Xiv Babilonia y El Anticristo
Xiv Babilonia y El Anticristo
Xiv Babilonia y El Anticristo
BABILONIA
Y EL ANTICRISTO
Llegamos ahora a la parte de nuestro tema en que el
pueblo del Señor está en mayor necesidad de instrucción:
es el punto en que tienen menos luz entre la mayoría de los
temas proféticos. Y quizá no tenemos por qué sorprender
nos de esto. El mismo nombre Babilonia significa confu
sión. Con todo, acá y allá Dios ha levantado individuos que
han dado fiel testimonio de la enseñanza de su Palabra con
respecto al pasado y futuro de Babilonia, y a estos testigos
el escritor está muy agradecido. En vista de la ignorancia
que prevalece tenemos que avanzar con cuidado. Nos pro
ponemos examinar cuidadosamente los principales pasajes
del Antiguo Testamento sobre este tema.
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(1.a Pedro 5:13), y aquí, en el libro que nos habla de
los sucesos que ocurren en el Día del Señor, leemos
de Babilonia que de nuevo domina al mundo, y esto
en el tiempo en que los israelitas están haciéndose
prominentes en la historia de la tierra. Aquí también
Babilonia reaparecerá en su antiguo aspecto dual,
político y social, la primera ciudad de la tierra y
también como líder del culto y religión de las po
tencias mundiales. El sitio de la antigua Babilonia
ha sido conocido en todo momento, hasta el día de
hoy; cubre una vasta extensión de terreno y hay par
tes del mismo que son habitadas hoy, como por ejem
plo Hillah, donde hay unas cinco o seis mil perso
nas. Cuando el ferrocarril del valle del Éufrates, del
que tanto se habla, sea una realidad, Babilonia será
una de las más importantes estaciones de la línea»
(col. VanSomerson, La gran revelación).
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cado y alcance subsiguiente. El pasaje arriba citado del
Génesis 10 está enlazado de modo inseparable con lo que
hallamos en Génesis 11, y es su clave. Allí vemos que la tie
rra de Sinar es mencionada como el lugar en que los hom
bres se unieron en confederada acción contra Dios primera
vez. Dios les había mandado que se esparcieran (Géne
sis 9:1). Pero ellos, en desafío, prefirieron centralizarse. De
cidieron hacerse para ellos un nombre diciendo: «Vamos,
edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue
al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuésemos esparci
dos sobre la faz de la tierra» (Génesis 11:4). Y eso, se nos
dice, fue «en la tierra de Sinar» (11:2). «Pero el Señor in
tervino, descendió y confundió su lengua, y los esparció, y
dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nom
bre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje
de toda la tierra, etc.» (Génesis 11:8, 9). Así pues, vemos
que al principio, la tierra de Sinar y la ciudad de Babilonia
fiieron la escena de un pacto malvado, y del juicio de la
mano de Dios.
Sinar, pues, era la tierra alrededor de Babel. Ahora
bien, aunque la edificación de la ciudad de Babilonia fue
detenida durante los días de Nimrod, con todo su reino no
fue destruido. En Génesis 14:1 leemos de Amrafel rey de
Sinar. Parece, por varios pasajes, que «la tierra de Caldea»
— cuya capital fue la ciudad de Babilonia— no es sino otro
nombre para la «tierra de Sinar». En Daniel 5:30 Belsasar
es llamado «el rey de los caldeos», mientras que en 7:1 se
le llama «el rey de Babilonia» — véase Isaías 48:1; Jere
mías 50:8; 51:54; Ezequiel 12:13. Además de estos pasajes,
Daniel 1:2, 3 parece establecer positivamente esta conclu
sión, porque allí se nos dice de modo expreso que la Babi
lonia de los días de Nabucodonosor estaba situada en «la
tierra Sinar». Esto sirve para confirmar el hecho que Cal- -
dea o Babilonia era el más antiguo de los primeros impe
rios. Fue de «U r» de los Caldeos (Génesis 11:28) que Abram
fue llamado y fueron los «caldeos» que saquearon a Job
(Job 1:17); y en Josué 7:21 leemos de un «manto babiló
nico muy bueno» que tentó a Acán, entre los despojos de
Jericó. En contraste con esto tenemos la afirmación en Je
remías 5:15, en que el Espíritu Santo llama a los Babilo
nios una nación «antigua» así como «poderosa». Después
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de los dias de Josué, Babilonia no es mencionada de nuevo
hasta los días de Esar-hadon (ver 2.a Reyes 17:24 y Es-
dras 4:2). En estrecha relación con la tierra de Sinar se
halla Asiría. Durante un tiempo la supremacía alternó en
tre Asiría y Babilonia, hasta que en los dias de Nabopola-
sar el padre de Nabucodonosor, Nínive fue conquistada y
Asiría quedó sometida a Babilonia.
