3857 Modulo Sesion 06-1556159225

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

LA EXPANSIÓN MISIONERA Y ORGANIZACIONAL

(1868-1885)

Durante la guerra civil norteamericana sus habitantes no estuvieron muy interesados en temas religiosos,
pero esto no desanimó a los predicadores adventistas. Para el año 1867 había 4320 adventistas en todo
el país.

Dentro de la nación muchos hombres comenzaron a hacer obra de evangelistas, ahora la teoría de la
puerta cerrada estaba en el pasado y la iglesia se estaba proyectando a sus vecinos. Pero la disidencia
también se hizo notar desde los inicios, tales fueron los casos de Snook y Brinkerhoff quienes fueron
dirigentes de la recién formada Asociación de Iowa, pero se volvieron críticos de Jaime y Elena White.

Se trataron de arreglar las cosas en 1865, pero no sirvió de mucho. Producto de estas discrepancias se
formó la iglesia de Dios (Adventista). En la reunión de la Asociación de Iowa de 1865, se eligió presidente
a George I. Butler quien visitó a los hermanos del estado instruyéndolos en la ortodoxia adventista,
restableciendo el orden y adelantando la obra. Estas acciones pusieron a Butler entre los grandes líderes
adventistas junto con los White, Haskell, Loughborough, Andrews y Waggoner.

Un papel destacado en la evangelización fue el de la mujer. Sarah Lindsey y Ellen Lane con sus esposos,
trabajaron con mucho éxito en la obra de la predicación del evangelio. Fue tal el logro de la obra por estas
mujeres y sus esposos que se propuso en 1881 enviar una moción a la Asociación General de que las
mujeres más capaces sean separadas para la obra de evangelistas. Esta moción no tuvo mayor eco.
Fue en la reunión de la Asociación General de 1868 que se decidió enviar a California a Loughborough y
Bourdeau quienes con la dirección de Dios lograron establecer la iglesia. Un hombre llamado Abram La
Rue decidió ser adventista en esos esfuerzos evangelizadores y pidió ayuda para ser enviado a China. La
iglesia no lo aprobó pero él no se desanimó y llegó hasta Hawái donde vendió publicaciones adventistas
en Honolulu y en los barcos que entraban a Pearl Harbor. Fue en 1888 que siguió camino a Hong Kong
donde estableció una misión para marineros y repitió la experiencia. Fue este personaje quien hizo
arreglos para traducir material adventista al chino.

Volviendo a California, fue tal el éxito de la obra y la buena disposición de los californianos que la iglesia
ya planeaba, con la dirección del espíritu de profecía, colocar una casa publicadora en Oakland. El 4 de
junio de 1874 se publicaba el primer número de The Sings of the Times especialmente preparado para la
gente del oeste, y antes de año se estableció la Pacific Seventh-day Adventist Puglishing Association. El 7
de junio de 1878 se estableció la Rural Health Retreat en Santa Helena y California tuvo su sanatorio. La
obra adventista en California estaba sólidamente constituida. La iglesia estaba despertando a su vocación
misional.

Todo el territorio americano estaba siendo el objetivo de misioneros adventistas, pero el Señor
despertaría a los misioneros de ultramar. Donde los hombres no podían llegar, llegaba la página impresa
y desde Inglaterra e Irlanda llegaban noticias desde 1861 de guardadores del sábado y del advenimiento.
Fue M. B. Czechowski quien sin apoyo de los dirigentes pero con un gran deseo de compartir el mensaje,
decidió ir a Europa. Al ver la negativa de la Asociación General, viajó a Boston donde persuadió a los
dirigentes de los cristianos adventistas para que lo enviaran y en 1864 junto con su esposa y una hermana
de G. I. Butler que era cristiana adventista, viajó a Europa. Su trabajo y espíritu libre lo llevaron por varios
países.

