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(1996).
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Como está claro que nada puede ser comprendido sobre esta naturale-
za con propiedad, sino por medio de otra cosa, es cierto que, por me-
dio de esto, más se acerca uno a su conocimiento, cuanto más se acer-
ca a ella por la semejanza.3
3
Esta y las siguientes citas provienen de la traducción de los textos realizada por
Eduardo Torres (1975).
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se conoce. Así, con base en las ideas platónicas, desarrolladas por Agus-
tín, referentes a los universales, se elabora el sistema cognoscitivo esco-
lástico. En su Isagoge [Introducción] a las Categorías de Aristóteles y
los correspondientes comentarios de Boecio, Porfirio dice:
Sobre los géneros y las especies no diré aquí si subsisten o bien si están
solamente en el entendimiento, ni en el caso de que subsistan, si son
corpóreos o incorpóreos, separados de las cosas sensibles o situados en
las mismas cosas sensibles y expresando sus caracteres uniformes.
47. Por la misma razón ocurre también que la idea del entendimiento
que es causa eficiente del entendimiento agente, no es otra cosa que la
idea de éste, ya que tanto el entendimiento productor como el produ-
cido son específicamente una misma cosa, sin otra diferencia que aquél
existe de una manera más noble. Esto ocurre también [con respecto a
los otros principios]; de modo que el principio primero entiende el ser
de una manera más noble, desde todos los puntos de vista en que pue-
den excederse [unas a otras] las inteligencias libres de la materia, ya
que, no distinguiéndose, específicamente la idea del primer principio
de las ideas del hombre, con mucha menos razón se diferenciará de las
ideas de los demás seres separados; si bien en cuanto a nobleza está
muy por encima del entendimiento humano, siendo la cosa que más se
acerca a él la inteligencia que le sigue, y así sucesiva y gradualmente,
hasta llegar al entendimiento humano.
48. Ahora bien; así como el objeto propio de nuestro conocimiento
son las cosas materiales, de modo que, si conocemos esos principios,
los conocemos por relación [o analogía] [aunque este conocimiento
de los principios admita diversos grados, ya que la cosa más próxima a
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“En los últimos tiempos he tenido algunas revelaciones y creo que podré entenderte
mejor dado que ahora entiendo mejor la religión. [...] Por mi parte me he propuesto
la redacción de una nueva Biblia continuando los pasos de Mahoma y de Lutero”
(Novalis 1975: 501; T.d.A.).
6 Al respecto, es reveladora la intención de Novalis, de “develar el poder omnia-
8 R. Wagner: Sämtliche Schriften und Dichtungen [vol. 10: 211]: “Se podría decir
que, en el punto donde la religión se vuelve artística, es el derecho del arte de salvar la
esencia de la religión comprendiendo el valor alegórico de los símbolos míticos, con-
siderados como verdaderos por la religión, para, por medio de su representación
ideal, permitir reconocer las profundas verdades ocultas en ellos” [T.d.A.].
9 Para un análisis del desarrollo de este proceso cfr. Habermas 1993.
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10 Entre las obras más significativas correspondientes a tal empeño deberán con-
tarse la obra de Freud y, entre otros, La rama dorada de James Frazer, El asalto a la
razón de Lukács, Lo imaginario de Jean Paul Sartre, El crepúsculo de los filósofos de
Giovanni Papini, El tema de nuestro tiempo de José Ortega y Gasset, etcétera.
11 Paticularmente en Poesía y filosofía de 1937, escrito poco antes de su descubri-
miento de Muerte de Narciso de Lezama Lima. Estas ideas fueron ampliadas poste-
riormente en El hombre y lo divino de 1955.
12 Por algunas similitudes entre Cuesta y el pensamiento de Heidegger se ha espe-
culado mucho si, acaso, Cuesta leyó al filósofo alemán. Al respecto se han propuesto
dos teorías. La primera dicta que lo leyó en la Revista de Occidente y, la segunda, que
lo conoció por traducciones al francés. Lo cierto es que esto no se puede comprobar y
sólo resta la constatación de las analogías entre ambos. No me parece improbable que
buena parte de las ideas sean comunes por haber estudiado ambos a Nietzsche.
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rador Federico II cuando, entre 1227 y 1230, residía con su corte en Si-
cilia. Tal traducción fue regalada por el Emperador a la universidad de
Bolonia, iniciándose así la mencionada célebre disputa entre filósofos.
Al analizar Averroes el texto de Aristóteles llegó a ciertas conclusio-
nes que, en sus últimas consecuencias, destruían los cimientos sobre
los cuales se edificó la cultura tanto árabe como cristiana. En primer
lugar negó el intelecto como una manifestación momentánea del or-
ganismo, pues en tal caso el intelecto sería de origen orgánico. Pero,
dado que el intelecto no tiene residuos materiales, porque ello le im-
pediría la aprehensión de tal materia, según lo señaló Aristóteles, de-
bía considerársele espiritual y puro. Ello conlleva, como corolario, su
eternidad, pero también su universalidad y, por consecuencia, la diso-
lución de su individualidad. El intelecto puede aprehender lo general
y eterno en forma ilimitada en la medida en que el intelecto activo
aprenda contenidos. Pero, por ello sería uno para todo el género hu-
mano. Entre las consecuencias que para el proceso de comprensión de
la aprensión cognoscitiva tuvieron tales ideas, hubo una de particular
relevancia histórica. Si el intelecto perdía su individualidad y el ser
humano se definió en función de su intelecto, significaba que si bien
el ser humano era mortal, el intelecto no lo era. Esto alteraba la idea
de la muerte individual y el premio o castigo ultraterreno sobre la cual
descansa, en gran medida, el edificio ideológico del islamismo y del
cristianismo. Las estructuras administrativas, económicas y políticas
que, con base en el terror ultraterreno dominaban y manipulaban a la
población enajenada, perderían poder. Éste fue el origen del temor a
las ideas de Averroes, consideradas de las más importantes herejías
medievales con resultancias fundamentales en el desarrollo filosófico.
Hacia 1256-57 el tema fue retomado por Alberto de Colonia en
una disputa presentada al Papa. En ella preguntaba si con la escisión
entre cuerpo y alma, al momento de la muerte, aquello que se separa
del cuerpo mantiene características individuales o existe una unidad.
La intención de Alberto era mostrar que las novísimas ideas no des-
truían el concepto de mortalidad e inmortalidad individual. El Papa
pidió a Alberto redactar sus ideas para hacerlas accesibles a un mayor
número de interesados. Tal es el origen de su tratado De unitate inte-
llectus contra Averroistae. Preso en las sutilezas de su propia compleji-
dad, Alberto llegó a rebatir a Averroes y a afirmar la dependencia cor-
poral del intelecto inicialmente explicado como escindido de la
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formación del objeto por efecto del tiempo cuando el sujeto piensa
haberlo aprehendido. El segundo, el tema del fuego, aparece en las es-
trofas VI-X, relacionado con la mutación constante de la materia. Al
respecto de este tema, Cuesta alude el mito de la túnica de Neso y
motivos conocidos de la simbología alquímica:
medio de la mitología, es indudable que fue el primero en clasificar todas las relacio-
nes establecidas entre la mitología y esta ciencia con un espíritu enciclopédico muy
acorde a su época. Gracias a su libro se sabe cómo los mitos sirvieron no sólo de
ilustración de las fases alquímicas sino que los alquimistas se identificaban y recono-
cían simbólicamente en ellos. Esto sucedió particularmente con el dios herrero Vul-
cano, por dominar los alquimistas, igual que aquél, los diferentes tipos de fuego. Dos
ejemplos representativos de la utilización de los mitos para simbolizar fases alquími-
cas son los de Hermafrodito y Dánae. El primero, hijo de Afrodita y Hermes, unido
por los dioses en un solo cuerpo a la ninfa Salvacis (Ovidio: Metamorfosis IV: 380),
fue utilizado para simbolizar la conjunción de los contrarios y la Piedra Filosofal,
siendo ilustrado como andrógino de doble naturaleza. Por su parte, Dánae fecundada
por Júpiter en forma de lluvia dorada (Ovidio: Metamorfosis IV: 611) fue equipara-
da por los alquimistas a la unión del azufre con el mercurio (Jan van Lennep: 41).
Con esto, se muestra que la utilización de los mitos en relación con elementos alquí-
micos no era inusual y su empleo, en este sentido, es plenamente explicable en Canto.
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objeto de un minucioso estudio realizado por Pierre Jean Fabre, médico de Montpe-
llier, en su obra enciclopédica Hercules Piochymicus, Toulouse 1634.
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decir: comoquiera que un ser es cognoscible tanto en cuanto está en acto, Dios, que
es acto puro, sin mezcla alguna de potencialidad, en cuanto tal es cognoscible en
grado sumo. Pero lo que en cuanto tal es cognoscible en grado sumo, deja de ser
cognoscible por algún entendimiento por sobrepasar su capacidad. Ejemplo: el sol,
que es lo más visible, por su exceso de luz no puede ser visto por el murciélago.”
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con la idea del desengaño, y utilizado para indicar los trabajos y es-
fuerzos vanamente ensayados. Pero lo singular del caso es la mención
conjunta de los ojos y del naufragio en el contexto de una indagación
de las vías cognoscitivas. Esto remite a Primero sueño, donde Sor Jua-
na utiliza la imagen para indicar el fracaso del ensayo de comprensión
cognitiva (vv. 455-616; Pérez-Amador Adam 1996: 176-193). La ima-
gen de los ojos náufragos como símbolo del fracaso de aprensión inte-
lectual no es un tópico común retomado por Sor Juana, sino una in-
vención suya. Su mención en Canto a un dios mineral, al término de
los dos intentos de aprensión cognitiva es, consecuentemente, una re-
ferencia explícita a Sor Juana que demuestra, en forma irrefutable, no
sólo la influencia del poema barroco en el moderno, sino la intención
de responder aquí las interrogantes propuestas por aquél.
La estrofa XXI da término a la tercera parte, en la cual el yo poético
intenta recuperar las experiencias pasadas por medio de los fragmenta-
dos recuerdos. Las restantes estrofas se dividen en un primer grupo
(XXII-XXVII: vv 127-162) de extraordinaria dificultad que contrasta
con las restantes de sorprendente y relativa facilidad (XXVIII-
XXXVII: 163-222). En el primer grupo, con base en el motivo de la
memoria recuperada en las estrofas anteriores y citando el mito plató-
nico de la caverna [Protágoras, Fedón], se realiza una transformación
de las ideas que pasan del nivel intelectual al físico donde su substan-
cia es reducida al vaso de la palabra. En este pasaje, de nuevo, Cuesta
hace referencia a Primero sueño (vv. 252-291). En un fragmento aná-
logo se describe ahí el paso inverso, es decir, se describe el itinerario
de las impresiones sensoriales a la comprensión.
Finalmente, a partir de la estrofa XXVIII de Canto a un dios mine-
ral se describe el surgimiento del lenguaje y su relación con el tiempo.
En el poema de Sor Juana, el alma ensaya de manera infructuosa las
dos vías descritas para acceder al conocimiento. Al final del poema ba-
rroco, el alma decide imitar la osadía de Faetón, el cual, según Sor
Juana en su poema, transgrede los límites impuestos a los mortales
con la intención de alcanzar la fama que acompaña tal ensayo, en ple-
na conciencia de que su muerte durante tal ejercicio es inevitable: su
atrevimiento le impone, precipitándolo a las profundidades, sufrir la
acción fulminante del rayo jovino. En el poema, Sor Juana informa de
la osada intención del alma de transgredir las leyes cognitivas. Pero el
lector no se entera de cómo piensa imitar a Faetón puesto que en ese
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