50 Cosas Que Pierdes Cuando No Vas A Una Iglesia
50 Cosas Que Pierdes Cuando No Vas A Una Iglesia
50 Cosas Que Pierdes Cuando No Vas A Una Iglesia
3. Te pierdes de amar a Jesús amando a su esposa por la cual dio su vida (Efesios 5:25-27;
Hechos 20:28).
6. Te pierdes el aprender cómo leer la Biblia mejor por ser instruido por personas con dones divinos
de enseñar y predicar.
7. Te pierdes la oportunidad de estar equipado para discernir doctrinas engañosas y peligrosas que
niegan o cambian el evangelio (Efesios 4:11-14).
8. Te pierdes de animar a otros hacia el amor y las buenas obras, y también recibir el ánimo que
otras te pueden dar (Hebreos 10:25).
9. Te pierdes de usar tus dones para edificar al cuerpo de Cristo para la gloria de Dios
(1 Pedro 4:10-11; Efesios 4:11-14).
10. Te pierdes la oportunidad de beneficiarte de los dones de otros creyentes (1 Pedro 4:10-
11; Efesios 4:11-14).
11. Te pierdes de beneficiarte de los líderes que Dios te ha dado (Efesios 4:11-14; Hebreos 13:7).
12. Te pierdes el someterte a los líderes que Dios te ha dado, y por consecuencia, de someterte a
Dios mismo (Hebreos 13:17).
13. Te pierdes de ser pastoreado a través de los gozos y dificultades de la vida (Santiago 5:13-
14; 1 Pedro 5:1-2).
14. Te pierdes el aprender de y seguir el ejemplo de tu pastor (1 Timoteo 4:12; Hebreos 13:7;
Tito 2:7).
15. Te pierdes el rendir cuentas por tus acciones a través de la disciplina de la iglesia, que es la
disciplina de Dios (Mateo 18:15-17).
16. Te pierdes de ministrar a otros con tu presencia, es decir, animar a otros por tu presencia y
compromiso al pueblo de Dios (Hebreos 10:24-25; Hechos 4:32-33).
17. Te pierdes de estar capacitado para la obra del ministerio y el fruto que tal capacitación produce
(Efesios 4:11-14).
18. Te pierdes de dar y recibir oración para crecimiento personal y necesidades personales
(Santiago 5:16).
19. Te pierdes las bendiciones de la oración grupal y la instrucción que viene de escuchar las
oraciones de otros (1 Timoteo 2:1-2; Hechos 6:1-6).
20. Te pierdes el cuidar de los pobres como cuerpo de Cristo, o el recibir cuidado necesario
(Hechos 11:29; 2 Corintios 8:4; 1 Juan 3:17).
22. Te pierdes estar en el centro de la voluntad de Dios, la cual es revelada más mientras lo
obedecemos y renovamos nuestras mentes en su verdad (Proverbios 3:5-6; Romanos 12:1-2;
1 Tesalonicenses 5:15-18).
23. Te pierdes de celebrar el evangelio a través del bautismo (Romanos 6:4; Mateo 28:19).
24. Te pierdes la participación regular de la Santa Cena para unirte con creyentes a través de la
historia para celebrar la obra salvadora de Cristo y su reino venidero (1 Corintios 11:23-26).
25. Te pierdes de la ministración de “los unos a los otros” entre hermanos y hermanas en Cristo
(Juan 13:34-35; Efesios 4:12; Romanos 12:10-16; Gálatas 5:16; etc.)
26. Te pierdes el cantar alabanzas a Dios con la iglesia de Cristo (Colosenses 3:16).
27. Te pierdes el demostrar la unidad del evangelio al hacer amigos con personas diversas en un
mundo dividido por raza, nacionalidad, clase económica, y lengua (Efesios 2:11-22;
Efesios 4:3; Santiago 2:1; Apocalipsis 5:9).
28. Te pierdes el hablar la verdad en amor a otros creyentes que creen o practican doctrinas que
no son bíblicas (Efesios 4:15-16).
29. Te pierdes de dar gozo al Señor como su pueblo reunido (Sofonías 3:17; Salmos 149:4).
30. Te pierdes de regocijarte al ver a personas creer en Cristo y abrazarlos como hermanos
(Hechos 16:5).
31. Te pierdes de invitar amigos y familiares que no son creyentes a la iglesia para escuchar del
Cristo que salva (Mateo 28:18-20; Colosenses 4:5).
34. Te pierdes el recibir la ayuda que la Palabra de Dios, el Espíritu de Dios, y el pueblo de Dios
te dan para crecer en madurez cristiana (2 Timoteo 3:16-17; Salmos 19:7; Efesios 4:11-14).
37. Te pierdes ser influenciado por hombres piadosos y mujeres piadosas que aman a Jesús más
que el mundo, y la oportunidad de influenciar a otros (Tito 2:1-8).
38. Pierdes ver cómo Jesús, la cabeza de la iglesia, obra a través de su cuerpo para llevar a cabo
su misión en el mundo (Efesios 5:23; Colosenses 1:18).
39. Te pierdes de amistades cercanas con personas que invocan al Señor con un corazón puro
(2 Timoteo 2:22).
40. Te pierdes recordatorios de vivir una vida centrada en Dios, enfocada en sus planes para el
mundo y tu papel en ellos (Efesios 1:3-7; Efesios 3:9-10).
41. Te pierdes de entender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura, y la
profundidad del amor de Cristo (Efesios 3:18).
42. Te pierdes la oportunidad de dar a Dios ofrenda de lo que te ha dado (2 Corintios 9:6-8).
43. Te pierdes la oportunidad de que la Palabra de Cristo more en ti en abundancia por cantos,
himnos, y canciones espirituales (Colosenses 3:16).
44. Te pierdes de compartir los sufrimientos de Cristo por llorar con los que lloran y llevar las
cargas de otros (2 Corintios 1:3-5; Romanos 12:15; Gálatas 6:2).
45. Te pierdes de dar a conocer la infinita sabiduría de Dios a los principados y potestades en los
lugares celestiales a través de la iglesia (Efesios 3:9-10).
46. Te pierdes el potencial de recibir el llamado al ministerio (1 Timoteo 4:14; 1 Samuel 3).
47. Te pierdes el enseñar a otros, en palabra y hecho, cómo seguir a Cristo (Tito 2).
48. Te pierdes el recibir ayuda al luchar contra el pecado y ayudando a otros a luchar contra pecado
(1 Pedro 2:11; Santiago 5:16; Gálatas 6:1-2).
50. Te pierdes ver cómo la iglesia es edificada y fortalecida cuando cada miembro del cuerpo
funciona como debe, madurando el cuerpo y edificándolo en amor (1 Corintios 12:12-20;
Efesios 4:16).
Hay mucho más que puedo añadir… esta lista solo sirve para empezar.
Cuando Jesús apareció a Saulo en el camino a Damasco, no dijo, “¿Por qué persigues a mi
iglesia?” Dijo Jesús, “¿Por qué me persigues?” (Hechos 9:4). Jesús se identifica tanto con la
iglesia que un ataque a su cuerpo es un ataque a Él.
Podría ser que Jesús mismo te esté diciendo no solo, “¿Por qué evades a mi iglesia?” sino también,
“¿Por qué me evades a mí?”
Mi deseo no es forzar reglas legalistas a los lectores; al contrario, quiero despertar a los que están
perdiendo una relación abundante con el Señor por causa de evadir a su cuerpo. En lugar de ser
algo que evitar, la iglesia es una bendición grande de la mano de Dios, y debemos amarla y
regocijarnos en ella.