GERARDO MOSQUERA Escritos PDF
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Mosquera
Caminar
conel diablo
Textos sobre arte,
internacionalismo y culturas
Edita:
EXIT Publicaciones
Rosa Olivares y Asociados, S.L.
San Marcelo, 30
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Índice
PRÓLOGO
No desdecualquierlugar.
Jean Fischer ..................................... 9
Islas infinitas.
Sobre arte, globalización y culturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Jineteando el modernismo:
los descentramientos de Wifredo Lam 103
Arte y política:
contradicciones, disyuntivas, posibilidades . . . . . . . . . . . . . . 135
No desde
cualquier lugar
JEAN FISHER
9
"agencia", que subraya la doble actividad de Mosquera como en-
sayista y como curador. La "agencia" tiene una resonancia parti-
cular para el sujeto sometido, central en las críticas de Mosquera,
y es empleada para significar la capacidad del sujeto de tomar el
control de las representaciones de uno mismo en y contra los lu-
gares del poder, en donde "controlar el lenguaje conlleva también
que el poder controle el significado" 1•
Mosquera se situo al frente de una nueva generación de crí-
ticos latinoamericanos surgida a principios de la década de los
ochenta con el despertar de las utopías fallidas en la zona. Lati-
noamérica se encontraba sumida en una crisis de identidades na-
cionales; Mosquera la describe "perdida entre Europa y América,
el rechazo occidental, la utopía de la 'raza cósmicá o el nihilismo
de sentirse en medio del caos"2• De este modo, uno de los prime-
ros retos fue la apertura de un espacio crítico para que la región
apreciara sus propias innovaciones y superara su dependencia de
las identidades estereotipadas que no hacían otra cosa que satis-
facer las demandas neocoloniales del norte de alteridad exótica.
En sus primeros ensayos, Mosquera identifica sucintamente
los síntomas y estrategias de un mundo artístico "internacional"
cuyos circuitos todavía seguían la dinámica de las antiguas rutas
comerciales de las colonias. Para Mosquera, la idea de que ahora
estamos conectados por medio de tecnologías de comunicación glo-
balizadas era una falacia del poder; la realidad era que las "conexio-
nes solamente tienen lugar en el interior de un patrón radial y
hegemónico alrededor de los centros de poder en el que los países
periféricos -la mayor parte del mundo- están desconectados
entre sí o solamente están conectados de manera indirecta por
medio y bajo el control, de los centros. Este sistema continuaba
produciendo lo que él, de forma perspicaz, llamó "zonas de silen-
cio" ( en el capítulo "Algunos problemas del comisariado transcul-
tural"). La implicación de Mosquera para conseguir el control de
la representación y pluralizar estos circuitos artísticos debía lle-
varse a la práctica a través de proyectos de comisariado colabora-
10
PR()LOCiO
11
creaban muchas veces la ilusión de una "fusión armónica" que eli-
minaba las desigualdades sociales y las contradicciones de los pro-
yectos nacionalistas. Para Mosquera se trata de formas remanentes
del eurocentrismo colonial que no tuvieron suficientemente en
cuenta las distintas voces de la diversidad étnica de la región. Por
el contrario, "transculturación': un modelo avanzado en 1948 por
el etnólogo cubano Fernando Ortiz, hacía énfasis en la resistencia
y la afirmación del sujeto subordinado en el movimiento de con-
trapunto a los encuentros culturales. Aun así, Mosquera critica el
transculturalismo por no tener en cuenta las innovaciones que sur-
gen de estos intercambios -que Derrida identificaría con el "resto"
productivo que surge de la imposibilidad de traducción directa de
un término a otro. Esto es lo que Mosquera atribuye al diálogo
único de Wifredo Lam entre el modernismo europeo y la parti-
cularidad de la cultura cubana. Lam fue un pionero en lo que Mos-
quera iba a caracterizar como un giro milenarista más amplio en
el "campo de los discursos artísticos contemporáneos, no basados
en la diferencia sino desde la diferencia" -que él identifica como
el paradigma del "desde aquí''. Esta realización de la "identidad por
medio de la acción y no de la representación" tiene como resultado
nuevos sujetos culturales, una percepción vívidamente probada en
el proyecto ciudadMULTIPLEcity (comisariado en colaboración
con Adrienne Samos) en la Ciudad de Panamá durante 2003, que
se centró en el espacio público como un lugar para la activación
de imaginarios sociales locales en lugar de como mediaciones im-
puestas por las instituciones públicas.
La atención que Mosquera presta al particular y a la cola-
boración dialógica invita a la comparación con la crítica que Jean-
Luc Nancy hace de la globalización en el ensayo "Urbi et Orbi"
( cuyo significado es "en todas partes y en cualquier lugar") 4 • Nancy
utiliza dos términos cuya traducción no es sencilla: globalisationo
'globalidad: que se corresponde con el uso que Mosquera hace de
"globalismo" como participación generalizada más que como inter-
acción genuina y hace referencia a los efectos catastróficos y tora-
12
PRlÍl.()(J()
Marzo de 2010
13
1 Gerardo Mosquera, "Spheres, Cities, Transitions·: en: 7th Sharjah Biennial [cat.],
2005, p. 88.
2 Gerardo Mosquera,"Modernidad y Africanía: Wifredo Lam in his Land'; en: Third
Text nº 20, 1992, p. 47.
3 Gerardo Mosquera (ed.), Beyond the Fantastic:ContemporaryArt Criticismfrom
Latin America, Iniva y The MIT Press, Londres y Cambridge, 1995.
4 Jean-Luc Nancy; The Creationof the World or Globalisation,Trad. Fran~ois Raffoul
y David Pettigrew, State University of New York Press, Albany, 2007, pp. 33-55.
14
.............................................................
El síndrome
de Marco Polo
Algunos problemas alrededor
de arte y eurocentrismo
15
ral y la conveniencia del diálogo, hasta el punto de que la proble-
mática intercultural es uno de los grandes temas del momento. Se
abre la posibilidad de una conciencia más diversificada, mientras la
cuestión étnica y nacional llena de colorines los mapas nuevos. El
eurocentrismo dominante y fanático -manifestación principal de
la enfermedad- resulta sometido a un tratamiento crítico -y clí-
nico- cada vez más conveniente. Todas estas mutaciones tienen en
el arte uno de sus focos, y le plantean problemas de urgencia muy
complicados. Aquí sólo se tocarán algunos.
La noción de eurocentrismo es muy reciente. En la antropo-
logía encontramos desde el siglo XVIII un reconocimiento del et-
nocentrismo1, y la idea del relativismo cultural se afianza mucho con
Boas desde fines del XIX. Pero esta idea, hasta fecha reciente, había
penetrado poco en los estudios e interpretaciones del arte y la lite-
ratura, muy centrados en criterios de valor vinculados al mito de lo
"universal''. Los discursos llamados postmodernos, con su interés en
la alteridad, han ido introduciendo una actitud más relativista en el
ambiente. Se perfila una nueva conciencia hacia lo étnico resultado
de los procesos de descolonización, del mayor espacio ganado por el
Tercer Mundo en la arena internacional, de la influencia de grupos
étnicos de ese origen en las grandes urbes del Norte, del aumento de
la información, de las mayores facilidades para viajar y comunicarse,
entre otros procesos contemporáneos. La postmodernidad misma
pudiera ser, como sugiere Kapur, consecuencia y no descripción "de
un universo realineado" por la praxis de sociedades antes desplaza-
das por completo 2•
Eurocentrismo es diferente de etnocentrismo. No se refiere
sólo al etnocentrismo ejercido por una cultura específica, sino al
hecho -que tan a menudo olvidamos- de que el hegemonismo
mundial de esa cultura ha impuesto su etnocentrismo como valor
universal y nos ha convencido de él por mucho tiempo3.
Aquí salimos del campo más bien aséptico del relativismo
cultural para chocar con problemas sociales y de poder. El hecho es
que la expansión planetaria del capitalismo a partir de la revolución
16
EL SÍNDROME DE MARCO Poco
17
Occidente abordó los problemas de sus propias culturas más bien
dentro del ámbito de sus tradiciones, que habían quedado aisladas
de la acción contemporánea, mientras discutía los de la erudición
occidental adoptada en los términos de ella misma, sin extender una
conexión capaz de transformar a ambas en beneficio de sus intere-
ses y valores propios en la situación del orbe actual 8•
Esto ha comenzado a cambiar. De modo rústico, pudieran
esquematizarse tres momentos. Primero, las culturas que hoy lla-
mamos tradicionales son "detenidas" ante la expansión occidental,
que lleva adelante, desde su punto de vista, el gran desenvolvimiento
centrífugo de las artes y las ciencias desde el siglo XVIII, generali-
zándolo como "universal''. Segundo, la toma de conciencia por una
parte del pensamiento de Occidente de lo absurdo de esta situación.
"Ni un solo Ibn en el sumario de una Teoríaliteraria';exclamaba con
elocuencia René Etiemble descalificando la obra clásica de Wellek y
Warren 9 • Tercero, el antieurocentrismo desde posiciones no occi-
dentales empieza a sistematizarse.
Este no consiste en una vuelta al pasado anterior a la globa-
lización occidental, sino en la construcción de una cultura contem-
poránea -capacitada para actuar en la realidad de hoy- desde una
pluralidad de perspectivas. Su desarrollo es urgente, pues se corre el
riesgo de que Occidente, además de tantas otras cosas, le haga tam-
bién al Tercer Mundo el pensamiento sobre la interculturalidad y
la crítica al eurocentrismo. Semejante autocrítica, a pesar de sus bue-
nas intenciones y su indiscutible valor, prolonga el defecto de la pers-
pectiva única y desde circuitos de poder.
El interés postmoderno en el Otro ha abierto algún espacio en
los circuitos 'cultos" para lo vernáculo y las culturas no occidentales.
Pero ha introducido una nueva sed de exotismo, portadora de un eu-
rocentrismo pasivo o de segunda instancia, que en vez de universali-
zar sus paradigmas condiciona ciertas producciones culturales del
mundo periférico de acuerdo con paradigmas que se esperan de allí
para el consumo de los centros. Muchos artistas, críticos y curadores
latinoamericanos parecen bien dispuestos a 'arrizarse" para Occidente.
18
EL SÍNDROME DE MARCO PULO
19
afrocubano de origen kongo.Graduado en el Instituto Superior de
Arte de La Habana y ex profesor del mismo, Bedia es un artista oc-
cidental sofisticado, con muy buena información y dominio de re-
cursos. Pero su obra, de tipo conceptual, suele fundamentarse en la
cosmovisión de origen kongoviva en Cuba. Más en el contenido que
en el lenguaje, pues le interesa una reflexión contemporánea sobre
los problemas del ser humano basada en aquella interpretación del
mundo. Su trabajo usufructúa con inteligencia aperturas, recursos y
sensibilidades del arte actual de los centros, para confrontarnos con
una visión diferente. Esta mixación 10 ocurre también en la técnica, al
integrar con total desembarazo, en la sobriedad de un discurso ana-
lítico, materiales tecnológicos, naturales y culturales, dibujo y foto-
grafía, objetos rituales y de la cultura de masas ... Se apropia también
de técnicas "primitivas" no para reproducir sus programas: crea con
ellas elementos para articular su discurso e iconografía personales.
Bedia está haciendo cultura occidental desde fundamentos no
occidentales, y por tanto, transformándola en el sentido de deseuro-
peizar la cultura contemporánea. Pero simultáneamente, pudiéra-
mos decir que está haciendo cultura kongopostmoderna. Además,
él se abre hacia las culturas "primitivas'; en lo que ha llamado una
transculturación voluntaria en dirección inversa: de su formación
"culta"hacia una formación "primitiva"11• Aunque se trata de un pro-
ceso de índole intelectual, está muy interiorizado en el artista, dado
el carácter mestizo de su propio trasfondo cultural.
El síndrome de Marco Polo es una enfermedad complicada,
que a menudo disfraza sus síntomas. La lucha contra el eurocen-
trismo no debe llevar en el arte a un mito de la autenticidad que,
por paradoja, puede añadirse a la discriminación que sufre la plás-
tica actual del Tercer Mundo en los circuitos internacionales. Este
mito impide apreciarla como reacción viva a las contradicciones pos-
tcoloniales, y demanda una "originalidad" propia de la tradición y las
antiguas culturas que corresponde a una situación desaparecida. Lo
plausible es analizar cómo el arte actual de un país o una región
dados satisfacen las demandas estéticas, culturales, sociales, comu-
20
EL SÍNDROME DE MARCO POLO
21
colonial, y ésta ha determinado semejanzas estructurales en el mo-
saico. Resulta tan retórico "hablar de Tercer Mundo y envolver en el
mismo paquete a Colombia, la India y Turquía" 14,como ignorar lo
que los une o puede unirlos para enfrentar el poder hegemónico, así
sea la pobreza 15• Estas culturas están urgidas de conocerse y pen-
sarse, de intercambiar experiencias, emprender proyectos comunes.
Una concepción radical del relativismo no debe fomentar su aisla-
miento, al apartar el esfuerzo de aproximarnos al Otro y aprender
de él (aun de lo que no nos guste, según diría Robert Venturi). Si la
postmodernidad sitúa en primer plano la otredad, lo hace mediante
un proceso de diferenciación infinito que elimina la necesidad de ele-
gir 16. La estrategia de los dominados va en el sentido de la integración
a partir de lo que los une, y en activar su diferencia"frente a la domi-
nante postmoderna internacional" 17• El robinsonismo Sur-Sur sólo
beneficia a los centros, que afianzan el verticalismo Norte-Sur. Si la
traducción de una cultura a otra en todos sus matices resulta imposi-
ble, no lo es la capacidad de acercamiento, enriquecimiento y solida-
ridad mutuos. Jorge Luis Borges decía que El Quijotegana batallas
contra sus traductores 18•
El mito del valor universal en el arte, y el establecimiento de
una jerarquía de las obras basada en su "universalidad" es una de las
herencias del eurocentrismo que aun sobreviven, a pesar de que cada
vez somos menos ingenuos con respecto a "lo universal'; que con
tanta frecuencia ha disfrazado lo occidental. Pero esto no inhabilita
una recepción de la obra más allá de la cultura que la produjo, aun-
que sea "incorrectá' 19, y por tanto creadora de nuevos significados. El
arte está muy ligado a lo cultural específico, pero posee una ambi-
güedad polisémica, abierta a recepciones muy diversas. Vivimos "un
gran tiempo de híbridos''. como cantaba un rockero mexicano 20, que
abre un desafío heterodoxo mediante la reinterpretación, en vez del
rechazo, a la dependencia de los grandes circuitos. En la experien-
cia contemporánea toman fuerza la contextualización, el reciclaje, la
apropiación, la resemantización, consecuencias del interactuar cada
vez mayor entre las culturas.
22
EL SfNDROME DE MARCO Prn,n
23
informar y contextualizar; por otro, se orientarán receptores. Por ser
mediaciones, tendrán que aceptar compromisos pero deberán esfor-
zarse por huir de los centrismos y las expectativas cliché. Es fácil de-
cirlo, pero en la práctica estamos lejos de soluciones ejemplares.
Un último problema es que el desmantelamiento del euro-
centrismo, además de la descentralización polifocal, multiétnica, im-
plica una revisión igualmente plural de la cultura de Occidente.
Cuando Robert Farris Thompson pidió a un erudito tradicional
kongocomentar la pintura "africana" de Picasso 23, no estaba única-
mente haciendo un gesto que desconstruía -al revés- la apropia-
ción de la estructura de África por el modernismo, y volvía elocuente
lo ingenuo de sus afanes de universalidad. También abría una pers-
pectiva metodológica pluralista. No sólo en el sentido de una expli-
cación erudita del África tradicional sobre obras inspiradas en ella.
Los análisis de Fu-Kiau Bunseki profundizan nuestra apreciación de
aquellas obras aun para un punto de vista occidental. El cubismo
revolucionó la cultura visual de Occidente al apropiarse de recursos
formales de África. Pero estas formas no eran gratuitas: fueron di-
señadas para sustentar significados específicos, que en el plano más
general pueden actuar también en la codificación de los cuadros de
Picasso. Aquellas formas responden a una cosmovisión que, aunque
sea en sus cimientos preceptuales, no deja de estar presente en la
nueva visión mediante la cual los cubistas transformaron la pintura
occidental, aun desconociendo las funciones y significados de sus
modelos africanos.
El comportamiento intercultural no consiste sólo en aceptar
al Otro para intentar comprenderlo y enriquecerse con su diversidad.
Conlleva que aquel haga igual conmigo, problematizando mi auto-
conciencia. La cura del síndrome de Marco Polo implica superar los
centrismos con iluminaciones en un millón de sentidos.
Publicado por primera vez en Lápiz, Madrid, nº 86, mayo de 1992, pp. 22~27
24
EL SfNDROME DE MARCO Poi.o
1 Por ejemplo, John Hunter, "Inaugural Disputation on che Varieties of Man''. 1775,
en: Thomas Bendyshe (comp. y trad.), The Antropological Treatises of Johann
FriedrichBlumenback,Londres, 1865, pp. 357-394.
2 Geeta Kapur,"Tradición y contemporaneidad en las bellas arres del Tercer Mundo''.
en: Debate abierto:tradicióny contemporaneidaden la plástica del TercerMundo, III
Bienal de La Habana, 1989, p.12.
3 Gerardo Mosquera, El diseño se definió en Octubre,La Habana, 1989, pp. 31- 33.
4 Amílcar Cabra!, "O papel da cultura na lura pela independencia''. en: Obras escolhi-
das de Amílcar Cabra/,Lisboa, 1978, v. 1, pp. 234-235.
5 ''Apesar de todas sus nobles aspiraciones y sus logros, debemos reconocer que la cul-
tura de la modernidad ilustrada también ha sido siempre (aunque de ningún modo
exclusivamente) una cultura del imperialismo interior y exterior". Andreas Huys-
sen, "Cartografía del postmodernismo''. en: Josep Picó (comp.), Modernidad y post-
modernidad, Madrid, 1988, p. 239.
6 En teoría literaria las primeras advertencias aparecen en el ruso Zhirmunski
(1924), en la Tesis del Círculo Lingüístico de Praga, en el ruso Honrad (1957),
en el francés Etiemble ( 1958), en los polacos Skwarczynska ( 1965), Ingarden y
Ossowski (1966). Desiderio Navarro, "Un ejemplo de lucha contra el esquema-
tismo eurocentrista en la ciencia literaria de la América Latina y Europa''. en: Casa
de las Américas, nº 122, septiembre-octubre de 1980, pp. 83-85.
7 Sobre la doble condición de la Europa fronteriza: Baluarte occidental y zona de con-
tacto, ver: Leopoldo Zea, Américaen la historia,México y Buenos Aires, 1957, pp.118-
154."Centro''."periferia''y"Tercer Mundo'' son términos tan discutidos y problemáticos
como acuñados. Los empleo de modo operacional, para referirme a situaciones de do-
minio establecidas históricamente, sin significadosjerárquicos o discriminatorios.
8 Los procesos de transculturación ocurrieron sobre todo en el ámbito cotidiano y la
cultura artístico-literaria. En el pensamiento erudito poco se transformó el discurso
occidental. Tiene que ver con esa dicotomía cultural, señalada por Shuichi Kato,
entre un ego nativo y un superego occidental, en palabras de Dufrenne. Mikel
Dufrenne et al., Main Trends in Aesthetics and the Sciencesof Art, Nueva York y
Londres, 1979, pp. 37-38.
9 René Etiemble, Essaisde littérature(vraiment) générale,París, 1974, p. 9. Los mar-
xistas no quedan mejor parados. Por ejemplo, los cuatro tomos de Lukács totaliza-
doramente titulados Estética no toman en cuenta ni una sola obra no occidental.
Peor aún, los manuales soviéticos de teoría literaria ignoraban las literaturas orien-
tales de su propio país (Desiderio Navarro, Op. cit.,pp. 88-90), y el realismo socia-
lista en el arte y la literatura era impuesto desde cánones occidentales. Todo
constituía un signo de la política rusocéntrica hacia las nacionalidades que,junto con
otros factores, condicionó el desmembramiento del país.
10 Uso en sentido figurado este término de la tipología de los procesos ernogenéticos
establecidos por Julián Bromlei. Refiere a la fusión de grupos humanos separados
de sus etnosde origen, que da nacimiento a nuevos etnos.
11 Ver su testimonio en: Made in Ha vana ContemporaryArt from Cuba, Art Gallery
ofNew South Wales, 1988, p. 20.
12 Puede leerse una interpretación crítica de Botero desde esta perspectiva en Luis
Camnitzer, "Boteros: falsos y auténticos''. en: Brecha,16 de agosto de 1991, p. 20.
