2018 Salud Mental y Derecho. Derechos S PDF
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1. Un poco de historia
Quizá nunca mejor empleada la oración que da comienzo a este
recorrido; el conjunto de textos que completan este libro testimonian
la ocurrencia de un encuentro, que, para más, es reiteración de algu-
nos otros.
Cuando comenzamos a transitar un espacio de formación teóri-
ca en el que pudieran converger algunas discusiones inexploradas en
materia de salud mental y derechos humanos con una nueva forma de
habitar la academia, corría setiembre del año 2014.
Entonces, pretendíamos colocar en cuestión ciertas conceptuali-
zaciones anquilosadas sobre la enfermedad mental y el derecho, va-
liéndonos de un instrumental epistemológico que nos invitaba a cir-
cular en la materia de otro modo: Salud mental era la señal de alarma
que en clave de derechos humanos torcía el ideario de enfermedad
como premisafundante.
En esa ocasión nos cruzamos con experiencias interesantes con-
cebidas desde la interdisciplina, se generaron debates intensos e inter-
cambios insospechados, nos sumergimos en un espacio de conectivi-
dades múltiples que nos permitió inaugurar un sitio para la discusión
de lo normalizado; preguntamos y también respondimos.
De este modo emergió un continente de conceptos troncales res-
pecto al padecimiento subjetivo y su inscripción en clave de derechos
humanos; nuestro primer texto colectivo implicó el traslado al papel
de aquello que habíamos puesto a rodar mediante la sonoridad de la-
palabra.
“Salud mental y derecho. Reflexiones en torno a un nuevo
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paradigma” fue el nombre otorgado a esa poligrafía en la que un
grupo de autorxs diversxs -algunxs que ahora también escriben- vol-
caron sus producciones.
Durante el año 2015 apostamos a un nuevo encuentro, abriendo
surcos saludables decidimos aterrizar en el terreno de las políticas
públicas, y generar con esto, un ámbito en el que fuera posible tomar
2. Algo de anticipo
Como lo señalamos en nuestro anterior trabajo y como podrá ad-
vertirlo quien lee al recorrer ahora cada uno de los artículos de este li-
bro, una poblada red normativa de componentes de intensidad variada
sostiene el modelo jurídico a partir del cual se problematizan en este
texto múltiples aspectos de la vida social; aspectos que, a la postre,
también se encuentran normados.
En esta construcción positiva reflejo de repliegues históricos pue-
den identificarse al menos dos características identitarias; la unidirec-
cionalidad de la normativa que la completa y la progresividad de su
crecimiento.
Lo que queremos graficar con tales términos que, por cierto, no
responden más que a una clasificación producto de la observación y de
la interacción sostenida a lo largo de nuestros seminarios con alúm-
nxs, actores sociales, catedráticxs e investigadorxs, es que -al me-
nos en lo que respecta al conjunto de documentos internacionales que
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3 . Nos referimos a: Magdalena Inés Álvarez, Laura Atala, Elizabeth Bertorello, Fio-
rela Bocco, Jacinta Burijovich, María Paz Caminada Rossetti, Sol Victoria del Carpio,
Lucía Galindez, Ana Heredia, Melisa Herranz, Günther Schwerkolt, Anna Szlejcher,
Nayla Yomaha.
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PRIMERA PARTE:
LÍNEAS GENERALES
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
Capítulo 1.
1. Introducción
Se reconocen una gran cantidad de derechos. Por cierto, que se
cumplan y respeten es otra cosa. Los llamados “derechos sociales”4
forman parte del conjunto de derechos aunque esta afirmación requie-
re especificar más el tipo de derechos al que nos estamos refiriendo.
Es que se usan diferentes terminologías: derechos humanos, funda-
mentales, constitucionales, del hombre, naturales, básicos y muchas
otras más para referirse a categorías de derechos más o menos simi-
lares. En este escrito, tal como se desprende del mismo título, adop-
taremos la terminología “derechos fundamentales” porque es una de
las más utilizadas por los círculos académicos actuales y cuyo sentido
mayoritario es el de considerar a estos derechos como aquellos de-
allá de lo polémico de esta afirmación (como veremos con referencia a los costos más
adelante) y de que ella no figure en el PIDCP. En cuanto a la tercera diferencia, ella
suele identificarse con la “concesión” de una especie de capacidad discrecional a los
Estados en relación con la decisión de implementar el cumplimiento de los derechos
en cuestión, lo cuál no es así ya que con la existencia de los distintos indicadores se
puede medir acertadamente la evolución del Estado en relación con el respeto de los
derechos (sociales) y hay una exigencia “concreta” de respetarlos en igual forma que
la mayoría de los civiles y políticos (al respecto, volveré al tratar la problemática en
relación con el costo de los derechos) . Sobre el punto, ver Steiner, Alston y Goodman
(2007, 281). Sobre la importancia de los indicadores para no aceptar la posición dis-
crecional, ver Tomasevski (1995).
19 G. Corso (1996, 59-60) al respecto, dice “…L’idea sottostante è che i diritti de-
ll’uomo siano cresciuti di numero e di qualità perché i diritti di ogni generazione
successiva sono andati a sommarsi ai diritti della generazione o delle generazioni
precedenti… La mia impressione è diversa. Credo che i diritti delle varie genera-
zioni (a parte la questione del carattere talvolta approssimativo della ricostruzione
della sequenza) non si sommino puramente e semplicemente fra loro, ma in certi
casi confliggono sicché, continuando a fare uso della metafora aritmetica, potremo
dire che l’operazione è spesso, una sottrazione, e il risultato una differenza. Credo
pure che i diritti non siano così neutri rispetto alle ideologie, al contrario, ciascuna
generazione sottintende una ideologia diversa, e la coesistenza di questi non è sem-
pre facile…..”. De lo dicho queda claro que, si bien no son incompatibles entre sí, la
existencia de nuevos derechos genera nuevas tensiones entre ellos, que deberán ser
resueltas siguiendo los criterios que se usan normalmente en caso de cualquier con-
flicto entrederechos.
20 “The ‘official’ position, dating back to the Universal Declaration and reaffirmed in
innumerable resolutions since that time, is that the two covenants and sets of rights
are, in the words adopted by the 1993 second World Conference on Human Rights in
Vienna, ‘universal, indivisible and interdependent and interrelated. The international
community must treat human rights globally in a fair and equal manner, on the same
footing, and with the same emphasis’ (Vienna Declaration, para. 5)” en Steiner, Als-
ton y Goodman (2007,63).
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28 En esto coincido con Hierro (2007). Defendiendo una posición similar a la señala-
da en el texto, advierte este autor, (pp. 172/3), lo siguiente: “Mi argumento, por tanto,
no trata de demostrar que los derechos económicos - sociales no tengan las imperfec-
ciones que se les imputan sino de demostrar que tales supuestas imperfecciones las
tienen también los llamados ‘derechosindividuales’.....”.
29 En base a lo dispuesto en su artículo 26 que textualmente dice: “Los Estados Partes
se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la co-
operación internacional, especialmente económica y técnica, para lograr progresiva-
mente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas,
sociales y sobre educación, ciencia y cultura, contenidas en la Carta de la Organi-
zación de los Estados Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires, en la
medida de los recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios apropiados.”.
Téngase presente que la redacción de este artículo es del año 1969 en que fué aproba-
da la Convención.
30 Ello comporta una serie de fuertes limitaciones que involucran, por cierto, la
cuestión de los recursos. Nótese que la exigencia de limitación a los recursos dis-
ponibles y de progresividad es, de hecho, una característica real de todo derecho, más
allá de lo que digan las normas formales. Baste ver, por ejemplo, las diferentes sen-
tencias firmes que nunca puede ser seguidas o ejecutadas, sean ellas sobre derechos
sociales o civiles. Esto no lleva, por supuesto, a justificar esta situación, sino, sim-
plemente, a relativizar la exigencia en referencia a los derechos sociales unicamente.
31 Ver, por ejemplo, Holmes y Sunstein (1999).
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34 Por ejemplo los “tsunamis” acaecidos en el océano Pacífico a fines del 2006, o la
enorme cantidad de muertos en la polémica guerra de Irak en este siglo o bien las casi
3.000 víctimas que generó el atentado terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York
en septiembre del 2001.
35 Human Development Report 2005, UNDP, New York 2005, pág. 1.
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4. Bibliografía
Abramovich, Victor y Courtis, Christian (2002) Los derechos so-
ciales como derechos exigibles, Trotta, Madrid.
Alexy, Robert (2007) Derechos sociales y ponderación, Fundación
Coloquio Jurídico Europeo, Madrid.
Añon Roig, María José y García Añon, José, coordinadores, (2004)
36 La decisión de cumplir, garantizar, respetar los derechos (sociales), no debe quedar
en relación con la dinámica de “mayorías y minorías”, aunque si así fuese -pero con
reales posibilidades de expresión de las mayorías- la situación, frente a la desigualdad
y pobreza enorme en el mundo, debiera ser bien diferente a la situación actual.
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Capítulo 2.
1. Introducción
En diciembre de 2016 la Convención Internacional sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad cumplía 10 años desde su
aprobación. Con ello, se presentaban nuevos desafíos de legitimación
de una herramienta jurídica. En su mensaje, el Secretario General de
Naciones Unidas decía:
…insisto a los gobiernos nacionales y locales, a las empresas
y a todos los actores de la sociedad a que redoblen sus esfuer-
zos para poner fin a la discriminación y eliminar las barreras
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38 En el año 2008 Argentina sancionóla Ley 26.378 Convención Internacional sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Protocolo Facultativo, siendo
ésta, el Primer Tratado Internacional de Derechos Humanos del Siglo XXI.
39 Constitución Nacional: Art. 75.- Corresponde al Congreso: 22. Aprobar o desechar
tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y
los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superi-
or a las leyes (…) Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego
de ser aprobados por el Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la
totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional.
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40 La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su Proto-
colo Facultativo fueron aprobados el 13 de diciembre de 2006 en la Sede de las Na-
ciones Unidas en Nueva York, y quedaron abiertos a la firma el 30 de marzo de 2007.
Se obtuvieron 82 firmas de la Convención y 44 del Protocolo Facultativo, así como
una ratificación de la Convención. Nunca una convención de las Naciones Unidas
había reunido un número tan elevado de signatarios en el día de su apertura a la firma.
Se trata de la primera convención de derechos humanos que se abre a la firma de las
organizaciones regionales de integración. Señala un “cambio paradigmático” de las
actitudes y enfoques respecto de las personas con discapacidad.http://www.un.org/
spanish/disabilities/default.asp?id=497.
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3.3. Estructura
La Convención cuenta con un preámbulo y 50 artículos. Entre sus
puntos distintivos define a las personas con discapacidad, expresa al-
gunos términos necesarios a definir, sienta los principios sobre los que
se basarán los artículos y las obligaciones a las que deberán atenerse
los estadosparte.
La Convención nos viene a decir que las personas con discapaci-
dad gozan de todos los derechos en igualdad de condiciones que las
demás personas, pero que al ser históricamente discriminadas por su
condición, hubo que expresamente confeccionar y promulgar una con-
vención especifica. Por ello la no discriminación es la clave impres-
cindible para terminar con las diferenciaciones que las han ubicado
siempre en la exclusión.
