Capitulo Oriental Nro 44 Los Uruguayos de Francia
Capitulo Oriental Nro 44 Los Uruguayos de Francia
Capitulo Oriental Nro 44 Los Uruguayos de Francia
LAFOIIGUE
)
CAP1TULO ORIENTAL presentará semanalmente en ros cua-
Este fascículo ha sido redactado Dor la renta y cinco fascículos, la historia. A e la literatura ~ugua)'a.
profesora Marguerite Duprey, revisado por El cOlljllnto abai"C'.ará un panorama <completo. desarrollado f'n
CXiCIlSiú,,"":0X: en profundidad. de las obras más n:pre5t'r'ltaliva~
el Dr. Carlos Martínez Moreno y adap- dt:"Ja proaucci¿n liler~ri.a nacional, desde la Conquista y J..t
tado por el Departamento Literario del Patria Vieja hasb nuestros días. El lector podrá colecrioll:li
el tf'xto ilustrado de esto~ fascículos, para contar con un \'olu_
la historia <1(. la
Centro Editor de América Latina. me!, completo al cabo dI' su pllhliC<H'ión; simuitánearnctltl'.
¡ilt'ratura uruguaya separando las tapas podrá dispflner de una v::lliosa iconografia
de la historia del p-ais.
L~,s lihros que acompañan a Jos fJ,5Ciculo~ formaán 1;\
"B'iblioteca Uruguaya Fundamenta!",
Retrato imr,ginarlo de I$idore DuculSe realizado por Salvador Dalí, según el método "paranoico critico"
URUGUAYOS
DE FRANCIA
Supervielle en 1932: una imagen de la
madurez
689
material y moral. Buenos Aires, la Reina del
Sur, y Montevideo, la coqueta, le tienden uno
mano amiga a través de las aguas plateada~,
del gran estuario. Pero la guerra eterna ha
instalado su imperio destructor en los campos
y siega con alegría numerosas víctimas". Hay
otras afimaciones gratuitamente erróneas: nos
habla de sus "treinta años de experiencia de
la vída" (cuando tiene entonces apenas 22 J,
de un pasado lejano en que fue "esposo y
padre".
Ni siquiera se tiene un solo retrato auténtico
de él. los únicos que conocemos son imagi-
nados y, por eso mismo, muy distíntos unos de
otros, ya que cada artista -Dolí, Valloton o
Pastor- tuvo que limitarse a elegír una de las
múltiples apariencias en las cuales solía envol-
v~rse el joven Ducasse, a la manera de la
sepia que se oculta en su nube de tinta.
las investigaciones de los hermanos Alvaro
y Gervasio Guillot Muñoz en Montevideo osi
c~mo, en Francia, las de Franl;ois Alicot, per-
mIten r·econstituir si no la vida profunda de Isidore Ducasse, según aparece MI un grabado iMaginario
I~idore Ducasse, al menos el trazado superfi- realllado por Paslor
CIal de esta breve e intensa trayectoria de
24 años.
DUCASSE-LAUTR&AMONT-MALDOROR,
LAUTREAMONT ¿QUI&N ES QUI&N?
Ducasse imagina un personaje, el poeta lau-
- 4 de abril de 1846: Nace en MonteVIdeo tréamont, creador de un verdadero monstruo,
Isidore Ducasse, hi;o de Fran¡;ois Ducasse, Maldoror, a su vez autor supuesto de un poema
Canciller delegado y de Célestine Jac- en seis cantps intitulado Los Cantos de Mal-
quette Davezac. doror. Curiosamente, se repite el caso de
1860 Isidore Ducasse parte hacia Francia. Kierkegaard, que solía utilizar varios seudó-
1860-1862: es alumno del Liceo Imperial nimos y que, hablando de los diferentes autores
de Tarbes. que dejan suponer tales seudónimos, decía:
1863-1865: es alumno del Liceo Imperial "De ellos no tengo sino la opinión, que sería
de Pau. la de un tercero, el conocimiento que cualquier
- Aquí, un vacío donde se pierde su pista lector podría tener de su significación; sobre
(un testigo pretende haberlo visto en todo, ninguna relación privada me une a ellos'~:
Montevideo por esas fechas). Se tiene la impresión de que Ducasse nos pre-
- 1867: Se le encuentra en Paris, domici- para celadas, trampea nuestras cartas, nos
liado en una pieza del hotel situado en conduce a través de irritantes juegos de labe-
el NP 23 de la Calle Notre-Dame-des- rintos y espejismos.
Victoires¡ allí elabora sus Cantos de Mal- Un año después de los blasfematorios Can-
doror.
tos, aparecen las Poesías que, para mayor
1868-1869: Publicación de los Cantos de
complicación, están firmadas esta vez por Du-
Maldoror ba;o el seudónimo de Comte
casse.
de Lautréamont.
Son sesenta páginas presentadas como el
Se muda al 32 de la Calle Faubourg-
principio de una larga empresa poética al
Montmartre.
servicio del bien público, en cuyo epígrafe
- 1870: Nueva dirección: 15 Calle Viv;enne.
luce una frase que suena como el anuncio de
En ;unio, publicación de sus Poesías, bajo
una "vito nova": "Reemplazo la melancolia
el nombre de Isidore Ducasse.
por el coraje, la duda por la certeza, la an-
24 de noviembre: se le encuentra muerto
gustia por la esperanza, la malljad por el
en su último domicilio, en el N9 7 de
bien, los lamentos por el deber, el escepticismo
la calle Fauboorg-Montmartre.
por la fe, los sofismas por el rigor de la calma,
el orgullo por la modestia".
690
LAS OBRAS COMPLETAS
1938 Lo foble du Mondo.
1941 Lo. P~mo. do lo Franco Molhourovso.
- 1868·1869 Chqnts do Moldoror. 1947 Á lo Nuir.
- 1870 Poe.io•. 1949 Oublieus. Mémoir••
1951 Nol..onco••
JULES LAFORGUE 11869; 18871 1956 L·o.colior.
1959 Lo corp' troglquo.
la casi 'oralidad de le.:. obras de este autor ha ,ido
editado entre 1922 y j~JO, en seis volúmenes, por .1
Mercure de Franco: Memorias
Pareceria, a primera vista, que no hay nin- clásico que no leía; era ev¡dante que sufría
guna relación entre el hombre Ducasse, ei de nostalgia y que lo mejor que sus padres
literato Lautréamont y el personaje imaginario hubieran debido hacer era traerlo de vuelta
Maldoror. Tratemos de aclarar el punto. a Montevideo.
.. Según creo, habia ciertas cosas que él
¿QUieN FUE ISIDORE DUCASSE? (Dos prefería no entender a fin de mantener más
testimonios a través de viejos recuerdos vivas sus antipatías· y repulsiones. Su actitud
y de una fotografía perdida.) distante y algo desdeñosa, una tendencia a
considerarse como un ser aparte, las preguntas
En 1927, Fran~ois Alicot tuvo la feliz idea oscuras que nos planteaba de improviso, sus
de interrogar a un anciano de noventa y un ideas, las formas de su estilo en el cual
años, Paul Lespes, quien, sesenta y dos años nuestro excelente profesor denunáaba las exa-
antes, había sido condiscípulo de Ducasse en geraciones, la irritación que manifestaba a veces
el Liceo de Pau. Tan largo alejamiento y sin ningún motivo serio, todo ello nos incli-
tan avanzada edad tornan algo sospechoso naba a creer que su cerebro carecía de equi-
el testimonio. Sin embargo, si alguna vez te- librio.
nemos la impresión de encontrarnos frente a .. Apreciaba mucho a Racine y a Corneifie
un ser vivo y no a un mito, a un rostro autén- y sobre todo al Edipo Rey, de Sófocles. La
tico y no a una máscara, es a través de esos escena en la cual Edipo, consciente por fin
lejanos recuerdos escolares. Física, intelectual, de la terrible verdad, lanza gritos de dolor
moralmente, rasgo a rasgo, se va componiendo y, los ojos arrancádos, maldice su destino, le
el retrato del liceal Isidore Ducasse: parecía sumamente bella. Lamentaba sin em-
"Conocí a Ducasse en el Liceo de Pau, en bargo que Yocasta no hubiera acentuado el
el año 1864. Aún veo a ese joven alto, del· horror trágico, dándose la muerte bajo los
godo, algo encorvado, pálido, con los cabellos ojos de los espectadores."
largos cayéndole sobre la frente ... Por otra parte, la única fotografía de Du-
"Habitualmente estaba triste y si Ien-cioso, casse, que se conoció en algún momento, ina-
como retraído en si mismo. Dos o tres veces preciable reliquia histórica confiada por una
me habló con cierta animación de esos paises antigua familia de Montevideo a los hermanós
de ultramar donde la vida era libre y feliz. Guillot Muñoz, en pos de documentación
"Muchas veces pasaba horas enteras con su libro, se extravió en los
los codos apoyados en el pupitre y las manos portación política. El poeta Pedro LecJncfto
en la frente, los ojos fijos sobre algún libro che, que tuvo el privilegio de
fotografío, describe así al 1\)'I8n :)ucass8: "De- parisienses se autodesigna Montevideano. Fren-
muestra lener dieciocho años y é~ tan parecido te a la raza humana lanza Sil desafío:
a nuestros jóvenes de esa edad, tiene el aire "Soy hijo del hombre y de la mujer, según
adolescente. de Montevideo tan hiriente, que me han dicho. Esto me extraña, creía ser
verlo desconcierta en su sencillez circundante, más. .. Si eso hubiera podido depender de
«casera:l>". mi voluntad, habría preferido ser hijo de la
Entre estos dos testimonios que se anulan en hembra del tiburón cuya hambre es amiga de
gran parte, como siempre ocurre, se equivoca las tempestades, y del tigre, de reconocida
el poeta. crueldad".
Cuando empieza a escribir, Ducasse se en- Se suele repetir la frase de Buffon: "El
cuentra en plena crisis de adolescencia, crisis estilo es el hombre". Sin embargo, ese afo-
agudizada en su caso por cierta violencia rismo no se aplica a Ducasse. Ese tono enfótico
temperamental -recordemos la atracción ha- suyo, esa jactancia, esas imágenes voluntaria-
cia los horrores trágicos de ese muchacho que mente insólitas, esa inflación de lo horrorífico,
nunca S'JpO reir- y también por circunstancias todo eso huele a retórica y pertenece al "hom-
históricas y personales. Su vida, lo hemos visto, bre de letras" que va a intentar una carrera
se desarrolló bajo el signo de la violencia, bajo el seudónimo aristocrático de Comte de
en un ambiente de guerra, tanto en Uruguay Lautréamont.
como en Francia. Por otra parte, no hay que
restar importancia a diversos hechos capitales ¿QUieN ES LAUTR&AMONT?
de su existencia privada. En primer lugar, su
partida de Montevideo, es decir el brutal arran- Un aprendiz de escritor -casi un liceal to-
camiento a la familia, a la infancia, al país davía- cuya cultura literaria es forzosamente
natal; 'luego, a los catorce años, época en reducida y algo atrasada. Es natural, pues, que
que se producen las fijaciones, cuando los se síntiera atraído por un romanticismo algo
acontecimientos pueden dejar un rastro pro- anticuado y además el peor, el más llamativo.
fundo, en lugar del horizonte quimérico que
había soñado, el régimen del internado, frío
y asfixiante. Años más tarde, otra crisis fue
sin duda su instalación en París. Por más
anhelada que haya sido, la salida del liceo
no puede haber proporcionado más que una
ilusión efímera de liberación. Se plantea el
inflexible problema: ¿cómo ganarse la vida?,
problema que puede volverse lacerante para
quien tiene alma de poeta. En el caso de
Rimbaud, por ejemplo, el imperativo del oficio
representó una de las torturas -y no la
menor por cierto- de su Estadía en el- In-
fierno. Es también el caso de Ducasse, acosado
por las preocupaciones de dinero. -Su padre
no se muestra dispuesto a seguir brindándole
apoyo financiero-, y probablemente se siente
asimismo incapaz de competir con temibles
rivales para ingresar a la Escuela Politécnica,
gran sueño acariciado por la familia. Perdido
en el desierto de la muchedumbre parisiense,
no encuentra nada propio, a no ser el refugio
de su cuarto de hotel, un piano alquilado y
su pluma. Nadie lo ne«<-esita. Todos lo ignoran.
