H.P. Blavatsky - 1 - Doctrina - Secreta PDF

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LA DOCTRINA SECRETA

Síntesis de la ciencia, la religión y la filosofía

HELENA PETROVNA BLAVATSKY

TOMO I
COSMOGÉNESIS
Simbolismo arcaico universal

Iglesia Cristiana - Gnóstica Litelantes y Samael Aun Weor


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SATYÂT NÂSTI PARO DHARMAH

“NO HAY RELIGIÓN MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD”

Esta obra se dedica a todos los verdaderos Teósofos de todo el país y de toda raza, pues
ellos la han pedido y para ellos ha sido escrita

ÍNDICE TEMÁTICO

Nota del Editor


Al Lector
Prefacio de la Primera Edición, 1888
Prefacio de la Tercera Edición Revisada, 1893
H: P: Blavatsky: Un esbozo de su vida
Cómo fue escrita la DOCTRINA SECRETA

INTRODUCCIÓN
La necesidad de un libro de esta naturaleza. La antigüedad de los Documentos y
Manuscritos. La misión de esta obra.

VOLUMEN I
COSMOGÉNESIS

PROEMIO - Páginas de unos anales prehistóricos


El más antiguo Manuscrito del Mundo y su Simbolismo. - La Vida Una, Activa y
Pasiva. - La Doctrina Secreta. - Panteísmo. - Ateísmo. - “El Espacio” en todas las
Religiones y en el Ocultismo. - Los siete Elementos Cósmicos. - Las siete Razas de la
Humanidad. - Las tres proposiciones fundamentales de la Doctrina Secreta. -
Descripción de las Estancias del Libro de Dzyan.

Parte primera
LA EVOLUCIÓN CÓSMICA

Siete Estancias del “Libro Secreto de Dzyan”, con Comentarios

COMENTARIOS:

Estancia I. - LA NOCHE DEL UNIVERSO

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Las Siete Eternidades. - El Tiempo. - La Mente Universal y los Dhyân-Chochans. -
Nidânas, o Causas de la Existencia. - Mâyâ o Ilusión. - Tinieblas, la Matriz Eterna. -
Los Principios masculino y femenino en la Naturaleza Raíz. - Los Siete Espíritus
Creadores, los Dhyân-Chohans. - El Gran Aliento. - La Causa del Universo Material. -
El Ser Uno es el Nóumeno de todos los Nóumenos. - La Forma Una de Existencia. - El
ojo abierto de Dangma, un Jivanmukta. - Âlaya, la Vida Una, o Alma Universal. - El
Misterio del Ser Absoluto. - El misterio de la jerarquía de los Anupadâka.

Estancia II. - LA IDEA DE DIFERENCIACIÓN


Los Constructores. - Paranishpana. - El Absoluto. - La diferencia entre el Ser
consciente y el Inconsciente. - Espacio, el Elemento Eterno y Único. – La Conciencia
Absoluta contiene al Conocedor. - El Rayo de Vida penetra en el “Germen”. - El Loto,
Símbolo del Kosmos. - El Cuaternario: Padre-Madre-Hijo, como Unidad. - El Hijo:
arriba es todo el Kosmos, abajo es la Humanidad. - Svabhâvat; la Universal Esencia
Plástica de Mûlaprakriti. - El Universo estaba aún oculto en el Pensamiento Divino.

Estancia III. - EL DESPERTAR DEL KOSMOS


Mahat (Inteligencia Universal), el primogénito de Sabiduría. - La última Vibración. -
El significado esotérico de Manvántara. - El Eterno Aliento se mueve sobre las Aguas
de la Vida, Caos. - El Pensamiento Divino impregna al Caos. - El Huevo Virginal como
símbolo del Universo. - El Poder de los Números. - El simbolismo Oculto. - La Luz, el
Omnipresente Rayo Espiritual. - Las Tinieblas, única realidad verdadera. - El
resplandeciente Dragón de Sabiduría. - La Substancia Cósmica se convierte en
Materia Astral. - El Fuego, la Inteligencia que mueve al Universo. - El Misterio de los
Números. El Cisne, símbolo del Rayo divino. - Electricidad, la Vida Una. - Los
primeros Dhyân. - Chohans son “Naturalezas Primarias”. - La Trama del Ser. – Fohat
pone la Materia Cósmica en Moción. - La Trama se dilata y contrae. – Fohat la
Electricidad Cósmica.

Estancia IV. - LAS JERARQUÍAS SEPTENARIAS


Los “Hijos del Fuego”. - Los siete Sentidos Místicos. - “No-Número”, su Significado. -
Los Primeros Seres “Primordiales”. - La Ciencia Sagrada de los Números. - Los
Animales Sagrados. - El Misterio del Sonido y del Lenguaje. - El “Ejército de la Voz”, o
la “Palabra”. - La alegoría oculta del Lenguaje y de la Mente. - La Materia Cósmica
formándose en Elementos. - Svabhâvat, la Raíz plástica de la Naturaleza física. - El
Círculo sin Límites. - El Sol de nuestro sistema, el “Excluido”. - La Doctrina Secreta de
la Evolución de los Planetas. - Los soles son los Primeros Centros de Fuerza. - Los
Lipika, Registradores de la Ley de Retribución en el Libro de la Vida.
Estancia V. - FOHAT, EL HIJO DE LAS JERARQUÍAS SEPTENARIAS

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Hijos de la Luz. - La raíz del Hombre Espiritual se convierte en Divina por medio de
la propia experiencia. - Cada Átomo posee potencialmente la propia conciencia. - Los
siete Dhyân-Buddhas. - Fohat, la Fuerza Creadora Potencial. La Mente Universal
representa las Huestes de los más elevados Dhyân. - Chohans creadores. - El Sistema
Solar está constituido por siete Principios. - Fohat, en su aspecto secundario es la
Energía Solar. - Los “Tres” y “Siete” grandes pasos de Vishnu. - Círculos, curvas y
Chakras. - El Siete, un Número Sagrado. - La Ley de movimiento vertical. - La
Evolución de los Principios de la Naturaleza. - La Unidad, una ley fundamental en la
Ciencia Oculta. - El Misterio del Fuego. - El Regente Celestial de los Cuatro Puntos
Cardinales. - El significado real del Tabernáculo. - El carácter de las Ruedas Aladas. –
Los Espíritus Planetarios y los Lipika. - El Anillo “No se pasa”. - El Día “Ven con
Nosotros”.

Estancia VI. - NUESTRO MUNDO, SU CRECIMIENTO Y DESARROLLO


La Madre, o Materia abstracta e ideal, la Raíz de la Naturaleza. - Palabra, Voz y
Lenguaje. - Los Centros Laya son puntos de diferenciación. - Fohat, el Espíritu guía
de la Ley y de la Vida. - Los Átomos de la Ciencia. - La Evolución de los Elementos. -
Ilusión y Realidad. - Las Fuerzas de la Naturaleza. – El Átomo Primordial, como
“Suma Total” carece de Límites.

ALGUNOS CONCEPTOS TEOSÓFICOS PRIMITIVOS ERRÓNEOS


Principios humanos y División Planetaria. - Clarificación de los Principios del
Hombre. - La Transmigración del Hombre a través de diferentes reinos. – La Cadena
Septenaria. - Explicaciones acerca de la “Quinta” y “Sexta Ronda”. - Marte y Mercurio
en relación a nuestro Sistema Solar. - Adquisición de Conocimientos y Poderes. - El
Problema de las 777 Encarnaciones. - Las siete Ramas del Árbol del Conocimiento.

HECHOS Y EXPLICACIONES ADICIONALES REFERENTES A LOS GLOBOS Y LAS


MÓNADAS
Las Mónadas se hallan divididas en siete Clases o Jerarquías. - La Tierra y las
Cadenas Lunares. - La Tierra, Hija de la Luna. - Las Huestes Monádicas clasificadas. -
La Mónada florece en la Mónada Divina. - La Mónada Espiritual es Única y Universal.
- Las siete clases de Pitris Lunares. - Un triple esquema evolucionario en la
Naturaleza. - El estado humano. - No pueden entrar más Mónadas, la Puerta queda
cerrada. - La Doctrina Secreta y la Teoría de Darwin. Los Dhyân-Chohans
encarnadas en la Tercera Raza Raíz. - Los Antepasados de los Monos.

Estancia VI. - Continuación

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La Cuarta Ronda, el Equilibrio entre el Espíritu y la Materia. - La Caída del Espíritu
en la Materia. - La Primera Causa del Pecado. - El Misterio de la “Tetraktys”. - El
Significado de Satán. - Los Mundos “sin forma” y los Mundos “formativos”. - La
Guerra en el Cielo. - El Nacimiento de los Mundos. – La Vitalidad Cósmica y terrestre
(Electricidad). - Una Edad de Brahmâ. – Cuatro Grados de Iniciación. - Los Hijos de la
Voluntad y del Yoga. - El Iniciador Único y la Isla Sagrada. - Hijos de Kriyâshakti. - El
Aliento de Vida.

Estancia VII. - LOS PADRES DEL HOMBRE EN LA TIERRA


La Jerarquía de los Poderes Creadores. - Los Soplos Ígneos Informes o Tríada
Sephirotal Superior. - El “Hombre Celestial” o Adam Kadmon. - El Primer Orden de
Seres Celestiales. - Una Llama Padre, Innumerables Llamas. - El Segundo Orden:
Fuego y Éter. - El Tercer Orden: Âtma-Buddhi-Manas. - El Cuarto Orden: los “Jivas
Imperecederos”. - El Quinto Orden: la Estrella de cinco puntas que representa al
Hombre. - Los Órdenes Sexto y Séptimo y las cualidades inferiores del Cuaternario. -
El Misterio del Ser. - El Ser Humano, un Misterio Esotérico Triple. - El Misterio
Oculto de la Antropografía. - El Hombre emana de un Hombre Celestial. - El
Significado de una “Ronda”. - Arcángeles y Demonios. - La Tríada Espiritual
Inmortal. - El Hilo de la Vida. - Metafísicos Caldeos. - Doctrinas Ocultas y
Kabalísticas. - La Mónada es un Rayo del Absoluto. - El Hombre Perfecto. – La Vida y
las Vidas. - Las Cuatro Dimensiones del Espacio. - Permeabilidad, el Próximo
Sentido. - Rondas y Dimensiones. - La Química Oculta. - El Símbolo del
“Sanctasantórum”. - La Mónada es un Dhyân-Chohan Individual. - La Tierra poblada
desde los Cielos.

RESUMEN
Ocultismo en los Upanishads. - El poder e importancia del Ocultismo. - La Naturaleza
de los Hombres Celestiales. - El Espíritu se halla dotado de Inteligencia. – Los Dhyân-
Chohans son dobles en sus caracteres. - La Materia Eterna es la Sombra del Espíritu.
- La Eternidad de las Formas Humanas. - El Vishnu Purana y el Hermes Trismegisto
comparados. - Algunos Aforismos Ocultos. - Las Siete Shaktis (fuerzas). - Todo es
Relativo. - Los Ocultistas son los campeones de la verdad.

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NOTA DEL EDITOR

Al dar a publicidad esta nueva edición de LA DOCTRINA SECRETA de H. P.


Blavatsky, y con el propósito de que la misma tenga la jerarquía que merece una
obra de tanta trascendencia, le hemos incorporado algunos materiales no incluidos
hasta ahora en otras ediciones en castellano, los cuales comprenden: un esbozo
biogr|fico de la autora, un nuevo capítulo titulado “Cómo fue escrita La Doctrina
Secreta”, tres Glosarios y, finalmente, un Índice Tem|tico y una sección bibliogr|fica
en cada uno de los tomos que integran la obra, todo lo cual sin duda facilitará su
lectura y estudio.

La mayoría de esos agregados han sido traducidos de la Cuarta Edición (Adyar) del
libro, la cual, hemos tenido a la vista al preparar la presente edición. El esbozo
biogr|fico de H. P. Blavatsky y el capítulo “Cómo fue escrita La Doctrina Secreta” son
debidos a la pluma de Josephine Ransom, autoridad en la obra de referencia, a cuyo
cargo estuvo la supervisión de la citada Cuarta Edición. El mencionado capítulo,
compilado en base a la documentación existente en los archivos y registros de la
Sociedad Teosófica de Adyar, es un aporte de singular importancia que arroja
mucha luz acerca de la forma cómo fue realizada esta obra cumbre de la literatura
esotérica. Los interesantes Índices Temáticos también pertenecen a la edición
inglesa, señalando al respecto que nos hemos permitido incluir en cada Estancia los
títulos asignados por dicho Índice, pese a que estos no figuraron en el original ni en
las posteriores ediciones del libro, por considerar que facilitan la comprensión del
texto.

En lo referente a los Glosarios cabe destacar que los dos insertos en los volúmenes
primero y tercero tienen por objeto definir algunos de los términos empleados en
las Estancias, habiendo sido extraídos de la obra Las Estancias de Dzyan, publicada
por la Biblioteca Orientalista Editorial Teosófica de Barcelona en 1930, y que el
extenso glosario de términos sánscritos y otros relacionados con LA DOCTRINA
SECRETA que figura al final de la obra fue preparado en 1938 por la señora Adeltha
Henry Peterson con la colaboración de eruditos de la Biblioteca de la Sociedad
Teosófica de Adyar y pertenece también a la edición inglesa anteriormente
mencionada, de la cual ha sido traducido.

Buenos Aires, diciembre de 1956.

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AL LECTOR

Inspirándonos en el ejemplo de la que fue y es aún nuestro Maestro, H. P.


Blavatsky, y accediendo a los repetidos ruegos de los teósofos de España y América
que no conocen el inglés, determinamos emprender la tarea de la traducción y
publicación de esta obra capital de Teosofía. Al comprometernos a llevar a cabo tal
empresa, creíamos tener mucho adelantado con lo que de ella dejó traducido
nuestro inolvidable Presidente, D. Francisco de Montoliu y de Togores; pero
publicada ya la tercera edición inglesa, a la cual debíamos ajustar nuestro trabajo,
nos encontramos con que la corrección y arreglo de lo ya traducido (que lo estaba
de la segunda edición), implicaba una labor más prolija que el de una nueva
traducción; por cuyo motivo, la aparición de esta obra ha tenido lugar más tarde de
lo que habíamos calculado.

Ahora bien, siendo esta obra puramente de estudio, o de meditación más bien; un
libro completamente ocultista, que dice poco a la inteligencia y todo a la intuición
del asiduo estudiante de la metafísica más trascendental y profunda que ha visto la
luz pública en los tiempos modernos, no era posible traducir estos volúmenes tan
libremente como una obra ordinaria y menos aún hacer primores de literatura,
tanto por no prestarse a ello la índole de su contenido, como por no poseer sus
traductores el dominio del hermoso idioma castellano, que para ello se hubiera
requerido. Así pues, comprendiendo lo delicado y difícil de la tarea, y haciéndonos
cargo de que la libertad más ligera podía desnaturalizar si no el pensamiento
aparente, sí el sentido oculto que encubren casi todas las frases de esta obra, cuyo
inmenso valor sólo pueden apreciar pocos ocultistas avanzados, nos hemos ceñido a
la traducción más literal, compatible con la claridad del lenguaje. Por tanto, no
espere el lector encontrar en esta traducción galas literarias, sino una interpretación
tan fiel y tan clara como sea posible de conceptos que encubren los misterios más
profundos, las verdades ocultas más trascendentales, a menudo expresadas con
frase obscura, en la mayoría de los casos con pensamientos truncados en el punto
más importante para completarlos después de algunas o muchas páginas que tratan
de otros asuntos; método eminentemente oriental para que sólo la intuición pueda
penetrar ciertos misterios. Esta circunstancia ha hecho necesaria la formación de un
índice tan minucioso y detallado, que contiene más palabras que cualquiera de los
seis volúmenes de esta obra, con el cual se facilita el estudio a los infatigables
investigadores que ansían alcanzar vislumbres de las grandes verdades que
encierra1.

1
El Índice de referencia no ha sido traducido aún a nuestro idioma (N. del E.)

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Pedimos a nuestros hermanos, los miembros de la Sociedad Teosófica en España y
en América, para quienes especialmente se ha emprendido la publicación de este
libro en español, indulgencia por las faltas que noten hijas de nuestra insuficiencia,
ya que el único móvil que nos ha impulsado a acometer semejante empresa con
nuestras escasísimas fuerzas, es el cumplimiento del deber que tiene todo teósofo
de ayudar a sus hermanos, y de contribuir con todo su poder al progreso espiritual
de la Humanidad, que es, a la vez, el suyo propio.

LOS TRADUCTORES
Miembros de la Rama de la S. T. E. 2

PREFACIO DE LA PRIMERA EDICIÓN

La autora (la escritora más bien) siente la necesidad de excusarse de lo mucho que
ha tardado en aparecer esta obra. La causa ha sido el mal estado de su salud y la
magnitud de la empresa. Aún los dos volúmenes dados a luz no completan el plan, ni
siquiera agotan los asuntos de que tratan. Gran cantidad de materiales ha sido ya
preparada, referente a la historia del Ocultismo según se halla contenida en las vidas
de los grandes Adeptos de la Raza aria, y mostrando la influencia de la Filosofía
Oculta en la dirección de la vida, tal como es y tal como debe ser. Si los presentes
volúmenes son recibidos de un modo favorable, no se perdonará esfuerzo alguno
para completar la obra.

Cuando por primera vez se anunció la preparación de la obra, no era el plan actual
el que se tenía a la vista. Como se anunció en un principio, se pensó que La Doctrina
Secreta fuese una versión ampliada y corregida de Isis sin Velo. Pero pronto se vio
que las explicaciones que podían añadirse a las ya dadas al mundo en la última obra
citada, y en otras que también se ocupan de la Ciencia Esotérica, eran de una
naturaleza tal que exigían un método diferente de exposición; y por lo tanto, los
volúmenes actuales no contienen, en total, ni veinte páginas extractadas de Isis sin
Velo.

2
Francisco Montoliu y de Togores, primer presidente de la “Rama de la Sociedad Teosófica” en Madrid, tradujo una gran
parte de LA DOCTRINA SECRETA de la segunda edición inglesa. A su muerte, en 1892, y cuando ya había aparecido la
tercera edición de dicha obra, varios teósofos emprendieron una nueva traducción, la cual fue publicada en dos tomos
(Madrid, 1895 y 1898) y completada por la señora A. Besant con documentos inéditos dejados por H. P. B., los que fueron
traducidos luego por Federico Climent Terrer y publicados en un tercer tomo por la Biblioteca Orientalista de R. Maynadé
(Barcelona, 1911). Entre los teósofos que se ocuparon de la traducción de los dos primeros tomos figuraron los señores
Melián, Dorestes, Díaz Pérez, Xifré, Treviño, hermanos Molano y González Blanco. (Datos tomados de la obra Simbología
Arcaica de Mario Roso de Luna, editorial Pueyo, Madrid, 1921). (N. del E.)

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La autora no considera necesario pedir indulgencia a sus lectores y críticos por los
muchos defectos en cuestión de estilo, y por la imperfección del inglés que pueda
observarse en estas páginas. Es una extranjera y adquirió el conocimiento de este
idioma en edad algo avanzada. Empléase la lengua inglesa por ofrecer el medio más
extensamente difundido para servir de vehículo a las verdades que debe poner de
manifiesto ante el mundo.

No son estas verdades presentadas en manera alguna como una revelación, ni


pretende la autora tomar la posición de un revelador de conocimientos místicos,
dados a luz ahora por vez primera en la historia. Porque lo que se halla contenido en
esta obra, puede encontrarse esparcido en millares de volúmenes que encierran las
Escrituras de las grandes religiones asiáticas, y primitivas europeas, oculto bajo
jeroglíficos y símbolos, y hasta la fecha inadvertido a causa de este velo. Lo que
ahora se pretende, es reunir las más antiguas doctrinas, y constituir con ellas un
conjunto armónico y continuo. La única ventaja que tengo sobre mis predecesores,
es la de no tener que recurrir a especulaciones o teorías personales. Porque esta
obra no es más que una exposición parcial de lo que me han enseñado estudiantes
más adelantados, con sólo el aditamento, en cuanto a algunos detalles, de los
resultados de mi propio estudio y observación. La publicación de muchos de los
hechos que se citan, ha sido necesaria por razón de las extrañas y fantásticas
especulaciones a que se han entregado muchos teósofos y estudiantes de misticismo
durante estos últimos años, en su afán de construir un sistema completo deducido
de los pocos hechos que les habían sido comunicados.

Es innecesario decir que esta obra no es la Doctrina Secreta en su totalidad; es tan


sólo un número escogido de fragmentos de sus doctrinas fundamentales;
concediéndose especial atención a algunos hechos de que se han apoderado
diversos escritores, desfigurándolos hasta quitarles toda semejanza con la verdad.

Pero quizás sea de desear la declaración inequívoca de que las enseñanzas


contenidas en estos volúmenes, por incompletas y fragmentarias que sean, no
pertenecen de modo exclusivo, ni a la religión Hindú, ni a la de Zoroastro, ni a la
Caldea, ni a la Egipcia; ni al Buddhismo, ni al Islamismo, ni al Judaísmo, ni al
Cristianismo. La Doctrina Secreta es la esencia de todas ellas. Habiendo salido de
ella los distintos sistemas religiosos al nacer, los retrotraemos a su elemento
original, del cual todos los misterios y dogmas se han desarrollado, para venir a
materializarse.

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Es más que probable que una gran parte del público considerará la obra como una
novela de las más extravagantes, porque ¿quién es el que ha oído hablar alguna vez
del Libro de Dzyan?

La escritora, sin embargo, está dispuesta por completo a asumir la responsabilidad


de cuanto se halla contenido en este libro, y aun a hacer frente al cargo de haberlo
inventado todo. Que tiene muchas deficiencias, lo sabe ella perfectamente; pero lo
único que pretende y pide en favor de la obra, es que, por romántica que a muchos
pueda parecerles, su engranaje lógico y su coherencia den títulos a este nuevo
Génesis, para ponerse al nivel, por lo menos, de las “hipótesis fecundas”, tan
libremente aceptadas por la ciencia moderna. Es digna de consideración, además, no
porque apele a ninguna autoridad dogmática, sino porque se mantiene íntimamente
unida a la Naturaleza, y sigue las leyes de la uniformidad y analogía.

La aspiración de esta obra puede expresarse del modo siguiente: demostrar que la
Naturaleza no es “una aglomeración fortuita de |tomos”, y asignar al hombre el
lugar que de derecho le corresponde en el plan del Universo: rescatar de la
degradación las verdades arcaicas que constituyen la base de todas las religiones;
descubrir hasta cierto punto la unidad fundamental de que todas ellas han salido, y
demostrar finalmente que jamás se ha aproximado la Ciencia de la civilización
moderna, al lado Oculto de la Naturaleza.

Si esto se consigue de alguna manera, quedaré satisfecha. Se ha escrito en servicio


de la Humanidad, y la Humanidad y las generaciones futuras tienen que juzgarla. No
reconozco tribunal de apelación inferior a éste. Estoy acostumbrada a las injurias,
me hallo en relación diaria con la calumnia, y ante la maledicencia me sonrío con
silencioso desdén.

De minimis non curat lex


H. P. B.
Londres, Octubre 1888.

PREFACIO DE LA TERCERA EDICIÓN REVISADA

Al preparar esta edición para la prensa, hemos procurado corregir, por lo que hace
a la forma literaria, detalles de poca importancia, sin tocar para nada los asuntos de
más elevado alcance. Si H. P. Blavatsky hubiese vivido para dar a luz la nueva
edición, la hubiese, sin duda, corregido y ampliado considerablemente. Que esto no

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haya tenido efecto, es una de las muchas pérdidas menores causadas por la gran
pérdida.

Se han corregido las frases obscuras debidas a un imperfecto conocimiento del


inglés; se ha comprobado la mayor parte de las citas, y las referencias se dan con
exactitud; tarea muy laboriosa, pues las referencias se puntualizaron poco en las
primeras ediciones. Se ha adoptado también un sistema uniforme para la
transcripción de las palabras sánscritas. Rechazando la forma más generalmente
aceptada por los orientalistas de Occidente, por considerarla ocasionada a error,
hemos dado, en vez de las consonantes que no existen en el alfabeto inglés,
combinaciones que expresan aproximadamente su sonido 1, y hemos señalado
cuidadosamente las cantidades sobre las vocales, en los casos que lo requerían 2.
Algunas veces hemos añadido notas al texto, pero esto se ha hecho con parquedad, y
sólo cuando aquéllas constituyen, naturalmente, parte de éste.

Hemos añadido un índice 3 considerable para ayuda de los estudiantes, y lo hemos


encuadernado separadamente, con objeto de facilitar la busca de sus referencias.
Debemos el magno trabajo de su formación a Mr. A. J. Faulding.
ANNIE BESANT
G. R. S. MEAD
Londres, 1893.

H. P. BLAVATSKY: UN ESBOZO DE SU VIDA

Helena Petrovna Blavatsky, una de las más notables figuras mundiales de fines del
siglo XIX, fue demasiado revolucionaria y desafiante ante las ortodoxias que
imperaban, ya se tratase de religión, ciencia, filosofía o psicología, como para
permanecer ignorada. Fue una iconoclasta que hizo añicos las envolturas que
ocultaban lo Real de lo ilusorio: pero la mayoría, aferrada a los convencionalismos e
ignorante de la Verdad, la atacó e injurió por su temeridad y coraje al rasgar el velo
de aquello que parecía una blasfemia revelar. Lenta pero seguramente los años la
han vindicado. A pesar de ser ultrajada, ella se contentó con trabajar “al servicio de
la humanidad” y demostró su sabiduría al dejar que las futuras generaciones
juzgaran su magnífica obra 3.
1
Para la transliteración castellana del sánscrito se ha seguido la pauta adoptada para el Glosario Teosófico de H. P.
Blavatsky, lo cual permitirá encontrar fácilmente el significado de numerosas palabras sánscritas que figuran en la presente
obra. (N. de los Traductores.)
2
El estudiante puede recurrir al Glosario Teosófico, publicado en español por el erudito Dr. José Roviralta Borrell, como factor
auxiliar y eficaz para el provechoso estudio de la presente obra. (N. del E.)
3
El Índice de referencia no ha sido traducido aún a nuestro idioma. (N. del E.)
3
Véase el prefacio a la edición de 1888

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Helena Petrovna Hahn nació prematuramente en la medianoche entre el 30 y 31
de julio (según el calendario ruso el 12 de agosto) de 1831, en Ekaterinoslav,
provincia de Ekaterinoslav, al sur de Rusia. Algunos raros incidentes que ocurrieron
a la hora de su nacimiento y en oportunidad de su bautismo, hicieron que la
servidumbre le presagiara una existencia tormentosa.

Helena fue una niña indócil, descendiente de una larga línea de hombres y mujeres
poderosos y altivos. La historia de su linaje es la historia de Rusia. Siglos atrás los
nómadas eslavos erraban por las regiones del centro y parte oriental de Europa, y si
bien tenían sus formas propias de gobierno, cuando se establecieron en Novgorod
comenzaron a producirse entre ellos luchas internas a las cuales no lograban poner
fin. Llamaron entonces en su ayuda a Rurik (862), jefe de una de las errantes tribus
de “Russ”, hombres del norte o escandinavos, que buscaban extender su radio de
influencia. Rurik estableció el primer gobierno civil en Novgorod, que se convirtió
en un poderoso centro comercial para oriente y occidente. Él fue el primer soberano
y reinó por espacio de quince años. Durante su vida su hijo Igor y su sobrino Oleg
consolidaron su poderío en el oeste y en el sud del país; Kiev se convirtió en un gran
principado, y el que gobernaba allí era virtualmente el soberano de Rusia. Al correr
de los siglos los descendientes de Rurik se expandieron en son de conquista y
dominio a través del país: Vladimiro I (muerto en el año 1015) escogió al
Cristianismo como religión de su pueblo y el denominado “paganismo” desapareció.
Yaroslao el Sabio (muerto en el 1034) estructuró los Códigos y “Derechos Rusos”. El
sexto hijo de Vladimiro II (1113-25) fue Yuri, el codicioso o “dolgorouki”, apelativo
éste que se mantuvo como un título de familia. Yuri fundó Moscú y su dinastía dio
origen a los poderosos Grandes Duques que gobernaron y, como siempre, lucharon
entre sí fieramente. En 1224 las hordas mogólicas aprovecharon esta falta de unión
y dominaron a los grupos turbulentos, cada uno de los cuales envidiaba el poder y la
posición del otro. Pero Iván III, un Dolgorouki, en el año 1480 rompió el yugo mogol,
e Iván IV exigió ser coronado como Zar, arrogándose la autoridad suprema. Con su
hijo terminó la larga y brillante dinastía Dolgorouki. No obstante, la familia todavía
tuvo influencia en la época de los Romanoff hasta la muerte de la abuela de la señora
Blavatsky, la talentosa y erudita Princesa Elena Dolgorouki que contrajo matrimonio
con André Mikaelovitch Fadéef, el “mayor” de la línea de los Dolgorouki, de la cual
los Zares Romanoff eran considerados una de las ramas m|s “jóvenes”.

Como se ha visto, la familia de Helena era una de las de primer rango en Rusia, con
tradición y dignidad a sostener y conocida a través de toda Europa. Helena fue una
rebelde y desde su niñez se burló firmemente de los convencionalismos, aunque ella
era lo suficientemente sensitiva como para comprender que sus acciones no debían

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afectar a su familia ni herir su honor. Su padre, el Capitán Peter Hahn, descendía de
los viejos Cruzados de Mecklenburg, los Rottenstern Hans. Debido a que su madre,
una ilustrada literata, murió cuando ella tenía once años, pasó Helena su niñez con
sus abuelos, los Fadéef, en una vieja e inmensa mansión en Saratov que cobijaba a
muchos miembros de la familia y a numerosos criados y asistentes por ser su abuelo
Fadéef, gobernador de la provincia de Saratov.

La naturaleza de Helena estaba fuertemente imbuida con una innata capacidad


psíquica, tan poderosa que indudablemente constituía su más predominante
característica. Ella sostenía y demostraba que tenía habilidad para comunicarse con
los moradores de los mundos sutiles e invisibles y con los seres que para nosotros
est|n “muertos”. Esta capacidad natural fue posteriormente disciplinada y
desarrollada a través de toda su vida. Su educación sufrió la influencia de la posición
social de su familia y de los factores culturales imperantes. Así ella fue una hábil
lingüista y una brillante música, adquirió sentido científico y experiencia a través de
su erudita abuela y heredó las facultades literarias que caracterizaban a la familia.

En 1848, a la edad de 17 años, Helena contrajo matrimonio con el General


Nicephore V. Blavatsky, gobernador de la provincia de Erivan, que era un hombre ya
entrado en años. existen diversas versiones referentes al porqué de este casamiento,
pero lo que se hizo evidente desde un primer momento fue que esta unión no
agradó a Helena, pues después de tres meses ella abandonó a su marido y huyó a
casa de sus familiares, quienes la enviaron a su padre. Mas, temerosa de que se la
obligara a regresar con el General Blavatsky, volvió a escaparse, comenzando así sus
años de vagabundeo y aventuras. A pesar de ello su padre mantuvo contacto con ella
y la ayudó financieramente. Aparentemente ella se mantuvo alejada de Rusia el
tiempo necesario como para hacer que la separación de su esposo fuera legal.

En 1851 Helena, ahora Madame Blavatsky o H. P. B., encontró por primera vez
físicamente a su Maestro, el Hermano Mayor o Adepto, que había sido siempre su
protector y la había preservado de daños mayores en sus aventuras juveniles. A
partir de ese momento ella se convirtió en su fiel discípula, totalmente obediente a
sus indicaciones o directivas. Bajo Su guía aprendió a controlar y dirigir las fuerzas a
las cuales se encontraba sometida en razón de su excepcional naturaleza. Esta
conducción la llevó a través de experiencias de extraordinaria variedad dentro de
los dominios de la magia y del ocultismo. Ella aprendió a recibir mensajes de sus
Maestros y a transmitirlos a sus destinatarios, eludiendo valientemente cada peligro
y mala interpretación en su camino. Seguir el rastro de sus peregrinajes durante el
período de su aprendizaje, es verla a ella trabajando a través de todo el mundo.

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Parte de este tiempo lo pasó H. P. B. en las regiones del Himalaya, estudiando en
monasterios en los cuales se han preservado las enseñanzas de algunos de los más
eruditos y espirituales Maestros de los tiempos pasados. Ella estudió la Vida y las
Leyes de los mundos internos y las reglas que deben cumplirse para ganar el acceso
a los mismos. Como testimonio de esta etapa de su entrenamiento esotérico, nos ha
dejado una exquisita versión de axiomas espirituales en su libro The Voice of the
Silence (La Voz del Silencio).

En 1873, H. P. Blavatsky fue a los Estados Unidos de América para realizar la obra
que le había sido encomendada. Para cualquier espíritu menos valeroso, esto
hubiera parecido irrealizable, pero ella, una desconocida mujer rusa, irrumpió en el
movimiento Espiritista que entonces conmovía tan profundamente a América y en
menor grado a otros países. Las mentes científicas estaban ansiosas de descubrir el
significado de los extraños fenómenos y les resultaba difícil encontrar el camino en
el enorme conjunto de fraudes y engaños existentes. De dos maneras trató H. P. B. de
hallar una explicación a los mismos, o sea: 1) por la demostración práctica de sus
propios poderes; y 2) declarando que existía un antiquísimo conocimiento de las
más profundas leyes de la vida, estudiado y preservado por aquellos que podían
usarlo con seguridad y para realizar el bien, seres que en sus más altos rangos
recibían la denominación de “Maestros”, aunque también otros títulos eran usados
por Ellos, como ser Adeptos, Chohans, Hermanos Mayores, la Jerarquía Oculta,
etcétera.

Para substanciar sus declaraciones, H. P. B. escribió Isis Unveiled (Isis sin Velo), en
1877, y The Secret Doctrine (La Doctrina Secreta), en 1888, obras ambas
transmitidas a ella por los Maestros. En Isis Unveiled arrojó valerosamente el peso
de la evidencia recogida por ella en las escrituras del mundo y otros registros, en los
aspectos relativos a la ortodoxia religiosa, el materialismo científico, las creencias
ciegas, el escepticismo y la ignorancia. Ella tropezó con la injuria, pero el
pensamiento del mundo fue afectado e iluminado.

Cuando H. P. B. fue “enviada” a los estados Unidos, una de sus tareas más
importantes fue la de constituir una Sociedad, la cual fue denominada durante su
formación THE THEOSOPHICAL SOCIETY (Sociedad Teosófica) y tenía por objeto
“recoger y difundir el conocimiento de las leyes que gobiernan el Universo” 4. La
Sociedad invitaba a “la fraternal cooperación de todos los que pudieran comprender
la importancia de su campo de acción y tuvieran simpatía por los objetivos para los

4
Originalmente, en el Cap. 11 de los Estatutos

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cuales había sido organizada” 5. Esta “cooperación fraternal” llegó a convertirse en el
primero de los Tres Propósitos de la labor desarrollada por la Sociedad, los que por
muchos años han sido enunciados como sigue:

Primero: Formar el núcleo de una Fraternidad Universal de la Humanidad, sin


distinción de raza, creencia, sexo, casta o color.

Segundo: Fomentar el estudio comparativo de la Religión, la Filosofía y la Ciencia.

Tercero: Investigar las leyes inexplicables de la Naturaleza y los poderes latentes


latentes en el hombre.

Se le encomendó a Madame Blavatsky persuadiera al Coronel Henry Steel Olcott


para que cooperara con ella en lo concerniente a la formación de la Sociedad. Él era
un hombre altamente apreciado y muy conocido en la vida pública de América, y
tanto él como H. P. B. sacrificaron todo con el fin de desarrollar la tarea que los
Maestros les habían confiado.

Ellos fueron a la India en 1879 y allí establecieron los primeros fundamentos


firmes de su labor. La Sociedad se expandió rápidamente de país en país,
fuertemente apoyada por los hombres y mujeres para quienes habían resultado
convincentes su afirmación de servicio a la humanidad, la amplitud de su
plataforma, la claridad y lógica de su filosofía y la inspiración de su guía espiritual.
H. P. B. fue investida por los Maestros con la responsabilidad de impartir la Doctrina
Secreta o teosofía al mundo - ella fue la suprema instructora; y al Coronel Olcott le
fue delegada la terea de organizar la Sociedad, lo que realizó con notable éxito. Por
supuesto estos pioneros hallaron oposición e incomprensión, especialmente H. P. B.,
pero ella estaba preparada para cualquier sacrificio. Así ella había escrito en el
Prefacio de LA DOCTRINA SECRETA: “Estoy acostumbrada a las injurias, me hallo en
relación diaria con la calumnia, y ante la maledicencia me sonrío con silencioso
desdén”.

El período más efectivo y brillante de la vida de H. P. B. fue posiblemente el que


pasó en Inglaterra entre 1887 y 1891. Ya habían pasado en parte los efectos
causados por el injusto Informe de la “Society for Psychical Research” del año 1885,
acerca de los fenómenos que ella producía, como asimismo los de los ataques de los
misioneros cristianos de la India. A su incesante tarea de escribir, editar y atender la

5
En el Preámbulo original.

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correspondencia, se agregaba la tarea de instruir a sus discípulos para capacitarlos
en la prosecución de su obra. A este fin ella organizó, con la aprobación oficial del
Presidente (el Coronel Olcott), la Sección Esotérica de la Sociedad Teosófica. En el
año 1890 más de un millar de miembros de muchos países se encontraban bajo su
dirección.

LA DOCTRINA SECRETA se define por sí misma a través de su título, y “no expone


la Doctrina Secreta en su totalidad, sino un número seleccionado de fragmentos de
sus principios fundamentales”. 1) Ella indica: que puede lograrse una percepción de
las verdades universales a través de la comparación de la Cosmogénesis de los
antiguos; 2) proporciona una guía para revelar la verdadera historia racial de la
humanidad; 3) levanta el velo de la alegoría y del simbolismo para revelar la belleza
de la Verdad; 4) presenta al intelecto anhelante, a la intuición y a la percepción
espiritual, los “secretos” científicos del Universo para su comprensión. Ellos siguen
siendo secretos hasta tanto no sean comprobados.

H. P. B. falleció el 8 de mayo de 1891 y dejó a la posteridad el gran legado de


algunos de los más elevados pensamientos jamás presentados al mundo. Ella abrió
las por tanto tiempo cerradas puertas de los Misterios, reveló una vez más la verdad
sobre el Hombre y la Naturaleza y dio testimonio de la presencia sobre la tierra de la
Jerarquía Oculta que guarda y guía al mundo. Ella es reverenciada por muchos
millares, porque ella fue y es un faro que ilumina la senda a las alturas a las cuales
todos deben ascender.

JOSEPHINE RANSOM
Adyar, 1938.
(Traducido por J. D. y E. R. D.)

CÓMO FUE ESCRITA LA DOCTRINA SECRETA

1879. H. P. Blavatsky “inició la empresa de escribir un nuevo libro” el viernes 23 de


mayo de 1879 6. El coronel Olcott “le proporcionó un esquema para esta obra que
contenía ideas tan rudimentarias como aquellas que pueden originarse en uno que
no se propone ser el autor”7. El 25 de mayo, él mismo “ayudó a H. P. B. a escribir el
Prefacio de su nuevo libro”8; y el miércoles 4 de junio “ayudó a H. P. B. a terminar el
Prefacio...”9. Durante varios años no se hizo nada más, ya que H. P. B. y el coronel
6
Coronel Olcott, Diary
7
Ibid. 24 de mayo.
8
Ibid.
9
Ibid. Véase también Old Diary Leaves, II, pág. 90.

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Olcott se encontraban demasiado ocupados en organizar la Sociedad Teosófica en la
India merced a su personal esfuerzo, editando la revista The Theosophist y
atendiendo una voluminosa correspondencia.
1884. En el Suplemento de enero de The Theosophist apareció un aviso referente a
LA DOCTRINA SECRETA. Una nueva versión de “Isis Unveiled” (“Isis sin Velo”). El
aviso decía: Numerosas y apremiantes solicitudes han llegado de todas partes de la
India pidiendo se adopte algún plan para poner el material de estudio contenido en
“Isis Unveiled” al alcance de aquellas personas que no tienen recursos para comprar
al contado una obra tan costosa. Por otra parte, muchos, estimando demasiado
confuso el bosquejo de la doctrina revelada, claman por “m|s luz” y habiendo sin
duda comprendido mal la enseñanza, han supuesto erróneamente que estaba en
contradicción con las revelaciones posteriores, las cuales han sido completamente
mal entendidas, en no pocos casos. Por consiguiente, la autora, aconsejada por
algunos amigos, se propone editar la obra en una forma mejor y más clara, por
entregas mensuales. Todo lo que hay de importante en “Isis” para la comprensión
cabal de los temas ocultos y filosóficos allí tratados, será conservado, pero
reformándose el texto de tal modo que los materiales relativos a algún determinado
asunto se agrupen en la forma más compacta posible... Se proporcionará en esta
oportunidad información adicional respecto a temas ocultos que no era conveniente
revelar al público en la primera presentación de la obra, pero para lo cual se preparó
el terreno en los ocho años intermedios, especialmente por la publicación de “The
Occult World” (“El Mundo Oculto”), el “Esoteric Buddhism” (“El Buddhismo
Esotérico”) y otras obras teosóficas. Se encontrar|n también sugestiones que
arrojarán luz sobre muchas enseñanzas, hasta ahora mal entendidas, que se
encuentran en dichas obras... Se tiene el propósito de que cada entrega comprenda
setenta y siete páginas en octavo (o sea veinticinco páginas más que cada vigésima
cuarta parte de la obra original)... a completarse en unos dos años”. La primera parte
se “publicaría el 15 de marzo”.

La señora Blavatsky escribió al principio de este año a Mr. A. P. Sinnett diciéndole


que aun cuando él, en su obra Esoteric Buddhism (1883), había dado “al mundo
migajas de genuinas doctrinas ocultas”, no eran m|s que “fragmentos” que no
podían ser considerados como algo completo. No obstante encontrarse ella tan
enferma, “se preparaba ahora a pasar otra vez las noches en vela para escribir de
nuevo la totalidad de Isis Unveiled, llamándola LA DOCTRINA SECRETA y haciendo
tres o cuatro volúmenes de los originales, con la ayuda de Subba Row, que escribiría
la mayor parte de los comentarios y explicaciones” 10.

10
The Letters of H. P. Blavatsky to A. P. Sinnett, editado por A. T. Barker, pág. 64 (1925).

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El próximo aviso apareció en la página 68 del Suplemento de abril de The
Theosophist, en la forma siguiente: “LA DOCTRINA SECRETA, nueva versión de “Isis
Unveiled”. Con una nueva distribución del material, grandes e importantes
agregados, y copiosas Notas y Comentarios, por H. P. Blavatsky, Secretaria
Correspondiente de la Sociedad Teosófica. Con la colaboración de T. Subba Row
Garu, B. A., B. L., F. T. S., Consejero de la Sociedad Teosófica...” La primera parte debía
“publicarse el 16 de junio”. El aviso fue repetido, pero en la edición de junio, p|gina
92, la fecha de publicación fue postergada al 15 de agosto y luego al 15 de
septiembre - no habiendo avisos posteriores.

El Dr. A. Keighteley manifestaba que la primera noticia que él tuvo acerca de LA


DOCTRINA SECRETA fue el aviso en The Theosophist. “Me dijeron en 1884 -dice- que
la señora Blavatsky se encontraba ocupada en escribir un libro... que sería titulado
LA DOCTRINA SECRETA, que varias personas fueron consultadas con respecto a su
estructura y que todos los puntos discutibles de la Filosofía Hindú habían sido
sometidos a la consideración de... T. Subba Row, que a su vez había hecho algunas
sugerencias relativas al plan de la obra. Posteriormente supe que él cumplió lo
prometido, trazando un bosquejo muy vago que no fue adoptado” 11.

Cuando H. P. B. fue a Europa, llevó consigo los manuscritos y trabajaba en ellos en


cada momento libre. Encontrándose en París, de abril a junio, ella escribió a Mr.
Sinnett que “una de las razones por las cuales él (Mohini M. Chatterji) ha venido, es
la de ayudarme en la parte de sánscrito de la Doctrina Secreta... Le agradezco por su
intención de escribir el Prefacio de LA DOCTRINA SECRETA - yo no le pedí hacerlo,
pues los Mâhâtmas y Mohini aquí y Subba Row allí, bastan completamente para
ayudarme. Si Ud. considera que “el esquema no es practicable en su forma
anunciada” lo lamento por Ud. y por su intuición. Ya que el Gurú piensa de otra
forma, me arriesgaré más bien siguiendo sus directivas y consejos que no los de
Ud.... Decirme que yo “obraría con prudencia al ocuparme del reembolso de las
suscripciones y con el retiro del aviso”, es hablar puras trivialidades. Yo no me
comprometí a escribir de nuevo y a fastidiarme con ese libro infernal por mi propio
deleite... Pero mis propias predilecciones y deseos no tienen nada que ver con mi
deber. El Maestro ordena y quiere que la obra sea escrita de nuevo y yo lo haré;
tanto mejor para aquellos que quieran ayudarme en esta pesada tarea y tanto peor
para los que no lo hagan ni lo quieran hacer. Quién sabe, pero con la ayuda y
bendición de Dios el asunto puede, sin embargo, convertirse en “un espléndido

11
Reminiscences of H. P. Blavatsky and the “Secret Doctrine”, por la Condesa C. Wachtmeister y otros, pág. 96 (1893 ).

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trabajo”. Tampoco estaré nunca... de acuerdo con Ud. en que “es una locura intentar
escribir un libro semejante en entregas mensuales”, teniendo en cuenta que el Gurú
así lo ordena... De todos modos un capítulo “sobre los Dioses y Pitris, los Devas y los
Daimones, Elementarios y Elementales y otros fantasmas semejantes” ya est|
terminado. He encontrado y aplicado un método muy simple que me ha sido
proporcionado, y capítulo tras capítulo y parte tras parte serán escritos de nuevo
muy f|cilmente. Su sugerencia de que la nueva obra no “debe parecer una mera
reimpresión de Isis”, no aparece en ninguna parte del aviso... Dado que éste promete
únicamente “interpretar el material contenido en Isis” para ponerlo al alcance de
todos, y explicar y demostrar que las “revelaciones posteriores”, por ejemplo del
Esoteric Buddhism y otros asuntos de The Theosophist, no son contradictorios al
bosquejo de la doctrina revelada -aunque esta última está confusa en Isis; y ofrecer
en LA DOCTRINA SECRETA todo aquello que es importante en Isis, agrupando los
materiales relativos a un determinado tema, en vez de dejarlos dispersos a través de
los dos volúmenes, tal como están ahora- de eso resulta que me veo obligada a
tomar páginas enteras de Isis únicamente para ampliarlas y proporcionar
información adicional. Y a no ser que incluya muchas transcripciones de Isis, la obra
se convertirá en Isis o en Horus -nunca en lo que se prometió originalmente en la
‘Nota del Editor’- la cual le pido por favor que lea” 12.

W. Q. Judge, que también se encontraba en París (marzo y abril) fue atraído al


trabajo, como cualquier otra persona a quien H. P. B. hubiera considerado
capacitada para prestar ayuda. En la casa de campo del conde y la condesa
d’Adhémar, H. P. B. le pidió “repasar con cuidado las p|ginas de Isis Unveiled, con el
objeto de anotar en los márgenes los temas tratados... y... tales anotaciones fueron
sumamente útiles a ella” 13. La acumulación de material para el libro comenzó a
adelantar.

1885. En su Diary, el coronel Olcott anota en el día 9 de enero: “H. P. B. ha recibido


del (Maestro M.) 14 el plan para su “Doctrina Secreta”. Es excelente. Oakley y yo
intentamos hacerlo la noche pasada, pero éste es mucho mejor” 15.

La conspiración del matrimonio Coulomb obligó a H. P. B. a dejar Adyar y viajar a


Europa en marzo. H. P. B. llevó consigo el precioso manuscrito. “Cuando me
preparaba para subir al barco, Subba Row me recomendó escribiera LA DOCTRINA
SECRETA y le fuera mandando semanalmente lo escrito. Yo lo prometí y lo haré... ya
12
The Letters of H. P. Blavatsky to A. P. Sinnett, páginas 87-9.
13
Reminiscences, pág. 102.
14
Figura su criptograma únicamente en el Diary.
15
Oakley era Mr. A. J. Coper-Oakley. Véase también Old Diary Leaves, III, págs. 199-200.

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que él va a agregar notas y comentarios y después la Sociedad Teosófica la
publicar|” 16.

Fue en este año cuando el Maestro K. H. escribió (12): “Cuando LA DOCTRINA


SECRETA esté lista, ser| una triple producción de M. ., Upasika y mía” (13).
Después de haber trabajado H. P. B. en la soledad durante algunos meses en
Wurtzbugo, le fue “enviada” con el objeto de que le ayudara, la Condesa Constance
Wachtmeister, a quien le comunicó que la obra, una vez terminada, constaría de
cuatro volúmenes y “revelaría al mundo tanto de la doctrina esotérica como era
posible hacerlo en la presente etapa de la evolución humana”. Dijo también H. P. B.
que “no ser| antes del siglo próximo que los hombres comenzar|n a comprender y
discutir la obra de una manera inteligente” (14). La Condesa “fue encargada de la
tarea de preparar copias nítidas del manuscrito de H. P. B.” (15). Ella describe cu|n
profundamente fue herida H. P. B. por el informe de la Society for Psychical
Research (Sociedad de Investigaciones Psíquicas), y cómo esto afectó su labor,
obligándola a escribir doce veces una página que ella no podía terminar
correctamente debido al estado perturbado de su mente (16).

La Condesa relata que la circunstancia que más atrajo su atención y excitó su


sorpresa era la pobreza de la “biblioteca ambulante” de H. P. B. Sin embargo, sus
“manuscritos estaban llenos hasta desbordar de referencias, citas y alusiones,
provenientes de un cúmulo de obras raras y secretas sobre temas de la más variada
índole”. Algunas de estas obras o documentos podían encontrarse únicamente en el
Vaticano o en el Museo Brit|nico. “Pero era sólo verificación lo que ella necesitaba”.
La Condesa pudo obtener, por intermedio de sus amigos, la verificación de pasajes
“que H. P. B. había visto en la Luz Astral, con el título del libro, el capítulo, la página y
figuras, todo correctamente citado” - a veces en la Biblioteca Bodleian de Oxford y
otras en un manuscrito del Vaticano (17).

Muchas veces se pidió a H. P. B. que instruyera a otros, tal como lo había hecho con
el coronel Olcott y Mr. Judge, pero ella decía que de tener que molestarse
impartiendo enseñanzas, se vería obligada a abandonar LA DOCTRINA SECRETA
(18). Fue también tentada con la oferta de una gran remuneración si aceptaba
escribir para los periódicos rusos, sobre cualquier tema de su elección. Pero rechazó
el ofrecimiento diciendo que “para escribir una obra semejante a LA DOCTRINA
SECRETA debo mantener mi mente orientada en ese sentido” (19). “Día tras día ella
debía permanecer allí sentada escribiendo durante largas horas...” (20).

16
The Theosophist, marzo 1925, pág. 784.

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H. P. B. expresó al coronel Olcott su complacencia por enviarle los tres capítulos
terminados destinados a Subba Row para su examen y “corrección, agregados o
supresiones... Pero Ud. deberá ocuparse de la Introducción. Sinnett... persiste en
querer hacerlo, pero yo no puedo consentir únicamente por el hecho de que su
inglés sea más elegante y de que tenga buenas ideas para una distribución mecánica,
literaria pero no metafísica...” (21).
1886. De su carta fechada el 6 de enero de 1886 (22), dirigida al coronel Olcott, se
desprende que ella había abandonado la idea de que el nuevo libro tendría que ser
una revisión de Isis Unveiled. Olcott le envió un Prefacio para la obra Isis revisada, el
cual fue quemado prontamente por H. P. B., que le recomendó seleccionara de los
dos volúmenes de Isis todo lo que él quisiera, lo publicara por entregas y guardara el
dinero para la Sociedad. Esto fue hecho sin duda para aplacar a los suscriptores a los
que se les había prometido LA DOCTRINA SECRETA en entregas mensuales. En
cuanto a lo que se refiere a ella misma, se encontraba muy apremiada con LA
DOCTRINA SECRETA, porque ésta debía ser su “vindicación”. Ella tenía con “esta
DOCTRINA SECRETA que demostrar si existían o no los Maestros”, para responder a
la Society for Psychical Research, cuyo informe, estigmatizándola como impostora,
se encontraba todavía fresco en la memoria pública. De nuevo H. P. B. instaba al
coronel Olcott a asegurar la colaboración de Subba Row para todos los puntos
relacionados con el Advaitismo y el ocultismo de la antigua Religión Aria. Ella
requería su ayuda en lo referente a citas antiguas y su significado oculto, agregadas
a su propio texto. LA DOCTRINA SECRETA debía ser veinte veces más erudita, oculta
y explicativa. Ella le decía que quería mandarle dos o tres capítulos, pues de no ser
así hubiera comenzado la publicación de inmediato.

El 3 de marzo H. P. B. escribió a Mr. Sinnett que, con respecto a LA DOCTRINA


SECRETA, había “una nueva revelación y un nuevo escenario cada mañana. Yo vivo
nuevamente dos vidas. El Maestro estima que me resulta demasiado difícil mirar
conscientemente en la luz astral para mi DOCTRINA SECRETA y entonces... estoy
facultada para ver todo lo que debo ver como si fuera a través de mis sueños. Veo
largos y grandes rollos de papel, sobre los cuales están escritas las cosas y las
recuerdo. De este modo me fueron mostrados todos los Patriarcas desde Adán a Noé
-paralelamente con los Rishis; y en el medio de ellos, el significado de sus símbolos-
o personificaciones. Por ejemplo, Set de pie con Brighu, representando la primara
sub-raza de la Raza raíz; significando, antropológicamente -primera sub-raza
humana dotada de palabra, perteneciente a la 3ª Raza; y astronómicamente- (sus
años, 912 a.) significando la duración del año solar en aquel período, la duración de
su raza y muchas otras cosas simultáneamente. Finalmente, Enoch que simboliza al

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año solar cuando fue establecida nuestra duración presente de 365 días - (Dios lo
llevó cuando él tenía 365 años de edad), y así sucesivamente. Esto es muy complejo
pero yo espero poder explicarlo en forma suficientemente clara. He finalizado un
enorme Capítulo Preliminar, Preámbulo o Prólogo, llámelo como quiera, justamente
para mostrar al lector que el texto tal como se desarrolla, con cada Sección
empezando con una página traducida del Libro de Dzyan y del Libro Secreto de
“Maytreya Buddha”... no es ficción. Me fue ordenado hacerlo así para presentar un
rápido bosquejo de lo que se conocía históricamente y en literatura, en historia
clásica, profana y sagrada -durante los 500 años que precedieron al período
Cristiano y los 500 años posteriores- acerca de la magia; la existencia de una
Doctrina Secreta Universal, conocida por los filósofos e iniciados de cada uno de los
países y hasta por varios padres de la Iglesia tales como Clemente de Alejandría,
Orígenes y otros, los cuales a su vez fueron iniciados. Igualmente para describir los
Misterios y algunos ritos; y puedo asegurarle que serán divulgadas las cosas más
extraordinarias, toda la historia de la Crucifixión, etc., mostrándose que está basada
en un rito tan viejo como el mundo -la Crucifixión del Candidato sobre el Torno-,
pruebas, descenso al infierno, etc., todo ello es Ario. Toda la historia completa, hasta
ahora ignorada por los orientalistas - se encuentra exactamente en forma exotérica
en los Purânas y Brâhmanas, y con esto explicada y suplementada con lo que
proporcionan las interpretaciones Esotéricas... Tengo información para llenar veinte
volúmenes como Isis, lo que me falta es el lenguaje, la habilidad para compilarlos.
Bien, Ud. verá pronto este Prólogo, la breve reseña de los Misterios que vienen en el
texto, el cual llena 300 p|ginas tamaño oficio” (23).

“Semejantes cuadros, panoramas, escenas, dramas antediluvianos en todo eso”


(24).

Escribiendo desde Wurtzburgo, el 12 de marzo a Mr. Sinnett, la Condesa


Wachtmeister le decía que ella había llegado “a encontrarse tan confundida con las
“Estancias” y los “Comentarios” que no podía hacer nada al respecto. Entonces la
señora Blavatsky escribió las primeras con tinta roja y las últimas con tinta negra y
ahora son mucho más fáciles de comprender por no existir más confusión de
ideas...” (25).

H. P. B. decidió pasar el verano de este año en Ostende y llevó el manuscrito de LA


DOCTRINA SECRETA consigo. Hubo demoras en el viaje, pero ella arribó finalmente
el 8 de julio y encontró habitaciones apropiadas donde fijó su residencia y se le unió
la Condesa a los pocos meses. H. P. B. escribió el 14 de julio (26) al coronel Olcott
que le estaba remitiendo el manuscrito el cual no debía retener más de un mes y que

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la publicación por entregas debía comenzar este otoño, y el público pagaría por
adelantado únicamente por lo que estuviera en manos de los editores. La obra debía
ser publicada simultáneamente por Redway en Inglaterra (27) y Bouton (el editor
de Isis) (28) en América. Ella enviaría a Olcott “el Prefacio al Lector y el mejor
capítulo de LA DOCTRINA SECRETA propiamente dicha. Hay más de 600 páginas
tamaño oficio para un Libro Introductivo Preliminar”, y ella repite que ya escribió a
Mr. Sinnett respecto a la naturaleza de lo que constituía este borrador. H. P. B.
mandaría esto siempre que Subba Row aprobara el Capítulo primero, compuesto
por las “Siete Estancias tomadas del LIBRO DE DZAN (o Dzyan)...” con comentarios.
Ella no podía desprenderse del manuscrito por no tener copia ni disponer de nadie
para copiarlo.

Sin embargo, parece que la Condesa regresó a tiempo para copiar la mayor parte,
si no todo, de lo que H. P. B. había terminado. H. P. B. escribió a ambos, a Mr. Sinnett
el 21 de septiembre (29) y al coronel Olcott el 23 del mismo mes (30), diciendo que
había despachado el volumen I de LA DOCTRINA SECRETA a Adyar y que ahora
estaba trabajando sobre el Arcaico. Advierte que hay “en el primer volumen
Introductivo, Siete Secciones (o Capítulos) y 27 Apéndices, varios Apéndices
agregados a cada Sección de 1 a 6, etc. Ahora bien, todo esto formará algo más o por
lo menos un volumen, que no es LA DOCTRINA SECRETA, sino un prefacio a la
misma. Este volumen es absolutamente necesario, porque sin el mismo y
comenzando con el tomo referente a lo Arcaico, la gente se volvería loca ante la
lectura de p|ginas demasiado metafísicas...”. H. P. B. permitía una cierta libertad de
arreglo, pero pedía no se perdieran las páginas sueltas ni se permitiera la mutilación
del manuscrito... “Recordad que ésta es mi última gran obra, y no podría escribirla
de nuevo si se perdiera, para aprovechar mi vida o la de la Sociedad, lo que es
m|s...”. “Casi todo es proporcionado por el “Viejo Señor” y “Maestro” (31).

Este manuscrito fue recibido por el coronel Olcott el 10 de diciembre (32), quien
dijo en su discurso anual (33): “El manuscrito del primer volumen me ha sido
remitido y se encuentra en revisión...”, agregando que este primer tomo o Volumen
Introductivo, pronto sería publicado en Londres y en Nueva York. Pero Subba Row
se negó a hacer otra cosa que leerlo, porque estaba tan lleno de errores que él
hubiera necesitado escribirlo todo de nuevo (34).

El manuscrito del año 1886 es un documento extremadamente interesante. Está


escrito de puño y letra de la Condesa Wachtmeister y otros y algunas de las
Estancias lo están en tinta roja, tal como fue sugerido. Se inicia con una sección
titulada “A los lectores”. El primer p|rrafo comienza con la sentencia: “El error se

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precipita por un plano inclinado, mientras que la verdad tiene que ir penosamente
cuesta arriba” (35). La Introducción de la obra publicada fue considerablemente
ampliada. En ella fue incluida la parte que empieza: “El Volumen I de “Isis” comienza
con una referencia a un libro antiguo” (36); la cual era la Sección I del Capítulo I en
el manuscrito, aunque sólo parcialmente usada y alterada. Trataba de los
prometidos libros Herméticos y otros de la antigüedad. La Sección II, que se refería a
“Magia Blanca y Negra, teórica y pr|ctica”, fue publicada con suplementos y cambios
en el tercer volumen (1893) y quedó esencialmente casi literalmente sin cambios. La
Sección III relativa a Álgebra Trascendental y las “Revelaciones de Dios” sobre la
representación de los Nombres Místicos, es la Sección X del Volumen III, con la
subsección I, Matemáticas y Geometría -las Claves de los Problemas Universales;
mientras que la subsección 2 en el manuscrito se transformó en Sección XI del
Volumen III-, el Hexágono con el punto central, etc. En el manuscrito esto comienza:
“Discutiendo sobre la virtud de los nombres (Baalshem), las opiniones de Molitor”,
etc. La Sección IV con la subsección I, “Quién era el adepto de Tyana”, que comienza
con: “A semejanza de la mayoría de los héroes de la antigüedad...”, se encuentra en la
p|gina 120 del Volumen III. La Subsección 2, “La Iglesia Romana teme la publicación
de la vida real de Apolonio”, no est| terminada en el manuscrito, interrumpiéndose
en las palabras “o Alejandro Severo...”, p|gina 136 del Volumen III.

La Sección V, “Los Kabeiri o Dioses Misteriosos -Qué dicen sobre ellos los antiguos
cl|sicos”, figura en el Volumen III, p|gina 315, bajo el título de Simbolismo del Sol y
las Estrellas, y comienza en la misma forma con la cita tomada de Hermes. En el
Apéndice I o “El culto de los Ángeles a la Estrella en la Iglesia Romana, su
restablecimiento, desarrollo e historia”, H. P. B. comienza diciendo que el material
“ha sido compilado de varias fuentes, documentos en los archivos del Vaticano”, etc.
El texto comienza: “A mediados del siglo VIII a. J. el Arzobispo Adalberto de
Magdeburgo...”. Este Apéndice fue publicado en Lucifer, en julio de 1888, páginas
355-65. H. P. B. lo amplió y agregó más notas.

Lo expuesto se considera suficiente como para que los lectores se convenzan de


que el Volumen III, publicado en 1897, estaba integrado por un material
auténticamente perteneciente a H. P. B.

Con motivo del centenario del nacimiento de H. P. B., en 1931, la Editorial


Teosófica de Adyar (The Theosophical Publishing House) tenía el propósito de
publicar por primera vez el borrador original del Volumen I de LA DOCTRINA
SECRETA, tal como fue preparado en 1886 y enviado al coronel Olcott para su
aprobación por Subba Row. Este proyecto fue abandonado debido a la gran

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dificultad que presentaba la preparación del manuscrito para su impresión y su
corrección página por página sin apartarse del original, el desorden que había en lo
referente al uso de comillas, paréntesis, etc., y los inconvenientes existentes en
descifrar dónde las comas significaban guiones o viceversa... (37).
La segunda parte del manuscrito del año 1886 lleva como encabezamiento: LA
DOCTRINA SECRETA. Parte I. Período Arcaico. Capítulo I. Un vistazo a la Eternidad.
La Evolución Cósmica en Siete Etapas.
La Sección Primera se titula “P|ginas de un Período Prehistórico” y comienza con
las palabras: “La que escribe estas líneas tiene a la vista un manuscrito arcaico, una
colección de hojas de palma impermeables a la acción del agua, del fuego y del aire,
por un procedimiento específico desconocido”. Inmediatamente después el texto se
refiere al círculo con un punto en el centro, pero no menciona el inmaculado disco
blanco. Después de veinticuatro páginas de texto se incluye la primera Estancia y se
promete un glosario general para cada capítulo en un Apéndice adjunto. Las notas
relativas a cada Estancia son hechas con llamadas al pie de la página, y no en el
texto, como en la edición de 1888. El comentario correspondiente a esta Estancia
comienza con la frase: “LA DOCTRINA SECRETA se basa en tres proposiciones
fundamentales”. Estas palabras se encuentran en la p|gina 14 del Proemio de la
edición de 1888 y en la página 42 de la edición de 1893. Luego sigue lo que
pertenece a los Comentarios en el volumen publicado y todas las notas sobre cada
Estancia se dan subsiguientemente y no Sloka por Sloka.

Del Volumen o Libro II, hay solamente unas pocas páginas en el manuscrito,
diecinueve en total. Se titula “Cronología Arcaica, Ciclos, Antropología”, y son en
parte un molde tosco de las “Notas preliminares” del volumen publicado y en parte
una breve indicación acerca de la línea de enseñanza relativa a Cronología y Razas,
de lo cual el Volumen trata (38).

Al recibir este manuscrito el coronel Olcott declaró que “aun una r|pida lectura ha
convencido mejor a los críticos que a sí mismo de que la obra será una de las más
importantes contribuciones jamás ofrecidas al conocimiento filosófico y científico,
un monumento a su docta autora y una distinción para la Biblioteca de Adyar, de la
cual ella es uno de los fundadores” (39). En su Discurso Anual también manifestó
que la obra se extendería a unos cinco volúmenes, el primero de los cuales pronto
sería publicado en Londres y en Nueva York (40).

1887. En su carta del 4 de enero al coronel Olcott, decía H. P. B. que se alegraba de


que le hubiera gustado el Proemio, pero que éste era sólo un volumen preliminar y
que la verdadera doctrina seguiría después. Ella menciona a un joven inglés llamado

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E. D. Fawcett que la ayudó en Wurtzburgo y Ostende y más tarde en Inglaterra,
especialmente en aquellas partes del segundo volumen relativas a la hipótesis de la
evolución. “Él sugirió, corrigió y escribió, y varias páginas de su manuscrito fueron
incorporadas por H. P. B. a su obra”. “Proporcionó muchas citas de las obras
científicas, así como muchas ratificaciones de las doctrinas ocultas derivadas de
fuentes similares” (41).

H. P. B. pidió nuevamente que Subba Row revisara el manuscrito, permitiéndole


que hiciera lo que quisiera con el mismo -”le doy carta blanca. Tengo m|s confianza
en su sabiduría que en la mía, ya que puedo interpretar mal en muchos puntos tanto
al Maestro como al Viejo Señor. Ellos me proporcionan solamente los hechos y
raramente dictan en forma continua... Yo sé que estos hechos son todos originales y
nuevos...” (42).

En enero ella escribió a Mr. Sinnett, diciéndole que le había enviado la Doctrina
Arcaica antes de que estuviera realmente terminada porque ella estaba
“escribiéndola de nuevo, agregando y suprimiendo, tachando y reemplazando con
notas recibidas de mis AUTORIDADES” (43). Su texto fue mostrado al Profesor (Sir)
W. Crookes. H. P. B. escribió más tarde a Mr. Sinnett que LA DOCTRINA SECRETA
“crece, crece y crece” (44).

En Ostende prosiguió la paciente labor, pero H. P. B. cayó enferma, llegando a


encontrarse en peligro de muerte, por lo que “ella creyó que el Maestro le permitiría
por fin ser libre”. Se encontraba “muy preocupada por LA DOCTRINA SECRETA” y
recomendó a la Condesa que “cuidara mucho sus manuscritos y transmitiera todo al
coronel Olcott, con directivas para publicarlos” (45). Mas H. P. B. curó
“milagrosamente” de nuevo una vez m|s. Ella dijo: “El maestro estuvo aquí y me dio
a elegir entre morir y quedar libre o seguir existiendo y terminar LA DOCTRINA
SECRETA..., cuando yo pensé en aquellos estudiantes a los cuales se me permitía
enseñar unas pocas cosas y en la Sociedad Teosófica en general, a la cual yo había
dado ya la sangre de mi corazón, acepté el sacrificio...” (46).

El Dr. A. Keightley encontró a H. P. B. residiendo en Ostende y trabajando


duramente. Él dice: “Me fue entregada una parte del manuscrito con el pedido de
enmendar, cortar y revisar la redacción del texto inglés; de hecho, tratarlo como si
fuera mío propio... El manuscrito se encontraba entonces separado por secciones,
similares a aquellas incluidas bajo los encabezamientos de “Simbolismo” y
“Apéndices” en los volúmenes publicados. Lo que yo vi era un montón de páginas
escritas sin arreglo definido, muchas de las cuales habían sido copiadas con

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paciencia y cuidado por la Condesa Wachtmeister. La idea que se tenía, era la de
conservar un ejemplar en Europa, mientras el otro era enviado a la India para su
corrección por varios colaboradores nativos. La mayor parte fue enviada
posteriormente, pero alguna razón impidió la colaboración.

“Lo que me sorprendió m|s en la parte que me fue dada a leer... fue la enorme
cantidad de citas provenientes de diversos autores. Yo sabía que no había allí
biblioteca para consultar y pude ver que los libros que tenía H. P. B. no alcanzaban a
treinta volúmenes en su total, de los cuales algunos eran diccionarios y otras obras
contaban con dos o más tomos. En esta oportunidad no vi las ESTANCIAS DE
DZYAN, si bien varios párrafos del Catecismo Oculto estaban incluidos en el
manuscrito” (47).

En la primavera, varios miembros de la Sociedad Teosófica persuadieron a H. P. B.


a que viniera a Londres, donde ella podría estar mejor cuidada. Así ella se trasladó
allí con todos sus manuscritos el 1º de mayo. Durante todo el verano los dos
Keightley estuvieron ocupados en leer, releer, copiar y corregir el manuscrito, el
cual formaba una pila de casi un metro de altura. Después de pasar algunos meses
en Norwood, H. P. B. se instaló en setiembre en la calle Landsdowne Road Nº 17. Ella
entregó a los dos capaces y devotos jóvenes, el Dr. A. Keightley y su sobrino Bertram
Keightley, todo el montón de manuscritos para clasificar el material y presentar sus
sugerencias al respecto, ya que en aquella época no estaba constituido en base a
ningún plan ni tenía continuidad. Ellos, finalmente, recomendaron dividir la obra en
cuatro volúmenes relativos a: 1) la Evolución del Cosmos; 2) la Evolución del
Hombre; 3) las Vidas de algunos grandes Ocultistas; 4) Ocultismo práctico; y que
cada volumen debería ser dividido en tres partes: 1) Las ESTANCIAS y Comentarios;
2) Simbolismo; 3) Ciencia. Todo esto fue debidamente aprobado por H. P. B.

“El próximo paso fue leer del principio al fin nuevamente el manuscrito y hacer un
reordenamiento del material perteneciente a los temas que se incluían bajo los
encabezamientos de Cosmogonía y Antropología, los cuales deberían formar los dos
primeros volúmenes de la obra. Cuando todo esto fue terminado y H. P. B.
debidamente consultada dio su aprobación, el total del manuscrito fue escrito a
máquina por manos profesionales, releído, corregido y comparado con el original, y
todas las citas en griego, hebreo y sánscrito fueron insertadas por nosotros. Se hizo
evidente entonces que todo el texto de los Comentarios correspondientes a las
Estancias apenas llenaba unas veinte páginas de la obra, ya que H. P. B. no se había
ajustado estrictamente a su texto al escribir. Entonces nosotros le hablamos
seriamente y le sugerimos que escribiera un comentario apropiado, tal como ella lo

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había prometido a sus lectores en sus palabras iniciales...”. El problema fue
solucionado así: “Cada Sloka de las Estancias fue escrita (o recortada de la copia
dactilografiada y pegada en la parte superior de una hoja de papel), y luego, en una
hoja suelta prendida con alfileres a la misma, se escribían todas las preguntas que el
tiempo nos permitía encontrar sobre cada Sloka... H. P. B. suprimía gran número de
ellas, nos hacía escribir aclaraciones más completas o nuestras propias ideas...
acerca de lo que sus lectores esperaban que ella dijera, escribía más ella misma,
agregando lo poco que había escrito anteriormente sobre aquella particular Sloka y
así el trabajo fue realizado...” (48).

Bertram Keightley escribió: “De los fenómenos relacionados con LA DOCTRINA


SECRETA tengo poco que decir. He visto y verificado no pocas citas acompañadas de
abundantes referencias provenientes de libros que nunca estuvieron en la casa, citas
verificadas después de horas de búsqueda de algún libro raro, a veces en el Museo
Británico. Al cotejarlas encontré ocasionalmente el hecho curioso de que las
referencias numéricas estaban invertidas, por ejemplo, página 321 por página 123,
lo cual ilustra la reversión de los objetos cuando son vistos en la luz astral...” (49).
Por otra parte, las citas eran “exactas en sumo grado” (50).

El coronel Olcott manifestó en The Theosophist (51): “Es agradable saber que LA
DOCTRINA SECRETA crece constantemente. Mr. Sinnett nos escribe diciendo que ya
se ha preparado una cantidad de material suficiente como para llenar un volumen
de “Isis”... Aunque el Administrador ya ha ofrecido hace tiempo devolver el importe
de las suscripciones adelantadas (unas 3.000 rupias), apenas unos pocos
suscriptores se han aprovechado de ello...”. En su Discurso Anual, en diciembre, el
coronel Olcott dijo que H. P. B. le había enviado “el manuscrito de cuatro de los
probables cinco volúmenes de LA DOCTRINA SECRETA para su examen, y que
esperaba que el primer volumen sería editado en Londres durante la próxima
primavera” (52).

1888. Al principio de este año H. P. B. ofrecióle otra vez a Subba Row enviarle el
manuscrito, pero con el mismo resultado. En febrero, ella comunicó a Olcott que
Tookarâm Tatya había escrito diciendo que Subba Row estaba dispuesto a prestar
ayuda y a corregir “mi DOCTRINA SECRETA, siempre que yo suprima toda referencia
a los Maestros!... Entenderá él que yo debo negar la existencia de los Maestros o que
no los comprendo y altero los hechos que se me dan... Fui yo quien trajo... la
evidencia de nuestros Maestros al mundo y a la Sociedad Teosófica. Lo hice porque
ellos me mandaron ejecutar la tarea a título de nuevo experimento en este siglo XIX,
y la realicé tratando de dar lo mejor de mi saber...” (53).

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Las repetidas negativas de Subba Row paa prestar ayuda, llegaron a ser conocidas.
Un grupo americano, encabezado por Mr. Judge, escribió a H. P. B. para manifestarle
que se tenía conocimiento de que se le había pedido a ella no publicara LA
DOCTRINA SECRETA, por el temor de que la obra pudiera ser antagónica a algunos
Pandits hindúes, los cuales podrían atacarla o ridiculizarla. Ellos rogaban a H. P. B.
que no prestara atención a esta circunstancia y publicara LA DOCTRINA SECRETA lo
antes posible (54). Un grupo hindú, encabezado por N. D. Khandalavala y Tookarâm
Tatya, no se plegó a estos comentarios y expresó que de encontrarse H. P. B. en la
India, el libro ya habría visto la luz desde mucho tiempo antes. Ellos opinaban que H.
P. B. no se encontraba correctamente informada acerca de las sugerencias de hacer
la obra más exacta en sus alusiones a la literatura hindú, y que unos pocos amigos
simpatizantes podrían resolver fácilmente el problema de revisar la obra (55).

Bertram Keightley escribió desde Londres que la publicación de LA DOCTRINA


SECRETA había comenzado y que tan pronto como la magnitud y costo de la obra
hubieran sido definitivamente calculados, se fijaría el precio para los suscriptores y
se les mandaría una circular dándoles la opción de recibir la obra o de recuperar su
dinero, el cual había estado sin tocar en el Banco desde que ellos lo abonaron. “LA
DOCTRINA SECRETA es un tema tan vasto y se ramifica en tantas direcciones, que
su manejo exige enorme labor, sin posibilidad de fijar por adelantado el número o
tamaño de los volúmenes requeridos” (56).

“...cuando el manuscrito de esta obra no había abandonado todavía mi mesa de


trabajo”, escribía H. P. B., “y LA DOCTRINA SECRETA era totalmente desconocida al
mundo, ya fue denunciada como el producto de mi cerebro y nada más. Estos son los
términos lisonjeros con los cuales el Evening Telegraph (de América) se refirió a esta
obra todavía no publicada en su edición del 30 de junio: “... Entre los libros
fascinantes para Julio se encuentra el nuevo trabajo de Madame Blavatsky sobre
Teosofía...(!) LA DOCTRINA SECRETA. Pero el hecho de que ella pueda elevarse
sobre la ignorancia del Brahmin... (!?) no es prueba de que todo lo que dice sea
verdad...” (57).

Cuando el coronel Olcott viajaba hacia Inglaterra en agosto, recibió una carta en su
camarote en la cual el Maestro K. H. le decía: “También he captado sus pensamientos
sobre LA DOCTRINA SECRETA. Tenga la seguridad de que todo lo que ella no ha
tomado de los libros científicos y otras obras, ha sido dado o sugerido por nosotros.
Cada error y noción errónea, corregido y explicado por ella, de las obras de otros
Teósofos, fue corregido por mí o bajo mi indicación. Es un trabajo más valioso que el

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precedente, un epítome de verdades ocultas que será una fuente de información y
enseñanza para los estudiantes serios durante los largos años por venir” (58). A su
llegada a Londres, el coronel Olcott encontró a H. P. B. trabajando en su escritorio
desde la mañana a la noche, preparando copias y leyendo pruebas de LA DOCTRINA
SECRETA. Ambos volúmenes debían aparecer en aquel mes (agosto). Agrupados
alrededor de ella se encontraban devotos Teósofos que habían adelantado 1.500
libras esterlinas para editar LA DOCTRINA SECRETA y otras publicaciones. “Aun
para LA DOCTRINA SECRETA hay una media docena de Teósofos que han estado
ocupados en editarla, me han ayudado a arreglar el material, corregir el inglés
imperfecto, y prepararla para la imprenta. Pero lo que ninguno de ellos, del primero
al último, reclamará jamás, es haber aportado la doctrina fundamental, las
conclusiones filosóficas y enseñanzas. Nada de eso he inventado yo, sino que
simplemente he transmitido a otros lo que me fue enseñado” (59).

Durante esta época H. P. B. estuvo sobrecargada de trabajo y decayendo en salud.


“Hubo un aumento de trabajo como para levantarse muy temprano y trabajar hasta
muy tarde... Se examinaron los presupuestos de la imprenta. Ciertos requerimientos
como el tamaño de las páginas y márgenes eran puntos particulares a discutir con H.
P. B., como también el espesor y la calidad del papel... Una vez decididos estos
detalles, el libro comenzó a entrar en prensa..., pasó a través de tres o cuatro manos,
además de las de H. P. B., en sus dos juegos de pruebas de galera para su revisión.
Ella fue su propio y más severo corrector y estaba propensa a tratar las pruebas
como si fueran un manuscrito, con resultados alarmantes en el renglón de la factura
correspondiente a correcciones. Luego vino la redacción del Prefacio y finalmente el
libro salió” (60), “un tesoro inigualado de sabiduría oculta” (61).

“H. P. B. fue feliz ese día” (62).

En la introducción al Volumen I, ella escribió: “Nada tengo, por lo tanto, que decir a
mis jueces pasados y futuros... Pero al público en general y a los lectores de LA
DOCTRINA SECRETA puedo repetirles lo que he venido diciendo durante todo este
tiempo, y sintetizo ahora en las palabras de Montaigne: Señores: Aquí tengo un
ramillete de flores escogidas: nada hay en él mío, sino el cordón que las ata” (63).

En octubre, la tan largamente esperada DOCTRINA SECRETA fue “publicada


simultáneamente en Londres y Nueva York... La primera edición inglesa de 500
ejemplares se agotó antes del día de su publicación y una segunda se encuentra en
preparación” (64). Esta Segunda Edición apareció antes de terminarse el año.

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La edición completa fue impresa por The H. P. B. Press, Printers to the Theosophical
Society, y la edición inglesa fue debidamente registrada en Stationers’ Hall, mientras
que la edición simult|nea americana había sido “Registrada de acuerdo con la Ley
del Congreso en el año 1888, por H. P. Blavatsky, en la oficina de la Biblioteca del
Congreso en Washington, D.C.”
Los diarios no prestaron mucha atención a LA DOCTRINA SECRETA, pero la
demanda por la obra fue continua. “Esto es curioso”, comentó el London Star,
“considerando que el libro es de una naturaleza m|s oculta y difícil que cualquiera
anterior” (65).

En su Prefacio, H. P. B. se excusaba por la larga demora en la publicación de la obra,


ocasionada por su mala salud y la magnitud de la empresa. Ella escribió: “Aun los
dos volúmenes dados a luz no completan el plan, ni siquiera agotan los asuntos de
que tratan... Si los presentes volúmenes son recibidos de un modo favorable, no se
perdonará esfuerzo alguno para completar la obra. El tercer volumen se encuentra
completamente listo, el cuarto casi lo est|” (66).

“Cuando por primera vez se anunció la preparación de la obra, no era el plan actual
el que se tenía a la vista”. H. P. B. se refiere luego a su intención original de hacer de
esta obra una revisión de Isis Unveiled, pero a causa de la diferencia de tratamiento
requerido “los volúmenes actuales no contienen, en total, ni veinte páginas
extractadas de Isis Unveiled”.

Refiriéndose a los volúmenes a publicarse en el futuro, ella dijo: “En el Volumen III
de esta obra (el que conjuntamente con el IV se encuentra casi preparado) se
ofrecerá una breve historia en orden cronológico de todos los grandes adeptos
conocidos por los antiguos y los modernos, como así también un bosquejo general
de los Misterios, su génesis, crecimiento, decadencia y desaparición final -en Europa.
Estas materias no tendrían cabida en lo que ahora fue publicado. El Volumen IV
estará dedicado casi exclusivamente a Enseñanzas Ocultas” (67). Con referencia a las
especulaciones erróneas de los orientalistas respecto a “los Dhy}ni-Buddhas y sus
correspondencias terrestres, los Mânushi-Buddhas”, H. P. B. dijo que “el principio
real est| insinuado en un volumen subsiguiente (véase “El misterio sobre Buddha”),
y ser| explicado con m|s detalle en su propio lugar” (68). Esto sin duda se refiere a
“El misterio de Buddha” (69). Es probable que esto fuera lo que ella quiso significar
cuando dijo en 1886: “El triple Misterio es divulgado” (70).

Sus palabras finales en LA DOCTRINA SECRETA, en la edición de 1888, fueron: “Se


ha comenzado a talar y desarraigar los mortíferos árboles ponzoñosos de la

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superstición, prejuicios y vanidosa ignorancia, de modo que estos dos volúmenes
deberían constituir para el estudiante un preludio adecuado a los Volúmenes III y IV.
Hasta que no se hayan barrido los desechos de los siglos de las mentes de los
Teósofos, a quienes estos volúmenes se dedican, será imposible que las enseñanzas
de naturaleza más práctica contenidas en el Volumen III puedan ser comprendidas.
En consecuencia, dependerá enteramente de la recepción que encuentren los
Volúmenes I y II en manos de los Teósofos y Místicos que estos dos últimos
volúmenes sean publicados o no, aunque ya están casi terminados” (71).

La comparación de estas declaraciones con la realidad demuestra que éstas y


aquélla concuerdan, así por ejemplo las páginas 1-432 del Volumen III,
proporcionan el bosquejo histórico de algunos de los más grandes adeptos; y las
páginas 433-594 exponen el Ocultismo Práctico, enseñado por H. P. B. a sus
discípulos y “originalmente propagado privadamente entre un gran grupo de
estudiantes... Los apuntes... fueron ahora publicados, y de este modo se agotaron las
reliquias literarias de H. P. B.” (72).

1890. Escribiendo en Lucifer (73), dijo H. P. B. que la demanda por la “enseñanza


mística” ha llegado a ser tan grande que resulta difícil satisfacer los pedidos. “Aun
LA DOCTRINA SECRETA, la más abstrusa de nuestras publicaciones -no obstante su
precio prohibitivo, la conspiración del silencio y los sucios y desdeñosos sarcasmos
dirigidos a la obra por algunos diarios- ha resultado un éxito financiero”.

1891. Al finalizar el año 1891 la Segunda Edición de LA DOCTRINA SECRETA se


encontraba agotada. G. R. S. Mead y la señora Annie Besant se encargaron de realizar
una nueva edición. Mr. Mead había sido secretario privado de H. P. B. durante varios
años y afirmaba haber editado, en una u otra forma, casi todo lo que ella había
escrito en inglés...(74). Él fue la figura principal relacionada con la nueva edición y
aplicó su admirable erudición y su conocimiento de los deseos de H. P. B. a la tarea
de enmendar la parte gramatical y otros errores del texto. Una “Noticia Importante”
fue publicada en las principales revistas teosóficas en estos términos: “Edición
revisada de LA DOCTRINA SECRETA. Agotada la segunda edición de la obra maestra
de H. P. B., una tercera edición debe iniciarse inmediatamente. Se está realizando un
gran esfuerzo para revisar totalmente la nueva edición, y los editores piden
encarecidamente a todos los estudiantes que lean esta noticia, que envíen listas de
los errores observados lo más completas posibles. Todas las verificaciones de
referencias y citas, faltas de ortografía, errores del índice, observaciones respecto a
pasajes poco claros, etcétera, serán recibidos con la mayor gratitud. Es muy

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importante que la Errata de la primera parte del Volumen I sea enviada
inmediatamente.

Annie Besant. G. R. S. Mead” (75).

1895. “La edición revisada fue una empresa que demandó mucho trabajo y los
editores hicieron todos los esfuerzos posibles para verificar cada cita y corregir los
numerosos errores de forma de las ediciones anteriores. Los editores no tenían
derecho a corregir los errores de concepto...” (76). El Índice correspondiente a la
primera y segunda edición no era muy adecuado. Mr. A. J. Faulding se dedicó a
preparar otro nuevo y m|s amplio, el cual fue encuadernado separadamente. “Por su
gran labor, nosotros y todos los estudiantes somos sus deudores...” (77). Este Índice
ha demostrado desde entonces ser enteramente satisfactorio. algunas ampliaciones
se hicieron en la edición de Adyar, en la que el Índice de todos los volúmenes se
encuentra combinado en uno solo.

1896. Existían, naturalmente, algunas partes de los manuscritos de H. P. B. que


habían sido desechadas. Éstas fueron recogidas por la señora Besant y preparadas
para su publicación. En el transcurso de esta preparación se encontraron unos
cuantos manuscritos que aparentemente no formaban parte de LA DOCTRINA
SECRETA y fueron publicados en Lucifer. Eran los siguientes: 1) “Espíritus” de varias
clases (78); 2) Buddhismo, Cristiandad y Falicismo (79); 3) Fragmentos: Idolatría;
Avataras; Iniciaciones; Acerca de los Ciclos y falacias modernas (80).

1897. El tercer Volumen fue puesto en venta el 14 de junio, puntual y


simultáneamente, en Chicago y Londres. Fue saludado ansiosamente y obtuvo una
venta constante... (81).

Cuando Mr. Jinarâjadâsa se encontraba buscando en los Archivos tratando de


reunir material disperso, encontró una página sola de un borrador diferente, de
puño y letra de H. P. B., de Comentarios y notas sobre la Estancia I. Un facsímil de la
misma fue reproducido en The Theosophist (82). La señora Besant declaró lo
siguiente respecto a la redacción de LA DOCTRINA SECRETA: “H. P. B. escribía y
volvía a escribir, corrigiendo aun cuando las páginas de la prueba final estaban listas
para la impresión... Los cambios verbales, omisiones y nuevo arreglo de su material
efectuados por H. P. B. resultan muy fascinantes para los estudiosos. Una hipótesis
extravagante recién aparecida en los Estados Unidos, pretende que la segunda
edición (1893) de LA DOCTRINA SECRETA, realizada por la T. P. H. de Londres
después de la muerte de H. P. B., no estaba de acuerdo con lo que deseaba la extinta.

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Circuló la insinuación de que H. P. B. fue “editada” por aquellos que tenían a su cargo
la segunda edición. Los depositarios a los cuales ella dejó la salvaguardia de sus
manuscritos publicados y no publicados, fueron todos sus propios discípulos, que
habían convivido con ella durante años, y ellos hicieron solamente aquellos cambios
que su maestra había indicado y que consistían esencialmente en la corrección de
errores verbales y gramaticales, y en el ordenamiento del material del Volumen III”
(83).
“Para rendir justicia al señor Mead y a la señora Besant... deseo dejar constancia de
lo que me es personalmente conocido acerca de que los cargos frecuentemente
repetidos de que ambos o cualquiera de ellos habrían efectuado cambios
injustificables en la edición revisada (tercera) de LA DOCTRINA SECRETA,
modificado el manuscrito del tercer volumen y suprimido el cuarto, son totalmente
falsos, de hecho sin fundamento alguno..., pues yo mismo estuve durante cuatro
años en la sede principal de Londres como encargado de la Oficina de Publicaciones,
mientras se imprimía LA DOCTRINA SECRETA revisada, y tuve, naturalmente, todas
las oportunidades para conocer los hechos...”

“La primera impresión de LA DOCTRINA SECRETA se dividió en dos “ediciones”,


las cuales naturalmente eran idénticas, salvo las palabras “Segunda Edición” sobre el
frontispicio de una de ellas. La impresión fue hecha en tipografía, pero se
prepararon matrices estereotipo para el caso de que se necesitaran. Cuando llegó
esa oportunidad, sin embargo, encontramos que las matrices habían sido
accidentalmente destruidas, y yo, por mi parte, quedé francamente complacido por
esta pérdida, ya que se hizo precisa la revisión, por cierto muy necesaria, del texto,
una ardua labor que fue emprendida por el señor Mead y la señora Besant... Como la
señora Besant podía disponer de muy poco tiempo debido a sus otras actividades
teosóficas, el trabajo de revisión fue efectuado en su mayor parte por el señor Mead,
quien fue ayudado por otros miembros del personal en la verificación de citas y
referencias...”

“Al revisar la primera edición de LA DOCTRINA SECRETA, él hizo precisamente el


mismo trabajo que ya había hecho anteriormente sobre los manuscritos de H. P. B. -
únicamente eso y nada más. Era evidente para cualquiera famliarizado con los
detalles literarios y mecánicos de la publicación de libros, que el manuscrito no se
encontraba preparado en forma conveniente para el impresor y que la revisión de
pruebas había sido hecha con tanta negligencia que aun los errores gramaticales
notorios, escapados a la autora, estaban allí sin haber sido corregidos. Ningún
cambio hicieron Mr. Mead o la señora Besant, salvo aquellos que deberían haberse
hecho en el manuscrito original antes de imprimirlo”.

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“Por su trabajo erudito y escrupuloso al hacer la revisión, Mr. Mead merece la
gratitud de todos los lectores conscientes de LA DOCTRINA SECRETA, como
asimismo la señora Besant por la parte que le cupo en la ardua tarea”.
“Cuando terminé la impresión de los Volúmenes I y II, la señora Besant colocó el
manuscrito del Volumen III en mis manos... H. P. B. había escrito de nuevo algunas
de las páginas varias veces, con raspaduras y enmiendas, pero sin indicar cuál de las
copias era la definitiva; la señora Besant tuvo que decidirlo lo mejor que pudo”.

“Dado que el Volumen III tenía mucho menos material que los otros, la señora
Besant me dijo que iba a ampliarlo, agregando las Instrucciones E. S. T., ya que H. P.
B. la había autorizado para hacerlo. Debe notarse que estas Instrucciones
constituyen la verdadera base del Volumen IV propuesto, del cual fueron
encontradas solamente unas pocas páginas, únicamente suficientes para indicar
donde H. P. B. había interrumpido su escritura. Estoy inclinado a creer que la autora
pensaba incluir estas Instrucciones en el Volumen IV, y que eso era lo que ella tenía
en su mente cuando escribió, con demasiado optimismo, que los dos últimos
volúmenes estaban “casi completos”. Una gran pila de manuscritos fue encontrada
después del deceso de H. P. B., pero resultaron ser únicamente los viejos
manuscritos de los Volúmenes I y II, devueltos por el impresor...” (84).

La señora Besant escribió en Lucifer (85): “El valor de LA DOCTRINA SECRETA no


radica en sus materiales inconexos, sino en la incorporación de los mismos en un
todo amalgamado y coherente, del mismo modo que el valor de un proyecto
elaborado por un arquitecto no se disminuye por el hecho de que el edificio se
compone de ladrillos colocados por otras manos... H. P. B. era muy floja en sus
métodos literarios y usaba citas que sustanciaban sus argumentos, tomándolas de
cualquier fuente física o astral, con muy poca consideración al uso de las comillas.
¿No hemos sufrido mucho, Mr. Mead y yo por esta razón, al preparar la última
edición de LA DOCTRINA SECRETA?... Hermanos míos de todos los países, los que
hemos aprendido de H. P. B. verdades profundas que han hecho de la vida espiritual
una realidad, debemos mantenernos invariablemente firmes en su defensa, sin
afirmar su infalibilidad, sin demandar se la reconozca como una “autoridad”, pero
manteniendo la realidad de sus conocimientos, el hecho de su vinculación con los
Maestros, el espléndido sacrificio de su vida, el inestimable servicio que ella prestó a
la causa de la espiritualidad en el mundo. Cuando todos esos ataques ya estén
olvidados, quedarán para siempre aquellos títulos inmortales a la gratitud de la
posteridad”.

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Adyar, 1938 Compilado por JOSEPHINE RANSOM
(Traducido por D. B.)

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INTRODUCCIÓN

“Amable para oír, bondadoso para juzgar”


SHAKESPEARE. (Enrique V. Prólogo.)

Desde que apareció la literatura teosófica en Inglaterra, se ha hecho costumbre


llamar a sus enseñanzas “Buddhismo Esotérico”. Y habiendo llegado a ser una
costumbre, sucede lo que dice un antiguo refrán basado en la experiencia de todos
los días: “El error se precipita por un plano inclinado, mientras que la verdad tiene
que ir penosamente cuesta arriba”.

Los antiguos aforismos son, con frecuencia, los más sabios. Es difícil que la mente
humana permanezca enteramente libre de prejuicios; y con frecuencia se formulan
opiniones decisivas antes de que un asunto haya sido examinado por completo, bajo
todos sus aspectos. Digo esto con referencia al doble error que prevalece, ya
limitando la Teosofía al Buddhismo, ya confundiendo los principios de la filosfía
religiosa predicada por Gautama, el Buddha, con las doctrinas presentadas a
grandes rasgos en el Esoteric Buddhism. Difícilmente podría imaginarse nada más
erróneo que esto. Ha facilitado a nuestros enemigos un arma eficaz contra la
Teosofía, porque como ha dicho con mucha razón un eminente sabio pali, en el
volumen citado no había “ni esoterismo ni Buddhismo”. Las verdades esotéricas
exhibidas en la obra de Mr. Sinnett, han cesado de ser esotéricas desde el momento
en que han visto la luz pública; tampoco contiene el libro la religión de Buddha, sino
tan solamente unos cuantos principios de enseñanzas hasta la fecha ocultas, y que
son ahora completadas y explicadas por otras muchas más, en los volúmenes
presentes. Pero aun estos últimos, a pesar de que dan a luz muchos de los principios
fundamentales de LA DOCTRINA SECRETA del Oriente, sólo levantan una de las
puntas del tupido velo. Porque a nadie, ni aun al más grande de entre todos los
Adeptos vivientes, le sería permitido, ni podría aunque se le permitiese, declarar de
golpe a un mundo burlón e incrédulo, lo que tan eficazmente ha permanecido oculto
durante largas edades.

El Buddhismo Esotérico es una excelente obra con un título muy desdichado, si bien
no da a entender más que el título de la presente obra: LA DOCTRINA SECRETA. Ha
sido desdichado, porque las gentes siempre acostumbran juzgar las cosas por las
apariencias más bien que por su significación, y porque el error se ha hecho ahora
tan universal, que hasta la mayor parte de los miembros de la Sociedad Teosófica
han venido a ser víctimas del mismo. Desde el principio, sin embargo, los brahmanes
y otros protestaron contra el título; y para hacerme justicia a mí misma, debo decir

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que el Buddhismo Esotérico me fue presentado como un volumen completo, y que yo
no tenía la menor noticia de la manera como pensaba el autor escribir la palabra
“Budh-ismo”.

La responsabilidad de esto recae por completo sobre aquellos que habiendo sido
los primeros en llamar la atención sobre el asunto, omitieron indicar la diferencia
que existe entre “Buddhismo”, el sistema religioso de moral predicado por Gautama,
denominado así por su título de Buddha, el “Iluminado”; y “Buddhismo”, de Budha,
“Sabiduría o Conocimiento (Vidyâ), la facultad de conocer, procedente de la raíz
sánscrita Budh, conocer. Nosotros los teósofos de la India somos los verdaderos
culpables, si bien por aquel entonces hicimos todo lo posible para corregir el error
(1). Hubiera sido fácil evitar esta deplorable confusión; bastaba alterar la escritura
de la palabra, y de común acuerdo, pronunciar y escribir “Budhismo”, en lugar de
“Buddhismo”.

Esta explicación es absolutamente necesaria al principio de una obra como ésta. La


Religión de la Sabiduría es la herencia de todas las naciones del mundo, a pesar de la
afirmación que figura en el Buddhismo Esotérico (2), de que, “dos años hace (o sea en
1883), ni yo, ni ningún otro europeo viviente, conocíamos el alfabeto de la Ciencia,
aquí por vez primera expresado en forma científica”, etc. Este error debe haberse
deslizado por inadvertencia. La que estas líneas escribe, conocía todo cuanto fue
“divulgado” en el Buddhismo Esotérico, y mucho más muchos años antes de llegar a
contraer el deber (en 1880) de comunicar una pequeña porción de LA DOCTRINA
SECRETA a dos caballeros europeos, uno de los cuales era el autor de Buddhismo
Esotérico; y sin duda alguna esta escritora posee el indudable privilegio, para ella
más bien equívoco, de ser europea por su nacimiento y por su educación. Además,
una porción considerable de la filosofía expuesta por Mr. Sinnett fue enseñada en
América, aun antes de publicarse Isis sin Velo, a dos europeos y a mi colega, el
Coronel H. S. Olcott. De los tres maestros que este último ha tenido, el primero fue
un Iniciado húngaro, el segundo egipcio y el tercero indo. Conforme al permiso
otorgado, el Coronel Olcott ha dado publicidad a algunas de estas enseñanzas, de
diversas maneras; si los otros dos no lo han hecho, ha sido simplemente porque no
se les ha permitido, por no haberles llegado todavía su hora para dedicarse a la obra
externa. Pero llegó para otros, y los varios e interesantes libros de Mr. Sinnett son
una prueba tangible de ello. Es importante, además, tener siempre presente, que
ninguna obra teosófica adquiere el menor aumento de valor por razón de
pretendida autoridad.

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Âdi o Âdhi Budha, el Uno, o la Primera, y Suprema Sabiduría, es un término usado
por Ârtâsanga en sus tratados secretos, y en la actualidad por todos los místicos
Buddhistas del Norte. Es una palabra sánscrita, y una denominación dada por los
primitivos arios a la Deidad desconocida; no encontr|ndose la palabra “Brahm}” ni
en los Vedas ni en las obras primitivas. Significa la Sabiduría Absoluta y Fitzedward
Hall traduce Âdibhûta, la “primitiva causa increada de todo”. Debieron transcurrir
evos de duración indecible, antes de que el epíteto de Buddha fuera humanizado,
por decirlo así, para aplicarlo a los mortales, y apropiarlo finalmente a uno, cuyas
virtudes y sabiduría incomparables dieron motivo a que le fuera concedido el título
de “Buddha de la Sabiduría inmutable”. Bodha significa la posesión innata de la
inteligencia o entendimiento divino; Buddha, la adquisición de la misma por los
esfuerzos y méritos personales; mientras que Buddhi es la facultad de conocer, el
canal por el que el conocimiento divino llega al Ego, el discernimiento del bien y del
mal, y también la conciencia divina, y el alma espiritual, que es el vehículo de Âtmâ.
“Cuando Buddhi absorbe nuestro Ego-tismo (lo destruye) con todos sus Vikâras (3),
Avalokiteshvara, se nos manifiesta, y se alcanza el Nirv}na o Mukti”; Mukti es lo
mismo que Nirvâna, o sea la libertad de los lazos de Mâyâ, o la ilusión. Bodhi es
igualmente el nombre de un estado particular de condición extática, llamado
Samâdhi, durante el cual el sujeto alcanza el punto más elevado del conocimiento
espiritual.

Son unos ignorantes aquellos que, en su ciego y hoy día intempestivo odio al
Buddhismo, y por reacción al Budhismo, niegan sus enseñanzas esotéricas que son
también las de los brahmanes, simplemente porque el nombre les sugiere lo que
para ellos, como monoteístas, son doctrinas perniciosas. Ignorantes, es el término
correcto que debe emplearse para su caso, puesto que la Filosofía Esotérica es la
única capaz de resistir en esta época de materialismo craso e ilógico, los ataques
repetidos a todo cuanto el hombre tiene por más querido y sagrado en su vida
espiritual interna. El verdadero filósofo, el estudiante de la Sabiduría Esotérica,
pierde por completo de vista las personalidades, las creencias dogmáticas y las
religiones especiales. Además, la Filosofía Esotérica reconcilia todas las religiones,
despoja a cada una de ellas de sus vestiduras humanas exteriores, y demuestra que
la raíz de cada cual es idéntica a la de las demás grandes religiones. Ella prueba la
necesidad de un Principio Divino y Absoluto en la Naturaleza. Ella no niega la
Deidad como no niega el Sol. La Filosofía Esotérica jamás ha rechazado a Dios en la
Naturaleza, ni a la Divinidad como al Ente abstracto y absoluto. Rehusa únicamente
aceptar los dioses de las llamadas religiones monoteístas; dioses creados por el
hombre a su propia imagen y semejanza, caricaturas impías y miserables del
Siempre Incognoscible. Por lo demás, los archivos que vamos a presentar al lector,

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abrazan los principios esotéricos del mundo entero, desde el principio de nuestra
humanidad; y en ellos el ocultismo Buddhista ocupa su lugar correspondiente, y no
más. A la verdad, las porciones secretas del Dan o Janna (Dhyâna) (4) de la
metafísica de Gautama, por grandes que aparezcan a los que no están enterados de
los principios de la Religión de la Sabiduría de la antigüedad, constituyen tan sólo
una pequeña porción del total. El Reformador indo limitó sus enseñanzas públicas al
aspecto puramente moral y fisiológico de la Religión de la Sabiduría, a la ética y al
hombre únicamente. Las cosas “invisibles e incorpóreas”, el misterio del Ser fuera de
nuestra esfera terrestre, no fueron tratados en manera alguna por el gran Maestro
en sus enseñanzas públicas, reservando las verdades ocultas para un círculo selecto
de sus Arhats. Estos últimos recibían la iniciación en la famosa Cueva Saptaparna (la
Sattapanni de Mahâvansa) cerca del Monte Baibhâr (el Webhâra de los manuscritos
palis). Esta cueva estaba en Râjâgriha, la antigua capital de Magadha, y era la Cueva
Cheta de Fa-hian, como justamente sospechan algunos arqueólogos (5).

El tiempo y la imaginación humana disminuyeron la pureza y la filosofía de estas


enseñanzas, cuando, durante el curso de su obra de proselitismo, fueron
trasplantadas del círculo secreto y sagrado de los Arhats, a un suelo menos
preparado para las concepciones metafísicas que la India; o sea, en cuanto fueron
llevadas a China, Japón, Siam y Birmania. La manera como fue tratada la prístina
pureza de estas grandes revelaciones, puede verse estudiando algunas de las
llamadas escuelas buddhistas “esotéricas” de la antigüedad en su aspecto moderno,
no solamente en China y en otros países buddhistas en general, sino hasta en no
pocas escuelas del Tibet, abandonadas al cuidado de Lamas no iniciados y de
innovadores mongoles.

Así es, que el lector debe tener presente las muy importantes diferencias que
existen entre el Buddhismo ortodoxo, o sea las enseñanzas públicas de Gautama el
Buddha, y su Budhismo esotérico. Su Doctrina Secreta no difiere, sin embargo, en
manera alguna de la de los brahmanes iniciados de su tiempo. El Buddha era hijo del
suelo ario, un indo, un Kshatriya, discípulo de los “nacidos dos veces” (los
brahmanes iniciados) o Dvijas. Sus enseñanzas, por tanto, no podían ser diferentes
de las doctrinas de aquéllos, pues toda la reforma buddhista consistió sencillamente
en revelar una parte de lo que había permanecido secreto para todos los hombres
que estaban fuera del “círculo encantado” de los iniciados del Templo y de los
ascetas. No pudiendo, por razón de sus votos, enseñar todo cuanto le había sido
comunicado, y a pesar de que Buddha enseñó una filosofía fundada en la base del
verdadero conocimiento esotérico, participó al mundo únicamente el cuerpo
material externo de aquélla, y guardó su alma para sus elegidos. Muchos

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orientalistas que se dedican al chino, han oído hablar de la “doctrina del alma”.
Ninguno parece haber comprendido su verdadera significación e importancia.

Aquella doctrina fue conservada en secreto, en demasiado secreto quizás, dentro


del santuario. El misterio que envolvía su dogma principal y sus aspiraciones más
exaltadas, el Nirvâna, ha llamado e irritado tanto la curiosidad de los sabios que lo
han estudiado, que siendo incapaces de resolverlo de una manera lógica y
satisfactoria desatando el nudo Gordiano, han preferido cortarlo, declarando que el
Nirvâna significa la absoluta aniquilación.

Hacia el final del primer cuarto de este siglo, apareció en el mundo una clase de
literatura especial, cuyas tendencias de año en año se han hecho más definidas.
Basada, según dice ella misma, en las sabias investigaciones de sanscritistas y
orientalistas en general, ha sido considerada como científica. A las religiones, mitos
y emblemas de la India, de Egipto y de otros pueblos antiguos, se les ha hecho decir
todo lo que deseaba el simbologista que expresasen, dando así con frecuencia la
ruda forma exterior, en lugar de la significación interna. Aparecieron en rápida
sucesión obras notabilísimas por sus ingeniosas especulaciones y deducciones
formadas en círculo vicioso, por colocarse generalmente conclusiones anticipadas en
vez de premisas, en los silogismos de varios sabios sánscritas o palis; y así fueron
inundadas las bibliotecas con disertaciones más bien sobre el culto fálico o sexual
que sobre el verdadero simbolismo, contradiciéndose además unas a otras.

Ésta es quizás la verdadera razón porque hoy se permite que vean la luz, después
de millares de años del silencio y secreto más profundos, los bosquejos de unas
pocas verdades fundamentales de la Doctrina Secreta de las Edades Arcaicas. Digo
de propósito “unas pocas verdades”, porque lo que debe permanecer sin decirse, no
podría contenerse en un centenar de volúmenes como éste, ni puede ser
comunicado a la presente generación de saduceos. Pero aun lo poco que hoy se
publica es preferible a un silencio completo acerca de estas verdades vitales. El
mundo actual, en su loca carrera hacia lo desconocido, que el físico se halla
demasiado dispuesto a confundir con lo incognoscible siempre que el problema
escapa a su comprensión, progresa rápidamente en el plano opuesto al de la
espiritualidad. El mundo se ha convertido hoy en un vasto campo de combate, en un
verdadero valle de discordia y de perpetua lucha, en una necrópolis en donde yacen
sepultadas las más elevadas y más santas aspiraciones de nuestra alma espiritual.
Aquella alma se atrofia y paraliza m|s y m|s a cada generación nueva. Los “amables
infieles y cumplidos calaveras” de la sociedad de que habla Greeley, se interesan
bien poco por la renovación de las ciencias muertas del pasado; pero existe una

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noble minoría de estudiantes entusiastas, que tienen derecho a aprender las pocas
verdades que pueden serles dadas hoy; y ahora mucho más que hace diez años,
cuando Isis sin Velo apareció, o que cuando las últimas tentativas para explicar los
misterios de la ciencia esotérica fueron publicadas.

Las Estancias preliminares darán motivo a una de las mayores, y quizás más seria
objeción de las que pueden hacerse, en contra de la corrección de la obra y de la
confianza que merezca. ¿Cómo pueden comprobarse las declaraciones contenidas en
ellas? A la verdad, aunque la mayor parte de las obras sánscritas, chinas y mongolas
citadas en los volúmenes presentes, son conocidas por algunos orientalistas, la obra
principal, aquella de la cual las Estancias han sido tomadas, no figura en las
bibliotecas europeas. El LIBRO DE DZYAN (o DZAN) es completamente desconocido
a nuestros filólogos, o al menos ninguno de ellos ha oído hablar de él bajo este
nombre. Esto es, sin duda alguna, un grave obstáculo para todos aquellos que siguen
los métodos de investigación prescriptos por la ciencia oficial; pero para los
estudiantes de Ocultismo y para todo ocultista verdadero, esto tendrá poca
importancia. El cuerpo principal de las doctrinas dadas, se encuentra esparcido en
centenares y aun millares de manuscritos sánscritos, algunos ya traducidos, y como
de costumbre desfigurados en sus interpretaciones, y otros esperando todavía que
les llegue el turno. Todo hombre de ciencia, por lo tanto, tiene medios de comprobar
las afirmaciones y la mayor parte de las citas que se hacen. será difícil encontrar la
procedencia de unos pocos hechos nuevos (nuevos únicamente para el orientalista
profano), así como la de algunos pasajes de los Comentarios que se citan. Varias de
las enseñanzas también han sido hasta la fecha transmitidas oralmente; pero aun
estas mismas, hállanse en todo caso indicadas en los casi innumerables volúmenes
de la literatura de los templos brahmánicos, chinos y tibetanos.

Sea como fuese, y cualquiera que sea la suerte reservada a la autora por parte de la
crítica malévola, un hecho es por lo menos completamente cierto. Los miembros de
varias escuelas esotéricas, cuyo centro se halla más allá de los Himalayas y cuyas
ramificaciones pueden encontrarse en China, Japón, la India, el Tibet y hasta en Siria,
como también en la América del Sur, aseguran que tienen en su poder la suma total
de todas las obras sagradas y filosóficas, tanto manuscritas como impresas, de hecho
todas las obras que se han escrito, en cualesquiera lenguajes o caracteres, desde que
comenzó el arte de la escritura, desde los jeroglíficos ideográficos, hasta el alfabeto
de Cadmo y el Devanâgari.

Constantemente han afirmado que desde la destrucción de la Biblioteca


Alejandrina (6), todas las obras que por su carácter hubieran podido conducir a los

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profanos al descubrimiento final y comprensión de alguno de los misterios de la
Ciencia Secreta, han sido buscadas con diligencia, gracias a los esfuerzos
combinados de los miembros de estas Fraternidades. Y añaden además aquellos que
lo saben, que una vez encontradas todas estas obras fueron destruidas, salvo tres
ejemplares de cada una que fueron guardados cuidadosamente. En la India, los
últimos de estos inestimables manuscritos, fueron guardados en un sitio oculto
durante el reinado del Emperador Akbar.

El profesor Max Müller declara que ni el soborno ni las amenazas de Akbar fueron
capaces de arrancar a los brahmanes el texto original de los Vedas, y sin embargo, se
jacta de que los orientalistas europeos lo poseen (7). Es muy dudoso que Europa
posea el texto completo, y quizás reserve el porvenir sorpresas muy desagradables
para los orientalistas. Se afirma también que todos los libros sagrados de esta
especie, cuyo texto no se hallaba suficientemente velado por el simbolismo, o que
contenía referencias directas a los antiguos misterios, fueron en primer término
cuidadosamente copiados en caracteres criptográficos, tales como para desafiar el
arte del más hábil de los paleógrafos, y destruidos después hasta el último ejemplar.
Durante el reinado de Akbar, algunos cortesanos fanáticos. disgustados por la
pecaminosa curiosidad del Emperador hacia las religiones de los infieles, ayudaron
por sí mismos a los brahmanes a ocultar sus manuscritos. Uno de aquéllos fue
Badâoni, el cual experimentaba un horror no disimulado hacia la manía de Akbar por
las religiones idólatras.

Escribe Badâoni en su Muntakhab at Tawârikh:

Como ellos (los Shrâmanas y Brahmanes) sobrepujan a todos los hombres sabios
en sus tratados de moral y sobre ciencias físicas y religiosas, y alcanzan un altísimo
grado en su conocimiento del porvenir, en su poder espiritual y en la perfección
humana, han presentado pruebas fundadas en razones y en testimonios... y han
inculcado sus doctrinas tan firmemente... que ningún hombre... podía ser capaz de
dar lugar a que Su Majestad dudase, aun cuando las montañas se convirtiesen en
polvo, o se desgarraran de pronto los cielos... S. M. se permitió entrar en
averiguaciones referentes a las sectas de estos infieles, que no pueden ser contados,
dado lo numerosos que son, y que poseen un sinfín de libros revelados (8).

Esta obra “se conservó en secreto, y no fue publicada hasta el reinado de Jah}ngir”.

Además, en todas las grandes y ricas Lamaserías existen criptas subterráneas y


bibliotecas en cuevas excavadas en la roca, siempre que los Gonpa Lhakhang se

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hallen situados en las montañas. Más allá del Tsaydam occidental, en los solitarios
pasos de Kuen-lun, existen varios de estos sitios ocultos. A lo largo de las cumbres
de Altyn-tag, cuyo suelo no ha llegado a pisar todavía planta alguna europea, existe
una reducida aldea perdida en una garganta profunda. Es un pequeño grupo de
casas, más bien que un monasterio, con un templo de miserable aspecto, y un Lama
anciano, un ermitaño, que vive próximo a él para estar a su cuidado. Dicen los
peregrinos que sus galerías y aposentos subterráneos contienen una colección de
libros, cuyo número, según las cifras que se citan, es demasiado grande para poder
colocarse ni aun en el Museo Británico.

Según la misma tradición, las regiones en la actualidad desoladas y áridas del


Tarim (un verdadero desierto en el corazón del Turkestán) estaban cubiertas en la
antigüedad de ciudades ricas y florecientes. Hoy apenas algunos verdes oasis
rompen la monotonía de su terrible soledad. Uno de ellos, que alfombra el sepulcro
de una enorme ciudad, enterrada en el suelo arenoso del desierto, no pertenece a
nadie, pero es visitado con frecuencia por mongoles y buddhistas. La tradición habla
también de inmensos recintos subterráneos, de anchas galerías llenas de ladrillos y
cilindros. Puede ser un rumor sin fundamento, y puede ser un hecho real.

Es muy probable que todo esto provoque una sonrisa de duda. Pero antes de que el
lector ponga en tela de juicio la veracidad de lo dicho, deténgase y reflexione acerca
de los siguientes hechos, bien conocidos. Las investigaciones colectivas de los
orientalistas, y en especial los trabajos verificados durante los últimos años por los
que se han dedicado al estudio de la Filología comparada y de la Ciencia de las
Religiones, les han hecho comprender que un incalculable número de manuscritos, y
aun de obras impresas que se sabe han existido, no se encuentran en la actualidad.
Han desaparecido sin dejar el menor rastro tras de sí. Si no hubiesen sido obras de
importancia, se hubieran podido dejar perecer en el curso ordinario del tiempo, y
aun sus nombres mismos se hubieran borrado de la memoria humana. Pero no es
así; porque, como se asegura ahora, la mayor parte de ellas contenían las verdaderas
claves de obras existentes en la actualidad, y que son enteramente incomprensibles
para la mayor parte de sus lectores, sin aquellos volúmenes adicionales de
comentarios y de explicaciones.

Tal sucede, por ejemplo, con las obras de Lao-tse, el predecesor de Confucio. Se
dice de él que escribió 930 libros sobre ética y religión, y 70 sobre magia: un millar
entre todos. Su gran obra, el Tao-te-King, el corazón de su doctrina y la escritua
sagrada del Tao-sse, contiene tan sólo, como lo demuestra Estanislao Julien,
“alrededor de 5.000 palabras” (9), en una docena escasa de p|ginas; aunque el

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profesor Max Müller dice que “el texto es ininteligible sin comentarios, de tal modo,
que Mr. Julien tuvo que consultar a más de 60 comentadores con motivo de su
traducción, de los cuales el m|s antiguo procedía del año 163 antes de Cristo”, y no
de época anterior, como vemos. Durante los cuatro siglos y medio que precedieron a
este “m|s antiguo” de los comentadores, hubo tiempo m|s que suficiente para
ocultar la verdadera doctrina de Lao-tse a todos, menos a sus sacerdotes iniciados.
Los japoneses, entre quienes se encuentran en la actualidad los más sabios
sacerdotes adeptos de Lao-tse, se ríen simplemente ante los disparates e hipótesis
de los europeos eruditos en chino; y la tradición afirma que los comentarios que a
nuestros sinólogos de Occidente han llegado, no son los verdaderos documentos
ocultos, sino velos intencionados; y que tanto los verdaderos comentarios, como casi
todos los textos, han desaparecido hace largo tiempo de los ojos de los profanos.

Sobre las obras de Confucio, leemos:

Si nos volvemos a China, nos encontramos con que la religión de Confucio estrá
fundada en los Cinco King, y en los cuatro libros Shu, en sí mismos de extensión
considerable y acompañados de comentarios voluminosos, sin los cuales ni aun los
más eruditos pueden aventurarse a sondear las profundidades de su canon sagrado
(10).

Pero no las han sondeado, y ésta es precisamente la queja de los confucionistas,


como lo deploró en 1881 en París uno de los más sabios de estos.

Si nuestros eruditos dirigen la mirada a la antigua literatura de las religiones


semíticas, a las Escrituras de Caldea, la hermana mayor y maestra, si no el origen, de
la Biblia Mosaica, base y punto de partida del Cristianismo, ¿qué es lo que
encuentran? ¿Qué es lo que queda para perpetuar la memoria de las antiguas
religiones de Babilonia, para consignar en los anales el vasto ciclo de observaciones
astronómicas de los magos caldeos, para justificar la tradición de su literatura
espléndida y eminentemente oculta? Solamente unos pocos fragmentos que, según
se dice, son de Beroso.

Estos, sin embargo, carecen casi de valor aun como guía para descubrir el carácter
de lo que ha desaparecido; pues pasaron por las manos del Reverendo Obispo de
Cesárea (11), aquel que por sí mismo se constituyó en censor y editor de los
sagrados anales de las religiones de los demás; y hasta hoy llevan, indudablemente,
el sello de su mano eminentemente veraz y digna de fe. Porque, ¿cuál es la historia
de este tratado, sobre la en un tiempo gran religión de Babilonia?

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Escrito en griego para Alejandro el Grande, por Beroso, sacerdote del templo de
Belo, de conformidad con los anales astronómicos y cronológicos que comprendían
un período de 200.000 años, y que conservaban los sacerdotes de aquel templo, se
ha perdido. En el primer siglo anterior a nuestra era, Alejandro Polyhistor escribió
una serie de extractos de esta obra, que también se han perdido. Eusebio hizo uso de
estos extractos para escribir su Chronicon (270-340 de nuestra era). Los puntos de
semejanza, casi de identidad, entre las Escrituras hebreas y las caldeas (12),
convertían a estas últimas en un verdadero peligro para Eusebio, dado su papel de
defensor y campeón de la nueva fe que había adoptado las Escrituras hebreas, y con
ellas una cronología absurda. Ahora bien; es casi seguro que Eusebio no perdonó las
tablas egipcias sincrónicas de Manethon. Tanto es así, que Bunsen (13) le acusa de
haber mutilado la historia de la manera más desvergonzada; y tanto Sócrates,
historiador del siglo V, como Sincello, vicepatriarca de Constantinopla al principio
del siglo VIII, le denuncian como el más osado y cínico falsificador. ¿Será, por tanto,
probable, que tratase con mayor respeto los anales caldeos, que por aquel tiempo ya
amenazaban a la nueva religión tan irreflexivamente aceptada.

Así que, con excepción de estos más que dudosos fragmentos, toda la literatura
sagrada de los caldeos ha desaparecido de la vista de los profanos, tan por completo
como la perdida Atlántida. Unos pocos hechos que se hallaban contenidos en la
Historia de Beroso se declararán más adelante y podrán arrojar gran luz acerca del
verdadero origen de los Ángeles Caídos, personificados por Bel y el Dragón.

Volviendo ahora al más antiguo modelo de la literatura aria, el Rig Veda, se


encontrará el estudiante, siguiendo estrictamente los datos suministrados por los
mismos orientalistas, que aunque el Rig Veda contiene sólo unos 10.580 versos, o
1.028 himnos, no se ha comprendido correctamente hasta hoy, a pesar de los
Brâhmanas y de la masa de glosas y comentarios. ¿Y por qué? Evidentemente
porque los Brâhmanas, “los tratados m|s antiguos y escol|sticos acerca de los
primitivos himnos”, requieren ellos mismos una clave, que no han logrado encontrar
los orientalistas.

¿Qué dicen los sabios por lo que hace a la literatura buddhista? ¿Han conseguido
obtenerla completa? No, seguramente. No obstante los 325 volúmenes del Kanjur y
del Tanjur de los buddhistas del Norte, cada uno de cuyos volúmenes, según se dice,
“pesa de cuatro a cinco libras”, nada, a la verdad, se sabe sobre el verdadero
lamaísmo. Sin embargo, del canon sagrado se dice que contiene 29.368.000 letras en
el Saddaharmâlankâra (14), o sea, prescindiendo de tratados y de comentarios,
cinco o seis veces la materia que contiene la Biblia, la cual según el profesor Max

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Müller, tan sólo contiene 3.567.180 letras. No obstante, pues, estos 325 volúmenes
(en realidad son 333, comprendiendo 108 el Kanjur y 225 el Tanjur), “los
traductores, en lugar de proporcionarnos las versiones correctas las han mezclado
con sus propios comentarios, con el propósito de justificar los dogmas de sus
diversas escuelas” (15).

Adem|s, “según una tradición conservada por las escuelas buddhistas, tanto del
Norte como del Sur, el canon sagrado buddhista comprendía en su origen 80.000 u
84.000 tratados; pero la mayor parte de ellos se perdieron, y sólo han quedado
6.000”, como dice el profesor a su auditorio. Perdidos para los europeos, por
supuesto. Pero, ¿quién puede tener la seguridad completa de que se han perdido
igualmente para los buddhistas y brahmanes?

Teniendo en cuenta la reverencia de los buddhistas por toda línea escrita sobre
Buddha y la Buena Ley, la pérdida de cerca de 76.000 tratados parece milagrosa. Si
hubiese sido viceversa, cualquier conocedor del curso natural de los sucesos
suscribiría la afirmación de que de estos 76.000 tratados, 5.000 ó 6.000 podían
haber sido destruidos durante las persecuciones y las emigraciones procedentes de
la India. Pero como está bien confirmado que los Arhats buddhistas comenzaron su
éxodo religioso con el propósito de propagar la nueva fe más allá de Cachemira y de
los Himalayas, en el año 300 antes de nuestra era (16), y que llegaron a China en el
año 61 después de Cristo (17), cuando Kazyapa, a invitación del Emperador Ming-ti,
fue allí para enseñar al “Hijo del Cielo” las doctrinas del buddhismo; parece extraño
oír hablar a los orientalistas de semejante pérdida como si fuera realmente posible.
Ni por un momento parecen conceder la posibilidad de que los textos estén perdidos
solamente para el Occidente y para ellos; o que los pueblos asiáticos posean la no
igualada entereza de conservar sus más sagrados anales fuera del alcance de los
extranjeros, rehusando entregarlos a la profanación y al mal empleo, aun de razas
tan “excesivamente superiores” a ellos mismos.

A juzgar por las lamentaciones expresadas y por las confesiones numerosas de


todos los orientalistas (18), puede el público estar bien seguro: 1º De que los
eruditos en las antiguas religiones poseen, a la verdad, muy pocos datos para poder
fundar las conclusiones finales que en general promulgan con referencia a las viejas
creencias; y 2º De que tal carencia de datos no les impide en lo más mínimo
dogmatizar. Podría creerse que, gracias a los numerosos anales de la teogonía y
misterios egipcios, conservados en los clásicos y en varios escritos antiguos, los ritos
y dogmas del Egipto de los Faraones habrían de ser por lo menos bien
comprendidos; y de todos modos mejor que las filosofías y panteísmo por demás

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abstrusos de la India, acerca de cuya religión y lenguaje apenas tenía Europa la
menor idea antes del principio de este siglo. A lo largo del Nilo y en la superficie de
todo el país, existen ahora mismo, procedentes de exhumaciones anuales y aun
diarias, reliquias siempre frescas que elocuentemente narran su propia historia. Y,
sin embargo, no es así. El mismo sabio filólogo de Oxford confiesa la verdad
diciendo:

Contemplamos todavía en pie las pirámides y las ruinas de templos y laberintos


con sus muros cubiertos de inscripciones jeroglíficas y de las extrañas pinturas de
dioses y diosas. En rollos de papiro que parecen desafiar los estragos del tiempo,
tenemos fragmentos de lo que podría llamarse los libros sagrados de los egipcios.
Sin embargo de esto, aunque se ha descifrado mucho concerniente a los antiguos
documentos de aquella raza misteriosa, la fuente principal de la religión de Egipto, y
la intención original de su culto y ceremonias, están muy lejos de haber sido
completamente descubiertas para nosotros (19).

Una vez más, ahí están los misteriosos documentos jeroglíficos; mas las claves que
solas podrían hacerlos inteligibles, han desaparecido. Tan poco enterados están
nuestros grandes egiptólogos de los ritos funerarios de los egipcios, y de las señales
exteriores referentes a las diferencias de sexo en las momias, que han cometido
ridículas equivocaciones. Sólo hace uno o dos años que una de aquéllas fue
descubierta en Bulaq, Cairo. La momia, que había sido considerada como la esposa
de un faraón poco importante, se ha convertido, gracias a la inscripción de un
amuleto colgado en el cuello, ¡en la de Sesostris, el rey más grande de Egipto!

Sin embargo, habiendo encontrado que “existe una relación natural entre el
lenguaje y la religión”, y que “existió una religión aria común, antes de la separación
de la raza aria”; “una religión semítica común, antes de la separación de la raza
semítica”; y “una religión turania común, antes de la separación de los chinos y de
las otras tribus pertenecientes a la clase turania”; habiendo de hecho descubierto
únicamente “tres antiguos centros de religión”, y “tres centros de lenguaje”; y a
pesar de permanecer en la más completa ignorancia, tanto en lo referente a aquellas
religiones y lenguajes primitivos, como en lo relativo a su origen, el profesor no
vacila en declarar que “se ha encontrado una base histórica verdadera para tratar
científicamente de las principales religiones del mundo”.