Además, la Convención hace una doble mención a dos sujetos de
derechos históricamente vulnerados: las niñas, niños y adolescentes
y las mujeres con discapacidad. Apuntando la trasnversalidad de la
infancia y de género en todo el articulado.
La perspectiva de género viene a ser reforzada en el documento
de Observación General N° 3, que el Comité sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad publicó en noviembre del 2016 referido
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Derechos de igualdad:
• Igualdad y no discriminación (art.5)
• Accesibilidad (art.9)
• Igual reconocimiento como persona ante la ley (art.12)
• Igualdad en el acceso a la justicia (art.13)
Derechos de protección en situaciones de especial vulnerabi-
lidad:
• Protección derecho a la vida (art.10)
• Protección contra la explotación, violencia y abuso (art.16)
• Protección contra la tortura y otros tratos crueles (art.15)
• Protección del derecho a la integridad personal (art.17)
• Protección del derecho a la privacidad (art.22)
• Protección del hogar y la familia (art.22)
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• Educación (art.24)
• Salud (art.25)
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4. A modo de conclusión
Retomando algunos puntos, reiteramos que asistimos a un mo-
mento de transformación en materia de paradigmas en relación a las
concepciones de abordaje en y de la discapacidad. La histórica tran-
sición de viejos modelos conceptuales, que la entendían en función
de la prescindencia de las personas, pasando por una concepción nor-
malizadora del modelo rehabilitador, a un paradigma social que la
visualiza como un hecho social y pone el acento en el contexto en el
que se desenvuelve el sujeto condiscapacidad.
La discapacidad comienza a ser entendida como la resultante de
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5. Bibliografía
Acuña, Carlos y Luis Bulit Goñi. (2010). “Políticas sobre la disca-
pacidad en la Argentina. El desafío de hacer realidad los derechos”.
Buenos Aires: Siglo 21 Editores.
Comisión de DDHH de APADIM. (2012) “De la sustitución de de-
rechos al sistema de apoyos”, Córdoba. En: http://www.apadimblog.
org.ar/2013/07/apadim-cordoba-de-la-sustitucion-de.html
Naciones Unidas (2006). Convención Internacional sobre los Dere-
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SEGUNDA PARTE:
VIVIENDA
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Capítulo 3
Derecho a la tierra y vivienda: una mirada crítica a las polí-
ticas públicas en la provincia de Córdoba (2001-2015)41
Ana Laura Elorza y Mariana Gamboa
41 Este trabajo es una revisión del informe realizado para el Observatorio de Derechos
Humanos de la UNC en el año 2015, recuperando el trabajo de articulación entre la
universidad y los movimientos sociales territoriales en los cuales se expresa la partici-
pación de un centenar de familias que buscan resolver y gestionar colectivamente sus
problemas con relación a la lucha por la tierra y vivienda. La Facultad de Filosofía y
Humanidades -FFyH- y la Escuela de Trabajo Social -ETS- tienen un amplio camino
recorrido en conjunto con movimientos socio territoriales, entre los cuales podemos
mencionar proyectos de extensión (becas, voluntariados, entre otros), trabajos finales
de grado, espacios de formación y distintas actividades de discusión y difusión en
torno a la problemática de la tierra ycampesina.
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1. Introducción
Si bien el acceso a la tierra y vivienda se constituyó como problema
social desde inicios del Siglo XX en Argentina (Fernández Wagner,
2003; Lentini, 2008), en las últimas tres décadas se ha profundizado
a partir de las transformaciones en las condiciones de acumulación
del capital, basado en el sistema financiero y su transnacionalización.
Como consecuencias de este proceso, significativo para nuestro análi-
sis, podemos mencionar la concentración y centralización del capital,
el impulso de ciertos sectores productivos a través de la aplicación de
los excedentes económicos de estos capitales, como el de los com-
modities sojeros y el inmobiliario, y un notorio incremento de la des-
igualdad social.
Este proceso de valorización financiera, iniciado en Argentina con
la dictadura militar de 1976, articuló diferentes estrategias que tienen
un correlato en la problemática de la tierra. El período 1976-2001 se
caracteriza por los procesos de precarización laboral y segregación
social, que marca todo una lógica en la distribución del espacio urba-
no y rural. Luego, si bien el patrón de acumulación sufre variaciones
importantes, impulsadas por una modificación de los precios relativos
de la economía a partir de la devaluación del tipo de cambio, volvien-
do a ser eje impulsor el sector productivo en detrimento del financie-
ro (Basualdo, 2009), la problemática de la tierra se profundiza bajo
otras características. El incremento de los excedentes, principalmente
generados en el sector primario por el complejo productivo agro-ex-
portador -en particular para el caso de Córdoba-, son transferidos a
estos circuitos de explotación y acumulación por desposesión que en-
cuentran posibilidades de valorización en la tierra. Así se profundizan
dos procesos, uno urbano y otro rural; las transferencias de capitales a
la actividad inmobiliaria y la expansión de la frontera agropecuaria.42
En el caso urbano, en especial en la ciudad de Córdoba, se ha
configurado un “modelo de uso del espacio altamente privativo y
excluyente para importantes segmentos de la población” (Ciuffolini,
42 La expansión de la frontera agropecuaria no sólo se explica por el cambio de pre-
cios relativos por la devaluación del peso a partir del año 2002, es complementada por
un modelo productivo agrícola basado en un paquete tecnológico que permite el desa-
rrollo de un importante complejo agroindustrial, con efectos notables en la producción
y la productividad es decir en un paradigma de la ruralidad y de sistemas productivos
de agricultura sin agricultores (Mançano Fernández,2008).
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45 Esta ley tiene como antecedente la Ley 9100 sancionada en el año 2003.
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46 Este procedimiento requiere superar varios pasos procesuales: en un primer mo-
mento se debe individualizar el inmueble a expropiar, para ello es necesario la reali-
zación de una mensura por parte de un agrimensor, para que luego el Poder Ejecutivo
dicte un decreto en el que individualice y determine con exactitud el terreno a expro-
piar. Esto además de requerir un costo adicional en la mensura necesita la aprobación
de los planos de mensura por parte de la Dirección de Catastro y el municipio corres-
pondiente.
Luego de individualizado el terreno se necesita la tasación del inmueble por el Conse-
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ginados desde el ámbito privado con más de diez (10) años de anti-
güedad en un marco de promoción social” (Art. 2º). En cuanto a los
inmuebles privados se considera a los que cumplen una función social
como: cooperativas de viviendas, mutuales, asociaciones civiles, en-
tidades sin fines de lucro, organizaciones no gubernamentales, etc.
La estrategia desde este programa ha sido relevar las diferentes
situacionesde irregularidad dominial que podrían ser abordadas des-
de el mismo: los planes de vivienda de la Subsecretaría de Vivienda
de la Provincia de Córdoba (Ex Instituto Provincial de Vivienda) los
conjuntos habitacionales del Programa “Mi Casa, Mi Vida” y loteos
y/o asentamientos; los cuales representarían aproximadamente 60.000
lotes y viviendas factibles de escriturar a favor de sus poseedores. Si
bien ha habido algunos avances en estas acciones, los resultados hasta
el año 2015 han sido inferiores al 20% de ese universo47.
47 Se han escriturado las viviendas de los barrios: Argüello, SEP, Las Lilas, Ituzaingó
y Jardín del Pilar, Malvinas Argentinas (1077 viviendas).
48 Si bien también se han implementado otras políticas (el PlanFederal de Vivienda,
Vivienda Digna, Erradicación de ranchos, entre otros) analizamos estos dos progra-
mas ya que por su escala de intervención han tenido incidencia en la configuración de
los territorios urbanos, en especial, la ciudad de Córdoba.
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50 Un dato relevante que representa las dificultades de acceso a la vivienda por parte
de los sectores de menores ingresos es el crecimiento de las “tomas de tierra”, en el
año 2001 se registraron 7 tomas, mientras que aumenta en el 2012 a 22, (Monayar,
2015), lo cual da cuenta de un problema estructural de la sociedad.
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5. Bibliografía
Barchuk A., Chiotti M., Noero A. (2010) “Las tramas del territorio
El ordenamiento territorial del bosque nativo, historia y significación
del proceso” Extraído de www.diariotortuga.com
Basualdo, Eduardo (2009) “Evolución de la economía argentina en
el marco de las transformaciones de la economía internacional de las
últimas décadas”. En Arceo, E. y Basualdo, E. (comp.) Los condi-
cionantes de la crisis en América Latina. Inserción internacional y
modalidades de acumulación, CLACSO, Buenos Aires.
Ciuffolini, María Alejandra, Avalle, Gerardo y Villegas Guzmán,
Sabrina (Mayo 2013) Tomas de tierras en la provincia de Córdoba.
Informe preliminar. Equipo de investigación “El llano en llamas”. Dis-
ponible en: https://docs.google.com/file/d/0B3q1pGtgs3UDS1B2R-
DRGT0pZVFk/edit
Cuenya, Beatriz (1997) “Descentralización y política de vivienda en
Argentina”. En Cuenya y Falu (Comp.) Reestructuración del estado
y política de vivienda en Argentina. Buenos Aires, Argentina:CEA.
Duhau, Emilio (2002) “Dimensiones socio-políticas de la irregulari-
dad y la regularización de los asentamientos populares”. Extraído el
10 de noviembre de 2008, de www.territorioysuelo.org/documentos
Elorza, Ana Laura (2015) “Segregación residencial socioeconómica
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la población pobre segregada”. Tesis Doctoral en Doctorado en Cien-
cias Sociales UNCuyo, marzo. Sin publicar.
------------------------- (2012) “Alcances y limitaciones para la supera-
ción de la pobreza a través de programas de mejoramiento barrial” en
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Capítulo 4.
Casa de convivencia autogestionada en Córdoba:
Una experiencia de externación
Roxana Serafín, Alejandra Arizó y Mirna Ramos
Sumario: 1. Introducción. 2. Historia del Programa.3. Acerca del dis-
positivo: Casa de Convivencia. 4. Características. 4.1. Objetivo gene-
ral. 4.2. Objetivos específicos. 4.3. Recursos. 4.4 Modalidad de trabajo.
5. Consideraciones finales. 6.Bibliografía
1. Introducción
El Programa de Acompañamiento a “Pacientes”51 en la
Externación surge en junio de 2010, en el marco de las políticas de
desmanicomialización y bajo la impronta del Proyecto de Ley de
51 Paciente: se hace referencia al sujeto con padecimiento mental que ha atravesado
un prolongado proceso de internación en hospitales psiquiátricos. El entrecomillado
alude a que nuestro trabajo implica tomar a ese sujeto desde un lugar más activo y de
mayor autonomía.
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Salud Mental, que aún no había sido promulgada. Se crea ante una
necesidad del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, de acuerdo a la
situación del internado en ese momento que presentaba pacientes con
internaciones prolongadas (más de seis meses) e internaciones fre-
cuentes. Esta población no superaba el 2 o 3% del total, no obstante
eran los que demandaban mayor asistencia y tiempo, generando con-
flictos en la dinámica institucional; pacientes con los que se había pro-
bado diferentes estrategias de trabajo en equipo para su externación
sin resultados óptimos.
Sabemos que a lo largo de la historia las prácticas sociales sobre la
locura alentaron diferentes modos de tratar a las personas con padeci-
mientos mentales, lo que convirtió al hospital monovalente en un lu-
gar “natural” para vivir. Es decir que se respondió a una necesidad de
vivienda, de un lugar propio y adecuado, con un dispositivo que con-
lleva al encierro, la pérdida de autonomía y el deterioro progresivo.
Este Programa constituye precisamente un dispositivo creado
para abordar estos casos de manera intensiva apuntando a la desinsti-
tucionalización. El objetivo es “acompañar” a los sujetos en el transi-
tar desde el hospital psiquiátrico hacia el “afuera”, la comunidad. Esto
significa “estar con”, “junto a” personas con padecimiento mental que
desde hace algún tiempo han perdido o han interrumpido los lazos
con otros, y de esta manera procurar que encuentren un lugar posible
para vivir afuera: hogar, vivienda, comunidad, “con otros” ciudada-
nos y en pleno ejercicio de sus derechos. Es decir, restablecer, facili-
tar y promover redes de contención socio-familiar, trabajando con la
comunidad en la cotidianeidad de cada sujeto para lograr su mayor
autonomía, previniendo re-internaciones e internaciones prolongadas.
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52 Sector del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial que funciona con la modalidad
Centro de Día, donde concurren en forma voluntaria usuarios próximos a su externa-
ción o externados.
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4. Características
La casa que se alquila se encuentra en calle Yapeyú de Barrio
San Vicente53, cuenta con cuatro habitaciones, tres baños, una sala de
estar, un comedor de diario, una cocina, patio y terraza. De acuerdo a
esto, evaluamos que podría alojar a ocho personas: varones y mujeres.
El equipo acuerda con los residentes que las habitaciones son a
compartir, el pago del alquiler es en partes iguales. La limpieza y
organización de la vida cotidiana es responsabilidad de todos los in-
tegrantes de la casa.
El periodo de permanencia en la casa no tiene límites preestable-
cidos, uno de los requisitos fundamentales es la adhesión y continui-
dad del tratamiento psicoterapéutico.
El equipo se encargó de la puesta en funcionamiento de la casa
para ser habitada. La misma se equipó con las donaciones provenien-
tes de la red informal (compañeros de trabajo y familiares).
Dado que en esta casa conviven ocho personas, sin asistencia
permanente de ningún integrante del equipo de salud, se incorporan
dos Acompañantes Terapéuticos que realizan sus tareas de manera
53 Barrio San Vicente es un barrio popular en zona sur de la ciudad de Córdoba. La
casa se encuentra anclada en dicho barrio y a veinte cuadras del Hospital Neurops-
quiàtrico Provincial.
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4.1. Finalidad
Favorecer la desmanicomialización de las personas con padeci-
miento mental, tendiente a la inclusión social, promoviendo el au-
mento progresivo de la autonomía y el autocuidado desde el trabajo
comunitario.
4.4. Recursos
Hasta el momento los recursos para equipar la vivienda provi-
nieron de una red informal, profesionales del equipo, profesionales
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5. Consideraciones finales
En estos seis años se han asistido en el programa a cincuenta y tres
pacientes en total: veintitrés en el dispositivo de acompañamiento,
treintaen la “Casa de Convivencia” y seisen el microemprendimien-
to “Feria Americana”, realizando diversas actividades, apuntando a
sostener la externación: acompañando la continuidad del tratamiento
ambulatorio, coordinando con los equipos tratantes las estrategias a
seguir.
Las actividades, en su generalidad, consisten en gestión de pen-
siones, subsidios, administración del dinero, abordaje familiar, acom-
pañamiento terapéutico personalizado, adherencia al tratamiento
psicoterapéutico y psicofarmacológico a través de la guía GAM57;
55 Administración Nacional de Seguridad Social.
56 Programa Federal Salud.
57 Guía para gestión autónoma de medicamentos (Onocko Campos et al, .2012)
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6. Bibliografía
Caixa de herramientas (2013) Secretaria de Saude de Rio Grande do
Sul. Brasil.
Centro de Estudios Legales y Sociales (2015). Cruzar el
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TERCERA PARTE:
TRABAJO
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
Capítulo 5.
La Salud Mental en el Derecho del Trabajo
Silvia Díaz
Sumario: 1. Introducción. 2. El economicismo en el escenario social.
3. Derechos humanos y protección. 4. El sistema jurídico argentino y
los tratados internacionales. 5. Ley de salud mental. 6. Organización
internacional del trabajo. 7. El Derecho del Trabajo y la salud. 8.
Accidentes y Enfermedades Inculpables. 9. Ley de Riesgos del Trabajo.
10. Algunos puntos para reflexionar. 11. Conclusión. 12. Bibliografía.
1. Introducción
El tema objeto de reflexión es la salud mental en el Derecho del
Trabajo, materia difícil de abordar en el mundo del trabajo a causa
del estigma y los temores relacionados con la enfermedad. En esta
perspectiva se advierte que también interfieren en un adecuado tra-
tamiento de la problemática, los prejuicios, vinculados no ya con la
salud mental o los estados patológicos, sino con su desconocimiento
que conduce a relativizar la situación de un trabajador afectado por
una patología que menoscaba su salud mental y, con frecuencia, a des-
calificar el diagnóstico, asignando importancia solo a la verificación
de una patología física.
En tanto se pretende conocer cómo el Derecho del Trabajo incor-
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a la reparación por agravios sufridos; c) Asegurar que las personas con discapacidad
puedan ejercer sus derechos laborales y sindicales, en igualdad de condiciones con
las demás; d) Permitir que las personas con discapacidad tengan acceso efectivo a
programas generales de orientación técnica y vocacional, servicios de colocación y
formación profesional y continua; e) Alentar las oportunidades de empleo y la promo-
ción profesional de las personas con discapacidad en el mercado laboral, y apoyarlas
para la búsqueda, obtención, mantenimiento del empleo y retorno al mismo; f) Pro-
mover oportunidades empresariales, de empleo por cuenta propia, de constitución de
cooperativas y de inicio de empresas propias; g) Emplear a personas con discapacidad
en el sector público; h) Promover el empleo de personas con discapacidad en el sec-
tor privado mediante políticas y medidas pertinentes, que pueden incluir programas
de acción afirmativa, incentivos y otras medidas; i) Velar por que se realicen ajustes
razonables para las personas con discapacidad en el lugar de trabajo; j) Promover la
adquisición por las personas con discapacidad de experiencia laboral en el mercado
de trabajo abierto; k) Promover programas de rehabilitación vocacional y profesio-
nal, mantenimiento del empleo y reincorporación al trabajo dirigidos a personas con
discapacidad. 2. Los Estados Partes asegurarán que las personas con discapacidad no
sean sometidas a esclavitud ni servidumbre y que estén protegidas, en igualdad de
condiciones con las demás, contra el trabajo forzoso u obligatorio.
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64 Rodríguez, op cit. El autor en cita al pie nº 1, consigna “El concepto de Trabajo
Decente fue definido, en la Memoria presentada por el señor Juan Somavia, Director
general de la OIT, en la 87ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo
(1999), de la siguiente manera: “… implica acceder al empleo en condiciones de
libertad y reconocimiento de los derechos básicos del trabajo. Estos derechos ga-
rantizan que no haya discriminación ni hostigamiento, que se reciba un ingreso que
permita satisfacer las necesidades y responsabilidades básicas económicas, sociales
y familiares, y que se logre un nivel de protección social para el trabajador, la traba-
jadora y los miembros de su familia. Estos derechos también incluyen el derecho de
expresión y de participación laboral, directa o indirectamente a través de organiza-
ciones representativas elegidas por los trabajadores y trabajadoras”.
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67 El principio de continuidad es uno de los que rigen en el ámbito del Derecho del
Trabajo, atento que el contrato de trabajo es de tracto sucesivo, esto es, no se agota
mediante la realización instantánea de cierto acto, sino que dura en el tiempo, no es
raro que alguna de las partes se vea circunstancialmente impedida de ejecutar sus
obligaciones. Ello es frecuente, fundamentalmente por la característica de la presta-
ción laboral, que el trabajador debe cumplir en forma personal. La enfermedad o el
accidente conforman causas de la suspensión del contrato, pero no son las únicas. El
contrato también se suspende por causa de: matrimonio, maternidad, función sindical,
huelga, privación de la libertad, desempeño de cargos públicos, fuerza mayor o caso
fortuito, falta de trabajo o razones económicas, razones técnicas, suspensión por san-
ciones económicas aplicadas a la empresa, etc.
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69 Despido arbitrario es el que se dispone sin que se haga valer algún motivo legal
como fundamento, de la decisión de extinguir el vínculo.
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70 Art. 6, Ley 24.557 modificada por el Decreto 1278/2000. “[…] 2 a) Se conside-
ran enfermedades profesionales aquellas que se encuentran incluidas en el listado
que elaborará y revisará el Poder Ejecutivo, conforme al procedimiento del artículo
40 apartado 3 de esta ley. El listado identificará agente de riesgo, cuadros clínicos,
exposición y actividades en capacidad de determinar la enfermedad profesional. Las
enfermedades no incluidas en el listado, como sus consecuencias, no serán conside-
radas resarcibles, con la única excepción de lo dispuesto en los incisos siguientes:
2 b) Serán igualmente consideradas enfermedades profesionales aquellas otras que,
en cada caso concreto, la Comisión Médica Central determine como provocadas por
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72 Ley 20.744 constaba de 301 artículos. Se trató de la primera ley nacional que sis-
tematizó la totalidad de las regulaciones atinentes al contrato de trabajo.
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11. Conclusión
Lo examinado permite establecer algunas conclusiones, que de
ninguna manera cierran el tema, sino que tienen como finalidad esta-
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12. Bibliografía
Ackerman, Mario E. & Maza, Miguel Ángel (2001) Ley Sobre Ries-
gos del Trabajo - Aspectos constitucionales y procesales, Ed. Rubin-
zal-Culzoni Editores.
Barbagelata, Héctor Hugo (2009) El Particularismo del Derecho
del Trabajo y los Derechos Humanos Laborales, Ed. Fundación de
Cultura Universitaria.
Corte, Néstor & Machado José Daniel (1996) Siniestralidad Labo-
ral, Ed. Rubinzal-Culzoni Editores.
Toselli, Carlos Alberto & Marionsini, Mauricio Adrián (2017)
Régimen Integral de Reparación de los Infortunios del Trabajo, Ed.
Alveroni Ediciones.
Rodríguez, Carlos Aníbal (2009) Los convenios de la OIT sobre
Seguridad y Salud en el Trabajo: una oportunidad para mejorar las
condiciones y el medio ambiente de trabajo, Centro Internacional de
Formación de la Organización Internacional del Trabajo, Primera edi-
ción.
Rossetti, Andrés & Monasterolo, Natalia (Coordinadores) (2016)
Salud mental y derecho. Reflexiones en torno a un nuevo paradigma,
Ed. Espartaco.
Vázquez Vialard, Antonio & Ojeda, Raúl Horacio (2005) Ley de
Contrato de Trabajo - comentada y concordada, Rubinzal - Culzoni
Editores, Tomo III.
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Capítulo 6.
