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Epopeya

La epopeya es un cuento épico o narrativo, escrito la mayor parte de las veces


en verso largo (hexámetro), o prosa, que consiste en la narración extensa de
acciones transcendentales o dignas de memoria para un pueblo en torno a la
figura de un héroe representativo de sus virtudes de más estima. Se trata de
uno de los subgéneros literarios más antiguos dentro del más general de
la épica o narrativa.

Rasgos distintivos, origen y evolución


En ella, sobre todo en la antigüedad, cuando la sociedad estaba dominada por
nobles guerreros y sacerdotes, intervienen muchas veces elementos fantásticos
o dioses (los dioses sumerios en el caso de la Epopeya de Gilgamesh, los griegos
en el caso de las epopeyas de Homero, los latinos en el caso de
la Eneida de Virgilio). Casi siempre sus argumentostienen que ver
con hazañas o gestas peligrosas relacionadas con contiendas bélicas, viajes
maravillosos o ambas cosas, incluyendo muchas de ellas un viaje
al inframundo(Nekyia), un sueño profético o una visión de ultratumba. Su
extensión es muy grande y van desapareciendo a lo largo de la historia hasta
que en la actualidad ya no se componen, porque no son reflejo de una sociedad
en que el poder lo detenta un estamento noble dedicado a la guerra con un
sistema de valores centrados en el honor individual o la honracolectiva que
encarna el personaje principal, el héroe o protagonista, muchas veces
secundado por otro héroe siguiente en importancia y ayudante,
denominado deuteragonista.
La epopeya actual sigue existiendo, pero en otra forma o género literario que
refleja los valores de otra capa social instalada en el poder desde
las revoluciones burguesas: la clase media o burguesía. Se trata de
la novela moderna, que tuvo su Siglo de Oro en el XIX en que esta capa social
accedió al poder. La transición entre ambos géneros, el de la epopeya heroica y
la novela moderna, se dio en Europa con una parodia de las últimas formas del
género antiguo, los libros de caballerías, en el Quijote (1605 y 1615) de Miguel
de Cervantes.
La última gran época en que se crearon epopeyas fue la Edad Media, con
sus cantares de gesta o epopeyas medievales; ya en el siglo XIX, fueron
absolutamente eliminadas o más bien remplazadas por la novela realista o
epopeya del héroe corriente o de la clase media que por entonces iba
conquistando el poder político y el prestigio social y reveló en ella unos valores
distintos del honor nobiliario y propios de una clase social nueva, la burguesía:
el individualismo, el materialismo, el realismo.
Entre los subgéneros de la epopeya figuran el epilio, epilion o canto épico;
el cantar de gesta; la saga islandesa; el romance épico antiguo; el poema
heroico o poema épico culto; el roman courtois; el libro de caballerías;
la epopeya burlesca y la novela. La característica principal de la epopeya es su
ambiciosa extensión, repartida a través de diversas rapsodias o cantos.

Detalle de la pintura Las musas Urania y Calíope (1634) de Simon Vouet, que
representa a Calíope, musa de la poesía épica y de la elocuencia.
Los primeros esbozos épicos fueron producto de sociedades preliterarias y
tradiciones poéticas orales. En esas tradiciones, la poesía se transmitía a la
audiencia y era reproducida por medios puramente orales. Los clásicos
estudios sobre la epopeya popular de los Balcanesrealizados por Milman
Parry y Albert Lord demostraron el modelo paratáctico usado en la
composición de este tipo de poemas y la importancia de las
fórmulas mnemotécnicas en su repentización. Las largas epopeyas se
construían en forma de cortos episodios de igual interés e importancia, y el
recitante usaba determinados pasajes de tránsito para darse tiempo a ir
recordando cada uno de los pasajes que debía engarzar, pasajes de tránsito que
por tal motivo eran muy repetidos constituyendo las llamadas fórmulas o estilo
formular. Parry y Lord sugirieron también que las obras de Homero (el primer
autor de epopeyas) podrían haber sido compuestas de un modo semejante, a
partir del dictado de un texto oral.

Las epopeyas clásicas deben poseer al menos


diez características:
1. Invocación o súplica preliminar a la Musa.
2. Formulación inicial del asunto o tema de la obra, por lo general una
disputa o guerra, un viaje maravilloso o ambas cosas a la vez.
3. Comienzo In medias res.
4. El espacio de acción es vasto, cubre muchas naciones o el universo.
5. Uso de epítetos y fórmulas repetidas.
6. Inclusión de extensas enumeraciones.
7. Presencia destacada de largos y cuidados discursos.
8. Intervención e implicación de los dioses o criaturas fantásticas en los
asuntos humanos.
9. Presencia de héroes que encarnan valores de una nación, civilización o
cultura.
10. A menudo cuenta con una Nekyia o descenso trágico del héroe
al inframundo pagano o infierno o una visión profética.
Epopeya semítica antigua

Tablilla sobre el diluvio, del Poema de Gilgamesh, (c. siglo VII a. C.), Museo
Británico.
La interesante épica semítica antigua tomó como modelo el enfrentamiento
entre un héroe que simbolizaba la civilización y los valores urbanos, el rey en
un tercio divino Gilgamesh, y otro héroe que representaba los valores
naturales, campesinos y rurales, Enkidu. Esta es la materia que configura la
llamada Epopeya de Gilgamesh, en la que ambos héroes se hacen amigos contra
los dioses que quieren enemistarlos; tras luchar contra el gigante Humbaba y
otras muchas aventuras muere Enkidu y, embargado por la pena, Gilgamesh
consulta con el viejo Utnapishtim, que hizo el arca para escapar del diluvio,
preguntándole cómo devolverlo a la vida; viaja al inframundo en busca de la
hierba de la inmortalidad, pero en un momento de descuido una serpiente se la
arrebata. El final del texto está muy deturpado, pero al parecer Gilgamesh, que
solo en un tercio es divino y en dos tercios es humano, se suicida. Esta epopeya,
una de las más importantes que jamás se han escrito, demuestra cómo
el hombre puede transformarse en un superhombre, casi en un ser divino, pero
no en un dios. Hay elementos de la Epopeya de Gilgamesh que tiene en común
con el Génesis, libro del Antiguo Testamento y en otros episodios de otra
literatura, la egipcia.
Principales epopeyas griegas
Se atribuyen a Homero, un aedo o cantor de poemas ciego (aunque algunos
estiman que se trata de un conjunto de poemas unidos por un refundidor
común, véase Cuestión homérica), dos largas epopeyas en hexámetros,
la Ilíada y la Odisea, protagonizadas respectivamente por los
héroes Aquiles y Odiseo (también llamado Ulises); constituyen el fundamento
de la cultura común de los pueblos griegos.
Apenas quedan restos de la Destrucción de Troya, de la Tebaida y de la Edipodia.
Es burlesca la Batracomiomaquia, o guerra entre las ranas y los ratones.
Posteriores son las Posthoméricas de Quinto de Esmirna y
la Argonáutica de Apolonio de Rodas. Se presentan como relatos reales de
soldados que asistieron a la Guerra de Troya, y por tanto como obras históricas,
las novelas de Dictis Cretense, desde el lado griego, y de Dares Frigio, desde el
lado troyano, muy populares en la Edad Media.

La Ilíada

Aquiles venda el brazo de su amigo Patroclo. Este


último vuelve su cabeza a un lado para evitar ver la sangre y que Aquiles advierta sus
muecas de dolor.