¿Tendrá siquiera un nombre? ¿Existe de verdad?
Ha llegado la hora de ,las grandes decisiones.
Ensanchando su rencor, repudiará la familia,
la moral, el orden público, el Estado, la so-
ciedad entera. Invirtiendo la situación, respon-
derá por el desprecio total a la indiferencia
que lo rodea; se impondrá, aunque sea por
el escándalo, a todos los que lo ignoran. No
seguirá siendo un extranjero hundido en el
anonimato, seró El extranjero: frente a los Diversos autógrafos de Isldore Ducasse
692
No conocerá el "(¡iJevo estremecimiento" de un acento nuevo precursor del surrealismo en
Baudelaire pero sí su;; blasfemias de estilo byro- la obra de Lautréamont, no puede honesta-
niano, sus letanías dI}. Satanás, ¡U simpatía mente sino comprobar: "No hay duda de que
hacia Cain, su connivencia con el San Pedro Lautréamont dio a Maldoror el alma misma
de la renegación. de Melmoth".
Cuando, diez años después de la publicación El propio Lautréamont, lejos de presentarse
de Las flores del Mal, Lautréamont compone como un nuevo Mesías de la literatura, define
sus Cantos, aquéllas no han perdido su per- así sus famosos Cantos: "Era algo así como el
fume embriagador ni se ha olvidado el infame Manfred de Byron o el Konrad de Mickiewicz".
pleito a que dieron lugar. La moda del sata- "Un libro abstraído de toda personalidad,
nismo sigue haciendo estragos. Lautréamont, de toda humanidad individual", lo juzgo Jean
émulo de los poetas malditos, de los grandes Cassou. "Un drama nacido en una clase de
maestros del sacrilegio, compite con ellos cuan- retórica", diró a su vez Gastan Bachelard.
do su héroe insulta 01 "horrible Todopoderoso
de figura viperina", al "astuto bandido" cul- ¿QUieN ES MALDOROR?
pable de haber creado o su semejanza la
especie humana, "roza estúpida e idiota, de Si en Los Cantos de Maidoror hay una gran
ojos inmóviles como los de un pescado muerto", porte de retórica, hay también en efecto, un
o cuando exclama con el acento de quien drama, y en eso reside lo originalidad de la
pronuncia un juramento: "Severón los mundos obra: Maldoror objetiva una rebeldía mucho
destruirse y el granito deslizarse sobre las mós profunda que la del romanticismo o la de
aguas como un cormorón, an;'es de que toque la adolescencia. Ocurre aquí algo curioso: di-
la mano infame de un ser humano. ¡Atrós, ríase que Lautréamoflt deja de ser dueño de
atrós, esa manol" su personaje. Invertidos los papeles, ~~ Mal-
Moldoror se nos aparece aquí como un rebel- dorar quien se apodera del autor, el cual
de romóntico, pero con dos diferencias, sin pasa de creador a mero secretario. En cuanto
embargo. El tono ya no es el .de Byron o a Ducasse, ¿seró del todo consciente de alber-
Vigny: ,cobra esa violencia propia de todo gar al frenético monstruo? Maldoror repre-
discípulo que frota de superar a sus maestros senta una revuelta que ninguna reforma social,
por la mera vía de exageraciór,. Por otra porte, política, económica o moral puede apaciguar,
en lugar de guardar el hermoso reflejo de una revuelta que, enfrentóndose a la oscura
Lucifer, el óngel caído, Maldoror es un mons- y tenaz raíz ontológica de la creación, ata-
truo espantoso, sucio, roído por la lepra y caró primero a Dios, autor del universo; y
los pioios: ta descripción s~ alargtt; ptóéli~a luego al Hombre que e:ree ser SI tey; lJiH:1
en. Cletall~s ,repogr:iaHtes; cUriOSamenTe realislos fieDre de desirtlcelon lo élomlOa; Sactide ese
e iiiVeroslmll~s a la. vez; "Sran ebilHO t:xT~tidr' liaSto St:lS einiiéntes;
íS,e ,t~al0réi aqul ae tlnd v~rélaélero ()rif!l- resquebraja ses pilores; comenzando por los
iiolidqdrl:ii esto OpOrTUnidad; LaUtréamoHt si- valores JTiás a~mitidós y venera8os: sUstitUye
gue siendo el hombre de letras que, a pesar lo moral por el reino de los instintos elemen-
de un talento verbal indiscutible, de una sobre- tales -nos hablaré de lo "santidad del cri-
abundancia de inauditas imógenes pavorosas, men", de las "delicias de la criJeldad"-; 01
se sitúa evidentemente en la tradición de las noble y generoso amor prefiere el sadismo, lo
novel::ls de terror, este género "negro" nacido homosexualidad, la prostitución, el apego am-
a fines del siglo XVIii y que seguía en boga biguo del verdugo hacia su víctima; a la rozón
para un público fanatizado por su ambiente humana, creadora de falsos valores, opondré
misterioso, por sus intrigas complicadísimas, el delirio y la locura; al orden, lo anarquía
por sus jadeantes efectos de suspenso. Melmoth, indiferenciada: no mós leyes, jerarquías, fron-
en particular, del autor inglés Maturin, pasaba teras. Con la delectación de un iC(Hlociasta,
por ser entonces la obra maestra de eso clase habla del Hombre con cara de "saí:H;¡" o de
de literatura. En 1867, el editor Lacroix -el "pato", evoca sus propias nupcias monstruo-
mismo que dos años mós tarde haré imprimir sas, en alta mar, .con lo hembrp del tiburón ...
.. ~ps cantos de Maldoror- pubiiea uno tercera Estó muy lejos entonces de la rebeldía
@~ición de Melmoth. Se trata tan evidente- romántíca basada en la promodón del hombre,
ífIente de un tipo de expresión literaria, que muy lejos del Moisés de Vigny, enlq~'~umbre
hasta Breton, deseoso sin embargo de captar del Nebo, lanzando sus reproches a la fa%
Dios: paro enfrentar al Creador, Maldoror t1!l de la literatura, que no lo~gra hacernos temblar
transforma en pulpo. Su propio bestiario no de horror? Sabemos que, bajo la apariencia
es el romántico corte:~a de las brujas -gatos, romántica, se escondía un monstruo vivo que
buhos, cuervos-, sino que se compone de se nutría de la sensibilidad del hombre Ou-
criaturas informes e híbridas, en las cuales la casse. ¿Habrá mverto este monstruo? ¿Habrá
vida parece balbucear o tartamudear, habi- sido domado, 'Wjaulodo? ¿Cansado de esa
tantes ciegos de las pr9fundidades abisales. rebeldía frenética, habrá renunciado a la lu-
Lo que Maldoror sa~uda en el "Viejo Océano" cha abierta, adoptando la máscara cómoda,
no es 1.0 cuna de la vida, rica de todas las pro- impersonal, intercambiable, del conformismo?
mesas de una organización futura, es la imagen ¿Habiendo entrado a formar parte de la tar-
anticipada del aniquilamiento universal, del tufería social, transformado en "conciencia
retorno a la gran noche anterior al "Fiat Lux". respetuosa", aceptará la vida tal COI'IIO fue
creada, el mundo tal como lo fabricara", los
hombres, con sus catálogos, sus comparti-
¿Y EL DUCASSE DE LAS POESfAS?
mientos, etiquetas, códigos y credos? ¿Se in·
Sucede que Ducasse reaparece; retoma el c1inará ante los valores admítidos y venerados:
apellido paterno para firmar su nueva obra, familia, patria, leyes, moral, trabajo? ¿Brin-
las "Poesías". ¿Significa eso que hayan sido dará ahora un cálido apretón a la mano que
despedidos Lautréamont y Maldoror? Se lo le tienden? En pocas palabras, ¿se habrá sui-
puede creer si uno lee algunos pasajes de cidado? ¿O bien habrá que creer que, ven-
~artas que dirige a un tal Verbroeckhoven, so- cido, convencido de que toda lucha es inútil,
cio del editor Lacroix, o algunas afirmaciones Maldoror ha renunciado, sin olvidar por ello
de sus Poesías. Con estupor, se lee, por ejem- su irreprimible asco de la creación, a rebelarse
plo: "Usted sabe, renuncié a mi pasado. No contra el mundo social, político, económico de
canto más que la esperanza." "La poesía no los "hombres de progreso"?
es la tempestad, como tampoco es el ciclón. Se puede interpretar lo trivialidad de los
Es un río majestuoso y fértil". "La poesía Poesias como una tentativo de liberación por
debe tener por fin la verdad práctica." medio de ·10 alienación. Camus opta por mante-
Sin embargo, algunas declaraciones suscitan ner una relación estrecha entre los Can os y las
en nosotros la dudo. El que así se expresa no Poesías: en ambos casos, "se trota de no ser, ya
es el hombre Ducasse; es el escritor, el ex-Lau- seo queriendo no ser nada' o bien aceptando ser
tréamont, técnico de la plumo, siempre lisio cualquier coso". El humor, por su parte, aporta.
o trotar todos los temas en el estilo que más rá un remedio de salvación. Es la S!lprema forma
convengo. Eligió esta vez el seudónimo Isi· de rebeldia, la rebeldía invisible de quien,
dore.Ducas.~e y. por un. azor. di¡:¡no, de Iones- ~égani:lo la vida; se d~ el sí iTiismo la iiTlPre~
ca, C!ste seuoonlmo es. tqlJlPIen un nOlJlónimo; ~í.on, dé no p.értenecerle: Tod.o queda ¡iicam-
Yal.lue..exlste un. tal. .l.síc1Ore.. Dúcasse qu~; biado pero el nuevo punto dé vista modifica
trente al Lautreamont de IQ~ (;ant!)s. y al Uuc.assé t6oQ.
qe les r:-OeSlaS., podna hocer suya. 1.0 aclaraCión ¿Para qüe inultiplicor las interpretaciones?
