Capitulo Oriental Nro 44 Los Uruguayos de Francia

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la hist ria de I literatura urugua a

LAFOIIGUE

)
CAP1TULO ORIENTAL presentará semanalmente en ros cua-
Este fascículo ha sido redactado Dor la renta y cinco fascículos, la historia. A e la literatura ~ugua)'a.
profesora Marguerite Duprey, revisado por El cOlljllnto abai"C'.ará un panorama <completo. desarrollado f'n
CXiCIlSiú,,"":0X: en profundidad. de las obras más n:pre5t'r'ltaliva~
el Dr. Carlos Martínez Moreno y adap- dt:"Ja proaucci¿n liler~ri.a nacional, desde la Conquista y J..t
tado por el Departamento Literario del Patria Vieja hasb nuestros días. El lector podrá colecrioll:li
el tf'xto ilustrado de esto~ fascículos, para contar con un \'olu_
la historia <1(. la
Centro Editor de América Latina. me!, completo al cabo dI' su pllhliC<H'ión; simuitánearnctltl'.
¡ilt'ratura uruguaya separando las tapas podrá dispflner de una v::lliosa iconografia
de la historia del p-ais.
L~,s lihros que acompañan a Jos fJ,5Ciculo~ formaán 1;\
"B'iblioteca Uruguaya Fundamenta!",

44. Uruguayos (le Francia

Retrato imr,ginarlo de I$idore DuculSe realizado por Salvador Dalí, según el método "paranoico critico"
URUGUAYOS
DE FRANCIA
Supervielle en 1932: una imagen de la
madurez

Si la literatura uruguaya es ampliamente Grande en 1851, siguen las convulsiones po-


tributaria de Francia, en su tardío romanticismo líticas -revueltas, pronunciamientos, insurrec-
así como en sus audacias modernistas, no ción- sin contar lo que ha hecho la epidemia
hay que olvidar que, como valiosa compensa- de peste de 1847.
ción, Uruguay dio a Francia tres de sus mós la segunda etapa de la vido tJ1" Ducasse
grandes poetas: Isidore Ducasse, Jules lafor- -el capítulo francés- se des".., ...¡¡ará en un
gue y Jules Supervielle. ambiente de oposición creciente al régimen
Si bien ellos se radicaron en el país de sus imperial de Napoleón 111; y será durante otro
antepasados y escribieron su obra en lengua sitio -el de París, en 1870, el "año terribie"-
frqncesa, un oído sutil percibe a través de sus entre amenazas de hambre y rumores de re-
cantos, con la resonancia propia de cada uno, volución cuando se encontrará muerto en su
lo que Supervielle llamaba el "murmullo" de domicili¿, una mañana de invierno, al "hombre
América. Quiérase o no, nadie puede arrancar de letras" Isidore Ducasse; "sin otros infor-
de sí mismo la raíz viviente de su infancia y mes", como lo señalara lacónicamente el cer-
de su país natal. tificado de defunción.
A través de un período de un poco mas Por otra parte, tal vez por orgullo -no
de un siglo -de 1846 (1 1960- estos tres ser nada antes que ser poco, o desaparecer
poetas franco-uruguayos forman una cadena como hombre a fin de dejar el campo libre
ininter;umpida: cuando fallece Ducasse en 1870, al héroe de leyenda-, tal vez por afán de
Jllles laforgue tiene diez años y, al morir mitificación, tol vez por ambos motivos y otros
éste, existe ya un niño llamado Jules Super- más, el hecho es que Ducasse, voluntariamente,
vielle, de tres años de edad. borra todos los elementos que podrían ha-
berle deparado una biografía relativamente
I
• 151DORE DUCASSE. ALIAS
completa. "No dejoré memorias" declaro; y
COMTE DE LAUTREAMONT. de modo más perentorio aún: "mi aniquila-
ALIAS MALDOROR miento será completo". Si da alguno precisión,
ella es deliberadamente falso o está envuelto
UN HOMBRE SIN RETRATO NI BIOGRAFfA
en un tono ton enfático que parece sospechosa.
No se sabe casi nada de su breve vida. En Así es cómo, con verdadero estilo de epopeya,
parte, probablemente, porque ésta se desa- cierra el primer canto de Maldoror: "El fin
rrolló el'l un contexto histórico en el cual cuen- del siglo diecinueve veró su Poeto (entendo-
tan muy poco las existencias individuales. Su mos que se trata de él mismo). NQció en las
infancia montevideana transcurre, en efecto, en riberas americanas, en la desembocadura del
un clima de violencia: nace en 1846, durante Plata donde dos pueblos otrora rivales se
el Sitio de Montevideo; y term!na la Guerra dispu~an hoy dia el liderazgo del progreso

689
material y moral. Buenos Aires, la Reina del
Sur, y Montevideo, la coqueta, le tienden uno
mano amiga a través de las aguas plateada~,
del gran estuario. Pero la guerra eterna ha
instalado su imperio destructor en los campos
y siega con alegría numerosas víctimas". Hay
otras afimaciones gratuitamente erróneas: nos
habla de sus "treinta años de experiencia de
la vída" (cuando tiene entonces apenas 22 J,
de un pasado lejano en que fue "esposo y
padre".
Ni siquiera se tiene un solo retrato auténtico
de él. los únicos que conocemos son imagi-
nados y, por eso mismo, muy distíntos unos de
otros, ya que cada artista -Dolí, Valloton o
Pastor- tuvo que limitarse a elegír una de las
múltiples apariencias en las cuales solía envol-
v~rse el joven Ducasse, a la manera de la
sepia que se oculta en su nube de tinta.
las investigaciones de los hermanos Alvaro
y Gervasio Guillot Muñoz en Montevideo osi
c~mo, en Francia, las de Franl;ois Alicot, per-
mIten r·econstituir si no la vida profunda de Isidore Ducasse, según aparece MI un grabado iMaginario
I~idore Ducasse, al menos el trazado superfi- realllado por Paslor
CIal de esta breve e intensa trayectoria de
24 años.

DUCASSE-LAUTR&AMONT-MALDOROR,
LAUTREAMONT ¿QUI&N ES QUI&N?
Ducasse imagina un personaje, el poeta lau-
- 4 de abril de 1846: Nace en MonteVIdeo tréamont, creador de un verdadero monstruo,
Isidore Ducasse, hi;o de Fran¡;ois Ducasse, Maldoror, a su vez autor supuesto de un poema
Canciller delegado y de Célestine Jac- en seis cantps intitulado Los Cantos de Mal-
quette Davezac. doror. Curiosamente, se repite el caso de
1860 Isidore Ducasse parte hacia Francia. Kierkegaard, que solía utilizar varios seudó-
1860-1862: es alumno del Liceo Imperial nimos y que, hablando de los diferentes autores
de Tarbes. que dejan suponer tales seudónimos, decía:
1863-1865: es alumno del Liceo Imperial "De ellos no tengo sino la opinión, que sería
de Pau. la de un tercero, el conocimiento que cualquier
- Aquí, un vacío donde se pierde su pista lector podría tener de su significación; sobre
(un testigo pretende haberlo visto en todo, ninguna relación privada me une a ellos'~:
Montevideo por esas fechas). Se tiene la impresión de que Ducasse nos pre-
- 1867: Se le encuentra en Paris, domici- para celadas, trampea nuestras cartas, nos
liado en una pieza del hotel situado en conduce a través de irritantes juegos de labe-
el NP 23 de la Calle Notre-Dame-des- rintos y espejismos.
Victoires¡ allí elabora sus Cantos de Mal- Un año después de los blasfematorios Can-
doror.
tos, aparecen las Poesías que, para mayor
1868-1869: Publicación de los Cantos de
complicación, están firmadas esta vez por Du-
Maldoror ba;o el seudónimo de Comte
casse.
de Lautréamont.
Son sesenta páginas presentadas como el
Se muda al 32 de la Calle Faubourg-
principio de una larga empresa poética al
Montmartre.
servicio del bien público, en cuyo epígrafe
- 1870: Nueva dirección: 15 Calle Viv;enne.
luce una frase que suena como el anuncio de
En ;unio, publicación de sus Poesías, bajo
una "vito nova": "Reemplazo la melancolia
el nombre de Isidore Ducasse.
por el coraje, la duda por la certeza, la an-
24 de noviembre: se le encuentra muerto
gustia por la esperanza, la malljad por el
en su último domicilio, en el N9 7 de
bien, los lamentos por el deber, el escepticismo
la calle Fauboorg-Montmartre.
por la fe, los sofismas por el rigor de la calma,
el orgullo por la modestia".

690
LAS OBRAS COMPLETAS
1938 Lo foble du Mondo.
1941 Lo. P~mo. do lo Franco Molhourovso.
- 1868·1869 Chqnts do Moldoror. 1947 Á lo Nuir.
- 1870 Poe.io•. 1949 Oublieus. Mémoir••
1951 Nol..onco••
JULES LAFORGUE 11869; 18871 1956 L·o.colior.
1959 Lo corp' troglquo.
la casi 'oralidad de le.:. obras de este autor ha ,ido
editado entre 1922 y j~JO, en seis volúmenes, por .1
Mercure de Franco: Memorias

I - Poésies (le Sonatat de la Terre, les eomplaint.s, 1933 Boiro a lo .oureo.


l'lmilolion do Notro·Oomo lo luno).

11 - Poésies (Fleurs d. Benne Volon'é, le Cancil, féeri- Novelos


que, Dorniers Ven, Appendice).
1923 lO Hommo do lo Pompo.
111 - Morolilé. Légondoiro•• ) 926 Lo Volour d·entonts.
1928 Lo Survlvont.
IV - lonre. (lere portie). 1931 L'Entonl do lo Houlo Mer.
1938 L' Archo de Noé.
V - lenre. (2eme portio). 1950 Premio" po. de I'Unlve".
1955 Le iaune homme du dimonch. el des aufr.'S ¡curs.
VI - En Allemogno. 1959 Lo• •uit.. d'uno cou"o.

JULES ~UPERVIELLE 11884 - 1960)


roolro
'~;CI
,1-919 tes poeme-s de I'humour trist•• 193Z lo BolI.·ou·Bol •.
1922 Oéboreodere•. 1935 Comme 11 vous plolr. (odopto!ion).
1925 Grovl!otion•• 1936 Bollvor.
1927 Lo PI.le 01 lo Moro. 1949 Robinsan ou I'omour viont d. loin.
1928 Soi.;r. 1949 Shéhér.rode.
1930 Lo tor~ot innocenl. 1949 Lo Voleur d·entonts.
1934 les Amis inconnus. 1959 L't!olle de Sévllle.

Pareceria, a primera vista, que no hay nin- clásico que no leía; era ev¡dante que sufría
guna relación entre el hombre Ducasse, ei de nostalgia y que lo mejor que sus padres
literato Lautréamont y el personaje imaginario hubieran debido hacer era traerlo de vuelta
Maldoror. Tratemos de aclarar el punto. a Montevideo.
.. Según creo, habia ciertas cosas que él
¿QUieN FUE ISIDORE DUCASSE? (Dos prefería no entender a fin de mantener más
testimonios a través de viejos recuerdos vivas sus antipatías· y repulsiones. Su actitud
y de una fotografía perdida.) distante y algo desdeñosa, una tendencia a
considerarse como un ser aparte, las preguntas
En 1927, Fran~ois Alicot tuvo la feliz idea oscuras que nos planteaba de improviso, sus
de interrogar a un anciano de noventa y un ideas, las formas de su estilo en el cual
años, Paul Lespes, quien, sesenta y dos años nuestro excelente profesor denunáaba las exa-
antes, había sido condiscípulo de Ducasse en geraciones, la irritación que manifestaba a veces
el Liceo de Pau. Tan largo alejamiento y sin ningún motivo serio, todo ello nos incli-
tan avanzada edad tornan algo sospechoso naba a creer que su cerebro carecía de equi-
el testimonio. Sin embargo, si alguna vez te- librio.
nemos la impresión de encontrarnos frente a .. Apreciaba mucho a Racine y a Corneifie
un ser vivo y no a un mito, a un rostro autén- y sobre todo al Edipo Rey, de Sófocles. La
tico y no a una máscara, es a través de esos escena en la cual Edipo, consciente por fin
lejanos recuerdos escolares. Física, intelectual, de la terrible verdad, lanza gritos de dolor
moralmente, rasgo a rasgo, se va componiendo y, los ojos arrancádos, maldice su destino, le
el retrato del liceal Isidore Ducasse: parecía sumamente bella. Lamentaba sin em-
"Conocí a Ducasse en el Liceo de Pau, en bargo que Yocasta no hubiera acentuado el
el año 1864. Aún veo a ese joven alto, del· horror trágico, dándose la muerte bajo los
godo, algo encorvado, pálido, con los cabellos ojos de los espectadores."
largos cayéndole sobre la frente ... Por otra parte, la única fotografía de Du-
"Habitualmente estaba triste y si Ien-cioso, casse, que se conoció en algún momento, ina-
como retraído en si mismo. Dos o tres veces preciable reliquia histórica confiada por una
me habló con cierta animación de esos paises antigua familia de Montevideo a los hermanós
de ultramar donde la vida era libre y feliz. Guillot Muñoz, en pos de documentación
"Muchas veces pasaba horas enteras con su libro, se extravió en los
los codos apoyados en el pupitre y las manos portación política. El poeta Pedro LecJncfto
en la frente, los ojos fijos sobre algún libro che, que tuvo el privilegio de
fotografío, describe así al 1\)'I8n :)ucass8: "De- parisienses se autodesigna Montevideano. Fren-
muestra lener dieciocho años y é~ tan parecido te a la raza humana lanza Sil desafío:
a nuestros jóvenes de esa edad, tiene el aire "Soy hijo del hombre y de la mujer, según
adolescente. de Montevideo tan hiriente, que me han dicho. Esto me extraña, creía ser
verlo desconcierta en su sencillez circundante, más. .. Si eso hubiera podido depender de
«casera:l>". mi voluntad, habría preferido ser hijo de la
Entre estos dos testimonios que se anulan en hembra del tiburón cuya hambre es amiga de
gran parte, como siempre ocurre, se equivoca las tempestades, y del tigre, de reconocida
el poeta. crueldad".
Cuando empieza a escribir, Ducasse se en- Se suele repetir la frase de Buffon: "El
cuentra en plena crisis de adolescencia, crisis estilo es el hombre". Sin embargo, ese afo-
agudizada en su caso por cierta violencia rismo no se aplica a Ducasse. Ese tono enfótico
temperamental -recordemos la atracción ha- suyo, esa jactancia, esas imágenes voluntaria-
cia los horrores trágicos de ese muchacho que mente insólitas, esa inflación de lo horrorífico,
nunca S'JpO reir- y también por circunstancias todo eso huele a retórica y pertenece al "hom-
históricas y personales. Su vida, lo hemos visto, bre de letras" que va a intentar una carrera
se desarrolló bajo el signo de la violencia, bajo el seudónimo aristocrático de Comte de
en un ambiente de guerra, tanto en Uruguay Lautréamont.
como en Francia. Por otra parte, no hay que
restar importancia a diversos hechos capitales ¿QUieN ES LAUTR&AMONT?
de su existencia privada. En primer lugar, su
partida de Montevideo, es decir el brutal arran- Un aprendiz de escritor -casi un liceal to-
camiento a la familia, a la infancia, al país davía- cuya cultura literaria es forzosamente
natal; 'luego, a los catorce años, época en reducida y algo atrasada. Es natural, pues, que
que se producen las fijaciones, cuando los se síntiera atraído por un romanticismo algo
acontecimientos pueden dejar un rastro pro- anticuado y además el peor, el más llamativo.
fundo, en lugar del horizonte quimérico que
había soñado, el régimen del internado, frío
y asfixiante. Años más tarde, otra crisis fue
sin duda su instalación en París. Por más
anhelada que haya sido, la salida del liceo
no puede haber proporcionado más que una
ilusión efímera de liberación. Se plantea el
inflexible problema: ¿cómo ganarse la vida?,
problema que puede volverse lacerante para
quien tiene alma de poeta. En el caso de
Rimbaud, por ejemplo, el imperativo del oficio
representó una de las torturas -y no la
menor por cierto- de su Estadía en el- In-
fierno. Es también el caso de Ducasse, acosado
por las preocupaciones de dinero. -Su padre
no se muestra dispuesto a seguir brindándole
apoyo financiero-, y probablemente se siente
asimismo incapaz de competir con temibles
rivales para ingresar a la Escuela Politécnica,
gran sueño acariciado por la familia. Perdido
en el desierto de la muchedumbre parisiense,
no encuentra nada propio, a no ser el refugio
de su cuarto de hotel, un piano alquilado y
su pluma. Nadie lo ne«<-esita. Todos lo ignoran.
¿Tendrá siquiera un nombre? ¿Existe de verdad?
Ha llegado la hora de ,las grandes decisiones.
Ensanchando su rencor, repudiará la familia,
la moral, el orden público, el Estado, la so-
ciedad entera. Invirtiendo la situación, respon-
derá por el desprecio total a la indiferencia
que lo rodea; se impondrá, aunque sea por
el escándalo, a todos los que lo ignoran. No
seguirá siendo un extranjero hundido en el
anonimato, seró El extranjero: frente a los Diversos autógrafos de Isldore Ducasse

