Factores de Riesgo
Factores de Riesgo
Factores de Riesgo
de Riesgo
El cerebro pasa por grandes transformaciones durante el ciclo vital –en especial en
la etapa prenatal, primera infancia y adolescencia– y su crecimiento y desarrollo son
el resultado de la interacción armoniosa entre genética y experiencias del entorno.
La etapa prenatal es la primera etapa del ciclo vital y el vientre materno es el primer
entorno del ser humano y, aunque el cerebro no esté aún lo suficientemente
maduro, empieza a construir un organismo.
Aunque cada niño y niña nace con un cerebro programado genéticamente para sacar
del entorno (emocional, físico, social y cultural) toda la información que necesita para
desarrollarse y dar continuidad al proyecto arquitectónico cerebral que empezó en
el vientre materno, las experiencias vividas (o la privación de las mismas) van a
matizar el proceso del “cableado” cerebral. (Gudiño, 2016).
- Ambientales
- Físicos
- Químicos
- Herencia
Ambientales
Estas sinapsis dan lugar a estructuras funcionales en el cerebro, que van a constituir
la base fisiológica de las formaciones psicológicas que permiten configurar las
condiciones para el aprendizaje. Esto quiere decir que el cerebro del niño se
transforma de acuerdo con sus estímulos enviados desde su entorno inmediato.
A esa gran capacidad que tienen los niños de asimilar la estimulación del mundo a su
alrededor es lo que se denomina plasticidad cerebral.
Esta información es de gran valor especialmente para los niños que nacieron en
situaciones especiales poniendo en riesgo su desarrollo, y su posibilidad de sufrir
retrasos significativos. Con estos niños el trabajo de estimulación temprana
representará la diferencia entre padecer una deficiencia importante de sus
capacidades, o recuperar el daño recibido mediante la transformación de su cerebro
gracias a la plasticidad cerebral.
La plasticidad continúa presentándose en todas las etapas del desarrollo, pero nunca
con la intensidad que se manifiesta en lo períodos sensitivos del desarrollo, en
especial, esos primeros 3 años de vida. Los padres pueden mejorar el desarrollo
cerebral del niño, es de suma importancia explicar a los padres este tema tan
trascendente para el desarrollo integral de los niños. Las funciones cerebrales son
consideradas hoy como parte fundamental en los procesos de aprendizaje y el éxito
educativo en el futuro.
No obstante, si antes de que se cierre esta ventana (a los 3 años) se interviene con
una alimentación adecuada y estimulación verbal y psicoafectiva, queda tiempo para
la recuperación del daño, ya que vuelven a restablecerse las conexiones sinápticas.
Si no existe esta estimulación, el daño se vuelve permanente y el niño es lesionado
de por vida.
La pasividad de los padres, limitada a la propia alimentación del niño, sin
adecuar el medio ambiente al desarrollo cerebral infantil tendrá
repercusiones negativas en el futuro cognitivo, profesional y social de su
hijo.
La manera como los padres crían a sus hijos modula la plasticidad cerebral. Si
los padres son capaces de llevar a cabo una estimulación adecuada en la que
consigan bebés calmados y tranquilos pero con una buena actividad,
movimiento, interés por las cosas, mediante los recursos ambientales que
tienen a su alrededor (visuales, táctiles, auditivos, de movimientos, espaciales,
afectivos, emocionales...) mantendrán un buen desarrollo cerebral. También
evitarán consecuencias neurobiológicas negativas para el cerebro en
formación del bebé, que pueden tener consecuencias negativas en el futuro
desarrollo cognitivo, mental y emocional de su hijo.
Físicos
De forma inicial, deben realizarse las mediciones del perímetro cefálico, peso, talla
de tal manera que se documente el patrón actual de crecimiento y de ser posible,
debe correlacionarse con el patrón histórico del niño. Un pobre crecimiento
uniforme puede deberse a un patrón de crecimiento familiar, pero debe alertar
sobre la posibilidad de factores de riesgo tales como prematurez, síndrome
alcohólico-fetal, infecciones intrauterinas o síndromes genéticos. Por otro lado, un
pobre crecimiento no uniforme debe alertarnos principalmente de desnutrición, así
como de problemas endócrinos y/o genéticos.
Con respecto al perímetro cefálico, vale la pena mencionar que tanto la microcefalia
como la macrocefalia pueden estar asociadas a un sinfín de patologías causantes de
retraso en el desarrollo, las cuales van desde causas genéticas, metabólicas y
congénitas, entre otras. Tras estas mediciones, deberá completarse la exploración
física pediátrica general con el objetivo principal de encontrar datos sugestivos de
una patología genética o congénita subyacente, tales como lesiones o estigmas
cutáneos sugestivos de síndromes neurocutáneos, defectos de la línea media
faciales, cardiacos y genitoourinarios o cualquier otra característica dismórfica en
cabeza, cara, oídos, columna, extremidades, etc.
b)Exploración neurológica:
Fundamental dentro del estudio del niño con probable retraso en el desarrollo dado
que es capaz de proveer datos objetivos sobre la presencia y gravedad del retraso.
