Lecturas para Sacramento Matrimonio
Lecturas para Sacramento Matrimonio
Lecturas para Sacramento Matrimonio
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
6a. Lectura del libro de los Proverbios (31, 10-13. 19-20. 30-34)
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
La voz de mi Amado.
Mirad: ya viene,
saltando por los montes,
brincando por las colinas;
mi Amado es una gacela,
es como un cervatillo.
Mirad: se ha parado detrás de mi tapia;
atisba por las ventanas,
observa por las rejas.
Mi Amado me habla así:
“Levántate, Amada mía, hermosa mía, ven a mí.
Paloma mía que anidas
En los huecos de la peña,
En las grietas del barranco,
Déjame con tu figura”
Mi amado es para mí y yo para él.
Ponme como sello sobre tu corazón,
como un sello en tu brazo.
Porque el amor es fuerte como la muerte;
el celo, obstinado como el infierno.
Sus saetas son saetas de fuego.
Las grandes aguas no pueden apagar el amor
ni los ríos arrastrarlo.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Hay que escoger uno de los Salmos responsoriales que se proponen aquí
(cualquiera de los que están subrayados):
SALMOS RESPONSORIALES
Salmo 127
Salmo 144
Salmo 104
Salmo 148
Hermanos:
A los ya casados les mando –bueno, no yo, el Señor- que la mujer no se
separe del marido. Y si llegara a separarse, que no vuelva a casarse o que
haga las paces con su marido, y el marido que no se divorcie de su mujer.
A los demás les hablo yo, no el Señor: si un cristiano está casado con una no
cristiana y ella está de acuerdo en vivir con él, que no se divorcie. Y si una
mujer está casada con un no cristiano y él está de acuerdo en vivir con ella,
que no se divorcie del marido. Porque el marido no cristiano queda
consagrado a Dios por su mujer; y la mujer no cristiana queda consagrada
por el marido cristiano. Si no fuera así, vuestros hijos estarían contaminados.
Palabra de Dios.
2b. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(12,31- 13,8)
Hermanos:
Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino
excepcional.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo
amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.
Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el
saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy
nada.
Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si
no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es
mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de
la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin
límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.
Palabra de Dios.
3b. Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es
mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra
de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca.
¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El
saber?, se acabará.
Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero,
cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba
como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi
conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me
conoce.
En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más
grande es el amor.
Palabra de Dios.
4b. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Versión corta)
Hermanos: vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros a
Dios.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño
del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha
ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los
maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer
es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino
que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos
miembros de su cuerpo.
“Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer y serán los dos una sola carne”.
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.
5b. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Versión larga)
Hermanos:
Vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios.
Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos, como al Señor; porque el
marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él,
que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así
también las mujeres a su maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño
del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha
ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los
maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su
propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia,
porque somos miembros de su cuerpo.
“Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer, y serán los dos una sola carne”. Es éste un gran misterio, y yo lo
refiero a Cristo y a la Iglesia.
En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo,
y que la mujer respete al marido.
Palabra de Dios.
6b. Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (3, 1-9)
Queridos hermanos:
Las mujeres sean sumisas a los propios maridos para que, si incluso algunos
no creen en la palabra, sean ganados no por palabras, sino por la conducta
de sus mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa.
Que vuestro adorno no esté en el exterior: en peinados, joyas y modas, sino
en lo oculto del corazón, en la incorruptibilidad de un alma dulce y serena:
esto es precioso ante Dios. Así se adornaban en otro tiempo las santas
mujeres que esperaban en Dios, siendo sumisas a sus maridos; así obedeció
Sara a Abrahán, llamándole Señor. De ella os hacéis hijas cuando obráis
bien, sin ningún temor.
De igual manera, vosotros, maridos, en la vida común sed comprensivos con
la mujer, que es un ser más frágil, respetándolas, ya que son también
coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no
encuentren obstáculo.
Procurad todos tener un mismo pensar y un mismo sentir: con afecto
fraternal, con ternura, con humildad. No devolváis mal por mal o insulto por
insulto; al contrario, responded con una bendición, porque para esto habéis
sido llamados: para heredar una bendición.
Palabra de Dios.
Entre estos evangelios hay que escoger uno, el que más guste. El Evangelio,
como es habitual, lo lee el sacerdote
EVANGELIOS (C)
1c. Lectura del santo evangelio según san Mateo (19, 3-6)
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para
ponerlo a prueba:
-“¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?”
Él les respondió:
- “¿No habéis leído que el Creador, en el principio, “los creó hombre y mujer”,
y dijo: “Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a
su mejer; y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino
una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
2c. Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 6-9)
Una vez que se han hecho las lecturas, todos se sientan y tiene lugar la
homilía, donde el sacerdote dirigiéndose fundamentalmente a los
novios les muestra el significado de su compromiso que realizan ante
Dios, subrayando las notas del matrimonio: unidad (entre el hombre y la
mujer), indisolubilidad (para siempre, hasta que la muerte los separe) y
abiertos a la vida (sin poner pegas a que puedas venir los hijos).
Los novios tienen que responder a la vez a estas tres preguntas previas
antes de darse el sí mutuo para unirse en matrimonio. Son las tres preguntas
que afectan a lo esencial del matrimonio. Si se respondiera negativamente a
alguna de ellas, o se mintiera a la hora de dar la respuesta, el matrimonio no
sería válido.
Escrutinio
El sacerdote interroga a los novios acerca de la libertad, la fidelidad y
educación de la prole, y a cada pregunta ellos responden: