El Pensamiento Del Último Wittgenstein

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Pontificia Universidad Javeriana

Asignatura: Introducción a la Filosofía (Teología)


Profesor: Fredy Humberto Castañeda Vargas, S.J.
Estudiante: Jeferson Edward Cifuentes Hospicio
Instituto: Agustinos de la Asunción
23 de octubre de 2019

El pensamiento del último Wittgenstein

Mi trabajo consta de dos partes: la


que presento a continuación, más todo
lo que no he llegado a escribir. Esta
segunda parte es precisamente la
importante.
Ludwig Wittgenstein

A continuación, se pretenderá exponer de una manera mas ordenada y sistematizada, los


apuntes de las Investigaciones Filosóficas del filósofo, matemático, lingüista y lógico austríaco
Ludwig Wittgenstein, para comprender más a fondo el significado del uso de la palabra en los
juegos del lenguaje. Para este trabajo usé como material de apoyo otras fuentes críticas para tener
una idea más amplia del pensamiento del autor mencionado.
En las Investigaciones Filosóficas Wittgenstein se da cuenta de que las doctrinas del
Tractatus se basa en una <<imagen particular de la esencia del lenguaje humano>>. Es la “teoría
del significado-correspondencia”, cuya esencia es: las palabras individuales en un lenguaje
nombran objetos, el objeto que representa la palabra es su significado. La mayor parte de las
Investigaciones Filosóficas está dirigida contra esa concepción del lenguaje (o lo que él llama la
concepción agustiniana del lenguaje).
San Agustín suponía que el dominio del lenguaje consistía en el aprendizaje de los nombres
de objetos. Wittgenstein comienza la critica de esta concepción particular del lenguaje señalando
que San Agustín no logra reconocer diferencia alguna entre distintas clases de palabras. Si se
describe el aprendizaje del lenguaje como una actividad consistente esencialmente en nombrar,
Wittgenstein señala que se está pensando originalmente en nombres como <<mesa>>, <<silla>>,
<<manzana>> y en nombres de personas y sólo secundariamente en los nombres de ciertas
sensaciones, acciones y propiedades; pero no en nombres tales como <<cinco>>, <<pronto>>,
<<o>> y otros innumerables tipos de palabras.
Supongamos, dice Wittgenstein, que envío a alguien a comprar y le doy una nota que dice
<<cinco manzanas rojas>>. El se la lleva al tendero, el cual se dirige ala caja etiquetada con
<<manzanas>>; mira la palabra <<rojo>> en un muestrario de colores y halla una muestra de color
debajo de ella; recita los números cardinales hasta la palabra <<cinco>> y para cada número saca
de la caja una manzana del mismo color que el de la muestra. La prueba de que el tendero
comprende lo que está escrito en la nota es que actúa tal y como hemos descrito. En este uso
imaginario del lenguaje tiene sentido preguntar: << ¿A qué se refiere la palabra “manzana”? ¿Y a
qué se refiere la palabra “rojo”?>> pero qué ocurriría si alguien preguntara: << a qué se refiere
con la palabra “cinco”?>> Tal pregunta tiene sentido tan sólo si se supone que la palabra
<<cinco>> desempeña el mismo tipo de función (o pertenece a la misma categoría) que
<<manzanas>> y <<rojo>>. Es decir, puesto que podemos señalar objetos reales (manzanas y
muestras de colores), como las referencias de <<manzanas>> y <<rojo>>, creemos que debe haber
algo a lo que señalar como la referencia de <<cinco>>. A la pregunta << ¿Cuál es la referencia de
la palabra “cinco”?>>, Wittgenstein contesta: “Esta cuestión no se plantea en este caso, sino tan
sólo cómo es usada la palabra <<cinco>>” (Wittgenstein, 1953, §1). En este caso se trata de
rechazar la cuestión.
En la anterior situación lingüística imaginaria, o lo que Wittgenstein llama <<juego de
lenguaje>> , el uso de la palabra <<cinco>> es bien claro, la cuestión acerca del significado de la
palabra <<cinco>> no tiene sentido en este contexto. La tendencia a preguntar por el significado
de una palabra, incluso cuando su uso esta perfectamente claro, surge del “concepto filosófico del
significado que descansa en una idea primitiva acerca de cómo funciona el lenguaje”
(Wittgenstein, 1953, §2). Es posible imaginar un juego de lenguaje en el que la idea primitiva (o
la concepción agustiniana) del lenguaje fuera concreta. Supongamos que el lenguaje pretende
servir para la comunicación entre un albañil A y un peón B. A esta construyendo con materiales
de construcción y B debe pasárselos en el orden en que A los necesita. Para este propósito usan un
lenguaje que consiste en las palabras <<bloque>>, <<pilar>>, <<ladrillo>>, <<viga>>. A los dice
en voz alta. B está entrenado a llevárselos cuando oye las palabras. La concepción agustiniana del
lenguaje, como compuesto de nombres, sería una descripción adecuada de este sistema particular
de comunicación, sólo que no todo lo que llamamos lenguaje se adecua a este sistema. Es, señala
Wittgenstein, como si alguien fuera a decir: “un juego consiste en mover objetos alrededor de una

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superficie según ciertas reglas…, y nosotros replicásemos: Parece que usted está pensando en
juegos de salón, pero hay otros” (Wittgenstein, 1953, §3).
Íntimamente conectada con la concepción agustiniana del lenguaje es la opinión de que la
definición <<ostensiva>> es el acto fundamental por el que se da significado a una palabra.
Generalmente se supone que la explicación del significado de una palabra se divide toscamente en
definiciones verbales y ostensivas. La definición verbal, en tanto que nos lleva de una expresión
verbal a otra, en algún sentido no nos permite avanzar. De aquí que todo aprendizaje del significado
depende en última instancia de la definición ostensiva, establece una relación directa entre el
significado y la palabra.
En contra de esta opinión, Wittgenstein indica, por una parte, que para muchas palabras de
nuestro lenguaje no parece haber definiciones ostensivas; por ejemplo, para palabras como
<<numero>>, <<no>>, <<aún>>, etc.” Es cierto que en el juego del lenguaje del albañil una parte
importante del aprendizaje consistirá en que el que lo enseña señale los objetos con el dedo;
dirigiendo la atención del peón hacia ellos, y profiriendo al mismo tiempo una palabra; por
ejemplo, <<ladrillo>>. Esta enseñanza ostensiva de palabras puede decirse que establece una
asociación entre la palabra y la cosa. Pero la enseñanza ostensiva tan sólo puede llevar a cabo
conjuntamente con un aprendizaje particular. “Con diferente aprendizaje, la misma enseñanza
ostensiva de esas palabras hubiera producido una comprensión muy distinta” (Wittgenstein, 1953,
§6). Es decir, la definición ostensiva sólo puede ser entendida dentro de un contexto. En diferentes
contextos, con diferente aprendizaje, la explicación de la palabra; por ejemplo, <<tove>>,
señalando a un lápiz y diciendo <<esto es un tove>>, puede ser interpretado de diferentes maneras:
<<esto es un lápiz>>, esto es redondo>>, <<esto es rojo>>, << esto es madera>>, <<esto es
duro>>, << esto es uno>>, etc., etc. La definición ostensiva puede dar pie a malentendidos. Por
tanto, se puede decir: “la definición ostensiva explica el uso – el significado - de la palabra cuando
su papel global en el lenguaje es claro” (Wittgenstein, 1953, §30).
Veamos ahora una expresión del lenguaje del albañil. Además de cuatro palabras
<<bloque>>, <<pilar>>, etc., hagamos que contenga los numerales, los nombres de colores y otras
dos palabras, <<allí>> y <<esto>>. Ahora, el albañil es capaz de dar a su peón órdenes más
complejas, tales como: <<Cinco ladrillos rojos allí>> Cuando el peón aprende este lenguaje, debe
aprender de memoria la serie de los numerales uno, dos, tres… ¿incluirá tal aprendizaje una

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enseñanza ostensiva? De alguna manera, por ejemplo, la gente señalará con el dedo ladrillos y
contará: <<uno, dos, tres ladrillos>>.
Algo mas parecido al aprendizaje ostensivo de las palabras <<bloque>>, <<pilar>>, etc.,
sería el aprendizaje ostensivo de los numerales, que sirven, no para contar, sino para referirse a
grupos de objetos apreciables de un solo vistazo.
¿Y que quiere decir las palabras <<ahí>> y <<esto>>? ¿se enseñan de forma ostensiva?
Haciendo un esfuerzo de imaginación, podríamos decir que entraña algún aprendizaje ostensivo,
ya que se puede enseñar su uso señalando con el dedo lugares y cosas. Sin embrago, en este caso,
“el acto de señalar también tiene lugar en el uso de las palabras y no simplemente aprendiendo su
uso” (Wittgenstein, 1953, §9), porque el gesto de señalar, juntamente con el objeto señalado,
pueden ser usados en vez de la palabra.
Añadamos dos nuevas palabras, <<ahora>> y <<después>>, al anterior juego de lenguaje
y enseñemos al peón a obedecer órdenes tales como: <<¡Cinco ladrillos rojos allí ahora!>> parte
del aprendizaje del peón puede llevar consigo el arrastrarle a realizar su trabajo cuando se quieren
los ladrillos ahora, y sujetándolo cuando se quieren más tarde. Puede ser que el acto de señalar no
esté, en absoluto, incluido en el aprendizaje. ¿Aún estamos inclinados a insistir en que <<ahora>>
y <<más tarde>> son enseñados ostensivamente? Y bien, ¿Qué significan las palabras en este
lenguaje?, ¿qué significan las palabras de este lenguaje?, ¿qué se supone que nos mostrará lo que
significan, a no ser la clase de uso que tienen? Lo que ya hemos descrito. Y, por tanto, estamos
pidiendo que la expresión <<esta palabra significa esto>> sea parte de la descripción. En otras
palabras, la descripción debe tomarla forma <<la palabra…significa…>>. “Pero el hecho de
asimilar las descripciones de los usos de las palabras de ese modo no implica que los propios usos
sean más parecidos entre sí. Porque, como vemos, son absolutamente distintos” (Wittgenstein,
1953, §10). Comparar, por ejemplo, la forma en que se usa la palabra <<cinco>> con la forma en
que se usa la palabra <<ladrillo>>, y luego hacerlo con las formas en que las palabras <<allí>> y
<<ahora>> se usan dentro del juego del lenguaje en cuestión. Las diferencias se hacen claramente
patentes cuando comparamos los diferentes procedimientos, mediante los cuales enseñan sus usos
y las varias tareas que se realizan por mediación de esas palabras. Es precisamente por esta razón
por lo que nosotros imaginamos y describimos distintos juegos de lenguajes.
Wittgenstein sugiere que, en vez de comparar las relaciones entre la palabra y el significado
a la relación existente entre el dinero y la vaca que uno puedo comprar con él, deberíamos

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compararlo a relación existente entre el dinero y su uso. El uso del dinero no es un objeto separable,
y el uso específico del dinero para comprar cosas (el uso específico de las palabras para nombrar
cosas) es sólo una parte de, y tiene sentido sólo en un sistema mucho más amplio y complicado
(financiero-social). De este modo, Wittgenstein nos ofrece esta regla práctica de las
Investigaciones Filosóficas: “Para una amplia clase de casos -aunque no para todos- en los que
empleamos la palabra <<significado>> puede ser definido del siguiente modo: el significado de
una palabra es su uso en el lenguaje” (Wittgenstein, 1953, §43).
Wittgenstein nos invita a comparar las palabras de un lenguaje con el contenido de una caja
de herramientas. Piensa en las palabras como instrumentos caracterizados por su uso. “Piensa en
las herramientas de la caja: hay un martillo, pinzas, una sierra, un destornillador, una regla, un bote
de cola, cola, clavos y tornillos -las funciones de las palabras son tan diversas como las funciones
de estos objetos” (Wittgenstein, 1953, §11). Una palabra se caracteriza por su uso, al igual que un
instrumento por su función. Esta analogía nos recuerda que, de forma apropiada, las palabras se
usan para distintos propósitos. No existe una función común a todas las palabras (por ejemplo,
nombrar cosas). La demanda de una teoría general del significado de las palabras carece totalmente
de sentido.
“Es como si alguien afirmara: <<todos los instrumentos sirven para modificar algo. Así, el
martillo modifica la posición de los clavos; la sierra, la forma del tablero, y así sucesivamente.>>
¿y qué es modificado por la regla? <<nuestro conocimiento de la longitud de las cosas.>> ¿Y qué
me dice del bote de la cola? Wittgenstein pregunta entonces: <<¿acaso se ganaría algo mediante
esta asimilación de expresiones?>>” (Wittgenstein, 1953, §14).

Las oraciones, al igual que las palabras, pueden ser entendidas como herramientas e
instrumentos. Cuando no vemos claro el sentido de una oración, Wittgenstein nos ofrece el
siguiente consejo: “Mira a la oración como un instrumento y a su sentido como el empleo de éste”
(Wittgenstein, 1953, §421). “pregúntese a sí mismo ¿en qué ocasión, para qué propósito, decimos
esto? ¿Qué tipos de acciones acompañan a estas palabras? (piense en el saludo, por ejemplo). ¿En
qué escenas serán usadas, y para qué?” (Wittgenstein, 1953, §489). Es de esa forma como llegamos
a ver de qué forma las palabras y las oraciones son instrumentos usados para llevar a cabo ciertos
propósitos. Así, entonces comprender una oración es estar preparado par a uno de sus usos. Si no
podemos pensar en ningún uso para ella, entonces no la entendemos en absoluto. El uso del
lenguaje ordinariamente tiene un objeto, al igual que los instrumentos están hechos para ciertos
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propósitos. Pero no hay un objetivo único en la práctica del lenguaje como un todo. Wittgenstein
da una lista de unos cuantos de tales propósitos en las Investigaciones Filosóficas:
Dar órdenes y actuar siguiendo órdenes-
Describir un objeto por su apariencia o por sus medidas-
Fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo)-
Detallar un proceso-
Hacer conjeturas sobre el proceso-
Enunciar y comprobar una hipótesis-
Presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas-
Inventar una historia; y leerla-
Actuar en el teatro-
Cantar a coro-
Adivinar acertijos-
Hacer un chiste; contarlo-
Resolver un problema de aritmética aplicada-
Traducir de un lenguaje a otro-
Solicitar, agradecer, maldecir, saludar, rezar. (Wittgenstein, 1953, §23).

Inmediatamente después de esta lista, Wittgenstein añade esta significativa observación: es


interesante comparar la multiplicidad de las herramientas del lenguaje y las formas en que son
usadas, la multiplicidad de tipos de palabras y oraciones, con lo que los lógicos han dicho sobre la
estructura del lenguaje. (Incluyendo el autor del Tractatus Logico-Philosophicus.) en esta crítica
de los lógicos y de su propia postura anterior, nos advierte contra una hipersimplificación del
concepto lenguaje. No es una práctica, ni un instrumento, que realiza una función esencial y sirve
para un propósito.
A manera de conclusión el lenguaje no es una herramienta que sirve para un propósito, sino
una colección de herramientas que sirven para una variedad de propósitos. Lo que emerge de todas
estas consideraciones es una concepción instrumentalista (o pragmática) del lenguaje. “El lenguaje
es un instrumento. Sus conceptos son instrumentos” (Wittgenstein, 1953, §569). Es como una
maquina en funcionamiento que realiza su trabajo; es decir, las actividades cotidianas de la vida.

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Bibliografía Primaria
Wittgenstein,Ludwig. (1967). Investigaciones Filosóficas. Editorial critica Grijalbo. Barcelona

Bibliografía Secundaria
Hartnack, Justus. (1972). Wittgenstein La Filosofía Contemporánea. Editorial Ariel Esplugues de
Llobregat. Barcelona

Fann, K.T. (1975). El concepto de Filosofía en Wittgenstein. Editorial Tecnos. Madrid

De Santa María Delgado, Pilar López. (1986). Introducción a Wittgenstein. Editorial Herder.
Barcelona

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