25
13 Joseph Cornell: "African Art and Authenticity'; en: African Arts, Los Angeles, v. IX,
nº L 1975, p. 55.
14 Néstor García Canclini,"¿Modernismo sin modernización?'; en: Revista Mexicana
de Sociología,año II, nº 3, julio-septiembre de 1989, p. 170.
15 Mirko Lauer, "Notas sobre plástica, identidad y pobreza en el Tercer Mundo'; en:
Debate abierto: tradicióny contemporaneidaden la plástica del TercerMundo, III
Bienal de La Habana, 1989, pp. 19-27.
16 Geeta Kapur: Op. Cit., p. 11.
17 Nelly Richard, "Latinoamérica y la postmodernidad'; en: Revista de Crítica Cultu-
ral, año 2, nº 3, abril de 1991, p. 15. Puede extenderse a todo el Sur el reconoci-
miento de la América Latina como "una zona de experiencia (llámese marginación,
dependencia, subalternidad, descentramiento) común a todos los países del conti-
nente situados en la periferia del modelo occidental-dominante de la modernidad
centrada" (Idem).
18 Jorge Luis Borges,"La supersticiosa ética del lector'; en: Páginasescogidas,selección
y prólogo de Roberto Fernández Retamar, La Habana, 1988, p. 105.
19 Boris Bernstein, ''.Algunasconsideraciones en relación con el problema'arte y etnos";
en: Criterios,nº 5-12, enero de 1983 - diciembre de 1984, pp. 266-267.
20 Rodrigo González transformó en Rockdrigo su nombre de rancia estirpe caste-
llana, y fue uno de los que convirtió al rock en vehículo de expresión de la juventud
marginal y de las capas populares en la Ciudad de México, usando el ritmo inter-
nacional para fines locales.
21 Rasheed Araeen, "Our Bauhaus Others' Mudhouse·; en: Third Text, nº 6, primavera
de 1989, pp. 3-14; James Clifford, "Histories of the Tribal and the Modern'; en:
Art in America, abril de 1985, pp. 164-177, en: The Predicamentof Culture,Cam-
bridge y Londres, 1988; Gerardo Mosqueta, "'Primitivismo' y 'contemporaneidad' en
jóvenes artistas cubanos·; en: La Revista del Sur, año II, nº 3-4, 1985, pp. 52-55; y
Universidadde La Habana, nº 227, enero-junio de 1986, pp.133-139.
22 Gerardo Mosquera, "Speakeasy·; en: New Art Examiner, v. XVII, nº 3, noviembre
de 1989, pp.13-14.
23 Robert Farris Thompson,"Break-Shadow Art (Pasula Kiini): Towards an African
Reading of'Modernist Primitivism"; en: RediscoveredMasterpiecesof African Art,
Paris, 1988, pp. 65-73.
26
.............................................................
Islas infinitas
Sobre arte, globalización y culturas
27
fundar, es una 'globalización" centrada en pequeños estados. Las re-
voluciones industriales y los procesos de colonización van dando
forma a un planeta moldeado -hasta en los mapas que lo repre-
sentan- de acuerdo con una cultura occidental impuesta. Esta cul-
tura se impone de modo etnocéntrico porque, sobre todo, arma el
sistema de instituciones, valores, lenguajes y procedimientos que ar-
ticulan la estructura del orbe global que vivimos. Ha adelgazado así
sus implicaciones étnicas para devenir un Yo universal del mundo
contemporáneo, a partir del cual se define lo que existe, universali-
dad y contemporaneidad incluidas.
Esta es una situación irreversible, y aceptada consciente o in-
conscientemente de manera general, quizás con la única excepción
importante del fundamentalismo islámico. La cuestión se ha venido
discutiendo en forma pesimista desde hace mucho tiempo. Por
ejemplo, Suichi Kato se refería en 1978 a los procesos de occiden-
talización de Japón, describiendo el país post-reforma Meiji, a prin-
cipios de siglo, donde el japonés de las ciudades trabajaba durante el
día en las industrias o las oficinas del gobierno occidentalizadas, y
regresaba al hogar para pasar la noche al modo tradicional: usando
el kimono, sentado en la estera y comiendo arroz. Eficiencia en la
tecnología occidental durante el día, y delicada vida estética de va-
lores tradicionales durante la noche. 1
Esta precaria dicotomía entre vida laboral y privada se resol-
vió décadas después en favor de un Japón occidentalizado, en el cual
Kato lamentaba no poder encontrar ya "el alma japonesa" 2• Si estos
procesos fueron desencadenados con energía en el país asiático por
una estrategia económica consciente, en la mayor parte del mundo
obedecieron a la dinámica colonial. La globalización sólo es posible
en un orbe previamente reorganizado "a la occidental" por el colo-
nialismo, en beneficio de los centros de poder económico. Esta oc-
cidentalización va construyéndose de acuerdo con las nuevas, cada
vez más complejas exigencias y condicionamientos de sus propios
procesos económicos, sociales y políticos, con la cultura occidental
actuando como cultura instrumental del mundo de hoy. Se cons-
28
ISLAS INFINITAS
29
No se trata sólo de la lengua, las comunicaciones y la cultura
de masas. Estos procesos se trenzan también en la "alta" cultura.
Cuando se discute en términos muy generales acerca de las artes
plásticas suelen usarse las denominaciones "lenguaje artístico inter-
nacional" o "lenguaje artístico contemporáneo" como construccio-
nes abstractas que refieren a una especie de inglés del arte en el cual
se hablan los discursos "internacionales" de hoy 4 • En los museos, ga-
lerías y publicaciones más destacadas -al igual que entre críticos,
curadores, historiadores de arte y coleccionistas- prevalecen prejui-
cios basados en una suerte de monismo axiológico. En un círculo
vicioso, estos medios tienden a mirar con sospechas de ilegitimidad
al arte de las periferias que procura hablar el "lenguaje internacional''.
Si lo habla correctamente, suele acusársele de derivativo; si lo hace
con acento, descalificársele por su incorrección hacia el canon.
Con frecuencia no se miran las obras: se piden sus pasapor-
tes, y estos suelen no estar en regla, pues responden a procesos de hi-
bridación, apropiación, resignificaciones, neologismos e invenciones
en respuesta a la situación de hoy. Se exige a este arte una originali-
dad relacionada con las culturas tradicionales (que, precisamente,
llevan ese apellido a causa de la marginación impuesta por la mo-
dernización colonial), es decir, hacia el pasado; o una invención total,
ah ovo, hacia el presente. En ambos casos se le demanda declarar el
contexto, en vez de participar en una práctica general del arte que en
ocasiones podría sólo referir el arte en sí mismo.
La apropiación periférica del modernismo resulta interesante
en este orden de cosas. Además de cumplir su agenda propia, ella
significó una pluralización y complejización del propio modernismo.
Pero no suele pensarse en un modernismo global que reacciona a
diferentes situaciones contextuales. Así, José Clemente Orozco es
siempre discutido dentro del muralismo mexicano, nunca como uno
de los grandes artistas del expresionismo. En este déficit de inter-
pretación coinciden extrañamente las posiciones de los poderes cen-
trales, que confinan la diferencia al ghetto, y el enfrentamiento a ellos
del nacionalismo afirmador de identidad, que la encierra tras una
30
IS! .AS IN!-'TNJTAS
31
productos para turistas que exageran los rasgos locales o "primiti-
vos·; pues, como dice Candice Breitz, reflejan la fetichización occi-
dental del "Otro" tanto como las necesidades de los artesanos,
quienes saben que así se venderán mejor 6•
El caso del "lenguaje internacional" en el arte muestra una
construcción hegemónica de lo global más que una verdadera glo-
balización, entendida como participación generalizada. La sospecha
principal que despiertan los fenómenos culturales llamados "inter-
nacionales" o "contemporáneos" es que con demasiada frecuencia re-
fieren a prácticas hegemónicas que se autotitulan "universales" y
"contemporáneas'; adjudicándose a sí mismas no sólo el valor con-
tenido en estas categorías, sino la capacidad para decidir qué entra
en ellas. Forman parte del aparato conceptual de un sistema de
poder. Éste autolegitima determinadas prácticas, sin concebir lo in-
ternacional o lo contemporáneo como un tablero plural de interac-
ciones múltiples y relativas. Incluso, ambas categorías llegan a
superponerse en la práctica, mostrando que no se concibe una ac-
tualidad que no sea "universal'; ni viceversa.
Las artes plásticas constituyen un campo altamente especia-
lizado e intelectualizado, que es además un campo muy cerrado a
causa del valor aurático fetichizado en los objetos y la consecuente
acción de un mercado suntuario muy poderoso. No obstante, aún
allí se están abriendo paso procesos de participación más amplios. La
constelación de transformaciones que llamamos globalización es re-
sultado de la internacionalización de la economía, la profusión y for-
talecimiento de instituciones transnacionales, la flexibilización del
papel de los estados-nación, el auge de las comunicaciones y la in-
formación, el fin de la guerra fría, etc. Pero también es producto de
la descolonización, el surgimiento de nuevos sujetos sociales, los in-
tensos movimientos migratorios, sus transterritorializaciones cul-
turales y reajustes demográficos, la conciencia multicultural y sus
políticas, la energía económica del Este de Asia, entre otros proce-
sos. Geeta Kapur ha apuntado el papel activo de las "periferias" en la
plasmación de la postmodernidad 7 • Otro tanto podría decirse de la
32
ISLAS INFINITAS
33
aéreos, o la ausencia crítica de avenidas, carreteras y medios de trans-
porte en buena parte del mundo. El ciberespacio puede ser un para-
íso virtual, una gran droga de diseño para escapar del ciberdespelote
global. Porque debe quedar claro que la globalización no consiste en
una efectiva interconexión de todo el planeta mediante una trama re-
ticular de comunicaciones e intercambios. Se trata más bien de un sis-
tema radial tendido desde centros de poder más diversificados y de
distinta escala, hacia sus zonas económicas múltiples y altamente di-
versificadas. Este tejido está tramado sobre ejes Norte-Sur: poco ha
avanzado la globalización en las periferias, porque se ha globalizado
desde y para centros descentralizados. Esta estructura axial implica la
existencia de grandes zonas de silencio, poco conectadas entre sí o sólo
indirectamente por vía de las neometrópolis.
Es cierto que la globalización ha mejorado extraordinaria-
mente las comunicaciones, ha dinamizado y pluralizado la circula-
ción cultural, y ha propiciado una conciencia más pluralista. Pero
lo ha hecho siguiendo los mismos canales trazados por la economía,
reproduciendo en buena medida las estructuras de poder. Cuando
escucho cierto optimismo postmoderno acerca de descentralización
y quiebre de hegemonismos, siempre recuerdo un cuento de Au-
gusto Monterroso, autor de los cuentos más breves que se han es-
crito. Este minirelato se titula"El dinosaurio'; y tiene sólo una línea:
"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí''.
Ahora bien, esta situación general está produciendo una re-
articulación en el terreno de la cultura y las identidades que no
puede ser discutida con eficacia desde los paradigmas que habían
prevalecido. Cuando Kato se lamentaba de no poder hallar "elalma
japonesa" en un Japón fuertemente occidentalizado, era incapaz de
comprender que "elalma japonesa" lo estaba dirigiendo todo a su
manera. Ella seguía su antigua especialidad -propia de un país pe-
queño y pobre en recursos materiales- de adueñarse los recursos de
los más poderosos, según había hecho antes con China. Es el prin-
cipio de las artes marciales: usar en su favor la fuerza de un contra-
rio más robusto. En este caso se manifestó en una forma diferente
34
ISLAS INFJNfTAS
35
más tarde en inventarlos dentro de ese sello particular. Aquí no era
cuestión de exhibir"las raíces"para afirmarse en la diferencia, sino de
ponerlas a trabajar. A pesar de su fascinante universo tradicional, hoy
Japón se identifica más hacia el presente que hacia el pasado. En el
habla popular cubana se usaba hace unos años la palabra "Japón"
como un adjetivo celebratorio. Cuando algo estaba muy bien, en es-
pecial si era tecnológico y sofisticado en su diseño, se decía "¡está
Japón!'; o se exclamaba simplemente "¡Japón!".
La cultura constituye hoy una arena de primera importancia
donde se tensan las luchas y negociaciones de poder. Éstas se em-
peñan entre la asimilación, el tokenismo,la rearticulación de las he-
gemonías, la afirmación de la diferencia, la crítica al poder, y las
apropiaciones y resemantizaciones hacia todos lados, entre otras
tensiones. La cultura es un espacio crucial para la acción de los sec-
tores periféricos, subalternos o marginados del orbe global. Sus al-
cances han conducido a Samuel P. Huntington a afirmar que los
alineamientos definidos por la ideología están cediendo camino a
aquéllos definidos por la cultura 10. Pero esta última funciona más
bien como un campo de rearticulaciones flexibles, sin la fijeza del
concepto de civilización que maneja este autor. Los procesos que en
ella tienen lugar están haciendo que el mundo global sea también,
paradójicamente, el mundo de la diferencia.
La globalización cultural implica la interacción entre una me-
tacultura occidental extendida y la pluralidad cultural del mundo. Si
la primera conserva su carácter hegemónico, las otras han aprove-
chado su capacidad de broadcasting internacional para sobrepasar los
marcos locales. Usada desde el otro lado, ha permitido difundir pers-
pectivas diferentes, y ha sufrido adecuaciones acordes con estas
perspectivas. Además, todo proceso de homogeneización en gran
escala, aun cuando consiga aplanar las diferencias, genera otras nue-
vas dentro de sí mismo, como un latín que estalla en lenguas ro-
mances. Esto se observa tanto en la readaptación de la cultura de
los centros que hacen las periferias, como en la heterogenización que
los inmigrantes están produciendo en las megalópolis contemporá-
36
ISLAS INFINITAS
37
gente haciendo "incorrecta" y desembarazadamente la metacultura
occidental a su propia manera, deseurocentralizándola de forma plu-
ral. Un programa utópico sería pensar en una metacultura recons-
truida desde la más vasta pluralidad de perspectivas. La estructura
postcolonial vigente dificulta esto en extremo, debido a la distribu-
ción del poder y a las limitadas posibilidades de acción que poseen
hoy vastos sectores.
En realidad, las "invenciones" no siempre ocurren en los cen-
tros. Pero como es en ellos donde se las ha historiado, prevalecen la
subestimación y la ignorancia. Por ejemplo, recuerdo que en oca-
sión de una muestra del escultor uruguayo Gonzalo Fonseca en
Nueva York, la crítica especializada lo consideró demasiado influido
por Louise Nevelson. Sólo que esta escultora siempre reconoció sus
deudas con los lineamientos artísticos del Taller Torres García, de
donde procedía Fonseca.
Un segundo proceso fundamental es la apropiación, trans-
formación y resemantización de la cultura globalizada desde los cen-
tros. En virtud de su problemática relación de pertenencia-diferencia
con Occidente, América Latina ha sido el territorio clásico de estos
procesos, que se remontan a los inicios de la colonización europea.
Pero las siguientes puntualizaciones de Nelly Richard pueden en
gran medida extenderse más allá del continente para referirse a una
tendencia general de la cultura en la globalización:
38
ISJ.AS INHNITAS
39
periferias. Circula más por los ejes radiales hacia los centros que en
conexiones Sur-Sur. Es además fomentada en el interior de las me-
galópolis por los in111igranresy su fuerte dinámica demográfica, de-
bida tanto al desplazamiento humano como a la emigración quieta,
o sea, al mayor ritmo de crecimiento de las poblaciones de inmi-
grantes. Las migraciones, con sus transterritorializaciones físicas y
culturales, están deseurocentralizando las ciudades occidentales y,
en general, heterogeneizando el mundo.
En términos de su circulación, podríamos distinguir tres
grandes líneas de productos culturales "locales" que con frecuencia
se entrecruzan entre sí y con otras líneas. Lo local-central, aun
cuando se trate de manifestaciones culturales muy específicas de
grupos y áreas particulares -por ejemplo, el rapo el grajfitineo-
yorquino-, ha sido habitualmente internacionalizado en virtud de
los poderosos circuitos de mercado y difusión del centro. La globa-
lización ha facilitado una mayor pluralización desde las periferias.
Una línea son las producciones concebidas para vender lo local
fuera de la localidad, o a los visitantes: artesanías para el turismo, pro-
ducción industrial de souvenirs-tipo Torre Eiffel, Mickey Mouse,
Che Guevara o Empire State-, y,en general, todo lo que se conoce
como arte de aeropuerto. Aunque se les suele enjuiciar peyorativa-
mente en bloque, desde criterios fundamentados en la "autenticidad
cultural'; algunos de estos productos poseen valores más allá del in-
terés por lo exótico, a menudo debido a su inventiva"inauténticá'. Al-
gunas de las artesanías más interesantes son con frecuencia creaciones
nuevas, diseñadas ex profesopara el turismo, no sólo renglones tradi-
cionales fabricados para la exportación. Constituyen una suerte de
construcción globalizante de lo local. Son interesantes también los
casos de arte nuevo salido de la cultura popular e imbricado con la
tradición, pero hecho para exportar, como la escultura makonde de
Tanzania y Mozambique 14• Toda esta primera línea incluye también
la producción literaria y plástica "culea"de muchos países con altos
índices de analfabetismo y/ o que carecen de mercado local para el
arte. También los mitos etnoculcurales, como la mulata cubana.
40
ISLAS JNFINITAS
41
Todas estas articulaciones de globalización-diferenciación son
una intrincada, conflictiva trabazón de fuerzas más que una dialéc-
tica dual. Implican contaminaciones 17, mezclas y contradicciones
hacia muchos lados. Aunque orientan el desenvolvimiento actual de
la cultura, no pueden ser tomadas pasivamente como una inclina-
ción necesaria, que ocurre sin la presión ejercida por los sectores sub-
alternos. La dinámica cultural se trenza, insisto, en medio de choques
y diálogos, desencadenando fenómenos de invención, mezcla, multi-
plicidad, apropiación y resemantización a veces muy complejos. En
este laberinto de desplazamientos se tercia hoy el poder cultural.
He intentado presentar en forma sumaria y generalizadora
algunas macrotendencias, aplanando muchas complejidades. Entre
otros problemas, por sólo citar un ejemplo, existe esa tendencia me-
tacultural a generalizar prácticas de ámbitos muy diversos -del
yoga al kárate- de un modo consumista, culturalmente "aséptico':
como elementos aislados en un mosaico cosmopolita enmarcado por
Occidente. No obstante, algunas de las experiencias en ámbitos no
occidentales más exitosas han consistido en manejar la occidentali-
zación en su beneficio, potenciándola desde componentes propios.
El asunto sería hacerla contemporaneidad desde una pluralidad de
experiencias, adelgazando el sentido mismo de la noción de occi-
dentalización. Si la diferencia cultural marcha a caballo del potro de
Atila de los procesos globalizadores, podría contribuir a globalizar
mejor la globalización.
Concluyo con un símbolo abierto. Al llegar a América, los es-
pañoles estuvieron obsesionados durante años por saber si se tra-
taba de una ínsula o de tierra firme. Cuenta un historiador del siglo
XIX, cura de la villa cubana de Los Palacios, que cuando Colón pre-
guntó a los nativos de Cuba si aquel lugar era isla o continente, ellos
le respondieron que era "tierra infinita de la que nadie había visto el
cabo, aunque era islá' 18• Tal vez las tendencias actuales nos inclinen
hacia un orbe de islas infinitas.
42
ISLAS INFINITAS
1 Citado por Mikel Dufrenne, Main Trrnds in Aesthetics and the Sciences of Art,
Nueva York y Londres, 1979, p. 37.
2 Ibídem, pp. 41-42.
3 Clemenr Greenberg,'Avanr-Garde and Kitsch" ( 1939), en: Art and Culture, Bosron,
1961,p.12.
4 Ver: "Lenguaje internacional del arte" en este libro, pp. 63-67.
5 Mehmet Ümit Necef, "Hur ska det ga med min emiska identitet som turkisk in-
vandrare i den har roran?': en: Kulturen i den GlobalaByn, Lund, 1994, pp. 55-65.
6 Candice Breitz,"¿Por qué no han existido artistas africanos de vanguardia?': Atlán-
tica, Las Palmas de Gran Canaria, nº 11, otoño de 1995, p. 59.
7 Geeta Kapur, "Conremporary Cultural Practice: Sorne Polemical Categories·: en:
Third Text, Londres, nº 11, verano de 1990, p. 116.
8 Okwui Enwezor, Trade Routes:History and Geography.Proposalforthe 1997 Africus:
JohannesburgBiennale,1996, material impreso sip.
9 Datos tomados del Almanaque Mundial y la ONU.
10 Samuel P.Hunrington, The Clash of Civilizationsand the Remaking of World Order,
Nueva York, 1996.