“Tratar científicamente” de un asunto, no es, en manera alguna, una garantía en


pro de su “base histórica”; y con tal escasez de datos a mano, ningún filólogo, por
eminente que sea, está autorizado para dar sus propias conclusiones como hechos

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históricos. Sin duda alguna, que el eminente orientalista ha demostrado por
completo y a satisfacción del mundo, que de acuerdo con la ley de Grimm, relativa a
las reglas fonéticas, Odín y Buddha son dos personajes diferentes, y del todo
distintos el uno del otro, y lo ha demostrado científicamente. Sin embargo, cuando
aprovecha la oportunidad de decir a renglón seguido, que Odín “fue adorado como la
deidad suprema durante un período muy anterior a la época de los Vedas y de
Homero” (20), carece de la menor “base histórica” para ello; pero pone a la historia y
a los hechos al servicio de sus propias conclusiones, las cuales podrán ser muy
“científicas” a los ojos de los orientalistas, a pesar de que se hallan muy lejos de la
verdad real. Las opiniones contradictorias de los diversos filólogos y orientalistas
eminentes, desde Martín Haug hasta el mismo Max Müller, a propósito de los
asuntos de cronología, como sucede en el caso de los Vedas, son una prueba evidente
de que la afirmación no tiene base “histórica” alguna en que apoyarse, siendo a
menudo la “evidencia interna” la luz de un fuego fatuo en vez de un faro seguro que
sirva de guía. Tampoco tiene la moderna ciencia de la mitología comparada,
argumento alguno mejor que oponer a la aseveración de los eruditos escritores que,
durante el siglo pasado, insistieron en que debían de haber existido “fragmentos de
una revelación primitiva hecha a los antecesores del género humano... conservados
en los templos de Grecia y de Italia”. Esto es precisamente lo que todos los Iniciados
y panditas orientales han venido proclamando ante el mundo de tiempo en tiempo.
Y mientras que un eminente sacerdote cingalés aseguró a la que esto escribe, que
era cosa bien sabida que los principales tratados buddhistas, pertenecientes al
canon sagrado, permanecían guardados en países y lugares inaccesibles a los
panditas europeos, el llorado Svâmi Dayânand Saravasti, el sanscritista más grande
de su época en la India, declaró a algunos miembros de la Sociedad Teosófica el
mismo hecho, con respecto a antiguas obras brahmánicas. Cuando se le dijo que el
profesor Max Müller había manifestado a los oyentes de sus Discursos, que la teoría
de “que ha existido una revelación primitiva y sobrenatural, hecha a los padres de la
raza humana, encuentra hoy pocos sostenedores”, aquel hombre, tan santo como
sabio, se echó a reír. Su contestación fue significativa: “Si Mr. Moksh Mooller (así
pronunciaba el nombre) fuera un brahmán y viniese conmigo, podría llevarle a una
caverna gupta (una cripta secreta), cerca de Okhee Math, en los Himalayas, en donde
pronto encontraría que lo que ha cruzado el Kâlapâni (las negras aguas del Océano),
desde la India a Europa, eran sólo fragmentos de copias desechadas de algunos
paisajes tomados de nuestros libros sagrados. Ha existido una “revelación primitiva”,
se conserva todavía; y no se perderá para el mundo, sino que reaparecerá; aunque,
por supuesto, los Mlechchhas (21) tendr|n que aguardar”.

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Habiéndose interrogado acerca de este punto, no quiso decir más. Esto ocurría en
Meerut en 1880.

Sin duda fue cruel la burla hecha en Calcuta el siglo pasado por los brahmanes al
Coronel Wilford y a Sir William Jones. Pero fue bien merecida, y nadie en este asunto
se hizo acreedor a censuras, más que los misioneros y el mismo Coronel Wilford. Los
primeros, según testimonio del mismo Sir William Jones (22), fueron tan insensatos
que llegaron a sostener que “los indos, aun ahora, eran casi cristianos, porque su
Brahm}, Vishnu y Maheza, no eran otra cosa m|s que la trinidad cristiana” (23). Fue
una buena lección; hizo a los sabios orientalistas doblemente cautos, pero quizás ha
dado lugar también a que algunos de ellos se hayan vuelto en exceso suspicaces, y ha
sido causa, por reacción, de que el péndulo de las conclusiones precedentes oscilase
de modo exagerado en el sentido opuesto. Porque “aquella primera provisión del
mercado brahm|nico”, ofrecida a la demanda del Coronel Wilford, ha producido
ahora en los orientalistas la necesidad evidente y el deseo de declarar a casi todos
los manuscritos sánscritos arcaicos, tan modernos, que justificasen plenamente a los
misioneros, al aprovecharse de la oportunidad. Que así lo hacen, y hasta donde
alcanzan sus facultades mentales, pruébanlo las absurdas tentativas llevadas a cabo
últimamente, para demostrar que toda la narración Puránica acerca de Krishna ¡era
un plagio de la Biblia hecho por los brahmanes! Pero los hechos citados por el
profesor de Oxford en sus Conferencias, relativas a las al presente famosas
interpolaciones hechas en beneficio del Coronel Wilford, aunque más tarde para
disgusto suyo, no se oponen a las conclusiones que debe sacar inevitablemente el
que estudie la Doctrina Secreta. Porque, si los resultados demuestran que ni el
Nuevo ni aun el Antiguo Testamento han tomado cosa alguna de la religión más
antigua de brahmanes y buddhistas, no se sigue de aquí que los judíos no hayan
tomado cuanto sabían de los anales caldeos, que fueron mutilados más tarde por
Eusebio. Por lo que respecta a los caldeos, es seguro que adquirieron sus primitivos
conocimientos de los brahmanes; pues Rawlinson muestra una indudable influencia
védica en la mitología primitiva de Babilonia; y hace mucho tiempo que el Coronel
Vans Kennedy declaró, con notable exactitud, que Babilonia fue, por razón de su
origen, centro de la sabiduría brahmánica y sánscrita. Pero todas estas pruebas
deben perder su valor en presencia de la última teoría del profesor Max Müller. Cuál
sea ésta, todo el mundo lo sabe. El código de las leyes fonéticas ha llegado a ser un
disolvente universal de todas las identificaciones y “conexiones” entre los dioses de
muchos pueblos. Así, aunque la Madre de Mercurio (Buddha, Thoth-Hermes, etc.),
era Maia; a pesar de que la madre de Gautama Buddha se llamó también Mâyâ; y
aunque la madre de Jesús era asimismo Mâyâ (Ilusión, porque María es Mare, el Mar,
simbólicamente la gran Ilusión), sin embargo, estos tres personajes no tienen entre

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sí conexión alguna, ni pueden tenerla, desde que Bopp “ha establecido su código de
leyes fonéticas”.

En su afán de reunir las muchas madejas de la historia no escrita, es a la verdad


atrevimiento de parte de nuestros orientalistas, negar a priori todo lo que no encaja
en sus conclusiones especiales. Así, mientras diariamente se hacen nuevos
descubrimientos de grandes artes y ciencias, que existieron allá en la noche de los
tiempos, niégase hasta el mismo conocimiento de la escritura a algunas de las
naciones más antiguas, considerándolas bárbaras en lugar de cultas. Sin embargo,
todavía se encuentran las huellas de una civilización inmensa, hasta en el Asia
Central. Esta civilización es indudablemente prehistórica. ¿Y cómo podría existir
civilización alguna sin literatura en una u otra forma, y sin anales ni crónicas? El
sentido común basta para suplir los eslabones rotos en la historia de las naciones
que fueron. La gigantesca y no interrumpida muralla de montañas que bordea toda
la meseta del Tibet, desde el curso superior del río Khuan-Khé hasta las colinas de
Karakorum, fue testigo de una civilización que duró millares de años, y podría
revelar a la humanidad bien extraños secretos. Las porciones Oriental y Central de
aquellas regiones -el Nanchang y el Alty-Tâgh- estuvieron un tiempo cubiertas de
ciudades que bien podrían competir con Babilonia. Un completo período geológico
ha pasado sobre aquella tierra, desde que tales ciudades exhalaron su postrer
aliento, como lo atestiguan los montes de arenas movedizas y el suelo estéril, y
ahora muerto, de las inmensas llanuras centrales de la cuenca del Tarim. Los
territorios fronterizos de estos países, es lo que solamente, de un modo superficial,
conocen los viajeros. En el interior de aquellas arenosas planicies hay agua y se
encuentran frescos oasis florecientes, donde ningún pie europeo se ha aventurado a
penetrar, temeroso de un suelo en la actualidad traicionero. Entre estos verdes oasis
existen algunos por completo inaccesibles, aun para los indígenas profanos que
viajan por el país.

Los huracanes pueden “arrebatar las arenas y cubrir llanuras enteras”; pero son
impotentes para destruir lo que está fuera de su alcance. Los subterráneos
construidos en las entrañas de la tierra, aseguran los tesoros allí encerrados; y como
las entradas se hallan ocultas, no hay peligro de que nadie los descubra, aun cuando
varios ejércitos invadiesen los arenosos desiertos, en donde

Ni pozo, ni arbusto, ni vivienda se divisan

Y la cordillera forma una áspera defensa

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En torno de las áridas llanuras del desierto...

Mas no es necesario enviar al lector al través del desierto, puesto que las mismas
pruebas en favor de la existencia de antiguas civilizaciones se encuentran en puntos
relativamente poblados de aquella región. El oasis de Tchertchen, por ejemplo,
situado a unos 4.000 pies sobre el nivel del río Tchertchen-Darya, está rodeado al
presente en todas direcciones por ruinas de ciudades arcaicas. Unos 3.000 seres
humanos representan allí los restos de cien razas y naciones extinguidas, cuyos
nombres mismos desconocen por completo nuestros etnólogos. Un antropólogo se
encontraría muy apurado si tuviera que proceder a clasificarlos, dividirlos y
subdividirlos; tanto más cuanto que los descendientes respectivos de todas aquellas
razas y tribus antediluvianas saben tan poco en lo referente a sus propios
antepasados como si hubiesen caído de la Luna. Cuando se les pregunta acerca de su
origen, contestan que no saben de dónde vinieron sus padres; pero que han oído
decir que sus primeros, o primitivos, ascendientes fueron gobernados por los
grandes Genios de aquellos desiertos. esto podría atribuirse a ignorancia y
superstición; pero en vista de las enseñanzas de la Doctrina Secreta, la respuesta
puede considerarse fundada en la tradición primitiva. Sólo la tribu del Khoorassan
pretende haber venido del país conocido hoy como Afghanistán, mucho tiempo
antes de Alejandro, y presenta conocimientos legendarios en corroboración de este
hecho. El viajero ruso Coronel Prjevalsky (ahora General) encontró casi tocando al
oasis de Tchertchen las ruinas de dos inmensas ciudades, la más antigua de las
cuales, según la tradición local, fue destruida hace 3.000 años por un héroe gigante,
habiéndolo sido la otra por los mongoles en el siglo décimo de nuestra era.

El emplazamiento de ambas ciudades hállase cubierto ahora, por virtud de las


arenas movedizas y del viento del desierto, de reliquias extrañas y heterogéneas;
fragmentos de porcelana, utensilios de cocina y huesos humanos. Los indígenas
encuentran con frecuencia monedas de cobre y de oro, lingotes de plata fundida,
diamantes y turquesas, y, lo que es todavía más notable, vidrio roto... Ataúdes de un
material o madera incorruptible también, donde se encuentran cuerpos
embalsamados y conservados admirablemente... Las momias de los hombres
revelan individuos de una estatura y robustez extraordinarias, y con ondeadas
cabelleras... Se encontró una bóveda con doce cadáveres. Otra vez en un ataúd
separado, encontramos el de una muchacha. Sus ojos estaban cerrados con discos de
oro, y sus mandíbulas fuertemente sujetas por un aro de oro que le cogía la barba
hasta la parte superior de la cabeza. Estaba vestida con túnica de lana, ceñida, tenía
el pecho cubierto de estrellas de oro y los pies desnudos (24).

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A esto añade el famoso viajero que durante todo su camino a lo largo del río
Tchertchen, llegaron a sus oídos leyendas referentes a veintitrés ciudades
sepultadas hace mucho tiempo por las arenas movedizas del desierto. La misma
tradición existe en el Lob-nor y en el oasis de Kerya.

Las huellas de tal civilización juntamente con estas y parecidas tradiciones nos dan
derecho para conceder crédito a otras leyendas, autorizadas por indos y mongoles
educados y eruditos, que hablan de inmensas bibliotecas salvadas de las arenas, y de
otros varios restos del antiguo Saber Mágico, todo lo cual se halla depositado en
lugares seguros.

Recapitulando: La Doctrina Secreta fue la religión universalmente difundida del


mundo antiguo y prehistórico. Las pruebas de su difusión, los anales auténticos de
su historia, una serie completa de documentos que demuestran su carácter y su
presencia en todos los países, juntamente con las enseñanzas de todos sus grandes
Adeptos, existen hasta hoy en las criptas secretas de las bibliotecas pertenecientes a
la Fraternidad Oculta.

Esta afirmación se acredita con los hechos siguientes: la tradición de los millares
de pergaminos antiguos salvados cuando la Biblioteca Alejandrina fue destruida; los
millares de obras sánscritas desaparecidas en la India durante el reinado de Akbar;
la tradición universal existente, tanto en China como en el Japón, de que los
verdaderos textos antiguos con los comentarios que únicamente pueden hacerlos
inteligibles, y que suman muchos miles de volúmenes, hace mucho tiempo que están
fuera del alcance de manos profanas; la desaparición de la vasta literatura sagrada y
oculta de Babilonia; la pérdida de las claves que podrían únicamente resolver los mil
enigmas contenidos en los anales de los jeroglíficos egipcios; la tradición existente
en la India de que los verdaderos comentarios secretos, únicos que pueden hacer
inteligibles los Vedas, aunque no son visibles para los profanos, están a disposición
del Iniciado, ocultos en cuevas y criptas secretas; y la idéntica creencia de los
buddhistas, por lo que hace a sus libros sagrados.

Los ocultistas afirman que todos estos existen, a cubierto de la expoliación de


manos occidentales, para reaparecer en una época más ilustrada, por la cual, según
las palabras del llorado Sv}mi Day}nand Sarasvati, “los Mlechchhas (proscritos,
salvajes, aquellos que se hallan fuera de la civilización aria) tendrán que esperar
todavía”.

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No es culpa de los iniciados que tales documentos estén hoy “perdidos para el
profano, ni ha sido su conducta aconsejada por el egoísmo, o por deseo alguno de
monopolizar el sagrado saber que da la vida. Había algunas partes de la Ciencia
Secreta que debían permanecer ocultas a los profanos durante edades sin cuento.
Mas esto era debido a que el comunicar a la multitud secretos de una importancia
tan tremenda, sin estar preparada para ello, hubiera sido equivalente a entregar a
un niño una vela encendida y meterle en un polvorín.

La respuesta a una pregunta que, con frecuencia, hacen los que se dedican a estos
estudios, al encontrarse con una afirmación como la anterior, puede bosquejarse
aquí.

Comprendemos -dicen- la necesidad de ocultar a la masa secretos tales como el del


Vril, o el de la fuerza que destruye rocas, descubierta por J. W. Keeley, de Filadelfia;
pero lo que no podemos comprender es cómo puede haber peligro alguno en la
revelación de una doctrina puramente filosófica, tal como, por ejemplo, la de la
evolución de las Cadenas Planetarias.

El peligro está en que doctrinas tales como la de la Cadena Planetaria, o la de las


siete Razas, suministran desde luego una guía segura para el descubrimiento de la
séptuple naturaleza del hombre; pues cada uno de los principios humanos está en
correlación con un plano, con un planeta y con una raza; y los principios humanos,
en todos los planos, son correlativos a fuerzas ocultas de naturaleza séptuple;
siendo las correspondientes a los planos más elevados, de una potencia formidable.
Así es, que cualquiera clasificación septenaria proporciona desde luego una guía
segura para descubrir poderes ocultos tremendos, cuyo abuso sería origen de males
incalculables para la humanidad; una guía que quizás no lo sea para la generación
presente, en especial para los occidentales, protegidos por su propia ceguera y por
su ignorante incredulidad materialista en lo referente a las cosas ocultas, pero una
guía que hubiera sido, sin embargo, de un efecto bien real en los primeros siglos de
la Era cristiana, en que se trataba de gentes convencidas por completo de la realidad
del Ocultismo, y que entrando en un ciclo de degradación, hallábanse predispuestas
a abusar de los poderes ocultos, y a ejercer la hechicería de la peor especie.

Los documentos se ocultaron, es verdad; pero nunca hicieron un secreto ni del


conocimiento mismo, ni de su existencia real, los Hierofantes del Templo, en el cual
siempre han sido los MISTERIOS una disciplina y un estímulo para la virtud. Éstas
son novedades bien antiguas, y repetidas veces fueron dadas a conocer por los
grandes Adeptos, desde Pitágoras y Platón, haasta los neoplatónicos. La nueva

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religión de los nazarenos fue la que verificó un cambio desventajoso, en la regla de
conducta seguida durante siglos.

Además hay un hecho bien conocido -hecho curioso corroborado a la escritora por
un respetable caballero, agregado muchos años a una embajada rusa- y es que
existen varios documentos en las Bibliotecas Imperiales de San Petersburgo, que
demuestran que en una época tan reciente como la en que la Francmasonería y las
Sociedades Secretas de místicos florecían libremente en Rusia, o sea a fines de
último siglo y principios del presente, más de un místico ruso se dirigió al Tibet a
través de los montes Urales, para adquirir el saber y la iniciación en las
desconocidas criptas del Asia Central; y más de uno volvió después con un tesoro de
conocimientos que nunca hubiera podido adquirir en parte alguna de Europa. Varios
casos podrían citarse, juntamente con nombres bien conocidos, si no fuera porque
tal publicidad podría molestar a los parientes, que hoy viven, de los últimos
Iniciados. El que quiera saberlo puede consultar los anales y la historia de la
Francmasonería en los archivos de la metrópoli rusa, y podrá asegurarse por sí
mismo de la realidad de los hechos citados.

Esto es una corroboración de lo afirmado antes muchas veces, desgraciadamente


con demasiada indiscreción. En lugar de producir beneficios a la humanidad, los
cargos virulentos de invención deliberada y de impostura, lanzados de propósito
sobre los que tan sólo afirmaban un hecho real, si bien poco conocidos, han
engendrado únicamente mal Karma para los calumniadores. Pero el daño ya está
hecho, y no debe rehusarse la verdad por más tiempo, sean cuales fueren las
consecuencias.

¿Es la Teosofía una nueva religión? -se nos pregunta-. De ningún modo; no es una
“religión” ni es “nueva” su filosofía; pues como ya se ha declarado, es tan antigua
como el hombre pensador. Sus principios no se han publicado ahora por vez
primera, sino que han sido cautelosamente comunicados y enseñados por más de un
Iniciado europeo, especialmente por el extinto Ragón.

Más de un gran erudito ha declarado que no ha existido jamás ningún fundador


religioso, sea ario, semita o turanio, que haya inventado una nueva religión o
revelado una nueva verdad. Todos aquellos fundadores fueron transmisores, no
maestros originales. Fueron autores de formas y de interpretaciones nuevas; pero
las verdades en que se apoyaban sus enseñanzas, eran tan antiguas como la
humanidad. Así escogían y enseñaban a las masas una o más de las muchas verdades
reveladas oralmente a la humanidad en un principio, y conservadas y perpetuadas

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por transmisión personal, hecha de una a otra generación de iniciados en el Adyta
de los templos, durante los Misterios -realidades visibles tan sólo para los Sabios y
Videntes verdaderos-. Así es como cada nación ha recibido a su vez algunas de las
verdades susodichas, bajo el velo de su simbolismo propio, local y especial, el cual,
andando el tiempo, desarrolló un culto más o menos filosófico, un Panteón bajo un
disfraz mítico. Por esto Confucio (en la cronología histórica un legislador muy
antiguo y un sabio muy moderno en la historia del mundo) es señalado
enfáticamente por el Dr. Legge (25) como transmisor, no como autor. Como él
mismo decía: “yo únicamente transmito; no puedo crear cosas nuevas. Creo en los
antiguos, y por lo tanto, los amo” (26).

También los ama la que escribe estas líneas, y cree, por tanto, en los antiguos, y en
los modernos herederos de su Sabiduría. Y creyendo en ambos, transmite ahora lo
que ha recibido y aprendido por sí misma, a todos aquellos que quieran aceptarlo.
Para aquellos que rechacen su testimonio, que será la inmensa mayoría, no guardará
el menor resentimiento, pues están en su derecho negando, del mismo modo que
ella usa del suyo propio al afirmar; siendo lo cierto que las dos partes contemplan la
Verdad desde dos puntos de vista por completo diferentes. De acuerdo con las reglas
de la crítica científica, el orientalista tiene que desechar a priori cualquiera
declaración que no pueda demostrar por sí mismo. ¿Y cómo podría un sabio
occidental aceptar puramente de oídas aquello acerca de lo cual nada conoce? A la
verdad, lo que se da a luz en estos volúmenes, ha sido entresacado así de enseñanzas
orales como escritas. Esta presentación primera de las doctrinas esotéricas está
basada sobre Estancias que constituyen los anales de un pueblo que la etnología
desconoce. Están escritas aquéllas, según se afirma, en una lengua que se halla
ausente del catálogo de los lenguajes y dialectos que conoce la filología; se asegura
que han surgido de una fuente que la ciencia repudia: esto es, el Ocultismo; y
finalmente son ofrecidas al público por el intermedio de una persona desacreditada
sin cesar ante el mundo, por todos cuantos odian las verdades venidas a deshora, o
por los que tienen alguna preocupación particular que defender. Así es que el
repudio de estas enseñanzas es cosa que puede esperarse, y aun debe esperarse de
antemano. Ninguno de los que se llaman a sí mismos “eruditos”, en cualquiera de las
ramas de la ciencia exacta, se permitirá mirar estas enseñanzas seriamente. Durante
este siglo serán escarnecidas y rechazadas a priori; pero en este siglo únicamente,
porque en el siglo XX de nuestra Era, comenzarán a conocer los eruditos que la
Doctrina Secreta no ha sido ni inventada ni exagerada, sino por el contrario, tan sólo
bosquejada; y finalmente, que sus enseñanzas son anteriores a los Vedas. No es esto
una pretensión de profetizar, sino una sencilla afirmación fundada en el
conocimiento de los hechos. En cada siglo tiene lugar una tentativa para demostrar

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al mundo que el Ocultismo no es una superstición vana. Una vez que la puerta quede
algo entreabierta, se irá abriendo más y más en los siglos sucesivos. Los tiempos son
a propósito para conocimientos más serios que los hasta la fecha permitidos, si bien
tienen todavía que ser muy limitados.

¿No han sido los mismos Vedas escarnecidos, rechazados y llamados una
“falsificación moderna”, no hace todavía cincuenta años? ¿No hubo una época en la
que se declaró al sánscrito hijo del griego, y un dialecto derivado de este último,
según Lemprière y otros eruditos? El profesor Max Müller dice que hasta 1820, los
libros sagrados de los brahmanes, los de los magos y los de los buddhistas, “eran
desconocidos; dudábase hasta de su existencia misma, y no existía ni un solo erudito
que hubiese podido traducir una línea de los Vedas... del Zend Avesta... o del
Tripitaka buddhista; y ahora está demostrado que los Vedas pertenecen a la
antigüedad m|s remota, siendo su conservación casi una maravilla”.

Lo mismo se dirá de la Doctrina Secreta Arcaica cuando se den pruebas innegables


de su existencia y de sus anales. Pero tendrán que pasar siglos antes que se publique
mucho más de ella. Hablando de la clave para los misterios del Zodíaco, casi perdida
para el mundo, hizo ya observar la escritora en Isis sin Velo, hará unos diez años,
que: “A la dicha clave deben d|rsele siete vueltas antes de que todo el sistema pueda
ser divulgado. Le daremos nosotros una vuelta tan sólo, permitiendo con esto al
profano que perciba una vislumbre del misterio. ¡Feliz aquél que comprenda el
todo!”

Lo mismo puede decirse del Sistema Esotérico en su totalidad. Una vuelta y no más
se dio a la llave, en Isis sin Velo. En estos volúmenes se explica mucho más. En
aquellos días apenas conocía la escritora la lengua en que la obra fue escrita, y había
prohibición de hablar con la libertad de ahora, acerca de muchas cosas. En el siglo
XX, algún discípulo mejor informado, y con cualidades muy superiores, podrá ser
enviado por los Maestros de Sabiduría para dar pruebas definitivas e irrefutables de
que existe una Ciencia llamada Gupt Vidyâ; y que, a manera de las fuentes del Nilo
en un tiempo misteriosas, la fuente de todas las religiones y filosofías en la
actualidad conocidas por el mundo, ha permanecido durante muchas épocas
olvidada y perdida para los hombres, pero ha sido encontrada por fin.

A una obra tal como ésta, no podía servir de introducción un simple prefacio,
necesitaba más bien un volumen; un volumen que exponga hechos, no meras
disquisiciones, puesto que LA DOCTRINA SECRETA no es un tratado o serie de
teorías vagas, sino que contiene todo cuanto puede darse al mundo en este siglo.

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Sería inútil publicar en estas páginas aquellas porciones de las enseñanzas
esotéricas que han salido al presente del misterio, sin que se establezca primero la
autenticidad, o por lo menos la probabilidad de la existencia de semejantes
enseñanzas. Las afirmaciones que van a hacerse, tienen que presentarse
garantizadas por varias autoridades, tales como la de los antiguos filósofos, la de los
escritores clásicos y aun la de eruditos Padres de la Iglesia, algunos de los cuales
conocían estas doctrinas por haberlas estudiado, por haber visto y leído obras
escritas acerca de ellas; y hasta hubo entre ellos quienes fuesen iniciados
personalmente en los antiguos Misterios, durante cuya celebración se
representaban alegóricamente las doctrinas ocultas. La escritora habrá de citar
nombres históricos y dignos de confianza, y autores bien conocidos, antiguos y
modernos, de reconocida competencia, juicio recto y veracidad; así como también
nombrará a alguno de los más famosos en las artes y ciencias secretas, juntamente
con los misterios de estas últimas, tal como han sido divulgados, o mejor dicho,
parcialmente presentados ante el público, en su extraña forma arcaica.

Cómo debe hacerse esto, cuál es el medio mejor para lograr tal objeto, ha sido
siempre la cuestión. A fin de esclarecer el plan que nos proponemos, pongamos un
ejemplo. Cuando un viajero procedente de países bien explorados, llega de pronto a
las fronteras de una terra incognita, circundada y oculta a la vista por una
formidable barrera de rocas infranqueables, puede, sin embargo, negarse a
reconocer que se ha visto burlado en sus planes de exploración. Le es imposible
pasar adelante. Pero si no puede visitar la región misteriosa personalmente, puede,
sí, encontrar medio de examinarla desde la distancia más corta a que pueda llegar.
Auxiliado de su conocimiento de los países que ha dejado atrás, puede adquirir una
idea general y bastante correcta de la perspectiva que hay más allá de las barreras,
tan sólo con subir a la más elevada altura que delante de sí tiene. Una vez allí, puede
extender la mirada a su placer, comparando lo que confusamente percibe con lo que
acaba de dejar atrás; pues ya, gracias a sus esfuerzos, se encuentra más allá de la
línea de las nieblas y de las cimas cubiertas de nubes.

Tal punto de observación preliminar no puede ser ofrecido en estos seis


volúmenes a aquellos que deseen comprender de un modo más correcto los
misterios de los períodos prearcaicos citados en los textos. Pero si el lector tiene
paciencia y quiere echar una ojeada al presente estado de las diversas creencias
existentes en Europa, compararlas y contraponerlas a lo que la historia refiere de las
épocas que directamente precedieron y siguieron a la era cristiana, podrá encontrar
todo esto en un futuro volumen de la presente obra (27).

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En dichos volúmenes se hará una breve recapitulación de todos los Adeptos
principales conocidos en la historia; y se dará noticia de cómo los Misterios
decayeron, después de lo cual comenzó a desaparecer y a borrarse de la memoria de
los hombres, al fin de modo definitivo, la naturaleza verdadera de la Iniciación y de
la Ciencia Sagrada. Desde aquel tiempo sus enseñanzas se hicieron ocultas, y la
Magia fue conocida muy frecuentemente bajo un nombre venerable, pero a menudo
expuesto a interpretaciones erróneas, de Filosofía Hermética. Así como el verdadero
Ocultismo había prevalecido entre los místicos durante los siglos que precedieron a
nuestra era, así la Magia, o más bien la Hechicería con sus artes ocultas, siguió al
comienzo del Cristianismo.

Grandes y celosos fueron los esfuerzos llevados a cabo por el fanatismo durante
aquellos primeros siglos, para borrar hasta la menor huella de la obra mental e
intelectual de los paganos; pero todo ha sido en balde, aunque el mismo espíritu del
obscuro genio del fanatismo y de la intolerancia, haya adulterado sistemáticamente
desde entonces, todas las brillantes páginas escritas en los períodos anteriores al
Cristianismo. La historia misma, en sus inseguros anales, ha conservado bastante de
lo que ha sobrevivido de aquellos períodos, para arrojar una luz imparcial sobre el
conjunto. Deténgase, pues, el lector un momento en compañía de la que escribe
estas líneas en el punto de observación elegido, y fije toda su atención en los 1.000
años que, correspondiendo a los períodos anterior y posterior al Cristianismo, se
hallan divididos en dos partes por el año Uno de la Natividad. Este suceso, sea o no
correcto, desde el punto de vista histórico, ha sido, no obstante, erigido en el
primero de los múltiples baluartes levantados contra la vuelta posible de una sola
vislumbre a las tan odiadas religiones del pasado: odiadas y temidas por lanzar tan
vívida luz sobre la interpretación nueva e intencionalmente velada de lo que ahora
se llama la “Nueva Ley”.

Por sobrehumanos que fuesen los esfuerzos de los primeros Padres de la Iglesia
para borrar la Doctrina Secreta de la memoria de los hombres, todos ellos han
fracasado. La verdad jamás puede ser destruida; de aquí que fracasase la tentativa
de hacer desaparecer por completo de la faz de la tierra todo vestigio de la antigua
Sabiduría, y de encadenar y amordazar a cuantos pudiesen dar testimonio de ella. Si
se considera los millares y quizás millones de manuscritos quemados, los
monumentos reducidos a polvo con sus por demás indiscretas inscripciones y
símbolos pictóricos, la multitud de ermitaños y ascetas primitivos vagando entre las
ruinas de las ciudades del alto y el bajo Egipto, y por desiertos y montañas, por
valles y cordilleras, buscando con ardor obeliscos y columnas, rollos y pergaminos
para destruirlos si contenían el símbolo de la Tau, o cualquier otro signo que la

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nueva fe se hubiese apropiado, se comprenderá fácilmente que haya quedado tan
poco de los anales del pasado. A la verdad, el endiablado espíritu fanático del
cristianismo primitivo y de la Edad Media, así como el del islamismo, gustaron
siempre vivir en las tinieblas y la ignorancia, y ambos han hecho

... el sol de sangre, la tierra una tumba.

La tumba un infierno, y el infierno mismo una obscuridad más lóbrega.

Ambas religiones han conquistado sus prosélitos con la punta de la espada; ambas
han construido sus templos sobre enormes hecatombes de víctimas humanas. En el
pórtico del siglo I de nuestra era, brillaron fatídicamente las palabras ominosas “EL
KARMA DE ISRAEL”. Sobre los umbrales del nuestro podr|n leer los profetas del
porvenir otras palabras que harán referencia al Karma de la historia falsificada
astutamente, de los sucesos desnaturalizados de propósito y de los grandes
caracteres calumniados ante la posteridad y destruidos hasta hacer imposible su
reconocimiento, entre los dos carros de Jagannâtha: Fanatismo y Materialismo; el
uno aceptando demasiado, y el otro negándolo todo. Sabio es aquél que se mantiene
en el punto medio y que cree en la justicia eterna de las cosas.

Dice Faiza Diw|n, el “testigo de los maravillosos discursos de un librepensador que


pertenece a un millar de sectas”:

En la asamblea del día de la resurrección, cuando las cosas pasadas sean


perdonadas, los pecados de la Ka’bah ser|n perdonados en gracia al polvo de las
iglesias Cristianas.

A esto contesta el profesor Max Müller:

Los pecados del Islam son indignos como el polvo del Cristianismo; en el día de la
resurrección, tanto mahometanos como cristianos, verán la vanidad de sus doctrinas
religiosas. Los hombres luchan por la religión en la tierra; en el cielo encontrarán
que sólo existe una religión verdadera: la adoración del ESPÍRITU DE DIOS (28).

En otras palabras, “NO HAY RELIGIÓN (o LEY) SUPERIOR A LA VERDAD” - (Satyât


Nâsti Paro Dharmah) - el lema del Mahârâjah de Benares, adoptado por la Sociedad
Teosófica.

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Como ya se ha dicho en el Prefacio, LA DOCTRINA SECRETA no es una versión de
Isis sin Velo, como se pensó en un principio. Es más bien una obra que explica la otra,
y aunque por completo independiente de ella, es, sin embargo, su indispensable
corolario. Mucho de lo que contenía Isis era de difícil comprensión para los teósofos
de entonces. LA DOCTRINA SECRETA ilustrará ahora muchos problemas que
quedaron sin resolver en aquella obra, en especial en sus primeras páginas, las
cuales no han sido nunca comprendidas.

No pudo echarse allí una rápida ojeada sobre el panorama del Ocultismo, por
tratarse en Isis simplemente de lo que tenía relación con los sistemas filosóficos
comprendidos en nuestros tiempos históricos, y con los diversos simbolismos de las
naciones desaparecidas. En la presente obra se exponen detalladamente la
cosmogonía y la evolución de las cuatro Razas que han precedido a nuestra quinta
Raza humana, dándose a luz ahora dos grandes volúmenes (29) que explican lo que
se dijo sólo en la primera página de Isis sin Velo, y en algunas alusiones esparcidas
acá y allá en toda la obra. No podía intentarse presentar el vasto catálogo de las
Ciencias Arcaicas en los actuales volúmenes, antes que hubiésemos tratado de tan
tremendos problemas como los de la Evolución cósmica y planetaria, y el del
gradual desenvolvimiento de las misteriosas humanidades y razas que precedieron
a nuestra Humanidad Adámica. Por lo tanto, la tentativa presente para aclarar
algunos misterios de la Filosofía Esotérica, no tiene a la verdad nada que ver con la
obra anterior. Permítase a la que estas líneas escribe, explicar lo dicho por medio de
un ejemplo.

El volumen I de Isis, comienza con una referencia a “un libro antiguo”.

Es tan antiguo, que aunque nuestros modernos anticuarios meditasen sobre sus
páginas durante un tiempo indefinido, no llegarían a ponerse de acuerdo acerca de
la clase de material sobre que está escrito. Es el único ejemplar original que hoy día
existe. Es el documento hebreo más antiguo, referente a la sabiduría oculta -el
Siphrah Dzenioutha-; es una compilación del mismo, verificada en tiempos en que el
primero era ya considerado como una reliquia literaria. Una de sus viñetas
representa a la Esencia Divina emanando de ADAM (30), a manera de arco luminoso
que pasa a formar un círculo; y, después de haber llegado al punto superior de su
circunferencia, la Gloria inefable retrocede y vuelve a la tierra, llevando en su
vórtice un tipo de humanidad superior. A medida que se aproxima más y más a
nuestro planeta, la emanación se hace más y más obscura, hasta que al tocar la tierra
es ya negra como la noche.

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Este libro tan antiguo es la obra original de la cual fueron compilados los muchos
volúmenes del Kiu-tí. Y no solamente este último y el Siphrah Dzenioutha, sino que
también el Sepher Yetzirah (31) -la obra atribuida por los kabalistas hebreos a su
Patriarca Abraham (!); el Shu-King, la biblia primitiva de la China; los volúmenes
sagrados del Thoth-Hermes, egipcio; los Purânas de la India; el Libro de los Números
caldeo, y el Pentateuco mismo, todos han sido derivados de aquel pequeño volumen
padre. Dice la tradición que fue escrito en senzar, la lengua secreta sacerdotal,
conforme a las palabras de los Seres Divinos que lo dictaron a los Hijos de Luz en el
Asia Central, en los comienzos de nuestra Quinta Raza; pues hubo un tiempo en que
este lenguaje (el senzar) era conocido de los Iniciados de todas las naciones, cuando
los antepasados de los toltecas lo comprendían tan bien como los habitantes de la
perdida Atlántida, que lo habían heredado a su vez de los sabios de la Tercera Raza,
los Mânus-his, quienes lo aprendieron directamente de los Devas de las Razas
Primera y Segunda. La viñeta de que se habla en Isis, se refiere a la evolución de
estas Razas y a la de las Razas Cuarta y Quinta de nuestra Humanidad durante la
Ronda o Manvántara Vaivasvata; estando cada Ronda constituida por los Yugas de
los siete períodos de la Humanidad, cuatro de los cuales han pasado ya en nuestro
Ciclo de Vida, y debiendo alcanzarse muy pronto el punto medio del quinto. Este
dibujo es simbólico como cualquiera comprenderá perfectamente, y abarca el fondo
desde el principio. El antiguo libro, después de haber descrito la evolución cósmica y
explicado el origen de todas las cosas que existen en la tierra, incluso el hombre
físico; después de hacer la verdadera historia de las Razas, desde la Primera hasta la
Quinta (la nuestra), se detiene. Hace alto al principio del Kâli Yuga, hace ahora
exactamente 4.989 años, cuando acaeció la muerte de Krishna, el resplandeciente
dios del Sol, héroe y reformador vivo y efectivo.

Pero hay otro libro. Ninguno de sus poseedores le considera como muy antiguo,
pues nació a los comienzos de la Edad Negra, y tiene tan sólo la antigüedad de ella, o
sea unos 5.000 años. Dentro de unos nueve años (32), terminará el primer ciclo de
los 5.000 primeros, que comenzó con el gran ciclo de Kâli Yuga, y entonces se
cumplirá la última profecía contenida en aquel libro, que es el primer volumen de
profecías referentes a la Edad Negra. No tenemos que esperar mucho tiempo, y
muchos de nosotros veremos la aurora del Nuevo Ciclo, a cuya conclusión no pocas
cuentas y litigios se habrán pagado y zanjado entre las razas. El volumen II de las
profecías se halla casi terminado, habiéndose preparado desde los tiempos de
Shankarâchârya, el gran sucesor de Buddha.

Debe llamarse la atención acerca de otro punto importante, que es el principal de


los que constituyen la serie de pruebas en pro de la existencia de una Sabiduría

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primitiva y universal, por lo menos para los kabalistas cristianos y para los eruditos.
Sus enseñanzas fueron, al menos, conocidas en parte por varios Padres de la Iglesia.
Se sostiene, con fundamentos puramente históricos que Orígenes, Synesio y aun
Clemente de Alejandría, habían sido iniciados en los misterios, antes de añadir al
Neoplatonismo de la escuela Alejandrina, el sistema de los gnósticos, bajo velo
cristiano. Y más aún: algunas de las doctrinas de las escuelas secretas, aunque no
todas ciertamente, se conservan en el Vaticano; y desde entonces, se han convertido
en parte y porción de los Misterios, bajo la forma de adiciones desfiguradas, hechas
por la Iglesia Latina al programa cristiano original. Tal es el dogma de la Inmaculada
Concepción, en la actualidad materializada. Esto explica las grandes persecuciones
emprendidas por la Iglesia Católica Romana contra el Ocultismo, la Masonería y el
Misticismo heterodoxo en general.

Los días de Constantino fueron el último punto crítico en la historia, el período de


la lucha suprema que terminó en el mundo occidental con la destrucción de las
antiguas religiones en favor de la nueva, construida sobre sus cuerpos. Desde
entonces, la perspectiva de un pasado remoto, más allá del Diluvio y del Jardín del
Edén, comenzó a ser interceptada a las indiscretas miradas de la posteridad por
modo forzoso e implacable, y recurriendo a toda clase de medios lícitos e ilícitos. Se
cerraron todas las salidas; se destruyeron todos cuantos documentos podían
hallarse a mano. Y, sin embargo, queda todavía lo suficiente, aun entre estos
documentos mutilados, para autorizarnos a decir que hay en ellos toda la prueba
que se requiere para demostrar la existencia efectiva de una Doctrina Matriz. Se han
salvado de los cataclismos geológicos y políticos bastantes fragmentos para
narrarnos la historia; y todos los que sobreviven, demuestran hasta la saciedad que
la actual Sabiduría Secreta fue en un tiempo la fuente original, la corriente perenne
siempre fluyendo, de la cual se alimentaban los riachuelos (las religiones
posteriores de todos los pueblos), desde la primera hasta la última. Este período que
comienza con Buddha y Pitágoras y temina con los neoplatónicos y los gnósticos, es
el único foco que nos muestra la historia, donde por última vez convergen brillantes
rayos de luz emanados de edades remotísimas, y no obscurecidos por el fanatismo.

Esto demuestra la necesidad a que la escritora de estas líneas ha estado siempre


sometida, de tener que explicar los hechos procedentes de un pasado muy lejano,
por medio de la evidencia adquirida en períodos históricos, aun a riesgo de sufrir
una vez más la acusación de falta de método y de sistema, pues no tenía otro medio
a su disposición. Deben darse a conocer al público los esfuerzos de muchos adeptos
que ha habido en el mundo, de poetas y escritores clásicos iniciados de todas las
épocas, para conservar en los anales de la humanidad el conocimiento por lo menos

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de la existencia de tal filosofía, ya que no el de sus verdaderos principios. Los
Iniciados de 1888 permanecerían a la verdad incomprensibles, y aparecerían como
un mito imposible, si no se demostrase que Iniciados semejantes han vivido en todas
las demás épocas de la historia. Esto puede hacerse únicamente citando los
capítulos y versículos de las obras en que pueden encontrarse mencionados estos
grandes personajes que fueron precedidos y seguidos por una serie larga e
interminable de otros Maestros en las artes ocultas, así anteriores como posteriores
al diluvio. Sólo de este modo podrá demostrarse, con un fundamento
semitradicional y semihistórico, que el conocimiento oculto y los poderes que al
hombre confiere, no son ficciones en manera alguna, sino cosas tan antiguas como el
mundo mismo.

Nada tengo, por lo tanto, que decir a mis jueces pasados y futuros, ya sean críticos
serios, ya derviches literarios, aulladores que juzgan una obra por la popularidad o
impopularidad del autor, y que sin mirar apenas su contenido, se agarran, a manera
de bacilos mortíferos, a los puntos más débiles del cuerpo. Tampoco me preocuparé
de aquellos calumniadores lunáticos, pocos por fortuna, que esperan llamar la
atención del público lanzando el descrédito sobre todo autor cuyo nombre sea más
conocido que el suyo, y ladran y echan espuma ante su misma sombra. Estos
sostuvieron durante algunos años que las doctrinas expuestas en el Theosophist, y
más tarde en el Esoteric Buddhism, habían sido inventadas por la presente escritora;
y haciendo por fin un completo cambio de frente, han denunciado a Isis sin Velo y a
todas las demás obras como plagio de Eliphas Lévi (!), Paracelso (!!) y mirabile dictu,
del buddhismo y brâhmanismo (!!!). Esto equivale a acusar a Renan de haber robado
su Vida de Jesús de los Evangelios, y a Max Müller sus Libros Sagrados del Oriente o
sus Chips de las filosofías de los brahmanes y de Gautama el Buddha. Pero al público
en general y a los lectores de LA DOCTRINA SECRETA puedo repetirles lo que he
venido diciendo durante todo este tiempo, y sintetizo ahora en las palabras de
Montaigne:

Señores: “Aquí tengo un ramillete de flores escogidos; nada hay en él mío, sino el
cordón que las ata”.

Romped el “cordón”, hacedlo pedazos si os parece. En cuanto al ramillete de


hechos, jamás seréis capaces de destruirlo. Todo lo que podéis es ignorarlos y nada
más.

Concluiremos con algunas palabras más, referentes a este primer volumen. En una
introducción que sirve de prefacio a una parte de la obra que se ocupa

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principalmente de cosmogonía, el sacar a relucir ciertas cuestiones podría ser
considerado como fuera de lugar; pero otra consideración además de las ya citadas
me ha obligado a tratar de ellas. Es inevitable que cada uno de los lectores juzgue las
afirmaciones hechas desde el punto de vista de sus conocimientos, experiencias y
conciencia propia, fundándose en lo que haya aprendido ya. Éste es un hecho que la
escritora debe tener siempre presente; de aquí la necesidad de referirse con
frecuencia en este primer volumen a materias que propiamente corresponden a la
última parte de la obra, pero que no pueden pasarse en silencio, so pena de que el
lector mire al libro como un cuento de hadas, o como una ficción de algún cerebro
moderno.

Así, el Pasado ayudará a demostrar el Presente, y este último servirá para apreciar
mejor el Pasado. Los errores del día tienen que ser explicados y extirpados, y sin
embargo, es más que probable, y en el presente caso cierto de toda certeza, que una
vez más el testimonio de las edades pasadas y la historia no lograrán hacer
impresión más que en los entendimientos intuitivos, lo cual equivale a decir sobre
muy pocos. Pero en éste como en los casos análogos, los sinceros y los fieles pueden
consolarse presentando al escéptico saduceo moderno la prueba matemática y
conmemorativa de su obstinación y endurecido fanatismo. Todavía existe en los
archivos de la Academia de Francia la famosa ley de probabilidades, deducida por
ciertos matemáticos en beneficio de los escépticos, valiéndose de un procedimiento
algebraico. Dice así: si dos personas reconocen la evidencia de un hecho, y le
comunican así cada una de ellas 5/6 de certidumbre, este hecho tendrá entonces
35/36 de certidumbre; esto es, su probabilidad estará en relación con su
improbabilidad en la proporción de 35 a 1. Si reúnen tres evidencias semejantes, la
certidumbre vendrá a ser de 215/216. La conformidad de diez personas, cada una
de las cuales preste 1/2 de certidumbre, producirá 1.023/1.024, etc., etc. El ocultista
puede darse por satisfecho con esta certidumbre, y no necesita más.

PROEMIO

PÁGINAS DE UNOS ANALES PREHISTÓRICOS

La que escribe estas líneas tiene a la vista un manuscrito arcaico, una colección de
hojas de palma impermeables a la acción del agua, del fuego y del aire, por un
procedimiento específico desconocido. Hay en la primera página un disco de
perfecta blancura, destacándose sobre un fondo de un negro intenso. En la página
siguiente aparece el mismo disco, pero con un punto en el centro. El primero, como
sabe el que se dedica a estos estudios, representa al Kosmos en la Eternidad, antes

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de volver a despertar la Energía aún en reposo, la emanación del Mundo en sistemas
posteriores. El punto en el disco, hasta entonces inmaculado, Espacio y Eternidad en
Pralaya, indica la aurora de la diferenciación. Es el punto en el Huevo del Mundo, el
germen interno de donde se desarrollará el Universo, el Todo, el Kosmos infinito y
periódico; germen que es latente o activo, periódicamente y por turnos. El único
círculo es la Unidad divina de donde todo procede y a donde todo vuelve: su
circunferencia, símbolo forzosamente limitado, por razón de la limitación de la
mente humana, indica la PRESENCIA abstracta y siempre incognoscible, y su plano,
el Alma Universal, aunque la dos son una. El ser blanca sólo la superficie del disco, y
negro el fondo que lo rodea, muestra claramente que su plano es el único
conocimiento, aunque todavía opaco y brumoso, que el hombre puede alcanzar. En
este plano se originan las manifestaciones manvantáricas; porque en esta ALMA es
donde dormita durante el Pralaya el Pensamiento Divino (1), en el cual reposa
oculto el plan de todas las cosmogonías y teogonías futuras.

Es la VIDA UNA, eterna, invisible, aunque omnipresente; sin principio ni fin,


aunque periódica en sus manifestaciones regulares (entre cuyos períodos reina el
obscuro misterio del No-Ser); inconsciente, y sin embargo Conciencia absoluta;
incomprensible, y sin embargo, la única Realidad existente por sí misma; a la
verdad, “un Caos para los sentidos, un Kosmos para la razón”. Su atributo único y
absoluto, que es Ello mismo, Movimiento eterno e incesante, es llamado
esotéricamente el Gran Aliento (2), que es el movimiento perpetuo del Universo, en
el sentido de Espacio sin límites y siempre presente. Aquello que permanece inmóvil
no puede ser Divino. Pero de hecho y en realidad, nada existe en absoluto inmóvil en
el Alma Universal.

Casi cinco siglos antes de nuestra era, Leucipo, el preceptor de Demócrito, sostenía
que el Espacio estaba eternamente lleno de átomos impulsados por movimiento
incesante, que daba origen, en el debido transcurso del tiempo, y a medida que se
agregaban, al movimiento rotatorio por virtud de colisiones mutuas que producían
movimientos laterales. Epicuro y Lucrecio enseñaron lo mismo, añadiendo
únicamente a la moción lateral de los átomos, la idea de la afinidad, que es una
enseñanza oculta.

Desde el comienzo de lo que constituye la herencia del hombre; desde la aparición


primera de los arquitectos del globo en que vive, la Deidad no revelada fue
reconocida y considerada bajo su único aspecto filosófico -el Movimiento Universal,
la vibración del Aliento creador en la Naturaleza-. El Ocultismo sintetiza así la
Existencia Una: “La Deidad es un fuego misterioso vivo (o moviente), y los eternos

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testigos de esta Presencia invisible, son la Luz, el Calor y la Humedad”, trinidad esta
última que abarca y es causa de todos los fenómenos de la Naturaleza (3).El
movimiento intracósmico es eterno e incesante; el movimiento cósmico, el visible o
sea aquel que es objeto de la percepción, es finito y periódico. Como eterna
abstracción es lo Siempre Presente; como manifestación, es finito, así en la dirección
venidera como en la opuesta, siendo las dos el Alfa y la Omega de las
reconstrucciones sucesivas. El Kosmos -el Nóumeno- no tiene que ver con las
relaciones causales del Mundo fenomenal. Sólo refiriéndose al Alma intracósmica, al
Kosmos ideal en el inmutable Pensamiento Divino, podemos decir: “Jam|s tuvo
principio, ni jam|s tendr| fin”. Por lo que hace a su cuerpo u organización cósmica,
aunque no puede decirse que haya tenido una primera construcción, o que haya de
tener una última, sin embargo, a cada nuevo Manvántara, puede considerarse su
organización como la primera y la última de su especie, puesto que evoluciona cada
vez en un plano más elevado.

Se declaró hace tan sólo unos cuantos años que:

La doctrina esotérica enseña, lo mismo que el buddhismo y el brahmanismo, y aun


la kabala, que la Esencia una, infinita y desconocida, existe en toda eternidad, y que
es ya pasiva, o ya activa en sucesiones alternadas, armónicas y regulares. En el
poético lenguaje de Manu, llámase a estas condiciones los Días y las Noches de
Brahm}. Este último est| “despierto” o “dormido”. Los sv}bh}vikas, o filósofos de la
más antigua escuela del buddhismo, que todavía existe en Nepal, especulan
únicamente sobre la condición activa de esta “Esencia”, a la cual ellos llaman
Svabhâvat, y consideran como una necedad el teorizar acerca del poder abstracto e
“incognoscible” en su condición pasiva. De aquí que sean llamados ateos por los
teólogos cristianos y por los sabios modernos; pues ni unos ni otros son capaces de
comprender la lógica profunda de su filosofía. Los primeros no consentirán otro
Dios más que la personificación de dos poderes secundarios que han dado forma al
Universo visible, y la cual ha venido a ser el Dios antropomórfico de los cristianos -el
Jehovah masculino, rugiendo entre truenos y rayos-. A su vez, la ciencia racionalista
considera a buddhistas y sv}bh}vikas como los positivistas” de las edades arcaicas.
Si consideramos la filosofía de estos últimos sólo bajo uno de sus aspectos, pueden
tener razón nuestros materialistas en su manera de considerarla. Sostienen los
buddhistas que no hay Creador, sino una infinidad de poderes creadores, que
colectivamente forman la eterna substancia, cuya esencia es inescrutable; y de aquí
que no sea objeto de especulación para ningún filósofo verdadero. Sócrates
rehusaba invariablemente discutir acerca del misterio del ser universal, y sin
embargo a nadie se le ocurrió acusarle de ateísmo, excepto a aquellos que deseaban

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su muerte. Al inaugurarse un período de actividad -dice la Doctrina Secreta- tiene
lugar una expansión de esta Esencia Divina de fuera adentro y de dentro afuera, con
arreglo a la ley eterna e inmutable, siendo el último resultado de la larga cadena de
fuerzas cósmicas, puestas así en movimiento progresivo, el universo fenomenal y
visible. Del mismo modo, cuando sobreviene la condición pasiva, tiene lugar una
contracción de la Esencia Divina, y la obra previa de la creación es gradual y
progresivamente deshecha. El universo visible se desintegra, sus materiales se
dispersan, y solitarias “tinieblas” es lo único que incuba una vez m|s sobre la faz del
“abismo”. Empleando una met|fora de los libros secretos, que explicar| la idea de un
modo m|s claro, una espiración de la “esencia desconocida” produce el mundo; y
una inhalación es causa de que desaparezca. Este proceso ha tenido lugar de toda
eternidad, y nuestro Universo presente es solamente uno de la serie infinita que no
ha tenido principio ni tendrá fin (4).

Este párrafo será explicado, hasta donde sea posible, en la obra presente. Y si bien
tal como se halla escrito nada contiene de nuevo para el orientalista, su
interpretación esotérica puede contener, sin embargo, muchas cosas que hasta la
fecha han permanecido por completo desconocidas para los eruditos occidentales.

La primera figura es un disco sencillo O. La segunda representa en el símbolo


arcaico, un disco un punto en el centro ......, la diferenciación primera en las
manifestaciones periódicas de la Naturaleza eterna, sin sexo e infinita, “Aditi en
AQUELLO” (5) o el Espacio potencial en el Espacio abstracto. En su tercera etapa, el
punto se transforma en un diámetro ........ Entonces simboliza una Madre-Naturaleza
inmaculada y divina, en el Infinito absoluto, que lo abarca todo. Cuando el diámetro
horizontal se cruza por uno vertical ......, el símbolo se convierte en la Cruz Mundana.
La humanidad ha alcanzado su Tercera Raza Raíz; éste es el signo que representa el
origen de la vida humana. Cuando desaparece la circunferencia y queda únicamente
la ....., este signo simboliza que la caída del hombre en la materia se ha realizado ya, y
que comienza la Cuarta Raza. La Cruz dentro de un círculo simboliza el Panteísmo
puro; la cruz no inscripta, viene a ser fálica. Tenía los mismos y además otros
significados, que la Tau inscripta en un círculo ........, o que el martillo de Thor,
llamado cruz Jaina, o simplemente Svástica, dentro de un círculo........

Por medio del tercer símbolo -el círculo dividido en dos por un diámetro
horizontal- se daba a entender la primera manifestación de la Naturaleza creadora,
todavía pasiva, por ser femenina. La primera percepción vaga que el hombre tiene
de la procreación, es femenina; porque el hombre conoce a su madre más que a su
padre. De aquí que las deidades femeninas fuesen más sagradas que las masculinas.

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La Naturaleza, por tanto, es femenina, y hasta cierto grado, objetiva y tangible; y el
Principio espiritual que la fecunda está oculto (6). Añadiendo a la línea horizontal en
el círculo una línea perpendicular, se formó la Tau ......, la más antigua forma de la
letra. Tal fue el símbolo de la Tercera Raza hasta el día de su caída simbólica -esto es,
la separación de los sexos efecto de la evolución natural-, cuando la figura se
convirtió en ..... o la vida asexual modificada o separada-, un símbolo o jeroglífico
doble. Con las subrazas de nuestra Quinta Raza, vino a ser en simbología el Sacr’, y
en hebreo N’cabvah, de las Razas primeramente formadas (7); se cambió entonces
en el emblema de la vida egipcio ....., y más tarde aún en el signo de Venus ...... Viene
luego la Svástica (el martillo de Thor, en la actualidad la Cruz Hermética) separada
por completo de su círculo, con lo que viene a ser puramente fálica. El símbolo
esotérico del Kâli Yuga es la estrella de cinco puntas invertida, con sus dos puntas
(cuernos) mirando hacia arriba, así ......; signo de la hechicería humana, posición que
todo ocultista reconocer| como de la “mano izquierda”, y empleada en la magia
ceremonial.

Es de esperar, que gracias a la lectura de esta obra, se modifiquen las ideas


erróneas que en general tiene el público acerca del Panteísmo. Es falso e injusto
considerar como ateos a los ocultistas, buddhistas y advaitis. Aunque no sean todos
ellos filósofos, son por lo menos lógicos, estando fundados sus argumentos y
objeciones en el raciocinio escrito. A la verdad, si el Parabrahman de los hindúes se
tomase como representante de las deidades ocultas e innominadas de otras
naciones, se verá que este Principio absoluto, es el prototipo del cual todas las
dem|s han sido copiadas. Parabrahman no es “Dios” porque no es un Dios. “Es lo
supremo y lo no supremo (parâvara)” (8). Es lo supremo como causa, y lo supremo
como efecto. Parabrahman es simplemente, como realidad sin par, el Kosmos que
todo lo abarca -o más bien el Espacio Cósmico infinito- en el sentido espiritual más
elevado, por supuesto. Siendo Brahman (neutro) la Raíz suprema inmutable, pura,
libre, que jamás declina, “la verdadera Existencia Una, Param}rthika”, y el absoluto
Chit y Chaitanya (Inteligencia, Conciencia), no puede conocer, “porque AQUELLO no
puede tener objeto de conocimiento”. ¿Puede llamarse a la llama la Esencia del
Fuego? Esta esencia es “la Vida y la Luz del Universo; el fuego y la llama visibles son
la destrucción, la muerte y el mal”. “El Fuego y la Llama destruyen el cuerpo de un
Arhat; su esencia le hace inmortal” (9). “El conocimiento del Espíritu absoluto, al
modo que la refulgencia del sol o que el calor del fuego, no es otra cosa más que la
misma Esencia absoluta”, dice Sankar}ch}rya. Es “el Espíritu del Fuego”, no el Fuego
mismo; por tanto, “los atributos de este último, Calor o Llama no son atributos del
Espíritu, sino de aquello de que este Espíritu es causa inconsciente”. ¿No es la
sentencia anterior la verdadera clave de la filosofía de los últimos Rosacruces?

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Parabrahman es, en resumen, la agregación colectiva del Kosmos en su infinidad y
eternidad, el “AQUELLO” y el “ESTO”, a quien no pueden aplicarse agregados
distributivos (10). En el principio “ESTO” era el Mismo, uno solamente” (11); el gran
Sank}rach}rya explica que “ESTO” se refiere al Universo (Jagat); y que las palabras
“en el principio” significan antes de la reproducción del Universo fenomenal.

Por lo tanto, cuando los Panteístas se hacen eco de los Upanishads, que declaran, lo
mismo que la Doctrina Secreta, que “Esto” no puede crear, no niegan la existencia de
un Creador, o más bien de un conjunto colectivo de creadores; lo que únicamente, es
rehusar, con mucha lógica, el atribuir la “creación”, y especialmente la formación,
cosas que son finitas, a un Principio Infinito. Para ellos, Parabrahman es una Causa
pasiva, porque es absoluta; es el Muhta incondicionado; y lo único que reniega a esta
causa absoluta, es la Omnisciencia y la Omnipotencia limitadas, porque estos son
también atributos, reflejados en las percepciones del hombre; y porque, siendo
Parabrahman el TODO Supremo, el siempre invisible Espíritu y Alma de la
Naturaleza, inmutable y eterna, no puede tener atributos; pues lo Absoluto excluye
naturalmente la posibilidad de conexión con una idea cualquiera

finita o condicionada. Y si los vedantinos asignan atributos únicamente a su


emanación, llamándolo ISHV ARA en unión con Màyâ, y Avidyâ (Agnosticismo y falta
de ciencia, más bien que ignorancia), es difícil encontrar ateísmo alguno en esta idea
(12). Puesto que no pueden existir ni dos Infinitos ni dos Absolutos en un Universo,
que se supone sin límites, apenas puede concebirse a esta Existencia, que lo es por sí
misma, creando personalmente. Para los sentidos y percepciones de los seres finitos.
AQUELLO es No-Ser, en el sentido de que es la Seidad Una; porque en este TODO
yace oculta su coeterna y coeva emanación o radiación inherente, la cual, al
convertirse periódicamente en Brahmâ (la Potencia masculino-femenina), se
extiende en el Universo manifestado. “N}r}yana moviéndose sobre las Aguas
(abstractas) del Espacio”, se transforma en las Aguas de substancia concreta,
movidas por él, que viene a ser ahora el Verbo o Logos manifestado.

Los brahmanes ortodoxos, aquellos que mayor oposición hacen a los panteístas y a
los advaitas, llamándoles ateos, se ven obligados, si Manu tiene alguna autoridad en
la materia, a aceptar la muerte de Brahmâ, el Creador, a la terminación de cada Siglo
de esta deidad (100 años Divinos, período que para expresarlo según nuestros años,
requiere quince cifras). Sin embargo, ningún filósofo entre ellos considerará esta
“muerte” en otro sentido que el de una desaparición temporal del plano manifestado
de la existencia, o como un reposo periódico.

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Los ocultistas están, por lo tanto, conformes con los filósofos vedantinos advaitas,
en lo referente al principio mencionado. Demuestran aquéllos la imposibilidad de
aceptar, en el terreno filosófico, la idea del TODO absoluto, creando, ni aun
desenvolviendo el Huevo de Oro, en el cual se dice que penetra para transformarse
en Brahmâ, el Creador, quien se despliega más tarde en los Dioses y en todo el
Universo visible. Dicen los ocultistas que la Unidad absoluta no puede pasar a la
Infinidad, porque la Infinidad presupone la extensión ilimitada de algo, y la duración
de aquel algo; y el Uno Todo -como el Espacio, el cual es su única representación
mental y física en esta Tierra, o plano nuestro de existencia- no es ni sujeto ni objeto
de percepción. Si pudiera suponerse al Todo eterno e infinito, a la Unidad
omnipresente, en vez de ser en la Eternidad, transformándose, por medio de
manifestaciones periódicas, en un Universo múltiple o en una múltiple Personalidad,
aquella Unidad dejaría de ser una La idea de Locke, de que el “espacio puro no es
capaz ni de resistencia ni movimiento”, no es correcta. El Espacio no es ni un “vacío
sin límites” ni una “plenitud condicionada”, sino ambas cosas. Siendo (13) (en el
plano de la abstracción absoluta) la Deidad siempre ignota, que es un vacío sólo para
mentes finitas, y en el plano de la percepción mayávica, el Plenum; el contenedor
absoluto de todo lo que es, sea manifestado o no manifestado, es, por lo tanto, aquel
TODO ABSOLUTO. No existe diferencia alguna entre “En Él vivimos, nos movemos y
tenemos nuestra existencia”, del Apóstol cristiano, y las palabras del Rishi indo: “El
Universo vive en Brahmâ, procede de él y volver| a él”; porque Brahman (neutro), el
no manifestado, es aquel Universo in abscondito; y Brahmâ, el manifestado, es el
Logos, macho-hembra (14) en los dogmas simbólicos ortodoxos; siendo el Dios del
Apóstol Iniciado y el del Rishi, a un mismo tiempo el Espacio Invisible y el Visible. Al
Espacio se le llama en el simbolismo esotérico “El Eterno Madre-Padre de Siete
Pieles”. Se halla constituido, desde su superficie no diferenciada, hasta la
diferenciada, por siete capas.

“¿Qué es lo que fue, es y será, ya haya Universo o no, ya existan dioses o no existan?” -
pregunta el Catecismo esotérico Senzar-. Y la contestación es: “El Espacio”.

Lo que se rechaza no es el Dios desconocido Uno y siempre presente en la


Naturaleza, o la Naturaleza in abscondito, sino el “Dios” del dogma humano, y su
“Verbo” humanizado. En su presunción infinita y en su orgullo y vanidad inherentes,
el hombre le ha dado forma por sí mismo con mano sacrílega, haciendo uso de los
materiales que ha encontrado en su propia y mezquina fábrica cerebral, y lo ha
impuesto a sus semejantes como revelación directa del uno y no revelado ESPACIO
(15).

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El ocultista acepta la revelación como procedente de Seres divinos, si bien finitos,
las Vidas manifestadas; pero jamás de la Vida Una no manifestable; sí de aquellas
Entidades llamadas Hombre Primordial, Dhyâni-Buddhas o Dhyân Chohans, los
Rishi-Prajâpati de los indos, los Elohim o Hijos de Dios de los judíos, los Espíritus
Planetarios de todas las naciones, los cuales han venido a ser Dioses para los
hombres. El ocultista considera también a Âdi-Shakti -la emanación directa de
Mûlaprakriti, la eterna RAÍZ de AQUELLO, y el aspecto femenino de la Causa
Creadora, Brahmâ, en su forma âkâshica del Alma Universal-, como Mâyâ,
filosóficamente, y causa de la Mâyâ humana. Pero esta manera de ver no le impide
creer en su existencia por todo el tiempo que dura, esto es, durante un
Mahâmanvantara; ni aplicar el Âakâsha, la radiación de Mûlaprakriti (16), a fines
prácticos, por hallarse relacionada esta Alma del Mundo con todos los fenómenos
naturales conocidos o desconocidos por la ciencia.

Las religiones más antiguas del mundo -exotéricamente, porque la raíz o


fundamento esotérico es uno- son la indostánica, la mazdeísta y la egipcia. Viene
luego la caldea, producto de aquéllas, enteramente perdida para el mundo hoy día,
excepto en su desfigurado sabeísmo tal como al presente lo interpretan los
arqueólogos. Después, pasando por cierto número de religiones de que se hablará
más adelante, viene la judaica, que esotéricamente sigue la línea del magismo
babilónico, como en la Kabalah; y exotéricamente es, como en el Génesis y el
Pentateuco, una colección de leyendas alegóricas. Leídos a la luz del Zohar, los
cuatro primeros capítulos del Génesis son los fragmentos de una página altamente
filosófica de cosmogonía. dejados en su disfraz simbólico, son un cuento de niños,
una horrible espina clavada en el costado de la ciencia y de la lógica, un efecto
evidente de Karma. El haberlos dejado servir de prólogo al cristianismo, fue un cruel
desquite por parte de los rabinos, los cuales conocían mejor lo que significaba su
Pentateuco. Fue una protesta silenciosa contra su despojo, y a la verdad, los judíos
llevan hoy la ventaja a sus perseguidores tradicionales. Las creencias exotéricas
anteriormente mencionadas serán explicadas a la luz de la doctrina universal, a
medida que avancemos.

El Catecismo Oculto contiene las siguientes preguntas y respuestas:

¿Qué es aquello que siempre es? - El Espacio, el eterno Anupâdaka (que no tiene
padres).

¿Qué es aquello que siempre fue? - El Germen en la Raíz.

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¿Qué es aquello que está siempre viniendo y yendo? - El Gran Aliento.

Entonces, ¿existen tres Eternos? - No; los tres son uno.- Lo que siempre es, es uno; lo
que siempre fue, es uno; lo que está siempre siendo y viniendo a ser, es también uno; y
éste es el Espacio.

Explica ¡oh Lanú! (discípulo). - El Uno es un Círculo no interrumpido (Anillo) sin


circunferencia alguna, pues no está en ninguna parte y está en todas; el Uno es el
Plano sin límites del Círculo, que manifiesta un Diámetro solamente durante los
períodos manvantáricos; el Uno es el Punto indivisible no encontrado en parte alguna,
y percibido en todas partes durante aquellos períodos; es la Vertical y la Horizontal, el
Padre y la Madre, la cúspide y la base del Padre, las dos extremidades de la Madre, que
no llegan en realidad a parte alguna, porque el Uno es el Anillo, así como también los
Anillos que están dentro de aquel Anillo. Es Luz en las Tinieblas y Tinieblas en la Luz: el
“Aliento que es eterno”. Procede de fuera adentro, cuando está en todas partes, y de
dentro afuera, cuando no está en ninguna parte (o sea Mâyâ (17), uno de los Centros)
(18). Se extiende y se contrae (espiración e inspiración). Cuando se extiende, la Madre
se difunde y esparce; cuando se contrae, la Madre retrocede y se repliega. Esto produce
los períodos de Evolución y de Disolución, Manvántara y Pralaya. El Germen es
invisible e ígneo; la Raíz (el Plano del Círculo) es fría; pero durante la Evolución y el
Manvántara, su vestidura es fría y radiante. El Aliento caliente es el Padre que devora
la generación de los Elementos de múltiple faz (heterogéneos), y deja los de una sola
faz (homogéneos). El Aliento frío es la Madre que los concibe, los forma, los da a luz y
los recibe de nuevo en su seno para volverlos a formar otra vez en la Aurora (del Día
de Brahmâ, o Manvántara).

Para que la generalidad de los lectores comprendan con mayor claridad, debe
decirse que la Ciencia Oculta reconoce siete Elementos Cósmicos, cuatro de los
cuales son enteramente físicos, y el quinto (el Éter) semimaterial, el cual llegará a
ser visible en el aire hacia el final de nuestra Cuarta Ronda, para dominar por
completo sobre los demás durante toda la Quinta. Los dos restantes se hallan
todavía absolutamente fuera del alcance de la percepción humana. Aparecerán, sin
embargo, como presentimiento durante las Razas Sexta y Séptima de esta Ronda; y
serán conocidos del todo en las Rondas Sexta y Séptima respectivamente (19). Estos
siete Elementos, con sus innumerables subelementos, que son mucho más
numerosos que los conocidos por la ciencia, son simplemente, modificaciones
condicionales y aspectos del Elemento Uno y único. Este último no es el Éter (20), ni
siquiera el Âkâsha, sino el origen de estos. El Quinto Elemento, hoy día invocado con
completa libertad por la ciencia, no es el Éter supuesto por Sir Isaac Newton, aunque

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él le llama por este nombre, habiéndolo asociado probablemente en su mente con el
AEther, el “Padre-Madre” de la antigüedad. como Newton intuitivamente dice: “La
Naturaleza es un operador perpetuo que actúa en forma circular, engendrando
fluidos de sólidos, cosas fijas de cosas volátiles y volátiles de fijas; las sutiles de las
groseras y las groseras de las sutiles... Así, quizás, pueden todas las cosas haberse
originado del Éter” (21).

Debe tener presente el lector que las Estancias tratan únicamente de la


cosmogonía de nuestro sistema planetario, y de lo que es visible alrededor suyo,
después de un Pralaya Solar. Las enseñanzas secretas referentes a la evolución del
Kosmos Universal no se pueden dar, pues no serían comprendidas ni aun por las
inteligencias superiores de esta época; y al parecer hay muy pocos Iniciados, aun
entre los más grandes, a quienes sea permitido especular acerca de este punto.
Además, dicen los Maestros terminantemente, que ni siquiera los más elevados
Dhyâni-Chohans han penetrado jamás los misterios más allá de los límites que
separan las miríadas de sistemas solares del Sol Central, así llamado. Por lo tanto, lo
que se publica se refiere solamente a nuestro Cosmos visible, después de una Noche
de Brahmâ.

Antes que el lector pase a considerar las Estancias del Libro de Dzyan, que
constituyen la base de la presente obra, es absolutamente necesario que conozca los
pocos conceptos fundamentales que sirven de asiento, y que compenetran todo el
sistema a que su atención va a ser dirigida. Estas ideas fundamentales son pocas en
número, pero de su clara percepción depende la inteligencia de todo lo que sigue;
por lo tanto, no es necesario encarecer al lector lo que importa familiarizarse con
ellas desde el principio, antes de comenzar la lectura de la obra.

La Doctrina Secreta establece tres proposiciones fundamentales:

I. Un PRINCIPIO Omnipotente, Eterno, Sin Límites e Inmutable, sobre el cual toda


especulación es imposible, porque trasciende el poder de la concepción humana, y
sólo podría ser empequeñecido por cualquiera expresión o comparación de la
humana inteligencia. Está fuera del alcance del pensamiento, y según las palabras
del Mândûkya es “inconcebible e inefable”.

Para que la generalidad de los lectores perciba más claramente estas ideas, debe
comenzar con el postulado de que hay Una Realidad Absoluta anterior a todo Ser
manifestado y condicionado. Esta Causa Infinita y Eterna, obscuramente formulada
en lo “Inconsciente” y en lo “Incognoscible” de la filosofía europea corriente, es la

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Raíz, sin Raíz de “todo cuanto fue, es o ha de ser”. H|llase, por de contado,
desprovista de toda clase de atributos, y permanece esencialmente sin ninguna
relación con el Ser manifestado y finito. Es la “Seidad” (22), m|s bien que Ser, Sat en
sánscrito, y está fuera del alcance de todo pensamiento o especulación.

Esta Seidad se simboliza en la Doctrina Secreta bajo dos aspectos. Por una parte, el
Espacio Abstracto absoluto, que representa la mera subjetividad, lo que ninguna
mente humana puede excluir de concepto alguno, ni concebir en sí mismo. Por otra
parte, el Movimiento abstracto absoluto, que representa la Conciencia
Incondicionada. Los mismos pensadores occidentales han hecho ver que la
conciencia es inconcebible para nosotros sin el cambio, y lo que mejor simboliza el
cambio es el movimiento, su característica esencial. Este último aspecto de la
Realidad Una se simboliza también por el término el Gran Aliento, símbolo
suficientemente gráfico para necesitar otra explicación. Así pues, el primer axioma
fundamental de la Doctrina Secreta es esta metafísica Una y Absoluta SEIDAD,
simbolizada por la inteligencia finita en la Trinidad teológica.

Pueden, sin embargo, servir de auxilio al estudiante algunas explicaciones más, que
añadiremos aquí.

Herbert Spencer ha modificado últimamente su Agnosticismo, de tal modo, que


asegura que la naturaleza de la “Primera Causa” (23), que el ocultista deriva con m|s
lógica de la Causa sin Causa, lo “Eterno” y lo “Incognoscible”, puede ser
esencialmente la misma que la de la conciencia que reside dentro de nosotros; en
resumen: que la Realidad impersonal que compenetra el Kosmos, es el puro
nóumeno del pensamiento. Este adelanto de su parte le lleva muy cerca del principio
esotérico y vedantino (24).

Parabrahman, la Realidad Una, lo absoluto, es el campo de la Conciencia Absoluta;


esto es, aquella Esencia que está fuera de toda relación con la existencia
condicionada, y de la cual, la existencia consciente es un símbolo condicionado. Pero
en cuanto salimos, en nuestro pensamiento de ésta, para nosotros Absoluta
Negación, surge el dualismo en el contraste de Espíritu (o Conciencia), y Materia,
Sujeto y Objeto.

El Espíritu (o Conciencia) y la Materia, sin embargo, deben ser considerados, no


como realidades independientes, sino como los dos símbolos o aspectos de lo
Absoluto, Parabrahman, que constituyen la base del Ser condicionado, ya sea
subjetivo, ya objetivo.

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Considerando esta tríada metafísica como la Raíz de la cual procede toda
manifestación, el gran Aliento toma el carácter de Ideación precósmica. Él es la
fuente y origen de la fuerza y de toda conciencia individual, y provee de inteligencia
directora al vasto plan de la Evolución cósmica. Por otra parte, la Substancia-Raíz
precósmica (Mûlaprakriti) es el aspecto de lo absoluto que sirve de fundamento a
todos los planos objetivos de la naturaleza.

Así como la Ideación Precósmica es la raíz de toda conciencia individual, así


también la Substancia Precósmica es el substrátum de la Materia en sus varios
grados de diferenciación.

Por lo dicho se verá con claridad que el contraste de estos dos aspectos de lo
Absoluto es esencial para la existencia del Universo Manifestado. Separada de la
Substancia cósmica, la Ideación Cósmica no podría manifestarse como conciencia
individual; pues sólo por medio de un vehículo (upâdhi) de materia, surge esta
conciencia como “Yo soy Yo”; siendo necesaria una base física para enfocar un Rayo
de la Mente Universal a cierto grado de complejidad. A su vez, separada de la
Ideación Cósmica, la Substancia Cósmica permanecería como abstracción vacía, y
ninguna manifestación de Conciencia podría seguirse.

El Universo Manifestado, por lo tanto, está informado por la dualidad, la cual viene
a ser la esencia misma de su Ex-istencia como manifestación. Pero así como los polos
opuestos de Sujeto y Objeto, de Espíritu y Materia, son tan sólo aspectos de la
Unidad Una, en la cual están sintetizados, así también en el Universo Manifestado
existe “algo” que une el Espíritu a la Materia, el Sujeto al Objeto.

Este algo, desconocido al presente para la especulación occidental, es llamado


Fohat por los ocultitstas. Es el “puente” por el cual las Ideas que existen en el
Pensamiento divino, pasan a imprimirse sobre la Substancia Cósmica, como Leyes
de la Naturaleza. Fohat es así la energía dinámica de la Ideación Cósmica; o
considerado bajo su otro aspecto, es el medio inteligente, el poder directivo de toda
manifestación, el Pensamiento divino transmitido y hecho manifiesto por medio de
los Dhyân Chohans (25), los Arquitectos del Mundo visible. Así, del Espíritu o
Ideación Cósmica, viene nuestra Conciencia; de la Substancia Cósmica los diversos
Vehículos en que esta Conciencia se individualiza y llega al yo, a la conciencia de sí
mismo, o conciencia reflexiva; mientras que Fohat, en sus manifestaciones varias, es
el eslabón misterioso que une la Mente a la Materia, el principio vivificador que
electriza cada átomo para darle vida.

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El siguiente resumen ofrecerá al lector una idea más clara:

1. Lo ABSOLUTO: el Parabrahman de los vedantinos o la Realidad Una, Sat, que es,


como dice Hegel, al mismo tiempo, Absoluto Ser y No-Ser.

2. El Primer Logos: el Logos impersonal, y en filosofía, no manifestado, el precursor


del Manifestado. Ésta es la “Primera Causa”, lo “Inconsciente” de los panteístas
europeos.

3. El Segundo Logos: Espíritu-Materia, Vida; el “Espíritu del Universo”, Purusha y


Prakriti.

4. El Tercer Logos: la Ideación Cósmica, Mahat o Inteligencia, el Alma Universal del


Mundo; el Nóumeno Cósmico de la Materia, la base de las operaciones inteligentes
de la Naturaleza, llamado también Mahâ-Buddhi.

La REALIDAD UNA; sus aspectos duales en el Universo condicionado.

Además, la Doctrina Secreta afirma:

II. La Eternidad del Universo in toto, como plano sin límites; periódicamente
“escenario de Universos innumerables, manifestándose y desapareciendo
incesantemente”, llamados “las Estrellas que se manifiestan”, y las “Chispas de la
Eternidad”. “La Eternidad del Peregrino” (26) es como un abrir y cerrar de ojos de la
Existencia por Sí Misma”, según dice el Libro de Dzyan. “La aparición y desaparición
de Mundos, es como el flujo y el reflujo regular de las mareas”.

Esta segunda aserción de la Doctrina Secreta es la universalidad absoluta de


aquella ley de periodicidad, de flujo y reflujo, de decadencia y crecimiento, que la
ciencia física ha observado y consignado en todas las esferas de la Naturaleza.
Alternativas tales como Día y Noche, Vida y Muerte, Sueño y Vigilia, son hechos tan
comunes, tan perfectamente universales y sin excepción, que será fácil comprender
cómo vemos en ellas una de las Leyes absolutamente fundamentales del Universo.

Enseña también la Doctrina Secreta:

III. La identidad fundamental de todas las Almas con el Alma Suprema Universal,
siendo esta última un aspecto de la Raíz Desconocida; y la peregrinación obligatoria
para todas las Almas, destellos suyos, a través del Ciclo de Encarnación, o de

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Necesidad, conforme a la Ley cíclica y Kármica, durante todo el término de aquél. En
otras palabras: ningún Buddhi puramente espiritual (Alma Divina) puede tener una
existencia consciente independiente, antes que la chispa que brotó de la Esencia
pura del Principio Sexto Universal, o sea el ALMA SUPREMA, haya pasado por todas
las formas elementales pertenecientes al mundo fenomenal de aquel Manvántara, y
adquirido la individualidad, primeramente por impulso natural, y después por los
esfuerzos propios conscientemente dirigidos y regulados por su Karma,
ascendiendo así por todos los grados de inteligencia desde el Manas inferior hasta el
superior; desde el mineral y la planta al Arcángel más sano (Dhyâni-Buddha). La
Doctrina fundamental de la Filosofía Esotérica no admite en el hombre ni
privilegios, ni dones especiales, salvo aquellos ganados por su propio Ego, por
esfuerzo y mérito personales a través de una larga serie de metempsicosis y
reencarnaciones. Por esto dicen los indos que el Universo es Brahman y Brahmâ;
porque Brahman está en todos los átomos del Universo, siendo los seis principios de
la naturaleza la expresión, o los aspectos diversamente diferenciados, del Séptimo y
Uno, única Realidad en el Universo, sea cósmico o microcósmico; y también porque
las permutaciones psíquicas, espirituales y físicas del Sexto (Brahmâ, el vehículo de
Brahman) en el plano de la manifestación y de la forma, se consideran por antifrasis
metafísica, como ilusorias y mayávicas. Pues aunque la raíz de todos los átomos
individualmente, y de todas las formas colectivamente, es este Séptimo Principio o
la Realidad Una, sin embargo, en su apariencia manifestada, fenomenal y temporal,
todo ello es tan sólo una ilusión pasajera de nuestros sentidos.

En su modo de ser absoluto, el Principio Uno bajo sus dos aspectos, Parabrahman y
Mûlaprakriti, carece de sexo, es incondicionado y eterno. Su emanación
manvantárica, periódica, o irradiación primaria, es también Una, andrógina, y en su
aspecto fenomenal, finita. Cuando la irradiación irradia a su vez, todas sus
irradiaciones son también andróginas, convirtiéndose en los principios masculino y
femenino en sus aspectos inferiores. Después de un Pralaya, ya sea el Mayor, ya el
Menor -este último dejando a los mundos en statu quo (27)- lo primero que
despierta a la vida activa es el plástico Âkâsha, el Padre-Madre, el Espíritu y el Alma
de Éter, o sea el Plano del Círculo. El Espacio es llamado la Madre, antes de su
actividad cósmica, y el Padre-Madre en la primera etapa de su despertar. En la
Kabalah es también Padre-Madre-Hijo. Pero mientras en la doctrina oriental, estos
constituyen el Séptimo Principio del Universo Manifestado, o su Atma-Buddhi-
Manas (Espíritu-Alma-Inteligencia), ramificándose y diviéndose la Tríada en siete
Principios cósmicos y en siete principios humanos; en la Kabalah occidental de los
místicos cristianos, se considera la Tríada o Trinidad, y entre sus ocultistas, el
Jehovah macho-hembra, Jah-Havah. En esto estriba toda la diferencia entre las

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Trinidades esotérica y cristiana. Los místicos y los filósofos, los panteístas orientales
y occidentales, sintetizan su Tríada pregenética en la abstracción divina pura. El
ortodoxo, la antropomorfiza. Hiranyagarbha, Hari Sansâra (28), las tres Hipóstasis
del espíritu que se manifiesta (el “Espíritu del Espíritu Supremo”, con cuyo título
saluda Prithivi, la Tierra, a Vishnu en su Avatâra primero), son las cuaidades
abstractas puramente metafísicas de la Formación, la Conservación y la Destrucción,
y son las tres divinas Avasth}s (Hipóstasis) de lo que “no perece con las cosas
creadas”, Achyuta, nombre de Vishnu; mientras que el cristiano ortodoxo escinde su
Deidad creadora personal en los tres personajes de la Trinidad, y no admite ninguna
Deidad superior. Esta última es, en Ocultismo, el Triángulo abstracto; para el
ortodoxo, es el Cubo perfecto. El dios creador o los dioses reunidos, son
considerados por el filósofo oriental como Bhrântidarshanatah, “falsas apariencias”,
algo “concebido, por razón de apariencias erróneas, como una forma material”, y
que se explica como procedente del concepto ilusorio del Alma humana personal y
egotista (el Quinto Principio inferior). La traducción corregida que aparece en las
notas de Fitzedward Hall, a la versión de Wilson del Vishnu Purâna, lo expresa de un
modo feliz: “Brahma en su totalidad, tiene esencialmente el aspecto de Prakriti, así
deplegado como sin desplegar (Mûlaprakriti), y también el aspecto del Espíritu y el
aspecto del tiempo. El Espíritu, ¡oh tú, dos veces nacido!, es el aspecto principal del
Brahma Supremo (29). El aspecto siguiente es doble: Prakriti, a la vez desplegado y
sin desplegar; y el último es el Tiempo”. A Cronos se le presenta también en la
teogonía órfica como siendo un Dios o agente engendrado.

En esta etapa del despertar del Universo, el simbolismo sagrado lo representa


como un Círculo perfecto con el Punto (Raíz) en el centro. Éste era un signo
universal, y por lo tanto lo encontramos también en la Kabalah. Sin embargo, la
Kabalah occidental, en la actualidad en manos de los místicos cristianos, lo ignora
por completo, a pesar de hallarse claramente presentado en el Zohar. Estos sectarios
comienzan por el fin, y presentan como símbolos del Kosmos pregenético el signo
....., llam|ndolo “La Unión de la Rosa y de la Cruz”, ¡el gran misterio de la generación
oculta, de donde procede el nombre Rosacruz (Rosa Cruz)! Esto puede deducirse de
uno de los más importantes y mejor conocidos de sus símbolos, el cual, hasta la
fecha, jamás ha sido comprendido ni aun por los místicos modernos. Éste es el
Pelícano rasgando su seno para alimentar a sus siete hijos; el verdadero credo de los
Hermanos de la Rosa-Cruz, y una emanación directa de la Doctrina Secreta del
Oriente.

Brahman (neutro) es llamado Kâlahamsa, que significa, según lo explican los


orientalistas occidentales, el Cisne Eterno (u oca), y lo mismo es Brahmâ, el Creador.

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Así se da lugar a un grande error. A Brahman (neutro), debe hacerse referencia
como Hamsa-vâhana (el que usa el Cisne como Vehículo), y no a Brahmâ, el Creador,
que es el verdadero Kâlahamsa; mientras que Brahman (neutro), es Hamsa y A-
hamsa, como se explicará en los Comentarios. Téngase presente que los términos
Brahmâ y Parabrahman no se emplean aquí porque pertenezcan a nuestra
nomenclatura esotérica, sino sencillamente por ser más familiares a los estudiantes
de Occidente. Ambos son los perfectos equivalentes de nuestros términos de una,
tres y siete vocales, que corresponde al TODO UNO, y al Uno “Todo en Todo”.

Tales son los conceptos fundamentales en que se apoya la Doctrina Secreta.

No sería este lugar a propósito para hacer una defensa, ni para dar pruebas de su
valor racional inherente; ni puedo tampoco detenerme a demostrar cómo se hallan
de hecho contenidos en todos los sistemas de filosofía dignos de este nombre, si
bien a menudo bajo un disfraz engañoso.

Cuando el lector los haya comprendido claramente, y haya visto la luz que arrojan
sobre todos los problemas de la vida, no necesitará mayor justificación a sus ojos,
puesto que su verdad será tan evidente para él como la luz del sol. Paso, por tanto, al
asunto objeto de las Estancias tal como se dan en este volumen, comenzando por
presentarlas en una relación escueta, con la idea de facilitar el trabajo del
estudiante, al poner ante su vista, en pocas palabras, el concepto general explicado
en ellas.

La historia de la Evolución Cósmica, tal como se halla expuesta en las Estancias, es,
por decirlo así, la abstracta fórmula algebraica de esta evolución. Por lo tanto, el
lector no debe concebir la esperanza de encontrar en ellas la explicación de todas las
etapas y transformaciones que tienen lugar entre los comienzos de la Evolución
Universal y nuestro presente estado. Sería imposible dar tal explicación, que sería
incomprensible a quienes ni siquiera pueden hacerse cargo de la naturaleza del
plano de existencia inmediato, al que, por el momento, se halla limitada su
conciencia.

Las Estancias dan, por lo tanto, una fórmula abstracta, que puede aplicarse mutatis
mutandis a toda evolución: a la de nuestra tierra diminuta; a la de la Cadena de
Planetas de que esta tierra forma parte; a la del Universo Solar a que pertenece esta
Cadena; y así, en escala ascendente, hasta que la mente vacila y queda exhausta por
el esfuerzo realizado.

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Las siete Estancias que en este volumen se dan, representan los siete términos de
esta fórmula abstracta. Se refieren y describen las siete grandes etapas del proceso
evolutivo, de que tratan los Purânas como las “Siete Creaciones”, y la Biblia como los
“días” de la Creación.

La Estancia I describe el estado del TODO UNO durante el Pralaya, antes el primer
movimiento del despertar de la Manifestación.

Basta pensar un momento para comprender que tal estado sólo puede expresarse
simbólicamente; pues es imposible describirlo. Y ni aun puede ser simbolizado sino
por medio de negaciones; porque siendo el estado de lo Absoluto per se, no puede
tener ninguno de aquellos atributos específicos que nos sirven para describir los
objetos en términos positivos. De aquí que sólo puede sugerirse tal estado por
medio de la negación de todos aquellos atributos más abstractos que los hombres
sienten, más bien que conciben, como el límite más remoto a que puede llegar su
poder de concepción.

La Estancia II describe una etapa que para una inteligencia occidental viene a ser
casi tan idéntica al estado referido en la primera Estancia, que el explicar la idea de
su diferencia requeriría por sí sola un tratado. Por tanto, debe quedar a la intuición y
a las facultades más elevadas del lector, el penetrar hasta donde sea posible la
significación de las frases alegóricas de que se hace uso. En verdad, hay que tener
presente que todas estas Estancias hablan más a las facultades íntimas que a la
inteligencia ordinaria del cerebro físico.

La Estancia III describe el despertar del Universo a la vida después del Pralaya.
Refiere cómo surgen las Mónadas de su estado de absorción en el seno del Uno; cuya
etapa es la primera y superior en la formación de los Mundos. El término Mónada
puede aplicarse lo mismo al más vasto Sistema Solar, que al átomo más diminuto.

La Estancia IV presenta la diferenciación del “Germen” del Universo en la Jerarquía


Septenaria de Poderes Divinos conscientes, que son las manifestaciones activas de la
Suprema Energía Una. Ellos son los constructores y modeladores, y en último
término los creadores de todo el Universo manifestado, en el único sentido en que el
nombre de “Creador” es inteligible; dan forma al Universo y le dirigen; son los Seres
inteligentes que ajustan y vigilan la evolución, encarnando en sí mismos aquellas
manifestaciones de la Ley Una, que conocemos como “Leyes de la Naturaleza”.

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Genéricamente son conocidos con el nombre de Dhyân Chohans, si bien cada uno
de los diversos grupos tiene su propia denominación en la Doctrina Secreta.

Esta etapa de la evolución es llamada en la mitología india la “Creación de los


Dioses”.

La Estancia V describe el proceso de la formación del mundo. En primer lugar,


Materia Cósmica difusa; después el “Torbellino Ígneo”, la primera etapa de la
formación de una nebulosa. Esta nebulosa se condensa y, después de pasar por
varias transformaciones, forma un Universo Solar, una Cadena Planetaria o un solo
Planeta, según los casos.

La Estancia VI indica las etapas subsiguientes de la formación de un “Mundo”,


mostrando la evolución de este Mundo hasta su cuarto gran período, que
corresponde al período en que vivimos actualmente.

La Estancia VII continúa la historia, trazando el descenso de la vida hasta la


apariencia del hombre; y así termina el libro primero de LA DOCTRINA SECRETA.

El desarrollo del “Hombre” desde su primera aparición sobre esta tierra en la


Ronda actual, hasta el estado en que hoy se encuentra, constituirá el asunto de los
libros tercero y cuarto.

Las Estancias que forman la tesis de todas las secciones de esta obra, se presentan
traducidas en lenguaje moderno; pues hubiera sido por demás inútil el hacer el
asunto más dificultoso con la introducción de la fraseología arcaica del original, cuyo
estilo y palabras son enigmáticos. Se intercalan extractos de las traducciones china,
tibetana y sánscrita de los Comentarios y Glosas originales de Senzar sobre el Libro
de Dzyan, siendo ésta la primera vez que dichas traducciones se vierten a un
lenguaje europeo. Es casi innecesario decir que tan sólo son aquí citadas porciones
de las siete Estancias. Si se publicasen completas, serían incomprensibles para
todos, excepción hecha de unos cuantos elevados ocultistas. Tampoco hay necesidad
de asegurar aquí al lector que la escritora, o más bien la humilde reproductora de
estas líneas, no entiende mejor que la mayor parte de los profanos aquellas
porciones suprimidas.

Con objeto de facilitar la lectura y de evitar referencias demasiado frecuentes a


notas puestas al pie, se ha considerado más cómodo reunir textos y glosas, usando
los nombres propios sánscritos y tibetanos, cuando no pudiesen evitarse, con

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preferencia a los originales; con tanta mayor razón, los últimos tan sólo entre los
Maestros y sus Chelas (o discípulos).

Si hubiera de traducirse al español el versículo primero empleando únicamente los


sustantivos y términos técnicos que constan en una de las versiones tibetana y
senzar, diría como sigue:

Tho-ag en Zhi-gyu durmió siete Khorlo. Zodmanas zhiba. Todo Nyug seno. Konch-hog
no; Thyan-Kam no; Lha-Chohan no; Tenbrel Chugnyi no; Dharmakâya cesó;
Tgenchang no había llegado a ser; Barnang y Ssa en Ngovonyidj; solamente Tho-og
Yinsin en la noche de Sun-chan y Yong-grub (Paranishpanna), etc.

Todo esto sonaría como un completo Abracadabra.

Como esta obra se ha escrito para instrucción de los estudiantes de Ocultismo y no


en beneficio de los filólogos, evitaremos términos extranjeros semejantes, siempre
que sea posible. Únicamente se dejan los términos intraducibles, que no se
comprendan sin una explicación; pero todos ellos se darán en su forma sánscrita. No
hay para qué recordar al lector que estos son, en casi todos los casos, los últimos
desarrollos de este lenguaje, y pertenecen a la Quinta Raza Raíz. El sánscrito, tal
como ahora se conoce, no fue hablado por los atlantes; y la mayor parte de los
términos filosóficos empleados en los sistemas de la India, posteriores al período del
Mahâbhârata, no se encuentran en los Vedas ni en las Estancias originales, sino tan
sólo sus equivalentes. Al lector que no sea teósofo, se le invita, una vez más, a
considerar todo lo que sigue como un cuento de hadas, si así le parece; todo lo más,
como una especulación de soñadores, aún no demostrada; y en el peor de los casos,
como una de tantas hipótesis científicas, pasadas, presentes y futuras, algunas de las
cuales ya han muerto, mientras otras todavía están en pie. No es ella, en sentido
alguno, menos científica que muchas de las llamadas teorías científicas; pero en todo
caso es más filosófica y más probable.

En vista de los muchos comentarios y explicaciones que se necesitan, las


referencias a las notas se señalan de la manera acostumbrada; al paso que las
sentencias que tienen que ser comentadas, se marcan con letras. Se añaden algunas
materias en los capítulos que tratan del simbolismo, los cuales contienen a menudo
mayor instrucción que los Comentarios.

PARTE PRIMERA

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LA EVOLUCIÓN CÓSMICA

SIETE ESTANCIAS DEL LIBRO SECRETO DE DZYAN

CON COMENTARIOS

No existía algo, ni existía nada;

El resplandeciente cielo no existía;

Ni la inmensa bóveda celeste se extendía en lo alto.

¿Qué cubría todo? ¿Qué lo cobijaba? ¿Qué lo ocultaba?

¿Era el abismo insondable de las aguas?

No existía la muerte; pero nada había inmortal,

No existían límites entre el día y la noche

Sólo el Uno respiraba inanimado y por Sí,

Pues ningún otro que Él jamás ha habido.

Reinaban las tinieblas, y todo el principio estaba velado

En obscuridad profunda; un océano sin luz;

El germen hasta entonces oculto en la envoltura

Hace brotar una naturaleza del férvido calor.

...............................................................................

¿Quién conoce el secreto? ¿Quién lo ha revelado?

¿De dónde, de dónde ha surgido esta multiforme creación?

Los Dioses mismos vinieron más tarde a la existencia.

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¿Quién sabe de dónde vino esta gran creación?

Aquello de donde toda esta creación inmensa ha procedido,

Bien que su voluntad haya creado, bien fuera muda,

El más Elevado Vidente, en los más altos cielos,

Lo conoce, o quizás tampoco, ni aun Él lo sepa.

Contemplando la eternidad...

Antes que fuesen echados los cimientos de la tierra,

..............................................................................................

Tú eras. Y cuando la llama subterránea

Rompa su prisión y devore la forma,

Todavía serás Tú, como eras antes,

Sin sufrir cambio alguno cuando el tiempo no exista.

¡Oh, mente infinita, divina Eternidad!

Rig Veda (Colebrooke)

LA EVOLUCIÓN CÓSMICA EN LAS SIETE ESTANCIAS DEL LIBRO DE DZYAN

ESTANCIA I

1. El Eterno Padre, envuelto en sus Siempre Invisibles Vestiduras, había dormitado


una vez más por Siete Eternidades.

2. El Tiempo no existía, pues yacía dormido en el Seno Infinito de la Duración.


3. La Mente Universal no existía, pues no había Ah-hi para contenerla.

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4. Las Siete Sendas de la Felicidad no existían. Las Grandes Causas de la Desdicha
no existían, porque no había nadie que las produjese y fuese aprehendido por ellas.

5. Sólo tinieblas llenaban el Todo Sin Límites; pues Padre, Madre e Hijo eran una
vez más Uno, y el Hijo no había aún despertado para la nueva Rueda y su
Peregrinación en ella.

6. Los Siete Señores Sublimes y las Siete Verdades habían dejado de ser; y el
Universo, el Hijo de la Necesidad, estaba sumido en Paranishpanna, para ser
exhalado por aquello que es, y sin embargo, no es. Ninguna cosa existía.

7. Las Causas de la Existencia habían sido destruidas; lo Visible que fue y lo


Invisible que es, permanecían en Eterno No-Ser - el Único Ser.

8. La Forma Una de Existencia, sin límites, infinita, sin causa, se extendía sola en
Sueño sin Ensueño; y la Vida palpitaba inconsciente en el Espacio Universal, en toda
la extensión de aquella Omnipresencia que percibe el Ojo Abierto de Dangma.

9. Pero, ¿dónde estaba Dangma cuando el Álaya del Universo estaba en


Paramârtha, y la Gran Rueda era Anupâdaka?

ESTANCIA II

1. ...¿Dónde estaban los Constructores, los Brillantes Hijos de la Aurora del


Manvántara?... En las Tinieblas Desconocidas, en sus Ah-hi Paranishpanna. Los
Productores de la Forma, derivada de la No-Forma, que es la Raíz del Mundo, la
Devamâtri y Svabhâvat, reposaban en la felicidad del No-Ser.

2. ...¿Dónde estaba el Silencio? ¿En dónde los oídos para percibirlo? No; no había
Silencio ni Sonido; nada, salvo el Incesante Hálito Eterno, para sí mismo ignoto.

3. La Hora no había sonado todavía; el Rayo no había brillado aún hacia dentro del
Germen; la Mâtripadma aún no se había henchido.

4. Su Corazón no se había abierto todavía para recibir el Rayo Único, y caer


después, como tres en Cuatro, en el Regazo de Mâyâ.

5. Los Siete no habían nacido todavía del Tejido de Luz. El Padre-Madre, Svabhâvat,
era sólo Tinieblas; y Svabhâvat estaba en tinieblas.

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6. Estos Dos son el Germen, y el Germen es Uno. El Universo estaba aún oculto en el
Pensamiento Divino y en el Divino Seno.

ESTANCIA III

1. ...La última Vibración de la Séptima Eternidad palpita a través del Infinito. La


Madre se hincha y se ensancha de dentro afuera como el Botón del Loto.

2. Cunde la Vibración, y sus veloces Alas tocan al Universo entero y al Germen que
mora en las Tinieblas; Tinieblas que alientan sobre las dormidas Aguas de la Vida.

3. Las Tinieblas irradian la Luz, y la Luz emite un Rayo solitario en las Aguas,
dentro del Abismo de la Madre. El Rayo traspasa el Huevo Virgen; el Rayo hace
estremecer al Huevo Eterno, y desprende el Germen no eterno, que se condensa en
el Huevo del Mundo.

4. Los Tres caen en los Cuatro. La Radiante Esencia viene a ser Siete interiormente,
Siete exteriormente. El Luminoso Huevo, que es Tres en sí mismo, cuaja y se esparce
en Coágulos blancos como la leche, por toda la extensión de las Profundidades de la
Madre: la Raíz que crece en los Abismos del Océano de la Vida.

5. La Raíz permanece, La Luz permanece, Los Coágulos permanecen, y sin embargo,


Oceahoo es Uno.

6. La Raíz de la Vida estaba en cada Gota del Océano de Inmortalidad, y el Océano


era Luz Radiante, la cual era Fuego y Calor y Movimiento. Las Tinieblas se
desvanecieron, y no fueron más: desaparecieron en su Esencia misma, el Cuerpo de
Fuego y Agua, del Padre y la Madre.

7. He aquí, ¡Oh, Lanú!, al Radiante Hijo de los Dos, la Gloria refulgente sin par -el
Espacio Luminoso, Hijo del Negro Espacio, que surge de las Profundidades de las
grandes Aguas Obscuras. Él es Oeaohoo, el Más Joven, el ***. Él brilla como el Sol, es
el Resplandeciente Dragón Divino de la Sabiduría. El Uno es Cuatro, y Cuatro toma
para sí Tres (1), y la unión produce el Sapta, en quien están los Siete que vienen a
ser los Tridasha, las Huestes y las Multitudes. Contémplale levantando el Velo y
desplegándolo de Oriente a Occidente. Oculta lo de Arriba y deja ver lo de Abajo
como la Gran Ilusión. Señala los sitios para los Resplandecientes, y convierte lo
Superior en un Mar de Fuego sin orillas, y el Uno Manifestado en las Grandes Aguas.

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8. ¿Dónde estaba el Germen y dó estaban entonces las Tinieblas? ¿En dónde está el
Espíritu de la Llama que arde en tu Lámpara, ¡oh, Lanú!? El Germen es Aquello, y
Aquello es la Luz, el Blanco Hijo Resplandeciente del Obscuro Padre Oculto.

9. La Luz es Llama Fría, y la llama es Fuego, y el Fuego produce el Calor, que da


lugar al Agua - el Agua de Vida en la Gran Madre.

10. El Padre-Madre teje una Tela, cuyo extremo superior está unido al Espíritu, Luz
de la Obscuridad Única, y el inferior a la Materia, su extremidad de sombras. Esta
Tela es el Universo, tejido con las Dos Substancias hechas en Uno, que es Svabhâvat.

11. Se ensancha cuando el Soplo de Fuego se extiende sobre ella; se contrae cuando
el Aliento de la Madre la toca. Los Hijos se disgregan entonces y se esparcen, para
volver al Seno de su Madre, al final del Gran Día, y ser de nuevo unos con ella.
Cuando se enfría, se hace radiante. Sus Hijos se dilatan y contraen dentro de Sí
mismos y en sus Corazones; ellos abarcan el Infinito.

12. Entonces Svabhâvat envía a Fohat para endurecer los Átomos. Cada uno es una
parte de la Tela. Reflejando al “Señor que existe por Sí Mismo”, como un espejo, cada
cual a su vez viene a ser un Mundo.

ESTANCIA IV

1. ...Hijos de la tierra, escuchad a vuestro Instructores, los Hijos del Fuego. Sabed
que no hay ni primero ni último; porque todo es un Número, que procede de lo que
no es Número.

2. Aprended lo que nosotros que descendemos de los Siete Primeros, lo que


nosotros, que nacimos de la Primitiva Llama, hemos aprendido de nuestros Padres...

3. Del Resplandor de la Luz -el Rayo de las Eternas Tinieblas- surgen en el Espacio
las Energías despertadas de nuevo; el Uno del Huevo, el Seis y el Cinco. Después el
Tres, el Uno, el Cuatro, el Uno, el Cinco, el doble Siete, la Suma Total. Y éstas son las
Esencias, las Llamas, los Elementos, los Constructores, los Números, los Arûpa, los
Rûpa y la Fuerza o el Hombre Divino, la Suma Total. Y del Hombre Divino emanaron
las Formas, las Chispas, los Animales Sagrados, y los Mensajeros de los Sagrados
Padres dentro del Santo Cuatro.

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4. Éste era el Ejército de la Voz, la Divina Madre de los Siete. Los Destellos de los
Siete están sometidos y son los servidores del Primero, del Segundo, del Tercero, del
Cuarto, del Quinto, del Sexto y del Séptimo de los Siete. Estos son llamados Esferas,
Triángulos, Cubos, Líneas y Modeladores; pues así se sostiene el Eterno Nidâna - el
Oi-Ha-Hou.

5. El Oi-Ha Hou, que es las Tinieblas, el Ilimitado o el que no es Número. Âdit-


Nidâna, Svabhâvat, el .......:

I. El Âdi-Sanat, el Número; pues él es Uno.

II. La Voz de la Palabra, Svabhâvat, los Números; pues él es Uno y Nueve.

III. El “Cuadrado sin Forma”.

Y estos Tres, encerrados dentro del ......, son el Cuatro Sagrado; y los Diez son el
Universo-Arûpa. Luego vienen los Hijos, los Siete Combatientes, el Uno, el Octavo
excluido, y su Aliento que es el Hacedor de la Luz.

6. ... Después los Segundos Siete, que son los Lipika, producidos por los Tres. El
Hijo Desechado es Uno. Los “Hijos-Soles” son innumerables.

ESTANCIA V

1. Los Siete Primordiales, los Siete Primeros Soplos del Dragón de la Sabiduría,
producen a su vez el Torbellino de Fuego con sus Sagrados Alientos de Circulación
giratoria.

2. Ellos hacen de él, el Mensajero de su Voluntad. El Dzyu se convierte en Fohat: el


Hijo veloz de los Hijos Divinos, cuyos Hijos son los Lipika, lleva mensajes circulares,
Fohat es el Corcel, y el Pensamiento el Jinete. Él atraviesa como el rayo las nubes de
fuego; da Tres y Cinco y Siete Pasos a través de las Siete Regiones superiores y de las
Siete inferiores. Alza la Voz, y llama a las Chispas innumerables y las reúne.

3. Él es su conductor, el espíritu que las guía. Cuando comienza su obra, separa las
Chispas del Reino Inferior, que se ciernen y tiemblan gozosas en sus radiantes
moradas, y forma con ellas los Gérmenes de las Ruedas. Las coloca en las Seis
Direcciones del Espacio, y una en el Centro: la Rueda Central.

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4. Fohat traza líneas espirales para unir la Sexta a la Séptima - la Corona. Un
Ejército de los Hijos de la Luz se sitúa en cada uno de los ángulos; los Lipika se
colocan en la Rueda Central. Dicen ellos: “Esto es bueno”. El primer Mundo Divino
est| dispuesto, el Primero, el Segundo. Entonces, el “Divino Arûpa se refleja en
Chhâyâ Loka, la Primera Vestidura de Anupâdaka.

5. Fohat da cinco pasos, y construye una rueda alada en cada ángulo del cuadrado
para los Cuatro Santos... y sus Huestes.

6. Los Lipika circunscriben el Triángulo, el Primer Uno, el Cubo, el Segundo Uno y


el Pentaclo dentro del Huevo. Éste es el Anillo llamado “No Se Pasa”, para los que
descienden y ascienden; para los que durante el Kalpa están marchando hacia el
gran Día “Sed Con Nosotros”... Así fueron formados los Arûpa y los Rûpa: de la Luz
Única, Siete Luces; de cada una de las Siete, siete veces Siete Luces. Las Ruedas
vigilan el Anillo...

ESTANCIA VI

1. Por el poder de la Madre de Misericordia y Conocimiento, Kwan-Yin -la Triple de


Kwan-Shai-Yin, que reside en Kwan-Yin-Tien- Fohat, el Aliento de su Progenie, el
Hijo de los Hijos, habiendo hecho salir de las profundidades del Abismo inferior la
Forma Ilusoria de Sien-Tchan y los Siete Elementos.

2. El Veloz y Radiante Uno produce los Siete Centros Laya, contra los cuales nadie
prevalecerá hasta el Gran Día “Sed Con Nosotros”; y asienta el Universo sobre estos
Eternos Fundamentos, rodeando a Sien-Tchan con los Gérmenes Elementales.

3. De los Siete - primero Uno manifestado, Seis ocultos; Dos manifestados, Cinco
ocultos; Tres manifestados, Cuatro ocultos; Cuatro producidos, Tres escondidos;
Cuatro y Un Tsan revelados, Dos y Una Mitad ocultos; Seis para manifestarse, Uno
dejado aparte. Últimamente, Siete Pequeñas Ruedas girando; una dando nacimiento
a la otra.

4. Él las construye a semejanza de Ruedas más antiguas, colocándolas en los


Centros Imperecederos.

¿Cómo las construye Fohat? Él reúne el Ígneo Polvo. Hace Esferas de Fuego, corre
al través de ellas y a su alrededor, infundiéndoles vida; y después las pone en
movimiento: a las unas en esta dirección, a las otras en aquélla. Están frías, y él las

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caldea. Están secas, y él las humedece. Brillan, y él las aventa y las refresca. Así
procede Fohat del uno al otro Crepúsculo, durante Siete Eternidades.

5. En la Cuarta, los Hijos reciben orden de crear sus Imágenes. La Tercera parte se
niega. Las Otras Dos obedecen.

La Maldición se pronuncia. Nacerán en la Cuarta; sufrirán y harán sufrir. Ésta es la


primera Guerra.

6. Las Ruedas más Antiguas rodaban hacia abajo y hacia arriba...

La hueva de la Madre llenaba el Todo. Hubo Batallas reñidas entre los Creadores y
los Destructores, y Batallas reñidas por el Espacio; apareciendo y reapareciendo la
Semilla continuamente.

7. Haz tus cálculos, Lanú, si quieres saber la edad exacta de tu Pequeña Rueda. Su
cuarto Rayo “es” nuestra Madre. Alcanza el Cuarto Fruto del Cuarto Sendero del
Conocimiento que conduce al Nirvâna, y tú comprenderás porque verás...

ESTANCIA VII

1. He aquí el principio de la Vida informe senciente.

Primero, el Divino, el Uno que procede del Espíritu-Madre; después, el Espiritual;


los Tres emanando del Uno, los Cuatro emanando del Uno, y los Cinco, de los cuales
proceden los Tres, los Cinco y los Siete. Estos son los Triples y los Cuádruples hacia
abajo; los Hijos nacidos de la Mente del Primer Señor, los Siete Resplandecientes.
Ellos son tú, yo, él ¡oh, Lanú!, los que velan sobre ti y tu madre, Bhûmi.

2. El Rayo Único multiplica los Rayos menores. La Vida precede a la Forma, y la


Vida sobrevive al último átomo. A través de los Rayos innumerables el Rayo de Vida,
el Uno parecido a un Hilo que ensarta muchas cuentas.

3. Cuando el Uno se convierte en Dos, aparece el Triple, y los Tres son Uno; y éste
es nuestro Hilo, ¡oh, Lanú!, el Corazón del Hombre-Planta, llamado Saptaparma.

4. Él es Raíz que jamás perece; la Llama de Tres Lenguas y Cuatro Pabilos. Los
Pabilos son las Chispas que parten de la Llama de Tres Lenguas proyectada por los

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Siete -de quienes es la Llama- Rayos de Luz y Chispas de una Luna que se refleja en
las movientes Ondas de todos los Ríos de la Tierra.

5. La Chispa pende de la Llama por el más tenue hilo de Fohat. Ella viaja a través de
los Siete Mundos de Mâyâ. Se detiene en el Primero; y es un Metal y una Piedra; para
el Segundo, y hela hecha una Planta; la Planta gira a través de siete cambios, y viene
a ser un Animal Sagrado. De los atributos combinados de todos ellos, se forma Manu,
el Pensador. ¿Quién lo forma? Las Siete Vidas y la Vida Una. ¿Quién lo completa? El
Quíntuple Lha. ¿Y quién perfecciona el último Cuerpo? Pez, Pecado y Soma...

6. Desde el Primer nacido, el Hilo entre el Silencioso Vigilante y su Sombra, se hace


más y más fuerte y radiante a cada Cambio. La Luz del Sol de la mañana se ha
cambiado en la gloria del mediodía...

7. “Ésta es tu Rueda actual” -dijo la Llama a la Chispa-. “Tú eres yo misma, mi


imagen y mi sombra. Yo me he revestido de ti, y tú eres mi V}han hasta el día “Sed
Con Nosotros”, en que has de volver a ser “yo misma y otros, tú misma y yo”.
Entonces los Constructores, terminada su primera Vestidura, descienden sobre la
radiante Tierra, y reinan sobre los Hombres, que son ellos mismos.

------------------------------

(Así acaba esta parte de la narración arcaica, obscura, confusa, casi incomprensible.
Trataremos ahora de hacer luz en estas tinieblas, para sacar el significado de esta
aparente falta de sentido).

COMENTARIOS

de las Siete Estancias y sus expresiones siguiendo el orden

de numeración de aquéllas y de las slokas

ESTANCIA I

LA NOCHE DEL UNIVERSO

1. EL ETERNO PADRE (1), ENVUELTO EN SUS SIEMPRE INVISIBLES VESTIDURAS,

HABÍA DORMITADO UNA VEZ MÁS DURANTE SIETE ETERNIDADES.

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El “Padre”, el Espacio, es la Causa eterna, omnipresente de todo; la incomprensible
DEIDAD, cuyas “Invisibles Vestiduras” son la Raíz mística de toda Materia, y del
Universo. Es el Espacio la única cosa eterna que podemos fácilmente imaginar,
inmutable en su abstracción, y sobre la que no ejerce influencia ni la presencia en
ella, ni la ausencia, de cualquier universo objetivo. No tiene dimensión en ningún
sentido y existe por sí mismo. El Espíritu es la primera diferenciación de
“AQUELLO”, que es la Causa sin Causa así del Espíritu como de la Materia. Según
enseña el Catecismo Esotérico, no es ni el “vacío sin límites”, ni la “plenitud
condicionada”, sino ambas cosas. Fue y siempre ser|.

Así, las “Vestiduras” vienen a expresar el nóumeno de la Materia Cósmica no


diferenciada. No es la materia tal como nosotros la conocemos, sino la esencia
espiritual de la materia; y en su sentido abstracto es coeterna y aun una con el
Espacio. La Naturaleza Raíz es también la fuente de las propiedades sutiles e
invisibles de la materia visible. Es, por decirlo así, el Alma del Espíritu Único e
Infinito. Los indos la llaman Mûlaprakriti, y dicen que es la Substancia primordial, la
cual es la base del Upâdhi o Vehículo de todos los fenómenos, sean físicos, psíquicos
o mentales. Es el principio del que irradia el Âkâsha.

Las “Siete Eternidades” significan evos o períodos. La palabra Eternidad, según la


entiende la Teología cristiana, no tiene significación para los asiáticos si se exceptúa
su aplicación a la Existencia Única; ni la palabra “sempiterno”, que es lo eterno
solamente con relación al porvenir, es otra cosa que una expresión errónea (2).
Semejantes palabras no existen, ni pueden existir en la metafísica filosófica, y fueron
desconocidas hasta el advenimiento el Cristianismo clerical. Las Siete Eternidades
significan los siete períodos de un Manvántara, o sea un espacio de tiempo
correspondiente a la duración de estos siete períodos; y comprenden toda la
extensión de un Mah}kalpa o “Gran Edad” (100 años de Brahm}), haciendo un total
de 31.040.000.000.000 de años. Cada Año de Brahmâ se compone de 360 Días, y de
igual número de Noches de Brahmâ (calculando conforme al Chandrâyama o año
lunar); y un Día de Brahmâ se compone de 4.320.000.000 de nuestros años. Estas
Eternidades pertenecen a los cálculos más secretos, en los cuales, para llegar al
verdadero total, cada cifra deber ser 7x, variando x según la naturaleza del ciclo en
el mundo real o subjetivo; y refiriéndose o representando, cada una de las cifras o
números, los diversos ciclos (desde el más grande hasta el más pequeño), en el
mundo ilusorio u objetivo, deben necesariamente ser múltiplos de siete. No puede
darse la clave de todo esto, porque en ello va envuelto el misterio de los cálculos
esotéricos, y para los fines del c|lculo ordinario no tiene ningún sentido. “El número

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siete -dice la Kabalah- es el gran número de los Misterios Divinos”; el número diez es
el de todos los conocimientos humanos (la Década pitagórica); 1.000 es el número
diez elevado a la tercera potencia, y por lo tanto el número 7.000 es también
simbólico. En la Doctrina Secreta, la cifra 4 es el símbolo masculino únicamente en el
plano más elevado de la abstracción; en el plano de la materia el 3 es el masculino, y
el 4 el femenino - la línea vertical y la horizontal en el cuarto grado del simbolismo,
en que los símbolos se convierten en jeroglíficos de los poderes generadores en el
plano físico.

2. EL TIEMPO NO EXISTÍA, PUES YACÍA DORMIDO EN EL SENO INFINITO DE LA


DURACIÓN.

El “Tiempo” es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de


conciencia en nuestro viaje a través de la Duración Eterna, y no existe donde no
existe conciencia en que pueda producirse la ilusión, sino que “yace dormido”. El
Presente es solamente una línea matemática que separa la parte de la Duración
Eterna que llamamos el Futuro, de la otra parte que llamamos el Pasado. Nada hay
en la tierra que tenga verdadera duración, pues nada permanece sin cambio, o es lo
mismo, durante la billonésima parte de un segundo; y la sensación que
experimentamos de la realidad de la división del Tiempo que se conoce como
Presente, nos viene de la impresión de la momentánea vislumbre, o vislumbres
sucesivas, de las cosas que nuestros sentidos nos comunican, al pasar dichas cosas
de la región de lo ideal, que denominamos el Futuro, a la región de los recuerdos a
que damos el nombre de Pasado. Del mismo modo experimentamos una sensación
de duración en el caso de la chispa eléctrica instantánea, a causa de haber sido
impresionada la retina y continuar la impresión. Las personas y las cosas reales y
efectivas no son únicamente lo que se ve en cualquier momento dado, sino que están
constituidas por la suma de todas sus condiciones diversas y mudables, desde el
momento en que aparecen en forma material hasta que desaparecen de la tierra.
Estas “sumas totales” existen de toda eternidad en el Futuro, y pasan gradualmente
a través de la materia para existir de toda eternidad en el Pasado. Nadie dirá que
una barra de metal arrojada al mar, comenzó a existir cuando abandonó el aire, y
que cesó de existir en cuanto penetró en el agua; ni que la barra consistía
únicamente en la sección transversal de la misma, que coincidiera en cualquier
momento dado con el plano matemático que separa y al mismo tiempo une la
atmósfera con el Océano. Así sucede a las personas y a las cosas que, cayendo del “va
a ser” en el “ha sido”, del Futuro en el Pasado, presentan momentáneamente a
nuestros sentidos a manera de una sección transversal de sus propias totalidades,

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conforme van pasando a través del Tiempo y del Espacio (como materia) en su
camino de una a otra eternidad: y estas dos eternidades constituyen aquella
Duración en que únicamente hay algo que tenga verdadera existencia, la cual
percibirían nuestros sentidos si fuesen aptos para conocerla.

3. LA MENTE UNIVERSAL NO EXISTÍA, PUES NO HABÍA AH-HI (3) PARA


CONTENERLA (4).

“Mente” es un nombre dado a la totalidad de los Estados de conciencia


comprendidos en las denominaciones de Pensamiento, Voluntad y Sentimiento.
Durante el sueño profundo, cesa la ideación en el plano físico y la memoria está en
suspenso; así es que en todo ese tiempo la “Mente no existe”, porque el órgano, por
medio del cual el Ego manifiesta la ideación y la memoria en el plano material, ha
dejado de funcionar temporalmente. Un nóumeno puede llegar a ser fenómeno en
cualquier plano de existencia, sólo con manifestarse en aquel plano por medio de
una base o vehículo apropiado; y durante la larga Noche de reposo, llamada Pralaya,
cuando todas las Existencias est|n disueltas, la “Mente Universal” queda como una
posibilidad permanente de acción mental, o como el absoluto Pensamiento
abstracto, del cual la Mente es relativa manifestación concreta. Los Ah-hi (Dhyân
Chohans) son las huestes colectivas de Seres espirituales -las Huestes Angélicas del
cristianismo, los Elohim y “Mensajeros” de los judíos-, los cuales son el Vehículo
para la manifestación del Pensamiento y de la Voluntad Divina o Universal. Son las
Fuerzas Inteligentes que dan y establecen en la Naturaleza las “Leyes”, al paso que
ellos mismos obran conforme a leyes que les han sido impuestas de modo análogo
por Poderes todavía m|s elevados; mas no son “personificaciones” de los Poderes de
la Naturaleza, como erróneamente se creído. Esta Jerarquía de Seres espirituales,
por cuyo medio la mente Universal se pone en acción, se asemeja a un ejército -una
hueste en verdad- merced al cual se manifiesta el poder militar de una nación, y que
se compone de cuerpos de ejército, divisiones, brigadas, regimientos, etc., cada una
de cuyas unidades tiene su individualidad o vida separada, y su libertad de acción y
su responsabilidad limitadas; estando cada una contenida en una individualidad
superior, a la cual sus intereses propios se hallan subordinados, a la vez que
contiene en sí misma individualidades inferiores.

4. LAS SIETE SENDAS DE LA FELICIDAD (5) NO EXISTÍAN (a). LAS GRANDES


CAUSAS

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DE LA DESDICHA (6) NO EXISTÍAN, PORQUE NO HABÍA NADIE QUE LAS
PRODUJESE
Y FUESE APREHENDIDO POR ELLA (b).

(a) Existen “Siete Senderos” o “Vías” hacia la “Felicidad” de la No-Existencia, que es


absoluto Ser, Existencia y Conciencia. No existían, porque el Universo hasta entonces
se hallaba vacío, existiendo sólo en el Pensamiento Divino.

(b) Porque son... las Doce Nidânas, o Causas del Ser. Cada una de ellas es el efecto
de la que le ha precedido, y a su vez causa de la que le suceda; estando basada la
suma total de las Nidânas en las Cuatro Verdades, doctrina especialmente
característica del Sistema Hinayâna (7). Pertenecen ellas a la teoría de la corriente
de la ley de encadenamiento que produce mérito y demérito, y que finalmente
manifiesta al Karma en la plenitud de su poder. Es un sistema fundado en la gran
verdad de que la reencarnación tiene que ser temida; pues la existencia en este
mundo vincula en el hombre sólo sufrimientos, desdicha y dolor; siendo la muerte
misma incapaz de libertar al hombre de ello, puesto que la muerte no es más que la
puerta a través de la cual se pasa a otra vida en la tierra, después de un breve reposo
en su umbral, o sea en el Devachan. El Sistema Hinayâna o Escuela del Vehículo
Pequeño, es de origen muy antiguo; al paso que el Mahâyâna, o Escuela del Gran
Vehículo, pertenece a un período posterior, habiendo tenido origen después de la
muerte de Buddha. Sin embargo, los principios de esta última son tan antiguos como
las montañas en medio de las cuales han existido semejantes escuelas desde tiempo
inmemorial; y en realidad, las escuelas Hinayâna y Mahâyâna enseñan ambas las
mismas doctrinas. Y}na o Vehículo es una expresión mística, y ambos “Vehículos”
significan que el hombre puede escapar de la tortura de los renacimientos, y aun de
la falsa felicidad del Devachan, por medio del logro de la Sabiduría y del
Conocimiento, únicos que pueden disipar los frutos de la Ilusión y de la Ignorancia.

Mâyâ, o Ilusión, es un elemento que entra en todos los seres finitos, dado que todas
las cosas que existen poseen tan sólo una realidad relativa y no absoluta, puesto que
la apariencia que el nóumeno oculto asume para cualquier observador, depende de
su poder de cognición. Una pintura para la vista no educada del salvaje la vez
primera que la ve, es una confusión incomprensible de líneas y de manchas de color,
mientras que la vista habituada descubre en seguida en ella una cara o un paisaje.
Nada es permanente más que la Existencia única, absoluta y oculta, que contiene en
sí misma los nóumenos de todas las realidades. Las existencias pertenecientes a
cada plano del ser, hasta los más elevados Dhyân Chohans, son, relativamente, de la

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naturaleza de las sombras proyectadas por una linterna mágica sobre un lienzo
blanco. Sin embargo, todas las cosas son relativamente reales, puesto que el
conocedor es también una reflexión, y por lo tanto las cosas conocidas son tan reales
para él como él mismo. Cualquiera que sea la realidad que posean las cosas, debe
buscarse esta realidad en ellas, antes o después que hayan pasado, a manera de un
relámpago al través del mundo material; pues nosotros no podemos conocer una
existencia semejante directamente mientras sólo poseamos instrumentos sensitivos
que conduzcan sólo la existencia material al campo de nuestra conciencia. En
cualquier plano que nuestra conciencia pueda encontrarse actuando, tanto nosotros
mismos como las cosas pertenecientes a aquel plano, son, en aquel entonces,
nuestras únicas realidades. Pero a medida que nos vamos elevando en la escala del
desenvolvimiento, nos damos cuenta de que en las etapas al través de las cuales
hemos pasado, hemos confundido las sombras por las realidades, y que el progreso
del Yo hacia lo alto consiste en una serie de despertamientos progresivos, llevando
consigo a cada avance la idea de que, en aquel momento al menos, hemos alcanzado
la “realidad”; pero únicamente cuando hayamos logrado la Conciencia absoluta y
compenetrado con ella la nuestra propia, nos encontraremos libres de las ilusiones
producidas por Mâyâ.

5. SÓLO TINIEBLAS LLENABAN EL TODO SIN LÍMITES (a); PUES PADRE, MADRE E
HIJO

ERAN UNA VEZ MÁS UNO, Y EL HIJO NO HABÍA DESPERTADO TODAVÍA PARA LA

NUEVA RUEDA (8) Y SU PEREGRINACIÓN EN ELLA (b).

(a) Las “Tinieblas son Padre-Madre; la Luz su Hijo”, dice un antiguo proverbio
oriental. La luz es inconcebible, a no ser que se la considere como viniendo de algún
origen que sea causa de la misma; y como en el caso de la Luz Primordial aquel
origen es desconocido, si bien claman enérgicamente por él la razón y la lógica, por
esto lo llamamos “Tinieblas” desde un punto de vista intelectual. En cuanto a la luz
prestada o secundaria, cualquiera que sea su origen, puede tener tan sólo un
carácter temporal y mayávico. Las Tinieblas constituyen, pues, la Matriz Eterna, en
la cual los Orígenes de la Luz aparecen y desaparecen. En este nuestro plano nada se
añade a las tinieblas para convertirlas en luz, o a la luz para transformarla en
tinieblas. Ellas son permutables, y científicamente la luz es tan sólo un modo de las
tinieblas y viceversa. Sin embargo, ambas son fenómenos del mismo nóumeno, el

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cual es tinieblas absolutas para la mente científica, y tan sólo un obscuro crepúsculo
para la percepción de la generalidad de los místicos; si bien para el ojo espiritual del
Iniciado es la luz absoluta. El que percibamos más o menos la luz que brilla en las
tinieblas, es cosa que depende de nuestro poder de visión. Lo que es luz para
nosotros, es tinieblas para ciertos insectos; y el ojo del clarividente ve iluminación
allí en donde el ojo normal tan sólo percibe obscuridad. Cuando todo el Universo
permanecía sumido en sueño, o sea que había vuelto a su único elemento
primordial, no existían allí ni centro de luminosidad, ni ojo para percibir la luz; y las
tinieblas necesariamente llenaban el “Todo sin Límites”.

(b) El “Padre y la Madre” son los principios masculino y femenino en la Naturaleza


Raíz; los polos opuestos que se manifiestan en todas las cosas en cada plano del
Kosmos, o Espíritu y Substancia en un aspecto menos alegórico, cuya resultante es el
Universo, o el “Hijo”. Son “una vez m|s Uno”, cuando en la noche de Brahm}, durante
el Pralaya, todo en el Universo objetivo ha vuelto a su causa única, eterna y primaria,
para reaparecer a la siguiente Aurora, como lo hace periódicamente. “K}rana” -la
Causa Eterna- estaba sola. Para expresarlo con mayor claridad: Kârana permanece
sola durante las Noches de Brahmâ. El Universo anterior objetivo se ha disuelto en
su Causa única, eterna y primaria, y por decirlo así, se mantiene en disolución en el
espacio, para diferenciarse otra vez y cristalizarse de nuevo a la siguiente Aurora
Manvantárica, que es el principio de un nuevo Día o nueva actividad de Brahmâ,
símbolo de un Universo. Hablando esotéricamente, Brahmâ es el Padre-Madre-Hijo,
o Espíritu, Alma y Cuerpo a un mismo tiempo, siendo cada personaje el símbolo de
un atributo, y cada atributo o cualidad un efluvio graduado del Divino Aliento en sus
diferenciaciones cíclicas, involucionaria y evolucionaria. En el sentido cósmico-
físico, es el Universo, la Cadena Planetaria y la Tierra; en el puramente espiritual, es
la Deidad Desconocida, el Espíritu Planetario y el Hombre (el Hijo de los dos,
criatura de Espíritu y de Materia; su manifestación en sus periódicas apariciones
sobre la tierra durante las “Ruedas”, o los Manv|ntaras).

6. LOS SIETE SEÑORES SUBLIMES Y LAS SIETE VERDADES, HABÍAN DEJADO DE


SER
(a); Y EL UNIVERSO, EL HIJO DE LA NECESIDAD, ESTABA SUMIDO EN PARANISH-

PANNA (b) (9), PARA SER EXHALADO POR AQUELLO QUE ES, Y SIN EMBARGO NO
ES.

NINGUNA COSA EXISTÍA (c).

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(a) Los “Siete Señores Sublimes” son los Siete Espíritus Creadores, los Dhy}n
Chohans, que corresponden a los Elohim hebreos. Es la misma jerarquía de
Arcángeles a la cual pertenecen San Miguel, San Gabriel y otros en la teogonía
cristiana. Sólo que, así como a San Miguel, por ejemplo, se le atribuye en la teología
latina dogmática la vigilancia sobre todos los promontorios y golfos, en el Sistema
Esotérico, los Dhyânis velan sucesivamente sobre una de las Rondas y grandes
Razas Raíces de nuestra Cadena Planetaria. Además, se dice de ellos que envían sus
Bodhisattvas, los representantes humanos de los Dhyâni-Buddhas durante cada
Ronda y cada Raza. De las “Siete Verdades” y revelaciones, o más bien secretos
revelados, cuatro únicamente nos han sido comunicados; pues estamos todavía en la
Cuarta Ronda, y el mundo también ha tenido sólo cuatro Buddhas, hasta ahora. Es
ésta una cuestión muy complicada, y más adelante nos ocuparemos de ella con
detenimiento.

Hasta la fecha “existen sólo Cuatro Verdades y Cuatro Vedas” -dicen los indos y
buddhistas-. Por una razón semejante insistía Ireneo en la necesidad de Cuatro
Evangelios. Pero como cada nueva Raza-raíz en la cabeza de una Ronda debe tener
su revelación y sus reveladores, la próxima Ronda traerá consigo la Quinta, la
siguiente la Sexta, y así sucesivamente.

(b) “Paranishpanna” es la perfección absoluta que todas las existencias alcanzan a


la conclusión de un gran período de actividad, o Mahâmanvantara, y en la cual
permanecen durante el período siguiente de reposo. En tibetano se llama “Yong-
Grub”. Hasta los días de la escuela Yog}ch}rya, la verdadera naturaleza de
Paranirvâna se enseñaba públicamente, pero desde entonces se ha convertido por
completo en esotérica; de aquí que existan tantas interpretaciones contradictorias
acerca de la misma. Sólo un verdadero idealista puede entenderla. Cada cosa ha de
considerarse como ideal, a excepción del Paranirvâna, por quien quiera comprender
aquel estado, y adquirir un conocimiento acerca de cómo el No-Yo, el Vacío y las
Tinieblas son tres en Uno, y lo que existe sólo por sí mismo y es perfecto. Es
absoluto, sin embargo, tan sólo en un sentido relativo, puesto que debe dar lugar a
una perfección todavía más absoluta, con arreglo a un tipo más elevado de
excelencia en el siguiente período de actividad, del mismo modo que una flor
perfecta tiene que dejar de serlo y morir, con objeto de convertirse, en su desarrollo,
en un fruto perfecto, si se nos permite tal manera de expresarnos.

La Doctrina Secreta enseña el desenvolvimiento progresivo de cada una de las


cosas, lo mismo mundos que átomos; y este maravilloso desenvolvimiento no tiene

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ni principio concebible ni fin imaginable. Nuestro “Universo” es tan sólo uno de un
número infinito de Universos, todos ellos “Hijos de la Necesidad”, puesto que son
eslabones de la gran cadena Cósmica de Universos, siendo cada uno un efecto con
relación a su predecesor, y una causa respecto al que le sucede.

La aparición y desaparición del Universo se describen como la espiración e


inspiración del “Gran Aliento”, que es eterno; y que siendo Movimiento, es uno de
los tres aspectos de lo Absoluto, siendo los otros dos el Espacio Abstracto y la
Duración. Cuando el Gran Aliento se expele, es llamado el Soplo Divino, y se le
considera como la respiración de la Deidad Incognoscible -la Existencia Única-, la
cual exhala un pensamiento, por decirlo así, que se convierte en el Kosmos. De igual
modo, cuando el Aliento Divino es inspirado, el Universo desaparece en el seno de la
Gran Madre, que duerme entonces “envuelta en sus Siempre Invisibles Vestiduras”.

(c) Por “aquello que es, y sin embargo no es”, se significa el Gran Aliento mismo,
del cual únicamente podemos hablar como de la Existencia Absoluta, pero sin
poderlo representar a nuestra imaginación bajo una forma cualquiera de Existencia
que podamos distinguir de la No-Existencia. Los tres períodos -el Presente, el
Pasado y el Futuro- son en filosofía esotérica un tiempo compuesto; pues los tres
son un número compuesto únicamente con relación al plano fenomenal; pero en la
región del nóumeno no tienen validez abstracta. Como dicen las Escrituras; “El
Tiempo Pasado es el Tiempo Presente, así como también el Futuro, el cual, si bien no
ha entrado todavía en existencia, sin embargo es”, según un precepto de la
enseñanza Prasanga Madhyamika, cuyos dogmas “han sido siempre conocidos desde
que se separó de las escuelas puramente esotéricas (10). Nuestras ideas, en
resumen, acerca de la duración y del tiempo, son todas derivadas de nuestras
sensaciones, con arreglo a las leyes de asociación. Enlazadas de modo
incomprensible con la relatividad del humano conocimiento, no pueden, sin
embargo, poseer existencia alguna, excepto en la experiencia del yo individual, y
perecen cuando su marcha evolutiva disipa el Mâyâ de la existencia fenomenal. ¿Qué
es, por ejemplo, el tiempo, sino la sucesión panorámica de nuestros estados de
conciencia? He aquí las palabras de un Maestro: “Me siento exasperado al tener que
emplear estas tres palabras desdichadas -Pasado, Presente y Futuro-, pobres
conceptos de las fases objetivas del subjetivo todo, tan mal adaptadas para el objeto
como un hacha para labor escultórica delicada”. Es un axioma filosófico: hay que
alcanzar Paramârtha para no convertirse en fácil presa de Samvriti (11).

7. LAS CAUSAS DE LA EXISTENCIA HABÍAN SIDO DESTRUIDAS (a); LO VISIBLE QUE

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FUE Y LO INVISIBLE QUE ES, PERMANECÍAN EN EL ETERNO NO-SER - EL ÚNICO

SER (b).

(a) “Las Causas de la Existencia” no significan solamente las causas físicas


conocidas por la ciencia, sino las causas metafísicas, la principal de las cuales es el
deseo de existir, una resultante de Nidâna y de Mâyâ. Este deseo de una vida
senciente, se manifiesta por sí mismo en cada una de las cosas, desde un átomo a un
sol, y es una reflexión del Pensamiento Divino impulsado a la existencia objetiva en
forma de una ley para que el Universo pueda existir. Según la enseñanza esotérica, la
causa real de aquel supuesto deseo y de toda existencia permanece por siempre
oculta, y sus primeras emanaciones son las abstracciones más completas
concebibles. Estas abstracciones deben por necesidad presuponerse como la causa
del Universo material que por sí mismo se presenta a los sentidos y a la inteligencia,
y son el fundamento de los poderes secundarios y subordinados de la Naturaleza,
que han sido antropomorfizados y adorados como “Dios” y como “dioses” por la
muchedumbre vulgar de cada época. Imposible concebir cosa alguna sin causa; el
intentarlo deja la mente en el vacío. Ésta es virtualmente la condición a que tiene
que llegar al fin la mente, cuando tratamos de seguir hacia atrás la cadena de las
causas y efectos; pero tanto la Ciencia como la Religión se lanzan a este vacío con
harta precipitación, porque ignoran las abstracciones metafísicas, que son las únicas
causas concebibles de las concreciones físicas. Estas abstracciones se hacen más y
más concretas a medida que se aproximan a nuestro plano de existencia, hasta que
por fin se fenomenalizan en forma del Universo material, por un procedimiento de
conversión de lo metafísico en lo físico, análogo al de la condensación del vapor en
agua, y del agua helada en hielo.

(b) La idea del “Eterno No-Ser que es el Único Ser” parecerá una paradoja a quien
no recuerde que nosotros limitamos nuestras ideas acerca del Ser a nuestra
presente conciencia de la Existencia; haciendo de ella un término específico, en
lugar de un término genérico. Si un niño en el seno materno pudiese pensar según la
acepción que damos a la palabra, limitaría necesariamente del mismo modo su
concepto del Ser a la vida intrauterina, única para él conocida; y si tratase de
expresar para su conciencia la idea de la vida después del nacimiento (para él
muerte), probablemente, dada la carencia de datos en qué fundarse, y de facultades
para comprenderlos, expresaría aquella vida como “No-Ser que equivale a Ser (o
existencia) Real”. En nuestro caso, el Ser Uno es el nóumeno de todos los nóumenos
que sabemos tienen que existir bajo los fenómenos, dándoles la sombra de realidad,

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cualquiera que sea, que posean; pero que no podemos conocer por faltarnos en la
actualidad los sentidos o inteligencia propios para ello. Los átomos impalpables de
oro contenidos en una tonelada de cuarzo aurífero pueden ser imperceptibles para
el ojo del minero, y sin embargo, no sólo conoce éste que allí se hallan, sino que sabe
también que sólo ellos dan al cuarzo un valor apreciable; y esta relación del oro al
cuarzo puede sugerir una ligerísima idea de la del nóumeno al fenómeno. Sólo que el
minero sabe cuál será el aspecto que presentará el oro cuando haya sido extraído
del cuarzo, al paso que el común mortal no puede formar concepto de la realidad de
las cosas separadas del Mâyâ que las vela, y en el que están ocultas. El Iniciado
únicamente, rico con la sabiduría adquirida por las generaciones innumerables de
sus predecesores, dirige el “Ojo de Dangma” hacia la esencia de las cosas, en la cual
no puede Mâyâ tener influencia alguna. En este punto es donde las enseñanzas de la
filosofía esotérica, en relación con las Nidânas y las Cuatro Verdades, asumen la
mayor importancia; pero son secretas.

8. LA FORMA UNA DE EXISTENCIA (a), SIN LÍMITES, INFINITA, SIN CAUSA, SE


EXTEN-

DÍA SOLA EN SUEÑO SIN ENSUEÑOS (b); Y LA VIDA PALPITABA INCONSCIENTE-

MENTE EN EL ESPACIO UNIVERSAL, EN TODA LA EXTENSIÓN DE AQUELLA OMNI-

PRESENCIA QUE PERCIBE EL OJO ABIERTO DE DANGMA (12).

(a) La tendencia del pensamiento moderno es el volver a la idea antigua de una


base homogénea para cosas en apariencia completamente distintas -la
heterogeneidad desenvolviéndose de la homogeneidad. Los biólogos buscan en la
actualidad su protoplasma homogéneo, y los químicos su protilo, al paso que la
Ciencia está buscando la fuerza de que la electricidad, el magnetismo, el calor, etc.,
son diferenciaciones. La Doctrina Secreta lleva esta idea a la región de la metafísica,
y presupone una “Forma Única de Existencia”, como base y origen de todas las cosas.
Pero quiz|s la frase “Forma Única de Existencia” no sea por completo correcta. La
palabra s|nscrita es Prabhav}pyaya, “el lugar (o m|s bien plano) de donde se
originan, y en donde tiene lugar la resolución de todas las cosas”, como dice un
comentador. No es la “Madre del Mundo”, como traduce Wilson (13); poque Jagad
Yoni, como demuestra Fitzedward Hall, es m|s bien que “la Madre del Mundo”, o “la
Matriz del Mundo”, la “Causa Material del Mundo”. Los comentadores pur|nicos la
explican por K}rana, “la Causa”; pero la filosofía esotérica lo hace por el espíritu

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ideal de aquella causa. En su estado secundario, es el Svabhâvat del filósofo
buddhista, la Eterna Causa y Efecto, omnipresente y sin embargo abstracta; la
Esencia plástica existente por sí misma, y la Raíz de todas las cosas, considerada en
el mismo doble sentido que el vedantino considera a su Parabrahman y
Mûlaprakriti, lo uno bajo dos aspectos. Parece a la verdad extraordinario encontrar
a grandes sabios especulando acerca de la posibilidad de que la Vedânta y
especialmente el Uttara-Mim}ns} hayan sido “sugeridos por las enseñanzas de los
buddhistas”, mientras que, por el contrario, el buddhismo, las enseñanzas de
Gautama el Buddha, fueron las “sugeridas” y por completo edificadas sobre los
prinipios de la Doctrina Secreta, que intentamos esbozar, siquiera sea en parte, y
sobre la cual se apoyan también los Upanishads (14). Lo anterior, según las
enseñanzas de Sri Sankarâchârya (15), es innegable.

(b) “Sueño sin Ensueños” es uno de los siete estados de conciencia conocidos en el
esoterismo oriental. En cada uno de estos estados entra en acción una parte distinta
de la mente; o, como diría un vedantino, el individuo es consciente en un plano
diferente de su ser. El término “Sueño sin ensueños” es algún tanto an|logo a aquel
estado de conciencia en el hombre, que no siendo recordado en el estado de vigilia,
parece un vacío, lo mismo precisamente que el sueño al sujeto magnetizado le
parece un vacío inconsciente cuando vuelve a su condición normal, aun cuando haya
estado hablando y conduciéndose durante aquél como un individuo consciente lo
haría.

9. PERO, ¿EN DÓNDE ESTABA DANGMA CUANDO EL ÂLAYA DEL UNIVERSO (16)
ESTABA EN PARAMÂRTHA (a) (17), Y LA GRAN RUEDA ERA ANUPÂDAKA? (b)

(a) He aquí ante nosotros la cuestión que ha dado lugar a controversias


escol|sticas durante siglos. Los dos términos “Âlaya” y “Param}rtha” han sido las
causas de división en escuelas, y de que la verdad se haya subdividido en más
aspectos diferentes que por ningún otro de los términos místicos. Âlaya es el Alma
del Mundo, o Ánima Mundi, la Super-Alma de Emerson, que según la enseñanza
esotérica, cambia periódicamente su naturaleza. Âlaya, si bien eterna e inmutable en
su esencia interna, en los planos inalcanzables tanto para los hombres como para
dioses cósmicos (Dhyâni-Buddhas), se altera durante el período de vida activa con
respecto a los planos inferiores, incluso el nuestro. Durante aquel tiempo, no
solamente los Dhyâni-Buddhas son uno con Âlaya en Alma y en Esencia, sino que

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hasta el hombre fuerte en Yoga (meditación mística) “es capaz de sumir su alma en
ella”, como dice Ary}sanga, de la escuela Yog}ch}rya. Esto no es Nirv}na, sino una
condición próxima a él. De aquí la desavenencia. Así, mientras los Yogâchâryas de la
escuela Mahâyâna dicen que Âlaya (Nyingpo y Tsang en tibetano) es la
personificación del Vacío, y, sin embargo, Âlaya es la base de cada una de las cosas
visibles e invisibles; y que, aunque es eterna e inmutable en su esencia, se refleja en
cada objeto del Universo “como la luna en el agua clara y tranquila”; otras escuelas
discuten la afirmación. Lo mismo sucede respecto de Paramârtha. Los Yogâchâryas
interpretan este término como aquello que también depende de otras cosas
(paratantra); y los Madhyamikas dicen que Paramârtha está limitado a
Paranishpanna o Perfección Absoluta; es decir, en la exposición de estas “Dos
Verdades” de las Cuatro, los primeros creen y sostienen que, en este plano, de todos
modos existe sólo Samvritisatya, o la verdad relativa; y los segundos enseñan la
existencia de Param}rthasatya, la Verdad Absoluta (18). “Ningún Arhat, o
mendicante, puede alcanzar el conocimiento absoluto antes de identificarse con
Paranirv}na; Parikalpita y Paratantra son sus dos grandes enemigos” (19).
Parikalpita (en tibetano Kuntag) es el error que comete quien no comprende el
vacío y la naturaleza ilusoria de todo; quien cree en la existencia de algo que no
existe, por ejemplo, el No-Yo. Y Paratantra es aquello, sea lo que quiera, que existe
únicamente gracias a una conexión causal o dependiente, y que tiene que
desaparecer tan pronto cese la causa que lo producía, como la llama de un pabilo.
Destrúyase o extíngase, y la luz desaparece.

Enseña la filosfía esotérica que toda cosa vive y es consciente; pero no que toda
vida y conciencia sean similares a las de los seres humanos ni aun a las de los
animales. Nosotros consideramos la vida como la única forma de existencia,
manifestándose en lo que llamamos Materia; o en el hombre en lo que llamamos,
haciendo una separación incorrecta, Espíritu, Alma y Materia. La Materia es el
Vehículo para la manifestación del Alma en este plano de existencia, y el Alma es el
Vehículo en un plano más elevado para la manifestación del Espíritu; y estos tres
son una Trinidad sintetizada por la Vida que los compenetra. La idea de la Vida
Universal es uno de aquellos antiguos conceptos que van volviendo a la mente
humana en este siglo, como consecuencia de haberse libertado de la teología
antropomórfica. Verdad es que la ciencia se contenta con trazar o presuponer los
signos de la Vida Universal, y no se ha atrevido todavía a proferir ni aun por lo bajo
“¡Anima Mundi!” La idea de la “vida cristalina”, en la actualidad familiar a la ciencia,
hace medio siglo hubiera sido despreciada. Los botánicos buscan ahora los nervios
de las plantas; no porque supongan que las plantas pueden sentir o pensar como los

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animales, sino porque creen que para explicar el desarrollo y la nutrición vegetal, es
necesaria alguna estructura que guarde la misma relación funcional con respecto a
la vida de la planta, que la de los nervios con respecto a la vida animal. Muy difícil
parece que sea posible a la Ciencia engañarse por mucho más tiempo por el mero
uso de términos tales como “fuerza” y “energía”, respecto del hecho de que las cosas
animadas son vivientes, ya sean átomos o planetas.

Pero, ¿cuál es la creencia de las escuelas internas esotéricas? -preguntará quizás el


lector-. ¿Cuáles son las doctrinas enseñadas acerca de este asunto por los
“buddhistas” esotéricos? Para ellos, Âlaya posee una significación doble y aun triple.
En el sistema Yogâchârya de la escuela contemplativa Mahâyâna, Âlaya es a la par el
Alma Universal, Anima Mundi y el Yo de un Adepto avanzado. “El fuerte en Yoga
puede introducir a voluntad su Âlaya, por medio de la meditación, en la verdadera
naturaleza de la Existencia”. “Âlaya posee una existencia eterna y absoluta” -dice
Âryâsanga, el rival de Nâgârjuna (20)-. En un sentido es Pradhâna, que en el Vishnu
Purâna se halla explicado como “la causa no desenvuelta, que los más grandes
sabios denominan enfáticamente Pradhâna, la base original, la cual es Prakriti sutil,
o sea lo eterno y lo que a un mismo tiempo resulta (o comprende en sí) lo que es y lo
que no es, o es mera evolución” (21). “La causa continua, que es uniforme, y a la vez
causa y efecto, llamada por los que conocen los primeros principios Pradhâna y
Prakriti, es el incognoscible Brahma que era antes de todo” (22); es decir, Brahma
no crea ni produce la evolución misma, sino exhibe sólo varios aspectos de sí mismo,
uno de los cuales es Prakriti, un aspecto de Pradh}na. “Prakriti”, sin embargo, es una
palabra incorrecta, y Âlaya lo explicaría mejor; pues Prakriti no es el
“incongnoscible Brahma”. Es un error de quienes desconocen la universalidad de las
doctrinas ocultas desde la cuna misma de las razas humanas, y especialmente por
parte de aquellos sabios que rechazan hasta la idea de una “revelación primordial”,
enseñar que el Anima Mundi, la Vida Una o Alma Universal, fue dada a conocer sólo
por Anaxágoras, o durante su época. Este filósofo dio a luz la enseñanza
sencillamente para combatir los conceptos de Demócrito sobre cosmogonía, en
exceso materialistas, basados en la teoría exotérica de los átomos impulsados
ciegamente. Anaxágoras de Clazomene no fue su inventor, fue tan sólo su
propagador, como lo fue también Platón. Lo que él llamaba Inteligencia Mundana, el
Nous (......), el principio que, según sus opiniones, existe absolutamente separado y
libre de la materia, y obra con arreglo a propósitos, era llamado el Movimiento, la
Vida Una, o Jivâtmâ, en la India, edades anteriores al año 500 antes de Cristo. Sólo
que los filósofos arios no dotaron jamás a este principio, que para ellos es infinito,
con el finito “atributo de pensar” (23).

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Esto conduce naturalmente al “Espíritu Supremo” de Hegel y de los
trascendentalistas alemanes, y presenta un contraste que puede ser útil señalar. Las
escuelas de Schelling y de Fichte han divergido mucho del concepto arcaico y
primitivo de un Principio Absoluto, y han reflejado tan sólo un aspecto de la idea
fundamental de la Ved}nta. Hasta el “Absoluter Geist” (24), sugerido vagamente por
von Hartmann en su filosofía pesimista de lo “Inconsciente”, si bien es quiz|s la
mayor aproximación de la especulación europea a las doctrinas Advaitin indas, sin
embargo, dista también mucho de la realidad.

Según Hegel, lo “Inconsciente” jam|s habría emprendido la vasta y laboriosa tarea


de desenvolver el Universo, más que con la esperanza de alcanzar clara conciencia
de Sí Mismo. Con relación a esto debe tenerse presente que al hablar del Espíritu,
término que los panteístas europeos emplean como equivalente de Parabrahman, y
llamarle Inconsciente, no dan ellos a esta expresión la significación indirecta que
generalmente implica. Se emplea a falta de un término más apropiado para
simbolizar un profundo misterio.

La “Conciencia Absoluta tras los fenómenos”, nos dicen que se denomina


inconsciencia, únicamente por razón de la ausencia de todo elemento de
personalidad, y trasciende al concepto humano. El hombre, incapaz de formar un
solo concepto, a no ser relativo a fenómenos empíricos, es impotente, a causa de la
constitución misma de su ser, para levantar el velo que cubre la majestad de lo
Absoluto. Sólo el Espíritu en libertad es capaz de comprender, aunque de un modo
vago, la naturaleza de su propio origen, al cual debe volver eventualmente. Puesto
que el más elevado Dhyân Chohan, después de todo, tiene que humillarse en su
ignorancia ante el soberano misterio del Ser Absoluto; y puesto que aun en esta
culminación de la existencia consciente -o sea “al sumirse la conciencia individual en
la universal”, usando una frase de Fichte-, lo Finito no puede concebir lo Infinito, ni
puede aplicarse su propia clase de experiencias mentales, ¿cómo puede decirse que
lo Inconsciente y lo Absoluto puedan tener ni siquiera un impulso instintivo o
esperanza de alcanzar clara conciencia de sí mismo? (25). Jamás admitiría un
vedantino esta idea hegeliana; y el ocultista diría que se aplica perfectamente al
Mahat despierto, a la Mente Universal, ya proyectada en el mundo fenomenal como
aspecto primero del inmutable Absoluto, pero jamás a este último. Según se nos
enseña, “el Espíritu y la Materia, o Purusha y Prakriti, son tan sólo los dos aspectos
primordiales del Uno y Sin Segundo”.

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Nous, el motor de la materia, el Alma animadora, inmanente en todos los átomos,
manifestada en el hombre, latente en la piedra, posee diferentes grados de poder; y
esta idea panteísta de un Espíritu-Alma general, penetrando a la Naturaleza entera,
es la más antigua de todas las nociones filosóficas. Tampoco fue el Archaeus un
descubrimiento de Paracelso ni de su discípulo Van Helmont; pues este mismo
Archaeus es “el Padre-Éter” localizado, la base manifestada y el origen de los
innumerables fenómenos de la vida. La serie completa de las innumerables
especulaciones de esta clase constituye tan sólo las variaciones sobre el mismo
tema, cuya nota fundamental fue dada con esta “revelación primitiva”.

(b) La palabra “Anup}daka”, sin padres o sin progenitores, es una designación


mística que en nuestra filosofía posee significaciones varias. En general se suele
designar por este nombre a Seres Celestiales como los Dhyân Chohans o Dhyâni-
Buddhas. Estos corresponden místicamente a los Buddhas y Bodhisattvas humanos,
conocidos por los Mânushi (humanos) Buddhas, que más tarde son también
llamados “Anup}daka”, desde el momento en que toda su personalidad se halla
sumida en sus Principios Sexto y Séptimo combinados, o Âtma-Buddhi, y que se han
convertido en los de “Alma de Diamante” (Vajrasattvas) (26), o plenos Mah}tm}s. El
“Señor Oculto” (Sangbai Dag-po), “el sumido en lo Absoluto”, no puede tener padres,
puesto que es existente por Sí Mismo, y uno con el Espíritu Universal (Svayambhú)
(27), el Svabhâvat en su más elevado aspecto. El misterio de la jerarquía de los
Anupâdaka es grande, siendo su ápice el Espíritu-Alma universal, y constituyendo su
peldaño inferior los Mânushi-Buddha; y aun cada hombre dotado de Alma es un
Anup}daka en estado latente. De aquí el empleo de la expresión, “la gran Rueda (el
Universo) era Anup}daka”, cuando se habla del Universo en su condición informe,
eterna o absoluta, antes que fuera formado por los “Constructores”.

ESTANCIA II

LA IDEA DE DIFERENCIACIÓN

1. ...¿ DÓNDE ESTABAN LOS CONSTRUCTORES, LOS BRILLANTES HIJOS DE LA


AURORA

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DEL MANVÁNTARA? (a) ...EN LAS TINIEBLAS DESCONOCIDAS EN SU AH-HI (1)
PARA-

NISHPANNA. LOS PRODUCTORES DE LA FORMA (2), DERIVADA DE LA NO-FORMA


(3)

-QUE ES LA RAÍZ DEL MUNDO-, LA DEVÂMATRI (4) Y SVABHÂVAT, REPOSABAN EN

LA FELICIDAD DEL NO-SER (b).

(a) Los “Constructores”, los “Hijos de la aurora del Manv|ntara”, son los
verdaderos creadores del Universo; y en esta doctrina, que se ocupa solamente de
nuestro sistema planetario, ellos, como arquitectos del mismo, son también
llamados los “Vigilantes” de las Siete Esferas, que exotéricamente son los siete
planetas, y esotéricamente, también las siete tierras o esferas (Globos) de nuestra
Cadena. La frase de la Estancia I cuando hace mención de las “Siete Eternidades”, se
refiere tanto al Mahâkalpa o “la (gran) Edad de Barahm}”, como al Pralaya Solar y
resurrección subsiguiente de nuestro Sistema Planetario en un plano más elevado.
Existen muchas clases de Pralaya (disolución de una cosa visible), como se
demostrará en otro lugar.

(b) Recuérdese que Paranishpanna es el summum bonum, lo Absoluto, y por tanto,


lo mismo que Paranirvâna. Además de ser el estado final, es aquella condición de
subjetividad no relacionada más que con la Verdad Una Absoluta
(Paramârthasatya), en su propio plano. Es el estado que conduce a la apreciación
verdadera de todo el significado del No-Ser, que, como se ha explicado, es el
Absoluto Ser. Más pronto o más tarde, todo cuanto ahora al parecer existe, existirá
real y verdaderamente en el estado de Paranishpanna. Pero hay una gran diferencia
entre el Ser consciente y el inconsciente. La condición del Paranishpanna sin
Paramârtha, la conciencia que se analiza a sí misma (Svasamvedâna), no es felicidad
alguna, sino sencillamente la extinción durante Siete Eternidades. Así una bala de
hierro se calienta al ser expuesta a los rayos ardientes del sol, pero no siente o
aprecia el calor, como lo hace el hombre. Sólo “con una inteligencia clara no
obscurecida por la personalidad, y con la asimilación del mérito de múltiples
existencias consagradas al Ser en su colectividad (todo el Universo viviente y
senciente), se libra uno de la existencia personal, sumergiéndose en lo Absoluto,
identificándose con él (5), y continuando en plena posesión de Paramârtha”.

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2. ...¿DÓNDE ESTABA EL SILENCIO? ¿EN DÓNDE LOS OÍDOS PARA PERCIBIRLO? NO;
NO

HABÍA SILENCIO NI SONIDO (a); NADA, SALVO EL INCESANTE HÁLITO ETERNO (6),

PARA SÍ MISMO IGNOTO (b).

(a) La idea de que las cosas pueden cesar de existir, y sin embargo ser, es
fundamental en la psicología oriental. Bajo esta aparente contradicción de términos,
hay un hecho de la Naturaleza; y lo importante es comprenderlo, más bien que
discutir acerca de las palabras. Un ejemplo familiar de una paradoja parecida, nos lo
da una combinación química. La cuestión acerca de si el hidrógeno y el oxígeno
cesan de existir cuando se combinan para formar el agua, se halla todavía sobre el
tapete; algunos dicen que desde el momento en que se les encuentra de nuevo al ser
descompuesta el agua, es porque deben continuar existiendo durante la
combinación; mientras otros opinan que al convertirse en algo completamente
distinto, deben cesar de existir como tales elementos durante todo aquel tiempo;
pero ni unos ni otros son capaces de formar el más ligero concepto de la condición
verdadera de una cosa que se ha convertido en otra diferente, y que, sin embargo, no
ha cesado de ser la misma. Con respecto al oxígeno y al hidrógeno, puede decirse
que la existencia como agua es un estado de No-Ser, el cual es un ser más real que su
existencia como gases; y puede simbolizar, aunque vagamente, la condición del
Universo cuando se sume en el sueño o cesa de ser, durante las Noches de Brahmâ,
para despertar o reaparecer nuevamente, cuando la aurora del nuevo Manvántara le
vuelve a llamar a lo que nosotros denominamos existencia.

(b) Se dice el “H|lito” de la Existencia Una, tan sólo en sus aplicaciones al aspecto
espiritual de la Cosmogonía, por el esotericismo arcaico; en otros casos es
reemplazado por su equivalente en el plano material, el Movimiento. El Elemento
Eterno y Único, o el Vehículo contenedor de los elementos, es el Espacio sin
dimensiones en ningún sentido; coexistente con la Duración Interminable, con la
Materia Primordial (por tanto, indestructible), y con el Movimiento, “Movimiento
Perpetuo”, Absoluto, que es el “H|lito” del Elemento Único. Este H|lito, como se ve,
no puede cesar jamás, ni aun durante las Eternidades Praláyicas.

Pero el Hálito de la Existencia Única no se aplica del mismo modo a la Única Causa
Sin Causa, o la Omniseidad (All-Be-ness en el texto), en oposición al Todo-Ser (All-
Being), que es Brahmâ o el Universo. Brahmâ, el dios de cuádruple faz, que después

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de haber levantado la Tierra del seno de las aguas, “llevó a efecto la Creación”, es
considerado tan sólo como la Causa Instrumental, y no, como claramente se implica,
la Causa Ideal. Ningún orientalista parece haber comprendido por completo hasta
ahora el sentido verdadero de los versos de los Purânas, que tratan de la “creación”.

Allí Brahmâ es la causa de las potencias que tienen que ser generadas
subsiguientemente para la obra de la “creación”. Por ejemplo, en el Vishnu Purâna
(7) cuando se traduce: “Y de él han procedido las potencias que tienen que ser
creadas, después de haberse ellas convertido en la causa real”, sería quiz|s m|s
correcto traducir: “Y de ELLO han procedido las potencias que crearán, al
convertirse en la causa real (en el plano Material)”. A ninguna otra más que a la
Causa sin Causa Ideal Única puede atribuirse el Universo. “El m|s digno de los
ascetas, por medio de su potencia -o sea por medio de la potencia de aquella causa-
cada cosa creada viene por su naturaleza inherente o propia”. Si, “en la Ved}nta y
Nyâya, nimitta es la causa eficiente en contraposición con upâdâma, la causa
material (y) en la Sânkhya, pradhâna implica las funciones de ambas”; en la filosofía
esotérica, que reconcilia a todos estos sistemas, y cuya exposición más próxima es la
Vedânta, tal como la presentan los vedantinos advaitis, no se puede especular acerca
de nada que no sea el upâdâna. Lo que para los vaishnavas (los Visishthadvaitas) es
como lo ideal en oposición a lo real -o Parabrahman e Íshvara- no puede tener lugar
alguno en las especulaciones publicadaas, puesto que aun aquel ideal es una palabra
errónea cuando se aplica a lo que ninguna razón humana, ni siquiera la de un
Adepto, puede concebir.

El conocerse a sí mismo exige que sean reconocidas la conciencia y la percepción -


ambas facultades limitadas en la relación a todo sujeto excepto Parabrahman. De
aquí el “El H|lito eterno para sí mismo ignoto”. La Infinitud no puede concebir lo
Finito. Lo Ilimitado no puede tener relación con lo limitado y lo condicionado. En las
enseñanzas ocultas, el Motor Desconocido e Incomprensible, o el Existente por Sí
Mismo, es la Esencia Absoluta y Divina. Y así, siendo Conciencia Absoluta y Absoluto
Movimiento -para los sentidos limitados de los que describen lo que es
indescriptible- es inconsciencia e inmovilidad. La conciencia concreta no puede ser
atribuida a la conciencia abstracta, como no puede atribuirse al agua la cualidad de
humedad, desde el momento que la humedad es su propio atributo, y la causa de la
cualidad húmeda reside en otras cosas. La conciencia implica limitaciones y
calificaciones; algo de qué ser consciente, y alguien que sea consciente de ello. Pero
la Conciencia Absoluta contiene al conocedor, a la cosa conocida y al conocimiento;
los tres en sí misma, y los tres uno. Nadie es consciente más que de aquella porción

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de sus conocimientos que recuerde en cualquier tiempo dado; pero, tal es la pobreza
del lenguaje, que no poseemos término alguno para distinguir el conocimiento en
que no pensemos activamente, del conocimiento irrecordable. El olvidar es
sinónimo del no recordar. ¡Cuánto mayor no debe de ser la dificultad de encontrar
términos descriptivos y diferenciales de los hechos abstractos y metafísicos! No
debe olvidarse tampoco que nosotros damos nombres a las cosas según sus
apariencias. A la Conciencia Absoluta la llamamos “inconsciencia”, porque nos
parece que debe ser necesariamente así; del mismo modo que llamamos a lo
Absoluto “Tinieblas”, porque para nuestro entendimiento finito resulta por
completo impenetrable, y, sin embargo, comprendemos plenamente que nuestra
percepción de semejantes cosas no se ajusta a las mismas. Involuntariamente
distinguimos, por ejemplo, entre la Absoluta Conciencia inconsciente y la
inconsciencia, atribuyendo en nuestro fuero interno a la primera alguna cualidad
indefinida que corresponde, en un plano más elevado de lo que podemos concebir, a
lo que conocemos como conciencia en nosotros mismos. Pero esto no tiene nada que
ver con ninguna clase de conciencia que podamos distinguir de lo que se nos
representa como inconsciencia.

3. LA HORA NO HABÍA SONADO TODAVÍA; EL RAYO NO SE HABÍA LANZADO AÚN

DENTRO DEL GERMEN (a); LA MÂTRIPADMA (8) AÚN NO SE HABÍA HENCHIDO

(b) (9).

(a) El “Rayo” de las “Tinieblas Eternas” conviértese, al ser emitido, en un Rayo de


Luz resplandeciente o de Vida, y penetra dentro del “Germen” -el Punto en el Huevo
del Mundo, representado por la materia en su sentido abstracto-. Pero la palabra
“Punto” no debe entenderse como aplic|ndose a ninguno particular en el Espacio,
puesto que en el centro de cada átomo existe un germen, y estos colectivamente
constituyen el “Germen”; o m|s bien, como ningún |tomo puede hacerse visible a
nuestros ojos físicos, la colectividad de aquéllos (si el término puede aplicarse a lo
que es ilimitado e infinito), constituye el “nóumeno” de la Materia eterna e
indestructible.

(b) Una de las figuras simbólicas del Poder Dual y Creador en la Naturaleza
(materia y fuerza en el plano material), es “Padma”, el lirio de agua de la India. El

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Loto es el producto del calor (fuego) y del agua (vapor o éter); representando el
fuego en cada uno de los sistemas filosóficos y religiosos, aun en el Cristianismo, el
Espíritu de la Deidad, el principio activo, masculino y generador; y el éter, o el Alma
de la materia, la luz del fuego simbolizando el principio femenino pasivo, del cual
han emanado todas las cosas de este Universo. De ahí que el éter o agua sea la
Madre, y el fuego el Padre, Sir William Jones (y antes que él la botánica antigua) ha
demostrado que las semillas del Loto contienen, aun previamente a la germinación,
hojas perfectamente formadas, la miniatura de las plantas perfectas en que se
convertirán algún día; concediéndonos la Naturaleza de este modo un ejemplo de la
preformación de sus productos...; pues las semillas de todas las fanerógamas que
poseen flores propiamente dichas, contienen un embrión de planta ya formado (10).
Esto explica la sentencia: “La M}tri-Padma no se había aún henchido”; siendo
generalmente sacrificada la forma a la idea interna o radical, en el simbolismo
arcaico.
El Loto o Padma, es, además, un símil antiquísimo y favorito para el Cosmos
mismo, y también para el hombre. Las razones populares dadas son, en primer
lugar, el hecho justamente mencionado, o sea que la semilla del Loto contiene
dentro de sí una miniatura perfecta de la planta futura, lo cual simboliza el hecho de
que los prototipos espirituales de todas las cosas existen en el mundo inmaterial
antes que se materialicen en la Tierra; y en segundo lugar, el hecho de que el Loto
crece al través del agua, con su raíz en el Ilus o fango, y abre sus flores en el aire. El
Loto simboliza así la vida del hombre y también la del Cosmos, puesto que la
Doctrina Secreta enseña que los elementos de ambos son los mismos, y que ambos
están desarrollándose en el mismo sentido. La raíz del Loto hundida en el cieno
representa la vida material; el tallo lanzándose hacia arriba al través del agua,
simboliza la existencia en el mundo astral; y la flor flotando sobre el agua y
abriéndose hacia el cielo, es emblema de la existencia espiritual.

4. SU CORAZÓN NO SE HABÍA ABIERTO TODAVÍA PARA RECIBIR EL RAYO ÚNICO, Y

CAER DESPUÉS, COMO TRES EN CUATRO, EN EL REGAZO DE MÂYÂ.

La Substancia Primordial no había pasado todavía de su latencia precósmica a la


objetividad diferenciada, ni siquiera para convertirse en el Protilo invisible (para el
hombre al menos) de la ciencia. Pero en cuanto “suena la hora” y se vuelve receptora
de la impresión Fohática del Pensamiento Divino (el Logos, o aspecto masculino del
Anima Mundi, Âlaya), su “Corazón” se abre. Se diferencia, y los tres (Padre, Madre,
Hijo) se convierten en Cuatro. He aquí el origen del doble misterio de la Trinidad y

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de la Inmaculada Concepción. El dogma primero y fundamental del Ocultismo es la
Unidad Universal (u Homogeneidad) bajo tres aspectos. Esto conduce a una
concepción posible de la Deidad, la cual, como Unidad absoluta, tiene que
permanecer por siempre incomprensible para las inteligencias finitas.

“Si quieres creer en el Poder que actúa en la raíz de una planta, o imaginar a la raíz
oculta bajo el suelo, tienes que pensar en su tallo o tronco y en sus hojas y flores. No
puedes imaginar aquel Poder independientemente de estos objetos. La Vida puede
ser únicamente conocida por el Árbol de Vida...” (11).

La idea de la Unidad Absoluta quedaría por completo quebrantada en nuestro


concepto, si no tuviéramos algo concreto ante nuestros ojos para contener aquella
Unidad. La Deidad, siendo absoluta, tiene que ser omnipresente; de aquí que no
exista ni un átomo que no La contenga. Las raíces, el tronco y sus muchas ramas son
tres clases de objetos distintos, y sin embargo, constituyen un árbol. Los kabalistas
dicen: “La Deidad es Una, porque es Infinita. Es Triple, porque siempre se está
manifestando”. Esta manifestación es triple en sus aspectos, puesto que requiere,
como dice Aristóteles, tres principios para que cada cuerpo natural se convierta en
objetivo: privación, forma y materia (12). Privación significa, para el gran filósofo, lo
que llaman los ocultistas los prototipos impresos en la Luz Astral, el mundo y plano
más inferiores del Anima Mundi. La unión de estos tres principios depende de un
cuarto: la Vida que radia desde las cúspides de lo Inalcanzable, para convertirse en
una Esencia universalmente difundida en los planos manifestados de la Existencia. Y
este Cuaternario (Padre, Madre, Hijo, como Unidad, y un Cuaternario como
manifestación viviente), es el fundamento que conducido a la antiquísima idea de la
Inmaculada Concepción, cristalizada ahora finalmente en un dogma de la Iglesia
Cristiana, que ha carnalizado esta metafísica idea, fuera de todo sentido común. Pues
no hay sino que leer la Kabalah y estudiar su métodos numéricos de interpretación,
para encontrar el origen de aquel dogma. Es puramente astronómico, matemático y
preeminentemente metafísico: el Elemento masculino en la Naturaleza
(personificado por las deidades masculinas y por los Logos - Virâj o Brahmâ, Horus
u Osiris, etc.), nace a través, no de un origen inmaculado, personificado por la
“Madre”, porque aquel Varón, teniendo una “Madre” no puede tener un “Padre”,
pues la Deidad abstracta carece de sexo y no es ni siquiera un ser, sino la Seidad o la
Vida misma. Expresemos esto en el lenguaje matermático del autor de The Source of
Measures (El Origen de las Medidas). Hablando de la “Medida de un Hombre” y de su
valor numérico (kabalístico), escribe que en el Génesis, cap. IV:

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Es llamada la Medida del “Hombre igual a Jehovah”, y esto se obtiene del modo
siguiente: 113 x 5 = 565; y el valor de 565 puede colocarse bajo la forma de 56’5 x
10 = 565. De aquí que el número del Hombre, 113, se convierta en un factor de 56’5
x 10, y la lectura (kabalística) de esta última expresión, es Jod, He, Van, He, o
Jehovah... La expansión de 565 en 56’5 x 10 tiene por objeto demostrar la emanación
del principio masculino (Jod) del femenino (Eva); por decirlo así, el nacimiento de
un elemento masculino de un origen inmaculado; en otras palabras, una inmaculada
concepción.

De este modo se repite en la tierra el misterio verificado, según los videntes, en el


plano divino. El Hijo de la Virgen Celestial Inmaculada (o el Protilo Cósmico no
diferenciado, la Materia en su infinitud), nace de nuevo en la tierra como Hijo de la
Evaterrestre, nuestra madre Tierra, y se convierte en Humanidad como un total -
pasado, presente y futuro-; pues Jehovah o Jod-Hé-Vau-Hé, es andrógino, o a la par
masculino y femenino. Arriba, el Hijo es todo el Kosmos; abajo es la Humanidad. La
Tríada o Triángulo se convierte en la Tetraktys, el sagrado Número pitagórico, el
Cuadrado perfecto, y un Cubo de seis caras sobre la Tierra. El Macroprosopus (la
Gran Faz) es ahora el Microprosopus (la Faz Menor); o como dicen los kabalistas, el
“Anciano de los Días”, descendiendo sobre Adam-Kadmon, de quien se sirve como
de su vehículo para manifestarse, queda transformado en el Tetragrammaton.
H|llase ahora en el “Regazo de M}y}”, la Gran Ilusión, y entre Él y la Realidad existe
la Luz Astral, la Gran Receptora de los sentidos limitados del hombre, a menos que
el conocimiento por medio del Paramârtasatya acuda en su auxilio.

5. LOS SIETE (13) NO HABÍAN NACIDO TODAVÍA DEL TEJIDO DE LUZ. EL PADRE-

MADRE, SVAHBÂVAT, ERA SÓLO TINIEBLAS; Y SVABHÂVAT ESTABA EN TINIEBLAS


(a)

(a) La Doctrina Secreta, en las Estancias dadas aquí, se ocupa principalmente, si no


por completo, de nuestro sistema solar y en especial de nuestra Cadena Planetaria.
Los “Siete Hijos”, por lo tanto, son los creadores de esta última. Esta enseñanza será
explicada más adelante con mayor amplitud.

Svabh}vat, la “Esencia Pl|stica” que llena el Universo, es la raíz de todas las cosas.
Svabhâvat es, por decirlo así, el aspecto buddhista concreto de la abstracción
denominada Mûlaprakriti en la filosofía hindú. Es el cuerpo del Alma, y aquello que
el Éter sería con respecto a Âkâsha, siendo este último el principio animador del

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primero. Los místicos chinos han hecho de él el sinónimo del “Ser”. En la traducción
china del Ekashloka-Shâstra de Nâgârjuna (el Lung-shu de China), llamado por los
chinos el Yih-shu-lu-kia-lun, se dice que la palabra “Ser” o “Subh}va” (Yu en chino),
significa “la Substancia dando substancia a sí misma”; también lo explica como
significando “sin acción y con acción”, “la naturaleza que no posee naturaleza
propia”. Subh}va, del cual viene Svabh}vat, est| compuesto de dos palabras: Su,
bello, hermoso, bueno; y bhâva, existencia o estado de existencia.

6. ESTOS DOS SON EL GERMEN, Y EL GERMEN ES UNO. EL UNIVERSO ESTABA AÚN

OCULTO EN EL PENSAMIENTO DIVINO Y EN EL DIVINO SENO.


El “Pensamiento divino” no implica la idea de un Pensador Divino. El Universo, no
sólo pasado, presente y futuro -lo cual es una idea humana y finita, expresada por un
pensamiento finito-, sino en su totalidad, el Sat (término intraducible), el Ser
Absoluto, con el Pasado y el Futuro cristalizados en un eterno Presente, es aquel
Pensamiento mismo reflejado en una causa secundaria o manifestada. Brahman
(neutro), como el Misterium Magnum de Paracelso, es un misterio absoluto para la
mente humana. Brahmâ, el varón-hembra, el aspecto e imagen antropomórfica de
Brahman, es concebible para la fe ciega, si bien es rechazado por la razón humana
cuando ésta llega a su madurez.

De aquí la afirmación de que durante el prólogo, por decirlo así, del drama de la
Creación, o el principio de la evolución cósmica, el Universo o el Hijo, permanece
todavía oculto “en el Pensamiento Divino”, que no había penetrado todavía “en el
Divino Seno”. Esta idea, obsérvese bien, es la fundamental, y constituye el origen de
todas las alegorías acerca de los “Hijos de Dios”, nacidos de vírgenes inmaculadas.

ESTANCIA III

EL DESPERTAR DEL KOSMOS

1. ... LA ÚLTIMA VIBRACIÓN DE LA SÉPTIMA ETERNIDAD PALPITA A TRAVÉS DEL

INFINITO (a). LA MADRE SE HINCHA Y SE ENSANCHA DE DENTRO AFUERA COMO

EL BOTÓN DEL LOTO (b).

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(a) El uso en apariencia paradójico de la expresión “Séptima Eternidad”, dividiendo
así a lo indivisible, está sancionado en la filosofía esotérica. Esta última divide la
duración sin límites, en Tiempo incondicionalmente eterno y universal (Kâla), y en
tiempo condicionado (Khandakâla). El uno es la abstracción o nóumeno del Tiempo
infinito; el otro es fenómeno, apareciendo periódicamente como el efecto de Mahat,
la Inteligencia Universal, limitada por la duración Manvantárica. Según algunas
escuelas, Mahat es el primogénito de Pradhâna (Substancia no diferenciada, o sea el
aspecto periódico de Mûlaprakriti, la Raíz de la Naturaleza, la cual (Pradhâna) es
llamada Mâyâ, la Ilusión. Desde este punto de vista, creo, las enseñanzas esotéricas
difieren de las doctrinas vedantinas, tanto de la escuela Advaita como de la
Visishthadvaita. Pues dicen que Mûlaprakriti, el nóumeno es existente por sí mismo
y sin origen alguno; es, en una palabra, sin padres, Anûpadaka, como uno con
Brahman; Prakriti, su fenómeno, es periódico, y no más que un fantasma o
proyección del primero; del mismo modo, Mahat, el primogénito de Jñâna (o
Gnôsis), Conocimiento, Sabiduría del Logos, es un fantasma reflejado del Absoluto
Nirguna (Parabrahman), la Realidad Única, “desprovista de atributos y de
cualidades”; al paso que, para algunos vedantinos, Mahat es una manifestación de
Prakriti o Materia.

(b) Por lo tanto, la “última Vibración de la Séptima Eternidad” estaba


“preordenada”, no por ningún Dios en particular, sino que tuvo lugar en virtud de la
Ley eterna e inmutable de los grandes períodos de Actividad y de Reposo, llamados
de un modo tan gráfico, y al mismo tiempo tan poético, los “Días y Noches de
Brahm}”. La expansión “de dentro afuera” de la Madre, llamada por otra parte las
“Aguas del Espacio”, la “Matriz Universal”, etc. no se refiere a la expansión de un
pequeño centro o foco, sino que significa el desenvolvimiento de la subjetividad sin
límites hacia una objetividad asimismo ilimitada, sin referencia a magnitud,
limitación o área. “La Substancia, siempre invisible e inmaterial (para nosotros)
presente en la Eternidad, proyectó su Sombra periódica desde su propio plano en el
Regazo de Mâyâ”. Esto implica que, no siendo tal expansión un aumento en
magnitud, porque la extensión infinita no admite ningún agrandamiento, era un
cambio de condición. Se extendió “a manera del capullo del Loto”; porque la planta
Loto no solamente existe como un embrión en miniatura en su semilla (cualidad
característica física), sino que su prototipo se halla presente en una forma ideal en la
Luz Astral, desde la “Aurora” hasta la “Noche”, durante el período manvantárico, lo
mismo que de hecho todas las demás cosas en este Universo objetivo, desde el
hombre hasta el animálculo, desde los árboles gigantescos hasta las hojas de hierba
más diminutas.

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Todo esto, según enseña la Ciencia Oculta, es tan sólo la reflexión temporal, la
sombra del ideal eterno y prototípico en el Pensamiento Divino; la palabra
“Eternidad”, téngase también presente que sólo figura aquí en el sentido de “evo”,
como durando al través del ciclo de actividad al parecer interminable, pero, sin
embargo todavía limitado, que llamamos un Manvántara. Pues, ¿cuál es la verdadera
significación esotérica de Manvántara, o más bien de un Manu-antara? Significa
literalmente “entre dos Manus”, de los cuales hay catorce en cada Día de Brahm},
consistiendo tal Día de 1.000 agregaciones de cuatro Edades, 1.000 “Grandes
Edades” o Mah}yugas. Analicemos ahora la palabra o nombre Manu. Nos dicen los
orientalistas en sus diccionarios que el término “Manu” procede de la raíz Man
“pensar”; de donde “el hombre (1) pensador”. Pero, esotéricamente, cada Manu,
como un patrón antropomorfizado de su ciclo especial (o Ronda), es tan sólo la idea
personificada del “Pensamiento Divino” (como el Pymander hermético); siendo por
lo tanto cada uno de los Manus, el dios especial, el creador y formador de todo
cuanto aparece durante su propio ciclo respectivo de existencia o Manvántara. Fohat
conduce velozmente los mensajes de los Manus (o Dhyân Chohans), y hace que los
prototipos ideales se extiendan de dentro afuera -esto es, pasen de modo gradual, en
una escala descendente, por todos los planos, desde el noumenal hasta el fenomenal
más inferior, para florecer por último en plena ob jetividad-, el colmo de la Ilusión o
la materia en su estado más grosero.

2. CUNDE LA VIBRACIÓN, Y SUS VELOCES ALAS TOCAN (2) AL UNIVERSO ENTERO,


Y

AL GERMEN QUE ESTÁ LATENTE EN LAS TINIEBLAS; TINIEBLAS QUE ALIENTAN


(3)

SOBRE LAS DORMIDAS AGUAS DE LA VIDA.

De la Mónada Pitagórica se dice también que permanece en la soledad y en


“Tinieblas”, a manera del “Germen”. La idea del H|lito de las Tinieblas, moviéndose
sobre “las Aguas durmientes de la Vida”, que es la Materia Primordial con el Espíritu
latente en ella, recuerda el primer capítulo del Génesis. Su original es el Nârâyana
brahmánico (el Movedor de las Aguas), el cual es la personificación del Eterno
Aliento del Todo inconsciente (o Parabrahman ) de los ocultistas orientales. Las
Aguas de la Vida, o el Caos -el principio femenino en el simbolismo- son el vacuum
(para nuestra visión mental), en el cual yacen el Espíritu latente y la Materia. Esto
fue lo que hizo asegurar a Demócrito, según su preceptor Leucipo, que los principios

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o elementos primordiales de todo eran |tomos y un “vacuum”, en el sentido del
espacio; pero no un espacio vacío, pues la “Naturaleza aborrece el vacío”, según los
principios peripatéticos y todos los antiguos filósofos.

En todas las Cosmogonías “el Agua” desempeña el mismo papel importante. Es la


base y origen de la existencia material. Los sabios, confundiendo la palabra con la
cosa, han entendido por agua la combinación química definida del oxígeno y del
hidrógeno, dando así una significación específica a una palabra empleada por los
ocultistas en un sentido genérico, y que se usa en la Cosmogonía en sentido
metafísico y místico. El hielo no es agua, ni es vapor, a pesar de que los tres poseen
precisamente la misma composición química.

3. LAS TINIEBLAS IRRADIAN LA LUZ, Y LA LUZ EMITE UN RAYO SOLITARIO EN LAS

AGUAS, DENTRO DEL ABISMO DE LA MADRE. EL RAYO TRASPASA EL HUEVO

VIRGEN; EL RAYO HACE ESTREMECER AL HUEVO ETERNO, Y DESPRENDE EL

GERMEN ETERNO (4) QUE SE CONDENSA EN EL HUEVO DEL MUNDO.

El “Rayo solitario”, emitido en el “Abismo de la Madre”, puede tomarse en el


sentido del Pensamiento Divino o la Inteligencia, impregnando al Caos. Esto, sin
embargo, tiene lugar en el plano de la abstracción metafísica, o más bien en el plano
donde lo que llamamos abstracción metafísica es una realidad. El “Huevo Virginal”,
siendo en un sentido lo abstracto de toda ova, o el poder de desenvolverse por
medio de la fecundación, es eterno, y por siempre el mismo. Y justamente, así como
la fecundación de un huevo tiene lugar antes que sea puesto, del mismo modo el
Germen periódico no eterno, que se convierte, por último, simbólicamente, en el
Huevo del Mundo, contiene en sí, cuando emerge de este símbolo, “la promesa y la
potencia” del Universo entero. Aunque la idea per se es, por supuesto, una
abstracción, una manera simbólica de expresarse, es un símbolo verdadero, puesto
que sugiere la idea del infinito como un círculo ilimitado. Presenta ante la
imaginación la pintura del Kosmos surgiendo en el espacio sin límites, un Universo
sin orillas en magnitud, si bien no sin límites en su manifestación objetiva. El símil
de un huevo también expresa el hecho enseñado en Ocultismo, de que la forma
primordial de cada cosa manifestada, desde el átomo al globo, desde el hombre al
ángel, es esferoidal; habiendo sido la esfera entre todas las naciones el emblema de
la eternidad y del infinito, una serpiente mordiéndose su cola. Para comprender, sin

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embargo, su significación, debe uno representarse la esfera tal como se la ve desde
su centro. El campo de visión o de pensamiento es a manera de una esfera cuyos
radios han procedido de uno mismo en todas direcciones, y que se extiende hacia el
espacio descubriendo en todo el derredor nuestro panoramas sin límites. Es el
círculo simbólico de Pascal y de los Kabalistas, “cuyo centro est| en todas partes y la
circunferencia en ninguna”; concepto que entra en la idea compuesta de este
emblema.

El “Huevo del Mundo” es, quiz|s, uno de los símbolos m|s universalmente
adoptados, siendo en alto grado sugestivo, tanto en el sentido espiritual como en el
fisiológico y en el cósmico. Por lo tanto, se le encuentra en todas las teogonías del
mundo asociado con el símbolo de la serpiente, siendo esta última en todas partes,
tanto en filosofía como en simbolismo religioso, un emblema de la eternidad, del
infinito, de regeneración, de renovación y de rejuvenecimiento, así como de la
sabiduría. El misterio de la autogeneración y evolución aparentes, por medio de su
propio poder creador, repitiendo en miniatura en el huevo el proceso de la
evolución cósmica, siendo ambas debidas al calor y a la humedad bajo los efluvios
del espíritu invisible y creador, justifica plenamente la elección de este símbolo
gr|fico. El “Huevo Virginal” es el símbolo microcósmico del prototipo
marcrocósmico, la “Virgen Madre”, el Caos o el Abismo Primitivo. El Creador
masculino (llámesele como se quiera) emana de la virgen femenina, la Raíz
Inmaculada fecundada por el Rayo. ¿Quién habrá, versado en astronomía y en
ciencias naturales, que pueda desconocer la oportunidad de tales símbolos? El
Kosmos, como naturaleza receptora, es un huevo fecundado que, sin embargo,
permanece inmaculado; pues desde el momento en que se le considera como sin
límites, no puede tener más representación que la esférica. El Huevo Áureo se
hallaba rodeado por siete elementos naturales, “cuatro manifiestos (éter, fuego, aire,
agua), tres secretos”. Esto se halla citado en el Vishnu Purâna, en donde a los
elementos se les traduce como “Envolturas”, y se añade uno secreto: Ahamkâra (5).
En el texto original no figura Ahamkâra; menciona siete Elementos sin especificar
los tres últimos.

4. LOS TRES (6) CAEN EN LOS CUATRO (7). LA RADIANTE ESENCIA VIENE A SER
SIETE

INTERIORMENTE. SIETE EXTERIORMENTE (a). EL LUMINOSO HUEVO (8), QUE ES

TRES EN SÍ MISMO (9), CUAJA Y SE ESPARCE EN COÁGULOS BLANCOS COMO LA

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LECHE, POR TODA LA EXTENSIÓN DE LAS PROFUNDIDADES DE LA MADRE, LA
RAÍZ

QUE CRECE EN LOS ABISMOS DEL OCÉANO DE LA VIDA (b).

(a) Debemos explicar el uso de las figuras geométricas y las alusiones frecuentes a
figuras en todas las escrituras antiguas, como en los Purânas, el Libro de los Muertos,
egipcio, y aun la Biblia. En el Libro de Dzyan, como en la Kabalah, existen dos clases
de numeración que hay que estudiar: las figuras, que son con frecuencia puramente
velos, y los Números Sagrados, cuyos valores son todos conocidos por los ocultistas,
a través de la Iniciación. Las primeras son tan sólo jeroglíficos convencionales; los
segundos constituyen el símbolo fundamental de todo. Lo cual equivale a decir que
las unas son puramente físicas, y puramente metafísicos los otros; estando
relacionados unas y otros como la materia al espíritu, los polos extremos de la
Substancia Una.

Balzac, el ocultista inconsciente de la literatura francesa, dice en alguna parte que


el Número es a la Mente lo mismo que es con respecto a la materia: “un agente
incomprensible”. Quiz|s sea así respecto del profano, pero nunca para el Iniciado. El
número es, como el gran escritor lo supuso, una Entidad, y al mismo tiempo un
Soplo que emana de lo que él llama Dios, y que nosotros llamamos el TODO, el Soplo
único que puede organizar el Cosmos físico, “en donde nada obtiene su forma m|s
que por medio de la Deidad, la cual es un efecto del Número”. Conviene citar, para
instrucción del lector, las palabras de Balzac acerca de este asunto:

¿No se distinguen las creaciones más diminutas, lo mismo que las más colosales,
por sus cantidades, por sus cualidades, por sus dimensiones y sus fuerzas y
atributos, todo engendrado por el Número? Lo infinito de los números, es un hecho
demostrado a nuestra mente, pero acerca del cual no puede darse ninguna prueba
física. El matemático nos dirá que lo infinito de los números existe, pero que no es
demostrable. Dios es un Número dotado de movimiento, el cual se siente pero no se
demuestra... Como Unidad, encabeza los Números, con los cuales nada posee en
común. La existencia del Número depende de la Unidad, la cual, sin un solo Número,
los engendra a todos... ¡Qué!, incapaz tanto para medir la abstracción primera que a
ti la Deidad te ha concedido, como para hacerla tuya, ¿esperas todavía sujetar a tus
medidas el misterio de las Ciencias Secretas que emana de aquella Deidad?... ¿Y qué
es lo que sentirías tú si yo te sumiera en los abismos del Movimiento, la Fuerza que
organiza los Números? ¿Qué pensaríais si te añadiera que el Movimiento y el Número

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(10) son engendrados por el Verbo, la Razón Suprema de los Videntes y de los
Profetas, que en la antigüedad sentían el Hálito potente de Dios, del cual es un
testigo el Apocalipsis?

(b) “La Radiante Esencia se coagula y difunde al través de los Abismos del
Espacio”. Desde un punto de vista astronómico, es esto de f|cil explicación: es la Vía
Láctea, el material de los mundos, o la Materia Primordial en su forma primitiva. Es
más difícil empero, explicarlo en pocas palabras o aun líneas, desde el punto de vista
de la Ciencia Oculta y del Simbolismo; pues es el más complicado de los emblemas.
En él hállanse contenidos más de una docena de símbolos. Para empezar contiene el
panteón completo de las cosas misteriosas (11), cada una de las cuales posee alguna
significación oculta definida, extraída de la alegoría hindú del “Mazar del Océano”
por los Dioses. Además, Amrita, el agua de la vida o de la inmortalidad, Surabhi, la
“vaca de la abundancia”, llamada “la Fuente de la leche y de los co|gulos”, fue
extraída de este “Mar de Leche”. De aquí la adoración universal de la vaca y del toro;
la una, el poder productor, y el otro, el poder generador en la Naturaleza: símbolos
relacionados con las deidades Solares y Cósmicas. Como las propiedades específicas
para propósitos ocultos, de las “catorce cosas preciosas”, son explicadas únicamente
en la Cuarta Iniciación, no pueden ser mencionadas aquí; pero puede observarse lo
siguiente: En el Shatapatha Barâhmana se establece que el Mazar del Océano de
Leche tuvo lugar en el Satya Yuga, la primera época que siguió inmediatamente al
“Diluvio”. Sin embargo, como ni el Rig-Veda ni Manu -ambos anteriores al “Diluvio”
de Vaivasvata, o sea el sufrido por la mayoría de la Cuarta Raza- hacen mención de
este diluvio, es evidente que no es ni el Gran Diluvio, ni el que causó la desaparición
de los Atlantes, ni siquiera el diluvio de Noé, el que allí se menciona. Este “Mazar” se
refiere a un período anterior a la formación de la tierra, y se halla en relación directa
con otra leyenda universal, cuyas varias y contradictorias versiones culminaron en
el dogma cristiano de la “Guerra en los Cielos”, y la “Caída de los Ángeles”. Los
Brâhmanas, criticados con frecuencia por los orientalistas, con sus versiones sobre
los mismos asuntos, a menudo contradictorias, son, ante todo, obras
preeminentemente ocultas; y de aquí que se usen intencionalmente como velos. Se
permitió sobreviviesen para propiedad y uso públicos, precisamente por ser
absolutamente ininteligibles para el vulgo. De otra manera habrían desaparecido de
la circulación, desde los mismos días de Akbar.

5. LA RAÍZ PERMANECE, LA LUZ PERMANECE, LOS COÁGULOS PERMANECEN Y SIN

EMBARGO OEAOHOO ES UNO.

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“Oeaohoo” en los Comentarios se traduce por “Padre-Madre de los Dioses”, o el
“Seis en Uno”, o la Raíz Septenaria, de que todo procede. Todo depende del acento
que se da a estas siete vocales, que pueden pronunciarse como una, tres o hasta
siete sílabas, añadiendo una e después de la o final. Este nombre místico se publica,
porque sin un dominio completo de la triple pronunciación, no produce efecto
alguno.

“Es Uno” se refiere a la no-separatividad de todo cuanto vive y posee su existencia,


ya en el estado activo, ya en el pasivo. En un sentido, Oeaohoo es la Raíz Sin Raíz de
Todo; de aquí que sea uno con Parabrahman; en otro sentido, es un nombre para la
Vida Una manifestada, la Unidad Eterna viviente. La “Raíz” significa, como ya se ha
explicado, el Conocimiento Puro (Sattva) (12), la eterna (nitya) Realidad
incondicionada, o Sat (Satya), ya le demos el nombre de Parabrahman o el de
Mûlaprakriti, pues estos son sólo los dos símbolos del Uno. La “Luz” es el mismo
Rayo Omnipresente y Espiritual, que ha penetrado y fecundado ahora al Huevo
Divino, y convoca a la materia cósmica para que empiece su larga serie de
diferenciaciones. Los “Co|gulos” son la primera diferenciación; y probablemente se
refieren también a aquella materia cósmica que se supone sea el origen de la Vía
L|ctea (la materia que conocemos). Esta “materia” que, según la revelación recibida
de los primitivos Dhyâni-Buddhas, es, durante el sueño periódico del Universo, de la
tenuidad suma que puede concebir la vista del Bodhisattva perfecto; esta materia
radiante y fría, se esparce por el Espacio en cuanto se inicia el despertar del
movimiento cósmico, apareciendo, cuando vista desde la tierra, en forma de racimos
y masas, a manera de coágulos de leche clara. Son las semillas de mundos futuros, el
“material para estrellas”.

6. LA RAÍZ DE LA VIDA ESTABA EN CADA GOTA DEL OCÉANO DE INMORTALIDAD


(13)

Y EL OCÉANO ERA LUZ RADIANTE, LA CUAL ERA FUEGO Y CALOR Y MOVIMIENTO.

LAS TINIEBLAS SE DESVANECIERON Y NO FUERON MÁS; DESAPARECIERON EN SU

ESENCIA MISMA, EL CUERPO DE FUEGO Y AGUA, DEL PADRE Y LA MADRE.

Siendo la Esencia de las Tinieblas la Luz Absoluta, tómase a las Tinieblas como
representación apropiada y alegórica de la condición del Universo durante el
Pralaya, o sea el reposo absoluto o no ser, tal como ello aparece a nuestra razón

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finita. El “Fuego, el Calor y el Movimiento”, de que se habla aquí, no son, por de
contado, ni el fuego, ni el calor, ni el movimiento de la ciencia física, sino las
abstracciones que existen bajo los mismos, los nóumenos, o el alma de la esencia de
estas manifestaciones materiales; laas “cosas en sí mismas”, que, como confiesa la
ciencia moderna, eluden por completo los medios de investigación con instrumentos
del laboratorio; y que no podemos tampoco comprender con la mente, aun cuando
no pueda prescindirse de admitir tales esencias en el fondo de las cosas. “Fuego y
Agua, o Padre y Madre”, pueden entenderse aquí como significando el Rayo divino y
el Caos. “El Caos, obteniendo sentido por esta unión con el Espíritu, resplandece de
placer; y así fue producido el Protogonos (La Luz primogénita)” -dice un fragmento
de Hermas-. Damascio le llama Dis, “el que dispone de todas las cosas” (14).

Según las doctrinas de los rosacruces tal como se han entendido y explicado por
los profanos y esta vez correctamente, aunque tan sólo en parte, “la Luz y las
Tinieblas son idénticas en sí mismas, siendo únicamente divisibles en la mente
humana”; y según Roberto Fludd, “la obscuridad adoptó la iluminación con objeto de
hacerse visible” (15). Según los principios del ocultismo oriental, las Tinieblas son la
única realidad verdadera, la base y la raíz de la Luz, sin la cual esta última jamás
podrá manifestarse ni siquiera existir. La Luz es Materia, las Tinieblas Espíritu puro.
Las Tinieblas, en su base radical y metafísica, son luz subjetiva y absoluta; al paso
que la Luz, con todo su esplendor y gloria aparentes, es tan sólo una mera masa de
sombras; pues nunca podrá ser eterna, y es sencillamente una ilusión o Mâyâ.

Aun en el Génesis (16), que confunde a la razón y fatiga a la ciencia, la luz es creada
de las tinieblas - “y las tinieblas permanecen sobre la faz del abismo” - y no
viceversa. “En él (en las tinieblas) existía la vida; y la vida era la luz de los hombres”
(17). Puede llegar un día en que los ojos humanos se abran, y entonces
comprenderán mejor el versículo del Evangelio de Juan, que dice: “Y la luz brilló en
las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron”. Ver|n entonces que la palabra
“tinieblas” no se aplica a la visión espiritual del hombre, sino verdaderamente a
Tinieblas, lo Absoluto, que no comprende (no puede conocer) la luz transitoria, por
trascendente que sea para los ojos humanos. Demon est Deus inversus. Al diablo le
llama ahora la Iglesia “tinieblas” mientras que en la Biblia, en el Libro de Job, se le da
el nombre de “Hijo de Dios”, la estrella resplandeciente de la mañana, Lucifer. Existe
un completo sistema filosófico de artificio dogmático, en la razón por la que el
primer Arcángel que brotó de las profundidades del Caos, fue llamado Lux (Lucifer),
el “Hijo Luminoso de la Mañana” o Aurora Manvant|rica. Fue transformado por la

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Iglesia en Lucifer o Satán, porque era más antiguo y de rango más elevado que
Jehovah, y tenía que ser sacrificado al nuevo dogma.

7. HE AQUÍ, ¡OH LANÚ (18), AL RADIANTE HIJO DE LOS DOS, LA GLORIA


REFULGENTE

SIN PAR -EL ESPACIO LUMINOSO, HIJO DEL NEGRO ESPACIO, QUE SURGE DE LAS

PROFUNDIDADES DE LAS GRANDES AGUAS OBSCURAS. ÉL ES OEAOHOO, EL MÁS

JOVEN, EL *** (19) (a). ÉL BRILLA COMO EL SOL, ES EL RESPLANDECIENTE


DRAGÓN

DIVINO DE LA SABIDURÍA. EL UNO ES CUATRO, Y CUATRO TOMA PARA SÍ TRES, Y

LA UNIÓN PRODUCE EL SAPTA, EN QUIEN ESTÁN LOS SIETE QUE VIENEN A SER
LOS

TRIDASHA (20), LAS HUESTES Y LAS MULTITUDES (b). CONTÉMPLALE


LEVANTANDO

EL VELO Y DESPLEGÁNDOLO DE ORIENTE A OCCIDENTE. OCULTA LO DE ARRIBA Y

DEJA VER LO DE ABAJO, COMO LA GRAN ILUSIÓN. SEÑALA LOS SITIOS PARA LOS

RESPLANDECIENTES (21), Y CONVIERTE LO SUPERIOR (22) EN UN MAR DE FUEGO


(c)

SIN ORILLAS, Y EL UNO MANIFESTADO (23) EN LAS GRANDES AGUAS.

(a) “El Espacio Luminoso, Hijo del Negro espacio”, corresponde al Rayo emitido en
la vibración primera de la nueva Aurora, en las grandes Profundidades Cósmicas, de
donde surge diferenciado como Oeaohoo, el m|s joven” (la “Nueva Vida”), para
convertirse al final del Ciclo de Vida en el Germen de todas las cosas. Él es “el
Hombre Incorpóreo que contiene en sí mismo la Idea Divina”, el generador de la Luz
y de la Vida, empleando una expresión de Filón el Judío. A él se le llama el
“Resplandeciente Dragón de Sabiduría”, porque, en primer lugar, es lo que los
filósofos griegos llamaban el Logos, el Verbo del Pensamiento Divino; y en segundo,

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porque en la Filosofía Esotérica, siendo esta primera manifestación la síntesis o la
agregación de la Sabiduría Universal, Oeaohoo, “El Hijo del Sol”, contiene en sí
mismo las Siete Huestes Creadoras (los Sephiroth), y es así la esencia de la Sabiduría
manifestada “El que se baña en la Luz de Oeaohoo, jamás será engañado por el Velo de
Mâyâ”.

“Kwan-Shai-Yin” es idéntico y equivalente al Avalokiteshvara s|nscrito, y como tal


es una deidad andrógina, como el Tetragrammaton y todos los Logos de la
antigüedad. Sólo por algunas sectas en China se le antropomorfiza y se le representa
con atributos femeninos; bajo este aspecto, se convierte en Kwan-Yin, la Diosa de
Misericordia, llamada la “Voz Divina” (24). Esta última es la deidad protectora del
Tíbet y de la isla de Puto en China, en donde ambas deidades poseen cierto número
de monasterios (25).

Los dioses superiores de la antigüedad son todos “Hijos de la Madre” antes de


convertirse en “Hijos del Padre”. Los Logos, como Júpiter o Zeus, Hijo de Cronos-
Saturno, “el Tiempo Infinito” (K}la), eran representados en su origen como
masculino-femeninos. De Zeus se dice que es la “Virgen bella”, y a Venus se la
representa con barba. Apolo era en su origen bisexual; lo mismo lo es Brahmâ-Vâch
en Manu y en los Purânas. Osiris se equipara con Isis, y Horus es de ambos sexos.
Finalmente, en la visión de San Juan en la Revelación, el Logos, que ahora se
relaciona con Jesús, es hermafrodita, puesto que se le describe como teniendo
pechos de mujer. Lo mismo le pasa al Tetragrammaton o Jehovah. Pero existen dos
Avalokiteshvaras en Esoterismo: el Primero y el Segundo Logos.

Ningún símbolo religioso se exime de la profanación y aun de la burla en nuestros


días de política y de ciencia. En la India Meridional ha visto la autora a un natural
convertido haciendo puja con ofrendas ante una estatua de Jesús vestido de mujer y
con un anillo en la nariz. Al preguntar el significado de la mascarada, se nos contestó
que era Jesús y María en una pieza, y que se había hecho con el permiso del Padre;
pues el celoso converso no tenía dinero para comprar dos estatuas o “ídolos”, como
fueron llamados con mucha razón por un testigo, el cual era otro hindú no
convertido. Esto parecerá una blasfemia al cristiano dogmático; pero el teósofo y el
ocultista deben conceder la palma de la lógica al hindú converso. El Christos
esotérico en la Gnosis carece, por supuesto, de sexo; pero en la teología exotérica es
andrógino.

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(b) El “Dragón de Sabiduría” es el Uno, el “Eka” (26) o Saka. Es curioso que el
nombre de Jehovah en hebreo sea también Uno, Achad. “Su nombre es Achad”, dicen
los Rabinos. Decidan los filólogos cuál de los dos es derivado del otro lingüística y
simbólicamente hablando; con toda seguridad no ser| el s|nscrito. El “Uno” y el
“Dragón” son expresiones usadas por los antiguos, en conexión con sus Logos
respectivos. Jehovah -esotéricamente Elohim- es también la Serpiente o Dragón que
tentó a Eva; y el Dragón es un antiguo emblema de la Luz Astral (el Principio
Primordial), “que es la Sabiduría del Caos”. No reconoce la filosofía arcaica al Bien ni
al Mal como poder fundamental o independiente, sino que partiendo del todo
Absoluto (eterna Perfección Universal), deriva a los dos, siguiendo el curso de la
evolución natural, de la Luz pura, condensándose gradualmente en la forma, y de
aquí convirtiéndose en la Materia o el Mal. A los primeros e ignorantes padres
Cristianos, cupo el degradar la idea filosófica y altamente científica de este emblema,
en la superstición absurda llamada el “Diablo”. La tomaron de los zoroastrianos del
último período, que veían diablos o el Mal en los Devas indos; y la palabra Evil (Mal)
convirtióse así, por una doble transmutación, en D’Evil (Diablos, Diable, Diavolo,
Teufel). Pero los paganos han dado siempre muestras de discernimiento filosófico
en lo referente a sus símbolos. El símbolo primitivo de la serpiente ha representado
siempre la Sabiduría divina y la perfección, y siempre se le ha mirado como
equivalente a Regeneración psíquica y a Inmortalidad. De aquí que Hermes haya
llamado a la serpiente el más espiritual de todos los seres; Moisés, iniciado en la
sabiduría de Hermes, ha seguido el mismo camino en el Génesis; siendo la serpiente
de los gnósticos con las siete vocales sobre su cabeza, el emblema de las siete
Jerarquías de los Creadores Septenarios o Planetarios. De ahí también la serpiente
inda Shesha o Ananta, el Infinito, un nombre de Vishnu, y su primer Vâhana, o
vehículo, sobre las Aguas Primordiales. Sin embargo, lo mismo que los Logoi y las
Jerarquías de Poderes, esas serpientes han de distinguirse unas de otras. Shesha o
Ananta, el “Lecho de Vishnu”, es una abstracción alegórica simbolizando al Tiempo
infinito en el Espacio, que contiene el Germen y lanza periódicamente la floración de
este Germen, el Universo manifestado; al paso que el Ophis gnóstico contiene el
mismo triple simbolismo en sus siete vocales, como el Oeaohoo de una, y de tres y
de siete sílabas de la doctrina arcaica, a saber: el Primer Logos Inmanifestado, el
Segundo Manifestado, el Triángulo concretándose en el Cuaternario o
Tetragrammaton, y los Rayos de éste en el plano material.
Sin embargo, todos ellos establecen una diferencia entre la Serpiente Buena y la
mala (la luz Astral de los cabalistas); la primera, la encarnación de la Sabiduría
divina en la región de lo Espiritual; y la segunda, el Mal, en el plano de la Materia.
Pues la Luz Astral, o el Éter de los antiguos paganos (el nombre de Luz Astral es

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completamente moderno), es el Espíritu-Materia. Comenzando en el plano puro
espiritual, se hace más grosera a medida que desciende, hasta que se convierte en
Mâyâ, o la serpiente tentadora y engañosa en nuestro plano.

Jesús aceptó la serpiente como un sinónimo de Sabiduría, y esto formó parte de sus
enseñanzas: “Sed sagaces como la serpiente”, dice. En el principio, antes de que la
Madre se convirtiera en Padre-Madre, el Dragón de Fuego se movía sólo en los
infinitos” (27). El Aitareya Brâhmana llama a la Tierra Sarpar}jni, la “Reina
Serpiente” y la “Madre de todo cuanto se mueve”. Antes que nuestro globo asumiera
la forma de huevo (y también el Universo), “un largo rastro de polvo Cósmico (o
niebla ígnea) se movía y retorcía como una serpiente en el Espacio”. El “Espíritu de
Dios moviéndose en el caos” fue simbolizado por todas las naciones bajo la forma de
una serpiente de fuego, exhalando fuego y luz sobre las aguas primordiales, hasta
haber incubado la materia cósmica y hacerla asumir la forma anular de una
serpiente con la cola en su boca; la cual simboliza, no solamente la Eternidad y el
infinito, sino también la forma globular de todos los cuerpos formados en el
Universo, de aquella niebla de fuego. El Universo, lo mismo que la Tierra y que el
Hombre, arrojan periódicamente, a manera de las serpientes, sus antiguas pieles,
para revestir otras nuevas después de un período de reposo. Seguramente no es esta
imagen de la serpiente menos graciosa o más prosaica que la oruga y la crisálida, de
la cual brota la mariposa, el emblema griego de Psyche, el alma humana. También
era el Dragón el símbolo del Logos entre los egipcios, sucediendo lo mismo entre los
gnósticos. En el Libro de Hermes, Pymander, el más antiguo y el más espiritual de los
Logos del Continente occidental, se representa a Hermes bajo la forma de un Dragón
ígneo de “Luz, Fuego y Llama”. Pymander, el “Pensamiento Divino” personificado,
dice:

La luz soy yo; yo soy en Nous (la Mente o Manu); yo soy tu Dios, soy mucho más
antiguo que el principio humano que escapa de la sombra (Tinieblas, o la Deidad
oculta). Yo soy el germen del pensamiento, el Verbo resplandeciente, el Hijo de Dios.
Todo cuanto así ves y oyes en ti, es el Verbum del Maestro, es el Pensamiento
(Mahat), el cual es Dios, el Padre (28). El Océano celestial, el AEther... es el aliento
del Padre, el principio que da la vida, la Madre, el Espíritu Santo..., pues estos no
están separados, y su unión es la Vida.

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Encontramos aquí el eco inequívoco de la Doctrina Secreta arcaica, tal como se
expone en la actualidad. Sólo que esta última no coloca a la cabeza de la Evolución
de la Vida al “Padre”, que viene el tercero y es el “Hijo de la Madre”, sino al “Eterno e
Incesante Hálito del TODO. Mahat (el Entendimiento, la Mente Universal, el
Pensamiento, etc.), antes de manifestarse como Brahmâ o Shiva, aparece como
Vishnu, dice Sânkhya Sâra (29). De aquí que tenga varios aspectos, lo mismo que los
tiene el Logos. Mahat es llamado el Señor en la Creación Primaria, y en este sentido
es el Conocimiento Universal o el Pensamiento divino; pero “aquel Mahat que fue
producido primero”, es llamado (después) Ego-ísmo, cuando nace como (el
sentimiento mismo del) “Yo”, que se dice ser la “Segunda Creación” (30). Y el
traductor (un hábil y sabio brahman, no un orientalista europeo) dice en una nota al
pie: “o sea cuando Mahat se desenvuelve en el sentimiento de la Propia-Conciencia -
Yo-, entonces asume el nombre de Egoísmo”, lo que traducido a nuestra fraseología
esotérica significa que cuando Mahat se transforma en el Manas humano (o aun en
el de los dioses finitos), se convierte en Aham-ismo (31). La razón de por qué es
llamado el Mahat de la creación Segunda (o la Novena, el Kaumâra en el Vishnu
Purâna) se explicará más adelante.

(c) El “Mar de Fuego” es, pues, la Luz Super-Astral (o sea Noumenal), la radiación
primera de la Raíz Mûlaprakriti, la Substancia Cósmica no diferenciada que se
convierte en Materia Astral. También es llamada la “Serpiente de Fuego”, tal como se
ha descrito antes. Si se tiene presente que tan sólo existe Un Elemento Universal
infinito, innato e inmortal, y que todo el resto -como en el mundo de los fenómenos-
son tan sólo múltiples aspectos y transformaciones diferenciadas (correlaciones las
llaman hoy) de esa Unidad, desde los efectos macrocósmicos a los efectos
microcósmicos; desde los seres sobrehumanos hasta los humanos y subhumanos, la
totalidad, en resumen, de la existencia objetiva, desaparecerá entonces la dificultad
primera y principal, y la Cosmología Oculta podrá ser dominada. Tanto en la
Teogonía egipcia como en la india, ha existido una Deidad Oculta, el UNO, y un dios
creador andrógino; siendo Shoo el dios de la creación, y Osiris, en su forma primaria
y original, el dios “cuyo nombre es desconocido” (32).

Todos los kabalistas y ocultistas, orientales y occidentales, reconocen: (a), la


identidad del “Padre-Madre” con el AEther Primordial o Âk}sha (Luz Astral; y (b), su
homogeneidad antes de la evolución del “Hijo”, Fohat cósmicamente, pues es la
Electrricidad Cósmica. Fohat endurece y dispersa a los Siete Hermanos” (33), lo cual
significa que la Entidad Eléctrica Primordial -pues los ocultistas orientales insisten
en que la Electricidad es una Entidad- electriza, comunicándole la vida, y separa en

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átomos al material primordial o materia pregenética, siendo estos átomos el origen
de toda vida y conciencia. “Existe un agente único universal de toda forma y de toda
vida, el cual es llamado Od, Ob y Aour (34), activo y pasivo, positivo y negativo, como
el día y la noche; es la primera luz en la Creación” (Eliphas Lévi) - la “luz primera”
del Elohim primordial, el Adam “andrógino” o (científicamente) la Electricidad y la
Vida.

Los antiguos lo han representado por una serpiente, porque “Fohat silba cuando se
desliza de un punto a otro”, en zigzag. La Kabalah lo representa con la letra Hebrea
Teth, cuyo símbolo es la serpiente, que ha desempeñado un papel tan principal en
los Misterios. Su valor universal es nueve, porque es la novena letra del alfabeto, y la
novena puerta de los cincuenta portales o pórticos que conducen a los misterios
ocultos del ser. Es el agente mágico por excelencia, y en la filosofía Hermética
designa “la Vida infundida en la Materia Primordial”, la esencia que constituye todas
las cosas, y el espíritu que determina sus formas. Pero existen dos operaciones
herméticas secretas, una espiritual y otra material, correlativas y por siempre
unidas. Como dice Hermes:

Tú separarás la tierra del fuego, lo sutil de lo sólido..., lo que asciende de la tierra a


los cielos y desciende de nuevo de los cielos a la tierra... Ella (la luz sutil) es la
potencia de cada fuerza, puesto que domina todas las cosas sutiles y penetra en todo
lo sólido. Así fue formado el mundo.

No fue Zenón, el fundador del sistema de los estoicos, el único que enseñó que el
Universo se desenvuelve, y su substancia primera se transforma del estado de fuego
en el de aire, después en el de agua, etc. Heráclito de Éfeso sostenía que el único
principio existente bajo todos los fenómenos de la Naturaleza es el fuego. La
inteligencia que mueve al Universo es el fuego, y el fuego es inteligencia. Y mientras
Anaxímenes dice lo mismo respecto del aire, y Thales de Mileto (600 antes de
Cristo) lo dice acerca del agua, la Doctrina Esotérica reconcilia a todos estos filósofos
demostrando que a pesar de estar en lo justo cada cual en su respectivo sistema,
ninguno de estos, sin embargo, era completo.

8. ¿DÓNDE ESTABA EL GERMEN Y DÓ ESTABAN ESTABAN ENTONCES LAS


TINIEBLAS?

¿EN DÓNDE ESTÁ EL ESPÍRITU DE LA LLAMA QUE ARDE EN TU LÁMPARA, ¡OH,

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LANÚ!? EL GERMEN ES AQUELLO, Y AQUELLO ES LA LUZ; EL BLANCO HIJO RES-

PLANDECIENTE DEL OBSCURO PADRE OCULTO.

La contestación a la primera pregunta, sugerida por la segunda, que es la réplica


del maestro al discípulo, contiene, en una sola frase, una de las verdades más
esenciales de la filosofía oculta. Indica la existencia de cosas imperceptibles a
nuestros sentidos físicos, y que son de mucha mayor importancia, más reales y más
permanentes que las perceptibles. Antes que el Lanú pueda comprender el
problema trascendentalmente metafísico contenido en la pregunta primera, debe
ser capaz de contestar a la segunda, en la cual se halla precisamente la clave para
responder correctamente a la anterior.

En el Comentario sánscrito a esta Estancia, son muchos los términos que se usan
para el principio oculto y no revelado. En los manuscritos más primitivos de la
literatura hindú, esta Deidad Abstracta no revelada no tiene nombre. Se la llama
generalmente “Aquello” (Tad, en s|nscrito), y significa todo lo que es, era o ser|, o
que puede ser concebido así por la mente humana.

Entre tales denominaciones empleadas -por supuesto, tan sólo en la Filosofía


Esotérica- como las “Tinieblas insondables”, el “Torbellino”, etc., también se la llama
“Lo del K}lahansa”, el “K}la-ham-sa” y hasta el “K}li Hamsa” (el Cisne Negro). Aquí la
m y la n, son permutables, y ambas suenan como la nasal francesa an o am. Lo
mismo que en el hebreo, muchas palabras misteriosas y sagradas en sánscrito, no
dicen más al oído profano que cualquier palabra ordinaria, puesto que se hallan
ocultas a modo de anagramas o de otra manera. Esta palabra Hansa o Hamsa es
precisamente un caso de estos. Hamsa equivale a “A-hamsa”, tres palabras que
significan “Yo soy Él”; al paso que dividida de otra manera se leer| “So-ham” “Él (es)
Yo”. En esta sola palabra se halla contenido el misterio universal, la doctrina de la
identidad de la esencia del hombre con la esencia divina, para aquel que comprende
el lenguaje de la sabiduría. De aquí el emblema y la alegoría acerca de Kâlahansa (o
Hamsa), y el nombre dado a Brahman (neutro) y posteriormente al Brahmâ
masculino, de Hansa-V}hara, “el que usa al Hamsa como su vehículo”. La misma
palabra puede ser leída “K}laham-sa” o “yo soy yo, en la eternidad del Tiempo”,
respondiendo al bíblico o m|s bien al zoroastriano “yo soy lo que soy”. La misma
doctrina se encuentra en la Kabalah, como lo demuestra el siguiente extracto de un
manuscrito inédito, por Mr. S. Liddell McGregor Mathers, el sabio kabalista:

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Los tres pronombres ..... ..... ..... , Hua, Ateh, Ani -Él, tú, Yo- se usan para simbolizar
las ideas del Macroprosopus y Microprosopus en la Kabalah hebrea. Hua, “Él”, se
aplica al Macroprosopus escondido y oculto; Ateh, “Tú” , al Microprosopus, y Ani
“Yo”, al último, cuando se le representa como hablando. (Véase Lesser Holy Assembly,
204 y sig.). Es digno de observarse que cada uno de estos nombres consta de tres
letras, de las cuales la letra Alleph ..., A, forma la conclusión de la primera entre ellas.
Pero ... es el símbolo de la Unidad, y por consiguiente, de la idea invariable de lo
Divino operando por medio de todas ellas. Pero tras de la ... en el nombre Hua están
las letras ... y ..., los símbolos de los números Seis y Cinco, el Macho y la Hembra, el
Exagrama y el Pentagrama. Y los números de estas tres palabras Hua, Ateh, Ani, son
12, 406 y 61, los cuales hállanse reasumidos en los números clave 3, 10 y 7, por la
Kabalah de las Nueve Cámaras que es una forma de la regla exegética de Temura.

Inútil es intentar la explicación completa del misterio. Los materialistas y los


modernos hombres de ciencia jamás lo comprenderán, desde el momento en que,
para obtener una percepción clara de ello, ha de admitirse ante todo el postulado de
una Deidad universalmente difundida, omnipresente y eterna en la Naturaleza; en
segundo lugar, ha de profundizarse el misterio de la electricidad en su verdadera
esencia; y en tercer término, conceder que el hombre es el símbolo septenario, en el
plano terrestre, de la Gran Unidad Una, el Logos, que es el signo de Siete vocales, el
Aliento cristalizado en el Verbo (35). Quien crea en todo esto, ha de creer también
en las combinaciones múltiples de los siete planetas del Ocultismo y de la Kabalah,
con los doce signos zodiacales; y tiene que atribuir, como hacemos nosotros, a cada
planeta y a cada constelación, una influencia que, según las palabras de Mr. Ely Star
(astrólogo francés), “le es propia, benéfica o maléfica, según el Espíritu planetario
que le rige, el cual, a su vez, es capaz de influir sobre los hombres y las cosas que se
hallan en armonía con él y que le son afines”. Por estas razones, y creyendo poco en
lo anterior, todo lo que podemos decir ahora es que en ambos casos el símbolo de
Hamsa (ya sea Yo, Él, Oca o Cisne) es un símbolo importante que representa, entre
otras cosas, la Sabiduría Divina, la Sabiduría en las Tinieblas fuera del alcance de los
hombres. En lo exotérico, Hamsa, como sabe todo indo, es un ave fabulosa a la que,
cuando se le da leche mezclada con agua (en la alegoría), las separa, bebiéndose la
leche y dejando el agua, mostrando así sabiduría propia; pues la leche representa
simbólicamente al espíritu, y el agua a la materia.

La antigüedad remotísima de esta alegoría se demuestra con la mención en el


Bhâgavata Purâna, de cierta casta llamada Hamsa o Hansa, que era la “casta única”
por excelencia, cuando en épocas muy lejanas, entre las brumas de un pasado

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olvidado, no existía entre los indos m|s que “Un Veda, Una Deidad y Una Casta”.
También existe una cordillera en los Himalayas, descrita en los antiguos libros como
situada al Norte del Monte Meru, llamada Hamsa, y relacionada con episodios
pertenecientes a la historia de los misterios religiosos y de las iniciaciones. En
cuanto a Kâlahansa, el supuesto vehículo de Brahmâ-Prajâpati en los textos
exotéricos y en las traducciones de los orientalistas, es del todo erróneo; Brahman,
el neutro, es llamado por ellos Kâla-hansa; y Brahmâ, el masculino, Hansa-vâhana,
porque ciertamente “su vehículo es un cisne o ganso” (36). Esto es una glosa
puramente exotérica. Esotérica y lógicamente, si Brahman, el infinito, es todo cuanto
describen los orientalistas, y si en armonía con los textos vedantinos es una deidad
abstracta, en manera alguna caracterizada con atributos humanos; y si a la vez se
sostiene que es llamada Kâla-hansa, ¿cómo puede entonces convertirse en el Vâhan
de Brahmâ, la emanación del rayo primordial, al que se hace servir como Vâhan o
Vehículo para el Rayo Divino, que de otro modo no podría manifestarse en el
Universo, puesto que él mismo es una emanación de las Tinieblas (para nuestra
inteligencia humana, en todo evento). Así, pues, Brahmâ es Kâlahansa, y el Rayo,
Hansa-vâhana.

También es igualmente significativo el extraño símbolo elegido; siendo la


verdadera significación mística la idea de una matriz universal, figurada por las
Aguas Primordiales del Abismo o la abertura para la recepción, y subsiguientemente
para la salida, de aquel Rayo Uno (el Logos), que contiene en sí los otros Siete Rayos
Procreadores o Poderes (los Logoi o Constructores). De aquí que los rosacruces
eligieran el ave acuática, sea cisne o pelícano (37), con siete pequeños, por símbolo,
modificado y adaptado a la religión de cada país. Ain-Suph es llamado en el Libro de
los Números (38) el “Alma de fuego del Pelícano”. Aparece con cada Manv|ntara
como Nârâyana o Svâyambhuva, el Existente por Sí, y penetrando en el Huevo del
Mundo, surge del mismo al final de la divina incubación, como Brahmâ o Prajâpati, el
progenitor del Universo futuro, en el cual se extiende. Él es Purusha (el Espíritu),
pero también es Prakriti (la Materia). Por lo tanto únicamente después de haberse
dividido él mismo en dos mitades, Brahmâ-Vâch (la hembra), y Brahmâ-Virâj (el
macho), es cuando el Prajâpati se convierte en el Brahmâ masculino.

9. LA LUZ ES LLAMA FRÍA, Y LA LLAMA ES FUEGO Y EL FUEGO PRODUCE CALOR


QUE

DA LUGAR AL AGUA - EL AGUA DE VIDA EN LA GRAN MADRE (39).

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Debe tenerse presente que las palabras “Luz”, “Llama” y “Fuego” han sido
adoptadas por los traductores del vocabulario de los antiguos “Filósofos del Fuego”
(40) con objeto de expresar mejor la significación de los términos y símbolos
arcaicos empleados en el original. De otra manera, hubieran permanecido por
completo ininteligibles para el lector europeo. Sin embargo, para un estudiante
Ocultista, los términos mencionados serán bastante claros.

Todos estos -”la Luz”, “la Llama”, “el Frío”, “el Fuego”, “el Calor”, “el agua” y “el agua
de Vida” - son en nuestro plano el linaje, o como diría un físico moderno, las
correlaciones de la Electricidad. ¡Poderosa palabra y símbolo todavía más potente!
Generador sagrado de una sucesión no menos sagrada; del Fuego, el creador, el
conservador y el destructor; de la Luz, la esencia de nuestros divinos antecesores;
de la Llama, el Alma de las cosas. La Electricidad es la Vida Una en el peldaño
superior del Ser, y el Fluido Astral, el Athanor de los alquimistas, en el inferior; Dios
y Diablo, el Bien y el Mal.

Ahora bien; ¿por qué se llama a la Luz “Llama Fría”? Porque en el orden de la
Evolución Cósmica (según enseña el Ocultismo), la energía que obra sobre la
materia después de su primera formación en átomos, es generada en nuestro plano
por el Calor Cósmico; y porque el Cosmos, en el sentido de materia disgregada, no
existía antes de aquel período. La primera Materia Primordial, eterna y coeva con el
Espacio, la cual no tiene ni principio ni fin, ni (es) caliente ni fría, sino que es de su
propia naturaleza especial”, dice el Comentario. El calor y el frío son cualidades
relativas y pertenecen a los reinos de los mundos manifestados, todos procedentes
del Hyle manifestado, al cual, en su aspecto en absoluto latente, se hace referencia
como a la “Virgen Fría”, y cuando ya despierto a la vida, como a la “Madre”. Los
antiguos mitos cosmogónicos occidentales declaran que al principio tan sólo existía
niebla fría (el Padre), y el limo prolífico (la Madre, Ilus o Hyle), de donde salió
deslizándose la Serpiente del Mundo (la Materia) (41). La Materia Primordial, pues,
antes de surgir del plano de lo que jamás se manifiesta, y de despertar al
estremecimiento de la acción bajo el impulso de Fohat, es tan sólo “una radiación
fría, incolora, sin forma, insípida y desprovista de toda cualidad y aspecto”. Así es
también su Primogenitura, los “Cuatro Hijos”, que “son Uno y se convierten en
Siete”; las Entidades por cuyas calificaciones y nombres los antiguos ocultistas
orientales han llamado a los cuatro de los siete “Centros de Fuerza” primarios, o
Átomos, que se desarrollan últimamente en los grandes “Elementos” Cósmicos,
ahora divididos en los setenta subelementos conocidos por la Ciencia. Las cuatro
“Naturalezas Primarias” de los primeros Dhy}n Chohans son llamadas (a falta de

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mejores términos) Âkâshica, Etérea, Acuosa e Ígnea. Corresponden, en la
terminología del ocultismo práctico, a las definiciones científicas de los gases, y
pueden definirse, para dar una idea clara tanto a los ocultistas como a los profanos,
como parahidrogénica (42), paraoxigénica, oxhidrogénica y ozónica, o quizás
nitroozónica; siendo estas últimas fuerzas o gases (en Ocultismo, substancias
suprasensibles, aunque atómicas) las de mayor efecto y las más activas cuando
imprimen su energía en el plano de la materia más groseramente diferenciada. Estos
elementos son a la vez electropositivos y electronegativos. Estos y otros muchos son
probablemente los eslabones que a la química le faltan. En la alquimia son conocidos
por otros nombres, así como por los ocultistas que ponen en práctica poderes
fenomenales. Combinando y recombinando o disociando en cierto modo los
“Elementos”, por medio del Fuego Astral, es como se producen los mayores
fenómenos.

10. EL PADRE-MADRE TEJE UNA TELA, CUYO EXTREMO SUPERIOR ESTÁ UNIDO AL

ESPÍRITU (43), LUZ DE LA OBSCURIDAD ÚNICA, Y EL INFERIOR A LA MATERIA, SU

EXTREMIDAD DE SOMBRAS (44). ESTA TELA ES EL UNIVERSO, TEJIDO CON LAS

DOS SUBSTANCIAS HECHAS EN UNO, QUE ES SVABHÂVAT.

En el Mândukaya Upanishad (45) se dice: “Así como una araña extiende y recoge su
tela; así como brotan las hierbas en el terreno... del mismo modo es el Universo
derivado de aquel que no decae”, Brahm}, pues el “Germen de las Tinieblas
desconocidas” es el material del cual todo se desenvuelve y desarrolla “como la tela
de la araña, como la espuma del agua”, etc. Esto es tan sólo gr|fico y real cuando el
término Brahm}, el “Creador”, es derivado de la raíz brih, aumentar o extenderse.
Brahm}, “se extiende” y se convierte en el Universo tejido de su propia substancia.

La misma idea ha sido hermosamente expresada por Goethe, que dice:

Así al crujiente telar del tiempo me someto

Y tejo para Dios la vestidura con que has de verle.

11. SE ENSANCHA (46), CUANDO EL SOPLO DE FUEGO (47) SE EXTIENDE SOBRE


ELLA;

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Y SE CONTRAE CUANDO EL ALIENTO DE LA MADRE (48) LA TOCA. LOS HIJOS (49)

SE DISGREGAN ENTONCES Y SE ESPARCEN, PARA VOLVER AL SENO DE SU MADRE

AL FINAL DEL GRAN DÍA, Y SER DE NUEVO UNOS CON ELLA. CUANDO LA TELA SE

ENFRÍA, SE HACE RADIANTE. SUS HIJOS SE DILATAN Y CONTRAEN DENTRO DE SÍ

MISMOS Y EN SUS CORAZONES; ELLOS ABARCAN LO INFINITO.

La expansión del Universo bajo la acción del “Soplo de Fuego” es muy sugestiva a la
luz del período de la niebla de fuego, de que tanto habla la ciencia moderna,
sabiendo en realidad tan poco.

El calor intenso quebranta los elementos compuestos, y resuelve los cuerpos


celestes en su Elemento Uno primordial, según explica el Comentario.

“Una vez desintegrados en su constituyente primitivo, por entrar en el radio de


atracción y de alcance de un foco o centro de calor (energía), de los cuales muchos son
llevados de un lado a otro en el espacio, un cuerpo, ya sea vivo o muerto, será
vaporizado y se mantendrá en el Seno de la Madre, hasta que recogiendo Fohat unos
cuantos agregados de Materia Cósmica (nebulosas), lo ponga de nuevo en movimiento
dándoles un impulso, desarrolle el calor requerido, y entonces le abandone para que
siga su propio nuevo desarrollo”.

La expansión y contracción de la “Tela”, esto es, el material de mundos, o |tomos,


expresa aquí el movimiento de pulsación; porque es la contracción y expansión
regular del Océano infinito y sin orillas, de lo que podemos llamar el nóumeno de la
Materia, emanado por Svabhâvat, causa de la vibración universal de los átomos.
Pero también sugiere algo más. Prueba que los antiguos conocían lo que en la
actualidad es un enigma para muchos sabios y en especial para los astrónomos: la
causa de la ignición primera de la materia, o del material de los mundos, la paradoja
del calor producido por la contracción refrigerante y otros enigmas cósmicos
semejantes; pues indica de una manera inequívoca que los antiguos poseían,
conocimiento de esos fenómenos. “Existe calor interno y calor externo en cada átomo,
el Hálito del Padre (Espíritu), y el Hálito (o calor) de la Madre (Materia)”; dicen los
Comentarios manuscritos a los que la escritora ha tenido acceso; y figuran en ellos
explicaciones que demuestran ser errónea la teoría moderna de la extinción de los

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fuegos solares, por pérdida de calor debida a la radiación. La hipótesis es falsa, y
hasta los mismos sabios lo admiten; pues como el profesor Newcomb indica (50), “al
perder calor un cuerpo gaseoso se contrae, y el calor producido por la contracción
excede al que tiene que perder para contraerse”. Esta paradoja de que un cuerpo se
caliente cada vez más a medida que es mayor la disminución de volumen producida
por el enfriamiento, ha dado lugar a largas polémicas. El calor sobrante se ha dicho
que se perdía por radiación; y suponer que la temperatura no desciende pari passu
con una disminución de volumen, bajo una presión constante, es no tener para nada
en cuenta la ley de Charles. La contracción desarrolla calor, es cierto; pero la
contracción (por enfriamiento) es incapaz de desarrollar la totalidad de calor que en
cualquier tiempo exista en la masa, o de mantener un cuerpo a una temperatura
constante, etc. El profesor Winchell trata de reconciliar la paradoja -en realidad tan
sólo aparente- como lo ha probado J. Homer Lane (51), suponiendo “algo adem|s del
calor”. “¿No puede ser acaso -pregunta- una simple repulsión entre las moléculas,
que varíe según alguna ley de distancia?” (52). Pero aun esto se ver| que es
irreconciliable, a menos que este “algo adem|s del calor” sea denominado “Calor Sin
Causa”, el “H|lito de Fuego”, la Fuerza omnicreadora, m|s la Inteligencia Absoluta, lo
cual no es probable acepte la ciencia física.

Sea como fuere, la lectura de esta Estancia demuestra que, no obstante su


fraseología arcaica, es más científica que la misma ciencia moderna.
12. ENTONCES SVABHÂVAT ENVÍA A FOHAT PARA ENDURECER LOS ÁTOMOS.
CADA

UNO (53) ES UNA PARTE DE LA TELA (54). REFLEJANDO AL “SEÑOR QUE EXISTE

POR SÍ MISMO” (55), COMO UN ESPEJO, CADA CUAL A SU VEZ VIENE A SER UN

MUNDO (56).

Fohat endurece los |tomos; o sea, infundiéndoles energía, esparce los “Átomos” o
la Materia Primordial. “Él se disemina mientras esparce la materia en forma de
Átomos”.

Por medio de Fohat, se imprimen en la Materia las ideas de la Mente Universal.


Puede lograrse alguna ligera noción referente a la naturaleza de Fohat, por la
denominación de “Electricidad Cósmica”, que algunas veces se le aplica; pero en este
caso, a las propiedades conocidas de la Electricidad en general, deben añadirse

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otras, incluyendo la inteligencia. Es interesante hacer observar que la ciencia
moderna ha llegado a la conclusión de que toda cerebración y actividad del cerebro
son acompañadas por fenómenos eléctricos.

ESTANCIA IV

LAS JERARQUÍAS SEPTENARIAS

1. ...HIJOS DE LA TIERRA, ESCUCHAD A VUESTROS INSTRUCTORES LOS HIJOS DEL

FUEGO (a). SABED QUE NO HAY NI PRIMERO NI ÚLTIMO; PORQUE TODO ES UN

NÚMERO UNO, QUE PROCEDE DE LO QUE NO ES NÚMERO (b).

(a) Las palabras los “Hijos del Fuego”, los “Hijos de la Niebla de Fuego” y las
análogas requieren explicación. Se relacionan con un gran misterio primitivo y
universal, y no es fácil aclararlo. Existe un párrafo en el Bhagavad-Gitâ en donde
hablando Krishna simbólica y esotéricamente, dice:

Yo indicaré los tiempos (condiciones)... en que los devotos al partir (de esta vida),
lo hacen, para no volver jamás (a renacer), o para volver (a encarnarse de nuevo). El
fuego, la llama, el día, la quincena brillante (feliz), los seis meses del solsticio del
Norte, partiendo (muriendo)... en estos, los que conocen a Brahman (los Yogis), van
al Brahman. El humo, la noche, la quincena sombría (desgraciada), los seis meses del
solsticio Meridional (muriendo)... en estos, el devoto va a la luz lunar (o mansión,
también la Luz Astral), y vuelve (renace). Estos dos senderos, el brillante y el
sombrío, se dice que son eternos en este mundo (o Gran Kalpa (edad)). Por el uno se
va (el hombre) para no volver jamás, por el otro vuelve (1).

Ahora bien, estos nombres “el fuego”, “la llama”, “el día”, la “quincena
resplandeciente”, etc.; y “el humo”, “la noche” y así sucesivamente, que conducen tan
sólo al fin del sendero Lunar, son incomprensibles sin conocimientos del
Esoterismo. Todos ellos son nombres de varias deidades que presiden sobre los
Poderes Cosmopsíquicos. Hablamos con frecuencia de la Jerarquía de “las Llamas”,
de los “Hijos del Fuego”, etc. Sankar}ch}rya, el m|s sabio de los Maestros Esotéricos
de la India, dice que el Fuego significa una deidad que preside sobre el Tiempo

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(Kâla). El hábil traductor del Bhagavad-Gitâ Kâshinâth Trimbak Telang, M. A. de
Bombay, confiesa que él “no posee idea alguna clara de la significación de estos
versos”. Por el contrario, para el que conoce la doctrina oculta, resultan
completamente claros. El sentido místico de los símbolos solares y lunares se halla
relacionado con estos versos. Los Pitris son Deidades Lunares y nuestros
antecesores; pues ellos crearon al hombre físico. Los Agnishvatta, los Kumâras (los
siete místicos sabios), son deidades Solares, si bien son también Pitris; y estos son
los “Formadores del Hombre Interno”. Ellos son “Los Hijos del Fuego”, porque son
los primeros Seres llamados “Mentes” en la Doctrina Secreta, desenvueltos del
Fuego Primordial. “El Señor... es un Fuego devorador” (2). “El Señor aparecer|... con
sus |ngeles poderosos en fuego llameante” (3). El Espíritu Santo descendió sobre los
Apóstoles a manera de “lenguas de fuego” (4). Vishnu volverá sobre Kalki, el Caballo
Blanco, como último Avatâra, en medio de fuego y de llamas; y Sosiosh descenderá
igualmente en un Caballo Blanco en medio de un “tornado de fuego”. “Y vi el cielo
abierto, y contemplé un Caballo Blanco en el que estaba montado... y su nombre
ll|mase el Verbo de Dios” (5), en medio de Fuego llameante. El fuego es AEther en su
forma más pura, y de aquí que no se le considere como materia; es la unidad del
AEther -la segunda deidad manifestada- en su universalidad. Pero existen dos
“Fuegos”, y en las enseñanzas ocultas se establece una distinción entre ambos. Del
primero, o sea del Fuego puramente sin forma e invisible, oculto en el Sol Central
Espiritual, se habla como siendo Triple (metafísicamente); al paso que el Fuego del
Cosmos manifestado, es Septenario en el Universo y en nuestro sistema solar. “El
fuego del conocimiento consume toda acción en el plano de las ilusiones” -dice el
comentario-. “Por lo tanto, quienes lo han adquirido y están emancipados, son
llamados “Fuegos”. Hablando de los siete sentidos simbolizados por Hotris o
Sacerdotes, Nârada dice en el Anugîtâ: “Así, estos siete (sentidos, olfato, gusto, color,
sonido, etc.) son las causas de la emancipación”; y el traductor añade: “De estos siete
es de los que el Yo interno tiene que emanciparse. “yo” (en la sentencia, Yo estoy...
desprovisto de cualidades) debe significar este Yo interno y no Brâhmana que
habla” (6).

(b) La expresión “Todo es Un Número, que procede de lo que no es Número”, se


refiere de nuevo al principio universal y filosófico que se acaba de explicar en el
comentario de la Sloka 4 de la Estancia III. Lo absoluto no tiene, por supuesto,
Número; pero en su último significado tiene una aplicación tanto en el Espacio como
en el Tiempo. Significa que no solamente cada incremento de tiempo es parte de
otro mayor, hasta la duración más prolongada concebible por la inteligencia
humana, sino, además, que no puede pensarse acerca de ninguna cosa manifestada,

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sino como parte de un todo; siendo la agregación total el Universo Uno Manifestado
que procede de lo Inmanifestado o Absoluto, llamado No-Ser o “No-Número”, para
distinguirlo del Ser o del “Único Número”.

2. APRENDED LO QUE NOSOTROS QUE DESCENDEMOS DE LOS SIETE PRIMEROS,


LO

QUE NOSOTROS, QUE NACIMOS DE LA PRIMITIVA LLAMA, HEMOS APRENDIDO DE

NUESTROS PADRES...

Esto se explica en el Libro II, y este nombre, “Llama Primordial”, corrobora lo que
se ha dicho en el primer párrafo del comentario precedente de la Estancia IV.

La diferencia entre los Constructores “Primordiales” y los Siete subsiguientes es


que los primeros son el Rayo y la emanación directa del primer “Cuatro Sagrado”, la
Tetraktys, o sea el eternamente existente por Sí Mismo -eterno en esencia, nótese
bien- no en manifestación, y distinto del Uno Universal. Latentes durante el Pralaya
y activos durante el Manv|ntara, los “Primordiales” han procedido del “Padre-
Madre” (Espíritu-Hyle o Ilus); mientras que el otro Cuaternario Manifestado y los
Siete han procedido de la Madre solamente. La última es la Virgen-Madre
inmaculada, que es cobijada, no fecundada, por el Misterio Universal, cuando ella
surge de su estado de Laya o condición indiferenciada. En realidad, todos son, por
supuesto, uno; pero sus aspectos en los diversos planos del Ser son diferentes.

Los primordiales son los Seres más elevados en la Escala de la Existencia. Son los
Arcángeles del Cristianismo, los que se niegan a crear o más bien a reproducirse,
como lo hizo Miguel en este último sistema, y como lo hicieron los “Hijos mayores
nacidos de la Mente” de Brahm} (Vedhas).

3. DEL RESPLANDOR DE LA LUZ -EL RAYO DE LAS ETERNAS TINIEBLAS- SURGEN


EN

EL ESPACIO LAS ENERGÍAS DESPERTADAS DE NUEVO (7); EL UNO DEL HUEVO, EL

SEIS Y EL CINCO (a). DESPUÉS EL TRES, EL UNO, EL CUATRO, EL UNO, EL CINCO, EL

DOBLE SIETE, LA SUMA TOTAL (b). Y ÉSTAS SON LAS ESENCIAS, LAS LLAMAS, LOS

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ELEMENTOS, LOS CONSTRUCTORES, LOS NÚMEROS (c), LOS ARÛPA (8), LOS RÛPA
Y

LA FUERZA, O EL HOMBRE DIVINO, LA SUMA TOTAL, Y DEL HOMBRE DIVINO EMA-

NARON LAS FORMAS, LAS CHISPAS, LOS ANIMALES SAGRADOS (d) Y LOS MENSA-

JEROS DE LOS SAGRADOS PADRES (10) DENTRO DEL SANTO CUATRO (11).

(a) Esto se refiere a la Ciencia Sagrada de los Números, tan sagrada a la verdad y
tan importante en el estudio del Ocultismo, que el asunto apenas es susceptible de
ser bosquejado aun en una obra tan extensa como la presente. Sobre las Jerarquías y
los números correctos de estos seres, invisibles (para nosotros), excepto en muy
raras ocasiones, está edificado el misterio de la estructura del Universo entero. Los
Kum}ras, por ejemplo, son llamados los “Cuatro”, si bien son, en realidad, siete en
número; porque Sanaka, Sananda, Sanâtana y Sanatkumâra son los principales
Vaidh}tra (su nombre patronímico) que surgieron del “cu|druple misterio”. Para
aclarar más el conjunto, tenemos que acudir a principios más familiares para
algunos de nuestros lectores, especialmente para los brahmánicos.

Según Manu, Hiranyagarbha es Brahmâ, el primer ser masculino formado por la


incomprensible Causa sin Causa, en un “Huevo de Oro resplandeciente como el Sol”,
como dice el Hindu Classical Dictionary; Hiranyagarbha significa la Matriz de Oro, o
más bien la Matriz resplandeciente o Huevo. La significación se acomoda muy mal
con el epíteto de “masculino”, pero seguramente el significado esotérico de la
sentencia es bastante claro. En el Rig-Veda se dice: “AQUELLO, el Señor único de
todos los seres... el principio animador de los dioses y de los hombres”, se originó en
el principio en la Matriz de Oro, Hiranyagarbha, que es el Huevo del Mundo o la
Esfera de nuestro Universo. Aquel Ser es seguramente andrógino, y la alegoría de
Brahmâ, separándose en dos y creándose en una de sus mitades (la hembra Vâch),
como Virâj, es una prueba de ello.

“El Uno del Huevo, el Seis y el Cinco” dan el número 1065, el valor del Primogénito
(posteriormente el Brahmâ-Prajâpati, varón y hembra), que responde a los números
7, 14 y 21, respectivamente. Los Prajâpati, lo mismo que los Sephiroth, son
únicamente siete, incluyendo la Sephira sintética de la Tríada que los produce. Así,
de Hiranyagarbha o Prajâpati, el Trino y Uno (la Trimurti Védica primitiva, Agni,
Vâyu y Sûrya), emanan los otros siete, también diez, si separamos a los tres

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primeros que existen en uno, y uno en tres; estando todos, sin embargo,
comprendidos dentro de aquel uno y “Supremo” Parama, llamado Guhya o “Secreto”
y Sarv}tman la “Super-Alma”. “Los siete Señores del Ser permanecen ocultos en
Sarvâtman como los pensamientos en un cerebro”. Lo mismo sucede con los
Sephiroth. Son siete cuando se cuenta desde la Tríada superior, presidida por
Kether, o diez -exotéricamente. En el Mahâbhârata, los Prajâpati son en número de
21, o diez, seis y cinco (1065), tres veces siete (12).

(b) “E l Tres, el Uno, el Cuatro, el Uno, el Cinco”, en su totalidad dos veces siete,
representan 31415, la Jerarquía numérica de los Dhyân Chohans de los distintos
órdenes, y del mundo interno o circunscripto (13). Este número, colocado en la
frontera del gran Círculo “No se Pasa” -llamado también Dhy}nip}sha, el “Cable de
los Ángeles”, el “Cable” que separa el Cosmos fenomenal del noumenal, y que no se
halla dentro del límite de percepción de nuestra conciencia presente objetiva-,
cuando no es aumentado por permutación y expansión, es siempre 31415
anagramática y kabalísticamente; siendo a la vez el número del círculo y el de la
mística Sv|stica, otra vez el “Doble Siete”; pues en cualquier sentido que se cuenten
las dos combinaciones de las cifras, sumadas un número tras otro, siempre
resultarán catorce. Matemáticamente, representan el cálculo bien conocido de que la
razón del di|metro a la circunferencia de un círculo, es como 1 a 3’1415, o sea el
valor ... (pi) como se le llama. Esta disposición de las cifras debe poseer la misma
significación, desde el momento que 1 :3’16159, y adem|s 1 :3’1415927 son
combinados en los cálculos secretos para expresar los varios ciclos y épocas del
“primogénito”, o 311.040.000.000.000 con fracciones, y dan el mismo 13415 gracias
a un procedimiento cuya exposición no es ahora pertinente. Puede demostrarse que
Mr. Ralston Skinner, autor de The Source of Measures (Origen de las Medidas), lee la
palabra hebrea Alhim con los mismos valores numéricos 13514, omitiendo, como se
ha dicho, los ceros, y por permutación, puesto que ... (a) es 1; .... (l) es 3 (30); ... (h) es
5; ... (i) es 1 (10); y ... (m) es 4 (40); y anagramáticamente 31415, como él explica.

Así, mientras en el mundo metafísico el Círculo con el Punto central no posee


ningún número y es llamado Anupâdaka -sin padre y sin número porque es
incalculable-, en el mundo manifestado, el Huevo o Círculo del mundo hállase
circunscripto dentro de los grupos llamados la Línea, el Triángulo, el Pentágono, la
segunda Línea y el Cuadrado (o 13514); y cuando el Punto ha engendrado una Línea,
y se convierte en un diámetro que representa al Logos andrógino, entonces los
números se convierten en 31415, o un triángulo, una línea, un cuadrado, una
segunda línea y un pentágono. “Cuando el Hijo se separa de la Madre, se convierte en

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el Padre”, pues el diámetro representa la Naturaleza, o el principio femenino. Por lo
tanto se dice: “En el mundo del Ser, el Punto fructifica la Línea, la Matriz Virgen del
Kosmos (el cero en forma de huevo), y la Madre inmaculada da nacimiento a la forma
que combina todas las formas”. Prajâpati es llamado el primer macho procreador, y
“el marido de su Madre” (14). Esto da la nota fundamental respecto de todos los
últimos “Hijos Divinos” nacidos de “Madres Inmaculadas”; y est| clarísimamente
confirmado por el hecho significativo de que Ana, el nombre de la Madre de la
Virgen María, en la actualidad representada por la Iglesia Católica Romana como
habiendo dado a luz a su hija de un modo inmaculado, “María sin pecado concebida”,
es derivada del Ana caldea, Cielo o Luz Astral, Anima Mundi; de donde proviene
Anaitia, Devi-Durgâ, la esposa de Shiva, que es también llamada Annapurna y Kanyâ,
la Virgen; siendo su nombre esotérico Umâ-Kany}, que significa la “Virgen de Luz”,
la Luz Astral en uno de sus múltiples aspectos.

(c) Los Devas, Pitris, Rishis; los Suras y los Asuras; los Daityas y los Âdityas; los
Dânavas y Gandharvas, etc., tienen todos ellos sus sinónimos en nuestra Doctrina
Secreta, lo mismo que en la Kabalah y en la Angelología hebrea; pero inútil es citar
los antiguos nombres, pues no conduciría más que a crear confusión. Muchos de
estos pueden encontrarse también ahora hasta en la Jerarquía cristiana de Poderes
celestiales y divinos. Todos esos Tronos y Dominaciones, Virtudes y Principados,
Querubines, Serafines y Demonios, habitantes diversos del Mundo Sideral, son las
modernas copias de prototipos arcaicos. El mismo simbolismo de sus nombres, aun
cuando desfigurados y arreglados en griego y en latín, es suficiente para
demostrarlo, como se probará más adelante en varias ocasiones.

(d) Los “Animales Sagrados” se encuentran en la Biblia lo mismo que en la Kabalah,


y tienen su significación (por cierto también muy profunda) en la página de los
orígenes de la Vida. En el Sepher Yetzirah se dice que: “Dios grabó en el Santo Cuatro
el Trono de su Gloria, los Auphanim (las Ruedas o Esferas-Mundos), los Seraphim y
los Animales Sagrados, como Ángeles Ministros, y de estos (el Aire, el Agua y el
Fuego o el Éter) formó su habitación”.

He aquí la traducción literal de las Secciones IX y X:

¿Diez números sin qué? Uno: ¡el Espíritu del Dios vivo... que vive en las
eternidades! ¡La Voz y el Espíritu y el Verbo; y éste es el Espíritu Santo... Dios: el Aire
salido del Espíritu... Él dibujó y esculpió con ello veintidós letras de fundación, tres
madres, siete dobles y doce sencillas, y un Espíritu salido de ellas. Tres: el Agua

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salida del Espíritu; Él dibujó y esculpió con ellas lo estéril y lo vacío; el lodo y la
tierra. Él las dibujó como un lecho de flores, las esculpió como un muro, y las cubrió
como un pavimento. Cuatro: el Fuego salido del Agua. Él dibujó y esculpió con ello el
trono de gloria, y las ruedas, y los seraphim, y los santos animales como ángeles
ministros; y de los tres, Él fundó su vivienda como se ha dicho. Él hace sus ángeles
espíritus, y sus sirvientes llamas de fuego!

Las palabras “fundó su vivienda” demuestran claramente que en la Kabalah, lo


mismo que en la India, la Deidad era considerada como el Universo, y no era, en su
origen, el Dios extracósmico que es ahora.

Así fue el mundo formado “por medio de Tres Seraphim -Sepher, Saphar y Sipur”, o
“por medio del Número, Números y Numerado”. Con la clave astronómica, estos
“Animales Sagrados” se convierten en los signos del Zodíaco.

4. ÉSTE ERA EL EJÉRCITO DE LA VOZ, LA DIVINA MADRE DE LOS SIETE. LOS


DESTE-

LLOS DE LOS SIETE ESTÁN SOMETIDOS, Y SON LOS SERVIDORES DEL PRIMERO,

DEL SEGUNDO, DEL TERCERO, DEL CUARTO, DEL QUINTO, DEL SEXTO Y DEL SÉP-

TIMO DE LOS SIETE (a). ESTOS (15) SON LLAMADOS ESFERAS, TRIÁNGULOS,
CUBOS,

LÍNEAS Y MODELADORES; PUES ASÍ SE SOSTIENE EL ETERNO NIDÂNA, EL OI-HA-

HOU (b) (16).