Pero aunque Sinar y su capital son mencionadas en Gé
nesis 10 y 11, y aunque hay alusiones ocasionales a ellas,
en los siglos siguientes, no fite hasta que la apostasía de Is
rael quedó bien manifiesta que hallamos a Babilonia ocu
pando su lugar de prominencia y dominio. «Hasta que Je-
rusalén hubo sido probada suficientemente, para ver si se
mostraba digna de ser la ciudad de Dios, Babilonia fue
mantenida en suspenso. El fundador de la grandeza de Ba
bilonia fue aquel gran rey que fue levantado como azote de
Jerusalén y que comenzó los "tiempos de los gentiles" al re
cibir de Dios el poder que fue quitado de Israel, y perma
nece en los gentiles, hasta que Jerusalén sea perdonada y
cese de ser hollada. Fue Nabucodonosor el que mientras se
paseaba por el palacio real de Babilonia “se puso a hablar
y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia, que yo edifiqué con
la fuerza de mi poder, para residencia real y para gloría de
mi majestad?" (Daniel 4:30). La grandeza de Babilonia vie
ne sólo de Nabucodonosor» (BWN).
El quinto capítulo de Daniel nos cuenta que Belsasar, el
sucesor de Nabucodonosor, fue muerto por Darío, el cual
se apoderó del reino. N i la ciudad ni el reino fue entonces
destruido, de modo que, en vez de quedar desolada y sin
habitantes permaneció durante muchos siglos como una
ciudad de nota. Doscientos años después de su captura por
Darío, Alejandro el Grande, después de conquistar el Impe
rio Persa, seleccionó Babilonia como capital intencional de
sus vastos dominios, y en realidad, murió allí. En el primer
siglo de la era cristiana Babilonia todavía existía, pues Pa
blo se refiere a la iglesia allí (1.a Pedro 5:13). Varios de los
padres de la iglesia se refieren a Babilonia, y a principios
del VI sexto d. de J. el famoso Talmud Babilónico fue pu
blicado por las Academias de Babilonia. Mr. Newton nos
dice que «Ibn Hankel en el año 917 habla de Babilonia
como un pueblo pequeño. Se menciona pues en el siglo x,
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como existente». Su caída fue lenta, casi imperceptible. In
cluso en el día de hoy existe todavía como una pequeña
ciudad, Hillah, que se halla en el sitio de la original Babi
lonia. ¿Cuál será, pues, su futuro?
El que escribe cree firmemente que habrá una nueva
Babilonia, una Babilonia que eclipsará en poder y gloria la
del día de Nabucodonosor, Y no soy sólo en esta convic
ción. Hay una larga lista de nombre que pueden darse de
personas que han llegado a la misma convicción indepen
dientemente, como conclusión de lo que las Escrituras en
señan claramente sobre el hecho que Babilonia va a ser re
construida. Pero no hay necesidad de fortificar nuestra
convicción con una apelación a la autoridad humana. Es
mejor que la fe del lector descanse en la Palabra de Dios
que en la sabiduría de los mejores de los hombres.Antes de
presentar algunas de las muchas pruebas escritúrales en
que reposa nuestra convicción, preguntemos: ¿No sería ex
traño en extremo si Babilonia no tuviera un papel a repre
sentar al fin de los tiempos? La Escritura nos dice que Je-
rusalén, que había sido hollada por los gentiles había de
ser restaurada por las manos humanas, y el templo recons
truido (Mateo 24:15). Egipto y Asiria van a tener un futuro
delante, como se ve por Isaías 19:23, 24. Moab, Edom y
Seir, han de figurar en el día futuro, cómo se intima por
Números 24:17, 18. Grecia espera su juicio final por parte
de Dios (Zacarías 9:13). Y así podríamos continuar. ¿Por
qué, pues, Babilonia, tendría que verse excluida de la reno
vación general del Oriente Medio?
Pero no estamos abandonados a las deducciones lógi
cas; la palabra de Dios afirma de modo expreso que Babi
lonia va a jugar un papel prominente en los Tiempos del
Fin. El imperio sobre el cual va a reinar el Anticristo está
descrito en símbolos idénticos a los que se aplican a los
cuatro reinos mundiales de Daniel 7. En Daniel 7:3 Daniel
contempla «cuatro grandes bestias» que suben del mar, y
en Daniel 7:17 se nos dice que «estas grandes bestias, que
eran cuatro, son cuatro reyes [o reinos] que se levantarán
de la tierra». Estos cuatro reinos con los de Babilonia, Me-
dopersia, Grecia y Roma. Daniel 7:4 dice: «L a primera era
como un león.» 7:5 dice: «La segunda era como un oso.»
7:6 dice: «L a tercera era como un leopardo.» 7:7 dice que
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la cuarta era «espantosa y terrible». Ahora bien, en Apoca
lipsis 13:1, 2, donde tenemos una descripción simbólica del
imperio del cual va a ser cabeza el Anticristo, se nos dice
que Juan «vio subir una Bestia del m ar» y que «era como
Un leopardo, que sus pies eran los pies de un oso, y su boca
era la boca de un león». De la cuarta bestia dice Daniel 7
que «tenía diez cuernos» (7:7); y lo mismo en Apocalip
sis 13:1 se nos dice que la bestia tenía «diez cuernos».
¿Quién pues, puede dudar que Apocalipsis 13:1, 3 se nos da
con el propósito explícito de enseñamos que los cuatro
grandes imperios mundiales del pasado —no meramente el
cuarto, sino todos ellos— van a ser restaurados en los
Tiempos del Fin? Pero como este punto es disputado por
algunos, vamos a detenemos para dar más pruebas.
Hay que notar que la Bestia (reino) de Apocalipsis 13:1,
se dice que tiene «seis cabezas». Esto ha dejado perplejos
a muchos comentaristas, pero una vez se ve que la Bestia
de Apocalipsis 13:1, 2 es una descripción simbólica, prime
ro de un reino compuesto, hecho de todas las característi
cas de los cuatro imperios antiguos, y perpetuándolas; y
segundo, una descripción simbólica del que va a regirlos,
toda dificultad desaparece. Es evidente que tenemos aquí,
en Apocalipsis 13:1, 2 un reino compuesto con «siete cabe
zas». Ahora bien, notemos que en Daniel 7, los reinos pri-'
mero, segundo y cuarto, no se nos dice que tienen más de
una cabeza, pero que el tercero tiene «cuatro cabezas» (Da
niel 7:6). De modo que las bestias de Daniel 7, tienen, tres
de ellas una cabeza, y la tercera, siete cabezas en total; lo
cual concuerda perfectamente con Apocalipsis 13:1. Pero
incluso esto no agota las pruebas de que los cuatro reinos
de Daniel 7 han de ser restaurados, y jugar sus papeles fi
nales antes del Milenio.
Si el lector quiere volver a Daniel 2, que es paralelo a
Daniel 7 —la «im agen» en sus cuatro partes (la cabeza, el
pecho y los brazos, el vientre y los muslos, las piernas y los
pies), que corresponden a las cuatro bestias— se hallará
que cuando llegamos al versículo 45, en que se habla de
Cristo (bajo la figura de la «Piedra cortada sin intervención
de manos humanas») volviendo a la tierra para destruir las
fuerzas del mal, y luego establecer su reino, descubrimos
que la Piedra hace pedazos al hierro (Roma), al bronce
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(Grecia) al barro cocido (el apóstata Israel) la plata (Medo-
persia) y el oro (Babilonia). Lo que deseamos de un modo
especial que note el lector es que la Piedra no sólo golpea
el hierro, sino también el bronce, el barro cocido, la plata
y el oro; de hecho, el versículo 35 nos dice expresamente
que «fueron desmenuzados también». Si son destruidos
juntamente, tienen que estar en escena en el momento del
retomo de Cristo a la tierra para inaugurar su reino mile-
nial, y si es así, cada uno de ellos tiene que ser renovado y
restaurado. Como nuestra investigación presente no se re
fiere a la renovación de Persia, Grecia y Roma, sino sólo a
la de Babilonia, vamos a limitamos a los pasajes que ha
blan de esta última.
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instante que estos fenómenos cósmicos son los que se pre
senciarán durante el período de la Tribulación —véase Ma
teo 24:29. No hay ninguna indicación en ninguna otra par
te de la Escritura (por lo menos que yo sepa) o en la his
toria secular de que estos disturbios entre los cuerpos ce
lestes hayan tenido lugar cuando Babilonia fue tomada por
Darío. Y es en el tiempo del «D ía del Señor», cuando el sol
se oscurezca y la luna no brille más, que Babilonia será
destruida (v. 19). Basta con este pasaje de la Escritura para
establecer de modo suficiente que habrá un futuro para
Babilonia y que será entonces que será destruida. Y no
puede haber dudas sobre el significado de esta Babilonia,
porque el versículo 19 dice claramente: «el orgullo de los
caldeos».
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el tiempo en que esta profecía se cumple. Mucho después
de los días de Belsasar, los romanos se dirigieron hacia Is
rael y la «cortaron». Pero nadie va a hacerlo otra vez cuan
do el último rey de Babilonia sea destruido.
Antes hemos citado hasta el fin del versículo 8 de
Isaías 14. En el versículo 9 el profeta de repente se vuelve
desde Babilonia a su último rey. Los versículo 9 al 20 con
tienen un sorprendente relato de la arrogancia y terrible fi
nal del Hombre de Pecado. Luego, en el versículo 21, el
«oráculo» vuelve otra vez al tema del Anticristo: «Prepa
rad para sus hijos el matadero, por la maldad de sus pa
dres; que no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de
ciudades la faz del mundo. Yo me levantaré contra ellos,
dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nom
bre y el remanente, hijos y nietos, dice Jehová. Y la con
vertiré en patrimonio de erizos, y en pantanos; y la barreré
con la escoba de destrucción, dice Jehová de los ejércitos»
(vv. 21-23). Finalmente el profeta concluye con una palabrá
final respecto al Anticristo: «Jehová de los ejércitos juró di
ciendo: Ciertamente se hará de la manera que he pensado,
y será confirmado como lo he determinado; que quebran
taré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su
yugo será apartado de ellos, y su carga será quitada de sus
hombros. Éste es el designio que está acordado sobre toda
la tierra, y ésta es la mano extendida sobre todas las nacio
nes. Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, y
¿quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará
retroceder?» (w . 24-27). Bueno se ha dicho: «Estas son pa
labras notables y significativas, y ciertamente no podemos
decir que hayan sido cumplidas. Podrá afirmar alguien que
el propósito de Dios que Él ha planeado sobre la tierra fue
realizado cuando Babilonia fue derrocada por los Medas y
Persas? ¿Cumplió entonces la mano que fue extendida so
bre todas las naciones, entonces, sus últimos designios?
¿Fueron los asirios entonces pisoteados bajo pie en LA TIE
RRA Y EN LAS MONTAÑAS DE ISRAEL, y esto es un mo
mento en que el yugo de Esclavitud fue finalmente quitado
del cuello de Israel? Si esto fuera así no veríamos hollada
a Jerusalén ahora. “Los tiempos de los gentiles” habrían
terminado. Israel habría sido recogido, y Jerusalén sería
“el orgullo de las naciones” . Las palabras finales de esta
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profecía, por tanto, deberían convencemos, por ellas solas,
de que todavía no ha sido cumplida» (B.W.N.).
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gozo sobre Babilonia; porque del norte vendrán contra ella
saqueadores, dice Jehová. Como Babilonia ha hecho caer a
los muertos de Israel, así caerán los muertos de toda la tie
rra.» No se necesita mucho comentario aquí. ¿Cuándo ca
yeron «en Babilonia todos los muertos de toda la tierra? ¿Y
cuándo se gozaron cuando cantaron de gozo los cielos y la
tierra porque había sido derribada?». «Cuando Babilonia
pasó a manos de los Medas no hubo mucha ocasión para
este gozo. No hubo mucha diferencia para la tierra entre el
reinado de Babilonia cuando estaba en manos de los cal
deos, o cuando eran los persas, los griegos o los romanos;
no hubo mucha oportunidad para acciones de gracias con
la transferencia de autoridad de unas manos orgullosas a
otras que no lo eran menos. Pero si ha de haber una caída
de Babilonia que tenga lugar en el tiemmpo que preceda
de modo inmediato al reinado de Aquel de quien se dice:
"Todas las naciones le llamarán Bienaventurado"... enton
ces sí que habrá razones suficientes para que los cielos y la
tierra canten de gozo.» (B.W.N.)
«Duélete y gime, hija de Sión, como mujer que está de
parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el
campo, y llegarás hasta Babilonia y allí serás librada,
allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos» (Mi-
queas 4:10). A la luz de pasajes como Miqueas 5:3, Ma
teo 24:8, etc. (se trata de «dolores de parto»), no puede ca
ber la menor duda del tiempo al cual se refiere esta profe
cía. Es al término de la Gran Tribulación. Y en aquel mo
mento un remanente de Israel se hallará en Babilonia y
será librado por el Señor.
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despedazo; lamentaos por ella» (Jeremías 51:8). «¡Ay, ay de
la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte, porque en
una hora vino tu juicio!» (Apocalipsis 18:10). No ha habido
una cosa semejante en el pasado de la historia de Babilo
nia que corresponda en modo alguno a estas profecías.
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que haya recibido órdenes de hacerlo, la mano de Dios ha
restaurado lo que Dios había derribado (esto es lo que ha
sucedido con ciudades como Chicago y San Francisco). Sin
menospreciar la lección.dada por las visitaciones de los
juicios de Dios en el pasado, sin esconder, y mejor aún,
procurando proclamar la realidad y la extensión de la rui
na que su santa mano ha efectuado, con todo, tenemos que
testificar que la mano del hombre, sin haber recibido ins
trucciones para ello desde arriba, más tarde o más tempra
no, va a reconstruir la fábrica de su grandeza, su última
malvada grandeza, en las mismas llanuras que ahora
abundan con los recuerdos de una ruina causada por trans
gresiones previas y para los cuales no ha habido contri
ción. Egipto, Damasco, Palestina, y hasta cierto punto, Je-
rusalén, ya están siendo reconstruidos. Y si estos países ve
cinos que han sido visitados por aflicciones semejantes a la
que cayeron sobre Babilonia, han de ser restauradas y flo
recer, con una prosperidad pecaminosa, ¿por qué Babilo
nia ha de ser una excepción?» (B.W.N.)
Que el Anticristo estará intimamente relacionado con la
tierra de Caldea queda claro en varios pasajes, especial
mente, los que hablan de él como «el Asirio» y el «rey de
Babilonia». Pero como esto es un punto en disputa tene
mos que detenemos para dar prueba de ello. Vayamos, pri
mero a Isaías 10 y 11, que forman un todo de profecía con
tinua. No podemos dar ni tan sólo un bosquejo de esta in
teresante predicción, sino meramente destacar un par de
afirmaciones que dan luz sobre el punto que tenemos.
En el versículo 5 de Isaías 10, el Señor se dirige al An
ticristo como sigue: «Oh, asirio, báculo de mi furor, en
cuya mano he puesto la vara de mi ira.» Esto intima, como
se ha indicado en un capítulo previo, que el Hijo de Perdi
ción no es sino una herramienta en manos del Todopode
roso, su instrumento para trillar a Israel. Su consumado
egotismo y su arrogancia se ven claramente en los versícu
los que siguen (7-11). Pero cuando Dios ha realizado su
propósito por medio de él, Él «va a castigar el fruto de la
soberbia del corazón del rey de Asiría, y la altivez de sus
ojos» (v. 12). Esto nos sirve muy bien para identificarle con
el «pequeño cuerno» de Daniel 7:20, el Hombre de Pecado
de 2.a Tesalonicenses 2:4. En el versículo 23 hay otra afir-
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marión que nos ayuda a fijar con certeza el periodo del
cual está hablando el profeta, y qué actores centrales tiene
en cuenta: «Pues el Señor Jehová de los ejércitos, realizará
en medio de la tierra un exterminio ya decidido.» Vemos
palabras equivalentes en Daniel 9:27: «la ruina decretada»
(el Anticristo va a hacer que se concierte un pacto hasta...
que la ruina decretada se derrame sobre el desolador). El
«R ey de Asiria» y el «Desolador» se ven pues en la misma
escena. En Isaías 10, versículos 23 y 25, leemos: «Por tanto,
el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, mo
rador de Sión, no temas de Asiria, aunque con vara te he
rirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto; pues
de aquí a muy poco tiempo, se consumará mi furor, y mi
enojo los destruirá.» Claramente tenemos aquí un paralelo
con Daniel 11:36: « Y el rey hará lo que quiera, y se enso
berbecerá, y se engreirá por encima de todos los dioses; y
proferirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses, y
prosperará, hasta que sea colmada la ira; porque lo deter
minado se cumplirá.» En el capítulo 11 de Isaías hay una
afirmación más clara todavía: «Herirá la tierra con la vara
de su boca, y con el aliento de sus labios matará al impío»
(11:4). Estas muchas palabras se aplican al Hombre de Pe
cado en 2.a Tesalonicenses 2:8).
En Isaías 14 tenemos un pasaje que conecta muy clara
mente al Anticristo con Babilonia. Los versículos iniciales
(que en realidad forman un paréntesis) nos hablan de la fu
tura restauración de Israel al favor de Jehová, y luego, en
el versículo 4 hay una sátira contra el rey de Babilonia.
Esta sátira empieza así: «¡Como terminó! ¡Cómo acabó la
ciudad insolente! Quebrantó Jehová el bastón de los im
píos, el cetro de los déspotas» (vv. 4, 5). En cuanto a quién
tiene presente al decir esto, no hay la menor duda. En los
versículos que siguen tenemos muchas marcas con las que
podemos identificarlo positivamente. En el versículo 6 este
«rey de Babilonia» se dice que «el que hería a los pueblos
con furor, con llagas permanentes». En el versículo 12 se le
llama Lucero, hijo de la mañana» un título que marca
también al Hijo de Perdición. Por más que pueda hacer al
guna referencia a la caída retrospectiva de Satán, en este
versículo y en los que siguen, es claro que describen la
arrogancia blasfema del Anticristo. En el versículo 13 lee
210
mos: «Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, por enci
ma de las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte
de la Reunión me sentaré en el extremo norte.» Luego en los
versículos 15 y 16 se nos dice: «Mas tú has sido derribado
hasta el Seol, a lo profundo del abismo. Se inclinan a ti los
que te ven y te contemplan, diciendo: ¿Es éste aquel varón
que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos?» Clara
mente es el Hombre de pecado el que tenemos a la vista.
En Isaías 30 tenemos otra porción que enlaza al Anti
cristo con Babilonia. Empezando en el versículo 27 leemos:
«He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; encendi
do su enojo y en medio de densa humareda; sus labios
llenos de ira, y su lengua como fuego que consume. Su
aliento, cual torrente que inunda; llegará hasta el cuello,
para zarandear a las naciones con criba de destrucción; y
el freno estará en las quijadas de los pueblos, haciéndoles
fracasar. Vosotros tendréis un cántico como en la noche en
que se celebra pascua; y alegría de corazón, como el que,
al son de flauta, se llega al monte de Jehová, a la Roca de
Israel.» Claramente, esto hace referencia al mismo fin del
período de la Tribulación. La referencia es al retomo del
Señor a la tierra con todo poder y gloria, cuando va a des
truir a aquellos que se habían congregado contra Él, y pon
drá fin a la terrible carrera del Anticristo. Continuando ha
llamos este pasaje en isaías 30 que cierra el pasaje: «Por
que con la voz de Jehová será quebrantada Asiria, con una
vara la herirá. Y cada golpe de la vara justiciera que asien
te Jehová sobre ella, será con panderos y con arpas; y
en batalla tumultuosa peleará contra ellos. Porque hace
tiempo que hay un lugar de sacrificio (Tofet) dispuesto y
preparado para el rey, profundo y ancho, cuya pira es el
fuego, y mucha leña; el soplo de Jehová, como torrente de
azufre lo enciende. Compárese este «soplo de Jehová» con
Isaías 11:4. Para hallar más referencias al Anticristo y Asi
ría véase Isaías 7:17-20; 8:7, etc.
Los dos próximos capítulos están dedicados a la consi
deración de Babilonia en el Nuevo Testamento, donde Apo
calipsis 17 y 18 entrarán a discusión. Que el Señor en su
gracia nos de la sabiduría que necesitamos en gran mane
ra, para preservar al expositor y al lector de las equivoca
ciones.
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