Y Al Que Sabe Hacer Lo Bueno
Y Al Que Sabe Hacer Lo Bueno
Y Al Que Sabe Hacer Lo Bueno
El que sabe
hacer lo bueno. Esta frase nos dice cosas muy interesantes. Nos dice que hay que
saber. Hay que saber dos cosas: Hay que saber y hacer lo bueno. El texto dice que
hay que hacer lo bueno, realidad dice dos cosas: hay que saber lo bueno para hacer
lo bueno. Mucha gente no hace lo bueno porque no sabe lo que es bueno. La
palabra saber. La palabra eido en griego quiere decir: saber, conocer, percibir,
entender, comprender, mirar, etc. En la biblia hay personas que no saben nada. 1.
Timoteo.6:4. Este pasaje dice que hay personas que deliran que saben pero no
saben nada. Hay quienes saben pero no saben cómo debe saberlo. 1. Cor.8:2. Dice
que si alguno se imagina que sabe algo. Imaginar quiere decir considera, piensa que
sabe algo. Aun no sabe nada como debe saberlo. La palabra debe, denota la idea de
alguien que sabe lo que es preciso, lo que debe saber, lo necesario. Hay que saber
hermanos para saber cómo hacer lo bueno. La otra palabra es hacer. El pasaje no
dice el que hace lo bueno, o el que sabe lo bueno. Dice el que sabe hacer bueno.
Esta es una invitación a hacer las cosas bien. En los tiempos de Caín, el Señor le
exhorto que si hacia el bien será enaltecido. Genesis.4:7. La palabra hacer bien es la
idea de algo acepto, correcto, exitoso, algo bueno agradable a Dios. Caín fracaso no
porque no sabía el bien, si no porque considero que la manera de hacer las cosas a
su manera era la manera de hacer las cosas mejor. Si no hacemos las cosas a la
manera de Dios, el pecado estará listo para atraparnos. Esta listo ahí reclinado a la
puerta para destruirnos. En los tiempos de los jueces se daba un fenómeno. Jueces
21:25. Cada uno hacia las cosas, pero como bien le parecía. La palabra parecer tiene
que ver con agradar, su color, a su gusto, ojo, opinión, a su vista, o a su agrado.
¿Realmente es así como se hacen las cosas? No. El encuentro de Pablo es bien
interesante en el libro de los hechos. Pablo se encuentra con el Señor y le dice dos
preguntas: ¿Quién eres señor? Y después de la respuesta del Señor le hace otra
pregunta ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra a la ciudad
y se te dirá lo que debes hacer. Hechos. 9:4-6. A Pablo bien hubiera dicho hoy voy
hacer algo, pero que por que el no me lo dijo. Solo me dijo que se me dirá lo que
debo hacer. Una buena pregunta ¿quién te dice a ti lo que debes hacer?, Tu mismo,
otra persona o Dios. Esta respuesta es contundente doce que se le dirá lo que debe
hacer. La palabra lo que debes denota la idea de hacer lo que es necesario, lo que
conviene, lo obligatorio, lo que es preciso, lo que es una necesidad. No es lo que yo
quiero. Lo que es preciso. Un ejemplo es el Señor el hizo lo que conviene.
Mateo.3:15. Juan el Bautista no quería bautizar al Señor, pero él le dijo que así
conviene que cumplamos toda justicia. El deber es el deber, es lo que vale la pena y
lo que conviene. Es necesario hacerlo. El problema del hombre es que el hombre no
hace lo que conviene. Rom 1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios,
Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen. Estas
personas hacían pero lo que no conviene eso es evidencia que no tomaban en
cuenta a Dios, no aprobaron lo que dice. Cuando una persona hace lo que no
conviene tiene una mente reprobada. Hoy en días eso es común. Pensaremos mas
en esto en los próximos días.
