Chapoy 2006, Cap 1 PDF
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Capítulo primero
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDERALISMO FISCAL . . . . . . . . . 3
I. Nociones básicas respecto al federalismo . . . . . . . . . . 3
1. Impracticabilidad de un régimen absolutamente descen-
tralizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
2. Conciliación entre las ventajas de la centralización y los
beneficios de la descentralización . . . . . . . . . . . . 4
3. Evolución del federalismo . . . . . . . . . . . . . . . . 5
4. Concepto de federalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
II. Federalismo fiscal actual . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
1. Definición de federalismo fiscal . . . . . . . . . . . . . 19
2. Función primordial del federalismo fiscal . . . . . . . . 19
3. Circunstancias que condicionan la selección del nivel
de gobierno a cargo de un servicio público . . . . . . . 20
III. Colofón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
3
CAPÍTULO PRIMERO
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDERALISMO FISCAL
Dado que el federalismo fiscal es una faceta del federalismo, debe partir-
se de la razón de la existencia de éste, de lo que ha de entenderse por tal,
y de reconocer la evolución que sus principios han experimentado en el
transcurso del tiempo.
3
4 FINANZAS NACIONALES Y FINANZAS ESTATALES
A. Federalismo clásico
Era propio del federalismo clásico —Constituciones de Estados Uni-
dos y de Suiza de 1737-1874— que la distribución de atribuciones y res-
ponsabilidades entre la Federación y los gobiernos federados fuera con-
secuencia del reconocimiento en la Constitución federal de dos órdenes
de gobierno autónomos, pero coordinados dentro de una estructura pre-
vista por este mismo ordenamiento.
La división de poderes —la determinación precisa y taxativa del ámbito
de acción federal y el establecimiento de la competencia general de las en-
tidades constitutivas— quedaba garantizada en la Constitución como axio-
ma que sancionaba la autonomía de los estados componentes y de la Fede-
ración, y se hacía efectiva al dotar a ambos niveles de gobierno de los
recursos indispensables para el financiamiento de sus funciones.
Siguiendo una distribución de competencias factible en una época en la
que los servicios prestados por el Estado liberal eran escasos: en términos
generales frente al exterior incumbía a la Federación ejercer la defensa na-
cional —sostener y preparar al ejército, producir armamentos y celebrar
alianzas con potencias extranjeras— e impulsar a las relaciones inter-
nacionales políticas, económicas y comerciales; y respecto a sus partes
constitutivas le competía garantizar la paz interna, conservar la cohesión
política y social, mantener libre de obstrucciones el mercado común inte-
rior y fomentar las comunicaciones intranacionales. Tocante a las entida-
des federativas, quedaba a su cargo la reglamentación de las relaciones la-
borales, así como la prestación de los servicios destinados exclusivamente
6 FINANZAS NACIONALES Y FINANZAS ESTATALES
C. Federalismo moderno
En 1282 el ducado de Austria —frontera oriental del Sacro Imperio— fue cedido a
un príncipe de la casa de Habsburgo, la cual, mediante conquistas y alianzas matrimonia-
les, llegó a ser la dinastía más poderosa en Europa —Carlos I de España era Carlos V de
Austria—, y en la que tradicionalmente desde 1440 recayó la elección de emperador —a
excepción del lapso comprendido entre 1740 y 1745—; aunque después de la Guerra de
los Treinta Años, el Tratado de Westfalia redujo el Imperio a una ficción política. En
1804, anticipando la destrucción del Sacro Imperio Romano Germánico a raíz de las gue-
rras napoleónicas, Francisco II asumió el título de emperador hereditario de Austria. En
1867 se formó una monarquía dual, el Imperio Austro-Húngaro, constituido por los dos
Estados, con iguales derechos, unidos por la misma dinastía, que subsistió hasta que al fi-
nalizar la Primera Guerra Mundial, Bohemia —que desde 1620 formaba parte de Aus-
tria— pasó a integrar Checoslovaquia; y en 1920, por el Tratado de Trianón Hungría
—independizada desde 1918— cedió Eslovaquia a Checoslovaquia, Transilvania a Ruma-
nia, y Croacia-Eslavonia a Yugoslavia. Constituido en República, el territorio austriaco se
redujo a las fronteras que el principado tuvo en el siglo XIV. De cultura eminentemente
teutona —mantuvo con Prusia una lucha secular por la supremacía en Germania, que ter-
minó en 1886 con la victoria de aquélla—, fue anexada a la Alemania de Hitler. Después
de la Segunda Guerra Mundial volvió a sus fronteras de 1919 como república federal de-
mocrática. El antecedente de su Constitución vigente, la de 1945, es el ordenamiento de
1920 con sus enmiendas de 1929.
