El Lenguaje de Stanislavski PDF

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El lenguaje Stanislavski

Por ​Alexis Mancilla y


Nicolás Arce

La obra de Stanislavski revela la importancia de asumir el lenguaje como una


integración de las formas expresivas de lo humano. Sus investigaciones en este campo
aparecen tempranamente en su vida y que lo definirá, con el transcurso de los años,
constituiría el sistema stanislavskiano, donde lo verbal y no verbal participan de una
constante búsqueda por ofrecer en la escena la naturaleza del individuo, desde
una proyección tan existencial como universal. La crítica a la falsa belleza teatral,
motivada por aquello que llamó métodos de la artesanía, le llevó a indagar en sí mismo
como actor y director la senda de un discurso escénico alejado de cualquier efectismo
o fría interpretación. La vivencia del mundo del personaje, sentir la verdad de sus
acciones, creer en cada uno de sus gestos, se convierten en requisitos
indispensables en la encarnación vital de su rol. La palabra surge en este proceso
no bajo el imperativo externo del libreto, sino por una consecuencia natural producto
de la interiorización de su sentido. Se aprende a vivir otra vez, originariamente,
en el escenario: …Lo olvidamos todo: el modo que tenemos en la vida de caminar,
estar sentados, comer, beber, dormir, conversar, mirar, escuchar; en una palabra,
cómo actuamos interna y externamente en la vida. Todo esto tenemos que
aprenderlo de un modo absolutamente nuevo en el tablado, lo mismo que un
niño tiene que aprender a caminar, hablar, mirar, oír En este aprendizaje, la palabra
no es un complemento de la acción. El lenguaje debe actuar. Su imaginario se desvela
siendo el sustrato mismo de los actos del actor, el cual ha de tomar conciencia de que
sus distintos componentes articulan un potencial que compromete el ser del personaje.
Constantin Stanislavski cada uno de los sonidos que conforman la palabra, cada
vocal así como cada consonante, es como una nota particular que ocupa su lugar en
el acorde sonoro de la palabra y expresa una u otra partícula que va siendo tamizada a
través de la palabra del espíritu. De ahí que Stanislavski argumente que el
perfeccionamiento fonético no puede reducirse a la “ejercitación mecánica del aparato
vocal” . Alcanzar este hecho lo encamina a la necesidad de una técnica que
permita al actor estructurar de forma coherente la singularidad de la expresión del
personaje. La verificación de los hallazgos teóricos que iría obteniendo en este
ámbito, a través de las diferentes puestas en escena que dirigió, demostró la
eficacia práctica de su sistema. La observación del contraste interpretativo de
actores que, sin ser brillantes, adquirían de repente en algunas escenas magníficos
resultados influidos transitoriamente por la inspiración, le hizo percatarse de que, a
pesar de la imposibilidad de gestarla en cada momento, sí era factible generar unos
mecanismos físicos-emocionales que ayudaran a incitarla y, una vez presentada,
controlar sus poderes. Asimismo, el percibir que con independencia de las
cualidades del intérprete, prevalecían un conjunto de leyes generales que se
cumplían invariablemente en todos, desde los más a los menos talentosos,
motivó la investigación de un método capaz de educar el cuerpo y la imaginación
del actor auxiliado en la memoria intelectual, afectiva y muscular para dar
autenticidad a las acciones físicas emprendidas en el montaje del personaje. De este
modo, se propone “excitar conscientemente en uno mismo la naturaleza
creadora inconsciente, para la creación orgánica “el subconsciente por la vía de lo
consciente la cual Stanislavski reconoció como la base de su sistema: “Sinceridad en las
emociones, verosimilitud de sentimientos dentro de las circunstancias dadas”,
La palabra contribuirá decisivamente a la realización de estos objetivos. En lugar
de pasar a la típica mecánica de memorización textual previa antes de
los ensayos o presentaciones.

En los ensayos de una obra, se va a optar, primero, por experimentar con el lenguaje del
actor, quien conociendo la historia, y manteniendo el orden lógico de los hechos,
empleará sus propias palabras al improvisar las situaciones contenidas en las escenas.
En estas improvisaciones, la palabra se vuelve una fuente de descubrimiento de
sentimientos, emociones, que entrelazan la realidad visible e invisible del actor y del
personaje, lo que propicia la vivencia del papel, la recreación del universo dramático
del texto y la incorporación subliminal de la dramaturgia del autor en el discurso
actoral. La sustitución del nacimiento natural de lo expresivo por el automatismo
memorístico conlleva a diluir lo que Stanislavski llamó la idea del personaje. Especial
relevancia cobra este aspecto en su metodología donde la palabra y el silencio
sustentan una lógica de la imagen. Por ello, la expresividad adquiere un sentido
relevante desde el inicio de la formación del actor, distinguiendo dentro de lo escénico
el dominio del lenguaje y el lenguaje expresivo Ambos se relacionan entre sí y trabajan
en paralelo. Así, paso a paso, la evolución teórica del sistema stanislavskiano arriba a
una serie de formulaciones precisas en la preparación del actor y el personaje:
“Un actor debiera conocer hasta los más mínimos detalles de su propia lengua.
¿De qué servirían todas las sutilezas de la emoción si están expresadas en
un lenguaje defectuoso?” En este campo expondrá valiosas aportaciones fundadas en
aquello que denominó las leyes del lenguaje: …en el arte no es posible confiar sólo en
la naturaleza y la intuición. Por eso es muy importante pensar en adquirir sólidos
conocimientos. Y los proporcionan las leyes del lenguaje. Cuando los actores lleguen a
asimilar lo que expresan y dicen de modo que se convierta en su segunda
naturaleza, tendrán la garantía de no cometer errores tanto en el empleo de las
palabras que les pertenecen, como en el texto ajeno del papel.

Esta segunda naturaleza significa la exigencia de conocer las reglas del lenguaje, para
una vez estudiadas e interiorizadas, aplicarlas sin tener que pensar en ellas, o de
lo contrario, entorpecería la libertad de expresión. Por tanto, hay dos aspectos
en las leyes del lenguaje: uno externo, vinculado a la correcta pronunciación, y otro
interno, consecuencia del anterior, en el que la técnica del lenguaje se ha hecho
parte del actor, impulsándole a crear. Con gran perspicacia Stanislavski lo
compara a un instrumento musical ,ejemplo de Constantin Stanislavski: Observen
ustedes cómo los músicos estudian las leyes y la teoría de su arte, cómo cuidan
sus instrumentos: el
violín, el violoncelo o el piano. ¿Por qué los artistas dramáticos no hacen lo mismo?
¿Por qué no estudian las leyes del lenguaje, por qué no cuidan la voz, el modo
de hablar, el cuerpo? ¡Son su violín, su violoncelo, su delicadísimo instrumento
de la expresividad! Entre líneas se respira su teoría de que no es solo cuestión de
entender, sino también de sentir, que en el caso del actor implica una complejidad
añadida por ser parte y todo en sí mismo. Esta peculiaridad se plasma
esclarecedoramente en el libro La construcción del personaje al evidenciar los
múltiples factores que intervienen en su lenguaje:

Los actores no tenemos que manejar simplemente la voz, como hace el cantante; ni
sólo las manos, como un pianista; ni sólo el cuerpo y las piernas, como un
bailarín. Estamos obligados a manejar simultáneamente todos los aspectos espirituales
y físicos de un ser humano .Él es una totalidad significante que se sirve del lenguaje
como un todo armónico en la comunicación del caudal infinito de lo verbal y no
verbal. La palabra lo adentra en el ambiente de una época, entrega, con la
acción, una perspectiva caracterizadora de los personajes, porta con los monólogos,
soliloquios y diálogos el orbe psicológico del protagonista, pero no está sola en la
emisión de sus mensajes. Hay otros caminos. Al defender la complementariedad
verbal-no verbal Stanislavski.

Stan es para el Teatro, lo que Newton es para la Física, es decir, el hombre que establece
las bases sobre las cuales se ha cimentado el trabajo de los actores, directores,
escritores, y dramaturgos contemporáneos. Pero si Stan no se hubiese dado cuenta de lo
anticuado y rústico del teatro hasta ese entonces, y por lo tanto no hubiese creado su
conocido método. ¿El teatro contemporáneo hubiese tomado otro camino? ¿Estaríamos
ahora dentro de una corriente desconocida, indagando en diferentes direcciones de
nuestro reflejo? Es posible, pero creemos firmemente en que Stan hizo el trabajo que
había que hacer. Hizo el trabajo duro y dedicó para esto su vida. Y si no lo hubiese hecho
él, probablemente hubiese sido otro, ya que era totalmente necesario articular, formar,
crear, ordenar, organizar, y profesionalizar lo que hasta entonces podría considerarse,
como hemos dicho antes, una “artesanía”. Esto convierte a Stan en un hombre
increíblemente afortunado, ya que fue su nombre y no el de otro el que quedó plasmado
en la historia retina teatral.
El método Stan, es utilizado como base para aprender a actuar en las diferentes escuelas
de teatro. Stan creó las bases porque nadie lo había hecho, se dió cuenta del anticuado
modo de hacer teatro y por lo tanto los antiguos estatutos que lo regían. Mantuvo firme
su idea porque tenía la determinación de que “debía” ser lo correcto. Fue cuestionado,
mirado en menos y rechazado pero logró implementar su método que como dijimos, se
utiliza hasta hoy.
Así como alguien que estudia la Mecánica clásica no puede entenderla sin antes conocer
las leyes de Newton. Un neófito en la actuación no puede aventurarse a actuar sin antes
conocer el “método” Stan. De ahí su vital importancia en este arte. Objetivo, sub texto,
circunstancias dadas, entre otros, se vuelven elementos imprescindibles al momento de
representar en escena al menos Naturalismo y Realismo.
Cabe preguntarse entonces, ¿Qué pasa con los otros estilos más allá de los nombrados?
o incluso, al momento de crear una obra podrá decirse: “Stan no me gusta, no me
convence o simplemente no quiero usarlo”. Pues bien, Stan está presente
inconscientemente en los demás estilos por el simple hecho de ser el que estableció las
bases, es decir el fundamento. Stan estableció el fundamento estructural, cuál ingeniero,
desde se ha alimentado el teatro contemporáneo, los demás estilos han ido cimentando
ladrillo por ladrillo por encima de la meticulosa estructura que Stan dejó con trazada con
firmeza.

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