Al final de sus días su aporte fue bastante difuso. J. N. Andrews se refirió a su buen trabajo como que fue
mayormente debido al sabio consejo de la hermana Butler, pero al separarse ella de su compañía, sus
acciones pronto terminaron en tristeza para el pueblo de Dios. Algunos de los seguidores de Czechowski
llegaron a tener contacto con Battle Creek, causando los celos del misionero. Este se apartó del camino y
murió solo en Europa.
En 1874 un año después de que Jaime hubiera propuesto un presupuesto inicial a la Asociación General,
esta misma votó que J. N. Andrews fuera a Europa tan pronto como sea posible. Junto con sus hijos y el
hermano Adhémar Vuilleumier salieron rumbo a Europa. Pararon en Inglaterra y Escocia para visitar a los
hermanos Bautistas del Séptimo Día, para luego ser recibidos con alegría por los hermanos de Suiza.
Andrews era el hombre mejor calificado para esta tarea. Mientras aprendía francés, visitó a los grupos
que Czechowski había establecido. Luego publicó un anuncio en los diarios con mayor tiraje en Europa
central para que los guardadores del sábado se contactaran con él. Poco tiempo después, a partir de los
conversos de Lindermann en Alemania, ser formó un núcleo adventista. Andrews volvió, pero su
acompañante Erzberger permaneció en Alemania. En 1876, Bourdeau llegó a Suiza para ayudar a
Andrews. Ese verano se publicó Les Signes des Tempes la cual llegó no solo a Suiza sino a Italia y Francia.
En octubre, los Bourdeau se establecieron al sur de Francia para continuar actividades evangelizadoras.
Ganaron unos pocos conversos para luego volver a Suiza y a Norteamérica. Poco tiempo después, gracias
al contacto con un médico irlandés Ribton, guardador del sábado que vivía en Nápoles, se desarrolló un
grupo adventista de donde se llevó Les Signes des Tempes a la colonia italiana en Egipto para que luego
Ribton semudara en 1879 a Alejandría.

En Inglaterra la obra se inició en 1878 con la llegada de William Ings quien fue de vacaciones a su tierra
natal inglesa (él vivía en USA), y su presencia causó tan grande impacto con las publicaciones adventistas
que Andrews hizo arreglos para que regresara como obrero. Pronto Loughborough se le unió. Para 1884
se comenzó a producir The Present Truth y M. C. Wilcox llegó como su editor. Este periódico apareció de
su propia casa editora. En 1884 se envió a S. N. Haskell, J. O. Corliss y un grupo de misioneros voluntarios
a Australia. Pronto, gracias al colportaje, se crearon expectativas y se inició con el evangelismo por carpas.
Pocos meses después se lanzaría el The Bible Echo and The Sings of the Times. En un principio la obra en
Australia fue difícil, pero luego sería una luz que brillaría para toda la zona del pacífico.

EL DESARROLLO ORGANIZATIVO 1864-1887


En el primer cuarto de siglo la feligresía adventista se había septuplicado, de 3500 miembros a 26112 en
1888. Era la iglesia Adventista la rama de los milleritas que se había multiplicado más, y su éxito radicaba
en diferentes actividades. Uno de las claves del éxito fue que los pastores se consideraban evangelistas
más que pastores. Pero fue una visión entusiasta de Haskell que habría de convertirse en una poderosa
maquinaria de difusión del mensaje adventista.

Todo comenzó con la reunión en Nueva Inglaterra de varias damas quienes se encargaron de la
distribución de publicaciones. El 8 de junio de 1869, el pastor Haskell ayudó a estas damas a establecer
una organización formal: la Sociedad Misionera Vigilante. Esta sociedad se reunía los miércoles para orar
y planificar la ayuda a los pobres y necesitados de la comunidad. Con un poco de estímulo, la sociedad
comenzó a distribuir folletos por correo a cientos de personas. Con el tiempo se les unió María Huntley
quien con su dinamismo y vigor dio un empuje poderoso a la obra de distribución de tratados llegando a
despachar hasta el extranjero.

Cuando el pastor Haskell fue elegido presidente de la Asociación de Nueva Inglaterra, lo primero que hizo
fue organizar la Sociedad Misionera y de Tratados de Nueva Inglaterra con la meta de establecer grupos
como la Sociedad Misionera Vigilante en cada iglesia. Jaime White observó el éxito del plan y promovió
las sociedades misioneras en toda la denominación llegando a publicar en 1874 la revista The True
Missionary para promover los intereses de las sociedades misioneras. Con el tiempo ya no solo se
distribuían tratados, sino libros. Por 1880 la Asociación de Publicadores Adventistas del Séptimo Día tenía
para la venta veinte libros encuadernados de tapa dura y más de treinta en rústica.

Entre los principales autores adventistas estaban Uriah Smith, Elena White, J. N. Andrews, Jaime White,
D. M. Canright y J. H. Waggoner.

