Ensayo Universitario
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Markushevich
Curvas Maravillosas
A. I. Markushevich
Prólogo
Este libro está destinado principalmente para los escolares y para todos los que
están interesados en ampliar sus conocimientos matemáticos adquiridos en la
escuela.
Se basa en una conferencia que dicto el autor a un grupo de alumnos moscovitas de
séptimo y octavo grados.
Al preparar la publicación de la conferencia, el autor la ha ampliado un poco
tratando de conservar el estilo accesible de la exposición.
El complemento más esencial es el punto 13 en el que se trata de la elipse, la
hipérbola y la parábola en tanto que secciones de una superficie cónica.
Con el fin de no aumentar el volumen del libro, las propiedades de las curvas se
dan. en su mayoría, sin demostración aun cuando en muchos casos la demostración
podría ser realizada en forma accesible para el lector.
El autor
***
Figura 1
Figura 2
Figura 3
MF1 = k * MF2
Figura 4
Para obtener la elipse completa una vez trazada la mitad de la misma, habrá que
pasar el hilo al otro lado respecto a los alfileres. Es evidente que la suma de las
distancias de la punta M del lápiz a las puntadas F1 y F2 permanece constante
durante todo el tiempo: esta suma es igual a la longitud del hilo.
Las puntadas marcan en el papel dos puntos que se denominan focos de la elipse.
Esto se justifica por la siguiente propiedad notable de la elipse.
Si encorvamos una franja estrecha metálica bien pulida dándole la forma de la
elipse y colocamos, en uno de los focos una fuente de luz, sus rayos, después de
reflejarse en la franja, se reunirán en el otro foco; por consiguiente, en este último
también se verá una fuente de luz, imagen de la primera (fig. 5).
Figura 5
Figura 6
La elipse es una figura simétrica respecto a su eje mayor. Si dividimos por la mitad
el segmento F1F2 y en su punto medio levantarnos una perpendicular, prolongándola
hasta cortar la elipse, obtendremos el eje menor B1B2 de la elipse. También es un
eje de simetría de la elipse. Los extremos de los ejes, o sea, los puntos A1, A2, B1 y
B2, se denominan vértices de la elipse.
Figura 7
La suma de las distancias del punto A1 a los focos F1 y F2 debe ser igual a la longitud
del hilo:
A1F1 + A1F2 = l
Pero
A1F1 = A2F2
debido a la simetría de la elipse; por eso, podemos tomar A2F2 en lugar de A1F1 y así
encontramos que
A2F2 + A1F2 = l
Es obvio que en el primer miembro de esta igualdad figura la longitud del eje mayor
de la elipse. Es decir, la longitud del eje mayor de la elipse es igual a la longitud del
hilo o, en otras palabras, la suma de las distancias de cualquier punto de la elipse a
los focos es igual al eje mayor de esta elipse. Debido a la simetría de la elipse, de
aquí resulta que la distancia entre el vértice B2 (o B1) y cualquiera de los focos es
igual a la mitad de la longitud del eje mayor. Por eso, dados los vértices de la
elipse, es fácil encontrar sus focos: hay que determinar los puntos de intersección
del eje mayor y del arco de la circunferencia cuyo centro es el punto B2 y cuyo radio
es igual a la mitad de A1A2.
NP / MP = N’P’ / M’P’
Figura 8
Figura 9
Figura 10
Fue Kepler (1571 - 1630) quien encontró que los planetas se mueven alrededor del
Sol según unas elipses, y no círculos como se pensaba anteriormente, con la
particularidad de que el Sol se halla en uno de los focos de cada elipse (fig. 11).
Figura 11
Durante una revolución, todo planeta pasa una vez por el vértice A1 de la elipse más
próximo al Sol, que se denomina perihelio y una vez por el vértice A2, más alejado
del Sol que se denomina afelio. Por ejemplo, la Tierra se encuentra en el perihelio
cuando en el hemisferio boreal es invierno y en el afelio, cuando es verano.
La Tierra en su movimiento describe una elipse poco aplastada que, por su forma,
se asemeja a la circunferencia.
7. En una hoja de papel tracemos una recta cualquiera D1D2, tomemos un punto F
fuera de la misma y hagamos que la punta M del lápiz se desplace de modo que en
todo momento sean iguales sus distancias a la recta y al punto F (fig. 12).
Figura 12
Con este fin bastará sujetar, mediante una chinche, al vértice S de la escuadra un
hilo de longitud igual al cateto SN y atar el extremo libre del hilo a un alfiler clavado
en el punto F. Si hacemos ahora deslizar el otro cateto de la escuadra sobre una
regla aplicada a D1D2, la punta M del lápiz, que estira el hilo y lo aprieta contra el
cateto libre de la escuadra, estará a una misma distancia de la regla y del alfiler:
NM = MF.
La punta describirá en el papel una parte de la línea llamada parábola. Para obtener
una porción mayor de esta curva, habrá que tomar una escuadra de cateto mayor
y, en caso de necesidad, una regla más larga. La parábola consta de una rama que
se extiende indefinidamente.
Figura 13
Figura 14
9. Una piedra, lanzada no verticalmente, describe una parábola (fig. 15); lo mismo
se puede decir de un proyectil. Es verdad, que tanto en un caso como en el otro la
resistencia del aire influye en la forma de la parábola y, de hecho, se obtiene otra
curva. Pero, en el vacío, resultaría una parábola exacta.
Figura 15
Si mantenernos constante la velocidad v con la que el proyectil sale del tubo del
cañón y variamos el ángulo de inclinación del tubo con respecto al horizonte, el
proyectil describirá distintas parábolas y tendrá diferentes distancias de vuelo. La
distancia máxima corresponde al ángulo de inclinación de 45° y es igual v2/g, donde
g es la aceleración de la gravedad. Si disparamos verticalmente, el proyectil
alcanzará una altura dos veces menor: v2/2g
Cualquiera que sea la posición que demos al tubo (manteniéndolo en un mismo
plano vertical), para cada velocidad de salida del proyectil siempre quedarán lugares
en la tierra y en el aire a donde no podrá llegar el proyectil. Resulta que estos
lugares y los lugares a donde puede llegar el proyectil si se apunta adecuadamente,
quedan separados también por una parábola que se denomina parábola de
seguridad (fig. 16).
Figura 16
10. Por analogía con la elipse, podemos considerar las curvas que describe el punto
M, si permanece constante la diferencia, y no la suma de sus distancias a dos
puntos determinados F1 y F2 o bien el producto o, finalmente, el cociente de estas
distancias (en el último caso se obtiene la circunferencia).
Figura 17
o sea, será igual a la diferencia entre las longitudes de la regla y del hilo. Si giramos
la regla alrededor de F1 apretando contra ella el lápiz y manteniendo tirante el hilo,
el lápiz describirá sobre el papel una curva tal que la diferencia de distancias de
cualquiera de sus puntos a F1 y F2 será siempre la misma e igual a la diferencia m
entre las longitudes de la regla y del hilo. De esta forma obtendremos solamente la
parte superior de la curva que aparece en la fig. 17 a la derecha. Para obtener la
mitad inferior habrá que colocar la regla de modo que aparezca por debajo, y no por
encima, de los alfileres. Por último, si fijamos la regla al alfiler F2 y el extremo del
hilo, al alfiler F1, obtendremos la parte de la curva que aparece en esta misma
figura a la izquierda. Ambas curvas construidas se consideran como una sola que se
denomina hipérbola. Claro está que la hipérbola no se limita a los arcos construidos.
Si tomamos una regla de longitud mayor y, a la vez, alargamos el hilo (pero
conservando la diferencia entre sus longitudes), podremos prolongar
indefinidamente nuestra hipérbola de la misma forma que, por ejemplo, el
segmento de una recta.
11. Tracemos la recta que pasa por los focos de la hipérbola. Es un eje de simetría
de la misma. El otro eje de simetría es perpendicular al primero y pasa por el punto
medio del segmento F1F2. El punto O de intersección de los ejes es el centro de
simetría y se denomina simplemente centro de la hipérbola. El primer eje corta la
hipérbola en dos puntos A1 y A2 llamados vértices; el eje A1A2 se denomina eje real
de la hipérbola.
La diferencia entre las distancias del punto A1 de la hipérbola a los focos F1 y F2 debe
ser igual a m:
A1F2 - A1F1= m
Pero
A1F1 = A2F2
debido a la simetría de la hipérbola; por eso, podemos tomar A2F2 en lugar de A1F1 y
así encontramos que
A1F2 - A2F2 = m
Es obvio que la diferencia A1F2 - A2F2 es igual a A1A2, o sea, es igual a la longitud del
eje real de la hipérbola. Es decir, la diferencia m entre las distancias de cualquier
punto de la hipérbola a sus focos (con la particularidad de que la distancia menor se
resta de la mayor) es igual a la longitud del eje real de la hipérbola.
Partiendo del vértice A1 (o A2) como centro busquemos la intersección del segundo
eje de simetría de la hipérbola con el arco de circunferencia cuyo radio es igual a la
mitad de F1F2. Encontraremos dos puntos B1 y B2 (fig. 18); el segmento B1B2 se
denomina eje imaginario de la hipérbola. Construimos ahora el rectángulo PQRS
cuyos lados son paralelos a los ejes de la hipérbola y pasan por los puntos A1, A2, B1
y B2 y tracemos sus diagonales PR y QS. Prolongándolas indefinidamente,
obtendremos dos rectas que se denominan asíntotas de la hipérbola.