8 Como es el caso de gran parte de las Federaciones provenientes de las ex colonias
europeas en América, África y Asia; con las notorias excepciones de Canadá, Estados
Unidos y Australia, que se formaron no de la desintegración de una ex posesión extranje-
ra, sino de la agregación de colonias independientes.
La colonialización de la parte septentrional de Norteamérica fue iniciada por fran-
ceses en 1535; pero desde 1670 sus reclamaciones sobre el territorio fueron impugnadas
por los ingleses. En 1763 el Tratado de París confirmó la victoria obtenida por las armas
en 1759 y Nueva Francia fue cedida a Inglaterra; pero se garantizó el respeto a las leyes,
lenguaje y religión de los franceses que permanecieron asentados en el territorio. En
1791 éste se dividió en Alto y Bajo Canadá —cada uno con gobierno nombrado por la
Corona y asamblea electa—, los cuales, en 1841, a raíz de los disturbios del año anterior,
fueron reincorporados. Aunque desde 1864 franceses e ingleses tenían igual representación,
los problemas políticos llevaron a la disolución de la Unión y a crear una Federación, cosa
que se hizo en 1867, año en el que se creó el dominio del Canadá y se promulgó la Consti-
tución.
Dadas las dificultades en las comunicaciones, gozaron de gran autonomía las colo-
nias que en la costa occidental de Norteamérica con fines preponderantemente comercia-
les desde el siglo XVII había patrocinado Inglaterra. Provocando gran disgusto entre los
colonos y con escaso éxito en cuanto a su aplicación, a partir de 1764 Inglaterra preten-
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDERALISMO FISCAL 11
camente de las aptitudes del otro, entendiendo que las distintas entidades
administrativas son partes mutuamente complementarias de la misma or-
ganización gubernamental, de la que cada uno de los poderes tiende a
realizar las funciones ordinarias conforme a su capacidad de hacer frente
a problemas concretos.9
Las entidades federativas se benefician de la mayor aptitud de la Fede-
ración para lograr una redistribución más equitativa de los recursos, así
como de su capacidad para abordar los problemas en su magnitud global,
fijando metas y articulando soluciones en representación de la colectivi-
dad nacional íntegra. A su vez, el gobierno federal aprovecha el indiscu-
tible mayor conocimiento de los gobiernos federados tanto sobre las
cuestiones regionales que les son propias como sobre el punto de vista
local respecto a los problemas nacionales, lo que les permite ajustar los
programas generales a sus propias circunstancias.
De esta manera, la cooperación es empleada en el ámbito de las finan-
zas para flexibilizar los dispositivos financieros del federalismo clásico,
para facilitar la implantación de políticas económicas generales y para
conferir homogeneidad al desempeño de las atribuciones y obligaciones
de las jurisdicciones federativas. Al intervenir el gobierno federal en las
materias proverbiales de las entidades federativas asociado a ellas, coad-
yuvándolas, su colaboración implica la previa aceptación de la autono-
mía de las colectividades adherentes al plan de colaboración, que pueden
defender sus intereses y negociar ajustes a la política común de acuerdo
con sus condiciones particulares.
Así entendida, la cooperación entraña la acción coordinada en tareas
determinadas y aprobadas de mutuo acuerdo por las autoridades respecti-
vas, por lo que no significa el abandono del régimen federal ni su sustitu-
ción por una modalidad de la organización unitaria descentralizada,10 sino
un estadio en la evolución del sistema federal acorde con las necesidades
9 Corwin, E. S., Virginia Law Review, vol. 36, febrero de 1950, p. 19, citado por
Anastopoulos, op. cit., nota 3, p. 410.