(a) Esta Sloka da de nuevo un breve análisis de las jerarquías de los Dhyân
Chohans, llamados Devas (Dioses) en la India, o sean los Poderes Conscientes e
Inteligentes de la Naturaleza. A esta Jerarquía corresponden los tipos actuales en
que la Humanidad puede ser dividida; porque la Humanidad, como un todo, es en
realidad una expresión materializada de aquélla, aunque todavía imperfecta. El
“Ejército de la Voz” es una frase que se halla íntimamente relacionada con el
misterio del sonido y del Lenguaje, como un efecto y un corolario de la Causa: el
Pensamiento Divino. Como lo ha expresado con belleza P. Christian, el ilustrado
autor de la Histoire de la Magie y de L’Homme Rouge des Tuileries, tanto las palabras

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pronunciadas por los individuos como sus nombres, influyen grandemente en su
destino futuro. ¿Por qué? Porque:

Cuando nuestra alma (Mente) crea o evoca un pensamiento, el signo


representativo de este pensamiento existe grabado por sí mismo en el fluido astral,
que es el receptáculo, y por decirlo así, el espejo de todas las manifestaciones de la
existencia.

El signo expresa la cosa; la cosa es la virtud (escondida u oculta) del signo.

Pronunciar una palabra es evocar un pensamiento y hacerlo presente; la potencia


magnética del lenguaje humano es el principio de todas las manifestaciones en el
Mundo Oculto. El pronunciar un Nombre es no sólo definir un Ser (una Entidad) sino
que lo expone y lo condena por medio de la emisión de la palabra (Verbum) a la
influencia de una o más potencias ocultas. Las cosas son, para cada uno de nosotros,
aquello en que él (el Verbo) las convierte mientras las nombramos. La Palabra
(Verbum) o el lenguaje de cada hombre es inconscientemente para él una bendición
o una maldición; por esto, nuestra ignorancia presente acerca de las propiedades o
atributos de la idea, lo mismo que respecto de los atributos y propiedades de la
materia, es con frecuencia fatal para nosotros.

Sí; los nombres (y las palabras) son benéficos o maléficos; son, en cierto sentido, o
venenosos o dispensadores de salud, con arreglo a las influencias ocultas unidas por
la Sabiduría suprema a sus elementos, esto es, a las letras que los componen y a los
números correlativos a estas letras.

Esto es un todo cierto como enseñanza esotérica, aceptada por todas las escuelas
orientales de Ocultismo. En el sánscrito, lo mismo que en el hebreo y en todos los
demás alfabetos, cada letra posee su significación oculta y su razón de ser; es una
causa y un efecto de otra causa precedente, y la combinación de éstas produce con
mucha frecuencia los más mágicos efectos. Las vocales, especialmente, contienen las
potencias más ocultas y formidables. Los Mantras (esotéricamente, invocaciones
más bien mágicas que religiosas) son cantados por los brahmanes, y lo mismo
sucede con el resto de los Vedas y otras Escrituras.

El “Ejército de la Voz” es el prototipo de la “Hueste del Logos” o el “Verbo” del


Sepher Yetzirah, llamado en la Doctrina Secreta “el Número Único salido del No-
Número” -el Principio Uno Eterno-. La Teogonía Esotérica comienza con el Uno

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Manifestrado (por lo tanto no eterno en su presencia y ser, si bien eterno en su
esencia); el Número de los Números y Numerado, procediendo este último de la Voz,
la V}ch femenina “de las cien formas” Shatarûp} o la Naturaleza. De este número 10
o la Naturaleza Creadora, la Madre (la cifra oculta, o “0”, siempre procreando y
multiplicando en unión con la unidad “1”, o el Espíritu de la Vida), procede todo el
Universo.

En el Anugîtâ (17) se cita una conversación entre un brahmán y su esposa, acerca


del origen del Lenguaje y de sus propiedades ocultas. La mujer pregunta cómo vino
el Lenguaje a la existencia, y cuál de los dos era anterior al otro, si el Lenguaje o la
Mente. El brahmán le dice que el Apâna (soplo de inspiración), convirtiéndose en
señor, cambia aquella inteligencia, que no comprende el lenguaje o las palabras, en
el estado de Apâna, y así abre la Mente. Luego él le refiere una historia, un diálogo
entre el Lenguaje y la Mente. Ambos fueron al Yo del Ser (o sea al Yo Superior
individual, como cree Nilakantha; a Prajâpati, según el comentador Arjuna Mishra),
y le pidieron solventara sus dudas y decidiera cuál de ellos tenía la precedencia y era
el superior. A esto dijo el Señor: “La Mente (es superior)”. Pero el Lenguaje
respondió al Yo del Ser, diciendo: “Yo, verdaderamente, cedo a (vos) vuestros
deseos”; queriendo significar que por medio del Lenguaje, él había adquirido lo que
deseaba. Entonces el Yo le dijo que existen dos Mentes, la “mutable” y la
“inmutable”. “La inmutable est| conmigo” -le dijo-; “la mutable se halla bajo vuestro
dominio” (o sea del Lenguaje), en el plano de la materia. “A ésta le sois superior”.

Pero desde el momento en que ¡oh hermosa! has venido a hablarme


personalmente (del modo que lo has hecho, esto es, con orgullo), ¡oh Sarasvati!,
jamás hablarás después de la exhalación (penosa). La diosa Lenguaje (Sarasvati,
forma o aspecto último de Vâch, diosa también de los conocimientos secretos o
Sabiduría Esotérica) mora verdaderamente siempre entre el Prâna y el Apâna. Pero
¡oh noble ser!, yendo con el viento Apâna (aire vital), aunque impulsada... sin el
Prâna (soplo de espiración), ella corrió a Prajâpati (Brahmâ), diciendo:
“¡Complaceos, oh, venerable señor!” Entonces, el Pr}na apareció de nuevo
alimentando al Lenguaje. Por lo tanto, el Lenguaje jamás habla después de la
exhalación (penosa). Es siempre ruidoso o sin ruido. De estos dos, el (Lenguaje) sin
ruido es superior al ruidoso... El (Lenguaje) producido en el cuerpo por medio del
Prâna, y que luego va a (es transformado en) Apâna, y después asimilándose al
Udâna (órganos físicos del Lenguaje)... reside entonces finalmente en el Sam}na (“en

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el ombligo, en la forma de sonido, como causa material de todas las palabras” -dice
Arjuna Mishra)-. Así habó primeramente el Lenguaje. De aquí que la mente se
distingue por razón de su existencia inmutable, y la Diosa (el Lenguaje), por razón
de su existencia mutable.

Esta alegoría es de las fundamentales de la ley Oculta, que prescribe el silencio en


lo referente al conocimiento de ciertas cosas secretas e invisibles, que únicamente
pueden ser percibidas por la mente espiritual (el sexto sentido), y que no pueden
expresarse con lenguaje “ruidoso” o pronunciado. Este capítulo del Anugîtâ explica -
dice Arjuna Mishra- el Prânâyâma, o sea la metodización de la respiración en las
prácticas de Yoga. De todos modos este sistema, sin la adquisición previa, o al menos
sin la plena comprensión de los dos sentidos elevados (de los siete que existen
según se verá), pertenecen más bien al Yoga inferior. El Hatha, así llamado, era y es
todavía desaprobado por los Arhats. Es perjudicial a la salud, y por sí solo jamás
puede desenvolverse en Râja Yoga. Esta historia se cita para demostrar cuán
inseparablemente unidos se hallan, en la metafísica de la antigüedad, los seres
inteligentes, o m|s bien las “inteligencias”, con todos los sentidos o funciones, ya
físicos o mentales. La pretensión ocultista de que existen siete sentidos en el
hombre, así como en la Naturaleza, y de que existen siete estados de conciencia, es
corroborada en la misma obra, capítulo VII, que se ocupa de Pratyâhâra (la
restricción y regulación de los sentidos, siendo Pr}n}y}ma la de los “vientos vitales”
o respiración). El brahmán, hablando de la institución de los siete Sacerdotes del
sacrificio (Hotris), dice: “La nariz y los ojos, y la lengua y la piel, y el oído como el
quinto (u olfato, vista, gusto, tacto y oído), la mente y el entendimiento, son los siete
sacerdotes del sacrificio, dispuestos separadamente”; los que “viviendo en un
espacio diminuto (sin embargo), no se perciben uno a otro” en este plano sensual
ninguno de ellos excepto la mente. Pues la mente dice: “La nariz no huele sin mí, el
ojo no distingue el color, etc. Yo soy el eterno jefe entre los elementos todos (o sean
los sentidos). Sin mí, los sentidos jamás brillan; son como casa desierta o como
fuegos apagados. Sin mí, todos los seres, a manera de combustible semiseco,
semihúmedo, no logran hacerse cargo de las cualidades o de los objetos, a pesar de
que los sentidos mismos se esfuercen” (18).

Esto, por supuesto, se refiere únicamente a la mente en el plano de la sensual. La


Mente Espiritual, la parte o aspecto superior del Manas impersonal, no traba
conocimiento con los sentidos del hombre físico. Lo bien que conocían los antiguos
la correlación de fuerzas y todos los fenómenos recientemente descubiertos,
relativos a facultades y funciones mentales y físicas, así como muchos más misterios,

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puede verse leyendo los capítulos VII y VIII de este libro, inapreciable en filosofía y
en ciencia mística. Véase la disputa de los sentidos acerca de su respectiva
superioridad, y cuándo toman como árbitro al Brahman, el Señor de todas las
criaturas. “Vosotros sois todos de m|xima grandeza, y no lo m|s grande” (o
superiores a los objetos, como dice Arjuna Mishra, no siendo ninguno de ellos
independiente del otro). Todos vosotros poseéis las cualidades de los otros. Todos
son máximos en su respectiva esfera, y todos se sostienen unos a otros. existe uno
inmóvil (viento vital o soplo, llamado la inhalación Yoga que es el soplo del Uno o Yo
Supremo). Este es mi propio Yo, acumulado en numerosas (formas)”.

Este Soplo, Voz, Yo o Viento (¿Pneuma?) es la Síntesis de los Siete Sentidos;


noumenalmente, todos deidades menores, y esotéricamente, el Septenario y el
“Ejército de la Voz”.

(b) Después de esto vemos a la Materia Cósmica diseminándose y formándose en


Elementos, agrupados en el místico Cuatro, dentro del quinto Elemento, el Éter, el
“revestimiento” de Âk}sha, el Ánima Mundi o Madre del Cosmos. “Puntos, Líneas,
Tri|ngulos, Cubos, Círculos”, y finalmente “Esferas”; ¿por qué o cómo? Porque, dice
el comentario, tal es la primera ley de la Naturaleza, y porque la Naturaleza
geometriza universalmente en todas sus manifestaciones. Existe una ley inherente,
no sólo en el plano primordial, sino además en la materia manifestada de nuestro
plano fenomenal, por medio de la cual correlaciona la Naturaleza sus formas
geométricas, y posteriormente también sus elementos compuestos; y con la cual no
ha lugar tampoco para lo accidental o casual. Es una ley fundamental en Ocultismo la
de que no existe en la Naturaleza ni reposo ni cesación de movimiento (19). Lo que
parece reposo es tan sólo el cambio de una forma a otra; el cambio de substancia
siendo paralelo al cambio de forma; así al menos se nos enseña en la física ocultista,
que por lo visto se ha anticipado en mucho al descubrimiento de la “conservación de
la materia”. El antiguo comentario (20) a la Estancia IV, dice:

La Madre es el ígneo Pez de la Vida. ella extiende su Hueva y el Soplo (el Movimiento)
la calienta y aviva. Los gránulos (de la Hueva) pronto se atraen unos a otros, y forman
los Coágulos en el Océano (del Espacio). Las masas y mayores se unen y reciben nueva
Hueva, en ígneos Puntos, Triángulos y Cubos, que maduran, y a su debido tiempo,
algunas de las masas se desprenden y asumen forma esferoidal, operación que realizan
sólo cuando las otras no se inmiscuyen. Después de lo cual, la Ley Nº *** entra en
funciones. El Movimiento (el Soplo) se convierte en Torbellino y las pone en rotación
(21).

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5. ...EL OI-HA-HOU, QUE ES LAS TINIEBLAS, EL ILIMITADO O EL NO-NÚMERO. ÂDI-

NIDÂNA SVABHÂVAT; EL O (22):

I. EL ÂDI-SANAT, EL NÚMERO; PUES ÉL ES UNO (a).


II. LA VOZ DE LA PALABRA, SVABHÂVAT, LOS NÚMEROS; PUES ÉL ES UNO Y

NUEVE (23).

III. EL “CUADRADO SIN FORMA” (24).

Y ESTOS TRES, ENCERRADOS DENTRO DEL O (25), SON EL CUATRO SAGRADO; Y

LOS DIEZ SON EL UNIVERSO ARÛPA (b) (26). LUEGO VIENEN LOS HIJOS, LOS SIETE

COMBATIENTES, EL UNO, EL OCTAVO EXCLUIDO, Y SU ALIENTO QUE ES EL

HACEDOR DE LA LUZ (c) (27).

(a) “Âdi-sanat”, traducido literalmente, es el Primero o “Primitivo Anciano”, cuyo


nombre identifica al “Anciano de los Días” de que se habla en la Kabalah, y al “Santo
Anciano” (Sephira y Adam Kadmon) con Brahm}, el Creador, llamado Sanat, entre
otros de sus nombres y títulos.

Svabh}vat es la Esencia mística, la Raíz pl|stica de la Naturaleza física; “Los


Números”, cuando manifestado; el “Número”, en su Unidad de Substancia, en el
plano más elevado. El nombre es de uso buddhista y sinónimo de la cuádruple
Ánima Mundi, el Mundo Arquetipo de la Kabalah, de donde han procedido los
Mundos Creativo, Formativo y Material; las Scintillae o Chispas, los otros varios
mundos contenidos en los tres últimos. Los Mundos se hallan todos sujetos a
Gobernadores o Regentes: Rishis y Pitris entre los indos, Ángeles para los judíos y
cristianos, y dioses en general entre los antiguos.

(b) O Esto significa que el “Círculo Sin Límites”, el cero, se convierte en un número
únicamente cuando una de las nueve cifras le precede, manifestando entonces su
valor y su potencia; el “Verbo” o Logos en unión con la “Voz” y el Espíritu (28) (la
expresión y origen de la conciencia) significa las nueve cifras, y forma así con el cero

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la década, que contiene en sí misma todo el Universo. La tríada forma dentro del
círculo la Tetraktys o el “Cuatro Sagrado”, siendo el Cuadrado inscripto en el Círculo
la más potente de todas las figuras mágicas.

(c) El “excluido” es el Sol de nuestro sistema. La versión exotérica puede


encontrarse en las más antiguas Escrituras sánscritas. En el Rig Veda, Aditi, “El
Ilimitado” o el Espacio Infinito -traducido por Max Müller, “el infinito visible, visible
a simple vista (!)-, la expansión sin límites más allá de la tierra, más allá de las nubes,
más allá de los cielos”, es el equivalente de “la Madre Espacio” coeva con las
“Tinieblas”. Se la llama con mucha propiedad “La Madre de los Dioses”, Deva-Mâtri,
puesto que de su matriz Cósmica han nacido todos los cuerpos celestes de nuestro
sistema, el Sol y Planetas. Alegóricamente se la describe de este modo: “Ocho Hijos
nacieron del cuerpo de Aditi; ella se acercó a los dioses con siete, pero arrojó de sí al
octavo, Mârtanda”, nuestro sol. Los siete hijos llamados los Âdityas, son, cósmica o
astronómicamente, los siete planetas; y estando el sol excluido de su número, se
demuestra claramente que los indos pueden haber conocido, y realmente conocían,
un séptimo planeta, sin llamarle Urano (29). Pero esotérica y teológicamente, por
decirlo así, los Âdityas son, en sus significaciones primitivas más antiguas, los ocho,
y los doce grandes dioses del Panteón indo. “Los Siete permiten a los mortales que
vean sus moradas, pero se muestran únicamente a los Arhats” -dice un antiguo
proverbio-; por “sus moradas” debiendo entenderse los planetas. El Comentario
antiguo da la siguiente alegoría y la explica:

“Ocho casas fueron construidas por la Madre: ocho casas para sus ocho Hijos
Divinos: cuatro grandes y cuatro pequeñas. Ocho brillantes Soles, en armonía con su
edad y méritos. Bal-i-lu (Mârtanda) no estaba satisfecho, aunque su casa era la mayor.
Empezó (a trabajar) como lo hacen los grandes elefantes. Él inspiró dentro de (atrajo
a) su estómago los aires vitales de sus hermanos. Él trató de devorarlos. Los cuatro
mayores se hallaban muy lejos, allá en la frontera de su reino (30). Ellos no fueron
despojados (afectados), y se rieron. Haced todo cuanto queráis, Señor; no nos podéis
alcanzar, dijeron. Pero los más pequeños lloraron. Ellos se quejaron a la Madre. ella
desterró a Bal-i-lu al centro de su reino, de donde no podía moverse. (Desde entonces)
él (únicamente) vigila y amenaza. Los persigue girando lentamente en torno de sí
mismo, apartándose ellos rápidamente de él, y él siguiendo desde lejos la dirección en
la cual sus hermanos se mueven en el sendero que rodea sus casas (31). Desde aquel
día se alimenta con el sudor del cuerpo de la Madre. Se llena con su aliento y desechos.
Por lo tanto, ella le rechazó”.

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Así pues, siendo nuestro Sol, de modo evidente, el “Hijo Rechazado”, como antes se
demuestra, los “Hijos Soles” se refieren, no solamente a nuestros planetas, sino a los
cuerpos celestes en general. El mismo Sûrya, siendo tan sólo reflexión del Sol
Central Espiritual, es el prototipo de todos aquellos cuerpos que se han desenvuelto
después de él. En los Vedas es llamado Loka-Chakshuh el “Ojo del Mundo” (nuestro
mundo planetario), y es una de las tres principales deidades. Se le llama
indiferentemente el Hijo de Dyaus o de Aditi, puesto que no se hace distinción
alguna con referencia a la significación esotérica, ni se le concede lugar en ella. Así es
que se le representa como arrastrado por siete caballos y por un caballo con siete
cabezas: los primeros refiriéndose a sus siete planetas, y el segundo a su origen
común del Elemento Cósmico Uno. Este “Elemento Uno” es llamado “Fuego” en
sentido figurado. Los Vedas enseñan que el “fuego es verdaderamente todas las
deidades” (32).

El significado de la alegoría es claro, pues tenemos para explicarla el Comentario


de Dzyan y la ciencia moderna, aunque los dos difieren en más de un particular. La
Doctrina Oculta desecha la hipótesis nacida de la teoría nebular, de que los (siete)
grandes planetas procedan de la masa central del Sol, de este nuestro Sol visible, en
todo caso. La primera condensación de la materia cósmica tuvo lugar, por supuesto,
en torno de un núcleo central, su Sol padre; pero nuestro Sol, según se enseña, se
separó meramente antes que todos los demás al contraerse la masa en rotación, y
es, por lo tanto, su “hermano” mayor y de mayor tamaño, y no su “padre”. Los ocho
Âdityas, los “dioses”, est|n todos formados de la substancia eterna (la materia
cometaria (33), la Madre), o la “tela de mundos”, que es a la vez el quinto y el sexto
Principio Cósmico, el Upâdhi o Base del Alma Universal, justamente como en el
hombre, el Microcosmo, Manas (34), es el Upâdhi de Buddhi (35).

Hay todo un poema en las batallas pregenéticas libradas entre los planetas en
desenvolvimiento antes de la formación final del Cosmos, explicándose con ello la
posición, al parecer perturbada, de los sistemas de varios planetas; el plano de los
satélites de algunos (de Neptuno y de Urano, por ejemplo, de los cuales nada sabían
los antiguos, según se dice), habiendo sufrido una declinación, aparentan con ello
tener un movimiento retrógrado. Estos planetas son llamados los Guerreros, los
Arquitectos, y son aceptados por la Iglesia Romana como los jefes de las Huestes
celestiales, mostrando así las mismas tradiciones. Habiéndose el Sol desenvuelto, se
nos enseña, del Espacio Cósmico (antes de la formación final de los primarios y de la
anulación de la nebulosa planetaria), absorbía en las profundidades de su masa toda
la vitalidad cósmica que podía, amenazando tragarse a sus “Hermanos” m|s débiles,

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antes que la ley de atracción y de repulsión quedase finalmente fijada; después de lo
cual, comenzó a alimentarse con “el sudor y desechos de la Madre”; en otras
palabras, con aquellas partes del AEther (el “H|lito del Alma Universal”) de cuya
existencia y constitución se halla la Ciencia todavía en la más completa ignorancia.
Habiendo sido presentada una teoría de esta especie por Sir William Grove (36), que
decía que los sistemas “est|n cambiando gradualmente gracias a adiciones o
sustracciones atmosféricas, o a causa de incrementos y disminuciones procedentes
de la substancia de la nebulosa”; y adem|s, que “el sol puede condensar materia
gaseosa a medida que viaja por el espacio, y producir con ello calor” -la enseñanza
arcaica parece bastante científica aún en esta época (37)-, Mr. W. Mattieu Williams
ha sugerido que la materia difusa o Éter, que es el recipiente de las radiaciones de
calor del Universo, es por esta razón arrastrada a las profundidades de la masa
solar; y expulsando de allí al Éter ya anteriormente condensado y agotado
termalmente, se comprime y cede su calor, para ser a su vez conducido a un estado
de enrarecimiento y de enfriamiento, para absorber después una nueva cantidad de
calor, que supone él ser así arrebatada por el Éter, y de nuevo concentrada y
redistribuida por los Soles del Universo.

Esto viene a ser una aproximación tan grande a las enseñanzas ocultistas como
jam|s se ha imaginado la Ciencia; pues el Ocultismo lo explica por el “soplo muerto”
devuelto por Mârtanda, y su alimentación con el “sudor y desechos” de la “Madre
Espacio”. Lo que podía afectar sólo muy poco a Neptuno (38), a Saturno y a Júpiter,
hubiera dado muerte a “Mansiones” relativamente pequeñas, como Mercurio, Venus
y Marte. Como Urano no era conocido antes del fin del siglo XVIII, el nombre del
cuarto planeta mencionada en la alegoría tiene que continuar siendo un misterio
para nosotros.

El “H|lito” de todos los “Siete” se dice que es Bh}skara, el Hacedor de la Luz,


porque (los planetas) eran todos cometas y soles en su origen. Se desenvuelven a la
vida manvantárica desde el Caos Primitivo (ahora el nóumeno de las nebulosas
irresolubles), por la agregación y la acumulación de las diferenciaciones primarias
de la Materia eterna, según la hermosa expresión del comentario: “Así los Hijos de la
Luz se revisten con la tela de las Tinieblas”. Alegóricamente son llamados los
“Caracoles Celestiales”, en razón de que sus (para nosotros) informes Inteligencias
habitan invisibles sus mansiones estelares y planetarias, y por decirlo así, las llevan
consigo, a manera de caracoles, en su revolución. La doctrina de un origen común
para todos los cuerpos celestes y planetas fue, como hemos visto, inculcada por los
astrónomos arcaicos, antes de Kepler, Newton, Leibnitz, Kant, Herschel y Laplace. El

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Calor (el “H|lito”), la Atracción y la Repulsión -los tres grandes factores del
Movimiento- son las condiciones bajo las cuales todos los miembros de esta familia
primitiva nacen, se desarrollan y mueren; para renacer después de una Noche de
Brahmâ, durante la cual la materia eterna recae periódicamente en su estado
primario indiferenciado. Los gases más enrarecidos no pueden dar ninguna idea
acerca de su naturaleza al físico moderno. Centros de Fuerzas al principio, las
invisibles Chispas, o átomos primordiales, se diferencian en moléculas y se
convierten en Soles (pasando gradualmente a la objetividad), gaseoso, radiante,
cósmico, el “Torbellino Uno” (o Movimiento) que da finalmente el impulso hacia la
forma, y el movimiento inicial, regulado y sostenido por los “Soplos” que jam|s
descansan: los Dhyân Chohans.

6. ... DESPUÉS LOS SEGUNDOS SIETE, QUE SON LOS LIPIKA, PRODUCIDOS POR LOS

TRES (39). EL HIJO DESECHADO ES UNO. LOS “HIJOS-SOLES” SON INNUMERABLES.

Los “Lipika”, de la palabra lipi, “escrito”, significan literalmente los “Escribientes”


(40). Místicamente estos Seres Divinos se hallan relacionados con Karma, la Ley de
Retribución, pues son los Registradores o Cronistas que imprimen en las tablillas
invisibles (para nosotros) de la Luz Astral, “el gran museo de pinturas de la
eternidad”, un registro fiel de cada acción, y aun de cada pensamiento del hombre;
de todo cuanto era, es o será, en el Universo fenomenal. Como se dice en Isis
Unveiled, este lienzo divino e invisible es el Libro de la Vida. Como los Lipika son los
que desde la Mente Universal pasiva proyectan a la objetividad el plan ideal del
Universo, sobre el cual los “Constructores” reconstruyen el Kosmos después de cada
Pralaya, son ellos los que sostienen el paralelo con los Siete Ángeles de la Presencia,
que los Cristianos reconocen en los Siete “Espíritus Planetarios”, o los “Espíritus de
las Estrellas”; siendo así los amanuenses directos de la Ideación Eterna, o como la
llama Platón, el “Pensamiento Divino”. Los Anales Eternos no son ningún sueño
fantástico; pues los mismos anales los encontramos en el mundo de la materia
grosera. Dice el Dr. Draper:

Jamás cae una sombra sobre un muro sin dejar en él una huella permanente que
puede hacerse visible recurriendo a procedimientos adecuados... Los retratos de
nuestros amigos o paisajes pueden permanecer ocultos a la vista en la superficie
sensitiva, pero dispuestos se hallan a aparecer tan pronto como se acude a los
medios propios para desarrollarlos. Un espectro hállase oculto en una superficie de
plata o de cristal, hasta que por medio de nuestra nigromancia lo hacemos aparecer

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en el mundo visible. En los muros de nuestras habitaciones más recónditas, en que
creemos no haya penetrado jamás el ojo del intruso, y donde nos figuramos que
nadie puede perturbar nuestro retiro, existen los vestigios de todos nuestros actos,
las siluetas de todo cuanto hemos hecho (41).

Los Dres. Jevons y Babbage creen que cada pensamiento desplaza las partículas del
cerebro, y poniéndolas en movimiento, las disemina al través del Universo: creen
también que “cada partícula de la materia existente debe de ser un registro de todo
cuanto ha sucedido” (42). Así la antigua doctrina ha comenzado a adquirir derechos
de ciudadanía en las especulaciones del mundo científico.

Los cuarenta “Asesores” que permanecen en la región del Amenti, como


acusadores del Alma ante Osiris, pertenecen a la misma clase de deidades que los
Lipika; y serían considerados como semejantes si no fueran tan poco comprendidos
los dioses egipcios en su significación esotérica. El Chitragupta indo que lee la
relación de la vida de cada Alma en su registro, llamado Agra-Sandhâni; los Asesores
que leen los suyos en el corazón del difunto, que se convierte en un libro abierto
ante Yama, Minos, Osiris o Karma, no son más que otras tantas copias y variantes de
los Lipika y de sus Anales Astrales. Sin embargo, los Lipika no son deidades
relacionadas con la Muerte, sino con la Vida Eterna.

Relacionados como se hallan los Lipika con el destino de cada hombre, y con el
nacimiento de cada niño, cuya vida se halla ya trazada en la Luz Astral -no de un
modo fatalista, sino porque el Futuro, lo mismo que el Pasado, permanece siempre
vivo en el Presente-, puede decirse también que ejercen una influencia en la ciencia
del Horóscopo. Tenemos que admitir la verdad de esta última, que queramos o no;
pues según ha observado uno de los modernos adeptos de la Astrología:

Ahora que la fotografía nos ha revelado la influencia química del sistema sideral,
fijando en la placa sensible del aparato millares de estrellas y de planetas que hasta
la fecha habían burlado los esfuerzos de los telescopios más poderosos para
descubrirlos, se hace más fácil comprender cómo puede nuestro sistema solar en el
nacimiento de un niño influir en su cerebro -virgen de toda impresión- de una
manera definida y en armonía con la presencia en el cenit de una u otra constelación
zodiacal (43).

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ESTANCIA V

FOHAT, EL HIJO DE LAS JERARQUÍAS SEPTENARIAS

1. LOS SIETE PRIMORDIALES, LOS SIETE PRIMEROS SOPLOS DEL DRAGÓN DE LA

SABIDURÍA, PRODUCEN A SU VEZ EL TORBELLINO DE FUEGO CON SUS SAGRADOS

ALIENTOS DE CIRCULACIÓN GIRATORIA.

Ésta es, quizás, la más difícil de explicar de todas las Estancias. Su lenguaje es
comprensible únicamente para el que esté muy versado en la alegoría oriental y en
su fraseología, de propósito obscura. Con seguridad que se nos hará la pregunta
siguiente: ¿Creen los ocultistas en todos estos “Constructores”, “Lipika” e “Hijos de la
Luz”, como Entidades, o no son más que meras imágenes? A esto se contesta
claramente: Tras la concesión debida a la serie de imágenes de Poderes
personificados, tenemos que admitir la existencia de estas Entidades, si es que no
queremos desechar la Existencia de la Humanidad Espiritual dentro de la
humanidad física. Pues las huestes de estos Hijos de la Luz, los Hijos nacidos de la
Mente del primer Rayo manifestado del Todo Desconocido, constituyen la raíz
misma del Hombre Espiritual. A menos de creer en el dogma antifilosófico de un
alma especial creada para cada nacimiento humano, y que desde “Ad|n” nuevas
colecciones de almas fluyen diariamente, tenemos que admitir las enseñanzas
ocultistas. Esto será explicado en su lugar debido. Veamos ahora cuál puede ser el
significado de esta Estancia oculta.

Enseña la Doctrina que, para llegar a convertirse en un Dios divino y plenamente


consciente (sí, aun las más elevadas), las Inteligencias Espirituales Primarias tienen
que pasar por la fase humana. Y cuando decimos humana, no debe aplicarse
únicamente a nuestra humanidad terrestre, sino a los mortales que habitan
cualquier mundo, o sea a aquellas Inteligencias que han alcanzado el equilibrio
apropiado ente la materia y el espíritu, como nosotros ahora, desde que hemos
pasado al punto medio de la Cuarta Raza Raíz de la Cuarta Ronda. Cada entidad debe
haber conquistado por sí misma el derecho de convertirse en divina, por medio de la
propia experiencia. Hegel, el gran pensador alemán, debe de haber conocido o
sentido intuitivamente esta verdad, cuando dice que lo Inconsciente ha desenvuelto

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el Universo únicamente “con la esperanza de alcanzar conciencia clara de sí mismo”,
o en otras palabras, de convertirse en Hombre; pues éste es también el significado
secreto de la frase puránica usual acerca de Brahmâ, que se halla constantemente
“movido por el deseo de crear”. Esto explica también la significación oculta de la
frase kabalística: “El aliento se convierte en piedra; la piedra en planta; la planta en
animal; el animal en hombre; el hombre en espíritu, y el espíritu en un dios”. Los
Hijos nacidos de la Mente, los Rishis, los Constructores, etrc., fueron todos ellos
hombres cualesquiera hayan sido sus formas y aspecto, en otros mundos y en
Manvántaras precedentes.

Siendo este asunto de carácter tan sumamente místico, es de muy difícil


explicación en todos sus detalles y consecuencias; pues todo el misterio de la
creación evolucionaria se halla contenido en él. Una frase o dos de la Sloka
recuerdan de un modo vívido otras similares de la Kabalah y de la fraseología del
Rey Salmista (1); pues ambos, hablando de Dios, le presentan haciendo al viento su
mensajero, y a sus “ministros un fuego flamígero”. Pero en la Doctrina Esotérica se
emplea en sentido figurado. El “Viento de fuego Circular” es el polvo cósmico
incandescente, que sigue tan sólo magnéticamente, como las limaduras de hierro al
im|n, el pensamiento director de las “Fuerzas Creadoras”. Sin embargo, este polvo
cósmico es algo más; pues cada átomo en el Universo posee en sí la potencialidad de
la propia conciencia, y es, como las Mónadas de Leibnitz, un Universo en sí mismo y
por sí mismo. Es un átomo y un ángel.

Relacionado con esto, debe hacerse observar que una de las lumbreras de la
moderna escuela evolucionista, Mr. A. R. Wallace, al discutir lo inadecuado de la
“selección natural” como factor único en el desenvolvimiento del hombre físico,
admite prácticamente y por completo este punto examinado. Sostiene que la
evolución del hombre fue dirigida e impulsada por Inteligencias superiores, cuya
agencia es un factor necesario en el esquema de la Naturaleza. Pero desde el
momento en que la acción de estas Inteligencias se admite en un lugar, es una
deducción lógica al extenderla todavía más. No puede trazarse ninguna limitación
divisoria rígida.

2. ELLOS HACEN DE ÉL EL MENSAJERO DE SU VOLUNTAD (a). EL DZYU SE


CONVIERTE

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EN FOHAT; EL HIJO VELOZ DE LOS HIJOS DIVINOS, CUYOS HIJOS SON LOS LIPIKA

(2), LLEVA MENSAJES CIRCULARES. FOHAT ES EL CORCEL, Y EL PENSAMIENTO EL

JINETE (3). ÉL ATRAVIESA COMO EL RAYO LAS NUBES DE FUEGO (b) (4); DA TRES
Y

CINCO Y SIETE PASOS A TRAVÉS DE LAS SIETE REGIONES SUPERIORES Y DE LAS

SIETE INFERIORES (5). ALZA LA VOZ, Y LLAMA A LAS CHISPAS INNUMERABLES


(6),

Y LAS REÚNE (c).

(a) Esto presenta a los “Siete Primordiales” usando como vehículo (V}hana o
sujeto manifestado que se convierte en el símbolo del Poder que le dirige) a Fohat,
llamado en consecuencia el “Mensajero de su Voluntad”, el “Torbellino de Fuego”.

(b) “Dzyu se convierte en Fohat”; la expresión misma lo dice. Dzyu es el único


Conocimiento verdadero (mágico) o la Sabiduría Oculta, la cual, estando en relación
con las verdades eternas y con las causas primarias, se convierte casi en
omnipotencia cuando se aplica debidamente. Su antítesis es Dzyu-mi; los que se
ocupan únicamente de ilusiones y de apariencias falsas, como sucede con nuestras
ciencias modernas exotéricas. En este caso, Dzyu es la expresión de la Sabiduría
colectiva de los Dhyâni-Buddhas.

Suponiendo que el lector no conoce nada respecto de los Dhyâni-Buddhas,


conviene decir desde luego que, según los orientalistas, hay cinco Dhyânis, que son
los Buddhas Celestiales, cuyas man ifestaciones en el mundo de la forma y la
materia, son los Buddhas humanos. Esotéricamente, sin embargo, los Dhyâni-
Buddhas son siete, de los cuales tan sólo cinco se han manifestado hasta el presente
(7), y dos tienen que venir en las Razas Raíces Sexta y Séptima. Ellos son, por decirlo
así, los eternos prototipos de los Buddhas que aparecen en esta tierra, cada uno de
los cuales posee su divino prototipo particular. Así, por ejemplo, Amitâbha es el
Dhyâni-Buddha de Gautama Shâkyamuni, manifestándose por medio de él siempre
que esta gran Alma encarna en la tierra, como lo hizo en Tsong-kha-pa (8). Como
síntesis de los siete Dhyâni-Buddhas, Avalokiteshvara fue el primer Buddha (el
Logos), y Amit}bha es el “Dios” interno de Gautama, a quien en China llaman Amida

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(Buddha). Ellos son, como dice bien el profesor Rhys Davids, “los gloriosos
complementos en el mundo místico, libre de las condiciones depresivas de esta vida
material”, de cada Buddha mortal y terreno -los Mânushi-Buddhas libertados y
designados para gobernar la tierra durante esta Ronda-. Son los “Buddhas de
Contemplación”, y todos son Anup}daka (sin padre), o sea nacidos por sí mismos de
la esencia divina. La enseñanza exotérica de que cada Dhyâni-Buddha posee la
facultad de producir de sí mismo un hijo igualmente celestial, un Dhyâni-
Bodhisattva, quien después de la muerte del Mânushi-Buddha tiene que continuar la
obra de este último, se apoya en el hecho de que, mediante la Iniciación más elevada,
llevada a efecto por un protegido del “Espíritu de Buddha” -¡de quien dicen los
orientalistas que creó los cinco Dhyâni-Buddhas!-, un candidato se convierte
virtualmente en Bodhisattva, creado tal por el sumo Iniciador.

(c) Siendo Fohat uno de los más, si no el más importante carácter de la cosmogonía
esotérica, debe ser minuciosamente descrito. Así como en la cosmogonía griega más
antigua, se difiere por completo de la posterior, Eros es la tercera persona de la
trinidad primitiva, Caos, Gaea, Eros (que corresponde a la trinidad kabalística: Ain
Suph, el Todo Sin Límites (pues Caos el Espacio, de ....., abrir por completo, estar
vacío), Shekinah y el Anciano de los Días o el Espíritu Santo), del mismo modo Fohat
es una cosa en el Universo aún sin manifestar, y otra en el Mundo fenomenal y
cósmico. En el último, es el poder oculto, eléctrico y vital, que, bajo la Voluntad del
Logos Creador, une y relaciona todas las formas, dándoles el primer impulso, que se
convierte con el tiempo en ley. Pero en el Universo Inmanifestado, Fohat ya no es
esto, como Eros no es el ulterior y brillante Cupido alado, o el Amor. Fohat nada
tiene que ver todavía con el Cosmos, puesto que éste no ha nacido, y los Dioses
duermen aún en el seno del “Padre-Madre”. Es una idea abstracta filosófica. No
produce todavía nada por sí mismo; es sencillamente el poder creador potencial, en
virtud de cuya acción el Nóumeno de todos los fenómenos futuros se divide, por
decirlo así, sólo para reunirse en un acto místico suprasensible y emitir el Rayo
creador. Cuando el “Hijo Divino” se destaca, entonces se convierte Fohat en la fuerza
propulsora, en el Poder activo, que es causa de que el Uno se convierta en Dos y en
Tres (en el plano cósmico de la manifestación). El triple Uno se diferencia en los
Muchos, y entonces Fohat se transforma en la fueza que reúne a los átomos
elementales, y hace que se agreguen y combinen. Hallamos un eco de estas
enseñanzas antiquísimas en la primitiva mitología griega. Erebos y Nux nacen del
Caos, y, bajo la acción de Eros, dan nacimiento a su vez a AEther y a Hemera, la luz
de la región superior y la de la inferior o terrestre. Las Tinieblas generan luz.
Comp|rese esto con la Voluntad o el “Deseo” de crear, de Brahm}, en los Pur}nas; y

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en la Cosmogonía fenicia de Sanchuniathon, con la doctrina de que el Deseo, ....., es el
principio de la creación.

Fohat hállase íntimamente relacionado con la “Vida Una”. Del desconocido Uno,
emana la Totalidad Infinita, el Uno Manifestado o la Deidad Manvantárica periódica;
y ésta es la Mente Universal, que separada de su Fuente-Origen, es el Demiurgo o
Logos Creador de los kabalistas occidentales, y el Brahmâ de cuatro caras de la
religión hindú. En su totalidad, y considerado en la doctrina esotérica desde el punto
de vista del Pensamiento Divino manifestado, representa las Huestes de los más
elevados Dhyân Chohans Creadores. Simultáneamente con la evolución de la Mente
Universal, la Sabiduría oculta de Adi-Buddha -el Supremo y eterno- se manifiesta
como Avalokiteshvara (o Îshvara manifestado), que es el Osiris de los egipcios, el
Ahura-Mazda de los zoroastrianos, el Hombre Celeste de los filósofos herméticos, el
Logos de los platónicos y el Âtman de los vedantinos (9). Por la acción de la
Sabiduría Manifestada, o Mahat -representada por estos innumerables centros de
energía espiritual en el Kosmos-, la Reflexión de la Mente Universal, que es la
Ideación Cósmica y la Fuerza Intelectual que acompaña a esta Ideación, se convierte
objetivamente en el Fohat del filósofo Buddhista esotérico. Fohat, corriendo a lo
largo de los siete principios del Âkâsha, actúa sbre la Substancia manifestada, o el
Elemento Único, como se ha dicho antes; y, diferenciándolo en varios centros de
energía, pone en movimiento la ley de Evolución Cósmica que, en obediencia a la
Ideación de la Mente Universal, trae a la Existencia todos los diversos estados del
Ser, en el Sistema Solar manifestado.

El Sistema Solar traído a la existencia por estos agentes está constituido por Siete
Principios, como todas las cosas que existen en estos centros. Tal es la enseñanza del
Esoterismo transhimaláyico. Cada filosofía, sin embargo, tiene su sistema para la
división de estos principios.

Fohat, pues, es el poder eléctrico vital personificado, la unidad trascendental que


enlaza a todas las energías cósmicas, tanto en los planos invisibles como en los
manifestados, cuya acción se parece (en una escala inmensa) a la de una Fuerza viva
creada por la Voluntad, en aquellos fenómenos en que lo que parece subjetivo obra
sobre lo que parece objetivo, y lo impulsa a la acción. Fohat es no sólo el Símbolo
viviente y el Receptáculo de aquella Fuerza, sino que es mirado además por los
ocultistas como una Entidad, siendo las fuerzas sobre que obra cósmicas, humanas y
terrestres, y ejerciendo su influencia sobre todos estos planos respectivamente. En
el plano terrestre se siente su influencia en la fuerza magnética y activa generada

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por el enérgico deseo del magnetizador. En el cósmico, hállase presente en el poder
constructor que, en la formación de las cosas -desde el sistema planetario a la
luciérnaga y a la simple margarita-, lleva a efecto el plan que está en la mente de la
Naturaleza o en el Pensamiento Divino, en lo referente al desarrollo y crecimiento
de una cosa especial. Es, metafísicamente, el Pensamiento objetivado de los Dioses,
el “Verbo hecho carne” en una escala inferior, y el mensajero de la Ideación cósmica
y humana; la fuerza activa en la Vida Universal. En su aspecto secundario, Fohat es
la Energía Solar, el fluido eléctrico vital, y el Cuarto Principio de conservación, el
Alma Animal, por decirlo así, de la Naturaleza, o la Electricidad.

En 1882, el Presidente de la Sociedad Teosófica, el Coronel Olcott, fue criticado por


asegurar en una de sus conferencias que la Electricidad es materia. Tal es, sin
embargo, la enseñanza de la Doctrina Oculta. “La Fuerza”, “la Energía”, pueden ser
nombres más a propósito para ella, mientras la ciencia europea sepa tan poco
respecto a su naturaleza verdadera; sin embargo es materia, del mismo modo que lo
es el Éter, puesto que es atómica, si bien a varios grados de distancia de aquél.
Parece ridículo argüir que porque una cosa es imponderable para la Ciencia, no
pueda ya ser llamada materia. La Electricidad es “inmaterial” en el sentido de que
sus moléculas no se hallan sujetas a la percepción y al experimento; sin embargo,
puede ser (y el Ocultismo dice que es) atómica; y por lo tanto, es materia. Pero aun
suponiendo que fuera anticientífico el hablar de ella en tales términos, desde el
momento que la Ciencia llama a la Electricidad fuente de Energía, o simplemente
Energía y Fuerza, ¿en dónde existe una Fuerza o Energía que pueda concebirse
prescindiendo de la materia? Maxwell, un matemático y una de las mayores
autoridades en cuestión de Electricidad y sus fenómenos, dijo hace años que la
Electricidad era materia, y no meramente movimiento. “Si aceptamos la hipótesis de
que las substancias elementales están compuestas de átomos, no podemos evitar la
consecuencia de que la Electricidad también, tanto positiva como negativa, está
dividida en partes elementales definidas, que se conducen como átomos eléctricos”
(10). Nosotros vamos aún más allá, y aseguramos que la Electricidad no solamente
es Substancia, sino que es emanación de una Entidad, la cual no es ni Dios ni Diablo,
sino una de las innumerables Entidades que rigen y guían nuestro mundo, de
acuerdo con la eterna ley del Karma.

Volviendo a Fohat, hállase relacionado con Vishnu y Sûrya en el carácter primitivo


del primero; pues Vishnu no es un Dios elevado en el Rig Veda. El nombre Vishnu
procede de la raíz vish, “penetrar”, y Fohat es llamado “El que penetra” y el
Fabricante, porque da forma a los átomos procedentes de la materia informe (11).

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En los textos sagrados del Rig Veda, también es Vishnu “una manifestación de la
Energía Solar, y se le describe dando tres pasos a través de las Siete regiones del
Universo”, teniendo el Dios védico muy poco de común con el Vishnu de los tiempos
posteriores. Por lo tanto, ambos son idénticos en este rasgo particular, y el uno es la
copia del otro.

Los Tres y Siete “Pasos” se refieren tanto a las siete esferas, según la Doctrina
Esotérica habitadas por el hombre, como a las siete regiones de la Tierra. No
obstante las frecuentes objeciones hechas por pretendidos orientalistas, las
escrituras indas exotéricas hacen claramente referencia a los Siete Mundos o Esferas
de nuestra Cadena Planetaria. El modo sorprendente con que todos estos números
se hallan relacionados con números parecidos en otras cosmogonías y sus símbolos,
puede verse en las comparaciones y paralelismos hechos por quienes han estudiado
las antiguas religiones. “Los tres pasos de Vishnu”, al través de las “siete regiones del
Universo” del Rig Veda, se han explicado de varias maneras por los comentadores,
como significando cósmicamente el fuego, el rayo y el sol, como habiendo sido dados
en la tierra, en la atmósfera y en el cielo; se explican por Aurnayâbha de un modo
más filosófico, y muy correcto desde el punto de vista astronómico, como
significando las distintas posiciones del sol, el orto, el cenit y el ocaso. Sólo la
Filosofía Esotérica lo explica con claridad aunque el Zohar lo expone de un modo
muy filosófico y comprensible. En éste se muestra claramente que en el principio,
los Elohim (Alhim) eran llamados Echad, “Uno”, o la “Deidad, Uno en Muchos”; idea
muy sencilla en el concepto panteísta; por supuesto, panteísta en su sentido
filosófico. Entonces vino el cambio: Jehovah es Elohim”, unificando así la
multiplicidad y dando el primer paso hacia el Monoteísmo. Ahora, en cuanto a la
pregunta “¿cómo es Jehovah Elohim?”, la contestación es: “Por Tres Pasos” desde
abajo. La significación es clara. Los Pasos son símbolos y emblemas, mutua y
correlativamente del Espíritu, Alma y Cuerpo (Hombre); del Círculo transformado
en Espíritu, el Alma del Mundo, y de su Cuerpo (o Tierra). Saliendo fuera del Círculo
del Infinito, que ningún hombre comprende, Ain-Suph, el sinónimo kabalístico de
Parabrahman, del Zeroâna Akerne de los mazdeístas, o de cualquier otro
“Incognoscible”, se convierte en “Uno” (el Echad, el Eka, el Ahu); luego él (o ello) es
transformado por la evolución en el “Uno en Muchos”, los Dhy}ni-Buddhas o los
Elohim, o también los Amshaspends, dando su tercer Paso en la generación de la
carne u Hombre. Y desde el Hombre o Hah-Hovah, “macho-hembra”, la entidad
interna y divina se convierte, en el plano metafísico, otra vez en los Elohim.

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Los números 3, 5 y 7 son preeminentes en la masonería especulativa, como se hace
ver en Isis Unveiled. Dice un masón:

Existen los 3, 5 y 7 pasos para manifestar un paseo circular. Las tres caras de 3, 3;
5, 3; y 7, 3; etc. etc. Algunas veces viene en esta forma: 753/2 = 376’5, 7635/2 =
3817’5, y la razón de 20612/6561 pies por medida cúbica, da las dimensiones de la
Gran Pirámide.

Tres, cinco y siete son números místicos; y el último y el primero son en gran
manera respetados, tanto por los masones como por los parsis, siendo el Triángulo
en todas partes un símbolo de la Deidad (12). Por supuesto, hay doctores en teología
-Cassel, por ejemplo- que presentan al Zohar explicando y sosteniendo la Trinidad
cristiana (!). Esta última, sin embargo, es en definitiva la derivada en su origen del
....., en el Ocultismo y Simbología arcaica de los paganos. Los Tres Pasos se refieren
metafísicamente al descenso del Espíritu en la Materia, del Logos cayendo como un
resplandor en el espíritu, después en el alma, y por último en la forma físico-humana
del hombre, en la cual se convierte en Vida.

La idea de la Kabalah es idéntica al esoterismo del período arcaico. Este


Esoterismo es la propiedad común de todos, y no pertenece ni a la Quinta Raza aria,
ni a ninguna de sus numerosas subrazas. No puede ser reclamado por los llamados
turanios, ni por los egipcios, chinos y caldeos, o por alguna de las siete diviones de la
Quinta Raza-Raíz, sino que en realidad pertenece a las Razas Raíces Tercera y
Cuarta, cuyos descendientes encontramos en el origen de la Quinta: los arios
primitivos. El círculo era en todas las naciones el símbolo de lo Desconocido -”El
Espacio Sin Límites”, el aspecto abstracto de una abstracción siempre presente-, la
Deidad Incognoscible. Él representa al Tiempo sin límites en la Eternidad. El
Zero}na Akerne es también el “Círculo Sin Límites del Tiempo Desconocido”; de
cuyo Círculo brota la Luz radiante -el Sol Universal u Ormuzd (13)-; éste es idéntico
a Cronos en su forma AEolia, la de un círculo. Pues el Círculo es Sar y Saros, o Ciclo.
Era el Dios babilónico, cuyo horizonte circular era el símbolo visible de lo invisible,
mientras que el Sol era el Círculo Uno, de donde procedían los orbes cósmicos, de los
que era considerado como el jefe. Zeroâna es el Chakra o Círculo de Vishnu, el
emblema misterioso que es, según la definición de un místico, “una curva de tal
naturaleza, que cualquiera y la menor posible de sus partes, si la curva se extendiera
en cualquier sentido, proseguiría y finalmente volvería a entrar en sí misma,
formando una curva que sería la misma, o lo que llamamos el círculo”. No puede
darse mejor definición del símbolo propio y de la naturaleza evidente de la Deidad,

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la cual, teniendo su circunferencia en todas partes (lo ilimitado), tiene, por lo tanto,
su punto central también en todas partes; en otras palabras, existe en cada punto
del Universo. La Deidad invisible es también así los Dhyân Chohans, o los Rishis, los
siete primitivos, los nueve (sin unidad sintética) y diez incluyendo a ésta, desde la
cual pasa al Hombre.

Volviendo al Comentario 4 de la Estancia IV, comprenderá el lector por qué


mientras el Chakra transhimaláyico tiene inscriptos dentro de él ................. -el
triángulo, la primera línea, el cuadrado, la segunda línea y un pentágono con un
punto en el centro, bien sea así ......, o alguna otra variación-, el Círculo kabalístico de
los Elohim revela, cuando las letras de la palabra ..... (Alhim o Elhim) son leídas
numéricamente, los famosos números 13514, o por anagrama 31415, el ..... (pi)
astronómico o el significado oculto de los Dhyâni-Buddhas, de los Gebers, los
Giburim, los Kabeiri, y los Elohim, todos significando “Grandes Hombres”, “Titanes”,
“Hombres Celestiales”, y, en la tierra, “Gigantes”.

El Siete era un Número Sagrado en todas las naciones; pero ninguna lo ha aplicado
a usos más fisiológicamente materialistas que los hebreos. Entre estos, el 7 era por
excelencia el número generativo, y el 9 el número masculino, el de la causa,
formando como hacen ver los kabalistas, el otz ...... (90,70) o el “Árbol del Jardín del
Edén”, la “vara doble hermafrodita” de la Cuarta Raza. Éste era el símbolo del
Sanctasanctórum, el 3 y el 4 de separación sexual. Casi todas las 22 letras hebreas
son símbolos meramente fálicos. De las dos letras que se han mostrado, la ayín es
una letra femenina negativa, simbólicamente un ojo; la otra una letra masculina, tzâ,
un anzuelo o dardo para peces. En cambio, entre los indos y arios en general, el
significado era múltiple y se refería casi por completo a las verdades puramente
metafísicas y astronómicas. Sus Rishis y Dioses, sus Demonios y Héroes, poseen
significados históricos y éticos.

Sin embargo, he aquí lo que nos dice un kabalista, quien, en una obra aún inédita,
compara la Kabalah y el Zohar con el Esoterismo ario:

El sistema hebreo, claro, breve, acabado y exacto, sobrepuja con mucho a la


enmarañada palabrería de los hindúes, justamente como por medio de paralelismo,
dice el Salmista: “Mi boca habla con mi lengua, no conozco tus números” (LXXI, 15)...
El emblema hingú demuestra por su insuficiencia en la gran mezcla de aspectos
anormales, los mismo plumajes prestados que han tenido los griegos (los
embusteros griegos), y que posee la masonería; lo cual, en la ruda pobreza

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monosilábica (aparente) del hebreo, demuestra que este último ha procedido de una
antigüedad mucho más remota que cualquiera de ellos, y que ha sido el origen (!?) o
que ha estado más cerca de la antigua fuente original que ellos.

Esto es erróneo por completo. Nuestro ilustrado hermano y corresponsal juzga,


por lo visto, los sistemas religiosos indos por sus Shâstras y Purânas, probablemente
por los últimos, y además en sus traducciones modernas, desfiguradas por los
orientalistas de tal modo que es imposible conocerlos. Si se quiere comparar, hay
que dirigirse a sus sistemas filosóficos y a sus enseñanzas esotéricas. No hay duda
que el simbolismo del Pentateuco y aun el del Nuevo Testamento vienen del mismo
origen. Pero seguramente la pirámide de Cheops, cuyas medidas todas ha
encontrado repetidas el profesor Piazzi Smyth en el pretendido y mítico Templo de
Salomón, no es de fecha posterior a la de los libros mosaicos. De aquí que si existe
una identidad tan grande como se pretende, tiene que ser debida a una copia servil
de parte de los judíos, no de los egipcios. Los emblemas judíos -y aun su lenguaje, el
hebreo- no son originales. Son tomados de los egipcios, de quienes Moisés adquirió
su sabiduría; de los coptos, los parientes probables, si no padres, de los antiguos
fenicios, y de los hyksos, sus (pretendidos) antecesores, como hace ver Josefo (14).
Pero, ¿quiénes son los pastores hyksos, y quiénes los egipcios? La historia nada
sabe, y especula y teoriza desde las profundidades de la conciencia respectiva de sus
historiadores (15). “El khamismo, o antiguo copto, procede del Asia Occidental y
contiene algún germen del semítico, dando así testimonio de la unidad primitiva de
parentesco de las razas aria y semítica”, dice Bunsen, quien coloca los grandes
sucesos acaecidos en Egipto 9.000 años antes de nuestra Era. El hecho es que en el
esoterismo arcaico y en el pensamiento ario encontramos una gran filosofía,
mientras que en los anales hebreos sólo vemos la más sorprendente ingeniosidad
para inventar apoteosis del culto fálico y de la teogonía sexual.

Que los arios jamás basaron su religión tan sólo en símbolos fisiológicos, como lo
han hecho los antiguos hebreos, puede verse en las Escrituras hindúes exotéricas.
Que estas relaciones son velos, lo demuestra la contradicción entre unas y otras,
encontrándose una explicación diferente en casi todos los Purânas y poemas épicos.
Sin embargo, si se leen esotéricamente, se hallará en todos el mismo significado. Así,
una relación enumera siete mundos, excluyendo los mundos inferiores, también en
número de siete; estos catorce mundos superiores e inferiores nada tienen que ver
con la clasificación de la Cadena Septenaria, y pertenecen a los mundos puramente
etéreos e invisibles. De estos se hablará en otra parte. Baste decir, por ahora, que de
propósito se hace referencia a ellos como si perteneciesen a la Cadena. “Otra

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enumeración llama a los siete mundos tierra, firmamento, cielo, región media, lugar
de nacimiento, mansión de bienaventuranza y residencia de la verdad; colocando a
los Hijos de Brahmâ en la sexta división, y diciendo que la quinta, Janaloka, es
aquella en donde los animales destruidos en la conflagración general nacen de
nuevo” (16). En los capítulos siguientes, sobre Simbolismo, se da alguna enseñanza
realmente esotérica. Quien esté preparado para ello, comprenderá el significado
oculto.

3. ÉL ES SU CONDUCTOR, EL ESPÍRITU QUE LAS GUÍA. CUANDO COMIENZA SU


OBRA,

SEPARA LAS CHISPAS DEL REINO INFERIOR (17), QUE SE CIERNEN Y TIEMBLAN

GOZOSAS EN SUS RADIANTES MORADAS (18), Y FORMA CON ELLAS LOS


GÉRMENES

DE LAS RUEDAS. LAS COLOCA EN LAS SEIS DIRECCIONES DEL ESPACIO, Y UNA EN

EL CENTRO: LA RUEDA CENTRAL.

“Ruedas”, como ya se ha explicado, son los centros de fuerza en torno de los cuales
se esparce la materia cósmica primordial, y pasando por todos los seis grados de
consolidación, se convierte en esferoidal y termina por transformarse en globos o
esferas. Es uno de los dogmas fundamentales de la cosmogonía Esotérica, que
durante los Kalpas (o evos) de Vida, el Movimiento, que en los períodos de Reposo
“pulsa y vibra al través de cada átomo dormido”, asume una tendencia hacia el
movimiento circular, que siempre va en aumento, desde el despertar primero del
Kosmos hasta un nuevo “Día”. “La Deidad se convierte en un Torbellino”. Puede
preguntarse, como lo ha hecho también la autora: ¿Quién podrá averiguar la
diferenciación de aquel Movimiento, si toda la Naturaleza se halla reducida a su
esencia primera, no existiendo allí nadie -ni siquiera uno de los Dhyâni Chohans,
puesto que están todos en Nirvâna- que lo pueda ver? La contestación a esto es:
“Todo en la Naturaleza tiene que juzgarse por analogía. Aunque las m|s elevadas
Deidades (Arcángeles o Dhyâni-Buddhas) sean incapaces de penetrar los misterios
demasiado alejados de nuestro Sistema Planetario y del Cosmos visible, sin embargo
han existido en los tiempos antiguos grandes videntes y profetas que pudieron
percibir el misterio del Hálito y del Movimiento retrospectivamente, cuando los
sistemas de Mundos permanecían en reposo y sumidos en su sueño periódico”.

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Las Ruedas también son llamadas Rotae (las Ruedas movientes de los orbes
celestiales que toman parte en la creación del mundo), cuando el significado se
refiere al principio animador de las estrellas y planetas; pues en la Kabalah se las
representa por los Auphanim, los Ángeles de las Esferas y Estrellas, de las cuales son
las Almas animadoras (19).

Esta ley de movimiento giratorio en la materia primordial es una de las más


antiguas concepciones de la filosofía griega, cuyos primeros sabios históricos eran
casi todos Iniciados en los Misterios. Los griegos la debían a los egipcios, y estos
últimos a los caldeos, quienes habían sido discípulos de brahmanes de la Escuela
esotérica. Leucipo y Demócrito de Abdera -el descípulo de los Magos- han enseñado
que este movimiento giratorio de los átomos y esferas, ha existido desde la
eternidad (20). Hicetas, Heráclides, Ecphantus, Pitágoras y todos sus discípulos
enseñaron la rotación de la tierra; y Âryabhata de la India, Aristarco, Seleuco y
Arquímedes calcularon su revolución tan científicamente como lo hacen los
astrónomos hoy día; al paso que la teoría de los Vórtices Elementales era conocida
por Anaxágoras, que la sostenía 500 años antes de nuestra Era, o casi 2.000 antes
que fuese admitida por Galileo, Descartes, Swedenborg, y finalmente, con ligeras
modificaciones, por Sir. W. Thomson (21). Todos esos conocimientos, haciendo tan
sólo justicia, son un eco de la doctrina arcaica, que se intenta explicar en la
actualidad. Cómo hombres de los últimos siglos han llegado a las mismas ideas y
conclusiones que, como verdades axiomáticas, eran enseñadas en el secreto de los
Adyta docenas de millares de años ha, es cuestión que se tratará aparte. Algunos
fueron conducidos a ello por el progreso natural de la ciencia física y por medio de la
observación independiente; otros, tales como Copérnico, Swedenborg y algunos
pocos más, no obstante sus grandes conocimientos, debieron su saber más a sus
ideas intuitivas que a las adquiridas y desarrolladas de la manera habitual por el
estudio. Swedenborg, que no podía haber conocido nada de lo referente a las ideas
esotéricas del Buddhismo, llegó por sí solo muy cerca de la enseñanza ocultista en
sus concepciones generales, y lo demuestra su ensayo acerca de la Teoría de los
Vórtices. En la traducción de la misma por Clissold, citada por el profesor Winchell (
22), encontramos el siguiente resumen:

La primera causa es lo infinito o ilimitado. Ésta concede existencia al primer finito


o limitado. (El Logos en su manifestación y el Universo). Lo que produce un límite,
es análogo al movimiento. (Véase Estancia I supra). El límite producido es un punto,
cuya esencia es el movimiento; pero careciendo de partes, esta esencia no es

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movimiento efectivo, sino únicamente un conato hacia el mismo. (En nuestra
doctrina, no es un “conato”, sino un cambio de Eterna Vibración en lo inmanifestado,
al Movimiento en vórtices en el Mundo fenomenal o manifestado). De este principio
han procedido la expansión, el espacio, la figura y la sucesión o tiempo. Así como en
geometría un punto genera una línea, una línea una superficie, y una superficie un
sólido, del mismo modo aquí el conato del punto tiende hacia líneas, superficies y
sólidos. En otras palabras, el Universo se halla contenido in ovo en el primer punto
natural.

El Movimiento hacia el cual el conato tiende, es circular, puesto que el círculo es la


m|s perfecta de todas las figuras... “La figura más perfecta del movimiento antes
descripto, debe ser perpetuamente circular; mejor dicho, debe proceder del centro a
la periferia, y de la periferia al centro (23).

Esto es pura y sencillamente Ocultismo.

Las “Seis direcciones del Espacio” significan aquí el “Doble Tri|ngulo”, la unión y
fusión del Espíritu puro y de la Materia, de lo Arûpa y de lo Rûpa de los cuales los
Triángulos son un Simbolo. Este Doble Triángulo es un símbolo de Vishnu; es el Sello
de Salomón y el Shri-Antara de los brahmanes.

4. FOHAT TRAZA LÍNEAS ESPIRALES PARA UNIR LA SEXTA A LA SÉPTIMA: LA


CORO-

NA (a). UN EJÉRCITO DE LOS HIJOS DE LA LUZ SE SITÚA EN CADA UNO DE LOS ÁN-

GULOS: LOS LIPIKA SE COLOCAN EN LA RUEDA CENTRAL (b). DICEN ELLOS (24);

“ESTO ES BUENO”. EL PRIMER MUNDO DIVINO ESTÁ DISPUESTO; EL PRIMERO, EL

SEGUNDO (25). ENTONCES, EL “DIVINO ARÛPA” (26) SE REFLEJA EN CHHÂYÂ


LOKA

(27), LA PRIMERA VESTIDURA DE ANUPÂDAKA (c).

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(a) Este trazar de “líneas espirales” se refiere tanto a la evolución de los Principios
del Hombre como a la de los de la Naturaleza; evolución que tiene lugar
gradualmente, como sucede con todas las demás cosas en la Naturaleza. El Sexto
Principio en el Hombre (Buddhi, el Alma Divina), si bien un mero soplo en nuestras
concepciones, es, sin embargo, algo material, cuando se le compara con el Espíritu
Divino (Âtmâ), del cual es el mensajero o vehículo. Fohat, en su calidad de Amor
Divino (Eros), el poder eléctrico de afinidad y de simpatía, se representa
alegóricamente como tratando de unir el Espíritu puro, el Rayo inseparable del Uno
Absoluto, con el Alma, constituyendo los dos la Mónada en el Hombre, y en la
Naturaleza el primer eslabón entre lo siempre incondicionado y lo manifestado. “El
Primero es ahora el Segundo (Mundo)” -de los Lipikas- se refiere a lo mismo.

(b) El “Ejército” en cada |ngulo es la Hueste de Seres Angélicos (Dhy}n Chohans),


designados para guiar y velar sobre cada región respectiva, desde el principio hasta
el fin del Manv|ntara. Ellos son los “Místicos Vigilantes” de los kabalistas cristianos
y alquimistas, y están numérico

nados tanto simbólica como cosmogónicamente, con el sistema numérico del


Universo. Los números con que estos Seres celestiales se hallan relacionados, son
sumamente difíciles de explicar; pues cada número se refiere a varios grupos de
distintas ideas, según el grupo particular de “Ángeles” que se pretende representar.
En esto está el nodus del estudio del simbolismo, respecto del cual tantos sabios,
incapaces de desatarlo, han preferido conducirse como Alejandro con el nudo
gordiano; de aquí, como resultado directo, conceptos y enseñanzas erróneos.

(c) El “Primero es el Segundo”, porque el “Primero” no puede realmente ser


numerado o considerado como tal, pues es el reino del nóumeno en su
manifestación primaria, el umbral del Mundo de la Verdad, o Sat, al través del cual la
energía directa que radia de la Realidad Una (la Deidad Sin Nombre) llega a
nosotros. Aquí el intraducible término Sat (Seidad) es probable que de nuevo
origine un concepto erróneo, desde el momento que aquello que es manifestado no
puede ser Sat, sino algo fenomenal, no eterno, ni aun, en verdad, sempiterno. Es
coevo y coexistente con la Vida Una, “Sin Segundo”; pero, como manifestación, es
aún M}y}, como el resto. Este “Mundo de la Verdad” puede únicamente describirse,
según el Comentario, como “una estrella resplandeciente desprendida del corazón de
la Eternidad; el faro de esperanza, de cuyos Siete Rayos penden los Siete Mundos del
Ser”. Verdaderamente es así, puesto que estos son las Siete Luces cuyas reflexiones
constituyen las inmortales Mónadas humanas, el Âtmâ, o el Espíritu irradiador de

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cada criatura de la familia humana. Primero esta Luz Septenaria; después el “Mundo
Divino” -las innumerables luces encendidas en la Luz primitiva-, los Buddhis o
Almas Divinas sin forma, del último Mundo Arûpa (informe); la “Suma Total”, según
el lenguaje misterioso de la antigua Estancia.

En el Catecismo, el Maestro pregunta al discípulo:

“Levanta tu cabeza, ¡oh Lanú!; ¿ves una o innumerables luces encima de ti, ardiendo
en el cielo obscuro de la medianoche?”

Yo percibo una Llama, ¡oh Gurudeva!; veo innumerables y no separadas centellas que
en ella brillan”.

“Dices bien. Y ahora mira en torno de ti, y en ti mismo. Aquella luz que arde dentro de
ti, ¿la sientes de alguna manera diferente de la luz que brilla en tus hermanos los
hombres?”

“No es en modo alguno diferente, aunque el prisionero es mantenido en cautiverio


por el Karma, y aunque sus vestiduras exteriores engañan al ignorante al decir: “Tu
alma y Mi Alma”.

La ley fundamental en la Ciencia Oculta es la unidad radical de la última esencia de


cada parte constituyente de los compuestos de la Naturaleza, desde la estrella al
átomo mineral, desde el más elevado Dhyân Chohan hasta el más pequeño infusorio,
en la acepción completa de la palabra, y ya se aplique al mundo espiritual, al
intelectual o al físico. “La Deidad es un despliegue infinito, sin límites” -dice un
axioma oculto-; de aquí, como se ha hecho observar, procede el nombre de Brahmâ
(28).

En el culto más primitivo del mundo, el del Sol y del Fuego, existe una profunda
filosofía. De todos los Elementos conocidos por la ciencia física, el Fuego es el que
siempre eludió un análisis definido. Se asegura confiadamente que el aire es una
mezcla que contiene los gases oxígeno y nitrógeno. Consideramos al Universo y a la
Tierra como materia constituida por moléculas químicas definidas. Hablamos de las
diez Tierras primitivas, dándole a cada una un nombre griego o latino. Decimos que
el agua es, químicamente, un compuesto de oxígeno y de hidrógeno. Pero, ¿qué es el

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Fuego? Se nos contesta gravemente que es el efecto de la combustión. Es calor, luz,
movimiento, y, en general, una correlación de fuerzas físicas y químicas. Esta
definición científica es filosóficamente complementada por la teología del
Diccionario de Webster, que explica el fuego como “el instrumento de castigo, o el
castigo del impenitente en otro estado”; -sea dicho de paso- se supone que es
espiritual; pero, ¡ay!, la presencia del fuego parecería una prueba convincente de su
naturaleza material. Sin embargo, hablando de la ilusión de mirar a los fenómenos
como sencillos a causa de ser familiares, dice el profesor Bain:

Hechos muy familiares parecen no necesitar explicación alguna, y ser al propio


tiempo medios para explicar cualquier cosa que les pueda ser asimilada. Así, la
ebullición de un líquido y su evaporación, se supone que es un fenómeno muy
sencillo y que no requiere ninguna aclaración, y se le considera como una
explicación satisfactoria de fenómenos más raros. Que el agua tenga que agotarse, es
para la mente ignorante una cosa por completo inteligible; mientras que para el
hombre que conoce la ciencia física, el estado líquido es anómalo e inexplicable. El
encender fuego con una llama es una gran dificultad científica, aunque pocas
personas lo creen así (29).
¿Qué es lo que dice la enseñanza esotérica respecto del Fuego? “El Fuego es la
reflexión más perfecta y no adulterada, tanto en los Cielos como en la Tierra, de la
Llama Una. Es la Vida y la Muerte, el origen y el fin de todas las cosas materiales. Es
Substancia divina”. Así es que no sólo el adorador del Fuego, el parsi, sino que aun
las mismas tribus nómadas salvajes de América, que se proclaman a sí mismas
“nacidas del fuego”, demuestran m|s ciencia en sus creencias y m|s verdad en sus
supersticiones, que todas las especulaciones de la física y de la erudición modernas.
El cristiano que dice “Dios es un Fuego viviente”, y habla de las “Lenguas de Fuego”
del Pentecostés, y de la “zarza ardiendo” de Moisés, es tan adorador del fuego como
cualquier otro “pagano”. Los rosacruces, entre los místicos y kabalistas, han sido los
que han definido el Fuego del modo más exacto. Procuraos una lámpara de poco
coste; alimentadla sólo con aceite, y podréis encender en su llama las lámparas,
velas y fuegos del globo entero, sin que la llama disminuya. Si la Deidad, el Radical
Uno, es una Substancia eterna e infinita que jam|s se consume (“el Señor tu Dios es
un fuego consumidor”), no parece entonces razonable considerar a la enseñanza
oculta como antifilosófica, cuando dice: “Así fueron formados los Arûpa y los Rûpa
(Mundos): de una Luz Siete Luces; de cada una de las Siete, siete veces Siete”, etc.

5. FOHAT DA CINCO PASOS (a) (30), Y CONSTRUYE UNA RUEDA ALADA EN CADA

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ÁNGULO DEL CUADRADO PARA LOS CUATRO SANTOS... Y SUS HUESTES (b).

(a) Los “Pasos”, como ya se ha explicado en el último Comentario, se refieren tanto


a los Principios cósmicos como a los humanos; siendo los últimos, según la división
exotérica, tres (Espíritu, Alma y Cuerpo); y según los cálculos esotéricos, siete
Principios: tres Rayos de la Esencia y cuatro Aspectos (31). Los que hayan estudiado
el Esoteric Buddhism de Mr. Sinnett, fácilmente podrán comprender la
nomenclatura. Existen más allá de los Himalayas, dos escuelas esotéricas, o más bien
una escuela dividida en dos secciones: una para los Lanús internos y la otra para los
Chelâs externos o semilaicos; la primera enseña una división septenaria, y la otra
una séxtuple de los principios humanos.

Desde un punto de vista cósmico, Fohat, dando “Cinco Pasos”, se refiere aquí a los
cinco planos superiores de la Conciencia y del Ser; siendo el sexto y el séptimo
(contando hacia abajo), el astral y el terrestre, o los dos planos inferiores.

(b) Cuatro “Ruedas Aladas en cada |ngulo... para los Cuatro Santos y sus Ejércitos
(Huestes)”. Estos son los “Cuatro Mah}r}jas” o grandes Reyes, de los Dhy}n
Chohans, los Devas, que presiden sobre cada uno de los cuatro puntos cardinales.
Son los Regentes o Ángeles que gobiernan las Fuerzas Cósmicas del Norte, Sur, Este
y Oeste; Fuerzas que poseen cada una distinta propiedad oculta. Estos Seres están
también relacionados con el Karma; pues éste necesita para poner en práctica sus
decretos, de agentes físicos y materiales, tales como las cuatro clases de vientos, por
ejemplo, que la Ciencia admite poseen sus respectivas influencias malas y benéficas
sobre la salud de la humanidad y de todas las cosas vivientes. Existe filosofía oculta
en la doctrina católica romana, que atribuye las distintas calamidades públicas, tales
como epidemias, guerras, etc., a los invisibles “Mensajeros” del Norte y del Oeste”.
“La gloria de Dios viene por la vía del Oriente”, dice Ezequiel; mientras que Jeremías,
Isaías y el Salmista, aseguran a sus lectores que todo el mal que existe bajo el Sol,
viene del Norte y del Oeste; lo cual, si se aplica a la nación judía, suena como
profecía innegable. Y esto explica también el que San Ambrosio (32) declare que
precisamente es por esta razón, que “nosotros maldecimos al Viento Norte, y por lo
que durante la ceremonia del bautismo empezamos por volvernos hacia el
Occidente (sideral), para renunciar aún más a aquel que habita allí; después de lo
cual nos volvemos al Oriente”.

La creencia en los “Cuatro Mah}r}jas” -los Regentes de los cuatro puntos


cardinales- era universal, y es ahora creencia de los cristianos, los cuales les llaman,

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según San Agustín, “Virtudes Angélicas” y “Espíritus”, cuando denominados por
ellos, y “Diablos” cuando nombrados por los paganos. Pero, ¿en dónde est| la
diferencia entre paganos y cristianos en este caso? El erudito Vossius, dice:

Aun cuando San Agustín ha dicho que todas las cosas visibles en este mundo tenían
una virtud angélica como un vigilante cerca de ella, no debe entenderse que se
refiere a los individuos, sino a las especies completas de las cosas, poseyendo
verdaderamente cada una de estas especies su ángel particular que vela sobre ella.
Él se halla conforme en esto con todos los filósofos... Para nosotros, estos ángeles
son espíritus separados de los objetos... mientras que para los filósofos (paganos)
eran dioses (33).

Considerando el Ritual establecido por la Iglesia Católica Romana, para los


“Espíritus de las Estrellas”, estos presentan un aspecto muy sospechoso de “dioses”,
y no se les honraba más ni se les rendía más culto por las muchedumbres paganas,
antiguas y modernas, que lo que se hace ahora en Roma por cristianos católicos muy
ilustrados.

De acuerdo con Platón, ha explicado Aristóteles que el término ...... era


comprendido únicamente como significando los principios incorpóreos colocados
en cada una de las cuatro grandes divisiones de nuestro mundo cósmico, para
inspeccionarlas. Así es, que los paganos no adoran ni veneran a los Elementos y a los
puntos cardinales (imaginarios) m|s que los cristianos, sino a los “dioses” que los
rigen respectivamente. Para la Iglesia existen dos especies de Seres siderales: los
Ángeles y los Diablos. Para el kabalista y el ocultista, tan sólo existe una clase; y
ninguno de ellos hace diferencia alguna entre “los Rectores de Luz” y los “Rectores
Tenebrarum” o Cosmocratores, a quienes la Iglesia Romana imagina y descubre en
los “Rectores de Luz”, tan pronto como se les denomina de otro modo que ella lo
hace. No es el Rector o Mahârâja quien castiga o premia, con o sin el permiso o la
orden de Dios, sino el hombre mismo -sus acciones o el Karma-; atrayendo
individual y colectivamente (como sucede a veces en el caso de naciones enteras),
toda clase de males y calamidades. Nosotros originamos Causas, y éstas despiertan
los poderes correspondientes en el Mundo Sideral, los cuales son magnética e
irresistiblemente atraídos hacia los que han dado lugar a aquellas causas, y
reaccionan sobre ellos; ya sea que tales personas verifiquen el mal prácticamente, o
ya sean simples “pensadores” que mediten maldades. El pensamiento es materia,
nos dice la ciencia moderna; y “cada partícula de materia existente debe ser un
registro de todo cuanto ha sucedido”, como dicen al profano Jevons y Babbage en

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sus Principles of Science. La ciencia moderna penetra cada día más en el maelstrom
del Ocultismo; inconscientemente sin duda, pero sin embargo de un modo muy
sensible.

“El Pensamiento es materia” -no por supuesto en el sentido del materialista


alem|n Moleschott, que nos asegura que “el pensamiento es el movimiento de la
materia”, afirmación absurda casi sin igual-. Los estados mentales y los corporales,
se hallan en completo contraste. Pero esto no influye en el hecho de que cada
pensamiento, además de su acompañante físico (cambio cerebral), presente un
aspecto objetivo en el plano astral, si bien para nosotros es una objetividad
suprasensible (34).

Las dos principales teorías de la Ciencia, sobre las relaciones entre la mente y la
materia, son el Monismo y el Materialismo. Estas dos cubren por completo el
terreno de la psicología negativa, con la excepción de las opiniones casi ocultistas de
las escuelas panteístas alemanas.

Las opiniones de nuestros pensadores científicos actuales, respecto de las


relaciones entre la mente y la materia, pueden reducirse a las siguientes dos
hipótesis. Ambas excluyen igualmente la posibilidad de un alma independiente,
distinta del cerebro físico por medio del cual funciona.

Estas hipótesis son:

1ª Materialismo : la teoría que considera los fenómenos mentales como producto


del cambio molecular en el cerebro, o sea como la consecuencia de una
transformación del movimiento en sentimiento (!). La escuela más exagerada llegó
una vez hasta identificar la mente con una “forma peculiar de movimiento” (!!);
pero, felizmente, esta opinión es ahora considerada como absurda por la mayor
parte de los mismos hombres de ciencia.

2ª Monismo o la doctrina de la Substancia Única: es la forma más sutil de la


psicología negativa, a la cual uno de sus partidarios, el profesor Bain, llama
ingenuamente “materialismo disfrazado”. Esta doctrina, que exige una conformidad
amplísima, y que cuenta entre sus defensores a hombres como Lewes, Spencer,
Ferrier y otros, al paso que admite generalmente el contraste radical entre los
fenómenos mentales y la materia, los considera como equivalentes a las dos fases o
aspectos de una misma substancia en alguna de sus condiciones. El pensamiento

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como pensamiento, dicen, está en completo contraste con los fenómenos materiales;
pero debe también ser considerado únicamente como “el aspecto subjetivo de la
moción nerviosa”, sea lo que fuere lo que nuestros sabios quieran significar con esto.

Volviendo al Comentario sobre los Cuatro Mahârâjas, en todo caso, en los templos
Egipcios, según Clemente de Alejandría, una cortina colosal separaba el tabernáculo
del lugar para el público. Lo mismo sucedía entre los judíos. En ambos, la cortina se
extendía sobre cinco columnas (el Pentágono), simbolizando nuestros cinco
sentidos, y esotéricamente, las cinco Razas-Raíces, mientras que los cuatro colores
de la cortina representaban los cuatro puntos cardinales y los cuatro elementos
terrestres. El conjunto era un símbolo alegórico. Por medio de los cuatro Regentes
superiores de los cuatro puntos cardinales y de los elementos, pueden conocer
nuestros cinco sentidos las verdades ocultas de la Naturaleza; y de ningún modo
como Clemente quería demostrar, que los elementos per se eran los que
proporcionaban a los paganos el Conocimiento Divino o el Conocimiento de Dios
(35). Mientras que el emblema egipcio era espiritual, el de los judíos era puramente
materialista, y a la verdad, sólo honraba a los elementos ciegos, y a los “puntos”
imaginarios. Pues, ¿cuál era la significación del Tabernáculo cuadrado levantado por
Moisés en el desierto, si no poseía el mismo significado cósmico? “Har|s una
colgadura... de azul, púrpura y escarlata..., cinco columnas de madera de shittim para
las colgaduras..., cuatro anillos de bronce en los cuatro ángulos del mismo... tableros
de maderas finas para los cuatro costados, Norte, Sur, Oeste y Este... del
Tabern|culo..., con Querubines de labor primorosa” (36). El Tabern|culo y el recinto
cuadrado. Querubines y todo, eran precisamente los mismos que los de los templos
egipcios. La forma cuadrada del Tabernáculo tenía exactamente la misma
significación que hoy tiene aún en el culto exotérico de los chinos y tibetanos. Los
cuatro puntos cardinales, lo mismo que los cuatro costados de las pirámides,
obeliscos y otras semejantes construcciones cuadradas significan lo que Josefo cuida
de explicar del asunto. Declara que las columnas del Tabernáculo son las mismas
que las erigidas en Tiro a los cuatro Elementos, las cuales se hallaban colocadas en
pedestales, cuyos cuatro ángulos miraban a los cuatro puntos cardinales; añadiendo
que “los |ngulos de los pedestales tenían las cuatro figuras del Zodíaco”, que
representaban la misma orientación (37).

Pueden encontrarse vestigios de esta idea en las cuevas zoroastrianas, en los


templos cortados en la roca de la India, así como en todos los edificios cuadrados de
la antigüedad que han sobrevivido hasta nuestros días. Esto ha sido demostrado
definitivamente por Layard, quien encuentra los cuatro puntos cardinales y los

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cuatro elementos primitivos en la religión de todas las naciones, bajo la forma de
obeliscos cuadrados, los cuatro lados de las pirámides, etc. Los cuatro Mahârâjas
eran los regentes y directores de estos elementos y de sus puntos. Al que quiera
saber más acerca de ellos, le bastará comparar la Visión de Ezequiel (cap. I), con lo
que se conoce del Buddhismo chino, aun en sus enseñanzas exotéricas, y examinar
el aspecto exterior de estos “Grandes Reyes de los Devas”. Según la opinión del
reverendo Joseph Edkins, “ellos presiden respectivamente sobre cada uno de los
cuatro continentes en que los hindúes dividen al mundo... Cada uno de ellos está a la
cabeza de un ejército de seres espirituales, para proteger a la humanidad y al
Buddhismo” (38). Exceptuando la predilección hacia el Buddhismo, los Cuatro Seres
Celestiales son precisamente eso. Los hindúes, sin embargo, dividen al mundo en
siete continentes, tanto exotérica como esotéricamente; y sus cuatro Devas
Cósmicos son ocho, que presiden sobre los ocho rumbos de la brújula y no sobre los
continentes.

Los “Cuatro” son los protectores del género humano, así como los agentes del
Karma en la tierra, mientras que los Lipika se hallan relacionados con el más allá de
la Humanidad. Al mismo tiempo, aquéllos son las cuatro criaturas vivientes “que se
parecen a un hombre” de la visión de Ezequiel, y son llamados por los traductores
de la Biblia “Cherubim”, “Seraphim”, etcétera; por los ocultistas “Globos Alados”,
“Ruedas Flamígeras”; y por diferentes nombres en el Panteón hindú. Todos estos
Gandharvas, los “Melodiosos Cantores”, los Asuras, Kinnaras y N}gas, son las
descripciones alegóricas de los Cuatro Mahârâjas. Los Seraphim son las Serpientes
flamígeras de los Cielos, que encontramos en un párrafo descriptivo del Monte
Meru, como “la exaltada masa de gloria, la venerable residencia favorita de los
dioses y de los cantores celestiales... adonde no llegan hombres pecadores... porque
se halla guardada por Serpientes”. Son llamados los Vengadores y las “Ruedas
Aladas”.

Explicados ya su misión y carácter, veamos lo que dicen de los Cherubim los


intérpretes cristianos de la Biblia: “La palabra significa en hebreo, plenitud de
conocimiento; estos ángeles son llamados así a causa de su conocimiento perfecto, y
fueron, por lo tanto, dedicados al castigo de los hombres que aspiraban a poseer el
Conocimiento divino”. (Interpretado por Cruden en su Concordance, acerca del
Génesis, III, 24). Muy bien; y a pesar de lo vago de la explicación, demuestra que el
Querubín colocado a la puerta del Jardín del Edén después de la “Caída”, ha sugerido
a los venerables intérpretes la idea del castigo relacionado con la ciencia prohibida o
Conocimiento divino; conocimiento que generalmente conduce a otra “Caída”, la de

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los dioses o “Dios”, en la estimación del hombre. Pero como el bueno de Cruden no
sabía nada de Karma, se le puede perdonar. Sin embargo, la alegoría es significativa.
Desde el Meru, la mansión de los dioses, al Edén, la distancia es muy cortra; y entre
las Serpientes hindúes y los Cherubim ofitas, de los cuales el tercero de los siete era
el Dragón, la distancia es aún menor, porque ambos velaban a la entrada del reino
del Conocimiento Secreto. Además, Ezequiel describe claramente a los cuatro
Ángeles Cósmicos:

Yo miré, y vi un torbellino... una ... nube y fuego envolviéndola... y también del


centro de esto se destacaba el parecido de cuatro criaturas vivientes... tenían la
apariencia de un hombre. Y cada una tenía cuatro caras y cuatro alas... la cara de un
hombre (39) y la cara de un león; la cara de un buey y la cara de un águila... Y
mientras contemplaba yo las criaturas vivientes, vi una rueda sobre la Tierra... con
sus cuatro caras... como si fuese una rueda en medio de otra rueda... pues el espíritu
de la criatura viviente estaba en la rueda (40).

Existen tres grupos principales de Constructores, y otros tantos de los Espíritus


Planetarios y los Lipika, estando cada grupo subdividido a su vez en siete subgrupos.
Imposible, aun en una obra tan extensa como ésta, el entrar en un examen detallado,
siquiera de los tres grupos principales; pues esto exigiría otro volumen más. Los
Constructores son los representantes de las primeras Entidades “nacidas de la
Mente”, y por lo tanto, de los primitivos Rishi-Prajâpatis; también lo son de los Siete
grandes Dioses del Egipto, de los cuales Osiris es el jefe; de los Siete Amshaspends
de los zoroastrianos, con Ormuzd a su cabeza; de los “Siete Espíritus de la Faz”; de
los Siete Sephirot separados de la primera Tríada, etc. (41). Ellos construyen, o más
bien reconstruyen cada “Sistema” después de la “Noche”. El Segundo grupo de los
Constructores ejerce de Arquitecto de nuestra Cadena Planetaria exclusivamente; y
el Tercero es el Progenitor de nuestra Humanidad, el prototipo macrocósmico del
microcosmo.

Los Espíritus Planetarios son los espíritus que animan a los Astros en general y a
los Planetas especialmente. Rigen los destinos de los hombres, que han nacido en su
totalidad bajo una u otra de sus constelaciones; el Segundo y Tercer Grupo que
pertenecen a otros sistemas, desempeñan las mismas funciones, y todos rigen varios
departamentos de la Naturaleza. En el Panteón hindú exotérico, son las deidades
vigilantes que presiden sobre los ocho rumbos de la brújula (los cuatro puntos
cardinales y los cuatro intermedios), y son llamados Lokap}las, “Sostenedores o
Guardianes del Mundo” (en nuestro Cosmos visible), de los cuales Indra (Oriente),

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Yama (Sur), Varuna (Oeste) y Kuvera (Norte), son los jefes; sus elefantes y sus
esposas pertenecen, por supuesto, a la imaginación y a ideas posteriores, aunque
todos ellos tienen una significación oculta.

Los Lipika, que se describen en el Comentario número 6 de la Estancia IV, son los
Espíritus del Universo; mientras que los Constructores son únicamente nuestras
propias deidades planetarias. Los primeros pertenecen a la parte más oculta de la
cosmogénesis, acerca de la cual no se puede hablar aquí. Si los Adeptos -aun los más
elevados- conocen a este orden angélico en la plenitud de sus triples grados, o tan
sólo el inferior relacionado con los anales de nuestro mundo, cosa es que la escritora
no puede decir; pero más bien se inclina a la última suposición. Acerca del grado
más elevado, una sola cosa es lo que se enseña: los Lipika se hallan relacionados con
el Karma, siendo sus Registradores directos. El símbolo universal en la antigüedad
del Conocimiento Sagrado y Secreto, era un Árbol, lo cual significaba también una
Escritura o un Registro. De aquí la palabra Lipika, los Escritores o Escribientes; los
dragones, símbolos de la Sabiduría, que guardan los Árboles del conocimiento; el
Manzano “|ureo” de las Hespérides; los “Árboles Frondosos” y la vegetación del
Monte Meru, guardados por Serpientes. Juno dando a Júpiter, en su matrimonio, un
Árbol con fruto de oro, es otra forma de Eva ofreciendo a Adán la manzana del Árbol
del Conocimiento.

6. LOS LIPIKA CIRCUNSCRIBEN EL TRIÁNGULO, EL PRIMER UNO (42), EL CUBO, EL

SEGUNDO UNO Y EL PENTACLO DENTRO DEL HUEVO (a) (43). ÉSTE ES EL ANILLO

LLAMADO “NO SE PASA”, PARA LOS QUE DESCIENDEN Y ASCIENDEN (44); PARA

LOS QUE DURANTE EL KALPA ESTÁN MARCHANDO HACIA EL GRAN DÍA “SÉ CON

NOSOTROS” (b) ... ASÍ FUERON FORMADOS LOS ARÛPA Y LOS RÛPA: DE LA LUZ

ÚNICA, SIETE LUCES; DE CADA UNA DE LAS SIETE, SIETE VECES SIETE LUCES. LAS

RUEDAS VIGILAN EL ANILLO...

La Estancia prosigue con una descripción minuciosa de los Órdenes de la Jerarquía


Angélica. Del Grupo de Cuatro y Siete, emanan los Grupos de Diez nacidos de la

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Mente; los de Doce, de Veintiuno, etc., estando todos estos divididos a su vez en
subgrupos de Septenas, Novenas, Docenas, y así sucesivamente, hasta confundirse la
mente en esta enumeración interminable de Huestes y Seres celestiales, teniendo
cada uno su función distinta en el gobierno del Cosmos visible durante la existencia
del mismo.

(a) El significado esotérico de la primera sentencia de la Sloka, es que los llamados


Lipika, los Registradores del Gran Libro Kármico, constituyen una barrera
infranqueable entre el Ego personal y el Yo impersonal, Nóumeno y Origen-Padre
del primero. De aquí la alegoría. Ellos circunscriben al mundo manifestado de
materia, dentro del Anillo “No se Pasa”. Este mundo es el símbolo objetivo del Uno
dividido en los Muchos, en los planos de Ilusión de Âdi (el “Primero”), o de Eka (el
“Uno”); y este Uno es la agregación colectiva o totalidad de los principales creadores
o arquitectos de nuestro Universo visible. En el Ocultismo hebreo, su nombre es, a la
par, Echath femenino, “Uno”, y Echad, “Uno” también, pero masculino. Los
monoteístas se han aprovechado, y todavía se aprovechan, del profundo esoterismo
de la Kabalah para aplicar el nombre por el cual la Esencia Una y Suprema es
conocida a su manifestación, el de Sephiroth-Elohim, y la llaman Jehovah. Pero esto
es por completo arbitrario y está reñido con toda razón y lógica; pues la palabra
Elohim está en plural, y es idéntica al plural Chiim, combinado frecuentemente con
ella. La sentencia que se lee en el Sepher Yetzirah y en otras partes, “Achath-Ruarch-
Elohim-Chiim”, denota, cuando m|s, a los Elohim como andróginos, predominando
casi el elemento femenino, pues se leería: “Uno es Ella, el Espíritu de los Elohim de
Vida”. Como se ha dicho antes, Achat (o Echath) es femenino, y Achad (o Echad) es
masculino, y ambos significan Uno.

Adem|s, en la metafísica Oculta existen, propiamente hablando, dos “Unos”: el Uno


en el plano inalcanzable de lo Absoluto y de lo Infinito, acerca de lo cual no es
posible especulación alguna; y el segundo Uno en el plano de las Emanaciones. El
primero no puede ni emanar ni ser dividido, pues es eterno, absoluto e inmutable;
pero el segundo, siendo, por decirlo así, la reflexión del primer Uno (pues es el
Logos, o Îshvara, en el Universo de Ilusión), puede verificarlo. Emana de sí mismo
los Siete Rayos o Dhyân Chohans (del mismo modo que la Tríada Sephirotal
superior produce a los Siete Sephiroth inferiores); en otras palabras, lo Homogéneo
se convierte en lo Heterogéneo; el Protilo se diferencia en los Elementos. Pero estos,
a menos de que vuelvan a su elemento primario, jamás pueden cruzar más allá del
Laya o punto cero. Este principio metafísico, difícilmente puede describirse mejor
que lo ha hecho Mr. Subba Row, en sus conferencias sobre el “Bhagavad-Gitâ”.

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Mûlaprakriti (el velo de Parabrahman), obra como la energía una al través del
Logos (o Îshvara). Ahora bien: Parabrahman... es la esencia única de la cual brota a
la existencia un centro de energía a que por ahora llamaremos el Logos... Es llamado
el Verbo... por los cristianos, y es el Christos divino, que es eterno en el seno de su
Padre. Es llamado Avalokiteshvara por los buddhistas... En casi todas las doctrinas
se ha formulado la existencia de un centro de energía espiritual, innato y eterno, que
existe en el seno de Parabrahman durante el Pralaya, y que surge como centro de
energía espiritual, innato y eterno, que existe en el seno de Parabrahman durante el
Pralaya, y que surge como centro de energía consciente en el tiempo de la actividad
cósmica... (46).

Porque, como el conferenciante comienza por decir, Parabrahman no es esto ni


aquello; no es ni siquiera conciencia, pues no puede ser relacionado con la materia
ni con nada condicionado. No es ni Yo ni No Yo; ni siquiera Âtmâ, sino, en verdad , el
origen único de todas las manifestaciones y modos de existencia.

Así, en la alegoría, los Lipika separan al mundo (o plano) del Espíritu puro de la
Materia. Aquellos que “descienden y que ascienden” (las Mónadas que encarnan, y
los hombres luchando por la purificación y “ascendiendo”, pero que no han
alcanzado todavía la meta) pueden cruzar el Círculo “No Se Pasa”, únicamente en el
Día “Sé con Nosotros”; aquel día en que el hombre, libert|ndose por sí mismo de los
lazos de la ignorancia, y reconociendo por completo la no separatividad del Ego que
está dentro de su Personalidad (erróneamente considerada como a sí mismo), del
Yo Universal (Anima Supra-Mundi), se sumerge por ello en la Esencia Una, para
convertirse, no sólo en uno con “Nosotros”, las Vidas universales manifestadas, que
son una Vida, sino en aquella Vida misma.

Astronómicamente, el Anillo “No Se Pasa” que los Lipika trazan en torno “del
Triángulo, del Primer Uno, del Cubo, de Segundo Uno y del Pent|gono”,
circunscribiendo estas figuras, se muestra nuevamente así, que contiene los
símbolos de 31415, o sea el coeficiente usado constantemente en las matemáticas, el
valor de .... (pi), representando aquí las figuras geométricas cifras numéricas. Según
las enseñanzas filosóficas generales, este Anillo se halla más allá de la región, de lo
que se llama en astronomía las nebulosas. Pero éste es un concepto tan erróneo
como el de la topografía y descripciones dadas en los Purânas y en otras Escrituras
exotéricas, acerca de 1088 mundos de los firmamentos y mundos Deva-loka. Existen
mundos, por supuesto, tanto según las enseñanzas esotéricas como según las

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profanas y científicas, a distancias tan incalculables, que la luz del más próximo de
ellos, aunque justamente acabada de llegar a nuestros modernos “caldeos”, pudo
haber partido de su origen largo tiempo antes del día en que se pronunciaron las
palabras “H|gase la Luz”; pero no son estos mundos pertenecientes al plano Deva-
loka, sino a nuestro Cosmos.

Llega el químico al punto cero o laya del plano material de que se ocupa, y se
detiene. El físico y el astrónomo cuentan billones de millas más allá de las nebulosas,
y también se detienen. También el ocultista semiiniciado se representará este punto
laya como existiendo en algún plano que, si no es físico, es, sin embargo, concebible
a la inteligencia humana. Pero el Iniciado perfecto sabe que el Anillo “No Se Pasa”, no
es ni una localidad, ni puede ser medido por la distancia, sino que existe en lo
absoluto el Infinito. En este “Infinito” del perfecto Iniciado, no existen ni altura, ni
ancho, ni espesor; todo es profundidad insondable, profundizando desde lo físico a
lo “parametafísico”. Al emplear la palabra “profundiad”, abismo esencial, quiere
significarse “en ninguna y en todas partes”; no la profundidad de la materia física.

Si se analizan cuidadosamente las alegorías exotéricas y antropomórficas groseras


de las religiones populares, aun en éstas puede percibirse, si bien con vaguedad, la
noción del Círculo de “No se Pasa”, guardado por los Lipika. Se encuentra hasta en
las enseñanzas de la secta vedantina de los Visishthadvaita, la más tenazmente
antropomórfica de toda la India. Pues leemos con referencia al alma libertada, que
después de alcanzar Moksha, estado de bienaventuranza que significa “liberación de
Bandha” o esclavitud, goza de la bienaventuranza en un lugar llamado Paramapada,
cuyo lugar no es material, sino que está constituido por Suddasattva, la esencia de
que está formado el cuerpo de Îshvara, el “Señor”. Allí los Muktas o Jiv}tm}s
(Mónadas) que han alcanzado Moksha, jamás vuelven a encontrarse sujetos a las
cualidades de la materia ni del Karma. “Pero si quieren, con objeto de hacer bien al
mundo, pueden encarnarse en la Tierra” (47). El camino desde este mundo a
Paramapada o los mundos inmateriales, es llamado Devayâna. Cuando el hombre ha
alcanzado Moksha y el cuerpo muere:

El Jiva (el Alma) va con Súkshma-Sharira (48) desde el corazón del cuerpo al
Brahmarandra en la coronilla de la cabeza, atravesando Sushumnâ, nervio que une
al corazón con el Brahmarandra. El Jiva atraviesa el Brahmarandra y va a la región
del Sol (Sûryamandala) por medio de los rayos solares. Entonces va al través de una
mancha obscura del Sol, a Paramapada. Al Jiva la dirige en su camino la Sabiduría
Suprema aduirida por medio de Yoga (49). El Jiva prosigue así a Paramapada con el

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auxilio de los Adhivâhikas (portadores durante el tránsito), conocidos con los
nombres de Archi, Ahas... Aditya... Prajâpatis, etc. Los Archis, etc. que aquí se
mencionan, son ciertas Almas puras, etc. etc. (50).

Ningún espíritu, excepto los “Registradores” (Lipika), ha cruzado jam|s la línea


prohibida de este Anillo, ni la cruzará ninguno hasta el día del próximo Pralaya,
porque es la frontera que separa a lo finito -por infinito que sea a los ojos del
hombre- de lo verdaderamente Infinito. Los Espíritus, por lo tanto, a que se hace
referencia, como aquellos que “ascienden y descienden”, son las “Huestes” de los
que llamamos en términos generales “Seres Celestiales”. Pero en realidad no son
nada de esto. Son Entidades pertenecientes a mundos más elevados en la jerarquía
del Ser, y tan inconmensurablemente exaltadas, que para nosotros deben de
parecernos Dioses, y colectivamente Dios. Pero así nosotros, hombres mortales,
debemos parecerle a la hormiga, que piensa en el grado que corresponde a su
capacidad especial. También es posible que la hormiga vea el dedo vengador de un
Dios personal en la pata del erizo, que en un momento, y bajo el deseo de hacer
daño, destruye su hormiguero, el trabajo de muchas semanas, o sean largos años en
la cronología de los insectos. Sintiendo intensamente la hormiga la inmerecida
calamidad, puede, lo mismo que el hombre, atribuirla a una combinación de la
Providencia y del pecado, y ver en ella la consecuencia del pecado de su primer
padre. ¿Quién lo sabe, y quién puede afirmarlo o negarlo? El negarse a admitir que
en todo el sistema solar no existan más seres racionales e intelectuales en la esfera
humana que nosotros, constituye la mayor de las presunciones de nuestra época.
Todo cuanto tiene derecho a afirmar la Ciencia, es que no existen inteligencias
invisibles que vivan bajo las mismas condiciones que nosotros vivimos. No puede
negar en redondo la posibilidad de que existan mundos dentro de mundos, bajo
condiciones por completo diferentes de las que constituyen la naturaleza del
nuestro, ni puede negar la posibilidad de que exista cierta limitada comunicación
entre algunos de estos mundos y el nuestro. El más grande de los filósofos de origen
europeo, Emmanuel Kant, nos asegura que semejante comunicación no es, en
manera alguna, improbable.

Confieso que me siento muy dispuesto a asegurar la existencia de naturalezas


inmateriales en el mundo, y a colocar a mi propia alma en la clase de estos seres. En
lo futuro, no sé ni cuándo ni cómo, se demostrará que el alma humana pertenece,
aun durante esta vida, en conexión indisoluble con todas las naturalezas
inmateriales del mundo espiritual, y que recíprocamente obra sobre ellas, y de ellas
recibe impresiones (51).

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Al más elevado de estos mundos, según se nos enseña, pertenecen los siete
Órdenes de Espíritus puramente divinos; a los seis inferiores corresponden las
jerarquías que pueden en ocasiones ser vistas y oídas por los hombres, y que se
comunican con su generación de la Tierra; generación que se halla unida a ellas de
modo indisoluble, teniendo cada principio en el hombre su origen directo en la
naturaleza de estos grandes Seres, que nos proporcionan nuestros respectivos
elementos invisibles. La Ciencia Física puede especular acerca del mecanismo
fisiológico de los seres vivientes, y continuar sus inútiles esfuerzos para tratar de
explicar nuestros sentimientos, nuestras sensaciones mentales y espirituales,
suponiéndolas funciones de sus vehículos orgánicos. Sin embargo, todo cuanto tenía
que lograrse en este sentido está ya alcanzado, y la Ciencia no irá más lejos. Se halla
frente a un muro frío, donde traza, según se imagina, grandes descubrimientos
fisiológicos y psíquicos que, como se demostrará después, no son sino telarañas,
hiladas con su fantasía e ilusiones científicas. Únicamente los tejidos de nuestra
armazón objetiva, se prestan al análisis e investigaciones de la ciencia fisiológica.
Nuestros Seis Principios superiores serán siempre inaccesibles para la mano guiada
por espíritu hostil, que de propósito ignora y desprecia a las Ciencias Ocultas. Todo
cuanto posee la moderna investigación fisiológica en conexión con los problemas
psicológicos, y que debido a la naturaleza de las cosas puede haber mostrado, es que
todos los pensamientos, sensaciones y emociones, son acompañados por una nueva
disposición de las moléculas de ciertos nervios. La consecuencia deducida por
sabios del tipo de Büchner, Vogt y otros, de que el pensamiento es vibración
molecular, exige que se haga abstracción completa de la realidad de nuestra
conciencia subjetiva.

El Gran Día “Sé con Nosotros”, es pues, una expresión cuyo único mérito consiste
en su traducción literal. Su significación no se revela tan fácilmente al público, que
ignora los principios místicos del Ocultismo, o más bien de la Sabiduría Esotérica o
“Buddhismo”. Es una frase peculiar de este último, y tan obscura para el profano
como la de los egipcios, que lo denominaban el Día de “Ven a Nosotros”, que es
idéntico al primero, aunque la palabra “sé” en este sentido, pueda reemplazarse
mejor con cualquiera de los dos términos: “permanece” o “reposa con nosotros”,
puesto que se refiere al largo período de Reposo llamado Paranirvâna. “Le Jour de
Viens á Nous! C’est le jour où Osiris a dit au Soleil: Viens! Je le vois rencontrant le Soleil
dans l’Amenti” (52). El Sol aquí representa al Logos (o Christos, u Horus) como
Esencia central sintéticamente, y como esencia difundida de Entidades radiadas,
diferentes en substancia, pero no en esencia. Según fue expresado por el autor de las
conferencias sobre el Bhagavad-Gitâ, “no hay que suponer que el Logos es un solo

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centro de energía manifestado por Parabrahman. Existen otros innumerables. Su
número es casi infinito en el seno de Parabrahman”. De aquí las expresiones “El Día
de Ven a Nosotros” y “El Día de Sé con Nosotros”, etc. Así como el Cuadrado es el
Símbolo de las Cuatro Fuerzas o Poderes sagrados -la Tetraktys-, del mismo modo el
Círculo manifiesta el límite en el seno de lo Infinito, que ningún hombre puede
cruzar, ni aun en espíritu, así como tampoco ningún Deva ni Dhyân Chohan. Los
Espíritus de aquellos que “descienden y ascienden” durante el curso de la evolución
cíclica, cruzar|n el “mundo rodeado de hierro”, tan sólo el día en que se aproximen a
los umbrales de Paranirvâna. Si llegan a él, reposarán en el seno de Parabrahman o
las “Tinieblas Desconocidas”, las cuales se convertir|n entonces para todos ellos en
Luz, durante todo el período del Mah}pralaya, la “Gran Noche”, o sea los
311.040.000.000.000 años de absorción en Brahman. El Día de “Sé con Nosotros”, en
este período de Reposo, o Paranirvâna, corresponde al Día del Juicio Final de los
cristianos, que tan materializado ha sido, por desgracia, en su religión (53).

ESTANCIA VI

NUESTRO MUNDO, SU CRECIMIENTO Y DESARROLLO

1. POR EL PODER DE LA MADRE DE MISERICORDIA Y CONOCIMIENTO (a), KWAN-


YIN

-LA TRIPLE DE KWAN-SHAI-YIN, QUE RESIDE EN KWAN-YIN-TIEN (b)- FOHAT, EL

ALIENTO DE SU PROGENIE, EL HIJO DE LOS HIJOS, HABIENDO HECHO SALIR DE


LAS

PROFUNDIDADES DEL ABISMO (1) INFERIOR LA FORMA ILUSORIA DE SIEN-


TCHAN

(2) Y LOS SIETE ELEMENTOS.

Esta Estancia se ha traducido del texto chino, y se han conservado los nombres
dados como equivalentes de los términos originales. La verdadera nomenclatura
esotérica no puede darse, pues no haría más que confundir al lector. La doctrina
brahmánica no posee equjivalente alguno para estos términos. Vâch parece, en
muchos aspectos, aproximarse a la Kwan-Yin china; pero no existe en la India
ningún culto regular de Vâch bajo este nombre, como lo hay en China en honor de

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Kwan-Yin. Ningún sistema religioso exotérico ha adoptado jamás un Creador
femenino; así es que la mujer ha sido considerada y tratada desde el principio
mismo de las religiones populares, como inferior al hombre. Tan sólo en China y en
Egipto, es donde Kwan-Yin e Isis eran consideradas a la par con los dioses
masculinos. El Esoterismo hace caso omiso de los dos sexos. Su Deidad más elevada
carece de sexo y de forma: no es ni Padre ni Madre; y sus primeros seres
manifestados, tanto celestiales como terrestres, se convierten en andróginos sólo
gradualmente, separándose por fin en dos distintos sexos.

a) “La Madre de Misericordia y de Conocimiento”, es llamada la “Triple” de Kwan-


Shai-Yin, porque en sus correlaciones, metafísicas y cósmicas, es la “Madre, la
Esposa y la Hija” del Logos, justamente como en las últimas versiones teológicas se
ha convertido en el “Padre, Hijo y Espíritu Santo (femenino)” -la Shakti o Energía-, la
Esencia de los Tres. Así en el Esoterismo de los vedantinos, Daiviprakriti, la Luz
manifestada por medio de Îshvara, el Logos (3), es, al mismo tiempo, la Madre y
también la Hija del Logos, o Verbo de Parabrahman; mientras que en las enseñanzas
transhimaláyicas es (en la jerarquía de su teogonía alegórica y metafísica) la
“Madre” o Materia abstracta e ideal, Mûlaprakriti, la Raíz de la Naturaleza; desde el
punto de vista metafísico, una correlación de Âdi-Bûtha, manifestado en el Logos,
Avalokiteshvara; y en el sentido puramente oculto y cósmico, Fohat, “el Hijo del
Hijo”, la energía andrógina que proviene de esta “Luz del Logos”, y que se muestra
en el plano del Universo objetivo, como la Electricidad, tanto oculta como
manifiesta, que es la Vida. T. Subba Row dice:

La evolución comienza por la energía intelectual del Logos... no puramente por las
potencialidades encerradas en Mûlaprakriti. Esta Luz del Logos es el lazo... entre la
materia objetiva y el pensamiento subjetivo de Îshvara (o el Logos). Se le llama
Fohat en varios libros buddhistas. es el instrumento con que el Logos (4) opera.

(b) “Kwan-Yin-Tien” significa los “Cielos Melodiosos del Sonido”, la mansión de


Kwan-Yin, o la “Voz Divina”. Esta “Voz” es un sinónimo del Verbo o la Palabra, el
“Lenguaje”, como expresión del Pensamiento. así puede trazarse la conexión y aun el
origen del Bath-Kol hebreo, la “Hija de la Voz Divina” o el Verbo, o el Logos
masculino y femenino, el “Hombre Celestial”, o Adam-Kadmon, que es al mismo
tiempo Sephira. La última fue, seguramente, precedida por la Vâch hindú, la diosa
del Lenguaje o de la Palabra. Porque Vâch -la hija y porción femenina, como ya se ha

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dicho, de Brahm}, “originada por los dioses”- es, juntamente con Kwan-Yin, con Isis
(también hija, esposa y hermana de Osiris) y otras diosas, el Logos femenino por
decirlo así, la diosa de las fuerzas activas de la Naturaleza, la palabra, Voz o Sonido, y
el Lenguaje. Si Kwan-Yin es la “Voz Melodiosa”, lo mismo es V}ch “la vaca melodiosa
de la que manan alimento y agua (el principio femenino)... la que nos nutre y
sostiene” como Madre-Naturaleza. Está ella asociada en la obra de la creación con
Prajâpati. Es ella hembra o varón ad libitum, como lo es Eva con Adán. Es una forma
de Aditi -el principio superior al AEther- de Âkâsha, la síntesis de todas las fuerzas
de la Naturaleza. Así Vâch y Kwan-Yin son ambas la potencia mágica del Sonido
Oculto en la Naturaleza y en el AEther, cuya “Voz” evoca del Caos y de los Siete
Elementos a Sien-Tchan, la forma ilusoria del Universo.

Así, en Manu, Brahmâ (también el Logos) es presentado dividiendo su cuerpo en


dos partes, masculina y femenina, y creando en la última, que es Vâch, a Virâj, el cual
es él mismo, o Brahmâ nuevamente. Un sabio ocultista vedantino habla como sigue
de aquella “diosa”, explicando las razones por las que Îshvara (o Brahm}) es llamado
el Verbo o Logos; por qué, en una palabra, se le llama Shabda Brahman:

La explicación que voy a daros os parecerá del todo mística; pero si es mística,
tiene una significación de las más trascendentes, si se comprende debidamente.
Nuestros escritores antiguos dicen que Vâch es de cuatro especies (véase el Rig Veda
y los Upanishads). Vaikhari Vâch es lo que nosotros expresamos. Cada especie de
Vaikhari Vâch existe en sus formas Madhyama, Pashyanti, y últimamente en su
forma Para (5). La razón por la que este Pranava se llama Vâch, es porque los cuatro
principios del gran cosmos corresponden a estas cuatro formas de Vâch. Ahora bien,
todo el sistema solar manifestado existe en su forma Sûkshma en la luz o energía del
Logos, porque su energía es arrebatada y transferida a la materia cósmica... Todo el
cosmos, en su forma objetiva es Vaikhari Vâch, la luz del Logos es la forma
Madhyama, y el Logos mismo es la forma Pashyanti, y Parabrahman es el aspecto
Para de aquel Vâch. A la luz de esta explicación, debemos tratar de comprender
ciertas afirmaciones hechas por varios filósofos referentes a que el cosmos
manifestado es el Verbo manifestado como Cosmos (6).

2 EL VELOZ Y RADIANTE UNO PRODUCE LOS SIETE CENTROS LAYA (a) (7),
CONTRA

LOS CUALES NADIE PREVALECERÁ HASTA EL GRAN DÍA “SÉ CON NOSOTROS”; Y
ASIENTA EL UNIVERSO SOBRE ESTOS ETERNOS FUNDAMENTOS, RODEANDO A

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SIEN-TCHAN CON LOS GÉRMENES ELEMENTALES (b).

(a) Los Siete Centros Laya son los siete puntos cero, empleando la palabra cero en
el mismo sentido que los químicos. En Esoterismo indica un punto en el cual
comienza a contarse la escala de diferenciación. Desde estos Centros -más allá de los
cuales nos permite la Filosofía Esotérica percibir los vagos contornos metafísicos de
los “Siete Hijos” de Vida y de Luz, los siete Logos de los herméticos, y de todos los
demás filósofos- comienza la diferenciación de los elementos que entran en la
constitución de nuestro Sistema Solar. Se ha preguntado con frecuencia cuál era la
definición exacta de Fohat, y cuáles sus poderes y funciones; pues parece ejercer las
de un Dios Personal, tal como se comprende en las religiones populares. La
contestación acaba de darse en el comentario sobre la Estancia V. Como se dice muy
bien en las Conferencias acerca del Bhagavad-Gitâ: “Todo el Cosmos debe
necesariamente existir en la fuente una de energía, de la cual emana esta luz
(Fohat)”. Sea que contemos los principios en el cosmos y en el hombre como siete o
sólo como cuatro, las fuerzas de la Naturaleza física, son Siete; y afirma la misma
autoridad que “Prajn}”, o la capacidad de percepción, existe en siete diferentes
aspectos correspondientes a otras tantas condiciones de la materia”. Porque,
“precisamente así como un ser humano est| compuesto de siete principios, la
materia diferenciada en el Sistema Solar existe en siete condiciones diferentes” (8).
Lo mismo sucede con Fohat. Fohat tiene varios significados, como se ha dicho. Es
llamado el “Constructor de los Constructores”; habiendo formado nuestra Cadena
Septenaria la Fuerza que él personifica. Él es Uno y Siete; y en la esfera cósmica se
halla tras todas las manifestaciones, tales como la luz, el calor, el sonido, la cohesión,
etc., etc.; siendo el “espíritu” de la electricidad, que es la Vida del Universo. Como
abstracción, le llamamos la Vida Una; como Realidad objetiva y evidente, hablamos
de una escala septenaria de manifestación, que comienza en el peldaño superior con
la Causalidad Una Incognoscible, y termina como Mente y Vida Omnipresente,
inmanente en cada átomo de Materia. Así, mientras la Ciencia habla de su evolución
al través de la materia grosera, fuerzas ciegas y movimiento insensible; los ocultistas
indican la Ley Inteligente y la Vida Senciente, y añaden que Fohat es el Espíritu guía
de todo esto. Sin embargo, no es, en modo alguno, un dios personal, sino la
emanación de aquellos otros Poderes que existen tras él, y a quienes los cristianos
llaman los “Mensajeros” de su Dios (en realidad, de los Elohim, o m|s bien uno de
los Siete Creadores llamados Elohim), y nosotros el Mensajero de los Hijos
primordiales de la Vida y de la Luz.

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(b) Los “Gérmenes Elementales” con que llena a Sien-Tchan (el Universo), desde
Tien-Sin (los “Cielos de la Mente” o lo que es absoluto), son los Átomos de la Ciencia
y las Mónadas de Leibnitz.

3. DE LOS SIETE (9) - PRIMERO UNO MANIFESTADO, SEIS OCULTOS; DOS


MANIFESTA-

DOS, CINCO OCULTOS; TRES MANIFESTADOS, CUATRO OCULTOS; CUATRO PRODU-

CIDOS, TRES ESCONDIDOS; CUATRO Y UN TSAN (10) REVELADOS, DOS Y UNA MI-

TAD OCULTOS; SEIS PARA MANIFESTARSE. UNO DEJADO APARTE (a).


ÚLTIMAMEN-

TE, SIETE PEQUEÑAS RUEDAS GIRANDO; UNA DANDO NACIMIENTO A LA OTRA


(b).

(a) Aunque estas Estancias se refieren a todo el Universo después de un


Mahâpralaya (Disolución Universal), sin embargo, esta sentencia, como puede ver
cualquiera que se ocupe de Ocultismo, se refiere también, por analogía, a la
evolución y formación final de los Siete Elementos primitivos (aunque compuestos)
de nuestra Tierra. De estos, cuatro son los plenamente manifestados en la
actualidad, mientras el quinto Elemento, el Éter, no lo está sino parcialmente; pues
nos hallamos apenas en la segunda mitad de la Cuarta Ronda, y por consiguiente, el
quinto Elemento se manifestará tan sólo por completo en la Quinta Ronda. Los
Mundos, incluyendo el nuestro propio, fueron por supuesto, como gérmenes,
desenvueltos en un principio del Elemento Uno en su segundo período -(el “Padre-
Madre”, el Alma diferenciada del Mundo, no lo que Emerson llama la “Super Alma”)-,
ya lo llamemos, como la Ciencia moderna, polvo cósmico o niebla de fuego, o como el
Ocultismo: Âkâsha Jivâtmâ, Luz Astral Divina o el “Alma del Mundo”. Pero este
primer período de la Evolución, fue seguido por el próximo en el debido transcurso
del tiempo. Ningún mundo, y ningún cuerpo celeste, podía ser construido en el plano
objetivo, sin que los Elementos hubiesen estado ya lo suficientemente diferenciados
de su Ilus primitivo, reposando en Laya. Este último término es sinónimo de
Nirvâna. Es, en efecto, la disgregación nirvánica de todas las substancias sumidas,
después de un ciclo de vida, en la latencia de sus condiciones primarias. Es la
sombra luminosa, pero incorpórea, de la materia que fue, el reino de lo negativo, en

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donde yacen latentes, durante su período de reposo, las Fuerzas activas del
Universo.

Ahora bien; hablando de Elementos, se reprocha a los antiguos el “haber supuesto


a sus elementos simples e indescomponibles”. Las sombras de nuestros antecesores
prehistóricos, podrían hacer lo mismo respecto de los físicos modernos, ahora que
los nuevos descubrimientos en química han conducido a Mr. Crookes, F. R. S., a
admitir que la Ciencia se halla todavía a un millar de leguas del conocimiento de la
naturaleza compleja de la más simple molécula. Por él sabemos que la molécula
realmente simple y por completo homogénea, es terra incognita para la química.
“¿En dónde hemos de trazar la línea?” -pregunta él-. “¿No existe medio alguno para
salir de esta perplejidad? ¿Debemos hacer de modo que los exámenes elementales
sean tan severos que sólo permitan la aprobación de 60 a 70 candidatos, o debemos,
por el contrario, abrir las puertas de tal manera, que el número de admisiones se
halle tan sólo limitado por el número de solicitantes?” Y después el sabio químico,
citando ejemplos sorprendentes, dice:

Tomemos el itrio. Posee un peso atómico definido; bajo todos conceptos se


conduce como un cuerpo simple, como un elemento al cual podemos a la verdad
añadir, pero del cual nada podemos quitar. Sin embargo, este itrio, este conjunto
supuesto homogéneo, al ser sometido a cierto método de fraccionamiento, se
resuelve en porciones que no son en absoluto idénticas entre sí, y que exhiben una
gradación de propiedades. Veamos también el caso del didimio. Era un cuerpo que
presentaba todos los caracteres reconocidos de un elemento. Había sido separado
con mucha dificultad de otros cuerpos que se le parecían íntimamente en sus
propiedades, y durante el examen de comprobación, sufrió los más severos
tratamientos, y fue objeto de los escrutinios más minuciosos. Pero vino entonces
otro químico que, tratando a este presunto cuerpo homogéneo por un
procedimiento peculiar de fraccionamiento, lo resolvió en los dos cuerpos
praseodimio y neodimio, entre los cuales son perceptibles ciertas distinciones.
Además, no poseemos en la actualidad la certeza de que el praseodimio y el
neodimio sean cuerpos simples. Por el contrario, manifiestan también señales de
fraccionamiento. Ahora bien; si un supuesto elemento tratado convenientemente se
ve de este modo que comprende moléculas diferentes, tenemos seguramente
derecho a preguntar si no pueden obtenerse resultados semejantes con otros
elementos, quizás con todos, si son tratados del modo conveniente. Podemos
preguntar, igualmente, en dónde tiene que detenerse el procedimiento de
clasificación, procedimiento que, desde luego, presupone variaciones entre las

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moléculas individuales de cada especie. Y en estas separaciones sucesivas
encontramos, como es natural, cuerpos que se aproximan más y más unos a otros
(11).

El reproche dirigido a los antiguos, es una vez más infundado. En todo caso, no
puede hacerse semejante cargo a sus filósofos iniciados, puesto que ellos fueron los
que desde un principio inventaron alegorías y mitos religiosos. Si hubiesen ignorado
la heterogeneidad de los Elementos, no hubieran poseído personificaciones del
Fuego, del Aire, de la Tierra y del AEther; sus dioses y diosas cósmicos jamás
hubieran sido bendecidos con semejante posteridad, con tantos hijos e hijas,
elementos nacidos de y dentro de cada Elemento respectivo. La alquimia y los
fenómenos ocultos hubieran sido una ilusión y un engaño, aun en teoría, si los
antiguos hubiesen ignorado las potencialidades, las funciones correlativas y los
atributos de cada elemento componente del Aire, del Agua, de la Tierra, y aun del
Fuego; siendo este último, aun hoy día, una terra incognita para la ciencia moderna,
que se ve obligada a llamarlo movimiento, evolución de la luz y del calor, estado de
ignición, etc.; definiéndolo, en una palabra, por sus aspectos exteriores, en la
ignorancia de su naturaleza verdadera.

Pero lo que al parecer no logra percibir la ciencia moderna, es que diferenciados


como puedan haber sido aquellos simples átomos químicos -a los cuales la filosofía
arcaica llamó “los creadores de sus padres respectivos”, padres, hermanos, maridos
de sus madres; y a estas madres, las hijas de sus propios hijos como Aditi y Daksha,
por ejemplo-; diferenciados como estaban estos elementos en un principio, no eran,
sin embargo, como son ahora, los cuerpos compuestos que conoce la Ciencia. Ni el
Agua, ni el Aire, ni la Tierra (sinónimo para los sólidos en general) existían en su
forma presente, representando los tres estados de la materia que únicamente
reconoce la Ciencia; pues todos estos, hasta el mismo Fuego, son producciones ya
recombinadas por las atmósferas de globos completamente formados, de modo que
en los primeros períodos de la formación de la tierra, eran algo por completo sui
géneris. Ahora que las condiciones y leyes de nuestro Sistema Solar están
completamente desarrolladas, y que la atmósfera de nuestra tierra, lo mismo que las
de todos los demás globos, se han convertido, por decirlo así, en crisoles propios, la
Ciencia Oculta enseña que en el espacio tiene lugar un cambio perpetuo de
moléculas, o más bien de átomos, correlacionándolo y cambiando así sobre cada
planeta sus equivalentes de combinación. Algunos hombres de ciencia de entre los
físicos y químicos más eminentes, comienzan a sospechar este hecho, el cual es
conocido, épocas ha, por los ocultistas. El espectroscopio hace ver únicamente la

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probable semejanza (fundada en la evidencia externa) de la substancia terrestre y
de la sideral; es incapaz de pasar más allá, o de hacer ver si los átomos gravitan o no
uno hacia otro del mismo modo y en las mismas condiciones, en que se supone la
verifican física y químicamente en nuestro planeta. La escala de temperatura, desde
el grado más elevado hasta el más inferior que puedan concebirse, puede suponerse
que es la misma y una en el Universo entero; sin embargo, sus propiedades, fuera de
las de disociación y de reasociación, difieren en cada planeta; y así entran los átomos
en nuevas formas de existencia, no soñadas por la ciencia física, e incognoscibles
para ella. Como ya se ha dicho en Five Years of Theosophy, pág. 242, la esencia de la
materia cometaria, por ejemplo, “es por completo diferente de cualquiera de las
características que conocen los m|s grandes químicos y físicos de la tierra”. Y aun
esta materia, durante su rápido paso al través de nuestra atmósfera, experimenta
cierto cambio en su naturaleza.

Así, no sólo los elementos de nuestro planeta, sino hasta los de todos sus hermanos
en el Sistema Solar, difieren tanto unos de otros en sus combinaciones, como de los
elementos cósmicos de más allá de nuestros límites solares. Esto es nuevamente
corroborado por el mismo hombre de ciencia en el discurso ya citado, el que cita a
Clerk Maxwell, diciendo “que los elementos no son absolutamente homogéneos”.
Dice así:

Es difícil concebir la selección y la eliminación de variedades intermedias; porque,


¿adónde pueden haber ido estas moléculas eliminadas, si, como tenemos razones
para creer, el hidrógeno, etcétera, de las estrellas fijas, está compuesto de moléculas
idénticas en todos sus aspectos a las nuestras?... En primer lugar podemos poner en
tela de juicio esta identidad molecular absoluta, desde el momento en que hasta la
fecha no hemos tenido medio alguno para llegar a una conclusión, salvo los que nos
proporciona el espectroscopio; mientras que por otro lado se admite que, para
poder comparar y discernir con precisión los espectros de dos cuerpos, deben ser
examinados bajo idénticos estados de temperatura, de presión y todas las demás
condiciones físicas. Ciertamente, nosotros hemos visto en el espectro del sol, rayos
que no hemos podido identificar.

Por lo tanto, los elementos de nuestro planeta no pueden ser tomados como
modelo para servir de comparación con los de otros mundos. De hecho, cada mundo
posee su Fohat, que es omnipresente en su propia esfera de acción. Pero existen
tantos Fohats como mundos, cada uno de los cuales varía en poder y en grado de
manifestación. Los Fohats individuales constituyen un Fohat universal, Fohat

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colectivo (el aspecto-entidad de la única y absoluta No-Entidad, que es la absoluta
Seidad (Be-ness), Sat). “Millones y billones de mundos son producidos en cada
Manv|ntara”, se dice. Por lo tanto, debe de haber muchos Fohats, a quienes nosotros
consideramos como Fuerzas conscientes e inteligentes. Esto, sin duda, con disgusto
de las mentalidades científicas. Sin embargo, los ocultistas, que tienen buenas
razones para ello, consideran a todas las fuerzas de la Naturaleza como verdaderos
estados de la Materia, si bien suprasensibles; y como posibles objetos de percepción
para seres dotados de los sentidos adecuados.

