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Revista QuímicaViva
ISSN 1666-7948 Número 2, año 4, septiembre 2005
www.quimicaviva.qb.fcen.uba.ar quimicaviva@qb.fcen.uba.ar
Recibido 12/8/05.
Aceptado 30/8/05
Nombrar
Mucho antes que Darwin publicara, finalmente en 1859 y después de veinte años de
estudio, El origen de las especies, libro en el que formula la teoría de la evolución por
selección natural, la clasificación de las especies se establecía en base a semejanzas
morfológicas. Esta fue la base de la obra monumental del botánico sueco Carl von Linné,
quien, a finales del siglo XVIII, propuso una clasificación jerárquica de los seres vivos en
categorías inclusivas: especie, género, familia, orden, clase, filum y reino. Carl von Linné
clasificó de esta manera una enorme cantidad de especies de plantas y animales. La idea
aceptada por la mayoría de los naturalistas de la época era que cada especie había sido
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creada por Dios, siguiendo un “plan maestro” y, dado que intentaban entender “el plan total de
la creación”, había que describir la mayor cantidad posible de especies.
En base a estas semejanzas morfológicas se establecía también la afinidad entre los
ejemplares fósiles y las especies existentes. Para establecer qué caracteres era conveniente
considerar en las comparaciones, así como la secuencia evolutiva de una característica en
particular, es decir, establecer cuál era su condición primitiva y cuál su condición derivada, se
convocaba a un especialista en el grupo de organismos en cuestión. El especialista establecía,
de acuerdo a su conocimiento del grupo, las afinidades entre las especies. Esto suponía darle
mucho peso al criterio de autoridad basado en la opinión de un científico consagrado.
Inevitablemente, las clasificaciones tenían, entonces, una dosis alta de subjetividad.
Explicar
La teoría más conocida de Darwin es la de la selección natural, pero fue la teoría del
origen común la que provocó la reacción de una parte de la comunidad científica y sobre todo
de la Iglesia. En las islas Galápagos, Darwin había estudiado en detalle un grupo de especies
de aves, llamadas pinzones. Analizando la distribución de las aves en las islas y sus
características morfológicas y ecológicas, llegó a la conclusión de que todas las especies de
pinzones de las islas Galápagos habían derivado de una única especie continental ancestral.
Siguiendo ese razonamiento, otra especie más primitiva y antigua habría originado a la especie
continental y finalmente a todas las especies de pájaros. En definitiva, todas las formas de vida
existentes y extinguidas derivarían de un único organismo primitivo.
Plantar
En el momento en que Darwin presenta su teoría, se aceptaba que los seres vivos
podían clasificarse como plantas o como animales. Sin embargo, pocos años después, el uso
del microscopio puso en evidencia que muchos organismos no eran ni plantas ni animales. En
1866 el alemán Ernst Haeckel, teniendo en cuenta las observaciones y estudios de
microorganismos realizados con microscopios, propone incluirlos en un nuevo grupo al que
denomina protistas, y propone uno de los primeros árboles de la vida en el que divide a los
organismos en tres grupos principales (figura 1). Si bien sabemos hoy que el agrupamiento que
propuso Haeckel es erróneo, tienen la gran virtud de mostrar un tronco común a todas las
formas de vida. El de Haeckel no fue el primer árbol utilizado para representar de las relaciones
entre los organismos. La única figura que Darwin incluyó en su El origen de las especies fue un
árbol, imagen que se contrapone a la representación de la evolución como una escalera en la
que los organismos “inferiores” se ubican en los travesaños más bajos y, siguiendo una
sucesión de complejidad creciente, los organismos “superiores”, en los más altos. Un árbol
incorpora las dimensiones del cambio y de tiempo del proceso evolutivo y al mismo tiempo el
de las relaciones ancestro-descendiente entre los organismos.