de Kierkegaard: "Ninguna r~I~~ión privado me Son innumerables y de toda índole. Algunas se
une a ellos." Luego de lo cual, lavándose los presentan como verdaderos diagnósticos con·
monos, desaparece. El hombre de letras pro- duciendo o un caso de esquizofrenia bien de·
fesional está. dispuesto o poner lo retórica al finida o de delirio de persecución de tipo
servicio del éxito. El escándalo no dio sus
ambicioso. Por contradictorías que sean, to-
frutos: luego de haber hecho imprudentemente
das las explicaciones son posibles, pero nin·
imprimir Los Cantos de Maldoror, Lacroix rehúsa
guna es del todo convincente. Tampoco se
publicarlos. No importa; Lautréamont, transo
formcdo en Ducasse, .sustituirá entonces el excluyen unas a otras. Se tiene la impresión de
negro veneno por una buena sopa burguesa. que todas las llaves pueden entrar en la
Reconoce su error: "Canté el mal, como lo cerradura y funcionar perfectamente. Abrir la
hiceron Mickiewicz, Byron, Millon, Southey, A. puerta con cualquier llave y no poder salir
de Musset, Baudelaire, etc. Claro que exageré del laberinto, lo mismo do: el enigma queda
algo la noto, queriendo hacer algo nuevo". entero. Hay que resignarse: Ducasse·Lautréa·
Se muestra sumamente preocupacl.0 por la mont·MaJdoror nos aparecen como los hipósta-
acogido que tendrá su nuevo libro: "Lo que sis de una trinidad ambigua e indisoluble,
más deseo es que lo crítica me juzgue; uno vez atrayente e irritante a la vez. No olvidemos,
conocido, las cosas marcharán solas." además, que el destino de Ducasse, tan bru·
En I:uonto a Moldoror, ¿habrá ido simple- talmente truncado a los veinticuatro años por
mente a ubicarse dentro del infierno artificial una misteriosa muerte, no t::'tuda a aclarar
del romanticismo, esa espe~ de Museo Grévin ningún enigma.
694
JULES LAFORGUe: con el miedo a la muerte". Unas tarea:< .;,¡~;:"¡
cretarío mol remunerados y el clásico cuarlucho
-U-N-B-A-LA---N"::':CE=-=S:-::~O::-:G~~:"':A-=F¡::::c:"..::b-:L:7.IV:7.I"':"A:-:N=O-""'=
.~-.... amoblado vienen o completar este cuadro de
miseria. En este ambiente asfixiante, sólo la
,Montevideo, 10 de agosto de 1860 - París, poesía le proporcionará el oxí!l'eno salvador:
2Ó de agosto de 1887 ¡ tales son sus coordena- Jules laforgue empieza, en eiecto, a escr,bir
das de tiempo y espacio. poemas, entra en relaciones con clubes de
Sus padres vinieron jóvenes al Uruguay, ióvenes literatos ... El año 1881, el de su ma-
Pauline lacolley desde el Havre, Charles la- yoría de edad, marco un giro en su camino:
forgue desde Tarbes. Se conocieron y se ca- obtiene el cargo de lector de la vieja empe-
saron en Montevideo. Fue en esa ciudad, en ratriz Augusta, el día mismo en que fallece
el 1373 de la calle Juncal, donde nació Jules su padre.
laforgue, en una vieja casona que se demolió Entre cortesanos, centinelas y visitantes,
el año mismo del centenario del poeta. Desde dará comienzo entonces el capítulo alemán que
entonces, en lugar de su casa natal, se puede habrá de durar cinco años, en un palacio
ver un inmenso hueco que las lluvias convier- inmenso, donde se suceden sala), vestíbulos,
ten en lago; fue en esas aguas que, hace corredores. Ha cambiado el decorado, pero
algunos años, se encontró el cuerpo de un persisten la rutina y sus horarios implacables:
joven ahogado que nadie reclamó. Ese vacío, "Iay, que cotidiana es la vida'''.
esa muerte solitaria, son casual y trágicamente Por fin, en este clima de monotonía, surge
el símbolo de la vida y del drama ínterior de la aventura bajo la forma de una figura es-
Jules laforgue. belta, ojos color café, extraña ton~dilla, pe-
Aparentemente los laforgue, a pesar de su queña tos rebelde, nombre cantarlO; es ,una
juventud, no se adaptaron del todo al nuevo joven inglesa, leah lee, que pronto sera la
ámbito; en Montevideo siguieron siendo "los esposa de Jules laforgue. Empieza en~onces
franceses". Como poseído por una inqui:ta prí- el último capítulo, que se desarrollara con
sa, el padre embarca a sus dos varones mayo- ritmo de fiebre y de pesadilla. Instalado en
res -Emile de ocho años de edad y Jules, París, el joven matrimonio conoce en seguida
apenas llegado a los siete- hacia Francia, terribles apremios de dinero y de salud. Per-
patria de sus antepasados, cuna de esa cultura siste la tosecita... Por su parte, Jule.s lafor-
clásica que tanto admiraba. gue tardo en curarse de un rebelde "res-
Despojada de sus prestigios de paraíso per- frío;' . .. Fallece el 20 de agosto de 1887,
dido, la realidad revela a los niños su rostro a la edad de 27 años; seguido, un año más
brutal. Confiados a unos primos hermanos, tarde, por su joven viuda.
avaros tanto de su afecto como de su dinero,
los dos hermanos empezaron a aprender la
dora leccióh de lb $oledad~ J\, 19~ ii~ev~ _aij~~;
Jules ingresa como püpilo al liceo de Tarbe~,
Más cruel aún -ya que Re: t?sa ,eQQP !-ln ,p-j,ij,l?
.~ No s~¡j~i~~te~~~J~a~d~~, ~~r~ ~r~sef1t~r-
.Lo
~é a nosotros cara -a cara; .Laforgue.nos .0ff,E:lce
necesita del calor del hogar- viene a repe- s~ reflejo en todo tipo de espejos o nos delega
tirse el drama de lautréamont: siete años boja intercesores. Entre éstos, el más cercano al
el sígno de la rigidez y de la rutina. poeta -01 punto de que éste acabará. por
Cuando a los dieciseis años, vuelva a reunirse identificarse con él- es Hamlet, cuya fIgura
en París con su familia que regreso definitiva- domina toda la obra de laforgue, afirmándose
mente o Francia, será demasiado tarde: en- cada ver mós, desde los epígrafes de nume-
cuentra un extraño hogar, poblado de caras rosos poemas de los "Flores d? buena .volun-
'ciesconocidas, olvidados las de los podres, nun- tad" hosta la primera de sus MoraleJas, le-
ca vistas los de los hermanos nacidos durante gendarios"; Hamlet, en quien se mira y.secre-
suousencia. Reencuentro fugaz, por otra parte, lamente se admira, Hamll"t, su catarSIS, en
pues a poco fallece la .':'ladre. quíense proyecta y descarga su propia de-
Pronto también se esfuma el brillante espe-
bilidad.
jismo ~~e Po.rís: en otro lice? -el liceo Fon- Físic~Hl\en¡e se parecen como dos hermanos
tanes- e.;~uentra, como en Tarbes, 10sTIlismos
horarios regióc~ a campanilla, los m¡sm~s es- gemelos.