Encerrado en el Seno de la Eterna Madre en su estado prístino y virginal, cada


átomo nacido más allá de los umbrales de su reino está condenado a diferenciación
incesante. “La Madre duerme, aunque siempre está respirando”. Y cada espiración
envía al plano de lo manifestado sus productos próteos, los cuales, arrebatados por
la ola del flujo, son esparcidos por Fohat y arrastrados hacia, o más allá, de esta o de
otra atmósfera planetaria. Una vez que esta última se ha apoderado del átomo, éste
está perdido; su prístina pureza ha desaparecido para siempre, a menos que el hado
lo disocie de aquélla, conduciéndolo a “una corriente del flujo” (término ocultista de
acepción completamente diferente de la ordinaria), pudiendo ser entonces
arrastrado nuevamente a la frontera donde había previamente sucumbido, y tomar
rumbo, no hacia el espacio de arriba, sino hacia el de dentro, siendo conducido a un
estado de equilibrio diferencial y felizmente reabsorbido. Si un ocultista-alquimista,
verdaderamente sabio, escribiese la “Vida y Aventuras de un Átomo”, se granjearía
con ello el supremo desprecio del químico moderno, aunque, quizás, también su
gratitud subsiguiente. En efecto, si semejante químico imaginario estuviera dotado
de intuición, y se saliese por un momento del círculo habitual de la “ciencia
estrictamente exacta”, como lo hacían los antiguos alquimistas, podría encontrar un
premio a su audacia. Sea como fuere, “El Aliento del Padre-Madre sale frío y radiante,
y se calienta y corrompe, para enfriarse de nuevo y ser purificado en el eterno seno del
Espacio interno” dice el Comentario. El Hombre absorbe aire puro y fresco en la
cumbre de la montaña, y lo expele impuro, caliente y transformado. Así, en cada
globo, siendo la atmósfera más elevada, su boca, y la inferior, los pulmones, el
hombre de nuestro planeta respira únicamente el desecho de la “Madre”; y por lo
tanto, “est| condenado a morir en él”. El que pudiese alotropizar el oxígeno
perezoso en ozono de cierto grado de actividad alquímica, reduciéndolo a su esencia
pura (para lo cual hay medios), descubriría con ello el substituto del “Elixir de Vida”,
y podría prepararlo para usos prácticos.

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(b) El proceso mencionado respecto de “las Pequeñas Ruedas, la una dando
nacimiento a la otra”, tiene lugar en la sexta región contando desde arriba, y en el
plano del mundo más material de todos en el Kosmos manifestado, nuestro planeta
terrestre. Estas “Siete Ruedas” son nuestra Cadena Planetaria. Por “Ruedas” se
indica generalmente las varias esferas y centros de fuerza; pero en este caso se
refieren a nuestro Anillo septenario.

4. ÉL LAS CONSTRUYE A SEMEJANZA DE RUEDAS MÁS ANTIGUAS (12),


COLOCÁNDO-

LAS EN LOS CENTROS IMPERECEDEROS (a).

¿CÓMO LAS CONSTRUYE FOHAT? ÉL REÚNE EL ÍGNEO POLVO. HACE ESFERAS DE

FUEGO, CORRE AL TRAVÉS DE ELLAS Y A SU ALREDEDOR, INFUNDIÉNDOLES VIDA;

Y DESPUÉS LAS PONE EN MOVIMIENTO: A LAS UNAS EN ESTA DIRECCIÓN, A LAS

OTRAS EN AQUÉLLA. ESTÁN FRÍAS, Y ÉL LAS CALDEA. ESTÁN SECAS, Y ÉL LAS

HUMEDECE. BRILLAN, Y ÉL LAS AVENTA Y LAS REFRESCA (b). ASÍ PROCEDE


FOHAT

DEL UNO AL OTRO CREPÚSCULO, DURANTE SIETE ETERNIDADES (13).

(a) Los Mundos son construidos “a semejanza de Ruedas m|s antiguas”, o sea de
los que existieron en Manvántaras precedentes y entraron en Pralaya; pues la Ley
que preside al nacimaiento, desarrollo y decadencia de cada una de las cosas que
existen en el Kosmos, desde el Sol hasta la luciérnaga en el césped, es una. Hay una
obra perpetua de perfección en cada una de las apariciones nuevas; pero la
Substancia-Materia y las Fuerzas son todas una y la misma. Y esta Ley obra en cada
planeta por medio de leyes variables y de menor importancia.

Los “Centros (Laya) Imperecederos” tienen una gran importancia, y ha de


comprenderse completamente su significación, si queremos poseer concepto claro
de la cosmogonía arcaica, cuyas teorías han pasado ahora al Ocultismo. En la
actualidad, una cosa puede afirmarse. Los mundos no son construidos, ni encima, ni

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sobre, ni en Centros Laya; pues el punto cero es una condición y no un punto
matemático.

(b) Téngase presente que Fohat, la Fuerza constructora de la Electricidad Cósmica,


se dice metafóricamente que brotó, como Rudra de la cabeza de Brahmâ, “del
Cerebro del Padre y del Seno de la Madre”, y que después se metamorfoseó en un
macho y una hembra, esto es, se polarizó en electricidad positiva y negativa. Él tiene
Siete Hijos, que son sus Hermanos. Fohat se ve obligado a nacer una y otra vez,
siempre que dos cualesquiera de sus “Hijos-Hermanos” se permiten ponerse en
contacto demasiado estrecho, ya se trate de abrazo o de lucha. Para evitar esto, une y
ata juntos a aquellos de naturaleza distinta, y separa a los de temperamentos
similares. Esto se refiere, por supuesto, como puede ver cualquiera, a la electricidad
generada por fricción, y a la ley de atracción entre dos objetos de polaridad
contraria y de repulsión entre los de polaridad an|loga. Los Siete “Hijos-Hermanos”,
sin embargo, representan y personifican las siete formas de magnetismo cósmico,
llamadas en el Ocultismo práctico los “Siete Radicales”, cuya producción cooperativa
y activa es, entre otras energías, la Electricidad, el Magnetismo, el Sonido, la Luz, la
Cohesión, etc. La Ciencia Oculta define a todas las anteriores como efectos
suprasensibles en su manera de conducirse oculta, y como fenómenos objetivos en
el mundo de los sentidos; los primeros requiriendo facultades anormales para
percibirlos; los últimos cognoscibles por nuestros sentidos físicos ordinarios. Todos
ellos pertenecen y son emanaciones de cualidades espirituales todavía más
suprasensibles, no personificadas, pero perteneciendo a Causas reales y conscientes.
Intentar una descripción de semejantes Entidades, sería más que inútil. Debe el
lector tener presente que, según nuestras enseñanzas, que consideran a este
Universo fenomenal como una gran Ilusión, cuanto más próximo se halla un cuerpo
a la Substancia Desconocida, tanto más se aproxima a la Realidad, por encontrarse
más separado de este mundo de Mâyâ. Por lo tanto, aunque la constitución
molecular de estos cuerpos no es deducible de sus manifestaciones en este plano de
conciencia, sin embargo, poseen ellos, desde el punto de vista del adepto ocultista,
una estructura claramente objetiva ya que no material, en el Universo relativamente
noumenal, opuesto al fenomenal o externo. Pueden los hombres de ciencia si
quieren, llamarles fuerza o fuerzas generadas por la materia, o “modos de
movimiento” de la misma; el Ocultismo ve en estos efectos “Elementales” (fuerzas),
y en las causas directas que los producen, Obreros Divinos e inteligentes. La
conexión íntima de estos Elementales, guiados por la infalible mano de los Regentes
-su correlación podríamos decir- con los elementos de la Materia pura, se manifiesta
en nuestros fenómenos terrestres, tales como la luz, el calor, el magnetismo, etc. Por

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supuesto, que jamás estaremos nosotros de acuerdo con los substancialistas
americanos (14), que llaman a todas las fuerzas y energías, ya sean luz, calor,
electricidad o cohesión, una “entidad”; porque esto equivaldría a llamar al ruido
producido por las ruedas de un vehículo una entidad -confundiendo e identificando
así aquel “ruido” con el “conductor que est| fuera, y con el Dueño, la “Inteligencia
Directora”, dentro del vehículo-. Pero nosotros damos ciertamente aquel nombre a
los “conductores” y a las “Inteligencias directoras”, los Dhy}n Chohans regentes,
como ya se ha mostrado. Los Elementales, las Fuerzas de la Naturaleza, son las
causas secundarias que operan invisibles, o más bien imperceptibles, y que son a su
vez los efectos de causas primarias, tras el Velo de todos los fenómenos terrestres.
La electricidad, la luz, el calor, etc., han sido con razón llamados los “Espectros o
Sombras de la Materia en Movimiento”, o sea los estados suprasensibles de la
materia, cuyos efectos únicamente podemos percibir. Para ampliar el concepto,
volvamos a la comparación anterior. La sensación de la luz es, como el sonido de las
ruedas en movimiento, un efecto puramente fenomenal y sin realidad alguna fuera
del observador. La próxima causa excitante de la sensación es comparable al
conductor -un estado suprasensible de la materia en movimiento, una fuerza de la
Naturaleza o Elemental-. Pero, detrás de éste -del mismo modo que el dueño del
carruaje dirige desde el interior al conductor- se halla la causa más elevada y
noumenal: la Inteligencia de cuya esencia irradian estos Estados de la “Madre”,
generando los innumerables millares de millones de Elementales o Espíritus
psíquicos de la Naturaleza, de la misma manera que cada gota de agua genera sus
infusorios físicos infinitesimales. Fohat es quien guía la transferencia de los
principios de un planeta a otro, de un astro a otro astro-niño. Cuando un planeta
muere, sus principios esenciales son transferidos a un centro laya o de reposo, con
energía potencial, pero latente, el cual es así despertado a la vida y comienza a
convertirse en un nuevo cuerpo sideral.
Es verdaderamente notable que los físicos, a pesar de que confiesan honradamente
su completa ignorancia respecto de la naturaleza verdadera de la misma materia
terrestre (la substancia primordial siendo considerada más como un sueño que
como una realidad), se constituyan, sin embargo, en jueces respecto de aquella
materia, y pretendan saber lo que es capaz o no de hacer, en sus combinaciones
varias. Los sabios conocen de la materia apenas su epidermis, y sin embargo
dogmatizan. ¡Es un “modo de movimiento” y nada m|s! Pero la “fuerza” que es
inherente en el soplo de una persona, cuando soplando quita una partícula de polvo
de encima de una mesa, es también innegablemente “un modo de movimiento”; y es
igualmente innegable, que no es una cualidad de la materia o de las partículas de
aquel polvo, sino que emana de la Entidad viviente y pensante que ha soplado, sea

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que el impulso se haya originado consciente o inconscientemente. En verdad,
atribuir a la materia acerca de la cual nada se conoce, una cualidad inherente
llamada Fuerza, acerca de cuya naturaleza todavía se sabe menos, es crear una
dificultad mucho más seria que la que existe en aceptar la intervención de nuestros
“Espíritus de la Naturaleza” en todos los fenómenos naturales.

Los ocultistas -quienes al expresarse correctamente no dicen que la materia sea


indestructible y eterna, sino tan sólo la substancia o esencia de la materia (esto es, la
Raíz de todo, Mûlaprakriti)- aseguran que todas las llamadas Fuerzas de la
Naturaleza: la electricidad, el magnetismo, la luz, el calor, etc. lejos de ser modos de
movimiento de partículas materiales, son in esse, esto es, en su constitución final, los
aspectos diferenciados de aquel Movimiento Universal que se discute y explica en
las primeras páginas de este volumen. Cuando se dice que Fohat produce Siete
Centros Laya, ello significa que para propósitos formativos o creadores, la Gran Ley
(pueden los teístas llamarla Dios) detiene o más bien modifica su movimiento
perpetuo en siete puntos invisibles dentro del área del Universo Manifestado. “El
gran aliento hace en el Espacio siete agujeros en Laya, para hacerles girar durante el
Manvántara” -dice el Catecismo Oculto-. Ya hemos dicho que Laya es lo que la
Ciencia, puede llamar el punto-cero o línea; el reino de lo negativo absoluto o la
única Fuerza absoluta verdadera, el nóumeno del Séptimo Estado de lo que
ignorantemente llamamos y reconocemos como “Fuerza”; o el nóumeno de la
Substancia Cósmica No-diferenciada, la cual es, en sí misma, un objeto inalcanzable e
incognoscible para la percepción finita; la raíz y base de todos los estados de
objetividad y también de subjetividad; el eje neutral, no uno de los muchos aspectos,
sino su centro. Inténtese imaginar un centro neutral, el sueño de los que andan tras
del movimiento perpetuo, y podrá tenerse una idea para dilucidar el significado. Un
“centro neutral” es, en un aspecto, el punto límite de cualquier clase dada de
sentidos. Así pues, imaginemos dos planos consecutivos de materia;
correspondiendo cada uno de ellos a una clase apropiada de órganos de percepción.
Nos vemos obligados a admitir que entre estos dos planos de materia, tiene lugar
una circulación incesante; y si seguimos a los átomos y moléculas, supongamos, del
inferior en sus transformaciones hacia arriba, llegarán éstas a un punto, pasado el
cual, se pondrán por completo fuera del alcance del orden de facultades de que
hacemos uso en el plano inferior. De hecho, para nosotros la materia del plano
inferior se desvanece allí para nuestra percepción; o más bien pasa al plano
superior, y el estado de materia correspondiente a un punto tal de transición, debe
ciertamente poseer propiedades especiales, no fáciles de descubrir. Siete de estos

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“Centros Neutrales” (15) son, pues, producidos por Fohat, el cual, cuando, como dice
Milton:

Perfectos cimientos (son) establecidos para sobre ellos construir....

estimula a la materia a la actividad y a la evolución.

El Átomo Primordial (Anu) no puede ser multiplicado ni en su estado pregenético,


ni el primogenético; por lo tanto, es llamado la “Suma Total” en sentido figurado, por
supuesto, pues aquella “Suma Total” carece de límites. Lo que para el físico es el
abismo de la nada, pues sólo conoce el mundo de causas de efectos visibles, es el
Espacio sin límites del Plenum Divino para el ocultista. entre muchas otras
objeciones en contrra de la doctrrina de la evolución e involución perpetuas, o re-
absorción del Kosmos, proceso que según la Doctrina brahmánica y esotérica carece
de principio y de fin, se le dice al ocultista que no puede ser, puesto que, “según todo
cuanto admite la moderna filosofía científica, es una necesidad en la Naturaleza el
agotarse”. Si la tendencia de la Naturaleza a “agotarse”, debe ser considerada como
una objeción de tanta fuerza en contra de la cosmogonía oculta, ¿cómo -podemos
preguntar nosotros- se explican vuestros positivistas, librepensadores y sabios, la
falange de sistemas siderales en actividad en torno nuestro? Han tenido la eternidad
para “agotarse”; ¿por qué, pues, no es el Kosmos una enorme masa inerte? Hasta la
luna se cree sólo, hipotéticamente, que es un planeta muerto, “agotado”, y la
astronomía parece desconocer muchos planetas muertos de este género (16). La
pregunta no tiene contestación. Pero aparte de esto, ha de hacerse observar que la
idea del agotamiento de la “energía transformable”, en nuestro pequeño sistema,
está fundada única y exclusivamente en el engañoso concepto de “un sol
incandescente al rojo blanco”, irradiando perpetuamente su calor en el espacio, sin
recibir compensación. A esto contestamos que la Naturaleza decae y desaparece del
plano objetivo, tan sólo para volver a surgir después de un período de reposo de lo
subjetivo y reascender una vez más. Nuestro Kosmos y nuestra Naturaleza, se
agotarán únicamente para reaparecer sobre un plano más perfecto después de cada
Pralaya. La Materia de los filósofos orientales, no es la “materia”. Y sobre todo, ¿qué
es nuestra filosofía científica, más que lo tan precisa y cortésmente definido por
Kant, como “la ciencia de los límites de nuestro conocimiento”? ¿A qué han
conducido las muchas tentativas verificadas por la Ciencia, para enlazar, unir y
definir todos los fenómenos de la vida orgánica, por medio de meras
manifestaciones físicas y químicas? A simples especulaciones en general; a meras
burbujas de jabón que desaparecen una tras otra antes de que a los hombres de

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ciencia les sea permitido descubrir hechos reales. Todo esto se hubiera evitado, y el
progreso del saber hubiera procedido a pasos agigantados, sólo con que la Ciencia y
su filosofía se hubiesen abstenido de aceptar hipótesis fundadas en el mero
conocimiento limitado y exclusivo de su “materia”. El ejemplo de Urano y de
Neptuno, cuyos satélites, cuatro y uno, respectivamente, giraban, según se creía, en
sus órbitas de Oriente a Occidente, mientras que todos los demás satélites giran de
Occidente a Oriente, es una buena muestra de la poca confianza que deben inspirar
todas las especulaciones a priori, aun cuando se hallen basadas en el análisis
matemático más exacto. La famosa hipótesis de la formación de nuestro Sistema
Solar salido de los anillos de la nebulosa, presentada por Kant y Laplace, se hallaba
fundada principalmente en el supuesto de que todos los planetas giraban en la
misma dirección. En este hecho, matemáticamente demostrado en tiempos de
Laplace, es en lo que el gran astrónomo, calculando según la teoría de
probabilidades, se apoyó para apostar tres millones contra uno, a que el próximo
planeta que se descubriese presentaría en su sistema la misma peculiaridad de
movimiento hacia el Este. Las leyes inmutables de las matemáticas científicas
“fueron vencidas por los experimentos y observaciones posteriores”. Esta idea del
error de Laplace prevalece en general hasta hoy día; pero algunos astrónomos han
logrado finalmente demostrar (?) que el error ha consistido en tomar la afirmación
de Laplace por una equivocación; y en la actualidad se están dando pasos para
corregir la bévue, sin llamar la atención general. Muchas sorpresas desagradables de
este género se hallan en reserva para las hipótesis, aun de un carácter puramente
físico. ¿Cuántas desilusiones más pueden, pues, existir respecto de cuestiones
relativas a una naturaleza oculta y trascendental? Sea como quiera, el Ocultismo
enseña que la llamada “rotación contraria” es un hecho.
Si ninguna inteligencia del plano físico es capaz de contar los granos de arena que
cubren unas pocas millas de playa, ni de penetrar la naturaleza íntima y la esencia
de aquellos granos, palpables y visibles en la palma de la mano del naturalista,
¿cómo puede materialista alguno limitar las leyes que rigen los cambios en las
condiciones y existencia de los átomos en el Caos Primordial, o conocer con certeza
nada de lo referente a las capacidades y potencia de los átomos y moléculas, antes y
después de su ordenación en mundos? Estas moléculas inmutables y eternas
(mucho más innumerables en el espacio que los granos de arena a orillas del mar)
pueden diferir en su constitución en los límites de sus planos de existencia, como la
substancia del alma difiere de su vehículo, el cuerpo. Se nos enseña que cada átomo
posee siete planos de ser o de existencia; y cada plano está regido por sus leyes
específicas de evolución y de absorción. Como los astrónomos, geólogos y físicos
permanecen en la ignorancia de toda clase de datos cronológicos, ni tan siquiera

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aproximados, de que puedan partir para intentar decidir la edad de nuestro planeta
o el origen del sistema solar, se apartan cada vez más, con cada nueva hipótesis, de
las fronteras de la realidad, para caer en los abismos sin fondo de la ontología
especulativa (17). La Ley de Analogía, en el plan de estructura entre los sistemas
trans-solares y los planetas solares, no se apoya necesariamente en las condiciones
finitas a que los cuerpos físicos se hallan sujetos en este nuestro plano de existencia.
En la Ciencia Oculta esta ley de Analogía es la clave primera y más importante para
la física cósmica; pero tiene que ser estudiada en sus detalles más minuciosos, y
“tiene que d|rsele siete vueltas” antes que pueda ser comprendida. La Filosofía
Oculta es la única ciencia que puede enseñarla. ¿Cómo, pues, puede nadie decir que
es o no cierta la proposición del ocultista, de que “el Kosmos es eterno en su
colectividad incondicionada, y finito tan sólo en sus manifestaciones condicionadas”,
fundándose en la proposición física unilateral de que “para la Naturaleza es una
necesidad el agotarse”? (18).

UNA DIGRESIÓN

Con esta Sloka termina la parte de las Estancias que se refiere a la Cosmogonía del
Universo después del último Mahâpralaya o Disolución Universal, que, cuando llega,
arrebata del Espacio todas las cosas diferenciadas, tanto Dioses como átomos, a
manera de otras tantas hojas secas. Desde este versículo en adelante, las Estancias
se hallan relacionadas tan sólo con nuestro Sistema Solar en general, con las
Cadenas Planetarias del mismo como consecuencia, y especialmente con la historia
de nuestro Globo (el Cuarto y su Cadena). Todos los versículos que siguen en este
volumen, se refieren únicamente a la evolución de nuestra Tierra, y en ella. Con
respecto a esta última, se afirma un principio extraño -extraño, por supuesto, tan
sólo desde el punto de vista científico moderno- que debemos dar a conocer.

Pero antes de presentar al lector teorías nuevas y algún tanto alarmantes, éstas
tienen que ser precedidas de algunas palabras de explicación. Esto es en absoluto
necesario, puesto que estas teorías no sólo chocan con la ciencia moderna, sino que
contradicen además, en ciertos puntos, algunas afirmaciones anteriores hechas por
otros teósofos, que pretenden fundar sus explicaciones y exposiciones de estas
enseñanzas en la misma autoridad que nosotros (19).

Esto puede dar origen a la idea de que existe una contradicción decidida entre los
expositores de la misma doctrina; mientras que la diferencia procede, en realidad,
de lo incompleto de los informes que se dieron a los escritores anteriores, quienes

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dedujeron, por este motivo, algunas conclusiones erróneas, y se permitieron
especulaciones prematuras, al tratar de presentar al público un sistema completo.
Así es que el lector ya iniciado en Teosofía no debe sorprenderse si encuentra en
estas páginas la rectificación de ciertas afirmaciones hechas en varias obras
teosóficas, y también la explicación de ciertos puntos aún obscuros, puesto que se
les dejó necesariamente incompletos. Muchas son las cuestiones que no ha tocado
siquiera el autor del Esoteric Buddhism, con ser esta obra la mejor y la más esmerada
de todas las de su clase. Por otra parte, hasta él mismo ha introducido varias
nociones erróneas que han de presentarse ahora en su verdadera luz mística, hasta
el punto en que quien estas líneas escribe sea capaz de verificarlo.

Hagamos, pues, una breve interrupción entre las Slokas justamente explicadas y
las que seguirán después; pues los períodos cósmicos que las separan son de una
duración inmensa. esto nos dará tiempo suficiente para echar una ojeada sobre
algunos puntos pertenecientes a la Doctrina Secreta, que han sido presentados al
público bajo una luz más o menos dudosa y algunas veces errónea.

ALGUNOS CONCEPTOS PRIMITIVOS ERRÓNEOS REFERENTES

A LOS PLANETAS, A LAS RONDAS Y AL HOMBRE

Entre las once Estancias omitidas, existe una que hace la descripción completa de
la formación sucesiva de las Cadenas Planetarias, después de haber comenzado la
primera diferenciación cósmica y atómica en el Acosmismo primitivo. Inútil es
hablar de “leyes que aparecen cuando la Deidad se prepara para crear”; pues las
“leyes”, o m|s bien la Ley, es eterna e increada; y adem|s, la Deidad es la Ley, y
viceversa. Por otra parte, la eterna Ley una desenvuelve todas las cosas en la
Naturaleza que ha de manifestarse, con arreglo a un principio séptuple; y entre
otras, las innumerables Cadenas circulares de Mundos, compuestas de siete Globos
graduados en los cuatro planos inferiores del Mundo de Formación, perteneciendo
los otros tres al Universo Arquetipo. De estos siete Globos, tan sólo uno, el inferior y
el más material de todos, se halla dentro de nuestro plano o al alcance de nuestros
medios de percepción, permaneciendo los otros seis fuera del mismo y siendo por lo
tanto invisibles al ojo terrestre. Cada una de tales Cadenas de Mundos es el producto
y la creación de otra, inferior, y muerta: es su reencarnación, por decirlo así. Para
aclararlo más: se nos enseña que cada planeta -de los cuales siete únicamente eran
llamados sagrados, por estar regidos por los Dioses o Regentes más elevados, y no
porque los antiguos no supiesen nada de los demás (20)-, ya sea conocido o

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desconocido, es septenario, como también lo es la Cadena a que la Tierra pertenece.
Por ejemplo, todos los planetas tales como Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno,
etc., nuestra Tierra, son tan visibles para nosotros, como lo es probablemente
nuestro Globo a los habitantes, si los hay, de los demás planetas, puesto que se
encuentran todos en el mismo plano; mientras que los globos superiores y
compañeros de estos planetas están en otros planos por completo fuera del de
nuestros sentidos terrestres. Como su posición relativa se representa más adelante,
así como también en el diagrama añadido a los Comentarios sobre la Sloka 6 de la
Estancia VI, algunas palabras de explicación es todo cuanto se necesita por ahora.
Estos compañeros invisibles corresponden de modo singular a lo que nosotros
llamamos los “principios” del Hombre. Los siete están en tres planos materiales y
uno espiritual, respondiendo a los tres Upâdhis (bases materiales) y un vehículo
espiritual (Vâhana), de nuestros siete Principios en la división humana. Si, con
objeto de lograr un concepto más claro, imaginamos a los principios humanos
dispuestos con arreglo al plan que sigue, obtendremos el diagrama de
correspondencias siguiente:

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DIAGRAMA I

Como procedemos aquí de Universales a Particulares, en lugar de emplear el


método inductivo o de Aristóteles, los números están invertidos. El Espíritu se
enumera el primero en lugar del séptimo, como usualmente se hace, aunque, en
realidad, no debiera hacerse.

Los Principios, según se les llama generalmente en arreglo al Esoteric Buddhism y


otras obras, son: 1, Âtmâ; 2, Buddhi (Alma Espiritual); 3, Manas (Alma Humana); 4,
Kâma Rûpa (Vehículo de los Deseos y Pasiones); 5, Prâna; 6, Linga Sharira; 7, Sthûla
Sharira.

Las líneas negras horizontales de los globos inferiores son los Upâdhis en el caso
de los Principios humanos, y los planos en el caso de la Cadena Planetaria. Por
supuesto, en lo referente a los Principios humanos, el diagrama no los coloca por
completo en orden; aunque hace ver la correspondencia y la analogía hacia la cual se
llama ahora la atención. Como verá el lector, se trata del descenso del espíritu en la
materia, el ajuste (tanto en el sentido místico como en el físico) de los dos, y su
entremezcla para la venidera gran “lucha por la existencia”, que aguarda a ambas
Entidades. Se pensará, quiz|s, que “Entidad” es un término extraño para emplearlo
con referencia a un Globo; pero los antiguos filósofos, que veían en la Tierra un
enorme “animal”, eran m|s sabios en su generación que en la actual nuestros

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modernos geólogos; y Plinio, que llamanba a la Tierra nuestra buena nodriza y
madre, y el único elemento que no es enemigo del hombre, hablaba con más verdad
que Watts, que imaginaba ver en ella el escabel de Dios. Pues la Tierra no es más que
el escabel del hombre en su ascenso a regiones más elevadas, el vestíbulo

... de gloriosas mansiones,

donde se agita siempre multitud compacta.

Pero esto tan sólo muestra cuán admirablemente relaciona la Filosofía Oculta cada
una de las cosas de la Naturaleza, y cuánto más lógicos son sus principios que las
especulaciones hipotéticas y sin vida de la ciencia física.

Habiendo aprendido todo esto, el místico se encontrará mejor preparado para


comprender la enseñanza oculta, si bien los que estudian la ciencia moderna pueden
(y probablemente lo harán) considerarla absurda y sin sentido. El ocultista, sin
embargo, sostiene que la teoría ahora discutida es mucho más filosófica y probable
que cualquiera otra. Es más lógica, de todos modos, que la recientemente
promulgada, según la cual la Luna es la proyección de una parte de nuestra Tierra,
expelida cuando esta última era tan sólo un globo en fusión, una masa plástica
fundida.

El autor de Modern Science and Modern Thought, Mr. Samuel Laing, dice:

Las conclusiones astronómicas son teorías fundadas en datos tan inciertos, que
mientras en algunos casos dan resultado de una brevedad increíble, como el de 15
millones de años para todo el pasado proceso de formación del sistema solar, en
otros dan resultados de una extensión de tiempo casi increíble, como el suponer que
la Luna fue lanzada desde la Tierra, cuando ésta giraba en tres horas, mientras que el
máximo retraso observado exigiría 600 millones de años para hacerla girar en
veintitrés horas, en lugar de veinticuatro (21).

Y si los físicos persisten en tales especulaciones, ¿por qué han de reírse de la


cronología de los indos, tachándola de exagerada?

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Se dice, además, que las Cadenas Planetarias tienen sus Días y sus Noches, o sea
períodos de actividad o vida, y de inercia o muerte; y se conducen en los cielos como
los hombres en la tierra; engendran a sus semejantes, envejecen y quedan
personalmente extinguidas, viviendo tan sólo en su prole sus principios espirituales,
a manera de supervivencia propia.

Sin intentar la dificilísima tarea de explicar todo el proceso con todos sus cósmicos
detalles, puede decirse lo suficiente para dar una idea aproximada de él. Cuando una
Cadena Planetaria se encuentra en su última Ronda, su Globo A antes de morir por
completo, envía toda su energía y principios a un centro neutral de fuerza latente,
un centro laya, dando con ello vida a un nuevo núcleo de substancia o materia no
diferenciada; esto es, lo despierta a la actividad o le da vida. Supongamos que una
evolución semejante haya tenido lugar en la Cadena Lunar Planetaria; supongamos
además, en gracia del argumento, que la Luna es mucho más vieja que la Tierra
(aunque la teoría de Mr. Darwin, citada antes, ha sido últimamente echada abajo, y a
pesar de que el hecho no ha sido todavía determinado por el cálculo matemático).
Imaginemos que evos antes de desenvolverse el primer Globo de los siete nuestros,
permanecían los seis Globos compañeros de la Luna, justamente en la misma
posición con relación unos a otros que la que ocupan en la actualidad los Globos de
nuestra cadena con respecto a nuestra Tierra (22). Y ahora será fácil imaginar al
Globo extremo A de la Cadena Lunar dando vida al Globo A de la Cadena Terrestre, y
muriendo; luego al Globo B de la primera transmitiendo su energía al globo B de la
nueva Cadena; después al Globo C de la Cadena Lunar, creando su producción, la
esfera C de la Cadena Terrestre; luego a la Luna (nuestro Satélite) lanzando toda su
vida, energía y poderes al globo más inferior de nuestro anillo planetario, al globo D,
nuestra Tierra; y habiéndolos transferido a un nuevo centro, se convierte
virtualmente en un planeta muerto, en el cual la rotación ha casi cesado desde el
nacimiento de nuestro Globo. Es innegable que la Luna es el satélite de la Tierra;
pero esto no invalida la teoría de que ha dado todo a ésta menos su cadáver. Para
que la teoría de Darwin se mantenga en pie, excepto la hipótesis justamente
destruida, han tenido que ser inventadas otras especulaciones todavía más
incongruentes. De la Luna se dice que se ha enfriado cerca de seis veces más
r|pidamente que la Tierra (23). “Si han pasado desde la consolidación de la tierra
catorce millones de años, la Luna tiene tan sólo once millones y dos tercios de años
desde aquel estado...”, etc. Y si nuestra Luna es sólo una salpicadura de nuestra
Tierra, ¿por qué no puede establecerse una consecuencia semejante para las Lunas
de otros planetas? Los astrónomos dicen, “no lo sabemos”. ¿Por qué no tienen
satélites Venus ni Mercurio, y, cuando existen, qué es lo que los formó? Los

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astrónomos no lo saben porque, decimos nosotros, la Ciencia tiene tan sólo una
clave (la clave de la materia) para abrir los misterios de la Naturaleza, mientras que
la Filosofía Oculta posee siete claves, y explica lo que la Ciencia no logra ver.
Mercurio y Venus no tienen satélites, pero sí “padres”, precisamente como los tiene
la Tierra. Ambos son mucho más antiguos que la Tierra, y antes de que ésta llegue a
su Séptima Ronda, su madre, la Luna, se habrá disuelto en aire sutil, como sucederá
o no, según el caso, con las “Lunas” de los dem|s planetas, puesto que existen
planetas que poseen en varias lunas; misterio que aún no ha resuelto ningún Edipo
de la Astronomía.

La Luna es ahora el frío residuo, la sombra, arrastrada tras el nuevo cuerpo adonde
han pasado, por transfusión, sus poderes y principios de vida. Se halla ahora
condenada a estar persiguiendo a la Tierra durante largas edades; a ser atraída por
ella y a atraer a su vez a su hija. Constantemente vampirizada por su hija, se venga
penetrándola por todas partes con la influencia maligna, invisible y emponzoñada,
que emana del lado oculto de su naturaleza. Pues es un cuerpo muerto, y sin
embargo, vive. Las partículas de su cuerpo corrupto hállanse llenas de vida activa y
destructora, a pesar de que el cuerpo antes animado por ellas, carece de alma y de
vida. Por lo tanto, sus emanaciones son al mismo tiempo benéficas y maléficas;
encontrando esta circunstancia su paralelo en la tierra, en el hecho de que en
ninguna parte las hierbas y las plantas en general tienen tanto jugo ni medran tanto
como en las sepulturas; siendo al mismo tiempo perniciosas sus emanaciones
cadavéricas de cementerio, las cuales pueden matar. Lo mismo que los vampiros, la
Luna es amiga de los brujos y enemiga del incauto. Desde las épocas arcaicas y los
últimos tiempos de las hechiceras de Tesalia, hasta algunos de los actuales tántrikas
de Bengala, su naturaleza y propiedades han sido conocidas por todos los ocultistas;
pero han permanecido como libro cerrado para los físicos.

Tal es la Luna considerada desde los puntos de vista astronómico, geológico y


físico. En cuanto a su naturaleza metafísica y psíquica, debe continuar siendo un
secreto oculto en esta obra como lo fue en el volumen llamado Esoteric Buddhism, no
obstante la confiada afirmación que allí se hace de que “ahora no existe ya mucho
misterio respecto al enigma de la octava esfera” (24). A la verdad, son cuestiones
éstas “acerca de las cuales los Adeptos se muestran muy reservados en sus
comunicaciones a discípulos no iniciados”; y puesto que por otro lado nunca han
sancionado o permitido la publicación de ninguna clase de especulaciones sobre
ellas, cuanto menos se diga, tanto mejor.

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Sin embargo, sin entrar en el terreno prohibido de la “octava esfera”, puede ser útil
citar algunos hechos más respecto a las ex mónadas de la Cadena Lunar (los
“Antecesores Lunares”), pues desempeñan un papel importante en la
Antropogénesis, que viene después. Esto nos lleva directamente a la constitución
septenaria del hombre; y como últimamente la cuestión de cuál es la mejor
clasificación que debe adoptarse para la división de la entidad microcósmica, ha
originado alguna discusión, se han añadido dos sistemas, con objeto de que la
comparación sea más fácil. El corto artículo que viene a continuación procede de la
pluma de Mr. T. Subba Row, sabio vedantino. Él prefiere la división brahmánica del
Râja Yoga, y mirando las cosas desde un punto de vista metafísico, tiene razón por
completo. Pero como es asunto de simple elección y conveniencia, adoptamos en
esta obra la clasificación transhimal|yica, sancionada por el tiempo, de la “Escuela
Esotérica Arhat”. La siguiente tabla y su texto explicativo han sido copiados de The
Theosophist de Madrás, y también figuran en Five Years of Theosophy (25).

DIVISIÓN SEPTENARIA EN DIFERENTES SISTEMAS INDOS

A continuacón damos en forma tabular las clasificaciones de los principios del


hombre, adoptadas por los instructores Buddhistas y Vedantinos.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
---------------

BUDDHISMO ESOTÉRICO VEDANTINA TÂRAKA RÂJA YOGA

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
---------------

1. Sthûla Sharira Annamayakosha (29)

---------------------------------------------------------------------------------- } Sthûlopâdhi (30)

2. Prâna (26)

---------------------------------------- } Prânamayakosha

3. El Vehículo de Prâna (27)

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---------------

4. Kâma Rûpa

---------------------------------------- } Mânomayakosha } Sûkshmopâdhi

a) Voliciones y

sentimientos, etc.

5. Mente { ----------------------------------------------------------------

b) Vijnânam Vijnânamayakosha

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------

6. Alma espiritual (28) Ânandamayakosha Kâranopâdhi

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------

7. Âtmâ Âtmâ Âtmâ

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------

En la tabla anterior se verá que el tercer principio en la clasificación buddhista no


se menciona separadamente en la división vedantina pues es meramente el vehículo
de Prâna. Se verá también que el cuarto principio está incluido en el tercer Kosha
(Envoltura), pues el mismo principio es tan sólo el vehículo del poder volitivo, que
no es sino una energía mental. Debe también observarse que el Vijnânamayakosha
es considerado como distinto del Mânomayakosha; pues después de la muerte tiene
lugar una división entre la porción inferior de la mente, que posee mayor afinidad
con el cuarto principio que con el sexto, y su porción superior, la cual se une a este
último, y es, de hecho, la base para la individualidad espiritual más elevada en el
hombre.

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También podemos indicar aquí a nuestros lectores que la clasificación mencionada
en la última columna es la mejor y la más sencilla en todas las cuestiones prácticas
relacionadas con el Râja Yoga. Aunque existen siete principios en el hombre, son tan
sólo tres los Upâdhis (bases) distintos, en cada uno de los cuales, su Âtmâ puede
operar independientemente del resto. Estos tres Upâdhis pueden ser separados por
un Adepto, sin peligro de matarse; pero no puede separar los siete principios sin
destruir su constitución.

El lector se encontrará ahora mejor preparado para ver que entre los tres Upâdhis
del Râja Yoga y su Âtmâ y nuestros tres Upâdhis Âtmâ, y las tres divisiones
adicionales, no existe en realidad más que una pequeñísima diferencia. Además,
como todo Adepto en la India, de un lado u otro de los Himalayas, de las escuelas de
Patanjali, de Âryâsanga o de la Mahâyâna, tiene que convertirse en un Râja Yogi,
debe, por tanto, aceptar la clasificación Târaka Râja en principio y en teoría,
cualquiera que sea aquella a que recurra para propósitos prácticos y ocultos. Así es
que importa muy poco que se hable de los tres Upâdhis con sus tres aspectos y
Âtm}, la síntesis eterna e inmortal, o que se les llame los “Siete Principios”.

En beneficio de aquellos que pueden no haber leído, o si lo han hecho pueden no


haber comprendido claramente, en los escritos teosóficos, la doctrina referente a las
Cadenas septenarias de Mundos en el Kosmos Solar, exponemos las enseñanzaas,
que en resumen son las siguientes:

1ª Todas las cosas, tanto en el Universo metafísico como en el físico, son


septenarias. De aquí que a cada cuerpo sideral, a cada planeta, ya visible o invisible,
se le atribuyan seis Globos compañeros. La evolución de la vida procede en estos
siete Globos o cuerpos, desde el Primero al Séptimo, en Siete Rondas o Siete Ciclos.

2ª Estos Globos se forman por un proceso que los ocultistas llaman el


“renacimiento de las Cadenas Planetarias (o Anillos)”. Cuando uno de tales Anillos
ha pasado a su Séptima y última Ronda, el Globo primero o más elevado A, seguido
por todos los otros hasta el último, en lugar de pasar por cierto período de reposo o
de “Obscuración”, como en sus Rondas precedentes, comienza a marchitarse. La
Disolución Planetaria (Pralaya) se halla próxima: su hora ha sonado; cada Globo
tiene que transferir su vida y su energía a otro planeta (31).

3ª Nuestra Tierra, como representante visible de sus globos compañeros invisibles


y superiores, sus “Señores” o “Principios”, tiene que vivir, lo mismo que los dem|s,

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durante siete Rondas. Durante las tres primeras, se forma y se consolida; durante la
cuarta se asienta y se endurece; durante las tres últimas, vuelve gradualmente a su
primera forma etérea: se espiritualiza por decirlo así.

4ª Su humanidad se desenvuelve por completo tan sólo durante la Cuarta Ronda, la


nuestra presente. Hasta su cuarto Ciclo de Vida, se hace referencia a ella como
“Humanidad”, tan sólo a falta de un término m|s apropiado. A manera de la oruga
que se convierte en crisálida y en mariposa, el Hombre, o más bien lo que se
convierte en hombre, pasa al través de todas las formas y reinos durante la Primera
Ronda, y al través de todas las formas humanas durante las dos Rondas siguientes.
Una vez llegado a nuestra Tierra, al principio de la Cuarta, en la serie presente de
Ciclos de Vida y de Razas, el Hombre es la primera forma que aparece en ella, siendo
precedido únicamente por los reinos mineral y vegetal; teniendo aún el último que
desarrollarse y que continuar su evolución ulterior por medio del hombre. Esto se
explicará en los volúmenes III y IV. Durante las tres Rondas que han de venir, la
Humanidad, lo mismo que el Globo en que vive, tenderá siempre a reasumir su
forma primitiva: la de una Hueste Dhyân Chohánica. El hombre tiende a convertirse
en un Dios, y después en Dios, lo mismo que todos los demás Átomos en el Universo.

Comenzando tan remotamente como en la Segunda Ronda, la Evolución procede ya


bajo un plan por completo diferente. Tan sólo durante la primera Ronda, es cuando el
Hombre (Celestial) se convierte en un ser humano en el Globo A; (se convierte de nuevo
en) un mineral, una planta, un animal, en el Globo B y C, etc. El proceso cambia por
completo desde la Segunda Ronda; pero habéis aprendido a ser prudentes... y os
aconsejo no digáis nada antes que llegue el oportuno momento para ello... (32).

5ª Cada Ciclo de Vida en el Globo D (nuestra Tierra) (33), se compone de siete


Razas Raíces, que comienzan con la etérea y terminan con la espiritual en una doble
línea de evolución física y moral, desde el principio de la Ronda terrestre hasta que
concluye. Una cosa es una “Ronda Planetaria” desde el Globo A al Globo G, el
séptimo; otra, la “Ronda del Globo”, o sea la terrestre.

Esto está muy bien descrito en el Esoteric Buddhism, y no necesita por ahora más
aclaraciones.

6ª La primera Raza-Raíz, esto es, los primeros “Hombres” en la tierra


(prescindiendo de la forma), fueron la descendencia de los “Hombres Celestiales”,
llamados correctamente en la filosofía inda los “Antecesores Lunares” o los Pitris, de

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los cuales existen siete Clases o Jerarquías. Como todo esto será explicado de un
modo suficiente en los capítulos próximos y en los volúmenes III y IV, no es
necesario decir más de ello por ahora.

Pero las dos obras ya citadas que se ocupan de asuntos referentes a la doctrina
ocultista, necesitan mención especial. El Esoteric Buddhism es harto conocido en los
círculos teosóficos, y aun por el público en general, para que sea necesario
detenernos en lo referente a sus méritos. Es un libro excelente, y más lo han sido
todavía los efectos que ha producido. Pero esto no desvirtúa el hecho de que
contiene algunas nociones erróneas, y de que haya hecho formar conceptos
equivocados, en lo referente a las Doctrinas Secretas, a muchos teósofos y lectores
profanos. Además, parece quizás un tanto materialista.

El libro Man (Hombre), que se publicó después, fue una tentativa para presentar la
doctrina arcaica desde un punto de vista más ideal, así como para interpretar
algunas visiones de la Luz Astral, y dar forma a algunas enseñanzas parcialmente
recogidas de los pensamientos de un Maestro, pero desgraciadamente mal
comprendidas. Esta obra habla también de la evolución de las primitivas Razas de
hombres en la Tierra, y contiene algunas páginas excelentes de carácter filosófico.
Pero después de todo, no pasa de ser un pequeño e interesante poema místico. Ha
fracasado en su misión, por faltar las condiciones requeridas para la interpretación
correcta de aquellas visiones. De aquí que no deba maravillarse el lector si nuestros
volúmenes contradicen en diversos puntos estas primeras descripciones.

La cosmogonía esotérica en general, y especialmente la evolución de la Mónada


humana, difieren de un modo tan esencial en estos dos libros y en otras obras
teosóficas escritas independientemente por principiantes, que es imposible seguir
adelante en la obra presente, sin hacer mención especial de estos dos volúmenes
primeros; pues ambos tienen bastantes admiradores, especialmente Esoteric
Buddhism. Ha llegado ya el momento de la explicación de algunos puntos en este
sentido. Los errores tienen que ser ahora confrontados con las enseñanzas
originales, y corregidos. Si una de dichas obras está escrita con propensión por
demás pronunciada hacia la ciencia materialista, la otra es decididamente
demasiado idealista, y a veces fantástica.

Las primeras perplejidades y conceptos erróneos, nacieron a consecuencia de la


doctrina (incomprensible más que otra cosa para las inteligencias occidentales) que
se ocupa de las Obscuraciones periódicas y de las Rondas sucesivas de los Globos, a

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lo largo de sus Cadenas circulares. Uno de estos conceptos se refiere a los “hombres
de la Quinta Ronda” y hasta a los de la “Sexta”. Los que sabían que una Ronda era
precedida y seguida de un largo Pralaya, período de reposo, que crea un abismo
infranqueable entre dos Rondas hasta que llega el tiempo para un nuevo ciclo de
vida, no podían comprender el “sofisma” de hablar de “hombres de la Quinta y Sexta
Ronda”, en la nuestra, la Cuarta. Se sostenía que Gautama Buddha era un hombre de
la “Sexta Ronda”; Platón y otros grandes filósofos y genios, de la “Quinta”. ¿Cómo
podía ser esto? Un Maestro enseñaba y sostenía que aún ahora existían en la Tierra
hombres de la “Quinta Ronda”; y aunque se comprendió que decía que la humanidad
todavía se hallaba “en la Cuarta Ronda”, en otro lugar parecía decir que nos
hall|bamos en la Quinta. A esto, otro Maestro contestó con una “respuesta
apocalíptica”. “Unas pocas gotas de lluvia no constituyen una estación lluviosa, si
bien la presagian...” “No; no nos hallamos ahora en la Quinta Ronda; pero hombres
pertenecientes a la misma pueden haber venido durante los últimos miles de años”.
¡Esto era peor que el enigma de la Esfinge! Los estudiantes de Ocultismo sometieron
sus cerebros a las especulaciones más arduas. Durante un tiempo considerable
trataron de sobrepujar a Edipo y reconciliar las dos afirmaciones. Y como los
Maestros se mantenían tan silenciosos como la misma esfinge de piedra, fueron
acusados de “inconsecuencia”, de “contradicción” y de “discrepancias”. Pero lo que
hacían era pura y sencillamente dejar a las especulaciones que siguiesen su curso,
con objeto de dar una lección que desgraciadamente necesita la mente occidental. En
su presunción y arrogancia, tanto como en su costumbre de materializar todos los
conceptos y términos metafísicos, sin conceder lugar alguno a la metáfora y la
alegoría oriental, los orientalistas han hecho un embrollo de la filosofía indo
exotérica, y los treósofos hacían entonces lo mismo con respecto a las enseñanzas
esotéricas. Es evidente que hasta hoy día, estos últimos no han llegado a
comprender el significado de la expresión “Hombres de las Rondas Quinta y Sexta”.
Pero es sencillamente lo siguiente: Cada Ronda lleva consigo un desenvolvimiento
nuevo y hasta un cambio completo en la constitución mental, psíquica, espiritual y
física del hombre; evolucionando todos estos principios en una escala siempre
ascendente. De aquí se deduce que los hombres, como Confucio y Platón, que
pertenecían psíquica, mental y espiritualmente a planos más elevados de evolución,
eran en nuestra Cuarta Ronda como la generalidad de los hombres serán en la
Quinta Ronda, cuya humanidad se halla destinada a encontrarse inmensamente más
elevada, en esta escala de la evolución, que nuestra humanidad presente. Del mismo
modo, Gautama Buddha (la Sabiduría encarnada) era aún más elevado y más grande
que todos los hombres que hemos mencionado, a quienes se llama de la Quinta
Ronda; por lo que, alegóricamente, a Buddha y a Shankarâchârya se les llama

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“Hombres de la Sexta Ronda”. De aquí también la sabiduría oculta de la observación,
calificada entonces como “evasiva”, de que unas pocas gotas de lluvia no constituyen
una estación lluviosa, si bien la presagian”.

Y ahora se verá bien clara la verdad de la observación hecha en el Esoteric


Buddhism:

Cuando los hechos complicados de una ciencia por completo desconocida se exponen
por vez primera a inteligencias no preparadas, es imposible presentarlos con todas
sus modificaciones apropiadas... y desarrollos anormales... Tenemos que
contentarnos en un principio con las reglas generales, y ocuparnos después de las
excepciones; y éste es especialmente el caso en un estudio cuyos métodos de
enseñanza tradicional, generalmente seguidos, van encaminados a imprimir en la
memoria ideas nuevas, provocando la perplejidad de la que luego se sale.

Como el autor de la observación era, según él mismo dice, “una inteligencia no


educada en el Ocultismo”, sus propias deducciones y su conocimiento más completo
de las modernas especulaciones astronómicas que de las doctrinas arcaicas, le
condujeron, de modo muy natural e inconsciente para él, a cometer algunos errores
m|s bien de detalle que no de “regla general”. Uno de estos se citará ahora. Es de
poca importancia, pero, sin embargo, a propósito para conducir a muchos
principiantes a conceptos erróneos; y como los errores de las primeras ediciones
fueron corregidos en las notas de la quinta edición, del mismo modo podrá ser la
sexta revisada y perfeccionada. Existían varias causas para tales errores. Fueron
debidos a la necesidad en que se encontraban los Maestros de dar las supuestas
“contestaciones evasivas”; siendo las preguntas demasiado insistentes, no podía
dejárselas pasar desapercibidas; mientras que por otro lado sólo podían ser
contestadas en parte. No obstante esta situación, la confesión de que “medio pan es
preferible a ninguno”, fue con demasiada frecuencia mal comprendida y apenas
apreciada como debía serlo. En consecuencia de ello, los chelas laicos europeos se
permitieron algunas veces especulaciones gratuitas. Entre éstas tenemos el
“Misterio de la Octava Esfera”, en su relación con la Luna; y la afirmación errónea de
que dos de los Globos superiores de la Cadena terrestre eran dos de nuestros
conocidos planetas; “adem|s de la Tierra... existen únicamente otros dos mundos de
nuestra cadena que sean visibles... Marte y Mercurio...” (34).

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Ésta fue una gran equivocación; pero fue causada, tanto por lo vago o incompleto
de la contestación del Maestro, como por la pregunta misma, igualmente vaga e
indefinida.

Se preguntó lo siguiente: “¿Qué planetas, de entre los conocidos por la ciencia


ordinaria, adem|s de Mercurio, pertenecen a nuestro sistema de mundos?” Ahora
bien; si por “sistema de mundos se pretendía significar nuestra Cadena o “Cordón”
Terrestre, por el que hacía la pregunta, en lugar del “Sistema Solar de Mundos”,
como debería haber sido, entonces, desde luego, la respuesta era muy probable
resultase mal comprendida”. Porque la contestación fue: “Marte, etc., y cuatro
planetas más acerca de los cuales la astronomía nada sabe. Ni A, B ni Y, Z son
conocidos ni pueden ser vistos por medios físicos, por perfeccionados que sean”. Esto es
claro: (a) La Astronomía nada conoce todavía en realidad de los planetas, ni
respecto de los antiguos ni respecto de los descubiertos en los tiempos modernos.
(b) Ningún planeta compañero de A a Z, esto es, ninguno de los Globos superiores de
cualquiera Cadena del Sistema Solar puede ser visto, a excepción, por supuesto, de
todos los planetas que son los cuartos en el orden numérico, como nuestra Tierra, la
Luna, etc. etc. En cuanto a Marte, Mercurio y “los otros cuatro planetas”, est|n en
una relación con la tierra acerca de la cual ningún Maestro ni ocultista elevado
hablará jamás, ni mucho menos explicará la naturaleza.

En esta misma carta se expresa claramente tal imposibilidad, por uno de los
Maestros, al autor del Esoteric Buddhism: “Haceos cargo de que me estáis haciendo
preguntas que pertenecen a la Iniciación más elevada; que (sólo) os puedo dar una
idea general, pero que ni me atrevo, ni quiero entrar en detalles...” Copias de todas
cuantas cartas fueron recibidas o enviadas, excepto unas pocas particulares “en las
que no existía enseñanza alguna”, según dice el Maestro, las tiene la autora. Como era
su deber, en el principio, contestar y explicar ciertos puntos que no habían sido
tocados, es más que probable que no obstante las muchas notas en aquellas copias,
la escritora, en su ignorancia del inglés, y por temor a decir demasiado, haya podido
confundir las noticias dadas. Ella asume la responsabilidad de ello en todos los casos.
Pero le es imposible consentir que los que estudian permanezcan por más tiempo
bajo impresiones erróneas, o que crean que la falta es del sistema esotérico.

Permítaseme afirmar ahora de modo explícito, que la teoría expuesta es imposible,


con o sin evidencia adicional proporcionada por la Astronomía moderna. La ciencia
física puede proporcionar evidencia corroborativa, si bien todavía muy incierta;
pero únicamente en lo referente a los cuerpos celestes que estén en el mismo plano

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de materia que nuestro Universo objetivo. Marte y Mercurio, Venus y Júpiter, así
como cada uno de los planetas descubiertos hasta la fecha, o los que están por
descubrir, son todos, per se, los representantes en nuestro plano de tales cadenas.
Como claramente afirma una de las numerosas cartas del Maestro de Mr. Sinnett:
“existen otras innumerables Cadenas manvantáricas de Globos habitadas por Seres
inteligentes, tanto dentro como fuera de nuestro Sistema Solar”. Pero ni Marte ni
Mercurio pertenecen a nuestra cadena. Son, lo mismo que los demás planetas,
Unidades septenarias en la gran hueste de cadenas de nuestro sistema, y todos ellos
tan visibles como son invisibles sus Globos superiores.

Si todavía se objeta que ciertas expresiones en las cartas del Maestro eran a
propósito para inducir al error, la contestación es: Amén; así eran. El autor del
Esoteric Buddhism lo comprendió bien, puesto que escribió que tales son “los
métodos tradicionales de enseñanza..., provocando la perplejidad” de la que ellos
sacan o no sacan, según los casos. De todos modos, si se pretende que esto podía
haber sido enseñado en un principio, y explicada como ahora la naturaleza
verdadera de los planetas, la contestación es que no se consideró conveniente
hacerlo así entonces, pues hubiera abierto el camino a una serie de otras preguntas
que jamás hubieran podido contestarse en razón de su naturaleza esotérica, y sólo
hubieran servido de embarazo. Se ha declarado desde un principio, y repetido
muchas veces desde entonces, que: 1º Ningún teósofo, ni siquiera como chela
aceptado, no diríamos nada de los estudiantes, podía esperar que se le explicasen
perfecta y completamente las enseñanzas secretas, antes de haberse comprometido
de un modo irrevocable al servicio de la Fraternidad y de haber pasado al menos por
una Iniciación; pues no pueden darse al público símbolos ni números, por ser los
símbolos y los números la clave del sistema esotérico. 2º Que lo que fue revelado era
meramente el revestimiento esotérico de lo contenido en casi todas las escrituras
exotéricas de las religiones del mundo -principalmente en los Brâhmanas y en los
Upanishads de los Vedas, y aun en los Purânas. Era una pequeña parte de lo que se
divulga de un modo mucho más completo en los volúmenes presentes; y aun esto es
muy incompleto y fragmentario.

Cuando se empezó la obra presente, teniendo la autora la seguridad de que la


especulación sobre Marte y Mercurio era errónea, dirigióse a los Maestros por
escrito, pidiéndoles una explicación y una versión autorizada. Ambas llegaron a su
debido tiempo, y a continuación se dan extractos de ellas al pie de la letra.

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“...Es por completo correcto que Marte se halla ahora en un estado de obscuración, y
que Mercurio comienza justamente a salir del mismo. Podéis añadir que Venus se halla
en su última Ronda... Si ni Mercurio ni Venus tienen satélites, es por las razones... y
también porque Marte posee dos satélites a que no tiene derecho... Phobos, el supuesto
satélite “interno”, no es tal satélite. Así, lo observado largo tiempo ha por Laplace y
ahora por Faye, no concuerda; como veis (leed “Comptes Rendus”, tomo XC, pág. 569),
Phobos posee un tiempo periódico demasiado corto, y por lo tanto, “debe existir algún
defecto en la idea madre de la teoría”, como Faye justamente observa... Además, ambos
(Marte y Mercurio) son cadenas septenarias tan independientes de los señores y
superiores siderales de la Tierra, como vos sois independiente de los “principios” de
Däumling (Tomasito del Pulgar o Pulgarcillo), los cuales eran quizás sus seis
hermanos, con o sin gorros de noche... “La satisfacción de la curiosidad es, para
algunos hombres, el fin del conocimiento”, dijo Bacon, quien estaba tan en lo justo al
formular este aforismo como los que se hallaban familiarizados con ello antes que él,
lo estaban al separar a la SABIDURÍA del Conocimiento, y al trazar límites a lo que
puede darse en un tiempo determinado... Recordad:

..................................................... el conocimiento reside

En cabezas repletas con pensamientos de otros hombres.

La Sabiduría, en mentes atentas a sí mismas...


“Jamás lograréis imprimirlo demasiado profundamente en las mentes de aquellos a
quienes comunicáis algunas de las enseñanzas esotéricas”.

Además, he aquí más extractos de otra carta escrita por la misma autoridad. Esta
vez fue en contestación a algunas objeciones presentadas ante los Maestros. Se
fundaban en razonamientos tan extremadamente científicos como fútiles, acerca de
la conveniencia de tratar de conciliar las teorías esotéricas con las especulaciones de
la ciencia moderna, y fueron escritas por un joven teósofo a modo de prevención
contra la “Doctrina Secreta” y con referencia al mismo asunto. Él había declarado
que si existían semejantes Tierras compañeras, “debían ser tan sólo un poco menos
materiales que nuestro globo”; ¿cómo, pues, no podían ser vistas? La contestación
fue:

“...Si las enseñanzas psíquicas y espirituales fuesen mejor comprendidas, sería casi
imposible hasta imaginar una incongruencia semejante. A menos que no haya tanto
deseo de reconciliar lo irreconciliable (o sea las ciencias metafísicas y espirituales, con

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la filosofía física o natural; siendo lo “natural” sinónimo para ellos (los hombres de
ciencia) de la materia que cae bajo la percepción de sus sentidos corporales), ningún
progreso puede realmente alcanzarse. Nuestro Globo, como se ha enseñado desde un
principio, está en el fondo del arco de descenso, donde la materia de nuestras
percepciones se manifiesta en su forma más grosera... De aquí que sea racional que
estén en planos superiores al de nuestra tierra, los Globos que la dominan. En resumen:
como Globos, están en COADUNACIÓN, pero no en CONSUBSTANCIALIDAD con nuestra
Tierra, y por lo tanto, pertenecen a otro estado de conciencia por completo distinto.
Nuestro planeta (lo mismo que todo cuanto vemos) está adaptado al estado peculiar
de su población humana, estado que nos permite contemplar a simple vista los cuerpos
siderales coesenciales con nuestro plano y substancia terrenos, del mismo modo que
sus habitantes respectivos, los de Júpiter, los de Marte y otros, suelen percibir nuestro
pequeño mundo; porque nuestros planos de conciencia, diferenciándose como se
diferencian en grado, pero siendo los mismos en especie, se hallan en el mismo estado
de materia diferenciada... Lo que yo escribí fue: “El Pralaya menor se refiere tan sólo a
nuestros peueños Cordones de Globos. (En aquellos días de verbal confusión, a las
Cadenas las llamábamos “Cordones”...) A un tal Cordón pertenece nuestra Tierra”. esto
debía haber mostrado claramente que los demás planetas eran también “Cordones” o
CADENAS... Para que él (refiriéndose al objetante) percibiese siquiera la silueta vaga
de uno de tales “planetas” en los planos superiores, tiene primero que desembarazarse
hasta de las sutiles nubes de materia astral que se interponen entre él y el plano
próximo...”

Con esto se hace patente por qué no podemos percibir, ni aun con el auxilio de los
mejores telescopios, lo que se halla fuera de nuestro mundo de materia. Únicamente
los llamados Adeptos, que saben cómo dirigir su visión mental y cómo transferir su
conciencia, tanto física como psíquica a otros planos de existencia, pueden hablar
con autoridad acerca de tales asuntos. Ellos nos dicen bien claramente:

“Llevad la vida necesaria para la adquisición de semejante conocimiento y poderes, y


la Sabiduría vendrá a vosotros naturalmente. Cuando seáis capaces de poner a tono
vuestra conciencia con cualquiera de las siete cuerdas de la “Conciencia Universal”,
con aquellas cuerdas que se hallan en tensión sobre la caja sonora del Kosmos,
vibrando de una Eternidad a otra; cuando hayáis estudiado por completo la “Música
de las Esferas”, entonces únicamente tendréis libertad completa para compartir
vuestro saber con aquellos con quienes esto pueda hacerse sin temor. Mientras tanto,
sed prudentes. No deis a nuestra generación presente las grandes Verdades que
constituyen la herencia de las Razas futuras. No intentéis quitar los velos del secreto

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del Ser y del No-Ser, para quienes son incapaces de ver la significación oculta de la
Heptacorde de Apolo, la lira del dios radiante, en cada una de cuyas siete cuerdas
reside el Espíritu, el Alma y el Cuerpo Astral del Kosmos, cuya cáscara tan sólo es lo
que ha caído ahora en manos de la Ciencia moderna... Sed prudentes, decimos,
prudentes y sabios, y sobre todo, tened cuidado con lo que crean aquellos a quienes
enseñáis; no sea que engañándose a sí mismos engañen a otros... pues tal es el destino
de todas las verdades con que los hombres no están aún familiarizados... Dejad más
bien que las Cadenas Planetarias y otros misterios supercósmicos y subcósmicos
continúen siendo cosas soñadas para todos aquellos que ni pueden ver, ni creen que
otros vean...”

Es sensible que pocos de entre nosotros hayan seguido este sabio consejo; y que
muchas perlas inapreciables, muchas joyas de sabiduría, hayan sido arrojadas a un
enemigo incapaz de apreciar su valor, y que volviéndose en contra nuestra nos ha
desgarrado.

“Imaginémonos -escribe el mismo Maestro a sus “dos chelas laicos”, como Él


llamaba al autor del Esoteric Buddhism y a otro caballero, su condiscípulo durante
algún tiempo-, imaginémonos que nuestra tierra es uno de un grupo de siete planetas
o mundos habitados por hombres... (Los “Siete planetas” son los planetas sagrados de
la antigüedad, y todos son septenarios). Ahora bien; el impulso de vida llega a A, o más
bien a aquello que está destinado a convertirse en A, y que en este sentido es tan sólo
polvo cósmico (un centro laya)... etc.”

En estas cartas primeras en que los términos tenían que inventarse y que acuñarse
las palabras, los “Anillos” se convertían con frecuencia en “Rondas”, y las “Rondas”
en “Ciclos de Vida”, y viceversa. A uno que escribió llamando a una “Ronda” un
“Anillo de Mundos”, contestó el Maestro: Creo que esto conducirá a mayor confusión.
Hemos convenido en llamar una Ronda al paso de una Mónada del Globo A al Globo G
o Z... El “Anillo de Mundos” es correcto.. Advierta muy eficazmente a Mr... que convenga
en una nomenclatura antes de pasar más adelante...”

No obstante tal acuerdo, muchos errores, debidos a esta confusión, se deslizaron


en las primitivas enseñanzas. Hasta las mismas “Razas” eran en ocasiones
confundidas con las “Rondas” y “Anillos”, lo que condujo a errores semejantes en el
libro Man: Fragments of Forgotten Truth. Desde un principio había escrito el
Maestro:

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“No siéndome permitido comunicar a usted toda la verdad o divulgar el número de
fracciones aisladas... no puedo satisfacerle”.

Esto fue en contestación a las preguntas: “Si estamos en lo cierto, entonces la


existencia total anterior al período del hombre es 637”, etc. A todas las preguntas
referentes a números, la contestación fue: “Tratad de resolver el problema de 777
encarnaciones... Aunque estoy obligado a reservar explicaciones..., sin embargo, si no
resolvéis el problema por vos mismo, será mi deber el decíroslo”.

Pero nunca fue resuelto, sólo resultaron perplejidades y errores incesantes.

La enseñanza misma acerca de la constitución septenaria de los cuerpos siderales


y del macrocosmo, de la que procede la división septenaria del microcosmo u
hombre, ha sido de las más esotéricas hasta ahora. En los tiempos antiguos se
acostumbraba participarla sólo en la Iniciación, juntamente con los números más
sagrados de los ciclos. Como se ha dicho en una de las revistas teosóficas (35), no se
pensó en revelar ahora todo el sistema de cosmogonía, ni por un instante se
consideró la cosa posible, en el momento en que unas pocas explicaciones fueron
dadas con parsimonia en contestación a cartas, escritas por el autor del Esoteric
Buddhism, haciendo infinidad de preguntas. Entre éstas las había referentes a
problemas tales, que ningún MAESTRO, por elevado e independiente que sea, tendría
derecho a contestar, divulgando así al mundo los misterios más arcaicos y venerados
al través de los tiempos, en las antiguas instituciones de los templos. De aquí que tan
sólo unas pocas de las doctrinas fueran reveladas en sus líneas generales, mientras
que los detalles fueron siempre reservados; y todos los esfuerzos hechos para
adquirir más noticias en lo referente a los mismos, fueron desde el principio
sistemáticamente eludidos. Esto era perfectamente natural. De los cuatro Vidyâs de
las siete ramas del Conocimiento mencionadas en los Purânas, a saber: Yajna-Vidyâ,
la práctica de ritos religiosos, con objeto de producir ciertos resultados; Mahâ-
Vidyâ, el gran saber (mágico) degenerado ahora en el culto Tântrika; Guhya-Vidyâ,
la ciencia de los Mantras y de su verdadero ritmo o canto, de las encantaciones
místicas, etc.; Âtmâ-Vidyâ, o la Sabiduría Divina y verdaderamente Espiritual; tan
sólo esta última es la que puede lanzar luz final y absoluta sobre las enseñanzas de
las tres primeramente citadas. Sin el auxilio de Âtmâ-Vidyâ, las otras tres no son
más que ciencias superficiales, cual magnitudes geométricas con largo y ancho, pero
sin ningún espesor. Son a manera del alma, miembros y mente de un hombre que
duerme, capaz de movimientos mecánicos, de sueños caóticos y aun de andar como
sonámbulo, de producir efectos visibles, pero estimulados sólo por causas

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instintivas, no intelectuales, y menos todavía por impulsos espirituales plenamente
conscientes. gran parte de las tres ciencias primeramente nombradas puede
publicarse y explicarse. Pero a menos que Âtmâ-Vidyâ propocione la clave para sus
enseñanzas, permanecerán por siempre a manera de fragmentos de un libro de
texto mutilado, con esbozos de grandes verdades, vagamente percibidas por los más
espirituales, pero desnaturalizadas fuera de toda proporción, por aquellos que
quisieran clavar a cada sombra en la pared.

Originóse también entonces una gran perplejidad en las mentes de los que
estudiaban por la exposición incompleta de la doctrina de la evolución de las
Mónadas. Para hacerse bien cargo, tanto de esta evolución como del proceso del
nacimiento de los Globos, deben examinarse ambos mucho más bajo su aspecto
metafísico, que desde un punto de vista en cierto modo estadístico; comprendiendo
figuras y números que raras veces es permitido emplear con amplitud.
Desgraciadamente, son pocos los que se sienten inclinados a ocuparse de estas
doctrinas tan sólo en el sentido metafísico. Hasta el mejor escritor occidental de
nuestras doctrinas declara en su obra, al hablar de la evolución de las Mónadas, que
“en semejante metafísica pura, no estamos ahora empeñados” (36). Y en tal caso,
como observa el Maestro en una carta que le dirige: “¿Por qué esta predicación de
nuestras doctrinas, y todo este trabajo penoso, y este nadar “in adversum flumen”?
¿Por qué el Occidente ha de... aprender... del Oriente... aquello que jamás puede
satisfacer las exigencias de los gustos especiales de los estéticos?” Y llama la atención
de aquel a quien escribe acerca de “las formidables dificultades con que tropezamos
(los Adeptos) a cada tentativa para explicar nuestra metafísica a la inteligencia
occidental”.

Y bien puede decirlo; pues fuera de la metafísica, no es posible la Filosofía Ocultista


ni el Esoterismo. Es lo mismo que tratar de explicar las aspiraciones y los afectos, el
amor y el odio, lo más íntimo y sagrado de las operaciones del alma y la inteligencia
del hombre viviente, por medio de una descripción anatómica del pecho y del
cerebro de su cadáver.

Examinemos ahora dos principios mencionados antes, a los que apenas se ha


hecho alusión en el Esoteric Buddhism, y que ampliaremos ahora todo cuanto
podamos.

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HECHOS Y EXPLICACIONES ADICIONALES REFERENTES

A LOS GLOBOS Y LAS MÓNADAS

Hay que tener en cuenta dos declaraciones que se hacen en el Esoteric Buddhism,
debiendo citarse también las opiniones del autor. La primera de aquellas es como
sigue:

Las Mónadas espirituales... no completan del todo su existencia mineral en el


Globo A, la completan después en el Globo B, y así sucesivamente. Pasan varias veces
en torno de todo el círculo como minerales, después varias veces más circulan como
vegetales, y varias veces como animales. De propósito nos abstenemos por ahora de
entrar en lo referente a números, etc. (37).

Ésta era, una conducta prudente en vista del gran secreto mantenido respecto a
números y cifras. Esta reticencia se abandona parcialmente ahora; pero hubiera sido
quizás preferible que los números verdaderos, en lo concerniente a las Rondas y a
los giros evolucionarios, hubiesen sido entonces o divulgados del todo, o reservados
por completo. Mr. Sinnett comprendió bien esta dificultad al decir:

Por razones no fáciles de adivinar por un extraño, los poseedores del saber oculto
se retraen de un modo especial de comunicar verdades numéricas referentes a la
cosmogonía, a pesar de que es difícil para el no iniciado, el comprender por qué
deben ser reservadas (38).

Que semejantes razones existían, es evidente. Sin embargo, a esta reticencia son
debidas la mayor parte de las ideas confusas de algunos discípulos, tanto orientales
como occidentales. Las dificultades que se interponían para la aceptación de los
principios de que se trata parecían grandes, justamente a causa de la carencia de
datos en que fundarse. Pero ahí estaba la cuestión. Pues como los Maestros lo han
declarado a menudo, las cifras pertenecientes a los cálculos ocultos no pueden
comunicarse fuera del círculo de chelas comprometidos, y ni aun estos pueden
quebrantar las reglas.

Para aclarar más las cosas, sin tocar a los aspectos matemáticos de la doctrina,
pueden ampliarse las enseñanzas dadas y ponerse en claro algunos puntos
obscuros. Como la evolución de los Globos y la de las Mónadas están tan
íntimamente entrelazadas, haremos una de las dos enseñanzas. Respecto a las

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Mónadas, se ruega al lector tenga presente que la filosofía oriental rechaza el dogma
teológico occidental de un alma nuevamente creada para cada recién nacido, dogma
tan antifilosófico como imposible en la economía de la Naturaleza. Debe existir un
número limitado de Mónadas que evolucionan y van siendo más y más perfectas,
por medio de la asimilación de muchas personalidades sucesivas, en cada nuevo
Manvántara. Esto es en absoluto necesario en vista de las doctrinas el Renacimiento
y del Karma, y de la vuelta gradual de la Mónada humana a su origen -la Deidad
Absoluta-. Así pues, aunque las huestes de Mónadas, en mayor o menor progreso,
sean casi incalculables, son, sin embargo, finitas, como lo es todo en este Universo de
diferenciación y finitud.

Como se ha demostrado en el diagrama doble de los Principios humanos (39) y de


los Globos ascendentes de las cadenas de mundos, existe una concatenación eterna
de causas y efectos, y una analogía perfecta que corre de uno a otro extremo y une
juntamente todas las líneas de la evolución. Lo uno engendra lo otro: lo mismo los
Globos que las Personalidades. Pero empecemos por el principio.

Hemos hecho el bosquejo general de la evolución, mediante el cual se forman las


Cadenas Planetarias sucesivas. Para prevenir errores futuros, pueden exponerse
algunos detalles más que arrojarán también luz sobre la historia de la humanidad en
nuestra propia Cadena, la hija de la Luna.

En el diagrama que sigue, la Fig. 1ª representa la Cadena Lunar de siete Globos en


el comienzo de su séptima y última Ronda; mientras que la Fig. 2ª representa la
Cadena Terrestre que será, pero que todavía no existe. Los siete Globos de cada
Cadena se distinguen en su orden cíclico por las letras A a G, estando además
marcados los Globos de la Cadena de la Tierra con una cruz (+), símbolo de la Tierra.

DIAGRAMA II

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Ahora bien ; debe tenerse presente que las Mónadas que circulan en torno de
cualquier Cadena septenaria, se hallan divididas en siete Clases o Jerarquías, según
sus respectivos grados de evolución, conciencia y mérito. Sigamos, pues, el orden de
su aparición en el Globo A, en la primera Ronda. Los espacios de tiempo que median
entre las apariciones de estas Jerarquías en cualquier Globo, están ajustados de tal
modo, que cuando la clase 7, la última, aparece en el globo A, la clase 1, la primera,
ha pasado justamente al globo B, y así sucesivamente, paso a paso, en torno de toda
la Cadena.

De igual modo, en la Séptima Ronda de la Cadena Lunar, cuando la clase 7, la


última, abandonada al Globo A, éste, en lugar de sumirse en sueño, como ha hecho
en las Rondas previas, comienza a morir (a entrar en su Pralaya Planetario) (40); y
al morir, transfiere sucesivamente, como se ha dicho ya, sus principios o elementos
de vida y energía, etc., uno tras otro, a un nuevo centro laya, en el cual comienza la
formación del Globo A de la Cadena Terrestre. Un proceso semejante tiene lugar
para cada Globo ...........

de al Globo B, y así sucesivamente, paso a paso, en torno de toda la Cadena de la


Cadena Terrestre.

Nuestra Luna era el cuarto Globo de la serie, y estaba en el mismo plano de


percepción que nuestra Tierra. Pero el Globo A de la Cadena Lunar no “muere” por
completo hasta que las primeras Mónadas de la primera Clase hayan pasado del
Globo G o Z, el último de la Cadena Lunar, el Nirvâna que las aguarda entre las dos

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Cadenas; y lo mismo pasa con respecto a los demás Globos, según se ha dicho ya,
dando cada uno de ellos nacimiento al Globo correspondiente de la Cadena
Terrestre.

Luego, cuando el Globo A de la nueva Cadena está dispuesto, la primera Clase o


Jerarquía de Mónadas de la Cadena Lunar se encarnan en él en el reino inferior, y así
sucesivamente. El resultado de esto es que la primera Clase de Mónadas es
únicamente la que alcanza el estado de desarrollo humano durante la primera
Ronda, puesto que la segunda Clase en cada Globo, llegando después, no tiene
tiempo de alcanzar aquel estado. Así, las Mónadas de la Clase 2ª logran el plano
humano incipiente tan sólo durante la Segunda Ronda, y así sucesivamente hasta la
mitad de la Cuarta Ronda. Pero en este punto y en esta Cuarta Ronda, en la que el
estado humano quedará desarrollado por completo, ciérrase la “puerta” que da
entrada al reino humano; y desde entonces el número de Mónadas “humanas”, o
sean Mónadas en el grado de desarrollo humano, está completo. Pues las Mónadas
que no hayan alcanzado el estado humano en este punto, se encontrarán tan atrás a
causa de la evolución misma de la humanidad, que tan sólo alcanzarán el estado
humano a la conclusión de la Ronda Séptima y última, No serán, por lo tanto,
hombres en esta cadena, sino que formarán la humanidad de un Manvántara futuro,
y ser|n recompensadas convirtiéndose en “hombres” en una Cadena Superior en
todo, recibiendo así su compensación Kármica. A esto únicamente hay una sola
excepción, fundada en buenas razones, de la cual hablaremos después. Esto explica
las diferencias existentes entre las Razas.

Así se ve cuán perfecta es la analogía entre las evoluciones de la Naturaleza en el


cosmos y en el hombre individual. Este último vive durante su ciclo de vida, y muere.
Sus principios superiores, que corresponden en el desarrollo de una Cadena
Planetaria a las Mónadas que circulan en ella, pasan al Devachan, que corresponde
al Nirvâna y a los estados de reposo entre dos Cadenas. Los principios inferiores del
Hombre se desintegran con el tiempo, y son empleados de nuevo por la Naturaleza
para la formación de nuevos principios humanos, teniendo lugar el mismo proceso
en la desintegración y formación de Mundos. La Analogía es, por lo tanto, el guía más
seguro para la comprensión de las enseñanzas ocultas.

Éste es uno de los “siete misterios de la Luna”, y ahora es revelado. Los siete
“misterios” son llamados por los Yama-booshis japoneses -los místicos de la secta de
Lao-Tse y los monjes ascetas de Kioto, los Dzenodoo- las “Siete Joyas”; sólo que los

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ascetas e iniciados buddhistas japoneses, y chinos se resisten más si cabe que los
indos, a comunicar sus “Conocimientos”.

Pero no debemos permitir que el lector pierda de vista las Mónadas, sino que
tenemos que ilustrarle en cuanto a su naturaleza hasta el punto en que podamos
hacerlo, sin entrar en el terreno de los misterios más elevados, acerca de los cuales
no pretende en manera alguna la escritora conocer la última palabra.

La Hueste Monádica puede ser dividida, en términos generales, en tres grandes


clases:

1ª Las Mónadas más desarrolladas - los Dioses Lunares o “Espíritus”, llamados en


la India los Pitris-, cuya función es pasar en la primera Ronda al través del triple y
completo ciclo de los reinos mineral, vegetal y animal en sus formas más etéreas,
nebulosas y rudimentarias, con objeto de revestirse con ellas, y asimilarse la
naturaleza de la Cadena recientemente formada. Ellos son los que alcanzan primero
la forma humana -(si es que puede existir alguna forma en el reino de lo casi
subjetivo)- sobre el Globo A, en la Ronda primera. Son ellos, por lo tanto, quienes se
hallan a la cabeza del elemento humano y lo representan durante las Rondas
Segunda y Tercera, y los que finalmente preparan sus sombras, al principio de la
Cuarta Ronda, para la segunda Clase, o sea la de los que vienen detrás de ellos.

2ª Aquellas Mónadas que son las primeras en alcanzar el grado humano durante
las tres Rondas y media, para convertirse en “hombres”.

3ª Los rezagados, las Mónadas retrasadas, y que a causa de impedimentos


Kármicos no alcanzarán el estado humano durante este Ciclo o Ronda, salvo una
excepción de que se hablará más adelante, según se ha prometido.

Nos vemos obligados a emplear aquí la palabra inadecuada “hombre”, siendo ésta
una prueba evidente de cuán poco aptas son las lenguas europeas para expresar
estas diferencias sutiles.

Claro est| que estos “hombres” no se parecían a los hombres de hoy día, ni en
forma ni en naturaleza. ¿Por qué, pues, llamarles “hombres”? -puede preguntarse-.
Porque no existe ningún otro término en ninguna lengua occidental, que
aproximadamente exprese la idea que se pretende. La palabra “hombres” indica por
lo menos que estos seres eran “Manus”, entidades pensantes, por mucho que se

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diferenciasen de nosotros en forma y en inteligencia. Pero en realidad era, con
respecto a la espiritualidad y a la inteligencia, m|s bien “dioses” que “hombres”.

La misma dificultad, debida al idioma, se encuentra para describir los “estados”, a


través de los cuales pasa la Mónada. Metafísicamente hablando es, por supuesto,
absurdo hablar del “desenvolvimiento” de una Mónada, o decir que se convierte en
“hombre”. Pero cualquier intento para conservar la exactitud metafísica del
lenguaje, usando una lengua tal como la inglesa, exigiría por lo menos tres
volúmenes más en esta obra, y llevaría consigo una cantidad tal de repeticiones
verbales, que la harían fatigosa en alto grado. Es de razón que una Mónada no puede
ni progresar ni desarrollarse, ni siquiera ser afectada por los cambios de estado a
través de los cuales pasa. No es ella de este mundo o plano, y puede ser comparada
tan sólo a una estrella indestructible de luz y fuego divinos, arrojada a nuestra
tierra, como tabla de salvación para las personalidades en las cuales reside. A estas
últimas les toca asirse a ella; y participando así de su naturaleza divina, obtener la
inmortalidad. Abandonada a sí misma, la Mónada no se uniría a nadie; pero, lo
mismo que la tabla, es arrastrada a otra encarnación por la corriente incesante de la
evolución.
Ahora bien; la evolución de la forma externa o cuerpo en torno del astral, es
producida por las fuerzas terrestres, lo mismo que en el caso de los reinos
inferiores; pero la evolución del Hombre interno o real, es puramente espiritual. Ya
no es el paso de la Mónada impersonal al través de muchas y variadas formas de
materia -dotadas todo lo más con instinto y conciencia en un plano por completo
diferente-, como en el caso de la evolución externa; es un viaje del “Alma-Peregrino”
al través de estados diversos, no sólo de materia, sino de conciencia y percepción
propias, o de percepción desde la conciencia del conocimiento interno.

La Mónada emerge de su estado de inconsciencia espiritual e intelectual; y


saltando los dos planos primeros (demasiado próximos a lo Absoluto para que sea
posible correlación alguna con nada perteneciente a un plano inferior), se lanza
directamente al plano de la Mentalidad. Pero no existe en el Universo entero ningún
plano con margen más amplio, o con un campo de acción más vasto, en sus
gradaciones casi interminables de cualidades perceptivas y de percepción del
conocimiento interno; que este plano, el cual posee a su vez un plano apropiado más
pequeño para cada “forma”, desde la Mónada Mineral, hasta que llega el tiempo en
que esa Mónada florece, gracias a la evolución, en la Mónada Divina. Pero durante
todo el transcurso del tiempo es, sin embargo, una y la misma Mónada,
diferenciándose solamente en sus encarnaciones al través de sus ciclos, que

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continuamente se suceden, de obscuración parcial o total del espíritu, o de
obscuración parcial o total de la materia -dos antítesis polares- según asciende a los
reinos de la espiritualidad mental, o desciende a los abismos de la materia.

Volvamos al Esoteric Buddhism. La segunda declaración se refiere al enorme


período existente entre la época mineral en el globo A y la época del hombre; la
frase “época del hombre” emple|ndose aquí a causa de la necesidad de dar un
nombre a aquel cuarto reino que sigue al del animal; aunque a la verdad, el
“hombre” en el Globo A, durante la Primera Ronda, no es ningún hombre, sino tan
sólo su prototipo, o imagen sin dimensiones, de las regiones astrales. Lo que se
declara es lo siguiente:

El pleno desarrollo de la época mineral en el Globo A prepara el camino para el


desenvolvimiento vegetal; y tan pronto como éste empieza, el impulso de vida
mineral rebosa e inunda al Globo B. Después, cuando el desarrollo vegetal en el
Globo A es completo, y el desarrollo animal comienza, el impulso de vida vegetal
pasa al Globo B, y el impulso mineral al Globo C. Luego, por último, llega al Globo A el
impulso de vida humana (41).

Y así él continúa durante tres Rondas, en que disminuye y se detiene finalmente al


umbral de nuestro Globo, en la Cuarta Ronda; porque se ha llegado entonces al
período humano (del verdadero hombre físico que va a ser), el séptimo. Esto es
evidente, pues como se ha dicho:

...Existen modos de evolución que preceden al reino mineral, y así es que, una ola
de evolución, mejor dicho, varias olas de evolución, preceden a la ola mineral en su
progreso en torno de las esferas (42).

Y ahora tenemos que citar parte de otro artículo “La Mónada Mineral”, de Five
Years of Theosophy:

Existen siete reinos. El primer grupo comprende tres grados de centros


elementales, o nacientes, de fuerza -desde el primer estado de diferenciación de
(desde) Mûlaprakriti (o más bien Pradhâna, materia primordial homogénea) hasta
su tercer grado-; esto es, desde la plena inconsciencia a la semipercepción; el
segundo grupo más elevado comprende los reinos desde el vegetal al hombre;
formando así el reino universal el punto central o de giro en los grados de la
“Esencia Mon|dica”, considerada como una energía que se despliega. Tres estados

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(subfísicos) en lo elemental; el reino mineral; tres estados en el reino de lo objetivo
físico (43); estos son los siete eslabones (primeros o preliminares) de la cadena
evolucionaria (44).

“Preliminares” porque son preparatorios, y aunque pertenecientes de hecho a la


evolución natural, estarían más correctamente descritos como la evolución
subnatural. Este proceso hace un alto en sus etapas en el tercer período, en los
umbrales del cuarto, cuando se convierte, en el plano de la evolución natural, en el
estado primero que conduce al humano realmente, formando así con los tres reinos
elementales, el diez, el número Sephirotal. En este punto empieza:

Un descenso del espíritu a la materia, equivalente a un ascenso en la evolución


física; un reascenso desde los más profundos abismos de la materia (el mineral) -
hacia su statu quo ante, con una disipación correspondiente de organismo
concretos- hasta el Nirvâna, el punto de desvanecimiento de la materia diferenciada
(45).

Por lo tanto, es evidente por qué lo que se llama pertinentemente en el Esoteric


Buddhism “oleada de evolución” e “impulso mineral, vegetal, animal y humano”, se
detiene a la entrada de nuestro Globo en su Cuarto Ciclo o Ronda. En este punto es
donde la Mónada Cósmica (Buddhi) se enlaza al Rayo Átmico y se convierte en su
vehículo; o sea que Buddhi despierta a un conocimiento interno de aquél (Âtman),
entrando así en el primer peldaño de la escala septenaria de evolución, que le
conducirá eventualmente al décimo, contando desde el más inferior hacia arriba, del
árbol Sephirotal, la Corona.

Todas las cosas en el Universo siguen la ley de analogía. “Como es arriba así es
abajo”; el Hombre es el microcosmo del Universo. Lo que tiene lugar en el plano
espiritual, se repite en el plano cósmico. La concreción sigue las líneas de la
abstracción; lo más inferior debe corresponder a lo superior; lo material a lo
espiritual. Así, correspondiendo a la Corona Sephirotal o Tríada Superior, existen los
tres reinos elementales que preceden al mineral (46), y que, empleando el lenguaje
de los kabalistas, responden en la diferenciación cósmica a los mundos de la Forma
y la Materia, desde el Super-Espiritual al Arquetipo.

Ahora bien: ¿qué es una Mónada? ¿Qué relación tiene con un Átomo? La
contestación que sigue se funda en las explicaciones dadas acerca de estas

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cuestiones en el artículo antes citado “La Mónada Mineral”, escrito por la autora. A la
segunda pregunta se ha contestado:

No tiene relación de ninguna clase con el átomo o molécula tal como ésta se
comprende actualmente por la ciencia. Ni puede ser comparada con los organismos
microscópicos, en un tiempo clasificados entre los infusorios poligástricos, hoy
considerados como vegetales y colocados entre las algas; ni es tampoco del todo la
monas de los peripatéticos. Física o constitucionalmente, la mónada mineral difiere,
por supuesto, de la mónada humana, que no es física, ni puede expresarse su
constitución por medio de símbolos químicos y elementos (47).

En resumen: así como la Mónada Espiritual es Una, Universal, Ilimitada e Indivisa,


cuyos Rayos, sin embargo, forman lo que nosotros en nuestra ignorancia llamamos
“Mónadas Individuales” de los hombres, del mismo modo la Mónada Mineral
(hallándose en la curva opuesta del círculo) es también Una; y de ella han procedido
los innumerables átomos físicos, que la Ciencia empieza a considerar como
individualizados.

De otra manera, ¿cómo pueden concebirse y explicarse matemáticamente los


progresos evolutivos y en espiral de los cuatro reinos? La “Mónada” es la
combinación de los dos últimos principios en el hombre, el sexto y séptimo, y
propiamente hablando, el término “Mónada Humana” se aplica exclusivamente al
Alma Dual (Âtmâ-Buddhi), y no tan sólo a su principio más elevado, espiritual y
vivificador, Âtmâ. Pero como el Alma espiritual, divorciada del último (Âtmâ) no
puede tener existencia ni modo de ser alguno, por esto ha sido llamada así... Ahora
bien; la Esencia Monádica, o más bien Cósmica, si se permite tal término en el
mineral, vegetal y animal, aunque la misma al través de la serie de los ciclos, desde
el elemental más inferior hasta el reino Deva, difiere, sin embargo, en la escala de
progresión. Sería muy erróneo imaginar una Mónada como una Entidad separada,
discurriendo lentamente por un sendero definido al través de los reinos inferiores, y
floreciendo en un ser humano después de una serie incalculable de
transformaciones; en resumen, suponer que la Mónada de un Humboldt data de la
Mónada de un átomo de greda. En lugar de decir una “Mónada Mineral”, la
fraseología más correcta en la ciencia física, que diferencia cada átomo, habría sido,
por de contado, llamarla “la Mónada manifest|ndose en aquella forma de Prakriti
llamada el Reino Mineral”. El |tomo, tal como se representa en las hipótesis
científicas ordinarias, no es una partícula de algo, animada por un algo psíquico,
destinada a florecer después de largas épocas en un hombre. Pero es una

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manifestación concreta de la Energía Universal, todavía no individualizada; una
manifestación serial de la única Universal Mónada. El Océano de la Materia no se
divide en sus gotas potenciales y constituyentes hasta que la corriente del impulso
de vida llega al estado de evolución del nacimiento del hombre. La tendencia hacia la
segregación en Mónadas individuales es gradual, y alcanza casi este punto en los
animales superiores. Los peripatéticos aplicaban la palabra Monas al Kosmos
entero, en el sentido panteísta, y los ocultistas, si bien por convenientcia o aceptan
esta idea, distinguen de lo abstracto los grados progresivos de evolución de lo
concreto, por medio de términos como “Mónada Mineral, Vegetal, Animal”, etc. El
término significa meramente que la oleada de la marca de la evolución espiritual
está pasando por aquel arco de su circuito. La “Esencia Mon|dica” comienza a
diferenciarse imperceptiblemente hacia la conciencia individual, en el reino vegetal.
Como las Mónadas son cosas no compuestas, como correctamente las define
Leibnitz, la esencia espiritual que las vivifica en sus diversos grados de
diferenciación, es lo que propiamente constituye la Mónada -no la agregación
atómica que no es más que el vehículo y la substancia al través de la cual penetran
los distintos grados de inteligencia, así inferiores como superiores (48).

Leibnitz concibió las Mónadas como unidades elementales e indestructibles,


dotadas con el poder de dar y de recibir con respecto a otras unidades, y de
determinar así todos los fenómenos espirituales y físicos. Él es quien inventó la
palabra apercepción (49), la cual, no con la percepción, sino más bien con la
sensación del nervio, expresa el estado de la conciencia Monádica al través de todos
los reinos hasta el hombre.

Así es que puede ser erróneo en sentido estrictamente metafísico, el llamar a


Âtmâ-Buddhi una Mónada, puesto que desde un punto de vista materialista es dual,
y, por consiguiente, compuesta. Pero como la Materia es Espíritu y viceversa, así
como el Universo y la Deidad que le anima son inconcebibles separados el uno de la
otra, lo mismo sucede en el caso de Âtmâ-Buddhi. Siendo el último el vehículo del
primero, Buddhi se halla en la misma relación con respecto a Âtmâ, como Adam-
Kadmon, el Logos kabalístico, con respecto a Ain Suph, o como Mûlaprakriti con
referencia a Parabrahman.

Y ahora unas pocas palabras más sobre la Luna.

¿Qué son -puede preguntarse- las “Mónadas Lunares”, de las cuales se acaba de
hablar? La descripción de las siete Clases de Pitris vendrá después; pero ahora

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pueden darse algunas explicaciones generales. Claro debe resultar para todos que
son Mónadas que habiendo terminado su Ciclo de la Vida en la Cadena Lunar, que es
inferior a la Cadena Terrestre, se han encarnado en esta última. Pero pueden
añadirse algunos detalles más, aun cuando se hallan demasiado cerca del terreno
prohibido para poder ser explicados por completo. La última palabra del misterio es
tan sólo divulgada a los Adeptos; pero puede decirse que nuestro satélite es tan sólo
el cuerpo grosero de sus principios invisibles. Si consideramos, pues, que existen
siete Tierras, del mismo modo deben existir siete Lunas, de las cuales tan sólo la
última es visible; lo mismo sucede con el Sol, a cuyo cuerpo visible se le llama un
Mâyâ, una reflexión, justamente como lo es el cuerpo del hombre. “El verdadero Sol y
la Luna verdadera son tan invisibles como el hombre real” -dice una máxima oculta.

Y puede hacerse observar, de pasada, que los antiguos que emitieron por vez
primera la idea de las “Siete Lunas”, no eran tan necios después de todo. Pues
aunque este concepto es ahora tomado únicamente como medida astronómica del
tiempo, en una forma muy materializada, sin embargo, bajo la corteza pueden
reconocerse las huellas de una idea profundamente filosófica.

En realidad, la Luna es el satélite de la Tierra sólo en un sentido, o sea en el de que


la Luna gira en torno de la Tierra. Pero en cada uno de los demás aspectos, es la
Tierra el satélite de la Luna y no viceversa. Por sorprendente que parezca esta
declaración, no dejan de confirmarla los conocimientos científicos. Son evidencias
en favor de ello las mareas, los cambios cíclicos en muchas formas de enfermedades
que coinciden con las fases lunares; puede observarse en el desarrollo de las
plantas, y es muy marcada su influencia en los fenómenos de la concepción y
gestación humanas. La importancia de la Luna y su influencia sobre la Tierra eran
reconocidas por todas las antiguas religiones, especialmente por la judía, y han sido
notadas por muchos observadores de fenómenos psíquicos y físicos. Pero, según
todo cuanto la Ciencia conoce, la acción de la Tierra sobre la Luna hállase limitada a
la atracción física, que es causa de que gire en su órbita. Y si alguien persistiese en
objetar que este hecho constituye por sí solo una prueba suficiente de que la Luna es
verdaderamente el satélite de la Tierra en otros planos de acción, puede
contestársele preguntando si una madre que pasea en torno de la cuna de su niño
velando por él, está subordinada a su hijo o si depende de él. Aun cuando en un
sentido ella es su satélite, sin embargo es ciertamente superior en años y en
desarrollo al niño por quien vela.

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La Luna es, pues, quien representa el papel principal y de mayor importancia,
tanto en la formación de la Tierra misma, como en lo referente a poblarla de seres
humanos. Las Mónadas Lunares o Pitris, los antecesores del hombre, se convierten
en realidad en el hombre mismo. Son las Mónadas que entran en el ciclo de
evolución en el Globo A, y que pasando en torno de la Cadena de Globos,
desenvuelven la forma humana, tal como se ha demostrado antes. Al principio del
estado humano de la Cuarta Ronda en este Globo, ellos “exudan” sus dobles astrales,
de las formas “parecidas al mono” que han desarrollado en la Ronda III. Y esta forma
sutil, más delicada, es la que sirve como modelo, en torno del cual, la Naturaleza
construye al hombre físico. Estas Mónadas, o Chispas Divinas, son así los
Antepasados Lunares, los Pitris mismos; pues estos Espíritus Lunares tienen que
convertirse en “hombres”, con objeto de que sus Mónadas puedan alcanzar un plano
más elevado de actividad y de conciencia propia, o sea el plano de los Mânasa-
Putras, los que dotan de “mente” a las envolturas “inconscientes”, creadas y
animadas por los Pitris, en el último período de la Tercera Raza-Raíz.

Del mismo modo, las Mónadas o Egos de los hombres de la Séptima Ronda de
nuestra Tierra, después que nuestros propios Globos A, B, C, D, etcétera,
separándose de su energía vital, hayan animado, y con ello evocado a la vida, a otros
centros laya, destinados a vivir y a actuar en un plano de existencia superior; de la
misma manera, los Antecesores Terrenos crearán a los que se han de convertir en
sus superiores.

Claro se ve ahora que existe en la Naturaleza un triple esquema evolucionario, para


la formación de los tres Upâdhis periódicos; o más bien tres esquemas separados de
evolución, que en nuestro sistema se hallan confundidos y entrelazados por todas
partes. Estos son la evolución Monádica (o Espiritual), la Intelectual y la Física. Las
tres son los aspectos finitos, o las reflexiones en el campo de la Ilusión Cósmica, de
Âtmâ, el séptimo, la Realidad Única.

1º La Monádica está, como el nombre lo implica, relacionada con el desarrollo y


desenvolvimiento de la Mónada en fases de actividad cada vez más elevada, en
conjunción con:

2º La Intelectual, representada por los Mânasa-Dhyânis (los Devas Solares, o los


Pitris Agnishvatta), los que “conceden inteligencia y conciencia” al hombre; y

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3º La Física, representada por los Chhâyâs de los Pitris Lunares, en torno de los
cuales ha formado la Naturaleza el actual cuerpo físico. Este Cuerpo sirve como de
vehículo para el “desarrollo”, empleando una palabra errónea, y las
transformaciones (por medio de Manas, y gracias a la acumulación de experiencias),
de lo Finito en lo Infinito, de lo Transitorio en lo Eterno y Absoluto.

Cada uno de estos tres sistemas posee sus leyes propias, y es regido y guiado por
grupos diferentes de los más elevados Dhyânis o Logoi. Cada uno de ellos se halla
representado en la constitución del hombre, el Microcosmo del gran Macrocosmo; y
la unión de estas tres corrientes en él, es lo que de él hace el ser complejo que es en
la actualidad.

La Naturaleza, el Poder físico evolucionario, no podía nunca desarrollar la


inteligencia, sin ayuda; ella puede únicamente crear “formas sin sentido”, como se
verá en nuestra Antropogénesis. Las Mónadas Lunares no pueden progresar, porque
no han tenido aún el suficiente contacto con las formas creadas por la “Naturaleza”,
para obtener por su medio la acumulación de experiencias. Los Mânasa-Dhyânis son
los que llenan este vacío, y los que representan el poder evolucionario de la
Inteligencia y de la Mente; el lazo de unión entre el Espíritu y la Materia, en esta
Ronda.

También debe tenerse presente que las Mónadas que entran en el ciclo de
evolución en el Globo A, de la primera Ronda, se hallan en distintos grados de
desarrollo. De aquí que el asunto se complique algo. Recapitulemos.

Las más desarrolladas, las Mónadas lunares, alcanzan el estado humano germinal
en la Primera Ronda; se convierten en seres humanos terrestres, aunque muy
etéreos, hacia el final de la Tercera Ronda, permaneciendo en el Globo, durante el
período de “obscuración”, como gérmenes para la humanidad futura de la Cuarta
Ronda, convirtiéndose así en los precursores de la humanidad al principiar ésta, la
presente Cuarta Ronda. Otras alcanzan el estado humano tan sólo durante las
siguientes Rondas, o sea en la segunda, en la tercera o en la primera mitad de la
Cuarta Ronda. Y, finalmente, las más atrasadas de todas, o sean las que ocupan
todavía formas animales después de pasado el punto medio de vuelta de la Cuarta
Ronda, no llegarán a ser hombres durante todo este Manvántara. Llegarán a la
frontera de la humanidad tan sólo a la conclusión de la Séptima Ronda, para ser, a su
vez, introducidas en una nueva Cadena, después del Pralaya, por los viajeros más

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antiguos, los progenitores de la Humanidad o Germen Humano (Shishta), esto es, los
hombres que se hallarán a la cabeza de todos al final de estas Rondas.

Escasamente necesita ya el estudiante de ninguna otra explicación con respecto al


papel representado por el Cuarto Globo y la Cuarta Ronda en el esquema de la
evolución.

Por los diagramas precedentes, que son aplicables, mutatis mutandis, a las Rondas,
los Globos o las Razas, se verá que el cuarto miembro de una serie ocupa una
posición única. Al contrario de los demás, el cuarto no posee ningún Globo
“hermano” en el mismo plano que él, y forma así el fiel de la “balanza” representada
por la Cadena entera. es la esfera de los ajustes evolucionarios finales, el mundo de
las balanzas Kármicas, el Recinto de la Justicia en donde se determina el curso
futuro de la Mónada durante el resto de sus encarnaciones en el Ciclo. Y por lo tanto
sucede que, después de pasado este punto central de vuelta en el Gran Ciclo (o sea
después del punto medio de la Cuarta Raza de la Cuarta Ronda en nuestro Globo), no
pueden entrar más Mónadas en el reino humano. La puerta queda cerrada para este
Ciclo, y la balanza nivelada. Porque si fuese de otra manera (si para cada uno de los
innumerables millares de millones de seres humanos que han desaparecido, hubiese
habido necesidad de un alma nueva y no hubiese tenido lugar reencarnación alguna)
sería a la verdad difícil encontrar lugar para los “espíritus” desencarnados; ni
podrían nunca explicarse el origen y las causas del sufrimiento. La ignorancia de los
principios ocultos y la imposición de conceptos falsos bajo el disfraz de la educación
religiosa, es lo que ha dado lugar al materialismo y al ateísmo, como protesta contra
el supuesto orden divino de las cosas.

Las únicas excepciones a la regla ya citada, son las “razas mudas”, cuyas Mónadas
se hallan ya dentro del estado humano, en virtud del hecho de que estos “animales”
son posteriores al hombre y semidescendientes del mismo; siendo los últimos
descendientes de estos animales, el antropoide y otros monos. Estas
“presentaciones humanas” son, a la verdad, tan sólo copias desnaturalizadas de la
humanidad primitiva. Pero de esto nos ocuparemos de lleno en el volumen
siguiente.

El Comentario dice, en líneas generales, lo que sigue:

1º Cada Forma en la Tierra, y cada Punto (átomo) en el Espacio, trabaja en sus


esfuerzos hacia la propia formación, por seguir el modelo colocado para él en el

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“Hombre Celestial”... Su (del átomo) involución y evolución, su desenvolvimiento y
desarrollo externo e interno, tienen uno y el mismo objeto, el Hombre; el Hombre como
la forma física más elevada y última en esta Tierra; la “Mónada” en su totalidad
absoluta y condición despierta -como culminación de las encarnaciones divinas en la
Tierra.

2º Los Dhyânis (Pitris) son los que han desenvuelto sus Bhûta (Dobles) de sí mismos,
cuyo Rûpa (Forma) se ha convertido en el vehículo de Mónadas (principios Séptimo y
Sexto) que habían completado sus ciclos de transmigración en los tres Kalpas (Rondas)
precedentes. Entonces se convierten ellos (los Dobles Astrales) en hombres de la
primera Raza Humana de la Ronda. Pero no estaban completos y se hallaban privados
de razón.

Esto será explicado más adelante. Por ahora, basta decir que el hombre, o más bien
su Mónada, ha existido en la Tierra desde el principio mismo de esta Ronda. Pero
hasta nuestra propia Quinta Raza, las formas externas que cubrían a estos Dobles
Astrales divinos, han sufrido cambios y se han consolidado con cada subraza; a la
vez que cambiaba la forma y estructura física de la fauna, pues tenían que adaptarse
a las condiciones siempre mutables de la vida en este Globo, durante los períodos
geológicos de su ciclo de formación. Y así continuarán cambiando con cada Raza
Raíz, y con cada subraza principal, hasta la última de la Séptima en esta Ronda.

3º El hombre interno, ahora oculto, era entonces (en los comienzos) el hombre
externo. Él era la producción de los Dhyânis (Pitris); el “hijo parecido a su padre”. A
manera del loto, cuya forma externa asume gradualmente la figura del modelo dentro
de sí, de igual modo se desenvolvió la forma del hombre en un principio, de dentro
hacia fuera. Después, en el ciclo en que comenzó el hombre a procrear sus especies, del
mundo que tiene lugar en el presente reino animal, sucedió lo contrario. El feto
humano sigue ahora en sus transformaciones todas las formas que la estructura física
del hombre ha asumido al través de los tres Kalpas (Rondas) durante las tentativas
para la formación plástica en torno de la Mónada, verificadas por la materia sin
sentido, por ser imperfecta, en sus ciegos tanteos. en la época presente, el embrión
físico es una planta, un reptil, un animal, antes que finalmente se convierta en un
hombre, desenvolviendo, a su vez, de dentro de sí mismo, su propio duplicado etéreo.
En el principio fue aquel duplicado (el hombre astral) lo que, careciendo de razón,
quedó aprisionado en las mallas de la materia.

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Pero este “hombre” pertenece a la Cuarta Ronda. Como se ha hecho ver, la Mónada
había pasado, viajado y sido aprisionada en todas las formas transitorias de cada
uno de los reinos de la Naturaleza, durante las tres Rondas precedentes. Pero la
Mónada que se convierte en humana, no es el Hombre. En esta Ronda -con la
excepción de los mamíferos más elevados después del hombre, los antropoides
destinados a extinguirse en esta nuestra raza, cuando sus Mónadas sean libertadas y
pasen a las formas astrales humanas, o elementos superiores, de las Razas Sexta y
Séptima, y después a las formas humanas más inferiores en la Quinta Ronda-
ninguna unidad de reino alguno es ya animada por Mónadas destinadas a
convertirse en humanas en su próximo estado, y sí tan sólo por los elementales
inferiores de sus reinos respectivos. Estos “elementales” se convertir|n a su vez en
Mónadas humanas, solamente en el próximo gran Manvántara planetario.

De hecho, la última Mónada humana encarnó antes del principio de la Quinta Raza-
Raíz. La Naturaleza jamás se repite a sí misma; por lo tanto, los antropoides de
nuestros días no han existido en ningún tiempo hasta mediados del período
Mioceno, cuando, como todos los cruzamientos, comenzaron a mostrar una
tendencia más y más marcada, a medida que transcurría el tiempo, a volver al tipo
de su primer padre, el gigantesco Lemuro-Atlante, amarillo y negro. Buscar el
“eslabón perdido” es inútil. A los sabios de la conclusión de la Sexta Raza-Raíz,
dentro de millones y millones de años, nuestras modernas razas, o más bien sus
fósiles, les parecerán como de monos pequeños e insignificantes -una variedad
extinguida del genus homo.

Semejantes antropoides constituyen una excepción; pues no fueron deseados por


la Naturaleza, sino que son el producto directo y la creación del hombre “sin razón”.
Los indos conceden un origen divino a los monos, porque los hombres de la Tercera
Raza eran dioses de otro plano, que se habían convertido en mortales “sin razón”.
Este asunto ha sido tratado ya en Isis Unveiled, hace doce años, con toda la claridad
que era entonces posible; y allí se dice al lector que consulte a los brahmanes, si
quiere saber la razón de la consideración que guardan a los monos.

El lector aprendería, quizás -si el brahmán le consideraba digno de una


explicación- que el indo ve en el mono, lo que Manu deseaba que viese: la
transformación de especies más directamente relacionadas con la de la familia
humana; una rama bastarda injertada en su propio tronco antes de la perfección
final de este último. Podría aprender, adem|s, que ante los ojos de los “paganos”
ilustrados, el hombre espiritual o interno es una cosa, y su envoltura física y

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terrestre es otra. Que la naturaleza física, esa gran combinación de correlaciones de
fuerzas físicas, siempre dirigiéndose hacia la perfección, tiene que valerse de los
materiales que encuentra a mano; ella modela y remodela a medida que procede, y
coronando su obra con el hombre, le presenta a él únicamente como tabernáculo
apropiado para la protección del Espíritu Divino (50).

Además, en una nota al pie de la misma página, se hace mención de la obra de un


sabio alemán. Dice así:

Un sabio hanoveriano ha publicado recientemente un libro titulado Ueber die


Auflösung der Arten durch natürliche Zuchtwahl, en el que hace ver, con gran
ingeniosidad, que Darwin se equivocó por completo al hacer descender al hombre
del mono. Sostiene, por el contrario, que es el mono el que procede del hombre.
Demuestra que en el principio la humanidad era, moral y físicamente, el tipo y
prototipo de nuestra raza presente y de nuestra dignidad humana, por su belleza de
forma, regularidad de facciones, desarrollo craneal, nobleza de sentimientos,
impulsos heroicos y grandeza en sus concepciones ideales. Esto es pura doctrina
brahmánica, buddhista y kabalista. El libro hállase profusamente ilustrado con
diagramas, tablas, etc. Asegura que la decadencia y degradación graduales del
hombre, tanto moral como física, puede ser fácilmente trazada al través de las
transformaciones etnológicas hasta nuestros tiempos. Y así como una porción ya ha
degenerado en monos, del mismo modo el hombre civilizado del día presente será
sucedido al fin por descendientes semejantes, bajo la acción de la ley inevitable de la
necesidad. Si hemos de juzgar del futuro por el actual presente, parece a la verdad
posible que una razón tan antiespiritual y materialista termine más bien como simia
que como de Serafines.

Pero aunque los monos descienden del hombre, no es ciertamente un hecho que la
Mónada humana, que ya ha alcanzado el nivel de la humanidad, vuelva a
reencarnarse de nuevo bajo la forma de un animal.

El círculo de “metempsicosis” para la Mónada humana est| cerrado, puesto que


nos encontramos en la Cuarta Ronda y en la Quinta Raza-Raíz. Tiene que hacerse
cargo el lector, por lo menos el que conoce el Esoteric Buddhism, que las Estancias
que siguen en este volumen y en el siguiente, se ocupan tan sólo de la evolución de
nuestra Cuarta Ronda. Esta última es el ciclo del punto de giro, después del cual,
habiendo llegado la materia a sus abismos más profundos, comienza su lucha hacia
lo alto, espiritualizándose con cada nueva raza y con cada nuevo ciclo. Por lo tanto,

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el estudiante debe tener cuidado de no ver una contradicción donde no existe; pues
en el Esoteric Buddhism se habla de las Rondas en general, mientras que aquí no se
trata más que de la Cuarta, o sea nuestra Ronda presente. Entonces tenía lugar el
trabajo de formación: ahora el de reforma y de perfección evolucionaria.

Finalmente, para concluir esta digresión, que se ocupa de errores varios, pero
inevitables, debemos hacer referencia a una afirmación del Esoteric Buddhism que
ha producido una impresión fatal en muchos teósofos. Se cita constantemente una
desdichada frase de la obra mencionada, como prueba del materialismo de la
doctrina. En la pág. 48 dice el autor, refiriéndose a los progresos de los organismos
en los Globos:

El reino mineral no desenvolverá más al vegetal... que la Tierra fue capaz de


desenvolver al hombre del mono, hasta que recibió un impulso.

Si esta sentencia expresa literalmente el pensamiento de su autor, o si es tan sólo,


como creemos, un lapsus calami, es cuestión que está por decidir.

Realmente con sorpresa nos hemos enterado del hecho de que el Esoteric
Buddhism era tan poco comprendido por algunos teósofos, que llegaron a creer que
por completo apoyaba la evolución de Darwin, y en especial la teoría del descenso
del hombre desde un antecesor pitecoide. Un miembro escribe: “Supongo se hace
usted cargo del hecho de que las tres cuartas partes de los teósofos, y aun de los que
no lo son, se imaginan que en todo lo referente a la evolución del hombre, el
darwinismo y la Teosofía marchan juntos”. Nada de esto se ha pretendido jamás, ni
existe gran fundamento para ello en el Esoteric Buddhism, por lo menos en lo que se
nos alcanza. Repetidas veces se ha dicho que la evolución, según la enseñaban Manu
y Kapila, era la base de las modernas enseñanzas; pero ni el Ocultismo ni la Teosofía
han sostenido jamás las teorías desatinadas de los darwinistas presentes, y mucho
menos la del descenso del hombre del mono. Acerca de esto nos ocuparemos con
mayor extensión más adelante. Pero no hay más que dirigirse a la pág. 47 de la obra
mencionada, para leer allí que:

El Hombre pertenece a un reino claramente separado del de los animales.

Con una afirmación tan clara e inequívoca, es muy extraño que estudiantes
cuidadosos hayan sido inducidos a semejante error, a menos que estén dispuestos a
acusar a su autor de contradicción grosera.

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Cada Ronda repite en una escala superior el trabajo evolucionario de la Ronda
precedente. Con la excepción de algunos antropoides superiores, de que hemos
hablado, el influjo monádico o evolución interna ha concluido hasta el Manvántara
siguiente. Nunca se repetirá demasiado que las Mónadas humanas en pleno
desarrollo, tienen que pasar a otras esferas de acción, antes que la nueva masa de
candidatos aparezca en este Globo al principio del ciclo próximo. Así es que tiene
lugar un período de calma; y por esto es por lo que, durante la Cuarta Ronda,
aparece el hombre en la Tierra antes que ninguna creación animal, como se
explicará.

Pero se insiste, a pesar de esto, en que el autor del Esoteric Buddhism ha


“predicado darwinismo”. Ciertos p|rrafos parecen indudablemente dar motivos
para esta deducción; además de lo cual, los ocultistas mismos están dispuestos a
conceder alguna exactitud a la hipótesis darwinista, en lo referente a detalles, a
leyes secundarias de evolución y después del punto medio de la Cuarta Raza. En
cuanto a lo que ha tenido lugar, la ciencia física no puede en realidad saber nada,
puesto que semejantes materias permanecen por completo fuera de su esfera de
investigación. Pero lo que los ocultistas no han admitido jamás, ni admitirán nunca,
es que el hombre haya sido un mono en esta o en cualquier otra Ronda, o que pueda
jam|s convertirse en tal, por mucho que haya sido su “parecido con el mono”. Esto
se halla confirmado por la misma autoridad de quien obtuvo sus noticias el autor del
Esoteric Buddhism.

Así para todos aquellos que ponen ante los ocultistas estas líneas del volumen
citado:

Ello es lo suficiente para demostrar que podemos racionalmente -y que debemos,


si queremos hablar de estas materias, después de todo- concebir un impulso de vida
dando origen a la forma mineral, como perteneciendo a la misma especie de
impulso, cuya función es elevar una raza de monos a una raza de hombres
rudimentarios.

A aquellos que citan este párrafo, como demostrando “decidido darwinismo”,


contestan los ocultistas indicándoles la explicación del Maestro de Mr. Sinnett, que
hubiera contradicho estas líneas, a estar escritas en el espíritu que se les atribuye. A
la autora fue enviada una copia de esta carta, juntamente con otras, hace dos años
(1886), con observaciones adicionadas al margen, para ser citadas en la Doctrina
Secreta.

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Empieza por considerar la dificultad experimentada por el estudiante occidental,
para reconciliar algunos hechos dados previamente a conocer con la evolución del
hombre desde el animal, o sea desde los reinos mineral, vegetal y animal; y advierte
al estudiante que se guíe siempre por la doctrina de las analogías y de las
correspondencias. Después dice algo referente al misterio de los Devas y aun de los
Dioses, que tienen que pasar por estados que se ha convenido en llamar de
“inmetalización, inherbación, inzoonización, y finalmente, de encarnación”; y explica
esto indicando la necesidad de que tengan lugar fracasos aun entre las razas etéreas
de Dhyân Chohans. con referencia a esto dice:

“Estos “fracasos” están demasiado desarrollados y espiritualizados para que puedan


ser forzosamente lanzados atrás desde el estado Dhyân Chohánico, al torbellino de una
nueva evolución primordial al través de los reinos inferiores...”

Después de lo cual, tan sólo se hace una leve alusión acerca del misterio contenido
en la alegoría de los Asuras caídos, la cual será ampliada y explicada en los
volúmenes III y IV. Cuando el Karma les ha alcanzado en el plano de la evolución
humana:

“Tendrán que beber hasta la última gota de la amarga copa de retribución. Entonces
se convierten en una Fuerza activa y se mezclan con los Elementales, las entidades
desarrolladas del reino animal puro, para desenvolver poco a poco el tipo perfecto de
la humanidad”.

Estos Dhyân Chohans, como vemos, no pasan al través de los tres reinos como los
Pitris inferiores, ni se encarnan en el hombre hasta la Tercera Raza-Raíz. Véase lo
que dicen las enseñanzas:

“Ronda I. El Hombre en la Primera Ronda y en la Primera Raza en el Globo D, nuestra


Tierra, era un ser etéreo (un Dhyâni Lunar, como hombre), no inteligente, sino
superespiritual, y correspondiendo en la ley de analogía a la Primera Raza de la
Cuarta Ronda. En cada una de las razas y subrazas subsiguientes... se desarrolla más y
más como ser revestido o encarnado, pero todavía preponderantemente etéreo...
Carece de sexo, y como los animales y vegetales, desarrolla cuerpos monstruosos
correspondientes a lo grosero de todo cuanto le rodea.

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“Ronda II. Es todavía el hombre gigantesco y etéreo, pero su cuerpo aumenta en
firmeza y se condensa más; es un hombre más físico, pero, sin embargo, todavía menos
inteligente que espiritual*, porque la evolución de la mente es más lenta y más difícil
que la de la estructura física...
“Ronda III. Posee ahora un cuerpo perfectamente concreto o compacto, al principio
la forma de un mono gigantesco, más inteligente, o más bien más astuto, que
espiritual. Pues, en el arco descendente, ha llegado ahora a un punto en el cual su
espiritualidad primordial es eclipsada y oscurecida por la mentalidad naciente**. En la
última mitad de la Tercera Ronda, su estatura gigantesca decrece, su cuerpo mejora
en contextura y se convierte en un ser más racional, si bien es todavía más un mono
que un Deva... (Todo esto se repite casi exactamente en la tercera Raza-Raíz de la
Cuarta Ronda)

“Ronda IV. El intelecto tiene en esta Ronda un enorme desarrollo. Las razas (hasta
entonces) mudas, adquieren nuestro (actual) lenguaje humano en este Globo, en el
cual, desde la Cuarta Raza, el lenguaje se perfecciona y el saber aumenta. En este
punto medio de la Cuarta Ronda (como de la Cuarta Raza-Raíz o Atlante), pasa la
humanidad por el punto axial del ciclo manvantárico menor... rebasando el mundo con
los resultados debidos a la actividad intelectual y a la disminución de la
espiritualidad...”

Esto es de la carta auténtica; lo que sigue son observaciones posteriores y


explicaciones adicionales trazadas por la misma mano en forma de notas:

“*...La carta original contenía enseñanzas generales -una exposición a vista de


pájaro- y no particularizaba nada... El hablar del hombre físico, limitando la
afirmación a las primeras Rondas, equivaldría a retroceder a los milagrosos e
instantáneos “trajes de piel”... Lo que se pretendía significar era: la primera
“Naturaleza”, el primer “cuerpo”, la primera “mente” en el primer plano de percepción,
en el primer Globo, en la primera Ronda. Porque Karma y la evolución han

“...concentrado en nuestra constitución tan extraños extremos

De Naturaleza diferentes (51) maravillosamente mezclados...”

“** Interpretad: ha alcanzado ahora el punto (por analogía, y como en la Tercera


Raza-Raíz, en la Cuarta Ronda) en que su (del hombre-ángel) espiritualidad

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primordial es eclipsada y oscurecida por la naciente mentalidad humana, y tendrá
usted la verdadera versión...”

Éstas son las palabras del Maestro; texto, palabras y sentencias entre paréntesis y
notas aclaratorias. Es de razón que debe de existir una enorme diferencia entre
términos tales como “objetividad” y “subjetividad”, “materialidad” y “espiritualidad”,
cuando los mismos términos son aplicados a planos diferentes de existencia y de
percepción. Todo esto debe ser tomado en su sentido relativo; y por lo tanto, no hay
que maravillarse de que un autor abandonado a sus propias especulaciones, por
grande que haya sido su aplicación al estudio, pero todavía sin la menor experiencia
respecto de estas enseñanzas abstrusas, haya caído en un error. Ni tampoco en las
cartas recibidas se hallaba suficientemente determinada la diferencia entre
“Rondas” y “Razas”, puesto que no se había establecido nada sobre el particular
anteriormente, y cualquier discípulo oriental habría visto la diferencia en un
momento. Además, dice una carta del Maestro:

“Las enseñanzas fueron comunicadas bajo protesta... Eran, por decirlo así, géneros de
contrabando... y cuando me quedé solo con uno de los corresponsales, el otro, Mr....
había confundido de tal modo todas las cartas que poco era lo que pudiera decirse, sin
infringir la ley”.

Los teósofos “a quienes esto pueda concernir” comprender|n a qué se refiere.

La consecuencia de todo esto, es que nada ha sido dicho jamás en las cartas que
justifique la seguridad de que la doctrina oculta haya enseñado alguna vez, o creído
algún Adepto, a menos que sea metafóricamente, en la teoría trastrocada moderna
del descenso del hombre de un antecesor común con el mono -un antropoide de la
actual especie animal. Hasta hoy día existen en el mundo muchos más hombres
parecidos a monos, que en los bosques monos parecidos a hombres. El mono es
sagrado en la India porque su origen es bien conocido por los Iniciados, aunque esté
oculto bajo el denso velo de la alegoría. Hanum}na es el hijo de Pavana (V}yu, “el
Dios del viento”), por Anjan}, mujer de un monstruo llamado Kesari, si bien su
genealogía varía. El lector que tenga esto presente encontrará en los volúmenes III y
IV, passim, la explicación completa de esta ingeniosa alegoría. Los “hombres” de la
Tercera Raza (los que se separaron) eran “Dioses” por su espiritualidad y su pureza,
si bien carecían de sentido, y como hombres, estaban aún desprovistos de razón.

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Estos “hombres” de la Tercera Raza, los antepasados de los Atlantes, eran
precisamente unos gigantes tan parecidos a monos y tan sin sentido
intelectualmente, como aquellos seres que durante la Tercera Ronda representaron
a la humanidad. Estos “hombres” de la Tercera Raza, moralmente irresponsables,
fueron los que por conexión promiscua con especies animales inferiores a ellos,
dieron origen a aquel eslabón perdido, que en épocas posteriores (en el período
terciario tan sólo) se convirtió en el antecesor remoto del verdadero mono, tal como
lo encontramos ahora en la familia pitecoide. Si se encuentra que esto choca con la
afirmación que presenta al animal después que al hombre, entonces se pide al lector
reflexione que tan sólo se hace referencia a los mamíferos placentarios. En aquellos
días existían animales con los que ni siquiera hoy sueña la zoología; y los modos de
reproducción no eran idénticos a las nociones que la fisiología moderna posee acerca
del asunto. No es conveniente ocuparse de semejantes cuestiones en público, pero
no existe contradicción ni imposibilidad ninguna en esto, sea cual fuere.

Así es que las primeras enseñanzas, por poco satisfactorias, vagas y fragmentarias
que hayan sido, no exponen la evolución del “hombre” desde el “mono”, ni el autor
del Esoteric Buddhism lo asegura con semejantes palabras en ninguna parte de su
obra; pero, debido a su inclinación a la ciencia moderna, emplea un lenguaje que
puede justificar quizás tal deducción. El hombre que precedió a la Cuarta Raza, la
Atlante, por grande que haya sido su semejanza física con un “mono gigantesco” -
remedo del hombre que no posee la vida humana-, era ya, sin embargo, un hombre
que hablaba y que pensaba. La raza “Lemuro-Atlante” era altamente civilizada; y si
se acepta la tradición, que como historia es superior a la ficción especulativa que
hoy pasa como historia, aquella raza alcanzó un estado superior al nuestro, a pesar
de todas nuestras ciencias y de la civilización degradada del día; de todos modos, así
era el Lemuro-Atlante, a la conclusión de la Tercera Raza.

Y ahora podemos volver a las Estancias.

ESTANCIA VI

(Continuación)

5. EN LA CUARTA (a) (52), LOS HIJOS RECIBEN ORDEN DE CREAR SUS IMÁGENES.
LA

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TERCERA PARTE SE NIEGA. LAS OTRAS DOS (53) OBEDECEN. LA MALDICIÓN SE

PRONUNCIA (b): NACERÁN EN LA CUARTA (54); SUFRIRÁN Y HARÁN SUFRIR.


ÉSTA

ES LA PRIMERA GUERRA (c).

El significado completo de esta Sloka no puede ser comprendido del todo sino
habiendo leído ya las explicaciones detalladas y adicionales que figuran en la
Antropogénesis y en sus comentarios, en los volúmenes III y IV. Entre esta Sloka y la
4 de esta misma Estancia, se extienden largas épocas; y ahora resplandece la aurora
y el sol naciente de otro evo. El drama representado en nuestro planeta, hállase al
principio de su cuarto acto; pero para poder comprender de un modo más claro toda
la representación, tendrá el lector que volver atrás antes que pueda seguir. Porque
este versículo pertenece a la Cosmogonía general que figura en los volúmenes
arcaicos, mientras que en los volúmenes III y IV se dará una relación detallada de la
“creación”, o m|s bien de la formación de los primeros seres humanos, seguidos por
la segunda humanidad y después por la tercera; o como se las denomina, por las
Razas-Raíces Primera, Segunda y Tercera. Así como la Tierra sólida comenzó por ser
una esfera de fuego líquido, de polvo ígneo y su fantasma protoplasmático, lo mismo
sucedió con el hombre.

(a) Lo que se pretende significar con la palabra “Cuarta”, se dice es la Cuarta


Ronda, fundándose tan sólo en autoridad de los Comentarios. Puede significar
igualmente la Cuarta Eternidad, lo mismo que la Cuarta Ronda, y hasta nuestro
Cuarto Globo. Porque, como se mostrará repetidas veces, este último es la cuarta
esfera en el cuarto plano, o sea el más inferior de la vida material. Y así sucede que
nos hallamos en la Cuarta Ronda, en cuyo punto medio debe tener lugar el equilibrio
perfecto entre el Espíritu y la Materia. En este período ocurrió, como veremos -
durante el apogeo de la civilización y del conocimiento así como de la
intelectualidad humana, de la Cuarta, Raza Atlante- que debido a la crisis final de la
adaptación fisiológico-espiritual de las razas, la humanidad se ramificó en dos
senderos diametralmente opuestos: los Senderos de la mano Izquierda y de la
Derecha del Conocimiento o Vidyâ. Como dice el Comentario:

Así fueron sembrados en aquellos días los gérmenes de la Magia Blanca y la Negra.
Los gérmenes permanecieron latentes por algún tiempo, para brotar tan sólo durante
el primer período de la Quinta (nuestra Raza).

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Dice el Comentario, explicando la Sloka:

Los Santos Jóvenes (los Dioses) se negaron a multiplicar y a crear especies a


semejanza suya, y según su clase. “No son Formas (Rûpas) a propósito para nosotros.
Tienen que desarrollarse”. Rehúsan entrar en los Chhâyâs (sombras o imágenes) de sus
inferiores. Así ha prevalecido desde un principio el sentimiento egoísta, hasta entre los
Dioses y ellos caen bajo la mirada de los Lipikas Kármicos.

En nacimientos posteriores tuvieron que sufrir por ello. Cómo les llegó el castigo a
los Dioses, se verá en los volúmenes III y IV.

Es tradición universal que antes de la “Caída” fisiológica, tuvo lugar la propagación


de la propia especie, ya humana o animal, por la Voluntad de los Creadores, o de su
progenie. Ésta fue la Caída del Espíritu en la generación, no la Caída del hombre
mortal. Ya se ha dicho que para convertirse en consciente de sí mismo, tiene el
Espíritu que pasar por cada uno de los ciclos de existencia que culminan, en su más
alto punto, en la tierra, en el hombre. El Espíritu per se, es una abstracción
inconsciente y negativa. Su pureza es inherente, no adquirida por el mérito; de aquí,
como ya se ha dicho, que para convertirse en el más elevado Dhyân Chohan es
necesario para cada Ego alcanzar la plena conciencia como un ser humano, es decir,
consciente, que para nosotros se halla sintetizado en el Hombre. Al decir los
kabalistas judíos que ningún Espíritu puede pertenecer a la Jerarquía divina, a
menos que Ruach (el Espíritu) se haya unido a Nephesh (el Alma Viviente), no hacen
más que repetir la enseñanza Esotérica oriental:

Un Dhyâni tiene que ser un Âtmâ-Buddhi; una vez que el Buddhi-Manas se desliga de
su Âtmâ inmortal, del cual él (Buddhi) es el vehículo. Âtman pasa al No-Ser, que es el
Absoluto Ser.

Esto significa que el estado puramente Nirvánico es un retorno del Espíritu hacia la
abstracción ideal de la Seidad, que no posee relación ninguna con el plano en el cual
nuestro Universo está cumpliendo su ciclo.

(b) “La Maldición se pronuncia”, no significa en este caso que algún Ser Personal,
Dios o Espíritu Superior, la haya pronunciado; significa sencillamente que la causa
que sólo podía producir malos resultados había sido ya creada, y que los efectos de
esta causa Kármica podían tan sólo conducir a encarnaciones desdichadas, y por lo

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tanto a sufrimientos, a los Seres que, contraviniendo las leyes de la Naturaleza,
ponían así un obstáculo a su legítimo progreso.

(c) “Tuvieron lugar muchas Guerras”, todas relacionadas con las diversas luchas de
adaptación espiritual, cósmica y astronómica, pero principalmente con el misterio
de la evolución del hombre tal como es ahora. Los Poderes o Esencias puras “a
quienes se dijo creasen”, se refieren a un misterio explicado, como ya se ha dicho, en
otra parte. El secreto de la generación no tan sólo es uno de los más ocultos de la
Naturaleza (para cuya solución en vano todos los embriólogos han unidos sus
esfuerzos), sino que es asimismo una función divina, que lleva consigo el misterio
religioso o más bien dogm|tico, conocido con el nombre de la “Caída” de los Ángeles.
Una vez explicado el misterio de la alegoría, probará que Satán y su hueste rebelde
se negaron a crear al hombre físico, tan sólo para convertirse en los Salvadores y
Creadores directos del Hombre divino. La enseñanza simbólica, más bien que mística
y religiosa, es puramente científica, como se verá más adelante. Porque en lugar de
ser un mero medio ciego, automático, impulsado y guiado por la Ley insondable, el
Ángel “rebelde” reclama y exige su derecho al juicio y a la voluntad independientes;
su derecho a la libertad y a la responsabilidad, puesto que lo mismo el Hombre que
el Ángel se hallan bajo la Ley Kármica.

Explicando opiniones kabalísticas, el autor de New Aspects of Life, dice de los


Ángeles Caídos que:

Según la enseñanza simbólica, el Espíritu de simple agente funcional de Dios,


convirtióse en volitivo en su acción desarrollada y desenvolvente; y substituyendo
su propia voluntad con el Deseo Divino, en lo que le concernía, cayó. De aquí que el
reino de los espírtus y la acción espiritual, que emanan y son producto de la volición
del espíritu, estén fuera y en contraste, y se hallen en contradicción con el Reino de
las Almas y de la acción Divina (55).

Hasta aquí no hay nada que decir; pero lo que pretende significar el autor al decir:

Cuando el hombre fue creado era humano en constitución, con afecciones humanas
y esperanzas y aspiraciones humanas. Desde este estado cayó en el del bruto y el
salvaje.

resulta diametralmente opuesto a nuestras enseñanzas orientales, y aun a la idea


kabalística, en todo lo que se nos alcanza comprenderla, y a la Biblia misma. Eso

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parece a manera del Corporrealismo y el Substancialismo, dando color a la filosofía
positiva, aunque es algo difícil llegar a estar seguro de lo que el autor quiere decir.
Una caída, sin embargo, “desde lo natural en lo sobrenatural y en lo animal” -
significando por sobrenatural en este caso el estado puramente espiritual- implica lo
que nosotros sugerimos.

El Nuevo Testamento habla de una de estas guerras, así:

Y hubo guerra en el Cielo: Miguel y sus ángeles luchaban con el Dragón, y luchaban
el Dragón y sus ángeles, y no prevalecieron; y nunca más fue hallado su lugar en el
cielo. Y fue lanzado fuera el Dragón, aquella antigua serpiente que se llama el Diablo
y Satán, y que engaña a todo el mundo (56).

La versión kabalística de la misma historia figura en el Codex Nazaraeus, la


escritura de los nazarenos, los verdaderos místicos cristianos de Juan el Bautista y
de los Iniciados de Christos. Bahak Zivo, el “Padre de los Genios”, recibe la orden de
fabricar criaturas -de crear-. Pero como permanece “ignorante de Orcus”, fracasa en
su empresa, y acude a Fetahil, un espíritu todavía más puro, para que le ayude, el
cual lo hace aún peor. Ésta es una repetición del fracaso de los “Padres”, los Señores
de Luz que fracasan unos tras otros (57).

Citemos ahora de nuestros volúmenes primitivos (58):

Entra entonces en el plano de la creación el Espíritu (59) (llamado de la Tierra, o el


Alma, Psyche, al cual Santiago denomina “diabólico”), la porción inferior del Anima
Mundi o Luz Astral. (Véase la conclusión de esta Sloka). Entre los nazarenos y
gnósticos, este Espíritu era femenino. Así, el espíritu de la Tierra, percibiendo que
por Fetahil (60), el hombre más nuevo (el último), el resplandor había “cambiado”, y
que en lugar de resplandor existían “degeneración y perjuicios”, ella despierta a
Karabtanos (61), “que estaba loco y sin sentido ni juicio”, y le dice: “Lev|ntate, mira:
el Esplendor (la Luz) del Hombre Novísimo (Fetahil) ha fracasado (en producir o
crear hombres); la disminución de este Esplendor es visible. Levántate, ven con tu
Madre (el Espíritu) y líbrate de los límites que te esclavizan, y de aquellos más
vastos que el mundo entero”. Después de lo cual sigue la unión de la materia loca y
ciega, guiada por las insinuaciones del Espíritu (no el Aliento Divino, sino el Espíritu
Astral, que por su doble esencia se halla ya manchado con la materia); y habiendo
sido aceptado el ofrecimiento de la Madre, el Espíritu concibe “Siete Figuras”, y los
Siete Astros (Planetas) que representan también los siete pecados capitales, la

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producción de un Alma Astral, separada de su origen divino (el espíritu), y de la
materia, el demonio ciego de la concupiscencia. Viendo esto, extiende Fetahil su
mano hacia el abismo de la materia y dice: “Exista la tierra, lo mismo que ha existido
la mansión de los Poderes”. Y hundiendo su mano en el caos que condensa, crea
nuestro planeta.

Entonces el Codex pasa a decir cómo Bahak Zivo fue separado del Espíritu, y los
Genios o Ángeles de los Rebeldes (62). Entonces Mano (63) (el más grande), que
reside con el Supremo Ferho, llama a Kebar Zivo (conocido también con el nombre
de Nebat Iavar bar Lufin), Timón y Vid del alimento de Vida (64), siendo él la tercera
Vida, y compadeciéndose de los necios y rebeldes Genios, a causa de la magnitud de
su ambición, dice: “Señor de los Genios (65) (AEones), mira lo que los Genios (los
Ángeles Rebeldes) hacen, y acerca de lo que se están consultando (66). Ellos dicen:
“Hagamos surgir al mundo y llamemos los “Poderes” a la existencia. Los Genios son
los Príncipes (Principios), los Hijos de la Luz, pero tú eres el Mensajero de Vida”.

Y con objeto de contrarrestar la influencia de los siete principios “mal dispuestos”,


la producción del Espíritu, Kebar Zivo (o Cabar Zio), el poderoso Señor de
Esplendor, produce otras siete vidas (las virtudes cardinales) que resplandecen en
su propia forma y luz “desde lo alto” (67) y restablece así el equilibrio entre el bien y
el mal, entre la luz y las tinieblas.

Aquí se encuentra una repetición de los sistemas dualistas, primitivos y alegóricos,


como el de Zoroastro, y se observa un germen de las religiones dualistas y
dogmáticas del futuro; germen desarrollado como árbol tan frondoso en el
Cristianismo eclesi|stico. Es ya el bosquejo de los dos “Supremos” -Dios y Satán-.
Pero en las Estancias no existe semejante idea.

La mayor parte de los kabalistas cristianos occidentales, y sobre todo Eliphas Lévi,
en su deseo de reconciliar las Ciencias Ocultas con los dogmas de la Iglesia, han
hecho todo cuanto han podido para convertir la “Luz Astral”, exclusiva y
principalmente en el Pleroma de los primitivos Padres de la Iglesia, la residencia de
la Hueste de los Ángeles Caídos, de los Archontes y Poderes. Pero la Luz Astral,
aunque es tan sólo el aspecto inferior de lo Absoluto, es, sin embargo, dual. Es el
Anima Mundi, y nunca debe ser considerada de otra manera, excepto cuando
median propósitos kabalísticos. La diferencia que existe entre su “Luz” y su “Fuego
Viviente”, siempre deben tenerla presente el Vidente y el Psíquico. El aspecto
superior de esta “Luz” sin el cual sólo se pueden producir criaturas de materia, es

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este Fuego Viviente y su Séptimo Principio. En Isis Unveiled se dice en una
descripción completa de la misma, lo que sigue:

La luz Astral o Anima Mundi es dual y bisexual. La porción masculina (ideal) de la


misma es puramente divina y espiritual, es la Sabiduría, es el Espíritu o Purusha; al
paso que la porción femenina (el Espíritu de los nazarenos) hallábase manchada, en
un sentido, con materia, es en verdad materia, y por lo tanto, ya es mala. Es el
principio de vida de cada criatura viviente, y proporciona el alma astral, el
periespíritu flúidico, a hombres, animales, aves del aire y a todas las cosas vivas. Los
animales poseen tan sólo el germen latente del alma inmortal más elevada. Esta
última se desarrollará sólo después de una serie de evoluciones innumerables; la
doctrina de cuyas evoluciones se halla contenida en el axioma kabalístico: “Una
piedra se convierte en una planta; una planta en un animal, un animal en un
hombre; un hombre en un espíritu y el espíritu en un dios” (68).

Los siete principios de los Iniciados orientales no habían sido explicados cuando se
escribió Isis Unveiled, y sí tan sólo las tres Caras Kabalísticas de la Kabalah
semiexotérica (69). Pero éstas contienen la descripción de las naturalezas místicas
del primer Grupo de Dhyân Chohans en el regimen ignis, la región y “regla (o
gobierno) del fuego”, dividido en tres clases, sintetizadas por la primera, con lo cual
resultan cuatro o la “Tetraktys”. Si se estudian los comentarios atentamente, se
encontrará la misma progresión en las naturalezas angélicas, a saber: desde el
estado pasivo descendiendo al activo; estando tan próximo el último de estos Seres
al Elemento Ahamkâra (la región o plano en el que el reconocimiento de la propia
individualidad, o el sentimiento de Yo soy yo, comienza a definirise), como los
primeros se hallan próximos de la Esencia no diferenciada. Estos son Arûpa,
incorpóreos; aquéllos, Rûpa, corpóreos.

En el volumen II de la misma obra (70) se trata cumplidamente de los sistemas


filosóficos de los gnósticos y de los primitivos judíos cristianos, los nazarenos y
ebionitas. Estos sistemas presentan las opiniones que se sostenían en aquellos días -
fuera del círculo de los judíos mosaicos- acerca de Jehovah. Éste era identificado por
todos los gnósticos, más bien con el mal principio que con el bueno. Para ellos, era el
Ilda-Baoth, el “Hijo de las Tinieblas”, cuya madre, Sophia Achamôth, era hija de
Sophia, la Sabiduría Divina -el Espíritu Santo Femenino de los primeros cristianos-,
Âkâsha; al paso que Sophia Achamôth personificaba la Luz Astral Inferior o el Éter.
La Luz Astral se encuentra en la misma relación respecto a Âkâsha y al Anima
Mundi, como Satán respecto a la Deidad. Son una y misma cosa vista bajo dos

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aspectos: el espiritual y el psíquico -el lazo superetéreo o de conexión entre la
materia y el espíritu puro- y lo físico (71). Ilda-Baoth -nombre compuesto de Ilda
(.....), niño, y Boath, este último de ....., un huevo, y de ..... caos, vacío o desolación; o el
Niño nacido en el Huevo del Caos, lo mismo que Brahmâ- o Jehovah, es simplemente
uno de los Elohim, los Siete Espíritus Creadores, y uno de los Sephiroth inferiores.
Ilda-Baoth produce de sí mismo otros siete Dioses, “Espíritus Estelares” o los
Antecesores Lunares (72), pues todos son lo mismo (73). Todos son según su propia
imagen, los “Espíritus de la Faz” y las reflexiones recíprocas, que se obscurecen y se
materializan más y más a medida que sucesivamente se separan de su causa
primera. Ellos habitan también siete regiones dispuestas a modo de escalera, pues
sus peldaños constituyen un descenso y ascenso en la escala del espíritu y la materia
(74). Entre paganos y cristianos, entre indos y caldeos, tanto para los griegos como
para los católicos romanos -con ligeras variaciones en los textos referentes a su
interpretación-, todos ellos eran los Genios de los siete planetas, así como de las
siete esferas planetarias de nuestra Cadena septenaria, de las cuales es la Tierra la
más inferior. Esto relaciona los Espíritus “Estelares” y “Lunares”, con los Ángeles
planetarios superiores y con los Saptarshis, los siete Rishis de las Estrellas, de los
indos -como Ángeles o Mensajeros subordinados a estos Rishis, emanaciones, en
escala descendente, de los primeros. ¡Tales eran, según la opinión de los filósofos
gnósticos, el Dios y los Arcángeles en la actualidad adorados por los cristianos! Los
“Ángeles Caídos” y la leyenda de la “Guerra en los Cielos” son, pues, de origen
puramente pagano, y vienen de la India por la vía de Persia y de Caldea. La única
referencia que a lo anterior existe en el canon cristiano se encuentra en el
Apocalipsis XII, como se ha citado en páginas anteriores.

Así es que “Sat|n”, en cuanto cesa de ser considerado según el espíritu


supersticioso, dogmático y antifilosófico de las iglesias, se convierte en la grandiosa
imagen de quien ha hecho del hombre terrestre, un Hombre divino; de quien le
concedió al través del largo ciclo del Mahâkalpa, la ley del Espíritu de Vida, y le
libertó del Pecado de la Ignorancia, y por tanto, de la Muerte.

6. LAS RUEDAS MÁS ANTIGUAS RODABAN HACIA ABAJO Y HACIA ARRIBA (a)... LA
HUEVA DE LA MADRE LLENABA EL TODO (75). HUBO BATALLAS REÑIDAS ENTRE

LOS CREADORES Y LOS DESTRUCTORES, Y BATALLAS REÑIDAS POR EL ESPACIO;

APARECIENDO Y REAPARECIENDO LA SEMILLA CONTINUAMENTE (b) (76).

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(a) Habiendo concluido aquí ya con nuestras digresiones (que aun cuando
interrumpan el curso de la narración son necesarias para la dilucidación del
esquema completo), debemos volver una vez m|s a la Cosmogonía. La frase “Ruedas
m|s Antiguas” se refiere a los Mundos o Globos de nuestra Cadena, tal como eran
durante las Rondas anteriores. Esta Estancia, explicada esotéricamente, se ve que
está recogida por completo en las obras kabalísticas. En ella se encontrará la historia
de la evolución de los innumerables Globos que se desenvuelven después de un
Pralaya periódico, reconstruidos bajo nuevas formas con materiales antiguos. Los
Globos precedentes se desintegran y reaparecen, transformados y perfeccionados
para una nueva fase de vida. En la Kabalah, los mundos son comparados a chispas
que saltan bajo el martillo del gran Arquitecto -la Ley, la Ley que rige a todos los
Creadores menores.

El diagrama comparativo de la pág. 155, demuestra la identidad entre los dos


sistemas: el kabalístico y el oriental. Los tres superiores son los tres planos de
conciencia más elevados, y en ambas escuelas tan sólo se revelan y explican a los
Iniciados; los cuatro de abajo representan los cuatro planos inferiores, siendo el más
bajo de todos el nuestro, o sea el Universo visible.

Estos siete planos corresponden a los siete estados de conciencia en el hombre. Él


es el que tiene que poner a tono sus tres estados superiores con los tres planos
superiores en el Kosmos. Pero antes que pueda intentar hacerlo, tiene que despertar
las tres “sedes” a la vida y a la actividad. ¡Y cu|n pocos son capaces de alcanzar por
sí mismos ni siquiera una comprensión superficial de Âtmâ Vidyâ (el Conocimiento
Espiritual), o sea lo que los sufis llaman Rohanee! (77).

(b) “Apareciendo y reapareciendo la Semilla continuamente”. Aquí “Semilla”


representa el “Germen del Mundo”, considerado por la Ciencia como partículas
materiales en una condición sumamente atenuada; pero en la física ocultista como
“partículas espirituales”, o sea materia suprasensible existente en estado de
diferenciación primaria. Para ver y apreciar la diferencia -el abismo inmenso que
separa a la materia terrestre de los grados más sutiles de la materia suprasensible-
todos los astrónomos, químicos y físicos deberían ser por lo menos psicómetras;
tendrían que ser capaces de sentir por sí mismos aquella diferencia que se obstinan
en no creer. Mrs. Elizabeth Denton, una de las mujeres más ilustradas, así como
también de las más materialistas y escépticas de su tiempo -esposa del profesor
Denton, el bien conocido geólogo americano, y autor de The Soul of Things-, era, a
pesar de su escepticismo, una de las psicómetras más maravillosas. He aquí lo que

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describe en uno de sus experimentos. Una partícula de un meteorito fue colocada
sobre su frente dentro de una cubierta, sin saber lo que contenía, aquella señora
dijo:

¡Qué diferencia entre lo que reconocemos como materia aquí, y lo que parece
materia allí! En la una, los elementos son tan groseros y tan angulosos, que me admiro
de cómo podemos sufrirla, y más aún de que queramos continuar relacionados con
ella; en la otra, todos los elementos se hallan tan refinados, están tan libres de
aquellas grandes y ásperas angulosidades que aquí caracterizan a los elementos, que
no puedo menos de considerar a aquéllos como la existencia real con títulos bien
superiores a ésta (78).

DIAGRAMA III

Primer círculo: Guptâ Vidyâ oriental. D: La Tierra.

Segundo círculo: Kabalah caldea. D: La Tierra, Malkuth; A: Geburah; B: Hud; C:


Yesud; E:

Netzach; F: Tiphereth; G: Chesed.

* El Arupa o “sin forma”; en donde la forma cesa de existir, en el plano objetivo.

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+ La palabra “Arquetipo” no debe tomarse aquí en el sentido que le daban los
platónicos; esto es, el Mundo tal como existía en la Mente de la Deidad; sino en el
sentido de un Mundo hecho como primer modelo, para ser seguido y perfeccionado
por los Mundos que le suceden físicamente, aunque perdiendo en pureza.

$ Estos son los cuatro planos inferiores de la Conciencia Cósmica, siendo los tres
superiores inaccesibles a la inteligencia humana en su presente desarrollo. Los siete
estados de la conciencia humana pertenecen a otra cuestión muy distinta.

En Teogonía, cada Semilla es un organismo etéreo, del que se desarrolla más


adelante un Ser celestial, un Dios.

En el “Principio”, lo llamado en la fraseología mística “Deseo Cósmico”, se despliega


en Luz Absoluta. Ahora bien, la luz sin sombra alguna, sería la luz absoluta: en otras
palabras, la oscuridad absoluta, como trata de probar la ciencia física. Esta “sombra”
aparece bajo la forma de la materia primordial alegorizada, si se quiere, en la forma
del Espíritu del Fuego o Calor Creador. Si, desechando la forma poética y la alegoría,
prefiere la Ciencia ver en ella la “niebla de fuego” primordial, no hay en ello el menor
inconveniente. Sea de una manera o de otra, ya sea Fohat o la famosa Fuerza de la
ciencia, sin nombre alguno y de tan difícil definición como nuestro mismo Fohat,
aquel Algo “ha hecho mover al Universo con movimiento circular”, como dice Platón;
o como lo expresa la enseñanza ocultista:

El Sol Central hace que Fohat recoja polvo primordial en forma de globos, que los
impulse a moverse en líneas convergentes, y que, finalmente, se aproximen unos a
otros y se agreguen... Esparcidos por el Espacio sin orden ni sistema, los Gérmenes de
Mundos entran en colisiones frecuentes hasta su agregación final, después de lo cual se
convierten en Vagabundos (Cometas). Entonces comienzan los combates y las luchas.
Los más antiguos (cuerpos) atraen a los más jóvenes, mientras que otros los repelen.
Muchos perecen, devorados por sus compañeros más fuertes. Los que se salvan, se
convierten en mundos (79).

Esto, una vez analizado y meditado seriamente, se verá que es tan científico como
podía haberlo expuesto la Ciencia, aun la más reciente.

Se nos ha asegurado que existen varias obras modernas de presunciones


especulativas acerca de semejantes luchas por la vida en los espacios siderales,
especialmente en lengua alemana. Nos congratulamos de ello; pues lo que

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exponemos es una enseñanza oculta perdida en la noche de las edades arcaicas. De
ella nos hemos ocupado de lleno en Isis Unveiled; y la idea de la evolución parecida a
la darwinista, de la lucha por la vida y la supremacía, y de la “supervivencia de los
m|s aptos”, tanto entre las Huestes de arriba como entre las Huestes de abajo,
discurre al través de los dos volúmenes de nuestra obra primitiva, escrita en 1876.
Pero la idea no era nuestra; es de la antigüedad. Hasta los escritores puránicos han
entretejido ingeniosamente la alegoría con los hechos cósmicos y los sucesos
humanos. Cualquier simbologista puede discernir sus alusiones astronómicas, aun
cuando sea incapaz de comprender todo el significado. Las grandes “guerras en los
cielos”, en los Purânas; las guerras de los Titanes, en Hesiodo y en otros escritores
cl|sicos; las “luchas” también en el mito egipcio entre Osiris y Tifón; y hasta las que
figuran en las leyendas escandinavas, todas ellas se refieren al mismo asunto. La
Mitología del Norte hace referencia a esto en la batalla de las Llamas, los hijos de
Muspel, que combaten en el campo de Wigred. Todas éstas se refieren al Cielo y a la
Tierra, y poseen un significado doble, y a menudo triple, así como una aplicación
esotérica a cosas de arriba lo mismo que a cosas de abajo. Se refieren
separadamente a luchas astronómicas, teogónicas y humanaas; al ajustamiento de
los orbes y a la supremacía entre las naciones y tribus. La “lucha por la existencia”, y
la “supervivencia de los m|s aptos”, reinaron supremas desde el momento en que el
Kosmos se manifestó a la existencia, y difícilmente podían escapar a la mirada
observadora de los antiguos Sabios. De ahí los incesantes combates de Indra, el Dios
del Firmamento, con los Asuras -degradados de Dioses elevados a Demonios
cósmicos- y con Vritra o Ahi; las batallas reñidas entre estrellas y constelaciones,
entre lunas y planetas -encarnados después como reyes y mortales. De ahí también
la Guerra en los Cielos de Miguel y su Hueste contra el Dragón -Júpiter y Lucifer-
Venus- cuando un tercio de las estrellas de la Hueste rebelde fue precipitado a las
profundidades del espacio, y “su lugar no fue encontrado m|s en los Cielos”. Según
escribimos largo tiempo ha:
Ésta es la piedra fundamental de los ciclos secretos. Demuestra que los brahmanes
y los tanaim... especulan acerca de la creación y desenvolvimiento del mundo, de
manera igual a la de Darwin, anticipándose a él y a su escuela en la selección natural,
el desarrollo gradual y la transformación de las especies (80).

Existieron antiguos mundos que perecieron, vencidos por los nuevos, etc. El aserto
de que todos los mundos, estrellas, planetas, etc. -tan pronto como un núcleo de
substancia primordial en estado laya (indiferenciado) es animado por los principios
en libertad de un cuerpo sideral que acaba de morir-, se convierten primero en

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cometas y luego en soles, para enfriarse convirtiéndose en mundos habitables, es
una enseñanza tan antigua como los Rishis.

Así pues, según vemos, los Libros Secretos enseñan claramente una astronomía,
que ni aun por la especulación moderna sería despreciada, si esta última pudiese
comprender por completo sus enseñanzas.

Porque la astronomía arcaica y las ciencias físico-matemáticas antiguas


expresaban ideas idénticas a las de las ciencias modernas, y muchas de mayor
importancia. Una “lucha por la vida” y una “supervivencia de los m|s aptos”, tanto
en los mundos arriba como aquí en nuestro planeta, es lo que claramente se enseña.
Esta enseñanza, sin embargo, aun cuando no sería desechada por completo por la
Ciencia, será seguramente repudiada como un todo integral. Pues ella afirma que
sólo hay siete “Dioses” primordiales nacidos por sí mismos, emanados del uno y
trino. En otras palabras: significa que todos los mundos o cuerpos siderales
(siempre en estricta analogía) son formados el uno de otro después que ha tenido
lugar la manifestación primordial al principio de la Gran Edad.

El nacimiento de los cuerpos celestes en el espacio, se compara a una


muchedumbre de peregrinos en la fiesta de los Fuegos. Siete ascetas aparecen en los
umbrales del templo con siete varillas de incienso encendidas. A la luz de las
mismas, enciende la primera fila de peregrinos sus varillas de incienso. después de
lo cual, empieza cada uno de los ascetas a hacer girar su varilla en el espacio sobre
su cabeza, y proporciona fuego al resto de los peregrinos. Lo mismo sucede con los
cuerpos celestes. Un centro laya es encendido y despertado a la vida por los fuegos
de otro “peregrino”, después de lo cual, el nuevo “centro” se lanza al espacio y se
convierte en un cometa. Tan sólo después de haber perdido su velocidad, y por lo
tanto, su cola flamígera, es cuando el Dragón de Fuego se establece para vivir
tranquilo y estable, a manera de ciudadano regular y respetable de la familia sideral.
Por lo tanto, se dice:

Nacido en los abismos insondables del espacio, del elemento homogéneo llamado el
Alma del Mundo, cada núcleo de materia cósmica, lanzado súbitamente a la existencia,
comienza su vida bajo las circunstancias más hostiles. Al través de una serie de épocas
innumerables, tiene que conquistar por sí mismo un lugar en los infinitos. Circula
alrededor, entre cuerpos más densos y ya fijos, moviéndose por impulsos súbitos;
dirígese hacia algún punto dado o centro que le atrae, tratando de evitar, a manera de
buque metido en un estrecho cuajado de arrecifes y de escollos, otros cuerpos que a su

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vez le atraen y le repelen. Muchos perecen, desintegrándose sus masas en el seno de
otras más potentes, y principalmente en las simas insaciables de los Soles diversos,
cuando nacen dentro de un sistema. Los que se mueven más lentamente y son
impelidos en una trayectoria elíptica, están condenados a la aniquilación más pronto o
más tarde. Otros, moviéndose en curvas parabólicas, escapan generalmente a la
destrucción, gracias a su velocidad.

Imaginarán, quizás, algunos lectores de espíritu muy crítico, que esta enseñanza
referente al estado cometario, por el cual todos los cuerpos celestes pasaron, se
halla en contradicción con las afirmaciones que se han hecho de que la Luna es la
madre de la Tierra. Quizás imaginarán que es necesaria la intuición para armonizar
a las dos. Pero no hace falta, a la verdad, intuición alguna. ¿Qué es lo que sabe la
Ciencia en cuanto a los Cometas, su génesis, desarrollo y manera final de
conducirse? ¡Nada, absolutamente nada! ¿Y qué hay de imposible en que un centro
laya -un fragmento de protoplasma cósmico, homogéneo y latente-, cuando sea
súbitamente animado o inflamado, se lance desde su yacimiento al espacio, y gire en
torbellino al través de los abismos insondables, con objeto de robustecer su
organismo homogéneo, por una acumulación y adición de elementos diferenciados?
¿Y por qué un cometa semejante no ha de poder establecerse, vivir y convertirse en
un globo habitado?

“Las mansiones de Fohat son muchas” -se ha dicho-. “Él coloca a sus Cuatro Hijos de
Fuego (electro-positivos), en los Cuatro-Círculos”; estos Círculos son el ecuador, la
eclíptica y los dos paralelos de declinación, o los trópicos; para presidir cuyos
climas, las Cuatro místicas Entidades están colocadas. Además: “Otros Siete (Hijos)
son comisionados para presidir los siete Lokas calientes y los siete fríos (los infiernos
de los brahmanes ortodoxos), en los dos extremos del Huevo de Materia (nuestra tierra
y sus polos)”. Los siete Lokas son también llamados los “Anillos” y los “Círculos”, en
otra parte. Los antiguos consideraban siete círculos polares, en lugar de dos, como
los europeos; pues el Monte Meru, que es el Polo Norte, se dice que tiene siete
peldaños de oro y siete de plata, que a él conducen. La extraña afirmación que figura
en una de las Estancias, de que: “Los Cantos de Fohat y de sus Hijos eran RADIANTES
como la marea de mediodía y la Luna combinadas”; y la de que los Cuatro Hijos del
Cuádruple Círculo del medio, “VEN los Cantos de su padre y OYEN su Radiación
selénico-solar”, es explicada en el Comentario con estas palabras: “La agitación de las
Fuerzas Foháticas en los dos extremos fríos (Polos Norte y Sur) de la tierra, que se
sigue en una radiación multicolor durante la noche, posee en sí varias de las
propiedades del Âkâsha (Éter), Color lo mismo que Sonido”.

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“El sonido es la característica del Âk}sha (Éter); él genera el Aire cuya propiedad
es el Tacto; el cual (por fricción) se convierte en productor de Color y de Luz” (81).

Quizás será considerado lo anterior como un disparate arcaico; pero será mejor
comprendido si el lector tiene presente las auroras boreal y austral, las cuales tienen
lugar en los centros mismos de las fuerzas eléctricas y magnéticas terrestres. Se dice
que ambos polos son los depósitos, los receptáculos y manantiales, a la vez, de la
Vitalidad cósmica y terrestre (Electricidad), cuyo exceso habría hecho estallar a la
tierra en innumerables fragmentos largo tiempo ha, a no ser por estas dos válvulas
de seguridad naturales. Al mismo tiempo, es una teoría que últimamente se ha
convertido en axioma, que el fenómeno de las luces polares va acompañado y es
productor de intensos sonidos a manera de silbidos, chirridos y rugidos. Véanse las
obras del profesor Humboldt acerca de la aurora boreal, y su correspondencia en lo
referente a esta discutida cuestión.

7. HAZ TUS CÁLCULOS, LANÚ, SI QUIERES SABER LA EDAD EXACTA DE TU


PEQUEÑA

RUEDA (82). SU CUARTO RAYO ES NUESTRA MADRE (a) (83). ALCANZA EL


CUARTO

FRUTO DEL CUARTO SENDERO DEL CONOCIMIENTO QUE CONDUCE AL NIRVÂNA,


Y

TÚ COMPRENDERÁS, PORQUE VERÁS... (b).


(a) La “Pequeña Rueda” es nuestra Cadena de Esferas, y el “Cuarto Rayo de la
Rueda” es nuestra Tierra, la cuarta de la Cadena. Es una de aquellas sobre las cuales
el “soplo caliente (positivo) del Sol” tiene un efecto directo.

Las siete transformaciones fundamentales de los Globos o Esferas celestes, o más


bien, las de las partículas de materia que las constituyen, son descritas como sigue:
1ª, la homogénea; 2ª, la aeriforme y radiante -gaseosa; 3ª, la coagulosa (nebulosa);
4ª, la atómica, etérea, comienzo de movimiento, y por lo tanto, de diferenciación; 5ª,
la germinal, ígnea- diferenciada, pero tan sólo compuesta de los gérmenes de los
Elementos, en sus estados primordiales, poseyendo siete estados, cuando
desarrollados por completo en nuestra tierra; 6ª, la cuádruple, vaporosa -la Tierra
futura; 7ª, la fría- dependiente del Sol para la vida y la luz.

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Calcular su edad, sin embargo, según se dice al discípulo que lo haga en la Estancia,
es bien difícil, desde el momento en que no se nos dan los números representantes
del Gran Kalpa, y no se nos permite publicar los correspondientes a nuestros
pequeños Yugas, más que como duración aproximada de estos. “Las más antiguas
Ruedas han rodado durante una Eternidad y la mitad de una Eternidad”, dice.
Sabemos que por “Eternidad” se entiende la séptima parte de 311.040.000.000.000
de años, o una Edad de Brahmâ. ¿Pero y qué? Sabemos también que, para empezar,
si tomamos como base las cifras anteriores, tenemos que eliminar ante todo de los
100 Años de Brahmâ, o 311.040.000.000.000 años, dos Años empleados por los
Sandhyâs (crepúsculos), lo cual los deja reducidos a 98, pues tenemos que referirlos
a la combinación mística de 14 x 7. Pero nosotros no poseemos conocimiento alguno
en cuanto al tiempo en que comenzó precisamente la evolución y formación de
nuestra pequeña tierra. Por lo tanto, es imposible calcular su edad, a menos de que
se dé la época de su nacimiento - lo cual, hasta la fecha, se niegan a hacer los
Maestros. A la conclusión del volumen II y en los volúmenes III y IV se harán, sin
embargo, algunas indicaciones cronológicas. De todos modos debemos tener
presente que la ley de analogía se aplica lo mismo a los mundos que al hombre; y
que así como “El Uno (la Deidad) se convierte en Dos (el Deva o Ángel), y el Dos se
convierte en Tres (o el Hombre), etc., del mismo modo se nos enseña que los Coágulos
(el material para mundos), se convierten en Vagabundos (Cometas); que estos se
convierten en estrellas, y las estrellas (los centros de vórtices) en nuestro sol y
planetas, en resumen. (Esto no puede ser tan anticientífico, desde el momento en
que Descartes pensó también que “los planetas giraban sobre sus ejes por haber
sido en otro tiempo estrellas luminosas, centros de vórtices”).
(b) Existen cuatro grados de iniciación mencionados en las obras exotéricas, los
cuales son respectivamente conocidos en sánscrito como Srôtâpanna, Sakridâgâmin
y Arhat; teniendo las mismas denominaciones, en esta nuestra Cuarta Ronda, los
Cuatro Senderos que conducen al Nirvâna. El Arhat, si bien puede contemplar el
Pasado, el Presente y el Futuro, no es todavía el más alto Iniciado; pues el Adepto
mismo, el candidato iniciado, se convierte en Chela (discípulo) de un Iniciado más
elevado. Tres grados superiores más le quedan por conquistar al Arhat que quiera
alcanzar la cúspide de la escala del Arhatado. Los hay que aun lo han alcanzado en
esta nuestra Quinta Raza; pero las facultades necesarias para lograr estos grados
más elevados, tan sólo se encontrarán plenamente desarrolladas en el tipo general
del asceta, al final de esta Raza Raíz, y en las Sexta y Séptima. Así es que existirán
siempre Iniciados y Profanos hasta el final de este Manvántara menor, el presente
Ciclo de Vida. Los Arhats de la “Niebla de Fuego”, los del séptimo peldaño, h|llanse
tan sólo a un paso de la Raíz Fundamental de su Jerarquía, la más elevada que existe

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en la Tierra y en nuestra Cadena Terrestre. Esta “Raíz Fundamental” tiene un
nombre que puede ser traducido tan sólo por medio de varias palabras: el “Baniano-
Humano siempre Viviente”. Este “Ser Maravilloso” descendió de una “elevada
región” -dicen- durante la primera porción de la Tercera Época, antes de la
separación de sexos en la Tercera Raza.

A esta Tercera Raza se la llama algunas veces, colectivamente, los “Hijos del Yoga
Pasivo”; o sea que fue producida inconscientemente por la Segunda Raza, la cual,
como era intelectualmente inactiva, se supone permanecía constantemente sumida
en una especie de contemplación abstracta o vacía, como la que requieren las
condiciones del estado Yoga. En el primer tiempo de la existencia de esta Tercera
Raza, cuando se hallaba todavía en estado de pureza, los “Hijos de la Sabiduría”, que,
como se verá, encarnaron en esta Tercera Raza, produjeron por Kriyâshakti una
generación llamada los “Hijos de Ad”, o “de la Niebla de Fuego”, los “Hijos de la
Voluntad y del Yoga”, etc. Ellos eran un producto consciente; pues una porción de la
Raza se hallaba animada ya con la chispa divina de una inteligencia espiritual y
superior. Esta generación no era una Raza. Era al principio un Ser Maravilloso,
llamado el “Iniciador”, y después de él un grupo de Seres semihumanos,
semidivinos. “Elegidos” en la génesis arcaica con ciertos propósitos, se dice que en
ellos encarnaron los más elevados Dhyânis - “Munis y Rishis de Manv|ntaras
anteriores”-, para formar el semillero de futuros Adeptos humanos, en esta tierra y
durante el Ciclo presente. Estos “Hijos de la Voluntad y del Yoga”, nacidos, por
decirlo así, de un modo inmaculado, permanecieron, según se explica, aparte por
completo del resto de la humanidad.

El “Ser” al cual se acaba de hacer referencia, y que tiene que permanecer


innominado, es el Árbol del cual, en épocas subsiguientes, se han ramificado todos
los grandes Sabios y Hierofantes históricamente conocidos, tales como el Rishi
Kapila, Hermes, Enoch, Orfeo, etc. etc. Como hombre objetivo, él es el misterioso
(para el profano, el siempre invisible, y sin embargo siempre presente). Personaje
acerca del cual abundan las leyendas en Oriente, en especial entre los ocultistas y los
estudiantes de la Ciencia Sagrada. Él es quien cambia de forma, y sin embargo,
permanece siempre el mismo. Y él, es, además, el que posee la autoridad espiritual
sobre todos los Adeptos iniciados que en el mundo entero existen. Él es, como se ha
dicho, el “Sin Nombre” que tantos nombres posee, y cuyo nombre y naturaleza son
sin embargo desconocidos. Él es el “Iniciador”, llamado la “GRAN VÍCTIMA”. Porque,
sentado en los Umbrales de la LUZ, la contempla desde el círculo de Tinieblas que no
quiere cruzar; ni abandonará su puesto hasta el Día postrero de este Ciclo de Vida.

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¿Por qué permanece el Solitario Vigilante en el puesto por él escogido? ¿Por qué
permanece sentado junto a la Fuente de la Sabiduría Primordial, en la cual no bebe
ya, puesto que nada tiene ya que aprender que no sepa, ni en esta tierra ni en sus
Cielos? Porque los solitarios Peregrinos cuyos pies sangran de vuelta a su Hogar,
jamás se hallan seguros, hasta el último momento, de no perder su camino en este
desierto sin límites de la ilusión y de la materia, llamado la Vida terrena. Porque
quiere gustoso mostrar el camino hacia aquella región de libertad y de luz, de la cual
es desterrado voluntario, a todos los prisioneros que han logrado libertarse de los
lazos de la carne y de la ilusión. Porque, en una palabra, él se ha sacrificado por la
humanidad aunque tan sólo unos pocos elegidos podrán aprovecharse del GRAN
SACRIFICIO.

Bajo la dirección silenciosa y directa de este MAHA-GURU, todos los demás


Maestros e Instructores menos divinos de la humanidad, se convirtieron, desde el
despertar primero de la conciencia humana, en los guías de la humanidad primitiva.
Gracias a estos “Hijos de Dios”, aquella humanidad infantil obtuvo sus primeras
nociones de todas las artes y ciencias, lo mismo que las del conocimiento espiritual;
y Ellos fueron quienes colocaron las primeras piedras de los cimientos de aquellas
civilizaciones que tan cruelmente confunden a nuestras generaciones modernas de
escritores y de eruditos.

Quienes pongan en duda esta afirmación, que nos expliquen con fundamentos
igualmente razonables el misterio del saber extraordinario poseído por los antiguos,
que algunos pretenden se desenvolvieron de salvajes abyectos parecidos a animales,
los “hombres de las cavernas” de la época paleolítica. Diríjanse por ejemplo a obras
tales como las de Vitrubio Polio, de la época de Augusto, sobre arquitectura, en la
cual las reglas de proporción son las enseñadas antiguamente en las Iniciaciones, si
quieren conocer el arte verdaderamente divino, y comprender el profundo
significado esotérico oculto en cada regla y ley de proporción. Ningún hombre
descendiente de un habitante de las cavernas paleolíticas hubiera podido
desarrollar por sí solo una ciencia semejante, aun al través de milenios de evolución
intelectual y pensante. Fueron los discípulos de aquellos Rishis y Devas encarnados
de la Tercera Raza-Raíz, los que transmitieron su saber, de una generación a otra, a
Egipto y a Grecia, con su canon de proporción, en la actualidad perdido; así como los
discípulos de los Iniciados de la Cuarta, los atlantes, lo transmitieron a sus Cíclopes,
los “Hijos de los Ciclos” o del “Infinito”, de quienes pasó el nombre a las
generaciones posteriores de sacerdotes gnósticos.

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A causa de la divina perfección de aquellas proporciones arquitectónicas, podían
los antiguos construir esas maravillas de todas las épocas subsiguientes, sus
templos, pirámides, santuarios, subterráneos, cromlechs, cairns, altares,
demostrando que poseían fuerzas y conocimiento en mecánica ante los cuales la
ciencia moderna resulta juego de niños y a cuyas obras esta misma ciencia se refiere
denomin|ndolas “obras de gigantes con cien manos” (84).

Los arquitectos modernos puede que no hayan descuidado por completo aquellas
reglas, pero les han añadido lo suficiente en cuanto a innovaciones empíricas, para
destruir aquellas proporciones justas. Vitrubio fue quien dio a la posteridad las
reglas de construcción de los templos griegos erigidos a los dioses inmortales; y los
diez libros de Marco Vitrubio Polio sobre arquitectura, de uno que en resumen era
un iniciado, pueden ser tan sólo estudiados esotéricamente. Los Círculos Druídicos,
los Dólmenes, los Templos de la India, Egipto y Grecia; las Torres y las 127 ciudades
que en Europa ha encontrado como de “origen ciclópeo” el Instituto francés, son
todos obra de arquitectos sacerdotes iniciados, los descendientes de aquellos que en
un principio fueron enseñados por los “Hijos de Dios”, y llamados con justicia los
“Constructores”. He aquí la apreciación de la posteridad sobre estos descendientes:
No hacían uso de mortero ni de cemento, ni de hierro, ni de acero para cortar las
piedras; y, sin embargo, hállanse tan artificiosamente labradas, que en muchos sitios
se perciben muy difícilmente las junturas, a pesar de que muchas de las piedras,
como en el Perú, tienen 38 pies de largo, 18 de ancho y seis de espesor, habiéndolas
en los muros de la fortaleza de Cuzco todavía de mayor tamaño (85).

Y también:

El pozo de Siena, construido hace 5.400 años, cuando aquel lugar se hallaba
exactamente bajo el trópico, lo cual ha cesado ahora de suceder, estaba construido
de al modo, que al mediodía, en el momento preciso del solsticio, se veía todo el
disco del Sol reflejado en su superficie; obra que la ciencia reunida de todos los
astrónomos de Europa no sería capaz de llevar a efecto (86).

A pesar de que estas materias se hallan meramente apuntadas en Isis Unveiled, no


estará de más recordar al lector lo que se dice allí (87) referente a cierta Isla
Sagrada en el Asia Central, e indicarle para mayores detalles el capítulo referente a
“Los Hijos de Dios y la Isla Sagrada”, agregado al volumen III, Estancia IX. Sin
embargo, algunas explicaciones más, aun cuando se den en forma fragmentaria,
pueden ayudar al estudiante a percibir una vislumbre del misterio presente.

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Debemos por lo menos en claras palabras un detalle con referencia a estos
misteriosos “Hijos de Dios”: de ellos, de esos Brahmaputras, es de quienes los
elevados Dvijas, los brahmanes iniciados de la antigüedad, pretendían descender, al
paso que el moderno brahmán quisiera hacer creer literalmente a las castas
inferiores que ellos (los brahmanes) han procedido directamente de la boca de
Brahmâ. Ésta es la enseñanza esotérica, la cual añade, además, que si bien aquéllos
descendían (espiritualmente por supuesto) de los “Hijos de la Voluntad y del Yoga”,
se dividieron con el tiempo en opuestos sexos, como hicieron después sus mismos
progenitores creados por “Kriy}shakti”; sin embargo, aun sus degenerados
descendientes han conservado, hasta el día presente, veneración y respeto hacia la
función procreadora, que todavía miran como una ceremonia religiosa, mientras
que las naciones más civilizadas la consideran como una función meramente animal.
Compárense las opiniones y prácticas occidentales acerca de estas materias, con las
Instituciones de Manu, tocante a las leyes del Grihastha o vida matrimonial. El
verdadero brahm|n es así, en realidad: “aquel cuyos siete antepasados han bebido el
zumo de la planta de la Luna (Soma)”, y es un “Trisuparna”, puesto que ha
comprendido el secreto de los Vedas.

Y, hasta hoy día, tales brahmanes saben que estando dormida la inteligencia
psíquica y física de esta Raza durante sus primeros tiempos, y no estando todavía
desarrollada su conciencia, sus concepciones espirituales hallábanse por completo
desligadas de todo cuanto físicamente la rodeaba; que el hombre divino habitaba en
su forma animal, si bien humana al exterior; y que, si existía instinto en él, ninguna
conciencia de sí mismo venía a iluminar las tinieblas del Quinto Principio latente.
Cuando los Señores de la Sabiduría, impulsados por la ley de evolución, infundieron
en él la chispa de la conciencia, el primer sentimiento que se despertó a la vida y a la
actividad fue el de solidaridad, el de unidad con sus creadores espirituales. Así como
los sentimientos primeros del niño se dirigen a su madre y nodriza, del mismo modo
las aspiraciones primeras de la conciencia al despertar en el hombre primitivo iban
hacia aquellos cuyo elemento sentía dentro de sí mismo, y que permanecían todavía
fuera e independientes de él. La Devoción brotó de aquel sentimiento y convirtióse
en el móvil primero y principal de su naturaleza; pues es el único que es natural en
su corazón, que es innato en él, y que encontramos lo mismo en el niño humano que
en el pequeñuelo del animal. Este sentimiento de aspiración instintiva e irresistible
en el hombre primitivo, lo describe Carlyle de un modo hermoso, podría decirse
intuitivo:

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El gran corazón antiguo, ¡cuán infantil en su sencillez, cuán varonil en su
profundidad y solemnidad fervorosa! El cielo permanece sobre él dondequiera que
vaya esté en la tierra; haciendo de toda la tierra un templo místico para sí, y de
todos los asuntos terrenos una especie de culto. Fulgores de criaturas
resplandecientes brillan en la luz del sol; los ángeles todavía amparan, llevando
mensajes de Dios entre los hombres... La maravilla y el prodigio acompañan al
hombre; vive en un elemento de milagro... (88). Una gran ley de deber, elevada como
estos dos infinitos (el cielo y el infierno), empequeñeciendo, destruyendo todo lo
demás -era una realidad y lo es; la vestidura es lo único que ha muerto; ¡la esencia
vive a través de los tiempos y de la eternidad entera!

Vive, es innegable, y se ha establecido con toda su potencia y energía indestructible


en el corazón ario asiático, directamente de la Tercera Raza, por medio de sus
primeros Hijos nacidos de la Mente, los frutos de Kriyâshakti. A medida que los
tiempos han transcurrido, la raza santa de los Iniciados ha producido, aunque sólo
muy rara vez y de época en época, semejantes criaturas perfectas; seres aparte,
interiormente; si bien, en su exterior, son lo mismo que quienes los han producido.

Durante la infancia de la tercera raza primitiva:

Una criatura de más exaltada especie

Faltaba todavía, y por lo tanto fue intentada

Consciente en sus pensamientos, de más vasto pecho

Para el imperio hecha y propia para regir a las demás.

Fue despertado a la existencia un vehículo perfecto dispuesto para la encarnación


de habitantes de esferas más elevadas, quienes, desde entonces, establecieron su
residencia en estas formas, nacidas de la Voluntad Espiritual y del poder natural y
divino en el hombre. Era un hijo del espíritu puro, libre mentalmente de toda mezcla
de elementos terrenos. Su constitución física tan sólo pertenecía al tiempo y a la
vida; pues derivaba su inteligencia directamente de lo alto. Era el Árbol Viviente de
la Sabiduría Divina; y puede, por tanto, ser comparado al Árbol Mundano de la
leyenda escandinava, que no puede secarse y morir hasta que se haya reñido el
combate postrero de la vida, al paso que sus raíces son de continuo roídas por el
dragón Nidhogg. Pues aun el primero y santo Hijo de Kriyâshakti tenía su cuerpo

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roído por los dientes del tiempo; pero las raíces de su ser interno permanecieron
por siempre inalterables y robustas, puesto que se desarrollaban y extendían en los
cielos y no en la tierra. Él fue el primero del Primero, y la semilla de todos los demás.
Hubo otros Hijos de Kriyâshakti producidos por un segundo esfuerzo espiritual;
pero el primero ha permanecido hasta el día como Germen del Conocimiento Divino,
el Uno y Supremo entre los terrestres “Hijos de la Sabiduría”. Acerca de este asunto
no podemos decir más, excepto que en todas las épocas -sí, hasta en la nuestra- han
existido grandes inteligencias que han comprendido con exactitud el problema.

¿Cómo ha llegado nuestro cuerpo físico al estado de perfección en que se le


encuentra ahora? Al través de millones de años de evolución, por supuesto; pero
jamás por medio de, o gracias a los animales, como el materialismo enseña.
Pues, como dice Carlyle:

...La esencia de nuestro ser, el misterio que en nosotros mismos se llama “Yo” -¡ah!
¿qué palabras poseemos para cosas semejantes?- es un hálito de los Cielos, el más
elevado de los Seres, que en el hombre se revela. Este cuerpo, estas facultades, esta
nuestra vida, ¿no es esto todo a manera de una vestidura para el Innominado?

El “h|lito de los Cielos”, o m|s bien el soplo de Vida llamado en la Biblia Nephesh,
se halla en cada animal, en cada molécula animada y en cada átomo mineral. Pero
ninguno de estos tiene, como el hombre, conciencia de la naturaleza de la de aquel
“Ser Elevadísimo” (89), como ninguno posee esa divina armonía en sus formas que
el hombre tiene. Es como dice Novalis, y nadie lo ha expresado después mejor, según
lo ha repetido Carlyle:

Sólo existe un templo en el Universo, y es el Cuerpo del Hombre. Nada es más santo
que aquella forma elevada... Tocamos el Cielo cuando ponemos nuestras manos
sobre un cuerpo humano. Esto suena a modo de mera figura de retórica; pero no es
así. Si en ello se piensa bien, se verá que es un hecho científico; la expresión... de la
verdad precisa de la cosa. Somos el milagro de los milagros, el gran Misterio
inescrutable... (90).

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ESTANCIA VII

LOS PADRES DEL HOMBRE EN LA TIERRA

1. HE AQUÍ EL PRINCIPIO DE LA VIDA INFORME SENCIENTE (a). PRIMERO, EL


DIVION

(b) (1), EL UNO, QUE PROCEDE DEL ESPÍRITU DE LA MADRE (2); DESPUÉS, EL
ESPI-

RITUAL (3); (c) (4) LOS TRES EMANANDO DEL UNO (d), LOS CUATRO EMANANDO

DEL UNO (e), Y LOS CINCO (f), DE LOS CUALES PROCEDEN LOS TRES, LOS CINCO Y

LOS SIETE (g). ESTOS SON LOS TRIPLES Y LOS CUÁDRUPLES HACIA ABAJO; LOS

HIJOS NACIDOS DE LA MENTE DEL PRIMER SEÑOR (5), LOS SIETE


RESPLANDECIEN-

TES (6). ELLOS SON TÚ, YO, ÉL, ¡OH, LANÚ!, LOS QUE VELAN SOBRE TI Y TU
MADRE,

BHÛMI (7).

(a) La Jerarquía de los Poderes Creadores está dividida esotéricamente en Siete


(cuatro y tres), dentro de los Doce grandes Órdenes, que recuerdan los doce signos
del Zodíaco; estando los siete de la escala en manifestación, relacionados además
con los Siete Planetas. Todos estos se hallan subdivididos en grupos innumerables
de Seres divinos espirituales, semiespirituales y etéreos.

La principales Jerarquías entre éstas, se hallan ligeramente apuntadas en el Gran


Cuaternario o los “cuatro cuerpos y las tres facultades”, exotéricamente, de Brahm},
y el Panchâsya, los cinco Brahmâs, o los cinco Dhyâni-Buddhas en el sistema
buddhista.

El grupo más elevado hállase compuesto por aquellas a que se da el nombre de las
Llamas Divinas, de las cuales se habla también como de los “Leones de Fuego” y de
los “Leones de Vida”, cuyo esoterismo h|llase con seguridad oculto en el signo

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zodiacal de Leo. Son el nucléolo del Mundo superior Divino. Son los Soplos Ígneos
Informes, idénticos en un aspecto a la Tríada Sephirotal superior, que los kabalistas
colocan en el Mundo Arquetipo.

La misma Jerarquía, con los mismos números, se encuentra en el sistema japonés,


en los “Principios”, tal como lo enseñan las sectas shinto y buddhista. En este
sistema, la Antropogénesis precede a la Cosmogénesis; pues lo Divino se sumerge en
lo humano, y crea -a mitad de camino en su descenso en la materia- el Universo
visible. Los personajes legendarios, observa reverentemente Omoie, “tienen que ser
comprendidos como la encarnación estereotipada de la doctrina superior (secreta),
y de sus verdades sublimes”. El exponer este antiguo sistema por completo, nos
quitaría mucha parte del espacio de que disponemos; pero unas pocas palabras con
referencia al mismo no estarán fuera de lugar. Lo siguiente es un breve compendio
de esta Antropo-Cosmogénesis, y nos demuestra de qué modo tan fiel las naciones
más apartadas repetían la misma enseñanza arcaica.

Cuando todo era aún Caos (Kon-ton), tres seres espirituales aparecieron en el
plano de la creación futura: 1º, Ame no ani naka nushi no Kami, “el Divino Monarca
del Cielo Central”; 2º, Taka mi onosubi no Kami, “la Producción Exaltada, Imperial y
Divina del Cielo y de la Tierra”; y 3º, Kamu mi musubi no Kami, “la Producción de los
Dioses”, sencillamente.

Aquellos seres carecían de forma o de substancia -nuestra Tríada Arûpa-, pues ni la


substancia celeste ni la terrestre se habían diferenciado todavía, “ni la esencia de las
cosas había sido formada”.

(b) En el Zohar -el cual, tal como se halla hoy día arreglado y reeditado por Moisés
de León, en el siglo XIII, con el auxilio de cristianos gnósticos de Siria y de Caldea, y
corregido y revisado después por muchas manos cristianas, es tan sólo un poco
menos exotérico que la Biblia misma-, este “Divino (Vehículo)” ya no se presenta
como en el Libro de los Números caldeo. A la verdad, Ain Suph, la No-cosa Sin Límites
Absoluta, usa también la forma del Uno, el “Hombre Celeste” manifestado (la
Primera Causa), como su Carro (Mercabah en hebreo, Vâhana en sánscrito) o
Vehículo, para descender y manifestarse en el mundo de los fenómenos. Pero los
kabalistas ni dicen claro cómo puede lo Absoluto hacer uso de algo o ejercitar
atributo alguno, desde el momento en que, como Absoluto, hállase desprovisto de
atributos; ni explican lo que en realidad sea la Primera Causa (el Logos de Platón), la
idea original y eterna, que se manifiesta por medio de Adam Kadmon, el Segundo

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Logos, por decirlo así. En el Libro de los Números se explica que Ain (En, o Aiôr) es lo
único existente por sí mismo, mientras que su “Océano”, el Bythos de los gnósticos,
llamado Propatôr, es tan sólo periódico. El último es Brahmâ, como diferenciado de
Brahman o Parabrahman. Es el Abismo, el Origen de la Luz o Propatôr, que es el
Logos Inmanifestado o la idea abstracta, y no Ain Suph, cuyo Rayo emplea Adam
Kadmon (“macho y hembra”) o el Logos Manfiestado, el Universo objetivo, a manera
de Carro con el cual ha de manifestarse. Pero en el Zohar leemos la siguiente
incongruencia: “Senior occultatus est, et absconditus; Microprosopus manifestus est, et
non manifestus” (8). Esto es una falacia, desde el momento en que Microprosopus, o
el Microcosmo, puede tan sólo existir durante sus manifestaciones, y es destruido
durante los Mahâpralayas. La Kabalah de Rosenroth no sirve de guía; antes bien, con
mucha frecuencia es origen de confusión.
El Primer Orden es el Divino. Lo mismo que en el sistema japonés, en el egipcio y en
cada una de las antiguas cosmogonías, en esta Llama divina, el “Uno”, se encienden
los Tres Grupos descendentes. Teniendo su existencia potencial en el Grupo
superior, se convierten ahora en Entidades determinadas y separadas. Se les llama
las Vírgenes de la Vida, la Gran Ilusión, etc., y colectivamente la estrella de seis
puntas. Esta última, en casi todas las religiones, es el símbolo del Logos como
emanación primera. Es el signo de Vishnu en la India, el Chakra, o Rueda; y el
emblema del Tetragrammaton, “El de las Cuatro Letras”, en la Kabalah, o
metafóricamente, “los Miembros del Microposopus”, que son diez, y seis,
respectivamente.

Los últimos kabalistas, y en especial los místicos cristianos, han destrozado de una
manera lastimosa este magnífico símbolo. A la verdad, el Microprosopus -que es,
filosóficamente hablando, completamente distinto del Logos inmanifestado y eterno
“uno con el Padre”-, después de siglos de esfuerzos incesantes, de sofismas y de
paradojas, ha llegado finalmente a ser considerado como uno con Jehovah, el Dios
uno viviente (!), al paso que Jehovah no es, después de todo, más que Binah, un
Sephira femenino. Nunca se repetirá bastante este hecho, para que el lector se fije
bien en ello. Pues los “Diez Miembros” del Hombre Celestial son los diez Sephiroth;
pero el primer Hombre Celestial es el Espíritu Inmanifestado del Universo, y jamás
debió de ser degradado en el Microprosopus, la Faz o Aspecto Menor, el prototipo
del hombre en el plano terrestre. El Microprosopus es, como se ha dicho, el Logos
manifestado, y de estos hay muchos. Acerca de esto nos ocuparemos después. La
estrella de seis puntas se refiere a las seis Fuerzas o Poderes de la Naturaleza, a los
seis planos, principios, etc., todos sintetizados por el séptimo o punto central en la
Estrella. Todos estos, incluyendo las Jerarquías superiores e inferiores, emanan de la

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Virgen de los Cielos o Celeste, la Gran Madre en todas las religiones, el Andrógino, el
Sephira Adam Kadmon. Sephira es la Corona, Kether, en el principio abstracto
únicamente, como una x matemática, la cantidad desconocida. En el plano de la
Naturaleza diferenciada, ella es la imagen femenina de Adam Kadmon, el primer
Andrógino. La Kabalah enseña que las palabras “Fiat Lux” (9) se referían a la
formación y evolución de los Sephiroth, y no a la luz como oposición a las tinieblas.
El rabino Simeón dice:

¡Oh, compañeros, compañeros! El hombre como emanación, era a la par hombre y


mujer, Adam Kadmon verdaderamente, y éste es el sentido de las palabras “H|gase
la Luz, y la Luz fue hecha”. Éste es el hombre doble (10).
En esta Unidad, la Luz Primordial es el principio séptimo o más elevado;
Daiviprakriti, la Luz del Logos Inmanifestado. Pero en esta diferenciación se
convierte en Fohat o los “Siete Hijos”. La primera se halla simbolizada por el punto
central en el Tri|ngulo Doble; el segundo, por el hex|gono mismo, o los “Seis
Miembros” del Microprosopus; siendo el séptimo Malkuth, la “Desposada” de los
kabalistas cristianos o nuestra Tierra. De aquí las expresiones:

El primero después del Uno, es el Fuego Divino; el segundo, el Fuego y el Éter; el


tercero está compuesto de Fuego, Éter y Agua; el cuarto, de Fuego, Éter, Agua y Aire. El
Uno no se halla relacionado con los Globos poblados de hombres, sino con las Esferas
internas invisibles. El Primogénito es la VIDA, el Corazón y el Pulso del Universo; el
Segundo es su MENTE o Conciencia.

Estos elementos, Fuego, Agua, etc., no son nuestros elementos compuestos, y esta
“Conciencia” no tiene relación con nuestra conciencia. La conciencia del “Uno
manifestado”, si no absoluta, es todavía incondicionada. Mahat, la Mente Universal,
es la primera producción del Brahmâ Creador, y también de Pradhâna, la Materia no
diferenciada.

(c) El Segundo Orden de Seres Celestiales, los del Fuego y el Éter, correspondientes
al Espíritu y el Alma, o Âtmâ-Buddhi, cuyos nombres son legión, carecen todavía de
forma, pero son m|s definidamente “substanciales”. Constituyen la primera
diferenciación en la Evolución Secundaria o “Creación”, que es una palabra
engañosa. Como el nombre lo indica, ellos son los prototipos de las Jivas o Mónadas
que se encarnan, y están constituidos por el Espíritu Ígneo de la Vida. Al través de
estos pasa, a manera de luz pura, el Rayo que ellos suministran con su vehículo
futuro, el Alma Divina, Buddhi. Se hallan directamente relacionados con las Huestes

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del Mundo superior de nuestro sistema. De estas Unidades Dobles emanan las
“Triples”.

En la cosmogonía del Japón, cuando saliendo de la masa caótica aparece un núcleo


a manera de huevo, que contiene el germen y la potencia de toda vida, tanto
universal como terrestre, es lo Triple ahora citado lo que se diferencia. El principio
(Yo) masculino etéreo asciende; y el principio femenino más grosero o más material
(In) se precipita en el universo de substancia, cuando tiene lugar una separación
entre lo celestial y lo terrestre. De éste, el femenino, la Madre, nace el primer ser
objetivo y rudimentario. Es etéreo, sin forma ni sexo, y sin embargo, de éste y de la
Madre nacen los Siete Espíritus Divinos, de quienes emanar|n las siete “creaciones”;
exactamente del mismo modo que en el Codex Nazaraeus, de Karabtanos y de la
Madre Spiritus, nacen los siete espíritus de “mala disposición” (materiales). Sería
demasiado largo dar aquí los nombres japoneses; pero una vez traducidos figuran
en este orden:

1º El “Célibe Invisible”, que es el Logos Creador del “Padre” que no crea, o la


potencialidad creadora de este último, manifestada.

2º El “Espíritu (o el Dios) de los Abismos sin rayos (Caos)”, el cual se convierte en


materia diferenciada o material para mundos; también el reino mineral.

3º El “Espíritu del Reino Vegetal”, de la “Vegetación Abundante”.

4º El “Espíritu de la Tierra” y el “Espíritu de las Arenas”; Ser de naturaleza doble,


conteniendo la primera la potencialidad del elemento masculino y la segunda la del
elemento femenino. Estos dos eran uno, aun inconscientes de ser dos.

En esta dualidad se hallaban contenidos: (a) Isu no gai no Kami, el Ser masculino,
obscuro y muscular; y (b) Eku gai no Kami, el Ser femenino, blanco, más débil o más
delicado. Después

5º y 6º Espíritus que eran andróginos o de doble sexo.

7º El Séptimo espíritu, el último emanado de la “Madre”, aparece como la primera


forma divina y humana determinadamente varón y hembra. Fue la séptima
“creación”, como en los Purânas, en donde el hombre es la séptima creación de
Brahmâ.

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Estos Tsanagi-Tsanami descendieron al Universo por el Puente Celestial, la Vía
L|ctea; y percibiendo “Tsanagi a grande profundidad una masa caótica de nubes y
agua, arrojó a los océanos su lanza cubierta de piedras preciosas, y la tierra seca
apareció. Después separáronse los dos para explorar a Onokoro, el mundo-isla
nuevamente creado”. (Omoie).

Tales son las fábulas exotéricas japonesas; la corteza que oculta el núcleo de la
misma verdad que la Doctrina Secreta.
(d) El Tercer Orden corresponde a Âtmâ-Buddhi-Manas: Espíritu, Alma, e
Inteligencia, y es llamado las “Treíadas”.

(e) El Cuarto Orden lo forman Entidades substanciales. Éste es el grupo más


elevado entre los Rûpas (Formas Atómicas). Es el plantel de las Almas humanas,
conscientes y espirituales. Son llamados los “Jivas Imperecederos”, y constituyen, al
través del orden inferior al suyo, el primer Grupo de la primera Hueste Septenaria -
el gran misterio del Ser humano consciente e intelectual. Pues este último es el
campo donde yace oculto, en su privación, el Germen que caerá en la generación. Este
Germen se convertirá en la potencia espiritual, en la célula física que guía el
desenvolvimiento del embrión, y que es la causa de la transmisión de las facultades
hereditarias, y todas las cualidades inherentes en el hombre. La teoría darwinista,
sin embargo, acerca de la transmisión de las facultades adquiridas, no es enseñada
ni aceptada en Ocultismo. Para este último, la evolución procede en líneas por
completo distintas; lo físico, según la enseñanza esotérica, se desenvuelve
gradualmente de lo espiritual, mental y psíquico. Esta alma interna de la célula física
-el “plasma espiritual” que domina al plasma germinal- es la llave que debe abrir un
día las puertas de la terra incognita del biólogo, llamada ahora el obscuro misterio
de la Embriología.

Es digno de observarse que mientras la química moderna rechaza como una


superstición del Ocultismo y también de la Religión la teoría de los Seres
substanciales e invisibles llamados Ángeles, Elementales, etc. (sin haberse fijado, por
supuesto, en la filosofía de estas Entidades incorpóreas, o meditado acerca de las
mismas), se haya visto obligada inconscientemente gracias a la observación y a los
descubrimientos, a adoptar y reconocer la misma razón de progresión y de orden en
la evolución de los átomos químicos que el Ocultismo acepta, tanto para sus Dhyânis
como para sus Átomos -siendo la analogía su primera ley-. Como se ha visto antes, el
mismo Grupo primero de los Ángeles Rûpa es cuaternario, añadiéndose un elemento
a cada uno de ellos en el orden descendente. De igual modo son los átomos,

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adoptando la nomenclatura química, monoatómicos, diatómicos, triatómicos,
tetratómicos, etc., al progresar hacia abajo.

Téngase presente que el Fuego, el Agua y el Aire del Ocultismo, o los llamados
“Elementos de la Creación primaria”, no son los elementos compuestos que figuran
en la tierra, sino Elementos noumenales homogéneos: los Espíritus de aquéllos.
Siguen después los Grupos o Huestes Septenarias. Colocados en un diagrama, en
líneas paralelas con los átomos, se verá que las naturalezas de estos Seres
corresponden de una manera matemáticamente idéntica, en cuanto a analogía, en su
escala de progresión hacia abajo, a los elementos compuestos. Esto se refiere tan
sólo, por supuesto, a diagramas hechos por ocultistas; pues si la escala de Seres
Angélicos fuese colocada paralelamente con la escala de los átomos químicos de la
Ciencia -desde el hipotético helio hasta el uranio- se las encontraría desde luego
diferentes. Porque en el Plano Astral, los últimos tienen como correspondientes,
sólo los cuatro órdenes inferiores; siendo los tres principios más elevados en el
átomo, o más bien la molécula o elemento químico, perceptibles únicamente al ojo
del Dangma iniciado. Pero si la química desease encontrarse en el camino recto,
tendría que corregir su arreglo tabular con arreglo al de los ocultistas, lo cual
rehusaría hacer. En la Filosofía Esotérica, cada partícula física corresponde y
depende de su nóumeno superior, el Ser a cuya esencia pertenece; y, arriba como
abajo, lo Espiritual se desenvuelve de lo Divino, lo Psicomental de lo espiritual -
viciado en su plano inferior por lo astral-, desplegándose toda la Naturaleza
animada y la (al parecer) inanimada en líneas paralelas, y diseñando sus atributos
tanto de arriba como de abajo.

El número siete, aplicado al término Hueste Septenaria, arriba mencionado, no


implica tan sólo siete Entidades, sino siete Grupos o Huestes, como se ha explicado
antes. El Grupo más elevado, los Asuras nacidos en el primer cuerpo de Brahmâ, que
se convirtió en “Noche”, son septenarios; esto es, est|n divididos, como los Pitris, en
siete clases, tres de las cuales son Arûpa (sin cuerpo) y cuatro con cuerpo (11). Son
de hecho más bien nuestros Pitris (Antepasados), que los Pitris que proyectaron el
primer hombre físico.

(f) El Quinto Orden es muy misterioso, pues se halla relacionado con el Pentágono
microcósmico, la estrella de cinco puntas, que representa al hombre. En la India y en
Egipto, estos Dhyânis estaban relacionados con el Cocodrilo, y su mansión está en
Capricornio. Pero estos términos son transmutables en la astrología inda; pues el
décimo signo del Zodíaco, que es llamado Makara, se ha traducido libremente por

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“Cocodrilo”. La palabra misma es interpretada de varias maneras en Ocultismo,
como se hará ver más adelante. En Egipto, el difunto -cuyo símbolo es el pentágono
o la estrella de cinco puntas que representan los miembros de un hombre- era
presentado emblemáticamente transformado en un cocodrilo. Sebekh, o Sevekh (o
“Séptimo”), como dice Mr. Gerald Massey, mostrando que es el tipo de la inteligencia
es, en realidad, un dragón, no un cocodrilo. Es el “Dragón de la Sabiduría” o Manas,
el Alma Humana, la Mente, el Principio Inteligente, llamado en nuestra filosofía
esotérica el Quinto Principio.

Dice el difunto “Osirificado” en el Libro de los Muertos o Ritual , bajo el emblema de


un Dios multiforme con cabeza de cocodrilo:

Yo soy el cocodrilo que preside en el temor. Yo soy el Dios-cocodrilo a la llegada de


su Alma entre los hombres. Yo soy el Dios-cocodrilo traído para la destrucción.

Alusión a la destrucción de la pureza espiritual divina, cuando el hombre adquiere


el conocimiento del bien y del mal; y también a los Dioses o |ngeles “caídos” de
todas las teogonías.

Yo soy el pez del gran Horus (como Makara es el “Cocodrilo”, el vehículo de


Varuna). Yo estoy sumergido en Sekhem (12).

Esta última sentencia corrobora y repite la doctrina del “Buddhismo” esotérico,


puesto que alude directamente al Quinto Principio (Manas), o más bien a la porción
más espiritual de su esencia, que se sumerge en Âtmâ-Buddhi, es absorbida y se
identifica con él después de la muerte del hombre. Pues Sekhem es la residencia, o
Loka, del dios Khem (Horus-Osiris, o Padre e Hijo); de aquí el Devachan de Âtmâ-
Buddhi. En el Libro de los Muertos se ve al Difunto entrando en Sekhem con Horus-
Thot, y “saliendo del mismo como espíritu puro”. Así el difunto dice:

Yo veo las formas de (mí mismo, como varios) hombres transformándose


eternamente... Yo conozco este (capítulo). Aquel que lo conoce... asume toda clase de
formas vivientes (13).

Y dirigiéndose con fórmula mágica a lo que en el esoterismo egipcio se conoce por


el “corazón hereditario”, o el principio que reencarna, el Yo permanente, dice el
Difunto:

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¡Oh, corazón mío, mi corazón hereditario, preciso para mis transformaciones... no
te separes de mí ante el guardi|n de las balanzas!” Tú eres mi personalidad dentro
de mi pecho, compañero divino que velas sobre mis carnes (cuerpo) (14).

En Sekhem es en donde reside oculta la “Faz Misteriosa”, o sea el hombre real bajo
la falsa personalidad, el triple cocodrilo de Egipto, el símbolo de la Trinidad superior
o Tríada humana: Âtmâ, Buddhi y Manas.

Una de las explicaciones del verdadero significado oculto de este emblema


religioso egipcio, es fácil. El cocodrilo es el primero en esperar y recibir los fuegos
ardientes del sol de la mañana, y muy pronto llegó a personificar el calor solar. Al
salir el sol, era como la llegada a la tierra y entre los hombres “del alma divina que
anima a los Dioses”. De ahí el extraño simbolismo. La momia se revestía con la
cabeza de un cocodrilo, para mostrar que era un Alma que llegaba de la tierra.

En todos los antiguos papiros, se llama al cocodrilo Sebekh (Séptimo); el agua


simboliza también, esotéricamente, el quinto principio; y como ya se ha dicho, Mr.
Gerard Massey demuestra que el cocodrilo era la “Séptima Alma, la suprema de las
siete, el Vidente invisible”. Aun esotéricamente, Sekhem es la residencia del Dios
Khem, y Khem es Horus vengando la muerte de su padre Osiris; por tanto,
castigando los pecados del hombre cuando éste se convierte en un Alma
desencarnada. Así el difunto “osirificado” se convierte en el Dios Khem, que “espiga
el campo del Aanroo”, o sea que recoge su premio o su castigo; pues aquel campo es
la región celestial (Devachan) en donde al difunto se le da trigo, el alimento de la
justicia divina. El quinto Grupo de los Seres Celestiales se supone que contiene en sí
mismo los dobles atributos de ambos aspectos del Universo, el espiritual y el físico;
los dos polos, por decirlo así, de Mahat, la Inteligencia Universal, y la doble
naturaleza del hombre, la espiritual y la física. De aquí que su número Cinco,
duplicado y convertido en Diez, lo relaciona con Makara, el décimo signo del
Zodíaco.

(g) Los Órdenes Sexto y Séptimo participan de las cualidades inferiores del
Cuaternario. Son Entidades conscientes y etéreas, tan invisibles como el Éter, que
brotan a manera de los renuevos de un árbol, del primer Grupo central de los
Cuatro, y a su vez hacen brotar de sí innumerables Grupos secundarios, de los
cuales, los inferiores son los Espíritus de la Naturaleza o Elementales, de especies y
variedades infinitas; desde los informes e insubstanciales -los Pensamientos ideales
de sus creadores- hasta los atómicos, organismos invisibles para la percepción

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humana. Estos últimos son considerados como los “espíritus de |tomos”, pues
constituyen el primer escalón (hacia atrás) desde el átomo físico (criaturas
sencientes, si no inteligentes). Todos ellos se hallan sujetos al Karma, y tienen que
agotarlo en cada ciclo. Pues, según la Doctrina enseña, no existen seres privilegiados
en el Universo, sea en el nuestro o en otros sistemas, sea en los mundos externos o
internos (15), tales como los Ángeles de la religión occidental y de la judaica. Un
Dhyân Chohan tiene que llegar a serlo; no puede nacer o aparecer súbitamente en el
plano de la vida como un Ángel en pleno desarrollo. La Jerarquía Celestial del
Manvántara presente se encontrará transportada en el siguiente ciclo de vida a
Mundos superiores más elevados, y hará lugar para una nueva Jerarquía compuesta
de los elegidos de nuestra humanidad. La existencia es un ciclo interminable dentro
de la Eternidad Absoluta, en que se mueven innumerables ciclos internos, finitos y
condicionados. Dioses creados como tales, no demostrarían mérito personal alguno
al ser Dioses. Una clase semejante de Seres (perfectos únicamente en virtud de la
naturaleza especial e inmaculada inherente en ellos), a la faz de una humanidad que
sufre y lucha, y aun de la creación inferior, sería el símbolo de una injusticia eterna
de carácter por completo satánico, un crimen siempre presente. Es una anomalía y
una imposibilidad en la Naturaleza. Por lo tanto, los “Cuatro” y los “Tres” tienen que
encarnarse lo mismo que todos los demás seres. Este Sexto Grupo, por otra parte,
permanece casi inseparable del hombre, que deriva de él todos sus principios, a
excepción del más elevado y del inferior, o su espíritu y cuerpo, siendo los cinco
principios humanos intermedios la esencia misma de estos Dhyânis. Paracelso los
llama los Flagae; los cristianos, los Ángeles Custodios; los ocultistas, los
Antepasados, los Pitris. Ellos son los Dhyân Chohans Séxtuples, que poseen en la
composición de sus cuerpos los seis Elementos espirituales; es decir, hombres de
hecho, menos el cuerpo físico.

Solamente el Rayo Divino, el Âtman, procede directamente del Uno. Cuando se


pregunta: ¿cómo puede ser esto? ¿Cómo es posible concebir que estos “Dioses” o
Ángeles sean a un mismo tiempo sus propias emanaciones y sus mismas
personalidades? ¿Es en el mismo sentido que en el mundo material, donde el hijo es
(en cierto modo) su padre, puesto que es su sangre, el hueso de sus huesos y la
carne de su carne? A esto los Maestros contestan: así es, en verdad. Pero ha de
haberse penetrado profundamente en el misterio del Ser, antes que pueda
comprenderse por completo esta verdad.

2. EL RAYO ÚNICO MULTIPLICA LOS RAYOS MENORES. LA VIDA PRECEDE A LA


FOR-

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MA, Y LA VIDA SOBREVIVE AL ÚLTIMO ÁTOMO (16). A TRAVÉS DE LOS RAYOS IN-
NUMERABLES EL RAYO DE VIDA, EL UNO, PARECIDO A UN HILO QUE ENSARTA

MUCHAS CUENTAS (17).

Esta Sloka expresa el concepto -puramente vedantino, como ya se ha explicado en


otra parte- de un Hilo de Vida, Sûtrâtmâ, prosiguiendo al través de generaciones
sucesivas. ¿Cómo, pues, habrá de explicarse esto? Recurriendo a un símil, a una
ilustración familiar, si bien necesariamente imperfecta, como tienen que serlo todas
nuestras analogías. Antes de recurrir a ella, sin embargo, preguntaré si parece a
cualquiera de nosotros antinatural, y menos aun “sobrenatural”, el crecimiento y
desarrollo de un feto hasta ser un niño sano, pesando varias libras. ¿De qué se
desenvuelve? ¡De la segmentación de un óvulo infinitamente pequeño y de un
espermatozoo! ¡Y luego vemos que el niño se desarrolla hasta ser un hombre de
gran estatura! Esto se refiere a la expansión atómica y física, desde lo
microscópicamente pequeño hasta algo muy grande; de lo invisible a simple vista a
lo visible y objetivo. La Ciencia tiene contestación para todo esto, y me atrevo a decir
que sus teorías embriológicas, biológicas y fisiológicas son bastante correctas en lo
que se refiere a lo que puede alcanzar la observación exacta de lo material. Sin
embargo, las dos dificultades principales de la ciencia embriológica (a saber: cuáles
son las fuerzas que obran en la formación del feto, y cuál es la causa de la
“transmisión hereditaria” del parecido físico, moral o mental) no han sido resueltas
nunca de un modo apropiado; ni lo serán hasta el día en que los sabios
condesciendan a aceptar las teorías ocultas. Pero si este fenómeno físico no asombra
a nadie, excepto en lo que confunden a los embriólogos, ¿por qué nuestro desarrollo
intelectual e interno, la evolución de lo Humano-Espiritual a lo Divino-Espiritual, ha
de considerarse o ha de parecer más imposible que el otro?

Mal aconsejados estarían los materialistas y evolucionistas de la escuela de Darwin


si aceptasen las recientes teorías ideadas por el profesor Weissmann, el autor de
Beiträge zur Descendenzlehre, respecto a uno de los dos misterios de la embriología,
tal como antes se han especificado, que él cree haber resuelto; pues cuando tenga la
solución completa, habrá entrado ya la Ciencia en los dominios de lo
verdaderamente Oculto, y se habrá salido para siempre de la región del
transformismo, tal como lo enseña Darwin. Las dos teorías son irreconciliables,
desde el punto de vista del materialismo. Considerada desde el de los ocultistas, la
nueva teoría, sin embargo, resuelve todos estos misterios. Los que no están
enterados del descubrimiento del profesor Weissmann -en un tiempo darwinista

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ferviente- deben apresurarse a hacerlo. El filósofo-embriólogo alemán hace ver -
pasando sobre los juicios de los grieos Hipócrates y Aristóteles, en línea recta hasta
las enseñanzas de los antiguos arios- una célula infinitesimal, entre millones de
otras, trabajando para la formación de un organismo; determinando sola y sin
auxilio alguno, por medio de la segmentación y multiplicación constante, la imagen
correcta del hombre o animal futuro, con sus características físicas, mentales y
psíquicas. Esta célula es la que imprime en la faz y en la forma del nuevo individuo
los rasgos de los padres o de algún antecesor distante; esta célula es también la que
le transmite las idiosincrasias intelectuales y mentales de sus padres, y así
sucesivamente. Este Plasma es la porción inmortal de nuestros cuerpos,
desarrollándose por medio de un proceso de asimilaciones sucesivas. La teoría de
Darwin, que considera a la célula embriológica como la esencia o el extracto de
todas las demás células, se da de lado; es incapaz de explicar la transmisión
hereditaria. Sólo existen dos medios para explicar el misterio de la herencia: o bien
la substancia de la célula germinal se halla dotada de la facultad de cruzar todo el
ciclo de transformaciones que conducen a la construcción de un organismo
separado, y después a la reproducción de células germinales idénticas, o bien estas
células germinales no tienen en modo alguno su génesis en el cuerpo del individuo, sino
que proceden directamente de la célula germinal hereditaria, transmitida de padre a
hijo, al través de largas generaciones. Esta última hipótesis es la que Weissmann ha
aceptado y desarrollado; y a esta célula es a la que atribuye la porción inmortal del
hombre. Hasta aquí, bien: y cuando esta teoría casi correcta sea aceptada, ¿cómo
explicarán los biólogos la aparición primera de esta célula eterna? A menos que el
hombre “crezca” como el inmortal “Topsy”, y no haya nacido, sino caído de las
nubes, ¿cómo nació en él aquella célula embriológica?

Completad el Plasma Físico mencionado arriba, la “Célula Germinal” del hombre


con todas sus potencialidades materiales, con el “Plasma Espiritual”, por decirlo así,
o el fluido que contiene los cinco principios inferiores del Dhyâni de Seis principios,
y tenéis el secreto, si sois lo suficiente espirituales para comprenderlo.

Ahora expongamos el símil prometido.

Cuando la semilla del hombre animal es lanzada en el terreno abonado de la mujer


animal, no puede germinar, a menos que haya sido fructificada por las cinco virtudes
(el fluido o emanación de los principios) del Hombre Séxtuple Celestial. Ésta es la
razón por qué el Microcosmo es representado como un Pentágono dentro del
Hexágono en forma de estrella, el Macrocosmo (18).

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Las funciones de Jiva en esta Tierra son de un carácter quíntuple. En el átomo
mineral se halla relacionado con los principios inferiores de los Espíritus de la Tierra
(los Séxtuples Dhyânis); en la partícula vegetal, con el segundo de los mismos, el Prana
(Vida); en el animal, con los anteriores más el tercero y el cuarto; en el hombre, debe el
germen recibir la fructificación de todos los cinco. De otra manera no nacerá superior
a un animal (19).

Así es que tan sólo en el hombre está Jiva completo. En cuanto a su séptimo
principio, es tan sólo uno de los Rayos del Sol Universal; pues cada criatura racional
recibe únicamente el préstamo temporal de aquello que tiene que devolver a su
origen . Respecto a su cuerpo físico, está formado por las Vidas terrestres más
inferiores, a través de la evolución física, química, y fisiológica; “los Bienaventurados
nada tienen que ver con las depuraciones de la materia” -dice la Kabalah en el Libro
de los Números caldeo.

Viene a ser lo siguiente: la Humanidad en su primera forma prototípica y de


sombra, es la producción de los Elohim de Vida o Pitris; en su aspecto cualitativo y
físico, es la producción directa de los “Antepasados”, los Dhy}ni m|s inferiores, o
Espíritus de la Tierra; y en cuanto a su naturaleza moral, psíquica y espiritual, la
debe a un grupo de Seres divinos, cuyo nombre y cualidades características se darán
en los volúmenes III y IV. Colectivamente, son los hombres la obra manual de
Huestes de espíritus varios; distributivamente son el tabernáculo de estas Huestes;
y en ocasiones, e individualmente, los vehículos de alguno de ellos. En nuestra
Quinta Raza presente, por completo materializada, el Espíreitu terreno de la Cuarta
es todavía fuerte en nosotros; pero estamos aproximándonos a los tiempos en que el
péndulo de la evolución dirigirá decididamente su propensión hacia arriba,
conduciendo a la humanidad al nivel espiritual de la primitiva Tercera Raza-Raíz.
Durante su niñez, hallábase la humanidad constituida por completo por aquella
Hueste Angélica, los Espíritus que residían y que animaban a los monstruosos y
gigantescos tabernáculos de barro de la Cuarta Raza, construidos y compuestos de
millares incontables de Vidas, como lo son ahora nuestros cuerpos también. Esto
será explicado después en el Comentario presente. La ciencia, percibiendo
vagamente la verdad, puede encontrar bacterias y otros animales microscópicos en
el cuerpo humano, y ver en ellos tan sólo visitantes casuales y anormales, a quienes
se atribuyen las enfermedades. El Ocultismo -que distingue una Vida en cada átomo
y molécula, sea en el cuerpo humano o en el mineral, en el aire, en el fuego y en el
agua- afirma que nuestro cuerpo entero se halla construido por tales Vidas; siendo,

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comparativamente en tamaño, la más diminuta bacteria visible al microscopio, como
un elefante respecto al más pequeño infusorio.

Los “tabern|culos” antes mencionados han mejorado en contextura y en simetría


de forma, creciendo y desarrollándose con el Globo que los lleva; pero el
perfeccionamiento físico ha tenido lugar a expensas del Hombre Interno espiritual y
de la Naturaleza. Los tres principios medios en la tierra y en el hombre se hicieron
más materiales con cada Raza, retrocediendo el Alma para hacer lugar a la
Inteligencia Física; y convirtiéndose la esencia de los Elementos, en los elementos
materiales y compuestos que hoy conocemos.

El hombre no es, ni podría nunca ser, el producto completo del “Señor Dios”; pero
es el hijo de los Elohim, tan arbitrariamente puestos en el género masculino y en el
número singular. Los primeros Dhy}nis, comisionados para “crear” el hombre a su
imagen, podían únicamente proyectar sus sombras a manera de un modelo delicado,
sobre el cual pudiesen trabajar los Espíritus naturales de la materia. Sin duda
alguna, el hombre se halla formado físicamente por el polvo de la Tierra, pero sus
creadores y formadores fueron muchos. Ni puede tampoco decirse que el “Señor
Dios infundió en sus narices el Soplo de Vida”, a menos de que Dios sea identificado
con la “Vida Una”, omnipresente, aunque invisible; y a menos que la misma
operación sea atribuida a “Dios”, con referencia a cada “Alma Viviente”, la cual es el
Alma Vital (Nephesh), y no el Espíritu Divino (Ruach) que sólo al hombre asegura un
grado divino de inmortalidad, que ningún animal como tal puede alcanzar en este
ciclo de encarnación. Si el “Soplo de Vida” ha sido confundido con el “Espíritu”
inmortal, se debe a lo inadecuado de las expresiones empleadas por los judíos y
ahora por nuestros metafísicos occidentales, los cuales son incapaces de
comprender y, por lo tanto, de aceptar más que un hombre trino y uno: Espíritu,
Alma y Cuerpo. Esto se aplica también directamente a los teólogos protestantes, que
al traducir cierto versículo del Cuarto Evangelio (20), han pervertido por completo
su significado. Esta errónea traducción dice: “el viento sopla en donde se le oye”, en
lugar de “el espíritu va a donde quiere”, como en el original y también en la
traducción de la Iglesia griega oriental.

El ilustrado y filosófico autor de News Aspects of Life trata de sugerir a sus lectores
que el Nephesh Chiah (Alma Viviente), según los hebreos:

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Procedió o fue producido por la infusión del Espíritu o Aliento de Vida en el cuerpo
en desarrollo del hombre, y tuvo que invalidar y substituir a aquel Espíritu en el Yo
así constituido; de modo que el Espíritu entró, se perdió de vista y desapareció.

El cuerpo humano, según aquel autor piensa, tiene que ser considerado como una
matriz en la cual y de la cual, el Alma, que él parece colocar en lugar más elevado
que el Espíritu, se desarrolla. Considerada funcionalmente y desde el punto de vista
de la actividad, es innegable que el Alma está más elevada, en este mundo de Mâyâ
finito y condicionado. El Alma -dice él- “es últimamente producida del cuerpo
animado del hombre”. Así es que el autor identifica el “Espíritu” (Âtm})
simplemente con el “Soplo de Vida”. Los ocultistas orientales har|n objeciones a esta
afirmación, pues está fundada en el erróneo concepto de que Prâna y Âtmâ, o
Jivâtmâ, son una misma cosa. El autor apoya el argumento mostrando que entre los
antiguos hebreos, griegos y aun latinos, Ruach, Pneuma y Spiritus significaban
Viento -entre los judíos indudablemente, y muy probablemente entre los griegos y
romanos; existiendo una relación sospechosa entre la palabra griega anemos
(viento) y la latina animus (alma).

Esto es muy traído por los cabellos. Pero es difícil encontrar un campo de batalla a
propósito para zanjar esta cuestión, desde el momento en que, según parece, el Dr.
Pratt es un metafísico práctico, una especie de kabalista positivista, mientras que los
metafísicos orientales, en especial los vedantinos, son todos idealistas. Los ocultistas
son también de la escuela esotérica vedantina extrema; y aunque llaman a la Vida
Una (Parabrahman), el Gran Hálito y el Torbellino, separan el séptimo principio por
completo de la materia, y niegan que tenga relación o conexión alguna con ella.

Así es que en la filosofía de las relaciones entre lo psíquico, espiritual y mental, y


las funciones físicas en el hombre, reina una confusión casi inextricable. Ni la
antigua psicología aria ni la egipcia son en la actualidad comprendidas de un modo
apropiado; ni pueden ser asimiladas, sin aceptar el septenario esotérico, o por lo
menos, la quíntuple división vedantina de los principios humanos internos. Faltando
esto, será siempre imposible comprender las relaciones metafísicas y las puramente
psíquicas y aun fisiológicas entre los Dhyân Chohans o Ángeles en un plano, y la
humanidad en el otro. Obras esotéricas orientales (arias) no han sido hasta la fecha
publicadas; pero tenemos los papiros egipcios que hablan claramente de los siete
principios o de las “Siete Almas del Hombre”. El Libro de los Muertos da una lista
completa de las “transformaciones” que cada Difunto sufre mientras va
despojándose uno por uno de todos aquellos principios (materializados, para mayor

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claridad, en entidades o cuerpos etéreos). Debemos recordar además a todos los que
pretenden probar que los antiguos egipcios no enseñaban la Reencarnación, que el
“Alma” (el Ego o Yo) del Difunto, se dice que vive en la Eternidad; que es inmortal,
“coet|nea con la Barca Solar”, o sea con el Ciclo de Necesidad, con la que desaparece.
Esta “Alma” surge del Tiaou, el Reino de la Causa de la Vida, y se une con los
vivientes en la Tierra durante el día, para volver al Tiaou cada noche. Esto expresa
las existencias periódicas del Ego (21).

La sombra, la Forma astral, es aniquilada, “devorada por el Uraeus” (22), los Manes
serán aniquilados; los dos Gemelos (los principios Cuarto y Quinto) serán disipados;
pero el Alma-P|jaro, “la Golondrina Divina y el Uraeus de Llama” (Manas y Âtm}-
Buddhi) vivirán en la eternidad, pues son los maridos de su madre.

Otra analogía significativa entre el esoterismo ario o brahmánico y el egipcio, es


que el primero llama a los Pitris los “Antepasados Lunares” de los hombres, y los
egipcios hacían del Dios-Luna, Taht-Esmun, el primer antecesor humano.

Este Dios Luna “expresaba los Siete poderes de la naturaleza, que eran anteriores a
él y que se hallaban en él sintetizados como sus siete almas, de las cuales era él el
expositor como el Octavo. (De aquí la octava esfera). Los siete rayos del Heptakis o
Iao... caldeo en las piedras gnósticas, indican el mismo septenario de almas... La
primera forma del místico Siete, se la veía figurada en el cielo por las siete grandes
estrellas de la Osa Mayor, la constelación asignada por los egipcios a la Madre del
Tiempo, y de los siete Poderes Elementales” (23).

Como sabe muy bien todo indo, esta misma constelación representa en la India los
Siete Rishis, y es llamada Riksha y Chitrashikandin.

Cada cosa produce únicamente su semejante. La Tierra da al Hombre su cuerpo, los


Dioses (Dhyânis), sus cinco principios internos, la sombra psíquica, del cual con
frecuencia aquellos Dioses son el principio animador. El espíritu (Âtman) es uno e
indistinto. No está en el Tiaou.

Pero, ¿qué es el Tiaou? La alusión frecuente al mismo en el Libro de los Muertos


contiene un misterio. Tiaou es el camino del Sol nocturno; el hemisferio inferior o la
región infernal de los egipcios, colocada por ellos en el lado oculto de la Luna. En su

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Esoterismo, el ser humano salía de la Luna -un triple misterio astronómico,
fisiológico y psíquico a un tiempo-, cruzaba el ciclo entero de la existencia, y volvía
después al lugar de su nacimiento antes de salir de él otra vez. Por eso se presenta al
Difunto llegando al Occidente, siendo juzgado ante Osiris, resucitando como el Dios
Horus y describiendo círculos en torno de los cielos siderales, lo cual es una
asimilación alegórica a Ra, el Sol; habiendo entonces cruzado el Nut, el Abismo
Celestial, vuelve una vez más a Tiaou; a semejanza de Osiris, el cual, como el Dios de
la vida y de la reproducción, reside en la Luna. Plutarco (24) presenta a los egipcios
celebrando una fiesta llamada “El Ingreso de Osiris en la Luna”. En el Ritual (25) es
prometida la vida después de la muerte; y la renovación de la vida es colocada bajo
el patrocinio de Osiris-Lunus, porque la Luna era el símbolo de las renovaciones de
la vida o reencarnaciones, debido a su crecimiento, mengua, muerte y reaparición
cada mes. En el Dankmoe (26) se dice: “¡Oh, Osiris-Lunus!, aquello te renueva tu
renovación”. Y Sabekh dice a Seti I (27); “Tú te renuevas a ti mismo como el Dios
Lunus cuando niño”. Esto se halla todavía mejor explicado en un papiro del Louvre
(28). “Apareamientos y concepciones abundan cuando (Osiris-Lunus) es visto en los
cielos en aquel día”. Osiris dice: “¡Oh, rayo único y resplandeciente de la Luna! Yo
salgo de las multitudes (de estrellas) que describen círculos... Ábreme el Tiaou, por
Osiris N. Yo saldré de día y haré lo que tengo que hacer entre los vivientes” (29), o
sea dar lugar a concepciones.

Osiris era “Dios manifestado en la generación”, porque los antiguos conocían


mucho mejor que los modernos las verdaderas influencias ocultas del cuerpo lunar
sobre los misterios de la concepción. En los sistemas más antiguos nos encontramos
siempre a la Luna con género masculino. Así, Soma, según los indos, es una especie
de Don Juan sideral, un “Rey”, y el padre, aunque ilegítimo, de Buddha -la Sabiduría.
Esto se refiere al Conocimiento Oculto, la sabiduría adquirida gracias a un
conocimiento completo de los misterios lunares, incluyendo los de la generación
sexual. Posteriormente, cuando la Luna fue relacionada con Diosas femeninas, con
Diana, Isis, Artemisa, Juno, etcétera, aquella conexión fue debida también a un
conocimiento completo de la fisiología y de la naturaleza femenina, tanto física como
psíquica.

Si en lugar de enseñar en las escuelas dominicales inútiles lecciones de la Biblia a


las multitudes de harapientos y mendigos, se les enseñase astrología -por lo menos
en lo referente a las propiedades ocultas de la Luna y a sus influencias con respecto
a la generación-, entonces habría poca necesidad de temer el aumento de población,
ni habría que recurrir a la cuestionable literatura de los Malthusianos para

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detenerlo. Porque la Luna y sus conjunciones es lo que regula las concepciones, y
todo astrólogo en la India lo sabe. Durante las Razas anteriores, y por lo menos al
principio de la presente, los que se permitían relaciones maritales durante ciertas
fases lunares que las hacían estériles, eran considerados como hechiceros y
pecadores. Pero ahora mismo, estos pecados de la antigüedad, que originaba el
abuso del conocimiento oculto, serían preferibles a los crímenes de hoy día, que son
perpetrados a causa de la completa ignorancia de tales influencias ocultas.

Pero en un principio, el Sol y la Luna eran las únicas deidades visibles, y por sus
efectos, por decirlo así, tangibles, psíquicas y fisiológicas -el Padre y el Hijo-, al paso
que el espacio o el Aire en general, o aquella expansión de los Cielos llamada Nut por
los egipcios, era el espíritu oculto o Aliento de los dos. El Padre y el Hijo alternaban
en sus funciones, y obraban juntos armónicamente en sus efectos sobre la
naturaleza terrestre y la humanidad; de aquí que fueran considerados como uno,
aunque siendo dos como Entidades personificadas. Los dos eran masculinos, y
ambos poseían su función distinta, si bien colaboradora, en la causal generación de
la humanidad. Todo esto, con referencia a los puntos de vista astronómico y cósmico
considerados y expresados en lenguaje simbólico, el cual se ha convertido en
teológico y dogmático en nuestras últimas razas. Pero tras de este velo de símbolos
cósmicos y astrológicos, se hallaban los misterios ocultos de la antropografía y de la
primitiva génesis del hombre. Y en cuanto a esto, ningún conocimiento de símbolos,
ni siquiera el de la clave del lenguaje simbólico postdiluviano de los judíos, podrá
servirnos de auxilio, si no es con referencia a lo consignado en las escrituras
nacionales para usos exotéricos; todo lo cual, por muy hábilmente velado que
estuviera, era tan sólo la mínima parte de la historia real y primitiva de cada pueblo,
refiriéndose con frecuencia, además, como en las escrituras hebreas, meramente a la
vida humana terrestre de aquella nación, y no a su vida divina. Aquel elemento
psíquico y espiritual pertenecía al MISTERIO y a la INICIACIÓN. Existían cosas que
jamás eran consignadas en papiros o pergaminos, sino grabadas en rocas y en
criptas subterráneas, como en Asia Central.

Sin embargo, hubo un tiempo en que el mundo entero sólo tenía “una lengua y un
conocimiento”, y entonces sabía m|s el hombre, en lo referente a su origen, que
ahora; y sabía que el Sol y la Luna, por muy grande que sea el papel que representen
en la constitución, crecimiento y desarrollo del cuerpo humano, no eran los agentes
directos de su aparición en la Tierra; pues estos agentes, a la verdad, son los Poderes
vivos e inteligentes que los ocultistas llaman Dhyân Chohans.

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Respecto a esto, un admirador muy ilustrado del esoterismo judaico, nos dice que:

La Kabalah dice expresamente que Elohim es una “abstracción general”; lo que


llamamos en matem|ticas “un coeficiente constante” o “una función general”, no
particular, y que entra en toda construcción; esto es, por la razón general de 1 a
31415 las cifras Elohísticas (y astro Dhyânicas).

A esto contesta el ocultismo oriental: Conforme; son una abstracción para nuestros
sentidos físicos. Para nuestras percepciones espirituales, sin embargo, y para
nuestro ojo espiritual interno, los Elohim o Dhyânis no son más abstracción que
para nosotros nuestra alma y nuestro espíritu. Desechad lo uno y tendréis que
desechar lo otro, puesto que lo que constituye en nosotros la Entidad que sobrevive,
es en particular la emanación directa de aquellas Entidades celestiales, y en parte
también ellas mismas. Una cosa es cierta; los judíos conocían perfectamente la
hechicería y varias fuerzas maléficas; pero, a excepción de algunos de sus grandes
profetas y videntes, como Daniel y Ezequiel -perteneciendo Enoch a una raza
demasiado distante y no a ninguna nación, sino a todas, como un carácter genérico-,
conocían muy poco el Ocultismo realmente divino, ni hubieran querido usarlo;
siendo su carácter nacional contrario a todo cuanto no estuviera directamente
relacionado con sus propios beneficios étnicos de tribu e individuales, como lo
atestiguan sus propios profetas, y las maldiciones por ellos lanzadas sobre la “raza
dura de cerviz”. Pero aun la Kabalah muestra claramente la relación directa entre
los Sephiroth, o Elohim, y los hombres.

Por lo tanto, cuando se nos demuestre que la identificación kabalísticza de Jehovah


con Binah, un Sephira femenino, posee todavía en sí otra significación suboculta,
entonces, y sólo entonces, estarán dispuestos los ocultistas a entregar la palma de la
perfección al kabalista. Mientras tanto, se sostiene que, como Jehovah es, en el
sentido abstracto de “un Dios viviente”, un número sencillo, una ficción metafísica, y
únicamente una realidad cuando se le coloca en su lugar apropiado como emanación
y como Sephira, tenemos el derecho de afirmar que el Zohar, según de ello es testigo
en todo caso el Libro de los Números, expresaba en su origen, antes que los
kabalistas cristianos lo hubiesen desfigurado, y expresa todavía, la misma doctrina
que nosotros; o sea la de que el Hombre emana, no de un Hombre celeste, sino de un
Grupo Septenario de Hombres Celestes o Ángeles, lo mismo que en Pymander, el
Pensamiento Divino.

3. CUANDO EL UNO SE CONVIERTE EN DOS, APARECE EL TRIPLE (a), Y LOS TRES

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(30) SON UNO; Y ÉSTE ES NUESTRO HILO, ¡OH, LANÚ!, EL CORAZÓN DEL HOMBRE

PLANTA, LLAMADO SAPTAPARNA (b).

(a) “Cuando el Uno se convierte en Dos, el Triple aparece”; o sea cuando el Uno
eterno lanza su reflejo en la región de la Manifestación, aquel reflejo, el Rayo,
diferencia al agua del espacio, o según las palabras del Libro de los Muertos: “El Caos
cesa gracias al fulgor del Rayo de Luz Primordial disipando la total oscuridad, con el
auxilio del gran poder m|gico de la Palabra del Sol (Central)”. El Caos se convierte
en andrógino; el Agua es incubada por la Luz, y el Ser Triple brota como su
“Primogénito”. “Ra (Osiris-Ptah) crea sus propios miembros (como Brahmâ),
creando los Dioses destinados a personificar sus fases” durante el Ciclo (31). El Ra
egipcio, saliendo del Abismo, es el Alma Divina Universal en su aspecto manifestado,
y lo mismo es N}r}yana, el Purusha “oculto en el Âk}sha, y presente en el Éter”.

Ésta es la explicación metafísica, y se refiere al principio mismo de la Evolución, o


como diríamos más bien, de la Teogonía. el significado de la Estancia, cuando se
explica desde otro punto de vista, en su referencia al misterio del hombre y su
origen, es todavía más difícil de comprender. Con objeto de formar un concepto
claro de lo que significa el Uno convirtiéndose en Dos y transformándose después en
el Triple, tiene el estudiante que enterarse primero perfectamente de lo que
nosotros llamamos Rondas. Si se dirige al Esoteric Buddhism (primera tentativa para
trazar un bosquejo aproximado de la Cosmogonía arcaica), verá que se entiende por
Ronda la evolución en serie de la Naturaleza material naciente, de los siete Globos
de nuestra Cadena (32) con sus reinos mineral, vegetal y animal, estando el hombre
incluido en el último y a la cabeza del mismo, durante el período entero de un Ciclo
de Vida, al que m|s tarde llamarían los brahmanes un “Día de Brahm}”. Es, en
resumen, una revolución de la “Rueda” (nuestra Cadena Planetaria), la cual está
compuesta de siete Globos o siete “Ruedas” separadas, esta vez en otro sentido.
Cuando la evolución ha descendido en la materia desde el Globo A al Globo G o Z,
esto es una Ronda. O la mitad de la Cuarta revolución, en la cual nuestra Ronda
presente “la evolución ha alcanzado el colmo de su desenvolvimiento físico, ha
coronado su obra con el hombre físico perfecto y, desde este punto, comienza su
vuelta hacia el espíritu”. Todo esto casi no necesita repetirse; pues se halla bien
explicado en el Esoteric Buddhism. De lo que en él apenas se trataba, y lo poco que en
en él se dice ha conducido a muchos al error, es del origen del hombre, y respecto de
este punto puede hacerse ahora un poco más de luz, lo suficiente para hacer más

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comprensible la Estancia; pues el asunto no será explicado de un modo completo
más que en su lugar debido, en los volúmenes III y IV.

Ahora bien; cada Ronda en el arco descendente, es tan sólo una repetición en
forma más concreta de la precedente; así como cada Globo hasta nuestra Cuarta
Esfera, la Tierra actual, es una copia más corpórea y densa de la Esfera menos
material que la precede, en su orden sucesivo en los tres planos superiores (33). En
su camino hacia arriba por el arco ascendente, la Evolución espiritualiza y etereiza,
por decirlo así, la naturaleza general de todo, llevándolo a un nivel con el plano en
que se halla colocado en el arco opuesto el Globo gemelo; siendo el resultado que
cuando se llega al séptimo Globo en cualquier Ronda, la naturaleza de todo lo que
evoluciona, vuelve a la condición en que se hallaba en su punto de partida, con la
adición, cada vez, de un grado nuevo y superior en los estados de conciencia. Así
resulta claro que el llamado “origen del hombre” en esta nuestra Ronda presente, o
Ciclo de Vida en este Planeta, debe ocupar el mismo lugar en el mismo orden -salvo
detalles fundados en condiciones locales y de tiempo- que en la Ronda precedente.
Además, debe explicarse y recordarse que, así como la obra de cada Ronda se dice
que corresponde a un Grupo diferente de los llamados Creadores, o Arquitectos, lo
mismo sucede con cada Globo, o sea que se halla bajo la vigilancia y dirección de
Constructores y Vigilantes especiales: los diferentes Dhyân Chohans.

“Creadores” es una palabra incorrecta; pues ninguna religión, ni siquiera la secta


de los Visishthadvaitis en la India (que antropomorfiza a Parabrahman mismo), cree
en la creación y ex-nihilo, como los cristianos y judíos, sino en la evolución de
materiales preexistentes.
El Grupo de la Jerarquía a cuyo cargo se halla la “creación” de los hombres es, pues,
un Grupo especial; y desenvolvió el hombre-tipo en este Ciclo; precisamente como
un Grupo todavía más elevado y espiritual, lo desenvolvió en la Tercera Ronda. Pero
como es el sexto, en la escala descendente de Espiritualidad (siendo el último y
séptimo el de los Espíritus terrestres (Elementales), que forman, construyen y
condensan gradualmente su cuerpo físico), este Sexto Grupo no desenvuelve más
que la forma-sombra del hombre futuro, una copia de sí mismo, sutil, transparente,
apenas visible. A la Quinta Jerarquía (los seres misteriosos que presiden sobre la
constelación de Capricornio, Makara o “el Cocodrilo”, en la India y en Egipto)
corresponde la obra de animar a la forma animal, vacía y etérea, y hacer de ella el
Hombre Racional. Éste es uno de los asuntos de que muy poco puede decirse al
público en general. Es un misterio verdaderamente; pero tan sólo para quien se
halla preparado a desechar la existencia de Seres Espirituales, conscientes e

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intelectuales en el Universo, limitando la Conciencia plena sólo al hombre, y esto
únicamente como una “función del cerebro”. Muchas son aquellas de las Entidades
Espirituales que se han encarnado corporalmente en el hombre, desde el principio
de su aparición, y que, sin embargo, existen tan independientes como antes en lo
infinito del Espacio.

Para decirlo con mayor claridad, una Entidad invisible semejante, puede estar
corporalmente presente en la tierra sin abandonar, sin embargo, su estado y
funciones en las regiones suprasensibles. Si esto necesita explicación, nada mejor
podemos hacer que recordar al lector casos an|logos en lo llamado “Espiritismo”, si
bien son muy raros, al menos en lo referente a la naturaleza de la Entidad que se
encarna o toma posesión temporalmente de un médium. Pues los llamados
“espíritus” que pueden en ocasiones apoderarse de los cuerpos de los médiums, no
son las Mónadas o Principios Superiores de personalidades desencarnadas.
Semejantes “espíritus” pueden ser tan sólo Elementarios, o Nirmânakâyas.
Precisamente, así como ciertas personas, sea en virtud de una organización peculiar,
o gracias al poder del saber místico adquirido, pueden ser vistas en su “doble” en un
sitio, mientras su cuerpo se halla a muchas millas de distancia; del mismo modo
puede suceder un hecho análogo, tratándose de Seres superiores.

El hombre, filosóficamente considerado, es, en su forma exterior, sencillamente un


animal, apenas más perfecto que su antecesor, parecido al pitecoide, de la Tercera
Ronda. Es un Cuerpo vivo, no un Ser viviente, puesto que para darse cuenta de la
existencia, el “Ego Sum” necesita conciencia de sí mismo; y un animal puede poseer
tan sólo conciencia directa, o instinto. Tan bien comprendido era esto por los
antiguos, que hasta el kabalista ha considerado al alma y al cuerpo como dos vidas,
independientes una de otra. En New Aspects of Life, el autor expone esta enseñanza
kabalísica:

Sostienen ellos que, funcionalmente, Espíritu y Materia, de correspondiente


opacidad, tendieron a unirse; y que los Espíritus creados resultantes estaban
constituidos, en el estado desencarnado, por una gama en que se hallaban
reproducidas las diferentes opacidades y transparencias del Espíritu elemental o
increado. Y que estos Espíritus, en estado desencarnado, atrajeron, se apropiaron,
dirigieron y asimilaron el Espíritu elemental y la Materia elemental, cuya condición
se hallaba en conformidad con la suya propia... Ellos enseñan, por tanto, que existía
una gran diferencia en la condición de los Espíritus creados; y que en la íntima
asociación entre el mundo del Espíritu y el mundo de la Materia, los Espíritus más

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opacos, en el estado desencarnado, eran arrastrados hacia las partes más densas del
mundo material, y tendían por lo tanto, hacia el centro de la Tierra, en donde
encontraban condiciones más apropiadas a su estado; al paso que los Espíritus más
transparentes pasaban al aura que rodea al planeta, encontrando los más
enrarecidos su residencia en el satélite de aquél (34).

Esto se refiere exclusivamente a nuestros Espíritus Elementales, y nada tiene que


ver con las Fuerzas Inteligentes Planetarias, Siderales, Cósmicas o interetéricas, o
“Ángeles”, como les llama la Iglesia Romana. Los kabalistas judíos, en especial los
ocultistas prácticos que se ocupan de magia ceremonial, tan sólo han tenido en
cuenta los Espíritus de los Planetas y los llamados “Elementales”. Por lo tanto, lo
expuesto abarca sólo una parte de las enseñanzas esotéricas.

El Alma, cuyo vehículo corpóreo es la envoltura astral, etéreo-substancial, puede


morir, y sin embargo, continuar el hombre viviendo en la tierra. Eso es, puede el
alma libertarse del tabernáculo y abandonarlo por varias razones, tales como la
locura, la depravación espiritual y física, etc. La posibilidad de que el Alma (es decir,
el Ego Espiritual eterno) resida en los mundos invisibles, mientras su cuerpo vive en
la Tierra, es una doctrina eminentemente oculta, en especial en la filosofía buddhista
y china. Muchos son los hombres sin alma entre nosotros; pues este caso se sabe que
tiene lugar entre los extremadamente materializados y perversos, así como entre
personas “que adelantan en santidad y no vuelven m|s”.

Por tanto, lo que los hombres vivientes (Iniciados) pueden hacer, más fácilmente lo
pueden verificar los Dhyânis, quienes se hallan libres de todo cuerpo físico que les
estorbe. Ésta era la creencia de los antediluvianos, y hoy gana rápidamente terreno
también en la moderna sociedad inteligente, entre los “espiritistas”, así como en las
Iglesias griega y romana, las cuales enseñan la ubicuidad de sus Ángeles. Los
zoroastrianos consideraban a sus Amshaspends como entidades dobles (Ferouers),
aplicando este dualismo -en filosofía esotérica por lo menos- a todos los habitantes
espirituales e invisibles de los mundos, innumerables en el espacio, visibles para
nuestros ojos. En una nota de Damascio (siglo VI) acerca de los oráculos caldeos,
tenemos una amplia evidencia de la universalidad de esta doctrina, pues dice: “En
estos oráculos, los siete Cosmocratores del Mundo (“Las Columnas del Mundo”),
mencionados igualmente por San Pablo, son dobles; una serie estaba designada para
regir los mundos superiores, espirituales y siderales, y la otra para vigilar y guiar los
mundos materiales”. Tal es también la opinión de Jámblico, quien establece una
distinción evidente entre los Arcángeles y los Archontes (35).

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Lo que antecede puede aplicarse, por supuesto, a la distinción hecha entre los
grados u órdenes de los Seres Espirituales, y en este sentido, la Iglesia Católica
Romana trata de interpretar y de enseñar la diferencia, porque, al paso que los
Arc|ngeles son, según sus enseñanzas, divinos y santos, sus “Dobles” son
denunciados por ella como Demonios. Pero la palabra Ferouer no ha de
comprenderse en este sentido, pues significa sencillamente el reverso o el lado
opuesto de algún atributo o cualidad. Así es que, cuando el ocultista dice que el
“Demonio es lo inverso de Dios” -el mal, el reverso de la medalla-, no pretende
significar dos realidades separadas, sino los dos aspectos o facetas de la misma
Unidad. Ahora bien: el mejor de los hombres vivientes, puesto al lado de un Arcángel
(tal como los describe la Teología), aparecería como este infernal. De aquí que haya
cierta razón para rebajar a un “doble” inferior, que se halla mucho m|s
profundamente sumido en la materia que su original. Pero, sin embargo, existe bien
poco motivo para considerarles como demonios, y esto es precisamente lo que los
católicos romanos hacen contra toda razón y lógica.

Esta identidad entre el Espíritu y su “Doble” material -en el hombre es el reverso-


explica todavía mejor la confusión, a que ya se ha aludido en esta obra, en los
nombres e individualidades, así como en los números, de los Rishis y los Prajâpatis,
especialmente entre los del Período del Satya Yuga y el período Mahâbhâratiano.
También arroja más luz sobre lo que enseña la Doctrina Secreta con respecto a los
Manus-Raíz y los Manus-Semila. Se nos enseña que no solamente estos Progenitores
de nuestra humanidad poseen su prototipo en las Esferas Espirituales, sino también
cada ser humano, cuyo prototipo es la esencia más elevada de su Séptimo Principio.
Así los siete Manus se convierten en catorce, el “Manu-Raíz” siendo la Causa Primera
y el Manu-Semilla su efecto; y desde el Satya Yuga (el primer período) hasta el
Período Heroico, estos Manus o Rishis se convierten en veintiuno en número.

(b) La sentencia final de esta Sloka demuestra cuán antiguas son la creencia y la
doctrina de que el hombre es séptuple en su constitución. El “Hilo” del Ser que
anima al hombre y que pasa al través de todas sus personalidades o renacimientos
en esta Tierra -alusión a Sûtrâtmâ-, el Hilo, adem|s, en el cual todos sus “Espíritus”
se hallan engarzados, ha sido hilado de la esencia del Triple, del Cuádruple y del
Quíntuple, que contienen todo lo precedente. Panchâshikha, según el Padma Purâna
(36), es uno de los siete Kumâras que van a Shveta-Dvipa a adorar a Vishnu.
Veremos m|s adelante qué conexión existe entre los “célibes” y castos Hijos de
Brahm}, que se niegan a “multiplicar”, y los mortales terrestres. entretanto, es
evidente que “el Hombre-Planta, Saptaparna”, se refiere de este modo a los siete

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principios, y que el hombre es comparado a esta planta de siete hojas, tan sagrada
para los buddhistas.

La alegoría egipcia en el Libro e los Muertos, que se refiere al “premio del Alma”, es
tan significativa respecto de nuestra Doctrina Septenaria, como poética. Concédese
al Difunto un lote de tierra en el campo de Aanroo, donde los Manes, las sombras
divinizadas de los muertos, recogen, como cosecha de las acciones que han
sembrado en vida, el trigo de siete codos de alto, que crece en un territorio dividido
en catorce y siete porciones. Este trigo es el alimento con que vivirán y prosperarán,
o que les matará en el Amenti, un reino del cual el campo de Aanroo es sólo un
dominio. Porque, como se dice en el himno (37), el Difunto allí, o bien es destruido, o
se convierte en un espíritu puro para la Eternidad, a consecuencia de las “siete veces
setenta y siete vidas” pasadas o por pasar en la Tierra. La idea del trigo, cosechado
como “fruto de nuestras acciones”, es muy gr|fica.

4. ÉL ES LA RAÍZ QUE JAMÁS PERECE; LA LLAMA DE TRES LENGUAS Y DE CUATRO

PABILOS (a). LOS PABILOS SON LAS CHISPAS QUE PARTEN DE LA LLAMA DE TRES
LENGUAS (38) PROYECTADA POR LOS SIETE -DE QUIENES ES LA LLAMA- RAYOS
DE

LUZ Y CHISPAS DE UNA LUNA QUE SE REFLEJA EN LAS MOVIENTES ONDAS DE

TODOS LOS RÍOS DE LA TIERRA (b) (39).

(a) La “Llama de Tres lenguas que jam|s muere” es la Tríada espiritual inmortal: el
Âtmâ-Buddhi y Manas, o más bien el fruto del último asimilado por los dos primeros,
después de cada vida terrestre. Los “Cuatro Pabilos” que salen y se extinguen, son el
Cuaternario, los cuatro principios inferiores, incluyendo al cuerpo.

“Yo soy la Llama de Tres Pabilos y mis Pabilos son inmortales” dice el Difunto. “Yo
entro en el dominio de Sekhem (el Dios cuya mano siembra la semilla de la acción
producida por el alma desencarnada), y entro en la región de las Llamas que han
destruido a sus adversarios (o sea que se han desembarazado de los Cuatro Pabilos
creadores de pecado)” (40).

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“La Llama Trilingüe de los Cuatro Pabilos” corresponde a las cuatro Unidades y los
tres binarios del árbol sephirothal.

(b) Así como millares de destellos resplandecientes cabrillean en las aguas de un


océano en cuya superficie resplandece una misma luna, del mismo modo nuestras
efímeras personalidades -las envolturas ilusorias del inmortal Ego-Mónada- danzan
y chispean en las ondas de Mâyâ. Aparecen y duran, a manera de los millares de
centelleos producidos por los rayos de la luna, tan sólo mientras la Reina de la
Noche radia su resplandor sobre las “Aguas Corrientes” de la Vida, el período de un
Manvántara; y después desaparecen, sobreviviendo sólo los “Rayos” -símbolos de
nuestros Egos eternos espirituales- que han vuelto a la Fuente-Madre y tornan a ser,
como antes eran, unos con ella.

5. LA CHISPA PENDE DE LA LLAMA POR EL MÁS TENUE HILO DE FOHAT. ELLA


VIAJA

A TRAVÉS DE LOS SIETE MUNDOS DE MÂYÂ (a). SE DETIENE EN EL PRIMERO (41),

Y ES UN METAL Y UNA PIEDRA; PASA AL SEGUNDO (42), Y HELA HECHA UNA


PLANTA; LA PLANTA GIRA A TRAVÉS DE SIETE CAMBIOS, Y VIENE A SER UN ANI-

MAL SAGRADO (b). DE LOS ATRIBUTOS COMBINADOS DE TODOS ELLOS, SE FORMA

MANU (44), EL PENSADOR ¿QUIÉN LO FORMA? LAS SIETE VIDAS Y LA VIDA UNA
(c).

¿QUIÉN LO COMPLETA? EL QUÍNTUPLE LHA. ¿Y QUIÉN PERFECCIONA EL ÚLTIMO

CUERPO? PEZ, PECADO Y SOMA... (d) (45).

(a) La frase “a través de los siete Mundos de M}y}” se refiere aquí a los siete
Globos de la Cadena planetaria y a las siete Rondas, o las cuarenta y nueve
estaciones de existencia activa que se encuentran ante la “Chispa” o Mónada al
principio de cada Gran Ciclo de Vida o Manv|ntara. El “Hilo de Fohat” es el Hilo de
Vida de que se ha hecho mención anteriormente.

Esto se refiere al más grande de los problemas filosóficos; a la naturaleza física y


sustancial de la Vida, cuya naturaleza independiente es negada por la ciencia

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moderna por ser incapaz de comprenderla. Los reencarnacionistas y los creyentes
en el Karma son los únicos que perciben vagamente que todo el secreto de la vida
yace en la serie ininterrumpida de sus manifestaciones, sea en el cuerpo físico o
aparte de él. Porque aun si:

La vida, a manera de cúpula de cristales de múltiples colores,

colora la blanca radiación de la Eternidad.

Shelley - (Adonais).

es, sin embargo, ella misma parte y partícula de aquella Eternidad; pues únicamente
la Vida puede comprender a la Vida.

¿Qué es aquella “Chispa” que “pende de la Llama”? Es Jiva, la Mónada en


conjunción con Manas, o más bien su aroma, aquello que queda de cada
Personalidad cuando es meritoria, y que pende de Âtmâ Buddhi, la Llama, por el Hilo
de Vida. De cualquier manera que se interprete, y sea cual fuere el número de
principios en que se divida al ser humano, fácilmente puede demostrarse que esta
doctrina es sostenida por todas las antiguas religiones, desde la védica hasta la
egipcia, desde la de Zoroastro hasta la judía. En el caso de esta última, las obras
kabalísticas nos ofrecen pruebas abundantes de tal afirmación. Todo el sistema de
los números kabalísticos está fundado en el Septenario divino, pendiente de la
Tríada, formando así la Década, y sus permutaciones 7, 5, 4 y 3, que, finalmente, se
sumen todos en el Uno mismo; un Círculo interminable y sin límites.

El Zohar dice:

La Deidad (la Presencia siempre invisible) se manifiesta por medio de los diez
Sephiroths, que son testigos radiantes. Es la Deidad a manera del Mar, del cual
rebosa una corriente llamada Sabiduría, cuyas aguas caen en un lago que se llama
Inteligencia. De este recipiente salen, a manera de siete canales los Siete
Sephiroths... Porque diez es igual a siete; la Década contiene cuatro Unidades y tres
Binarios.

Los Diez Sephiroths corresponden a los miembros del Hombre.

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Cuando yo (los Elohim) formé a Adam Kadmon, el Espíritu del Eterno salió lanzado
de su cuerpo, a manera de relámpago, y radió a un mismo tiempo sobre las
ondulaciones de los Siete millones de cielos, y mis diez Esplendores fueron sus
Miembros.

Pero ni la Cabeza ni los Hombros de Adam Kadmon pueden ser vistos; por lo tanto,
leemos en el Siphra Dzenioutha, el “Libro del Misterio Oculto”:

En el principio del Tiempo, después que los Elohim (los “Hijos de Luz y de Vida”, o
los Constructores), hubieron formado de la Esencia eterna los Cielos y la Tierra,
formaron los mundos de seis en seis.

Siendo el séptimo Malkuth, el cual es nuestra Tierra (46) en su plano, el más


inferior de todos los estados de existencia consciente. El Libro de los Números caldeo
contiene una explicación muy detallada de todo esto.

La primera tríada del Cuerpo de Adam Kadmon (los tres planos superiores de los
siete) (47) no puede ser vista antes que el alma se encuentre en la presencia del
Anciano de los Días.

Los Sephiroths de esta Tríada superior son: 1º, “Kether (la Corona), representada
por la frente del Macroprosopus; 2º, Chokmah (la Sabiduría, Principio masculino),
representado por su hombro derecho; y 3º, Binah (la Inteligencia, Principio
femenino), por el hombro izquierdo”. Vienen luego los siete Miembros, o Sephiroths,
en los planos de la manifestación, estando representada la totalidad de estos cuatro
planos por Microprosopus, la Faz Menor o Tetragrammaton, el Misterio de “cuatro
letras”. “Los siete Miembros manifestados los tres ocultos constituyen el Cuerpo de
la Deidad”.

Así nuestra Tierra, Malkuth, es a la par el Mundo séptimo y el cuarto. Es lo primero


cuando se cuenta desde el primer Globo de arriba, y lo segundo si se cuenta por los
planos. Es generado por el sexto Globo o Sephira, llamado Yezud, “Fundación”, o
como se dice en el Libro de los Números, “por medio de Yezud, Él (Adam Kadmon)
fecunda a la Heva primitiva (Eva o nuestra Tierra)”. Expresada en lenguaje místico,
es ésta la explicación de por qué Malkuth, llamado la Madre Inferior, Matrona, Reina,
y el Reino de la Fundación, es presentado como la desposada del Tetragrammaton o

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Microprosopus (el Segundo Logos), el Hombre Celestial. Cuando se libre de toda
impureza, se unirá con el Logos Espiritual, o sea en la Séptima Raza de la Séptima
Ronda, después de la regeneración, el día del “S|bado”. Pues el “Día Séptimo” posee
además una significación oculta en que no sueñan nuestros

teólogos.

