Oralidad Académica
Oralidad Académica
Oralidad Académica
Existe un medio diferente de la escritura, utilizado no solo para la comunicación de los contenidos
curriculares, sino también en su evaluación: la oralidad.
La oralidad ocupa una parte fundamental en el desarrollo de nuestras vidas como seres sociales en el
ámbito universitario y sobre todo en el caso de las carreras de humanidades.
Es frecuente que los profesores den recomendaciones a sus alumnos sobre cómo escribir o que les señalen
las inadecuaciones que cometen, pero no es común que se reflexione sobre cómo los estudiantes (y los
profesores) hablan y se hace insistencia en técnicas de comprensión lectora pero no suelen encontrarse
consejos o estrategias para desarrollar la escucha.
Sin embargo, las cuatro actividades (hablar, escuchar, leer y escribir) son destrezas y, por lo tanto, pueden
ser entrenadas y mejoradas
Las destrezas lingüísticas son las diversas formas en que se realiza el uso de la lengua. Se clasifican de
acuerdo a si son orales o escritas, y de producción o recepción.
En total, serían cuatro: expresión oral, expresión escrita, comprensión auditiva y comprensión lectora, si
bien últimamente se ha comenzado a considerar como una quinta destreza a la interacción oral, ya que
en la conversación conviven la expresión oral y la comprensión auditiva.
Dado que la oralidad académica es, de hecho, habla y no escritura, es útil considerar que aporta a la lengua
hablada ciertos aspectos que se originan en la escritura académica. En otras palabras, podemos tomar la
oralidad conversacional como el punto de partida de la lengua hablada y considerar cómo ese punto se
va modificando a medida que los hablantes están bajo las influencias de la escritura académica, aunque
algunos hablantes tienen una fuerte influencia de la escritura académica, mientras que otros se acercan
más a la oralidad conversacional debido a que los oradores académicos pueden verse influenciados por
una variedad de factores: su personalidad, la imagen que tienen de sí mismos, sus objetivos, así como la
extensión y la índole de su experiencia en el campo de la oralidad académica. Ciertamente las
características del auditorio no son irrelevantes: si se trata de una clase magistral o de un seminario
cerrado, si los estudiantes están en los primeros años del grado o si son de posgrado, cuánto se conocen
el orador y su auditorio, etcétera.
Un orador académico nunca se encuentra en una situación de interacción equilibrada, sino que en gran
medida lleva a cabo un monólogo. A pesar de que la audiencia puede hacerle preguntas y comentarios, el
orador tiene un dominio de la situación que excede considerablemente a lo que es normal para una
conversación. Asimismo, el orador académico tiene un rol didáctico ya que imparte el conocimiento o
estimula a su audiencia a pensar a través de canales mejor conocidos por él que por la audiencia, canales
que han sido por lo menos parcialmente pensados con antelación. Hay una distancia con el estilo
conversacional cotidiano.
Hay otros factores que impiden que la oralidad académica sea exactamente como la escritura académica.
Producir un discurso hablado y uno escrito son dos actividades tan radicalmente diferentes que el
resultado no puede ser nunca el mismo. Esto es cierto en parte a causa de las demandas cognitivas de la
producción lingüística online, que no cuenta con el tiempo que tiene la escritura para pensar y revisar.
Asimismo, los oradores académicos pueden sentir la necesidad de comunicarse directamente, de
interesar y motivar a su auditorio, de establecer un contacto visual y mental de una forma que es
intrínsecamente imposible para un escritor.
La oralidad propia del ámbito académico se caracteriza, por una parte, por abordar géneros discursivos
secundarios, por suponer la elaboración de producciones planificadas de acuerdo con un tema y una
situación comunicativa específica, con un alto grado de formalidad, es más planificada, más esquemática
y, sintáctica y léxicamente, más cuidada.