Conducta Antisocial y Disocial Psicologia Juridica
Conducta Antisocial y Disocial Psicologia Juridica
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TEMA:
LA CONDUCTA ANTISOCIAL Y DISOCIAL DE LA PERSONALIDAD
CURSO:
PSICOLOGIA JURIDICA
ALUMNO:
PROFESOR
MG. WALTER RODRIGUEZ TAPIA
CHIMBOTE, 2018
ÍNDICE
I. INTRODUCCIÓN 4
TRASTORNOS DE PERSONALIDAD 6
I.4 ETIOPATOGENIA 8
EDAD Y SEXO 10
PERSONALIDAD 11
GRUPO A 26
GRUPO B 27
GRUPO C 28
IV. CONCLUSIONES 31
V.-REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 32
I. INTRODUCCIÓN
Entre los primeros escritos que se pueden relacionar con algo muy parecido a lo que
consideramos hoy los trastornos de la personalidad están ya en el siglo V a.C. A los escritos a
los que me refiero son los denominados humores de Hipócrates. Este autor los clasificó en Bilis
amarilla, bilis negra, sangre y flema y correspondían a una serie de caracteres que conformaban
la personalidad según predominaran unos u otros humores.
En las épocas de Platón y Aristóteles también se pueden encontrar explicaciones dirigidas a las
clases de comportamiento humano, sin embargo no es hasta la época de Teofrasto (siglo III a.
de C.), y más concretamente es este autor quién describe de una forma más clínica sobre las
posibles alteraciones de las personas según su forma de ser.
No encontramos nada nuevo hasta el siglo XVIII con Francis Gall y su ciencia de la frenología
donde se establece relación entre las variaciones de nuestro cráneo y nuestro comportamiento.
Más tarde encontramos a Pinel (1801) que ya denomina a estas conductas alteradas como manía
sin delirio y posteriormente es Pritchard (1837) quien acuña el concepto de insania moral dando
una connotación moral a estos cuadros.
Kraepelin en 1907 describe cuatro tipos de personalidades anómalas o morbosas. Más tarde,
Bleuler en 1924 en su tratado de psiquiatría es el primero en utilizar el concepto de psicopatía
atribuyendo un defecto moral congénito o adquirido a una serie de trastornos mentales que van
desde el retraso mental a sujetos antisociales.
Otros autores destacados son Allport, Bowlby, y el escandinavo Sjobring, siendo Kurt
Schneider (1934) el más destacado de los autores contemporáneos desde una perspectiva
histórica con su obra “Las Personalidades Psicopáticas”.
En la actualidad y con total vigencia hay destacados autores que me inclino a nombrar como
importantes autores que han contribuido al desarrollo de los trastornos de la personalidad, como
son: Eysenck, Millon, Kernberg, Siever, Cloninger, Beck, Freeman, etc.
I.1 ¿QUÉ ES UN TRASTORNO DE PERSONALIDAD?
Resulta relativamente difícil hallar una definición de personalidad que satisfaga a todos. Con
todo, la mayoría de los especialistas coinciden en recalcar la complejidad de la personalidad
humana, y en incluir en su concepto un amplio ya variado conjunto de características (psíquicas,
comportamentales, biológicas y socioculturales), que se ponen de manifiesto en una variada
gama de situaciones y contextos, con los cuales interaccionan, y que hacen que un individuo
sea él mismo y no otro, sean cuales sean las circunstancias de la vida en las que se encuentre.
Así pues, uno de los elementos clave de la personalidad es el hecho de que permanece
relativamente estable a lo largo de toda la vida. Y este elemento vale tanto para caracterizar a
las personalidades sanas o normales, como a las anormales o perturbadas.
Este aspecto es importante porque sirve para establecer un punto de partida fundamental:
Cuando hablamos de una personalidad anormal, patológica o trastornada, hacemos referencia a
todo el modo de ser de un individuo, y no a aspectos concretos o parciales. Por ejemplo, cuando
en psicopatología hablamos de que un individuo tiene una depresión, nos estamos refiriendo a
que esta persona presenta una alteración, un cambio, en su modo de ser o de comportarse
habitual, pero suponemos que se trata de una alteración precisamente porque esa persona
normalmente no es así, no se comporta ni se expresa de ese modo. Sin embargo, cuando
hablamos de trastorno de la personalidad, nos referimos a que el modo de ser habitual de ese
individuo es enfermizo, patológico o anormal, ya sea porque no es el modo de ser mas frecuente
de las personas de su entorno, ya porque no se ajusta a lo que cabria esperar del sujeto teniendo
en cuenta su contexto sociocultural, formación, etc.
En suma, un modo de ser y comportarse poco adaptativo, lo que conlleva por ejemplo que su
capacidad de aprender nuevos modos de comportarse, de expresarse, de relacionarse con los
demás, se halle gravemente limitada. Esto explica por qué las personas que padecen un trastorno
de personalidad son especialmente vulnerables, psicológicamente frágiles, ante el estrés,
entendiendo por estrés una situación nueva que requiere el desarrollo que nuevas estrategias
para afrontarla.
Finalmente, es importante tener en cuenta otro aspecto en el que estos trastornos difieren de la
mayoría de otros trastornos mentes: aunque provocan sufrimiento y malestar intensos en el
propio individuo (o en quienes le rodea), no suele haber conciencia de enfermedad, o ésta se
limita a unos pocos aspectos. Es decir, el sujeto no es consciente de que su modo de ser es la
causa fundamental de su malestar o de los problemas a los que debe enfrentarse. Por esta razón
difícilmente las personas con trastorno de personalidad buscan por sí mismas ayuda psicológica,
son otras circunstancias las que empujan o fuerzan al individuo a solicitar algún tipo de ayuda.
Es inflexible, rígido.
Hace al individuo frágil y vulnerable ante situaciones nuevas que requieren cambios.
No se ajusta a lo que cabría esperar para ese individuo, teniendo en cuenta su contexto
sociocultural.
Sin embargo, a diferencia de los otros trastornos mentales, el malestar es más bien una
consecuencia de la no aceptación por parte de los demás del modo de ser del individuo
que una característica intrínseca del trastorno: en general suelen ser egosintónicos, a
diferencia de la egodistonía que caracteriza a la mayoría de los trastornos mentales.
Criterios diagnósticos
Los rasgos de personalidad son patrones persistentes en cuanto a la forma de pensar sobre uno
mismo, de percibir el mundo, de relacionarse con el entorno que se ponen de manifiesto en una
amplia gama de contextos sociales y por supuesto personales. Dichos rasgos de personalidad
sólo conforman un trastorno cuando son inflexibles y desadaptativos y cuando causan un
deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo.
Un dato que se debe tener presente cuando se pretende realizar el diagnostico de cualquier
trastorno de la personalidad es que muchos de los criterios específicos que se usan para describir
las características contenidas en los trastornos de la personalidad, son típicos de los trastornos
mentales del Eje I. Ambos tipos de desordenes tienen muchos síntomas en común.
Puede resultar un tarea difícil diferenciar los trastornos de la personalidad de los contenidos en
el Eje I, ya que también tienen un inicio temprano y un curso crónico y relativamente estable,
además de que algunos trastornos de la personalidad tienen relación con el “espectro” de alguna
enfermedad del Eje I (por ejemplo el trastorno esquizotípico de la personalidad con la
esquizofrenia).
En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que la comorbilidad entre los trastornos mentales del
Eje I y los trastornos de la personalidad es relativamente elevada. Algunos informes recientes
indican que en torno al 23 % de pacientes mentales presenta un trastorno de la personalidad,
como mínimo. Constatan además que los trastornos del Grupo A (paranoide, esquizoide y
esquizotípico) se suelen asociar a esquizofrenia, los del Grupo B (antisocial, límite, histriónico
y narcisista) a trastornos por uso de alcohol u otras sustancias, y los del Grupo C (evitador,
dependiente y obsesivo - compulsivo) a trastornos de ansiedad.
Existe una exclusión que diferencia a los trastornos de personalidad que pueden estar
relacionados con trastornos psicóticos (por ejemplo, paranoide, esquizotípico). Esta exclusión
hace referencia a que el patrón de comportamiento no debe haber aparecido exclusivamente en
el transcurso de una esquizofrenia, de un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos
y de otros trastornos psicóticos.
Cuando una persona se encuentra bajo los efectos de alguna sustancia, o posee un trastorno
relacionado con sustancias, es conveniente que no se realice un diagnóstico de trastorno de
personalidad que se base únicamente en su comportamiento como consecuencia de la
intoxicación o bien de la abstinencia a la sustancia.
Además cuando los cambios de personalidad aparecen como resultado de los efectos
fisiológicos directos de alguna enfermedad médica (por ejemplo un tumor cerebral) se debe
diagnosticar cambio de personalidad debido a enfermedad médica.
Por otro lado, el solapamiento entre los distintos trastornos de la personalidad es muy elevado,
en parte debido a que algunos síntomas aparecen en varios trastornos (por ejemplo, el
aislamiento social es clave en los evitadores, paranoides, esquizoides y esquizotípicos; los
comportamientos violentos aparecen en los trastornos limite, antisocial y paranoide), en parte
porque los rasgos nucleares de personalidad son también comunes a muchos trastornos (el
neuroticismo está presente, por ejemplo, en todos los trastornos de personalidad).
En este sentido, resulta más que llamativo que las dos terceras partes de los pacientes
diagnosticados de un trastorno de personalidad presenten como mínimo otro. Esto indica que
este amplio y heterogéneo grupo de entidades no está todavía bien definido y, por lo tanto, las
dificultades para investigar la etiología de los diversos trastornos, su especificada diagnostica
y las pautas para su evaluación y tratamiento están todavía lejos de ser las adecuadas.
Tendiendo esto en cuenta, el diagnostico diferencias de estos trastornos (entre sí y con los otros
trastornos mentes del Eje I) es muy complicado en muchos casos.
I.4.-Etiopatogenia
Dentro de las causas que generan los trastornos de la personalidad se dan una serie de factores
y variables biopsicosociales que se pueden agrupar en distintos apartados según las diferentes
teorías y estudios realizados, si bien es evidente que no hay una única interpretación para
justificar o explicar el origen o la causa de un determinado trastorno de personalidad en un
paciente concreto y que es la suma de las múltiples variables (mas de 2.000 según algunos
autores)
Según los datos daneses de adopción, se vio que los padres adoptivos de niños que desarrollan
posteriormente trastornos de la personalidad tenían un 7% de psicopatía, porcentaje similar al
de la población general, mientras que un 14% de los padres biológicos de dichos niños tenían
trastornos de la personalidad.
I.4.2 Factores Biológicos
Quizá sea este el apartado que más se esta investigando en la actualidad arrebatando la
tradicional preponderancia que hasta ahora tenían los factores psicológicos en la génesis de los
trastornos de la personalidad, si bien no existen todavía conclusiones definitivas. Son conocidas
las alteraciones electroencefalográficas que aparecen en muchos pacientes con trastorno de la
personalidad y que fundamentalmente se basan en ondas lentas en zonas frontales y posteriores.
Aparte de las anomalías existentes en las regiones frontales, existen también hallazgos en
cuanto a ciertas anomalías en regiones como el giro angular y el cuerpo calloso. En cuanto al
giro angular se han encontrado diferencias en la región izquierda, donde se localiza la
confluencia de las regiones temporal, parietal y occipital del cerebro y donde su juega un papel
decisivo en cuanto a la integración de la información proveniente de dichos lóbulos.
También se han descubierto anomalías en la actividad del cuerpo calloso. De momento sólo son
conjeturas, pero se piensa que esta menor actividad conlleva que el hemisferio derecho,
implicado en la generación de emociones negativas, no establezca buenas conexiones con el
hemisferio izquierdo implicado en inhibir dichas emociones. Esto puede estar en la base de la
expresión violenta.
Otro funcionamiento poco común se produce en las regiones subcorticales, esto es, en la
amígdala, hipocampo y tálamo; circuitos implicados directamente en el aprendizaje, memoria
y acción.
Se podrían explicar desde la perspectiva del aprendizaje al modelado conductual que sobre el
niño ejercerían modelos que ocasionarían trastornos de la personalidad. Desde una visión
cognitivista y la influencia en nuestra personalidad de las denominadas cogniciones, el
procesamiento de la información los esquemas y las reglas personales, los procesos
interpersonales, etc.
Desde la teoría psicoanalítica el estudio de los llamados mecanismos de defensa que son los
procesos mentales inconscientes que el yo utiliza para resolver sus conflictos y que
habitualmente son la fantasía, la disociación, la negación, el aislamiento, la proyección, la
escisión, la agresión pasiva y la identificación proyectiva.
Son muchos los estudios que hablan de la importancia del ambiente en estos sujetos.
Últimamente el autor canadiense Joel Paris esta recuperando las teorías ambientalistas y la
influencia de factores como la educación, los modelos parentales, el ambiente familiar y las
pequeñas y/o grandes influencias que tiene el entorno que nos rodea. A este respecto se ha
encontrado, algo en la génesis de la psicopatía, patología relacionada, en cierta medida, con el
trastorno antisocial de la personalidad. Se ha demostrado, en un estudio longitudinal en el que
se investigó los efectos del castigo físico después de comprobar que su uso no estaba
relacionado con un mal comportamiento del niño (McCord, 1997), que el castigo corporal
infligido por madres había aumentado la probabilidad de que fueran condenadas por delitos
violentos, incluso cuando había también cariño materno.
Una teoría muy interesante establecida por McCord en 1997 es la Teoría del Constructo, donde
se establece que la motivación surge cuando a los niños se les enseña a justificar sus acciones
mediante razones. Esta teoría es interesante aquí, ya que los motivos son la clave cuando uno
quiere relacionar las razones facilitadoras de la acción. La acción motivada se da porque existe
una razón para ello, de ahí que la acción pueda ser considerada como voluntaria. De esto se
desprende que las personas disponen de razones que hacen posible la justificación del uso de la
violencia; así las experiencias de los psicópatas y otros que cometen delitos violentos hacen que
para ello esté justificado el uso de la violencia en determinadas circunstancias.
Como en todos los trastornos, en la valoración de la personalidad se debe tener en cuenta los
antecedentes étnicos, culturales y sociales del sujeto; ya que no se debe confundir un trastorno
de personalidad con una serie de problema asociados a la adaptación a una cultura diferente; o
con la expresión de hábitos, costumbres o valores religiosos o políticos que le son propios al
sujeto por su cultura de origen. Por ello, volvemos a incidir en la importancia para el profesional
de obtener información de personas externas que conozcan el entorno cultural del sujeto.
Hay que hacer notar que los trastorno de la personalidad en la niñez o adolescencia son poco
comunes o muy raros, si bien dichos trastornos de la personalidad que aparecen en la niñez, a
menudo, no persisten de la misma forma en la edad adulta. Para diagnosticar un trastorno de
personalidad en un individuo de menos de 18 años, las características deben haber estado
presentes durante, al menos, 1 año. Sin embargo existe una excepción, esto es, el único trastorno
que no se puede diagnosticar antes de los 18 años es el trastorno antisocial de la personalidad.
Aunque por definición, un trastorno de la personalidad requiere un inicio no posterior al
principio de la edad adulta, puede suceder que los sujetos no sean objeto de atención clínica
hasta una edad más avanzada. Sin embargo, la aparición de un cambio de personalidad en la
edad media de la vida exige una evaluación completa por si se debiera a una enfermedad médica
o a un trastorno relacionado con sustancias.
Los trastornos específicos de la personalidad comprenden nueve o diez entidades, según la CIE
- 10 o el DSM - IV, respectivamente. Voy a describir las características clínicas de cada
trastorno. El DSM-IV organiza los trastornos de la personalidad en 3 grupos diferenciados.
Los tres grandes trastornos que se incluyen en este grupo presentan rasgos como rareza,
excentricidad, retraimiento y/o aislamiento social y suspicacia. Para comprender la naturaleza
de estos trastornos, es necesario hacer una breve referencia a un trastorno más grave e
incapacitante con el que guarda relación: La esquizofrenia. Los que sufren esta enfermedad
mental experimentan una serie de síntomas poco frecuentes y peculiares, tales como delirios
(creencias extrañas y erróneas, sin base real, no compartidas por otros, y muy resistentes al
cambio a pesar de las evidencias en contra), alucinaciones ( imágenes mentales que el paciente
interpreta como, y confunde con, percepciones o sensaciones reales provenientes del exterior),
trastornos graves del pensamiento que se traducen en modos de hablar y expresarse a menudo
incomprensibles para los demás, comportamientos extraños, inusuales, etc.
Naturalmente, no todos los esquizofrénicos muestran todos esos síntomas a la vez, ni con la
misma intensidad, ni durante los mismos períodos de tiempo, lo que indica que existen distintos
tipos de esquizofrenia. Además, otras enfermedades y trastornos mentales cursan con síntomas
similares a los mencionados. Entre estos últimos se encuentran los trastornos de personalidad
de grupo A.
Las personas con estos trastornos del grupo A presentan de hecho síntomas como los
mencionados, pero en un grado significativamente más leve que los pacientes esquizofrénicos.
El hecho de que los síntomas sean aquí mucho menos graves o que, de presentarse en forma
aguda, tenga una duración muy limitada, tiene una implicación importante: significa que estas
personas no son esquizofrénicas. Pero al mismo tiempo, la mera presencia de síntomas como
los descritos indica que quienes lo padecen se sitúan en el extremo sano de una hipotética
dimensión que se ha denominado “espectro de la esquizofrenia”.
Los criterios que establece DSM-IV son prácticamente idénticos a CIE-10 y caracterizan al
paciente con los siguientes rasgos:
Dan por hecho que los demás los van a engañar, hacer daño o aprovecharse de ellos,
aunque no tengan ninguna prueba (Criterio A1).
Con pocas o ninguna prueba creen que los demás urden un plan en su contra y que
pueden ser atacados en cualquier momento. Con ninguna prueba, se sienten ofendidos
por las demás personas y dudan injustificadamente de la lealtad de sus amigos y socios,
cuyos actos son escrutados minuciosamente en busca de pruebas de intenciones hostiles
(Criterioa2).
o Cualquier desviación en la lealtad sirve como prueba a sus sospechas. Si algún
amigo es leal con ellos se sorprenden y no le creen. Reacios a intimar con los
demás porque temen que la información compartida sea usada en su contra
(Criterio A3).
o Se niegan a responder preguntas personales y vislumbran significados ocultos
que son degradantes o amenazantes, en los hechos más inocentes (Criterio A4).
o Suelen albergar rencores y son incapaces de olvidar los insultos, injurias o
desprecios de que creen haber sido objeto (Criterio A5).
o Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira ante los ultrajes que perciben
(Criterio A6).
o Pueden ser patológicamente celosos, sospechando a menudo que su pareja le es
infiel sin tener una justificación adecuada (Criterio A7).
No debe diagnosticarse si el patrón de comportamiento aparece exclusivamente en el
transcurso de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas
psicóticos u otro trastorno psicótico, o si es debido a efectos fisiológicos directos de una
enfermedad neurológica o de otro tipo (Criterio B).
Es difícil llevarse bien con estas personas que suelen tener problemas con las relaciones
personales. Aunque a veces parecen objetivos, racionales y no emotivos, con mayor
frecuencia muestran una gama en la que predominan las expresiones de hostilidad,
obstinación y sarcasmo.
Interactúan con los demás cuando tienen que hacerlo, pero prefieren encerrarse en sí
mismos porque se sienten diferentes, que no encajan. Su ansiedad se asocia a un recelo
de las intenciones ajenas.
Las razones en el manual DSM-IV para unificar estos cuatro trastornos en un mismo
grupo son rasgos como la tendencia a la exageración, la emotividad excesiva, la
inestabilidad y variabilidad, y la escasa capacidad para controlar los impulsos y para
empalizar con los demás.
De todas ellas, los elementos comunes más relevantes, y que a la vez sirven como
criterio diferenciador de los otros dos grupos, son la inestabilidad emocional y, sobre
todo, la impulsividad, que se traduce en la tendencia irresistible a violar o contravenir
las normas sociales: en esa tendencia se incluyen tanto la conducta delictiva del
antisocial, como la grandiosidad del narcisista, y la ausencia del control emocional del
limite y del histriónico.
Desde un punto de vista práctico, la característica que a primera vista identifica a estos
sujetos es su profundo y consistente egocentrismo y egoísmo, en el sentido más popular.
Este grupo es el más heterogéneo de los tres, tanto por lo que se refiere a su
caracterización clínica, como a su epidemiología, como a las variables etiológicas
supuestamente involucradas en su génesis y mantenimiento.
II.2.1 TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD:
Pueden ser indiferentes y dar justificaciones superficiales por sus actos, culpar a las
víctimas y no dar compensación a nadie por su comportamiento.
Son frecuentes las evasiones hacia fantasías románticas. Pueden tener dificultades para
alcanzar la intimidad emocional en las relaciones románticas, ya que inconscientemente
siempre están haciendo un papel.
Suelen tener relaciones deterioradas con los amigos por su estilo interpersonal
sexualmente provocativo, o sus constantes demandas de atención. Buscan la novedad,
estimulación y excitación. Son poco tolerantes y aspiran a una gratificación inmediata.
El sujeto es muy sensible a la crítica y frustración por su baja autoestima. Sus relaciones
interpersonales están deterioradas por la pretenciosidad.
Estos tres trastornos tienen en común, en líneas generales, su asociación con la presencia
de alteraciones emocionales (ansiedad, depresión o ambas) ante las relaciones sociales
(evitador), la separación de otros significativos (dependiente) y la pérdida de control
(obsesivo- compulsivo). De hecho, su comorbilidad con trastornos de ansiedad (fobia
social ansiedad de separación y trastorno obsesivo - compulsivo), suele ser frecuente.
Desde el punto de vista de los rasgos básicos de personalidad, los tres comparten la
presencia del neuroticismo como el rasgo más característico.
Para ser considerados indicadores de este criterio, los temores deben ser excesivos y no
realistas. Los sujetos con trastornos de la personalidad por dependencia se caracterizan
por el pésimo y la inseguridad e sí mismos, tienden a minimizar sus capacidades y sus
valores y pueden referirse constantemente a sí mismo como estúpidos. Toman las
críticas y la desaprobación como prueba de su poca utilidad y pierden la fe en sí mismos.
Buscan la sobre protección y el ser dominados por los demás.
Prevalencia: Está entre los trastornos de la personalidad encontrados con más frecuencia
en las clínicas de salud mental.
Esta categoría se reserva para los trastornos de la personalidad que no cumplen los
criterios para un trastorno específico de la personalidad. Por ejemplo las presencia de
características de más de un trastorno específico de la personalidad que no cumplen los
criterios completos para ningún trastorno de la personalidad (“personalidad mixta”),
pero que, en conjunto, provocan malestar clínicamente significativo o deterioro en una
o más áreas importantes del individuo.
El problema de estos pacientes de cara a una posible terapia, es la baja colaboración que
presentan a la hora de acudir a dicha terapia, ya que si acuden suele ser por mandato de
terceros. Por ello, para lograr una buena adherencia al tratamiento es conveniente
trabajar en las sesiones el objetivo de logro de la colaboración, aunque sigue habiendo
dificultades. Muchas veces los sujetos que acuden suele ser por presentar algún
problema asociado al trastorno, entre los más comunes se encuentran la depresión o la
ansiedad, entre otros. Este tipo de problemas suelen tener carácter "egodistónico", esto
es, un problema molesto para él y que quiere cambiarlo. En este caso es más que
recomendable empezar por ahí, como una posible vía para lograr una base motivacional.
Las dificultades que se plantean son en base a que los trastornos de personalidad son
entidades clínicas complejas, que afectan a un amplio espectro de la vida del paciente,
inciden sobre aspectos nucleares de la identidad y se acompañan de gruesas capas de
resistencia al cambio.
Los principios básicos que debe guiar este tipo de terapia según Pretzer y Beck (1996)
son:
Una vez que el paciente acuda a consulta, y esté mínimamente motivado, se pasará a
trabajar con él, los posibles esquemas que ha estado aplicando a su vida, y que hacen
que ésta sea disfuncional. El paciente debe identificar estas reglas, y nosotros debemos
ayudarle a desarrollar alternativas cognitivo-conductuales a esos esquemas
disfuncionales. Así tenemos varias técnicas a utilizar:
A) Técnicas cognitivas
10- AUTOINSTRUCCIONES: Se utiliza como pauta para que los sujetos aprendan a
sustituir los pensamientos inadecuados o deficitarios, o como norma que seguir a la hora
de realizar una determinada conducta.
B) Técnicas conductuales
Por último, debo decir, que esta es una selección de técnicas, sin embargo, hay otras que
también se pueden utilizar (entre ellas está el enfoque psicoanalítico, que no se ha
puesto, ya que el modelo que he utilizado y que creo más conveniente para la
rehabilitación, además del preponderante en nuestros tiempos, es el cognitivo-
conductual). Por supuesto, de las técnicas que he descrito, no hay que utilizarlas todas,
sino sólo aquellas que convengan al paciente y que sean adecuadas a su posible
tratamiento, aunque también hay que tener en cuenta que hay técnicas, de las descritas,
más afines entre sí y que tienden a ir juntas en cuanto a su aplicación.
Se trata de pacientes que rara vez aceptan comenzar un tratamiento, y cuando lo hacen
su búsqueda suele estar muy alejada del trastorno de personalidad. Un problema físico
o laboral puede ser punto de partida de una consulta que deberá concentrarse en obtener
una confianza para el tratamiento, que es justamente lo que al paciente le resulta difícil.
Esquizoide
Esquizotípico
Debe de trabajarse también con la impulsividad y las descargas emocionales con el fin
de favorecer una reducción de las sospechas. Beck y Freeman sostienen que la estrategia
central debe ser cultivar la adecuación social. Las técnicas predominantes en el trabajo
con estos pacientes son el entrenamiento en habilidades sociales y el modelado de la
conducta y de la expresión.
GRUPO B
Antisocial
Límite
Histriónico
Narcisista
GRUPO C
Son los pacientes que con más frecuencia asisten a psicoterapia y sobre los que se tiende
a esperar resultados más favorables. Su característica más común es la ansiedad y temor,
que les induce a experimentar una sensación de peligro y amenaza continua. Son
trastornos en los que se encuentran conservadas y protegidas una mayor cantidad de
áreas de la personalidad. Esto no significa que no padezcan intensamente y que pueden
atravesar situaciones críticas.
Son muy útiles las terapias de grupo, junto con técnicas para el tratamiento de los
trastornos de ansiedad.
Dependiente
Evitador
Según Beck y Freeman, los evitadores desconfían del interés y autenticidad del
profesional, y temen su rechazo. Es muy importante la empatía y calidez de este para
crear un clima de confianza. Esto ayudara a explorar los patrones desadaptativos. Se
deben incluir actividades de entrenamiento en conversación, asertividad y manejo de
conflictos.
Obsesivo - Compulsivo
Aún así la investigación sobre los tratamientos psicológicos para los trastornos de
personalidad es todavía escasa (lo que limita su comprensión), y se topa con dos fuentes
importantes de dificultad: las relacionadas con el diagnóstico de los trastornos de
personalidad, y las relativas a la evaluación de los cambios que producen las
intervenciones psicológicas.
Otro de los problemas que hoy en día se da es que la mayoría de las investigaciones se
centran en algunos trastornos (evitador y límite principalmente), lo que deja a otros
trastornos fuera.