Cuando Matronitha, la Madre, es separada y traída cara a cara con el Rey en la


excelencia del Sábado, todas las cosas se convierten en un cuerpo (48).

Convertirse en un cuerpo, significa que todo es reabsorbido una vez más en el


Elemento Uno, convirtiéndose los espíritus de los hombres en Nirvânis, y volviendo
otra vez los elementos de todas las cosas a lo que eran antes: al Protilo o Sustancia
no diferenciada. “S|bado” significa Reposo, o Nirv}na. No es el “séptimo día” después
de seis días, sino un período cuya duración iguala al de los siete “días”, o a cualquier
período constituido de siete porciones. Así, un Pralaya es de duración igual a un
Manvántara, o bien una Noche de Brahmâ es igual a su Día. Si los cristianos quieren
seguir las costumbres judías, deben adoptar el espíritu y no la letra muerta de las
mismas. Deberían trabajar durante una semana de siete días, y descansar siete días.
Que la palabra “S|bado” ha poseído una significación mística, lo demuestra el
desprecio de Jesús hacia el día de Sábado, y por lo que se dice en Lucas (49), el
Sábado se entiende allí por la semana entera. Véase el texto griego en que a la
semana se la llama “S|bado”. Literalmente: “Yo ayuno dos veces en el S|bado”.
Pablo, un Iniciado, lo sabía bien cuando se refería como al Sábado, al reposo y
felicidad eterna en los cielos (50); “y su felicidad ser| eterna, pues ellos ser|n
siempre (uno) con el Señor, y gozarán un Sábado eterno” (51).

La diferencia entre la Kabalah y la Vidyâ Esotérica arcaica -tomando la Kabalah tal


como se halla contenida en el Libro de los Números caldeo, y no falsificada según está
en su copia desfigurada, la Kabalah de los místicos cristianos- es muy pequeña a la
verdad, estando limitada a divergencias de forma y de expresión poco importantes.
Así el Ocultismo oriental se refiere a nuestra Tierra como al Cuarto Mundo, el
inferior de los de la Cadena, encima del cual se lanzan hacia arriba en ambas curvas
los seis Globos, tres en cada lado. El Zohar, por otra parte, llama a la Tierra el
inferior o el séptimo; añadiendo que de los seis dependen todas las cosas que se
hallan en él (el Microprosopus). La “Faz Menor (menor por ser manifestada y finita),
está formada de seis Sephiroths” -dice la misma obra-. “Siete Reyes vienen y mueren
en el Mundo tres veces destruido (Malkuth, nuestra Tierra, destruida después de cada

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una de las Tres Rondas por las que ha pasado); y su reino (el de los Siete Reyes) será
quebrantado” (52). Esto se refiere a las Siete Razas, cinco de las cuales han
aparecido ya, y dos más que tienen todavía que aparecer en esta Ronda.

Las narraciones alegóricas Shinto, acerca de la cosmogonía y el origen del hombre,


en el Japón, aluden a la misma creencia.

El capitán C. Pfoundes, que estudió cerca de nueve años, en los monasterios del
Japón, la religión que existe bajo las distintas sectas del país, dice:

La idea Shinto de creación, es como sigue: Saliendo del Caos (Kon-ton) la Tiera (In)
era el sedimento precipitado, y los Cielos (Yo), las esencias etéreas que han
ascendido; el Hombre (Jim) apareció entre los dos. El primer hombre fue llamado
Kuni -to tatchino-mikoto, y se le dieron otros cinco nombres, y entonces la raza
humana apareció, varón y hembra. Isangi e Isanami engendraron a Tenshoko doijin,
el primero de los cinco Dioses de la Tierra.
Estos “Dioses” son sencillamente nuestras Cinco razas, siendo Isanagi e Isanami las
dos clases de “Antecesores”, las dos Razas precedentes que dieron nacimiento al
hombre animal y al racional.

En los volúmenes III y IV se demostrará que el número siete, lo mismo que la


doctrina de la constitución septenaria del hombre, ha sido preeminente en todos los
sistemas secretos, y desempeña un papel tan importante en la Kabalah occidental,
como en el Ocultismo oriental. Eliphas Lévi llama al número siete “la clave de la
creación mosaica y de los símbolos de toda religión”. Presenta a la Kabalah
siguiendo fielmente la misma división septenaria del hombre; pues el diagrama que
él da en su Clef des Grands Mystères (53), es septenario. Puede verse esto con sólo
una ojeada, por muy hábilmente que se halle velada la idea exacta. Es preciso
también mirar el diagrama, “la formación del Alma”, en la Kabbalah Unveiled de
Mathers (54), de la mencionada obra de Lévi, para encontrar lo mismo, si bien con
interpretación diferente.

He aquí cómo aparece con los nombres kabalísticos y con los ocultos:

DIAGRAMA IV

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1. Imagen de los Creadores. Cuerpo Físico. Sthûla Sharira.

2. Imagen del Hombre. Cuerpo Astral. Linga Sharira.


3. Mikael. El principio Solar. Vida. Prâna.

4. Samael. Sede de las Pasiones y Deseos animales. Kâma.

5. Nephesh. Mediador Plástico. Manas.

6. Ruach. Alma Espiritual. Buddhi.

7. Neshamah. Espíritu puro. Âtmâ.

Lévi llama Nephesh a lo que nosotros llamamos Manas, y viceversa. Nephesh es el


Soplo de Vida (animal) en el hombre, el Soplo de Vida instintivo en el animal; y
Manas es la Tercer Alma -humana en su aspecto luminoso, y animal en su relación
con Samael o Kâma- Nephesh es, en realidad, el “Soplo de Vida” (animal) insuflado
en Adán, el Hombre de Barro; por consiguiente, es la Chispa Vital, el Elemento
animador. Sin Manas, el “Alma Razonadora” o Mente -la cual, en el diagrama de Lévi,
es llamada erróneamente Nephesh-, Âtmâ-Buddhi es irracional en este plano, y no
puede actuar. Buddhi es el Mediador Plástico; y no Manas, el medio inteligente entre
la Tríada Superior y el Cuaternario Inferior. Pero muchas son las transformaciones
extrañas y curiosas que se encuentran en las obras kabalísticas; prueba convincente
de que esta literatura se ha convertido en un deplorable embrollo. Nosotros no

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aceptamos la clasificación sino sólo en su relación, para mostrar los puntos de
acuerdo.

Vamos ahora a exponer en forma tabular lo que el muy cauto Eliphas Lévi dice en
explicación de su Diagrama, y lo que la Doctrina Esotérica enseña; comparando
ambas cosas. Lévi hace también una distinción entre la Pneumática oculta y la
kabalística.

Dice Eliphas Lévi, el kabalista: Dicen los teósofos:


PNEUMÁTICA KABALÍSTICA PNEUMÁTICA ESOTÉRICA
1. El Alma (o Ego) es una luz velada, y 1. Lo mismo; porque es Âtmâ-Buddhi-
esta luz es triple. Manas.
2. Neshamah. - El Espíritu puro. 2. Lo mismo (56).
3. Ruach. - El Alma o Espíritu. 3. El Alma Espiritual.
4. Nephesh. - El Mediador Plástico (57) 4. El Mediador entre el espíritu y el
Hombre, el Asiento de la Razón, la
Mente, en el hombre.
5. La vestidura del Alma es la corteza 5. Exacto.
(cuerpo) de la Imagen (Alma Astral).
6. La imagen es doble, porque refleja el 6. Esto es inútilmente demasiado
bien y el mal. apocalíptico. ¿Por qué no decir que lo
astral refleja lo mismo al hombre bueno
que al malo; al hombre que o bien
siempre tiende hacia la Tríada superior,
o si no, desaparece con el Cuaternario?
7. (Imagen; Cuerpo). 7. La Imagen Terrestre.

PNEUMÁTICA OCULTA PNEUMÁTICA OCULTA


(Según Eliphas Lévi) (Según los ocultistas)
1. Nephesh es inmortal, pues renueva 1. Manas es inmortal, porque después de
su vida por la destrucción de las formas. cada nueva encarnación, añade a Âtmâ-
(Pero Nephesh, el “Soplo de Vida”, es un Buddhi algo de sí mismo; y así,
nombre erróneo y una confusión inútil asimilándose a la Mónada, participa de
para el estudiante). su inmortalidad.
2. Ruach progresa por la evolución de 2. Buddhi se convierte en consciente, por
las ideas (!?). lo que se asimila de Manas, a la muerte
del hombre, después de cada nueva
encarnación.

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3. Neshamah es progresivo, sin olvido ni 3. Âtmâ, ni progresa, ni olvida, ni
destrucción. recuerda. No pertenece a este plano: es
tan sólo el Rayo de Luz eterna que brilla
y atraviesa las tinieblas de la materia,
cuando esta última se inclina a ello.
4. El Alma posee tres mansiones. 4. El Alma -colectivamente como Tríada
Superior vive en tres planos, además del
cuarto, la esfera terrestre; y existe
eternamente en el más elevado de los
tres.
5. Estas mansiones son: el Plano de los 5. Estas mansiones son: la Tierra para el
Mortales, el Edén Superior y el Edén hombre físico, o Alma animal; Kâma-
Inferior. Loka (Hades, el Limbo) para el hombre
desencarnado, o su envoltura; el
Devachán, para la Tríada Superior.
6. La Imagen (el hombre) es una esfinge 6. Exacto.
que presenta el enigma del nacimiento.
7. La Imagen fatal (la Astral) dota a 7. El Astral, por medio de Kâma (el
Nephesh con sus aptitudes; pero Ruach Deseo), arrastra de continuo a Manas a
es capaz de sustituirla con la Imagen la esfera de las pasiones y deseos
conquistada con arreglo a las materiales. Pero si el Hombre mejor, o
inspiraciones de Neshamah. Manas, procura escapar a la atracción
fetal, y dirige sus aspiraciones a Âtmâ
(Neshamah), entonces Buddhi (Ruach)
vence, y se lleva consigo a Manas al reino
del Eterno Espíritu.

Es evidente que el kabalista francés, o bien no conocía lo bastante la verdadera


doctrina, o la desnaturalizó por razones particulares y para el objeto que se
proponía. Así que, ocupándose del mismo asunto, dice lo que sigue; a lo que
nosotros ocultistas contestamos al difunto kabalista y a sus admiradores lo que con
contraposición exponemos.

1. El cuerpo es el molde de Nephesh; 1. El cuerpo sigue los impulsos, buenos o


Nephesh, el molde de Ruach; Ruach el malos, de Manas; Manas trata de seguir
molde las vestiduras de Neshamah. la Luz de Buddhi, peo con frecuencia
fracasa. Buddhi es el molde las

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“vestiduras” de Âtm}; pues Âtm} no es
cuerpo alguno, ni forma, ni cosa, y Bud-
dhi es tan sólo su vehículo en sentido
figurado.
2. La Luz (el Alma) se personifica 2. La Mónada se convierte en un Ego
revistiéndose (con un cuerpo); y la personal cuando se encarna; y algo
personalidad posee duración únicamen- queda de aquella personalidad por
te cuando la vestidura es perfecta. medio de Manas, cuando este último es
lo suficientemente perfecto para asimi-
lar Buddhi.
3. Los Ángeles aspiran a convertirse en 3. Exacto.
hombres; un Hombre perfecto, un
Hombre Dios, se halla por encima del
olvido.
4. Cada 14.000 años el alma se 4. En un gran período o Día de Brahmâ
rejuvenece, y reposa en el sueño o reinan 14 Manus; después de lo cual
jubileo del olvido. viene el Pralaya cuando todas las Almas
(Egos) reposan en Nirvâna.

Tales son las copias desnaturalizadas de la Doctrina Esotérica en la Kabalah. Pero


volvamos ahora a la Sloka 5 de la Estancia VII.

(b) El bien conocido aforismo kabalístico dice: “Una piedra se convierte en una
planta; una planta en un animal; el animal en un hombre; el hombre en un espíritu, y
el espíritu en un dios”. La “Chispa” anima a todos los reinos por turno, antes de
penetrar y animar al hombre divino, entre quien y su predecesor, el hombre animal,
existe una diferencia radical. El Génesis comienza su antropología por el extremo
erróneo -evidentemente para velar la verdad- y no conduce a ninguna parte. Los
capítulos primeros del Génesis jamás han pretendido representar ni la más remota
alegoría de la creación de nuestra Tierra. Marcan un concepto metafísico de algún
período indefinido en la eternidad, cuando la ley de evolución lleva a efecto intentos
sucesivos para la formación de universos. La idea se halla claramente expresada en
el Zohar:

Hubo antiguos mundos que perecieron tan pronto como entraron en la existencia;
eran informes y se los llamaba Chispas. Del mismo modo, cuando el herrero golpea
al hierro, saltan las chispas en todas direcciones. Las Chispas son los mundos

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primordiales, los cuales no podían continuar, porque el Sagrado Anciano (Sephira)
no había asumido todavía su forma (de andrógino, o de sexos opuestos) de Rey y
Reina (Sephira y Kadmon); y el Maestro no se había pueso todavía a la obra (58).

Si el Génesis hubiera comenzado como debía, encontraríamos en él, primero el


Logos Celestial, el “Hombre Celeste”, que se desenvuelve como una Unidad Múltiple
de Logos, cuyos Logos aparecen en su totalidad -como el primer “Andrógino” o
Adam Kadmon, el “Fiat Lux” de la Biblia, como ya hemos visto- después de su sueño
praláyico, sueño que reúne en Uno a todos los Números esparcidos en el plan
mâyâvico, a manera de los glóbulos de mercurio que en un plato se confunden en
una sola masa. Pero esta transformación no tuvo lugar en nuestra Tierra ni en
ningún plano material, sino en los abismos del Espacio, en donde se efectúa la
diferenciación primera de la Materia original eterna. En nuestro Globo naciente, las
cosas han procedido de distinto modo. La Mónada o Jiva, como se dice en Isis
Unveiled (59), es, ante todo, precipitada por la Ley de Evolución en la forma más
inferior de la materia: el mineral. Después de un séptuple giro, encerrada en la
piedra o en lo que se convertirá en mineral y en piedra en la Cuarta Ronda, se
desliza fuera de la misma, por decirlo así, como un liquen. Pasando desde allí, al
través de todas las formas de materia vegetal, a lo que se llama materia animal, ha
llegado ahora al punto en que debe convertirse en el germen, digámoslo así, del
animal que se transformará en hombre físico. Todo eso, hasta la Tercera Ronda, es
informe, como materia, e insensible como conciencia. Pues la Mónada o Jiva, per se,
no puede ser llamada ni siquiera espíritu; es un Rayo de luz, un Soplo de lo Absoluto,
o más bien de LA ABSOLUTIDAD (60); y no teniendo la Homogeneidad Absoluta
relación ninguna con lo finito, condicionado y relativo, es inconsciente en nuestro
plano. Por lo tanto, además del material que necesita para su futura forma humana,
requiere la Mónada (a) un modelo espiritual o prototipo, para que aquel material
pueda asumir su hechura; y (b) una conciencia inteligente para guiar su evolución y
su progreso; ninguna de cuyas cosas poseen ni la Mónada homogénea ni la materia
viviente, aunque privada de sentido. El Adán de polvo necesita le sea inspirada el
Alma de Vida; los dos principios medios, que son la vida senciente del animal
irracional y el Alma Humana, pues la primera es irracional sin esta última. Sólo
cuando de andrógino potencial se ha convertido el hombre en varón y hembra, será
dotado con esta Alma consciente, racional e individual (Manas), “el principio, o la
inteligencia, de los Elohim”, para cuya recepción tiene que comer el fruto de la
Ciencia del Árbol del Bien y del Mal. ¿Cómo ha de obtener todo esto? La Doctrina
Oculta enseña que, mientras desciende la Mónada en su ciclo hacia la materia, estos
mismos Elohim, o Pitris -los Dhyân Chohans inferiores- están desenvolviéndose par

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passu con ella, en un plano más elevado y más espiritual, descendiendo también
relativamente a la materia en su propio plano de conciencia, hasta llegar a un cierto
punto donde se encontrarán con la mónada insensible encarnante, sumida en la
materia más ínfima; y enlazándose las dos potencias, Espíritu y Materia, producirá
su unión aquel símbolo terrestre del “Hombre Celestial” en el espacio, el HOMBRE
PERFECTO. En la filosofía Sânkhya se habla de Purusha (el Espíritu) como de algo
impotente, a menos de subir sobre los hombros de Prakriti (Materia), la cual,
abandonada a sí misma, es insensible. Pero en la Filosofía Secreta se les considera
como separados por grados diversos. El Espíritu y la Materia, si bien una y misma
cosa en su origen, una vez en el plano de diferenciación, comienzan sus progresos
evolucionarios en direcciones contrarias: el Espíritu, cayendo gradualmente en la
materia, y la última ascendiendo a su condición original, la de una Substancia
espiritual y pura. Ambos son inseparables, y sin embargo, siempre separados. En el
plano físico, dos polos iguales se rechazarán siempre uno a otro, al paso que el
negativo y el positivo se atraen mutuamente; en la misma situación se encuentran el
Espíritu y la Materia, los dos polos de la misma Substancia homogénea, el Principio
Raíz del Universo.

Por lo tanto, cuando suena para Purusha la hora de subir sobre los hombros de
Prakriti para la formación del Hombre Perfecto -el Hombre rudimentario de las dos
y media Razas primeras, siendo tan sólo el primero, que se desenvuelve
gradualmente hacia el más perfecto de los mamíferos-, los Antecesores Celestiales
(Entidades de Mundos anteriores, llamados en la India los Shishta) entran en este
nuestro plano y encarnan en el hombre físico o animal, del mismo modo que los
Pitris habían entrado antes que ellos para la formación del último. Así es que ambos
desarrollos para las dos creaciones (la del hombre animal y la del divino) difieren en
gran manera. Los Pitris lanzan de sí mismos sus cuerpos etéreos como semejanzas
suyas aun m|s etéreas y espectrales que ellos, o lo que llamaríamos ahora “dobles” o
“formas astrales”, a su propia imagen (61). Esto proporciona a la Mónada su primera
residencia, y a la materia ciega un modelo sobre el que construir en lo sucesivo. Pero
el Hombre es todavía incompleto. En todas las escrituras arcaicas, esta doctrina ha
dejado sus huellas desde Svâyambhuva Manu (62), de quien descendieron los siete
Manus o Prajâpatis primitivos, cada uno de los cuales dio origen a una Raza
primitiva de hombres, hasta el Codex Nazaraeus, en el cual Karabtanos, o Fetahil (la
materia ciega concupiscente), engendra en su Madre, Spiritus, siete Figuras,
representando cada una el progenitor de una de las siete razas primitivas.

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“¿Quién forma a Manu (el Hombre), y quién forma su cuerpo? La Vida y las Vidas.
Pecado (63) y la Luna”. Aquí Manu representa al hombre espiritual y celeste, al Ego
real que no muere en nosotros, el cual es la emanación directa de la “Vida Una” o la
Deidad Absoluta. En cuanto a nuestros cuerpos físicos exteriores, la mansión o
tabernáculo del Alma, enseña la Doctrina una extraña lección; tan extraña, que
aunque se explique por completo y se la comprenda como es debido, tan sólo la
Ciencia exacta del porvenir vindicará la plenitud de la teoría.

Ya se ha dicho antes que el Ocultismo no acepta nada inorgánico en el Kosmos. La


expresión “substancia inorg|nica” empleada por la Ciencia significa simplemente
que la vida latente, durmiendo en las moléculas de la llamada “materia inerte”, es
incognoscible. TODO ES VIDA, y cada átomo, aunque sea de polvo mineral, es una
VIDA, si bien se halla fuera de nuestra comprensión y percepción, puesto que está
fuera del límite de las leyes conocidas por quienes desechan el Ocultismo. Los
“Átomos mismos -dice Tyndall- poseen al parecer un instinto del deseo de vida”. ¿De
dónde, pues -preguntaríamos nosotros-, procede la tendencia “a lanzarse hacia la
forma org|nica?” ¿Acaso resulta esto explicable de algún otro modo que según las
enseñanzas de la Ciencia Oculta?

Los mundos, para el profano, están construidos con los Elementos conocidos. Según
el concepto de un Arhat, estos Elementos son, colectivamente una Vida Divina;
distributivamente, en el plano de las manifestaciones, son los innumerables e
incontables crores de vidas. El Fuego solamente es UNO, en el plano de la Realidad
Única; en el de la Existencia manifestada, y por lo tanto ilusoria, sus partículas son
Vidas ígneas, que viven y existen a expensas de cada una de las demás Vidas que
consumen. Por lo tanto, se las llama los “DEVORADORES”... Cada cosa visible en este
Universo, se halla constituida por semejantes VIDAS, desde el hombre primordial,
divino y consciente, hasta los agentes inconscientes que elaboran la materia... de la
VIDA UNA informe e increada, procede el Universo de Vidas. Primero manifestóse del
Abismo (Caos) el Fuego frío y luminoso (¿luz gaseosa?), el cual formó los Coágulos en
el Espacio (¿nebulosas irresolubles, quizás?)... Estos combatieron, y un gran calor se
desarrolló a causa de los encuentros y colisiones, lo cual produjo la rotación. Vino
entonces el primer Fuego MATERIAL, manifestado, las Llamas ardientes, los
Vagabundos en los Cielos (Cometas). El calor genera vapor húmedo; aquél forma agua
sólida (?), después niebla seca, luego niebla líquida, acuosa, que apaga el luminoso
resplandor de los Peregrinos (¿Cometas?), y forma Ruedas sólidas acuosas (Globos de
MATERIA). Bhûmi (la Tierra) aparece con seis hermanas. Éstas producen con su
movimiento continuo el fuego inferior, el calor y una niebla acuosa, que da lugar al

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tercer Elemento del Mundo - el AGUA; y del aliento de todo nace el AIRE (atmosférico).
Estos cuatro son las cuatro Vidas de los cuatro primero Períodos (Rondas) del
Manvántara. Los últimos tres seguirán.

El Comentario habla primeramente de los “innumerables e incontables crores de


Vida” ¿Estar|, entonces, Pasteur dando inconscientemente el primer paso hacia la
Conciencia Oculta, al declarar que, si se atreviese a expresar por completo su idea
acerca del asunto, diría que las células orgánicas se hallan dotadas de una potencia
vital que no cesa su actividad al acabarse la corriente de oxígeno que se les lanza, y
por esta razón no rompe sus relaciones con la vida misma, la cual se halla sostenida
por la influencia de aquel gas? “Añadiría yo -continúa diciendo Pasteur- que la
evolución del germen se verifica por medio de fenómenos complicados entre los
cuales tenemos que incluir procesos de fermentación”; y la vida, según Claudio
Bernard y Pasteur, no es más que una fermentación. Que existen en la Naturaleza
Seres o Vidas, pudiendo vivir y desarrollarse sin aire, aun en nuestro globo, ha sido
demostrado por los mismos hombres de ciencia. Pasteur ha encontrado que muchas
de las vidas inferiores, tales como vibriones y otros microbios y bacterias, pueden
existir sin aire, el cual, por el contrario, los mata. Derivan el oxígeno necesario para
su multiplicación, de las substancias diversas que les rodean. Él les llama aerobios,
que viven de los tejidos de nuestra materia, cuando esta última ha cesado de formar
una parte de un todo integral y viviente (llamado en este caso por la Ciencia, y de un
modo muy anticientífico, “materia muerta”), y anaerobios. Los primeros se apoderan
del oxígeno, y en gran manera contribuyen a la destrucción de la vida animal y de los
tejidos vegetales, proporcionando a la atmósfera materiales que entran después en
la constitución de otros organismos; los segundos destruyen, o más bien, aniquilan
finalmente a las llamadas substancias orgánicas, siendo imposible la decadencia
postrera sin su participación. Ciertas células-gérmenes, tales como las de la levadura
de cerveza, se desarrrollan y multiplican en el aire; pero cuando privadas de él, se
adaptan por sí mismas a la vida sin aire y se convierten en fermentos, absorbiendo
oxígeno de las substancias que con ellos se ponen en contacto, y con esto
destruyéndolas. Las células en los frutos, cuando les falta el oxígeno necesario,
obran como fermentos y estimulan la fermentación. “Por tanto, la célula vegetal
manifiesta en este caso su vida como un ser anaerobio. ¿Por qué, pues, debe en este
caso ser una excepción la célula org|nica?” -pregunta el profesor Boglubof. Pasteur
hace ver que en las substancias de nuestros tejidos y órganos, la célula, no
encontrando oxígeno suficiente para sí misma, estimula la fermentación del mismo
modo que la célula del fruto; y Claudio Bernard cree que la idea de Pasteur, acerca
de la formación de fermentos, ha encontrado su aplicación y corroboración en el

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hecho de que la urea aumenta en la sangre durante la estrangulación; la VIDA
hállase, por lo tanto, en todas partes en el Universo, y según enseña el Ocultismo,
también existe en el átomo.

“Bhûmi aparece con seis hermanas” -dice el -Comentario. Es una enseñanza védica
que “existen tres Tierras correspondientes a tres Cielos, y nuestra Tierra (la cuarta)
es llamada Bhûmi”. Ésta es la explicación dada por nuestros orientalistas
occidentales exotéricos. Pero la significación esotérica y la alusión a la misma en los
Vedas, es que se refiere a nuestra Cadena Planetaria: “tres Tierras” en el arco
descendente, y “tres Cielos”, que son tres Tierras o Globos también, pero mucho m|s
etéreos, en el arco ascendente o espiritual. Por los tres primeros descendemos a la
materia, por los otros tres ascendemos al Espíritu; constituyendo el inferior Bhûmi,
nuestra Tierra, el punto de giro, por decirlo así, y conteniendo potencialmente tanto
Espíritu como Materia. De esto nos ocuparemos después.

La enseñanza general del Comentario es, pues, que cada nueva Ronda desarrolla
uno de los Elementos compuestos, como los conoce ahora la Ciencia, la cual desecha
la primitiva nomenclatura, prefiriendo subdividirlos en constituyentes. Si la
Naturaleza en el plano manifestado es el “Eterno venir a ser”, en este caso aquellos
Elementos tienen que ser considerados desde el mismo punto de vista: tienen que
desenvolverse, progresar y aumentar hasta el final manvantárico.

Así, según se nos enseña, la Primera Ronda desplegó tan sólo un Elemento, una
naturaleza y una humanidad, en lo que puede llamarse un aspecto de la Naturaleza;
denominado por algunos, de modo muy anticientífico, aunque puede ser así de
hecho, “espacio de una dimensión”.

La Segunda Ronda manifestó y desarrolló dos elementos, el Fuego y la Tierra; y su


humanidad adaptada a esta condición de la Naturaleza (si es que podemos dar el
nombre de humanidad a seres viviendo bajo condiciones desconocidas para los
hombres), era “una especie de dos dimensiones”, usando de nuevo una frase familiar
en un sentido estrictamente figurado, único medio de poderla emplear
correctamente.

El curso de desarrollo natural que estamos ahora considerando, dilucidará de un


modo completo, y desacreditará la costumbre de especular acerca de los atributos
del espacio de dos, tres y cuatro o más dimensiones; pero aunque sea de paso, merece
la pena indicar el significado real de la intuición verdadera, pero incompleta, que ha

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sugerido (entre los espiritistas, teósofos y varios grandes hombres de ciencia, en
esta cuestión) (64), el empleo de la expresión moderna “la cuarta dimensión del
espacio”. Para principiar, no tiene, por supuesto, importancia alguna el absurdo
superficial de que el Espacio pueda ser medido en ningún sentido. Esta frase familiar
puede tan sólo ser una abreviación de la más completa, la “Cuarta dimensión de la
materia en el Espacio” (65). Pero aun en esta forma es una expresión desdichada,
puesto que, si bien es perfectamente cierto que el progreso de la evolución puede
hacernos conocer nuevas cualidades características de la materia, aquellas con que
nos hallamos ya familiarizados son, en realidad, más numerosas que las
correspondientes a las tres dimensiones. Las facultades, o quizás en términos más
propios, las cualidades características de la materia, deben siempre tener una
relación directa y clara con los sentidos del hombre. La materia posee extensión,
color, movimiento (movimiento molecular), sabor y olor, que corresponden a los
sentidos existentes en el hombre, y la próxima cualidad que desarrolle, que
llamaremos por el momento “Permeabilidad” corresponder| al próximo sentido en
el hombre, que podremos llamar “Clarividencia Normal”. Así es que cuando algunos
audaces pensadores han estado anhelando una cuarta dimensión para explicar el
paso de la materia al través de la materia, y la producción de nudos en una cuerda
sin fin, lo que realmente les faltaba era una sexta cualidad característica de la
materia. Las tres dimensiones pertenecen en realidad tan sólo a un atributo o
cualidad de la materia, a la extensión; y el sentido común popular, con justicia se
rebela contra la idea de que, bajo cualquier condición de las cosas, puedan existir
más de tres dimensiones semejantes a la longitud, anchura y espesor. Estos
términos, y la misma palabra “dimensión”, pertenecen a un estado de pensamiento,
a un grado de evolución, a una cualidad característica de la materia. Mientras
existan unidades de medida entre los recursos del cosmos, para ser aplicadas a la
materia, no será posible medirla más que de tres modos y nada más; lo mismo que
desde los tiempos en que la idea de medida por vez primera ocupó el entendimiento
humano, no ha sido posible aplicar las medidas más que en tres sentidos. Pero estas
consideraciones no militan en manera alguna en contra de la certeza de que, en el
progreso del tiempo, a medida que las facultades de la humanidad se multipliquen,
se multiplicarán también las características de la materia. Por lo demás, la expresión
es todavía mucho m|s incorrecta que la familiar de que el Sol “sale” o se “pone”.

Volvamos ahora a considerar la evolución material al través de las Rondas. La


materia en la Segunda Ronda, como ya se ha dicho, puede en sentido figurado ser
considerada como de dos dimensiones. Pero hay que advertir aquí otra cosa. Aquella
expresión libre y figurada puede considerarse -en cierto modo, según hemos visto-

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como equivalente a la segunda característica de la materia, y correspondiendo a la
segunda facultad perceptiva o sentido en el hombre. Pero estas dos escalas
enlazadas de la evolución, hállanse relacionadas con los procesos corrientes dentro
de los límites de una sola Ronda. La sucesión de los aspectos primarios de la
Naturaleza, con que la sucesión de las Rondas se halla relacionada, tiene que ver,
como ya se ha indicado, con el desarrollo de los Elementos (en el sentido oculto):
Fuego, Aire, Agua, Tierra. Nos encontramos tan sólo en la Cuarta Ronda, y nuestro
catálogo no pasa de este punto. El orden en que estos elementos se mencionan en la
anterior enumeración, es el exacto para fines esotéricos y en las Enseñanzas
Secretas. Milton estaba en lo justo al hablar de los “Poderes del Fuego, del Aire, del
Agua y de la Tierra”; la Tierra, tal como la conocemos nosotros ahora, no existía
antes de la Cuarta Ronda, hace centenares de millones de años, al principio de
nuestra Tierra Geológica. El Globo era, dice el Comentario, “ígneo, frío y radiante, lo
mismo que sus hombres y animales etéreos, durante la Primera Ronda” (expresando
una contradicción o paradoja, según la opinión de nuestra ciencia presente):
“luminoso y más denso y pesado durante la Ronda Segunda; acuoso durante la
Tercera”. Así pues, están los Elementos trastrocados.

Los centros de conciencia de la Tercera Ronda destinados a desarrollarse en la


humanidad, tal como la conocemos nosotros, llegaron a la percepción del tercer
Elemento, el Agua. Si tuviéramos que deducir nuestras conclusiones con arreglo a
los datos que los geólogos nos suministran, diríamos entonces que no existía
verdadera agua, ni aun durante el período carbonífero. Se nos dice que masas
gigantescas de carbono, en los primeros tiempos difundidas en la atmósfera como
ácido carbónico, fueron absorbidas por las plantas, mientras que una gran parte de
aquel gas estaba mezclada con el agua. Ahora bien; si esto es así, y si debemos creer
que todo el ácido carbónico que pasó a formar parte de aquellaas plantas que
formaron el carbón bituminoso, el lignito y demás, y que contribuyó a la formación
de las calizas, etc.; que todo esto se hallaba en aquel período en la atmósfera en
forma gaseosa, ¡deben de haber existido, entonces, mares y océanos de ácido
carbónico líquido! Pero, ¿cómo pudo entonces ser precedido el período carbonífero
por los períodos devoniano y siluriano -los de los Peces y Moluscos-, dada aquella
teoría? Además, la presión barométrica debe de haber sido entonces varios
centenares de veces superior a la presión de nuestra atmósfera presente. ¿Cómo
podían resistirla organismos tan sencillos como los de ciertos peces y moluscos?
Existe una obra curiosa de Blanchard, acerca del Origen de la Vida, en la cual hace
ver algunas extrañas contradicciones y confusiones en las teorías de sus colegas, y la
recomendamos a la atención del lector.

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Los de la Cuarta Ronda han añadido la Tierra como estado de materia, a los otros
tres elementos en su transformación presente.

En resumen, ninguno de los llamados Elementos era como son ahora, en las tres
Rondas precedentes. en lo que se nos alcanza, el FUEGO puede haber sido puro
Âk}sha, la Primera Materia del “Magnum Opus” de los Creadores y Constructores,
aquella Luz Astral a la que el paradójico Eliphas Lévi llama a un mismo tiempo
“Cuerpo del Espíritu Santo”, y a continuación “Baphomet”, el “Andrógino cabrío de
Mendes”; el AIRE simplemente nitrógeno, el “Aliento de los Sostenedores de la
Cúpula Celestial”, como le llaman los místicos mahometanos; el AGUA, aquel fluido
primordial que fue requerido, según Moisés, para constituir un “Alma Viviente”. Y
esto puede explicar las discrepancias flagrantes y las aserciones anticientíficas que
se encuentran en el Génesis. Sepárese el primer capítulo del segundo; léase el
primero como escritura de los elohistas, y el segundo como de los jehovistas, muy
posteriores a aquéllos; y, sin embargo, si uno lee entre líneas, encuentra el mismo
orden en que las cosas creadas aparecieron; a saber, Fuego (Luz), Aire, Agua y
Hombre (o Tierra). Pues la sentencia del primer capítulo (el elohístico): “En el
principio, Dios creó los cielos y la tierra”, es una falsa traducción; no son los cielos y
la tierra, sino el Cielo duplicado o doble, los Cielos superior e inferior, o sea la
separación de la Substancia Primordial, que era luminosa en su porción superior y
obscura en la inferior (el Universo manifestado), en su dualidad de lo invisible (para
los sentidos), y lo visible para nuestras percepciones. “Dios separó la luz de las
tinieblas”, y después hizo el firmamento (Aire). “H|gase un firmamento en medio de
las aguas, y separe las aguas de las aguas”, o sea, “las aguas que estaban bajo el
firmamento (nuestro Universo manifestado visible) de las aguas sobre el
firmamento” (los planos de existencia invisibles, para nosotros). En el capítulo
segundo (el jehovístico), las plantas y las hierbas son creadas antes que el agua, lo
mismo que en el primero, la luz es producida antes que el sol. “Dios hizo la tierra y
los cielos y todas las plantas del campo, antes que las hubiese en la tierra, y cada
hierba del campo antes que creciera; pues el Señor Dios (los Elohim) no había hecho
que lloviese sobre la tierra, etc.” -un absurdo a menos que se acepte la explicación
esotérica-. Las plantas fueron creadas antes de haberlas en tierra, porque entonces
no existía tierra alguna tal como es ahora; y la hierba del campo existía antes que
creciera tal como lo hace ahora, en la Cuarta Ronda.

Discutiendo y explicando la naturaleza de los Elementos invisibles y del “Fuego


Primordial” mencionado antes, Eliphas Lévi le llama invariablemente la “Luz Astral”;
para él es el “Grand Agent Magique”. Indudablemente que lo es, pero tan sólo en lo

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referente a la Magia Negra y a los planos más inferiores de lo que nosotros
llamamos el Éter, cuyo nóumeno es el Âkâsha; y aun esto sería considerado como
inexacto por los ocultistas ortodoxos. La “Luz Astral” es, simplemente, la m|s
antigua “Luz Sideral” de Paracelso; y el decir que “todo cuanto existe ha sido
desenvuelto de la misma, y que conserva y reproduce todas las formas”, como él
escribe, es enunciar la verdad tan sólo en lo referente a la segunda proposición. La
primera es errónea; porque, si todo cuanto existe fue desenvuelto por medio (o por
vía) de ellos, esto no es la Luz Astral, puesto que esta último no es la que contiene
todas las cosas, sino a lo sumo, el reflector de este todo. Eliphas Lévi la presenta, con
mucha razón, como “una fuerza de la Naturaleza”, por medio de la cual, “un hombre
solo que la dominase..., podría sumir al mundo en confusión y transformar su faz”;
pues es el “Gran Arcano de la Magia trascendente”. Al citar lo dicho por el gran
kabalista occidental en la forma en que se ha traducido (66), podemos quizás
explicarlo mejor con la adición eventual de una palabra o dos, para hacer ver la
diferencia entre las explicaciones occidentales y las orientales del mismo asunto.
Dice el autor, en lo referente al gran Agente Mágico:

Este fluido ambiente y omnipenetrante, este rayo destacado del esplendor del Sol
(Central o Espiritual)... fijado por el peso de la atmósfera (?!) y por el poder de la
atracción central... la Luz Astral, este éter electromagnético, este calórico vital y
luminoso, es representado en los antiguos monumentos por el cinturón de Isis que
se enrosca alrededor de dos polos..., y en las antiguas teogonías por la serpiente
devorando su propia cola, emblema de la prudencia y de Saturno (emblema del
infinito, de la inmortalidad y de Kronos -el Tiempo-, no el Dios o el planeta Saturno).
Es el dragón alado de Medea, la serpiente doble del caduceo y el tentador del
Génesis; pero es también la culebra de bronce de Moisés rodeando la Tau...; por
último, es el diablo del dogmatismo exotérico, y es realmente la fuerza ciega (no es
ciega y Lévi lo sabía), que debe vencer las almas para desprenderse de las cadenas
de la Tierra; porque de no hacerlo, serán absorbidas por el mismo poder que
primero las produjo, y volverán al fuego central y eterno.

Este gran Archaeus ha sido ahora públicamente descubierto por y para un solo
hombre (J. W. Keeley, de Filadelfia). Para otros, está, sin embargo, descubierto,
aunque debe permanecer casi inútil. “Hasta aquí llegar|s...”

Todo lo anterior es tan práctico como exacto, salvo un error, que ya hemos
explicado. Eliphas Lévi comete una gran equivocación al identificar siempre la Luz

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Astral con lo que nosotros llamamos Âkâsha. Lo que es realmente, se explicará en el
volumen IV.

Eliphas Lévi escribe más adelante:

El gran Agente Mágico es la cuarta emanación del principio de vida (nosotros


decimos es la primera en el Universo interno, y la segunda en el externo (el
nuestro)), del cual el Sol es la tercera forma... porque el astro del día (el Sol) es tan
sólo la reflexión y sombra material del Sol Central de verdad, el cual ilumina al
mundo intelectual (invisible) del Espíritu, siendo él mismo sólo un fulgor prestado
de lo Absoluto.

Hasta aquí es bastante exacto. Pero cuando la gran autoridad de los kabalistas
occidentales añade que, sin embargo, “no es el Espíritu inmortal como han
imaginado los Hierofantes indos”, contestamos nosotros que calumnia a dichos
Hierofantes, porque no han dicho semejante cosa; pues hasta las mismas escrituras
puránicas exotéricas contradicen por completo el aserto. Jamás indo alguno ha
confundido a Prakriti con el “Espíritu inmortal”; la Luz Astral está tan sólo por
encima del plano inferior de Prakriti, el Kosmos Material. Prakriti es siempre
llamado Mâyâ , Ilusión, y se halla condenado a desaparecer con el resto, incluso los
Dioses, a la hora del Pralaya. Como se ha hecho ver, Âkâsha no es ni siquiera el Éter,
y por tanto, menos todavía, como podemos imaginar, puede ser la Luz Astral. Los
incapaces de penetrar más allá de la letra muerta de los Purânas, han confundido en
ocasiones a Âkâsha con Prakriti, con el Éter, y hasta con el cielo visible. Cierto es
también que aquellos que han traducido invariablemente la palabra Âkâsha por
“Éter” -Wilson, por ejemplo-, viendo que se le llamaba “la causa material del sonido”,
poseyendo, además, esta única y sola propiedad, han imaginado, en su ignorancia,
que era “material” en el sentido físico. Cierto, adem|s, que si las cualidades
características tienen que ser aceptadas literalmente, entonces, desde el momento
en que nada material o físico, y, por lo tanto, condicionado y temporal, puede ser
inmortal (según la metafísica y la filosofía), la consecuencia sería que Âkâsha no es
ni infinito ni inmortal. Pero todo esto es erróneo, puesto que Pradhâna, la Materia
Primordial, y el Sonido, como propiedad, han sido mal comprendidos; siendo el
primer término (Pradhâna) ciertamente sinónimo de Mûlaprakriti y de Âkâsha, y el
segundo (el Sonido), sinónimo del Verbo, la Palabra o el Logos. Esto es fácil de
demostrar, pues se ve en las frases siguientes del Vishnu Purâna (67): “No existía ni
día ni noche, ni cielo ni tierra, ni tinieblas, ni luz, ni ninguna otra cosa, sino tan sólo

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Una, inapreciable para la inteligencia o aquello que es Brahman, y Pums (Espíritu) y
Pradh}na (Materia Primordial)...”

Ahora bien, ¿qué es Pradhâna, si no es Mûlaprakriti, la Raíz de Todo bajo otro


aspecto? Pues aunque se dice después que Pradhâna se sumerge en la Deidad, como
todas las cosas, para dejar tan sólo al Uno absoluto durante el Pralaya, es, sin
embargo, considerado como infinito e inmortal. La traducción literal se da como
sigue: “Un Espíritu Brahma Pr}dh}nika: AQUELLO era”; y el comentarista interpreta
la palabra compuesta como sustantivo, y no como una palabra derivada, empleada
atributivamente, o sea como “algo unido a Pradh}na”. Debe tenerse en cuenta,
además, que el sistema puránico es dualista, no evolucionario; y que con respecto a
esto, se encontrará mucho más desde un punto de vista esotérico, en el Sânkhya, y
hasta en el Mânava-Dharma-Shâstra , por mucho que este último difiera del primero.
Por tanto, Pradhâna, hasta en los Purânas, es un aspecto de Parabrahman, no una
evolución, y debe ser lo mismo que el Mûlaprakriti vedantino. “Prakriti, en su estado
primario, es Âk}sha” -dice un sabio vedantino (68)-. Es casi Naturaleza abstracta.

Âkâsha, pues, es Pradhâna en otra forma, y como tal, no puede ser el Éter, el agente
siempre invisible, cortejado hasta por la misma ciencia física. Ni es la Luz Astral. Es,
como se ha dicho, el nóumeno del séptuple Prakriti diferenciado (69), la siempre
inmaculada “Madre” del “Hijo” huérfano de padre, que se convierte en “Padre” en el
plano inferior manifestado. Pues Mahat es el primer producto de Pradhâna o
Âkâsha; y Mahat -la Inteligencia Universal, “cuya propiedad característica es
Buddhi”- no es otro que el Logos, puesto que se le llama Îshvara, Brahmâ, Bhâva, etc.
(70). Él es, en resumen, el “Creador” o la Mente Divina en operación creativa, “la
Causa de todas las cosas”. Él es el “Primogénito”, de quien nos dicen los Purânas, que
“la Tierra y Mahat son las fronteras externa e interna del Universo”, o en nuestro
lenguaje, los polos positivo y negativo de la Naturaleza dual (abstracta y concreta);
pues el Purâna añade:

De esta manera -como fueron las siete formas (principios) de Prakriti contadas
desde Mahat a la Tierra-, así en la disolución (elemental) ( pratyâhâra), estas siete
vuelven a entrar sucesivamente una en otra. El Huevo de Brahmâ (Sarva-mandala)
se disuelve con sus siete zonas (dvîpa), siete océanos, siete regiones, etc. (71).

Éstas son las razones por las que los ocultistas rehusan dar el nombre de Luz
Astral al Âk}sha, o llamarle Éter. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas”,
puede ser puesto en parangón con el proverbio ocultista: “En casa de nuestra Madre

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existen siete mansiones” o planos, el inferior de los cuales est| por encima y en
torno de nosotros: la Luz Astral.

Los elementos, sean simples o compuestos, no pueden haber permanecido los


mismos desde el principio de la evolución de nuestra cadena. Todas las cosas en el
Universo progresan constantemente durante el gran Ciclo, al mismo tiempo que van
de un modo incesante arriba y abajo en los ciclos menores. La Naturaleza jamás
permanece estacionaria durante el Manvántara, pues siempre está viniendo a ser
(72), no simplemente siendo; y las vidas mineral, vegetal y humana siempre están
adaptando sus organismos a los Elementos reinantes a la sazón y, por lo tanto,
aquellos Elementos eran entonces apropiados para ellas, como lo son ahora para la
vida de la humanidad presente. Tan sólo en la próxima Ronda, la Quinta, será
cuando el quinto Elemento, el Éter, el cuerpo grosero del Âkâsha (si es que aun así
puede llamársele), se convertirá en un hecho familiar de la Naturaleza para todos
los hombres, como el aire nos es familiar a nosotros ahora, y cesará de ser como al
presente, hipotético, y un “agente” para tantas cosas. Y tan sólo durante aquella
Ronda serán susceptibles de completa expansión los sentidos más elevados, cuyo
desarrollo y evolución favorece el Âkâsha. Como ya se ha indicado, puede esperarse,
en el período apropiado durante esta Ronda, el desarrollo de un conocimiento
familiar parcial de la propiedad característica de la materia -Permeabilidad-, cuyo
desarrollo se debe verificar a la par que el sexto sentido. Pero con el siguiente
Elemento añadido a nuestros recursos, en la Ronda próxima la Permeabilidad se
convertirá en una característica tan manifiesta de la materia, que las formas más
densas de esta Ronda no aparecerán más obstructoras a las percepciones del
hombre, que hoy una espesa niebla.

Volvamos ahora al Ciclo de Vida. Sin extendernos mucho en la descripción dada de


las VIDAS Superiores, debemos dirigir ahora nuestra atención sencillamente a los
Seres terrenos y a la Tierra misma. Esta última, se nos dice, es construida para la
Primera Ronda por los “Devoradores”, que desintegran y diferencian los gérmenes
de otras Vidas en los Elementos; y puede suponerse lo verifican de un modo muy
parecido a como lo hacen en el estado presente del mundo, los aerobios cuando
minan y desorganizan la estructua química de un organismo, transformando la
materia animal y generando substancias que varían en sus constituciones. Así
considera el Ocultismo a la llamada edad azoica por la Ciencia, pues muestra que
jamás en ninguna época ha pemanecido la Tierra sin vida sobre ella. En dondequiera
que exista un átomo de materia, una partícula o una molécula, aun en su condición
más gaseosa, allí hay vida, por latente e inconsciente que sea.

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Cualquiera cosa que abandone el Estado Laya se convierte en Vida activa; ella es
arrastrada al torbellino del MOVIMIENTO (el Disolvente Alquímico de la Vida);
Espíritu y Materia son los dos Estados del UNO, que no es ni Espíritu ni Materia, siendo
ambos la Vida Absoluta, latente... El Espíritu es la primera diferenciación de (y en) el
ESPACIO; y la Materia, la primera diferenciación del Espíritu. Lo que no es ni Espíritu
ni Materia, es ELLO - la CAUSA sin Causa del Espíritu y de la Materia, que son la Causa
del Kosmos. Y a AQUELLO lo llamamos la VIDA UNA o el Aliento Intracósmico (73).

Una vez más decimos: cada cosa debe producir su semejante. La Vida Absoluta no
puede producir un átomo inorgánico, sea simple o complejo; y aun en Laya existe la
vida, del mismo modo precisamente que un hombre sumido en un estado
profundamente cataléptico, es un ser viviente, aunque muestre todas las apariencias
de un cadáver.

Cuando los “Devoradores” - en los que los hombres de ciencia son invitados a ver,
con algún asomo de razón, átomos de la Niebla de Fuego, a lo el ocultista
objeción alguna-, cuando los Devoradores, decimos, han diferenciado “los Átomos de
Fuego”, por un proceso peculiar de segmentación, estos últimos se convierten en
Gérmenes de Vida, que se agregan con arreglo a las leyes de la cohesión y de la
afinidad. Entonces los Gérmenes de Vida producen Vidas de otra clase, que actúan
sobre la estructura de nuestros Globos.

Así, en la Primera Ronda, habiendo sido el Globo construido por las primitivas
Vidas de Fuego (o sea formado en esfera), no poseía solidez, ni cualidades, salvo un
resplandor frío, sin forma, sin color; tan sólo hacia el final de la Primera Ronda
desarrolla un Elemento, el cual, de Esencia simple, y por decirlo así, inorgánica, se ha
convertido ahora, en nuestra Ronda, en el fuego que conocemos en todo el Sistema.
La Tierra estaba en su primer Rûpa, cuya esencia es el Principio âkâshico, llamado
***, que ahora se conoce por Luz Astral (denominación completamente errónea), a
la cual Eliphas Lévi llama “Imaginación de la Naturaleza”, probablemente rehuyendo
darle su verdadero nombre, como hacen otros.

Hablando de ella, en su Prefacio a la Histoire de la Magie, Eliphas Lévi dice:

Por medio de esta fuerza, todos los centros nerviosos comunican secretamente
entre sí; de ella nacen la simpatía y la antipatía; de ella provienen nuestros sueños, y
tienen lugar los fenómenos de la segunda vista y las visiones extranaturales... La Luz
Astral (obrando bajo el impulso de voluntades poderosas)... destruye, coagula,

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separa, quebranta y se acumula en todas las cosas... Dios la creó aquel día en que
dijo “Fiat Lux”... Es dirigida por los Egrégores, o sean los jefes de las almas, que son
los espíritus de la energía y de la acción (74).

Eliphas Lévi debió haber añadido que la Luz Astral, o Substancia Primordial, si es
materia alguna es lo que, llamado Luz, Lux explicado esotéricamente, es el cuerpo de
aquellos Espíritus mismos y su misma esencia. Nuestra luz física es la manifestación en
nuestro plano, y la radiación reflejada, de la Luz Divina que emana del cuerpo
colectivo de los que son llamados las “Luces” y las “Llamas”. Pero ningún otro
kabalista ha poseído como Eliphas Lévi el talento de amontonar una contradicción
sobre otra, y de hacer que en una misma frase se contradiga una paradoja a la otra
con tal fluidez de lenguaje. Él conduce al lector al través de los valles más bellos,
para dejarle, después de todo, en una roca estéril y desierta.

Dice el Comentario:

Por medio de las radiaciones de los siete Cuerpos de los siete Órdenes de Dhyânis,
nacen las siete Cantidades Discretas (Elementos), cuyo movimiento y unión armoniosa
producen el Universo manifestado de la Materia.

La Segunda Ronda hace que se manifieste el segundo Elemento -el AIRE-, cuya
pureza aseguraría la vida continua a quien de él hiciese uso. Sólo han existido en
Europa dos ocultistas que lo han descubierto, y aun en parte aplicado a la práctica, si
bien su composición ha sido conocida siempre entre los más elevados Iniciados
orientales. El ozono de los químicos modernos es veneno comparado con el
verdadero Disolvente Universal, acerca del que jamás se hubiera podido pensar, a
menos de existir en la Naturaleza.

Desde la segunda Ronda, la Tierra -hasta entonces un feto en la matriz del Espacio-
comenzó su existencia real: ella había desarrollado ya la Vida individual senciente, su
segundo Principio. El segundo corresponde al sexto (Principio); el segundo es Vida
continua; el otro, temporal.

La Tercera Ronda desarrolló el tercer Principio -el AGUA-, al paso que la Cuarta
transformó la forma plástica gaseoso-fluídica de nuestro Globo, en la esfera
groseramente material, dura e incrustada, en la cual vivimos ahora. “Bhûmi” ha
obtenido su cuarto Principio. A esto puede objetarse que queda quebrantada la ley
de analogía, acerca de la cual tanto se insiste. Nada de eso. La Tierra alcanzará su

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forma verdaderamente postrera -su cuerpo concha-, a la inversa en esto del hombre,
tan sólo hacia el final del Manvántara, después de la Séptima Ronda. Tenía razón
Eugenio Philalethes al asegurar a sus lectores, “bajo su palabra de honor”, que nadie
había visto todavía la “Tierra”, esto es, la Materia en su forma esencial. Nuestro
Globo se halla hasta la fecha en su estado Kâmarûpico, el Cuerpo Astral de deseos
del Ahamkâra, el ciego Egotismo, la producción de Mahat, en el plano inferior.

No es la materia constituida molecularmente, y menos todavía el cuerpo humano


Sthûla Sharira, el m|s grosero de todos nuestros “Principios”, sino en realidad el
Principio medio, el verdadero centro animal; al paso que nuestro cuerpo es tan sólo
su envoltura, el factor e instrumento irresponsable, por medio del cual actúa la
bestia en nosotros. Todo teósofo inteligente comprenderá lo que quiero decir. Así es
que la idea de que el tabernáculo humano está construido por Vidas innumerables,
lo mismo precisamente que la corteza rocosa de nuestra Tierra, no tiene nada de
repulsiva en sí para el místico verdadero. No puede la Ciencia oponerse a la
enseñanza ocultista pues no porque el microscopio no logre jamás descubrir la vida
última o el último átomo viviente, puede rechazar la doctrina.

(c) Nos enseña la Ciencia que en los organismos del hombre y del animal, lo mismo
vivos que muertos, hormiguean las bacterias de un centenar de diversas especies;
que nos vemos amenazados desde fuera con la invasión de microbios a cada una de
nuestras inspiraciones, y de dentro por leucomainas, aerobios, anaerobios y muchas
más cosas. Pero la Ciencia no ha ido todavía tan lejos como la doctrina oculta, la cual
asegura que nuestros cuerpos, lo mismo que los de los animales, plantas y piedras,
están por completo construidos de semejantes seres, a los que, exceptuando sus
mayores especies, ningún microscopio puede observar. En lo que se refiere a las
porciones puramente animal y material en el hombre, hállase la Ciencia en camino
de descubrimientos, que irán muy lejos, corroborando esta teoría. La Química y la
Fisiología son los dos grandes magos del futuro, que están destinados a abrir los
ojos de la humanidad a las grandes verdades físicas. Cada día se demuestra más y
más claramente la identidad entre el animal y el hombre físico, entre la planta y el
hombre, y aun entre el reptil y su madriguera, la roca, y el hombre. Una vez
comprobada la identidad de los constituyentes físicos y químicos de todos los seres,
puede muy bien decir la ciencia química que no existe diferencia alguna entre la
materia de que se forma un buey y la que forma al hombre. Pero la doctrina oculta
es mucho más explícita. Ella dice: No solamente los constituyentes químicos son los
mismos, sino que las mismas Vidas invisibles infinitesimales forman los átomos de
los cuerpos de la montaña y de la margarita, del hombre y de la hormiga, del

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elefante y del árbol que le resguarda del sol. Toda partícula (ya la llamen orgánica o
inorgánica) es una Vida. Todo átomo y molécula en el Universo es a la par dador de
vida y dador de muerte para las formas, por cuanto construye por agregación
universos, y los efímeros vehículos dispuestos para recibir el alma que transmigra;
así como del mismo modo destruye y cambia eternamente las formas, y expele las
almas de sus mansiones temporales. Crea y mata; genera y destruye por sí; trae a la
existencia, y aniquila, a ese misterio de los misterios, el cuerpo viviente del hombre,
animal o planta, a cada segundo en el tiempo y en el espacio; genera igualmente la
vida y la muerte, la belleza y la fealdad, el bien y el mal, y aun las sensaciones
agradables y desagradables, las benéficas y las maléficas. Es esa VIDA misteriosa,
representada colectivamente por millones innumerables de Vidas, la que sigue, en
su camino propio y esporádico, la ley del atavismo hasta el presente
incomprensible; la que copia parecidos de familia, como asimismo los que encuentra
impresos en el aura de los generadores de cada ser humano futuro; un misterio, en
resumen, al cual se concederá mayor atención en otra parte. Por ahora, puede
citarse un ejemplo como ilustración. La ciencia moderna empieza a descubrir que la
tomaína, el alcaloide venenoso generado por la materia en descomposición y por los
cadáveres -una vida también-, extraída con auxilio del éter volátil, produce un olor
tan fuerte como el de las más lozanas flores de azahar; y que privados de oxígeno,
estos alcaloides, o bien producen el más repugnante y desagradable de los olores, o
el más agradable de los aromas, que recuerda el de las flores más delicadas; y se
sospecha que esas flores deben su agradable perfume a la venenosa tomaína. La
esencia ponzoñosa de ciertos hongos es casi idéntica al veneno de la cobra de la
India, la más mortífera de las serpientes. Los sabios franceses Arnaud, Gautier y
Villiers han encontrado en la saliva de hombres vivos el mismo alcaloide venenoso
que en la del sapo, la salamandra, la cobra y el trigonocéfalo de Portugal. Se ha
probado que el veneno más mortal, llámese tomaína, leucomaína o alcaloide, es
generado por los hombres, animales y plantas vivas. El mismo sabio Gautier ha
descubierto un alcaloide en la carne fresca y en los sesos de un buey, y un veneno al
cual llama xanthocreatinina, semejante a la sustancia extraída de la saliva venenosa
de los reptiles. Los tejidos musculares, los órganos más activos en la economía
animal, se sospecha que son los generadores o factores de venenos que tienen la
misma importancia que el ácido carbónico y la urea en las funciones de la vida, y son
los productos postreros de la combustión interna. Y aunque no se ha determinado
todavía por completo si los venenos pueden ser generados por el sistema animal de
los seres vivientes, sin la participación e intervención de los microbios, se ha visto,
sin embargo, que el animal produce sustancias venenosas en su estado fisiológico o
vivo.

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Así, habiendo descubierto los efectos, tiene la Ciencia que buscar sus causas
primarias, y jamás podrá encontrarlas sin el auxilio de las antiguas ciencias, la
alquimia, la física y la botánica ocultas. A nosotros se nos enseña que cada cambio
fisiológico, además de los fenómenos patológicos, enfermedades (aun más, la vida
misma, o más bien los fenómenos objetivos de la vida, producidos por ciertas
condiciones y cambios en los tejidos del cuerpo, que permiten y fuerzan a la vida a
que actúe en aquel cuerpo), que todo esto es debido a esos invisibles “Creadores” y
“Destructores” llamados microbios de un modo tan vago y general. Pudiera
suponerse que estas Vidas Ígneas y los microbios de la ciencia son idénticos. esto no
es verdad. Las Vidas Ígneas constituyen la séptima y más elevada subdivisión del
plano de la materia, y corresponden en el individuo a la Vida Una del Universo, si
bien únicamente en aquel plano de materia. Los microbios de la Ciencia son la
subdivisión primera y más inferior en el segundo plano, el del Prâna material o Vida.
El cuerpo físico del hombre sufre un completo cambio de estructura cada siete años,
y su destrucción y conservación son debidas a las funciones alternadas de las Vidas
Ígneas, como Destructores y Constructores, Son Constructores sacrificándose ellas
mismas, en forma de vitalidad, para contener la influencia destructora de los
microbios; y proporcionando a estos lo que es necesario, les obligan bajo esa
restricción a construir el cuerpo material y sus células. También son ellas
Destructoras, cuando aquella restricción desaparece; y faltándoles a los microbios la
energía vital constructora, quedan en libertad para convertirse en agentes
destructores. Así, durante la primera mitad de la vida del hombre, los primeros cinco
períodos de siete años, hállanse las Vidas Ígneas indirectamente dedicadas a
contruir el cuerpo material del hombre; la Vida se halla en una escala ascendente, y
se emplea la fuerza en la construcción y el aumento. Después de pasado este
período, principia la edad de retroceso, y agotando su energía, la obra de las Vidas
Ígneas, comienza también la obra de la destrucción y de la decadencia.

Puede encontrarse aquí una analogía entre los sucesos cósmicos en el descenso del
Espíritu hacia la materia, durante la primera mitad de un Manvántara (lo mismo
planetario que humano), y su ascenso, a expensas de la materia, en la segunda
mitad. Estas consideraciones tienen que ver tan sólo con el plano de la materia; pero
la influencia restrictiva de las Vidas Ígneas en la subdivisión más inferior del
segundo plano (los microbios) es confirmada por el hecho descrito en la teoría de
Pasteur antes mencionada, de que las células de los órganos, cuando no encuentran
el oxígeno suficiente para sí mismas, se adaptan a aquella condición y forman
fermentos, los cuales, absorbiendo oxígeno de las sustancias con que se ponen en
contacto, las destruyen. Así comienza el proceso de destrucción por la célula que

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priva a su vecina de la fuente de su vitalidad cuando es insuficiente el suministro; y
una vez comenzada la ruina de este modo, progresa constantemente.

Experimentadores tales como Pasteur son los mejores amigos y auxiliares de los
Destructores, y los peores enemigos de los Creadores, si los últimos no fuesen al
mismo tiempo destructores también. Sea como fuese, una cosa hay cierta en esto: el
conocimiento de estas causas primarias y de la última esencia de cada Elemento, de
sus Vidas, sus funciones, propiedades y condiciones de cambio, constituye la base de
la MAGIA. Paracelso ha sido, quizás, el único ocultista en Europa, durante los últimos
siglos de la Era Cristiana, que estaba versado en este misterio. Si una mano criminal
no hubiese puesto fin a su vida años antes del tiempo que la Naturaleza le había
concedido, la Magia fisiológica tendría muchos menos secretos para el mundo
civilizado, que los que ahora tiene.

(d) Pero, ¿qué tiene que ver la Luna con todo esto? -se nos puede preguntar-. ¿Qué
tienen que hacer, en compañía de los microbios de vida, “Pez, Pecado y Soma (la
Luna)”, en la frase apocalíptica de la Estancia? Con los microbios nada, excepto que
estos se sirven del tabernáculo de barro preparado por ellos; con el Hombre
perfecto divino, todo, puesto que “Pez, Pecado y Luna” constituyen unidos los tres
símbolos del Ser inmortal.

Esto es todo cuanto puede darse. Ni pretende la autora saber más acerca de este
extraño símbolo, que lo que puede inferirse sobre ellos de las religiones exotéricas
(del misterio quizás existente bajo el Avatâra Matsya (Pez) de Vishnu, el Oannes
caldeo, el Hombre-Pez, representado en el signo imperecedero del Zodíaco, Piscis,
que se encuentra en los dos Testamentos en la persona de Josué, “Hijo de Num (el
Pez)” y Jesús; del alegórico “Pecado” o Caída del Espíritu en la Materia; y de la Luna),
en lo que se refiere a su relación con los Antecesores Lunares, los Pitris.

Por ahora, puede convenir recordar al lector que, al paso que las Diosas Lunares se
hallaban relacionadas en todas las mitologías, especialmente en la griega, con los
nacimientos, a causa de la influencia de la Luna sobre las mujeres y la concepción, la
conexión real y oculta de nuestro satélite con la fecundación, es hoy día por
completo desconocida para la fisiología, que considera como supersticiones
groseras a todas las prácticas populares relacionadas con la misma. Como es inútil
discutirlas en todos sus detalles, lo único que podemos hacer como de paso será tan
sólo presentar el simbolismo lunar, para mostrar que dicha superstición pertenece a
las más antiguas creencias, y aun al Judaísmo -base del Cristianismo-. Para los

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israelitas, la principal función de Jehovah era la de conceder hijos; y el esoterismo de
la Biblia, interpretado kabalísticamente, muestra de un modo indudable que el
“Sanctasantórum”, en el Templo, era sencillamente el símbolo de la matriz. Esto se
halla demostrado hoy día, fuera de toda duda, por la lectura numérica de la Biblia en
general, y la del Génesis especialmente. Esta idea debieron de tomarla a todas luces
los judíos de los egipcios e indos, cuyo “Sanctasantórum” est| simbolizado por la
Cámara del Rey en la Gran Pirámide, y por los símbolos Yoni del hinduismo
exotérico. Para dar mayor claridad al asunto, y para mostrar al mismo tiempo la
enorme diferencia existente entre el espíritu de la interpretación y el significado
original de los mismos símbolos entre los antiguos ocultistas orientales y los
kabalistas judíos, remitimos al lector a la Sección de “El Sanctasantórum”, en el IV
volumen.

El culto fálico desarrollóse tan sólo con la pérdida de las claves de la significación
verdadera de los símbolos. Fue la última y más fatal desviación del camino real de la
verdad y del saber divino, hacia el sendero lateral de la ficción, elevada a la categoría
de dogma merced a la falsificación humana y a la ambición jerárquica.

6. DESDE EL PRIMER NACIDO (75), EL HILO ENTRE EL SILENCIOSO VIGILANTE Y


SU

SOMBRA SE HACE MÁS Y MÁS FUERTE Y RADIANTE A CADA CAMBIO (76). LA LUZ

DEL SOL DE LA MAÑANA SE HA CAMBIADO EN LA GLORIA DEL MEDIODÍA...


Esta frase: “El Hilo entre el Silencioso Vigilante y su Sombra (el Hombre) se hace
m|s y m|s fuerte a cada Cambio”, es otro misterio psicológico que encontrará su
explicación en los volúmenes III y IV. Por ahora bastar| decir que el “Vigilante” y sus
“Sombras” (éstas en el mismo número que reencarnaciones tenga la Mónada), son
uno. El Vigilante, o el Divino Prototipo, hállase en el peldaño superior de la Escala
del Ser: la sombra, en el inferior. Por otra parte, la Mónada de cada ser viviente, a
menos que la depravación moral de éste quebrante la conexión y se precipite
perdido por el “Sendero Lunar” -empleando la expresión oculta-, es un Dhyân
Chohan individual, distinto de los demás, y con una especie de individualidad espiritual
propia, durante un Manvántara especial Su Primario, el Espíritu (Âtman), es uno,
por supuesto, con el Espíritu Universal Único (Paramâtmâ); pero el Vehículo
(Vâhan), que es su tabernáculo, el Buddhi, es parte y componente de aquella Esencia
Dhyân-Chohánica; y en esto es en lo que radica el misterio de aquella ubicuidad, que
ha sido discutida unas cuantas p|ginas atr|s. “Mi Padre que est| en los ciclos y yo,

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somos uno” -dice la Escritura Cristiana; y en esto es, de todos modos, el eco fiel del
dogma esotérico.

7. “ÉSTA ES TU RUEDA ACTUAL” -DIJO LA LLAMA A LA CHISPA-. “TÚ ERES YO


MISMA

MI IMAGEN Y MI SOMBRA. YO ME HE REVESTIDO DE TI, Y TÚ ERES MI VÂHAN (77),

HASTA EL DÍA “SÉ CON NOSOTROS”, EN QUE HAS DE VOLVER A SER YO MISMA Y

OTROS, TÚ MISMA Y YO (a)”. ENTONCES LOS CONSTRUCTORES, TERMINADA SU

PRIMERA VESTIDURA, DESCIENDEN SOBRE LA RADIANTE TIERRA, Y REINAN

SOBRE LOS HOMBRES, QUE SON ELLOS MISMOS... (b).

(a) El día en que la Chispa se vuelva a convertir en la Llama; cuando el hombre se


confunda con su Dhy}n Chohan, “yo mismo y otros, tú mismo y yo”, como dice la
Estancia, significa que en Paranirvâna (cuando el Pralaya haya reducido no sólo los
cuerpos materiales y psíquicos, sino aun los mismos Egos espirituales, a su principio
original), las Pasadas, las Presentes y aun las Futuras Humanidades, así como todas
las cosas, serán uno y lo mismo. Todo habrá reingresado en el Gran Aliento. En otras
palabras: “todo ser| sumergido en Brahman” o la Divina Unidad.

¿Es esto la aniquilación como algunos piensan? ¿Es ateísmo como otros críticos -los
adoradores de una deidad personal y creyentes en un paraíso antifilosófico- se
inclinan a creer? Ni lo uno ni lo otro. Es más que inútil volver a la cuestión de un
supuesto ateísmo en lo que es espiritualismo del carácter más refinado. El ver
aniquilación en el Nirvâna, equivale a decir también que es aniquilado un hombre
sumido en sueño profundo, sin ensueños, que no deja impresión ninguna ni en la
memoria ni en el cerebro físico, por hallarse entonces el “Yo Superior” del durmiente
en su estado original de Conciencia Absoluta. Pero este ejemplo responde tan sólo a
un aspecto de la cuestión - el más material; puesto que reabsorción no es, en manera
alguna, tal “sueño sin ensueños”, sino al contrario, Existencia Absoluta; una unidad
incondicionada o un estado, para cuya descripción es el lenguaje humano absoluta y
desesperadamente inadecuado. La única aproximación a algo parecido a un
concepto del mismo, puede intentarse únicamente en las visiones panorámicas del
Alma, a través de las ideaciones espirituales de la Mónada divina. Ni se pierde la

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Individualidad, ni siquiera la esencia de la Personalidad, si es que queda alguna, por
ser reabsorbida. Pues por ilimitado que sea, con arreglo al concepto humano, el
estado paranirvánico, tiene, sin embargo, un límite en la Eternidad. Una vez
alcanzado, la misma Mónada resurgirá de allí como un ser todavía más perfecto, en
un plano mucho más elevado, para volver a comenzar su ciclo de actividad
perfeccionada. La mente humana no puede, en su estado actual de desarrollo,
trascender y apenas puede alcanzar a estas alturas de pensamiento. Vacila ante el
borde de lo Absoluto y de la Eternidad incomprensibles.

(b) Los “Vigilantes” reinan sobre los hombres durante todo el período del Satya
Yuga y los Yugas subsiguientes menores, hasta el principio de la Tercera Raza-Raíz;
después de la cual lo verifican los Patriarcas, los Héroes y los Manes, como en las
Dinastías egipcias enumeradas por los sacerdotes a Solón, los Dhyânis encarnados
de un orden inferior, hasta el Rey Menes y los reyes humanos de otras naciones.
Todos estaban cuidadosamente anotados. En opinión de los simbologistas, esta edad
mito-poética debe, por supuesto, considerarse tan sólo como un cuento de hadas.
Pero desde el momento en que las tradiciones y aun las crónicas de semejantes
dinastías de Reyes Divinos, de los Dioses reinando sobre los hombres, seguidos por
dinastías de Héroes o Gigantes, existen en los anales de todas las naciones, es difícil
comprender cómo todos los pueblos que existen bajo el sol, algunos de los cuales
están separados por vastos Océanos y pertenecen a diferentes hemisferios, tales
como los antiguos peruanos y mexicanos, así como los caldeos, pueden haber
compuesto los mismos “cuentos de hadas”, con igual orden en los sucesos (78). Sea
como fuere, comoquiera que la Doctrina Secreta enseña historia -la cual, no por ser
esotérica y tradicional, deja de ser menos digna de fe que la historia profana-,
tenemos tantos títulos a nuestras creencias como el que más, sea religioso o
escéptico. Y aquella Doctrina dice que los Dhyâni-Buddhas de los dos Grupos
superiores, a saber, los Vigilantes o los Arquitectos, proporcionan a las múltiples y
diversas Razas, reyes y jefes divinos. Estos últimos son los que enseñaron a la
humanidad sus artes y ciencias, y los primeros los que revelaron las grandes
verdades espirituales de los mundos trascendentes a las Mónadas encarnadas que
acababan de desprenderse de sus Vehículos pertenecientes a los Reinos inferiores, y
que habían, por lo tanto, perdido todo recuerdo de su origen divino, las grandes
verdades espirituales de los Mundos trascendentes.

De este modo, como se expresa en la Estancia, “descienden los Vigilantes sobre la


radiante Tierra y reinan sobre los hombres, que son ellos mismos”. Los Reyes
reinantes terminaron su ciclo en la Tierra y en otros Mundos, en las Rondas

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precedentes. En los Manvántaras futuros, ascenderán ellos a Sistemas más elevados
que nuestro Mundo planetario; y los Elegidos de nuestra humanidad, los
Precursores en el duro y difícil camino del Progreso, son los que ocuparán el lugar
de sus predecesores. El próximo gran Manvántara contemplará a los hombres de
nuestro propio Ciclo de Vida, convertidos en los instructores y guías de una
humanidad cuyas Mónadas puede que se hallen ahora aprisionadas -
semiconscientes- en lo más inteligente del reino animal, al paso que sus principios
inferiores estarán animando, quizás, a los ejemplares más elevados del mundo
vegetal.

Así han procedido los ciclos de la evolución septenaria, en la Naturaleza Séptuple:


la espiritual o divina; la psíquica o semidivina; la intelectual, la pasional, la instintiva
o cognicional; la semicorporal y la puramente material o física. Todas éstas se
desenvuelven y progresan cíclicamente, pasando de una a otra, en un doble sentido,
centrífugo y centrípeto, uno en su esencia última y siete en sus aspectos. el más
inferior es, por supuesto, el que depende de nuestros cinco sentidos, y que se halla
sujeto a los mismos, los cuales verdaderamente son siete, como se demostrará más
adelante, con la autoridad de los Upanishads más antiguos. Esto en lo referente a las
vidas individual, humana, senciente, animal y vegetal, cada una de ellas microcosmo
de su macrocosmo superior. Lo mismo en cuanto al Universo, el cual manifiesta
periódicamente al objeto de los progresos colectivos de las Vidas innumerables, las
expiraciones de la Vida Una; a fin de que, por medio del constante Volver a ser, cada
átomo cósmico en este Universo infinito, pasando de lo informe y lo intangible, al
través de las naturalezas complejas de lo semiterrestre, a la materia en plena
generación, y volviendo después atrás, reascendiendo a cada nuevo período a
estados más elevados y más próximos a la meta final; a fin de que, repetimos, pueda
cada átomo alcanzar, por medio de esfuerzos y méritos individuales, aquel estado en
que vuelve a convertirse en el TODO UNO e Incondicionado. Pero entre el Alfa y la
Omega discurre el “Camino” abrumador, bordeado de espinas, que primero se dirige
hacia abajo, y después

...serpentea el sendero hacia lo alto del collado;

Sí, hasta la misma cumbre.

Partiendo inmaculado para el largo viaje, descendiendo más y más en la materia


pecadora, y habiéndose relacionado con cada uno de los átomos del Espacio
manifestado, el Peregrino (después de haber luchado y sufrido al través de cada una

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de las formas de vida y de existencia), tan sólo en el fondo del valle de la materia, y a
la mitad de su ciclo es cuando llega a identificarse con la humanidad colectiva. Ésta,
la ha hecho según su propia imagen. A fin de progresar hacia lo alto y hacia su patria,
tiene el “Dios” ahora que ascender el sendero fatigoso y escarpado del Gólgota de la
Vida. Es el martirio de la existencia consciente de sí misma. Como Vishvakarman,
tiene que sacrificarse a sí mismo para redimir a todas las criaturas, para resucitar de
entre las Muchas a la Vida Una. Entonces asciende, en verdad, a los cielos; en donde,
sumido en la incomprensible Existencia y Bienaventuranza Absolutas del
Paranirvâna, reina incondicionalmente, y de donde volverá a descender en el
próximo “Advenimiento”, que una porción de la humanidad espera, según el sentido
de la letra muerta, como el “segundo Advenimiento”, y la otra como el último “Kalki
Avat}ra”.

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RESUMEN

“La Historia de la Creación y la de este Mundo, desde su

principio hasta el tiempo presente, está compuesta de

siete capítulos. El capítulo séptimo no ha sido escrito

todavía”.

T. SUBBA ROW (1).

El primero de estos “siete capítulos” ha sido intentado, y est| ahora concluido. Por
muy incompleto y débil que sea como exposición, de todos modos se aproxima -
hablando en sentido matemático- a lo que constituye la base más antigua de todas
las cosmogonías subsiguientes. Atrevida es la tentativa de expresar en una lengua
europea el gran panorama de la Ley que eterna y periódicamente se manifiesta; Ley
impresa en las mentes plásticas de las primeras Razas dotadas de Conciencia, por
quienes la reflejaban de la Mente Universal; es empresa atrevida, porque ningún
lenguaje humano, salvo el sánscrito -que es el de los Dioses-puede hacerlo con algún
grado de exactitud. Pero teniendo en cuenta la intención, deben perdonarse a
nuestra obra sus defectos.

Como conjunto, ni lo anterior ni lo que sigue se encontrará en su totalidad en parte


alguna. No se enseña en ninguna de las seis escuelas indas de filosofía, puesto que
pertenece a la síntesis de las mismas, a la séptima, que es la Doctrina Oculta. No se
halla trazado en ningún papiro egipcio carcomido, ni grabado en ningún ladrillo, o
muro de granito asirio. Los Libros de la Vedanta -la “última palabra del saber
humano”- dan tan sólo el aspecto metafísico de esta cosmogonía del mundo; y su
tesoro inapreciable, los Upanishads -siendo Upa-ni-shad una palabra compuesta que
significa el dominio de la ignorancia por la revelación del conocimiento secreto y
espiritual- requieren hoy la posesión de una llave maestra, para que el estudiante
pueda hacerse cargo de su significación plena. La razón de esto me aventuro a
exponerla aquí, tal como la aprendí de mi Maestro.

El nombre Upanishad es traducido en general como “doctrina esotérica”. Estos


tratados forman parte del Shruti o Conocimiento “revelado”, la Revelación, en

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resumen, y están generalmente unidos a la porción brâhmana de los Vedas, como su
tercera división.

(Ahora bien) los Vedas poseen una significación distinta y doble: una expresada
por el sentido literal de las palabras; la otra indicada por el metro y el svara
(entonación), que son como la vida de los Vedas... Sabios pandits y filólogos niegan,
por supuesto, que el svara tenga nada que ver con la filosofía o las antiguas
doctrinas esotéricas; pero la conexión misteriosa entre svara y luz es uno de sus
secretos más profundos (2).

Existen 150 Upanishads enumerados por los orientalistas, que consideran a los
más antiguos como escritos probablemente unos 600 años antes de nuestra Era;
pero en cuanto a textos genuinos, no existen ni la quinta parte de aquel número. Los
Upanishads son a los Vedas lo que la Kabalah es a la Biblia judía. Exponen y explican
la significación secreta y mística de los textos védicos. Hablan del origen del
Universo, de la naturaleza de la Deidad y del Espíritu y el Alma, así como también de
la conexión metafísica entre la Mente y la Materia. en resumen: CONTIENEN el
principio y el fin de todo Buddha. De no ser así, no podrían los Upanishads ser
llamados esotéricos, desde el momento en que se encuentran hoy día bien a la vista,
unidos a los Libros Sagrados brahmánicos; que en nuestros tiempos se han hecho
accesibles, aun para los Mlechchhas (los sin casta) y para los orientalistas europeos.
Una cosa hay en ellos -y se encuentra en todos los Upanishads-, la cual invariable y
constantemente indica su antiguo origen, y prueba: (a) que algunas de sus partes
fueron escritas antes que el sistema de castas se convirtiera en la institución tiránica
que hoy existe; y (b) que la mitad de sus contenidos ha sido eliminada, a la vez que
algunos de ellos fueron vueltos a escribir, y abreviados. “Los grandes Maestros del
Saber superior y los brahmanes son siempre representados como yendo a los reyes
Kshatriyas (casta militar), para convertirse en sus discípulos”. Según el profesor
Cowell observa pertinentemente, los Upanishads “respiran un espíritu
completamente diferente (de otros escritos brahmánicos); una libertad de
pensamiento desconocida en ninguna obra más antigua, excepto en los himnos
mismos del Rig Veda”. El segundo hecho se explica por una tradición registrada en
uno de los manuscritos sobre la vida de Buddha. Dice que los Upanishads fueron
originalmente unidos a sus brâhmanas, desde el principio de una reforma que
condujo al exclusivismo del presente sistema de castas entre los brahmanes, pocos
siglos después de la invasión de la India por los “Dos veces nacidos”. En aquellos
días estaban completos, y se empleaban para la instrucción de los Chelas que
estaban preparándose para la Iniciación.

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Esto duró mientras los Vedas y los Brâhmanas permanecieron siendo única y
exclusiva propiedad de los brahmanes del templo; mientras nadie más tenía el
derecho de estudiarlos ni siquiera de leerlos, fuera de la casta sagrada. Vino
entonces Gautama, el Príncipe de Kapilavastu. Después de haber aprendido la
totalidad de la sabiduría brahmánica en los Rahasya o los Upanishads, y visto que las
enseñanzas diferían muy poco o nada de las de los “Maestros de la Vida” residentes
en las nevadas cordilleras de los Himalayas (3), indignado el Discípulo de los
brahmanes de que la Sabiduría Sagrada fuese negada a todos menos a estos, decidió
salvar al mundo entero, popularizándola. Entonces fue cuando viendo los
brahmanes que sus Conocimientos Sagrados y Sabiduría Oculta iban cayendo en
manos de los mlechchhas, abreviaron los textos de los Upanishads, que contenían en
su origen tres veces la materia de los Vedas y Brâhmanas juntos, sin alterar, sin
embargo, una palabra de los textos. Arrancaron simplemente de los manuscritos las
partes más importantes, que contenían la última palabra en lo referente al Misterio
de la Existencia. Desde entonces, la clave del código secreto brahmánico quedó en
posesión de los iniciados tan sólo, y los brahmanes estuvieron así en situación de
poder negar públicamente la exactitud de las enseñanzas de Buddha, apelando a sus
Upanishads, acallados para siempre acerca de las cuestiones principales. Tal es la
tradición esotérica, más allá de los Himalayas.

Sri Shankarâchârya, el más grande Iniciado viviente en los períodos históricos,


escribió muchos Bhâshyas (Comentarios) acerca de los Upanishads. Pero sus
tratados originales, como hay razones para suponer, no han caído todavía en manos
de los filisteos; pues se hallan conservados con celo excesivo en sus monasterios
(mathams). Y existen todavía razones mucho más importantes para hacernos creer
que los inapreciables Bhâshyas acerca de la Doctrina Esotérica de los brahmanes,
por el más grande de sus expositores, permanecerán siendo todavía, durante siglos,
letra muerta para la mayor parte de los indos, excepto para los brahmanes
Smârtava. Esta secta, fundada por Shankarâchârya, que es todavía muy poderosa en
la India Meridional, en la actualidad es la única que produce estudiantes con los
conocimientos suficientes para comprender la letra muerta de los Bhâshyas. La
razón de esto es, según se me ha dicho, que ellos únicamente son los que tienen en
ocasiones verdaderos iniciados a su cabeza, en sus mathams, como por ejemplo, en
el Shringa-giri en los Ghâts occidentales de Mysore. Por otra parte, no existe ninguna
secta en esa casta de los brahmanes tan desesperadamente exclusiva, que lo sea más
que la Smârtava; y la reticencia de sus miembros en decir lo que saben, en cuanto a
las ciencias ocultas y a la Doctrina Esotérica, es tan sólo igualada por su altivez y
conocimientos.

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Por tanto, la escritora de estas afirmaciones tiene que hallarse preparada de
antemano para encontrar gran oposición, y aun la denegación de lo que presenta en
esta obra. No es que exista pretensión alguna a la infalibilidad o a la exactitud
perfecta en todos los detalles de cuanto se dice en ella. Los hechos a la vista están, y
difícilmente pueden ser negados. Pero, debido a las dificultades intrínsecas de las
materias que se tratan y a las limitaciones casi insuperables de la lengua inglesa,
como de todos los demás idiomas europeos, para la expresión de ciertas ideas, es
más que probable que la autora no haya logrado presentar las explicaciones en su
forma mejor y más clara; aunque todo cuanto podía hacerse, bajo las más adversas
circunstancias, ha sido hecho, y esto es lo más que puede exigirse a cualquier
escritor.

Recapitulemos y, por lo vasto de los asuntos expuestos, se demostrará cuán difícil,


si no imposible, es hacerles plena justicia.

1º La Doctrina Secreta es la Sabiduría acumulada de las Edades y, solamente su


cosmogonía, es el más asombroso y acabado de los sistemas, aun velado como se
encuentra en el exoterismo de los Purânas. Pero tal es el poder misterioso del
simbolismo oculto, que los hechos que han ocupado a generaciones innumerables de
videntes y profetas iniciados para ordenarlos, consignarlos y explicarlos al través de
las intrincadas series del progreso evolucionario, se hallan todos registrados en
unas pocas páginas de signos geométricos y símbolos. La contemplación luminosa
de aquellos videntes ha penetrado en el centro mismo de la materia, y ha analizado
el alma de las cosas, allí donde un profano ordinario, por sabio que fuese, tan sólo
hubiera percibido la actuación externa de la forma. Pero la ciencia actual no cree en
el “alma de las cosas”, y por lo tanto, desechar| todo el sistema de la antigua
cosmogonía. Inútil es decir que el sistema en cuestión no es fantasía de uno o de
varios individuos aislados; que es el archivo no interrumpido durante millares de
generaciones de videntes, cuyas experiencias respectivas se llevaban a efecto para
comprobar y verificar las tradiciones, transmitidas oralmente de una raza antigua a
otra, acerca de las enseñanzas de los Seres superiores y más exaltados que velaron
sobre la infancia de la humanidad; que durante largas edades, los “Hombres Sabios”
de la Quinta Raza, pertenecientes a los restos salvados y librados del último
cataclismo y alteraciones de los continentes, pasaron sus vidas aprendiendo, no
enseñando. ¿Cómo lo hacían? Se contesta: comprobando, examinando y verificando
en cada uno de los departamentos de la Naturaleza las antiguas tradiciones, por
medio de las visiones independientes de los grandes Adeptos; esto es, de los
hombres que han perfeccionado hasta el mayor grado posible sus organizaciones

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físicas, mentales, psíquicas y espirituales. No era aceptada la visión de ningún
Adepto hasta ser confrontada y comprobada por las visiones de otros Adeptos,
obtenidas de modo que se presentasen como evidencia independiente y por siglos
de experiencia.

2º La Ley fundamental en ese sistema, el punto central del que todo ha surgido
alrededor y hacia el cual todo gravita, y del que depende toda su filosofía, es el
PRINCIPIO SUBSTANCIAL, Uno, Homogéneo y Divino: la Causa Radical Única.

... Unos pocos, cuyas lámparas resplandecían más, han sido guiados

De causa en causa al manantial secreto de la Naturaleza,

Y han descubierto que debe existir un primer Principio...

Es llamado “Principio Substancial”, porque se convierte en “Substancia” en el


estado del Universo manifestado: una ilusión, mientras continúa siendo un
“Principio” en el ESPACIO visible e invisible, sin comienzo ni fin, abstracto. Es la
Realidad omnipresente; impersonal, porque lo contiene todo y cada una de las
cosas. Su impersonalidad es el concepto fundamental del sistema. Está latente en
todos los átomos del Universo, y es el Universo mismo.

3º El Universo es la manifestación periódica de esta Esencia Absoluta y


desconocida. Llamarla “Esencia” es, sin embargo, pecar contra el espíritu mismo de
la filosofía. Porque aunque el nombre pueda ser derivación en este caso del verbo
esse, “ser”, no obstante no puede identificarse con un “ser” de ninguna especie
concebible por la humana inteligencia. Descríbese mejor AQUELLO como no siendo
Espíritu ni Materia, sino ambas cosas a la vez. Parabrahman y Mûlaprakriti son UNO
en realidad, si bien Dos en el concepto Universal del Manifestado, hasta en el
concepto del Logos UNO, la primera “Manifestación”, al cual (como demuestra el
sabio autor de las “Notas acerca del Bhagavad-Gitâ), “AQUELLO” aparece desde el
punto de vista objetivo, como Mûlaprakriti, y no como Parabrahman; como su Velo,
y no como la Realidad Una oculta tras del mismo, la cual es incondicionada y
absoluta.

4º El Universo, con cada una de las cosas que contiene, es llamado Mâyâ, porque
todo en él es temporal, desde la vida efímera de una mosca de fuego, hasta la del sol.
Comparado con la eterna inmutabilidad del UNO, y con la inmutabilidad de aquel

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Principio, el Universo, con sus formas efímeras en cambio perpetuo, no debe ser
necesariamente, para la inteligencia de un filósofo, más que un fuego fatuo. Sin
embargo, el Universo es lo suficientemente real para los seres conscientes que en él
residen, los cuales son tan ilusorios como lo es él mismo.

5º Cada una de las cosas en el Universo, al través de todos sus reinos, es consciente;
esto es, se halla dotada de una conciencia de su especie propia y en su propio plano
de percepción. Debemos tener presente que sólo porque nosotros no percibamos
señal alguna de conciencia en las piedras, por ejemplo, no por eso tenemos derecho
para decir que ninguna conciencia existe allí. No existe semejante cosa como materia
“muerta” o “ciega”, como tampoco existe ninguna Ley “ciega” o “inconsciente”. Tales
ideas no encuentran lugar alguno entre los conceptos de la Filosofía Oculta. Ésta
jamás se detiene ante apariencias superficiales, y para ella poseen más realidad las
esencias noumenales que sus contrapartes objetivas; pareciéndose en esto a los
nominalistas de la Edad Media, para quienes los universales eran las realidades, y
los particulares existían tan sólo de nombre y en la imaginación humana.

6º El universo es elaborado y dirigido de dentro afuera. Tal como es arriba es abajo,


así en los cielos como en la tierra; y el hombre, el microcosmo y la copia en
miniatura del macrocosmo, es el testimonio viviente de esta Ley Universal y de su
manera de obrar. Vemos que cada movimiento externo, acción, gesto, sea voluntario
o mecánico, orgánico o mental, es precedido y producido por un sentimiento o
emoción internos, por la voluntad o volición, y por el pensamiento o mente. Pues
ningún movimiento o cambio exterior, cuando es normal, en el cuerpo externo del
hombre, puede tener lugar a menos que sea provocado por un impulso interno,
comunicado por una de las tres funciones citadas; y lo mismo sucede con el
Universo externo o manifestado. Todo el Kosmos es dirigido, vigilado y animado por
series casi interminables de Jerarquías de Seres sencientes, teniendo cada uno de
ellos una misión que cumplir, y quienes (ya se les llame por un nombre o por otro,
Dhyân-Chohans o Ángeles) son “Mensajeros” en el sentido tan sólo de ser agentes de
las Leyes Kármicas y Cósmicas. Varían hasta el infinito en sus grados respectivos de
conciencia y de inteligencia; y el llamarlos a todos Espíritus puros, sin mezcla alguna
terrena, “sobre la que el tiempo har| presa algún día”, es tan sólo tomarse una
licencia poética. Pues cada uno de estos Seres, o bien fue o se prepara para
convertirse en un hombre, si no en el presente Manvàntara, en uno de los pasados o
en uno de los futuros. Cuando no son hombres incipientes, son hombres
perfeccionados; y en sus esferas superiores menos materiales, difieren moralmente
de los seres humanos terrestres tan sólo en que se hallan libres del sentimiento de la

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personalidad y de la naturaleza emocional humana: dos características puramente
terrenas. Los primeros, o sea los “perfeccionados”, han quedado libres de aquellos
sentimientos, porque (a) ya no poseen cuerpos carnales, carga siempre
entorpecedora para el Alma; y (b) no encontrando obstáculos el elemento espiritual
puro, o estando más libre, se hallan menos influidos por Mâyâ que el hombre, a
menos que éste sea un Adepto que conserva sus dos personalidades (la espiritual y
la física), separadas por completo. Las Mónadas incipientes, no habiendo tenido aún
cuerpos humanos, no pueden tener ningún sentimiento de personalidad o de Ego-
ísmo. Siendo lo que se pretende significar por “personalidad” una limitación y una
relación, o como lo ha definido Coleridge, “la individualidad existente en sí misma,
pero con una naturaleza como base”; la palabra no puede aplicarse, por supuesto, a
entidades no humanas; pero como hecho acerca del cual insisten generaciones de
Videntes, ninguno de estos seres, elevados o ínfimos, posee individualidad o
personalidad como Entidades separadas, o sea en el sentido en que el hombre dice
“Yo soy yo y nadie m|s”; en otras palabras, no tienen conciencia de tan manifiesta
separación como existe en la tierra entre los hombres y entre las cosas. La
Individualidad es la característica de sus respectivas Jerarquías, no de sus unidades;
y estas características varían tan sólo con el grado del plano a que esas Jerarquías
pertenecen; cuanto más próximo se halle a la región de la Homogeneidad y a lo
Divino, tanto más pura y menos acentuada será la individualidad de aquella
Jerarquía. Son finitas bajo todos sus aspectos, con la excepción de sus principios más
elevados, las chispas inmortales que reflejan la Llama Divina Universal,
individualizadas y separadas tan sólo en las esferas de la Ilusión por una
diferenciación tan ilusoria como el resto. Ellas son “Los Vivientes”, puesto que son
las corrientes proyectadas desde la Vida Absoluta sobre el lienzo cósmico de la
Ilusión; Seres en quienes la vida no puede quedar extinguida antes que el fuego de la
ignorancia sea extinguido en aquellos que sienten estas “Vidas”. Habiendo brotado a
la existencia bajo el poder vivificante del Rayo increado -reflexión del gran Sol
central que radia sobre las orillas del Río de la Vida-, el Principio Interno en ellos es
lo que pertenece a las Aguas de la inmortalidad, al paso que su vestidura
diferenciada es tan perecedera como el cuerpo del hombre. Por lo tanto, razón tenía
Young al decir que

Los ángeles son hombres de una especie superior...

y nada m|s. No son los Ángeles “ministros” ni “protectores”, ni son tampoco


“Heraldos del Altísimo”, y todavía menos los “Mensajeros de la Cólera” de ningún
Dios, tal como los creados por la imaginación humana. Apelar a su protección es una

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necedad tan grande como la de figurarse que se puede alcanzar su simpatía gracias a
cualquier especie de propiciación; pues ellos, lo mismo que el hombre, son los
esclavos y criaturas de la Ley Kármica Cósmica inmutable. La razón para ello es
evidente. No poseyendo elemento alguno de personalidad en su esencia, no pueden
estar dotados de cualidades personales ningunas, tales como las que los hombres, en
sus religiones exotéricas, atribuyen a su Dios antropomórfico (un Dios celoso y
exclusivo que se regocija y siente cólera, que se complace con sacrificios y que es
más despótico en su vanidad que cualquier hombre frívolo y finito). El hombre,
siendo un compuesto de las esencias de todas estas Jerarquías celestiales, puede,
como tal, lograr hacerse superior, en un sentido, a cualquier Jerarquía o Clase, y
hasta a una combinación de las mismas. “El hombre no puede ni propiciar ni mandar
a los Devas” -se ha dicho-. Pero, paralizando su personalidad inferior, y llegando con
ello al pleno conocimiento de la no-separatividad de su Propio Superior y Absoluto
SER, puede el hombre, aun durante su vida terrestre, llegar a ser como “Uno de
Nosotros”. Así, aliment|ndose del fruto del saber que disipa la ignorancia, es como el
hombre se convierte en uno de los Elohim, o Dhyânis; y una vez en su plano, el
Espíritu de Solaridad y de Armonía perfecta que reina en cada Jerarquía debe
extenderse sobre él y protegerle en todos sentidos.

La dificultad principal que impide a los hombres de ciencia creer en los espíritus
divinos, así como en los de la Naturaleza, es su materialismo. El principal obstáculo
que ante sí encuentra el espiritista, y que le impide creer en lo mismo, conservando
a la vez una creencia ciega en los “Espíritus” de los difuntos, es la ignorancia general
en que se halla todo el mundo (excepto algunos ocultistas y kabalistas) respecto a la
verdadera esencia y naturaleza de la Materia. En la aceptación o no aceptación de la
teoría de la Unidad de todo en la Naturaleza, en su última Esencia, es en lo que
principalmente se apoya la creencia o la incredulidad en la existencia en torno
nuestro de otros seres conscientes, además de los Espíritus de los muertos. En la
justa comprensión de la Evolución primitiva del Espíritu-Materia, y de su esencia
real, es en lo que tiene el estudiante que apoyarse para la mejor dilucidación de la
Cosmogonía Oculta, y para obtener la única clave segura que puede guiarle en sus
estudios subsiguientes.

A la verdad, según se acaba de mostrar, cada uno de los llamados “Espíritus” es o


bien un hombre descarnado o un hombre futuro. Así como desde el Arcángel más
elevado (Dhyân Chohan) hasta el último Cosntructor consciente (la clase inferior de
Entidades Espirituales), todos ellos son hombres que han vivido evos ha, durante
otros Manvántaras, en esta o en otras Esferas; asimismo los Elementales inferiores,

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semiinteligentes y no inteligentes, son todos hombres futuros. El hecho tan sólo de
que un Espíritu se halle dotado de inteligencia, es una prueba para el ocultista de
que aquel Ser debe haber sido un hombre, y adquirido su saber e inteligencia al
través del ciclo humano. Sólo existe una Omnisciencia e Inteligencia indivisible y
absoluta en el Universo, y ésta vibra al través de cada uno de los átomos y de los
puntos infinitesimales de todo el Kosmos, que carece de límites, y al que las gentes
llaman Espacio, considerado independientemente de cualquiera de las cosas que en
él se hallan contenidas. Pero la primera diferenciación de su reflexión en el Mundo
manifestado es puramente Espiritual, y los Seres generados en la misma no se hallan
dotados de una conciencia que tenga relación con aquella que nosotros concebimos.
No pueden poseer conciencia o inteligencia humanas antes que la hayan adquirido
personal e individualmente. Puede ser esto un misterio; sin embargo, es un hecho
para la Filosofía Esotérica, y muy aparente por cierto.

Todo el orden de la Naturaleza demuestra una marcha progresiva hacia una vida
superior. Existe designio en la acción de las fuerzas, al parecer más ciegas. La
evolución completa con sus adaptaciones interminables, es una prueba de ello. Las
leyes inmutables que hacen desaparecer a las especies débiles, para hacer lugar a las
fuertes, y que aseguran la “supervivencia de los m|s aptos”, aunque resulten tan
crueles en su acción inmediata, obran todas en dirección de la gran meta final. El
hecho mismo de que tienen lugar adaptaciones; de que los más aptos son los que
sobreviven en la lucha por la existencia, demuestra que lo llamado “Naturaleza
inconsciente” es, en realidad, un conjunto de fuerzas manipuladas por seres
semiinteligentes (Elementales), guiados por Elevados Espíritus Planetarios (Dhyân
Chohans), cuya agregación colectiva forma el Verbo manifestado del Logos
Inmanifestado y constituye a la vez la Mente del Universo y su Ley inmutable.

La Naturaleza tomada en su sentido abstracto, no puede ser “inconsciente”; pues es


la emanación de la Conciencia Absoluta, y por tanto, un aspecto suyo en el plano de
la manifestación. ¿Dónde está el atrevido que niegue a la vegetación y aun a los
minerales una conciencia propia especial? Todo cuanto puede decir, es que esta
conciencia se halla más allá de los límites de su comprensión.

Tres distintas representaciones del Universo, en sus tres distintos aspectos,


imprime en nuestro pensamiento la Filosofía Esotérica: la Preexistente, desenvuelta
de la Siempre existente, y la Fenomenal - el mundo de la ilusión, la reflexión, la
sombra de la anterior. Durante el gran misterio y drama de la vida, conocido con el
nombre de Manvántara, el Kosmos real es como los objetos colocados tras de un

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lienzo blanco, sobre el cual proyectan sombras. Las figuras y cosas verdaderas
permanecen invisibles, mientras los hilos de la evolución son manejados por manos
también invisibles. Los hombres y las cosas son, así, sólo las reflexiones en el campo
blanco de las realidades que se hallan tras las asechanzas de Mahâmâyâ o la Gran
Ilusión. Esto era enseñado en toda filosofía y en toda religión, tanto antes como
después del Diluvio, en la India y en la Caldea; tanto por los Sabios chinos como por
los griegos. En los dos primeros países eran alegorizados estos tres Universos, en las
enseñanzas exotéricas, por las tres Trinidades, emanando del Germen eterno
central, y constituyendo con él una Unidad Suprema: la Tríada inicial, la manifestada
y la creadora, o los Tres en Uno. La última es tan sólo el símbolo, en su expresión
concreta, de las dos primeras ideales. De aquí que la Filosofía Esotérica pase por
encima de lo obligado de esta concepción puramente metafísica, y que llame sólo a
la primera la Siempre Existente. Ésta es la opinión de cada una de las seis grandes
escuelas de la filosofía inda; los seis principios de aquel cuerpo unido de la
Sabiduría, del cual la Gnosis, el Saber oculto, es el séptimo.

Quien estas líneas escribe, espera que, por muy superficialmente que se hayan
comentado las Siete Estancias, se ha dicho ya lo suficiente en esta parte
cosmogónica de la obra para demostrar que las enseñanzas arcaicas son, en su
propia esfera, más científicas (en el moderno sentido de la palabra) que cualquier
otra de las antiguas Escrituras, consideradas y juzgadas por sus aspectos exotéricos.
Sin embargo puesto que, como se ha declarado antes, la obra presente reserva
mucho más que expone, se invita al estudiante a que emplee su propia intuición.
Nuestro principal deseo es dilucidar lo que ya ha sido dado, y muy incorrectamente
en ocasiones, lo cual deploramos; suplir con materias adicionales cuando y como sea
posible, los conocimientos sugeridos antes, y proteger nuestras doctrinas de los
ataques demasiado violentos del sectarismo moderno, y más especialmente del
Materialismo de los últimos tiempos, con mucha frecuencia llamado erróneamente
Ciencia, mientras que, en realidad, tan sólo las palabras “sabios” y “semisabios”
deberían asumir la responsabilidad de las muchas teorías ilógicas ofrecidas al
mundo. En su gran ignorancia, el público, al paso que acepta ciegamente cada una de
las cosas emanadas de “autoridades”, y considera como un deber mirar cada dictum
procedente de un hombre de ciencia como un hecho probado; al público, decimos, se
le enseña a burlarse de todo cuanto se presenta como procedente de orígenes
“paganos”. Por lo tanto, como a los sabios materialistas sólo puede combatírseles
con sus propias armas (las de la controversia y el argumento), se incluye un
Addendum a cada volumen, contrastando las respectivas opiniones, y demostrando
cómo, hasta las grandes autoridades, pueden errar con frecuencia. Creemos que esto

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puede ser eficaz, haciendo ver los puntos débiles de nuestros contrarios, y probando
que sus sofismas harto frecuentes, que se hacen pasar como dicta científica, son
inexactos. Nosotros nos atenemos a Hermes y a su “Sabiduría”, en su car|cter
universal; ellos, a Aristóteles, en contra de la intuición y de la experiencia de los
tiempos, imaginando que la verdad es propiedad exclusiva del mundo occidental. De
aquí la desavenencia. Como dice Hermes: “El conocimiento difiere mucho del
sentido; porque el sentido es de cosas que le sobrepujan; pero el conocimiento es el
fin del sentido”, esto es, de la ilusión de nuestro cerebro físico y de su inteligencia;
marcando así fuertemente el contraste entre el saber laboriosamente adquirido de
los sentidos y de la mente (Manas), y la omnisciencia intuitiva del Alma Espiritual y
Divina (Buddhi).

Cualquiera que sea el destino que el porvenir remoto reserve a estos escritos,
esperamos haber probado los hechos siguientes.

1º La Doctrina Secreta no enseña Ateísmo alguno, excepto en el sentido que


encierra la palabra sánscrita Nâstika, no admisión de los ídolos, incluyendo a todo
Dios antropomórfico. En este sentido, todos los ocultistas son Nâstikas.

2º Admite un Logos o un “Creador” Colectivo del Universo; un Demiurgo en el


sentido que se implica al hablar de un “Arquitecto” como “Creador” de un edificio,
aunque el Arquitecto no ha tocado jamás una piedra del mismo, sino que habiendo
proporcionado el plano, deja todo el trabajo manual a los obreros; en nuestro caso,
el plano fue proporcionado por la Ideación del Universo, y el trabajo de construcción
quedó a cargo de las Huestes de Fuerzas y de Poderes inteligentes. Pero aquel
Demiurgo no es una deidad personal, esto es, un Dios extracósmico imperfecto, sino
sólo la colectividad de los Dhyân Chohans y de las demás Fuerzas.

3º Los Dhyân Chohans son dobles en sus caracteres, estando compuestos de (a) la
Energía bruta irracional, inherente en la Materia, y (b) el Alma inteligente, o
Conciencia cósmica, que guía y dirige a aquella energía, y es el Pensamiento Dhyân
Chohánico, reflejando la Ideación de la Mente Universal. El resultado es una serie
perpetua de manifestaciones físicas y de efectos morales en la Tierra, durante los
períodos manvantáricos, estando todo subordinado a Karma. Como este proceso no
es siempre perfecto; y puesto que por muchas que sean las pruebas que exhiba de
una Inteligencia directora tras del velo, no por eso dejan de presentarse brechas y
grietas, y aun con mucha frecuencia fracasos evidentes, por tanto, ni la Hueste
colectiva (el Demiurgo), ni individualmente ninguno de los Poderes que actúan, son

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temas a propósito para el culto u honores divinos. Todos tienen derecho, sin
embargo, a la reverencia agradecida de la Humanidad; y el hombre debe esforzarse
siempre en favorecer la evolución divina de las Ideas, convirtiéndose, en todo lo que
pueda, en cooperador de la Naturaleza, en su trabajo cíclico. Sólo el siempre
ignorado e incognoscible Kârana, la Causa sin Causa de todas las causas, es quien
debe poseer su tabernáculo y su altar en el recinto santo y jamás hollado de nuestro
corazón; invisible, intangible, no mencionado, salvo por “la voz tranquila y queda”
de nuestra conciencia espiritual. Quienes le rinden culto, deben hacerlo en el
silencio y en la soledad santificada de sus Almas; haciendo a su Espíritu único
mediador entre ellos y el Espíritu Universal, siendo sus buenas acciones los únicos
sacerdotes, y sus intenciones pecaminosas las únicas víctimas visibles y objetivas
sacrificadas a la Presencia.

“Y cuando ores, no seas como los hipócritas... sino entra en tu cámara interna, y
cerrada la Puerta, ora a tu Padre en secreto” (4). Nuestro Padre se halla dentro de
nosotros “en secreto” nuestro séptimo Principio en la “c|mara interna” de la
percepción de nuestra alma. “El Reino de Dios” y de los Cielos se halla dentro de
nosotros -dice Jesús- y no fuera. ¿Por qué permanecen los cristianos tan en absoluto
ciegos al significado de suyo evidente de las palabras de sabiduría que se complacen
en repetir mecánicamente?

4º La Materia es Eterna. Es el Upâdhi o Base Física, para que en ella construya la


Mente Universal e Infinita, sus ideaciones. Por lo tanto, sostienen los esoteristas que
no existe en la Naturaleza ninguna materia “muerta” o inorg|nica, siendo la
distinción que entre las dos ha establecido la Ciencia, tan infundada como arbitraria
y desprovista de razón. Sea lo que quiera lo que la Ciencia piense -y la Ciencia exacta
es mujer voluble, como todos sabemos por experiencia-, el Ocultismo sabe y enseña
lo contrario, como lo ha hecho desde tiempo inmemorial, desde Manu y Hermes
hasta Paracelso y sus sucesores.

Así Hermes, el Tres veces Grande, dice:

¡Oh hijo mío! la materia llega a ser; primeramente era; porque la materia es el
vehículo para la transformación. El venir a ser es el modo de actividad del Dios
increado o previsor. Habiendo sido dotada la materia (objetiva) con los gérmenes de
la transformación, es conducida al nacimiento; pues la fuerza creadora la moldea de
acuerdo con las formas ideales. La Materia, todavía no engendrada, no tenía forma;
ella llega a ser cuando es puesta en acción (5).

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A esto, la difunta Anna Kingsford, la hábil traductora y compiladora de los
Fragmentos Herméticos, dijo en una nota:

El Dr. Menard hace observar cómo en griego la misma palabra significa nacer y
venir a ser. La idea es aquí, que el material del mundo es en su esencia eterno, pero
que antes de la creación o del “venir a ser” se halla en una condición pasiva o
inmóvil. Así es que “era”, antes de ser puesto en operación; ahora “llega a ser”, esto
es, es móvil y progresivo.

Y añade ella la siguiente doctrina, puramente vedantina, de la filosofía hermética:

La Creación es, por lo tanto, el período de actividad (Manvántara) de Dios, quien


según el pensamiento hermético (o lo que según el vedantino) posee dos modos:
Actividad o Existencia, Dios desenvuelto (Deus explicitus); y Pasividad del Ser
(Pralaya), Dios envuelto (Deus explicitus). Ambos modos son perfectos y completos,
como lo son los estados de vela y de sueño en el hombre. Fichte, el filósofo alemán,
distinguía el Ser (Sein) como Uno, que conocemos sólo por medio de la existencia
(Dasein), como el Múltiple. Esta opinión es enteramente hermética. Las “Formas
Ideales”... son las ideas arquetípicas o formativas de los neoplatónicos; los conceptos
eternos y subjetivos de las cosas subsistentes en la Mente Divina antes de la
“creación” o llegar a ser.

O, como en la filosofía de Paracelso:

Todas las cosas son el producto de un esfuerzo universal creador... Nada existe
muerto en la Naturaleza. Todas las cosas son orgánicas y vivas, y por lo tanto el
mundo entero parece ser un organismo viviente (6).

5º El Universo ha sido desarrollado de su plan ideal, sostenido al través de la


Eternidad en la Inconsciencia de lo que los vedantinos llaman Parabrahman. Esto es
prácticamente idéntico a las conclusiones de la filosofía occidental m|s elevada, “las
Ideas innatas, eternas y existentes por sí mismas” de Platón, reflejada ahora por Von
Hartmann. Lo “Incognoscible”, de Herbert Spencer, sólo tiene un parecido muy débil
con aquella Realidad trascendente en que creen los ocultistas, apareciendo con
frecuencia tan sólo como la personificación de una “fuerza tras de los fenómenos”
(una Energía infinita y eterna, de la cual todas las cosas han procedido); al paso que
el autor de la Filosofía de lo Inconsciente se ha aproximado tanto (en este sentido
únicamente) a la solución del gran Misterio, como puede hacerlo un mortal. Pocos

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han sido, ya sea en la filosofía antigua o en la de la Edad Media, los que se han
atrevido a tratar de la cuestión o sugerirla siquiera. Paracelso la menciona
incidentalmente, y sus ideas se hallan de modo admirable sintetizadas por el Dr. F.
Hartmann, M. S. T., en su Paracelsus, que acabamos de citar.

Todos los kabalistas cristianos han comprendido bien la idea oriental fundamental.
El Poder activo, el “Movimiento Perpetuo del gran Aliento” despierta el Cosmos a la
aurora de cada nuevo Período, poniéndolo en movimiento por medio de las dos
Fuerzas contrarias, la centrípeta y la centrífuga, que son lo masculino y lo femenino,
positivo y negativo, físico y espiritual, constituyendo las dos la Fuerza Primordial
una, y siendo de este modo causa de que se objetive en el plano de la Ilusión. En
otras palabras, este movimiento doble transfiere el Cosmos desde el plano del Ideal
eterno al de la manifestación finita, o desde lo Noumenal a lo Fenomenal. Todas las
cosas que son, eran y serán, SON eternamente, hasta las mismas Formas
innumerables, que son finitas y perecederas tan sólo en su aspecto objetivo, pero no
en su forma ideal. Ellas han existido como Ideas en la Eternidad, y cuando
desaparezcan, existirán como reflexiones. El Ocultismo enseña que no puede darse a
nada ninguna forma, sea por la Naturaleza o por el hombre, cuyo tipo ideal no exista
ya en el plano subjetivo. Más aún: que ninguna forma o figura es posible que entre
en la conciencia del hombre, o se desenvuelva en su imaginación, que no exista en
prototipo, al menos como una aproximación. Ni la forma del hombre, ni la de ningún
animal, planta o piedra, ha sido jam|s “creada”; y tan sólo en este nuestro plano es
donde ha comenzado a “venir a ser”, esto es, a objetivarse en su estado material
presente o expansionarse de dentro hacia afuera: desde la esencia más sublimada y
suprasensible, hasta su aspecto el más denso. Por lo tanto, nuestras formas humanas
han existido en la Eternidad como prototipos astrales o etéreos: con arreglo a cuyos
modelos, los Seres Espirituales o Dioses, cuyo deber era traerlas a la existencia
objetiva y vida terrestre, desarrollaron las formas protoplásmicas de los Egos
futuros, de su propia esencia. Después de lo cual, cuando este Upâdhi o molde
fundamental humano estuvo dispuesto, las Fuerzas terrestres naturales
comenzaron a actuar sobre aquellos moldes suprasensibles, que contenían, además
de sus elementos propios, los de todas las formas pasadas vegetales y futuras animales
de este Globo. Por lo tanto, la envoltura exterior del hombre ha pasado por cada uno
de los cuerpos vegetales y animales, antes de asumir la forma humana. Como esto
será plenamente descrito en los volúmenes III y IV, en los Comentarios, no es
necesario hablar más aquí acerca de ello.

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Según la filosofía hermético-kabalística de Paracelso, el Yliaster o proto-materia
primordial -el antecesor precisamente del Protilo recién nacido, introducido en la
química por Mr. Crookes- es el que de sí mismo desenvolvió el Cosmos.

Cuando la creación (evolución) tuvo lugar, el Yliaster se dividió; se fundió y se


disolvió, por decirlo así, desarrollando (de dentro) de sí mismo el Ideos o Caos
(Misterium Magnum, Iliados, Limbus Mayor o Materia Primordial). Esta Esencia
Primordial es de una naturaleza monística y se manifiesta no sólo como actividad
vital o fuerza espiritual, poder oculto incomprensible o indescriptible, sino también
como materia vital de que se compone la substancia de los seres vivientes. En este
Limbus o Ideos de materia primordial..., única matriz de todas las cosas creadas,
hállase contenida la substancia de todas las cosas. Los antiguos la describen como el
Caos... del cual surgió a la existencia el Macrocosmo, y después cada ser
separadamente, por división y evolución en Mysteria Specialia (7). Todas las cosas y
todas las substancias elementales estaban contenidas en él, in potentia, pero no in
actu (8).

Esto hace observar con justicia el traductor, Dr. F. Hartmann, que “parece como si
Paracelso se hubiese anticipado al moderno descubrimiento de la “potencia de la
materia” hace trescientos años”.

Este Magnus Limbus o Yliaster de Paracelso es, pues, sencillamente, nuestro


antiguo amigo “Padre-Madre”, dentro, antes de que apareciese en el Espacio. Es la
Matriz Universal del Cosmos, personificada en el carácter doble del Macrocosmo y
Microcosmo, o el Universo y nuestro Globo (9), por Aditi-Prakriti, la Naturaleza
espiritual y física. Pues vemos explicado en Paracelso que:

El magnus Limbus es el semillero del cual todas las criaturas se han desarrollado,
del mismo modo que de una semilla diminuta se desarrolla un árbol; con la
diferencia, sin embargo, de que el gran Limbus tiene su origen en la Palabra de Dios,
al paso que el Limbus menor (la semilla o esperma terrestre) lo tiene en la tierra. El
gran Limbus es el germen del cual todos los seres han procedido, y el pequeño
Limbus es cada uno de los seres últimos en reproducir su forma, y que ha sido a su
vez producido por el grande. El pequeño posee todas las cualidades del grande, en el
mismo sentido que un hijo tiene una organización similar a la de su padre... Cuando...
Yliaster se disolvió, Ares, el poder divisor, diferenciador e individualizador (Fohat,
otro antiguo amigo)... comenzó a obrar. Toda producción tuvo lugar a consecuencia
de la separación. Del Ideos fueron producidos los elementos del Fuego, Agua, Aire y

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Tierra, cuyo nacimiento, sin embargo, no tuvo lugar de un modo material o por
simple separación, sino espiritual y dinámicamente (ni siquiera por combinaciones
complejas, esto es, mezcla mecánica como opuesta a combinación química), así
como puede brotar el fuego de un pedernal, o un árbol de una semilla, aunque no
existan originalmente ni fuego en el guijarro, ni |rbol en la semilla. “El Espíritu es
viviente, y la “Vida es Espíritu”; y Vida y espíritu (Prakriti-Purusha (?)) producen
todas las cosas, pero son esencialmente uno y no dos...”. Los elementos también
tienen cada uno su propio Yliaster, porque toda la actividad de la materia en cada
forma, es tan sólo un efluvio de la misma fuente. Pero así como de la semilla se
desarrollan las raíces con sus fibras, después el tronco con sus ramas y sus hojas, y
por fin las flores y semillas; del mismo modo nacieron todos los seres de los
Elementos, y se componen de substancias elementales, de la que otras formas
pueden venir a la existencia, presentando los caracteres de sus padres (10). Los
elementos, como madres de todas las criaturas, son de una naturaleza invisible,
espiritual, y tienen alma (11). Brotan todos del Mysterium Magnum.

Compárese esto con el Vishnu Purâna:

De Pradh}na (la Substancia Primordial), presidida por Kshetrajna (“el espíritu


encarnado” (?)), procede el desarriollo desigual (Evolución) de aquellas cualidades...
Del gran Principio (Mahat) Inteligencia (Universal, o Mente)... procede el origen de
los elementos sutiles y de los órganos del sentido... (12).

Puede demostrarse de este modo que todas las verdades capitales de la Naturaleza
eran universales en la antigüedad; y que las ideas fundamentales referentes al
Espíritu, a la Materia y al Universo, o acerca de Dios, de la Substancia y del Hombre,
eran idénticas. estudiando las dos filosofías religiosas más antiguas del mundo, el
hinduísmo y el hermetismo, en las escrituras de la India y de Egipto, se observa
fácilmente la identidad de las dos.

Esto resulta claro para el que lea la última traducción y versión de los “Fragmentos
Herméticos” antes mencionados por nuestra amiga la Dra. Anna Kingsford, cuya
pérdida deploramos. Desfigurados y torturados como han sido, durante su paso por
manos sectarias griegas y cristianas, la traductora, con mucho ingenio e intuición, ha
tomado los puntos débiles y ha procurado remediarlos por medio de explicación y
de notas. Dice ella:

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La creación del mundo visible por los “dioses activos” o Titanes, como agentes del
Dios Supremo (13), es una idea completamente hermética, que se puede reconocer
en todos los sistemas religiosos, y en armonía con las modernas investigaciones
científicas (?), las cuales nos presentan en todas partes al Poder Divino operando
por medio de las fuerzas naturales.

Y citando de la traducción:

Aquel Ser Universal que es y contiene todo, pone en movimiento el alma y el


Mundo, todo cuanto la Naturaleza comprende. En la múltiple unidad de la vida
universal, las individualidades innumerables distinguidas por sus variaciones, están,
sin embargo, unidas de tal manera, que el conjunto es uno, y que todo procede de la
Unidad (14).

Y de otra traducción, tomamos:

Dios no es una mente sino la causa de que la Mente exista; no un espíritu , sino la
causa del espíritu; no es luz sino la causa de la Luz (15).

Lo anterior demuestra claramente que el “Divino Pymander”, por muy desfigurado


que haya sido en algunos p|rrafos con “pulimentos” cristianos, fue, sin embargo,
escrito por un filósofo, al paso que la mayor parte de los llamados “Fragmentos
Herméticos” son producción de sectarios paganos, con tendencia hacia un Ser
Supremo antropomórfico. Sin embargo, ambos son el eco de la Filosofía Esotérica y
de los Purânas indos.

Comp|rense dos invocaciones, una al “Supremo Todo” hermético, la otra al


“Supremo Todo” de los arios posteriores. Dice un Fragmento Hermético citado por
Suidas:

Yo te imploro, ¡oh Cielo!, obra santa del gran Dios; yo te imploro, Voz del Padre
pronunciada en el principio, cuando el mundo universal fue formado; yo te imploro
por la Palabra, Hijo único del Padre, que sostiene todas las cosas; sé favorable, sé
favorable (16).

Esto viene después de lo que sigue:

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Así, la Luz Ideal era antes que la Luz Ideal, y la luminosa Inteligencia de la
Inteligencia era siempre, y su unidad no era más que el Espíritu envolviendo al
Universo, Fuera de Quien (del cual), no hay ni Dios, ni Ángeles, ni ningunos otros
esenciales, porque Él (Ello) es el Señor de todas las cosas, y el Poder y la Luz; y todo
depende de Él (Ello), y está en Él (Ello).

Esto se contradice por el mismo Trismegisto, a quien se hace decir:

Hablar de Dios es imposible. Pues lo corpóreo no puede expresar lo incorpóreo...


Lo que no posee cuerpo ni apariencia, ni forma, ni materia, no puede ser
comprendido por los sentidos. Yo comprendo, Tatios, comprendo, que lo imposible
de definir, eso es Dios (17).

La contradicción entre ambos párrafos es evidente; y esto demuestra (a) que


Hermes era un seudónimo genérico, usado por una serie de generaciones de
místicos de toda especie; y (b) que es necesario gran discernimiento antes de
aceptar un Fragmento como enseñanza esotérica, tan sólo porque sea
innegablemente antiguo. Comparemos lo anterior con la invocación aparecida en las
Escrituras indas -tan antiguas, indudablemente, si no mucho más que aquéllas-.
Par}shara, el “Hermes” ario, instruye a Maitreya, el Asclepios indo, e invoca a Vishnu
en su triple hipóstasis:

Gloria al inmutable, al santo, al eterno y supremo Vishnu, de naturaleza universal,


el poderoso sobre todo; a aquel que es Hiranyagarbha, Hari y Shankara (Brahmâ,
Vishnu y Shiva), el creador, el conservador y el destructor del mundo; a Vâsudeva, el
libertador (de sus adoradores); a aquel cuya esencia es a la vez, simple y múltiple;
que es a un tiempo sutil y corpóreo, continuo discreto; a Vishnu, causa de la
emancipación final; gloria a Vishnu, supremo, causa de la creación de la existencia y
del fin de ese mundo; que es la raíz del mundo y que está formado por el mundo (18).

Ésta es una gran invocación, llena en el fondo de significación filosófica; pero, para
las masas profanas, sugiere tanto un Ser antropomórfico como la oración hermética.
Debemos respetar el sentimiento que ha dictado a las dos; pero no podemos menos
de encontrarlas en completo desacuerdo con su significación interna, y hasta con lo
que se halla en el mismo tratado hermético, en que se dice:

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Trismegisto: La Realidad no existe sobre la tierra, hijo mío, y no puede existir allí...
Nada es real sobre la tierra; tan sólo existen apariencias... El (Hombre) no es real,
hijo mío, como hombre. Lo real consiste únicamente en sí mismo, y permanece lo
que es... El hombre es transitorio; por lo tanto, no es real; él es tan sólo apariencia y
apariencia es la ilusión suprema.

Tatios: Entonces, ¿los mismos cuerpos celestes no son reales, padre mío, puesto
que también varían?

Trismegisto: Lo sujeto a nacimiento y al cambio no es real...; existe en ellos cierta


falsedad, porque también ellos son variables...

Tatios: ¿Y qué es, pues, la Realidad primordial, oh Padre mío?

Trismegisto: Quien (Lo que) es único y solo, ¡oh Tatios! Quien (Lo que) no está
constituido por la materia, ni está en cuerpo alguno. Quien (Lo que) no tiene ni color
ni forma, ni cambia, ni es transmitido, pero que siempre Es (19).

Esto está por completo conforme con las enseñanzas vedantinas. El pensamiento
principal es oculto; y muchos son los párrafos en los Fragmentos Herméticos que
pertenecen a la Doctrina Secreta.

Esta última enseña que todo el Universo está regido por Fuerzas y Poderes
inteligentes y semiinteligentes, como se ha sentado desde el principio. La Teología
cristiana admite y aun impone la creencia en ellos, pero establece entre los mismos
una división arbitraria, llam|ndolos “Ángeles” y “Demonios”. La Ciencia niega la
existencia de ambos, y ridiculiza hasta la idea. Los espiritistas creen en los “Espíritus
de los Muertos”, y fuera de estos, niegan la existencia de ninguna otra especie o clase
de seres invisibles. Los ocultistas y kabalistas son, por lo tanto, los únicos
expositores racionales de las antiguas tradiciones, que han culminado ahora en fe
dogmática por una parte, y en negaciones dogmáticas, por la otra. Pues ambas,
creencia e incredulidad, comprenden tan sólo una pequeñísima parte de los
horizontes infinitos de las manifestaciones espirituales y físicas; y por tanto ambas
tienen razón desde sus puntos de vista respectivos, y ambas se hallan en el error al
creer que pueden circunscribir la totalidad dentro de sus propios estrechos límites
especiales, pues jamás podrán hacerlo. En este punto la Ciencia, la Teología y aun el
Espiritismo muestran bien poca más sabiduría que el avestruz, cuando oculta la

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cabeza en la arena a sus pies, creyendo que nada puede existir más allá de su propio
punto de observación y del área limitada que ocupa su estúpida cabeza.

Como las únicas obras que en la actualidad existen acerca del asunto en cuestión,
al alcance del profano perteneciente a las razas “civilizadas” de Occidente, son los
libros o más bien Fragmentos Herméticos anteriormente mencionados, podemos, en
el caso presente, contrastarlos con las enseñanzas de la Filosofía Esotérica. Hacer
otras citas con este objeto sería inútil, desde el momento que el público nada sabe
acerca de las obras caldeas traducidas al árabe que se hallan en posesión de algunos
Iniciados sufis. Por lo tanto, hay que recurrir, para la comparación, a las
“Definiciones de Asclepios”, tal como han sido últimamente compiladas y glosadas
por Mrs. Anna Kingsford, M. S. T., algunas de cuyas sentencias coinciden de una
manera notable con la Doctrina Esotérica oriental. Aunque no son pocos los párrafos
que presentan la impresión marcada de una mano cristiana posterior, sin embargo,
en conjunto, las cualidades características de los Genios y de los Dioses son las de las
enseñanzas orientales, aunque en lo referente a otras cosas existen párrafos que
difieren ampliamente de nuestras doctrinas.