De laforgue, dice su amigo Kahn:
tudios austero$, Su ?adre, cuya salud dédina
rápidamel1\e, se mudo o Tc'bes con parte de "De estatura mediano, escrupulosamente,
su numeros"p¡oie. afeitado, cabellos castaños con rayo al costado
Jules laforgue teil.1~ó él también su "esta- derecho, ojos grises asombrados."
día en el infierno", infierno gris y silencioso, De Hamlet, dice laforgue:
sin Jlamaradas ni c1amores, "dos años de "De estatura mediana ... / de cabdlos cas-
soledad en bibliottecas, sin amor, sin amigos, taños ... , separados por una raya estricta, .. I
o todo responsabilidad es, indudablemente,
la locura. De ahí la tentación que ésta ejerce
sobre ellos: uno la finge del todo, el otro
se complace a menudo en representar el papel
del bufón que no toma nada en serio.
LA "DIFICULTAD DE SER"
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de los muelles y de los andenes, sin motivo moniosas, un poco desarticulados. De vez en
para irse ni tampoco poro quedarse. "No hoy cuando, uno de ellos se adelanto, presento
puertos", tal es su conclusión desesperado. su número, y luego de uno profundo reveren-
Esto soledcd en que está encarcelado, lo cia se reintegra 01 cortejo que encabeza un
ve reflejado o todo su alrededor, en el lamento inmaculado y majestuoso rey de Thulé. En
del mor, en los ladridos de algún perro per- un crujir de ropas almidonadas y un hálito de
dido, en "los sollozos de lo Tierra". ¿Tendremos lavanda, desfilan faldas sin manchas ni arru-
por lo menos el consuelo de lo solidaridad gas, mientras que, aquí y allá, ejecutan sus
humano, aunque sólo fuese uno desesperado piruetas los pierrots enharinados... Ni real-
fraternidad de compañeros de naufragio? Estos mente vivos, ni autómatas del todo, parecen
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chirriante y sombrío del extraño joven que Fuero del alcance de lo vida, liberado de su
nunca supo reír, sino un "humor de Pierrot", contacto viscoso, el poeta bailo por encimo
liviano, aéreo. Jules Laforgue se fabrico en· de lo vida, en uno levitación modesto. por su.
tonces un personaje: el de payaso literario, puesto, que no tiene nodo que ver con los
acróbata del verbo, ilusionista del sentimiento. grandes víajes siderales de Jules Supervielle.
- De los cuatro elementos ¿cuál prefiere? - El agua (principalmente las aguas lustro-
les del bautismo y de las lágrimas iu-
veni/es).
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clon. le permitió introducir en su obra ese se al del espacio, ero perspectivas i1imilaaas.
"color local" que no es sólo color, sino ~qmbi~n la pampa se pierde ú k,~ huidizos horizontes
aroma, sabor, acento de la voz, ritmo del del tiempo y de la r.!':K:o., y, sobre el vasto
cora;¡;ón; pero constituyó por otro parte un océano, planea "un olor 'Iíeío como el mundo".
peligro, el de dejarse encerrar en los límites Viajero con botas de años-luz, Supervielle
del exotismo sudamericano. Estuvo muy pró- pasa de los tiempos más remotos al porvenir
ximo a esta tentación en sus primeros libros más lejano: sueña, por ejemplo, en lo que
de versos, Poemas y Desembarcaderos, así como será, dentro de miles y miles de años, .. una
en dos novelas, El hombre de la Pampa y El joven aún soñolienta".
!iobreviviente, donde, con evidente complacen- Sin embargo, no es el p-,eta de las "anti-
da, puso el acento en dertos paisajes o per- cipaciones", menos aún el del "vivaz hoy"
sonaies tipicos. cantado por Mallarmé. Gusta ir a beber en las
Felizmente, Beber de la fuente, su compendio fuentes lejanas, no sólo en la fuente del país
de recuerdos del Uruguay, destierra definiti- natal, sino más allá, "en las épocas que tiem-
vamente todo lo pintoresco fácil del tipo de blan detrás de los horizontes", en la fuente
tarjeta postal; es que, en efecto, su vivencia primordial, en el despertar primero de la vida ..
de América obedeció a un proceso que analiza
con gran acierto Adolfo Casais Monteiro: "En EL POETA DEL SEXTO OlA DE LA CREACiÓN
lugar de ser un tema que el poeta desarrolla
ante nuestros ojos, América aparece como un lo que lo atrae en el espectáculo de' mar
substractum en que continuamente palpita, in- y de la pampa no son únicamente sus vastos
visible pero presente, no ya la América conti- horizontes, sino algo virgen e inacabado, evo-
nente, sino la que Supervielle lleva en si mismo cador del Génesis. Esa agua que modela in-
como legado de su infancia". Este legado es, cesantemente sus olas, esa hierba yesos vacas
sobre todo, el sentido del espacio y el de la que esperan no se sabe qué, ¿no habrán por
génesis de los seres y de las cosas. milagro escapado al séptimo día de la crea-
ción?
