Atahualpa Yupanqui
Atahualpa Yupanqui
Atahualpa Yupanqui
Índice
1 Biografía
3 Discografía
3.2 Álbumes
4 Libros
5 Filmografía
6 Véase también
7 Referencias
8 Enlaces externos
Biografía
Nació el 31 de enero de 1908 en el Campo de la Cruz (de la familia Segoburo, con sus tíos
abuelos vascos). Era una antigua posta rural, equidistante del pueblo de Colón y de la ciudad de
Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires.5 Su padre mestizo de origen quechua, era
oriundo de Monte Redondo, en la provincia argentina de Santiago del Estero, y su madre, de
apellido Aramburu, era criolla de padres vascos. Su infancia transcurrió en Agustín Roca (partido
de Junín), donde su padre trabajaba en el ferrocarril como telegrafista y se dedicaba también a la
doma de caballos. Inicialmente estudió violín con el padre Rosáenz, el cura del pueblo. Más
tarde aprendió a tocar la guitarra en la ciudad de Junín con el concertista Bautista Almirón, quien
sería su único maestro. Inicialmente vivió en Junín en la casa de Almirón; posteriormente
regresó al pueblo de Roca y viajaba 16 km a caballo para tomar las lecciones en la ciudad.6 Con
Almirón, Roberto Chavero descubrió la música de Sor, Albéniz, Granados y Tárrega, y también las
transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumann.
En 1917 con su familia pasó unas vacaciones en la provincia de Tucumán, y allí conoció un nuevo
paisaje y una nueva música, con sus propios instrumentos, como el bombo y el arpa india, y sus
propios ritmos, la zamba, entre ellos.3 La temprana muerte de su padre lo convirtió
prematuramente en jefe de familia. Fue improvisado maestro de escuela, luego tipógrafo,
cronista y músico. Jugó tenis, boxeó y se hizo periodista. A los 19 años de edad, compuso su
canción «Camino del indio».5 Conoció Jujuy, los valles calchaquíes y el sur de Bolivia. Con sus 20
años de edad, llegó a la ciudad de Urdinarrain con su guitarra, su lugar preferido era "La
Amarilla", el escenario perfecto para desgranar cifras, milongas y cifras. Trabajo como peón para
la Casa Goldaracena.
En 1931 se casó con su prima María Alicia Martínez, quien tenía un hijo nacido en 1923 de una
pareja anterior. No le había ido bien en la ciudad de Buenos Aires, así que se fueron a la
provincia de Entre Ríos, en Urdinarrain, nació su primera hija, Alma Alicia Chavero. Mucho
tiempo después se afincaron un tiempo en Tala.
Después de esta derrota debió exiliarse. Tuvo que refugiarse un tiempo en Montevideo
(Uruguay), y luego en otras localidades del interior oriental y el sur de Brasil. Mientras tanto su
esposa había regresado a Junín (provincia de Buenos Aires), donde el 11 de enero de 1933 nació
su segundo hijo, Atahualpa Roberto Chavero. Finalmente en 1936 en Rosario nació Lila Amancay
Chavero. Al año siguiente, se separó de su mujer. Ella y los cuatro hijos volvieron a Junín.
En 1934 reingresó a la Argentina por Entre Ríos y se radicó en Rosario (provincia de Santa Fe). En
1935 se estableció en Racó, un caserío a unos 40 km al noroeste del pueblo de Tafí Viejo
(provincia de Tucumán). Pasó brevemente por la ciudad de Buenos Aires ―donde diversos
intérpretes comenzaban a popularizar sus canciones― para actuar en radio. Recorrió después
Santiago del Estero, para retornar por unos meses a Raco en 1936. Realizó una incursión por
Catamarca, Salta y Jujuy. Más tarde visitó nuevamente el altiplano en busca de testimonios de
las viejas culturas originarias. Retornó a los valles calchaquíes, recorrió a lomo de mula los
senderos jujeños y residió por un tiempo en Cochangasta (una aldea a dos kilómetros del ciudad
de La Rioja).
Como en Argentina no existía el divorcio, tuvieron que casarse vía Montevideo (en 1946), por lo
que legalmente Yupanqui era bígamo. Con Nenette tuvo su último hijo, Roberto Chavero, el cual
fue el único que Atahualpa Yupanqui mostró como tal, tal vez influido por Nenette, quien llevaba
las riendas en la pareja.8
En tiempos de Perón estuve varios años sin poder trabajar en la Argentina... Me acusaban de
todo, hasta del crimen de la semana que viene. Desde esa olvidable época tengo el índice de la
mano derecha quebrado. Una vez más pusieron sobre mi mano una máquina de escribir y luego
se sentaban arriba, otros saltaban. Buscaban deshacerme la mano pero no se percataron de un
detalle: me dañaron la mano derecha y yo, para tocar la guitarra, soy zurdo. Todavía hoy, a varios
años de ese hecho, hay tonos como el si menor que me cuesta hacerlos. Los puedo ejecutar
porque uso el oficio, la maña; pero realmente me cuestan.
Atahualpa Yupanqui9
En 1952, Yupanqui regresó a Buenos Aires, donde rompió su relación con el Partido Comunista,
lo que hizo más fácil para él concertar actuaciones en radio. Mientras que con su esposa Nenette
(Paule Pepín Fitzpatrick) construía su casa de Cerro Colorado (Córdoba), Yupanqui recorría el
país. Musicalizó las películas Horizontes de piedra (1956), basada en su libro Cerro Bayo y Zafra
(1959), actuando también en las mismas.11
Nenette fue autora de 65 canciones, entre las más conocidas de Atahualpa, como
El alazán,
El arriero va,
El coyita,
Indiecito dormido,
La montaraza,
Luna tucumana,
Mi pago viejo,
Payo Solá,
Vidalita tucumana,
Dado el machismo de la época, Atahualpa publicó esas canciones como escritas por el
inexistente poeta Pablo del Cerro.
El reconocimiento del trabajo etnográfico de Yupanqui se generalizó durante los años sesenta, y
artistas como Mercedes Sosa, Alberto Cortez y Jorge Cafrune grabaron sus composiciones y lo
hicieron popular entre los músicos más jóvenes, que se refieren a él como Don Ata.
Yupanqui alternaba entre sus casas en Buenos Aires y Cerro Colorado (provincia de Córdoba).
Durante 1963 y 1964, realizó una gira por Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel e Italia. En
1967 realizó una gira por España estableciéndose finalmente en París (Francia). Volvió
periódicamente a la Argentina ―en manos de diversas dictaduras―. En 1973, con el regreso de
Juan Domingo Perón, apareció en la película Argentinísima II. Pero sus visitas se hicieron menos
frecuentes cuando la dictadura cívico-militar (1976-1983) de Jorge Rafael Videla llegó al poder
en marzo de 1976.
Con el regreso de la democracia, a mediados de los años ochenta presentó varias obras en el
famoso café concert y galería La Capilla, ubicado en Suipacha 842 (Buenos Aires). En 1985
obtuvo el premio Kónex de brillante como mayor figura de la Historia de la música popular
argentina.13 En 1986, el Gobierno de Francia lo condecoró como Caballero de la Orden de las
Artes y las Letras. En 1987 volvió a Argentina para recibir el homenaje de la Universidad Nacional
de Tucumán. En 1989 debió internarse en Buenos Aires para superar una dolencia cardíaca, pese
a lo cual en enero de 1990 participó en el Festival de Cosquín. Sin embargo, a los pocos días
Yupanqui viajó a París para cumplir con un contrato artístico.
El 14 de noviembre de 1990 falleció en Buenos Aires su esposa Paula Nenette Pepín (1908-1990).
En 1992, Yupanqui volvió a Francia para actuar en la ciudad de Nîmes, donde se indispuso y
falleció el 23 de mayo de 1992. Por su expreso deseo, sus restos fueron repatriados y descansan
en Cerro Colorado bajo un roble europeo.
Sus composiciones forman parte del repertorio de innumerables artistas, tanto en Argentina
como en distintas partes del mundo, tales como:
Los Chalchaleros,
Daniel Viglietti †
Los Fronterizos,
Horacio Guarany,†
Mercedes Sosa,†
el Dúo Salteño,
Facundo Cabral,†
Jorge Cafrune,†
Alfredo Zitarrosa,†
José Larralde,
Víctor Jara,†
Ángel Parra,†
Inti-Illimani,
Juan Carlos Baglietto,
Alberto Cortez,
Pedro Aznar,
Liliana Herrero,
Jairo,
Soledad Pastorutti,
Divididos,
Marie Laforêt,
Mikel Laboa,†
Federico Pecchia
Enrique Bunbury.
Violeta Parra.†
Chavela Vargas.†
Soy aventurero.
Basta ya
Cachilo dormido
El arriero
El poeta
Indiecito dormido
La alabanza
La añera
Los hermanos
Luna tucumana
Nada más
Piedra y camino
Viene clareando
Discografía
1936 Odeón – El Mangruyo 00002 La vidala del adiós Paso de los Andes
1946 Odeón 909 A qué le llaman distancia Canto del peón envejecido
1953 Odeón 55550 Camino del indio (nueva versión) Zambita del Alto Verde
1953 Odeón 55660 Viene clareando (versión instrumental) Ahí andamos, señor
1953 Odeón 55811 Chacarera de las piedras Minero soy (versión instrumental)
1954 Odeón 51610 Indiecito dormido Zamba del grillo (versión instrumental)
1956 Odeón 51948 La zamba soñadora Canción del carretero (versión instrumental)
1957 Odeón 52058 Zambita del buen amor Chacarera del pantano
Álbumes
Libros
1954: Guitarra.
1992: La capataza. 15
Filmografía
Intérprete
1959: Zafra.
1971: Argentinísima.
Música
1959: Zafra.
Temas musicales
Véase también
Música de Argentina
Referencias
http://www.fundacionyupanqui.com.ar/gaceta2505.html
«Atahualpa Yupanqui», artículo de junio de 2013 en el sitio web Biografías Folklore (Argentina).
Antonietta Paule Nenette Pepín era conocida como «quebecuá» ―quebecois (quebequesa,
natural de Quebec)―, pero era nacida en el archipiélago San Pedro y Miquelón, territorio
francés de ultramar, por lo que era de nacionalidad francesa, y vivió toda su infancia y juventud
en Francia.
Los tres primeros hijos de Atahualpa ―si viven, en Junín u otra parte― hoy serían octogenarios.
En cuanto a Roberto Chavero, heredero de la fortuna de su padre, tiene sus propios dramas
familiares: su hijo Emiliano Chavero le inició juicio por el manejo del museo de Cerro Colorado.
Espacio Latino. «Vida de Atahualpa Yupanqui». Consultado el 3 de noviembre de 2011.
Según Chavero, atahualpa yupanqui significaría ‘el que viene de lejanas tierras para decir algo’,
en idioma quechua.
IMDb. «Full cast and crew for Horizontes de piedra (1956)». Consultado el 5 de agosto de 2013.
Fundación Konex. «Galería de fotos - Premios Konex 1985». Consultado el 16 de agosto de 2012.
Enlaces externos
Pellegrino, Guillermo (2012): «La profunda relación de Atahualpa Yupanqui con Uruguay»,
artículo del 26 de marzo de 2012 en el Clarín (Buenos Aires). Consultado el 29 de mayo de 2012.
Canal oficial de Atahualpa Yupanqui en el sitio web YouTube, con notas, homenajes y música.
A 25 años de su muerte, la obra del máximo símbolo de nuestro folklore sigue más viva que
nunca.
22 de Mayo de 2017
Los aniversarios suelen funcionar como excusas de amplio espectro que facilitan homenajes y
tributos no siempre sentidos y multiplican comentarios al paso. Pero en el periodismo
favorecen ciertos aires liberadores. Permiten eludir la tiranía del día a día y hacer foco en lo
importante más que en lo supuestamente urgente. El 23 de mayo de 1992 murió Atahualpa
Yupanqui. Este martes se cumplirán 25 años de la partida del máximo símbolo del folklore
argentino y asoma una oportunidad ideal para volver a conectarse con una obra fabulosa que
sigue venciendo los caprichos de la moda. Para acercarse a un hombre que se construyó a sí
mismo con una guitarra y un caballo, sí. Pero también con una sensibilidad enorme para percibir
el dolor ajeno y el propio, y hacer con ellos canciones indomables.
Su figura enfrenta los tiempos sin vacilaciones. Casi sin fisuras. Se sustenta en composiciones
sólidas, determinantes e inconfundibles. Yupanqui se hizo Yupanqui bajo sus propios términos.
Sin operaciones de marketing ni estrategias trasnochadas. Acaso pueda decirse que en él se
aplica como pocas veces aquello de que el todo es más que la suma de las partes. Pero fue único
en sus diferentes facetas. Como compositor, letrista, cantor, guitarrista, sabio y hasta como mito
viviente. Asomarse a esas distintas aristas de su arte contribuye a comprender la verdadera
dimensión de su talento. Saltear la convalidación tácita o el subrayado impostado a esta altura
Yupanqui es poco menos que incuestionable para indagar y repensar la potencia vívida de su
legado.
Liliana Herrero, cantante y gran constructora de repertorios y estéticas, destaca las múltiples
habilidades de Yupanqui. Pero primero apunta a su búsqueda filosófica: "Una de las cosas que
más me fascinan de su mirada es cómo siente y responde al llamado de la tierra. El gran tema
filosófico de Yupanqui es el andar para buscar ese imperativo que él se impone: descifrar la
esencialidad de la tierra y, por ende, de la patria. El andar como metáfora de la vida, un andar
solitario, reflexivo, que también busca consuelo."
Alumbramiento de la conciencia
El guitarrista, compositor y a veces también cantante Juan Falú destaca el sentido de pertenencia
y el compromiso de Yupanqui con la cultura criolla. Al mismo tiempo hace foco en el impacto de
sus letras en la gente: "Cuando era niño y escuché 'las penas son de nosotros, las vaquitas son
ajenas' ("El Arriero") fue como un alumbramiento de la conciencia. Con poesía y simpleza te
decía todo. Y hay muchísimos ejemplos más que son demoledores. No hay con qué darle a
Yupanqui." El compositor, cantante, violinista y guitarrista Peteco Carabajal ofrece otro ángulo al
análisis: "He tenido la suerte de musicalizar el poema de Yupanqui 'Violín del monte'. Solo hay
que leerlo para darse cuenta de que es una maravilla. Por un lado están las palabras, por el otro
cómo cuenta una historia en apariencia menor pero que te envuelve, y por último que el texto
tiene tanta musicalidad que inspira y se acomoda casi inmediatamente. Me emociona de
Atahualpa que escribe sobre un violinista perdido con el mismo respeto y compromiso que si
estuviera hablando de la tragedia universal de la bomba atómica en Hiroshima."
La obra de Yupanqui es caudalosa y profunda. Cuenta con más de 300 canciones propias
registradas en forma oficial. "Los ejes de mis carreta", "Chacarera de las piedras", "Luna
tucumana", "El arriero", "Los hermanos", "La añera", "Piedra y camino", "Zamba del grillo" y la
monumental "Coplas del payador perseguido" son solo algunos de sus clásicos que ya forman
parte hace décadas del cuerpo fundamental de la cultura popular argentina. Yupanqui incorporó
gran parte de las formas folklóricas de nuestro país de primera mano. Recorriendo la patria,
escuchando, hablando y compartiendo con la peonada, músicos ignotos y algunos más
reconocidos.
"Él era compositor y autor música y letra . Eso y su criterio estético le permitían llegar a síntesis
prodigiosas. Es hermoso hacer versiones de Yupanqui porque inspira y abre caminos", confiesa
Falú. Peteco resalta que Yupanqui conocía todos los ritmos de primera mano "porque recorrió
buena parte del país y era un investigador muy serio. Pero además de la curiosidad y la
sensibilidad hay que tener talento y creatividad para que una obra se concrete. Yupanqui lo tenía
todo. También es muy interesante el aporte de Nenette, su esposa música y letrista francesa,
nacida como Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, que firmó composiciones sola y con Yupanqui
bajo el seudónimo Pablo del Cerro . Imagino sus diálogos. Deben haber sido entrañables."
Herrero, por su parte, destaca que en el Yupanqui compositor también se proyectaba esa
capacidad de síntesis y belleza que son marcas registradas de su personalidad y le dan mayor
resonancia y potencia a su discurso musical.
Sus facetas de cantante y guitarrista suelen ser menos atendidas. Pero resultaron fundamentales
para que su mensaje llegara en plenitud. Herrero señala que "no tenía un registro espectacular.
Pero eso le da doble mérito porque hacía que su palabra llegara donde y como tenía que llegar.
Para transmitir verdad le alcanzaba y sobraba". Peteco explica que la voz de Yupanqui "siempre
se movía por los bajos, nunca perdía el eje ni intentaba hacer algo que no podía y siempre era
efectivo. De grande tenía menos potencia en la voz, como nos pasa a todos, pero nunca perdió la
capacidad de transmitir y emocionar." Falú considera que el registro de Atahualpa estaba
moldeado a la medida de su obra y pondera su gran magnetismo cuando contaba historias entre
tema y tema, en sus presentaciones en vivo.
"Su guitarra es totalmente criolla agrega Falú. Por el sonido, por el espesor de ese sonido y
por cierta rusticidad de las manos que identifican al hombre laborioso. Todo eso constituye un
estilo que se identifica rápidamente tanto en la canción como en sus composiciones
instrumentales". Herrero hace hincapié en que Yupanqui tocaba sin ningún tipo de artificio:
"Cada nota que elegía era real y necesaria." Peteco añade que lo emociona escuchar cómo
Yupanqui pulsa las cuerdas: "¡Cómo vibra ese encordado! El ruido de los arrastres entre acorde y
acorde es monumental. ¡Parece que se va a cortar los dedos por la fuerza que le pone! ¡Yo
imaginaba que tocaba y salían chispas! Atahualpa y (Juan) Falú son los guitarristas ineludibles de
nuestro folklore. Falú tenía una técnica genial, Yupanqui era más de la tierra y de matarte con
unas pocas notas."
Atahualpa Yupanqui, el hombre, murió a los 84 años aquella madrugada del 23 de mayo de 1992
en Nimes (Francia), poco después de un show a teatro lleno. Eso es irreparable. Pero su obra
mantiene una vigencia demoledora. Sigue acechando a la injusticia, ahuyentando la vulgaridad y
recreando las preguntas más profundas que tarde o temprano atraviesan a todos los
hombres. Sus canciones y buena parte de su vida también continúan inspirando a músicos de los
más diversos orígenes y géneros musicales. No hay margen para las dudas: Atahualpa Yupanqui
es eterno. «
* Nació el 31 de enero de 1908 en Peña (Pergamino, provincia de Buenos Aires), bajo el nombre
de Héctor Roberto Chavero.
* Su padre fue empleado ferroviario, lo que hizo que la familia se mudara en forma recurrente y
conociera diversas realidades de nuestro país.
* Su primer recuerdo musical movilizante fue escuchar tocar a los peones en Junín.
* Estudió guitarra con el maestro Bautista Almirón, quien lo inició en la arquitectura del folklore
y le abrió las puertas a la música clásica.
* Descubrió parte de su vocación en el colegio. Allí publicó sus primeros sonetos y firmó como
Atahualpa Yupanqui una monografía sobre Los 12 incas del Perú.
* Para subsistir durante su juventud fue arriero, hachero y administrativo en una escribanía.
Sus primeras grabaciones para el sello RCA Victor fueron en 1936.
* Era un lector voraz de poetas como Góngora, Lope de Vega y Quevedo. Sus filósofos favoritos
eran Nietzsche y Shopenhauer. Más adelante se apasionó con la cultura oriental.
* Tuvo fuertes inquietudes políticas y militancia partidaria. Fue afiliado del PC entre 1945 y 1952.
El primer peronismo lo observó con recelo. Durante la dictadura del general Aramburu fue
encarcelado y torturado. Llegaron a quebrarle el dedo meñique de la mano derecha con una
máquina de escribir. Vivió en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Entre Ríos.
También en París y Montevideo. Pero su lugar en el mundo era Cerro Colorado (Córdoba).
* Conoció a Nenette en Tucumán, en 1942. Fue el amor de su vida y su socia creativa en muchos
de sus clásicos bajo el seudónimo Pablo del Cerro .
* Su obra es recordada y admirada en todo el mundo. Edith Piaf, Joan Manuel Serrat, Alfredo
Zitarrosa, Silvio Rodríguez, Devendra Banhart y José González lo expresaron públicamente en
forma reiterada.
* Murió el 23 de mayo de 1992 en Nimes (Francia). Sus cenizas fueron esparcidas en su casa de
Cerro Colorado. Allí funciona el Museo Agua Escondida, un tributo a su memoria.
Aprendí a tocar la guitarra y a cantar a los 5 años con la profesora del barrio. Mi primer tema
fue 'Luna tucumana'. Ya de grande sentí más admiración e identificación por su sentido de la
economía. Una estética que exige mucho trabajo, pero que le da mayor potencia al discurso.
Yupanqui es único. (Gabo Ferro, cantautor).
Hice un disco dedicado a la obra de Yupanqui por una propuesta que recibí y por la admiración
que tengo de su obra. En mi casa siempre se escuchó folklore, pero cantarlo fue un gran desafío.
El tango tiene enormes poetas. Pero la estatura y el peso especifico de Yupanqui es notable."
(Lidia Borda, cantora).
Desde hace muchos años hago versiones de Yupanqui. Sus canciones son perfectas. Pero
también pueden constituir un gran punto de partida para improvisaciones cercanas al jazz. El
gran desafío es expresarlas de otra manera, pero sin traicionarlas." (Hernán Ríos, ex El Terceto y
actual Ríos-Guevara).
LETRA
trabajo de carretero,
de Méjico Y Panamá?
Yo de pequeño aprendí
De grande lo repetí
El guerrillero en su tierra
Y el yanqui en el cinema.