4:11-17 Nuestros labios deben regirse por la ley de clemencia, así como la verdad y la
justicia. Los cristianos son hermanos. Y para romper los mandamientos de Dios, es
hablar mal de ellos y juzgarlos, como si se colocan demasiado grande una restricción
sobre nosotros. Tenemos la ley de Dios, que es una regla para todos; no nos
atrevemos a establecer nuestras propias ideas y opiniones como una regla para los
que nos rodean, y tengamos cuidado para que no seamos condenados del Señor.
¡Vamos ahora, es una llamada a cualquiera de considerar su conducta como estar
equivocado. Cómo apt hombres mundanos e ideación deben dejar a Dios fuera de sus
planes! ¿Cómo vano es buscar cualquier cosa buena sin la bendición y la guía de
Dios! La fragilidad, falta, y la incertidumbre de la vida, debe comprobar la vanidad y la
confianza presuntuosa de todos los proyectos para el porvenir. Podemos fijar la hora y
el minuto de sol de salida y puesta de mañana, pero no podemos fijar el tiempo
determinado de un vapor que se dispersa. Así resumen, irreal, y el desvanecimiento
es la vida humana, y toda la prosperidad o el disfrute que le atiende; aunque la
felicidad o la aflicción para siempre deben ser de acuerdo a nuestra conducta durante
este momento fugaz. Siempre estamos a depender de la voluntad de Dios. Nuestros
tiempos no están en nuestras manos, pero a la disposición de Dios. Nuestras cabezas
se pueden llenar de preocupaciones y artilugios para nosotros mismos o nuestras
familias, o nuestros amigos; pero la Providencia a menudo arroja nuestros planes en
la confusión. Todo lo que diseñamos, y todo lo que hacemos, debemos estar con la
dependencia sumisa a Dios. Es absurdo, y es que hace daño, a presumir de las cosas
del mundo y los proyectos que aspiran; que traerá gran decepción, y probará la
destrucción al final. Las omisiones son pecados que serán llevados a juicio, así como
las comisiones. El que no sabe el bien que se debe hacer, así como el que hace el
mal que él sabe que no se debe hacer, será condenado. ¡Oh, que eran tan
cuidadosos de no omitir la oración, y no descuidar a meditar y examinar nuestras
conciencias, ya que no estamos para cometer vicios externos brutos contra la luz!
Santiago 4:5-17
Continuamos hoy, amigo oyente, viajando por la epístola de Santiago. Cuando
comenzamos a estudiar el capítulo cuatro de esta epístola en nuestro
programa anterior, el tema que encontramos, fue la vacuidad y la insipidez de
la mundanalidad.
Santiago dejó bien en claro que los deseos egoístas conducían a todo tipo de
conflictos. Este espíritu o actitud conflictiva es mundana; no es cristiana, y no
constituye un enfoque cristiano de la vida. Estas son las pasiones que
representan a la vieja naturaleza humana. Una persona debe ser regenerada
por medio de la fe en Cristo, y estar así habitada por el Espíritu Santo.
Lo que Santiago describió en los primeros versículos de este cuarto capítulo de
su epístola, fue el espíritu del mundo. Cuando ese espíritu que predomina en el
mundo se introduce en una iglesia o comunidad cristiana, produce una iglesia
mundana.
Dice el versículo 2 de este capítulo, no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
Es que nuestros deseos deberían ser presentados ante el Señor en oración ---
para que sean satisfechos, negados o refinados--- y entonces tenemos que
aceptar la respuesta divina. ¿Cuál es la cura para la mundanalidad? Pues es la
oración; por lo tanto, es la fe en Dios. El apóstol Juan, en su primera carta,
capítulo 5, versículo 4, lo expresó de la siguiente manera: 4porque todo lo que
es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al
mundo, nuestra fe. La respuesta es confiar absolutamente en Dios, dirigirnos a
Él en oración y encomendarle lo que tenemos en nuestro corazón. Cuando uno
encuentra que hay conflictos y envidia en su corazón, debería hablarle al Señor
acerca de esa pasión. Muchos de nosotros nos presentamos ante Él dando por
sentado que somos buenas personas y que, en consecuencia, debería
reconocerlo o recompensarlo de alguna forma.