Con tal éxito de las publicaciones, se instauró la presencia de los colportores, gracias a la influencia de
Elena de White. Estos colportores llevaban literatura de casa en casa. Uno de los hombres que se
destacaron en la obra de colportaje fue George King quien llegó a facturar hasta su muerte en 1906 miles
de dólares. Eagle Lake, Minnesota, Camp Meeting, 1875, Jaime y Elena White, Uriah Smith y otros bajo la
carpa. A partir de 1867 se inició la práctica de las convocaciones por carpas. La primera fue en setiembre
en la Asociación de Illinois-Wisconsin con 300 participantes, adonde concurrieron Jaime y Elena White.
Ente 1870 y 1880 la popularidad de estas reuniones fue daca vez mayor. Estas reuniones tenían asistencias
variadas, entre 300 y 20000 personas. En todas ellas se notaba un espíritu cristiano y familiar.

Por otro lado, la obra de la Escuela Sabática tuvo un poderoso impulso con la llegada del profesor Bell,
quien contribuyó con muchas publicaciones al The Youth´s Instructor. Pronto las misiones y las
contribuciones para los campos misioneros andarina de la mano con la Escuela Sabática. En 1879 dos
jóvenes, Lutero Warren de 14 años y Harry Fenner de 17, en Hazelton Michigan desarrollarían una reunión
de jóvenes y señoritas para cantar, estudiar la Biblia y predicar a través de volantes e impresos y así
contribuir a confirmar la fe de los jóvenes de la iglesia. Este fue la semilla de lo que sería la Sociedad de
Misioneros Voluntarios, luego, Sociedad de Jóvenes Misioneros Voluntarios, Luego Sociedad de Jóvenes
Adventista y por último Sociedad J.A. La obra de temperancia cobró cada vez más fuerza desde fines de
1870 con la persona del Dr. John Harvey Kellogg quien involucro a los laicos en la obra de la difusión de la
temperancia y la salud. Fue él quien ayudó a confirmar a los miembros de la iglesia en las prácticas de la
salud. Las instituciones estaban en franco crecimiento y desarrollo, pero un revez en la organización daría
un golpe poderoso a la iglesia.

MUERTE DE JAIME WHITE EL 6 DE AGOSTO DE 1881


No puedo entrar en detalles acerca de la enfermedad de mi esposo. Van a encontrar impreso el informe
correspondiente. Se me dijo que no estaba muy bien. El doctor me dijo que me haría bien verlo. Me
llevaron a su habitación, y en cuanto lo vi dije: “¡Mi esposo se muere!” Su rostro manifestaba el
inconfundible signo de la muerte. ¡Oh, qué mal me sentí! Me arrodillé junto a su cama. Oré
fervorosamente implorando que no muriera. . . Me quedé con él toda la noche, y al día siguiente al
mediodía tuvo un escalofrío, y de allí en adelante ya no sintió nada más. Sencillamente se durmió, sin
dolor, sin sufrimiento, con la gracia de un niño, y exhaló su último suspiro. . . Telegrafiamos a Guillermo y
a María para que vinieran. . . Llegaron una semana después de su muerte;también vino Juan White [el
hermano de Jaime White, pastor metodista]. Juan White dijo: “Elena, siento mucho verte tan débil. Vas a
tener una prueba muy dura mañana en el funeral. Dios te ayude, querida hermana, en esta ocasión”. Yo
le dije: “Hermano Juan, tú no me conoces. Mientras más dura sea la prueba, más fortaleza tendré. No me
voy a entregar a explosiones de pesar si mi corazón se quebranta. Sirvo a Dios no por impulso, sino
inteligentemente. . . El espera de mí una sumisión completa e inconmovible. El pesar indebido le
desagrada. He tomado mi cruz y voy a seguir al Señor plenamente. No me voy a abandonar al pesar. No
me voy a entregar a un estado de morbidez y melancolía. No me voy a quejar de las providencias de Dios,
ni voy a murmurar. Jesús es mi Salvador. El vive. Nunca me dejará ni me abandonará”. [Al día siguiente]
después que [Urías] Smith hubo terminado su oración fúnebre, yo deseé ardientemente decir algo para
que todos supieran que tenía la esperanza cristiana y que ella me estaba sosteniendo en esta hora de
aflicción, pero temí que no me iba a ser posible mantenerme en pie. Finalmente decidí hacer la prueba y
el Señor me sostuvo. El doctor [J. H. Kellogg] estaba junto a mí para “sostenerme”, según dijo, en caso de
que cayera. . . pero dije con claridad todo lo que tenía que decir. . . Me sentí agradecida a Dios de que no
me haya dejado buscar consuelo en la amistad del mundo (Carta 9, del 20 de octubre de 1881, dirigida a
“Mis queridos hermanos”).