11 Breitz, Op. Cit., p. 60.
12 Nelly Richard, "Modernidad, postmodernismo y periferia': en: La estratificaciónde
los márgenes,Santiago de Chile, 1989, pp. 46-47.
13 Ticio Escobar, "El mito del arte y el mito del pueblo': Asunción, 1987, p. 76.
14 Gerardo Mosquera: "Escultura makonde y arte africano de hoy·; en: Art Nexus, Bo-
gotá, nº 7, febrero de 1990.
15 J.M. Briceño Guerrero, Discursosalvaje,Caracas, 1980, p. 55.
16 Sobre las artesanías en estos dos países y, en general, la compleja trama económica,
social y cultural de las artesanías contemporáneas, ver: Néstor García Canclini, Las
culturaspopulares en el capitalismo,La Habana, 1982; Mirko Lauer, Crítica de la
artesanía,Lima, 1982; Victoria Novelo, Artesaníasy capitalismoen México, México
DF, 1978.
17 Jean Fisher, "Editorial: Sorne Thoughts on 'Contaminations"; en: Third Text, Lon-
dres, nº 32, otoño de 1995, pp. 3-7.
18 Andrés Bernaldes, "Historia de los Reyes Católicos·: en: Memorias de la Real So-
ciedad Patriótica de la Habana, 1837, romo III, p. 128. Citado por Cintio Vitier y
Fina García Marruz, Flor ocultade poesía cubana,La Habana, 1978, p. 63.
43
.............................................................
Globalización,
lenguaje,
dinámica cultural
45
como los temores son en realidad más arduos. Los tiempos de la
globalización han marcado dos procesos contrapuestos en la cul-
tura. Su interacción constituye un punto crítico de las rearticula-
ciones del poder simbólico, y una paradoja que da el signo de la
época. Por un lado, la globalización de la economía, las organiza-
ciones de poder, las comunicaciones y los signos constituyen un mo-
mento álgido en la expansión del capitalismo industrial, que forma
parte de la expansión de Europa y su cultura a partir del Renaci-
miento. Éste fue más un proceso de Europa hacia fuera y hacia de-
lante que una reafirmación de sus raíces basada en la interioridad
de un pasado paradigmático. Pero la expansión europea ha sido re-
latada como una expansión del mundo. La adquisición de un poder
mundial fue vista como una mundialización: lo local-occidental de-
venía universal por la conquista de poder planetario y por la cons-
trucción de una racionalidad totalizante desde ese poder.
Estos planos reales y simbólicos se interpenetraron hasta hoy.
La occidentalización ha sido universalización por interrelacionar
verdaderamente el orbe, y por imponerse y discursarse a sí misma
como universal. La idea de la expansión del mundo -con sus "vie-
jos" y "nuevos" mundos y sus "descubrimientos" - culminaba en una
noción inversa, de contracción: "el mundo es cada día más pequeño:
y aún una aldea global.
La expansión económica de Occidente conllevó siempre la
contracción en la idea de una pequeñez universalizable, centrada en
el Yo renacentista, por oposición a vastedades y diversidades irre-
ductibles. Los mapas constituyen su mejor representación. Son a la
vez instrumento práctico de expansión, comunicación y conquista, e
icono de un mundo en la mano. También una combinación de orga-
nigramas y representaciones emblemáticas del poder geopolítico, bajo
un manto de objetividad científica. La aceptación misma de la esfe-
ricidad de la tierra implicaba la posibilidad de la navegación -y el
dominio- global y la reducción del mundo a una esfera cerrada en sí
misma. El planeta era objetivado en una bola que se podía manosear,
sostener, controlar bajo un pendón -según se ha representado en
46
(J¡ OBALTZACIC)N, LENGUAJE, DINÁMICA CUITURAI
47
mundial fueron "dirigidos" por Occidente, implicando la participa-
ción de los dominados, sea desde la aceptación, la reconversión o la
resistencia. La imposición global de la cultura de Occidente con fines
de conversión y dominio llevó implícita el acceso generalizado. Si la
imposición buscó convertir al Otro, el acceso le facilitó usar esta cul-
tura para fines propios, diferentes, y transformarla desde dentro. La
metacultura occidental -con sus posibilidades de acción global-
ha devenido un medio paradójico para la afirmación de la diferen-
cia, y para la rearticulación de los intereses del campo subalterno en
la época postcolonial.
De ahí que los tiempos de la globalización sean simultánea-
mente los de la diferencia. Éste es el otro proceso contradictorio
al que me refería al inicio. La existencia de una metacultura ope-
rativa ha permitido globalizar diferencias más allá de los ámbitos
locales. Esta globalización cultural conlleva la interacción entre
una metacultura occidental reconfigurada desde la pluralidad de
sus usuarios, y las culturas de origen no occidental. Si la primera
conserva su carácter hegemónico, las otras han aprovechado su
capacidad de difusión e impacto internacionales para sobrepasar
los marcos locales.
Siempre ha habido presión desde grupos provistos de poder
por asimilar y usar en su beneficio elementos ajenos, desde la coca
andina (convertida en Coca-Cola o en cocaína) hasta la plástica afri-
cana por el modernismo. La metacultura occidental ha procurado
tanto absorber en usufructo elementos de otras culturas, como glo-
balizar a las demás culturas o sus fragmentos desde el enfoque he-
gemónico. Pero, usada desde el otro lado, ha permitido difundir
perspectivas diferentes, y ha sufrido adecuaciones acordes con estas
perspectivas. Impuesta por el colonialismo, ha sido después un ins-
trumento para la descolonización y la actividad internacional de los
nuevos países de África, Asia y el Caribe.
La Coca-Cola es quizás el símbolo máximo de la llamada
"macdonalización': es decir, de la homogenización cosmopolita in-
ternacional desde la cultura de Estados Unidos que se denuncia
48
GLOBALIZACIÓN, LENGUAJE, DINÁMICA CULTURAL
49
II
50
Gt.OBALIZACIÓN, LENGUAJE, DINÁMICA CULTURAL
51
Como vemos, el poema incluye muy adecuadamente tanto el
proceso de mezcla como la situación de poder y dominación. El pri-
mer aspecto coincide con la posición del etnólogo Fernando Ortiz,
quien, también en los años treinta, comparó la identidad cubana con
un ajiaco, es decir, un sopón de ingredientes muy diversos donde el
caldo que queda en el fondo representa la nacionalidad integrada, de
síntesis 7 • Este paradigma puede ser extendido a todo el Caribe,
donde incluso semejantes metáforas potajeras, como "callaloo" o "san-
cocho'; continúan siendo usadas hoy día para definir la región, mi-
tificada como icono por excelencia del mestizaje, la diversidad, las
migraciones, el intercambio abierto y la amalgama. Este mito ha sido
estereotipado como un cliché, sobre todo con el cambio en la eco-
nomía de la región del azúcar al turismo.
De cualquier modo, el Caribe se caracteriza por procesos de
desgaje de las culturas originales que aquí confluyeron ( acriolla-
miento) y de mixación etnogenética. Aquí los elementos culturales
e idiosincráticos de origen africano modulan las culturas nacionales
de tipo occidental "mestizo" al extremo de fraguarles en buena me-
dida su acento particular. Lo africano hibridado resulta clave para
muchas manifestaciones culturales de América. No como intertex-
tualidad sino como presencia constitutiva. No en cuanto elemento
inspirador, o ni siquiera añadido: como ingrediente prometeico en
la formación de las nuevas culturas. De cualquier modo, hay que
estar en guardia contra la idealización del Caribe y, en general, con-
tra una mitificación de la cultura como espacio simbólico donde se
resuelven los problemas sociales.
El problema con la idea del mestizaje cultural es que puede
ser usada para crear la imagen de una fusión equitativa y armónica,
disfrazando no sólo las diferencias, sino las contradicciones y fla-
grantes desigualdades bajo el mito de una nación integrada, omni-
participativa. Es el problema de todas las nociones basadas en la
síntesis, que desdibujan los desbalances y tienden a borrar los con-
flictos. Habría que ver qué parte de los ingredientes pone cada quien
en el ajiaco, y a quién toca después la cucharada mayor. Es necesa-
52
(JL()BALIZACIÚN, LENGUAJE, DINÁMJ('A c:uJ,lllRA[,
rio subrayar además que, aparte del caldo de síntesis, quedan hue-
sos y carnes duros que nunca llegan a disolverse del todo, aunque
aporten su sustancia al caldo. El paradigma del "ajiaco·;referido a la
hibridación, tendría que ser complementado con el de los "moros
con cristianos" ( un plato caribeño de arroz con frijoles negros coci-
nados juntos, también llamado congrí y gallo pinto), referido a la
coexistencia sin fusión 8 • Ambos se interconectan: hay que comerlos
juntos. ¿Y para beber? Quizás una Coca-Cola ...
Otra dificultad es que el modelo de la hibridación lleva a pen-
sar los procesos interculturales a través de una operación de tipo
matemático, mediante división y suma de elementos, cuyo resultado
es un tertium quid fruto de la mezcla. Este tipo de modelos oscu-
rece la creación cultural propia que no es necesariamente fruto de la
mezcla, sino de la invención o el uso específico.
Un aspecto fértil del acriollamiento es precisamente la trans-
formación neológica y la invención de cultura en respuesta a medios
y situaciones históricas diferentes. En el Caribe el énfasis ha sido
puesto en la mezcla y el sincretismo. Sin embargo, las dinámicas de
separación etnogenética que involucran a diferentes culturas des-
plazadas que comparten un nuevo espacio conflictivo, resultan de
igual importancia, y más productivas para comprender las actuales
transiciones que suceden a escala global.
Ahora bien, forzar el francés y el español es en realidad po-
tenciarlos, enriquecerlos, hacerlos capaces de comunicar otros sen-
tidos correspondientes a otras experiencias, a menudo marginadas.
Estas transformaciones caracterizan el mapa lingüístico postcolo-
nial; permiten una diversificación en el interior de las lenguas del
poder, y su reversión anti-hegemónica. Pero aquí hay de nuevo una
ambivalencia, porque las lenguas europeas salen ganando. Estas ga-
nancias vuelven a ser apropiadas por los centros, y pueden ser usa-
das, como hizo la antropología, para sofisticar las herramientas de
dominio del Otro. Tales son las disyuntivas en que se dirime hoy el
poder cultural. Más allá está el francés que deja de ser francés trans-
formado en las numerosas lenguas créoledel Caribe, que son ya hace
53
rato idiomas literarios. Sólo que el francés asegura a los escritores
una difusión internacional, algo bien importante para ámbitos con
lenguas habladas -y sobre todo leídas- por muy poca gente. El
alto grado de analfabetismo en países como Haití lleva de todos
modos a los escritores a producir para la exportación. De cualquier
modo, el francés es cada vez menos fuerte, y habrá que pensar más
bien en traducir directamente de los idiomas créole al inglés.
Si Laleau sentía el idioma europeo como un cepo, y Césaire y
Guillén se proponían transformarlo, en otros casos no hay preocu-
pación por su uso desde la alteridad. El intelectual congolés Théo-
phile Obenga proclamaba a inicios de los sesenta en su poema Tu
parleras,dedicado a Césaire:
54
GJ.OBALIZACIÓN, LENGUAJE, DINÁMICA Cl!ITURAL
55
ciones" suelen estar en la base de la eficacia cultural de la apropiación,
como el uso absolutamente ignorante y bien efectivo que hizo el mo-
dernismo de imaginerías africanas, oceánicas y mesoamericanas. Por
eso el crítico brasileño Paolo Emilio Sales Gomes, refiriéndose a la
voluntad cosmopolita de los artistas contemporáneos del Brasil, con
sus ojos puestos en el mainstreamy desinteresados de la cultura po-
pular, decía que su suerte era que copiaban mal13, pues lo valioso en
ellos es aquello que los personaliza dentro de un lenguaje interna-
cional hablado con fuerte acento. Con todo lo polémica que pueda
resultar, la esquematización de Sales Gomes es fecunda en sentidos.
Si el arte brasileño, como la paloma equivocada de Rafael Alberti,
quiso ir al Norte y fue al Sur, al final se trata menos de una desorien-
tación que de una des-orientación. Tal dinámica ha permitido a los
artistas brasileños una participación originalísima dentro de la ten-
dencia postminimal-conceptual "internacional': Ellos la han cargado
de una expresividad casi existencial, quebrando la aburrida frialdad
prevaleciente, han introducido una sofisticación del material en sí
y a la vez una proximidad humana hacia él, y han diversificado,
vuelto más compleja y aun subvertido la práctica de ese "lenguaje
internacional". La personalidad de esta plástica anti-samba no se
produce -como tanto ocurre entre los caribeños y los andinos-
mediante representaciones o activaciones importantes de la cul-
tura vernácula, sino por una manera vernácula de hacer el arte con-
temporáneo, de hablar su lenguaje "internacional". Es una
identidad desinteresada de "la identidad". Una identidad por la ac-
ción, no por la representación.
Incluso cuando se impone por una cultura dominante sobre
otra dominada, la apropiación cultural no es un fenómeno pasivo.
Los receptores siempre transforman, resignifican y emplean de
acuerdo con sus visiones e intereses. La apropiación, y en especial la
"incorrecta'; suele ser un proceso de originalidad, entendido como
nueva creación de sentido. Las periferias, debido a su ubicación en
los mapas del poder económico, político, cultural y simbólico, han
desarrollado una "cultura de la resignificación" 14 de los repertorios
56
Gt.OBALIZACK"lN, LENGUAJE, DlNÁMIC:A CUITURAI.
57
que tratan de imitar todo'; decía, "¿por qué no imitarán la originali-
dad?"17.Ahora la conciencia postmoderna nos ha hecho pasar de
copiones a sutiles transgresores y trasvasadores de sentido, desarro-
llándose una teoría de la apropiación como afirmación cultural anti-
hegemónica.
Estos discursos tienen un venerable ancestro en Ortiz, in-
ventor del vocablo transculturación 18, que enfatiza el "toma y dacá'
presente en toda relación intercultural. Aunque el papel activo del
receptor de elementos exteriores había sido apuntado tiempo atrás
por la antropología, la proposición del nuevo término por Ortiz in-
troducía un planteamiento ideológico: enfatizaba la energía de las
culturas dominadas aun bajo las condiciones extremas del desarraigo
físico y espiritual y la esclavitud. Esto era encapsulado en una sola
palabra, cuya concentración semántica señala una reafirmación cul-
tural de lo subalterno, y a la vez propone una estrategia cultural
desde su paradigma.
Según comentamos con respecto a la ideología del mestizaje,
el énfasis en la transculturación "no atiende suficientemente a los
criterios de selectividad y a los de invención"19.Pero más allá de la in-
terpretación de los procesos culturales persiste un problema más
arduo: el flujo de la cultura no puede permanecer circulando siem-
pre en la misma dirección Norte-Sur, según impulsan la estructura
de poder, sus circuitos de difusión, y el acomodamiento a ellos. No
importa cuán plausibles sean las estrategias apropiadoras y trans-
culturadoras, implican una acción de rebote que reproduce aquella
estructura hegemónica, aunque la contesten y aún lleguen a valerse
de ella a la manera de esas artes de combatir sin armas que aprove-
chan la fuerza de un contrario más poderoso. Es necesario también
invertir la corriente. No para dar la vuelta a un esquema binario de
transferencia, desafiando su poder, sino para contribuir a pluralizar
y enriquecer así la circulación en un sentido verdaderamente global.
Las reconversiones que podamos hacer de la Coca-Cola -una de
las mejores es tomarla con ron, hielo y un poco de limón, un trago
que, significativamente, se llama Cuba Libre, aunque en la Isla ahora
58
G1 OBALIZACIÓN, LENGUAJE, DINÁMICA CULTURAL
59
rente, y los grupos en desventaja ejercen una presión e infiltración
cada vez más activas. Existen estos aspectos, y otros, resultado de
la nueva expansión económica de los centros.
Esto se observa tanto en las readaptaciones culturales que
hacen los sectores y culturas subalternos y periféricos, como en la
heterogeneización que los inmigrantes están produciendo en las me-
galópolis contemporáneas. Hay mucha y muy diversa gente ha-
ciendo "incorrecta" y desembarazadamente la metacultura occidental
a su propia manera, deseurocentralizándola en forma plural. Lo que
llamamos postmodernidad es, en buena medida, resultado de la im-
bricación de todos estos procesos contradictorios 21• Ellos determi-
nan además una extraordinaria dinámica de las identidades, con
complejas y múltiples readecuaciones. Todos los bordes se vuelven
mutantes y devienen los espacios críticos de nuestra época.
En un poema significativamente titulado Not Neither,la poeta
nuyorricanSandra María Estévez oscila entre idiomas e identidades,
construyendo una opción desalienante que vive los desplazamientos
entre disyunción y afirmación propios de esta dinámica:
60
CiLORALIZACJóN, LENGUAJE, [)INÁMICA CULTURAL
61
apropiación, resignificación, desplazamiento e hibridación cultural
propios de nuestros días. Artistas como Guillermo Gómez-Peña 28
han establecido la cultura fronteriza como núcleo tropológico de
sus obras, proyectándola a modo de alegoría de la postmodernidad,
la globalización, y sus eclecticismos pluriculturales. Pero aquellos
paradigmas corren el riesgo de convertirse en un relato de armoni-
zación de lo diverso, aplanando contradicciones y enmascarando en-
frentamientos de intereses.
Hay un cierto optimismo posmoderno en este sentido, que se
observa, por ejemplo, en la antropología reciente. Puede resultar
fortificante, pero también acomodaticio. Categorías clave como
"apropiación': "postnacional': "descentramiento': "sincretismo·: "re-
articulación': "negociación", "comunidad': "desterritorialización" y
"transculturación" tienden a usarse en forma demasiado afirmativa,
sin suficiente crítica hacia ellas mismas. Está además la tendencia
ingenua de pensar la globalización en términos de un orbe transte-
rritorial de contactos en todas direcciones. En realidad, las conexio-
nes se producen dentro de esquemas radiales alrededor de los ejes de
poder, dejando desconectada entre sí buena parte del mundo, o co-
nectándola de manera indirecta por vía -y bajo la dirección- de
centros "autodescentrados''. Una configuración de globalización axial
y zonas de silencio macro conforma el planeta. Además de sus otras
implicaciones, todo esto puede mellar el filo crítico de la cultura y
conducir a una complacencia en la subalternidad que inhiba la con-
testación hacia el cambio.
Diferentes versiones reducidas de este texto aparecieron en Art Papers, Atlanta, nº 21,
marzo-abril de 1997, pp, 12-15 (en inglés); en José Jiménez y Fernando Castro (editores):
Horizontes del arte latinoamericano, Tecnos, Madrid, 1999, pp, 57-67; en Okwui Enwezor,
Carlos Basualdo, Ute Meta Bauer, Susanne Ghez, Sarat Maharaj, Mark Nash y Octavio Zaya
{editores): Créolité and Creolization, Documenta ll_Platform3, Museum Fridericianum
y Hatje Cantz, Ostfildern-Ruit, 2003, pp, 87 -92 (en inglés), y en Cuadernos de Arte,
Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, noviembre de 2007, pp. 52-65
62
GLOBAUZACIÓN, LENGUAJE, DINÁMICA CU!TURAL
1 Jimmie Durham, "'Probably This Will not Work"; en: Christian Chambert (editor):
Strategiesfar Survival, Now 1, Lund, 1995, p. 232.
2 Guillermo Bonfil Batalla,"Lo propio y lo ajeno: Una aproximación al problema del
control cultural'; en: Adolfo Colambres (compilador): La culturapopular, México,
1987, pp. 79-86; y "La teoría del control cultural en el estudio de procesos étnicos';
en: Anuario Antropológico,Universidad de Brasilia, nº 86, 1988, pp. 13-53. Ver tam-
bién las puntualizaciones sobre la problemática del cambio en las sociedades pop-
ulares hechas por Ticio Escobar: "Issues in Popular Art", en: Gerardo Mosquera
(editor): Beyond the Fantastic.ContemporaryArt Criticism in Latin America, Lon-
dres, 1995, pp. 91-113.
3 Jean Bernabé, Patrick Chamoiseau y Raphael Confiant, Élogede la Créolité,París,
1989, p. 20.
4 Entrevistado por René Depestre en su "Prólogo" a Poesías,La Habana, 1969, p. 20.
5 Alfred Melon, "Guillén: poeta de la síntesis'; en su libro: Realidad,poesíae ideología,
La Habana, 1973, pp. 25-61; Desiderio Navarro,"Sonido y sentido en Nicolás Gui-
llén. Contribuciones fonoestilísticas·; en su libro: Ejerciciosdel criterio,La Habana,
1988, pp.11-32.
