La Acacia

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LA ACACIA, SU ORIGEN, SU HISTORIA Y SU INTERPRETACIÓN

Es el nombre de un árbol de la familia de las leguminosas, de madera muy compacta. No


obstante que existen varias especies, todas ellas se distinguen por la peculiaridad de que
no son atacadas por plagas como el barrenillo, la polilla, el comején, etcétera; ni se
pudren con la humedad.

Tomando en consideración que su madera, incorroíble e incorruptible a la acción de las


plagas y del tiempo, es el emblema de la pureza de los principios, los preceptos, las
enseñanzas, las máximas etcétera; que se imparten, se practican y se aplican como
materias de estudio dentro de nuestros templos, y a los que nada ni nadie pueden alterar.

Aplicando el simbolismo a las cualidades de la Acacia, descubrimos que la corteza de


este árbol rechaza a todo insecto perjudicial. De la misma manera nuestra institución
rechaza a los elementos malos o corrompidos, recibiendo solamente en su seno, a los de
limpios antecedentes que han conseguido eliminar sus errores apartándose de los vicios y
de las pasiones. Las hojas de la Acacia se inclinan durante las horas de reposo (en la
noche), y yerguen durante el día participando así de las actividades de la naturaleza. El
resultado de esta actitud nos da a entender, que debemos compartir nuestras costumbres
para el desarrollo cotidiano de las ocupaciones a que nos dedicamos, con el fin de obtener
el derecho a un merecido descanso.

La Acacia es por excelencia el emblema de la inmortalidad del alma del hombre,


representando su vida espiritual, donde el alma siempre libre de la corruptible materia, y
de la amalgama de las pasiones humanas, debe gozar de una eterna primavera.

Cuando un maestro masón exclama: La acacia me es conocida. Que equivaldría a


expresar que ¡A nada teme en este mundo!; que ha triunfado sobre les vicisitudes de la
vida, ha bajado al seno de la tierra, ha resurgido de entre la materia, y ha sido purificado y
regenerado, en esas circunstancias se aprecia que se ha hecho acreedor a gozar de una
vida eterna, para demostrar que la verdadera vida, nace de la muerte. Esto es la iniciación
trascedental

Al símbolo de la Acacia, se le da otra interpretación, representa a la inocencia y la pureza,


es decir las dotes de cultura y méritos del hermano sobre cuya tumba, ha sido colocada.

La Acacia dentro de sus más elevadas enseñanzas esotéricas, tiene tres interpretaciones
distintas: la inmortalidad, la inocencia, y la iniciación.
Sus significados filosóficos, tienen una relación inmediata con la instrucción
dogmática del grado, misma que debe considerarse como una sublime realidad. Es
pues indispensable resurgir a una vida aún a base del propio sacrificio; en segundo
lugar, conociendo los sanos principios que se adquieren desde nuestro período de
iniciación o sea, el de la inocencia; y en tercer lugar, para poder dominar y penetrar
dentro de los misterios de le naturaleza, hasta lograr descubrir los secretos en que
indispensablemente se hace necesaria la iniciación masónica en sus diferentes
cámaras.
TEMA 4

LA ACACIA, SU ORIGEN, SU HISTORIA Y SU INTERPRETACIÓN

La palabra Acacia, es una voz que deriva del Latín Acasshia, y proviene del griego
Akakia. Es el nombre de un árbol de la familia de las leguminosas, de madera muy
compacta. No obstante que existen varias especies, todas ellas se distinguen por la
peculiaridad de que no son atacadas por plagas como el barrenillo, la polilla, el comején,
etcétera; ni se pudren con la humedad. (ver ilustración No. 2).

No hay que confundir a este maravilloso árbol; cuyas cualidades son motivo de vastos
estudios en materia de física y química; con el arbusto de corteza aromática que produce
la canela, que se le conoce, con el nombre de Akashia, casi idéntico al verdadero nombre
de la que nos ocupa.

Figura No. 2.- Acacia

Sin embargo, hay que saber que a la Acacia propiamente se le considera como un símbolo
masónico descriptivo. Circunstancia que la hace muy conocida, dentro de los temas de
enseñanza entre las diferentes cámaras de los ritos conocidos aceptados, practicados en
todo el mundo tomando en consideración que su madera, incorroíble e incorruptible a la
acción de las plagas y del tiempo, es el emblema de la pureza de los principios, los
preceptos, las enseñanzas, las máximas etcétera; que se imparten, se practican y se aplican
como materias de estudio dentro de nuestros templos, y a los que nada ni nadie pueden
alterar.