EL POETA DEL ESPACIO El universo poético de Supervielle se sitúa en
la aurora de 105 tiempos, cuando todo -ger-
El mar, la pampa, el cielo inmenso por minación, eclosiones, metamorfosis- estaba
encima de esas dos extensiones de agua y lleno de promesas y disponibilidades. Dos de
tierra, la muerte, ese otro abismo, todo se sus O~¡ as poética~ llevan el significativo titulo
conjugaba para habituar su mirada a las am- ';C Nacimientos y Primeros pasos del universo.
plias perspectivas. Frente a él, todo se agrando' Es el mundo anterior al pecado, a la muerte,
el menor objeto, el menor gesto, el m"',¡or a la ley, el del sexto dio de la creación.
sonido. Dondequiera esté, en la call.. o entre Toda su obra protesta contra el séptimo dio,
los suyos, siempre tiene concienc:\l de perte- contra ese f:>unto final que indica que los dados
necer a un inmenso contexto espacial. Al han sido echados. Es curioso comprobar que
igual que Chagall, se siente literalmente "en tanto lautréamont como Supervielle soñaron,
el aire"; así como las telas del pintor nos uno y otro, con ese momento previo a la crea-
ofrecen el extraño espectáculo de seres que ción, en el cual la vida balbucea en una mo-
vuelan, algunas yeces cabeza abajo, más de vediza confusión de formas; pero esa nostal-
un poema de Supervielle nos da una impresión gia toma un acento radicalmente opuesto en
de instabilidad: levitación, ascensión, deriva: uno y otro. lo que para lautréamont era la
basta una sacudida para que sea proyectada imagen premonitoria de la desintegración defi-
hacia los espacios siderales una carreta ma- nitiva, toma para Supervielle el aspecto de
nejada por un niño; de repente, en el curso de un radiante levantar de telón. En la luz na-
una comida familiar, la mesa, Pilar, los niños, ciente cada ser ensaya las modulaciones de
los amigos, le parecen zarpar en un viaje su voz, la tibieza de su pelambre, la mordedura
vertiginoso, rotas todas las amarras terrestres, de sus dientes. Pero al séptimo día comienza
"sin mapa y sin timón y con el cielo por ba- el drama: aparece Adán, con su mirada fria
randa". y su voz autoritaria. Es el amo que nombra
A las profundidades del cielo corresponden uno a uno todos los animales libres; y uno tras
las profundidades marinas, al espacio exterior, otro quedan fijados en SIl destino. A partir
el espacio interior -el que se extiende bajo de entonces desaparece lo alegría: el pájaro
la delgada frontera de la piel, con su geogra- "quisiera poder decir sencillamente lo que sien.'
fía, sus estrellas, sus mareas, sus cascadas, te sin estar obligado a cantarlo", los árboles
sus avalanchas- y el alma, otra inmensidad. envidian las raíces voladoras del caballo, mien-
Arriba, abajo, afuera, adentro, todo es abismo tras éste estira melancólicamente el pescuezo
sin fondo. El infinito del tiempo viene a sumar- hacia el mar, óvido de comer sus algas. Cado
uno siente pesar sobre él el yugo de ia ley, libre nube. Alcanza con que, durante una tra-
cada uno se siente también encarcelado en su vesía, un marinero piense, cor¡ "',,"0 terrible
soledad. intensidad en la niña que perdie(<F., para que
La simpatía de Supervielle va hacia aquellos nazca, en las aguas, un doble de la pequeña
que supieron guardar un reflejo o una frescura muerta, esta "niña de la alta mar", semi-real,
de aurora, a los que parecen haber escapado semi-fantasmal, que no puede ni vivir ni morir
al mundo del séptimo día, como los maliciosos del todo, pero que sufre, y cruelmente, de la
peces voladores; a aquellos cuya carne o soledad.
cuya alma están aún en formación: los niños ¿De qué vale liberar seres -imaginarios o
(Adán nació adultol. ¡Cuántos niños en la reales, eso no importa para el poeta- si
obra y en la vida de Jules Supervielle!: "La ellos no son felices? ¿De qué valen todos los
niña nacida recién", "La niña de la alta mar", prestigios de la magia si no existe remedio
el niño de la carreta, el niño que fuera y para para la soledad, ese mal supremo? Supervielle
quien escribe cuentos como el del Hombre de descubrirá ese remedio, no ya en su imagina-
la Pampa. ción sino en su corazón, ese corazón que re-
Su piedad va hacia las víctimas, los "con- conoce como su madre patria: es el amor, y
denados inocentes". Por ello está del lado de sólo él quien puede triunfar del aislamiento.
los libertadores. Si hizo de Bolívar el héroe "No existen distancias para el corazón astró-
de una obra de teatro, no es, por cierto, por logo", ninguna de las distancias que crean
gusto histórico. la geografía, la incomprensión, la indiferen-
Hija de esa pasión de libertad, una generosa cia, la hostilidad. No se trata de ese amor
cólera inflama a este Supervielle-Bolívar con- abstracto del que se vanagloriaba Lautréa-
tra la especie de los carceleros, los funciona- mont, sino del amor que sabe dirigir a cado
rios de la tiranía, los inspectores de las leyes, uno la palabra, la mirada, la sonrisa, la ca-
pesos y medidas, tales como ese Visitador Ex- ricia que necesita; amor que Sli! traduce en
traordinario encargado de mantener el orden, Supervielle en dos gestos habituales de sus
de cuidar que cada uno quede en su lugar, manos inolyidables: asir y envolver (Sénéchal).