6 Navarro, Op. Cit., pp. 23-24.
7 Fernando Ortiz, "Los factores humanos de la cubanidad'; en: órbita de Fernando
Ortiz, La Habana, 1973, pp. 154-157.
8 Gerardo Mosqueta, ''Africa in the Art of Latín America'; en: Art Journal, Nueva
York, invierno de 1992, vol. 51, nº 4, pp. 30-38.
9 Mijail M. Bajtín, "De la prehistoria de la palabra de la novela'; en su libro: Problemas
literariosy estéticos,La Habana, 1986, pp. 490-491.
10 Ticio Escobar,"Ei mito del arte y el mito del pueblo'; Asunción, 1987, p. 76.
11 En la terminología de Darcy Ribeiro: Las Américas y la civilización.Procesodefor-
macióny causasdel desarrollodesigualde lospueblosamericanos,Casa de las Améri-
cas, La Habana, 1992. Primera edición en 1968.
12 Boris Bernstein, Op. Cit., p. 267.
13 Citado por Ana Maria de Moraes Belluzzo en conversación con el autor.
14 Nelly Richard, "Latinoamerica y la postmodernidad: la crisis de los originales y la re-
vancha de la copia'; en su libro: La estratificaciónde los márgenes,Santiago de Chile,
1989,p. 55.
15 Ibid.
16 Nelly Richard, "Latinoamérica y la postmodernidad'; en: Revista de Crítica Cultu-
ral, Santiago de Chile, nº 3, abril de 1991, p. 18.
17 Simón Rodríguez: "Luces y virtudes sociales'; en: Inventamos o Erramos, Caracas,
1988, p. 90.
18 Fernando Ortiz, Contrapunteocubanodel tabacoy el azúcar, La Habana, 1940 (pu-
blicado en inglés en Nueva York por A. Knopf en 1947).
19 Ángel Rama, Transculturación narrativa y novela latinoamericana, México DE
1982, p. 38.
20 Samuel P. Huntington: The Clash of Civilizations and the Remaking of World
Order, New York, 1996.
21 "The post-modernphenomenonmay be the consequence, nota description,of a universere-
alignedby socialpraxis within hithertodisplacedsocieties,necessitating
in its turn a theory
63
of displacement''.
Geeta Kapur, "Contemporary Cultural Practice: Sorne Polemical Cat-
egories''.en: Third Text,Londres, nº 11, verano de 1990, p. 116.
22 Sandra Maria Esteves, YerbaBuena,New York, 1980.
23 Juan Flores, "Memorias (en lenguas) rotas·: en: Gerardo Mosquera (editor): Adiós
identidad.Arte y culturadesdeAmérica Latina, Badajoz, 2000, p.141.
24 Gustavo Pérez-Firmat, Life-on-the-Hyphen.The Cuban-American Way, Austin,
1994.
25 Gustavo Pérez-Firmat, Cincuentaleccionesde exilioy desexilio,Miami, 2000, p.118.
26 Ibid., pp. 55-57 y 97-98.
27 James Clifford, The Predicamentof Culture,Cambridge y Londres, 1988, p.173.
28 El guión que a menudo adapta el apellido doble latinoamericano para su uso en
Estados Unidos es en sí mismo un quiebre de frontera -o el establecimiento de
otra nueva.
64
.............................................................
Lenguaje
internacional
del arte
65
frado más allá de ellas. La segunda denominación indica un lenguaje
propio de la actualidad, que sería uno que se mantiene evolucio-
nando acorde con los desenvolvimientos contemporáneos, por con-
traposición a otros que serían históricos, o propios de tiempos
paralelos "retrasados·; de otras órbitas "no contemporáneas'; o sim-
plemente obsoletos.
Las denominaciones "internacional" y "contemporáneo" se su-
perponen en la práctica, y de hecho se emplean como sinónimos.
Esto muestra que no se concibe una actualidad que no sea "univer-
sal'; ni viceversa. Tal uso viene más de la conciencia moderna que
de los procesos de globalización. Contiene una simplificación tota-
lizadora y un exclusivismo que jerarquiza una suerte de comunica-
dor universal y contemporáneo por encima de las diferencias. Esto
conlleva un carácter axiológico: el grado de universalidad y contem-
poraneidad será decisivo para juzgar el valor de la obra artística. Los
propios términos "internacional" y "contemporáneo" están cargados
con implicaciones del discurso moderno.
La sospecha principal que estas denominaciones despiertan
es que con demasiada frecuencia refieren a prácticas hegemónicas
que se autotitulan "universales" y "contemporáneas·; adjudicándose a
sí mismas no sólo el valor contenido en estas categorías, sino la ca-
pacidad para decidir qué entra en ellas. Forman parte del aparato
conceptual de un sistema de poder. Éste autolegitima determinadas
prácticas, sin concebir lo internacional o lo contemporáneo como
un tablero plural de interacciones múltiples y relativas. De todos
modos, la circulación "internacional" del arte a la que me refiero re-
sulta limitada. La mayor parte de la humanidad permanece en zonas
de silencio, fuera de todo circuito, incluso de Internet. Si pensamos
en las grandes masas de población en África, Asia y América Latina
que quedan permanentemente unplugged,hablar de "universalidad"
o de circulación internacional es casi retórico. A menudo ser"inter-
nacional" o "contemporáneo" en el arte es sólo el eco de ser exhibido
en espacios élite de Nueva York o Düsseldorf. Esta situación vuelve
aún más problemática la referencia a lenguajes "internacionales" o
66
LENGUAJE JNTERNACl()NAI. J>EL ARTE
67
Las poéticas mínima! y conceptual se han difuminado de su
fundamentalismo de origen para penetrar diversas prácticas del arte.
Han tenido más relevancia como componentes estructuradores de
la plástica llamada postmoderna que como "tendencias" artísticas en
sí mismas. Hoy determinan en buena medida el lenguaje de nume-
rosas obras, su discurso, la manera en que aquéllas son desplegadas
y exhibidas, e incluso el diseño mismo del espacio y ambiente de ex-
posición en forma de una caja blanca minimalista. Esto ocurre aun-
que a veces no se note una apariencia mínima! o conceptual "clásica''.
Prevalecen el peso de la idea, el sentido analítico, la repetición, la
"frialdad" presentacional, la activación del espacio, la concentración,
la pulcritud y síntesis en el despliegue, etc. Estos recursos y modos,
usados en muy diversas dosis y combinaciones, se han ido fijando a
la manera de un lenguaje.
En el caso extremo, aparece la figura del artista internacio-
nal de la instalación, nómada postmoderno que se desplaza de una
exhibición internacional a otra, llevando en su maleta los elemen-
tos de la futura obra o las herramientas para hacerla "in situ''. Esta
figura, alegórica de los procesos de globalización, representa una
ruptura clave con la figura del artista-artesano vinculado con un
taller, donde realiza su obra para ser exportada. El artista se ex-
porta ahora a sí mismo. Su trabajo se aproxima más al del gerente
o el ingeniero, que viajan constantemente para atender proyectos
y negocios específicos. El taller, ese lugar volcánico ancestralmente
vinculado con el artista, queda más como laboratorio de proyecto
y diseño que de producción. Se quiebra así el vínculo físico de-
miurgo-taller-obra, que los asociaba en un espacio fijado. Este tipo
de obra y metodología están en relación genética con el lenguaje
mínimal-conceptual internacional. Con ellas se facilita y abarata
notablemente un tipo de circulación basada en las bienales, las
muestras temáticas y otras formas de exhibición colectiva "global''.
La retorización del "lenguaje internacional" ha inclinado a algunos
de sus practicantes a efectuar -de manera inconsciente, en cierta
medida- una desconstrucción de sus recursos. Ellos hacen una
68
LENGUAJE INTFRNA<.ll)NAI. !)F! ARTF
Publicado por primera vez en Lápiz, Madrid, nº 121, abril de 1996, pp.12-15
69
•••••••••• + + ••••••• +. +. + ••••••••••••• +. + + •• + •••••• + •• + +. + + •• +
Algunos problemas
del comisariado
transcultural
71
Esta problemática se manifiesta de modo bastante claro en
las exposiciones de artes plásticas. Ha crecido el interés del Norte
por el arte del Sur, aumentan las muestras transculturales, y surge
una aparente voluntad ecuménica. Todo esto constituye sin duda
un paso de avance con respecto a la férrea centralización que
había prevalecido. Las cosas han mejorado, pero se mantienen
muchos de los viejos problemas y su esencia, al mismo tiempo
que se introducen otros nuevos. Prevalece un sistema muy cen-
tralizado en grandes circuitos de museos, galerías, publicaciones,
coleccionistas, mercados, etc., que ejerce el poder legitimador a
escala internacional desde criterios eurocéntricos y aún Manhat-
tan-céntricos. Estos circuitos centrales tienen el dinero, y lo in-
vierten en la construcción de"valor universal" desde sus puntos de
vista y los del mercado.
La posibilidad de las obras plásticas en devenir objetos sun-
tuarios y de prestigio, rubros de inversión altamente capitalizables
y medios para lavar dinero, ha sobredimensionado hasta tal punto
el mercado que, en buena medida, el sistema de la plástica ( edu-
cación, producción: circulación, recepción) se ha vuelto merca-
do-céntrico. Quiere decir que hay demasiados y muy fuertes
intereses dificultando una mayor funcionalidad cultural y social
de la plástica. Pero el comercio de obras de arte tiene algo de ver-
gonzante debido a que se vende un aura cultural de la obra que im-
plica cierta contradicción con el hecho de especular con ella. Es una
causa básica de que el mercado trate de esconderse un poco detrás del
hecho cultural. El sistema se ha ido montando históricamente de
acuerdo con la evolución de los diferentes elementos en juego. Se
apoya en saberes sobre el arte y sus escalas de valor, construidos desde
perspectivas eurocéntricas y exportados colonialmente. En sus dis-
cursos se ha ninguneado -como dirían en México- de manera es-
candalosa la producción estético-simbólica del Tercer Mundo. Estas
construcciones revisten de valor cultural universal los procesos del
mainstream, que llegan casi a identificarse con la historia del arte, sin
que apenas actúe la relativización.
72
Ar.<ll 1!',.lt)S l'R( rnJ.EMAS IJEL c:<)MTSARIAJ)O TRANS(:UJTURAI
73
nías acorde con los procesos de internacionalización, pluralidad y
multiculturalismo a que tiende la sociedad. Provienen de una estra-
tegia lampedusiana de cambiar para que todo siga igual.
La cuestión es que los centros occidentales están comenzando
a hacerle al Tercer Mundo la circulación intercultural del arte, desde
sus propias visiones e intereses. La mayor parte de las exposiciones de
una cultura o culturas para ser presentadas ante otra u otras se pro-
duce en los ejes verticales de los centros hacia las periferias, financia-
das, organizadas y curadas por instituciones y especialistas de los
centros, que son los que tienen el poder y la iniciativa para hacerlo.
De este modo se reproduce el esquema radial: los centros, no
conformes con enlatar hacia las periferias su propio arte, llevan hacia
sí el arte que escogen de las periferias, bajo control, manteniendo la
desconexión entre las zonas de silencio. Después lo devuelven re-
envasado, encargándose así también de exhibir las periferias en las
periferias. A esto se llama circulación internacional e intercultural
del arte. Es el fenómeno de la curaduría invertida: los países recep-
tores curan las muestras de las culturas cuyo arte se va a exponer, casi
nunca al revés, y esto parece lo más natural.
La visión eurocéntrica ecumenizada escoge lo que según ella
hay de valioso en el mundo, imponiéndolo internacionalmente me-
diante sus circuitos. Además de las implicaciones obvias, esto con-
lleva una posible respuesta del arte de las culturas curadas a adaptarse
para satisfacer las preferencias de las culturas curadoras, deformando
internamente su producción. No sólo por los beneficios materiales:
también por seguir el prestigio de los paradigmas legitimados por los
centros. En el arte, el poder material y el simbólico se interpenetran,
pues dependen uno del otro. La adecuación anterior se ha notado en
la plástica latinoamericana, donde algunos artistas y procesos han
desarrollado cierta capacidad del arte de América Latina para ofre-
cer alteridad sin salirse de lo occidental, emanada de su propia etno-
génesis híbrida. Es la alteridad del mestizo: a la vez consanguíneo y
bJ..iferente,
occidental y no occidental. No por casualidad el artista
tinoamericano vivo mejor subastado internacionalmente hace una
74
Al.< !l IN( )S l'ROB!.EMAS DEL COMISARIA!)() ·t'RANS<:L'lTLIRAl
75
culturales tienen su origen en África, y de que en Cuba se viven a
diario experiencias de cultura africana en América, a pesar de que
me apoyaba al máximo en criterios locales durante la realización de
mi trabajo, se fue formando en mí un sentimiento de arbitrariedad
y hasta de absurdo. Yo estaba curando desde una perspectiva "ter-
cermundista" globalizadora y por fuerza abstracta, y esto no coinci-
día necesariamente con los valores y los usos locales, que respondían
a tramas culturales, sociales e históricas particulares y a intereses
concretos, entre otros problemas y matices. Todo se complejizaba
más aún en un mundo de migraciones e identidades múltiples. La
experiencia me marcó con una sensibilidad hacia lo complejo de tra-
bajar entre culturas y sociedades distintas, donde uno tiene que em-
pezar por aceptar un amplio margen de contradicción.
No me estoy pronunciando por el solipsismo. Un relativismo
extremo conduce a la inacción, cuando el intercambio resulta cada
vez más urgente. El curador podría ser, como dice Mari Carmen Ra-
mírez, un "cultural broker''.Pero hay que tener una conciencia clara
acerca de los conflictos y peligros implícitos, de la necesidad de curar
tanto con los oídos como con los ojos y, sobre todo, de asumir las li-
mitaciones propias. Toda curaduría transcultural debe empezar por
ser un ejercicio de modestia.
Resulta urgente proponer una reglamentación internacional
-aunque actúe sólo como código de principios- que modere el co-
lonialismo transcultural de las exposiciones, y el nuevo rol del cura-
dor como "descubridor" y zar transcultural. Éste implica una
pedantería anticuada e insostenible desde el punto de vista técnico.
Tal "curatorialcorrectness"se ha vuelto necesaria no sólo por razones
éticas y de poder, sino mínimamente profesionales. Según mi expe-
riencia, la curaduría en pequeños equipos viables, con asesoría múl-
tiple y sentido dialógico, produce resultados más útiles y sofisticados.
Es curioso que el multiculturalismo haya hecho poco dentro
de los centros por exigir a las instituciones hegemónicas proyectos
de exposiciones de otras culturas hechos con la participación deci-
siva de éstas, o haya tenido escasa iniciativa en organizarlos en sus
76
AIJ ;LIN()S J>RC)BU\MAS DEL COM[SARIAD() TRANSCllLTURAl
77
.............................................................
Poder y comisariado
internacional
79
ras para juzgar cuál es el arte de valor por acá abajo y presentarlo en
los museos más destacados bajo la perspectiva que estiman conve-
niente, y en consecuencia "internacionalizarlo" y legitimarlo.
Esto resulta particularmente chocante en los globalshows,por
la colosal envergadura de juicio que se asigna el curador, funda-
mentándose en una supuesta universalidad del valor estético. De en-
trada, se trata de una "universalidad" para el uso de unos pocos,
aquéllos que tienen en la práctica el poder para hablar por otros: los
centros hegemónicos que, de este modo, multiplican y diversifican
internacionalmente su poder. Esta propiedad privada de la "univer-
salidad" hace que el arte "valioso" de todo el planeta sea escogido y
legitimado desde paradigmas e intereses actuales de Occidente, o
aun proyectando gustos vinculados a la moda, el mainstream o la
óptica de los curadores. Esto prevalece debajo de los relatos de neu-
tralidad, objetividad, fuerza de comunicación y universalismo que
-a veces con honestidad- justifican la acción y guían su práctica.
Los grandes circuitos de museos, galerías y publicaciones (lo que
podríamos llamar el selecto club de los "universalizadores") contruye
la "escena artística mundial''. El proceso es complejo y tiene muchas
patas. Se complementa, entre otras reacciones, con un eurocen-
trismo indirecto o de segunda instancia: la inclinación -a menudo
inconsciente- del arte periférico a satisfacer las expectativas de los
circuitos de poder simbólico, realizando obras dentro de las orien-
taciones del momento, pero con una buena sazón de "otredad''.
Porque no se trata de que el arte seleccionado como valioso
en otras culturas repita o desarrolle los modos occidentales. Se le
demanda una "originalidad" que consiste en su aptitud para ser re-
cibido dentro de las orientaciones actuales de estos modos, pero pro-
yectadas hacia la construcción de otredad, de manera que pueda ser
aceptado en los centros y a la vez satisfacer el neoexotismo.
No quiere decir que haya que condenar de entrada las cura-
durías transculturales, pues son un medio más de mejorar la co-
municación entre culturas diferentes. Un relativismo absoluto
esterilizaría el desafío intercultural de la globalización, conduciendo
80
POI.JER Y COMISARIADO INTERNACIONAL
81
pecíficos de comunidades de los centros hacia otras culturas con-
seguirían conexiones muy fértiles y necesarias.
Pero a pesar del auge del multiculturalismo, la descentraliza-
ción de los centros reviste aún poco peso en la circulación internacio-
nal. El multiculturalismo funciona más horizontal que verticalmente,
o sea, más en la autoafirmación de las comunidades que en su in-
fluencia sobre las estructuras jerárquicas. De ahí que incida poco en
los ejes de poder capaces de armar los proyectos interculturales. Así,
el multiculturalismo es, en definitiva, puesto entre paréntesis a
ambos lados: ignorándolo tanto hacia las culturas curadas como, in-
ternamente, en el país curador.
Además, el multiculturalismo resulta en ocasiones un eufe-
mismo que oculta relaciones de dominación. Por un lado, la repre-
sentación multicultural no porta a menudo los intereses de las
mayorías de cada grupo. Por otro, puede prolongar la vieja menta-
lidad que separa lo "cultural'; lo "local" y lo "no occidental" de lo "in-
ternacional'; del "Arte" con mayúscula. Puede actuar como un
mecanismo de marginación, favoreciendo la prolongación del statu
quo en sus ejes verticales de poder. Lejos de confrontar el esquema
mainstream-periferia,en ciertos casos lo disfraza. La cuestión que
nos ocupa advierte acerca del uso de términos como "multicultura-
lismo·; "comunidad" o "hibridación" en calidad de totalizaciones ar-
mónicas, sin analizar las estructuras y relaciones de dominio que en
ellas actúan. Estos conceptos nunca deben significar una compla-
cencia que melle el filo crítico.
Si el público de los centros suele recibir una imagen pre-em-
paquetada localmente del arte foráneo, en el resto del mundo proli-
feran los públicos abandonados. Me refiero a aquéllos de los países
sin capacidades logísticas o voluntad institucional para organizar
exposiciones interculturales. Estos públicos abandonados constitu-
yen la mayoría de la humanidad. El dato basta para sobrecoger ante
lo deforme de la circulación internacional del arte.
Tales públicos se encuentran a expensas de las exposiciones
enlatadas que les envían los centros mediante circuitos culturales
82
PODER Y COMISARIADO IN"J FRNACJONAL
83
la televisión dentro de casas sin ventanas. La globalización que ex-
perimentamos es la expansión de una red mundial de conexiones
entre centros de poder un poco más diversificados y sus zonas eco-
nómicas múltiples y altamente diversificadas, trazada sobre ejes
Norte-Sur. Poco ha avanzado la globalización Sur-Sur porque, al
fin y al cabo, se ha globalizado desde y para el "Norte'; aunque se
haya dinamizado y pluralizado la circulación cultural.
En otro plano, la democratización de la circulación intercul-
tural del arte implicaría una democratización de la curaduría. El re-
forzamiento del papel del curador como autor de exposiciones ha
sido muy conveniente, sobre todo por el reconocimiento de que toda
exposición es una construcción discursiva, y por la transparencia
para actuar bajo la explícita posición y responsabilidad de un sujeto.
Pero ha conducido a una pedantería -a veces inconsciente- de las
capacidades y posibilidades del curador. Donde esto alarma más es
en los proyectos transculturales y, en especial, en los "globales''.Re-
sulta perentorio confrontar el poder que está asumiendo el curador
como zar intercultural, al devenir en una suerte de autócrata de los
contactos entre diferentes artes. A estas alturas ya debería ser una
norma básica que cuando se cure de una cultura hacia otra o hacia
otras, deban por lo menos intervenir significativamente asesores de
las otras culturas desde el momento de la concepción del proyecto.
Sería mucho más profesional que las exposiciones fueran realiza-
das por equipos multiculturales, que además contaran con aseso-
res locales, procurando discursos visuales más pluralísticos y
acordes con las estéticas, funciones, valores y significados de las
obras en sus contextos de origen. La generalización de esta práctica
contribuiría además a incrementar el diálogo y la influencia recí-
proca entre profesionales de culturas diferentes.
Ahora bien, los esfuerzos hacia una verdadera circulación in-
tercultural del arte no pueden reducirse a una diversificación y de-
mocratización realmente internacionales de los circuitos. La
democratización debe apuntar hacia la estructura de los circuitos
mismos. El sistema actual de museos y galerías propende hacia una
84
P(H>ER Y COMISARIADO JNTERNAC:J()NAI,
Publicado por primera vez en Lápiz, Madrid, nº 102, abril de 1994, pp. 12-17
85
••• + ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• + •••••••••••••••••
87
jas como el cólera, globalización de viejas y nuevas drogas, violen-
cia, las ciudades convertidas en junglas y las selvas amenazadas,
guerras tribales en Europa y, sobre todo, mucha miseria sin espe-
ranza a lo largo y ancho del planeta, y la incertidumbre de si po-
dremos conservar la habitabilidad del planeta, aunque sólo sea para
los ricos. Por si fuera poco, mientras volaba hacia Suecia pensaba si
el señor sentado a mi lado no llevaría una bomba atómica de con-
trabando en su maletín de mano.
Con todo esto y más (según dicen los anuncios), se entreteje
el discutido final o inconclusión del proyecto moderno, al que el
postmodernismo ha brindado sin embargo una sabrosura anti-apo-
calíptica. La postmodernidad es, entre otras cosas, un alivio. Y todo
alivio abre posibilidades más allá. El problema radica en cómo se ar-
ticulan los cambios postmodernos hacia la economía global, la rup-
tura de las totalizaciones, el descentramiento, el everythinggoes,la
realidad virtual, la juissance,el interés en la alteridad, y el multicul-
turalismo con todo lo otro, y en especial con una pobreza creciente
que sigue siendo la misma -por lo menos hasta ahora no he oído
hablar de una "pobreza postmoderna" - y constituye el mayor es-
cándalo de la modernidad.
Esta articulación podría estar presente en fenómenos como
esa primera guerrilla "postmoderna" surgida de pronto y como de la
nada en el México neoliberal del Tratado de Libre Comercio, deses-
tabilizando su "dictadura perfecta': Esa neoguerrilla no parece res-
ponder a los esquemas ideológicos y estratégicos de los ejércitos de
liberación nacional latinoamericanos que proliferaron desde los se-
senta; se asienta además sobre una base social y étnica específica,
por cuyas reivindicaciones concretas lucha desde una perspectiva
campesina, sin pretender la revolución totalizadora. No se ha hecho
en pos de "cambiar la vida'; sino de sobrevivir, ¡ahora! Se afilia más
con los llamados nuevos movimientos sociales, aunque usa el mé-
todo "antiguo" de la guerrilla. Podría decirse que es una "guerrilla
multicultural". Pero su micropolítica, al detonar las contradiccio-
nes de todo el statu quo, ha conducido a desequilibrarlo. Sus prin-
88
Somu, ARTF, POLfTICA y MILENIO EN AMÉRICA LATINA
89
riencia postcolonial temprana, signada por la dependencia neocolo-
nial de Estados Unidos, continuación de inmigraciones de europeos
durante los siglos XIX y XX (cuando parecía que la cosa iba a po-
nerse buena), vastos movimientos emigratorios en las últimas déca-
das, tanto dentro del continente como hacia Estados Unidos y
Europa (cuando la cosa se puso mala) ... Por cierto, Europa, tras re-
solver sus problemas demográficos hacia América Latina, cierra
ahora las puertas a sus descendientes. En la época del derrumbe de
los muros físicos, se levantan muchos muros virtuales.
El Yo latinoamericano proviene de una heterogénesis. De ahí
que la identidad sea una obsesión de la cultura y la política en el
continente, al extremo del aburrimiento. El latinoamericano ha te-
nido siempre que preguntarse quién es, simplemente, porque le re-
sulta difícil saberlo. En Discurso salvaje,un libro de inconsciente
cinismo postmoderno, Briceño Guerrero desdobla su discurso en
voces antagónicas que contraponen proposiciones opuestas acerca
del ser latinoamericano, como si todas fueran posibles y el autor se
despedazara junto con ellas 2• Pero más frecuente es el impulso por
construir una totalización. El latinoamericano sufre a menudo un
complejo de la encrucijada que lo conduce a afirmarse mediante re-
latos ontologizadores. O proclama que es tan europeo, indio o afri-
cano como cualquiera -o aun más-, o se acompleja por no serlo
del todo. Cree pertenecer a una nueva raza de vocación universa-
lista, o se siente víctima de un caos o escindido entre mundos pa-
ralelos. Su complejidad lo confunde o lo embriaga. Además,
América Latina ha sido el espacio de todas las esperanzas y todos
los fracasos.
"¿Qué es ser colombiano?'; preguntaba una mujer nórdica a
un colombiano en un cuento de Borges. Y aquél respondía: "un acto
de fe''.La antropología actual ha restado mordacidad a la frase, al in-
sistir en la identidad como construcción -en ocasiones inventada-,
subrayando su sentido metamórfico y relacional en contra de los
esencialismos vinculados con la tradición como función preserva-
dora de la cultura. Esta"liberación" de la identidad corresponde con
90
SUBRF ARTE. POLfTJCA Y MILENIO EN AMt'.R!U\ LATINA
91
Totalizaciones de esta índole han hecho poco por una verda-
dera integración latinoamericana, que sería otra estrategia necesa-
ria. Ella despierta la aprobación general, pero avanza poco. En la
práctica no hay voluntad de unión: más allá de los discursos pom-
posos predominan la mezquindad de intereses y el localismo que
fraccionaron el continente, alentados a su vez por la conveniencia
hegemónica de Estados Unidos. Si en África el colonialismo europeo
estableció fronteras artificiales, inventando países que poco tenían
que ver con la historia y las nacionalidades, en América Latina los
movimientos de independencia del XIX balcanizaron los virreinatos
y capitanías coloniales. Estos procesos no respondieron a una reade-
cuación basada en etnias, nacionalidades o conformaciones geográ-
fico-sociales, sino más bien a intereses políticos y económicos de
corto alcance, a veces circunstanciales, que se valieron de la fórmula
del Estado-nación. Exaltado por las guerras, se enraizó un naciona-
lismo que ha persistido con fuerza hasta hoy, en extraño paralelo
con la retórica -y la urgencia- de la integración.
El tema comienza en casa, y ni siquiera dentro de nuestros
países ha sido resuelto. Peor aún: lo hemos disfrazado. Como la in-
tegración sólo puede ser erigida dialógicamente, sobre el respeto a
la diferencia, la falsa conciencia que entiende nuestras naciones
como supuestamente integradas no hace más que dificultar, por
paradoja, un proceso de integración real. Esta falsa conciencia no
flota en el aire: se asienta sobre las estructuras económicas, socia-
les, políticas y culturales discriminatorias existentes en los países
latinoamericanos.
El problema de la integración y la comunicación trasciende a
América Latina. Se inscribe en el déficit de conexión Sur-Sur que
afecta a todo el orbe postcolonial. Los ejes económicos, culturales y
de comunicación conservan el trazado colonial. Supuestamente vi-
vimos en un mundo de intercambios y comunicaciones globales; en
realidad, las conexiones sólo tienen lugar dentro de una trama radial
y hegemónica alrededor de los centros. Los países periféricos, que al-
bergan a la mayoría de la población mundial, permanecen deseo-
92
SOBRE ARTE, POLÍTICA Y MILENIO EN AMÉRICA LATINA
93
Tal vez el debate postmoderno nos prepare más adecuada-
mente a los latinoamericanos para la aceptación del fragmento y para
asumir nuestra "inautenticidad''. La neurosis del Yo latinoamericano
puede compensarse mejor según nos reconozcamos más en la yux-
taposición y menos en fórmulas de hibridación cultural armónica.
En el campo artístico se ha suavizado el complejo que padecíamos
de hacer un arte derivativo de Occidente. Es sabido que por nues-
tra posición intermedia entre Occidente y No Occidente hemos sido
los mejores copiones del arte metropolitano. La cultura de América
Latina se ha basado en buena medida en la intertextualidad, con la
contradicción de, por un lado, emular los paradigmas legitimados
por los centros de poder simbólico, y, por otro, de acomplejarnos
por nuestra falta de originalidad. Aquella llamada de Simón Rodrí-
guez a "imitar la originalidad" 8 mostraba ya a mediados del siglo
XIX una aguda conciencia de nuestras paradojas.
El desarrollo de la categoría de "apropiación" en la práctica
cultural contemporánea y en los estudios culturales ha mostrado
más claramente que nunca la legitimidad de esta estrategia "inau-
téntica'; que preludió la crítica al mito de la originalidad. Parece ser
una las vías más plausibles para el arte del orbe postcolonial. Sus as-
tucias consisten, de una parte, en usufructuar la cultura occidental
como pertenencia y, a la vez, manejarla desde fuera, como provin-
cianos, pero también como poseedores simultáneos de otras tradi-
ciones. De otro lado, lo que se efectúa en realidad es una reconversión
de las "creaciones"centrales de acuerdo con nuestras visiones e inte-
reses, resignificándolas y recontextualizándolas. Se hace a menudo
de un modo "incorrecto'; que transparenta el desembarazo inventivo
de la apropiación.
Ya en 1928 los modernistas brasileños habían proclamado la
"antropofagia'' selectiva como estrategia consciente. Aunque la idea
planteada por la metáfora refiere a una "deglución crítica" -en pa-
labras de Haroldo de Campos-, posicionada y contestataria, es
preciso estar alerta frente a las dificultades de semejante programa
(que hoy podríamos calificar de pre-postmoderno), pues su ventaja,
94
S011Rl· ARTE, POJ.tTJCA Y MILENIO EN AMÉRICA LATINA
95
dola sin afectar su capacidad de acción contemporánea. Tal opción
asume la metacultura occidental como cultura "global'; pero contri-
buye en activo al proceso de pluralización que aquélla está experi-
mentando a causa del sincretismo, de la recreación y del uso para sí
que de ella están haciendo las demás culturas. Me gusta proclamar la
utopía práctica de que el Tercer Mundo hará la cultura occidental, re-
firiéndome a una posibilidad de descentralización que apunta no sólo
a la hibridación, sino a una acción más ofensiva de No Occidente
como creador de cultura contemporánea desde sí mismo 11.
Pienso, por ejemplo, en la dinámica cultural contemporánea
en las sociedades aborígenes, cuando éstas conservan control sobre
el cambio, con experiencias tan elocuentes por su contraste como la
televisión aborigen australiana. La gran metáfora visual de esta uto-
pía es la imagen de un yanomami enfocándonos con una cámara de
vídeo en el Amazonas. Su contradicción es que sólo conocemos esta
imagen, filmada por Juan Downey, no la imagen de nosotros tomada
por el yanomami anónimo. El Otro filmándonos sigue siendo una
representación desde el Yo central: no implica una circulación plu-
ral de las representaciones.
La cuestión clave no es sólo cultural, sino de poder. Las trans-
formaciones producidas por los procesos comentados han resultado
mayores en términos culturales intrínsecos que en su peso específico
en la circulación, la influencia y, en general, en el reparto del pastel
global. El arte que la mala costumbre ha dado en llamar "culto" o
"alto" es un caso elocuente. A pesar de la hegemonía de un mains-
tream -la sola acuñación del término basta para ilustrar la situa-
ción- y la dictadura de poder simbólico que ejerce la pequeña isla
de Manhattan, no cabe duda que se han ido abriendo prácticas y es-
pacios de mayor pluralidad, y se hacen esfuerzos en pos de la des-
centralización, un ejemplo de los cuales es este mismo congreso.
Pero la plástica "culta" se ha especializado, al extremo de confinarse
en esferas públicas muy reducidas. Ella misma ha alegorizado su ca-
rácter centrípeto al actuar tautológicamente su propia ontología du-
rante las últimas décadas.
96
SOBRE ARTE, POLfTICA Y MILENIO EN AMÉRICA LATINA
97
buena medida la plástica es hoy un asunto de la compulsión de los
artistas, por un lado, y por otro del mercado, con escasas proyeccio-
nes hacia fuera. Por supuesto, hay muchos intentos por romper esto
desde dentro del arte, dándole un sentido cultural, social y político
a las obras, que últimamente hasta se ha puesto de moda. Pero estos
intentos quedan restringidos de entrada en los límites ya señalados.
Resulta excepcional una experiencia como la del nuevo arte cu-
bano12, que desde los ochenta ha concentrado funciones de una so-
ciedad civil casi inexistente en el país, abriendo un espacio crítico
ausente en los medios de difusión masiva, las asambleas o las aulas.
Ha sido quizás un caso único en que la plástica sustituyó a los me-
dios sin salir de sí misma, ejerciendo una resistencia al autoritarismo
y una desconstrucción permanente del discurso oficial.
Es cierto que han existido impulsos por desbordar la au-
torrestricción del arte sin detrimento de la complejidad de su dis-
curso. No obstante, como afirma Abdel Hernández 13, ninguna de
las estrategias diseñadas para conectar la plástica con la pedagogía,
la sociología, el activismo, la psicología, la tecnología o el chama-
nismo han ido más allá de la representación, sin producir un enlace
en la práctica. Tampoco se ha desafiado radicalmente la estructura
mercado-céntrica del campo del arte. Aunque no soy tan pesimista,
hay que compartir el temor de George Yudice de que la batalla por
la sociedad civil no se esté empeñando hoy en el arte, otrora uno de
sus terrenos principales 14.La escasa capacidad de acción social de
éste plantea problemas éticos a los artistas y a los críticos de arte po-
líticos. ¿Puede nuestra acción limitarse al arte? ¿Debemos intentar
nuevas formas de comunicación? ¿Debemos ser además sujetos po-
líticos en acciones políticas concretas? Hay algunas respuestas en la
práctica, como el"Siluetazo" en la Argentina, cuando se usó el poder
simbólico de la imagen a la vez como síntesis poética y como acción
en manifestaciones de las Madres de la Plaza de Mayo 15.
Con el SIDA, los homeless,las migraciones, las drogas, y la
violencia urbana, ya no son posibles las torres de marfil. En Amé-
rica Latina y el Tercer Mundo gritan tan agudamente los proble-
98
SOBRE ARTE, POLÍTICA Y MILENIO EN AMÉRICA LATINA
99
la frase de un cineasta norteamericano que decía que los franceses
hacían los films, y ellos las películas.
Integraría toda una estrategia de articulación social, impres-
cindible si realmente queremos hacer arte y crítica políticos en vez de
arte y crítica sobre la política 19• En nuestro terreno llevaría implícita no
sólo la pluralización, sino impulsos hacia la transformación. Tras el
desbarajuste de los ensayos revolucionarios, el desdibujamiento de los
proyectos sociales,la expansión neoliberal y el desprestigio del Estado,
el movimiento que parece avizorarse es horizontal en lugar de verti-
cal: un impulso hacia la readecuación y no la revolución de las coor-
denadas sociales existentes, actuando dentro de ellas, en sus áreas y
fragmentos particulares, en sus contradicciones, en sus márgenes e in-
tersticios. En situaciones tan críticas como las de América Latina
y el Tercer Mundo, esta estrategia general podría sintetizarse como
la intervención más activa y dinámica posible de los intelectuales
en el fortalecimiento de la sociedad civil, y en una acción mutante
dentro de ella. La política comienza dentro de uno mismo. En la
periferia nos hemos acomodado a los males de la subalternidad y
la dependencia, acostumbrándonos a pedir ayuda, a los subsidios
y la cooptación, en un círculo cerrado que afianza las cadenas. Nos
resguardamos en una cultura del lamento en vez de activar lo poco
que tenemos. Esto no implica ignorar el dominio que ejercen los
poderes hegemónicos, sino confrontarlos.
En todo caso, el año 2000 ya llegó, y América Latina, como
en general el Tercer Mundo, ha entrado en él en baja forma. Le urge
un repensarse y reactuarse desde dentro, desde la complejidad y la
rearticulación de lo existente. También desde el desembarazo y el
pesimismo de la época. Por suerte, en el laberinto se siente cierto di-
namismo. Al final del milenio, cuando tantas certezas se han que-
brado, la relación entre arte y política -como muchas otras cosas-
debería ponerse bajo la advocación del dios yoruba-cubano Elegguá,
personificación de la incertidumbre y a la vez trickster del cambio.
100
Srnrn
..E ARTE. POLfTICA y MILENIO EN AMÉRICA LATINA
101
.............................................................
Jineteando
el modernismo
Los descentramientos
de Wifredo Lam
103
Para ser exactos, más que de una infiltración en sentido estricto
se trata de una participación en el modernismo desde otro laborato-
rio. Mejor que la metáfora del caballo de Troya resulta la del caballo
de santería, vudú y otras religiones afroamericanas. Se llama así al ini-
ciado que es "montado" por una deidad que se apropia de su cuerpo,
su voz y todo su ser para manifestarse, en un trance de posesión que
constituye el momento litúrgico principal en estas religiones. Lam
montó como un oricha2 a caballo del modernismo, haciéndolo balbu-
cear otras palabras. Este acto de posesión conlleva una apertura plu-
ralizadora, desde (y hacia) otros sentidos y discursos. Se trata de un
hito descolonizante en la plástica, un quiebre de ese metasujeto occi-
dental universalizado que "otriza" defacto todo lo demás.
La voz diferente que trae Lam no habla en otras lenguas, usa
el propio metalenguaje artístico de la modernidad. Esto le permite
ser legitimado y comunicarse desde los circuitos de poder. Por su-
puesto, el lenguaje hegemónico es puesto en tensión, como ocurre
con el francés en la poesía de Aimé Césaire y otros escritores de la
Négritude, con la cual se ha relacionado correctamente al artista 3,
aunque éste siempre mantuvo una independencia no militante frente
a los movimientos culturales. Pero Lam no es un transformador for-
mal sino de sentidos. Más que con las palabras trabaja con los sig-
nificados, las atmósferas, los discursos, intentando llenar el cubismo
con los sentidos que éste borró de la escultura africana al apropiár-
sela sin tener en cuenta sus significados y funciones. El cubismo usó
aquella morfología para una transformación y revitalización sobre
todo formal de la plástica de Occidente. A Lam no le interesa la in-
vestigación analítica o sintética de la figuración que hace el cubismo.
Él atraviesa el cubismo de lado a lado para llegar hasta la escultura
africana y desde ella volver hacia atrás, hacia la pintura occidental
mediante el lenguaje acuñado por el modernismo, introduciendo la
representación mitologizada de otra Weltanschaaung.
Esta intuición del mundo se basa en la idea de la unidad de lo
existente 4 • De ahí que la representación en Lam sea anti-taxonómica:
los entes están en ósmosis (él tituló Canto de Ósmosisuno de sus cua-
104
JINETEANDO EL MODERNISMO
105
municación internacional a caballo del modernismo. Aunque nunca
se inició en la santería, el Palo Monte o la Sociedad Secreta Abakuá,
se formó en un medio afrocubano, en contacto vivo con estas prác-
ticas culturales en su familia y su barrio. Además, para prácticamente
cualquier cubano, aquéllas forman parte de su configuración cultu-
ral: aparte de la participación religiosa de iniciados, practicantes y
aleyos(usuarios no practicantes que acuden a la adivinación para in-
tentar resolver algún problema), en Cuba existe una participación
cultural bastante generalizada.
La participación cultural, aunque no sea religiosa, es diferente
a la "observación participante" de la etnografía. La representación de
lo afroamericano que efectúa Lam une lo etnográfico con lo cultural.
Esto se corresponde con la interconexión, hacia ambos lados, entre la
etnografía y su objeto que ocurre en los medios afrocubanos y afro-
brasileños, pues aquí el"indígená' de la antropología vive en el medio
urbano y es, a menudo, educado en términos occidentales e incluso
universitario. En este caso el Otro reapropia su representación etno-
gráfica para sus propios fines, usando y reciclando la amplitud de in-
formación que, más allá de cada contexto específico, le brindan los
libros. En Brasil los religiosos están entre los principales consumi-
dores de las obras etnográficas, y se habla de una antropología no co-
lonialista, que se dirige más allá del mundo académico y posee una
ética de no revelar secretos o informaciones que puedan ocasionar
problemas en la comunidad religiosa6 • Son frecuentes también los
etnólogos salidos del candomblé,para quienes se ha propuesto el tér-
mino de "participante observador" 7, que invierte el concepto antro-
pológico clásico de"observador participante''. Por supuesto, esta trama
de interacciones implica rediseños y negociaciones hacia ambos lados,
las representaciones etnográficas interactuando con el saber religioso.