En nuestro programa anterior reprodujimos unas palabras de un hombre que
vivió cerca de Dios, es decir, que tuvo una relación íntima e compañerismo con
El. Nos referimos a Fenelon, un místico de la Edad Media.
"Exprésale a Dios todo lo que hay en tu corazón, como uno descarga su
corazón, con sus placeres y dolores, a un amigo querido. Cuéntale todos tus
problemas, para que El te consuele; háblale acerca de tus alegrías, para que El
pueda moderarlas. Exprésale tus anhelos y deseos, para que El pueda
purificarlos. Háblale de las cosas que te producen rechazo, para que El te
ayude a conquistarlas. Exponle tus tentaciones, para que El pueda protegerte
de ellas. Muéstrale las heridas de tu corazón, para que El pueda sanarlas. Pon
al descubierto tu indiferencia hacia el bien, tus depravados gustos por el mal,
tu falta de estabilidad. Cuéntale como tu egoísmo te hace ser injusto con los
demás, como la vanidad te tienta a ser poco sincero, como el orgullo te oculta
ante ti mismo y ante los demás."
"Si derramas todas tus debilidades, necesidades y problemas, no te faltará qué
decir. Nunca agotarás el tema, que será renovado constantemente. Las
personas que no guardan secretos entre sí nunca quieren temas de
conversación. No sopesan sus palabras, porque no hay nada que ocultar, ni se
preocupan sobre qué van a decir. Hablan de la abundancia de su corazón, sin
consideración, simplemente diciendo lo que piensan. Dichosos son los que
logran una relación tan familiar y franca con Dios."
Habiendo estudiado la Palabra de Dios, y después de haber escuchado las
palabras de Fenelon, hemos llegado a la conclusión de que íbamos a contarle
todo al Señor Jesús. Le hemos expresado todas las vivencias todas las
vivencias de nuestra vida que eran pecaminosas y discutibles. El nos conoce, El
comprende, y El nos ha perdonado.
Ahora, escuchemos lo que Santiago dice en el versículo 5 del capítulo 4 de su
epístola:
"¿O pensáis que la Escritura dice en vano: «El Espíritu que él ha hecho habitar
en nosotros nos anhela celosamente»?"
¿Estamos tratando de engañarnos a nosotros mismos de que somos personas
muy buenas, y que no tenemos envidia ni celos en nuestros corazones? Hay
celos razonables que parecen una consecuencia normal entre personas que se
aman, y que no están en contradicción con la confianza que debe existir entre
ambas. Y en el ámbito espiritual, Dios dijo que Él tiene celos de Sus hijos. Pero
¿qué diremos de los celos en el sentido negativo, es decir, de los celos que
alguien siente al no haber sido elegido para un cargo destacado, o porque no
ha recibido de una comunidad cristiana el reconocimiento que cree merecer?
¿Y qué diremos de los conflictos causados por esta lengua que tenemos?
Santiago dijo que la solución al problema es dirigirse al Señor Jesús y contarle
nuestro problema, expresarle todo lo que hay en nuestro corazón. Ahora,
Santiago tuvo algo más que decir aquí en el versículo 6 de este capítulo 4:
"Pero él da mayor gracia. Por esto dice: «Dios resiste a los soberbios y da
gracia a los humildes»."
Lo hemos dicho una y otra vez: Dios está lleno de gracia. Usted y yo no
sabemos cuánta gracia y misericordia Él tiene para nosotros. Él tiene una gran
abundancia de gracia. La gracia ha sido definida como, pero nosotros la
llamamos "amor en acción" Dios entregó a Su Hijo y fue por su gracia que
somos salvos. Por ello decimos que Él tiene abundancia de gracia. Usted podría
decir: "Ah, pero yo estoy tan mal dentro de mí, tan lleno de pecado". Estimado
oyente, diríjase al Señor y cuéntele como en su interior se siente un pecador y
pídale gracia por vencer, y se la dará. Él es el Cristo vivo, intercediendo por
usted en el cielo, a la derecha de Dios.