bien separados ricos y pobres, amos y esclavos, Asir para reunirlas en su palma todas las
colonos e indígenas; tales también como la bellas cosas dispers.as, de las cuales amó el
cocinera de la obra tetral La Bella del bosque, ruido, el olor, el gusto, el brillo, el volumen y
cuidadosa de no mezclar las toallas con las el peso. "Asir, asir la noche, la manzana y
servilletas, escandalizada por el Gato con la estatua ¡ Asir la sombra y el muro y el
Botas, "un animal que no lo es y que sin extremo de la calle ... " y luego, cuando las
embargo lo es". cosas y los seres son demasiado lejanos, ex-
tender hacia ellos, al extremo de largos brazos,
LA MISiÓN DEL POETA manos que domestican, reúnen, reconcilian. El
imposible diálogo se vuelve entonces una co-
Al igual que Lautréamont, Supervielle no se munión sin palabras, en la cual, derribadas
propone cambiar el mundo; eso es cuestión de todas las barreras, fraternizan criaturas de
técnica, asunto para políticos o economistas. todo tipo, lugar y tiempo. Es un sueño, daro
Al poeta le incumbe cambiar la vida, rehacer está, que conoce amargos despertares, pero es
la creación o, más bien, proseguir el drama también un acto de fe. A la inversa de Mal-
apasionante del génesis, yeso por el poder doror, que aspiraba a la disolución definitiva
combinado de la imaginación, creadora de for- de la creación, Supervielle invoca y afirma la
mas nuevas, y del lenguaje, generador de reconciliación universal en el seno de la uni-
metáforas. Jules Supervielle experimentó, sin dad recobrada.
duda con plenitud, la embriaguez de crear, El gran Supervielle está quizá en ese mesia-
"de liberar de repente los ríos y las piedras / nismo que uno intelectualiza y traiciona que-
Los corazones palpitantes, los .,ojos, las· almas riendo analizarlo, pero que, en su obra, se
prisioneras", todo lo que aspira a la vida, expresa en palabras de todos los días, en
todo lo que reclama un nombre, unos contor- imágenes familiares -"la leche azul de la
nos. Así es como presiente un futuro caballo luna, la miel de las estrellas"- sin recurrir
del cual sólo existen el relincho y la crin, o a un sistema metafísico o a un lenguaje de
que entrevé la gestación de "dos o tres ani- predicador. Diriase que una savia secreta cir-
males I Que aún no tienen nombre". cula por todci su obra y la vivifica.
Esta creación poética escapa a la implaca-
ble ley de la progenie: lo semejante no produce "EL APRENDIZ DE LA MUERTE"
forzosamente lo semejante. De un capricho de
la fantasía o de una pesada obsesión pueden Esta cálida camaradería entre todos los se-
nacer apariencias nuevas: es un pino que se res de la' creación, desde los más próximos
hace barca; una ardilla, hoja; un balcón, hasta los "amigos desconocidos", no excluye
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a la tristeza, atenúa solamente su i:rueldad. "aprendiz de la muerte". Se entrega entonces
Lo gran tristeza que Adán introdujo en el a un largo y difícil entrenamiento, entrecortado
mundo es la muerte, tristeza que para algunos de impulsos contradictorios, a través del cual,
se vuelve angustia, obsesión. Este el coso de sin embargo, se dibuja la curva de U:'l gradual
Supervieile, huérfano o los ocho meses, siem- consentimiento. Se dedica a insólitos ensayos
pre a la busca de sus padres, para siempre de la muerte: a veces, despidiéndose de su
hijo de una eterna muerta de veintiocho años, cuerpo torpe, de su fatiga humana, se deja
acechado él mismo por la muerte que con invadir por una voluptuosa paz mineral; otras
grandes golpes llama en su pecho de cardíaco. veces grita en él la nostalgia del reino de
Habituado a no separar nada ni nadie, ni la tierra, en el que las cosas hacen ruido al
siquiera las categorías generalmente admitidas caer y pesan en la mano. Un rayo de esperanza
-presencia y ausencia, tiempo y espacio, su- penetra en su incertidumbre: la perspectiva de
jeto y objeto-, ¿cómo podria colocar una una libertad incondicional que viene a confir-
barrera infranqueable entre vivos y muertos:' mar, con una promesa solemne, uno misteriosa
Siente intensamente que éstos viven con una voz interior: "Pronto, pequeño, pronto serás un
existencia tan intima mente confundida con la muerto libre I Pronto recorrerás mayores distan-
nuestra que todo queda indiviso entre nosotros cias I En la inmovilidad del cuerpo y el silen·
y ellos. ¿A quién pertenece esa risa o esta cio".
lágrima, de quién son ese gesto, esa palabra?
Viajero inmóvil, sin equipaje ni pasaporte,
A veces, desde el fondo de nosotros mismos,
liberado de los fronteras y de las distancias,
oímos la voz lejana de nuestros antepasados:
podrá entonces, sin esfuerzo, reunir los Pirineos
"Somos uno contigo I No nos olvides".
de sus antepasados y el Uruguay de su in-
Entre los muertos que albergamos, hay uno
con singular destino: el muerto que habremos fancia, asir con un solo gesto -iY con qué
de ser. Durante sus largos insomnios, cuántas manos inmensasl- todo lo que vuela o nada,
veces Supervielle lo ha sentido moverse dentro fluye o huye ...
de sí, impaciente, como un prisionero anhelan- Lejos de considerar la muerte como el ba-
do su libertad. Sin embargo, fiel a su misión de lance negativo de la vida, Jules Supervielle
reconciliador, dominando su espanto, el poeta llegó a ver en ella la suprema realización,
se esfuerza en establecer con su doble interior el triunfal bautismo de lo esencial que cada
relaciones de buena vecindad. De huésped uno lleva en sÍ, Esa fue la magnífica recom-
cortés, llega a convertirse humildemente en pensa de su largo y valiente aprendizaje.
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En CAPITULO ORIENTAL Índice
NQ 45 - TE..\1:AS DE FASC1CULOS
-ILUSTRACIONES
ÍNDICE GENERAL
y junto con el fascículo, el libro
CIEN AUTORES
Juies Laforgue, aguafuerte realizada por su ha._euo e-\l\~ y publicada con lo editio princep, de Mor"lités'
légendaire, (18871
Este fascículo, con el libro
LOS CANTOS DE MALDOROR
constituye la entrega N.o 44
de CAPITULO ORIENTAL