Esta exploración neurológica debe incluir una evaluación sistematizada de los
nervios craneales, de la fuerza, tono y reflejos de estiramiento muscular, así como de
los reflejos primitivos y reacciones posturales acorde a la edad del sujeto en
evaluación y por último la valoración de la sensibilidad, función cerebelosa y marcha,
esta última según aplique. Se puede consultar como realizar este apartado en el
“Manual de exploración neurológica para niños menores de cinco años en el primer
y segundo nivel de atención” (Comisión Nacional de Protección Social en Salud,
2013) diseñado específicamente para este fin.
Químicos
Sustancias químicas
Una mujer bien informada de los efectos nocivos que entraña para su bebé el
consumo de ciertas sustancias puede abstenerse de tomar fármacos oi replantearse
su comportamiento adictivo. SIn embargo, a veces los peligros acechan más allá de
la propia voluntad. Éste es el caso de la explosión involuntaria a sustancias químicas
que pueden llegar por medio de los alimentos o del ambiente que nos circunda.
Los herbicidas, por ejemplo, que contienen dioxina, han causado un gran número de
abortos, malformaciones y cáncer (P.H. RIce, 1997). Los residuos industriales que
contienen mercurio y son desechados en los océanos han llegado a nosotros por
medio de la ingestación de peces contaminados. La exposición al plomo que han
sufrido muchas mujeres pro trabajar en industrias que utilizaban este metal es otro
caso digno de mención. Algunos anestésicos gaseosos utlizados en hospitales
tuvieron también altos efectos nocivos para el embrión o feto (Bronson, 1977).
Herencia
Para Comin (2016). Los niños en los Estados Unidos, hoy en día se encuentran en un
inaceptablemente alto riesgo de desarrollar trastornos del neurodesarrollo que
afectan el cerebro y el sistema nervioso, incluyendo el autismo, trastorno de
hiperactividad con déficit de atención, discapacidad intelectual, y otra
discapacidades de aprendizaje y de comportamiento. Para estudiar este aspecto en
profundidad se ha puesto en marcha el proyecto TENDR “Targeting Environmental
Neuro-Developmental Risks”
, para ello un grupo extenso de científicos se unió en el año 2015 para llevar adelante
este gran proyecto.
El proyecto TENDR
. Se incluyeron 657 mujeres que acudieron al centro de salud para la revisión del
primer trimestre de embarazo desde julio del año 2004 a julio de 2006. El 13% de
los lactantes tuvo IRVB recurrente en los primeros 14 meses de vida. El DDE fue el
único organoclorado que, ajustando por factores de confusión, mostró asociación
con IRVB tanto aislada como recurrente.
Durante mucho tiempo se habló de que la dosis hace el veneno, hoy sabemos que
incluso en bajísimas dosis, determinadas moléculas y compuestos químicos son
tremendamente tóxicos para el neurodesarrollo.
Y tienen un efecto tanto a nivel de alteración genética -y epigenética– como
hereditaria. Varios estudios han identificado estos riesgos, así como diversos
compuestos tóxicos que impactan. El estudio de Lanphear del 2015
Y otro estudio, Maternal lifestyle and environmental risk factors for autism spectrum
disorders, publicado en 2014, nos habla de como los estilos de vida inciden
directamente en los factores de riesgo del autismo. Estilos de vida relacionados,
obviamente, con impactos tóxicos. Estos factores de riesgo se relacionan con un
impacto en la construcción del cerebro del bebé durante el proceso de gestación,
así como factores de alteración en os procesos oxidativos del organismo,
alteraciones en el sistema inmune,entre otros.
Otro estudio de reciente publicación, y también publicado en libre acceso, nos habla
de como el feto está expuesto a sustancias químicas, y de cómo estas afectan al
desarrollo del bebé. En el citado estudio de revisión identifican seis clases
principales de sustancias tóxicas (seguro les suenan): ftalatos, fenoles, compuestos
perfluorados (PFC), retardantes de llama, bifenilos policlorados (PCB), y plaguicidas
organoclorados (OC). Muchos de estos compuestos pueden, por una parte alterar la
herencia genética, y por otra, ser transferidos al bebé durante el embarazo, o incluso
durante la lactancia. Esto NO CULPA A LAS MADRES, todo lo contrario, ya que los
contaminantes están ahí, y sencillamente formamos parte del vector de transmisión.
Quién debe ser culpado es el sistema que permite que se sigan usando estos
compuestos de forma indiscriminada. En el estudio vemos como muchos de estos
tóxicos se encuentran en el organismo de forma persistente.
Para finalizar el autor concluye que el cuerpo de evidencia sobre cómo sustancias
tóxicas impactan en el neurodesarrollo infantil, ya sea por cómo impactan a nivel
genético en sus padres afectando por tanto a la herencia genética, a nivel del
proceso del embarazo, o posterior al nacimiento, es inmenso. Ya no solo hablamos
de correlación, de probabilidad estadística, determinados compuestos tóxicos ya
tienen causa-efecto demostrada.
Referencia
Sarduní, M., Rostán, C., Serrat, E. (2008). El Desarrollo de Los Niños Paso a Paso.
Tercera Edición. Editorial UOC. Barcelona.