De igual modo, la poética de Lam interconecta el modernismo occi-
dental con elementos de cultura no occidental que ya no son sólo
fuente sino comienzan a devenir sujeto.
La cooptación amenaza a toda acción cultural basada en el
sincretismo. El desafío es quién conserva el control sobre los cam-
106
JINETEANDO EL MODERNISMO
107
Si mediante el expediente del sincretismo los esclavos salva-
ron a sus dioses identificándolos con los impuestos por el poder co-
lonial, la estrategia fue tanto de resistencia como de apropiación. En
muchos casos la cristianización fue como empujar una puerta
abierta ¡qué conducía al África! Los africanos adoraron en público
a sus deidades tras los santos y vírgenes católicos, pero además in-
corporaron a éstos dentro de un sistema inclusivo, admirablemente
adaptado para sobrevivir y expandirse en el hervidero de América.
"Más no es menos": una respuesta compleja a una situación de com-
plejidad. En realidad, los practicantes afroamericanos adoran a todos
ellos al mismo tiempo, integrando sus diferencias incluso mediante
el lenguaje: Changó, el viril dios yoruba del trueno, "es Santa Bárbara
macho''. Pero no se trata de un eclecticismo neutral o pasivo, sino
para y desdeAfroamérica.
Las simultaneidades y desplazamientos en la obra de Lam
tienen que ver con todo este ámbito. Si continuamos con la metáfora
del caballo de santería, vemos que el acto de posesión sólo es posi-
ble cuando existe cierta identidad entre la deidad y el creyente por
ella montado. Lam puede usar el modernismo hacia el Caribe por
ser modernista él mismo. Y esto a la vez lo circunscribe al campo del
modernismo, hasta el punto de condicionar en su obra cierto auto-
exotismo "primitivistá; que tiende a discursar lo afroamericano como
"fantástico'; "misterio'; "oscuridad" y otros clichés.
Este encuadre limita -o focaliza- su público. La perspec-
tiva desde Afroamérica viene de la cultura popular, por correspon-
der a sectores subalternos dentro de las sociedades caribeñas. A la
vez, resulta fundamental para definir al Caribe como periferia cul-
tural, diferenciándolo de los cánones occidentales hegemónicos.
Lam procura dar voz a esta perspectiva dentro de los lenguajes y cir-
cuitos de élite del arte "elevado'; lo que es diferente a participar con
su arte dentro de la cultura popular. Él instrumenta una participa-
ción de lo popular-no occidental-subalterno-periférico dentro de lo
culto-occidental-hegemónico-central, con ambos lados comunicán-
dose hacia "arribá; no hacia "abajo''.De cualquier modo, fue el primer
108
JINETEANDO EL MODERNISMO
Publicado por primera vez en Lápiz, Madrid, nº 138, diciembre de 1997, pp. 24-29
109
.............................................................
Crítica ,
contemporanea en
América Latina
Este libro reúne una selección de los nuevos discursos teóricos sobre
las artes visuales en América Latina. Se trata del pensamiento crítico
que caracteriza la década del ochenta y prosigue hasta hoy. Consti-
tuye un corpuscon rasgos propios, modificador de los paradigmas pre-
valecientes desde el arranque de los años sesenta, cuando Marta Traba
publicó el primer libro donde se enfocaba al arte latinoamericano con
una visión totalizadora, procurándole cierta unidad conceptual 1.Du-
rante dos décadas la pauta fue marcada por una crítica visual latino-
americanista de corte social que, aunque diversa y a menudo polémica
entre sí, armó un discurso sobre la particularidad del arte latinoame-
ricano en vínculo con la cultura y la sociedad. Los autores aquí in-
cluidos surgieron de este proceso, recolocándolo en respuesta a una
nueva época, en el marco de la crítica a la modernidad y del cierre de
una utopía trágica. En algunas cuestiones lo replantean, en otras lo
niegan, pero aun cuando introducen visiones y estrategias por com-
pleto novedosas, los discursos continúan centrados en lo latinoame-
ricano como campo específico. Si resulta simplificador etiquetar el
111
nuevo momento como postmodernista, no cabe duda que está con-
dicionado por el postestructuralismo, los estudios culturales, y,en ge-
neral, por la conciencia que llamamos postmoderna.
Durante los sesenta y setenta la crítica de arte latinoameri-
cana experimentó un boom que hizo coincidir a figuras de la mag-
nitud de Juan Acha, Aracy Amaral, Damián Bayón, Fermín Fevre,
Néstor García Canclini, Mirko Lauer, Frederico Morais, Mario Pe-
drosa, Traba y otros que llevaban adelante la producción de teorías
pedida por Acha 2, frente al anterior predominio del impresionismo
y las interpretaciones metafóricas, en la tradición latinoamericana
de una crítica lírica que tiene quizá su más alto exponente en Octa-
vio Paz. La mayoría de estos críticos no procedía de la literatura,
según era -y sigue siendo- frecuente, y se concentraron en cons-
truir un latinoamericanismo moderno de perspectiva social, según
ya había hecho la crítica literaria. Se trabajaron paradigmas integra-
dores (barroco, vocación constructiva, mestizaje ...) en busca de una
identidad continental, y, por otro lado, se comenzó a problematizar
la preocupación misma por la identidad -tan característica del pen-
samiento en América Latina-, junto con los propios paradigmas
que le han servido de base. En algunos casos, sobre todo en Frede-
rico Morais, la crítica a la "neurosis de la identidad" alcanzó gran ra-
dicalismo, vinculándola con la manipulación colonial, y sugiriendo
una idea "plural, diversa, multifacética" del Continente 3 que tendrá
un amplio desarrollo en el periodo siguiente.
Pero la espina dorsal fue el enfoque social y político, con én-
fasis en lo ideológico, de planteamiento anticolonial y anti-imperia-
lista. Lo más productivo resultó ser la afirmación de una perspectiva
cultural latinoamericana frente al dominio euro-norteamericano, y
la construcción de estrategias hacia la inserción social del arte. Hubo
experimentos extraordinarios que no prosiguieron, como la "nueva
crítica" de Morais, que consistía en la intervención del crítico sobre
la obra misma comentada, y ajustaba muy bien con las instalaciones
y performancesdel conceptualismo brasileño de filo social. A veces se
frisó el sociologismo, o se proclamó la socialización del arte como
112
CRITICA CONTEMPORÁNEA EN AMÉRICA LATINA
113
social, y las derechas lo imaginaban en progreso hacia una economía
desarrollada. La precaria y petulante semi-modernidad latinoameri-
cana se calentó entonces hasta su más alto grado de excitación.
Pero América Latina ha sido el sitio de todas las esperanzas y
todos los fracasos. La liberación devino dictadura, tortura, desapare-
cidos, violencia criminal..., el desarrollo sólo ocurrió en el narcotrá-
fico, y los "milagros" económicos se mudaron hacia el sudeste asiático.
En los ochenta se cerró todo un ciclo y arrancó otro desde el fracaso.
Los críticos aquí antologados representan, en cierto sentido, la reac-
ción tras el revés de un proyecto y su imaginario, afianzándose en el
proceso estimulante de la democratización post-dictaduras. Su anti-
utopía proviene no sólo de la crítica a la modernidad y sus totaliza-
ciones, sino del derrumbe de los altos sueños de modernidad de un
periodo histórico de la región. Es parte de un nuevo pensamiento de
la post-utopía, que constituye en este momento uno de los pocos es-
pacios dinámicos de la izquierda en América Latina. Al contrario de
lo que podría parecer, la nueva situación mental es muy positiva. Im-
plica un alivio del fardo de los grandes planes, y una concentración
más específica hacia pequeñas transformaciones horizontales. No
conlleva pesimismo sino más bien pragmatismo.
La crítica actual obedece pues a la nueva situación que marca
un corte histórico con todo el proceso de los sesenta y su final repre-
sivo. Se vincula con el fin de las luchas armadas, los procesos de de-
mocratización, el neoliberalismo, la globalización, las migraciones y su
transterritorialización de las culturas, el derrumbe del socialismo real,
el auge de la cultura de masas y las comunicaciones, el multicultura-
lismo norteamericano, los llamados nuevos movimientos sociales, y el
descalabro de la revolución cubana. "El sueño se Castró'; resumía un
grafiti que vi hace un par de años en Caracas. De los conceptos clave de
"resistencia'; "socialización.';"anticolonialismo'; "revolución'; propios de
la retórica anterior, se pasa a los de "articulación'; "negociación.';"hibri-
dez'; "descentramientó; "márgenes·;"apropiación.';que tantas veces se dis-
cutirán en este libro. La 'gran política" de la transformación vertical se
sustituye por micropolíticas horizontales específicas.
114
CRITICA CONTEMPORÁNEA EN AMF.RICA LATINA
115
quemas ideológicos y estratégicos del foquismo guevarista de las dé-
cadas anteriores, y se asienta sobre una base social y étnica especí-
fica por cuyas reivindicaciones concretas lucha, sin pretender la
revolución totalizadora. Se afilia más con los llamados nuevos mo-
vimientos sociales, aunque usa el método "antiguo" de la guerrilla.
Por otra parte, sus combates más efectivos los ha librado en el len-
guaje y en una suerte de performancepolítica, por vía de los medios
de difusión masiva: ha sido también una guerrilla de lo simbólico.
Los nuevos críticos proponen estrategias particularizadas, de
trabajo en los márgenes, de desconstrucción de los mecanismos y
retóricas del poder, de apropiación y resignificación. Esta agenda se
relaciona con el desarrollo de un conceptualismo de filo social, po-
lítico y cultural que ha sofisticado los recursos simbólicos de este
tipo de arte para discutir las complejidades de las sociedades lati-
noamericanas. Se vincula también con tendencias en el arte a pro-
clamar cínicamente su desembarazo habitual en América Latina
para tomar de los centros y readaptar libre, y a menudo, "incorrec-
tamente''. El complejo ante el "derivativismo"ha sido transformado en
el orgullo por una particular habilidad para apropiar y transformar
en beneficio propio, al calor de la desjerarquización postmoderna
entre la originalidad y la copia.
La vieja obsesión por la identidad es cuestionada por los nue-
vos críticos, paradójicamente en el momento en que el tema despierta
interés en Occidente a causa del multiculturalismo. De esta discusión
toman y desarrollan la idea dinámica, relacional, múltiple y meta-
mórfica de la identidad, estableciendo un corte muy plausible con
esencialismos más o menos arraigados que, en cierta medida, habían
afectado los discursos de los críticos precedentes. A esta especie de"li-
beración de la identidad" han contribuido el aumento y la constancia
de los movimientos migratorios, así como la consolidación de comu-
nidades de origen latinoamericano en Estados Unidos, y de un país la-
tinoamericano dentro de otro. América Latina es un continente que
se transterritorializa por dentro y por fuera, una región en desplaza-
miento. Esta situación ha acrecentado las identidades múltiples y en-
116
CRITICA CONTEMPORÁNEA EN AMfRICA LATINA
117
kitsch,que elimina la distancia de corte greenbergiano propia de los
críticos anteriores. Pero el problema es que la mayor comunicación
actual en todo el mundo entre culturas "altas" y "bajas" -que en
América Latina siempre existió con bastante fluidez- implica más
bien un intercambio mutuo de significantes y recursos hacia cada
uno de los campos, que permanecen separados en cuanto a los sig-
nificados y a los circuitos específicos. El supuesto derrumbe de la
distinción entre ambos es una de las utopías postmodernas.
Beyond the Fantasticpresenta por primera vez en un volumen
los nuevos discursos teóricos sobre las artes plásticas en América
Latina, reuniendo a los autores más significativos. El título alude a
los estereotipos de lo maravilloso tan frecuentes en las expectativas
del público europeo y norteamericano hacia la región, que han sido
cuestionados de modo radical por estos críticos. Se notará que al-
gunos de los autores reunidos, como Canclini y Lauer, fueron tam-
bién protagonistas del momento anterior. El primero efectuó un
rápido desplazamiento de la sociología del arte y el marxismo grams-
ciano hacia los estudios culturales, deviniendo una de las figuras
principales en la actualidad. El segundo demuestra lo esquemático
de toda periodización, pues es una figura puente con la etapa actual,
del mismo modo que Aracy Amaral -que continúa muy activa y
sigue influyendo-, aunque en ambos prevalece el enfoque socioló-
gico típico del periodo anterior. Incluí los textos de Lauer por ser
importantes para la estructura de la antología.
Ella aspira a mostrar los temas en discusión hoy día, al igual
que las distintas posiciones, metodologías y estrategias discursivas.
Trata de adjudicar un peso suficiente a la producción estético-sim-
bólica tradicional y popular, aunque no se centra en este sector. Pro-
cura lo mismo con las presencias afro e indoamericanas en la
plástica. En América Latina, mucho más que en otras regiones, la vi-
sualidad está determinada decisivamente por la producción verná-
cula. El libro busca un balance en este sentido a pesar de limitarse a
los críticos de arte y a los artistas, sin incluir antropólogos o inves-
tigadores de estudios culturales.
118
CRITICA CONTEMPORÁNEA EN AMÉRICA LATfNA
119
radigma de la frontera como sitio privilegiado de la cultura con-
temporánea, junto con la cuestión de las identidades múltiples. La
circulación internacional del arte latinoamericano es abordada por
Mari Carmen Ramírez y Carolina Ponce de León, quienes analizan
el control desde los centros y las cuestiones culturales implícitas.
Yudice realiza una crítica a la "exportación" del multiculturalismo
norteamericano, planteando la necesidad de una valoración cultu-
ral verdaderamente pluralizada. El ensayo de Celeste Olalquiaga es
uno de los ejemplos más radicales de la jerarquización de la cultura
urbana vernácula. Lauer analiza las relaciones entre modernidad y
culturas indoamericanas, la construcción de "lo indígená' y la posi-
bilidad de una modernidad "otra''.Ticio Escobar discute la cuestión
del cambio -en respuesta a la situación contemporánea- en las
artes tradicionales y populares, dentro de un criterio dinámico de
la identidad. La construcción de una identidad caribeña centra la
contribución de Pierre E. Bocquet y aparece también en la mía, que
plantea un caso de apropiación del modernismo en pos de una ex-
presión no occidental. Gabriel Peluffo debate la construcción de la
identidad nacional moderna en Uruguay mediante un análisis de
los monumentos urbanos. El ensayo de Gustavo Buntinx trenza,
en su visión de tres obras específicas, las relaciones entre arte, polí-
tica y comunicación social en un momento particularmente com-
plejo en la historia del Perú, enfocando la refuncionalización aurática
de obras "cultas" desde la percepción popular. El volumen finaliza
con un texto de Lauer que podría actuar como un reajuste de la an-
tología misma, o al menos como una muy conveniente advertencia
a algunas embriagueces postmodernas que quizá no consideran su-
ficientemente la gravísima situación social del Continente. Y es que
en medio de la globalización y los descentramientos, la pobreza
sigue siendo la misma. Al menos no he oído hablar aún de una "po-
breza postmoderna".
Introducción a Beyond the Fantastic. Contemporary Art Criticism from Latin America,
Iniva, The MIT Press,, Londres, Cambridge, 1995, pp. 10·17.
Texto inédito en castellano
120
CRITICA CONTEMPORÁNEA EN AMÉRICA LATINA
121
radigma de la frontera como sitio privilegiado de la cultura con-
temporánea, junto con la cuestión de las identidades múltiples. La
circulación internacional del arte latinoamericano es abordada por
Mari Carmen Ramírez y Carolina Ponce de León, quienes analizan
el control desde los centros y las cuestiones culturales implícitas.
Yudice realiza una crítica a la "exportación" del multiculturalismo
norteamericano, planteando la necesidad de una valoración cultu-
ral verdaderamente pluralizada. El ensayo de Celeste Olalquiaga es
uno de los ejemplos más radicales de la jerarquización de la cultura
urbana vernácula. Lauer analiza las relaciones entre modernidad y
culturas indoamericanas, la construcción de "lo indígena" y la posi-
bilidad de una modernidad "otra''.Ticio Escobar discute la cuestión
del cambio -en respuesta a la situación contemporánea- en las
artes tradicionales y populares, dentro de un criterio dinámico de
la identidad. La construcción de una identidad caribeña centra la
contribución de Pierre E. Bocquet y aparece también en la mía, que
plantea un caso de apropiación del modernismo en pos de una ex-
presión no occidental. Gabriel Peluffo debate la construcción de la
identidad nacional moderna en Uruguay mediante un análisis de
los monumentos urbanos. El ensayo de Gustavo Buntinx trenza,
en su visión de tres obras específicas, las relaciones entre arte, polí-
tica y comunicación social en un momento particularmente com-
plejo en la historia del Perú, enfocando la refuncionalización aurática
de obras "cultas" desde la percepción popular. El volumen finaliza
con un texto de Lauer que podría actuar como un reajuste de la an-
tología misma, o al menos como una muy conveniente advertencia
a algunas embriagueces postmodernas que quizá no consideran su-
ficientemente la gravísima situación social del Continente. Y es que
en medio de la globalización y los descentramientos, la pobreza
sigue siendo la misma. Al menos no he oído hablar aún de una "po-
breza postmoderna''.
Introducción a Beyond the Fantastic. Contemporary Art Criticism from Latín America,
Iniva, The MIT Press,, Londres, Cambridge, 1995, pp. 10-17.
Texto inédito en castellano
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CRITICA CONTEMPORÁNEA EN AMÉRICA LATINA
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Del arte
latinoamericano
al arte desde
América Latina
123
nes de habitantes de origen "hispano'; es sin duda uno de los países
latinoamericanos más activos. Dados el auge migratorio y las tasas
de crecimiento de la población "hispana" (la migración sin movi-
miento), en un futuro no lejano podría ser el tercer país de habla
castellana, después de México y España. En algunas tiendas de
Miami hay letreros que dicen: "Englishspoken".
Sin embargo, hoy día la idea de América Latina no se niega
de la forma en que algunos intelectuales africanos lo han hecho con
la noción de África, considerada una invención coloniaP. La auto-
conciencia de pertenecer a una entidad histórico-cultural mal lla-
mada América Latina se mantiene, pero problematizándola. No
obstante, el "What is Africa?"de Mudimbe 4 aumenta cada día su vi-
gencia transferido a nuestro ámbito: ¿qué es América Latina? Entre
otras cosas, una invención que podemos reinventar.
Nuestra natural persistencia en reconocernos como latinoa-
mericanos puede resultar curiosa, pues siempre nos hemos pregun-
tado quiénes somos. Resulta difícil saberlo dada la multiplicidad de
componentes en nuestra etnogénesis, los complejos procesos de
acriollamiento e hibridación, la presencia de grandes grupos indí-
genas no integrados, o sólo parcialmente, en las naciones y nacio-
nalidades postcoloniales, el caudal de inmigraciones de europeos
y asiáticos mantenido durante todo el siglo XX, y las fuertes mi-
graciones dentro y fuera del continente, sobre todo en la parte final
de aquel siglo y hasta hoy. Tan intrincada madeja fue modulada
además por una historia colonial muy temprana, entre medieval
y renacentista, con asentamiento permanente y masivo desde el
inicio de ibéricos y africanos. A la vez, y ante la presión por su-
brayar o construir identidades de resistencia frente a Europa y
Estados Unidos, hemos tendido hacia totalizaciones generaliza-
doras, que han coexistido con la fragmentación impuesta por los
nacionalismos.
Hay muchas respuestas a la pregunta, ya en sí mal planteada,
de si somos "occidentales" o no, "africanos" o no. Nuestros laberintos
nos han confundido o nos han embriagado. Ahora tendemos a asu-
124
DEI. ARTE LATINOAMERICANO AL ARTE DESDE AMÉRICA LATINA
125
que se torna cada vez más indirecto y sofisticado. La paradoja re-
sulta aún más aguda si nos preguntamos por qué el Otro somos
siempre nosotros, nunca ellos. El autoexotismo subraya un es-
quema hegemónico, pero también la pasividad de ser complaciente
a ultranza, o a lo sumo indica una iniciativa mediatizada. Se halla
fortalecido además por condicionantes locales. Éstas, curiosa-
mente, se corresponden con posiciones opuestas a la intrusión ex-
tranjera. Me refiero a los imaginarios nacionalistas donde se
expresa un culto tradicionalista a "las raíces", supuestamente pro-
tectoras contra injerencias foráneas, y la idealización romántica
de convenciones acerca de la historia y los valores de la nación. A
menudo el folclorismo nacionalista es en gran medida un medio
usado o manipulado por el poder para retorizar una nación su-
puestamente integrada, participativa. Se disfraza así la real ex-
clusión de los estratos populares, en especial los indígenas. En
buena parte, los estados-nación independientes se fundaron desde
la mezquindad y el caudillismo, y éste nos persigue hasta hoy.