En cuanto a los Genios, los filósofos herméticos llamaban Theoi (Dioses), Genios y
Daimones a aquellas entidades que nosotros llamamos Devas (Dioses), Dhyân
Chohans, Chitkala (el Kwan-Yin de los buddhistas) y otros varios nombres. Los
Daimones son (en el sentido socrático aun en el sentido teológico, oriental y latino)
los espíritus guardianes de la raza humana; “los que residen en la vecindad de los
inmortales, velando desde allí sobre los asuntos humanos” -como dice Hermes-.
Esotéricamente son llamados Chitkala, algunos de los cuales son los que han
proporcionado al hombre sus Principios cuarto y quinto de su propia esencia; y
otros son los llamados Pitris. Esto será explicado cuando lleguemos a la producción
del hombre completo. La raíz del nombre es Chit, “aquello por lo cual las
consecuencias de las acciones y las especies de conocimiento son elegidas para el
uso del alma” o conciencia, la voz interna en el hombre. Entre los Yogis, Chit es
sinónimo de Mahat, la Inteligencia primera y divina; pero en la Filosofía Esotérica,
Mahat es la raíz de Chit, su germen; y Chit es una cualidad de Manas en conjunción
con Buddhi; una cualidad que atrae a sí, por afinidad espiritual, a un Chitkala,
cuando se desarrolla suficientemente el hombre. Por esto se dice que Chit es una voz
que adquiere vida mística y se convierte en Kwan-Yin.

EXTRACTOS DE UN COMENTARIO PRIVADO, HASTA EL

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PRESENTE SECRETO (20)

XVII. La Existencia Inicial en el primer Crepúsculo del Mahâmanvantara (después del


Mahâpralaya que sigue a cada edad de Brahmâ) es una CUALIDAD ESPIRITUAL
CONSCIENTE. En los mundos manifestados (Sistemas Solares) existe, en su
Subjetividad Objetiva, a manera del velo de un Soplo Divino, ante la mirada del vidente
extasiado. Se difunde en cuanto sale de Laya (21) al través del Infinito, como un fluido
espiritual incoloro. Hállase en el Séptimo plano, y en su Séptimo estado, en nuestro
Mundo Planetario (22).

XVIII. Es Substancia para NUESTRA visión espiritual. No puede ser llamada así por
los hombres en su estado de vigilia; y por lo tanto, en su ignorancia, la han
denominado “Espíritu de Dios”.

XIX. Existe en todas partes y forma el primer Upâdhi (Cimiento) sobre el cual nuestro
Mundo (Sistema Solar) está construido. Fuera de este último, sólo puede encontrarse
en su prístina pureza entre (los Sistemas Solares o) las Estrellas del Universo, los
mundos ya formados o formándose; permaneciendo mientras tanto en su seno los que
se hallan todavía en Laya. Como su substancia es de una especie diferente de la
conocida en la Tierra, y los habitantes de esta última ven AL TRAVÉS DE ELLA, creen,
en su ilusión e ignorancia, que es un espacio vacío. No existe ni el grueso de un dedo
(angula) de Espacio vacío, en todo el Ilimitado (Universo)...

XX. La Materia o Substancia es septenaria en nuestro mundo, como lo es más allá del
mismo. Además, cada uno de sus estados o principios está graduado en siete rangos de
densidad. Sûrya (el Sol), en su reflexión visible, exhibe el primero o estado más inferior
del séptimo, el orden más elevado de la PRESENCIA Universal, lo puro de lo puro, el
primer Hálito manifestado del Siempre Inmanifestado Sat (Seidad). Todos los Soles
centrales físicos u objetivos son en su substancia el estado más inferior del primer
principio del Hálito. Ninguno de ellos es más que la Reflexión de sus Primarios, que
están ocultos a las miradas de todos menos a las de los Dhyân Chohans, cuya
substancia corpórea pertenece a la quinta división del séptimo principio de la
Substancia Madre, y es, por lo tanto, cuatro grados más elevada que la substancia
solar reflejada. Así como existen siete Dhâtu (substancias principales en el cuerpo
humano), del mismo modo existen siete Fuerzas en el Hombre y en la Naturaleza
entera.

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XXI. La esencia real del Oculto (Sol) es un núcleo de la Substancia Madre (23). Es el
Corazón y la Matriz de todas las Fuerzas vivientes y existentes en nuestro Universo
Solar. Es la Pepita desde la cual comienzan a desplegarse en sus jornadas cíclicas todos
los Poderes que ponen en acción a los Átomos, en sus deberes funcionales, y el Foco
dentro del cual se reúnen de nuevo en su Séptima Esencia cada undécimo año. Aquel
que te diga que ha visto al Sol, ríete de él (24), como si hubiese dicho que el Sol se
mueve realmente en su curso diurno...

XXIII. En razón de su naturaleza septenaria, hablan los antiguos del Sol como del que
es arrastrado por siete caballos iguales a los metros de los Vedas; o también, que, aun
cuando se le identifica con los siete Gana (Clases de Seres) en su orbe, es distinto de
ellos (25), como lo es en verdad; así como también que tiene Siete Rayos, como los
tiene verdaderamente.

XXV. Los Siete Seres que están en el Sol, son los Siete Santos, nacidos por sí mismos del
poder inherente en la Matriz de la Substancia Madre. Ellos son quienes envían las siete
Fuerzas principales, llamadas Rayos, que al principio del Pralaya se concentrarán en
siete nuevos Soles para el próximo Manvántara. La energía, de la cual ellos surgen a la
existencia consciente en cada Sol, es lo que algunos llaman Vishnu, que es el Aliento de
lo ABSOLUTO.

Nosotros le llamamos la Vida Única Manifestada - en sí una reflexión del Absoluto...

XXVII. A este último jamás se le debe mencionar en palabras o discursos, NO SEA QUE
ARREBATE ALGUNAS DE NUESTRAS ENERGÍAS ESPIRITUALES, que aspiran hacia
ELLO, como gravita, cósmicamente, todo el universo físico hacia SU centro
manifestado.

XXVIII. La primera (la Existencia Inicial), que puede denominarse, durante este
estado de existencia, la VIDA UNA, es, según se ha explicado, un velo para propósitos
creativos o formativos. Se manifiesta en siete estados, los cuales, con sus subdivisiones
septenarias, constituyen los Cuarenta y Nueve Fuegos mencionados en los libros
sagrados.

XXIX. El primero es la... “Madre” (MATERIA Prima). Separándose por sí en sus siete
estados primarios, procede cíclicamente hacia abajo; cuando se consolida en su
ÚLTIMO principio como MATERIA DENSA (26), gira en torno de sí misma, y anima con
la séptima emanación del último, al elemento primero y más inferior (la serpiente

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mordiéndose su propia cola). En una Jerarquía, u Orden de Existencia, la séptima
emanación de su último principio, es:

(a) En el Mineral, la Chispa que en él se halla latente, y es llamada a su vida


transitoria por lo Positivo despertando a lo Negativo (y así sucesivamente)...

(b) En la Planta, es aquella Fuerza vital e inteligente que anima a la semilla y la


desenvuelve en la hoja de hierba, o la raíz y al renuevo. Es el germen que se convierte
en el Upâdhi de los siete principios del ser en que reside, lanzándolos al exterior a
medida que el último crece y se desarrolla.

(c) En todos los Animales, hace lo mismo. Es su Principio de vida y su poder vital; su
instinto y cualidades; sus características e idiosincrasias especiales...

(d) Al Hombre, le da todo cuanto concede a las demás unidades manifestadas en la


Naturaleza; pero desarrolla además en él, la reflexión de todos sus “Cuarenta y nueve
Fuegos”. Cada uno de sus siete principios es un heredero universal y un partícipe de los
siete principios de la “Gran Madre”. El hálito de su primer principio es su Espíritu
(Âtmâ). Su segundo principio es Buddhi (Alma) . Nosotros le llamamos, erróneamente,
el séptimo. El tercero le provee de la Materia Cerebral en el plano físico y de la Mente
que la mueve (que es el Alma Humana -H. P. B.)- según sus capacidades orgánicas.

(e) Es la Fuerza directora de los Elementos cósmicos y terrestres. Reside en el Fuego


sacado de su estado latente a la existencia activa; pues la totalidad de las siete
subdivisiones del... principio, reside en el Fuego terrestre. Gira en la brisa, sopla con el
huracán y pone al aire en movimiento, el cual elemento participa también de uno de
sus principios. Procediendo cíclicamente, regula el movimiento del agua, atrae y repele
a las olas (27) de acuerdo con leyes fijas, de las cuales su séptimo principio es el alma
animadora.

(f) Sus cuatro principios superiores contienen el Germen que se desarrolla


convirtiéndose en los Dioses Cósmicos; sus tres inferiores producen las Vidas de los
Elementos (Elementales).

(g) En nuestro Mundo Solar, la Existencia Una es los Cielos y la Tierra, la Raíz y la
Flor, la Acción y el Pensamiento. Está en el Sol, y está del mismo modo presente en la
luciérnaga. Ni un átomo puede escapar a la misma. Por lo tanto, los antiguos Sabios la
han llamado, acertadamente, el Dios manifestado en la Naturaleza...

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Puede ser interesante en relación con esto, recordar al lector lo que dice T. Subba-
Row acerca de las referidas Fuerzas, definidas místicamente:

Kanyâ (el sexto signo del Zodíaco, o Virgo) significa una virgen y representa a
Shakti o Mahâmâyâ. El signo en cuestión es el sexto Râshi o división, e indica que
existen seis fuerzas primarias en la Naturaleza (sintetizadas por la Séptima)...

Estas Shakti son como sigue:

1ª Parâshaki. - Literalmente la fuerza o poder grande o supremo. Significa e incluye


los poderes de la luz y del calor.

2ª Jnânashakti. - Literalmente el poder de la inteligencia, de la sabiduría o


conocimiento verdadero. Tiene dos aspectos:

I. Lo que sigue son algunas de sus manifestaciones, cuando está colocada bajo la
influencia o el dominio de condiciones materiales: a) el poder de la mente para
interpretar nuestras sensaciones; b) su poder para recordar ideas pasadas
(memoria), y para originar expectaciones futuras; c) su poder tal como se exhibe en
lo que llaman los psicólogos modernos “las leyes de asociación”, que le permite
formar relaciones persistentes entre varios grupos de sensaciones y de posibilidades
de sensaciones, generando así la noción o idea de un objeto externo; d) su poder
para relacionar nuestras ideas por medio del lazo misterioso de la memoria,
generando así la noción del yo o individualidad.

II. Las siguientes son algunas de sus manifestaciones cuando se libertan de los lazos
de la materia.

a) Clarividencia; b) Psicometría.

3ª Ichchhâshakti. - Literalmente el poder de la voluntad. Su manifestación más


ordinaria es la generación de ciertas corrientes nerviosas, que ponen en movimiento
los músculos que se requieren para llevar a efecto el fin deseado.

4ª Kriyâshakti. - El poder misterioso del pensamiento que le permite producir


resultados externos perceptibles, fenomenales, gracias a su propia energía
inherente. Sostenían los antiguos que cualquier idea se manifestará al exterior, si la

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atención de uno se halla profundamente concentrada sobre ella. Del mismo modo una
volición intensa será seguida por el resultado apetecido.

Un Yogui generalmente verifica sus maravillas por medio de Ichchahâshakti y de


Kryâshakti.

5ª Kundalini Shakti. - El poder o fuerza que se mueve en forma serpentina o en


curvas. Es el Principio Universal de vida, manifestándose en todas partes en la
Naturaleza. Esta fuerza incluye las dos grandes fuerzas de atracción y de repulsión.
La electricidad y el magnetismo son tan sólo manifestaciones de la misma. Éste es el
poder que lleva a efecto aquella “continuidad continua de las relaciones internas con
las relaciones externas”, que es la esencia de la vida según Herbert Spencer, y “la
conformidad continua de las relaciones externas con las relaciones internas”, que es
el fundamento de la transmigración de las almas, Punarjanman (Renacimiento), en
las doctrinas de los filósofos indos.

Un Yogui debe subyugar por completo este poder o fuerza, antes de que pueda
alcanzar Moksha.

6ª Mantrikâshakti. - Literalmente la fuerza o poder de las letras, el lenguaje o la


música. Todo el antiguo Mantra Shâstra se ocupa, como asunto, de esta fuerza en
todas sus manifestaciones... La influencia de su música es una de sus
manifestaciones ordinarias. El poder maravilloso del nombre inefable es la corona
de esta Shakti.

La ciencia moderna ha investigado tan sólo en parte la primera, segunda y quinta


de las fuerzas anteriormente citadas; pero se halla por completo en la obscuridad en
lo referente a los poderes restantes. Las seis fuerzas son representadas en su unidad
por la Luz Astral. (Dvaiviprakriti, la Séptima, la luz del Logos) (28).

Cítase lo anterior para hacer ver las verdaderas ideas indas acerca del asunto.
Todo ello es esotérico si bien no comprende ni la décima parte de lo que podría
decirse. Por ejemplo los seis nombres de las seis fuerzas mencionadas son los de las
seis Jerarquías de Dhyân Chohans, sintetizadas por su Primaria, la séptima, que
personifica al Quinto Principio de la Naturaleza Cósmica, o la “Madre” en su sentido
místico. La enumeración tan sólo de los Poderes del Yoga exigiría diez volúmenes.

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Cada una de estas Fuerzas posee a su cabeza una Consciente Entidad viviente, de la
cual es una emanación.

Pero comparemos las palabras de Hermes, el Tres Veces Grande, con el


Comentario citado antes:

La creación de la vida por el sol es tan continua como su luz; nada la detiene ni la
limita. En torno de él, a manera de un ejército de satélites, existen innumerables
coros de Genios. Estos residen en la vecindad de los Inmortales, y desde allí velan
sobre los asuntos humanos. Ellos cumplen la voluntad de los Dioses (Karma), por
medio de temporales, calamidades, transiciones de fuego y terremotos, igualmente por
medio de hambres y guerras, para el castigo de la impiedad... (29).

El sol es quien conserva y alimenta a todas las criaturas; y así como el Mundo Ideal
que rodea al mundo sensible llena a este último con la plenitud y variedad universal
de las formas, del mismo modo el sol, comprendiéndolo todo en su luz, lleva a efecto
en todas partes el nacimiento y el desarrollo de las criaturas... “Bajo sus órdenes se
halla el coro de los Genios, o más bien los coros, pues allí hay muchos y diversos, y su
número corresponde al de las estrellas. Cada estrella posee sus Genios, buenos y malos,
por naturaleza, o más bien por su acción; pues la acción es la esencia de los Genios...”.
Todos estos Genios presiden sobre los asuntos mundanos (30); ellos sacuden y
derriban la constitución de los estados y de los individuos; ellos imprimen su
parecido en nuestras almas, ellos están presentes en nuestros nervios, en nuestra
médula, en nuestras venas, en nuestras arterias y en nuestra substancia cerebral... En
el momento en que uno de nosotros recibe vida y ser, queda a cargo de los Genios
(Elementales) que presiden sobre los nacimientos (31), y que se hallan clasificados
bajo los poderes astrales (Espíritus astrales sobrehumanos). Ellos cambian
perpetuamente no siempre de un modo idéntico, sino girando en círculos (32). Ellos
impregnan, por medio del cuerpo, dos porciones del Alma, para que pueda recibir de
cada una la impresión de su propia energía. Pero la parte racional del Alma no se
halla sujeta a los Genios; hállase designada para la recepción de (el) Dios (33), que la
ilumina con un rayo de sol. Los iluminados así son pocos en número, y los Genios se
abstienen de ellos; pues ni los Genios ni los Dioses poseen poder ninguno en
presencia de un solo rayo de Dios (34). Pero todos los demás hombres, tanto en
cuerpo como en alma, son dirigidos por Genios a quienes se adhieren, y a cuyas
acciones afectan... Los Genios poseen, pues, el dominio de las cosas mundanas, y
nuestros cuerpos les sirven de instrumentos (35).

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Lo anterior, salvo algunos puntos sectarios, representa lo que fue creencia
universal, común a todas las naciones, hasta hace un siglo poco más o menos. Es
todavía igualmente ortodoxo en sus líneas y rasgos generales tanto entre los
paganos como entre los cristianos, a excepción de unos pocos materialistas y
hombres de ciencia.

Pues ya se llame a los genios de Hermes y a sus “Dioses” “Poderes de las Tinieblas”
y “Ángeles”, como en las Iglesias griega y latina; o “Espíritus de los Muertos”, como
en el Espiritismo; o Bhûts, Devas, Shaitan y Djin, como son todavía llamados en la
India y en los países musulmanes -todos ellos son una y la misma cosa- ILUSIÓN. Sin
embargo, no quisiéramos que lo dicho se comprendiese erróneamente, en el sentido
en que la gran doctrina filosófica de los vedantinos ha sido últimamente alterada por
escuelas occidentales.

Todo cuanto es, emana de lo ABSOLUTO, que, por razón de esta calificación tan
sólo, permanece como única realidad; de aquí que cada una de las cosas extrañas a
este Absoluto, el Elemento causativo y generador, debe ser una ilusión sin género
alguno de duda. Pero esto es así sólo desde el punto de vista puramente metafísico.
Un hombre que se considera sano mentalmente, y que por tal es tenido por los
demás, llama asimismo desvaríos e ilusiones a las visiones de un hermano loco
(alucinaciones que pueden hacer a la víctima muy feliz o en extremo desgraciada,
según el caso). Pero, ¿dónde se halla el loco para quien las sombras horribles de su
trastornada mente, sus ilusiones, no sean para él entonces tan efectivas y reales
como las cosas que puedan ver su médico o su enfermero? Todo es relativo en este
Universo; todo es ilusión. Pero la experiencia de cualquier plano es efectiva para el
ser que percibe, y cuya conciencia pertenece a aquel estado; a pesar de que dicha
experiencia, mirada desde un punto de vista puramente metafísico, puede
considerarse que no tiene ninguna realidad objetiva. Pero no es contra los
metafísicos, sino contra los físicos y materialistas, contra quienes la enseñanza
Esotérica tiene que combatir; y para estos últimos, la Fuerza Vital, la Luz, el Sonido,
la Electricidad y aun la fuerza tan objetivamente marcada del Magnetismo, no
poseen existencia alguna objetiva, y se dice que existen únicamente como “modos de
movimiento”, “sensaciones y afecciones de la materia”.

Ni los ocultistas en general, ni los teósofos, desechan, como creen algunos


erróneamente, las opiniones y teorías de los sabios modernos, sólo porque sus
opiniones estén en oposición con la Teosofía. La primera regla de nuestra Sociedad
es dar al César lo que es del César. Los teósofos, por lo tanto, son los primeros en

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reconocer el valor intrínseco de la Ciencia. Pero cuando sus sumos sacerdotes
resuelven la conciencia en una secreción de la materia gris del cerebro, y cada una
de las cosas que en la Naturaleza existen en un modo de movimiento, protestamos
contra la doctrina por antifilosófica, contradictoria en sí misma, y sencillamente
absurda, mirada desde un punto de vista científico, tanto y aun más que desde el
aspecto oculto del saber esotérico.

Porque a la verdad la Luz Astral de los tan ridiculizados kabalistas, posee secretos
extraños y misteriosos para quien puede ver en ella; y los misterios ocultos en lo
interior de sus ondas incesantemente perturbadas, allí permanecen, a pesar de la
colectividad entera de materialistas y de burlones.

La Luz Astral de los kabalistas es muy inexactamente traducida por algunos como
“Éter”; confundiendo al último con el Éter hipotético de la Ciencia; y a ambos hacen
referencia algunos teósofos, presentándolos como sinónimos de Âkâsha. Esto es un
gran error.

El autor de A Rational Refutation escribe lo siguiente, auxiliando así


inconscientemente al Ocultismo:

Un rasgo característico del Âkâsha servirá para demostrar cuán erróneamente es


representado por el “éter”. En dimensión es... infinito; no se halla constituido de
partes; y el color, el sabor, el olor y la tangibilidad no le pertenecen. Hasta este
punto corresponde exactamente al tiempo, al espacio, a Îshvara (el “Señor”, pero
más bien la potencia creadora y el alma- Anima mundi), al alma. Su especialidad
comparada con la anterior, consiste en ser la causa material del sonido. A no ser por
esto, podría considerarse como la vacuidad (36).

Es vacuidad, sin duda alguna, especialmente para los racionalistas. De todos


modos, el Âkâsha, es seguro que produce la vacuidad en el cerebro de un
materialista. Sin embargo, aunque el Âkâsha no es el Éter de la Ciencia (ni siquiera el
Éter del ocultista, que lo define sólo como uno de los principios del Âkâsha), es
ciertamente, junto con su primario, la causa del sonido; causa psíquica y espiritual,
de ningún modo causa material. Las relaciones del Éter al Âkâsha pueden ser
definidas aplicando a ambos, Âkâsha y Éter, las palabras usuales del Dios en los
Vedas: “Así él mismo era a la verdad (su propio) hijo”; el uno siendo la producción
del otro, y sin embargo, él mismo. Puede ser esto un difícil enigma para el profano,
pero muy fácil de comprender para cualquier indo, aunque no sea místico.

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Estos secretos de la Luz Astral, juntamente con muchos otros misterios,
permanecerán como no existentes para los materialistas de nuestros tiempos, del
mismo modo que América era un mito sin realidad para los europeos durante los
primeros tiempos de la Edad Media, a pesar de que escandinavos y noruegos habían
llegado a aquel antiquísimo “Nuevo Mundo”, hacía varios siglos, y se habían
establecido. Pero, así como nació un Colón para redescubrir y para obligar al
Antiguo Mundo a que creyese en los países de los antípodas, del mismo modo
nacerán sabios que descubrirán las maravillas que hoy pretenden los ocultistas que
existen en las regiones del Éter, con sus varios y multiformes habitantes y Entidades
conscientes. Entonces, nolens volens, la Ciencia tendrá que aceptar la antigua
“superstición”, como lo ha hecho con varias otras. Y una vez se haya visto forzada a
aceptarla, sus sabios profesores, según toda probabilidad -a juzgar por la
experiencia pasada, como en el caso del Mesmerismo y Magnetismo, ahora
rebautizado como Hipnotismo-, apadrinarán la cosa y rechazarán el nombre. La
elección del nombre nuevo depender|, a su vez, de los “modos de movimiento” (el
nuevo nombre de los muy antiguos “procesos físicos autom|ticos entre las fibrillas
nerviosas del (científico) cerebro” de Moleschott), y es también muiy probable que
dependa de lo último que haya comido quien invente el nombre, desde el momento
en que, según el fundador del nuevo Esquema Hylo-Idealista, “cerebración es
genéricamente lo mismo que quilificación (37). ¡Así, si hubiera de creerse en esta
proposición descabellada, el nombre nuevo de la verdad arcaica dependería de la
inspiración del hígado del bautizante, y sólo entonces tendrían estas verdades una
posibilidad de convertirse en científicas!

Pero por desagradable que sea a las mayorías, generalmente ciegas, la VERDAD ha
tenido siempre sus campeones, dispuestos a morir por ella, y no son los ocultistas
quienes protestarán en contra de su adopción por la Ciencia bajo cualquier nombre
nuevo. Pero hasta que sean en absoluto impuestas al conocimiento y aceptación de
los hombres de ciencia, muchas verdades ocultas serán rechazadas, como lo han
sido los fenómenos de los espiritistas y otras manifestaciones psíquicas, para ser
finalmente apropiadas por sus ex detractores sin el menor reconocimiento y sin dar
las gracias. El Nitrógeno ha tenido gran importancia para los conocimientos
químicos; pero a Paracelso, su descubridor, le llaman hoy “charlat|n”. Cu|n
profundamente ciertas son las palabras de H. T. Buckle, en su admirable History of
Civilization, cuando dice:

Debido a circunstancias todavía desconocidas (provisión Kármica), aparecen de


tiempo en tiempo grandes pensadores que, consagrando sus vidas a un propósito

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único, son capaces de anticiparse a los progresos de la humanidad y de producir una
religión o filosofía, por medio de la cual se producen eventualmente efectos
importantes. Pero si echamos una ojeada a la historia, claramente veremos que, aun
cuando el origen de una opinión nueva pueda ser debida así a un solo hombre, el
resultado que la nueva opinión produce dependerá de la condición de las gentes
entre quienes se propague. Si se trata de una religión o de una filosofía que esté muy
por encima de una nación, no puede prestarle ningún servicio contemporáneo;
necesita su tiempo (38) hasta que las inteligencias se hallen maduras para su
recepción... Cada ciencia, cada creencia ha tenido sus mártires. Según el curso
ordinario de las cosas, algunas generaciones desaparecen, y viene después un período
en el cual estas verdades mismas se contemplan como hechos vulgares, y poco después
viene otro período durante el cual se las declara necesarias, y aun las inteligencias más
obtusas se admiran de que puedan haber sido negadas alguna vez (39).

Es muy posible que las mentes de las generaciones actuales no estén del todo
maduras para la recepción de las verdades ocultas. Tal será, quizás, la visión
retrospectiva, que contemplarán los pensadores avanzados de la Sexta Raza Raíz, de
la historia de la aceptación plena e incondicional de la Filosofía Esotérica. Mientras
tanto, las generaciones de nuestra Quinta Raza continuarán extraviadas por sus
prejuicios y preocupaciones. Las ciencias ocultas se encontrarán con el dedo del
desprecio que las señala, y todos procurarán ridiculizarlas y aplastarlas, en nombre
y para mayor gloria del Materialismo y de su llamada Ciencia. Estos volúmenes, sin
embargo, presentan como contestación anticipada a varias de las objeciones
científicas futuras, las posiciones respectivas y verdaderas del acusador y del
acusado. A teósofos y ocultistas les acusa la opinión pública, que mantiene todavía
izada la bandera de las ciencias inductivas. Estas últimas tienen, pues, que ser
examinadas; y debe mostrarse hasta qué punto sus adelantos y descubrimientos en
el reino de las leyes naturales se oponen, no tanto a lo que pretendemos, como a los
hechos de la Naturaleza. Ha sonado ya la hora de ver si los muros de la Jericó
moderna son tan inexpugnables, que ningún son de la trompeta ocultista puede
hacerlos derrumbar.

Debe examinarse cuidadosamente todo lo que se refiera a las llamadas “Fuerzas”,


principalmente la Luz y la Electricidad, y la constitución del globo solar, así como
también las teorías referentes a la gravitación y a las nebulosas. La naturaleza del
Éter y de otros elementos debe ser discutida, contrastando las enseñanzas
científicas con las ocultistas, y revelando al mismo tiempo algunos de los principios
del Ocultismo, hasta la fecha secretos.

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Hará unos quince años, quien estas líneas escribe era la primera en repetir, como
los kabalistas, los sabios Preceptos del Catecismo Esotérico:

Cierra tu boca, no sea que hables de esto (el misterio), y tu corazón, no sea que
pienses en alta voz; y si tu corazón se te ha escapado, ponlo otra vez en su lugar,
porque tal es el objeto de nuestra alianza (40).

Y también, de las Reglas de la Iniciación.

Éste es un secreto que da la muerte; cierra tu boca, no sea que lo reveles al vulgo;
comprime tu cerebro, no sea que algo se escape del mismo y vaya a los profanos.

Pocos años después, una punta del Velo de Isis tuvo que levantarse; y ahora se ha
hecho en él otro desgarrón mayor.

Pero los antiguos errores sancionados por el tiempo -esos que se hacen cada día
más claros y evidentes- permanecen formados en batalla lo mismo ahora que
entonces. Dirigidos por un conservadorismo ciego, por la vanidad y por las
preocupaciones, hállanse constantemente en acecho, dispuestos a estrangular a
cualquier verdad que, despertando de su largo sueño de siglos, reclame la admisión.
Tal ha sido el caso siempre, desde que el hombre se ha animalizado. Que esto, en
toda ocasión, da la muerte moral a los reveladores que manifiestan a la luz
cualquiera de estas antiguas, muy antiguas verdades, es tan cierto como que da la
Vida y la Regeneración a aquellos que se hallan dispuestos a aprovechar hasta lo
poco que en la actualidad se les revela.

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GLOSARIO

DE TÉRMINOS EMPLEADOS EN LAS SIETE PRIMERAS

ESTANCIAS DEL LIBRO DE DZYAN

ESTANCIA I

AH-HI. - Jerarquía de seres espirituales. En su totalidad son las Fuerzas o


Potestades inteligentes que presiden las llamadas “leyes de la naturaleza”.

GRANDES CAUSAS DE LA DESDICHA. - Las doce nidânas o causas de existencia,


según la filosoía buddhista.

SIETE SEÑORES SUBLIMES. - Los siete Logos planetarios. Las divinidades


presidentes de las cadenas planetarias. Los creadores arcángeles de los cristianos.
Los ameshaspentas de los zoroastrianos.

PARANISHPANNA. - La absoluta perfección o paranirvâna. El estado que se


alcanza al fin de un gran período de actividad o mahâmanvantara.

OJO ABIERTO DE DANGMA. - Llamado en la India el “Ojo de Shiva”. Significa la


intensa visión espiritual del adepto o jivanmukta. No es la ordinaria clarividencia,
sino la facultad de intuición espiritual por cuyo medio se obtiene directo y seguro
conocimiento.

ALAYA. - El alma del universo, la superalma, según Emerson.

PARAMÂRTHA. - Conciencia y existencia absolutas, que son Inconsciencia y No-


Ser absolutos.

ANUPÂDAKA. - Sin padres, nacido sin progenitores. Es el nombre que en


terminología teosófica se da al segundo plano cósmico, en donde la mónada humana
tiene su verdadera morada. En la Estancia se emplea para designar el universo en su
eternal condición arrúpica, antes que lo modelaran los Constructores.

ESTANCIA II

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CONSTRUCTORES. - Los arquitectos de nuestros sistemas planetarios. Jerarquías
de inteligencias espirituales relacionadas con la formación de la materia de los
diferentes planos y el modelado de las formas. (Véase Genealogía del hombre por A.
Besant).

DEVAMÂTRI. - La “Madre de los Dioses”. Aditi o espacio cósmico.

SVABHÂVAT. - La plástica esencia que llena el universo. Es sinónimo de


mûlaprakriti, o sea la raíz de la materia, pero no la misma materia. En la Estancia,
Devamâtri y Svabhâvat se describen como si todavía no estuviesen conmovidos por
el vibratorio poder de los Constructores.

MÂTRIPADMA. - Literalmente, Madre-Loto. Es el loto un antiguo símbolo oriental


del Cosmos, popularizado a causa de que la semilla del loto contiene la perfecta
miniatura de la futura planta, denotando con ello que los espirituales prototipos de
todas las cosas existen en el mundo invisible antes que se materialicen en la tierra.

REGAZO DE MÂYÂ. - La gran ilusión. La manifestación o apariencia tras de la cual


está la única Realidad.

LOS SIETE. - Véase los “Siete Señores Sublimes” en la Estancia I.

ESTANCIA III

SÉPTIMA ETERNIDAD. - Lo mismo que eón o gran época. - Manvántara.

HUEVO VIRGEN. - Huevo eterno, del mundo o del universo. Antiguo símbolo típico
del origen del universo procedente de la indeferenciada materia del espacio. Como
con el fecundado germen del huevo, así con la despertada energía creadora cósmica
comienza la acción y reacción y surgen del “arrúpico vacío”, las formas del Cosmos.
El proceso que se observa en el desarrollo de la célula germinal es el que mejor idea
da de la obra de los invisibles constructores que actúan en los radios del huevo del
mundo.

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OEAOHOO. - Místico nombre de siete vocales que significa el Uno; el Padre-Madre
de los dioses, el “Seis en Uno”, o la Raíz septenaria, de la cual todo procede. En otra
acepción es el nombre de la manifestada Vida Única, de la eterna Unidad viviente.

LANÚ. - Estudiante o discípulo.

OEAHOO EL MÁS JOVEN. - Parece referirse al Îshvara de nuestro universo, el


Logos del sistema solar.

EL PADRE-MADRE TEJE UNA TELA. - En relación con la sloka 10, advertimos al


lector que observe el microscópico proceso del desenvolvimiento de la célula y la
tela tejida entre los dos cuerpos polares (negativo y positivo) de una célula viva.

LOS HIJOS. - Las Potestades, Inteligencias o Dioses de los elementos.

FOHAT. - La Doctrina Secreta lo define diciendo que es la fuerza inteligente que


enlaza el Espíritu con la Materia. Es el puente por el que las ideas de la Mente divina
pasan a imprimirse en la substancia cósmica como leyes de la naturaleza. Fohat es la
energía din|mica de la “ideación cósmica”. En las dem|s enseñanzas es Fohat la
“electricidad cósmica”, y a este efecto conviene recordar la relación entre la
electricidad y la actividad cerebral. (Véase la sloka 2 de la Estancia V).

NOTA. - Se dice que la sloka 7 de esta Estancia alude al desenvolvimiento de las


fuerzas creadoras con arreglo a la primaria ley de números; el resurgimiento de las
huestes de entidades cuya conciencia se había sumido en la del Logos solar durante
la noche del pralaya o período de inmanifestación.

ESTANCIA IV

HIJOS DEL FUEGO. - En otros tratados se les denomina Las Llamas, Hijos de la
Mente, Pitris Agnishvatta, etc. Son los que moldean la mente del hombre; los
Dadores del Fuego Divino. En todas las religiones y mitologías, el Fuego simboliza la
Divinidad. (Véase las Estancias IV y VII del tercer volumen y consúltese la
Genealogía del Hombre, de A. Besant).

OI-HA-HOU. - La Doctrina Secreta lo define diciendo que es “la permutación de


Oeaohoo, y entre los ocultistas de la India septentrional significa literalmente un

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torbellino o ciclón; pero en la Estancia denota el incesante y eterno movimiento... Es
el eterno K}rana, la siempre activa causa”.

ADI-SANAT. - Literalmente anciano primieval. Este término corresponde al


cabalístico “Anciano de los Días”.

LOS HIJOS, LOS SIETE COMBATIENTES, EL UNO, EL OCTAVO EXCLUIDO. -


Refiérese a la formación del sistema solar, no según la hipótesis de Laplace, sino por
la condensación de la materia cometaria, de cuya giratoria masa se desprendió
primeramente nuestro sol.

LOS LIPIKAS. - Literalmente escribanos o registradores del Karma; los ajustadores


o “asesores” del destino que cada hombre se forja.

NOTA. - En las slokas 3 y 4 de esta Estancia se enumera el orden de emergencia de


los diversos grados y jerarquías de las Potestades espirituales. Las Esferas,
Triángulos, Cubos, Líneas y Modeladores se refieren a los órdenes de la materia
elemental, o sean los tattvas de la filosofía hindú (Véase: Evolución de la Vida y de la
Forma, de A. Besant, y Las Fuerzas sutiles de la Naturaleza, de Rama Prasad.

ESTANCIA V

EL TORBELLINO DE FUEGO. - Fohat o Mensajero de los Dioses.

DZYU SE CONVIERTE EN FOHAT. - El verdadero conocimiento u oculta sabiduría


se convierte en Fohat o activa energía creadora del pensamiento.

TRES Y CINCO Y SIETE PASOS A TRAVÉS DE LAS SIETE REGIONES SUPERIORES


Y DE LAS SIETE INFERIORES. - Se refiere a los planos y subplanos del cosmos solar.

CHISPAS. - Átomos.

RUEDAS. - Centros de fuerza en torno a los cuales se forma la materia cósmica que,
pasando por sucesivos estados de consolidación, acaba por constituir globos.

DIVINO ARÛPA. - El universo de Pensamiento sin forma.

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CHÂYÂ LOKA. - El mundo nebuloso de forma primaria.

CUATRO SANTOS. - Los cuatro mahârâjas, devas, ángeles o regentes que presiden
y gobiernan las fuerzas cósmicas de los cuatro puntos cardinales. La cristiandad
romana mantiene esta creencia en consonancia con el ocultismo oriental. Los
gobernantes de los cuatro puntos cardinales, según la tradición cristiana son:

Norte: Arcángel Gabriel.

Este: “ Miguel.

Sur: “ Rafael.

Oeste: “ Uriel.

EL ANILLO “NO SE PASA”. - Tiene varios significados ocultos. En la Estancia se


puede interpretar exactamente, diciendo que significa el límite de conciencia de
todas las entidades pertenecientes a nuestro sistema. Si consideramos la vasta área
del sistema solar coextensiva con el aura del Logos solar, la superficie de esta gran
esfera sería el “Anillo No se Pasa” o extremo límite de la conciencia de todas las
entidades evolucionantes en el sistema, porque en esta aura “vivimos, nos movemos
y tenemos nuestro ser”.

KALPA. - Período de manifestación.

EL GRAN DÍA “SED CON NOSOTROS”. - El descanso de pralaya o paranirvâna, que


corresponde al Día del Juicio según los cristianos.

ESTANCIA VI

KWAN -YIN, KWAN-SHAI-YIN, KWAN-YIN-TIEN. - H. P. Blavatsky dice que esta


Estancia está traducida de un texto chino, y los nombres citados no tienen
equivalente en los idiomas europeos, sin que esté permitido publicar la verdadera
nomenclatura esotérica.

SIEN TCHAN . - Nuestro Universo.

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EL VELOZ Y RADIANTE UNO. - Fohat.

CENTROS DE LAYA. - Puntos o núcleos en que principia la diferenciación.

GÉRMENES ELEMENTALES. - Los átomos según los científicos.

DE LOS SIETE. - Los “Elementos” necesarios para completar los sentidos.

TSAN. - Fracción.

EN LA CUARTA. - Significa la cuarta raza o raza atlante. (Véase La Doctrina Secreta,


volumen III, para mayor información).

LAS RUEDAS MÁS ANTIGUAS. - Se refiere a los mundos o globos de esta cadena
planetaria en sus primitivos períodos de manifestación.

BATALLAS REÑIDAS. - Las antiguas cosmogonías y mitologías nos hablan de “la


guerra en el cielo”. El comentario ocultista dice así: “Esparcidos por el espacio, sin
orden ni sistema, los gérmenes de los mundos entrechocaron frecuentemente hasta
su final agregación y después vagaron (cometas). Entonces comenzaron las batallas
y peleas. Los más viejos (cuerpos) atrajeron a los más jóvenes, mientras que otros
los rechazaban. Muchos perecieron devorados por sus fuertes compañeros. Los que
escaparon se convirtieron en mundos”. Todo esto puede considerarse
cuidadosamente en relación con ciertos problemas astronómicos no resueltos
todavía.

PEQUEÑA RUEDA. - Nuestra cadena de globos.

NOTA. - La fraseología de la sloka 4 de esta Estancia debe ser cuidadosamente


considerada a la luz de los modernos conceptos astronómicos, que están
invalidando la hipótesis de Laplace sobre la formación del sistema solar. En este
punto difiere el argumento de las Estancias. Los restantes versículos contenidos en
el volumen primero de La Doctrina Secreta se refieren únicamente a la evolución de
nuestra Tierra y sus habitantes.

ESTANCIA VII

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CUARTO RAYO. - Nuestra Tierra; el cuarto globo de cadena.

ESPÍRITU-MADRE. - Atman.

ESPIRITUAL. - Atma-Buddhi.

PRIMER SEÑOR. - Îshvara o Logos solar.

SIETE RESPLANDECIENTES. - Los siete Logos planetarios o Logos creadores.

BHÛMI. - La Tierra.

SAPTAPARNA. Una sagrada planta de siete hojas que simboliza al hombre como
ser constituido por siete principios.

LLAMA DE TRES LENGUAS. - La inmortal Tríada espiritual: Atma-Buddhi-Manas.

LOS PABILOS Y CHISPAS. - Las Mónadas humanas.

SIETE MUNDOS DE MÂYÂ. - Los siete globos de la cadena planetaria, y también las
siete rondas.

QUÍNTUPLE LHA. - Los Hijos de la Mente o Pitris Agnishvâtta.

PEZ, PECADO Y SOMA. - Tres ocultos “símbolos del Ser inmortal”, del que no da
mayor explicación el comentario.

PRIMER NACIDO. - El hombre primitivo. Puede significar también la primera raza.

SILENCIOSO VIGILANTE. - La Mónada. El interno dios del hombre.

SOMBRA. - Los transitorios vehículos de la Mónada.

CAMBIO. - Reencarnación o renacimiento.

VÂHAN. - Vehículo.

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CONSTRUCTORES. - En este pasaje son los seres celestiales que encarnaron entre
las primeras razas humanas para gobernarlas e instruirlas en calidad de reyes
divinos, sacerdotes o caudillos.

NOTA. - La sloka I de esta Estancia se refiere a las Jerarquías de Potestades


creadoras. (Para el estudio de esta Estancia será muy conveniente consultar la obra
de A. Besant, Genealogía del hombre).

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NOTAS

AL LECTOR

1) El Índice de referencia no ha sido traducido aún a nuestro idioma (N. del E.).

Francisco Montoliu y de Togores, primer presidente de la “Rama de la Sociedad


Teosófica” en Madrid, tradujo una gran parte de LA DOCTRINA SECRETA de la
segunda edición inglesa. A su muerte, en 1892, y cuando ya había aparecido la
tercera edición de dicha obra, varios teósofos emprendieron una nueva traducción,
la cual fue publicada en dos tomos (Madrid, 1895 y 1898) y completada por la
señora A. Besant con documentos inéditos dejados por H. P. B., los que fueron
traducidos luego por Federico Climent Terrer y publicados en un tercer tomo por la
Biblioteca Orientalista de R. Maynadé (Barcelona, 1911). Entre los teósofos que se
ocuparon de la traducción de los dos primeros tomos figuraron los señores Melián,
Dorestes, Díaz Pérez, Xifré, Treviño, hermanos Molano y González Blanco. (Datos
tomados de la obra Simbología Arcaica de Mario Roso de Luna, editorial Pueyo,
Madrid, 1921). (N. del E.)

PREFACIO DE LA TERCERA EDICIÓN REVISADA

1) Para la transliteración castellana del sánscrito se ha seguido la pauta adoptada


para el Glosario Teosófico de H. P. Blavatsky, lo cual permitirá encontrar fácilmente
el significado de numerosas palabras sánscritas que figuran en la presente obra. (N.
de los Traductores.)

2) El estudiante puede recurrir al Glosario Teosófico, publicado en español por el


erudito Dr. José Roviralta Borrell, como factor auxiliar y eficaz para el provechoso
estudio de la presente obra. (N. del E.)

3) El Índice de referencia no ha sido traducido aún a nuestro idioma. (N. del E.)

H. P. BLAVATSKY: UN ESBOZO DE SU VIDA

1) Véase el prefacio a la edición de 1888.

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2) Originalmente, en el Cap. 11 de los Estatutos.

3) En el Preámbulo original.

CÓMO FUE ESCRITA LA DOCTRINA SECRETA

1) Coronel Olcott, Diary.

2) Ibid. 24 de mayo.

3) Ibid.

4) Ibid. Véase también Old Diary Leaves, II, pág. 90.

5) The Letters of H. P. Blavatsky to A. P. Sinnett, editado por A. T. Barker, pág. 64


(1925).

6) Reminiscences of H. P. Blavatsky and the “Secret Doctrine”, por la Condesa C.


Wachtmeister y otros, pág. 96 (1893).

7) The Letters of H. P. Blavatsky to A. P. Sinnett, páginas 87-9.

8) Reminiscences, pág. 102.

9) Figura su criptograma únicamente en el Diary.

10) Oakley era Mr. A. J. Coper-Oakley. Véase también Old Diary Leaves, III, págs.
199-200.

11) The Theosophist, marzo 1925, pág. 784.

12) Letters from the Masters of Wisdom (Segunda Serie). Transcripta y anotada por
C. Jinarâjadâsa, pág. 126 (1925).

13) “El Maestro y Kashmiri le dictaban por turno”, H. P. B. a H. S. O., 6 de junio de


1886.

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14) Reminiscences, pág. 23.

15) Ibid., p|g. 24. “Ella copia todo”, escribió H. P. B. a H. S. O. el 6 de enero de 1886.

16) Ibid., pág. 33.

17) Ibid., pág. 35. Véase Lucifer, pág. 355 (1888).

18) Ibid., pág. 41.

19) Ibid., pág. 48.

20) Ibid., pág. 55.

21) H. P. B. a H. S. O., 25 de noviembre de 1885.

22) Publicada en The Theosophist, de agosto 1931, págs. 664-8.

23) Letters of H. P. B. to A. P. S., págs. 194-5.

24) Ibid., pág. 244.

25) Ibid., pág . 294.

26) H. P. B. a H. S. O., reproducida en The Theosophist, mayo 1908, pág. 756.

27) George Redway, Editores, Londres.

28) Mr. Judge aconsejó a H. P. B. protegiera su DOCTRINA SECRETA en los Estados


Unidos; teniendo en cuenta que ella era ciudadana norteamericana, esto podía ser
hecho. (Ella se naturalizó en 1879.) Letters of H. P. B. to A. P. S., pág. 244.

29) Letters of H. P. B. to A. P. S., pág. 221.

30) The Theosophist, marzo 1909, p|g. 588. “Echoes from the Past”.
31) El “Viejo Señor” era el Maestro Júpiter, el Rishi Agastya. Carta de H. P. B. a H. S.
O. del 21 de octubre de 1886.

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32) Diary.

33) General Report, 1886, pág. 8.

34) Old Diary Leaves, III, pág. 385.

35) Edición de 1888, pág. XVII; edición de 1893, pág. 1. Véase The Theosophist,
agosto 1931, págs. 601-7, donde se reproduce esta parte del primitivo bosquejo.

36) Edición de 1888, pág. XIII; 1893, pág. 25.

37) The Theosophist, julio 1931, pág. 429. Una serie ulterior fue publicada en The
Theosophist, LIV (1), 1932-33, págs. 27, 140, 265, 397, 538 y 623.

38) Véase The Theosophist, marzo 1925, págs. 781-3, donde C. Jinarâjadâsa se
refiere al contenido del manuscrito.

39) The Theosophist, enero 1887, Suplemento, pág. XVIII.

40) General Report, 1886, pág. 8.

41) Reminiscences, págs. 94-7.

42) Reproducido en The Theosophist, agosto 1931, pág. 683.

43) Letters of H. P. B. to A. P. S., págs. 226-7.

44) Ibid., pág. 224.

45) Reminiscences, pág. 73.

46) Ibid., pág. 75.

47) Ibid., págs. 96-7.

48) Reminiscences, págs. 92-3. (Véase también The Theosophist de setiembre 1931.
p|g. 708, “Reminiscences of H. P. B.” por Bertram Keightley.)

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49) Ibid., pág. 94.

50) A. Keightley, The Theosophist, julio 1889, pág. 598.

51) The Theosophist, octubre 1887, pág. 62.

52) General Report, 1887, pág. 9.

53) De una carta existente en los Archivos, fechada el 24 de febrero de 1888.

54) The Path, febrero 1888, págs. 354-5.

55) The Path, junio 1888, págs. 97-8.

56) The Theosophist, mayo 1888, Suplemento, pág. XXXVII.

57) THE SECRET DOCTRINE, Vol. II, edición de 1888, pág. 441. En la edición de
1893, nota al pie de la página 460.

58) Reproducido en Letters from the Masters of the Wisdom, compilado por C.
Jinarâjadâsa, pág. 54 (1919).

59) H. P. B. en “My Books”, Lucifer, mayo 1891, pág. 246.

60) Reminiscences, pág. 94.

61) The Theosophist, noviembre 1888, pág. 69.

62) Reminiscences, pág. 85.

63) En la edición de 1888 pág. XVII; en la de 1893, pág. 29.

63) The Theosophist, diciembre 1888, Suplemento, pág. XXX.

65) Citado en Lucifer, diciembre 1888, pág. 346.


66) Volumen I, pág. VII. En la edición de 1893 esta última frase es omitida, pág. XIX.
Véase también pág. 369 de la edición de 1888 y pág. 386 de la de 1893, para una
referencia más amplia al Volumen III.

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67) Volumen II, pág. 437, edición de 1888.

68) Volumen I, pág. 52 en la edición de 1888. Véase el Volumen III, 1893, pág. 376
y siguientes.

69) Volumen III, pág. 359 y siguientes.

70) Reminiscences, pág. 68.

71) Volumen II, págs. 797-8, edición de 1888.

72) G. R. S. Mead en Lucifer, julio 1897, pág. 353.

73) Marzo 1890, pág. 7.

74) G. R. S. Mead en Lucifer, julio 1897, pág. 354.

75) Véase The Vahan, diciembre 1891, pág. 8; The Theosophist, diciembre,
Suplemento, pág. XXXII; y The Path, diciembre 1897, pág. 296.

76) G. R. S. Mead en Lucifer, julio 1897, pág. 353.

77) Prefacio a la Tercera Edición Revisada, 1893.

78) Junio 1896, pág. 273.

79) Julio 1896, pág. 361.

80) Agosto 1896, pág. 449 y siguientes.

81) Véase The Theosophist, setiembre 1897, pág. 766.

82) Agosto 1931, pág. 560.

83) The Theosophist, marzo 1922, pág. 534.

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84) Declaraciones de James Morgan Pryse en The Canadian Theosophist, setiembre
1926, págs. 140-1. Pryse tuvo a su cargo The Theosophical Publishing Company Ltd.,
que publicó LA DOCTRINA SECRETA y otra literatura teosófica.

85) Mayo 1895, págs. 179-81.

INTRODUCCIÓN

1) Véase The Theosophist de junio de 1883.

2) Prefacio de la edición original.

3) Cambios o modificaciones. (N. de los Traductores).

4) Dan, en la moderna fonética china y tibetana Chhan, es el nombre general de las


escuelas esotéricas y su literatura. En los antiguos libros, la palabra Janna se define
como “la reforma de uno mismo por medio de la meditación y el conocimiento”, un
segundo nacimiento interno. De aquí Dzan Djan fonéticamente, el Libro de Dzyan.
Véase Edkins, Chinese Buddhism, pág. 129, nota.

5) Mr. Beglor, ingeniero jefe en Buddha Gâya y arqueólogo distinguido, fue el


primero en descubrirla, según creemos .

6) Véase Isis sin Velo, vol. II.

7) Introduction to the Science of Religion, pág. 23.

8) Ain i Akbâri, traducido por el Dr. Blochmann, citado por Max Müller, ob. cit.

9) Tao-te-King, pág. XXVII.

10) Max Müller, ob. cit., pág. 114.

11) Eusebio.

12) Encontradas y demostradas únicamente ahora, merced a los descubrimientos


verificados por George Smith (véase su Chaldean Account of Genesis); y que, gracias a
aquel falsificador armenio, han extraviado a todas las “naciones civilizadas” durante

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unos 1.500 años, haciéndoles aceptar las derivaciones judías como directa
Revelación Divina.

13) Egypt’s Place in History, I, 200.

14) Spence Hardy: The Legends and Theories of the Buddhists, pág. 66.

15) E. Schlagintweit: Buddhism in Tibet, pág. 77.

16) Lassen : (Ind. Altertumskunde, II, 1072), habla de un monasterio buddhista


erigido en los montes Khilâs el año 137 antes de nuestra era; y el General
Cunningham, de otro anterior.

17) Rev. J. Edkins: Chinese Buddhism, pág. 87.

18) Véanse como ejemplo los discursos de Max Müller.

19) Ob. cit., pág. 118.

20) Ob. cit., pág. 318.

21) Asiatic Researches, I, pág. 272.

22) Extranjeros, no pertenecientes a la raza aria. (N. de los Traductores.)

23) Véase Max Müller, ob. cit., pág. 288 y sig. Esto se refiere a la hábil falsificación
en hojas insertas en un antiguo monasterio puránico, escritas en sánscrito arcaico y
correcto, de todo cuanto los panditas habían oído al Coronel Wilford acerca de Adam
y Abraham, Noé y sus tres hijos, etc.

24) De una conferencia de N. M. Prjevalsky.

25) Lün-Yü (- I. a.), Schott: Chinesische Literatur, pág. 7, citado por Max Müller.

26) Life and Teachings of Confucius, pág. 96.

27) En la edición de 1888 decía: “en el Volumen III de esta obra”.

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28) Ob. cit., pág. 257.

29) De la primera edición inglesa.

30) El nombre es usado en el sentido de la palabra griega ánthropos.

31) El rabino Jeshoshua Ben Chananea, que murió hacia el año 72 de nuestra Era,
declaró abiertamente que había hecho “milagros” por medio del libro Sepher-
Yetzirah, y desafiaba a los escépticos. Franck, citando el Talmud babilónico, habla de
otros dos taumaturgos, los rabinos Chanina y Oshoi. (Véase Jerusalem Talmud,
Sanhedrín, cap. VII, &; y Franck, Die Kabalah, págs. 55, 56.) Muchos de los ocultistas,
alquimistas y kabalistas de la Edad Media han pretendido lo mismo, y aun el último
mago moderno, Eliphas Lévi, lo asegura públicamente en sus obras sobre magia.

32) Publicóse la primera edición original de LA DOCTRINA SECRETA en 1888. (N.


del T.)

PROEMIO

PÁGINAS DE UNOS ANALES PREHISTÓRICOS

1) Casi no es necesario recordar al lector que las expresiones Pensamiento Divino,


Mente Universal no deben considerarse determinando ni aun vagamente un proceso
intelectual parecido al que se manifiesta en el hombre. Lo “Inconsciente”, según von
Hartmann, llegó al vasto plan de la creación, o m|s bien de la evolución, “por medio
de una sabiduría clarividente superior a toda conciencia”, la cual, en el lenguaje
vedantino, significa Sabiduría absoluta. Únicamente los que conocen lo mucho que
se remonta la intuición sobre los lentos procedimientos del raciocinio, podrán
formarse el más débil concepto de aquella absoluta Sabiduría, que trasciende las
ideas de Tiempo y Espacio. La mente, tal cual la conocemos, se resuelve en una serie
de estados de conciencia, cuya duración, intensidad, complejidad y demás
cualidades son variables, fundados todos en la sensación, en último término, la cual
a su vez es Mâyâ. La sensación, además, implica necesariamente limitación. El Dios
personal del Deísmo ortodoxo, percibe, piensa y es afectado por la emoción; se
arrepiente y experimenta “fiera cólera”. Pero la noción de semejantes estados
mentales lleva claramente consigo el inconcebible postulado de la exterioridad de
los estímulos excitantes, por no decir nada de la imposibilidad de atribuir la
inmutabilidad a un ser cuyas emociones fluctúan con los sucesos que tienen lugar en

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los mundos que preside. El concepto de un Dios Personal como inmutable e infinito,
es, por lo tanto, antipsicológico, y lo que es peor, antifilosófico.

2) Platón demuestra ser un Iniciado cuando dice en Cratylus, que ... es derivado del
verbo ...., mover, correr, porque los primeros astrónomos que observaron los
movimientos de los cuerpos celestes, llamaron a los planetas ...., dioses. Más tarde la
palabra ha producido otra .... - el aliento de Dios.

3) Los nominalistas, arguyendo con Berkeley que “es imposible... formarse la idea
abstracta del movimiento independientemente del cuerpo que se mueve” (Principles
of Human Knowledge, Introducción, párrafo 10), pueden preguntar: ¿Qué es el
cuerpo productor de tal movimiento? ¿Es una substancia? ¿Entonces creéis en un
Dios Personal?, etc. A esto se contestará después, en parte avanzada de este libro;
mientras tanto reclamamos nuestros derechos de concepcionalistas como opuestos
a las opiniones materialistas de Roscelini, respecto al Realismo y al Nominalismo.
“¿Ha revelado algo la ciencia -dice Edward Clodd, uno de sus más hábiles
defensores- que debilite o se oponga a las antiguas palabras en que se encuentra
expresada la esencia de todas las religiones pasadas, presentes o futuras; esto es,
conducirse con rectitud, ser compasivo y permanecer humilde ante Dios?” Y
estamos conformes con tal que entendamos por la palabra Dios, no el crudo
antropomorfismo, que es todavía la columna vertebral de nuestra teología corriente,
sino el simbólico concepto de aquello que es Vida y Movimiento del Universo,
conocer lo cual, en el orden físico, es conocer el tiempo pasado, presente y futuro, en
la existencia de las sucesiones de fenómenos; y conocer lo cual, en el orden moral, es
conocer lo que ha sido, es y será, dentro de la humana conciencia. (Véase Science and
the Emotions. Discurso pronunciado en la South Place Chapel, Finsbury, London,
diciembre 27, 1885).

4) Isis Unveiled, II, págs. 264-65.

5) Rig Veda.

6) Los matemáticos occidentales y algunos kabalistas americanos dicen que


también en la Kabalah “el valor del nombre Jehovah es el del diámetro de un
círculo”. Añ|dase a esto que Jehovah es el tercero de los Sephiroth, Binah, palabra
femenina, y se tendrá la clave del misterio. Este nombre, que es andrógino en los
primeros capítulos del Génesis, se convierte por medio de ciertas transformaciones
kabalistas, en masculino, cainita y fálico. La elección de una deidad entre los dioses

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paganos, el constituirla en un dios nacional para invocarla como al “Dios Uno Vivo”,
el “Dios de los Dioses”, y el proclamar este culto monoteísta, no puede convertir a tal
deidad en el Principio Uno, cuya “Unidad no admite multiplicidad, cambio, ni forma”,
ni mucho menos en el caso de una deidad priápica, como hoy se ha demostrado que
es Jehovah.

7) Véase la muy significativa obra The Source of Measures, en donde el autor


explica la significación verdadera de la palabra Sacr’, de la cual se derivan “sagrado”,
“sacramento”, palabras que han venido a ser sinónimos de santidad, aunque son
puramente fálicas.

8) Mândûkya Upanishad, I, 28.

9) Bodhimür: Libro II.

10) Véase el Vedânta Sâra, por el Mayor G. A. Jacob, así como también The
Aphorisms of Shândilya, traducidos por Cowell, página 42.

11) Aitareya Upanishad.

12) Sin embargo, orientalistas cristianos llenos de prejuicios, y más bien fanáticos
que otra cosa, pretenden probar que esto es puro ateísmo. Como prueba de esto,
véase Vedânta Sâra, del Mayor Jacob. Y, sin embargo, la antigüedad entera repite
este pensamiento:

Omnis enim per se divom natura necesse est

Immortali aevo summa cum pace fruatir

según dice Lucrecio; - un concepto puramente vedantino.

13) Los mismos nombres de las dos principales deidades, Brahmâ y Vishnu, hace
tiempo que debían haber sugerido sus significaciones esotéricas. Brahman o Brahm,
es derivado por algunos de la raíz brih, crecer o desplegar (véase Calcutta Review,
vol. LXVI, pág. 14); Vishnu, de la raíz wish, penetrar, entrar en la naturaleza de la
esencia; siendo así Brahmâ-Vishnu el Espacio infinito, del cual los Dioses, los Rishis,
los Manus y todo en este Universo, son simplemente las potencias (Vibhûtayah).

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14) Véase en Manu la relación de Brahmâ separando su cuerpo en macho y en
hembra; esta última la hembra Vâch, en quien crea a Virâj; y compárese esto con el
esoterismo de los capítulos II, III y IV del Génesis.

15) El Ocultismo, ciertamente, se halla “en la atmósfera” al final de este nuestro


siglo. Entre otras muchas obras recientemente publicadas, recomendamos
especialmente una a los estudiantes del Ocultismo teórico que no quieran
aventurarse más allá de la esfera de nuestro plano humano particular. Su título es:
New Aspects of Life and Religion, por Henry Pratt, M. D. Está llena de dogmas y
filosofía esotéricos; esta última más bien limitada en sus capítulos finales, por lo que
parece un espíritu de positivismo condicionado. Sin embargo, lo que dice del
espacio, como “Causa Primera Desconocida”, merece citarse:

“Este algo desconocido, reconocido así como forma corpórea primaria de la Unidad
Simple, e identificado con ella, es invisible e impalpable” (como espacio abstracto,
concedido); y puesto que es invisible e impalpable, es, por lo tanto, incognoscible. Y
esta incognoscibilidad ha conducido al error de suponer que es un simple vacío, una
mera capacidad receptiva. Pero aun considerado como vacío absoluto, tiene que
admitirse que el espacio es, o ya existente por sí mismo, infinito y eterno, o bien que
haya tenido una primera causa fuera de él, detr|s y m|s all| de él mismo”.

“Y sin embargo, aun cuando tal causa pudiera encontrarse y definirse, esto
equivaldría tan sólo a transferir a ella los atributos que de otra manera
corresponden al espacio, no haciéndose así más que rechazar la dificultad del origen
un paso más atrás, sin obtener ninguna luz más en cuanto a la causa primera”. (Ob.
cit., pág. 5).

Esto es precisamente lo que han hecho los creyentes en un Creador


antropomórfico, puesto en el lugar de un Dios intracósmico. Muchos, y aun podemos
decir que la mayor parte de los asuntos tratados por el Dr. Pratt, son antiguas ideas
y teorías kabalistas que presenta en una forma completamente nueva: “Nuevos
Aspectos” de lo Oculto en la Naturaleza, ciertamente. El espacio, sin embargo,
considerado como una Unidad Substancial (la Fuente viviente de la Vida), es, como
la causa sin causa Desconocida, el más antiguo dogma del Ocultismo, millares de
años más antiguo que el Pater-AEther de los griegos y latinos. Así son la “Fuerza y la
Materia, como Potencias del Espacio, inseparables y reveladoras incógnitas de lo
desconocido”. Todas ellas se encuentran en la filosofía aria, personificadas por
Vizvakarman, Indra, -Vishnu, etc., etc. Sin embargo, están expresadas, muy

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filosóficamente y bajo muchos aspectos no comunes, en la obra anteriormente
citada.

16) En oposición al Universo manifestado de la materia, la palabra Mûlaprakriti


(de mûla, raíz, y prakriti, naturaleza), o la materia primordial no manifestada -
llamada por los alquimistas occidentales Tierra de Adam- es aplicada por los
vedantinos a Parabrahman. La materia es dual en la metafísica religiosa, y
septenaria en las enseñanzas esotéricas, como toda otra cosa en el Universo. Como
Mûlaprakriti, es no diferenciada y eterna; como Vyakta, viene a ser diferenciada y
condicionada según el Shvetâshvatâra Upanishad, I, 8, y el Devî Bhâgavata Purâna. El
autor de las cuatro conferencias sobre el Bhagavad Gitâ, dice hablando de
Mûlaprakriti: “Desde su (del Logos) punto de vista objetivo, Parabrahman le aparece
como Mûlaprakriti... Por supuesto, que este Mûlaprakriti es material para él, como
cualquier objeto material lo es para nosotros... Parabrahman es una realidad
incondicionada y absoluta, y Mûlaprakriti es una especie de velo echado sobre
aquél”. (Theosophist, vol. VII, pág. 304).

17) Considerando la filosofía esotérica como Mâyâ (o la ilusión de la ignorancia),


todas las cosas finitas, debe necesariamente mirar del mismo modo todos los
cuerpos y planetas intracósmicos, viendo que son algo organizado, y por lo tanto,
finito. Así pues, la expresión “procede de fuera adentro, etc.”, se refiere en la primera
cláusula a la aurora del Mahâmanvantara, o gran nueva evolución, después de una
de las disoluciones periódicas completas de todas las formas compuestas de la
naturaleza en su última esencia o elemento, desde el planeta a la molécula; y en su
segunda cláusula, al Manvántara parcial o local, el cual puede ser solar o tan sólo
planetario.

18) Por Centro se entiende un centro de energía o un foco cósmico: cuando la


llamada “Creación”, o formación de un planeta, es verificada por la fuerza que los
ocultistas designan como Vida, y la ciencia como Energía, entonces el proceso tiene
lugar de dentro afuera, considerándose que todos los átomos contienen en sí
mismos la energía creadora del Aliento divino. Así es que, mientras después de un
Pralaya Absoluto, cuando el material preexistente consiste sólo de Un Elemento y el
Aliento “est| en todas partes”, este último obra de fuera adentro, después de un
Pralaya Menor, habiendo permanecido todo en statu quo -en un estado de
enfriamiento por decirlo así, como la luna- al primer estremecimiento del
Manvántara, el planeta o planetas comienzan su vuelta a la vida de dentro afuera.

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19) Es curioso observar cómo, en los cielos evolucionarios de las ideas, el
pensamiento antiguo parece reflejarse en la especulación moderna. ¿Había leído y
estudiado Mr. Herbert Spencer a los antiguos filósofos indos, cuando escribió cierto
pasaje en sus First Principles (pág. 482) ? O es, acaso, un relámpago independiente
de percepción interna, lo que le hace decir semicorrectamente: “Estando fijados en
cantidad (?) el movimiento lo mismo que la materia, parece que al llegar a un límite
en cualquiera dirección el cambio de la distribución de la materia llevado a cabo por
el movimiento (?), este último elemento indestructible habría de necesitar una
distribución en sentido inverso. Al parecer, las fuerzas universalmente coexistentes
de atracción y de repulsión, que, como hemos visto, actúan rítmicamente en todos
los cambios menores del Universo entero, actúan también rítmicamente en la
totalidad de sus cambios, produciendo unas veces un período inconmensurable
durante el cual, predominando las fuerzas repulsivas, causan la difusión universal -
eran alternas de evolución y disolución”.

20) Cualesquiera que sean las opiniones de la ciencia física sobre este asunto, la
ciencia oculta ha enseñado durante largos períodos que Âkâsha (del cual el Éter es
la forma más grosera), el quinto Principio Cósmico universal -al cual corresponde, y
del cual procede el Manas humano- es, cósmicamente, una materia radiante, fría,
diatérmana y plástica, creadora en su naturaleza física, correlativa en sus aspectos y
creadora es llamada la Sub-Raíz; y en conjunción con el calor radiante, “vuelve a la
vida mundos muertos”. En su aspecto superior, es el Alma del Mundo; en su aspecto
inferior, es el Destructor.

21) Hypoth, 1675.

22) Seidad: neologismo que nos hemos visto obligados a introducir para traducir la
palabra inglesa Be-ness, que es también un neologismo. Indica el algo que hace que
el Ser sea; la cualidad del Ser. (N. del T.)

23) “Primera”, presupone necesariamente algo que “es lo primero aparecido”, “lo
primero en tiempo, espacio y categoría”; y, por lo tanto, finito y condicionado. Lo
“primero” no puede ser lo Absoluto, porque es una manifestación. Así pues, el
Ocultismo oriental llama al Todo Abstracto la Causa Una sin Causa, la Raíz sin Raíz, y
aplica el nombre “Primera Causa” al Logos, en el sentido que Platón da a esta
palabra.

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24) Véanse las cuatro eruditas conferencias de T. Subba Row, sobre el Bhagavad
Gitâ, en The Tehosophist de febrero de 1887.

25) Llamados Arcángeles, Serafines, etc., por la Teología cristiana.

26) “Peregrino” es el nombre dado a nuestra Mónada (los Dos en uno) durante su
ciclo de encarnaciones. Es el único Principio inmortal y eterno que existe en
nosotros, siendo una porción indivisible del todo integral, el Espíritu Universal, del
cual emana, y en el cual es absorbida al final del ciclo. Cuando se dice que emana del
Espíritu Uno, se emplea una expresión tosca e incorrecta, por falta de palabras
propias. Los vedantinos la llaman Sûtrâtmâ (Alma-Hilo); pero sus explicaciones
difieren algo de las de los ocultistas; explicar estas diferencias es asunto de los
vedantinos.

27) No son los organismos físicos los que permanecen en statu quo, y menos aún
sus principios psíquicos, durante los grandes Pralayas Cósmicos o los Solares, sino
únicamente sus fotografías, âkâshicas o astrales. Pero durante los Pralayas Menores,
los planetas, una vez sumidos en la “Noche”, permanecen intactos, aun que muertos,
a la manera de un enorme animal que, sepultado en los hielos polares, se conserva lo
mismo durante largos períodos.

28) Esto es: Brahmâ, Vishnu y Shiva. (N. de los Traductores).

29) Spencer, a pesar de que lo mismo que Schopenhauer y que von Hartmann,
únicamente reflejó un aspecto de los antiguos filósofos esotéricos, y, por lo tanto,
conduce a sus lectores a la lúgubre orilla de la desesperación gnóstica,
reverentemente formula así el gran misterio: “lo que permanece inmutable en
cantidad, aunque siempre cambiando de formas bajo estas apariencias sensibles que
el Universo nos presenta, es un poder desconocido e incognoscible, al que nos
vemos obligados a reconocer como ilimitado en el Espacio, y sin principio ni fin en el
Tiempo”. Sólo la Teología pretenciosa se atreve a medir el Infinito y a descorrer el
velo que cubre a lo Insondable e Incognoscible; jamás lo hace la Ciencia ni la
Filosofía.

PARTE PRIMERA

LA EVOLUCIÓN CÓSMICA

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LA EVOLUCIÓN CÓSMICA EN LAS SIETE ESTANCIAS DEL LIBRO DE DZYAN

ESTANCIA I

1) En la traducción inglesa del sánscrito, los números se citan en este lenguaje:


Eka, Chatur, etc. Se ha creído preferible darlos en español. (N. del T.)

COMENTARIOS

ESTANCIA I

LA NOCHE DEL UNIVERSO

1) El Espacio.

2) En el libro II, c. VIII del Vishnu Purâna, se declara: “Por inmortalidad se entiende
la existencia hasta el fin del Kalpa”; y Wilson, su traductor, observa en una nota:
“Esto, según los Vedas, es todo lo que debe comprenderse de la inmortalidad (o
eternidad) de los dioses; estos perecen al final de la disolución universal (o
Pralaya)”. Y la Filosofía Esotérica dice: “Ellos no ‘perecen’, sino que son
reabsorbidos”.

3) Seres celestiales.

4) Y, por tanto, para manifestarla.

5) Nirvâna, Nippang en China; Neibban en Birmania; Moksha en la India.


6) Nid}na y M}y}. Las Doce” Nid}nas (en tibetano Ten-brel Chug-nyi) son las
causas principales de la existencia, efectos engendrados por un encadenamiento de
causas producidas.

7) Véase Wassilief: Der Buddhismus, págs. 97-128.


8) El término “Rueda” es la expresión simbólica para un mundo o globo, lo cual
demuestra que los antiguos se daban cuenta de que nuestra Tierra era un globo que
giraba, y no un cuadrado inmóvil como han enseñado algunos Padres cristianos. La
“Gran Rueda” es la duración completa de nuestra Cadena especial de siete Globos o

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Esferas desde el principio hasta el fin; las “Pequeñas Ruedas” significan las Rondas,
de las cuales existen también siete.

9) La perfección Absoluta, Paranirvâna, que es Yong-Grub.

10) Véase Dzungarian Mani Kumbum, el “Libro de los 10.000 Preceptos”.


Consúltese también Der Buddhismus de Wassilief, págs. 327 y 357, etc.

11) Para expresarlo con mayor claridad: Tiene uno que adquirir la verdadera
Conciencia de Sí Mismo, para comprender Samvriti o el “origen de la ilusión”.
Param}rtha es el sinónimo del término Svasamvedan}, o la “reflexión que se analiza
a sí misma”. Existe una diferencia en la interpretación del significado de Param}rtha
entre los Yogâchâryas y los Madhyamikas, ninguno de los cuales, sin embargo,
explica el sentido real, verdadero y esotérico de la expresión.

12) En la India se le llama “El Ojo de Shiva”; pero m|s all| de la gran cordillera es
conocido en la fraseología esotérica por el “Ojo Abierto de Dangma”. Dangma
significa alma purificada, uno que se ha convertido en Jivanmukta, el adepto más
elevado, o m|s bien aquel a quien se le da el nombre de M{h}tma Su “Ojo Abierto” es
el ojo interno y espiritual del vidente; y la facultad que por medio del mismo se
manifiesta, no es la clarividencia como se la comprende generalmente, o sea el
poder de ver a distancia, sino más bien la facultad de intuición espiritual, por cuyo
medio se puede obtener el conocimiento directo y cierto. Esa facultad se halla
íntimamente relacionada con el “tercer ojo”, atribuido por la tradición mitológica a
ciertas razas de hombres.

13) Vishnu Purâna, I, 21.

14) Y, sin embargo, una pretendida autoridad, a saber, Sir Monier Williams,
catedrático numerario de sánscrito en Oxford, ha negado precisamente este hecho.
He aquí lo que enseñaba a su auditorio el 4 de junio de 1888, en su discurso anual
ante el Instituto Victoria de la Gran Bretaña: “En su origen, el Buddhismo se opone a
todo ascetismo solitario... para alcanzar las sublimes alturas del conocimiento. No
tenía ningún sistema de doctrina, ni oculto ni esotérico... apartado de los hombres
vulgares”. (!!) Y adem|s: “... Cuando Gautama Buddha comenzó su carrera, la última
e inferior forma de Yoga parece haber sido poco conocida”. Y luego,
contradiciéndose a sí mismo, el sabio conferenciante dice en seguida a su auditorio:
“Sabemos por el Lalita-Vistara que las diversas formas de tortura corporal, de

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propia maceración y de austeridad, eran comunes en tiempo de Gautama”. (!!) Pero
el orador parece desconocer por completo que esta especie de tortura y de propia
maceración, es precisamente la forma inferior de Yoga, Hatha Yoga, la cual era “poco
conocida”, y, sin embargo, tan “común” en tiempo de Gautama.

15) Se pretende igualmente que todas las Seis Darshanas (escuelas de filosofía)
presentan huellas de la influencia de Buddha, estando, o bien tomadas del
buddhismo, o siendo debidas a enseñanzas griegas. (Véase Weber, Max Müller, etc.)
Nosotros nos hallamos bajo la impresión de que Colebrooke, “la autoridad m|s
grande” en semejantes materias, hace largo tiempo que ha zanjado la cuestión,
demostrando que “los indos eran en este caso los maestros y no los discípulos”.

16) Alma, como base de todo, Anima Mundi.

17) Absoluto Ser y Conciencia, los cuales son Absoluto No-Ser e Inconsciencia.

18) “Paramârthasatya” es propia conciencia; Svasamvedan}, o la reflexión que se


analiza a sí misma; de dos palabras, parama por encima de todas las cosas, y artha
comprensión; significando satya el ser verdadero y absoluto, o esse. En tibetano,
Paramârthasatya es Dondampaidenpa. Lo opuesto a esta realidad absoluta, es
Samvritisata -la verdad relativa solamente-; pues Samvriti significa “falso concepto”,
y es el origen de la ilusión, M}y}; en tibetano Kundzabchidenpa, “apariencia
creadora de ilusión”.

19) Aphorisms of the Bhodhisattvas.

20) Âryâsanga fue un Adepto precristiano y fundador de una escuela esotérica


buddhista, a pesar de que Csoma de Koros le coloca, por razones que él sabrá, en el
siglo séptimo de la Era Cristiana. Ha existido otro Âryâsanga que vivió durante los
primeros siglos de nuestra Era, y lo más probable es que el sabio húngaro los
confunda.

21) Vishnu Purâna, I, pág. 20.

22) Vishnu Purâna, Wilson, I, 21; citado del Vayu Purâna

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23) Quiero decir Propia Conciencia Finita. Porque, ¿cómo puede lo Absoluto
alcanzarla sino simplemente como un aspecto, de los cuales, el más elevado de los
que conocemos, es la conciencia humana?

24) Espíritu Absoluto. (N. de los Traductores).

25) Véase Handbook of the History of Philosophy de Schwegler en la traducción de


Sterling, pág. 28.

26) Vajrapâni o Vajradhara significa poseedor del diamante; en tibetano


Dorjesempa, sempa, significando el alma; y su cualidad diamantina se refiere a su
indestructibilidad en lo futuro. La explicación con respecto a “Anup}daka” dada en
el Kâla Chakra, el primero en la división Gyut de Kanjur, es semiesotérica. Ha
conducido a los orientalistas a especulaciones erróneas respecto de los Dhyâni-
Buddhas, y sus correspondencias terrenas, los Mânuchi-Buddhas. La significación
verdadera hállase indicada en un volumen subsiguiente, y será explicada con mayor
extensión en su lugar debido.

27) Citando de nuevo a Hegel que, con Schelling, aceptó prácticamente el concepto
panteísta de los Avatâras periódicos (encarnaciones especiales del Espíritu del
Mundo en el Hombre, como se ven en el caso de todos los grandes reformadores
religiosos): “La esencia del hombre es el espíritu... únicamente despojándose de su
modo de ser finito y rindiéndose por propia voluntad a la pura conciencia de sí
mismo, es como alcanza la verdad. Cristo-hombre, como hombre en quien la Unidad
de Dios-hombre (identidad de la conciencia individual con la universal, según lo
enseñado por los vedantinos y algunos adwaitis) se manifestaba, ha presentado en
su muerte y en su historia en general, la historia eterna del Espíritu, historia que
cada hombre tiene que llevar a la práctica en sí mismo, con objeto de existir como
Espíritu”. Philosophy of History. Traducción inglesa de Sibree, pág. 340.

ESTANCIA II

LA IDEA DE DIFERENCIACIÓN

1) Chohánico, Dhyâni-Búddhico.

2) Rûpa.

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3) Arûpa.

4) “Madre de los Dioses”, Aditi o Espacio cósmico. En el Zohar, es llamada Sephira,


la Madre de los Sephiroth, y Shekinah en su forma primordial in abscondito.

5) Por esto, No-Ser es “Absoluto Ser”, en la filosofía esotérica. Según sus principios,
hasta Âdi-Buddha (Sabiduría primera o primitiva), es en un sentido Ilusión o Mâyâ
mientras está manifestada, puesto que todos los dioses, incluyendo a Brahmâ, tienen
que morir al fin de la Edad de Brahmâ; siendo la abstracción llamada Parabrahman
únicamente, la Realidad Una y Absoluta, ya la llamemos Ain Suph, o ya, como
Herbert Spencer, lo Incognoscible. La Existencia Una sin segundo es Advaita “Que no
tiene Segundo”, y todo lo dem|s es M}y}, según enseña la filosofía advaita.

6) Movimiento.

7) Wilson, I, iv.

8) Madre-Loto.

9) Expresión antipoética, pero, sin embargo, muy gráfica.

10) Gross: The Heathen Religion, pág. 195.

11) Precepts for Yoga.

12) Un vedantino de la filosofía Visishthadvaita diría que, a pesar de ser la única


Realidad independiente, Parabrahman es inseparable de su trinidad. Que Él es tres:
“Parabrahman, Chit y Achit”; siendo las dos últimas, Realidades dependientes
incapaces de existir separadamente; o para expresarlo con mayor claridad;
Parabrahman es la Substancia -inmutable, eterna e incognoscible- y Chit (Âtmâ), y
Achit (Anâtmâ) son sus cualidades, como la forma y el color son las cualidades de
cualquier objeto. Los dos son la vestidura o cuerpo, o más bien aspecto (sharira) de
Parabrahman. Pero un ocultista encontraría mucho que decir en cuanto a esta
opinión, y lo mismo un vedantino advaiti.

ESTANCIA III

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EL DESPERTAR DEL KOSMOS

1) Man es Hombre en inglés, e igual sonido con leves variantes tiene la misma
palabra en varias otras lenguas. (N. del T.)

2) Simultáneamente.

3) Se mueven.

4) Periódico.

5) Wilson, Vishnu Purâna, I, 40.

6) Triángulo.

7) Cuaternario.

8) Hiranyagarbha.

9) Las tres hipóstasis de Brahmâ o Vishnu, los tres Avasthâs.

10) El Número verdaderamente; pero jamás el Movimiento. El Movimiento es lo


que da origen al Logos, el Verbo en Ocultismo.

11) Las “Catorce cosas preciosas”. La narración o alegoría h|llase en el Shatapatha


Brâhmana y en otras obras. La Ciencia Secreta japonesa de los místicos buddhistas,
el Yamabushi, tiene “siete cosas preciosas”. M|s adelante nos ocuparemos de ellas.

12) “El original para Entendimiento es Sattva, que Shankara traduce por
Antaskarana. “Purificado” -dice- “por sacrificios y otras obras santificantes”. En el
Katha, en la página 148, dice Shankara que Sattva significa Buddhi: acepción general
de la palabra” (Bhagavad-Gitâ, etc., traducido por Kâshinath Trimbak Telang, M. A.;
citado por Max Müller, página 193). Cualquiera que sea la significación dada por las
diversas escuelas al término Sattva es el nombre dado por los ocultistas de la
escuela Âryâsanga a la Mónada dual, o Âtmâ-Buddhi; y Âtmâ-Buddhi en este plano
corresponde a Parabrahman y Mûlaprakriti en el plano superior.
13) Amrita.

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14) Anciens Fragments, de Cory, pág. 314.

15) On Rosenkranz.

16) I, 2.

17) Juan, I, 4.

18) Lanú es un alumno, un chela que estudia Esoterismo práctico.

19) “A quien tú conoces ahora como Kwan-Shai-Yin”.-Coment.

20) “Tridasha”, o treinta, tres veces diez, es una alusión a las deidades Védicas, en
números redondos, o con mayor precisión 33, un número sagrado. Son los 12
Âdityas, los 8 Vasus, los 11 Rudras y 2 Ashvins, los hijos gemelos del Sol y del Cielo.
Éste es el número fundamental del Panteón Indo, el cual enumera 33 “crores”, o
trescientos treinta millones de dioses y diosas.

21) Estrellas.

22) El espacio Superior.

23) Elemento.

24) La Sophia de los gnósticos, “la Sabiduría”, que es “la Madre” de la Ogdóada
(Aditi, en cierto sentido, con sus ocho hijos), es el Espíritu Santo y el Creador de
todo, como en los antiguos sistemas. El Padre” es una invención muy posterior. El
primero de los Logos manifestados era femenino en todas partes; la madre de los
siete poderes planetarios.

25) Véase Chinese Buddhism, por el Reverendo Joseph Edkins, que siempre cita
hechos exactos, si bien sus conclusiones son con mucha frecuencia erróneas.

26) “Eka” es Uno, en s|nscrito. Como algunas veces en el transcurso de esta obra se
citan los números en sánscrito, es conveniente que el lector los conozca: eka uno, dvi
o dvá dos, tri tes, châtur cuatro, páñchan cinco, xaz seis, sáptan siete, áxtan cocho,
návan nueve, dázan diez. (N. del T.)

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27) Libro de Sarparâjni.

28) “Dios el Padre” significa indudablemente aquí el séptimo principio en el


Hombre y en el Kosmos, siendo este principio inseparable en su Esse y Naturaleza,
del séptimo principio cósmico. En un sentido es el Logos de los griegos y el
Avalokiteshvara de los “Buddhistas” esotéricos.

29) Edición de Fitzeward Hall en la Biblioteca Índica, pág. 16.

30) Anugitâ, cap. XXVI, traducción de K. T. Telang, pág. 333.

31) Yo-ísmo o Ego-ísmo; de la voz sánscrita aham, yo.

32) Véase Abydos de Mariette, II, 63, y III, 413, 414, Nº 1.122.

33) Libro de Dzyan, III.

34) Od es la Luz pura que da la vida, o fluido magnético; Ob, el mensajero de


muerte usado por los hechiceros, el fluido dañino y malo; Aour es la síntesis de los
dos, propiamente la Luz Astral. ¿Pueden decir los filólogos por qué Od, término
usado por Reichenbach para denominar el fluido vital, es también una palabra
tibetana que significa luz, resplandor, brillantez? También significa “cielo” en un
sentido oculto. ¿De dónde viene, pues, la raíz de la palabra? Pero Âkâsha no es por
completo el Éter, sino algo mucho más elevado que éste, como se mostrará.

35) Esto es también parecido a las doctrinas de Fichte y de los panteístas


alemanes. El primero venera a Jesús como al gran maestro que inculcó la unidad del
espíritu del hombre con el Espíritu de Dios o Principio Universal (la doctrina
Advaita). Difícil es encontrar una sola especulación en la metafísica occidental que
no haya sido anticipada por la filosofía arcaica oriental. Desde Kant a Herbert
Spencer, todo se reduce únicamente a un eco más o menos desnaturalizado de las
doctrinas Dvaita, Advaita y vedantinas en general.

36) Véase el Dictionary of Hindu Mythology , de Dowson, pág. 57.

37) Que el género del ave sea cygnus, anser o pelicanus importa poco, pues es un
ave acuática flotando o nadando sobre las aguas a manera del Espíritu, y saliendo
después de aquellas aguas para dar nacimiento a otros seres. La verdadera

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significación del símbolo del Grado Dieciocho de la Rosa-Cruz, es ésta precisamente,
si bien fue más tarde poetizado en el sentimiento maternal del pelícano que se rasga
el pecho para alimentar con su sangre a sus siete pequeños.

38) La razón por la que prohibe Moisés comer el pelícano y el cisne (Deuteronomio,
XIV, 16, 17), clasificando a ambos entre las aves impuras, y permite comer
“langostas, escarabajos, cigarras y los de su especie (Levítico, XI, 22), es puramente
fisiológica, y tiene que ver con el simbolismo místico tan sólo en lo que se refiere a
que la palabra “impura”, lo mismo que cualquiera otra, no debe ser comprendida
literalmente; pues es esotérica igual que lo demás, y puede significar lo mismo
“santo” como no significarlo. Es un velo muy significativo en conexión con ciertas
supersticiones, por ejemplo, la del pueblo ruso que no come pichones; no por ser
“impuros”, sino porque se atribuye al “Espíritu Santo” el haberse aparecido en forma
de paloma.

39) El caos.

40) No los alquimistas de la Edad Media, sino los Magi y adoradores del Fuego, de
quienes los rosacruces o los filósofos per ignem, los sucesores de los teurgistas,
tomaron todas sus ideas referentes al Fuego, como elemento místico y divino.

41) Isis Unveiled, I, 146.

42) “Para” tiene el sentido de más allá de, fuera de.

43) Purusha.

44) Prakriti.

45) I, I, 7.

46) La Tela.

47) El Padre.

48) La Raíz de la Materia.

49) Los Elementos con sus respectivos Poderes o Inteligencias.

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50) Popular Astronomy, págs. 507, 508.

51) American Journal of Science, julio, 1870.

52) World Life, Winchell, págs. 83-5.

53) De los átomos.

54) El Universo.

55) La Luz Primordial.

56) Esto se dice en el sentido de que la llama de un fuego es inagotable, y de que


las luces del Universo entero podrían ser encendidas en una lamparilla de noche sin
disminuir la llama.

ESTANCIA IV

LAS JERARQUÍAS SEPTENARIAS

1) Traducción de Telang, cap. VIII, pág. 80.

2) Deuteronomio, IV, 24.

3) Tesalonicense, 2ª I, 7, 8.

4) Hechos, II, 3.

5) Apocalipsis, XIX, 13.

6) Traducción de Telang, Sacred Book of the East, VIII, 278.

7) Los Dhyân Chohans.

8) Sin forma.

9) Con Cuerpos.

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10)Los Pitris.

11) El cuatro, representado en los números ocultos por la Tetraktys, el Cuadrado


Sagrado o Perfecto, es un Número Sagrado entre los místicos de todas las naciones y
razas. Tiene la misma significación en el Brahmanismo, en el Buddhismo, en la
Kabalah y en los sistemas numéricos egipcio, caldeo y otros.

12) En la Kabalah, los mismos números, esto es, 1065, son un valor de Jehovah,
puesto que los valores numéricos de las tres letras que componen su nombre -Jod,
Vau y dos He- son respectivamente 10 (...), 6 (...) y 5 (...); o también tres veces siete,
21. “Diez es la Madre del Alma, porque la Vida y la Luz est|n en él unidas” -dice
Hermes-. “Pues el número uno ha nacido del Espíritu, y el número diez de la Materia
(el Caos femenino); la unidad ha hecho el diez, el diez la unidad” (Book of the Keys).
Por medio de la Temura, el método anagramático de la Kabalah, y el conocimiento
del 1065 (21), puede obtenerse una ciencia universal en lo referente al Cosmos y a
sus misterios (Rabbi Yogel). Los rabinos consideran los números 10, 6 y 5 como los
más sagrados de todos.

13) Hay que decir al lector que un kabalista americano ha descubierto ahora el
mismo número para los Elohims. Los judíos lo recibieron de Caldea. Véase
“Meteorología Hebrea” en la Masonic Review, julio 1885, McMillan Lodge, Nº 141.

14) En Egipto encontramos la misma expresión. Mout significa por un lado


“Madre”, y presenta el car|cter que le era asignado en la Tríada de aquel país. Era
tanto la madre como la esposa de Ammon, siendo uno de los principales títulos del
Dios el de “marido de su madre”. A la diosa Mout, o Mut, se la invoca como “Nuestra
Señora”, la “Reina de los Cielos” y de “la Tierra”, compartiendo así estos títulos con
la otra madre diosa, Isis, Hathor, etc. (Maspero).

15) Las Chispas.

16) La permutación de Oeaohoo. El significado literal de la palabra es, entre los


ocultistas orientales del Norte, un viento circular, un torbellino; pero en este caso es
un término que expresa el incesante y eterno Movimiento Cósmico, o más bien, la
Fuerza Motriz, aceptada tácitamente como la Deidad, pero jamás nombrada. Es la
eterna Kârana, la Causa siempre activa.

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17) VI, 15. El Anugitâ forma parte del Ashvamedha Parvan del Mahâbhârata. El
traductor del Bhagavad-Gitâ, editado por Max Müller, la considera como una
continuación del Bhagavad-Gitâ. Su original es uno de los Upanishads más antiguos.

18) Esto demuestra que los modernos metafísicos, sumados a todos los pasados y
presentes Hegels, Berkeleys, Schopenhauers, Hartmanns, Herbert-Spencers, y aun
los Hylo-Idealistas modernos, no son más que los pálidos copistas de la antigüedad
venerable.

19) El conocimiento de esta ley ayuda al Arhat y le permite verificar sus Siddhis o
fenómenos diversos, tales como la desintegración de la materia, el transporte de
objetos de un lugar a otro, etc.

20) Estos son antiguos Comentarios añadidos con glosas modernas a las Estancias;
pues aquéllos, con su lenguaje simbólico, son en general tan difíciles de comprender
como las Estancias mismas.

21) En una obra científica de polémica, The Modern Genesis (pág. 48), el Reverendo
W. B. Slaughter, criticando la posición asumida por los astrónomos, dice: “Es de
sentir que los defensores de esta teoría (la nebular) no hayan entrado más en la
discusión de este asunto (el principio de la rotación). Ninguno condesciende a
darnos la razón de ello. ¿De qué modo comunica a la masa un movimiento rotatorio
el enfriamiento y la contracción de la misma?” (Citado por Winchell, World-Life, pág.
94). No es la ciencia materialista quien puede resolverlo. “El Movimiento es eterno en
lo inmanifestado, y periódico, en lo manifiesto” -dice una enseñanza oculta-. “Sucede
que cuando el calor, causado por el descenso de la Llama en la materia primordial,
hace mover sus partículas, ese movimiento se convierte en Torbellino”. Una gota de
líquido asume una forma esferoidal, por moverse sus átomos en torno de sí mismos
en su esencia última, irresoluble y noumenal; irresoluble de todos modos para la
ciencia física. Más adelante se tratará ampliamente de este asunto.

22) La x, la cantidad desconocida.


23) Lo cual hace Diez, o el número perfecto, aplicado al “Creador”, el nombre dado
a la totalidad de los Creadores fundidos en Uno por los monoteístas, lo mismo que
los “Elohim”, Adam Kadmon o Sephira, la Corona, son la síntesis andrógina de los
diez Sephiroth que constituyen el símbolo del Universo manifestado en la Kabalah
vulgar. Los kabalistas esotéricos, sin embargo, siguiendo a los ocultistas orientales,
separan del resto al triángulo superior Sephirotal (o Sephira, Chokmah y Binah), con

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lo que quedan siete Sephiroth. En cuanto a Svabhâvat, los orientalistas explican el
término como significando la materia plástica universal difundida a través del
espacio, fijándose tal vez algo en el Éter de la Ciencia. Pero los ocultistas lo
identifican con “el Padre-Madre”, en el plano místico.

24) Arûpa.

25) Círculo sin límites.

26) Subjetivo, sin forma.

27) Bhâskara.

28) Esto se refiere al Pensamiento abstracto y a la Voz concreta o la manifestación


de aquél, el efecto de la causa. Adam Kadmon o el Tetragrammaton es el Logos en la
Kabalah. Por lo tanto, esta Tríada responde en la última al Triángulo más elevado de
Kether, Chokmah y Binah, siendo ésta una potencia femenina, y al mismo tiempo el
Jehovah varón, como participando de la naturaleza de Chokmah o la Sabiduría
masculina.

29) La Doctrina Secreta enseña que el Sol es una estrella central, y no un planeta.
Pero los antiguos conocían y reverenciaban siete grandes dioses, excluyendo el Sol y
la Tierra. ¿Cu|l era aquel “Dios del Misterio” que ellos ponían aparte? No Urano, por
supuesto, descubierto por Herschel en 1781. Pero, ¿no podía ser conocido por otro
nombre? Ragón dice: “Habiendo descubierto las ciencias ocultas, por medio de los
cálculos astronómicos, que el número de planetas tenía que ser siete, los antiguos
fueron llevados a introducir al Sol en la escala de las armonías celestiales, y a
hacerle ocupar el lugar vacante. Así es que cada vez que percibían una influencia que
no correspondía a ninguno de los seis planetas conocidos, la atribuían al Sol... El
error parece importante; pero no era así en los resultados prácticos, si los antiguos
astrólogos reemplazaban Urano por el Sol, que... es una Estrella central
relativamente inmóvil, que gira únicamente sobre su eje, y regula el tiempo y la
medida; y la cual no puede ser apartada de sus verdaderas funciones”. (Maconnerie
Occulte, pág. 447). La nomenclatura de los días de la semana es también errónea. “El
día del Sol debe ser el día de Urano (Urani dies, Urandi)” - añade el erudito escritor.

30) El Sistema Planetario.

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31) “El Sol gira sobre su eje siempre en la misma dirección en que los planetas
giran en sus órbitas respectivas”, nos enseña la astronomía.

32) Véase el Anugitâ, Telang, X, pág. 9; y el Aitareya Brâhmana, Hang, pág. 1.

33) Esta esencia de la materia cometaria, según enseña la Ciencia Oculta, es


completamente diferente de todos los caracteres químicos o físicos que conoce la
ciencia moderna. Es homogénea en su forma primitiva más allá de los Sistemas
Solares, y se diferencia por completo en cuanto cruza las fronteras de la región de
nuestra Tierra; viciada por las atmósferas de los planetas y por la materia ya
compuesta del material interplanetario, es heterogénea únicamente en nuestro
mundo manifestado.

34) Manas, el Principio Mente o el Alma Humana.

35) Buddhi, el Alma Divina.

36) Véase Correlation of Physical Forces, 1943, pág. 81; y Address to the B ritish
Association, 1866.

37) Existen ideas muy parecidas en The Fuel of the Sun, de Mr. W. Mattieu Williams,
y en On the Conservation of Solar Energy, del Dr. C. William Siemens (Nature, XXV,
págs. 440-444, marzo 9, 1882); así como también las expresó el Dr. P. Martín
Duncan en un discurso que pronunció como Presidente de la Sociedad Geológica en
Londres, mayo 1877. Véase World-Life, por Alexander Winchell, L. D., pág. 53 y
siguientes.

38) Cuando hablamos de Neptuno, no lo hacemos como ocultista, sino como


europea. El verdadero ocultista oriental sostiene que al paso que existen todavía
muchos planetas sin descubrir en nuestro sistema, Neptuno no pertenece al mismo
no obstante su aparente conexión con nuestro Sol y la influencia de este último
sobre él. Esta conexión es mayávica, imaginaria, dicen.
39) Verbo, Voz y Espíritu.

40) Estos son los cuatro “Inmortales” que se mencionan en el Atharva Veda como
los “Vigilantes” o Guardianes de los cuatro cuartos del cielo. (Véase capítulo LXXXVI,
1-4 y sig.).

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41) Conflict between Religion and Science, págs. 132 y 133.

42) Principles of Science, II, 455.

43) Les Mystères de l’Horoscope, El Star, pág. XI.

ESTANCIA V

FOHAT, EL HIJO DE LAS JERARQUÍAS SEPTENARIAS

1) Salmos, CIV.

2) No debe perderse de vista la diferencia entre los Constructores, los Espíritus


Planetarios y los Lipika. (Véanse las Slokas 5 y 6 de este Comentario).

3) Esto es: se halla bajo la influencia de su pensamiento director.

4) Nieblas Cósmicas.

5) El Mundo que va a ser.

6) Los Átomos.

7) Véase Esoteric Buddhism, de A. P. Sinnett; quinta edición con notas, págs. 171-
173.

8) El primero y más grande Reformador tibetano, que fundó los “Gorros


Amarillos”, Gelupkas. Nació en el distrito de Amdo, en el año 1355 de nuestra Era, y
era el Avatâra de Amitâbha, el nombre celestial de Gautama Buddha.

9) T. Subba Row, al parecer, lo identifica con el Logos y lo llama así. (Véanse sus
Lectures on the Bhagavad-Gitâ, en The Theosophist, vol. IX).
10) Faraday Lecture, 1881. Halmholtz.

11) Es bien sabido que, cuando se coloca arena sobre una placa de metal en
vibración, asume una serie de figuras regulares y curvas de varias formas. ¿Puede la
Ciencia dar una explicación completa de este hecho?

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12) Véase The Masonic Cyclopoedia, de Mackenzie, y The Pythagorean Triangle, de
Oliver.

13) Ormuzd es el Logos, el “Primogénito”, y el Sol.

14) Contra Apiom I, 25.

15) Véase Isis Unveiled, II, 430, 438.

16) Véase Hindu Classical Dictionary, de Dowson.

17) Los átomos minerales.

18) Nubes gaseosas.

19) Véase Kabbalah Denudata “De Anima”, p|g. 113.

20) “La doctrina de la rotación de la tierra sobre un eje era enseñada por Hicetas el
pitagórico probablemente 500 años antes de nuestra Era. También la enseñaban su
discípulo Ecphantus y Heráclides, discípulo de Platón. La inmovilidad del Sol y la
rotación orbital de la tierra fueron expuestas por Aristarco de Samos en 381 antes
de nuestra Era, como suposiciones de acuerdo con hechos observados. La teoría
heliocéntrica era enseñada cosa de 150 años antes de nuestra Era, por Seleuco de
Seleucia, a orillas del Tigris. (Fue enseñada 500 años antes de nuestra Era por
Pitágoras. - H. P. B.). Se dice también que Arquímedes, en una obra titulada
Psammites, inculcaba la teoría heliocéntrica. La forma esférica de la tierra fue
claramente enseñada por Aristóteles, quien apelaba a la prueba de la figura de la
sombra de la tierra sobre la Luna en los eclipses (Aristóteles, De Caelo, libro II, cap.
XIV.) La misma idea fue defendida por Plinio. (Historia Natural, II, 65). Estas
opiniones parecen haber estado perdidas para el conocimiento durante más de un
millar de años... (Winchell, World Life, 551-2).

21) On Vortex Atoms.

22) Ob. cit., 567.

23) Extractado de Principia Rerum Naturalium.

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24) Los Lipika.

25) Esto es: el Primero es ahora el Segundo Mundo.

26) El Universo Informe del Pensamiento.

27) El Mundo Umbroso de la Forma Primitiva, o lo Intelectual.

28) En el Rig Veda encontramos los nombres de Brahmanaspati y Brihaspati,


alternando y equivalente uno a otro. Véase también Brihadâranyaka Upanishad;
Brihaspati es una deidad llamada “el Padre de los Dioses”.

29) Logic, II, 125.

30) Habiendo ya dado los tres primeros.

31) Los cuatro Aspectos son el cuerpo, su vida o vitalidad, y el “doble” del cuerpo -
la tríada que desaparece con la muerte de la persona- y el Kâma Rûpa que se
desintegra en Kâma-Loka.

32) On Amos, IV.

33) Theol. Cir., I, VII.

34) Véase The Occult World, págs. 89 y 90.

35) Así, la sentencia “Natura Elementorum obtinet revelationem Dei” (en Stromata
de Clemente, IV, 6), es aplicable a ambas cosas o a ninguna. Consúltese el Zends, vol.
II, pág. 228, y Plutarco. De Iside, como comparado por Lavard. Acadèmie des
Inscriptions, 1854, vol. XV.

36) Éxodo, XXVI, XXVII.


37) Antiquities, I, VIII, cap. XXII.

38) Chinese Buddhism, pág. 216.

39) El “Hombre” fue aquí substituido por el “Dragón”. Comp|rense los Espíritus
ofitas. Los Ángeles reconocidos por la Iglesia Católica Romana, que corresponden a

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estas “Caras”, eran entre los ofitas: el Dragón, Raphael; el León, Michael; el Toro o
Buey, Uriel y el Águila, Gabriel. Los cuatro forman compañía con los cuatro
Evangelistas, y prologan los Evangelios.

40) Ezequiel, I.

41) Los judíos, a excepción de los kabalistas, no poseyendo nombres para designar
el Oriente, el Occidente, el Sur y el Norte, expresaban la idea con palabras que
significaban delante, detrás, derecha e izquierda, y con mucha frecuencia confundían
exotéricamente los términos, haciendo así aun más confusos los velos de la Biblia y
su interpretación más difícil. Añádase a este hecho el que de los cuarenta y siete
traductores de la Biblia en Inglaterra, en tiempo del Rey Jaime, únicamente tres
comprendían el hebreo, y de estos murieron dos antes de concluir la traducción de
los Salmos” (Royal Masonic Cyclopoedia), y se comprenderá fácilmente la confianza
que puede inspirar la versión inglesa de la Biblia. En esta obra se sigue en general la
versión Católico-Romana de Douay.

42) La línea vertical o número I.

43) Círculo.

44) Como también para los que, etc.

45) El Mundo Informe y el Mundo de Formas.

46) The Theosophist, febrero 1877, pág. 303.

47) A estas reencarnaciones voluntarias se refiere nuestra Doctrina en los


Nirmânakâyas, los principios espirituales supervivientes de los hombres.

48) Sûkshma-Sharira, cuerpo ilusorio, “cuerpo de sueño”, de que se hallan


revestidos los Dhyânis inferiores de la Jerarquía celestial.
49) Compárase este principio esotérico con la doctrina gnóstica de Pistis-Sophia
(Conocimiento-Sabiduría), en cuyo tratado se presenta a Sophia (Achamôth) como
perdida en las aguas del Caos (materia), en su camino hacia la Luz Suprema, y a
Christos libertándola y ayudándola en el buen Sendero. Téngase en cuenta que
“Christos”, entre los gnósticos, significa el Principio Impersonal, el Âtman del
Universo y el Âtmâ dentro del alma de cada hombre, no Jesús; si bien en el antiguo

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manuscrito copto del Museo Brit|nico, la palabra “Christos” se halla reemplazada
por “Jesús” y por otros términos.

50) Catechism of the Visishthadvaita Philosophy, por N. Bhâshyacharya, M. T. S.,


Pandita que fue de la Biblioteca de Adyar, págs. 50-1 (1890).

51) Träume eines Geistersehers, citado por C. C. Massey en su prefacio al Spiritismus


de Von Hartmann.

52) Le Livre des Morts, Paul Pierret, cap. XVII, pág. 61.

53) Véase también como dato, respecto de esta expresión peculiar, el Día de “Ven a
Nosotros”. The Funerary Ritual of the Egyptians, por el Vizconde de Rougé.

ESTANCIA VI

NUESTRO MUNDO, SU CRECIMIENTO Y DESARROLLO

1) El Caos.

2) Nuestro Universo.

3) The Theosophist, febrero 1887, pág. 305.

4) Ob. cit., pág. 306.

5) Madhya se dice de algo cuyo principio y cuyo fin son desconocidos, y Para
significa infinito. Estas expresiones se refieren a lo infinito y a la división del tiempo.

6) Ob. Cit., pág. 307.

7) Del sánscrito Laya, el punto de materia en donde ha cesado toda diferenciación.


8) Five Years of Theosophy: artículo “Dios Personal e Impersonal”, p|g. 200.

9) Elementos.

10) Fracción.

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11) Discurso presidencial ante la Sociedad Real de Químicos, marzo 1888.

12) Mundos.

13) Un período de 311.040.000.000.000 años, según los cálculos brahmánicos.

14) Véase Scientific Arena, revista mensual dedicada a las enseñanzas filosóficas
corrientes y a su influencia sobre las ideas religiosas de la época. New York, A.
Wilford Hall, Ph. D., LL. D., editor (julio, agosto y septiembre, 1886).

15) Tal es, según creemos, el nombre dado por Mr. J. W. Keely, de Filadelfia,
inventor del famoso “Motor”, a los que también llama “Centros Etéricos”; destinados,
como esperaron sus admiradores, a revolucionar la fuerza motriz del mundo.

16) La luna está muerta tan sólo en lo referente a sus “principios” internos - esto es,
psíquica y espiritualmente, por muy absurda que la afirmación pueda parecer.
Físicamente es tan sólo lo que puede ser un cuerpo semiparalizado. A ella se hace
referencia, y con razón, en el Ocultismo como a la “Madre Insana”, la gran lunática
sideral.
17) Poseyendo los ocultistas la más perfecta confianza en la exactitud de sus
propios anales, astronómicos y matemáticos, calculan la edad de la humanidad y
aseguran que los hombres (en sexos separados) han existido en esta Ronda desde
hace precisamente 18.618.727 años, como lo declaran las enseñanzas brahmánicas
y hasta algunos de los calendarios indos.

18) Se reanudan los Comentarios sobre las Estancias en la página 218.

19) En Esoteric Buddhism, 1883, y en Man; Fragments of Forgotten History, por


Two Chelas, 1885.

20) Se citan muchos más planetas en los Libros Secretos que en las obras
astronómicas modernas.
21) Pág. 42 (de la edición anterior).

22) Véase en Esoteric Buddhism: “The constitution of Man” y “The Planetary Chain”.

23) World-Life de Winchell.

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24) Pág. 113 (5ª edición).

25) Págs. 185-6.

26) La Vida.

27) El Cuerpo Etéreo o Linga Sharira.

28) Buddhi.

29) Kosha es “Envoltura” literalmente; la envoltura de cada principio.

30) Sthûla-upâdhi o base del principio.

31) Véase el Diagrama II, pág. 202.

32) Extracto de cartas del Maestro acerca de varios asuntos.

33) En esta obra no nos ocupamos de otros Globos más que incidentalmente.

34) Esoteric Buddhism , pág. 136.

35) Lucifer, mayo 1888.

36) Esoteric Buddhism (5ª edición), pág. 46.

37) Ob. cit., pág. 49.

38) Ob. cit., pág. 140.

39) Véase pág. 187.

40) El Ocultismo divide los períodos de Reposo (Pralaya) en varias clases: hay el
Pralaya individual de cada Globo, al pasar la humanidad y la vida al próximo - siete
Pralayas menores en cada Ronda; el Pralaya Planetario, cuando se han completado
siete Rondas; el Pralaya Solar, cuando todo el sistema concluye, y, finalmente, el
Pralaya Universal, Mahâ o Brahmâ Pralaya, a la conclusión de la Edad de Brahmâ.

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Estos son los principales Pralayas o “períodos de destrucción”. Existen muchos otros
menores, pero estos no nos importan ahora.

41) Págs. 48 y 49.

42) Ibid.

43) “Físico” significa aquí diferenciado para propósitos y trabajos cósmicos; aquel
“aspecto físico”, sin embargo, bien que objetivo para la percepción interna de seres
de otros planos, es, empero, completamente subjetivo para nosotros en nuestros
planos.

44) Pág. 276 y siguientes.

45) Ibid.

46) Véase el diagrama, ob. cit., pág. 277.

47) Ob. cit., págs. 273 y 274.


48) Ob. cit., págs. 274 y 275.

49) Apperception, percepción del conocimiento interior. - Diccinario. (J. G. R.).

50) II, págs. 278-9.

51) Las Naturalezas de las siete Jerarquías o clases de Pitris y Dhyân Choans que
componen nuestra naturaleza y cuerpos, es lo que aquí se significa.

52) Ronda, o revolución de la Vida y la Existencia en torno de las siete Ruedas más
pequeñas.

53) Terceras partes.

54) Raza.

55) Pág. 235.

56) Apocalipsis, XII, 7-9.

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57) Véase vol. II, Sloka 17.

58) Isis Unveiled, I, 299-300. Compárese también con Dunlap, Sod: the Son of the
Man, págs. 51 y siguientes.

59) Bajo la autoridad de Ireneo, de Justino Mártir y del Códex mismo, demuestra
Dunlap que los nazarenos miraban al “Espíritu” como un Poder malo femenino, en su
conexión con nuestra Tierra.

60) Fetahil es idéntico a la hueste de los Pitris que “crearon al hombre” sólo como
una “envoltura”. Era entre los nazarenos el Rey de la Luz y el Creador; pero en este
caso es el desdichado Prometeo, que no logra apoderarse del Fuego Viviente
necesario para la formación del Alma Divina; pues ignora el nombre secreto, el
nombre inefable e incomunicable de los kabalistas.

61) El Espíritu de la Materia y la Concupiscencia; Kâma-Rûpa menos Manas, la


Mente.

62) Codex Nazaroes, II, 233.

63) Este Mano de los nazarenos se parece de modo extraño al Manu indo, el
Hombre Celestial del Rig Veda.

64) “Yo soy la verdadera Vid y mi padre es el labrador”. (Juan, XV, 1).

65) Entre los gnósticos, Cristo, lo mismo que Miguel, que es idéntico a él bajo
algunos de sus aspectos, era el “Jefe de los AEones”.

66) Codex Nazaroes, I, 135.

67) Véase la Cosmogonía de Ferecides.

68) I, 301, nota.

69) Encuéntranse, sin embargo, en el Libro de los Números caldeo.

70) Ob. cit., II, 183 y siguientes.

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71) Acerca de la diferencia entre nous, la Sabiduría divina superior, y psyche, la
inferior y terrestre, véase Santiago, III, 15-17.

72) La relación de Jehovah con la Luna en la Kabalah, es bien conocida de los


estudiantes.

73) Acerca de los nazarenos, véase Isis Unveiled, II, 131 y 132. Los verdaderos
partidarios del verdadero Christos eran todos nazarenos y cristianos, y fueron los
contrarios de los cristianos posteriores.

74) Véase el diagrama de la Cadena Lunar de siete mundos, en la que, como en la


nuestra y en cualquier otra cadena, los mundos superiores son espirituales, al paso
que el más inferior, sea la Luna, la Tierra o cualquier otro planeta, es obscuro por la
materia.

75) El Kosmos entero. Adviértese al lector que Kosmos, con fecuencia, significa en
las Estancias tan sólo nuestro propio Sistema Solar, no el Universo Infinito.

76) Esto es puramente astronómico.

77) Para una explicación m|s clara de lo de arriba véase “Saptaparna” en el Índice.

78) Ob. cit., III, 346.

79) Libro de Dzyan.

80) Isis Unveiled.

81) Vishnu Purâna.

82) Cadena.

83) La Tierra.

84) Kenealy, Book of God, pág. 118.

85) Acosta, VI, 14.

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86) Denealy, ibid.

87) I, 587-93.

88) La que era natural a los ojos del hombre primitivo, se ha convertido
únicamente ahora en milagro para nosotros; y lo que era para él un milagro, jamás
podría ser expresado en nuestro lenguaje.

89) No existe nación alguna en el mundo en la que el sentimiento de devoción o de


misticismo religioso se halle más desarrollado o aparezca de un modo más
prominente que en el pueblo indo. Véase lo que dice Max Müller en sus obras acerca
de esta idiosincrasia y rasgo nacional. Esto es herencia directa de los hombres
primitivos conscientes de la Tercera Raza.

90) Lectures on Heroes.

ESTANCIA VII

LOS PADRES DEL HOMBRE EN LA TIERRA

1) Vehículo.

2) Âtman.

3) Âtmâ-Buddhi, Alma Espiritual. Esto se relaciona con los principios cósmicos.

4) Además.

5) Avalokiteshvara.

6) Constructores. Los siete Rishis creadores, relacionados ahora con la


constelación de la Osa Mayor.
7) La Tierra.

8) Ronsenroth, Liber Mysterii, IV, I.

9) Génesis, I.

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10) Auszüge aus dem Zohar, págs. 13-15.

11) Véase Vishnu Purâna, libro I.

12) Cap. I, XXXVIII.

13) Cap. LXIV, 29-30.

14) Ibid., 34-35.

15) Cuando a un Mundo se le denomina “Mundo superior”, no es a causa de su


colocación, sino porque es superior en calidad o esencia. Sin embargo, un Mundo tal,
es en general comprendido por el profano como el “Cielo” y colocado encima de
nuestras cabezas.

16) De la forma, el Sthûla Sharira, el Cuerpo externo.

17) Perlas, en el Ms. de 1886.

18) ..... una obra sobre Embriología oculta, libro I.

19) Esto es, idiota de nacimiento.

20) Juan, III, 8.

21) Cap. CXLVIII.

22) Ibid., CXLIX, 51.

23 The Seven Souls of Man, pág. 2; conferencia por Gerald Massey.

24) De Iside et Osiride, XLIII.


25) Cap. XLI.

26) IV, 5.

27) Abydos, de Mariette, lámina 51.

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28) P. Pierret. Etudes Egyptologiques.

29) Ritual, cap. II.

30) Unidos en.

31) Ob. cit., XVII, pág. 4.

32) Varios críticos hostiles se muestran ansiosos de probar que en nuestra


primera obra Isis Unveiled no se enseñaban ni los Siete Principios del hombre, ni la
constitución septenaria de nuestra Cadena. Si bien en aquella obra la doctrina podía
ser tan sólo ligeramente indicada, existen, sin embargo, muchos párrafos en que se
hace mención expresa de la constitución septenaria, tanto del Hombre como de la
Cadena. Hablando de los Elohim (vol. II, p|g. 420), se dice: “Ellos permanecen sobre
el séptimo cielo (o mundo espiritual); pues son quienes, según los kabalistas han
formado sucesivamente los seis mundos materiales, o más bien tentativas de
mundos, que han precedido al nuestro propio, que según ellos dicen, es el séptimo”.
Nuestro Globo es, por supuesto, en el diagrama que representa la Cadena, el séptimo
y el más inferior; aunque, como la evolución en estos Globos es cíclica, es el cuarto
en el arco descendente en la materia. Y adem|s (II, 367), se dice: “Según las nociones
egipcias, lo mismo que en las de todas las demás creencias fundadas en la filosofía, no
era el hombre meramente... una unión de alma y cuerpo; era una trinidad cuando se
le añadía el espíritu. Además, aquella doctrina le hacía consistir... de cuerpo..., forma
astral o sombra... alma animal..., alma superior... e inteligencia terrestre... (y) de un
sexto principio, etc., etc.”: el séptimo - el ESPÍRITU. Tan claramente se hallan
mencionados estos principios, que aun en el Índice (II, 683) se encuentran “Los Seis
Principios del hombre”, siendo el séptimo, en estricta verdad, la síntesis de los seis y
no un principio, sino un destello del TODO Absoluto.

33) Véase el diagrama III, pág. 225.

34) Páginas 340-351: “Genesis of the Soul”.


35) De Mysteriis, II, 3.

36) Asiatic Researches, XI, 99-100.

37) Cap. XXII,9.

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38) Su Tríada Superior.

39) Bhumi o Prithivi.

40) Book of the Dead, I, 7. Comárese también Mysteries of Rostan.

41) Reino.

42) Reino.

43) La primera Sombra del Hombre Físico.

44) El Hombre.

45) La Luna.
46) Véase Mantuan Codex.

47) La formación del “Alma Viviente” u Hombre expresaría la idea con mayor
claridad. “Un Alma Viviente” es en la Biblia un sinónimo del Hombre. Estos son
nuestros siete “Principios”.

48) Ha Idra Zuta Kadisha, XXII, ág. 746.

49) XVIII, 12.

50) Hebreos, IV.

51) Cruden, sub voce.

52) Libro de los Números, L, VIII, 3.

53) Pág. 389.


54) Lámina VII, pág. 37.

55) Esta tríada está separada del Cuaternario inferior, pues se desliga por sí
misma, después de la muerte.

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56) Eliphas Lévi ha confundido los números, sea de propósito o por cualquier otra
causa; para nosotros, su núm. 2 es núm. 1 (el Espíritu); y haciendo de Nephesh a la
vez, el Mediador Plástico y la Vida, hace que en realidad resulten tan sólo seis
principios, porque repite los dos primeros.

57) El Esoterismo enseña lo mismo. Pero Manas no es Nephesh; ni este último es el


principio astral, sino el Cuarto Principio, y también el Segundo, Prana; pues Nephesh
es el “Soplo de Vida” en el hombre, así como en el animal y en el insecto; de la vida
física y material, la cual no posee espiritualidad alguna en sí misma.

58) Zohar, “Idra Suta”, libro III, pág. 292, b.

59) I, 302.

60) Neologismo para expresar la cualidad de absoluto (Absoluteness). - (Nota del


Traductor).

61) Léase en Isis Unveiled (vol. II, págs. 297-303) la doctrina del Codex Nazaraeus;
todos los principios de nuestras enseñanzas se encuentran allí bajo una forma y
alegoría diferentes.

62) Manu, Libro I.

63) La palabra “Pecado”(Sin) es curiosa, pero posee una relación oculta particular
con la Luna, siendo, además, su equivalente caldeo.

64) La teoría del profesor Zöllner ha sido muy bien recibida por varios sabios, que
son también espiritistas; los profesores Butlerof y Wagner, de San Petersburgo, por
ejemplo.

65) “El conceder realidad a las abstracciones es el error del Realismo. El Espacio y
el Tiempo son, con frecuencia, considerados como aparte de todas las experiencias
concretas de la mente, en lugar de ser generalizaciones de éstas en ciertos aspectos”.
Bain, Logic, parte II, página 389.

66) The Mysteries of Magic, por A. E. Waite.

67) Wilson, I, 23-24.

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68) Five Years of Theosophy, pág. 169.

69) En la filosofía S}nkhya, las siete Prakritis o “producciones productivas” son


Mahat, Ahamkâra y los cinco Tanâtras. Véase Sânkhya Kârikâ, III, y el Comentario de
la misma.

70) Véase Linga Purâna, Sección Primera, LXX, 12 y siguientes, y Vâyu Purâna, cap.
IV; pero especialmente el primer Purâna, Sección Primera, VII, 67-74.

71) Vishnu Purâna, libro VI, cap. IV. No hay para qué decirlo a los indos, que se
saben sus Purânas de memoria; pero sí es útil recordar a nuestros orientalistas y a
los occidentales que consideran como autoridad las traducciones de Wilson, que en
su traducción inglesa del Vishnu Purâna, él es culpable de las contradicciones y
errores más ridículos. Así es que en este mismo asunto de los siete Prakritis, o las
siete zonas del Huevo de Brahmâ, las dos narraciones difieren por completo. En el
vol. I, pág. 40, se dice que el Huevo se halla exteriormente investido por siete
envolturas. Wilson dice así: “por Agua, Aire, Fuego, Éter y Ahamk}ra, cuya última
palabra no existe en los textos sánscritos. Y en el vol. V, pág. 198, del mismo Purâna,
se ve escrito: “de esta manera fueron las siete formas de la Naturaleza (Prakriti)
contadas de Mahat a la tierra” (?) . Entre Mahat o Mah}-Buddhi y “Agua, etc.”, la
diferencia es muy considerable.

72) También es así para el gran metafísico Hegel. Para él la Naturaleza era un
perpetuo venir a ser. El concepto es puramente esotérico. La Creación u Origen, en el
sentido cristiano de la palabra, es en absoluto inconcebible. Como dice el pensador
antes citado: “Dios (el Espíritu Universal) se hace objetivo como Naturaleza, y de
nuevo se levanta de ella”.

73) Book of Dzyan, Com. III, par. 18.

74) Pág. 19.


75) El Hombre Primitivo o Primero.

76) Reencarnación.

77) Vehículo.

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78) Véase, por ejemplo, Sacred Mysteries among the Mayas and the Quiches, por
Auguste le Plongeon, que muestra la identidad entre los ritos y creencias egipcios y
los del pueblo que describe. Los antiguos alfabetos hieráticos de los mayas y de los
egipcios son casi idénticos.

RESUMEN

1) The Theosophist, 1881.

2) T. Subba Row: Five Years of Theosophy, pág. 154.

3) Llamados también en los Anales chinos “los Hijos de Sabiduría” y de la “Niebla


de Fuego”, y los “Hermanos del Sol”. Si-dzang (Tibet) es mencionado en los
manuscritos de la biblioteca sagrada de la provincia de Fo-Kien, como la gran sede
de la sabiduría oculta, desde tiempo inmemorial, épocas antes de Buddha. el
Emperador Yu, el “Grande” (2.207 años antes de nuestra Era), místico piadoso y
gran Adepto, se dice que obtuvo su Saber de los “Grandes Maestros de la Cordillera
Nevada”, en Si-dzang.

4) Mateo, VI, 5-6.

5) The Virgin of the World, pág. 134-5.

6) Paracelsus, Franz Hartmann, M. D. pág. 44.

7) Esta palabra es explicada por el Dr. Hartmann, según los textos originales de
Paracelso que tenía ante él, como sigue: Según este gran Rosacruz. “Mysterium es
todo aquello de lo cual pueda desenvolverse algo que está tan sólo germinalmente
contenido en ello. Una semilla es el Mysteium de una planta, un huevo el de un
p|jaro, etc.”.
8) Ob. cit., págs. 41-42.

9) Tan sólo los kabalistas de la Edad Media, siguiendo a los judíos y a uno o dos
neoplatónicos, han sido los que han aplicado la palabra Microcosmo al hombre. La
antigua filosofía llamaba a la Tierra el Microcosmo del Macrocosmo, y al hombre el
producto de los dos.

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10) “Esta doctrina presentada hace trescientos años” -observa el traductor- “es
idéntica a la que ha puesto en revolución al pensamiento moderno, después de
haber sido transformada y elaborada por Darwin. Más elaborada aún lo está por
Kapila en la filosofía S}nkhya”.

11) El ocultista oriental dice que son guiados y animados por Seres Espirituales,
los Obreros en los mundos invisibles, y tras del velo de la Naturalezas Oculta, o
Naturaleza in abscondito.

12) Wilson, I, II (vol. I, pág. 35).

13) Expresión frecuente en dichos “Fragmentos”, a la cual nos oponemos. La Mente


Universal no es un Ser o “Dios”.

14) The Virgin of the World, p|g. 47; “Asclepios”, parte primera.

15) Divine Pymander, IX, pág. 64.

16) The Virgin of the World, pág. 153.

17) Ob. cit., págs. 139-140. Fragmento del “Phsical Eclogues” y “Florilegium” de
Stobaeus.

18) Vishnu Purâna, I, II, Wilson, I, págs. 13-15.

19) Ob. cit., págs. 135-138.

20) Esta enseñanza no se refiere a Prakriti-Purusha más allá de los límites de


nuestro pequeño universo.

21) El estado último de quiescencia; la condición Nirvánica del Séptimo Principio.


22) Toda esta enseñanza es dada desde nuestro plano de conciencia.

23) O sea el “sueño de la Ciencia”, la materia primitiva realmente homogénea, que


ningún mortal puede hacer objetiva en esta Raza ni en esta Ronda.

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24) “Vishnu, en la forma de su energía activa, ni se levanta ni se pone, y es a un
mismo tiempo el Sol séptuple y distinto de él”, dice el Vishnu Purâna, II. XI. (Wilson,
II, 296).

25) “Así como un hombre cuando se acerca a un espejo colocado sobre un soporte
contempla en él su propia imagen, del mismo modo la energía (o reflexión) de
Vishnu (el Sol), no se divide jamás, sino que permanece en el Sol (como en un
espejo), que allí se halla estacionado” (Ibid, loc. cit.).

26) Comp|rese la “Naturaleza” hermética descendiendo cíclicamente a la materia


cuando encuentra al “Hombre Celeste”.

27) Los autores de lo anterior conocían perfectamente bien la causa física de las
mareas, de las olas, etc. En este punto se hace referencia al espíritu que anima al
cuerpo solar cósmico entero, y eso se significa cuando se hace uso de tales
expresiones desde el punto de vista místico.

28) Five Years of Theosophy, págs. 110-111, art. “Ls Doce Signos del Zodíaco”.

29) Véanse las Estancias III y IV y los Comentarios de las mismas, y especialmente
los Comentarios a la Estancia IV, referentes a los Lipika y a los cuatro Mahârâjahs,
los agentes del Karma.

30) Y los “Dioses” o Dhy}nis también, no solamente los Genios o “Fuerzas


dirigidas”.

31) La significación de esto es que, como el hombre se halla compuesto de todos


los Grandes Elementos (Fuego, Aire, Agua, Tierra y Éter), los Elementales que
pertenecen respectivamente a estos Elementos, se sienten atraídos al hombre en
razón de su coesencia. El Elemento que predomina en una constitución dada, será el
regulador al través de la vida.. Por ejemplo: si en un hombre prepondera el
Elemento terreno, gnómico, los Gnomos le conducirán hacia la asimilaión de
metales, monedas, riquezas, etc. “El hombre animal es el hijo de los elementos
animales, de los cuales su Alma (Vida) ha nacido, y los animales son los espejos del
hombre” -dice Paracelso. (De Fundamento Sapientiae). Paracelso era prudente, y
necesitaba que la Biblia coincidiera con todo cuanto decía, y por lo tanto, no lo decía
todo.

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32) Progresos cíclicos en desarrollo.

33) El Dios en el hombre, y con frecuencia la encarnación de un Dios, un Dhyân


Chohan altamente espiritual en él, además de la presencia de su propio Séptimo
Principio.

34) Ahora bien; ¿qué “Dios” es el que se pretende significar aquí? No Dios el
“Padre”, la ficción antropomórfica; pues ese Dios es la colectividad de los Elohim, y
no posee existencia aparte de la Hueste. Además, un dios tal es finito e imperfecto.
Los altos Iniciados y Adeptos son a quienes se hace referencia con aquellos
“hombres pocos en número”. Y son precisamente estos hombres los que creen en
“Dioses”, y que no conocen m|s “Dios” que una Deidad Universal no relacionada ni
condicionada.

35) The Virgin of the World, págs. 104-105. “The Definitions of Asclepios”.

36) Pág. 120.

37) National Reformer, enero 9 de 1887. Artículo “Phreno-Kosmo-Biology”, por el


Dr. Lewin. 38) Ésta es la ley Cíclica; pero esta ley misma es con frecuencia desafiada
por la terquedad humana.

39) Vol. I, pág. 256.

40) Sepher Yetzirah.

FIN DEL TOMO I

* * *

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