692
No conocerá el "(¡iJevo estremecimiento" de un acento nuevo precursor del surrealismo en
Baudelaire pero sí su;; blasfemias de estilo byro- la obra de Lautréamont, no puede honesta-
niano, sus letanías dI}. Satanás, ¡U simpatía mente sino comprobar: "No hay duda de que
hacia Cain, su connivencia con el San Pedro Lautréamont dio a Maldoror el alma misma
de la renegación. de Melmoth".
Cuando, diez años después de la publicación El propio Lautréamont, lejos de presentarse
de Las flores del Mal, Lautréamont compone como un nuevo Mesías de la literatura, define
sus Cantos, aquéllas no han perdido su per- así sus famosos Cantos: "Era algo así como el
fume embriagador ni se ha olvidado el infame Manfred de Byron o el Konrad de Mickiewicz".
pleito a que dieron lugar. La moda del sata- "Un libro abstraído de toda personalidad,
nismo sigue haciendo estragos. Lautréamont, de toda humanidad individual", lo juzgo Jean
émulo de los poetas malditos, de los grandes Cassou. "Un drama nacido en una clase de
maestros del sacrilegio, compite con ellos cuan- retórica", diró a su vez Gastan Bachelard.
do su héroe insulta 01 "horrible Todopoderoso
de figura viperina", al "astuto bandido" cul- ¿QUieN ES MALDOROR?
pable de haber creado o su semejanza la
especie humana, "roza estúpida e idiota, de Si en Los Cantos de Maidoror hay una gran
ojos inmóviles como los de un pescado muerto", porte de retórica, hay también en efecto, un
o cuando exclama con el acento de quien drama, y en eso reside lo originalidad de la
pronuncia un juramento: "Severón los mundos obra: Maldoror objetiva una rebeldía mucho
destruirse y el granito deslizarse sobre las mós profunda que la del romanticismo o la de
aguas como un cormorón, an;'es de que toque la adolescencia. Ocurre aquí algo curioso: di-
la mano infame de un ser humano. ¡Atrós, ríase que Lautréamoflt deja de ser dueño de
atrós, esa manol" su personaje. Invertidos los papeles, ~~ Mal-
Moldoror se nos aparece aquí como un rebel- dorar quien se apodera del autor, el cual
de romóntico, pero con dos diferencias, sin pasa de creador a mero secretario. En cuanto
embargo. El tono ya no es el .de Byron o a Ducasse, ¿seró del todo consciente de alber-
Vigny: ,cobra esa violencia propia de todo gar al frenético monstruo? Maldoror repre-
discípulo que frota de superar a sus maestros senta una revuelta que ninguna reforma social,
por la mera vía de exageraciór,. Por otra porte, política, económica o moral puede apaciguar,
en lugar de guardar el hermoso reflejo de una revuelta que, enfrentóndose a la oscura
Lucifer, el óngel caído, Maldoror es un mons- y tenaz raíz ontológica de la creación, ata-
truo espantoso, sucio, roído por la lepra y caró primero a Dios, autor del universo; y
los pioios: ta descripción s~ alargtt; ptóéli~a luego al Hombre que e:ree ser SI tey; lJiH:1
en. Cletall~s ,repogr:iaHtes; cUriOSamenTe realislos fieDre de desirtlcelon lo élomlOa; Sactide ese
e iiiVeroslmll~s a la. vez; "Sran ebilHO t:xT~tidr' liaSto St:lS einiiéntes;
íS,e ,t~al0réi aqul ae tlnd v~rélaélero ()rif!l- resquebraja ses pilores; comenzando por los
iiolidqdrl:ii esto OpOrTUnidad; LaUtréamoHt si- valores JTiás a~mitidós y venera8os: sUstitUye
gue siendo el hombre de letras que, a pesar lo moral por el reino de los instintos elemen-
de un talento verbal indiscutible, de una sobre- tales -nos hablaré de lo "santidad del cri-
abundancia de inauditas imógenes pavorosas, men", de las "delicias de la criJeldad"-; 01
se sitúa evidentemente en la tradición de las noble y generoso amor prefiere el sadismo, lo
novel::ls de terror, este género "negro" nacido homosexualidad, la prostitución, el apego am-
a fines del siglo XVIii y que seguía en boga biguo del verdugo hacia su víctima; a la rozón
para un público fanatizado por su ambiente humana, creadora de falsos valores, opondré
misterioso, por sus intrigas complicadísimas, el delirio y la locura; al orden, lo anarquía
por sus jadeantes efectos de suspenso. Melmoth, indiferenciada: no mós leyes, jerarquías, fron-
en particular, del autor inglés Maturin, pasaba teras. Con la delectación de un iC(Hlociasta,
por ser entonces la obra maestra de eso clase habla del Hombre con cara de "saí:H;¡" o de
de literatura. En 1867, el editor Lacroix -el "pato", evoca sus propias nupcias monstruo-
mismo que dos años mós tarde haré imprimir sas, en alta mar, .con lo hembrp del tiburón ...
.. ~ps cantos de Maldoror- pubiiea uno tercera Estó muy lejos entonces de la rebeldía
@~ición de Melmoth. Se trata tan evidente- romántíca basada en la promodón del hombre,
ífIente de un tipo de expresión literaria, que muy lejos del Moisés de Vigny, enlq~'~umbre
hasta Breton, deseoso sin embargo de captar del Nebo, lanzando sus reproches a la fa%
Dios: paro enfrentar al Creador, Maldoror t1!l de la literatura, que no lo~gra hacernos temblar
transforma en pulpo. Su propio bestiario no de horror? Sabemos que, bajo la apariencia
es el romántico corte:~a de las brujas -gatos, romántica, se escondía un monstruo vivo que
buhos, cuervos-, sino que se compone de se nutría de la sensibilidad del hombre Ou-
criaturas informes e híbridas, en las cuales la casse. ¿Habrá mverto este monstruo? ¿Habrá
vida parece balbucear o tartamudear, habi- sido domado, 'Wjaulodo? ¿Cansado de esa
tantes ciegos de las pr9fundidades abisales. rebeldía frenética, habrá renunciado a la lu-
Lo que Maldoror sa~uda en el "Viejo Océano" cha abierta, adoptando la máscara cómoda,
no es 1.0 cuna de la vida, rica de todas las pro- impersonal, intercambiable, del conformismo?
mesas de una organización futura, es la imagen ¿Habiendo entrado a formar parte de la tar-
anticipada del aniquilamiento universal, del tufería social, transformado en "conciencia
retorno a la gran noche anterior al "Fiat Lux". respetuosa", aceptará la vida tal COI'IIO fue
creada, el mundo tal como lo fabricara", los
hombres, con sus catálogos, sus comparti-
¿Y EL DUCASSE DE LAS POESfAS?
mientos, etiquetas, códigos y credos? ¿Se in·
Sucede que Ducasse reaparece; retoma el c1inará ante los valores admítidos y venerados:
apellido paterno para firmar su nueva obra, familia, patria, leyes, moral, trabajo? ¿Brin-
las "Poesías". ¿Significa eso que hayan sido dará ahora un cálido apretón a la mano que
despedidos Lautréamont y Maldoror? Se lo le tienden? En pocas palabras, ¿se habrá sui-
puede creer si uno lee algunos pasajes de cidado? ¿O bien habrá que creer que, ven-
~artas que dirige a un tal Verbroeckhoven, so- cido, convencido de que toda lucha es inútil,
cio del editor Lacroix, o algunas afirmaciones Maldoror ha renunciado, sin olvidar por ello
de sus Poesías. Con estupor, se lee, por ejem- su irreprimible asco de la creación, a rebelarse
plo: "Usted sabe, renuncié a mi pasado. No contra el mundo social, político, económico de
canto más que la esperanza." "La poesía no los "hombres de progreso"?
es la tempestad, como tampoco es el ciclón. Se puede interpretar lo trivialidad de los
Es un río majestuoso y fértil". "La poesía Poesias como una tentativo de liberación por
debe tener por fin la verdad práctica." medio de ·10 alienación. Camus opta por mante-
Sin embargo, algunas declaraciones suscitan ner una relación estrecha entre los Can os y las
en nosotros la dudo. El que así se expresa no Poesías: en ambos casos, "se trota de no ser, ya
es el hombre Ducasse; es el escritor, el ex-Lau- seo queriendo no ser nada' o bien aceptando ser
tréamont, técnico de la plumo, siempre lisio cualquier coso". El humor, por su parte, aporta.
o trotar todos los temas en el estilo que más rá un remedio de salvación. Es la S!lprema forma
convengo. Eligió esta vez el seudónimo Isi· de rebeldia, la rebeldía invisible de quien,
dore.Ducas.~e y. por un. azor. di¡:¡no, de Iones- ~égani:lo la vida; se d~ el sí iTiismo la iiTlPre~
ca, C!ste seuoonlmo es. tqlJlPIen un nOlJlónimo; ~í.on, dé no p.értenecerle: Tod.o queda ¡iicam-
Yal.lue..exlste un. tal. .l.síc1Ore.. Dúcasse qu~; biado pero el nuevo punto dé vista modifica
trente al Lautreamont de IQ~ (;ant!)s. y al Uuc.assé t6oQ.
qe les r:-OeSlaS., podna hocer suya. 1.0 aclaraCión ¿Para qüe inultiplicor las interpretaciones?
de Kierkegaard: "Ninguna r~I~~ión privado me Son innumerables y de toda índole. Algunas se
une a ellos." Luego de lo cual, lavándose los presentan como verdaderos diagnósticos con·
monos, desaparece. El hombre de letras pro- duciendo o un caso de esquizofrenia bien de·
fesional está. dispuesto o poner lo retórica al finida o de delirio de persecución de tipo
servicio del éxito. El escándalo no dio sus
ambicioso. Por contradictorías que sean, to-
frutos: luego de haber hecho imprudentemente
das las explicaciones son posibles, pero nin·
imprimir Los Cantos de Maldoror, Lacroix rehúsa
guna es del todo convincente. Tampoco se
publicarlos. No importa; Lautréamont, transo
formcdo en Ducasse, .sustituirá entonces el excluyen unas a otras. Se tiene la impresión de
negro veneno por una buena sopa burguesa. que todas las llaves pueden entrar en la
Reconoce su error: "Canté el mal, como lo cerradura y funcionar perfectamente. Abrir la
hiceron Mickiewicz, Byron, Millon, Southey, A. puerta con cualquier llave y no poder salir
de Musset, Baudelaire, etc. Claro que exageré del laberinto, lo mismo do: el enigma queda
algo la noto, queriendo hacer algo nuevo". entero. Hay que resignarse: Ducasse·Lautréa·
Se muestra sumamente preocupacl.0 por la mont·MaJdoror nos aparecen como los hipósta-
acogido que tendrá su nuevo libro: "Lo que sis de una trinidad ambigua e indisoluble,
más deseo es que lo crítica me juzgue; uno vez atrayente e irritante a la vez. No olvidemos,
conocido, las cosas marcharán solas." además, que el destino de Ducasse, tan bru·
En I:uonto a Moldoror, ¿habrá ido simple- talmente truncado a los veinticuatro años por
mente a ubicarse dentro del infierno artificial una misteriosa muerte, no t::'tuda a aclarar
del romanticismo, esa espe~ de Museo Grévin ningún enigma.

694
JULES LAFORGUe: con el miedo a la muerte". Unas tarea:< .;,¡~;:"¡
cretarío mol remunerados y el clásico cuarlucho
-U-N-B-A-LA---N"::':CE=-=S:-::~O::-:G~~:"':A-=F¡::::c:"..::b-:L:7.IV:7.I"':"A:-:N=O-""'=
.~-.... amoblado vienen o completar este cuadro de
miseria. En este ambiente asfixiante, sólo la
,Montevideo, 10 de agosto de 1860 - París, poesía le proporcionará el oxí!l'eno salvador:
2Ó de agosto de 1887 ¡ tales son sus coordena- Jules laforgue empieza, en eiecto, a escr,bir
das de tiempo y espacio. poemas, entra en relaciones con clubes de
Sus padres vinieron jóvenes al Uruguay, ióvenes literatos ... El año 1881, el de su ma-
Pauline lacolley desde el Havre, Charles la- yoría de edad, marco un giro en su camino:
forgue desde Tarbes. Se conocieron y se ca- obtiene el cargo de lector de la vieja empe-
saron en Montevideo. Fue en esa ciudad, en ratriz Augusta, el día mismo en que fallece
el 1373 de la calle Juncal, donde nació Jules su padre.
laforgue, en una vieja casona que se demolió Entre cortesanos, centinelas y visitantes,
el año mismo del centenario del poeta. Desde dará comienzo entonces el capítulo alemán que
entonces, en lugar de su casa natal, se puede habrá de durar cinco años, en un palacio
ver un inmenso hueco que las lluvias convier- inmenso, donde se suceden sala), vestíbulos,
ten en lago; fue en esas aguas que, hace corredores. Ha cambiado el decorado, pero
algunos años, se encontró el cuerpo de un persisten la rutina y sus horarios implacables:
joven ahogado que nadie reclamó. Ese vacío, "Iay, que cotidiana es la vida'''.
esa muerte solitaria, son casual y trágicamente Por fin, en este clima de monotonía, surge
el símbolo de la vida y del drama ínterior de la aventura bajo la forma de una figura es-
Jules laforgue. belta, ojos color café, extraña ton~dilla, pe-
Aparentemente los laforgue, a pesar de su queña tos rebelde, nombre cantarlO; es ,una
juventud, no se adaptaron del todo al nuevo joven inglesa, leah lee, que pronto sera la
ámbito; en Montevideo siguieron siendo "los esposa de Jules laforgue. Empieza en~onces
franceses". Como poseído por una inqui:ta prí- el último capítulo, que se desarrollara con
sa, el padre embarca a sus dos varones mayo- ritmo de fiebre y de pesadilla. Instalado en
res -Emile de ocho años de edad y Jules, París, el joven matrimonio conoce en seguida
apenas llegado a los siete- hacia Francia, terribles apremios de dinero y de salud. Per-
patria de sus antepasados, cuna de esa cultura siste la tosecita... Por su parte, Jule.s lafor-
clásica que tanto admiraba. gue tardo en curarse de un rebelde "res-
Despojada de sus prestigios de paraíso per- frío;' . .. Fallece el 20 de agosto de 1887,
dido, la realidad revela a los niños su rostro a la edad de 27 años; seguido, un año más
brutal. Confiados a unos primos hermanos, tarde, por su joven viuda.
avaros tanto de su afecto como de su dinero,
los dos hermanos empezaron a aprender la
dora leccióh de lb $oledad~ J\, 19~ ii~ev~ _aij~~;
Jules ingresa como püpilo al liceo de Tarbe~,
Más cruel aún -ya que Re: t?sa ,eQQP !-ln ,p-j,ij,l?
.~ No s~¡j~i~~te~~~J~a~d~~, ~~r~ ~r~sef1t~r-
.Lo
~é a nosotros cara -a cara; .Laforgue.nos .0ff,E:lce
necesita del calor del hogar- viene a repe- s~ reflejo en todo tipo de espejos o nos delega
tirse el drama de lautréamont: siete años boja intercesores. Entre éstos, el más cercano al
el sígno de la rigidez y de la rutina. poeta -01 punto de que éste acabará. por
Cuando a los dieciseis años, vuelva a reunirse identificarse con él- es Hamlet, cuya fIgura
en París con su familia que regreso definitiva- domina toda la obra de laforgue, afirmándose
mente o Francia, será demasiado tarde: en- cada ver mós, desde los epígrafes de nume-
cuentra un extraño hogar, poblado de caras rosos poemas de los "Flores d? buena .volun-
'ciesconocidas, olvidados las de los podres, nun- tad" hosta la primera de sus MoraleJas, le-
ca vistas los de los hermanos nacidos durante gendarios"; Hamlet, en quien se mira y.secre-
suousencia. Reencuentro fugaz, por otra parte, lamente se admira, Hamll"t, su catarSIS, en
pues a poco fallece la .':'ladre. quíense proyecta y descarga su propia de-
Pronto también se esfuma el brillante espe-
bilidad.
jismo ~~e Po.rís: en otro lice? -el liceo Fon- Físic~Hl\en¡e se parecen como dos hermanos
tanes- e.;~uentra, como en Tarbes, 10sTIlismos
horarios regióc~ a campanilla, los m¡sm~s es- gemelos.
De laforgue, dice su amigo Kahn:
tudios austero$, Su ?adre, cuya salud dédina
rápidamel1\e, se mudo o Tc'bes con parte de "De estatura mediano, escrupulosamente,
su numeros"p¡oie. afeitado, cabellos castaños con rayo al costado
Jules laforgue teil.1~ó él también su "esta- derecho, ojos grises asombrados."
día en el infierno", infierno gris y silencioso, De Hamlet, dice laforgue:
sin Jlamaradas ni c1amores, "dos años de "De estatura mediana ... / de cabdlos cas-
soledad en bibliottecas, sin amor, sin amigos, taños ... , separados por una raya estricta, .. I
o todo responsabilidad es, indudablemente,
la locura. De ahí la tentación que ésta ejerce
sobre ellos: uno la finge del todo, el otro
se complace a menudo en representar el papel
del bufón que no toma nada en serio.

LA "DIFICULTAD DE SER"

¿A qué se debe este misterioso rechazo de


lo vida? Tal vez tenga sus raíces 'en lo más
hondo del temperamento, en un malestar cró-
nico, lo que Fontenelle, en su agonía, llamaba
"la dificultad de ser". Jules Laforgue perte-
nece a la raza de aquéllos para quienes los
funciones naturales se convierten en fenómenos
conscientes, penosos, siempre amenazados; a
esta dificultad se agrega, peor aún, el horror
de ser. Lo mismo que a Baudelaire o a Sartre,
n
1;.. , la vida le parece un inmenso fluir tibio, viscoso:
\.} sangre, esputos, esperma, pus, mucosidades,
baba, lqué obscenidad! Cómo no asombrarse
de verlo exagerar las distancias con esa vida
que le produce náuseas y, por encogimiento
instintivo, tratar de ocupar el menor espacio
posible a fin de hacerse menos vulnerable. Por
cierto, no será nunca un "gallardo", un "so-
berbio"; lo dice él mismo con tono melancóli-
camente burlón.
Sentirse vivir es también sentirse envejecer
y morir perpetuamente. El tic tac de su reloj,
los latidos de su corazón, el entierro que pasa,
todo recuerda a Laforgue que vivir pertenece
Man .. _crllo de un poema de "Flores de buena voluntad" 01 tiempo, es decir a la muerte. Tal era su
obsesión de la muerte que, al margen de sus
manuscritos, solia garabatear insólitos esque-
rostro imberbe ... , dos ojos de azul grisáceo, letos, espantosamente vivos, a veces con el
siempre asombrados." sombrero listo para el saludo o el bastón dis-
puesto para el paseo.
~h pqrentesco m.9ral ~s también evidente.
. En la obra 'de Laforgue, Hamlet se nos
aparece por primera vez, mirando al mundo EL NI~O PERDIDO
detrás de la ventana de su torre. Una ventana,
es decir una pantalla transparente entre el Los circunstancias se encargan de cO'mplicar
mundo y é!¡ una torre, la eterna torre, refugio y agudizar la angustia temperamental de La-
inexpugnable que llega a convertirse en susti- forgue. El acontecimiento dé~isivo que marcara
tuto del mundo. Más tarde lo veremos, refu- un corte en su vida es su partida de Montevi-
giado en un rincén oscuro de la sala donde deo. Desde enronces, habrá siempre para él, del
va a representarse su obra de teatro o es- otro lado del océano, un país prohibido que
condido detrás de una balaustrada para pre- vagamente recordará como a un perdido libro
senciar las exequias de afelio. de hermosas imágenes; primos cabalgando, un
Reconocemos en Hamlet una particularidad abuelo en una bella tienda, un tío dueño de
propia de lafor~\le: la conciencia de una fisura una fábrica, y sobre todo una madre, ausente
infranqueable, ':lunque imperceptible, entre el yola vez inmensamente presente. Para no
mundo exterior y él. Esta distancia, necesidad morir de tristeza, el poeta trata de reír del
y tormento a ltl vez, es acentuada por Lafor- "honesto techo de familia", de la lámpara,
gue con ánim:> masoquista: oír desde lejos de las galletitas... pero no puede contener
los rumores dI, la alegría popular le produce, 'un sollozo: "IOh, paísl IOh, familia!"
por ejemplo, un extraño y doloroso goce. Ni El paria sin §nmilia es también un apátrida.
uno ni otro '-si es que podemos disociar el Ni francés ni urvguayo, "triste caballero ano
binomio Hamiet-Laforgue- es capaz de asumír dante", "ciudadano del azar", como se auto-
sus actos. la manera más terminante de escapar denomind', lo vemos vagabvn.dear '{! lo largo