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2. Estrategias de intervención
Vamos a intentar hacer una descripción de lo que puede denomi-
narse “proceso terapéutico”, o lo que nos referimos como modos o
estrategias de intervención desde este dispositivo, el de rehabilitación
en salud mental, rehabilitación socio laboral.
Esta institución se orienta a trabajar con sujetos que llegan con
diagnóstico de psicosis. En su mayoría éste es el diagnóstico, aunque
muchas veces se incluyen personas con debilidades mentales leves,
neurosis severas, y en algún caso con cuadros de alcoholismo o dro-
gadicción asociados.
Llegan derivados por su terapeuta, quién concurre a realizar la
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3. Bibliografía
Bercherie, Paul (1986). Los fundamentos de la clínica: historia y
estructura del saber psiquiátrico. Buenos Aires: Ediciones Manantial.
Calligaris, Contardo (1986) Introducción a una clínica diferencial
de las psicosis. Buenos Aires: Nueva Visión.
Cohen, H. y Natella, G. (2013) La desmanicomialización: Crónica
de la reforma del sistema de Salud Mental en Rio Negro. Buenos Ai-
res: Lugar Editorial.
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CUARTA PARTE:
EDUCACIÓN
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Capítulo 7.
¿Qué significa tener “derecho a la educación”?
Horacio Etchichury
1. Introducción
Es quizá el derecho menos discutido: tiene solamente resonancias
positivas. “La educación es el futuro”, “la escuela es un segundo ho-
gar”, “los problemas de nuestro país se resuelven con más educación”:
con cualquiera de estas frases resulta fácil quedar bien, tanto en nues-
tros perfiles de Facebook como en campaña electoral, brindis de fin
de año o entrevistas de trabajo. Educación es, en esta versión, un patio
lleno de infantes con guardapolvos. Lo mejor que tenemos.
Esta aceptación rápida y pacífica se debe -probablemente- a que
todavía no lo entendemos como un derecho humano y constitucional.
En las líneas que siguen, intentaré mostrar algunas consecuencias de
tomar a la educación como derecho, según la fórmula adoptada por
nuestra Constitución. Algunas de esas consecuencias -me parece- ya
no serán tan pacíficas. Pero el debate es necesario: incluso en este de-
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4. Palabras finales
Por lo tanto, tener un derecho a la educación significa que pode-
mos usarlo como criterio para diseñar, implementar y evaluar políticas
públicas y decisiones de gobierno (y las propuestas de la oposición).
Cada una debe ser examinada para determinar si garantiza el derecho
a todas las personas, si da cuenta de todas las obligaciones estatales de
respeto, protección y promoción, si no nos propone trueques inacepta-
bles, y si no implica pasos regresivos ni recortes.
En otras palabras: ningún gobierno -por más legítimo que sea su
origen electoral- tiene “manos libres” para la política educativa. Los
derechos humanos fijan los límites dentro de los cuales puede hacer
sus opciones. La ciudadanía tiene la responsabilidad (y el derecho) de
exigir un diálogo social público y permanente que consolide al dere-
cho a la educación como la vara que mide la tarea de las autoridades,
en todos los niveles y en todas las horas.
5. Bibliografía
Abramovich, Víctor y Courtis, Christian (2002): Los derechos so-
ciales como derechos exigibles. Madrid: Trotta.
Courtis, Christian (comp.) (2006): Ni un paso atrás. La prohibición
de regresividad en materia de derechos sociales. Buenos Aires: Del
Puerto.
Gelli, María Angélica (2005): Constitución de la Nación Argenti-
na. Comentada y concordada. Buenos Aires: La Ley.
Lema Añón, Carlos (2010): “Derechos sociales, ¿para quién? So-
bre la universalidad de los derechos sociales”. Derechos y Libertades,
núm. 22, pp. 179-203.
Mazzoco, Ignacio (2013): La noble igualdad. Buenos Aires: Suda-
mericana.
Rosatti, Horacio (2010): Tratado de Derecho Constitucional. Bue-
nos Aires: Rubinzal- Culzoni.
Sagüés, Néstor Pedro (2007): Manual de Derecho Constitucional.
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Capítulo 8.
73 Palabras tomadas de la disertación que la Dra. Silvia Bleichmar realizó durante el
plenario de cierre del “Simposio Internacional: Niños desatentos e hiperactivos. La
patologización de la infancia”. Bs As. Junio de 2007.
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Por eso decimos que la escuela, lugar que los niños y adolescentes
transitan largas horas de sus días, puede ser una oportunidad también
para ellos, pero requiere poder pensarse, pensar cómo poder alber-
gar a estos niños y adolescentes de hoy, cómo acompañar trayectorias
escolares, que puedan ser creativas, dinámicas, lograr invenciones y
compromiso para trabajar con estas infancias y adolescencias que nos
interpelan y nos desafían.
Se debe pensar la inclusión como política pública y la integración
como algo que se construye y no como una imposición.
Deben surgir profesionales de salud, que puedan encontrarse con
ese otro en su particularidad subjetiva y en su contexto, sin respuestas
rápidas y simples a problemáticas tan complejas.
La aplicación de un simple cuestionario que determine un “diag-
nóstico”, palabra que viene siendo bastardeada, ya no es privativa del
campo de la salud; escuelas, docentes y padres requieren diagnósti-
cos, ¿Para qué?
“Los diagnósticos que etiquetan anulan la singularidad de cada
niño, su historia y su sufrimiento.”75
Compartimos con Untoiglish la afirmación “los diagnósticos en
la infancia se escriben con lápiz”, así tituló el libro de su autoría.
Deberían ser diagnósticos situacionales, algo que permita pensar una
estrategia de intervención profesional, no una sentencia de nefasto fu-
turo (Untoiglish, op.cit).
Al respecto Silvia Bleichmar, entendía al proceso diagnóstico no
solo como una exploración del niño, sino como un proceso en el cual
se abordan los vínculos primordiales con las figuras así mismo pri-
mordiales que participan de ese proceso (Untoiglich, 2017)
Asistimos hoy a diversidad de problemáticas y situaciones que
generan sufrimiento en los niños y jóvenes: vivencia de soledad y
desamparo, dolor insoportable que genera respuestas auto y hetero–
agresivas; niños que se cortan, que dicen querer morir; niños que hos-
tigan y son hostigados. Estos sufrimientos no se pueden ver como algo
susceptible de ser tapado con pastillitas.
Nos preguntamos qué más tienen que hacer los chicos para que
nos preocupemos y nos ocupemos. Consideramos que se trata de le-
yes y las celebramos, pero sobre todo se trata de compromiso social:
Estado - familias y comunidad toda.
4. Bibliografía
Brener, Gabriel (2015) El desafío es una propuesta educativa in-
clusiva. Recuperado de http://revista.elarcondeclio.com.ar/ 19 de no-
viembre del 2015.
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Faraone, Silvia (2008) Medicalización de la infancia: una mirada
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Recuperado de https://www.topia.com.ar/articulos/medicalizaci%-
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Foucault, M. (2008) “La vida de los hombres infames” Editorial Al-
tamira.
Manzotti, Marita (2010)- Psicoanalisis con niños 3. Tramar lo sin-
gular.editorial Grama -copiladora Irene Kuperwajs cap. “la infancia
generalizada - La psiquiatrización de la infancia y la buena noticia de
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Syber, Graciela (2016) “¿Tengo un problema?” Armando tra-
mas que desarman etiquetas. En Novedades Educativas 28(302):
56-57. Recuperado de http://www.noveduc.com/archivos/anticipos/
NovedadesEducativas302-TengoUnProblema.pdf
76 Pedagogo francés contemporáneo.
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QUINTA PARTE:
JUSTICIA
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Capítulo 9.
Proceso de limitación de capacidad:
Rol del Ministerio Público
Eloisa del Valle Sacco
1. Consideraciones preliminares
En el presente trabajo se abordará la Representación y Asistencia
de las personas con afección mental cuya capacidad se pretenda limitar
o restringir en aras de su protección, poniendo el acento en el rol que al
Ministerio público le cabe como herramienta esencial en la realización
de los derechos humanos de personas en condiciones de vulnerabili-
dad77, fundamentalmente como garante de la protección de derechos.
77 “100 Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia de las personas en condiciones
de vulnerabilidad”, Aprobadas en las XIV Cumbre Judicial Iberoamericana celebrada
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85 En la Provincia se suele asociar “Ministerio Público” con Ministerio Público Fis-
cal, obedeciendo ello, a mi entender, a la existencia de la Ley orgánica del Ministerio
Público Fiscal N° 7826 que regula su organización en la esfera del Poder Judicial de
la Provincia.
86 Con las modificaciones introducidas por las Leyes 8107, 8426, 8498 y 8706.
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Letrado Civil, entre otras funciones, interviene en las causas que tra-
mitan por ante el Fuero Civil y comercial:
a) Representando promiscuamente intereses de menores e incapaces.
b) Promoviendo o participando en acciones judiciales que afecten de-
recho de incapaces o inhabilitados.
Evidentemente esta norma, no obstante su vigencia, debe ser en-
tendida con el alcance terminológico aludido, esto es eliminar la locu-
ción “menores” e “incapaces” y sustituirla por las voces niños, niñas,
adolescentes, personas con afección mental o personas con discapaci-
dad, a la luz de la nueva legislación, en aras de armonizar las mismas
con los principios contenidos en los tratados de Derechos Humanos,
con rango constitucional.
89 En Córdoba, esto está previsto en el Art. 832, 1° parte de la Ley 8465 (C.P.C.C.)
que dispone: “Con los recaudos de los artículos anteriores y previa vista al asesor
letrado, el tribunal resolverá…”.
90 En Córdoba, a tenor del Art. 99 de la Ley 8465 (C.P.C.C) la exigencia es la misma
en tanto la norma dispone” En toda gestión judicial, salvo los casos exceptuados por la
ley, en que se trate de la persona o bienes de incapaces se dará intervención al asesor
letrado en lo civil y comercial, bajo pena de nulidad”.
91 Art. 40 CCCN Revisión. La revisión de la sentencia declarativa puede tener lugar
en cualquier momento, a instancias del interesado. En el supuesto previsto en el Art.
32, la sentencia debe ser revisada por el juez en un plazo no superior a tres años, sobre
la base de nuevos dictámenes interdisciplinarios y mediando la audiencia personal
con el interesado. Es deber del Ministerio Público fiscalizar el cumplimiento efectivo
de la revisión judicial a que refiere el párrafo primero e instar, en su caso, a que ésta se
lleve a cabo si el juez no la hubiere efectuado en el plazo allí establecido.
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94 “El dictado de la Ley de Salud Mental, no fue un suceso casual, sino el resultado
del impacto de la doctrina de los derechos humanos en su aplicación a las cuestiones
vinculadas a la capacidad jurídica de las personas mayores de edad. En efecto, nuestro
país se hallaba comprometido por la aprobación de dos convenciones internacionales
que obligaban a modificar el escenario existente en materia de capacidad jurídica y
ejercicio de derechos de las personas con discapacidad: la Convención Interamericana
para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con
Discapacidad -ley 25.280- y, más ampliamente en el escenario de Naciones Unidas
y con impacto universal, la CDPD -ley 26.378-. Esta última Convención ha recibido
recientemente rango constitucional y ambos instrumentos ostentan jerarquía superior
a las leyes (art. 31 CN), lo que obliga al Estado, en el marco del control de conven-
cionalidad, a contrastar la vigencia de sus normas -tanto de fondo como procedimen-
tales- con los nuevos paradigmas contenidos en estos documentos y otros del derecho
internacional en la materia” (Herrera Marisa, Caramelo Gustavo, Picasso Sebastián
-Directores, “Código Civil y Comercial de la Nación Comentado - Título preliminar
y Libro Primero”, Infojus, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2015, pág. 79/80.)