Ahora, algunos dudan sobre el excedente de Su gracia. Permítanos decirle,
estimado oyente, que todas las medicinas del mundo no pueden curar a un
enfermo, a no ser que éste tome el remedio indicado para su caso. De la
misma manera, Dios tiene la gracia, ¡aprópiese usted de ella! Es posible que
un hombre se muera de sed frente a un manantial de agua situado en frente
de él. Tiene que beber de esa agua, tiene que apropiarse de ella antes de que
el agua pueda salvar su vida. No podemos culpar al agua por su falta de
efectividad, si la persona sedienta no se ha acercado a la fuente a beberla.
Y el versículo 6 también dice: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los
humildes. Esta es la clase de recipiente en el que la gracia de Dios debe ser
llevada; debe ser llevada por un individuo humilde. Continuemos leyendo el
versículo 7, de este cuarto capítulo de Santiago:
"Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."
Cuando usted va a un médico para recibir su ayuda, se somete a él. Y no
importa la cantidad de medicinas que recete, o que nos dé una lista de
advertencias o indicaciones, seguimos fielmente sus instrucciones.
Y aquí también leemos: resistid al diablo, y huirá de vosotros. Muchos se
preguntan "¿cómo voy a resistir yo al diablo?" El apóstol iba a ser muy
práctico. Acababa de decir que necesitamos un poco más de gracia, porque
como dijo en el versículo 6, el da gracia a los humildes. En otras palabras,
usted no va a ser capaz de resistir al diablo con sus propias fuerzas. Usted y yo
estamos rodeados de fuerzas de maldad. Como ya hemos visto, la tentación se
encuentra por todas partes. Dios suple Su gracia de acuerdo con la necesidad,
y Su provisión nunca se agota. Es como si Dios dijera: "Esto es vuestro. Podéis
apropiaros de ello". Continuemos leyendo el versículo 8:
"Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones."
Estimado oyente, Dios se dirige hacia la puerta de su corazón. Él no llegará
más lejos. le llama, y usted es el que tiene que dejarle entrar. Esta es la única
forma en la que Él va a entrar.
Se cuenta que en una ocasión, Martín Lucero le arrojó un tintero al diablo.
Alguien podría decir que fue una locura que él hiciera semejante cosa. Pero
tenemos que tener en cuenta que, a su manera, o para el conocimiento que
tenía, él creía estar resistiendo al diablo. Santiago nos dijo que la forma de
resistir al diablo es acercarse a Dios. Entonces, el diablo huirá, se apartará de
usted, porque el diablo no quiere estar en compañía de Dios. El diablo no
llegará hasta usted a menos que usted se aleje demasiado de Dios. Un lobo
nunca ataca a una oveja mientras ella se encuentre con el resto de las ovejas y
con el pastor. Y cuanto más cerca se encuentre la oveja del pastor, más segura
estará. Nuestro problema es que a veces nos alejamos demasiado de Dios.
Luego, dice aquí el versículo 9 de este cuarto capítulo:
"Afligíos, lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo
en tristeza."
Hay ciertas condiciones o situaciones que requieren lamentos, lágrimas y no
alegría. El pecado nunca debe ser tratado con ligereza. Cuando oímos a un
cristiano tomarse el pecado a la ligera, con frivolidad, tenemos la sensación de
que, cuando nadie lo está mirando, el consiente el pecado. Nadie debería tratar
el pecado con frivolidad, usted debería lamentarse por sus pecados. En la
actualidad el problema es que los cristianos no se están lamentando por sus
pecados.
A veces nos preguntamos por qué, habiendo tantos destacados predicadores
del Evangelio participando en grandes reuniones evangelísticas, no se produce
una renovación en la iglesia. Creemos que Santiago nos dejó algo para pensar
al respecto. En una ocasión le preguntamos a uno de ese predicadores por qué
la evangelización que se lleva a cabo no estaba renovando a la iglesia. Y él
respondió que en su última serie de conferencias siguió una estrategia
diferente. Antes de dirigir predicaciones y mensajes evangelísticos para la
gente en general, tuvo 6 semanas de enseñanza y desafío para los creyentes.
Entonces sí, se produjo una renovación de las iglesias que participaban en ese
esfuerzo. Y esta reacción se produjo porque, antes de testificar a los no
creyentes, se trató directamente el problema del pecado en las vidas de los
creyentes. Es que con demasiada frecuencia nos negamos a enfrentarnos a
este problema. Y es importante, por la actitud de humillación y confesión que
implica, reconocer la necesidad de lamentarnos por nuestros pecados. Leamos
ahora el versículo 10 de este cuarto capítulo:
"Humillaos delante del Señor y él os exaltará."
Aquí destacamos la frase él os exaltará. Ese es hoy nuestro problema.
Creemos que somos inteligentes, fuertes, que tenemos capacidad y que somos
buenos. Pero Dios dice que en nuestro interior no está el bien. No hay en
nosotros nada que a Él lo atraiga, es decir, una bondad inherente.
Simplemente, es nuestra gran necesidad lo que a Él lo atrae. Si estamos
dispuestos a humillarnos y descender hasta el lugar en el cual pueda
levantarnos, Él nos elevará.
En una ocasión observamos a un socorrista en el mar, golpear a alguien que se
estaba ahogando y dejarlo sin conocimiento. Más tarde el socorrista nos
explicó el que se estaba ahogando estaba luchando por salvarse él mismo y
entonces no lo podía ayudar hasta que el otro, a la fuerza, tuvo que rendirse.
Creemos que a veces Dios nos tiene que dar un golpe para que nos rindamos y
le permitamos que Él se haga cargo de nosotros. Continuemos nuestra lectura
con los versículos 11 y 12:
"Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano
y juzga a su hermano, murmura de la Ley y juzga a la Ley; pero si tú juzgas a
la Ley, no eres hacedor de la Ley, sino juez. Uno solo es el dador de la Ley,
que puede salvar y condenar; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?"
Si usted juzga a su hermano, desobedece a la ley, lo cual equivale a colocarse
usted mismo por encima de la ley y tratándola con desprecio. En otras
palabras, ¿quién se cree usted que es? Cuando comienza a actuar de esa
manera, está procediendo a ocupar la posición de Dios. Un ejemplo puede ser
aquel pecador que dice: "Soy lo bastante bueno como para salvarme, Señor,
no necesito tu salvación". Tú te puedes hacer a un lado y yo entonces subiré y
me sentaré a tu lado. Yo soy mi propio salvador". Pero, estimado oyente, Dios
dice en Su Palabra que Él es el único Salvador. Después tenemos otro ejemplo
en otro individuo que se pone a juzgar a todos los demás. Santiago estaba
diciendo que el juicio es una ocupación propia de Dios. Como podemos leer en
Juan, capítulo 5, versículo 22, 22porque el Padre a nadie juzga, sino que todo
el juicio dio al Hijo. Hay muchos cristianos que, en efecto, es como si le dijeran
al Señor: "Apártate. Te voy a ayudar: Vamos a reunir a la Corte Suprema, y yo
voy a ser uno de los jueces". Tenemos hoy muchos cristianos de esta clase,
que están dispuestos a formar tribunales y a actuar como jueces de la Corte
Suprema. Santiago dijo que tendríamos que juzgarnos a nosotros mismos y
acercarnos a Él con humildad. Continuemos leyendo el versículo 13 de este
cuarto capítulo:
"¡Vamos ahora!, los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, estaremos
allá un año, negociaremos y ganaremos"
Aquí vemos algo más que los cristianos hacen ---nos gusta hacer grandes
planes para el futuro. A algunos de nosotros nos ha llevado mucho tiempo en
la vida a aprender a improvisar sobre la marcha. El profesor McGee, autor del
guión original de estos estudios contaba que a veces, el había aceptado ciertas
obligaciones, pero las debió cancelar por causa de una enfermedad. Ahora, le
resultó difícil cancelarlas, y no le agradó llegar a ese extremo, pero el Señor le
recordó la advertencia de este pasaje de la Biblia y, echando hacia atrás una
mirada retrospectiva y crítica, pudo aplicárselo personalmente viajes y
conferencias que en el pasado había planeado realizar, dando por sentado que
era la voluntad del Señor. Continuemos leyendo el versículo 14 de este cuarto
capítulo:
"Cuando no sabéis lo que será mañana. Pues ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se
desvanece."
