Contratos Civiles
Contratos Civiles
Contratos Civiles
3.Sin perjuicio de lo que establecen los apartados anteriores, las partes pueden
pactar que el precio u otro elemento del contrato sea determinado por tan solo una
de ellas o por un tercero. En este caso, salvo que el contrato establezca otra cosa,
si la elección del precio o del otro elemento no es razonable, estos pueden ser
sustituidos por otros adecuados a las circunstancias del contrato.
la constitucionalidad del Código Civil: ordenamiento que por las materias que
contiene, lo colocan en un lugar preponderante dentro de todo el sistema jurídico
mexicano. Motivan este planteamiento básicamente dos opiniones encontradas,
una sosteniendo su constitucionalidad y otra negándola. La opinión a favor de la
constitucionalidad del código proviene básicamente de u n criterio de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, de 1995.
Sostiene que cuando se expide el Código Civil para el Distrito y Territorios Federales
en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, el Congreso de la
Unión estaba facultado para expedirlo, y en consecuencia el código está acorde con
la Constitución (en adelante, argumento I-1995).9Al anterior criterio de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, agregamos la tesis jurisprudencial P. J. 12/93
(publicada en la Gaceta 71, de noviembre de 1993, p. 10); la cual sostiene que el
Código Civil expedido por el presidente de la república en el ejercicio de facultades
extraordinarias es constitucional (en adelante, argumento I-1993).Pues bien, el
argumento I-1995 inicia con una afirmación contundente: "Aun cuando es verdad
que en ningún artículo de la Constitución se establecía de modo expreso la facultad
del Congreso de la Unión para expedir el Código Civil...".Y no obstante lo anterior,
se considera que tal atribución se encontraba implícita en diversos artículos de la
misma Constitución como son el 14, 16 y 17.Se sustenta este argumento en los
párrafos segundo y cuarto del artículo 14; en el primer párrafo del artículo 16 y en
los párrafos primero y segundo del artículo 17.Y concluye que de las disposiciones
legales en comento, se advierte la necesidad de que la comunidad cuente con
ordenamientos del orden civil y procesal; de ahí que la facultad legislativa se
concediera al Congreso de la Unión
-Un código civil, uno comercial y alrededor de diez leyes administrativas mayores
fueron aprobados en 1865.
- Entre los tres poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), el Ejecutivo,
detentado por la corona, desempeñó el rol principal. El Legislativo únicamente llevó
a cabo un papel residual y el Judicial fue sólo parcialmente independiente. · Desde
1889 le fue otorgada al Consejo de Estado competencia judicial en la resolución de
las controversias entre los ciudadanos y las autoridades públicas, estableciéndose
así un sistema dualista de tribunales.
El acto denominado convenio simple es aquél en el que las partes firman ante los
invitados tantos ejemplares como partes, a los efectos de que cada parte, pueda
llevarse, suscrito por todos, un ejemplar. Tras la firma es habitual el intercambio de
carpetas y el apretón de manos como símbolo del éxito alcanzado y de la
satisfacción conseguida. Este tipo de acto es el indicado hasta un máximo de cuatro
firmantes; más no, dado que el sistema se complicaría mucho.
Es una propuesta unilateral que una parte le entrega a la otra, en la cual se asientan
las condiciones bajo las cuales se desarrollarán las negociaciones, y las reglas de
conducta o de comportamiento de los interesados durante la etapa gestacional del
contrato (precontractual), sin que esto implique una obligación de concluir o cerrar
un acuerdo final. Contiene declaraciones y manifestaciones de voluntad de una sola
parte, dirigida a un destinatario (el otro negociante) y con solicitud de firma de
aceptación que garantice la seriedad de las negociaciones. Se mantienen los
términos comunes del género Epistolar (desde el “Estimado Sr.” hasta el
“Atentamente”)
Son cláusulas que aparecen en contratos, que teniendo igual contenido, son
elaborados por parte de las empresas prestadoras de servicios con objeto de
concertarlos con una pluralidad indeterminada de consumidores o usuarios, sin que
se produzca con éstos una negociación individualizada de cada cláusula. Por ello
decimos que la empresa “impone” el contrato (su contenido no es negociable),
mientras que el consumidor es un mero “adherente” (se adhiere, si quiere, al
contenido de ese clausulado, sin tener la posibilidad de negociar).
Autonomía de la voluntad
En los contratos se encuentra limitado por las leyes de orden público y las buenas
costumbres, es decir, no se puede ir en contra de una ley prohibitiva, tomemos como
un caso, el que se quiera llevar a cabo un contrato de compraventa de órganos de
un ser humano, no será posible, ya que existe una prohibición a tal operación y se
va en contra de una ley de orden público y de las buenas costumbres, la libertad
para llevar a cabo un contrato es necesaria para que surta efectos plenamente y en
esa medida se justifique su razón de ser, ya que, al existir alguna influencia o un
vicio en la voluntad, podría no manifestarse el consentimiento de manera correcta y
libre. Ambos contratantes deben realizar el contrato con intención de que surta
efectos plenamente y de manera libre. El consentimiento de manera correcta y libre.
Ambos contratantes deben realizar el contrato con intención de que surta efectos
plenamente y de manera libre.
Dirigismo contractual
“Contratar con fines lícitos siempre que no se contravengan leyes de orden público”.
Entonces, nadie puede ser obligado a celebrar un contrato. La decisión de contratar
es personal, salvo delegación expresa mediante apoderado, pero aun en este caso,
existe la intención de contratar para sí mismo, pero por intermedio de otra persona.
La libertad de elección del otro contratante es la facultad que se tiene para decidir
con quién vamos a celebrar el contrato.
Mediante el ejercicio de esta libertad, las partes acuerdan libremente cómo va a ser
el contrato, adecuándolo a los intereses que buscan satisfacer mediante la
conclusión del mismo. Es pues, la libertad que tienen los contratantes para
determinar entre sí la forma y el contenido del contrato que han convenido en
celebrar.
1.6 Escuelas o sistemas de estudio de los contratos.
A la doctrina llamada propiamente bipartita por dividir los supuestos de hecho o
hechos jurídicos en dos categorías, la del hecho y del acto, se le denomina también
como francesa y como clásica de su principal sistematizador Julen Bonicas y porque
en el Código Napoleónico, en sus diversos libros, se regula lo que la propia doctrina
considera actos y hechos jurídicos concretos, especialmente el contrato, aunque el
propio código, como muchos otros de derecho positivo, no contenga sistematizada
una doctrina general de actos y hechos.
A la doctrina se alude también como clásica por haber sido enunciada primero, por
su innegable notabilidad y por constituir un modelo digno de imitación. Esto último
se evidencia por el hecho de que la doctrina tripartita sigue en parte la estructura de
la francesa, aunque de manera más clara y precisa e incluye una nueva categoría
la del negocio jurídico sin la que es difícil comprender el actual derecho privado y
que es lo que la caracteriza. Parte la doctrina bipartita, tras de excluir de su
comprensión a los aconteceres o mutaciones fenomenológicas que por cualquier
causa no constituyen hechos jurídicos al no producir consecuencias de derecho, de
dividir a los hechos jurídicos en sentido general en dos categorías, la de los hechos
jurídicos en sentido especial y la de los actos jurídicos.
A los hechos jurídicos en sentido especial o estricto a su vez los subdivide en dos
categorías. La primera de ellas se comprende por los hechos jurídicos
independientes de la voluntad del hombre, son acontecimientos naturales o
accidentales que nada tienen de voluntad humana. Entre ellos, el nacimiento que
puede producir,
Sánchez Medel sigue la doctrina española porque sería muy pesado referirse
siempre a la doctrina clásica en cada uno de los contratos.
I. Consentimiento;
Validez.
Si acaso, el punto de debate, la mayor discusión, el más amplio y el más difícil de
los elementos del acto jurídico lo es la validez, porque mientras que cuando el acto
jurídico logro su existencia, por otra parte, es necesario discutir su validez.
Validez para el diccionario de la lengua española es "calidad de valido", lo valido "el
que tiene el primer lugar en la gracia o favor de otro", luego entonces lo valido se
antepone a lo que excluye, lo invalido. Ha descrito Cesar Augusto Abelenda
"denominamos elementos necesarios para la plena validez aquellos factores que
contribuyen al total perfeccionamiento de los actos jurídicos integrados con todos
sus elementos estructurales o de existencia, y elementos indispensables de eficacia
jurídica, de tal manera que tengan plena validez y produzcan todos sus efectos
jurídicos propios sin el peligro de que sin mediar una causa sobreviniente, pierde la
eficacia que el Derecho objetivo les atribuye...", y agrega el mismo autor "la falta de
estos elementos de plena validez no determinara la inexistencia ni la nulidad
absoluta del acto jurídico, sino solamente la anulabilidad o nulidad relativa" 15, por lo
que la validez del acto jurídico representa la esencia misma del consentimiento y
voluntad de las partes externado, es en suma, la connotación fáctica y teórica de lo
que las partes han convenido cuando previamente existió el consentimiento, el
objeto y en su caso la solemnidad.
Los elementos del contrato” son de tres clases a saber: elementos de existencia,
de validez y de eficacia.
Se define el consentimiento como un acuerdo de voluntades que implica la
existencia de un interés jurídico; como en el caso particular del contrato, ese interés
consiste en la creación o transmisión de derechos reales o personales.
“Artículo 1803. El consentimiento puede ser expreso o tácito, para ello se estará a
lo siguiente:
los elementos de existencia, consiste en la sanción que el derecho les aplica cuando
estos no se cumplen, mientras que para los elementos de validez la sanción
consiste en una nulidad ya sea relativa o absoluta, mientras que, para la ausencia
de algún elemento de existencia implica la inexistencia del contrato; como es lógico
deducir los efectos jurídicos de la sanción correspondiente (nulidad relativa -o
anulabilidad-, nulidad absoluta, o inexistencia) son muy distintos.
Los elementos de existencia: son dos elementos que conjuntamente debe tener un
acto jurídico para ser contrato, de manera que la ausencia de cualquiera de esos
dos elementos impide que haya contrato si ambas partes proceden con dolo,
ninguna de ellas puede alegar la nulidad del acto o reclamarse indemnizaciones.
Artículo 1803.- El consentimiento puede ser expreso o tácito, para ello se estará a
lo siguiente:
I.- Será expreso cuando la voluntad se manifiesta verbalmente, por escrito, por
medios electrónicos, ópticos o por cualquier otra tecnología, o por signos
inequívocos, y
Artículo 1805.- Cuando la oferta se haga a una persona presente, sin fijación de
plazo para aceptarla, el autor de la oferta queda desligado si la aceptación no se
hace inmediatamente. La misma regla se aplicará a la oferta hecha por teléfono o a
través de cualquier otro medio electrónico, óptico o de cualquier otra tecnología que
permita la expresión de la oferta y la aceptación de ésta en forma inmediata.
Artículo 1806.- Cuando la oferta se haga sin fijación de plazo a una persona no
presente, el autor de la oferta quedará ligado durante tres días, además del tiempo
necesario para la ida y vuelta regular del correo público, o del que se juzgue
bastante, no habiendo correo público, según las distancias y la facilidad o dificultad
de las comunicaciones.
Concepto de violencia
Artículo 7.60.- Hay violencia cuando se emplea fuerza física o moral con amenaza
de perder la vida, la honra, la libertad, la salud o una parte considerable de los
bienes del contratante, de su cónyuge, concubino, ascendientes, descendientes y
parientes colaterales dentro del segundo grado y por afinidad en primer grado.
Temor reverencial
Artículo 7.63.- Es ilícita la renuncia futura sobre la nulidad que resulte del dolo, mala
fe, lesión o violencia.
Artículo 7.64.- La ratificación del acto afectado de invalidez por violencia, dolo o
mala fe, extingue la acción de nulidad.
Artículo 1815.- Se entiende por dolo en los contratos, cualquiera sugestión o artificio
que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguno de los contratantes; y
por mala fe, la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido.
Artículo 1816.- El dolo o mala fe de una de las partes y el dolo que proviene de un
tercero, sabiéndolo aquélla, anulan el contrato si ha sido la causa determinante de
este acto jurídico.
Artículo 1817.- Si ambas partes proceden con dolo, ninguna de ellas puede alegar
la nulidad del acto o reclamarse indemnizaciones.
3. EL CONSENTIMIENTO Y EL OBJETO
En la doctrina comparada hay varios autores que han aceptado la idea de que el
auto-contrato es, propiamente, un contrato (Romer, Giorgi, Demogue,
Vallimaresco), entre ellos, destaca la obra de Rumelin que ha difundido la tesis de
que el auto-contrato es un acto jurídico unilateral que produce los efectos de un
contrato desde que compromete dos patrimonios diferentes. Otros han sostenido
que no hay contrato pues todo contrato supone dos voluntades y no puede haber
dos voluntades en una sola persona (Baudry-Lacantierie, Masnatta,).
Hay quienes han discutido que los contratos de adhesión sean tales (Saleilles,
Duguit, Hauriou); piensan que se trata de actos jurídicos unilaterales cuyos efectos,
una vez verificada la adhesión por el tercero, se determinan según la sola voluntad
del oferente. Por otra parte, resulta interesante destacar que la adhesión supone un
desequilibrio en la fuerza negociadora de las partes. Ahora bien, esa situación
puede ser distinta en la etapa de la formación del consentimiento a lo que ocurre en
la etapa de cumplimiento del contrato. En la etapa de cumplimiento del contrato la
parte débil suele transformarse en más poderosa.
Contrato por cuenta de quien corresponda: Es aquel en el cual una de las partes
inicialmente queda indeterminada, en la seguridad de que después será
individualizada.
Son en gran parte producto del dirigismo estatal en materia económica y de la cada
vez más absorbente intervención pública en materia patrimonial, en los cuales las
partes se ven inmersas en una relación contractual, o para decirlo más
exactamente, en una relación jurídica similar a la que crea un contrato sin haberlo
querido, esto es, sin voluntad o incluso en contra de su voluntad.
Los genuinos contratos forzosos no son verdaderos contratos, sino que se trata de
hipótesis de constitución forzosa legal, administrativa o judicial de relaciones
jurídicas de derecho privado por razones de interés social.
Existe en la doctrina una gran anarquía cuando se trata de determinar las partes
que necesariamente deben integrar un contrato.
La mayoría de los autores mexicanos, por no decir todos, siguiendo el criterio del
Código Civil (CC) clasifican a los elementos del contrato en esenciales y de validez.
Estos autores, y por ello la doctrina mexicana en su conjunto, consideran que el
consentimiento y el objeto son los elementos esenciales, y que los de validez, son
la capacidad, la ausencia de vicios en el consentimiento, la licitud en el objeto, el
motivo o fin, y la forma.
Para la doctrina mexicana son elementos esenciales el consentimiento y el objeto,
y de validez, la capacidad, la ausencia de vicios en el consentimiento, la licitud en
el objeto, motivo o fin y la forma.
No obstante que el Código Civil y los autores mexicanos analizan al contrato
respecto a sus elementos de esencia y validez, en este estudio no se seguirá ese
criterio por considerar que no debe confundirse el ámbito o campo de la formación
del contrato, con el de sus efectos. Ciertos requisitos son indispensables para que
el contrato exista y deben llamarse precisamente elementos, mientras que otros son
necesarios para que produzca efectos normales en los términos previstos por la
norma.
Se llama elemento a la parte integrante de una cosa que, si falta, esa cosa no existe
como tal, aunque de hecho puede haber una diferente. Bajo ese concepto, para
realizar un análisis sistemático del contrato deben distinguirse aquellas partes que
efectivamente son indispensables para que exista, de aquellas que deben existir
previamente a la formación del contrato.