuelas se basa en una elección de carácter personal, que está en estrecha
relación con el tipo de población que atienden:
Uno podría decir que incluso para aquellos docentes a los que les costó
adaptarse a trabajar en estas escuelas, después de un tiempo realizan esta
decisión de permanecer y seguir trabajando, van paulatinamente
construyendo el sentido de trabajar en la ER:
Economía de la Escuela 1, quien lejos estaba del discurso militante de los directivos al
mismo tiempo que mostraba cierto malestar con las actitudes de algunos chicos que no eran
lo suficientemente responsables y no los creía capaces de sostener un trayecto diseñado
como si fuera la universidad. El otro ejemplo es el de la profesora de Inglés de la Escuela 4,
quien al momento de la entrevista ocupaba por unas semanas el cargo de directora. Ella
había tenido fuertes confrontaciones con los alumnos y con el asesor, pero al asumir como
directora y pasar más tiempo en la escuela comienza a observar las formas de trabajo con
los alumnos y considera que hasta el momento no había comprendido el modo de trabajar
del resto de los profesores, del asesor y los preceptores.
285
con un ritmo de las otras escuelas donde te manejas con el chico de manera
prácticamente adulta. O hablas el mismo lenguaje, acá no. […] ahora es
bueno, sí, el primer año fue, fue duro porque vos no te habituas mucho a ese
trato, porque los directivos te dicen que hay que tomar determinadas
medidas, y vos no te adherís a eso, o sea, creo que hay que acomodar un
montón de cosas en este tipo de escuelas y lleva un tiempo…” (Docente 2,
Escuela 3).
286
explica una vez, y si no entendió el alumno debe buscar ayuda en otra
persona, ya sea algún compañero que haya entendido, o un profesor
particular, si es que puede contratarlo. Uno puede desagregar la labor de los
docentes desde la mirada de los estudiantes a partir de las diferentes
acciones que realizan: “explicar bien”, “comprenderlos”, brindarles ayudas
“extraescolares” y, finalmente, otras ayudas que como veremos se dan post-
egreso.
“no sé, a mí se me hizo fácil. Pasa que me enfoqué en estudiar más que
nada y no como estaba en el otro colegio. Pero me di cuenta de eso de los
profesores también. Que si tenían que explicarle una o dos o tres cuatro
veces, le explicaban…Tenían mucha paciencia con los chicos de ahí, no,
con todos. Pero con los que por ahí tenían más dificultades seguían… No,
no, en eso también, me explicaban, te ayudaba en todo, en las pruebas, te
ayudaban bastante, te lo hacían fácil” (Francisco, Escuela 1).
“Al que voy a apreciar siempre, siempre me voy a acordar de eso es uno
chiquitito creo que es de Historia, uno blanquito, no me acuerdo cómo se
llama, ya me olvidé. Y ese, ¿por qué te acordás de ese? El chabón te
explicaba, no entendías, se ponía delante y te volvía a explicar, me entendés
o no me entendés te decía y ya le agarraba la desesperación. Y mientras
más… ¿Y si vos le decías que no? Te volvía a explicar y le agarraba la
desesperación y se agarraba la cabeza así, iba para allá, volvía… [se ríe]
…Y él buscaba la solución como para que vos entiendas y fue muy gracioso.
Creo que era de Historia, sí, no me acuerdo, si no me equivoco era de
Historia. Muy bueno, muy buena gente” (Alberto, Escuela 4)
“te entendían, sí. Por ejemplo, no sé, hubo un tiempo de teníamos que pasar
todo ese parque solas caminando, y siempre en el parque había algo,
siempre, encontrabas a alguien haciendo algo y por ahí llegó un tiempo que
empezamos a tener miedo… Porque a veces yo tenía que irme sola porque
287
como mi hermana y mi amiga no se iban tenía que pasar sola entonces un
día me voy y le digo a [el director] que yo me quería quedar hasta las 9
nada más en el colegio porque creo que era hasta 9.30… Y el último
premetro que pasa, pasa 9.15 entonces le decía que yo me quedabas hasta
las 9 o 9.15 y en el último premetro me venía. Yo me fui y lo hablé con él y
le expliqué todo lo que estaba pasando y me dice ‘no hay problema’…”
(Elena, Escuela 3)
“Por ahí lo que yo veía es que si vos te atrasabas en algún trabajo viste, lo
hablabas y le pedías que te deje de tomar y te re entendía no es que no,
tuviste un 1, viste. En ese sentido. Siempre tuve buena relación con los
profes, mucho más que en otras escuelas. […] …vos tenías un diálogo más
frecuente con el profesor que en otras escuelas. Pero eso sí, los profes sí
también, si vos les pedías que te ayuden en algo o que te escuchen o yo con
los profes hablaba, pero cosas personales por ahí lo hablaba más con la
preceptora. Entonces con los profesores hablaba sí de los trabajos, si
alguna vez me atrasaba que me banquen. Y no, pero con ellos re bien”
(Silvana, Escuela 1).
288
montón en eso, hizo que yo, y bueno a la misma vez mi señora empezó a
estudiar ahí y a ella también la hizo eso también” (Marcos, Escuela 3).
289
porque “capaz que quieren zafar” de pagar el sueldo. Finalmente, el
contacto desde la escuela era para que se integrara como preceptor, que
hiciera una suplencia. Nicolás señala que “fue una idea de la escuela…”
llamar a egresados para cubrir esos cargos y que es una situación “que pasa
en otras escuelas, siempre pasó”. Al momento de la entrevista estaba por
ser titularizado, ya que quien estaba en el cargo de preceptor renunció; él
dice que esta situación “me vino re bien, me vino muy bien… Así que
chocho”.
Otra situación, pero en esta ocasión relacionada con los estudios, se da con
Elena, de la Escuela 3, quien al año siguiente de egresar había empezado a
estudiar en un instituto de formación docente para maestro de nivel inicial,
pero no había tenido una buena experiencia allí y decidió dejar. Tiempo
después vuelve a la escuela y habla con el director y una profesora. Elena
señala que él le decía que sería bueno que estudie, y le preguntó qué quería
estudiar; “yo le dije maestra jardinera. Entonces me dice "yo soy maestro
jardinero, si vos querés yo te puedo dar un mano, tengo materiales, si
querés te presto, te ayudo" me dice. Después otra [profesora] que hablaba
mucho con ella… me dieron el empujón tanto para que siga… bueno, [el
director] …me había comentado que había un colegio por acá... […] y ahí
yo salí… caminé todo Roca y agarré Cañada de Gómez y caminé, caminé,
hasta que encontré la escuela y pregunté… Y era ahí”.
290
Estas situaciones, donde la ayuda se da más allá del egreso de los
estudiantes, abre el interrogante en torno a qué es lo que permite esto, qué es
lo que hace que sea posible proveer ayuda aún cuando estos jóvenes ya no
son parte de la escuela. Efectivamente excede lo previsto por el rol ya que
éste no comprende el seguir estando en contacto, o facilitarles la inserción
en otros espacios. Desde ya, estas acciones denotan la construcción del lazo
que venimos analizando en este trabajo, debido a que no dan cuenta
meramente de las interacciones sostenidas en el marco del espacio escolar a
partir de los roles que cada uno ocupa. A modo de hipótesis uno podría
pensar que los docentes proveen de la ayuda posible porque en cierta
manera buscan consolidar parte de la labor que han venido realizando en sus
estudiantes que, como veremos, implica cierta transformación en ellos.
291
Marcos lo contrapone a su experiencia en el comercial al que asistió con
anterioridad, al que los profesores iban “porque les pagaban y tenían que
aguantarse”; en cambio, los profesores en las ER, cuando “venían los pibes
sin ganas y le decían pero por qué no podés estudiar, y se sentaban con el
alumno y estaban… [le decían] ‘Mañana yo tengo dos horas acá nada más
y después me tendría que ir pero me quedo una hora más, ¿querés que te
ayude?’ Y eran así, cuando a ellos no les estaban pagando por esas horas
de más, entendés, sí tiene mucho que ver todo, tiene mucho que ver todo el
ámbito, para mí tiene que ver totalmente. Porque no es lo mismo una
persona que está yendo por obligación que una persona que lo hace con
gusto” (Marcos, Escuela 3).
Varios alumnos han señalado que los docentes son “buenos”, “buena gente”,
la totalidad ha señalado que les explicaban, los acompañaban, los
comprendían, así como que eran profesores “con los que se podía hablar”.
Entre las observaciones críticas que señalan acerca de la escuela, en el
marco de una percepción positiva sobre sus docentes, unos pocos egresados
aluden a las ausencias o al cansancio con el que venían a trabajar. Uno de
ellos es Nicolás, quien continúa en contacto con la escuela por su labor de
preceptor. Al recordar a sus profesores decía que venían cansados pero que
un buen número de ellos tenía “el talento de inhibirse o qué sé yo… la
vocación, por más cansados que estén te hacen reír, te hacen entender,
pueden estar ahí todo el tiempo. Pero muy pocos de Matemática había que
se sentaban al lado mío y me decían bien… hubo un tipo acá que vino y le
pregunté una vez cómo era y lo explicó y a la segunda vez me gritó. O ese
tipo estaba borracho o estaba muy cansado, no sé…”. Por otro lado, en
292
relación con los docentes, Santiago (Escuela 5), Marlén (Escuela 4) y
Francisco (Escuela 1) dejan entrever que faltaban mucho, porque tenían
horas libres; en este tiempo “libre” algunos se aburrían, mientras que otros
aprovechaban para hacer las tareas que tuvieran pendientes.
293
experiencia emocional que asume características particulares. Aquí
nuevamente uno puede observar matices entre las escuelas, pero en varias
ocasiones los distintos egresados referían a ellas a partir de la utilización de
metáforas que asocian a los profesores y directivos con integrantes de una
familia, siendo la escuela su “segundo hogar”, lo cual va dando cuenta del
clima que vivieron allí. Otras formas de referirse a los docentes era
marcando la distancia con su imaginario en torno a lo que es un profesor,
señalando que “más que un profesor fueron unos amigos, fueron amigos”
(Marcos, Escuela 3).
113
El ejercicio fue realizado por 15 de los 16 egresados. Recordemos que la realización de
la primera entrevista nos llevó a implementar otros instrumentos para explorar este aspecto
de la experiencia escolar.
294
fuerte peso simbólico a la hora de designar la valía de las personas
(Martuccelli, 2006). Asimismo, el sujeto cuenta con grados de reflexividad
que le permiten significar la realidad, por tanto, es un “yo sensible” que
siente, piensa y reflexiona, a la vez que les da sentido a las experiencias de
las que participa.
“los nervios siempre están, la primera vez que yo…tenía que venir a clases,
claro, me quería morir, re nerviosa… Los nervios de no conocer a nadie”
(Silvana, Escuela 1).
“Volver a empezar me daba unos nervios bárbaros, venís con algo que
decís me equivoqué… Bueno, volver a empezar te da unos nervios bárbaros,
decís no quiero volver a equivocarme, siempre estás con eso encima”
(Marcos, Escuela 3). Estos nervios van de la mano con cierto enojo e
impotencia que este mismo estudiante señalaba sentir cuando veía a otros
compañeros “haciendo el mismo error que vos cometiste y les querés decir
y te mira “vos qué vas a decirme, vos no sos mi papá”. Es un enojo en sí.
295
Pensar que yo era así, decís. ¿Por qué este pibe es tan cerrado?” (Marcos,
Escuela 3).
Otra estudiante, Irina, señala que recuerda haber sentido frustración,
malestar y enojo a partir de una situación que vivió en el aula. Ella asistía a
clases con su bebé de meses y un día no paraba de llorar, “estaba
explicando una maestra de Cívica… estaba gritando todo y él lloraba, me
acuerdo lloraba, lloraba y por atrás un compañero, “shh”…Ay me quería
morir, viste cuando… y me enojé, me enojé, agarré el bebé y me fui afuera.
La maestra a cada rato salía, todo, a ver cómo estaba, mandó una
compañera, pero ese día fue, que me molestó. No le dije nada, no, me
levanté y me fui. Después creo que se dieron cuenta unos par y le dijeron,
una chica creo que era, y me vino a hablar todo, y no, yo no la escuché. Y
ahí sí la mandé… pero fue al otro día, no le hablé más” (Irina, Escuela 3).
114
Sebastián García (2010) ha estado explorando en el sentimiento de vergüenza en
escuelas secundarias, y señala que hay dos situaciones claras que se ligan a este
sentimiento: “la vergüenza al no saber” y “la vergüenza a formas ritualizadas de exposición
escolar”, que se traduce por ejemplo en el pasar al pizarrón.
115
Este autor desarrolla una teoría de la estratificación emocional. Retoma los aportes
principales de Durkheim en torno al concepto de solidaridad y la “interaction ritual theory”
de Goffman. Según Collins (1990), Goffman aplica la teoría durkheimiana a
microsituaciones al estar preocupado por el modo en que la solidaridad ritual es generada
en el encuentro cotidiano, de esta manera amplía la teoría de Durkheim porque muestra
cómo el orden social es producido en el micro-nivel, en el encuentro de grupos que están
atravesados por la estratificación de clase. Randall Collins sostiene, partiendo de la
pregunta durkheimiana acerca de qué es lo que mantiene unida a una sociedad, que las
emociones son el “pegamento” de la solidaridad, al mismo tiempo que son las que
296
“dramáticas” y duraderas; las primeras serían aquellas de corta duración que
no tienden a impregnar la vida social -en este caso, la vida en las
instituciones. Las duraderas, a las cuales Collins les da una relevancia para
la generación de solidaridad social, son más bien tonos o humores
subyacentes que permean la vida social; éstas pueden asumir rasgos
positivos o negativos. Entre los primeros el autor refiere a los sentimientos
de solidaridad, los sentimientos morales, el entusiasmo de participar de
cierta situación o el ser arrastrado por ella. Entre los negativos, la depresión,
la alienación, el bochorno. De aquí deriva el concepto de “energía
emocional” (“emotional energy”) que trabaja Collins, con el que se refiere a
dicho producto duradero de la interacción social; constituye un continuum
que va desde lo más “alto” –confianza, entusiasmo- hacia lo más “bajo” –
depresión, falta de iniciativa, es decir, de la solidaridad a la falta de
solidaridad. Illouz describe a este concepto desarrollado por Collins como
“…el tipo de energía que acumulamos a partir de una serie de interacciones
exitosas con otros. La energía emocional –que es sin duda un componente
importante de la sociabilidad- es la confianza en nosotros mismos que
adquirimos al haber obtenido repetidamente un sentido de pertenencia a un
grupo social” (Illouz, 2010: 272).
De este modo, observamos que estas emociones negativas a las que refieren
los egresados no tienden a impregnar su experiencia en las ER, sino más
bien, son situaciones pasajeras asociadas a momentos particulares,
recuerdos en torno a sentimientos de inadecuación, a miedos frente a
situaciones desconocidas, pero no parecieran asumir un protagonismo tal
que se volvieran definitorias de la experiencia emocional.
297
que se cerraba, por no poder ir más a la escuela. Estas emociones de tinte
negativo se encuentran en estrecha relación con las emociones positivas
experimentadas allí, causadas por el hecho de dejar de pertenecer
activamente de una institución en la cual experimentaron una experiencia
gratificante.
“me agarró mucha tristeza, ya el último año cuando estaba por terminar
las clases era como un nudo en la garganta y no quería dejar la escuela…
pero bueno hay que acostumbrarse… acostumbrarse, empezar una nueva
vida, así que…” (Mariela, Escuela 1).
“Me agarraba nostalgia, todo. Sí, me gustaba tanto el colegio en sí. […]
contento y a su lado, diferente porque a su vez estaba contento por mi
mamá… y después por otro lado porque sabía que no iba a volver más y
que si volvía era para saludar y nada más. [me daba un poco] de nostalgia,
como que no quería, pero era una cosa que tenía que aceptar, no me
quedaba otra…. Se había cerrado, una etapa que estaba cerrada… yo creo
que si vuelvo el tiempo atrás yo hubiera hecho lo mismo en el otro colegio
para volver a estar acá” (Francisco, Escuela 1).
298
disponibilidad…” (Moya en Sandoval, 2011:144). Esto más que referirse a
un sentimiento vivenciado por los propios alumnos, remite a la actitud que
asumen los docentes a la hora de trabajar con ellos en las ER.
299
Diferentes autores han trabajado el tema del respeto y su relación con los
procesos de reconocimiento del otro así como el requerimiento de una
expresividad particular que dé cuenta de dicho reconocimiento (Sennett,
2003; Honneth, 2011; Martuccelli, 2007; Bourgois, 2010; entre otros). Es
interesante contraponer el hecho de sentirse respetados en las ER con las
vivencias en otras escuelas, en las que muchos alumnos señalan haberse
sentido no respetados por sus docentes, a partir de cierto grado de
indiferencia por parte de ellos. El caso de Cristian, quien como vemos
señala el respeto mutuo vigente en la ER, tuvo dificultades en su trayectoria
escolar, tanto en la institución donde hizo la primaria como en la secundaria,
debido a enfrentamientos con los docentes, ya que él consideraba que lo
trataban como si fueran “superiores”, imponiéndoles su autoridad de forma
arbitraria. En este caso se dio una situación de enfrentamiento, de demanda
de su parte de otro trato docente. Pero podemos observar otras situaciones
que remiten más que nada a las relaciones distantes que sostenían con sus
profesores, que en ciertas ocasiones son interpretadas por ellos en términos
de indiferencia.
“algunos venían con una prepotencia que decías “pará”… que vos bueno
al principio de la secundaria… en esa transición de primaria a secundaria,
te decían “no, pero en la secundaria los profesores son así, asá…” [tono de
que son rígidos] Y después te empezabas a dar cuenta de que no pero sin
embargo vos ahí tenías el miedo de cómo tratar al profesor por cómo te iba
a tratar. Pero había algunos que ya se querían comer el mundo… […]
entonces, pará, tampoco me vengas a basurear a veces por cosas…”
(Santiago, Escuela 5)
“…es una escuela tan grande que si falta uno… […] eras uno más del
montón” (David, Escuela 5)
300
importa” (2003: 17). Asimismo, Honneth (2011), en el marco de su teoría
crítica del reconocimiento, trabaja la invisibilidad como una forma sutil de
humillación, es decir, aquellos casos en los que se ignora explícitamente al
otro o cuando la interacción no va acompañada de gestos adecuados que
dejen en claro el reconocimiento otorgado. Este autor considera al
reconocimiento como “el acto expresivo” por medio de gestos positivos que
constituyen una “abreviatura simbólica” a través de la cual le expreso al otro
su valía, la aprobación de su persona. La supresión de estos gestos puede
derivar en una situación de invisibilidad social. Por otra parte, Honneth
afirma que el otorgar reconocimiento a la persona con la que interactuamos
obliga a ésta a responder de modo acorde, es decir, asume un carácter
performativo al modelar en cierta medida el tipo de comportamiento de
quien fue reconocido. Situación que vemos claramente a partir de la
estrategia docente de manejarse con respeto a fin de que los alumnos lo
hagan y lo incorporen como la forma adecuada de dar y recibir respeto,
debido ésto a que no hay una definición unívoca sobre el mismo. Existe una
distancia importante entre aquellas formas de los jóvenes de demandar
respeto en el barrio o en ámbitos no institucionales, mediadas en muchas
ocasiones por la violencia, y las de la escuela, propiamente institucionales.
Es decir, los docentes a través de sus comportamientos buscan imponer
formas de demandar respeto alejadas de aquellas atravesadas por la
violencia. Aquí, a partir de la delimitación del modo de actuar adecuado
para las ER, se lleva a que los alumnos “aprendan respeto” en los términos
estipulados por la institución escolar. Esta forma de construir el respeto
parece involucrar necesariamente la generación de un vínculo con el otro116.
116
Aleu (2012), en su investigación doctoral que busca comprender los vínculos
emocionales de respeto en espacios de enseñanza que trabajan con jóvenes provenientes
mayormente de sectores populares, marca diferencias entre las formas de respeto y los tipos
de vínculos que encierran. Por un lado, la forma donde se recurre a la fuerza física para
demandar respeto, entre los que se encuentran entremezclados sentimientos de miedo y
temor, implicaría vínculos con niveles importantes de inestabilidad y fragilidad. Por otro
lado, encuentra otros modos de forjar y sostener relaciones de respeto que se darían a partir
de la construcción de vínculos más duraderos, asentados en la confianza y el buen trato, al
mismo tiempo que ponen en juego expresiones más sutiles que conllevan cierto
intercambio igualitario.
301
Por otra parte, las conversaciones con los estudiantes en 2007, así como con
los egresados, señalaban de las otras escuelas formas de trato –o destrato-
docente que hacían que sintieran que eran pocos “registrados” por los
adultos de la escuela. Un estudiante señalaba el hecho de cambiarse siempre
de banco y que nadie reparara en su acción. En cierta medida, las ER
ensayan formas de interacción respetuosas que implican un reconocimiento
mutuo y que afectan el modo en que los jóvenes configuran sus experiencias
en estas escuelas. Ahora bien, estas formas de interacción respetuosas y de
reconocimiento mutuo en el marco de las relaciones asimétricas de docentes
y alumnos ¿implican mayores niveles de horizontalidad, de igualdad?
¿Cómo se combinan con esta definición del otro en tanto vulnerable,
relación que parece implicar una desigualdad intrínseca?
Pasemos ahora a ver las otras dos emociones que fueron aludidas como
características de la experiencia en las ER, las cuales no resultaban tan
evidentes antes de la realización del trabajo de campo con los egresados.
Empecemos por la idea de tranquilidad. A la hora de diseñar el instrumento,
como señalamos en el capítulo metodológico, retomamos algunas de las
formas de aludir a la experiencia de reingreso por parte de los estudiantes
entrevistados en 2007, entre las que aparecían las referencias al respeto y la
confianza. Pero, a fin de ampliar el abanico de opciones para caracterizar la
experiencia, así como para no sesgar las respuestas, fueron incluidas otras,
entre ellas, la tranquilidad. Nos llamó la atención que esta fuera una de las
formas más frecuentemente utilizadas para describir su experiencia en la
ER. Como veremos a continuación, esta tranquilidad en ciertos casos está
302
asociada a cuestiones propias del trabajo escolar mientras que en otros alude
a estar haciendo lo adecuado para cumplir con el proyecto personal que se
han propuesto.
“en muchos casos no, en los exámenes no tenía tiempo como para estar
muy bien preparado, si lo hablabas, te daban otra oportunidad o sea, al día
siguiente, o la semana que viene, en dos días, por ahí…[…] Te
comprendían mucho… tampoco fui un irresponsable de dejar pasar mucho
pero apoyaban mucho, te daban tranquilidad para que no, para que si no
estudiaste y no rendiste esta vez…” (Jorge, Escuela 4).
303
La inestabilidad y la incertidumbre parecen ser rasgos que caracterizan “la
vida en los márgenes” (Merklen, 2010: 193), lo que conlleva dificultades
para la proyección y concreción de proyectos a mediano plazo. El volver a
la secundaria con la intención de finalizarla implica necesariamente una
proyección de un tiempo prolongado. Las trayectorias educativas previas,
así como las condiciones de vida propias, aparecen como una sombra que
podría opacar este proyecto. Lo que resulta interesante es que las ER
parecen darles ciertas garantías de estabilidad que les permite sentirse
tranquilos en el sentido de que si ellos hacen su parte, la posibilidad de
concretar ese proyecto está en el horizonte de posibilidad. Asimismo, la
misma aspiración de finalizar el secundario, como veíamos en el capítulo 5,
implica la búsqueda de mayores niveles de certidumbre y, podríamos decir,
de tranquilidad, cuando se asocia con el imaginario educativo más
tradicional que enlaza título secundario con ascenso social y trabajo estable.
“No, no, nada, nada, ni frustración, ni malestar, entusiasmo más que nada
porque me gustaba ir a ese colegio. Era entusiasmo… porque me gustaba
estar ahí, y como te digo no me quería ir de ahí” (Francisco, Escuela 1).
Pero por otro lado, el buen rendimiento en lo escolar hacía que tuvieran
ganas de continuar con los estudios así como mostraba posible alcanzar el
título secundario. Esto genera un fuerte entusiasmo que permite sostener la
escolarización el resto del tiempo que queda de la trayectoria, ya que la
sensación de avanzar y de que cada vez falta menos para terminar renueva la
apuesta por el estudio.
“no después, me entusiasmé porque me iba bien, cosa que en el, como te
dije, era vago y no es que no me daba la cabeza, sino que era vago, me
304
entusiasmé porque aparte veía que en este colegio fue el primer 10 que me
saqué…” (Santiago, Escuela 5)
305
la estadía en las ER –nervios al inicio, ansiedad hacia el final. De este
modo, la ayuda brindada por los docentes se ve traducida en este tipo de
experiencia, lo que en cierta medida, los ubica en una situación de “deuda”,
es decir, en la obligación de responder de determinados modos a los
requerimientos docentes.
306
respaldándolo. Estas serían las demandas básicas que la escuela le realiza a
los alumnos a fin de permanecer y los aspectos que evalúan los docentes
como meritorios en las ER.
Pero consideramos que desde la mirada docente hay otros elementos que
están jugando en relación a su vínculo con los estudiantes, los cuales
renuevan el sacrificio y el compromiso que hacen al trabajar en estas
escuelas. Estos elementos quedan condensados en la frase “lo que te
devuelven” los estudiantes. Es decir, esa deuda que los alumnos contraen al
aceptar la ayuda docente es devuelta de distintos modos. Pero más que la
devolución de la deuda de los estudiantes, de lo que está hablando es de la
inversión docente en el estudiante. El sentimiento de deuda del estudiante
sólo es posible si esa inversión que el docente realizó en él no se echó a
perder. Una inversión que no sólo es en tiempo, sino que son inversiones
afectivas que como vimos demandan un trabajo “emocional” de no tomarse
las agresiones como personales, posible sólo si ese otro aparece imaginado
como alguien que necesita ayuda, su ayuda, y que por eso le destinan la
paciencia requerida.
En primer lugar, algunos docentes ponen el foco en los cambios que han
sufrido los jóvenes a nivel personal, en relación a cómo se manejan en la
escuela, las formas de hablar, de leer, de desarrollar actividades; esto se
traduce en el pasaje de un estado a otro que constituye una transformación
que les permite ver su trabajo plasmado en los jóvenes. Como señalan
Arroyo y Poliak, el compromiso de los docentes en reingreso se sostiene por
307
“…la convicción de que a través de este proyecto educativo algo del orden
de la transformación sucederá” (2011: 112). Pero esta transformación
remonta al sentido fundacional de la educación, basada en el ideal
civilizatorio de la escuela (Birgin, 1999), aunque a la vez, parece hacerse
eco de las nuevas orientaciones que asumen las políticas públicas, que le
demandan al asistido la realización de un trabajo sobre sí (Duvoux, 2009),
dando lugar a la hibridación de diferentes matrices.
“te vas dando cuenta y vas viendo el proceso y vas viendo el crecimiento.
Esta escuela creció, o sea, entraron, a ver, por ahí exagero, pero no creas
que demasiado, entran en un estado primitivo y tienen la posibilidad de
aprender y socializarse. Algunos te hablan, si vos hablas con algunos, en
estado salvaje prácticamente, bueno, hay cosas que se podrán corregir y
otras tratar de, no sé. La verdad, que la mayoría progresa” (Docente 2,
Escuela 3).
“…la gran diferencia que hay por ahí con otras escuelas es que el laburo se
ve, el laburo proyectado y de hecho está porque hay muchas horas de
308
trabajo en la escuela entre profes y demás, se ve plasmado en los pibes,
ellos te lo devuelven, te lo devuelven obviamente con las preguntas, con lo
que hacen, con lo que dice, con la actitud que tienen frente al estudio”
(Docente 1, Escuela 3).
“…a fin de año tuve gratas satisfacciones en el sentido de los pocos 15 que
quedaron como que querían seguir trabajando con el libro, “y profesor
¿hay algo para hacer?” Es decir, muy bien, en ese sentido sí me pareció
gratificante porque al principio costaba mucho, eh. […] yo no digo que fui
exitoso pero por lo menos estos chicos que quedaron 15 me pareció muy
bueno” (Docente 1, Escuela 1).
“…el año pasado que egresaron mis alumnos, te digo, la mitad me eligieron
para que les dé el diploma por ejemplo y me eligieron todos para que les
diga las palabras de despedida, así que para mi son cosas gratificantes que
no se pagan con nada, esas cosas… […] Y la nocturna es, tiene algo
distinto, los chicos en general se relacionan mucho afectivamente con la
escuela y con los docentes, te devuelven mucho, o sea, valoran lo que le
dedicas, el tiempo porque ellos también hacen mucho esfuerzo para venir.”
(Docente 3, Escuela 3).
309
Esto lleva a que, con el transcurso de un tiempo prudencial, el trabajo
docente se vea plasmado en los jóvenes, por ende, brinda la posibilidad de
la satisfacción que conlleva ver el “producto” de su trabajo, ver ese
sacrificio, esa dedicación y esa paciencia especial que ponen a la hora de
trabajar acá, traducido en un logro concreto que es, por ejemplo, que los
jóvenes egresen de la escuela. Es por ello que en varios pasajes de las
entrevistas el acto de colación aparece como la condensación de sus logros y
la gratificación que sienten.
“Creo que desde el principio, por eso dije “No voy a aflojar por lo menos
hasta ver recibida a la primer camada”, es justamente ver el cambio que
supimos producir, porque creo que a todos los cambiamos, todos pusimos
nuestro grano de arena, y creo que les va a ir bien. Por lo menos, sabiendo
que tienen una herramienta más, tienen sus títulos, como sea que lo hayan
(…), y que un título con el cual ellos tuvieron que ponerse las pilas”
(Docente 2, Escuela 5).
310
“…los profesores vienen en otro horario que inclusive no se lo pagan y
vienen igual… o sea que no es que… en las reuniones de departamento
vienen todos… Se han hecho el sábado, reuniones el día sábado… un día
por ejemplo el viernes, que la mayoría de los profesores vienen acá de lunes
a jueves, los viernes está inglés, informática, talleres… los profesores han
venido un día viernes por eso digo que es movilizante” (Docente 1, Escuela
3).
311
disposición una nueva variedad de placeres: el placer del cura quien, además
de escuchar a quienes se confiesan, otorga el perdón o la pena, el placer del
oyente furtivo, el placer del chantaje emocional, el placer de ser confiable,
el placer de saber que se ha logrado romper la carcasa exterior y que ahora
realmente es posible transformar lo más profundo del estudiante
(McWilliam, 1999). Las gratificaciones que acarrea el ver cambios en los
alumnos evaluados como positivos por los docentes están muy presente en
las ER, ya que ellos “trabajan para eso”, para “modificarle la vida a alguno”.
312
ocasiones a lo largo de este trabajo. De este modo, la experiencia emocional
que van vivenciando los docentes de las ER tienden a ser impregnadas de
aspectos gratificantes al estar asociadas con las transformaciones personales
de los alumnos, percibido como un logro personal producto de su trabajo.
117
El potlatch remite a un “conjunto ceremonial de varios pueblos indios de la costa
noroeste de América del Norte que consiste en donaciones públicas entre sujetos
individuales o colectivos” (Giobellina Brumana, 2009: 39). Mauss se dedica a su estudio en
tanto fenómeno decisivo para rastrear las condiciones indispensables de la sociabilidad y de
la constitución del lazo social.
313
no sea devuelto, dando lugar a la pérdida de confianza en el sistema. Por
tanto, este ritual exige la reciprocidad a fin de que el sistema se mantenga,
así como demanda la supervivencia de ambos partenaires que se necesitan
mutuamente.
118
Para la autora rastrear los motivos tiene relevancia “porque determina el tipo de
vinculación en el tiempo y en implicación emocional que se establece con el objeto de
auxilio” (Béjar, 2001: 17); los motivos orientan la acción porque discriminan entre sus
objetos y porque, al verbalizarlos, influyen en los demás. Remiten al conjunto de
racionalizaciones que fortalecen el deseo de actuar.
314
relevancia en una época donde la moral clásica, basada en el deber absoluto
y el sacrificio por el otro, parece haber llegado a su fin (Lipovetsky, 1994),
primando en su lugar la satisfacción de los deseos individuales así como la
valorización de las relaciones de carácter íntimo (Sennett, 2011; Sibilia,
2009; Illouz, 2010; entre otros).
119
En su artículo, Finocchio (2009) señala que va a estudiar, a partir del análisis histórico
de revistas orientadas al consumo docente, las diferentes “invenciones de la docencia”, las
cuales son “comunidades imaginadas” donde se comparte tanto modos de interpretar como
sensibilidades y afectos. Para ello va observando la invención de los docentes como
“agentes civilizatorios”, como “hacedores de nación”, como “sujetos amorosos” y, por
último, como “sujetos resignados”. Estas diferentes invenciones tienen una cronología
histórica que llega hasta nuestros días.
315
voluntad de servicio eran requisitos indispensables. Es así que “ser
maestro/a respondía a un llamado interior, a una predisposición, a una
elección vinculada con las gratificaciones interiores” (Birgin, 1999: 26),
gratificación que residían en la transformación del otro. Si bien esta matriz
normalista era propia del nivel primario, como señala Dussel (1997), tuvo
una influencia en el nivel medio haciendo que la realidad cotidiana de las
escuelas secundarias se asemejaran cada vez más a las de la primaria120.
120
La masificación de la secundaria, así como la ampliación de la obligatoriedad, primero
con la reforma de los ’90, y luego con la ley nacional de 2006, ha llevado a hablar de un
proceso de “primarización” de la secundaria, el cual lleva a que los profesores de nivel
medio vean redefinido su rol incorporando funciones que estaban comprendidas en la
educación primaria (Dussel, 2006).
316
Asimismo, el placer que genera la transformación del otro nos permite ver
el lazo que se construye entre los sentimientos y ciertos valores morales.
Como señala McWilliam (1999), los placeres docentes se construyen a
partir de los discursos disponibles en un tiempo y espacio determinado, y la
reactivación de distintos elementos propios de las invenciones docentes
permiten la configuración de una experiencia gratificante en las ER.
317
aquí. ¿Es el conocimiento la mercancía escasa en la que se basa ese
intercambio? La preocupación por lo pedagógico tiene una presencia en
estas escuelas. Se observa, en algunas instituciones más que en otras, el
ensayo de diferentes estrategias así como el diseño de materiales que
permitan que los estudiantes se apropien de los contenidos curriculares.
Pero como vimos en el capítulo anterior, la labor pedagógica se enfrenta
constantemente con las limitaciones del “afuera” que parecieran reducir los
aprendizajes a lo indispensable, “lo útil”, ya que el ritmo lento no permite ir
más allá. Por otra parte, los alumnos también refieren en sus entrevistas a
aspectos relacionados con sus aprendizajes y con las labores en la escuela.
Pero otros elementos están jugando a la par de los saberes curriculares, que
son aquellos que estuvimos viendo hasta aquí y que caracterizan la
experiencia escolar de docentes y alumnos, los cuales les brindan una
intensidad afectiva que parece justificar la presencia de ambos allí. Si el
intercambio escolar estaba basado en el conocimiento, pareciera que aquí es
el reconocimiento lo que se intercambia como bien escaso.
318
común de las escuelas secundarias, donde los sentidos que construyen los
jóvenes parecieran centrarse en la sociabilidad entre pares. Aquí el docente
recupera un lugar del cual fue desplazado en las instituciones que atienden a
otros sectores sociales.
Por otra parte, como vimos, estos jóvenes también se sienten fuertemente
reconocidos, lo cual no es un dato menor para aquellas poblaciones que
viven en los “márgenes”, muchos de ellos habiendo experimentado fracasos
en la escuela, que los han relegado a situaciones de “invisibilidad” social, o
más bien de “visibilidad negativa” (parafraseando a Honneth) a partir de los
procesos de estigmatización y discriminación que sufren los jóvenes de
sectores populares.
319
retomar algunos conceptos planteados al inicio de esta tesis que abordan la
cuestión de la agencia de los sujetos, a fin de observar los lazos que puedan
establecerse con los afectos y las emociones vivenciadas.
320
transformarlo, darle herramientas que le permitan defenderse mejor en este
mundo. Esto no sólo da sentido, sino que estructura la labor docente, ya que
para lograrla tiene que cumplir con ciertos pasos: realizar un esfuerzo extra,
confiar en que sus alumnos son capaces de “volverse estudiantes”, tener
paciencia y ser indulgente hasta que esto suceda, realizar un manejo de las
emociones que le permita generar cierto distanciamiento para no caer en
reacciones que pudieran poner en riesgo la concreción de los objetivos
pautados.
Pero como vimos esto tiene una recompensa, que se condensa en un sentido
de la autotrascendencia y la autoafirmación. Ser “docente de reingreso” les
brinda la posibilidad de construirse a sí mismos como un docente
comprometido que merece el respeto y el reconocimiento por trabajar con
los más “difíciles”, permitiéndoles “…modelarse como personas
honorables” a partir de un “compromiso con el objeto de su afecto”
(Benzecry, 2012: 261)121; pero a su vez, el compromiso es consigo mismos,
ya que se vuelve inescindible de lo que ellos quieren ser, de lo que desean
volverse y por lo cual desean ser reconocidos. Este compromiso es lo que
los va volviendo “especiales”, diferenciarse del común de los docentes, en
una sociedad que obliga a la diferenciación y a la búsqueda de un
sentimiento de unicidad. Asimismo, la implicación afectiva en esta
experiencia tiene una incidencia fuerte en la renovación del compromiso
con su profesión, y con los jóvenes que tienen como alumnos, ya que la
inversión afectiva realizada es recompensada al ver su labor concretada en
los jóvenes.
Por otra parte, observamos que la experiencia vivenciada por los estudiantes
les permite ver como asequible el título secundario, y les da la sensación de
121
Benzecry (2012), en su análisis sobre el fanático de la ópera, observa cómo la adhesión
afectiva a un consumo cultural le permite al fanático llevar a cabo un proceso de
individuación que le otorga un sentido a su vida, a partir de una experiencia de
autoafirmación y autotrascendencia. El autor recurre a la metáfora del amor hacia la ópera
para dar cuenta de “…una experiencia de autotransformación, de elección personal, un
futuro cargado de sentido y una expansión sensual. Funciona como una metáfora tanto de
entrega como de autocontrol" (2012: 266-267). Esta adhesión afectiva al consumo de ópera
otorga un tipo particular de implicación con el mundo, significativa para su persona que le
permite llevar a un primer plano aspectos propios de sí, que son por los cuales les gustaría
ser valorado.
321
poder continuar, de tener ganas de “seguir”, seguir estudiando, seguir
trabajando, seguir sosteniendo el esfuerzo. Dos elementos de la experiencia
emocional que viven los estudiantes en las ER se vuelven clave: la
tranquilidad y el entusiasmo.
322
términos de Collins (1990). Es decir, reflejan la capacidad del “afecto” de
ser acumulado (Watkins, 2010)122, de que esa energía no completamente
aprehensible por el lenguaje de la emoción, habilite la ampliación del
horizonte de acción de los sujetos, percibiendo como alcanzables las metas
que se van planteando. Emociones y afectos permiten aquí potenciar la
sensación de que uno es dueño de su propio destino, pudiendo proyectar su
vida, esto es, sostener un proyecto cuya definición está culturalmente
influenciada. Obviamente que lejos está de que los proyectos sean
concretados del modo en que son planeados, ya que siempre la consecución
de los mismos se enmarca en condiciones de desigualdad. Ejemplo de esto
es que todos los egresados que decidieron probar suerte en la universidad,
quedaron fuera al poco tiempo. Pero vemos que el entramado de relaciones
de poder, desigualdad y asimetría que tiene lugar en reingreso y que
enmarca el proyecto de finalizar el secundario se inclinó hacia su
concreción.
122
Watkins (2010) busca poner el foco en la capacidad del afecto de ser acumulado,
retenido, en forma de disposiciones que modelan las subjetividades, a partir del mismo
proceso pedagógico, en la relación de docentes y alumnos en el marco de una clase
presencial. De este modo marca la importancia de focalizar en el carácter relacional del
afecto. Este objetivo lo trabaja a partir de la noción de reconocimiento desde la perspectiva
de Honneth, observando el deseo de reconocimiento, no sólo del estudiante por parte del
profesor, sino viceversa. Para la autora, la relación pedagógica involucra un proceso de
reconocimiento mutuo a través de transacciones afectivas que en el mismo momento,
simultáneamente, puede cultivar el deseo de aprender y el deseo de enseñar. El afecto,
como tal, es la instancia corporal del reconocimiento. Los momentos de reconocimiento, de
este modo, funcionan como una fuerza afectiva. A través de la reiteración de experiencias
similares, y por ende, afectos similares, son acumulados en formas que podemos considerar
como disposiciones que predisponen a uno a actuar y a reaccionar de modos particulares.
123
Weber (1999) se plantea el problema de la teodicea en sus últimos escritos sobre
sociología de la religión, en la que ésta constituye una forma de justificar y dar sentido a las
tensiones ineludibles que se planteaban en el mundo en torno a la desigual distribución del
sufrimiento. Es la tensión entre fortuna y mérito, en donde el que es afortunado necesita
saber que tiene derecho a serlo, que lo “merece” sobre todo en comparación a otros, así
como necesita saber que el otro merece aquello que le sucede. Para Illouz, lo que Weber
323
mundo personal para poder justificarlo. De este modo, se construye un
relato en relación al pasado, observándose como responsables de su propio
fracaso al marcar las “equivocaciones”, así como se valora la posición
actual al señalar que “si tenés cabeza” (Alberto, Escuela 4), “si sos
inteligente” (Marcos, Escuela 3) o venís “con el propósito de terminar”
(Gianella, Escuela 4), las metas se alcanzan. Incluso, podríamos afirmar que
quienes egresaron son los que fueron capaces de construir el “relato
biográfico” que impone la personalización, en el cual se hacen eco del
mandato contemporáneo por la responsabilización de los desempeños
individuales (Merklen, 2013; Duvoux, 2009).
describe no es más que “...la forma más poderosa de preservación del statu quo, esto es, la
explicación retrospectiva y por lo tanto la legitimación de la buena o la mala fortuna que
esconden la virtud o el vicio” (2010: 308).
324
***
325
CONCLUSIONES GENERALES
Esta tesis nos permitió analizar una política de inclusión, pero yendo un
poco más allá, a los modos en que afectó a los propios sujetos destinatarios
326
de ella. Los egresados nos hablan tanto de los que lo lograron como de los
que no lo hicieron, así como de las potencialidades y limitaciones de una
política de inclusión educativa. A su vez, echa luz sobre las diferentes
situaciones que se esconden detrás de los que para el sistema son los
“fracasados”, los “excluidos”.
327
escenario de obligatoriedad. Como señalamos al inicio de esta tesis, la
expansión de la escuela secundaria se basó en un modelo organizacional
único e igual para todos, el cual presenta una gramática particular que
prefigura un tipo de estudiante abstracto, homogéneo. La presencialidad, la
gradualidad, la promoción por año completo, la estructura curricular
enciclopédica, son algunos de estos aspectos que estructuran profundamente
la organización de la escuela y que se encarnan en el imaginario de quienes
transitan por ella como lo que representa “una escuela”. A su vez, este
formato ha configurado las relaciones entre docentes y alumnos, así como
delimitado formas tradicionales de trabajo escolar que han jugado un papel
relevante en el proceso de selección que asigna valores diferenciales a
quienes se someten a él. Este nivel de escolarización se ha asemejado a un
tren que avanza a su propio ritmo sin importarle demasiado la pérdida de
sus pasajeros a lo largo del camino. La promulgación de la obligatoriedad
va deslegitimando este proceso de selección, volviendo necesario no sólo
revisar aspectos del formato que dejan en el camino a los estudiantes, sino
también la revisión de las prácticas docentes en la escuela secundaria,
proceso a largo plazo que demanda el cambio de miradas acerca de los
estudiantes, particularmente de aquellos provenientes de sectores
históricamente excluidos del nivel secundario.
328
Lo que pudimos observar al analizar la población que logró egresar de las
ER es que eran jóvenes que habían ido quedando afuera del secundario,
algunos por razones estrictamente escolares, otros por razones
extraescolares. Pero en todos los casos quedaron en evidencia las rigideces
de la secundaria, la poca capacidad de reacción y las dificultades para
identificar el sostenimiento de las trayectorias educativas de estos jóvenes
como parte de las problemáticas y responsabilidades de la misma escuela.
Pero a su vez, observamos que estos jóvenes contaban con diferentes apoyos
extraescolares, otros soportes que les permitieron asumir la decisión
personal de volver a estudiar. Es decir, eran jóvenes que se encontraban
excluidos del sistema educativo –para algunos de ellos, momentáneamente,
entendiendo su salida del sistema como un mero alejamiento- pero que
estaban insertos en otras esferas sociales –familiares, laborales,
comunitarias.
También pudimos observar que, entre los que logran volverse estudiantes de
reingreso y sostener la escolaridad en las ER por más de un ciclo lectivo,
sólo una minoría alcanza el título mientras que otro número importante no
lo logra. A partir de las entrevistas de control realizadas a ellos, podemos
observar que se trata de jóvenes que en muchas ocasiones han tenido
experiencias similares a las de los egresados, pero vuelven a dejar por
razones familiares y/o laborales, o bien finalizan la cursada pero no rinden
los últimos exámenes –problemática que se da en otras instituciones de
nivel secundario. Este es uno de los aspectos de los cuales esta tesis no pudo
dar una respuesta acabada y, por tanto, queda pendiente a futuro su
exploración en profundidad.
329
legitimidad para dialogar con la institución escolar, quedan nuevamente
fuera del sistema educativo. Esto nos da la pauta que para poder operar, la
ER necesita de soportes “mínimos” sobre los cuales asentar su acción, con
los cuales dialogar y avanzar, en el tiempo, con la re-escolarización.
Esto, por un lado, nos lleva a pensar en la necesidad de barajar una hipótesis
compleja acerca del fracaso a la hora de diseñar instrumentos de política
pública para la inclusión de quienes están fuera de la escuela, hipótesis ésta
que tiene que tener en cuenta el formato, las redes de inserción
extraescolares, así como el tipo de vínculos que se generan en la escuela,
aspecto que como vimos, se vuelve clave en la experiencia escolar que
configuran las ER. Por otro lado, nos obliga a reflexionar en torno al
escenario político actual que focaliza su acción de integración social de la
juventud por medio de la escolarización. Históricamente, la acción escolar
pudo ser efectiva en el marco de un entramado de instituciones que
configuraban la experiencia moderna. Nuestra investigación dio cuenta que
la mera acción de la escuela no resulta suficiente para integrar a quienes no
cuentan con otros puntos de apoyo. De esta manera, se evidencia la
persistencia en la necesidad de que la escuela actúe de modo conjunto con
otras esferas de integración, de lo contrario encuentra límites en su accionar.
330
La personalización como estrategia de inclusión
Estas escuelas no sólo buscaron modificar algunos de los núcleos duros del
formato sino también, por medio de la gestión directiva, buscaron instalar
otras miradas acerca de los jóvenes que vuelven a intentar terminar el
secundario. Como vimos, estas miradas no son homogéneas, algunas más
compasivas, otras desde una mirada militante que busca subsanar derechos
vulnerados, pero ambas matrices ponen el foco en la situación de
vulnerabilidad de estos jóvenes y, especialmente, en la no culpabilización de
sus trayectos educativos previos. Esto parece amplificar las posibilidades de
entablar un vínculo con esos jóvenes que llegan a las escuelas. Por un lado,
porque implica una actitud de confianza hacia ellos, por otro, porque valora
otros aspectos de sus trayectorias vitales que hablan de los esfuerzos, sobre
todo en relación con aquellos extraescolares, que deben hacer para sostener
los estudios en las ER. Aquí vemos que, a partir del vínculo construido,
parecen delinearse relaciones de autoridad caracterizadas por el respeto y el
reconocimiento mutuo generando una articulación particular de la matriz
escolar con la condición juvenil.
331
negativa que genera el mismo modelo organizacional de la escuela
secundaria –especialmente, la que refiere a la falta de conocimiento mutuo
entre profesores y alumnos debido al carácter fragmentario de los contactos
sostenidos en el espacio escolar- así como posibilita el trabajo sobre el otro.
Las condiciones estructurales del formato permitieron el encuentro de los
docentes con sus alumnos, encuentro al que estaban abiertos por las miradas
que ponían el foco en sus necesidades. La posibilidad de hacer un
seguimiento cercano, de ir apuntalando la escolarización cuando tiene
dificultades, redefiniendo los trayectos en función de las necesidades de los
estudiantes –que deben ser conocidas para poder trabajar adecuadamente-
así como la disposición de espacios de trabajo conjunto como las clases de
apoyo, los talleres y las tutorías, van consolidando un vínculo estrecho que
condiciona las formas de actuar de los estudiantes. Esto, como vimos, regula
y encauza las conductas de estos jóvenes dentro de los parámetros
establecidos como adecuados. A su vez, es posible observar cómo,
paulatinamente, ellos van incorporando actitudes propias de esa vida
institucional, a la vez que van realizando progresos que hablan de
transformaciones a nivel personal que son vistas por los docentes como
logros de la escuela, es decir, logros propios del trabajo docente que han
implementado conjuntamente.
332
La gratificación que encierra ver la transformación en el otro otorga sentido
al esfuerzo y sacrificio que exige trabajar en escuelas con “estas
poblaciones”, así como justifica las inversiones emocionales realizadas,
reforzando de esta manera el componente electivo de trabajar allí. Como
vimos, los docentes eligen trabajar en las ER porque les brinda
satisfacciones derivadas del hecho de sentirse necesarios para alguien. A
pesar de que la estrategia de la escuela parece poner al estudiante en el
centro, la posibilidad del éxito está en el trabajo del docente, que adquiere
una relevancia que vuelve a brindarle centralidad a su labor, tal vez perdida
en otras instituciones que atienden a otros sectores sociales que parecen no
necesitarlos tanto. Al mismo tiempo, no deja de llamar la atención cómo la
implementación de un formato novedoso, que introduce una serie de
cambios profundos a la organización escolar, reactiva elementos
tradicionales de la docencia. Lo novedoso pareciera cohabitar con lo
tradicional en este formato escolar.
333
las líneas de indagación que se abren a partir del análisis realizado en esta
investigación.
En relación con los estudiantes, vemos que transitan por una experiencia
que tiene un alto impacto en sus trayectorias vitales por la intensidad con la
que la vivieron al predominar una emocionalidad de tinte positivo, cuyos
efectos se traducen en las miradas que tienen sobre ellos mismos y sus
capacidades. Observamos tres elementos que se vuelven clave en esta
experiencia emocional: tranquilidad, respeto y entusiasmo. La previsibilidad
de las formas de trabajo docente, el conocimiento de las reglas del juego
escolar que le permiten cierto control de su propia escolarización, brindan
una sensación de tranquilidad que acerca la posibilidad de obtener el título
secundario. Asimismo, la experiencia de respeto mutuo que va de la mano
de procesos de reconocimiento social brindan la energía necesaria, ese
entusiasmo del cual hablan los estudiantes, que permiten no sólo renovar el
esfuerzo cotidiano para sostener la escolarización en la ER sino también
habilita la proyección a futuro. La combinación de entusiasmo y
tranquilidad amplía el horizonte de posibilidades así como la sensación de
control sobre la propia vida, permitiéndoles no sólo proyectar sino
implementar estrategias de inserción laboral o académicas futuras –que,
como vimos, no necesariamente se concretan.
Por último, nos resta pensar el papel social de las ER, los sentidos sociales
que tienen la existencia de estas escuelas y la labor que hacen con estos
jóvenes que llegan a ella. Como vemos, no son instituciones que brinden un
servicio educativo de modo universal, sino que definen una población
objetivo sobre la cual actuar; ejercen su acción sobre una franja de la
población juvenil definida en función de su relación con el sistema
educativo. Pero esta acción que se lleva a cabo para lograr la reinserción se
da por medio de una estrategia de personalización: hay una
individualización de cada trayecto, se conoce a cada estudiante y se diseñan
estrategias adecuadas para sostener a cada uno de ellos. Cada alumno se
vuelve un caso que la escuela debe afrontar.
Esta medida de política educativa en cierto modo se hace eco de las formas
contemporáneas que asumen las políticas sociales, que van de la mano del
334
cambio en los tipos de intervención del Estado, los cuales ya no se dan
principalmente por medio de la provisión de servicios de carácter universal
(Merklen, 2013; Duvoux, 2009; Hartley, 2007). Cada vez más las políticas
parecen orientar su acción hacia el individuo mismo, definido de forma
abstracta, como una entidad dotada de libertad e iniciativa, el cual debe ser
transformado, munido de “herramientas” que le permitan “activarse”, actuar
de modo autónomo así como ser responsable de sí mismo. Esto se refleja en
lo que Nicolás Duvoux (2009) denomina “mandato biográfico”, aquella
obligación que se le impone a quienes son asistidos por las políticas sociales
de elaborar un relato personal que reponga su dignidad y los “active” a fin
de ser merecedores de la ayuda de la cual son beneficiarios.
Por otra parte, este tipo de políticas asumen un carácter ambivalente ya que,
así como pueden ofrecer nuevas oportunidades a las poblaciones
vulnerables, también pueden generar nuevas desigualdades al exigirles a los
sujetos que armen un relato de sus vidas, que se hagan responsables de sus
trayectorias y que las afronten a partir de las “herramientas” que les brindan
estas políticas de individuación, cuando no todos parecen estar provistos de
los soportes necesarios para hacerlo.
Esto nos lleva a pensar en las ER, no sólo en relación a quienes egresaron de
ellas, sino en tanto dispositivo personalizado que actúa sobre una franja de
335
la población juvenil que se encuentra excluida del sistema educativo. Como
vimos, este dispositivo recibe a jóvenes que no están asistiendo a la escuela,
pero que detrás de esta característica común se esconden una serie de
situaciones diferentes entre sí. Esto nos permitió identificar tres grupos: por
un lado, quienes llegan a reingreso sin la decisión personal de retomar los
estudios, que son quienes apenas permanecen un tiempo breve en la escuela
y vuelven a dejar; otro grupo que logra volverse estudiante, logra sostener la
escolarización por un tiempo (incluso en ocasiones finaliza la cursada), pero
no alcanza la titulación; por último, los egresados, los “ganadores” de esta
nueva oportunidad que brinda el sistema educativo.
Pero como vimos, estas oportunidades sólo pudieron ser aprovechadas por
quienes contaban con ciertos recursos y soportes, los que pudieron asumir la
vuelta al secundario como una proyecto personal y que la ER ayudó a
concretar por medio de un vínculo personalizado. Este dispositivo parece
ser efectivo con aquellos jóvenes que estaban en una “zona gris”, que
estaban excluidos del sistema educativo pero que se encontraban insertos en
otros espacios sociales. Los “ganadores” de las ER son quienes contaban
con los soportes para armar ese relato biográfico, generar esa “teodicea” de
sus claudicaciones pasadas y sus redenciones presentes, lo cual les va
permitiendo a su vez implementar racionalidades de más largo plazo que los
habilita a proyectarse hacia el futuro.
336
del tránsito por el mismo dispositivo. Al partir de una hipótesis que señala al
formato como problemático, una vez que este es modificado y que los
docentes se han sacrificado, no queda más que cada joven se haga
responsable del resultado de esta nueva oportunidad que la sociedad les dio
para reinsertarse. Esto parece darse entre los exitosos, pero también entre
quienes no lograron integrarse en este formato, porque la ayuda docente fue
dada a todos, pero cada uno parece ser el responsable de su
aprovechamiento.
Uno podría pensar, que para el caso que analizamos a lo largo de este
trabajo, la debilidad del lazo de estos jóvenes con la sociedad llevaría a que
su reforzamiento se dé por medio del imperativo del vínculo. Pareciera que
para poder reforzar los lazos de aquellos que están en una zona gris respecto
a la integración, se vuelva necesario construir ese lazo en términos
personales. En una sociedad que cada vez más valora la “autenticidad” y la
“intimidad” de los intercambios sociales y con sectores donde el valor de lo
relacional está muy presente, la relación cara a cara y de confianza parece
reforzar el lazo de estos jóvenes con la sociedad. La impersonalidad que
durante mucho tiempo ha caracterizado la vida de las instituciones parece
haber dejado de generar integración social, debiendo recurrir a otras
estrategias que generen una intensidad emocional tal que permita la
movilización del otro. Esta cercanía e intensidad parecen generar una deuda
en quien es asistido obligándolo a dar una respuesta dentro de los
parámetros esperados. Esto, a su vez, va colaborando en la adaptación de
337
estos jóvenes a una esfera institucional con características propias, debido a
su carácter personalizado, pero que pauta conductas trasladables a otros
ámbitos. La relación cercana adquiere mayores niveles de influencia por la
misma performatividad de la mirada del otro.
338
educativo, sino de otros espacios de integración social. La mera
escolarización no pareciera ser suficiente para ellos. ¿Qué tipo de estrategia
de política educativa será necesaria? ¿Qué tipo de docentes serían
adecuados para afrontar esta labor? Resta aún pensar las características que
deberán asumir aquellas estrategias que se propongan integrar a un mayor
número de jóvenes excluidos del sistema educativo, pero que a la vez se
planteen superar la desigual inserción sociocultural de estos jóvenes.
***
339
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***
357
ANEXO
1
II. Mapa de ubicación de las Escuelas de Reingreso.
2
III. Mapa de distritos escolares y barrios.
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Distritos Escolares
Fuentes: Ley Orgánica de Comunas Nº 1.777 del 01/09/05, límites modificados por Ley Nº 2.650 del 13/03/08. Límites de Distritos
Escolares (2002) actualizados a septiembre de 2007 según modificaciones territoriales, catastrales y toponímicas de las calles
delimitantes.
3
IV. Campaña gráfica del programa “Deserción Cero”.
4
V. Normativa de creación de las Escuelas de Reingreso.
5
LA SECRETARIA DE EDUCACIÓN
RESUELVE:
Artículo 1º - Apruébase, con carácter experimental, el Plan de Estudios
correspondiente a la modalidad "Bachillerato", de conformidad con los
fundamentos, propósitos, estructura curricular, características, título que
otorga, requisitos de inscripción y condiciones de emisión, régimen de
acreditación mediante equivalencias y/o sistema de diagnóstico y régimen
de asistencia, de evaluación, calificación y promoción de alumnos, que se
detallan en los Anexos I, II, III, IV, V y VI que, a todos sus efectos, forman
parte de la presente Resolución.
Artículo 2º - Autorízase la implementación y aplicación, a partir del Ciclo
Lectivo 2004, inclusive, del Plan de Estudios aprobado en el artículo 1º, en
las unidades educativas de Nivel Medio dependientes de la Dirección del
Área de Educación Media y Técnica, creadas por el Decreto Nº
408/GCABA/04, que a continuación se detallan:
Perazza
6
ANEXO I
Índice
Anexo II
1. Fundamentos, Propósitos y Estructura Curricular
1.1. Fundamentos
1.2. Propósitos
1.3. Estructura Curricular
2. Características del Servicio
2.1. Régimen de cursado
2.2. Sistema de Apoyo Escolar
2.3. Tutorías
2.4. Correlatividades
2.5. Organización de la tarea docente
Anexo III
Requisitos de Inscripción y Condiciones de admisión de los alumnos:
1. Requisitos de inscripción
2. Condiciones de admisión
3. Fechas de inscripción
4. Documentación requerida
Anexo IV
Régimen de Acreditación mediante equivalencias y/o sistema de
Diagnóstico.
Anexo V
Regímenes de Asistencia, de Evaluación, Calificación y Promoción de los
Alumnos
1. Régimen de Asistencia
2. Régimen de Evaluación, Calificación y Promoción
2.1. Evaluación y Aprobación de Asignaturas de Cursado Anual.
2.2. Evaluación y Aprobación de Asignaturas de Cursado Cuatrimestral
Anexo VI
Planta Orgánico Funcional.
ANEXO II
Bachillerato
1. Fundamentos, Propósitos y Estructura Curricular
1.1. Fundamentos
7
Atendiendo a las características y necesidades de los destinatarios, se
propone un régimen académico flexible, que dispone el cursado y la
aprobación por asignaturas y un sistema de ingreso que reconoce los
logros anteriores.
A tales efectos, se darán por válidas aquellas asignaturas equivalentes
cursadas y aprobadas en cualquier otra institución de nivel medio
oficialmente reconocida, independientemente de la aprobación del año
escolar completo.
La aprobación por asignaturas permite, a su vez, un tránsito de los
alumnos adecuado a sus posibilidades cuando no estén en condiciones de
cursar en forma simultánea la totalidad de asignaturas que
tradicionalmente corresponden a un año escolar.
El plan está centrado en la enseñanza de las materias básicas de la
currícula. Su desarrollo completo abarca cuatro (4) años de estudio, que
varían en función de los ritmos individuales y la acreditación de saberes
previos.
El plan incluye tutorías y clases de apoyo destinadas a orientar y
acompañar a los estudiantes para una mejor organización de su trayectoria
escolar y sostener el cursado y la aprobación de las asignaturas.
1.2. Propósitos:
8
20 hs.
2°
Matemática 5 hs.
Lengua y Literatura 5 hs.
Historia 4 hs.
Geografía 3 hs.
Biología 3 hs.
Desarrollo y Salud 3 hs.
23 hs.
3°
Matemática 4 hs.
Lengua y Literatura 5 hs.
Historia 4 hs.
Geografía 3 hs.
Química 4 hs.
Economía 3 hs.
23 hs.
4°
Matemática 4 hs.
Lengua y Literatura 5 hs.
Formación Ética y Ciudadana 4 hs.
Ciencias de la Vida y de la Tierra 3 hs.
Física 4 hs.
Proyecto 4 hs.
24 hs.
Asignaturas de cursado cuatrimestral:
1°
Lengua extranjera I 3 hs.
Informática I 2 hs.
2°
Lengua Extranjera II 3 hs.
Informática II 2 hs.
3°
Lengua Extranjera III 3 hs.
4°
Lengua Extranjera IV 3 hs.
La estructura está compuesta por asignaturas de cursado anual y
cuatrimestral:
Asignaturas de cursado anual
- Matemática I, II, III y IV
- Lengua y Literatura I, II, III y IV
- Historia I, II y III
- Geografía I, II y III
- Economía
- Biología I y II
- Ciencias de la Vida y de la Tierra
- Física
9
- Química
- Desarrollo y Salud
- Formación Ética y Ciudadana
- Proyecto
Asignaturas de cursado cuatrimestral:
- Lengua Extranjera (3 horas cátedra, en cuatro niveles de duración
cuatrimestral, que equivaldrán a los Niveles I y II de comprensión de
Lengua Extranjera de los estándares de la Ciudad de Bs. As.)
- Taller de Informática: (2 horas cátedra, en dos niveles de duración
cuatrimestral)
Actividades Opcionales:
- Artes
- Actividad Física
- Formación Profesional
10
1° nivel 2° nivel 3° nivel 4° nivel
Asignaturas
anual anual anual anual
Lengua y
180 180 180 180
Literatura
Ciencias de
la Vida y de - - - 108
la Tierra
Física - - - 144
Química - - 144 -
Economía - - 108 -
Proyecto - - - 144
Formación
Ética y - - - 144
Ciudadana
Desarrollo
- 108 - -
y salud
Total de
Horas por 720 828 828 864
nivel
Lengua
54 54 54 54
Extranjera
Taller de
36 36
Informática
11
2. Características del Servicio
2.1. Régimen de Cursado:
Las asignaturas se organizarán por niveles, de duración anual y
cuatrimestral, según se especifica. Podrán cursarse o acreditarse en
diferentes años escolares, respetándose como único requisito las
correlatividades que se indican en el Anexo I, Apartado 2.4.
Las actividades optativas apuntan a completar la oferta educativa. La
escuela deberá habilitar el dictado de estos espacios. En función de la
matrícula interesada se dispondrá la cantidad de actividades optativas a
ofrecer.
Se recomienda la apertura de espacios de actividades optativas para
grupos de entre quince (15) y treinta (30) alumnos.
El horario semanal se organizará de la siguiente manera:
- Cuatro días de la semana se destinarán al dictado de las
asignaturas anuales: Matemática, Lengua y Literatura, Historia,
Geografía, Economía, Biología, Ciencias de la Vida y de la Tierra,
Física, Química, Desarrollo y Salud, Formación Ética y Ciudadana y
Proyecto.
12
tres (3) horas cátedra por Proyecto Pedagógico Complementario. El tutor
podrá adoptar distintas modalidades de trabajo: en pequeños grupos de
alumnos y/o entrevistas individuales.
El tutor asesorará a los alumnos para su inserción en el nivel medio y la
organización de su itinerario de cursado. Proporcionará a los estudiantes
orientación y apoyo en su formación, y los introducirá en el dominio de
formas generales para la organización del tiempo y el manejo de los
materiales de estudio.
2.4. Correlatividades:
El Sistema de Correlatividades tiene por objeto que el recorrido de los
alumnos a lo largo del plan de estudios responda a una adecuada
integración vertical.
Para comenzar el cursado de una asignatura el alumno deberá tener
aprobada la correlativa correspondiente.
Correlatividades
Asignaturas Correlativas
Matemática I –
Matemática II Matemática I
Matemática III Matemática II
Matemática IV Matemática III
Lengua y Literatura I –
Lengua y Literatura II Lengua y Literatura I
Lengua y Literatura III Lengua y Literatura II
Lengua y Literatura IV Lengua y Literatura III
Historia I –
Historia II Historia I
Historia III Historia II
Geografía I –
Geografía II Geografía I
Biología I –
Biología II Biología I
Ciencias de la Vida y de la Tierra Biología II
Química –
Física –
Economía –
Proyecto –
Desarrollo y Salud –
Formación Ética y Ciudadana –
Lengua Extranjera I –
Lengua Extranjera II Lengua Extranjera I
Lengua Extranjera III Lengua Extranjera II
Lengua Extranjera IV Lengua Extranjera III
Taller de Informática I –
Taller de Informática II Taller de Informática I
El cumplimiento de las correlatividades es requisito para la inscripción y
cursado de las asignaturas.
2.5. Organización de la tarea docente
13
La organización de las Plantas Orgánico Funcionales de los
establecimientos afectados al desarrollo de este plan de Bachillerato se
realizará mediante un sistema que incluye:
a) Cargos TP4 de doce (12) Horas Cátedra
b) Horas Cátedra
c) Horas extra-clase de Proyecto Pedagógico Complementario
a) Cargos:
Los Cargos TP4 de tiempo parcial, de doce (12) Horas Cátedra, implican
dentro de las tareas remuneradas de los profesores, el dictado de clases
de la asignatura correspondiente, el dictado de clases de apoyo, tareas de
diagnóstico y orientación, planificación y evaluación.
b) Horas Cátedra:
La asignación de horas cátedra se realizará en función de la relación entre
la carga horaria de la asignatura y el número de grupos. En los casos en
que exista un solo nivel de un espacio curricular determinado, y/o se abra
un solo grupo, será conveniente la contratación docente con horas cátedra.