Santiago recalcó que no sabemos qué sucederá mañana. Y planteó la
pregunta: Pues ¿qué es vuestra vida? dijo que era como un vapor, como una
niebla que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Si usted
alguna vez recorrió alguna zona de la costa, habrá visto, en un hermoso día, el
agua del océano de un azul intenso, y el cielo casi tan azul como el mar. Pero
si usted vive cerca y regresa a la mañana siguiente verá que todo está cubierto
por la niebla. Y así, la vida es como una neblina que vemos sobre la ladera de
una montaña, incierta, transitoria y temporal
La vida humana vivida aparte de Dios y sin Dios, es el fracaso más grande que
se puede ver en este universo de Dios. Todo lo demás sirve un propósito largo
y útil. El sol en el cielo es pródigo en su energía ---de la cual nosotros usamos
muy poco. La luna también sirve a un propósito. Fue el poeta quien dijo: "Sólo
el hombre es vil". Así que la vida humana aparte de Dios está como dislocada,
descoyuntada y constituye un tremendo fracaso. Una de las razones es la
brevedad de la vida humana aquí en la tierra. Según el Salmo, la vida humana
duraría un promedio de setenta años, y las personas más fuertes alcanzarían
los ochenta; pero añade que tantos años de vida traen pesadas cargas,
molestias y dolencias. ¡Como nos impresiona la brevedad de la vida! Muchas
personas nunca aprenden realmente a vivir aquí sobre esta tierra. Dice el
versículo 15:
"En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos
esto o aquello."
O sea, que nuestras vidas están en manos del Señor. Y añadió el versículo 16:
"Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es
mala."
Es que el ser humano no puede jactarse y si lo hace, está pecando. Y
finalmente, dice el último versículo de este cuarto capítulo de Santiago, el
versículo 17:
"El que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado."
Hay muchísimas personas que hoy están pecando y no lo saben: Si en algunos
casos usted sabe cómo hacer el bien ---si sabe que debería hacer cierta cosa o
ayudar a una cierta causa--- y no lo hace, esa actitud es pecado.
Nuestras vidas son breves, y no deberíamos pasar nuestro tiempo en
conflictos, envidia y celos. Esto arruina una vida. Necesitamos venir a Cristo,
colocar nuestras vidas ante Él, y comenzar a vivir de verdad. En Juan capítulo
10, versículo 10 El ha dicho: yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia. Estimado oyente, El quiere darle una vida que es una
verdadera vida. ¿Está usted viviendo hoy esa clase de vida?
Y aquí debemos poner punto final a nuestro estudio. Esperamos que pueda
acompañarnos en nuestro próximo programa al comenzar nuestro estudio del
capítulo 5 de esta carta de Santiago, cuyos versículos le sugerimos que lea
detenidamente, para poder familiarizarse con los temas actuales que dicho
capítulo va a plantear.