696
de los muelles y de los andenes, sin motivo moniosas, un poco desarticulados. De vez en
para irse ni tampoco poro quedarse. "No hoy cuando, uno de ellos se adelanto, presento
puertos", tal es su conclusión desesperado. su número, y luego de uno profundo reveren-
Esto soledcd en que está encarcelado, lo cia se reintegra 01 cortejo que encabeza un
ve reflejado o todo su alrededor, en el lamento inmaculado y majestuoso rey de Thulé. En
del mor, en los ladridos de algún perro per- un crujir de ropas almidonadas y un hálito de
dido, en "los sollozos de lo Tierra". ¿Tendremos lavanda, desfilan faldas sin manchas ni arru-
por lo menos el consuelo de lo solidaridad gas, mientras que, aquí y allá, ejecutan sus
humano, aunque sólo fuese uno desesperado piruetas los pierrots enharinados... Ni real-
fraternidad de compañeros de naufragio? Estos mente vivos, ni autómatas del todo, parecen

1 hombres y mujeres que lo rodean, ¿qué son


sino títeres de gestos mecánicos y mirado muer-
rememorar el posado y tratar de imitar o
los seres humanos.
J ta? El mismo, entre todos esos extranjeros,
¿qué es sino un proteiforme conjunto de células,
Paro bautizar o su propio universo poético,
laforgue recurre o un neologismo feliz y vigo-
codo uno gritando "yo, yo", antes de desper- rosamente sintético: Eternullité (Eternulidad).
digarse ridiculamente? Por todos portes broto ¿Qué nombre convendría mejor que éste al ex-
el absurdo. laforgue experimento el mismo traño país donde se ha abolido lo vida y es-
sentimiento que hará decir o Sartre: "Todo tancado el tiempo, donde "nada hace sombro
existente nace sin rozón, se prolonga por fla- ni se disgrego / Nace ni maduro"?
queza y muere por coyuntura". Uno palabra
clave en lo obro de laforgue es lo de "casua- DOS TEMAS MAYORES DE LA POÉTICA DE
lidad". Codo uno de nosotros es un ser for- LAFORGUE: LA LUNA
tuito, nacido por azor sobre un planeta occi-
dental. El amor mismo no es la comunión de Entre todos los amontes y cantores de lo
dos seres predestinados uno 01 otro, sino un luna se destoco particularmente laforgue. No
asunto de circunstancia ("Si ello hubiera en- solamente gusta de lo claridad de este ostro
contrado o A, B, C o D en lugar mío, los con la que suele envolver sus paisajes sino
hubiera amado únicamente"). que le dedico un verdadero culto.
Obsesión de lo muerte, sed de pureza, sen-O Se cometerío un grave error si Se considerara
ti miento de soledad y de absurdo, todos esos eso predilección por lo luna como una simple
aspectos de uno angustio crónico van o cobrar supervivencia romántica; igualment r: errado se-
los formas y los colores de un universo para- ría dejarse engañar por ese tono bür,~n que
lelo, o adquirir un rostro, o convertirse en pai- adoptó el poeta y prestarle uno intención de
sajes, mitos, imágenes, en uno palabro: a desmitificación análoga a la de Musset en su
constituir uno creación poético. famosa Balada a la luna. Se trata de una
adoración real, obsesiva, exclusiva; vemos o
EL UNIVERSO POÉTICO DE JULES LAFORGUE: Jules laforgue ofrecerse o esa luz suavemente
CLIMA, FLORA, FAUNA Y HABITANTeS mortífero, rogándole que le "volatilice los
tuétanos." Prodigo los cánticos y letanías mós
Paro poder entrar en el mundo laforguiano
acariciadores poro lo "Domo Blanca", lo puro,
hay que atravesar primero una blanda muralla
lo frío, lo estéril, lo muerta ...
de bruma que lo envuelve y lo protege. Al
internarse en él uno se siente sofocado de Bajo lo parodia de lo liturgia y lo dogmá-
angustio y de s.,!edad. Se respiro un aire enra- tica católicos, vislumbramos un auténtico y
recido, en el ::u.Ji f!ota un difuso olor a moho. poético maniqueísmo. El título "Imitación de
Reino uno IUI como estancado o dormido que Nuestro Señora lo luna" no es solamente una
ignoro el sol y los efectos del claroscuro. Uno alusión paródico o lo Imitación de Jesucrísto,
se siente fuera del mundo, de la vida y del sino una verdadero invitación o seguir lo lección
tiempo, con la impresión de un interminable de la luna, desde siempre y poro siempre
aportado de los juegos siniestros de lo vida y
1 suspenso. Se diría que la eternidad ha perpe-
tuado algún crepúsculo de un domingo otoñal, del tiempo. A través de los poemas reunidos
bajo el título citado se perfila uno especie de
J igual a todos los demás, con su aburrimiento,
sus estribillos de piano y de organillo, sus esquema de iniciación, en el morco de un ri-
toques de campano, sus calles por donde se tual netamente evocado: "Ello es lo hostia y
vaga, sus estaciones donde se tomo el primer el silencio es su patena"; los Pierrots son sus
tren que parte ... "blancos monaguillos". Empieza el ríto de
AIIi no se conocen la sangre ni la savia. Ape- la comunión: el neófito, "poniendo luna
nas podremos encontrar algunos flores blancas en su vino", esper-a que 01 correr ésto
y anémicas, un melancólico cisne, una bandada por sus venas, se produzca el milagro de
de pájaros siguiendo uno estela... Pálidas, una consustanciación. Adepto in<:orlc!,íciclnC11,
e"~a penumbra, formas Iigefas,cere~ gará o pral1(;{lciar sus votos con una
tI ato de ser grotescamentti enfático pero donde Hasta en sus sueños de amor, la falda ma-
tiemblo uno adoración misticu: "Luna, consumo terna, la "falda fiel", mezcla sus pliegues con
mi bautismo / Que fren le ) \.'s hombres yo los de la nueva y juvenil falda en un mismo
seo tu ahijado". fru-fru. Otras veces se yergue, hierática, como
Se troto, evidentemente, d¿ ¡¡no suerte de un inmenso ídolo que el poeta adora, besando
catorismo que reviste lo formo mitológico de fervorosamente su "dobladillo terminal"
uno oposición entre dos reinos, uno bajo el
signo del Sol, el otro bajo el signo de la Luna. TANTEOS EN POS DE ALGUNA SALVACiÓN
En uno se hallan la carne feliz, las miradas
arrogantes, los colores ardientes, los espigas Por absurda que parezca lo existencia, y
cargadas, las frutas maduras, las corolas y los ya que uno está condenado a vivirlo, hoy que
labios abiertos, las risas, las canciones, las encontrarle alguna justificación o, en su de-
fiestos, Es el imperio de la voluptuosidad, del fecto, algunos remedios o paliativos.
orgullo; también de la podredumbre, pues Como todo adolescente, como Rimbaud o
como lo notara Camus "el sol tiene también Lautréamont, Jules Laforgue empieza por la
su faz negro". En el otro se encuentran los rebelión. En su primer libro de poemas, El
párpado~ pensativos, los labios mudos, la sollozo de la Tierra, se entrega a violentos
lucho silencioso y sin tregua contra el Sol, desafíos e interrogantes; naturalmente, las pre-
contra ese cómplice de lo vida, empeñado en guntas quedan sin respuestas, los gritos sin
extender su luz como una espeso pasta alimen- eco, y los "muros de lo absurdo" incólumes.
ticio, sobre lo superficie de las cosas. Sin El joven poeta se convence que no hay salida
estrépito, o lo manero del radio, la luna por ese lado.
penetro y disuelve lo materia, este cáncer de Delante de él se abren, temibles, los caminos
la creación. de la libertad. ¿Cuál de ellos elegir? Como
era de suponer, serán los de la fuga, pro-
LA FALDA MATERNA metedores de una posible evasión. Jules Lafor-
Jules Laforgue no tiene la fuerza de entre- gue seguirá siendo el viajero de hoteles de
garse completamente a esa solitario sublima- paso y de trenes perdidos. Renunciando a "los
ción. El "ahijado de la Luna" sigue siendo un consuelos metafísicos", le pide, al delettantis-
niño perdido que no puede prescit)dir de al- mo el brillo titilante "de lo nuevo, de lo nuevo,
guno protección terrenal. Ya que nadie se la de lo permanentemente nuevo". Juega con la vi-
puede proporcionar, irá o buscar una ilusoria da y la poesía como con un caleidoscopio. Pero
seguridad entre imágenes tutelares, humildes "no son irrompibles los chiches". Roto entonces
imágenes de prendas: ropo de la infancia y el juguete, se deja tentar por el espeso sueño
de lo enfermedad, sábanas y pañales. Estos de las cosas. Trata de "madreporizarse", de
objetos, prosaicos por excelencia, cobran a "cosificarse". Flero fracasa en esos juegos
sus ojos una importancia capital. Despojados, prohibidos para los humanos y ensaya entonce,s
por supuesto, de su función utilitaria, repre- un término medio entre el "ser" imposible y
sentan para él la primera protección de la el "existir" difícil. En esa suerte de limbos,
carne vulnerable y, tal vez, más aún la entrega buscando deliberadamente esa monotonía y
total o los monos que saben, o las monos que esa rutina que antes había vituperado, La-
acarician. Dominando este pequeño paraíso forgue decide reducir sus angustias metafísicas
de ropas blancas, cobrando los proporciones al rango de "preocupaciones domésticas"; saca
de un verdadero mito, se erige y se extiende a pasear "sus pequeñas miserias", y mezclando
lo falda materno; de la madre ausente es la su "pequeña locura" con su "pequeña náu-
único imagen que le queda; sus ojos, su son- sea", compone su brebaje cotidiano que logra
riso, sus monos, todo lo que ero pérsonal, tomar sin demasiada repugnancia. A veces le
Jules Laforgue lo ha olvidado. Pero lo falda viene algún deseo de embriaguez. ¿No podrá
materno es uno y eterno. Es· el refugio en el ser el amor "el bautismo de nuestra razón de
cual los pequeño! buscan instintivamente el ser"?: "¡Oh, si una de ellas' llegara cualquier
recuerdo de lo oscuro y caluroso noche de don- noche'" .. , Pero no llegará ..· Y aunque lle-
de vienen, es lo fortaleza a la que se aferran gara, sería otra contingencia como tantas otras
en la aventura de sus prim""os pasos. y no el encuentro predestinado desde siempre.
Hecho estampo o movedizo esp';;;:é"'O, lo Ante todas sus tentativas abortadas, que re-
folda materna se mezcla a todos los aspectos presentan sucesivas enajenaciones, el poeta es
del mundo. El poeta. cree reconocerla en la el primero en reír amargamente. Como lau-
"titubeante cola de (a noche", o, extendida tréamont, llegará a pedir 01 humor si no lo
hasta los confines del mundc, \0 :~"'ntifica salvación -este "bautismo de la razón de
con ,el universo entero: "¡Oh vestido de Maia! ser", que tonto había anhelado- al menos
¡Oh falda de Mamá!" cierta Iiberadon, No seró por cierto el humor