10 En ésta, el poder central es el único titular de soberanía. Como desmembraciones
descentralizadas y desconcentradas del Estado unitario, las entidades del nivel regional
de gobierno están sometidas a las disposiciones normativas del gobierno nacional y suje-
tas a su control. Carecen de autonomía fiscal, ya que al respecto disponen sólo de las fa-
cultades derivadas que le son otorgadas por las leyes nacionales que definen sus atribu-
ciones y responsabilidades financieras, y determinan el ámbito legal dentro del cual
pueden ejercitar su competencia delegada.
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDERALISMO FISCAL 13
a. Devolución de facultades
11 El Reino Unido ha tenido que ceder a las demandas de devolución de poder del
centro a las regiones desde que en 1974 el Partido Laborista enfrentó la posibilidad de
perder el apoyo de los nacionalistas galeses y escoceses que exigían esa transferencia. La
reclamación incluía aspectos políticos, como la creación de asambleas electas por repre-
sentación proporcional y la representación en la Casa de los Comunes del Reino Unido
en relación con la densidad de población para todas las regiones, no sólo Gales y Escocia.
Respecto a los poderes financieros —en esa época el 84% de los servicios era financiado
por el centro— se solicitaba que dentro del total acuerdo con el gobierno central la respon-
sabilidad de los gastos relacionados con los principales servicios sociales y con los progra-
mas de mejoramiento del medio ambiente se trasladara a las regiones. Las concesiones se
han hecho de modo que no significa transferencia real del poder, porque para mantener el
control centralizado de las finanzas con propósitos de estabilización se ha devuelto sólo la
responsabilidad de financiar una mínima parte de los gastos descentralizados.
El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte comprenden las unidades po-
líticas de Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda del Norte y multitud de islas e islotes. Gales
es un país totalmente asimilado a Inglaterra desde las Actas de Unión de 1536 y 1542.
Conforme al Acta de Unión de 1707, con la fusión de los parlamentos y las Coronas de
Escocia e Inglaterra se integró el Reino de Gran Bretaña. Irlanda fue conquistada por
Inglaterra en 1171; pero se mantuvieron en ella constantemente movimientos de libera-
ción hasta que las cuatro quintas partes de la isla fueron reconocidas en 1921 como do-
minio autogobernado dentro de la Mancomunidad Británica, y como república indepen-
diente desde 1949. La parte nororiental de Irlanda fue constituida en 1920 como unidad
14 FINANZAS NACIONALES Y FINANZAS ESTATALES
del poder del gobierno federal depende de que las entidades federativas
demuestren su capacidad para diseñar sus políticas y para administrar las
medidas de ellas emanadas sin discriminaciones ni distorsiones que afec-
ten el interés general del país.
política distinta componente del Reino Unido. El poder es ejercido en ella por un gober-
nador que representa a la Corona asesorado por un primer ministro y un gabinete respon-
sable ante el Parlamento irlandés, y cuenta con un sistema impositivo propio, adicional al
del Reino Unido; su sistema judicial es independiente, pero estructurado según el modelo
inglés. Escocia tiene sistemas administrativo, eclesiástico y judicial especiales; por lo de-
más está integrada a Inglaterra y Gales. Véase Peacok, Alan, “The Political Economy of
Devolution: the British Case”, en Oates, Wallace E. (ed.), The Political Economy of Fis-
cal Federalism, Massachussets, Lexington Books, 1977, pp. 49-63.
12 May, R. J., Federalism and Fiscal Adjustment, Oxford University Press, 1969, ci-
tado por Anastopoulos, Jean, Les aspects financiers..., cit., nota 3, 1979, p. 413.
13 Lamontagne, Le fédéralisme candien. Evolution et problemes, Québec, 1954; ibi-
dem, p. 414.
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDERALISMO FISCAL 15
4. Concepto de federalismo
A. Idea política
B. Enfoque científico-político
C. Percepción jurídica
D. Noción económica
Sin que el régimen constitucional carezca de importancia —en él se
señalan pautas para el uso de los recursos y para la distribución del in-
greso—, el que los gobiernos subnacionales actúen con facultades dele-
gadas por la autoridad a la que la Constitución se las confirió, o con po-
deres que dicho ordenamiento les otorgue originariamente, es de interés
secundario.18 En tanto que las decisiones de los mandatarios de cada ju-
risdicción satisfagan principalmente los intereses de los que en ellas resi-
den, es la propia sociedad la que cimenta el federalismo, entendido como
el patrón de descentralización tanto de las atribuciones del Estado entre
los diferentes niveles de gobierno como de la forma de financiarlas.
Por consiguiente, las dificultades resultantes de la coexistencia dentro
de un mismo país de dos sistemas fiscales diferentes establecidos por
unidades políticas distintas con derecho a recaudar sus propios impues-
tos puede surgir también en Estados de estructura unitaria, siempre que
en ellos —con carácter general o como régimen especial para determina-
das regiones— esté reconocida alguna forma de autonomía tributaria pa-
ra entidades territoriales distintas del gobierno nacional.19
Desde el punto de vista político, existen diferencias esenciales entre la
facultad de exigir impuestos que corresponde a los Estados miembros de
una Federación, y la que pueden tener determinadas entidades territoria-
les de un Estado unitario en virtud del régimen de descentralización fi-
nanciera. Pero soslayando la desemejanza de origen y de naturaleza de
dicha atribución, desde el punto de vista de la técnica tributaria la coe-
xistencia de los dos sistemas fiscales origina problemas similares en uno
y otro caso, y los mecanismos y procedimientos utilizados para resolver-
los son los mismos.
18 Siguiendo a Oates, Wallace E., op. cit., nota 1, pp. 16-19.
19 Pese a ser un Estado unitario, en España no existe absoluta unidad fiscal, pues algu-
nas provincias aplican regímenes tributarios especiales que suponen un alto grado de des-
centralización —e incluso, en varios aspectos, de autonomía fiscal—. Es el caso de Nava-
rra y Álava, y en menor grado Canarias, Ceuta y Melilla. En Álava, la gestión de los
impuestos estatales se encomienda a un ente provincial en vez de llevarla a cabo directa-
mente la administración central; y hay quienes consideran que el régimen de Navarra es
manifestación de verdadera autonomía fiscal territorial. Durante la vigencia del Estatuto
Catalán —1932 a 1938— en tiempos de la Segunda República, Cataluña ejerció autonomía
tributaria. Véase Díaz-Monasterio-Gurén, Félix de Luis y Arco Ruete, Luis del, La distri-
bución de las fuentes de ingresos impositivos en una Hacienda federal, Madrid, Instituto
de Estudios Fiscales, 1978, pp. 251-282.
18 FINANZAS NACIONALES Y FINANZAS ESTATALES
20 Generalizando, seis décimos de los ingresos totales son recaudados por los gobier-
nos federales, en tanto que la mitad de los gastos públicos es efectuada por las entidades
federativas. En los estados unitarios descentralizados el 85% de los ingresos es recauda-
do por los gobiernos centrales, y éstos efectúan el 75% de las erogaciones. Anastapoulos,
op. cit., nota 3, p. 405.
21 Actualmente Suiza es el país más descentralizado, en tanto que a pesar de la pu-
janza de las entidades federadas, en Estados Unidos, Canadá, Alemania, y sobre todo en
Australia hay una manifiesta integración del poder financiero.
Porciones de lo que hoy es Suiza también formaron parte del Sacro Imperio Ro-
mano Germánico. En 1291, para proporcionarse mutua ayuda contra el creciente poderío
de la casa de Habsburgo, se unieron tres comunidades montañesas integradas por campe-
sinos acostumbrados a dirigir sus propios asuntos. Ése fue el embrión de una Confedera-
ción que creció en el siglo XIV con la anexión de nuevos territorios, y a la que en 1499
el emperador Maximiliano I le reconoció no de derecho, pero sí de hecho, su indepen-
dencia. Por uniones voluntarias o por conquista, más dominios fueron agregados en el si-
glo XVI, en el que las guerras de Reforma y Contrarreforma amenazaron su existencia.
