Net Art
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Net Art
Es evidente que tanto el net.art como las demás formas de arte vinculadas a las
nuevas tecnologías, y en especial modo a las tecnologías de la información,
responden a una serie de condiciones muy concretas que se han dado en
nuestra época y de ninguna manera constituyen un fenómeno aislado y ajeno al
desarrollo de la historia del arte. El net.art es heredero de las experimentaciones
que, desde la aparición de estos medios, algunos artistas han llevado a cabo
juntando dos elementos de por si muy poderosos: los sistemas de comunicación
y el arte. Las primeras tentativas de usar las telecomunicaciones en el arte tienen
raíces muy profundas y su desarrollo está estrechamente vinculado a la
evolución técnica del propio medio.
Una evolución que, más allá de la fascinación por los nuevos recursos y
potencialidades, implicó la materialización de la gran utopía democrática de
Internet: participación, colaboración, internacionalismo, comunidad global. Estos
valores, que el mundo digital comparte con los modelos visionarios de las
vanguardias históricas, junto con las posibilidades propias de las nuevas
tecnologías: interactividad, ubicuidad, procesualidad, virtualidad e
interdisciplinariedad, han dado lugar a obras absolutamente originales y a unos
cambios que han afectado a todo el sistema del arte, influyendo y modificando
los procesos de creación, exposición, fruición, colección y naturalmente también
de compra-venta de la obra de arte.
Los artistas que trabajan con Internet quieren plasmar sus espacios de creación,
comunicación y exposición de forma autónoma e independiente. Quieren
cambiar su relación con el público, arrancándole de su papel pasivo e
involucrándole en la creación de obras en las que muchas veces el proceso es
más importante que el resultado. Quieren modificar su relación con la tecnología,
se apropian de las técnicas situacionistas del detournement para modificar los
programas, cambiando sus funciones y los objetivos por los que fueron
inventados. A la crisis de valores y al triunfo de la economía de mercado y del
neo-liberalismo salvaje, responden con obras inmateriales, que no tienen nada
que ver con el objeto, ni siquiera con el objeto fetiche que conserva la memoria
de una acción; obras invendibles en una sociedad basada en la acumulación de
objetos; obras que no requieren un espacio expositivo y que a través del
ordenador establecen una relación directa y personal con el usuario.