Jesús y La Mujer Samaritana
Jesús y La Mujer Samaritana
Jesús y La Mujer Samaritana
Jesús y la mujer samaritana nos da una bella lección de lo que Jesús tiene para
nosotros, que es:
Introducción
Esta es una bella historia que nos muestra que Jesús puede hacer de cualquier
pecador una persona salva, toda vez estemos dispuestos a hacer lo que Él nos
pide.
El camino más corto de Judea a Galilea era a través de Samaria, que se podía
hacer en tres días; pero había una enemistad secular entre los judíos y los
samaritanos, y esto hacía que fuera más corriente seguir la ruta alternativa,
aunque era doble de larga, pues suponía cruzar el Jordán, subir hacia el Norte por
la parte oriental y volver a cruzar el Jordán otra vez a la altura de Galilea.
Jesús eligió la ruta más corta a través de Samaria para ir a Galilea. Este episodio
estaba incluido en el ministerio de Jesús para enseñar una gran lección a toda la
humanidad. Esta historia tiene una profunda enseñanza porque sabemos que
había mucho odio entre samaritanos y judíos. Pero Jesús aprovecha la
oportunidad para llevar salvación. Podemos ver como caminaba Jesús, Sicar – el
“Shequem” del Antiguo Testamento quedaba como a 57 kilómetros de Jerusalén.
b) ¿Por qué se detiene en este pozo?
Aquí tenemos a nuestro Señor Jesús sujeto a la fatiga normal de los viajeros. Así
vemos que era verdadero hombre, vemos su humanidad. El trabajo agotador vino
con el pecado; por tanto, Cristo, habiéndose sido hecho maldición por nosotros,
estuvo sujeto al cansancio. Además, era pobre y realizó todos sus viajes a pie.
En efecto, éste es tal vez la más humana de todas las escenas de la historia
terrenal de nuestro Señor. Parece que estamos a su lado, escuchando todo lo que
aquí está relatado. Ninguna pintura, por perfecta que fuera, podría hacer más que
rebajar la concepción que este exquisito relato transmite al lector.
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
(Lucas 19:10)
V. 8 Porque los discípulos habían ido a otra ciudad a comprar comida. Además
este era su plan, en Cristo no existen coincidencias.
Que cuando el Señor nos pide algo es porque el nos quiere dar el regalo más
grande. Cristo aprovechó la ocasión para enseñarle cosas divinas: Convirtió a
esta mujer demostrándole su ignorancia y pecaminosidad y su necesidad de un
Salvador.
Si conocieses el don... —quiere decir: “En mí sólo ves a uno que te pide; pero si
tú supieses quién es este suplicante, y el Don que Dios está dando a los hombres,
tú habrías cambiado lugares con él, alegremente pidiéndole a él el agua viva; y
no habrías pedido en vano”
d) ¿Por qué?
El agua viva es las gracias del Espíritu y sus consolaciones que satisfacen el alma
sedienta que conoce su propia naturaleza y necesidad. Es el agua de vida eterna.
La salvación.
¿Por qué la mujer le alega que no tiene ni para sacar agua del pozo, como le
iba a dar agua viva?
Por ignorancia, por falta de fe. Al igual que nosotros
b) V. 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este
pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
Vs. 13-15 “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiera de esta agua,
volverá a tener sed mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte
para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga
yo sed, ni venga aquí a sacarla”.
Vs. 13, 14. Volverá a tener sed… para siempre no tendrá sed,…—Cuando
dice volverán a tener sed, el contraste aquí es fundamental y que comprende
todo. “Esta agua” claramente quiere decir esta agua natural y todas las
satisfacciones de naturaleza igualmente terrenas y perecederas, y que alcanzando
solamente las partes superficiales de nuestro ser, pronto se disipan, y necesitan
ser suplidas de nuevo tanto como si nunca las hubiéramos experimentado antes
mientras que las necesidades más profundas no son alcanzadas por ellas de
ninguna manera.
Lo que Jesús dijo figuradamente, ella lo entendió literalmente. Cristo señala que
el agua del pozo de Jacob daba una satisfacción de breve duración. No importa
cuáles sean las aguas de consolación que bebamos, volveremos a tener sed. Pero
a quien participa del Espíritu de gracia, y del consuelo del evangelio, nunca le
faltará lo que dará abundante satisfacción a su alma.
a) Pero el “agua” que Cristo da, la vida espiritual, mana de las mismas
profundidades de nuestro ser, haciendo del alma no un aljibe, que contenga el
agua vertida en él desde fuera, sino una fuente (la palabra habría sido mejor
traducida así, para distinguirla de “pozo”, v. 11), que salta, brota, burbujea y
fluye desde dentro de nosotros, siempre fresca, siempre viva. La presencia del
Espíritu Santo dentro del creyente, como el Espíritu de Cristo, es el secreto de
esta vida con sus energías constantes y satisfacciones, como se dice
expresamente (cap. 7:37-39). “Para siempre no tendrá sed”, entonces, quiere
decir sencillamente que tales almas tienen las provisiones en sí. para vida
eterna—llevando los pensamientos arriba desde la frescura y vitalidad eternas de
estas aguas hasta el gran océano en el cual tienen su gran confluencia. “¡Que
llegue yo allá!”