Aplicando el simbolismo a las cualidades de la Acacia, descubrimos que la corteza de


este árbol rechaza a todo insecto perjudicial. De la misma manera nuestra institución
rechaza a los elementos malos o corrompidos, recibiendo soleamente en su seno, a los de
limpios antecedentes que han conseguido eliminar sus errores apartándose de los vicios y
de las pasiones. Las hojas de la Acacia se inclinan durante las horas de reposo (en la
noche), y yerguen durante el día participando así de las actividades de la naturaleza. El
resultado de esta actitud nos da a entender, que debemos compartir nuestras costumbres
para el desarrollo cotidiano de las ocupaciones a que nos dedicamos, con el fin de obtener
el derecho a un merecido descanso. Con esta norma de conducta, cultivamos nuestro
porvenir haciendo uso de la inteligencia, para recibir la luz de las enseñanzas que abarcan
las ciencias en que se nos manifiesta palpablemente el lema de la INMORTALIDAD.
La Acacia, que en las sagradas escrituras, se le conoce con la denominación Shittah, y
cuyo plural se pronuncia como Shittuim; se le considera como un árbol misterioso de
cualidades maravillosas - atribuídas por los hebreros-. Es por eso que aseguraban que
Moisés, ordenó que de esa madera se construyera el Arca de la Alianza, la Mesa para el
Pan de la Proposición, y los demás muebles sagrados, por considerar que debería servir
eternamente.

También debemos saber, -en forma indiscutible- que a la Acacia se le he distinguido


durante todos los tiempos, de una manera singular entre los demás árboles de la selva,
porque su madera siempre fue destinada con fines de consagración, y su simbolismo se
encuentra perfectamente aplicado en relación a sus innegables cualidades de incorrupción,
pureza y duración.

Nuestros hermanos masones en los primeros tiempos de la civilización, distinguían y


veneraban la Acacia, destinándola en idénticas circunstancias para fines ritualísticos. Sus
interpretaciones simbólicas se aplicaron y se continúan aplicando, de acuerdo con las
cualidades a que nos hemos referido; por esa razón hemos comprendido que durante
nuestros estudios masónicos, se ha logrado descubrir que dicho árbol es un emblema
determinante de la incorruptibilidad. A esa causa se le conoce también como una alegoría
de la pureza en las acciones, en los dichos y los hechos, factores que llevaran la
satisfacción moral del hombre a las futuras generaciones.

Conocido el origen, la historia y la interpretación esotérica atribuída a la Acacia, nos


corresponde investigar las enseñanzas simbólicas y las relaciones filosóficas, que como
instrucción masónica debemos aprender en esta cámara.

El nombre de la Acacia, dentro de las prescripciones dogmáticas y del verdadero


simbolismo masónico, es por excelencia el emblema de la inmortalidad del alma, cuya
sublime doctrina se encuentra contenida dentro del cientificismo, la filosofía y la moral
que practicamos en nuestra orden. Haciendo comparaciones objetivas, resulta el hecho de
cómo la efímera vida de una florecilla que al brotar se corta para servir de adorno, así la
sabía Naturaleza nos demuestra la presencia transitoria de la vida humana, a través de su
misión social. Como consecuencia de dicho fenómeno, resulta que de la misma manera,
se efectúa una constante evolución para renovar a todos los seres creados por la misma
naturaleza.
Ejemplo semejante al contenido en el gran símbolo de la Acacia, lo tenemos también en
la planta siempreviva. Emblemática de la juventud, del vigor y de la madurez, con
respecto a la vida del hombre; sus tres etapas se encuentran comprendidas en la duración
de tan curiosa planta, que se manifiesta durante todo el tiempo, inalterable. Es por ello sin
lugar a duda que se le considera como un alegoría de la constante fuente de energía, que
eterniza la evolución de los fenómenos naturales, facilitando el funcionamiento de todos
los seres orgánicos de la creación. En cuanto al hombre -en lo individual-, representa
también su vida espiritual, donde el alma siempre libre de la corruptible materia, y de la
amalgama de las pasiones humanas, debe gozar de una eterna primavera.

Asimismo, a la planta siempreviva se le ha considerado como factor vital cuya virtud


tiende a asegurar simbólicamente al cuerpo humano, el privilegio de disfrutar también de
una juventud inmortal, tras una vida perpetua.

Existe cierta similitud entre las enseñanzas contenidas en los simbolísmos de la planta y
el árbol ya descritos, ya que durante las solemnes ceremonias de honra fúnebres, -en los
templos masónicos- se hace mención a la siempreviva, como emblema de la salud del
cuerpo, y finalmente a la Acacia como el de la inmortalidad del alma.

También nos demuestra el motivo por el cual, desde la remota antigüedad hasta nuestros
días, se tiene la costumbre de depositar sobre la tumba de nuestros hermanos
desaparecidos, una rama de acacia; precisamente atendiendo al simbolismo esotérico del
que ya hemos dado una explicación bien documentada.

Debemos lamentar que en los ceremoniales luctuosos, donde se dan a conoce tan elevados
preceptos contenidos en las enseñanzas ocultas, vayan desapareciendo poco a poco;
probablemente así suceda hasta que sean eliminadas completamente de entre los rituales
de la Cámara del Medio.

Nunca debemos olvidar, que cada signo, palabra, emblema, alegoría, simbolo y en
general hasta el mobiliario; los útiles y las prendas que se usan dentro de una logia, son
representativas de otros tantos temas de enseñanza que sirven para interpretar, objetiva o
gráficamente, las materias de estudio, para establecer el plan de trabajos en materia
filosófica, científica y esotérica. Debemos tener presente que todos esos factores, nos
proporcionan los medios o la manera de investigar así como la forma de aprender los
sistemas que nos conducen a descubrir, lo que más tarde nos proporciona satisfacción de
poderlas impartir o propagar entre nuestros hermanos y aún para nuestros semejantes.
Ningún iniciado en los misterios de la Masonería debe temer las consecuencia del destino
incierto, ni al futuro de otros mundos ignorados, ni mucho menos a lo estragos que pueda
causar la muerte. La vida del hombre; fortificada por su fe en los ideales, y sostenida por
la esperanza de alcanzar sus anhelos, hasta conseguir llegar a obtener la inmortalidad de
su alma, ha sido premiada como su obra final al conseguir la dicha eterna.

Un ejemplo sublime de los razonamientos anteriores, es el que queda demostrado cuando


un maestro masón exclama: La acacia me es conocida. Que equivaldría a expresar que ¡A
nada teme en este mundo!; que ha triunfado sobre les vicisitudes de la vida, ha bajado al
seno de la tierra, ha resurgido de entre la materia, y ha sido purificado y regenerado, en
esas circunstancias se aprecia que se ha hecho acreedor a gozar de una vida eterna, para
demostrar que la verdadera vida, nace de la muerte.

Al símbolo de la Acacia, se le da otra interpretación, representa a la inocencia. En este


caso, el significado sólo es de naturaleza singular, por lo tanto poco usado, ya que no se
refiere a su verdadera analogía.

Aún así, resulta que la palabra Acacia, Acasshia, o Akakia, -interpretadas en Castellano,
en Latín y en Griego- parecen emblemáticas expresando ambas cosas, tanto en lo que se
refiere al árbol en cuestión, como por sus cualidades. Particularmente en lo moral, sí
pueden compararse con la inocencia y la pureza, como virtudes indispensables para vivir
en sociedad; en cuyo caso las enseñanzas simbólicas que nos proporciona, se refieren
precisamente a las dotes de cultura y méritos del hermano sobre cuya tumba, ha sido
colocada.

La distinción a que nos referimos, se concedía únicamente entre los antiguos masones,
atendiendo a sus cualidades virtudes y méritos, así como por su irreprochable conducta
que los hacían merecedores a tal distinción. En la actualidad aún cuando esta costumbre
continúa en vigor, casi no se aplica a los hermanos que bajan a la tumba, así hayan
observado una vida íntegra, siendo fíeles a sus principios, dignos de la más absoluta
confianza y modelos de civismo y abnegación dentro de los elevados preceptos de nuestra
institución. Corresponde a todos los maestros masones, continuar esa norma de conducta,
exigir que se cumplan al pie de la letra, tan sagrados postulados; se continúe por todos
conceptos dando la debida interpretación a tan grandiosos ceremoniales, en que se venera
el símbolo de la Acacia.
Debemos comprender también el motivo por el cual a la Acacia se le ha dado el título de
emblema de la iniciación, ya que sabemos plenamente que es una de sus más sublimes
interpretaciones. Efectivamente existe el hecho que nos demuestra con claridad, el
desenvolvimiento de los fenómenos naturales, desde la explicación científica de su
verdadero origen.

Esta demostración tiene una sola finalidad; lograr el descubrimiento de sus misteriosas
cualidades.

Existe una justificada razón para considerarla, como árbol peculiar del emblema de la
INICIACIÓN, en cuya demostración científica se ha consagrado, dentro de los demás
fenómenos de la naturaleza. De esa manera se manifiestan sus enseñanzas esotéricas, que
tan importante papel desempeñan dentro del ceremonial litúrgico; acto que hemos
comprobado, al ser recibidos para participar en los secretos de la Cámara del Medio.

Para terminar este estudio, solo diremos que a la Acacia dentro de sus más elevadas
enseñanzas esotéricas, se le atribuyen tres interpretaciones distintas: la inmortalidad, la
inocencia, y la iniciación.

Sus significados filosóficos, tienen una relación inmediata con la instrucción dogmática
del grado, misma que debe considerarse como una sublime realidad.

Debemos comprender en primer lugar, para merecer una justa distinción como premio e
nuestros esfuerzos, que es indispensable resurgir a una vida aún a base del propio
sacrificio; en segundo lugar, conociendo los sanos principios que se adquieren desde
nuestro período de iniciación o sea, el de la inocencia; y en tercer lugar, para poder
dominar y penetrar dentro de los misterios de le naturaleza, hasta lograr descubrir los
secretos en que indispensablemente se hace necesaria la iniciación masónica en sus
diferentes cámaras.

Podemos asegurar que definitivamente, a eso se reduce la interpretación filosófica y


esotérica del árbol Acacia, mismo que fue plantado sobre la tumba de nuestro gran
maestro Hiram, que murió asesinado.

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