95 Art. 5 de la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 y en Córdoba, Ley Provin-
cial N° 9.848, Art. 46 incs. a, c y d.
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96 En Córdoba, por imperio del Art. 832, inc. 1° de la Ley 8465 (C.P.C.C.) El tribunal
resolverá: 1) El nombramiento de un curador provisional, que recaerá en un abogado
de la matrícula Sus funciones subsistirán hasta que se discierna la curatela definitiva
o se desestime la demanda…”. Esto en concordancia con lo establecido por el Código
civil hoy derogado en su Art. 147.
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97 En causas promovidas con patrocinio letrado particular, el Asistente letrado será
un abogado de la matrícula, designado por sorteo conforme lista que a tal fin confec-
ciona el colegio de abogados de la provincia y su desempeño es remunerado.
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4. Colofón
A modo de cierre puede decirse que el Ministerio Público inter-
viene por mandato legal y constitucional respecto de personas con ca-
pacidad restringida e incapaces, en el ámbito judicial y extrajudicial.
Lejos de las funciones que históricamente ostentaba el defensor
o asesor de menores e incapaces, el Art. 103 del C.C y C. resignifica
el papel del Ministerio Público, readecuando el rol desde un enfoque
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5. Bibliografía
Burundarena, Ángeles (2015) Proceso declarativo de restricción a
la capacidad y excepcional de incapacidad en el Código Procesal Mo-
delo para la Justicia de Familia (Ciudad Autónoma de Buenos Aires),
Revista de Derecho Procesal 2015-2- Procesos de Familia, Rubinzal
Culzoni Editores.
Fernandez, Silvia Eugenia. (2015) El rol del Ministerio Público en
el nuevo código civil y comercial. Revista del Ministerio Público. Año
12, N° 16.
Herrera, Marisa; Caramelo, Gustavo; Picasso, Sebastián (2015)
Código Civil y Comercial de la Nación Comentado - Título preliminar
y Libro Primero, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Infojus.
Lorenzetti, Ricardo Luis (2012) Código civil y comercial de la Na-
ción. Presentación del Proyecto, La Ley, Buenos Aires.
_____________________________ (2014) Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, Tomo 1, RubinzalCulzoni editores. Noviem-
bre 2014.
Moreno, Gustavo (2016) Derecho de Familia. Revista interdiscipli-
167
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Capítulo 10.
Sumario: 1. El dilema del ¿Qué hacer? 2.1. Pautas que pueden dar co-
herencia al qué hacer. 3. ¿Puede lograrse a través del sistema penal la
solución efectiva de un problema de salud mental? 4. Una herramienta:
pericias acordes a los parámetros establecidos en la Ley. 5. ¿Futuro
promisorio? 6. Bibliografía.
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5. ¿Futuro promisorio?
En conclusión, hay maneras de apartarse del automatismo dirigi-
do sin miramientos a ordenar internaciones involuntarias, y este ca-
mino está dado -sin pretender que los juristas seamos reemplazantes
de los peritos- en el examen de las pericias bajo la lupa del análisis
legal y convencional.
Para todos los casos, entonces, la evaluación de riesgo debe res-
petar los criterios de excepcionalidad y proporcionalidad que debe
guardar toda orden cautelar, como lo es la internación involuntaria en
el ámbito penal.
Los operadores judiciales tenemos el deber de controlar la lega-
lidad de las medidas extraordinarias que pueden ser tomadas cuando
una persona no se encuentra en condiciones de ejercer su autonomía y
de consentir un tratamiento. Los recursos y capacidades deben encon-
trarse desbordados, al punto que la vida -propia o de terceros- corra
riesgo de ser dañada, para lo cual es necesario considerar cuestiones
vinculadas a la salud física, con efectos de orden cognitivo, volitivo y
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6. Bibliografía
Andrés Pueyo, Antonio y Arbach, Karin (2014). Peligrosidad y
valoración de riesgo de violencia en contextos forenses. En E. García
(Coord) Manual de Psicopatología Forense: Comportamiento Huma-
no y Tribunales de Justicia. México DF. Ed. Manual Moderno.
Centro de Estudios Legales y Sociales (2013) La práctica pericial
respetuosa de los derechos de las personas con discapacidad psicoso-
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Capítulo 11.
1. Introducción
Mientras que la pena estatal constituye la respuesta frente a la
culpabilidad del autor, la medida de seguridad lo es frente a su peli-
grosidad. Este distinto fundamento entre penas y medidas no signifi-
ca que -como ocurriera antaño- ambas reacciones penales sean total-
mente diferentes. En tal sentido, la doctrina moderna se caracteriza
por trazar un proceso de aproximación entre ellas, en tanto que, la
pena ya no se asocia a la retribución sino a concepciones preventivas y
la medida, a su vez, ha dejado de ser considerada como un mecanismo
benefactor, para acabar aceptándose su carácter aflictivo. Este reco-
nocimiento de que la medida de seguridad es -al igual que la pena-
un instrumento de control social que limita derechos individuales, ha
determinado que se imponga el criterio de exigir respecto de aquéllas
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(Tarditti, 2001:109). Es por eso que lleva razón Tarditti (op. cit: 109-
10) cuanto argumenta que: “[f]rente al inimputable, ese principio debe
tener un rol en la interpretación de la procedencia de la medida de se-
guridad, a través de la interpretación de la fórmula de la peligrosidad
como fundamento de su imposición”. De allí que se sostenga que la
idea de peligrosidad para sí (es decir: la autolesión) -analizada desde
la perspectiva de este principio- podría sustentar válidamente medi-
das asegurativas no penales, como lo son las del Derecho civil, pero
desvirtuaría el fundamento penal de la medida.
La medida de seguridad se ejecuta a través de la internación psi-
quiátrica.
¿Cuál es la finalidad de esta internación?
Esta medida de seguridad tiende, fundamentalmente, “a hacer
desaparecer el peligro” que justificó su dictado (De la Rúa, op. cit.:
476).
Por eso, al momento de analizar la posibilidad de cese, es impor-
tante distinguir entre curación y desaparición del peligro.
En nuestro concepto, coincidimos plenamente con lo expresado
por Hegglin, en el sentido que la peligrosidad debe comportarse como
un límite frente a la intervención estatal. En efecto, aún en aquellos
casos en los que la patología no se haya curado, si el juicio pericial
recomienda la externación del paciente -sin mengua de la continuidad
del tratamiento terapéutico- esta circunstancia ya habilita el cese de
la medida de seguridad. En este sentido, la doctrina es categórica: el
cese de la medida “se condiciona a la desaparición del peligro, no a la
curación” (De la Rúa 1997: 477).
El aspecto recién señalado tiene su importancia. En efecto, en la
praxis judicial nos hemos encontrado con una situación frecuente: los
dictámenes periciales recomiendan la externación por inexistencia de
peligro actual pero, invocando un peligro eventual, postulan la nece-
sidad de continuidad del tratamiento. Sobre esta base fáctica, algunos
tribunales, han admitido la continuidad de la medida de seguridad ya
no como internación sino bajo la forma de un tratamiento ambulato-
rio100. Por nuestra parte nos hemos opuesto a esta tendencia101 -crite-
rio que es unánime en los tres Juzgados de Ejecución Penal de la 1ª
Circunscripción Judicial de la Ciudad de Córdoba- por entender que:
“en el sistema del Código, este tratamiento ambulatorio no viene a
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
para los casos de medidas. Así, por ejemplo, se distinguía entre una
medida curativa y aquella que no tenía ese carácter; admitiéndose la
no-vigencia respecto de las curativas del principio tempus regis actus
y, por consiguiente, concluyéndose que, si con posterioridad a la co-
misión del hecho el legislador modificaba en forma más gravosa una
medida -en cuanto a su duración o procedencia- no habría ningún
obstáculo en aplicarla.
Por nuestra parte, entendemos que el caso debe regirse por los
principios constitucionales generales que se aplican también respecto
a la pena. Es así que: si hay un cambio posterior al hecho y más gra-
voso (por ejemplo, en cuanto a la extensión de la medida), su posi-
ble aplicación retroactiva vulneraría el artículo 18 de la Constitución
Nacional, en tanto consagra el principio de irretroactividad de la ley
penal más gravosa. Por el contrario, si al momento del hecho, la me-
dida resultaba absolutamente indeterminada y, por una modificación
posterior, se establece –en virtud del principio de proporcionalidad–
un determinado máximo (en su duración), esa ley puede aplicarse re-
troactivamente al ser más beneficiosa para el incapaz.
La otra garantía que guarda íntima relación con el Derecho penal
sustantivo es el principio de proporcionalidad.
Refiere Carlos Bernal Pulido (2005:134-6) que este principio, en
su variante de la interdicción de exceso, es el criterio para controlar la
constitucionalidad de la ley en el marco de estas relaciones, siempre
desde el punto de vista de la afectación del derecho de defensa respec-
tivo. En esta variante, el principio de proporcionalidad está conforma-
do por los subprincipios de idoneidad, necesidad y proporcionalidad
en sentido estricto.
De acuerdo con el subprincipio de idoneidad, toda ley penal, como
intervención en la libertad general de acción y otros derechos funda-
mentales, debe ser idónea para fomentar un objetivo constitucional-
mente legítimo.
Desde la perspectiva del subprincipio de necesidad, para que una
intervención penal en los derechos fundamentales sea necesaria, no
debe existir ningún otro medio alternativo que revista, por lo menos,
la misma idoneidad para alcanzar el objetivo propuesto y que sea más
benigno con el derecho afectado.
Finalmente, el subprincipio de proporcionalidad en sentido estric-
to exige que, para que una intervención resulte legítima, el grado de
realización del objetivo de la intervención (es decir, la protección del
bien jurídico) debe ser, por lo menos, equivalente al grado de afecta-
ción de la libertad o del derecho fundamental.
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
102 Para un panorama al respecto, cfr. José Eduardo Tapia, “¿Son inconstitucionales
las medidas de seguridad previstas en el art. 34, inc. 1º, apartados 2º y 3º del Código
penal argentino?”, Pensamiento penal y criminológico, Año V, Nº9, 2004, Ed. Medi-
terránea, Córdoba, p. 202 y ss.
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5. A modo de conclusión
No queremos ser imprudentes; extendiéndonos en demasía.
Nuestra intención sólo fue puntualizar algunos aspectos con la fina-
lidad de que estos temas queden instalados y, de ser el caso, resulten
generadores del enriquecedor debate.
Por eso preferimos aquí concluir esta exposición.
Permítasenos, sin embargo, una última reflexión.
189
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
6. Bibliografía
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
191
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Capítulo 12.
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facultad de todos los sujetos -aún los más “prósperos”-, para ejecutar
sin ocultamientos un deseo.
Será desde allí entonces que analizaré la fórmula del riesgo en su
variante individual, refiriéndome con ello al riesgo de autolesión o
autoeliminación (particularmente este último), y a la manera en que
este concepto instrumental logra, mediante el desconocimiento (o re-
afirmación) de la autonomía individual, interferir en el deseo humano,
sino a través de una noción incapacitante de la locura (o capacitista
de la normalidad), echando mano a la misma afirmación de libertad.
Para esto me detendré primero en algunas explicaciones medu-
lares relativas al principio de autonomía de la persona y las posturas
filosóficas en torno. Utilizaré en la ocasión el texto de Carlos Santiago
Nino; Etica y Derechos Humanos. Un ensayo de fundamentación
(2007).
Luego, intentaré escudriñar las posibles articulaciones entre au-
tonomía y locura, adoptando esta última nominación en sentido rei-
vindicativo antes que peyorativo. Buscaré visibilizar con ello los finos
hilos que se anudan en punto a la idea de libertad individual.
A continuación, me concentraré en el específico marco normativo
local en materia de salud mental. No para recorrer, minuciosamente,
su técnica legislativa o las obligaciones que coloca en cabeza del po-
der Estatal con el objeto de tornar efectivo dicho cúmulo de derechos,
sino mejor para dar cuenta de las razones epistémicas del modelo que
funciona como anclaje de dicho esquema legal.
Con esto, apuntaré a reflejar si el derecho al suicidio (es decir, a
morir con las especificaciones expuestas supra) encuentra recepción
en el modelo normativo vigente, y, de no hacerlo, si ello resulta cohe-
rente con el universo jurídico del cual emerge. Precisamente en fun-
107 Como fuera anticipado para la elaboración de este apartado se ha tomado como
material teórico orientador el texto de Carlos S. Nino mencionado en la introducción,
específicamente el capítulo cinco.
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110 No quiero replicar aquí la sistematización que he realizado en otros textos; eso,
podría desviar la atención del foco que plantea este artículo. Para ello puede consul-
tarse Salud mental y Derecho. Reflexiones en torno a un nuevo paradigma (2016);
“Inimputabilidad y anti-subjetividad. Posibles desencuentros entre derecho penal y
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locales en materia de salud mental, sino también a la legislación civil de base, como
lo es el Código Civil y Comercial de la Nación y al resto de las regulaciones que,
aunque no específicamente apuntadas a la temática la abordan de manera tangencial.
Para el caso puede señalarse la Ley Nacional de Derechos del Paciente en su Relación
con los Profesionales e Instituciones de Salud (n° 26.529), la que aún modificada
posteriormente y de modo parcial por la ley 26.742 (conocida como Ley de muerte
digna), continúa estipulando como una excepción al consentimiento informado la “…
situación de emergencia, con grave peligro para la salud o vida del paciente” (conf.
art. 9, inciso “b”, ley cit.)
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
otros” (Espósito 2011: 15); allí es donde anidará también una noción
de igualdad anudada a la presunción de entrega, en tanto como indi-
viduos soberanos los hombres comulgan en un pacto igualador que
supone la entrega de ese poder a un ente que lo condense (“el sobe-
rano”).
De este modo, expondrá el autor de referencia:
“Cuando este proceso entrópico se conjugue con las estrate-
gias autoconservativas de la sociedad moderna, el vuelco y el
vaciado de la antigua libertad común en su opuesto inmune
serán completos. Si el segmento mediano de este pasaje está
constituido por la invención del individuo -y, por tanto, del
marco soberano en que este se inscribe-, el lenguaje que con
mucho predomina es el de la protección” (ibid.).
Así es entonces como el trasvasamiento de la libertad al recipiente
de la propiedad y la soberanía redundará en una fácil lectura en cla-
ve asegurativa que permitirá al liberalismo una inscripción coherente
con su discursiva no totalitaria.
Puede advertirse entonces, frente a este último recorrido, la su-
tileza discursiva de una ideología en esencia no constrictiva para ha-
cerse de un arsenal de mecanismos de control sobre los cuerpos y sus
devenires.
Si se admite a la libertad individual como el ingrediente inescin-
dible de una política de seguridad para preservar la vida, incluso los
atentados auto-provocados hacia esa vida quedan marginados de la
omisión estatal de interferencia. Desde aquí decidir la propia muerte
y ejecutarla, nunca será una opción a comunicar, mucho menos un
derecho.
Esta forma de lectura afincada en las reflexiones de Esposito in-
corpora otra variante para pensar las formas de canalización del deseo
humano que no encajan en el plan político de organización de la vida
humana.
En la parada anterior hacía mención al desconocimiento de la li-
bertad a partir de la convergencia con la locura, refiriendo con ello
cómo podía negarse la primera basándose en el plan o acto loco, para,
de este modo, fundar jurídicamente (con toda la legalidad y legitimi-
dad que ello suele tener) una intromisión violenta en la circulación de
los sujetos.
Ahora podría agregarse que sin recurrir a la negación de la liber-
tad individual y sin necesidad de echar mano al ajuste de la locura, en
el preciso nombre de esa libertad puede justificarse el encierro.
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6. Bibliografía
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SEXTA PARTE:
INTERSECTORIALIDAD
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Capítulo 13.
Políticas intersectoriales para el abordaje integral en salud
mental: La complejidad de la acción conjunta
Jacinta Burijovich
1. Presentación
El nuevo paradigma en salud mental está dirigido, primordial-
mente, a promover una transformación que garantice la ciudadanía de
las personas con padecimiento subjetivo. Este objetivo requiere una
actividad del Estado integral e integrada. Las políticas actuales son
fragmentadas y han perdido la visión de conjunto, por lo cual, cumplir
con ese propósito implica un enorme desafío.
Las intervenciones que son necesarias de implementar a fin de
cumplir con las nuevas leyes de salud mental deben poner el acento en
el abordaje global de los problemas complejos que presenta el fin de la
atención manicomial. Esto requiere el trabajo conjunto entre distintos
sectores gubernamentales y una intersectorialidad de alta intensidad
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
tal como la define Nuria Cunnill Grau. Sin embargo, aún persisten las
concepciones de que las respuestas a los problemas de trabajo, educa-
ción, vivienda, salud de los/as usuarios/as de salud mental deben ser
dadas al interior del propio sector, con lo cual se refuerza el modelo y
las prácticas asilares.
En los nuevos marcos normativos se apela a la intersectorialidad
como eje central de las políticas de transformación. Adscribir a este
enfoque no es suficiente. Es necesario analizar cómo construirla, cuál
es el valor que puede aportar a sus resultados y cuál es la especifici-
dad de su gestión en las políticas de salud mental. Con este artículo
se pretende aportar a una discusión que vaya desde sus enunciados
a acercar soluciones a los desafíos prácticos y técnicos que están en-
frentando estas políticas. Se intenta dar algunas primeras respuestas
a estos interrogantes, para lo cual se hará una revisión conceptual de
los actuales desarrollos teóricos en materia de intersectorialidad, se
sistematizarán los aspectos centrales de la noción de integralidad en
salud mental y se analizarán los modelos adoptados por las leyes de
salud mental (tanto la nacional como la provincial).
A través de este desarrollo se pretende facilitar la comprensión
de las especificidades que el campo de la salud mental tiene en el
momento de desarrollar acciones conjuntas entre diversos sectores,
examinar los factores que inciden en su concreción y las resistencias
de los actores. La pregunta que atraviesa estas reflexiones es: ¿cómo
promover la integración intersectorial en torno a esta situación social
que amerita la integralidad en su abordaje?
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
Capítulo 14.
Cobertura Universal en Salud: entre los derechos y el mercado
Iván Ase
1. Introducción
El sistema de salud en Argentina, tal cual quedó conformado des-
de mediados de la década del 60, se ha caracterizado por su frag-
mentación, la falta de coordinación, la debilidad regulatoria estatal, el
sub-financiamiento público, su sesgo corporativo, la irracionalidad en
la incorporación de nuevas tecnologías y la desproporción entre recur-
sos invertidos y resultados sanitarios obtenidos, todo lo cual, terminó
consolidando enormes asimetrías sociales y regionales y marcadas
desigualdades en el nivel de garantía del derecho a la salud.
Este diagnóstico, que cuenta con un enorme nivel de consenso
entre los actores más relevantes del campo, ha intentado ser abordado,
por los diversos gobiernos en los últimos cuarenta años, desde dife-
rentes paradigmas pero siempre con resultados más que decepcionan-
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3. La CUS en Argentina
A partir del espacio que le otorgan los organismos internacionales
a cada uno de los países miembros para que el proceso de implementa-
ción de la CUS contemple las particularidades locales, es que se hace
necesario detallar los rasgos salientes que ésta adquiere en nuestro
país.
En primer lugar, debe decirse que para las actuales autoridades
del Ministerio de Salud de la Argentina la CUS no aparece como un
programa o proyecto específico, sino más bien como un propósito o
sentido estratégico que subyace a cada uno de los programas o proyec-
tos en ejecución. Es decir, cada uno de ellos aparece puesto al servicio
del logro de la Cobertura Universal en Salud (CUS Medicamentos,
CUS Médicos Comunitarios, por ejemplo). En algún sentido, la CUS
aparecería, casi, como una consigna (el logo CUS aparece junto al del
Ministerio en toda documentación o acto de gobierno) que atravie-
sa absolutamente todas las actividades que desarrolla el Ministerio
de Salud. Este espíritu quedó plasmado en la Resolución 475/16 del
Ministerio de Salud de la Nación del 14 de Abril de 2016, la que fue
presentada y aprobada por el conjunto de Ministros de Salud de las
Provincias y la CABA en la II° Reunión Ordinaria del COFESA del 9
de Mayo de 2016 y que consta en el Acta N° 2/2016 de dicho Consejo.
Ahora bien, más tarde, la CUS queda formalizada como la estra-
tegia central de la política sanitaria nacional a partir de la sanción del
Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 908/16 del 3 de Agosto
de 2016. En él, queda plasmado el acuerdo al que llega el Gobierno
Nacional y la Confederación General del Trabajo (CGT) para el repar-
to de los fondos acumulados en el Fondo Solidario de Redistribución
(FSR)128 al 28 de julio de 2016, que no fueran oportunamente aplica-
dos conforme la normativa vigente, deducido el monto no distribuido
correspondiente al año 2015.
Estos recursos, que a dicha fecha alcanzaban los $30.000 millones
de pesos, se distribuyen de la siguiente forma:
2.704 millones de pesos serán para pagar la deuda histórica que
tiene la Superintendencia de Servicios de Salud con las obras sociales
por tratamientos médicos de alto costo ya brindados.
128 El FSR es un fondo que se conforma con el 15% de los aportes de todos los be-
neficiarios del sistema de obras sociales con el objetivo de subsidiar a los aportantes
de menores ingresos y financiar el costo de los tratamientos de alta complejidad. En el
año 2006 se instrumentó como criterio de distribución de subsidios el SANO (Subsi-
dio automático nominativo) con ajuste por riesgo (Decreto N° 1901/06).
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en materia de salud.
La garantía de accesibilidad para todos, ricos y pobres, grupos ét-
nicos minoritarios y mayoritarios, los que viven en zonas urbanas y
zonas rurales y las comunidades desfavorecidas.
La participación inclusiva, documentada y activa de la comunidad
como un elemento esencial del derecho a la salud
La elaboración de un plan integral y no un montón de intervenciones
verticales poco coordinadas para las diversas enfermedades
La perspectiva de derechos en salud se refiere a que éste es un com-
ponente inalienable de la dignidad humana y se trata de un bien en
sí mismo, que no requiere justificación; es decir, todas las personas,
por el hecho de existir, tienen derecho a la salud.
Los Tratados Internacionales brindan un marco normativo para que
los diferentes actores locales y nacionales se articulen en torno al
diseño de las estrategias de salud. De esta manera, los derechos hu-
manos actúan como un programa que puede guiar u orientar las
políticas públicas de los Estados (Ase, 2014).
Para el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
las Naciones Unidas, “el derecho a la salud en todas sus formas y a
todos los niveles abarca los siguientes elementos esenciales e interre-
lacionados, cuya aplicación dependerá de las condiciones prevalecien-
tes en un determinado Estado Parte”: disponibilidad, accesibilidad,
aceptabilidad y calidad.
Conscientes de las limitaciones reales de recursos que afectan a la
realización plena del derecho a la salud, se plantean unas obligaciones
básicas en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC): “Los Estados Parte tienen la obligación funda-
mental de asegurar como mínimo la satisfacción de niveles esenciales
de cada uno de los derechos enunciados en el Pacto, incluida la aten-
ción primaria básica de la salud”.
Existe un amplio reconocimiento de que el ejercicio del derecho
a la salud implica también que otros derechos estén garantizados. Es
decir, junto con el ejercicio del derecho a la salud se deberá tener el
derecho a la libertad de elección, el derecho a la identidad cultural, el
derecho a la participación en el diseño, ejecución y fiscalización de
las políticas públicas, entre otros. Esta visión de integralidad de los
derechos estuvo presente durante todo el proceso en el que se redactó
y aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
Un paso importante se dio con la Declaración de Viena (1993), que
afirmó la igualdad en importancia de todos los derechos humanos,
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6. Bibliografía
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las estrategias y políticas de desarrollo de América Latina (en línea)
Banco Interamericano de Desarrollo. Fecha de acceso 22 de agosto
132 Lo sucedido en los últimos días en la relación Gobierno – CGT, como consecuen-
cia de la Marcha de protesta contra la política económica gubernamental realizada el
22 de Agosto del corriente año, es bastante elocuente al respecto.
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Capítulo 15.
1. Introducción
Las actuales normativas de salud mental en Argentina significa-
ron un hito jurídico y político en el reconocimiento y ampliación de
derechos de las personas usuarias de servicios de salud mental, e in-
auguraron un nuevo universo de significaciones a partir de las cuales
redefinir y disputar los abordajes en este campo.
La Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 (LNSM) reemplaza
la noción de “enfermedad mental” por la de “sufrimiento psíquico” o
“padecimiento mental”, lo cual escapa a una cuestión meramente lin-
güística o nominal, para convertirse en uno de los postulados centra-
les que sostienen el nuevo entramado normativo. Al respecto, autores
como Augsburger (2002) consideran que la categoría de “enfermedad
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136 La Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2012) plantea que los derechos
humanos poseen determinadas características que, tomadas en conjunto, garantizan
todos los derechos humanos para todas las personas y en todo momento. Entre estas
características, la “interrelación” supone que la mejora en la realización de cualquier
derecho, es función de la realización de los demás derechos humanos; la noción de
“interdependencia” refiere a que el nivel de disfrute de cualquier derecho, depende
del grado de realización de los demás; y la “indivisibilidad” consiste en que todos los
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5. Consideraciones finales
El objetivo de este artículo fue aportar una discusión –entre tantas
posibles- de las articulaciones entre el campo de los derechos sociales
y el de la salud mental. Para realizar esta aproximación, se planteó la
existencia de un “círculo vicioso” entre la vulneración de derechos y
las problemáticas de salud mental, retomando esta figura a los fines
esquemáticos, para proponer una primera lectura acerca de la comple-
ja trama de relaciones que se establece entre ambos. Esto de ningún
modo implica reivindicar razonamientos lineales o de causalidad sim-
ple, sino que, por el contrario, se convoca a pensar en estas articula-
ciones de manera compleja, en términos de su “inherencia recíproca”
y en el contexto de las múltiples determinaciones antes referidas.
La línea argumental planteada en este trabajo concluía que la pro-
puesta para “romper” con el mencionado círculo vicioso reside en la
formulación de políticas públicas integrales, intersectoriales e inter-
derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales son igualmente impor-
tantes, y que la mejora del disfrute de cualquiera de ellos no puede darse a expensas
de la realización de ningún otro.
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
6. Bibliografía
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rización de la situación y análisis del impacto sobre la salud física y
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sivos-en-argentina-caracterizacion-de-la-situacion-y-analisis-del-im-
pacto-sobre-la-salud-fisica-y-mental-2015-2016/
271
SÉPTIMA PARTE:
PRODUCCIONES y RECORRIDOS
ESPECÍFICOS EN EL TERRENO DE
LA SALUD MENTAL
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
Capítulo 16.
275
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
1. Introducción
Con el objetivo de alcanzar y garantizar la plena implementa-
ción de las normativas actuales en salud mental, se impone el desafío
de transitar el proceso de transformación del paradigma asilar-tute-
lar, sostenido desde hace décadas en una lógica manicomial, hacia
un paradigma comunitario y promotor de los derechos humanos.
A partir del año 2010, con la sanción de la Ley Nacional de Salud
Mental 26.657 (LNSM) y la Ley de Protección de la Salud Mental de
la Provincia de Córdoba N° 9848, el objetivo de transformación cobra
no sólo legalidad sino mayor solidez en cuanto a la necesidad de sus-
tituir aquellos tradicionales modos disciplinares e institucionales de
abordar la salud mental, caracterizados por el encierro, el aislamiento,
la vulneración de derechos, la exclusión, la segregación y el estigma.
Se establece entonces el desafío de crear un nuevo ordenamiento ju-
rídico, administrativo y sanitario, incorporando saberes profesionales
interdisciplinarios que se articulen con el objetivo de construir modos
de abordar y hacer en el campo de la salud mental que apunten a esta
transformación, afirmando la premisa de que la salud mental resulta
indisociable del enfoque de derechos humanos.
En los informes Mirar tras los muros: situación de los derechos
humanos de las personas privadas de libertad en Córdoba137, el
Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos se propuso 138, en
primera instancia, conocer la situación de los hospitales monovalentes
y las instituciones de encierro en donde se encontraban alojadas perso-
nas con padecimientos mentales. Posteriormente, se apuntó a avanzar
en la problematización y ampliación de la mirada en relación con las
políticas públicas en salud mental, a partir del reconocimiento de la
salud mental como un proceso determinado por componentes histó-
ricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos cuya
preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción
137 http://www.unc.edu.ar/extension/vinculacion/observatorio-ddhh/infor-
me-mirar-tras-los-muros (v. años 2013, 2014 y 2015)
138 El Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos de Córdoba tiene como
objetivo analizar y hacer visible el cumplimiento de las normativas vigentes sancio-
nadas en las leyes de Salud Mental (Provincial 9848 y Nacional 26657) a través de
la observación y el monitoreo, apuntando a visibilizar e incidir en el contenido de las
políticas públicas para la efectividad de las transformaciones necesarias en materia de
garantía de derechos.
276
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
2. Metodología
Con la intención de recolectar información que posibilite un aná-
lisis acerca de la realidad en materia de salud mental en los hospitales
generales, se optó por la realización de entrevistas semiestructuradas
a profesionales integrantes de los servicios de Salud Mental (SM) de
diversas instituciones hospitalarias de la ciudad de Córdoba. Se incor-
poró de este modo la perspectiva de los actores tomando los relatos
como unidad de análisis, con el objetivo de monitorear y visibilizar las
estrategias y planificación de las políticas públicas en Córdoba.
Tras la revisión de marcos normativos vigentes, desarrollos teó-
ricos y antecedentes de investigaciones afines143 se identificaron una
3. Análisis
3.1 Modalidades de Abordaje en Salud Mental
La LNSM, en lo que refiere a internaciones, expresa la prohibición
de la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o institucio-
nes de internación monovalentes, públicos o privados148, y la necesa-
ria adecuación de los ya existentes a sus objetivos y propuestas, esta-
bleciendo un plazo hasta el año 2020 para su sustitución. Asimismo,
plantea que la internación en salud mental debe realizarse en hospita-
les generales, que deben contar con los recursos necesarios. En este
sentido, el PNSM149 plantea el objetivo de abrir de manera programa-
da, gradual y definitiva los Servicios de Salud Mental en los hospita-
les polivalentes con camas que habiliten la internación y atención de
urgencia, y de esta manera cerrar de manera gradual y definitiva las
internaciones en instituciones monovalentes.
Los hospitales relevados cuentan con la atención en: guardia, con-
sultorio externo, tratamiento ambulatorio, atención en SM a personas
internadas por patologías diversas e internación por motivos de salud
mental. Cabe aclarar que dos de los hospitales generales cuentan con
camas para internación por motivos de salud mental; uno de ellos las
incorpora tras la sanción de las leyes de salud mental.
En cuanto a la conformación de los Servicios de SM, la mayoría
lo integran profesionales de disciplinas relacionadas a la psiquiatría
y psicología. Sólo uno de los hospitales relevados cuenta con otras
disciplinas en el servicio de SM: psicopedagogía y trabajo social. En
el resto de las instituciones, estas disciplinas funcionan como un ser-
vicio independiente del servicio de SM dentro de la institución.
En las instituciones relevadas, refieren no contar con guardias de
150 Quienes permanecen en sala de observación o cama fría son aquellos casos de
cuadros agudos sin complicaciones serias, los que se quedarán el tiempo suficiente
para definir su estado final que podrá ser su hospitalización o referencia a otro centro
asistencial o alta médica.
280
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
perciben así como ‘es urgente, hay que hacerlo ya’, y lo resuelven, y
si no llaman a Salud Mental.”
Estas situaciones permiten identificar ciertos avances en la posi-
bilidad de abordar las problemáticas vinculadas a la SM de manera
integral. Sin embargo, cuando la demanda resulta de una crisis especí-
fica en SM se orienta a la derivación a instituciones monovalentes: “si
tiene otro tipo de crisis se lo deriva. Al Neuro por lo general, o a una
guardia que tenga 24 hs. O a algún lugar que haya guardia privada”.
Esta tensión se vio reflejada a lo largo de la mayoría del releva-
miento realizado. No sólo en cuanto a los criterios de internación,
sino también con relación al tratamiento, ya que, en general, el alta
institucional resulta posible al momento en que la patología orgánica
se encuentra estabilizada. Sólo en algunos casos puntuales, y ante la
disposición de ciertos servicios o profesionales, se intenta prolongar
la internación motivada por problemáticas específicas en salud men-
tal, a pesar de la ausencia de camas oficiales destinadas a este tipo de
internaciones. Estos casos de prolongación en la internación resultan
casi excepcionales, y ante los cuales, de manera frecuente se encuen-
tran algunas resistencias por parte de otros servicios. En este sentido,
se observa que la posibilidad de abordar la salud mental de manera
integral, continúa siendo una dificultad a nivel de planificación de las
políticas públicas, ya que los circuitos de derivación de estas situa-
ciones recaen nuevamente en las instituciones monovalentes de salud
mental. Estos datos permiten ser contrastados con las investigaciones
anteriormente mencionadas en las que se evidencia que el circuito
existe desde los hospitales generales hacia instituciones monovalentes
y viceversa.