El riesgo fue sorteado con la práctica del arbitraje y la neutralidad, que dio como fruto el
reconocimiento formal de su independencia en 1647. Bajo la égida de revolucionarios
franceses que apoyaron movimientos populares e incluso la invadieron, la ConFederación
fue sustituida por la República Helvética —con régimen unitario—, que se mantuvo hasta
que en 1803 Napoleón reintrodujo los principios federales de administración. Después de
las guerras napoleónicas, de acuerdo con el pacto federal de 1815 emergió una Confede-
ración de veintidós cantones soberanos, que de hecho era poco más que una alianza mili-
tar. Los enfrentamientos entre los cantones católicos y protestantes iniciados en 1830 ter-
minaron en 1848 con la promulgación de una nueva Constitución, conforme a la cual los
cantones se asociaron en una única unión aduanera y perdieron su soberanía, y la Confe-
deración se convirtió en un Estado federal. En 1874 dicho ordenamiento empezó a ser
enmendado para reforzar la autoridad central.
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL FEDERALISMO FISCAL 19
D. Movilidad interjurisdiccional
pacial de que los beneficios que resultan del aprovechamiento de los bie-
nes públicos son internos para la colectividad que los proporciona sin
ningún desbordamiento interregional, y de que cada uno de los residen-
tes se somete a un impuesto que refleja exactamente el costo del bien pú-
blico del que se sirve, y por lo que respecta a los individuos, se parte de
que están perfectamente informados de las distintas combinaciones fisca-
les regionales y de que tienen una movilidad irrestricta y libre de costo.
Suponiendo que de acuerdo con las preferencias de sus residentes cada
circunscripción está produciendo los bienes públicos en grado óptimo, si
un grupo numeroso de individuos muda de residencia su lugar de destino
no será capaz de modificar su patrón de prestación de servicios, porque la
capacidad para proporcionarlos es relativamente fija en cada región, por lo
que consecuentemente habrá un desacoplamiento entre las posibilidades
de suministrar el bien y las preferencias de sus habitantes, y tanto los resi-
dentes originales como los inmigrantes salen perdiendo con el ingreso de
nuevos consumidores de servicios públicos a la comunidad, que enfrenta-
da a su nueva extensión ya no puede actuar eficientemente.
Pero aun si el grado óptimo de prestación de los servicios públicos pu-
diera alcanzarse con la movilidad interjurisdiccional, no necesariamente
sería socialmente deseable. Donde ésta puede fácilmente realizarse —y de
hecho ha operado— es en una misma ciudad, dentro de la cual puede es-
cogerse el sitio de residencia y efectuar la mudanza a un costo relativa-
mente bajo sin que esto implique desarraigarse del medio social conocido:
cambiar de trabajo, abandonar parientes y amigos, suspender estudios. El
flujo de los miembros de las clases económicamente altas del centro de las
ciudades a los suburbios ha contribuido a la degradación de muchas áreas
urbanas en menoscabo del nivel de vida de los que permanecen en dichas
zonas. Los pudientes viven mejor, porque en concordancia con los mayo-
res impuestos cubiertos gozan en común de bienes públicos que los pobres
no pueden permitirse pagar, porque su abastecimiento requiere una base
gravable considerable, por lo que las carencias de los menesterosos se ha-
cen mayores.
III. COLOFÓN
les que dan origen a ese reparto lo someten a las concomitantes adaptacio-
nes, no puede haber una solución definitiva al problema de la distribu-
ción de las facultades y de los ingresos.
Como cualquier manifestación de organización gubernamental, el fe-
deralismo fiscal no es un orden estático, por lo que la permanencia de
cualquier fórmula en vigor depende de su aptitud para abarcar intereses
diferentes y aun opuestos.