Se prevé reconvertir esas horas a cargo si en años siguientes aumentara
la matrícula.
c) Horas Cátedra por Proyecto Pedagógico Complementario (PPC)
El Proyecto Pedagógico Complementario prevé la asignación de horas
cátedra a término; esta asignación extra de horas tiene el objeto de
garantizar el desarrollo del sistema de acreditación mediante diagnóstico,
las clases de apoyo, tareas de planificación y de articulación entre
docentes.
El conjunto de horas a término del Proyecto Pedagógico Complementario
será asignado y distribuido por el equipo directivo del establecimiento.
El cálculo de horas a asignar por PPC se hará en función de los siguientes
parámetros:
- Una (1) o dos (2) horas cátedra para tareas de planificación por
asignatura.
- Dos (2) horas cátedra para el dictado de clases de apoyo por cada
grupo de alumnos del cursado regular de las asignaturas.
14
en tanto no altera la cantidad de cargos a asignar.
Distribución de horas cátedra y cargos en escuelas con dos grupos de
alumnos (en un solo turno).
Complementario
Matemática 1 cargo
Historia 1 cargo
Geografía 1 cargo
Biología 1 cargo
Informática 4 Horas
Proyecto
22 horas
Pedagógico
Complementario
15
Distribución de horas cátedra y cargos en escuelas con cuatro grupos de
alumnos
Matemática 2 cargos
Historia 2 cargos
Geografía 2 cargos
Biología 2 cargos
Informática 8 horas
Proyecto
44 horas
Pedagógico
Complementario
ANEXO III
16
Podrán también ser admitidos aquellos adolescentes y jóvenes que nunca
asistieron y/o cursaron estudios en establecimientos de nivel medio de esta
jurisdicción o su equivalente en otra.
Se dará prioridad a los aspirantes que tengan domicilio dentro del radio de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
3. Fechas de inscripción:
El alumno podrá inscribirse en las unidades educativas afectadas al
presente plan de estudios durante:
1. Las fechas previstas en la Agenda Educativa del Ciclo Lectivo
respectivo.
2. En el período complementario, que a tales efectos se determine (o lo
establezca la DAEMyT), el que deberá ser anterior al inicio del segundo
cuatrimestre, para que el alumno pueda cursar las asignaturas del segundo
cuatrimestre y realizar las tareas de apoyo escolar que determine el tutor.
3. Fuera de esos períodos de inscripción, la Autoridad Escolar podrá
efectuar la inscripción y darle el alta en la escuela habilitando al alumno
para realizar tareas de apoyo escolar y/o actividades optativas, las que
serán determinadas por el tutor. La Autoridad deberá dictar la
correspondiente Disposición Interna, en la que conste la fecha de alta de
inscripción del alumno.
4. Documentación requerida para la inscripción
El alumno deberá acompañar la siguiente documentación:
1. Solicitud de Inscripción: Completando el formulario respectivo, con todos
los datos de identidad solicitados. En los casos de alumnos menores de
edad deberá constar la firma del padre, madre, tutor o responsable del
alumno.
2. Certificado Oficial de Estudios, emitido por la autoridad competente y
debidamente legalizado que acredite la aprobación de 7° grado o su
equivalente en otra jurisdicción.
3. En caso de alumnos que tengan cursado y/o aprobado estudios de nivel
medio en esta jurisdicción o su equivalente en otras, para poder acreditar
las asignaturas ya aprobadas, de acuerdo con el régimen de equivalencias
previsto en la presente Resolución, deberá presentar Constancia o
Certificado de Estudios Parciales.
4. En el caso en que el alumno hubiere cursado y/o aprobado asignaturas
de nivel medio y por causas de fuerza mayor debidamente justificadas, no
cuente con las acreditaciones correspondientes, el equipo directivo del
establecimiento, a través del sistema de diagnóstico determinará el nivel
que corresponda al alumno en cada área de conocimiento evaluada.
El personal docente deberá realizar una orientación a los ingresantes
acerca del régimen académico vigente en el establecimiento,
proporcionando la mayor información sobre el sistema de equivalencias y
de correlatividades y todas las posibilidades de inscripción en asignaturas
de acuerdo con los estudios aprobados que acredite el alumno.
17
ANEXO IV
Lengua y Literatura de 1°
Lengua y Literatura I
año
Lengua y Literatura de 2°
Lengua y Literatura II
año
18
La nomenclatura de la Tabla es general y tiene propósitos orientativos. El
Director del Establecimiento evaluará la pertinencia de otorgar la
equivalencia. En caso de disconformidad por parte del alumnos o de sus
padres o responsables, la Dirección de Área de Educación Media y
Técnica tomará la decisión correspondiente.
Para cada una de las asignaturas restantes, independientemente de lo
aprobado en otros planes en vigencia, y debido a diferencias en la
distribución de contenidos por año de estudio, será necesario que a través
del sistema de diagnóstico se determine, en cada caso, la ubicación del
alumno en el nivel correspondiente.
Los alumnos que hayan aprobado en su totalidad Matemática, Lengua,
Historia, Geografía y Biología -o sus equivalentes- en cualquiera de los
planes de Ciclo Básico, o de los tres primeros años de los planes no
ciclados, con vigencia en esta jurisdicción, o sus equivalentes en años de
estudio en otras jurisdicciones, serán incorporados a todas las asignaturas
del tercer nivel de acuerdo con la estructura curricular (Véase Anexo I,
apartado 1.3).
ANEXO V
19
Reglamento de convivencia fijará las condiciones para la entrada,
permanencia y salida de los alumnos.
2. Régimen de evaluación, calificación y promoción:
El Régimen de Evaluación, Calificación y Promoción que se establece a
continuación constituye el marco regulatorio de aplicación a los alumnos
comprendidos en el presente Plan de Estudios. En todos aquellos aspectos
no contemplados expresamente serán de aplicación las disposiciones
contenidas en la Resolución Ministerial N° 94/MEyC/92 y sus
modificatorias y/o ampliatorias, en cuanto no se opongan a lo dispuesto en
el presente régimen.
El alumno promoverá cada una de las asignaturas en forma individual. Su
avance en los requisitos del plan de estudio se realizará por asignatura,
con la única condición de respetar las correlatividades que se especifican
en el Anexo I, Apartado 2.4.
2.1. Evaluación y aprobación de asignaturas de cursado anual:
a) El ciclo lectivo se divide, a los efectos de la calificación de los alumnos,
en dos (2) términos o cuatrimestres.
b) Durante cada uno de los términos se realiza una evaluación continua
que se traduce en una calificación del término, de acuerdo con una escala
de uno (1) a diez (10).Se recomienda que a fin de cada bimestre de
actividad los alumnos reciban una calificación parcial que les será
comunicada. Esta calificación tendrá carácter orientativo y podrá o no ser
promediada para la obtención de la nota cuatrimestral
c) Cada asignatura se aprueba con una calificación de un mínimo de seis
(6) puntos como promedio anual de ambos términos, siempre y cuando la
nota de cada término no haya sido inferior a (4) cuatro. Si en uno de los
términos obtuviere una nota inferior a (4) cuatro, aún cuando el promedio
anual sea (6) seis, el alumno deberá asistir a la instancia de apoyo,
recuperación y evaluación de diciembre.
d) Los alumnos regulares que obtengan como promedio anual una
calificación inferior a los seis (6) puntos y no menor a cuatro (4), deben
asistir a la instancia de apoyo, recuperación y evaluación de diciembre,
según lo determine la Agenda Educativa del ciclo lectivo correspondiente.
e) Los alumnos que obtengan en esa instancia una calificación mínima de
cuatro (4) puntos, aprobarán la asignatura y su calificación definitiva será la
que resulte de promediar la calificación del curso de apoyo, recuperación y
evaluación, con el promedio anual. Esta calificación definitiva podrá ser
inferior a seis (6) puntos debiendo respetarse la exactitud de los
centésimos resultantes del promedio.
f) Los alumnos que no aprueben en la instancia de apoyo, recuperación y
evaluación y aquéllos que hubieran obtenido un promedio anual inferior a
cuatro (4) puntos serán evaluados en el turno de febrero-marzo.
g) De no aprobar la asignatura en la instancia de febrero-marzo, el alumno
podrá presentarse para ser evaluado hasta en los tres (3) turnos de
examen consecutivos subsiguientes. De no ser aprobada en alguno de
estos turnos, el alumno deberá cursar nuevamente la asignatura o rendirla
en carácter de libre.
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h) Los alumnos podrán inscribirse para el cursado de una asignatura anual,
siempre que tenga aprobada o acreditada mediante equivalencia o sistema
de diagnóstico, la asignatura requerida en el Sistema de Correlatividades.
2.2. Evaluación y aprobación de asignaturas de cursado cuatrimestral:
a) El sistema de calificación de las asignaturas cuatrimestrales sigue los
mismos criterios que las asignaturas anuales, sólo que la calificación final
no está dividida en términos
b) Los alumnos que no alcancen la aprobación de un nivel podrán recursar
el nivel, o acreditarlo mediante examen.
c) Los alumnos podrán inscribirse para el cursado de una asignatura de
cursado cuatrimestral siempre que tengan aprobada o acreditada mediante
equivalencia o sistema de diagnóstico la asignatura anterior requerida en el
Sistema de Correlatividades.
ANEXO VI
Director 1 2.100
Vicedirector 1 1.763
Secretario 1 866
Preceptores 2 904
Asesor
1 1.692
Pedagógico
Cargos Docentes
6 564
(TP4)
Horas cátedra 38
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La Escuela de Educación Media N° 2 D.E. 4 deberá contar con la siguiente
P.O.F.:
Director 1 2.100
Vicedirector 1 1.763
Preceptores 4 904
Secretario 1 866
Asesor
2 1.692
Pedagógico
Cargos Docentes
12 564
(TP4)
Horas cátedra 76
***
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