La Ilíada narra un periodo de 52 días durante el asedio por los griegos de la


ciudad de Troya, ciudad en la costa Este del Egeo, al norte de Asia Menor. La
causa del asedio fue que el príncipe Paris, hijo del rey de Troya Príamo, se fugó
con la esposa de Menelao, la bella Helena. El héroe principal es Aquiles, "el de
los pies ligeros", el mejor guerrero de los griegos, prácticamente invulnerable
por haber sido sumergido por su madre, la diosa marina Tetis, en las aguas
mágicas de un río, que le han convertido en invulnerable salvo por donde su
madre le sostenía, el talón. Al comenzar la obra hay una gran peste en el
campamento griego y Aquiles se ha retirado del combate enfadado porque
Agamenón, jefe de la coalición griega, le haya quitado a su concubina Briseida,
raptada de la ciudad troyana. En consecuencia los combates corren
desfavorablemente para los griegos, aunque en ellos se lucen Diomedes, Áyax el
Grande, Menelao y su hermano Agamenón ("rey de hombres"), bien aconsejado
por el sabio y viejo Néstor, y algunos dioses que asisten a los combates e
incluso participan alguna vez en ellos, estimulados por la belleza de la lucha.
Apoyan a los griegos Hera, Atenea ("de ojos de mochuelo") y Poseidón; apoyan
a los troyanos Afrodita, Ares y Apolo ("el que hiere de lejos"); Zeus ("que
amontona las nubes") se declara neutral; aunque en cierto momento apoya a
los troyanos por petición de Tetis.
El motivo de la guerra venía en realidad de lejos, cuando en las bodas de Tetis
y Peleo la diosa Eris o Discordia, no invitada, arroja en venganza al convite una
manzana de oro (la "manzana de la discordia") con la inscripción "para la más
bella". Afrodita, Atenea y Hera se disputaron el premio y Zeus nombró como
árbitro al troyano Paris, que escogió a Afrodita; desde entonces el rencor de
Hera y Atenea se centra en Troya, patria de Paris. Afrodita, a cambio de ser
elegida, le había ofrecido a Paris la opción de elegir para si a la mujer más bella
de la tierra. París escogió a Helena, reina de Esparta, y aunque se encontraba
casada, Afrodita le ayudó en su propósito. El rapto de Helena por Paris ofrece el
pretexto adecuado y los distintos pueblos griegos se unen en una expedición
común para recuperar a la esposa de Menelao ("bueno en los caballos"). Tras
vestir la armadura de Aquiles su amante masculino Patroclo con el propósito de
animar a los griegos en el combate, el príncipe troyano Héctor ("domador de
caballos"), el mejor de los guerreros troyanos y hermano de París, lo mata;
Aquiles, desolado, decide abandonar su enfurruñada inactividad para vengarse
personalmente de los troyanos y de Héctor, lo derrota ante las murallas de
Troya y arrastra su cuerpo delante de todos los troyanos y, por descontado, de
su padre, el rey Príamo, sin acceder a sus súplicas de que le dé sepultura.
Príamo abandona en secreto Troya y llega a la tienda de Aquiles, logrando
conmover el duro corazón del héroe, de forma que este accede a que pueda
llevarse el cuerpo y darle unos dignos funerales. Aquí termina la Ilíada.
Posthoméricas

Áyax el Menor arrancando a la fuerza a Casandra del Paladión donde se había


refugiado, interior de una copa con figuras rojas del Pintor de Codros, v. 440-
430 a. C., Museo del Louvre.
La guerra continúa, pero los griegos no logran ningún éxito definitivo. Al
fin, Odiseo o Ulises, tan listo que no quería ir a la guerra y fingió estar loco para
que no le llevaran, da con una estratagema, ardid o artimaña que logrará
engañar a los troyanos; los griegos fingen retirarse y dejan un caballo de
madera como exvoto a sus dioses; los troyanos, contentos al creer haberse
librado de tan duros enemigos, lo hacen rodar a Troya, a pesar de las
advertencias de la adivina Casandra, condenada por Apolo a decir la verdad de
lo que va a ocurrir sin que la crean nunca, y del sacerdote Laoconte, que perece
con sus hijos devorados todos por una serpiente que Poseidón hace salir del
mar. En efecto, el caballo está hueco y dentro hay algunos soldados griegos que,
de noche, bajan y abren las puertas de la ciudad al ejército griego, que entra en
la plaza y la incendia y saquea; solo se salva el príncipe Eneas, que lleva a su
padre Anquises a hombros, junto con su familia y amigos. El poeta
latino Virgilio cantará después una epopeya en latín protagonizada por él,
la Eneida. Aquiles, sin embargo, muere al recibir un flechazo envenenado de
París en el talón, pero él ya había dicho que prefería una vida corta, intensa y
gloriosa a una vida larga y sin alicientes. Algo más tarde, Áyax y Odiseo (Ulises)
pelean por recuperar el cuerpo del héroe griego y enterrarlo junto al de su
amigo Patroclo. Tras el funeral ambos héroes griegos reclaman la armadura de
Aquiles como recompensa por sus esfuerzos. Tras una disputa de ingenio,
Odiseo recibe la armadura y Áyax furioso cae al suelo exhausto y al levantarse
está enloquecido por el furor; en su delirio confunde un rebaño de ovejas con
los líderes aqueos, Odiseo y Agamenón, matando a todos los animales. Cuando
Áyax despierta de su locura se ve rodeado de sangre y decide quitarse la vida
antes que vivir en la vergüenza y el deshonor. Para ello utiliza la espada de
Héctor, que este le había concedido como un regalo de honor tras su primer
duelo.

La Odisea

Odiseo atado al mástil de su barco tratando de vencer la atracción de las sirenas.


Cuadro de Léon Belly Las sirenas (Museo de l'Hotel Sanderin, Saint Omer, Francia).
La segunda epopeya de Homero, llamada la Odisea, tiene como protagonista
principal a Ulises u Odiseo y narra el accidentado viaje de retorno
desde Troya del héroe Odiseo, a su patria en la isla de Ítaca. La hostilidad del
dios del mar Poseidón lo hace atravesar por todo tipo de peligros y aventuras, y
la de Venus por varias peligrosas aventuras amorosas que le retienen mucho
tiempo, mientras su hijo Telémaco lo busca por los mares preguntando a los
demás héroes de la guerra de Troya dónde está, e incluso a algún dios marino
que pesca accidentalmente en el océano, como Proteo, y mientras la esposa
de Ulises, Penélope, aguanta en la isla a los pretendientes al trono, pues estos
creen que Odiseo ha muerto y debe casarse con uno de ellos. Penélope los
desalienta y engaña prometiéndoles que decidirá cuando termine una tela que
está tejiendo, pero sin que lo sepan desteje de noche lo que hila de día. Odiseo
atraviesa por diversas aventuras: consigue huir de los gigantes antropófagos
llamados Lestrigones y del país de los lotófagos, unos hombres que se
alimentan de una flor que provoca el olvido; la del gigantesco cíclope Polifemo,
pastor hijo de Poseidón, que devora a algunos de los compañeros de Odiseo y
que este ciega con un palo caliente dentro de la cueva donde le tiene preso; la
de las sirenas, cuyo maravilloso canto hace enloquecer a los marineros y rompe
sus barcos entre los escollos, pero que Odiseo evita haciéndose atar y cerrando
los oídos de sus marineros con cera; la de la hechicera Circe, enamorada de
Odiseo y que transforma a sus compañeros en cerdos y prolonga mágicamente
la duración del tiempo a su antojo; la de la diosa Calipso, que se enamora
también de él y le promete la vida y la juventud eternas, pero a la
que Zeus obliga a dejarlo marchar; la del naufragio y la llegada desnudo a la
playa ante los ojos de Nausícaa; cuenta sus aventuras en la corte de Alcínoo;
atraviesa los terribles pasos de Escila y Caribdis, a cuál más peligroso; la de la
cueva donde Odiseo ofrece un sacrificio a los muertos y experimenta la visión
del mundo inferior y, por último, el retorno a Ítaca, en que, ayudado por Atenea,
cambia de apariencia a la de un viejo mendigo para no ser reconocido, si bien
su moribundo perro Argos no se deja engañar por ello. Con su hijo y su mujer
planea la venganza de los holgazanes que pretenden casarse con su mujer; hace
que el novio se decida entre los que logren tensar su arco, algo que solo podía
hacer Odiseo; nadie lo hace, pero el viejo se atreve a intentarlo y cuando lo
tensa, dispara a los pretendientes y con ayuda de Telémaco los mata.

Epopeyas romanas

Eneas saliendo de Troya con su padre Anquises a cuestas, por Federico Barocci, 1598.
Los poetas preclásicos Quinto Ennio o Cneo Nevio compusieron ya epopeyas en
latín, pero fue Virgilio quien realizó la que se considera epopeya nacional
romana, la Eneida, en doce cantos y un total de casi diez mil hexámetros; los
seis primeros narran el viaje de Eneas tras la caída de Troya en busca de una
tierra en que asentarse y constituyen una especie de Odisea, y los seis últimos,
que narran las guerras en el Lacio de los troyanos asentados en él, una Iliada.
La obra es del Siglo I a. C. y fue escrita por encargo del emperador Augusto, con
el fin de glorificar, atribuyéndole un origen mítico, el Imperio que con él se
iniciaba. Con este fin, Virgilio elabora una reescritura, más que una
continuación, de la Ilíada.
El argumento es el siguiente: Eneas, príncipe troyano, huyó de la ciudad tras
haber sido quemada por los aqueos. Se llevó a su padre y a su hijo a rastras, y su
mujer le seguía a pocos pasos. Pero ella pereció en la oscuridad, y Eneas,
desesperado, embarcó con su fiel amigo Acates y otros supervivientes en busca
de una nueva tierra. Su enemistad con Hera le llevó a navegar errante durante
mucho tiempo, hasta que fue arrojado a las costas del norte de África,
en Cartago. Allí habitaba la reina Dido, que se enamoró de él por obra
de Cupido, quien flechó su corazón para que olvidara a su difunto marido;
entonces lo retuvo por largo tiempo. El reino era hospitalario y todos los
troyanos querían quedarse en Cartago, pero Eneas sabía que era en Italia donde
debía fundar su imperio. Tras su marcha, Dido se suicidó en una pira con la
espada de Eneas maldiciendo por siempre a su amado, haciéndole jurar
venganza a su pueblo para que destruyera a los hijos de su padre, los futuros
romanos. De esta forma se crea el cuadro que justifica la eterna enemistad
entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, lo que devendría en
las guerras púnicas. En su camino hasta Italia descenderá a los infiernos, donde
su padre, ya muerto, le revela que fundará un imperio floreciente, Roma, hasta
la época de Augusto.
En los siguientes seis libros Eneas llega al Lacio, donde gobernaba el rey Latino.
La hija de Latino, Lavinia, estaba prometida con Turno, el caudillo de
los rútulos, pero el oráculo había revelado a Latino que un hombre llegado del
mar se desposaría con su hija y crearía un gran imperio en nombre de los
latinos. Entonces Turno y Eneas se declararon la guerra y empezaron a batallar
durante un buen tiempo. Un día venían aliados de uno y otro día de otro, y la
batalla nunca terminaba. Mientras, en el cielo, Venus y Juno ayudaban a unos y
a otros sin que Zeus le otorgara la victoria a ninguna. Al final, Eneas mata a
Turno en un combate y consigue la mano de Lavinia. Entonces fundarán un
reino que algún día se convertirá en Roma.
Eneas derrota a Turno, Luca Giordano, (1634 - 1705), escena inspirada en el final de
la Eneida de Virgilio.
Si no contamos los numerosos epilios o pequeñas epopeyas compuestas por
poetas latinos, son epopeyas posteriores a las citadas la Farsalia de Lucano,
la Púnica de Silio Itálico, las Argonáuticas de Valerio Flaco y la Tebaida y
la Aquileida de Estacio. Los poetas épicos de época tardorromana se desvían
frecuentemente hacia el panegírico; tal es el caso de Claudio Claudiano,
de Merobaudes y de Draconcio. Se han perdido otras muchas epopeyas, o
apenas se conservan restos de ellas, como del Bellum Historicum de Hostio,
el Bellum Sequanicum de Varrón Atacino y otras de Rabirio y Vario Rufo, amigo
este de Virgilio que fue quien publicó su Eneida, enterrando así su propia
epopeya en el olvido, pese a que en su tiempo tuvo no poco aprecio en el círculo
de Mecenas. Otros autores de epopeyas fueron Albinovano Pedo, del que se
conserva un largo fragmento que cuenta el viaje de Germánico al mar del Norte,
y Herculano, autor de un Carmen de bello Aegyptiaco.
Epopeyas persas

Shâhnameh.
El Libro de los Reyes o Shahnameh de Ferdousi es una epopeya del siglo X
después de Cristo escrita en persa, lengua iraní apenas contaminada entonces
por arabismos. Es la segunda epopeya más extensa después
del Majabhárata hinduista, pues tiene un total de 60.000 versos. Cuenta la
historia del Irán antiguo y en especial la historia de los Sasánidas, llegando en el
pasado hasta confundirse los reyes legendarios con los Aqueménidas. Ferdousi
se inspira en textos anteriores de Abu Mansur Abdul Razzâq e incluyó incluso
mil versos de Daqiqi citando su procedencia. Los iraníes lo consideran signo de
identidad nacional, del que destacan su originalidad, ya que no toma ningún
material narrativo de ninguna otra tradición literaria. De su pervivencia y
vitalidad da fe que se siga recitando al son del tambor como una cantinela en
los zurjâneh o (casas de la fuerza), una especie de gimnasios tradicionales
mientras los asistentes hacen gimnasia con movimientos acompasados.

Epopeyas orientales
La épica japonesa se configuró fundamentalmente sobre las luchas entre los
clanes samuráis de los Minamoto y los Taira, que dieron lugar al Heike
Monogatari.
Epopeyas indostánicas

Una de las 134 ilustraciones del Razmnama (Libro de las guerras, 1761-1763),
traducción persa del Majabhárata. El rey Akbar (1556-1605) ordenó a Naqib
Khan que tradujera el texto hinduista para mejorar las relaciones entre las dos
culturas. En esta escena, el abuelo Bhishmá —todavía vivo semanas después
del fin de la batalla de Kurukshetra— imparte sus últimas enseñanzas mientras
agoniza (sobre el «lecho de flechas» con que su sobrino nieto Áryuna lo
acribilló), rodeado por los cinco Pándavas (con ropas musulmanas) y Krishná
(de piel azul). Abajo se ve un manantial de la madre Ganges, que Áryuna invocó
para saciar la sed de Bhishmá.
En la antigua India la epopeya se caracteriza por el predominio de la fantasía y
lo maravilloso. Dos son las muestras principales: El Majábharata y el Ramaiana,
escritos en sánscrito.
La epopeya procede de una poesía popular de relatos tradicionales de
indudable origen histórico. Estos relatos proceden de la época védica, los
recitadores profesionales organizados en castas, los suta, bardos y panegiristas,
conductores de los carros durante las guerras, trasmitieron estos relatos
épicos, adaptándolos y completándolos. De aquí salieron las dos grandes
epopeyas el Majábharata y el Ramáyana. El idioma sánscrito de estas epopeyas
está en prosa y en verso; la narración es de forma arcaica, pero los versos
narrativos forman la parte más importante; el discurso caracteriza la
composición épica y reemplaza el estilo directo, mezclando en él máximas
religiosas y conclusiones moralizantes.

El Majábharata
El Majabhárata consta de unos cien mil shlokas ( pareados de versos de
dieciséis sílabas). No se conoce con certeza su época de composición, y más
bien parecen responder a un proceso acumulativo de ampliaciones. Algunos
datan la gestación de la obra en la época de aparición del budismo (hacia
el siglo VI a. C.; alcanzó su forma clásica y definitiva en el siglo II a. C. Trata
sobre las luchas dinásticas entre los descendientes del rey Bharata: los
piadosos Pándavas y los malvados Kauravas. Vencen los Pándavas, ayudados
por su amigo el dios Krishna. El relato está entreverado de leyendas fantásticas
sobre tales luchas y se intercalan bellos episodios como el del rey Nala y su
esposa Damaianti, que son perseguidos por el demonio Kali.

El Ramáyana
El Ramáyana es una epopeya tres o cuatro siglos posterior al Majábharata,
aunque hay quienes la sitúan en el siglo VIII a. C. Es de extensión más reducida
y consta de unas 24.000 śloka. Se atribuye al legendario poeta Valmiki. En él, el
príncipe Rāma rescata a su esposa Sītā, raptada en la isla de Sri Lanka por el
diabólico Ravana, monstruo de diez cabezas. Siendo una de las más importantes
obras literarias de India antigua tiene un profundo impacto en el arte y la
cultura del subcontinente indio y del sureste de Asia. El Ramáyana no
solamente es un cuento religioso. La colonización del sureste de Asia por el
pueblo hinduista comenzó en el siglo VIII. Se establecieron imperios como
el Jemer, Majapahits, Sailendra, Champa y Sri Vijaya. Gracias a esto,
el Ramáiana se volvió popular en el sureste de Asia y se manifestó en la
literatura y en la arquitectura de los templos, particularmente en Indonesia,
Tailandia, Camboya, Laos, Malasia, Myanmar, Vietnam y Filipinas.

Epopeyas hispánicas
Escritores nacidos en Hispania compusieron epopeyas ya durante la época del
Imperio Romano, como Lucano, autor de la Farsalia, poema dedicado
a Nerón donde se describe la guerra civil entre César y Pompeyo y el suicidio
de Catón el Joven; se trata de un poema donde late un interno deseo de vuelta
de la República y donde domina el espíritu filosófico del Estoicismo; se hizo
muy famosa la frase sobre el noble y digno Catón: «Victrix causa diis placuit sed
victa Catoni» (‘la causa de los vencedores plugo a los dioses, pero la de los
vencidos a Catón’). Esta obra lleva ya el sello del típico realismo español, hasta
el punto de que algunos lo han considerado más bien un poema histórico que
una epopeya. Prudencio, el cantor de los mártires cristianos, compuso también
un epopeya alegórica en la que luchaban las virtudes y los vicios personificados,
la Psicomaquia.
Por otra parte, durante la Edad Media no faltaron intentos de elaborar
epopeyas cultas en latín, como el Carmen campidoctoris, sobre el Cid
Campeador. Paralelamente se desarrollaba una épica en lengua vulgar incitada
como respuesta nacional al ejemplo de la épica francesa, que era conocida por
su penetración a través del Camino de Santiago, y articuló varios ciclos épicos
principalmente en torno a las figuras del Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid,
y Bernardo del Carpio, y otras menos conocidas.

Estatua del Cid en el parque de Balboa en San Diego (California).


El Cantar de mio Cid narra el proceso de recuperación de la honra por parte del
gran guerrero Rodrígo Díaz, acusado por la alta nobleza cortesana de quedarse
con las parias a su vuelta de un viaje de recaudación a Sevilla; el rey Alfonso
monta en cólera y lo destierra; pero el capitán Martín Antolínez intriga para,
aprovechando la fama de ladrón que quieren echarle a su amigo, conseguir un
préstamo de los judíos Raquel e Vidas con la garantía de dos grandes arcas
fuertemente cerradas con cadenas y que en realidad contienen solo arena. Con
ese dinero pueden marcharse de Castilla; el Cid deja a su mujer e hijas en el
monasterio de San Pedro de Cardeña y se gana la vida luchando contra los
moros (y contra el vanidoso Conde de Barcelona) consiguiendo cada vez más
botín; culmina sus hazañas militares conquistando Valencia junto con sus
valientes capitantes, el impetuoso y tartamudo Pero Bermúdez, Ansúrez y su
lugarteniente Albarfanez, históricamente un héroe tan importante como el
mismo Cid y defensor de Toledo. De cada conquista envía a la Corte la
correspondiente quinta parte del rey, quien va deponiendo su actitud y al fin
solo impone como condición para admitirlo otra vez que sus hijas Elvira y Sol
se casen con los infantes de Carrión, unos siniestros personajes leoneses que no
poseen la más mínima virtud.
El Cid defiende con éxito su reino de los ataques del rey Búcar de Marruecos.
Pero los capitanes del Cid ocultan la cobardía de los infantes (en la batalla y al
soltarse un león) y sus felonías (una de las cuales es, por ejemplo, intentar
asesinar al moro Abengalvón, amigo del Cid) y estos, deshonrados por el
desprecio general, deciden azotar a sus mujeres y dejarlas abandonadas en
el robledo de Corpes y volverse a su natal Carrión. El sobrino del Cid, Félez
Muñoz, descubre a sus primas y las devuelve con su padre. Este planea
entonces una venganza jurídica: quienes deben enfrentarse a los infantes son
sus capitanes, ya que le han ocultado la cobardía de sus manejos, y durante las
Cortes recupera la dote (por ejemplo, sus espadas Tizona y Colada) y los
infantes son retados a duelo por los capitanes del Cid, que humillan así a toda la
nobleza burgalesa. Las hijas del Cid se casan con príncipes y así termina
felizmente el poema.
Ya en el Renacimiento la conquista de Hispanoamérica suscitó la composición
de varias epopeyas cultas, algunas realmente memorables, como La
Araucana del madrileño Alonso de Ercilla, que cuenta con recio vigor y gran
expresividad la conquista de Chile por los españoles, en la cual el autor
participó personalmente. En general, es importante el influjo que ejerció
el Canon de Ferrara sobre los poemas épicos cultos del siglo XVI, que
merecerían más atención de la que han tenido. Por otra parte, en el XVII y
durante el Barroco se encuentran muchas epopeyas bien resueltas, como las
varias que compuso Lope de Vega, si bien destaca en especial El Bernardo o La
derrota de Roncesvalles de Bernardo de Balbuena, donde a la temática nacional
del famoso héroe y su enfrentamiento con Roldán se superpone un italianizante
elemento ariostesco de carácter fantástico, tratándose en realidad de una
especie de libro de caballerías en verso.
La epopeya culta entra en decadencia en el siglo XVIII, pero todavía es posible
encontrar un último exponente de la misma en la Hispanoamérica del siglo XIX,
a través de los dos grandes poemas de José Hernández, la ida y la vuelta
de Martín Fierro, que algunos consideran una novela versificada.
¿De que trata... La Odisea?
La Odisea narra el viaje de ulises de regreso a Ítaca, perseguido por algunos dioses y ayudado
por otros, principalmente por Palas Atenea. Telémaco, su hijo, al tiempo, emprende un viaje en
busca de noticias sobre su padre. Mientras padre e hijo viajan en sentidos opuestos, los
pretendientes de Penelopé, esposa de Ulieses, traman matar a Telémaco cuando regrese.

Atenea no descuida detalle para proteger a Ulieses. Ella, gracias a su condición de diosa, toma
la figura de niña capaz de envolver a Ulieses en una nube para llevarlo al palacio de Alcino.
Euríalo (el dios Apolo) lo desafía con palabras injuriosas. Lo desagravia después con una
espada de bronce, plata y marfil. Ulieses llega a Ítaca y se encuentra con Atenea, que ahora ha
tomado la figura de un joven pastor. Ella lo disfraza de mendigo, se mete en los sueños de
Telémaco y lo previene contra la emboscada de los pretendientes de Penélope. Ulieses y
Telémaco se unen en combate y los vencen.

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