Toda esta situación circunscribe el arte a perímetros-gueto decir-
culación, publicación, legitimación y consumo, que limitan de en-
trada sus posibilidades de difusión y valoración, reduciéndolo a
ámbitos predeterminados.
Cuando decía que el arte latinoamericano está dejando de
serlo, me refería a dos procesos que observo hoy en el continente.
Uno tiene lugar en la esfera de la producción artística, y el otro en
las de circulación y recepción. Por un lado, está el proceso interno
de superación de la neurosis de la identidad entre los artistas, crí-
ticos y curadores. Éste está trayendo una paz que permite mayor
concentración en la labor artística. Por otro, el arte latinoameri-
cano comienza a apreciarse en cuanto arte sin apellidos. En vez de
exigírsele declarar el contexto, se le reconoce cada vez más como
participante en una práctica general que no tiene por necesidad
que exponer el contexto y que en ocasiones refiere al arte mismo.
Esto se corresponde con la mayor internacionalización de los cir-
cuitos artísticos, que lentamente va superando el pseudointerna-
126
Du. AR rE l.ATINOAMERJCANO AL ARTE DESDE AMÉRICA LATINA
127
ños, al trabajar desde sus experiencias propias, sus fuertes idio-
sincrasias y sus contextos, han introducido una personalidad par-
ticular, una manera propia de hablar el "lenguaje internacional':
enriqueciéndolo.
En virtud de las características de una colonización tem-
prana que europeizó el vasto ámbito colonizado, la cultura de
América Latina, y en especial sus artes plásticas, han jugado fre-
cuentemente de rebote. Quiero decir, han devuelto las pelotas que
le llegaban desde las metrópolis, apropiándose de tendencias he-
gemónicas para usarlas desde la inventiva individual de los artis-
tas y la complejidad de sus contextos. La crítica ha puesto el énfasis
en estas estrategias de resignificación, transformación y sincre-
tismo, para enfrentar la perenne acusación de copiones y derivati-
vos que, con razón, hemos sufrido (en verdad, sólo los japoneses
nos ganan en el arte de copiar). La postmodernidad, con su des-
crédito de la originalidad y su valoración de la copia, nos ayudó
mucho. Pero serían también plausibles desplazamientos de enfo-
que que discutieran cómo el arte en América Latina ha enrique-
cido las posibilidades de las propias tendencias "internacionales':
dentro de ellas mismas. Por ejemplo, a José Clemente Orozco se
le examina siempre en el cuadro del muralismo mexicano. Sería
productivo verlo también como uno de los grandes artistas del ex-
presionismo en general, como sin duda lo es. Wifredo Lam, en
cambio, es considerado por introducir, de primera mano, elemen-
tos "primitivos" de origen africano en el surrealismo. Sólo recien-
temente se le analiza por usar el modernismo como un espacio
para la expresión de significados afrocaribeños, con propósitos de
afirmar una diferencia antihegemónica.
Resulta muy problemático que los ámbitos dominantes ten-
gan casi siempre el saque. El flujo no puede quedar permanente-
mente en la misma dirección Norte-Sur, según dicta la estructura
de poder. No importa cuán plausible sea la estrategia apropiadora
y transculturadora, implica una perenne situación de respuesta
que reproduce aquella estructura hegemónica, aunque la conteste
128
DEL ARTE LATINOAMERICANO AL ARTE DESDE AMÉRICA LATINA
129
ciones de la siempre deslizante identidad cultural latinoamericana,
o de aquélla de algunas regiones en específico: el realismo mágico,
lo real maravilloso (relacionadas ambas con la proclamación su-
rrealista de América Latina hecha por André Breton en México),
el mestizaje, el barroco, el afán constructivo, el discurso revolu-
cionario, etc. Estas categorías poseen bases de importancia, y sir-
vieron a los afanes de resistencia frente a la penetración cultural
"imperialista". Tuvieron un auge notable en los sesenta, dentro del
latinoamericanismo militante característico de toda una etapa his-
tórica signada por la Revolución Cubana y las guerrillas. Compul-
siones ideológico-culturales llevaron a sobreconstruirlas con un
afán totalizador, hasta el extremo de ir quedando cada vez más
como estereotipos característicos de las miradas exteriores y su-
perficiales sobre la cultura del continente. Hablar hoy de realismo
mágico o mestizaje como etiquetas globales suena casi como una
película de El Zorro.
América Latina ha participado de la proliferación global de lo
que podría esquematizarse como un "lenguaje internacional postmo-
derno" mínimal-conceptual. Pero, en buena medida, lo ha hecho a
su manera, introduciendo diferencias. Numerosos artistas traba-
jan tanto "hacia dentro" como "hacia fuera" del arte, valiéndose de
recursos de tipo postconceptual para entretejer lo estético, lo so-
cial, lo cultural, lo histórico y lo religioso, sin sacrificar la investi-
gación artística. Para hablar con propiedad, en realidad la están
reforzando, al expandir las posibilidades del arte hacia nuevos te-
rritorios y volver más densa y refinada su capacidad significante.
Estos artistas están potenciando el instrumental analítico y lin-
güístico del postconceptualismo para bregar con el alto grado de
complejidad de la sociedad y la cultura de América Latina, donde
la multiplicidad, la hibridación y los contrastes han introducido
contradicciones al mismo tiempo que sutilezas.
La dirección bosquejada contradice cierta tradición "mili-
tante" del arte latinoamericano, en favor de otra tradición opuesta
de fluidez y complejidad en el modo en que la cultura del conti-
130
D!'.l. AKIT J,ATINOAMERICAN<) AL ARTE DF.SDE AMÉRICA LATINA
131
una cultura nacional ya dada. Lo hacían quizá para legitimarse en
el cuadro del nacionalismo imperante, al cual tanto contribuyeron.
Sin embargo, más allá de esta confrontación, el contexto es factor bá-
sico en los artistas que han establecido nuevas perspectivas. Pero sus
obras, más que representar los contextos, resultan construidas desde
ellos. Las identidades y los ambientes físicos, culturales y sociales son
ahora más actuados que mostrados. Suelen ser identidades y contex-
tos concurrentes en el metalenguaje artístico "internacional" y en la
discusión de temas contemporáneos 'globales''.
A partir del nudo de problemas que hemos venido discu-
tiendo, podría bosquejarse una mirada histórica que iría quizá del
"arte Europeo provinciano" al "arte derivativo" al "arte latinoameri-
cano" al "arte en América Latina" al "arte desde América Latina".
No me refiero al carácter de esta producción en distintos mo-
mentos históricos, sino a las epistemologías prevalecientes. La úl-
tima denominación enfatiza la participación activa del arte
procedente de la región en los circuitos y lenguajes "internaciona-
les"9. Refiere a una intervención que conlleva la introducción de
diferencias anti-homogeneizantes en el cuadro "internacional" (la
insistencia en las comillas destaca el sentido reducido dentro del
cual es aún preciso usar este término), y su legitimación dentro de
éste. Es decir, identifica la construcción de lo global desde la dife-
rencia, subrayando la aparición de nuevos sujetos culturales en la
arena internacional, hasta hace poco cerrada con llave. No pode-
mos decir que esta arena esté ahora abierta, pero sí que tiene más
puertas, y que éstas abren con distintos modelos de llaves.
132
DFI. ARrF LATINOAMERICANO AL ARTE DESDE AMf:RICA LATINA
1 Gerardo Mosquera, "El arte latinoamericano deja de serlo", en: ARCO Latino,
Madrid, 1996, pp. 7-1 O.
2 Frederico Morais, Las Artes Plásticasen América Latina: del Trance a lo Transito-
rio, La Habana, 1990, pp. 4-5 ( 1979 J.
3 Olu Oguibe,"In rhe'Heart ofDarkness"', en: Third Text, Londres, nº 23, verano de
1993, pp. 3-8.
4 V. Y. Mudimbe, The Invention of Africa, Indiana University Press, Bloomingron e
Indianapolis, 1988.
5 Ver: Mónica Amor, "Cartographies: Exploring che Limitations of a Curatorial
Paradigm·: en: Gerardo Mosquera (anrologador): Beyond the Fantastic. Contem-
porary Art Criticismfrom Latín America, Iniva, The MIT Press, Londres, Cam-
bridge, 1995.
6 Jean Fisher, "Editorial: Sorne Thoughts on 'Contaminations": en: Third Text, Lon-
dres, nº 32, otoño de 1995, pp. 3-7.
7 Boris Bernstein, ''.Algunasconsideraciones en relación con el problema 'arte y etnos":
en: Criterios,nº 5-12, enero de 1983 - diciembre de 1984, pp. 266-267.
8 Ver: "Lenguaje internacional del arte" en este libro, pp. 65-69.
9 De ahí el subtítulo de mi antología de 1995, ya citada.
133
.............................................................
Arte y política:
contradicciones,
disyuntivas,
posibilidades
135
mental de una conferencia celebrada en la Casa de las Américas, en
La Habana, a inicios de los años sesenta, en plena efervescencia re-
volucionaria. Intelectuales radicales latinoamericanos discutían allí
sobre arte, literatura y revolución. Alguien del público hizo enton-
ces una pregunta que, según creo, no ha tenido respuesta hasta hoy:
¿por qué, en el marco de una revolución radical, continúan discu-
tiéndose temas revolucionarios usando formatos tan tradicionales
como el de la conferencia o el congreso? ¿No implica esto mismo
una contradicción o, al menos, una limitación intrínseca, estructu-
ral? ¿Vino nuevo en odre viejo? ¿O será que, en realidad, el vino no
es tan nuevo? ¿O son resistentes los odres?
Signada por guiones, tachaduras y palabras que se resisten a
morir, ¿vuelve a aparecer la tía utopía? ¿Una post-utopía descreída,
maltrecha, cínica, queer? El artista y escritor chileno Pedro Leme-
bel -quien junto con Francisco Casas integró el grupo Yeguas
del Apocalipsis- usó un maquillaje con una hoz y un martillo en
su imagen travestida para la lectura de su texto en un acto de la iz-
quierda en Santiago en los últimos tiempos de la dictadura de Au-
gusto Pinochet. Me parece una metáfora visual plausible para este
"descongreso". Del "hasta ahora los filósofos se han ocupado en
comprender el mundo, y de lo que se trata es de transformarlo': de
Marx, al "changerla vie'' de Rimbaud, hasta el '}amás volverán a
dormir tranquilos" de Bin Laden, la inconformidad radical con lo
existente, y el sueño de revolucionarlo, han fundamentado una
buena parte de la dinámica humana.
La caída del Muro de Berlín ha quedado como el hito de la
crisis de la idea de utopía en Occidente, donde había prevalecido
desde el siglo XVIII, asociada con ideales de liberación, progreso
y transformación, tanto del ser humano mismo como de sus pro-
ducciones y ámbitos de vida. Resulta devastador que el derrumbe
de la utopía haya sido a la vez la caída de los muros: la liberación de
la "liberación''. Los proyectos que, en pos de la justicia social, bus-
caban revolucionar el mundo sobre bases éticas, confiando en la
conciencia humana, generaron totalitarismo, opresión, genocidio,
136
ARn, y l'()¡,{·nc:A: c:ONTRADICCIONES, DISYUNTIVAS, POSIBILIDADES
137
Los jinetes del Apocalipsis no arribaron tampoco esta vez con
el nuevo milenio, pero sí quizás un anti-Apocalipsis de yeguas si-
lenciosas, de reconfiguraciones tan ambiguas como de largo alcance.
Entre los choques y abrazos de la globalización y las evoluciones
postcoloniales, la cultura ha ganado mayor importancia en el entra-
mado social, la reconfiguración del poder, y la política internacio-
nal. Se ha desarrollado como factor de alineamiento y espacio donde
tiene lugar un complejo pulseo de fuerzas sociales y económicas.
George Yudice hasta ha dedicado un libro a lo que llama"el recurso
de la cultura" ( The Expediencyof C ulture'')2.
En el orbe subdesarrollado, que es la mayor parte del
mundo, gritan tan agudamente los problemas sociales que es di-
fícil hacer cultura o comerse un taco sin tenerlos en cuenta, así
sea como base contextual. Pero después del 11 de septiembre ya
no son posibles las torres de marfil ni siquiera en Park Avenue. Si
aspiramos a una intervención más activa del arte sobre esta si-
tuación, serán necesarios algunos ajustes en la ecuación de aquel
con la política.
A pesar de la proliferación de museos de arte contemporá-
neo, bienales y exposiciones por todos lados, el primer gran pro-
blema político de las artes plásticas es la creciente reducción del
público que pueda comprender cabalmente sus mensajes o acciones
y ser impactado por ellos, más allá de un acercamiento limitado, su-
perficial o de espectáculo. Al contrario, su audiencia va reducién-
dose en la medida en que los medios de masas y la publicidad ganan
mayor terreno en despolitizar y achatar la cultura. Son factores que
van de la mano de una creciente erosión de la esfera pública. Ahora
bien, gracias a la proliferación institucional mencionada, el otro gran
problema, muy entretejido con el anterior, es la autonomización del
arte en el museo señalada por Douglas Crimp, que lo extirpa de su
implicación directa en la vida social3.
A diferencia de la música, el cine, la literatura o el teatro, las
artes visuales se dedican a producir objetos únicos caros, coleccio-
nables. Paradójicamente, han sido minimizadas en términos de co-
138
AR 1 !·. Y Pl )[JI 1c·A: ( 'ONTRADICCIONES, DISYUNTIVAS, POSIBILl[>ADES
139
arte en la red, suele guardarse alguna evidencia para el espacio con-
sagratorio del museo o la publicación.
Por supuesto, ha habido muchos esfuerzos por evadir la au-
torrestricción del arte y otorgarle mayor significado cultural, social
y político sin detrimento de la complejidad de su discurso. Una parte
considerable del arte contemporáneo se vincula con otras activida-
des, a veces de acción social, o constituye un proceso diversificado
donde se entra y sale de la esfera artística en distintos momentos y
espacios, para entrar y salir de otros. Con frecuencia el arte aban-
dona el cubo blanco y el cubo negro y se desenvuelve en la calle o en
otros contextos no auráticos. Todas estas estrategias de conectar el
arte con la acción política, el activismo social, la educación, la socio-
logía, la psicología, la tecnología, la investigación o el chamanismo
son muy valiosas, aunque a menudo no han podido ir mucho más
allá de la representación. En buena parte de los casos las obras su-
fren el fatalismo de la fetichización aurática: tienden a legitimarse en
el espacio circunscrito tradicional.
Aunque hoy el arte parece regresar a la vida social añorada
por Crimp, retorna siempre al museo, cuya fuerza centrípeta pa-
rece dominarlo todo. Me refiero a la frecuente aspiración de las
obras de ser mostradas en la sala de exposición o publicadas en un
catálogo o una revista, así sea como documentación o testimonio,
y mejor si van acompañadas de la biografía de los artistas. O peor:
a veces la salida al ámbito social es sólo un modo particular de hacer
la obra, cuyo destino final previsto es la sala de exposición, la pu-
blicación o la red, después de haber sido bella y/ o adecuadamente
documentada para ese fin. Mucho arte en la calle y en el ámbito
social se construye para la foto o el vídeo documental destinados a
Artforum, la websiteo la próxima Documenta. La documentación
es con frecuencia el superobjetivo presente desde el momento
mismo de la concepción del proyecto, y la obra sólo el proceso que
conduce a ella. Demasiadas veces pasan a segundo plano las impli-
caciones y efectividad sociales de estas obras. Así, las piezas suelen
juzgarse por su excelencia artístico-conceptual más que por su im-
140
AR! l'. Y PO!.ITICA: CONTRADICCIONES, DISYUNTIVAS, POSIBILIDADES
141
proceso improbable, pues cada sistema tiene sus propios perfiles e
intereses fuertemente atados. Tan improbable como necesario: un
desafío clave de articulación social y cultural hacia una acción más
allá de nuestra limitadísima élite, muy urgente en los países pobres.
Si todos vivimos inmersos en una "sociedad del espectáculo'; ¿por
qué no aprovechar algunos de sus recursos en una ampliación par-
ticipativa de un arte problematizador, de discusión, incluso radical
y subversivo:' Esto, si realmente queremos hacer arte político capaz
de conseguir un impacto real en lugar de hacer arte sobre la polí-
tica, o representar la política en el arte.
Por supuesto, en estas estrategias siempre se corre el riesgo de
que el costado espectacular se lleve el show.Pero es necesario que el
arte se arriesgue todavía más de lo que, por fortuna, ya está haciendo,
hacia formas verdaderamente híbridas, más allá del simple inter-
cambio postmoderno de significantes y técnicas entre las esferas 'cul-
tas·: mediáticas y populares, que conservan sus propios discursos,
circuitos y sistemas estético-simbólicos, mientras se colocan entre
paréntesis las relaciones de poder en estos procesos y esferas, tanto
como sus contraposiciones de intereses. El arte contemporáneo
construye así a veces una subalternidad vicaria que se expresa en los
espacios 'cultos''. Resulta asombroso cuan parcelados permanecen
aún los núcleos de los diferentes circuitos y sistemas estético-sim-
bólicos, al punto de que hasta el trabajo de índole testimonial de-
viene, como señaló hace tiempo Gayatri Spivak, la construcción del
sujeto colonial como un Otro.
Otra perspectiva en esa dirección podrían ser algunas expe-
riencias de un arte urbano que busca subvertir las fronteras entre
las esferas "culta" y popular para contribuir a crear nuevos públicos
mediante prácticas innovadoras y colectivas. Estas pueden emerger
en el contexto de comunidades específicas y a ellas dirigirse, inter-
venir en los choques y químicas transculturales propios de las urbes
actuales, así como cuestionar y desafiar nuestras percepciones coti-
dianas y las estructuras e intereses sobre los que opera la ciudad.
Las grandes urbes de África, Asia y América Latina devienen, cada
142
ARTF Y l'()J.fTTCA: CONTRADT<:CIONES, DISYUNTIVAS, POSIBILIDADF.S
143
Para terminar, y más allá, la escasa capacidad del arte para la
comunicación y acción sociales plantea de inmediato problemas éti-
cos para los artistas y críticos de orientación política. ¿Puede limi-
tarse su trabajo al arte:' ¿Deben acaso explorar nuevas formas de
comunicación:' ¿Deben ser más bien sujetos políticos en acciones
sociales concretas:'
Publicado por primera vez en Brumaria, Madrid, nº 8, primavera del 2007, pp. 78-83.
144
.............................................................
El museo
como hub
145
como instituciones que poseen cierta naturaleza conservadora, los
museos marchan habitualmente por detrás de arte, intentando al-
canzar, a un paso tardío, las transformaciones que éste produce. Los
museos han experimentado dos estadios principales en su estruc-
tura. Empezaron como colecciones que se mostraban pública y per-
manentemente. Después el espacio y la locación adquirieron mayor
importancia. El espacio no sólo devino un lugar que albergaba y ex-
hibía una colección, sino el locusdonde tenían lugar exposiciones y
otros eventos. En los museos de arte contemporáneo el espacio es el
componente principal, pues es donde sucede el arte "vivo''.El espa-
cio vincula a los museos con locaciones, comunidades y grupos de
interés específicos.
El papel y misión del museo han estado últimamente bajo un
debate constante. Estas complejas discusiones incluyen problemas
culturales, fines, acercamientos específicos, programas, estrategias
de comunicación, públicos, relaciones con comunidades, y muchos
otros. Parece como si el museo, como institución, estuviese teniendo
dificultades para responder a los nuevos problemas traídos por la
amplia dinámica cultural de estos tiempos cambiantes. Quizá la
nueva situación está apuntando a un tercer gran giro en la práctica
del museo, uno que lo llevaría de la rutina espacio-céntrica prevale-
ciente a otro esfuerzo más dinámico en que el museo sería una ac-
tividad en movimiento esparcida por todo el globo: el museo como
hub.Si los museos han llevado el mundo a sus espacios, ha llegado
quizás el momento de lanzar los museos al mundo.
El museo como un hub internacional de actividades artísti-
cas significa una institución descentralizada que simultáneamente
concebiría, curaría, y participaría en proyectos diversos en lugares
diferentes en todo el mundo. Su nivel de participación sería muy fle-
xible, yendo de la concepción y organización al apoyo moral. Los
proyectos podrían incluir exhibiciones, eventos, arte urbano, talleres,
encuentros, acciones y programas artísticos. Podrían ser formula-
dos y emprendidos por el museo o, más probablemente, consistirían
en esfuerzos conjuntos y colaboraciones con otras instituciones, gru-
146
EL MUSEO COMO HUB
147
un modelo que quiebra la dependencia de los departamentos de
educación de los de curaduría, creando una entidad autónoma con
un programa múltiple.