Figura 18
Figura 19
Resta trazar a mano dos arcos de modo que sean simétricos respecto a los ejes,
que pasen por los puntos A1 y A2 y que se encorven suavemente aproximándose
más y más a las asíntotas PR y QS.
12. En particular, el rectángulo PQRS puede ser un cuadrado. Esto ocurrirá si, y
solo si, las asíntotas de la hipérbola son perpendiculares. En este caso la hipérbola
se denomina equilátera.
En la fig. 19 viene representado precisamente este caso. Para mayor comodidad,
giremos el dibujo en 45° alrededor del punto O, en el sentido que indica la flecha;
obtendremos la hipérbola representada en la fig. 20.
Tomemos en la asíntota OQ un segmento cualquiera ON = x y levantemos en el
punto N la perpendicular NM = y hasta cortar la hipérbola. Entre y y x existe una
relación muy sencilla: resulta que si aumentarnos x un número de veces, y
Figura 20
y=k/x
x= OK
y = KA2
los segmentos OK y KA2 constituyen catetos del triángulo rectángulo isósceles cuya
hipotenusa es
OA2= m/2
por eso,
x=y
x2 + y2 = (m/2)2 = m2/4
de donde
2x2 = m2/4
o sea,
x2 = m2/8
13. Hemos señalado ya que si cortamos el cono con un cuchillo (o, hablando en
términos geométricos, con un plano) sin tocar la base del cono, la sección tendrá la
configuración de una elipse (véase la fig. 10). Resulta que si el plano que corta el
cono pasa por su base, se puede obtener como sección un arco de parábola (fig. 21,
a) o un arco de hipérbola (fig. 21, b).
Figura 21
Por lo tanto, las tres curvas — la elipse, la hipérbola y la parábola — son secciones
cónicas.
El cono que estamos cortando tiene un defecto: sólo en el caso de la elipse
obtenemos la curva completa (fig. 10); en el caso de la parábola y de la hipérbola,
o sea, de curvas que se prolongan indefinidamente, obtenemos sólo una porción de
las mismas. Es más, la fig. 21, b no permite ver cómo aparece la segunda rama de
la hipérbola. Para eliminar este defecto tomaremos en lugar del cono una superficie
cónica que se prolonga indefinidamente. Con este fin prolongaremos
indefinidamente en ambas direcciones todas las generatrices del cono, es decir,
todos los segmentos rectilíneos AS, BS, CS, DS, ES, etc. que unen los puntos de la
circunferencia de la base del cono con su vértice (fig. 22; naturalmente, no
podemos representar en nuestra figura las generatrices indefinidamente
prolongadas y, por eso, también aquí trazamos segmentos de rectas pero de
longitud mayor que los segmentos iniciales).
Figura 22
Así obtendremos la superficie cónica necesaria que consta de dos mitades, o como
suele decirse de dos hojas, de extensión indefinida que se tocan en el punto S. Toda
la superficie cónica puede ser considerada como la superficie que describe una recta
móvil, a saber, una recta que pasa por el punto S y que gira de modo que
permanece constante el ángulo que forma con la recta OS, eje de la superficie
cónica. Esta recta móvil se denomina generatriz de la superficie cónica; es evidente
que prolongando cada generatriz del cono tomado inicialmente, obtendremos una
generatriz de la superficie cónica.
Cortemos ahora con un plano toda la superficie cónica. Si el plano corta todas las
generatrices de una misma hoja de la superficie, obtendremos como sección una
elipse o, como caso particular, una circunferencia (fig. 23, a); si el plano corta
todas las generatrices menos una (a la que es paralelo), se obtiene como sección
una parábola (fig. 23, b); por último, si el plano corta una parte de generatrices de
una hoja y otra parte de generatrices de otra hoja, se obtiene como sección una
hipérbola (fig. 23, c). Como vemos, para obtener la elipse o la parábola basta una
hoja de la superficie cónica.
Figura 23
Figura 24
Pero, según la hipótesis, este producto debe ser igual a c2/4, o sea,
Figura 25
Resulta que mientras el ángulo entre el rayo y OF2 (u OF1) es menor de 45°, existirá
otro punto de intersección, además de O en que el rayo corta la lemniscata; en
cambio, si este ángulo es de 45° o mayor, no existirá el segundo punto de
intersección. Tomemos un rayo cualquiera del primer grupo y supongamos que
corta la lemniscata en el punto M (distinto de O); a partir del punto O construyamos
en dicho rayo el segmento ON = 1/OM. Si realizamos esta construcción para todos
los rayos del primer grupo, los puntos N, correspondientes a los puntos M de la
lemniscata, quedarán sobre la hipérbola equilátera cuyos focos estarán en los
puntos F'1 y F’2 tales que
OF'1 = 1/ OF1
OF'2 = 1/ OF2
Figura 26
En el caso en el que el producto p < c2/4, pero menor que c2/2, la lemniscata tiene
la forma de un bizcocho (fig. 27).
Figura 27
Si p difiere poco de c2/4, «la cintura» K1K2 del bizcocho será muy estrecha y la curva
se aproximará, por su forma, al ocho «tumbado».
Figura 28
Figura 29
F1, F2,…Fn,
=
MF1 * MF2*... * MFn P
17. Apliquemos al borde inferior de la pizarra una regla y hagamos rodar sobre ella
un aro o círculo (de madera o de cartón) apretándolo contra la regla y la pizarra. Si
fijamos en el aro o círculo un pedazo de tiza (en el punto de contacto con la regla),
este último describirá una curva (fig. 30) denominada cicloide (que traducido del
griego significa circular).
Figura 30
3 * 3,14 = 9,42 cm
consideremos la posición que tiene el aro cuando se apoya en dicho punto (fig. 31),
numerando estas posiciones con las cifras 0, 1, 2, 3, 4, 5 y 6.
Figura 31
Para pasar de una posición a la posición siguiente, el aro debe girar una sexta parte
de la revolución completa (ya que la distancia entre dos puntos de división
sucesivos es igual a una sexta parte de la circunferencia). Por eso, si en la posición
0 la tiza se encontraba en el punto M0, en la posición 1 aparecerá en el punto M1
correspondiente a una sexta de la circunferencia, contando desde el punto de
tangencia; en la posición 2 estará en el punto M2 a dos sextas del punto de
tangencia, etc. Para obtener los puntos M1, M2, M3, etc., bastará tornar el radio de
1,5 y transportarlo a partir del punto de tangencia según la circunferencia
correspondiente; en la posición 1 hace falta una traslación, en la posición 2 se
necesitan dos traslaciones efectuadas sucesivamente, en la posición 3, tres
traslaciones, etc. Para trazar la cicloide resta ahora unir los puntos M0, M1, M2, M3,
M4, M5 y M6 mediante una curva suave.
18. Entre muchas propiedades notables que tiene la cicloide señalemos una, debido
a la cual esta curva recibió el nombre sonante y extraño de «braquistócrona» que
consta de dos palabras griegas, mínimo y tiempo.
Consideremos el problema siguiente: ¿qué forma debe tener un canal metálico bien
pulido que une dos puntos fijos A y B, (fig. 32) para que sea mínimo el tiempo que
invierte una bola metálica pulida en recorrerlo desde el punto A hasta el punto B? A
primera vista, parece que el canal debe ser rectilíneo pues sólo en este caso la bola
recorrerá el camino más corto entre A y B. Pero se trata del tiempo mínimo, y no
del camino más corto, y este tiempo, aparte de la longitud del recorrido, depende
también de la velocidad de la bola. Si encorvamos el canal hacia abajo, su parte
correspondiente al punto A tendrá una pendiente mayor en comparación con el
canal rectilíneo y la bola obtendrá aquí una velocidad mayor que en el tramo de
misma longitud del canal rectilíneo.
Figura 32
Por otro lado, si la parte inicial tiene gran pendiente y es relativamente larga, la
otra parte, correspondiente al punto B, también será larga pero tendrá una
pendiente muy suave: la bola recorrerá rápidamente el primer tramo, muy
lentamente el segundo y podrá demorar en llegar al punto B. Es decir, el canal
debe tener, por lo visto, una forma cóncava, pero su encorvadura no debe ser
excesiva.
Galileo (1564-1642), astrónomo y físico italiano, pensaba que el canal de tiempo
mínimo debe tener la forma de aro de una circunferencia. Pero los hermanos
Bernoulli, matemáticos suizos, a principios del siglo XVIII demostraron mediante un
cálculo exacto que esto no es cierto y que el canal debe tener la forma de un arco
de cicloide (invertido hacia abajo, fig. 33).
Figura 33
19. Concluimos nuestro relato sobre las curvas maravillosas. Hemos considerado
sólo algunas de ellas sin agotar ni mucho menos sus propiedades. Existen muchas
otras curvas que no hemos abarcado en nuestro libro: nada hemos dicho de la
catenaria (curva formada por una cadena pesada suspendida entre dos puntos), ni
de la espiral de Arquímedes (curva que describe un escarabajuelo al deslizarse a lo
largo de una regla que gira uniformemente), ni tampoco del desarrollo (envolvente)
de la circunferencia (curva que describe al desarrollarse el extremo de un hilo
arrollado en una bobina), etc. Nuestro único fin era despertar en el lector,
familiarizado con los rudimentos matemáticos nada más, el interés hacia algunos
resultados curiosos del inmenso tesoro del saber matemático.