Rosela (Exántema Súbito)
Rosela (Exántema Súbito)
Rosela (Exántema Súbito)
El virus herpes humano 6 (VHH-6) es el agente etiológico de la mayoría de los casos de roséola
infantil (exantema súbito o sexta enfermedad).
Los niños pueden desarrollar roséola a lo largo de todo el año. A diferencia de lo que sucede con
otros exantemas infantiles, los niños con roséola pocas veces refieren un contacto con otros niños
afectados, y los brotes epidémicos no son frecuentes. El sexo, la raza y la geografía no son
significativos en el contagio de la roséola. La media del período de incubación es de 10 días (entre 5
y 15 días).
La roséola es una enfermedad febril exantemática leve, que ocurre casi en exclusiva durante la
lactancia. Más del 95% de los casos se da en niños menores de 3 años, y la incidencia máxima se
encuentra entre los 6 y los 15 meses. Es probable que los anticuerpos transplacentarios protejan a
la mayoría de los lactantes hasta los 6 meses de edad. El período prodrómico de la roséola suele ser
asintomático, pero puede presentarse con signos leves de las vías respiratorias superiores, como
rinorrea mínima, inflamación faríngea ligera y enrojecimiento conjuntival leve. Se pueden apreciar
leves adenopatías cervicales o, con menos frecuencia, occipitales. En algunos niños se observa un
edema palpebral leve. La enfermedad clínica suele llegar precedida por fiebre, entre 37,9 y 40 °C,
con una media de 39 °C. Algunos niños se muestran irritables y anoréxicos durante la fase febril,
pero la mayoría se comporta con normalidad a pesar de la fiebre. En esta fase se pueden producir
convulsiones en el 5-10% de los niños con roséola. Las alteraciones poco frecuentes comprenden
rinorrea, faringitis, dolor abdominal, vómitos y diarrea.
La fiebre persiste durante 3-5 días, y después suele resolverse de forma bastante brusca («crisis»).
A veces, la fiebre disminuye de modo gradual durante 24-36 horas («lisis»). El exantema aparece en
las 12-24 horas siguientes a la resolución de la fiebre, pero en muchos casos se observa durante la
defervescencia o pocas horas después de la resolución de la fiebre. Es de color rosado, como implica
su nombre, y bastante peculiar (fig. 253-1). Sin embargo, se puede confundir con los exantemas de
la rubéola, el sarampión o el eritema infeccioso. En el caso de la roséola, comienza en forma de
lesiones rosadas, un poco elevadas, pequeñas (2-5 mm) y delimitadas en el tronco, y se suele
extender al cuello, la cara y las regiones proximales de las extremidades. No suele ser pruriginoso,
y no origina vesículas ni pústulas. En los casos típicos, las lesiones están bien delimitadas, aunque a
veces se hacen casi confluentes. Al cabo de 1-3, el exantema se desvanece.
DIAGNÓSTICO:
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL:
En los niños con roséola suelen existir dos fases distintas de la enfermedad: la fase febril previa al
exantema (preeruptiva) y la fase exantemática. Durante el estadio preeruptivo, la roséola se puede
confundir con muchos procesos. Sin embargo, el patrón de fiebre en un niño con buen estado
general, sin signos físicos significativos, una defervescencia bastante brusca y el exantema
subsiguiente son exclusivos de la roséola. Las enfermedades que más a menudo se han confundido
con la roséola son la rubéola y el sarampión. En contraste con la ausencia de pródromos definidos
en los niños con roséola, los que tienen rubéola presentan siempre un período prodrómico con
síntomas leves, que incluye adenopatías occipitales y retroauriculares prominentes. La
linfadenopatía representa un hallazgo inconstante en la roséola; cuando existe, los ganglios
occipitales están afectados con más frecuencia que los de la región retroauricular. La rubéola suele
causar sólo febrícula, que coincide con el exantema. Éste es más extenso que el de la roséola, y
tiende a confluir con más frecuencia. El desarrollo de un exantema en el acmé de la fiebre, así como
la presencia de tos, coriza, conjuntivitis y manchas de Koplik en la mucosa bucal durante las fases
tempranas del sarampión deberían diferenciar con claridad las dos entidades.