Ensayo Foucault
Ensayo Foucault
Ensayo Foucault
Jorge Vinueza
1. Introducción
A lo largo de toda la obra de Foucault se puede observar el interés que él tenía por las
formas de constitución de la subjetividad. Desde el esfuerzo de la arqueología el saber
hasta las genealogías, arribando a la hermenéutica del sujeto. El esfuerzo de Foucault
se centra en develar cómo la construcción del sujeto ha sido histórica y que el
sujeto de la edad moderna es el resultado inevitable de este proceso.
2. El sujeto humano
De manera más amplia podemos decir que el sujeto es una persona (física) o bien
(siendo osados) sectores del tejido social que toma determinaciones desde sí y que, al
hacerlo, le da carácter a lo que hace y por ello, es capaz de apropiarse del sentido de
lo que produce y además comunicarlo. Es decir, confiere carácter a las lógicas,
prácticas, estructuras e instituciones en el binomio antagónico dominación/liberación.
De lo que se trata es captar los lugares de interacción asimétrica y cómo este
tejido de relaciones es aprehendido por el pensar dialéctico del sujeto.
En un primer momento, Foucault encuentra a un sujeto sujetado de estructuras que él
no puede desmontarse a menos que devela las tecnologías del sí que se le ha incrustado
desde el nacimiento, estas pueden ser: discursos, prácticas ascéticas, instituciones, el
Estado moderno, etc. Este sujeto “sujetado” posee dos alcances en Foucault:
De esta manera se puede ver cómo el sujeto moderno ha sido constituido, en un primer
momento por una trama de relaciones de poder que han producido las emergencias
socio históricas de posibilidad de lo que son, sin embargo, también, como veremos,
apuesta por las prácticas de libertad en la inmediatez.
De tal manera que su proyecto filosófico conlleva un ser de estrategias teórico-
metodológicas (o arqueológicas-genealógicas) concernientes a la inspiración
ontológico-histórica del presente que le permitan dar cuenta de la objetivación
de los sujetos modernos en sus tres alcances: saber, ética y verdad.
3. El sujeto constituido en la Modernidad
Como se menciono arriba, para Foucault, hay varias instituciones que organizan y
troquelan la vida humana, sin embargo, hay dos que se entrecruzan y así totalizan la
penetración del individuo: el Estado y el poder pastoral. Este último ejerce su poderío
hurgando la vida del sujeto durante toda su existencia clasificándola de formas
binarias: pecador-santo, normal-anormal, etc. Este poder necesita llegar a los
supuestos verdaderos que sostiene la existencia desde el interior de las conciencias
para dirigirlas subyugándolas y clasificándolas, en este sentido Foucault escribe: “Con
el propósito de entender de qué se tratan las relaciones de poder, tal vez deberíamos
investigar las formas de resistencia y los intentos hechos para disociar estas relaciones.
Como punto de partida, tomemos una serie de oposiciones que se han desarrollado en
los últimos años: la oposición del poder del hombre sobre la mujer, la de los padres
sobre los niños, la de la psiquiatría sobre la enfermedad mental, la de la medicina
sobre la población, la de la administración sobre la forma de vivir de la gente.”
Además de esta intromisión del poder pastoral también es de recalcar que los cuerpos
han sido subyugados a prescripciones biopolíticas. Esta forma de poder se enmarca
en las interrelaciones de las personas instaurando marginación y exclusión en las
mismas. Es la capacidad de hacer morir o hacer vivir, de dejar vivir o dejar morir, que
se reproduce y se basa en el sometimiento. La radicalización de esto se puede observar
en las cárceles o manicomios, donde el poder jurídico, médico o psiquiátrico tiene en
sus manos las decisiones sobre la vida y la muerte, imponiendo el miedo a la
inminente finitud de sus vidas. Como apunta Foucault: “El cuerpo está inmerso en
un campo político; las relaciones de poder operan sobre él como una presa
inmediata, lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a
unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos.”
Igualar a todos los individuos es la norma por seguir. Lo normal siempre será la regla
para determinar quién debe considerarse anormal. Por ejemplo, Foucault sugiere el
ejemplo de una persona hermafrodita (el caso de Herculine Barbin), donde fue
sometido a varios exámenes y múltiples confesiones para hurgar en su cuerpo,
recalificándolo y zanjando su Yo, partiendo de su identidad: “Me disgustaba verle
afrontar por sí mismo mis secretos más queridos, y yo contestaba de forma poca
medida a alguna de sus palabras, que me parecían una violación. En mí, me dijo
entonces, no debéis ver solamente a un médico, sino también a un confesor. Si
necesito ver, también necesito saberlo todo.”
Para Foucault, en la época moderna los cuerpos y las identidades están objetivizados,
divididos y normalizados a través de prohibiciones, del cual se deriva una
fragmentación del ser humano y afirma: “En la segunda parte de mi trabajo he
estudiado los modos de objetivación a los que yo llamaría “prácticas divisorias. El
sujeto está dividido tanto en su interior como dividido de los otros. Este proceso lo
objetiva. Los ejemplos son el loco y el cuerdo, el enfermo y el sano, los criminales y
los buenos.”
Las personas con desórdenes mentales que antes andaban libremente y de una forma
metafórica se mandaban a recorrer el mundo en las “naves de los locos”, en la
modernidad son tomadas como un peligro para el orden establecido y por eso hay que
encerrarlas: “El papel represivo del manicomio es conocido: en él se encierra a la
gente y se le somete a una terapia, química o psicológica, sobre la cual no tiene
ninguna opción, o a una no-terapia que es la camisa de fuerza (…) pero la psiquiatría
se prolonga en ramificaciones que van mucho más lejos, toda esa psiquiatría de la
vida cotidiana que constituye una especie de tercer orden de la represión y de la
policía, (…) la psiquiatrización de la vida cotidiana, si se la examinase de cerca,
revelaría posiblemente lo invisible del poder.”