En esta problemática que resulta tan cotidiana, se evidencia la ne-
cesidad de planificación de políticas públicas que tiendan al cierre
progresivo de los manicomios. Refiere al respecto una trabajadora:
“en estos escalones intermedios de la desmanicomialización, se aban-
dona al paciente psiquiátrico. Queda en los intersticios de la nada.”
Ante esta ausencia, se vislumbró fuertemente la voluntariedad por
parte de los profesionales que conforman los servicios de salud mental
de los hospitales generales, en hacer presencia ante estos vacíos, en-
contrándose con fuertes limitaciones de recursos de todo tipo -desde
el recurso humano, hasta las condiciones edilicias-, enfrentándose con
escasas posibilidades de acompañar, sostener y atender tratamientos
específicos en salud mental.
Esta problemática recae y se evidencia también en el abordaje en
consultorios externos. Todos los Hospitales Generales relevados cuen-
281
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
3.2 Interdisciplina
Considerar la Salud Mental como un proceso que se encuentra
determinado por componentes históricos, socio-económicos, cultu-
rales, biológicos y psicológicos151 implica reconocer la necesidad de
diversas disciplinas en interacción y articulación que den lugar a un
abordaje fundamentado en una perspectiva integral. En concordancia
con esta concepción, los marcos normativos vigentes promueven pro-
cesos de atención enmarcados en abordajes interdisciplinarios que se
desarrollen fuera del ámbito de internación hospitalario monovalente
y se orienten a la promoción y restitución de los lazos sociales152.
La multiplicidad de situaciones que se presentan, así como la di-
versidad de servicios, disciplinas y especialidades con las que cuentan
los hospitales polivalentes imprimen una complejidad particular en lo
ateniente a los abordajes interdisciplinarios de los procesos de aten-
ción de la SM.
Los servicios de SM de los hospitales relevados están conforma-
dos por profesionales de disciplinas del campo psi (psiquiatría, psico-
logía, uno de ellos psicopedagogía). La ausencia de otras disciplinas
y saberes que atraviesan el campo de la salud mental es percibida en
algunos servicios como una limitación en lo que respecta a la posibi-
lidad de un trabajo interdisciplinario integral.
Ninguno de los servicios de salud mental cuenta con trabajadores
sociales sino que, en situaciones que lo requieren, llevan a cabo arti-
culaciones con Servicio Social. En algunos hospitales se han podido
construir criterios y posicionamientos compartidos entre servicios
que posibilitan el trabajo conjunto; aunque en otros se presentan limi-
taciones que se atribuyen fundamentalmente a que no se cuenta con
profesionales de Servicio Social que cuenten con formación especia-
lizada en salud mental.
286
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
tenemos que salir en la ambulancia?’, por qué, por qué, por qué un
montón de cosas.”
Ante estas situaciones, se considera que a través del trabajo lleva-
do a cabo en SM se fue obteniendo mayor reconocimiento y valora-
ción por parte de otros servicios y disciplinas. Algunos servicios de
salud mental fueron ocupando otro lugar en la dinámica institucional
a través de estrategias de visibilización, como la participación en re-
vistas de sala, la presentación de trabajos académicos en jornadas ins-
titucionales, lo cual contribuyó a la aceptación de abordajes que hasta
el momento no habían sido implementados, tales como la internación
por motivos de SM.
A lo largo de estos procesos de transformación institucional, se
han ido generando una serie de experiencias enriquecedoras que con-
tribuyeron al fortalecimiento interdisciplinario, llevadas a cabo por
iniciativa de los profesionales. En este sentido, los equipos han ido
construyendo diversas estrategias para responder a dificultades pro-
pias de la articulación e integración entre disciplinas, así como para
construir respuestas a demandas complejas.
En algunas instituciones funcionan comités y programas hospi-
talarios específicos que se conforman para la discusión y abordaje
de cuestiones que excedan la incumbencia de una sola disciplina y
requieren de estrategias transversales. Participan de ellos representan-
tes de los servicios de salud mental. Algunos comités conformados,
en función de la demanda que se presenta en cada institución, han
sido Salud Sexual y Reproductiva, Diabetes, Tuberculosis, Aborto no
Punible, HIV, Maternidad, Obesidad infantil.
Algunos equipos han avanzado en la creación de protocolos in-
ternos de intervención para el servicio de guardia que permitan la
admisión y/o derivación de situaciones de urgencia en SM por parte de
otros profesionales de la salud. Dicha estrategia ha permitido sobrelle-
var la ausencia de recursos humanos especializados en SM en el ser-
vicio de guardia. En el mismo sentido, cabe destacar la generación de
instancias de capacitación interna sobre SM destinada a trabajadores
de diversas áreas del hospital con la intención de promover criterios
comunes enmarcados en los instrumentos normativos vigentes.
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
6. Conclusiones
En el presente trabajo se realizó un primer relevamiento acerca de
la atención de la SM en los hospitales generales posterior a la sanción
de las normativas vigentes, con la intención de acentuar la mirada
en el contexto de las políticas públicas en cuanto al diseño e imple-
mentación de estrategias y avances en el proceso de transformación
enmarcado en las normativas actuales de SM.
En primera instancia, cabe remarcar la importancia de contar con
instrumentos normativos que reconozcan la salud mental de mane-
ra indisociable a los derechos humanos, legitimando una discursivi-
dad social en la materia que habilita discusiones, procesos de pen-
samiento, posturas encontradas y en tensión, ideas contrapuestas y
yuxtapuestas, espacios de debate, intercambio y construcción, con la
intención de desarticular el viejo paradigma asilar, históricamente ca-
racterizado por ejercer múltiples vulneraciones de derechos sobre los
sujetos mediante modos de operar desubjetivantes.
En lo que respecta al proceso de transformación de los hospitales
generales de la ciudad de Córdoba, si bien se reconocen una serie
de avances en pos de garantizar la protección del derecho a la salud
mental, estos resultan fragmentarios y no reflejan la implementación
de una política integral de transformación del sistema de salud a los
estándares propuestos por las normativas vigentes.
Entre los principales obstáculos y desafíos cotidianos a los que
se enfrentan los servicios de salud mental al interior de los hospitales
polivalentes, y que resultan prioritarios a los fines de lograr su progre-
siva adecuación, es posible destacar:
292
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
7. Bibliografía
Ase, I. (2015). El derecho a la salud mental: viejos problemas, nuevos
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294
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
Capítulo 17.
1. Presentación
El Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos de la
provincia de Córdoba (OSMDDHH)157 convocado por el Colegio de
Psicólogos de la misma provincia, comenzó a participar en el año 2015
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Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
2. Fundamentación
La inscripción en la señalada línea ideológica por parte de la Ley
Nacional de Salud Mental (26.657), así como de la norma sancionada
en Córdoba en octubre del año 2010 (ley 9.848), y de sus decretos
reglamentarios (Dec. Reg. 603/13 y 1022/11, respectivamente), repre-
senta una evidencia de irrefutable certeza. Con esto, puede decirse
entonces que el objetivo central de ambas normas, en consonancia
con el paradigma que las promueve, apunta a garantizar el ejercicio
del derecho a la protección de la salud mental de todas las personas,
301
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
304
Salud Mental y Derecho: Derechos Sociales e Intersectorialidad
6. Bibliografía
Abramovich, V., y Centro de Estudios Legales y Sociales (2004).
Una Aproximación al Enfoque de Derechos en las Estrategias y Polí-
ticas de Desarrollo de América Latina. Santiago, Chile.
Abramovich, V. (2006). Una aproximación al enfoque de derechos
en las estrategias y políticas de desarrollo. Revista de la CEPAL, (88),
35-50.
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OCTAVA PARTE:
INTERVENCIONES ORALES
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169 La sanción de la reforma del Código Civil y Comercial de la Nación, que entró
en vigencia en agosto de 2015, transformó el régimen de la insania e introdujo el
procedimiento de determinación judicial de los sistemas de apoyo para el ejercicio
de la capacidad jurídica, que presume la plena capacidad y mantiene la figura del
curador sólo para casos excepcionales. Al momento actual (marzo de 2018) sigue en
curso un complejo proceso de adecuación de las prácticas judiciales sobre esta figura,
con superposición en la práctica de los distintos modelos, falta de actualización de las
sentencias de insania ya existentes, y escenarios desiguales entre las distintas juris-
dicciones del país.
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son entidades que crea la Ley pero que también deberían constituirse
en las jurisdicciones.
Una política seria de internación sustentable -y de prevención de
la cronificación de nuevas personas en los manicomios- no puede su-
ceder sin que haya una asignación presupuestaria suficiente, y mien-
tras el 80% o el 90% de los recursos asignados a salud mental sigan
siendo destinados a los hospitales monovalentes.
Tampoco va a suceder si no hay un compromiso de otros órganos
y de otros espacios relevantes del Estado, porque a veces parece que
todo lo debería resolver Salud, y en realidad lo relativo a Salud Mental
tiene que pasar por el Ministerio de Salud, pero si no hay un involu-
cramiento intersectorial y políticas alternativas de distintos espacios
que hacen al poder judicial y al poder legislativo, los cambios no van
a verse materializados.
Está bueno complejizar la mirada y que todo lo que pasa no tiene
que ver únicamente con el sector salud. La Ley establece que no de-
bería haber más psiquiátricos para el 2020, para entonces, todas las
personas que están institucionalizadas de forma crónica deberían ser
externadas de modo sustentable, con la complejidad que esto tiene.
Queremos finalizar la exposición de este trabajo con algunas re-
comendaciones:
Son necesarias respuestas integrales, donde el Estado pueda arti-
cularse en términos de una ventanilla única, imaginémonos nosotros
si tuviéramos que ir a un ministerio para ver qué plan de vivienda
existe, después ir al ministerio de trabajo y después ir al ministerio de
salud y después tratar que la curadora entienda que yo puedo tomar
mis propias decisiones.
Nosotros planteamos una unidad centralizada en el marco de un
programa nacional de externación sustentable. Así como los hospita-
les tienen un programa de rehabilitación y externación asistida, de-
bería existir un dispositivo que ya no sea hospitalario, que ya no sea
exclusivamente desde lo sanitario, pero donde lo sanitario está inte-
grado y donde la persona pueda recurrir para empezar a evaluar qué
posibilidades hay en la vida en la comunidad con todas estas necesi-
dades encaminadas y resueltas.
La segunda recomendación es la manera de hacer que esto suceda.
¿Cómo se puede instrumentar? La Ley es muy rica en un montón de
principios que propone, y más si se pone en relación con la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Hay un concep-
to de la Convención que es muy interesante y que nosotros tomamos
acá, que es el concepto de Sistemas de apoyo.
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¿no? y sino habría que reclamarlo para que estuviera, pero lo que
sí es cierto es que es de aplicación, que la ley esté vigente, y que sí
en este momento me parece que está en el resguardo de la sociedad
civil”.
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Este libro se terminó de imprimir en Cooperativa de
Trabajo La Minga - en agosto de 2018