69"
chirriante y sombrío del extraño joven que Fuero del alcance de lo vida, liberado de su
nunca supo reír, sino un "humor de Pierrot", contacto viscoso, el poeta bailo por encimo
liviano, aéreo. Jules Laforgue se fabrico en· de lo vida, en uno levitación modesto. por su.
tonces un personaje: el de payaso literario, puesto, que no tiene nodo que ver con los
acróbata del verbo, ilusionista del sentimiento. grandes víajes siderales de Jules Supervielle.

UN TEST IMAGINARIO A JULES LAFORGUE


-.¿Cuál es para Loforgue lo desgracio I
supremo? - La soledad.

- ¿Cuál es su color favorito? - El blanco inmaculado o o veces el blanco


triste, que se /loma el gris.

¿Su estación "mentol"? El otoño (o punto de volverse invIerno;.

- ¿El día de lo semana que prefiere? El domingo, paréntesis de lo vida.

- ¿Su flor favorita? - La azucena (blanca).

¿Su animal totémico? - El cisne (el de Lohengrin).

¿Su astro dilecto? La luna.

¿La ioya que más admira? Las perlas, lunas diminutas.

¿El personaie literario que me/or en·


tiende? - Hamlef.

- De los cuatro elementos ¿cuál prefiere? - El agua (principalmente las aguas lustro-
les del bautismo y de las lágrimas iu-
veni/es).

- ¿Cuál es su mu/er ideal? Depende en qué sentido sople el amor;


. Para amarla, la muier esbelta, evanes-
cente, del tipo Leah Lee, capaz de hacer
olvidar que tiene órganos sexuales.
- Para ser amado de ella: la muier tute-
lar: la nodriza (la "Nounou").

De las enfermedades, ¿cuál le parece La tisis, que discretamente vuelve a uno


menos temible? pálido, liviano, cada día más inmaterial,
más desligado de la Tierra.

De un VIo/e, ¿qué prefiere, la partida No hay nunca una verdadera llegada.


o la /legada? "No h'ay puertos". Por lo menos, la
partida encierra cierta esperanza.

- En una religión, ¿qué le gusta más, su - La liturgia, que proporciona un apoyo y


JULES SUPERVIELLE
FECHAS, LUGARES, HECHOS

Nació en Montevideo en 1884. Su vida


inicia, pues, su curso en Uruguay, este país
feliz que fue su rincón de paraíso sobre el
planeta Tierra. Merced a r6iterados viajes, a
I~ riqueza de sus recuerdos, o la presencia de
su mujer, Pilar, que siempre llevó "detrós de
sí, c{)m~ un recuerdo de familia / El sol del
Uruguay", tuvo el privilegio de poder con
frecuencia "beber de lo fuente", sin estor
cortado de ella como lo estuvieron Ducasse '1
~·Jforgue. Nunca fue un extranjero en Francia;
nunca tampoco un francés de paso por el
Uruguay. ¿Significa esto que jamás sufrió de
su condición algo híbrida de bipátrida? A
través de su obra vemos marcarse la curva
regular de su evolución. Le seró necesario
un largo trabajo interior para llegar a recon-
ciliar esas dos mitades de si mismo -el uru-
guayo y el francés- que, separadas, lo hi.
cieron largamente sufrir, como "un pobre pez,
fuera del agua / Que quiere respirar por
los ojos". Frustrado de su "exacto lugar",
el poeta terminó por crearse una especie de
imprecisa ubicación: "Las antipodas me tocan.
Me tocan a tal punto que ya no sé donde se
encuentra mi domicilio, si está en París o en
Uruguay". Terminará por extender este domi·
cilio al universo entero: el "Ulises montevi· En Montevideo, en las épocas de la "France Malheureuse"
deano" pasará a ser habitante del mundo,
viajero del cielo, y más aún "ciudadano del
otro mundo". disfrutar de las travesías, de la vida a bordo,
Pero otras influencias desempeñaron también de la enorme presencia del océano. Calculó
su papel. "Naci bajo los signos gemelos dei una vez que había pasado más de 400 días
viaje y de la muerte" dirá él mismo. A los en el mar. Consultado en ocasión de una
ocho meses, en efecto, pierde a sus padres entrevista sobre las fuentes de su inspiración,
y es criado por un tio, que él tomo por su contestó que en realidad dudaba si le debia
padre. Años más tarde, descubre lo verdad y más a Homero o a la Compañia de Trans-
paso entonces a ser doblemente huérfano. atlánticos que aseguraba el servicio entre Bur-
La muerte ya no cesará de ,"fermentar" en su deos y Montevideo.
corazón. Terminada la adolescencia es el doble in-
Entrecortada por algunas travesias'y breves greso al matrimonio y a la literatura, un poco
estadías en Francia, su infancia transcurre en como otros toman los hábitos y pronuncian
Uruguay, hasta la edad de diez años. Luego, votos, con la diferencia de que Supervielle
al igual que Ducasse y Laforgue, irá a prose'· dejará de lado toda disciplina rígida. Será
guir sus estudios en Francia, patria de sus ante- el Esposo, el Padre, el Poeta (con obligatorias
pasados, de su padre bearnés y de su madre m,gyúsculas) y su vida se enriquecerá con una
vasca. Conocerá allí el universo escolar, de: incomparable compañera, seis hijos y 25 vo-
cual guardará un mal recuerdo: siete años en lúmenes de poemas, novelas y obras de teatro.
el Liceo Janson de Sailly, la licenciatura de Muere en París, a los 76 años, el 17 de mayo
letras, "un mundo impreso con muchos signos de 1960.
de puntuación, demasiados puntos, comas ... ~sos son los hechos. Al verdadero Supervielle
y no bastantes signos de interrogación". Pero hay que buscarlo en su obra.
no es poro nada la cárcel que conocieron
Ducasse y Laforgue: es alumno externo, en EL MURMULLO DE AMÉRICA
relación con la vida normal; y, lo que es más,
posa las vacaciones en su Uruguay de vastos Su nacimiento en Uruguay, como toda si-
espacios, lo que, por añadidura, le permite tuación, fue a la vez una suerte y una limita-

700
clon. le permitió introducir en su obra ese se al del espacio, ero perspectivas i1imilaaas.
"color local" que no es sólo color, sino ~qmbi~n la pampa se pierde ú k,~ huidizos horizontes
aroma, sabor, acento de la voz, ritmo del del tiempo y de la r.!':K:o., y, sobre el vasto
cora;¡;ón; pero constituyó por otro parte un océano, planea "un olor 'Iíeío como el mundo".
peligro, el de dejarse encerrar en los límites Viajero con botas de años-luz, Supervielle
del exotismo sudamericano. Estuvo muy pró- pasa de los tiempos más remotos al porvenir
ximo a esta tentación en sus primeros libros más lejano: sueña, por ejemplo, en lo que
de versos, Poemas y Desembarcaderos, así como será, dentro de miles y miles de años, .. una
en dos novelas, El hombre de la Pampa y El joven aún soñolienta".
!iobreviviente, donde, con evidente complacen- Sin embargo, no es el p-,eta de las "anti-
da, puso el acento en dertos paisajes o per- cipaciones", menos aún el del "vivaz hoy"
sonaies tipicos. cantado por Mallarmé. Gusta ir a beber en las
Felizmente, Beber de la fuente, su compendio fuentes lejanas, no sólo en la fuente del país
de recuerdos del Uruguay, destierra definiti- natal, sino más allá, "en las épocas que tiem-
vamente todo lo pintoresco fácil del tipo de blan detrás de los horizontes", en la fuente
tarjeta postal; es que, en efecto, su vivencia primordial, en el despertar primero de la vida ..
de América obedeció a un proceso que analiza
con gran acierto Adolfo Casais Monteiro: "En EL POETA DEL SEXTO OlA DE LA CREACiÓN
lugar de ser un tema que el poeta desarrolla
ante nuestros ojos, América aparece como un lo que lo atrae en el espectáculo de' mar
substractum en que continuamente palpita, in- y de la pampa no son únicamente sus vastos
visible pero presente, no ya la América conti- horizontes, sino algo virgen e inacabado, evo-
nente, sino la que Supervielle lleva en si mismo cador del Génesis. Esa agua que modela in-
como legado de su infancia". Este legado es, cesantemente sus olas, esa hierba yesos vacas
sobre todo, el sentido del espacio y el de la que esperan no se sabe qué, ¿no habrán por
génesis de los seres y de las cosas. milagro escapado al séptimo día de la crea-
ción?
EL POETA DEL ESPACIO El universo poético de Supervielle se sitúa en
la aurora de 105 tiempos, cuando todo -ger-
El mar, la pampa, el cielo inmenso por minación, eclosiones, metamorfosis- estaba
encima de esas dos extensiones de agua y lleno de promesas y disponibilidades. Dos de
tierra, la muerte, ese otro abismo, todo se sus O~¡ as poética~ llevan el significativo titulo
conjugaba para habituar su mirada a las am- ';C Nacimientos y Primeros pasos del universo.
plias perspectivas. Frente a él, todo se agrando' Es el mundo anterior al pecado, a la muerte,
el menor objeto, el menor gesto, el m"',¡or a la ley, el del sexto dio de la creación.
sonido. Dondequiera esté, en la call.. o entre Toda su obra protesta contra el séptimo dio,
los suyos, siempre tiene concienc:\l de perte- contra ese f:>unto final que indica que los dados
necer a un inmenso contexto espacial. Al han sido echados. Es curioso comprobar que
igual que Chagall, se siente literalmente "en tanto lautréamont como Supervielle soñaron,
el aire"; así como las telas del pintor nos uno y otro, con ese momento previo a la crea-
ofrecen el extraño espectáculo de seres que ción, en el cual la vida balbucea en una mo-
vuelan, algunas yeces cabeza abajo, más de vediza confusión de formas; pero esa nostal-
un poema de Supervielle nos da una impresión gia toma un acento radicalmente opuesto en
de instabilidad: levitación, ascensión, deriva: uno y otro. lo que para lautréamont era la
basta una sacudida para que sea proyectada imagen premonitoria de la desintegración defi-
hacia los espacios siderales una carreta ma- nitiva, toma para Supervielle el aspecto de
nejada por un niño; de repente, en el curso de un radiante levantar de telón. En la luz na-
una comida familiar, la mesa, Pilar, los niños, ciente cada ser ensaya las modulaciones de
los amigos, le parecen zarpar en un viaje su voz, la tibieza de su pelambre, la mordedura
vertiginoso, rotas todas las amarras terrestres, de sus dientes. Pero al séptimo día comienza
"sin mapa y sin timón y con el cielo por ba- el drama: aparece Adán, con su mirada fria
randa". y su voz autoritaria. Es el amo que nombra
A las profundidades del cielo corresponden uno a uno todos los animales libres; y uno tras
las profundidades marinas, al espacio exterior, otro quedan fijados en SIl destino. A partir
el espacio interior -el que se extiende bajo de entonces desaparece lo alegría: el pájaro
la delgada frontera de la piel, con su geogra- "quisiera poder decir sencillamente lo que sien.'
fía, sus estrellas, sus mareas, sus cascadas, te sin estar obligado a cantarlo", los árboles
sus avalanchas- y el alma, otra inmensidad. envidian las raíces voladoras del caballo, mien-
Arriba, abajo, afuera, adentro, todo es abismo tras éste estira melancólicamente el pescuezo
sin fondo. El infinito del tiempo viene a sumar- hacia el mar, óvido de comer sus algas. Cado
uno siente pesar sobre él el yugo de ia ley, libre nube. Alcanza con que, durante una tra-
cada uno se siente también encarcelado en su vesía, un marinero piense, cor¡ "',,"0 terrible
soledad. intensidad en la niña que perdie(<F., para que
La simpatía de Supervielle va hacia aquellos nazca, en las aguas, un doble de la pequeña
que supieron guardar un reflejo o una frescura muerta, esta "niña de la alta mar", semi-real,
de aurora, a los que parecen haber escapado semi-fantasmal, que no puede ni vivir ni morir
al mundo del séptimo día, como los maliciosos del todo, pero que sufre, y cruelmente, de la
peces voladores; a aquellos cuya carne o soledad.
cuya alma están aún en formación: los niños ¿De qué vale liberar seres -imaginarios o
(Adán nació adultol. ¡Cuántos niños en la reales, eso no importa para el poeta- si
obra y en la vida de Jules Supervielle!: "La ellos no son felices? ¿De qué valen todos los
niña nacida recién", "La niña de la alta mar", prestigios de la magia si no existe remedio
el niño de la carreta, el niño que fuera y para para la soledad, ese mal supremo? Supervielle
quien escribe cuentos como el del Hombre de descubrirá ese remedio, no ya en su imagina-
la Pampa. ción sino en su corazón, ese corazón que re-
Su piedad va hacia las víctimas, los "con- conoce como su madre patria: es el amor, y
denados inocentes". Por ello está del lado de sólo él quien puede triunfar del aislamiento.
los libertadores. Si hizo de Bolívar el héroe "No existen distancias para el corazón astró-
de una obra de teatro, no es, por cierto, por logo", ninguna de las distancias que crean
gusto histórico. la geografía, la incomprensión, la indiferen-
Hija de esa pasión de libertad, una generosa cia, la hostilidad. No se trata de ese amor
cólera inflama a este Supervielle-Bolívar con- abstracto del que se vanagloriaba Lautréa-
tra la especie de los carceleros, los funciona- mont, sino del amor que sabe dirigir a cado
rios de la tiranía, los inspectores de las leyes, uno la palabra, la mirada, la sonrisa, la ca-
pesos y medidas, tales como ese Visitador Ex- ricia que necesita; amor que Sli! traduce en
traordinario encargado de mantener el orden, Supervielle en dos gestos habituales de sus
de cuidar que cada uno quede en su lugar, manos inolyidables: asir y envolver (Sénéchal).
bien separados ricos y pobres, amos y esclavos, Asir para reunirlas en su palma todas las
colonos e indígenas; tales también como la bellas cosas dispers.as, de las cuales amó el
cocinera de la obra tetral La Bella del bosque, ruido, el olor, el gusto, el brillo, el volumen y
cuidadosa de no mezclar las toallas con las el peso. "Asir, asir la noche, la manzana y
servilletas, escandalizada por el Gato con la estatua ¡ Asir la sombra y el muro y el
Botas, "un animal que no lo es y que sin extremo de la calle ... " y luego, cuando las
embargo lo es". cosas y los seres son demasiado lejanos, ex-
tender hacia ellos, al extremo de largos brazos,
LA MISiÓN DEL POETA manos que domestican, reúnen, reconcilian. El
imposible diálogo se vuelve entonces una co-
Al igual que Lautréamont, Supervielle no se munión sin palabras, en la cual, derribadas
propone cambiar el mundo; eso es cuestión de todas las barreras, fraternizan criaturas de
técnica, asunto para políticos o economistas. todo tipo, lugar y tiempo. Es un sueño, daro
Al poeta le incumbe cambiar la vida, rehacer está, que conoce amargos despertares, pero es
la creación o, más bien, proseguir el drama también un acto de fe. A la inversa de Mal-
apasionante del génesis, yeso por el poder doror, que aspiraba a la disolución definitiva
combinado de la imaginación, creadora de for- de la creación, Supervielle invoca y afirma la
mas nuevas, y del lenguaje, generador de reconciliación universal en el seno de la uni-
metáforas. Jules Supervielle experimentó, sin dad recobrada.
duda con plenitud, la embriaguez de crear, El gran Supervielle está quizá en ese mesia-
"de liberar de repente los ríos y las piedras / nismo que uno intelectualiza y traiciona que-
Los corazones palpitantes, los .,ojos, las· almas riendo analizarlo, pero que, en su obra, se
prisioneras", todo lo que aspira a la vida, expresa en palabras de todos los días, en
todo lo que reclama un nombre, unos contor- imágenes familiares -"la leche azul de la
nos. Así es como presiente un futuro caballo luna, la miel de las estrellas"- sin recurrir
del cual sólo existen el relincho y la crin, o a un sistema metafísico o a un lenguaje de
que entrevé la gestación de "dos o tres ani- predicador. Diriase que una savia secreta cir-
males I Que aún no tienen nombre". cula por todci su obra y la vivifica.
Esta creación poética escapa a la implaca-
ble ley de la progenie: lo semejante no produce "EL APRENDIZ DE LA MUERTE"
forzosamente lo semejante. De un capricho de
la fantasía o de una pesada obsesión pueden Esta cálida camaradería entre todos los se-
nacer apariencias nuevas: es un pino que se res de la' creación, desde los más próximos
hace barca; una ardilla, hoja; un balcón, hasta los "amigos desconocidos", no excluye