Clasificar
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diferentes o de la expresión del mismo genotipo influenciado por ambientes diferentes. Los
caracteres morfológicos además permiten comparaciones entre grupos cercanamente
relacionados, pero es difícil encontrar una gran cantidad de caracteres morfológicos que
permitan comparar simultáneamente una bacteria como E. coli, una bacteria termófila extrema
que vive en fuentes sulfurosas de Yellowstone, un tripanosomátido, un hongo o una célula
humana. La interpretación de las escasas características morfológicas comunes entre
organismos tan distintos es difícil, y por lo tanto las relaciones evolutivas entre ellos no
tendrían un sustento importante.
Inferir
Secuenciar
La revolución de las secuencias, por llamarla de alguna manera, hizo accesible una
gran cantidad de información del pasado histórico remoto de los organismos contenida en las
secuencias de sus genomas. El árbol de la vida es, como todo árbol evolutivo, una hipótesis;
en este caso sobre las relaciones evolutivas de los primeros organismos que existieron en la
Tierra. La ventaja de analizar secuencias en lugar de los datos morfológicos de los organismos
actuales para inferir las relaciones filogenéticas de los primitivos, es que sólo un 1% de los
organismos que existieron en la Tierra dejaron registro fósil, por lo que no sabemos cómo
estaban organizados los esquemas corporales o celulares de la mayoría de los seres vivos
primitivos, ni qué aspecto tenían sus estructuras morfológicas. Tampoco conocemos, es cierto,
la secuencia de sus genomas (los fósiles moleculares son menos que los dedos de una mano),
pero sí podemos inferir, a partir de las secuencias de sus descendientes actuales, la existencia
de sus ancestros y las relaciones entre ellos.
Evolucionar
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de la vida en la Tierra quizás no sea un clásico árbol bifurcante, sino más bien uno muy
particular, una red de linajes promiscuos.
El propósito de los biólogos evolutivos no es clasificar los organismos, eso viene por
añadidura. El objetivo de los biólogos evolutivos es reconstruir la historia de la vida en la Tierra,
entender qué transformaciones sufrieron los genes, las estructuras, los esquemas corporales, y
los linajes organísmicos, cómo y cuándo ocurrieron. Necesitamos contar con una hipótesis
acerca de las relaciones filogenéticas entre los organismos para poder analizar este complejo
entramado de procesos operando desde el nivel molecular al planetario. La pregunta sobre
quién desciende de quién tiene un árbol filogenético por respuesta, y sólo sobre esta base se
puede establecer una clasificación natural. Finalmente, nunca tenemos que olvidar que los
árboles filogenéticas no son hechos, son sólo hipótesis, por lo tanto, nuevos, más y mejores
datos, así como la experimentación de mejores métodos para analizarlos, permiten aumentar la
calidad de la hipótesis, la vieja teoría darwiniana del origen común de todos los seres vivos.
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Figura 1. Árbol de la vida propuesto por Haeckel, en 1866, en base a los estudios de
microscopía que lo llevaron a crear un nuevo grupo, los protistas, en el que incluía a las
bacterias, los protozoarios, algunas algas y hongos.
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Figura 2. Árbol de la vida propuesto por Woese en 1979, en base a las secuencias de los
genes de ARN ribosomal. Este árbol pone en evidencia que el agrupamiento de todas las
bacterias dentro de grupo procariota no refleja las relaciones evolutivas entre ellas, y propone
la división de los antiguos procariotas en dos nuevos dominios las bacterias y las
arquibacterias.
Bibliografía
Hillis, D. M., Moritz, C. y Mable, B. K (editors). 1996. Molecular Systematics. 2nd editon,
Sinauer Associates, Inc. Publishers Sunderland, Massachusetts. (Incluye explicaciones
técnicas acerca de cómo obtener datos moleculares y los fundamentos teóricos de los
algoritmos utilizados para analizarlos).
Mayr, E. 1982. The grow of biological thought: diversity, evolution and inheritance. Harvard
University Press, Cambridge, M. A. (Historia de la sistemática).
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