Otra fuente que registra el mismo evento: El lunes siguiente comenzó a sufrir severos escalofríos, y al día
siguiente también yo fui atacada. Fuimos llevados juntos al sanatorio para recibir tratamiento. El médico
entonces me informó que mi esposo tenía la tendencia a dormirse y que estaba en peligro. En seguida me
llevaron a su cuarto, y tan pronto como observé su rostro me di cuenta de que se estaba muriendo. Traté
de despertarlo.

El entendía todo lo que se le decía, y respondía a todas las preguntas que podían ser contestadas con sí o
con no, pero parecía que era imposible que pudiera decir nada más. Cuando le dije que yo creía que se
estaba muriendo, no manifestó ninguna sorpresa. Le pregunté si Jesús era precioso para él. Dijo: “Sí, oh
sí”. “¿No tienes deseos de vivir?”, le pregunté entonces, El contestó: “No”. Entonces no arrodillamos junto
a su cama, y oramos por él. Un expresión de paz descansaba en su rostro. Le dije: “Jesús te ama. Debajo
de ti están sus brazos eternos”. Contestó: “Sí, sí”. El Hno. Smith y otros hermanos oraron entonces en
torno a su cama, y se retiraron para pasar gran parte de la noche en oración. Mi esposo dijo que no sentía
ningún dolor; pero evidentemente estaba decayendo con rapidez. El Dr. Kellogg y sus ayudantes hicieron
todo lo que estaba a su alcance para arrebatarlo de la muerte. Revivió con lentitud, pero continuó muy
débil. A la mañana siguiente pareció revivir débilmente pero cerca del mediodía tuvo unos escalofríos que
lo dejaron inconsciente. A las cinco de la tarde del sábado 6 de agosto de 1881, en forma reposada, exhaló
último suspiro, sin lucha ni gemido alguno. El choque de la muerte de mi esposo tan repentino, tan
inesperado cayó encima de mí como peso aplastador. En mi condición débil había reunido todas mis
fuerzas para permanecer junto a su cama hasta el final; pero cuando vi sus ojos cerrados de muerte, la
naturaleza exhausta cedió y quedé completamente postrada. Por algún tiempo estuve oscilando entre la
vida y la muerte. La llama vital ardía en forma tan baja que un soplo podía extinguirla.

De noche mi pulso se debilitaba; y respiraba en forma más y débil hasta que mi respiración parecía cesar.
Sólo la bendición de Dios y los cuidados ininterrumpidos del médico y sus ayudantes mi vida fue
preservada. Aunque no me había levantado de mi lecho de enferma después de la muerte de mi esposo,
fui llevada al Tabernáculo el sábado siguiente para asistir a su funeral. Al final del sermón sentí mi deber
de testificar del valor de la esperanza cristiana en la hora de dolor y aflicción. Al levantarme, me fueron
dadas fuerzas, y hablé unos diez minutos, exaltando la misericordia y el amor de Dios ante aquella nutrida
asamblea. Al final del servicio seguí a mi esposo al cementerio de Oak Hill, donde fue puesto a descansar
hasta la mañana de la resurrección. Mi fuerza física había sido postrada por el golpe, y sin embargo el
poder de la gracia divina me sostuvo en mi gran aflicción. Cuando vi a mi esposo exhalar el último suspiro,
sentí que Jesús era más precioso para mí que en ningún momento anterior de mi vida. Cuando estaba de
pie junto a mi primogénito, y le cerré los ojos, pude decir: “El Señor dio, el Señor quitó; sea el nombre de
Jehová bendito”. Y sentí entonces que tenía un consolador en Jesús. Y cuando mi último hijo fue
arrebatado de mis brazos, y no podía ver más su cabecita, sobre la almohada a mi lado, pude decir: “El
Señor dio, el Señor quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Y cuando aquel sobre el cual se habían
apoyado mis grandes afectos, aquel con quien había trabajado por 35 años, me fue arrebatado, pude
poner mis manos sobre sus ojos y decir: “Te encomiendo mi tesoro, oh Señor, hasta la mañana de la
resurrección”. (Notas biográficas de Elena G. de White. Págs. 278, 280). El gran guerrero, el compañero y
amigo de Elena de White, descansó.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy