La Multitud Errante
La Multitud Errante
La Multitud Errante
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La multitud errante de Laura Restrepo cuenta la historia de Siete por tres, un hombre que,
tras tener que huir de su pueblo a causa de la violencia bipartidista, pierde la pista de su
madre adoptiva durante una emboscada. Desde ese momento se obsesiona con encontrar a
las situaciones violentas se van entendiendo cada vez más como algo que hace parte de lo
normal. Igual que en la realidad del país, lo violento deja de ser un hecho aislado y se
convierte en contexto. Las víctimas del conflicto sufren actos violentos con tanta frecuencia
que al final parece que ya no tienen la capacidad de pensar en lo que les está pasando, de
reflexionar sobre el suceso y entenderlo como anormal. Por esto la historia es contada a
través del diario de una extranjera, una mujer que trabaja como voluntaria en un refugio
para desplazados y que como ella lo dice: esta buscando “todo lo otro; lo distinto a mí y a
mi mundo” (17).
La narración a través de la experiencia de un externo aporta a la historia todo lo que
los directamente afectados parecen incapaces de decir. De nuevo, como en Rosario tijeras o
conflictos que se desarrollan en el país. Por esto, se puede pensar que para las victimas
existe una barrera que impide articular una versión sobre los sentimientos y sensaciones
que quedan después de las experiencias traumáticas que les trae el conflicto. La narradora
de la novela, desde su lugar de privilegio, se permite dar voz a las personas que la rodean
Carantón 2
respecto a lo que les ha ocurrido recae una y otra vez en externos que, normalmente, están
en un lugar de privilegio. Al inicio del libro, en el prólogo, Restrepo expone que su libro
busca ser un puente entre su narrativa y la del periodista Alfredo Molano. En el libro de
Molano Desterrados: crónicas de desarraigo hay una similitud en cómo los desplazados
narran lo que les ha ocurrido. Las historias son, en su mayoría, secuencias de hechos
contados de forma clínica, incluso fría y distante en algunos casos. Esto se asemeja a cómo
se desarrollan las historias en La multitud errante. En la travesía de Siete por tres buscando
a Matilde Lina, que nos llega a través del diario de “ojos de agua”, los apuntes sobre la
culpa que siente o su dificultad para personarse y perdonar son hechos por la mujer que está
escribiendo y el único sentimiento que Siete por tres describe recurre a evocar sensaciones
físicas “me ha dicho que le duele el aire, que la sangre quema sus venas y que su cama es
de alfileres” (Restrepo, 13). Así se establece un patrón en el cual las víctimas parecen
quiebre en el que la violencia los toca, se retraen, y sólo queda la posibilidad de empatizar y
narrar desde los supuestos, tal como lo hace la narradora de esta novela.
En la exposición fotográfica El Testigo de Jesús Abad Colorado ocurre algo muy
similar. El fotógrafo recorrió el país y pasó por situaciones peligrosas y difíciles junto a las
relato que construye a través de imágenes se puede ver el mismo fenómeno. Los
testimonios se limitan a personas que narran únicamente los hechos, y los textos de la
curadora que acompañan algunas de las fotografías siguen la misma línea. Al finalizar las
lecturas y el recorrido a través de las imágenes, queda la sensación de que esa es la única
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manera en que todo lo que ha sucedido puede ser narrado, solo podemos tener los hechos.
La forma cómo toda la violencia afecta al ser humano se convierte en una interpretación
que cada uno debe hacer y que sólo unas pocas personas se atreven a poner por escrito
intentando, tal vez, dar un tono mas humano a todo lo que ha ocurrido, a los hechos que
para las víctimas resultan en una deshumanización que llega al punto de impedirles
personas que no han sufrido la guerra de forma directa y que poseen los medios materiales
y académicos para contarla. En este caso el instrumento es el diario de una mujer extranjera
íntimo concede a la narradora permisos que no tendría otro narrador como por ejemplo
Fernando en La virgen de los sicarios. De nuevo, la mujer, por ser mujer, tiene el permiso
de expresar sus sentimientos sin temor a ser juzgada y, en este caso, también tiene el
Colombia y, más importante aún, qué implicaciones tiene eso en la forma como se ha
Aparentemente no, no hay una forma correcta de narrar lo que en principio es incorrecto,
pero, el silencio es un error aún mayor. Las victimas en todos los relatos que hemos leído
terminan por evitar hablar de lo malo y refugiarse en la esperanza de un futuro mejor. Así
termina la novela de Laura Restrepo. Tal vez algún día con ayuda de un gran número de
narraciones “incorrectas” lleguemos a tener una sociedad más consciente y con menos de
Molano, Alfredo. Desterrados. Crónicas del desarraigo. Bogotá: El Áncora editores, 2001.
Impreso.
Restrepo, Laura. La multitud errante. Bogotá: Planeta, 2001. Impreso.