702
a la tristeza, atenúa solamente su i:rueldad. "aprendiz de la muerte". Se entrega entonces
Lo gran tristeza que Adán introdujo en el a un largo y difícil entrenamiento, entrecortado
mundo es la muerte, tristeza que para algunos de impulsos contradictorios, a través del cual,
se vuelve angustia, obsesión. Este el coso de sin embargo, se dibuja la curva de U:'l gradual
Supervieile, huérfano o los ocho meses, siem- consentimiento. Se dedica a insólitos ensayos
pre a la busca de sus padres, para siempre de la muerte: a veces, despidiéndose de su
hijo de una eterna muerta de veintiocho años, cuerpo torpe, de su fatiga humana, se deja
acechado él mismo por la muerte que con invadir por una voluptuosa paz mineral; otras
grandes golpes llama en su pecho de cardíaco. veces grita en él la nostalgia del reino de
Habituado a no separar nada ni nadie, ni la tierra, en el que las cosas hacen ruido al
siquiera las categorías generalmente admitidas caer y pesan en la mano. Un rayo de esperanza
-presencia y ausencia, tiempo y espacio, su- penetra en su incertidumbre: la perspectiva de
jeto y objeto-, ¿cómo podria colocar una una libertad incondicional que viene a confir-
barrera infranqueable entre vivos y muertos:' mar, con una promesa solemne, uno misteriosa
Siente intensamente que éstos viven con una voz interior: "Pronto, pequeño, pronto serás un
existencia tan intima mente confundida con la muerto libre I Pronto recorrerás mayores distan-
nuestra que todo queda indiviso entre nosotros cias I En la inmovilidad del cuerpo y el silen·
y ellos. ¿A quién pertenece esa risa o esta cio".
lágrima, de quién son ese gesto, esa palabra?
Viajero inmóvil, sin equipaje ni pasaporte,
A veces, desde el fondo de nosotros mismos,
liberado de los fronteras y de las distancias,
oímos la voz lejana de nuestros antepasados:
podrá entonces, sin esfuerzo, reunir los Pirineos
"Somos uno contigo I No nos olvides".
de sus antepasados y el Uruguay de su in-
Entre los muertos que albergamos, hay uno
con singular destino: el muerto que habremos fancia, asir con un solo gesto -iY con qué
de ser. Durante sus largos insomnios, cuántas manos inmensasl- todo lo que vuela o nada,
veces Supervielle lo ha sentido moverse dentro fluye o huye ...
de sí, impaciente, como un prisionero anhelan- Lejos de considerar la muerte como el ba-
do su libertad. Sin embargo, fiel a su misión de lance negativo de la vida, Jules Supervielle
reconciliador, dominando su espanto, el poeta llegó a ver en ella la suprema realización,
se esfuerza en establecer con su doble interior el triunfal bautismo de lo esencial que cada
relaciones de buena vecindad. De huésped uno lleva en sÍ, Esa fue la magnífica recom-
cortés, llega a convertirse humildemente en pensa de su largo y valiente aprendizaje.

SUPERVIELLE: EL VIAJE Y LA MUERTE


"Nací en Montevideo, pero tenía apenas drama de exilio que codo uno tuvo que
ocho meses cuando partí un día hacia Fron· enfrentar y vivir o su manera, con su actitud
cio en brazos de mi madre que allí moriría, y su estilo propio. Cual un héroe trágico,
lo mismo semana en que lo haría mi podre, Loutréamont, asumió orgullosomente su aje·
Sí, todo eso dicho en uno mismo frase. nidod, ensanchándolo hasta proclamarse
¿Uno frase, un día, todo lo vida, no es el Gran Extranjero de lo creación, en tonto
ocaso uno mismo coso poro quien naciera el patético Laforgue no pudo sino soportar,
boja los signos gemelos del viaje y de lo en lo humillación y un constante deseo de
muerte?" eVaSIón, su destino de apátrida y Supervlelle,
nuevo Orfeo, logró disolver su conflicto ín-
LA CLARINADAS, LAS TONADILLAS Y timo en lo armonía universo/.
LOS AMPLIOS ACORDES Sin embargo, o pesar de los diferencias
temperamentales y artísticos que manifies-
Los innumerables y valiosos estudios de- tan los obras de los tres escritores, o través
dicados o nuestros tres escrifores menospre- de los clarines de Moldoror, de lo "pequeño
cian tal vez su aspecto franco-uruguayo, con· tonadilla de gaita" de Loforgue, de los
siderondo su doble nacionalidad como un amplios acordes de Supervielle, por diverso
mero problema administrativo y su naci- que seo su orquestación, se puede captor el
miento en Montevideo como un occidente murmullo de lo fuente natal, hondo y nos-
algo exótico. Ninguno de ellos evidencio, tálgico.
por cierto, un destino de forastero "' uno , ,Ef monumento que pronto veremos levan-
obro comarcano. El alcance universal de tarse' ~n el cruce de los calles 'Juncal y
sus creaciones y el acento humano de sus Reconquisto no será la mero figuración de
vidas, hocen olvidar lo raíz oculto, el oscuro un juego de lo literatura y de lo geografía,
tránsito de lo savia. sino que unirá visiblemente o tres poetas
En esto orillo del Atlántico -el lodo de yodos países en uno fraternidad pertene·
los roíces- tal vez nos seo más fácil vis- ciente, como diría Superviefle, o los "gran-
lumbrar los profundidades de un verdadero des profundidades".
BIBUOGRAFIA BASICA
LAttrIléAMONl'
Obras completas comentadas
De las numerosas ediciones de las Obras
Completas de Lautréamont citaremos:
Lautréamont, Oeuvres Completes, con prefacios
de lo Genonceaux, R. de Gourmont, E. Ja-
loux, A. Breton, etc.
Lautréamonf, Oeuvres Completes. Esta edición
comporta numerosas ilustraciones y una in-
troducción por André Breton.
Lautréamont, Oeuvres Completes, avec des notes Supervielle con Pilar, en 1942
pour une vie d'lsidore Ducasse et de ses
écrits (Maurice Saillet - Le livre de Poche).
Capretz, Pierre: Cinq poemes inconnus de Jules
Laforgue (Revue des Sciences Humaines).
Obras de crítica
Fargue, Léon-Paul: Jules Laforgue (Revue de
Lautréamont ét Sade de Maurice Blanchot (édi-
Paris) .
tions de Minuit!.
Greene, J. H. Edward: Jules Laforgue et T. S.
Lautréamot de Gastón Bachelard (José Corti).
Eliot (Revue de Littérature comparée J•
Lautréamont par lui-meme de Marcelin Pleynet
Ipuche Riva, Rolina: Centenario de Jules Lafor-
(Collection Ecrivains de toujuors).
gue (Suplemento dominical de "El Día" J.
Lautréamont de Philippe Soupauld (Collection
Kahn, Gustave: Jules Laforgue, souvenirs (Mer-
Poetes d'aujourd'hui).
cure de France J•
JULES LAFORGUE Ramsey, Warren: Jules Laforgue and the Ironic
Inheritance (Oxford University Press).
!istudios generales
Reboul, Pierre: L'Univers poétique de Laforgue
Cuisinier, Jeanne: Jules Laforgue (Messein).
dans les Complaintes (Mercure de France).
Duprey, Marguerite: Vida y Obra de Jules La.
Péres, J.: Anticipations des principes de la Psy-
forgue - Homenaje de lo Academia de
choanalyse dans I'oouvre d'un poete fran~ais
Letras del Uruguay en el centenario del na-
(Journal de psychologie normale et patho-
cimiento del autor.
logique) .
Durry, Marie-Jeanne: Jules Laforgue (Collection
Poetes d.'aujourd'hui) SUPERVIELLE
Guichard, Léon: Jules Laforgue et ses poésies Artículos
(Presses Universitaires de France)
De innumerables artículos aparecidos en dia-
Guillot Muñoz, Gervasio y Álvaro: Lautréamont rios y revistas, destacaremos:
et Laforgue.
El número especial de la revista Regains.
Reboul, Pierre: Laforgue, I'hornme et I'oouvre
(Collection Connaissance des Lettres). Gants du Ciel. Fascículo de homenaje o Su-
pervielle.
Ruchon, Franc;ois: Jules Laforgue. Sa vie, son
ceuvre (Alberto Ciana). Libros

Estudios particulares Casa:·' Monteiro, Adolfo: Descobertas no mundo


interior (Presenc;a J •
Bertrand, Jules: Jules Laforgue, poete fran~ais
né a Montévidéo (Les Cahiers Franc;ais de Sénéchal, Christian: Jules Supervielle, Poete de
Monti>vidéo) . l'Univers Intérieur (Les Presses du Hibou).
Bolgar, R. A.: The present state of Laforgue Roy, Claude: Supervielle (Collection Poetes
studies (French Studies) d'aujourd'hui) .

704
En CAPITULO ORIENTAL Índice
NQ 45 - TE..\1:AS DE FASC1CULOS
-ILUSTRACIONES
ÍNDICE GENERAL
y junto con el fascículo, el libro
CIEN AUTORES

Juies Laforgue, aguafuerte realizada por su ha._euo e-\l\~ y publicada con lo editio princep, de Mor"lités'
légendaire, (18871
Este fascículo, con el libro
LOS CANTOS DE MALDOROR
constituye la entrega N.o 44
de CAPITULO ORIENTAL

Supervielle, ,según el escultor M¡chelenc 119101

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