Un problema en la idea del museo como hub es que podría
verse como una injerencia de instituciones centrales en prácticas ar-
tísticas "periféricas·;involucradas con sus contextos, que expandirían
de un modo cualitativamente superior la "autonomización" del arte
de su medio social que Douglas Crimp achacaba al museo. En efecto,
hay una ambivalencia implícita, pero el sistema descentralizado pro-
puesto también podría funcionar de modo contrario. Podría po-
tenciar y expandir la iniciativa y la acción de los nuevos sujetos
artísticos en sus contextos -donde a menudo trabajan en condi-
ciones precarias- y en el mundo internacionalizado de hoy, al usar
las facilidades que el trabajo en red podría brindarles.
El museo como hub es un esfuerzo por responder a nuevos
desarrollos en un mundo cambiante, con el museo participando en
el lugar mismo donde las prácticas artísticas tienen lugar. En defi-
nitiva, ya los museos de historia natural, los zoológicos y los jardi-
nes botánicos han hecho esto hace tiempo, creando redes de trabajo
con científicos, activistas ecológicos, comunidades, instituciones y
público en países alrededor del mundo de donde provienen sus co-
lecciones y muestras. Los museos de arte contemporáneo, hasta
ahora, prácticamente sólo lo han exhibido en sus jaulas. Para ellos,
como para muchas otras cosas, el futuro significará una actividad
crecientemente global y descentralizada.
Una versión reducida de este texto fue publicada por primera vez
en inglés en: Re·Shuffie/Notions of an ltinerant Museum, Center for Curatorial
Studies, Bard College, Nueva York, 2006
148
.............................................................
Caminando
con el diablo
Arte contemporáneo,
cultura e internacionalización
149
de doscientas bienales y otros eventos artísticos de periodicidad fija
en todo el mundo, sólo por mencionar un aspecto del crecimiento
de los circuitos del arte. En esta explosión participa una vasta mul-
tiplicidad de nuevos actores culturales y artísticos que circulan in-
ternacionalmente y que antes, o no existían, o quedaban reducidos
al ámbito local1. Pensemos, por ejemplo, en que varios países del
Pacífico asiático han pasado prácticamente de la cultura tradicional
al arte contemporáneo, saltándose el modernismo. En cierta me-
dida, "aprendieron" el arte contemporáneo por Internet. Este salto
ha detonado una fructífera proximidad entre tradición y contem-
poraneidad2, o, por el contrario, ha provisto al arte de la frescura,
atrevimiento, candor y espontaneidad propios de quien no arrastra
la cadena de una evolución histórica3. Más allá de estos impactan-
tes fenómenos, y como parte de ellos, pienso que la expansión del
campo artístico que ha tenido lugar, a pesar de su alcance y de las
transformaciones que conlleva, no resultará tan importante en el
futuro como lo será su tendencia a traspasar sus propios límites
-desdibujando sus fronteras-, por un lado hacia la vida personal
y cotidiana, y, por otro, hacia la sociedad y la interacción urbana.
Junto al incremento de los circuitos internacionales hoy crecen
nuevas energías artísticas y nuevas actividades que se llevan a cabo lo-
calmente en áreas donde, por razones históricas, económicas y socia-
les, uno no esperaría encontrar una producción valiosa. Mi trabajo en
lugares como Centroamérica, India, Palestina o Paraguay me ha hecho
testigo no sólo de prácticas artísticas vigorosas y plausibles, sino de la
fundación de grupos y espacios alternativos, estimulada por la ausen-
cia de infraestructuras, y del surgimiento de acciones contra el arte co-
mercial prevaleciente y el poder establecido, o ajenas a él.
Gran parte de esta actividad es "local": resultado de reaccio-
nes personales y subjetivas de los artistas frente a sus contextos, o
de su intención de causar un impacto -cultural, social, o aun po-
lítico- en ellos. Pero estos artistas suelen estar bien informados
sobre otros contextos, sobre el arte hegemónico, o buscan una pro-
yección internacional. A veces se mueven dentro, fuera y alrededor
150
CAMINANDO CON FL [)JABLO
151
goría acerca de una posible estrategia para enfrentar la disyuntiva lati-
noamericana -y del orbe postcolonial y periférico- entre, por un lado,
metacultura occidental hegemónica e internacionalización y,por otro,
personalidad del contexto propio, tradiciones locales, modernidades
irregulares, No Occidente:
152
CAMINANDO CON EL DIABLO
153
garse voluntariamente la cultura dominante en beneficio propio. Y
es que la noción se construye por el modernismo latinoamericano
ya en, y desde, una situación postcolonial. Ella se corresponde ade-
más con la temprana inclinación internacional de la cultura brasi-
leña, condicionada por el impulso modernizador de una burguesía
ilustrada y cosmopolita. Los pensadores de la llamada "Santa Tri-
nidad" de la teoría postcolonial (el propio Bhabha, Edward Said y
Gayatri Spivak), en cambio, basan su reflexión en las tensiones cul-
turales bajo el régimen colonial, principalmente británico, y las se-
cuelas de la descolonización post Segunda Guerra Mundial. La
situación de América Latina es muy diferente debido a que los co-
lonizadores se asentaron y acriollaron, el régimen colonial concluyó
temprano, en el siglo XIX, y los intentos de modernización y el
modernismo tuvieron lugar tras una larga historia post y neocolo-
nial. De otro lado, es necesario señalar que el material de base de
estos importantes pensadores y, en general, de la teoría postcolo-
nial, procede en su casi totalidad del mundo de habla inglesa, ig-
norando todo lo demás, incluida la totalidad de América Latina.
A partir de su lanzamiento poético, la metáfora de la antro-
pofagia ha sido desarrollada después por los críticos latinoameri-
canos como noción clave en la dinámica cultural del Continente.
Por un lado, describe una tendencia presente en la América Latina
desde los días iniciales de la colonización europea; por otro, plan-
tea una estrategia de acción. Su línea no sólo ha sobrevivido al mo-
dernismo combativo de sus orígenes: se ha visto impulsada por el
auge de las ideas postestructuralistas y postmodernas acerca de la
apropiación, la resignificación y la validación de la copia. Así, su
sentido ha estado en la base de la obra de importantes teóricos del
Continente, como Nelly Richard y Ticio Escobar, que han ejercido
una gran y muy positiva influencia. La antropofagia fue también el
núcleo temático de la memorable XXIV Bienal de Sáo Paulo, cu-
rada por Paulo Herkenhoff en 1998.
El énfasis en la apropiación de la cultura dominante como
expediente de resistencia y afirmación de los sujetos subalternos se
154
CAMINANDO CON EL DIABLO
155
cultura impuesta desde el poder. En este sentido, se ha llegado a
afirmar que las periferias, debido a su subalternidad, han desarro-
llado una "cultura de la resignificación" 15 de los elementos cultura-
les impuestos por los cánones centrales, cuya autoridad es así
cuestionada. Esta operación involucra no sólo el desarme postmo-
derno de totalizaciones; más importante: implica la deconstrucción
de la autorreferencialidad de los modelos dominantes 16 y, por ex-
tensión, de la jerarquización de todo canon. Es interesante que, a
menudo, los artistas latinos y latinoamericanos se han valido en sus
obras de las implicaciones contenidas en la cita y la expropiación
transculturales -a veces complicándolas en extremo-, y en algu-
nos casos han llegado a incorporarlas en calidad de componentes
fundamentales de sus poéticas.
No obstante, es preciso romper con la visión demasiado afir-
mativa que tanto la antropofagia, como la transculturación y otras no-
ciones basadas en la apropiación, implican. Siguiendo la metáfora de
la antropofagia, es necesario subrayar la batalla digestiva que la rela-
ción que aquella plantea lleva implícita: a veces las consecuencias son
la adicción, el estreñimiento o, peor aún, la diarrea. Según ha adver-
tido Heloísa Buarque de Hollanda, la'elaborada tecnología cultural de
trituración, procesamiento y deglución de la diferenciá' que implica
la antropofagia puede estereotipar un problemático concepto de una
identidad nacional carnavalizante que siempre procesa beneficiosa-
mente todo lo que "no es suyo"17• Aunque la antropofagia refiere a una
"deglución crítica': hay que tener en cuenta también si el grado de
transformación que experimenta el devorador al incorporar la cultura
dominante apropiada no lo subsume dentro de ésta. Además, la apro-
piación, vista del otro lado, satisface el deseo de la cultura dominante
por un Otro reformado, reconocible, que posee una diferencia en la se-
mejanza -y que en el caso de América Latina parte además de un pa-
rentesco cultural de origen con la metacultura occidental, creando
quizás su alteridad perfecta-, facilitando la relación de dominio sin
quebrar la diferencia que permite establecer la identidad hegemónica
por contraste con un Otro "inferior''.Pero este casi-Otro actúa a la vez
156
CAMINANDO CON EL DIABLO
157
como rasgos-síntesis de la identidad latinoamericana: mestizaje,
sincretismo e hibridación. Al igual que la apropiación, estas nocio-
nes responden a procesos muy relevantes en la interacción cultural
de un ámbito tan complejamente diverso como América Latina,
con sus contrastes de todo tipo, su variedad cultural y racial, suco-
existencia de temporalidades múltiples, sus modernidades zigza-
gueantes ... y han demostrado ser muy productivas para analizar la
cultura del Continente y sus procesos. No obstante, resulta pro-
blemático usarlas como divisas generalizadoras para particularizar
a América Latina o el orbe postcolonial, pues, en realidad, no hay
cultura que no sea híbrida. Esto no quiere decir que no posean una
utilidad particular para analizar la cultura postcolonial, ya que de-
bido a la vasta envergadura de las diferencias, asimetrías, contras-
tes y situaciones de poder involucradas en su formación en
términos de etnia, cultura, raza y clase, los procesos de hibridación
fueron especialmente importantes allí.
Ahora bien, un problema con las nociones basadas en la
síntesis es que desdibujan los desajustes y tienden a borrar los
conflictos. Peor: pueden ser usadas para crear la imagen de una
fusión equitativa y armónica, disfrazando no sólo las diferencias,
sino las contradicciones y flagrantes desigualdades bajo el mito
de una nación integrada, omniparticipativa, como tan a las claras
se observa en México. Salah Hassan ha señalado cómo Fidel Cas-
tro, ante la pregunta por la ausencia de personas de raza negra en
la estructura del poder en Cuba, o su presencia en calidad de to-
kens sin mayor capacidad ejecutiva, respondió una vez: "aquí todos
somos negros" 24.Si bien la respuesta es cierta en términos cultu-
rales, no lo es en términos de racismo, diferencia y poder, usando
la socorrida noción de mestizaje cultural para eludir la discusión
del problema racial en Cuba.
Otra dificultad es que el modelo de la hibridación lleva a
pensar los procesos interculturales a través de una operación de
tipo matemático, mediante división y suma de elementos, cuyo re-
sultado es un tertium quid fruto de la mezcla. Este tipo de modelos
158
CAMINANDO CON EL DIABLO
159
ellos mismos un efecto del poder dominante y sus discursos. Esto
no quiere decir que se niegue la capacidad de acción que los para-
digmas apropiadores ponen en primera línea en un giro muy va-
lioso en términos epistemológicos y políticos. No obstante, esta
capacidad tampoco puede sobredimensionarse como una figura
acomodaticia que resuelve los problemas de la subalternidad cul-
tural por medio de una sencilla reversión. Es preciso transparentar
la constitución de los sujetos subalternos y sus acciones, y analizar
la apropiación de un modo más complejamente ambivalente.
Por paradoja, los paradigmas apropiadores, que se basan en
la incorporación de diferencias, subrayan la oposición polar entre
culturas hegemónicas y subalternas. Hoy parece más plausible ver
el tramado del poder y las diferencias dentro de una relación dia-
lógica, donde la cultura impuesta pueda sentirse como "pro-
pia/ ajena·: según decía Mijail Bajtín hablando del plurilingüismo
literario 29 • Los elementos culturales hegemónicos no sólo se impo-
nen, también se asumen 3°,confrontando el esquema de poder me-
diante la confiscación de los instrumentos de dominación, y a la
vez mutando ambivalentemente al sujeto apropiador hacia lo apro-
piado, sus sentidos y discursos.
Más allá de estas interpretaciones de los procesos culturales,
persiste un problema quizá más arduo: la corriente no puede fluir
siempre en la misma dirección Norte-Sur, establecida por las mecá-
nicas hegemónicas. Por plausibles que resulten las estrategias de
apropiación cultural, implican un juego de respuesta que reproduce
aquella estructura de poder, aunque la contesten. Es preciso también
voltear la corriente. No por establecer una "repetición en la ruptura·;
según diría Spivak, que mantendría los antagonismos bipolares, sino
para pluralizar dentro de una participación activa múltiple, enrique-
ciendo la circulación internacional. Puede apreciarse que no hablo
de un pluralismo neutral, "multiculturalista'; donde las diferencias
permanecen neutralizadas dentro de una suerte de bantustanes, re-
lativizadas en relación con las culturas hegemónicas, ni tampoco en
calidad de un surtido de opciones disponibles, intercambiables, listas
160
CAMINANDO CON EL DIABLO
161
Los tiempos de la globalización son también los del movi-
miento. Aquélla genera estructuralmente la diáspora al determinar
intensos flujos migratorios en busca de conexión económica y cul-
tural. Si la caída del muro produjo una reestructuración cartográ-
fica que aún prosigue, los procesos migratorios están recoloreando
los mapas étnico-sociales dentro de cada país, en especial dentro
de los más poderosos. Esto desencadena procesos culturales hete-
rodoxos y a veces turbulentos, y genera una tensión tan porosa
como contradictoria entre la asimilación del inmigrante, su con-
servación de la cultura de origen, las transformaciones que éste pro-
duce en el contexto receptor, y las zonas intermedias en estos
procesos. Lo anterior, unido a las políticas del multiculturalismo y
la mayor difusión de las diferencias gracias a la expansión infor-
mativa y la diversificación del orbe "global'; origina intensas diná-
micas culturales, con las identidades y las identificaciones en
constante proceso de transformación.
Los inmigrantes usan sus pies pero también otras partes del
cuerpo: un bebé "hispano" nace cada treinta segundos en Estados
Unidos, una bomba de relojería que ha despertado temores casi
apocalípticos en Samuel P. Huntington 34.Más allá de las estadísti-
cas, la diáspora contemporánea ha condicionado además una men-
talidad del éxodo como parte intrínseca de la nueva conciencia
"global''.Millones de personas en el mundo proyectan su vida entera
hacia la posibilidad de emigrar, en muchos casos impracticable. Más
vasta aún que el éxodo es la diáspora mental.
El impacto de las migraciones contemporáneas, con sus des-
plazamientos culturales y su heterogenización, así como el surgi-
miento de una noción de identidad más dinámica y relacional han
sido discutidos ampliamente, especialmente por los artistas y los
académicos diaspóricos. La influencia del inmigrante en el país re-
ceptor (más rico) y su cultura, y, sobre todo, su acción a escala glo-
bal dentro de una proyección postnacional que incluye la expansión
de las comunidades transnacionales, ha sido adecuadamente enfa-
tizada. No obstante, iguales -si no más importantes- mutacio-
162
CAMINANDO CON EL DIABLO
163
África ya no es la selva, las máscaras, ni los leones, sino las nuevas
ciudades caóticas con sus nuevos -y más salvajes- leones urba-
nos. La narrativa colonial del "corazón de las tinieblas" se ha trasla-
dado al interior de la modernidad.
En este momento hay sólo dos megalópolis 36 en los Esta-
dos Unidos y dos más en Europa. Hay 19 en el resto del orbe, y
su número crecerá, principalmente en Asia. Entre las veinte ciu-
dades más populosas hoy en el mundo (todas con más de diez mi-
llones de habitantes), sólo encontramos cuatro en países ricos
(Japón y Estados Unidos). Y de las 36 megalópolis que se pro-
nostica existirán en el año 2015, 30 estarán en países subdesarro-
llados, incluyendo veinte en Asia.
Obviamente, las ciudades no están preparadas para soportar
semejante shockdemográfico. Pensemos que cien millones de per-
sonas viven en las calles, y que la mayoría de ellos son niños. Las
personas sin hogar son quizás los habitantes urbanos por antono-
masia: su hogar es la ciudad misma. La famosa frase de Rayner
Banham, "un hogar no es una casa'; está cobrando nuevo signifi-
cado en la actualidad. Pero puede que una ciudad tampoco sea un
hogar. El temor a la ciudad -en lugar del temor a la naturaleza-
es un síndrome de nuestro tiempo. Antes, las selvas eran el espacio
para el peligro y la aventura, mientras las ciudades eran los ámbi-
tos protegidos de la civilización. La situación ha cambiado hoy día:
las selvas son áreas ecológicamente puras y más bien idílicas que
disfrutamos a través del DiscoveryChannel, mientras que las gran-
des ciudades han devenido dominios de paranoia.
Además del enorme número de personas sin vivienda per-
manente, hay muchos millones más que habitan alojamientos im-
provisados. Las favelas proliferan en las urbes actuales al igual que
la contaminación, la insalubridad y la violencia, tornándolas domi-
nios donde la"vida civil" se vuelve cada vez más difícil. La situación
parece insostenible, pero, según argumenta Carlos Monsiváis, "la
ciudad se construye sobre su destrucción sistemática" 37 • El urba-
nismo y la arquitectura, tal como los hemos entendido tradicio-
164
CAMJNANDO CON FL DJAF\LO
165
claustro más cautivante de nuestro tiempo, verdadera celda mo-
nacal contemporánea. Paradojicamente, la épica del espacio en la
ciencia-ficción ha sido más acerca del medio hi-techaltamente cons-
trictivo de la nave que acerca del infinito.
Resulta muy necesario un intercambio horizontal que pu-
diera promover una red verdaderamente global de interacciones
hacia todos lados, contribuyendo a pluralizar la cultura, interna-
cionalizando en el real sentido de la palabra, legitimando la pro-
ducción artística dentro de diferentes intereses y perspectivas,
construyendo nuevas epistemes, desenvolviendo acciones alterna-
tivas. Sólo una trama multidireccional de interacciones puede plu-
ralizar lo que entendemos por "arte internacional'; "lenguaje artístico
internacional" y "escena artística internacional'; o incluso lo que lla-
mamos "contemporáneo" 38 • Estas dinámicas resultan tan necesarias
como arduas, debido al peso del poder económico.
Muchos artistas de los más diversos orígenes están reaccio-
nado frente a estos tránsitos y participando en ellos. Hay tensiones
plausibles causadas por el desplazamiento de los cánones artísticos
dominantes, su transformación por valores culturales diferentes, por
la introducción de aproximaciones heterodoxas, y las subsecuentes
disyuntivas para la evaluación artística. Hay mucho en juego: con-
flictos, articulaciones sociales y culturales; diálogos y colisiones entre
culturas neológicas urbanas y tradiciones rurales; choques religiosos;
modernizaciones caóticas, disímiles y fluctuantes; diásporas masivas,
pobreza atroz, contrastes sociales, tráficos de todo tipo, fanatismo,
violencia, terrorismo, guerras; favelas y su cultura; comunicaciones
globales y enormes zonas de silencio; tendencias homogenizadoras
y afirmación de las diferencias; identidades en mutación, mezclas
culturales y sociales; vastas redes internacionales y aislamiento local;
choques culturales y asimilación ...
Condicionados por toda esta constelación de procesos y si-
tuaciones que he intentado esbozar en las páginas anteriores, hoy
se están produciendo reajustes en las ecuaciones entre arte, cultura
e internacionalización; estas, a su vez, contribuyen a aquellos mo-
166
CAMINANDO CON EL DIABLO
167
ceden a redes internacionales en franca expansión. Charles Esche
ha mencionado una combinación de semejanza y singularidad no
consciente ni concentrada en sí misma en el arte actual 39• Muchos ar-
tistas trabajan, como Gilles Deleuze y Félix Guattari dijeron con
respecto a la "literatura menor': "encontrando su propio punto de
subdesarrollo, su propio patois, su propio tercer mundo, su propio
desierto" 40, dentro del lenguaje "mayor".
La diferencia es construida en forma creciente a través de
modos específicos plurales de crear los textos artísticos dentro de
un conjunto de lenguajes y prácticas internacionales que se va
transformando en el proceso, y no por el expediente de represen-
tar elementos culturales o históricos característicos de contextos
particulares. Es decir, radica más en la acción que en la represen-
tación. Esta inclinación abre una perspectiva diferente que con-
fronta el cliché de un arte "universal" en los centros, expresiones
derivativas en las periferias, y un múltiple, "auténtico'' ámbito de la
"otredad" en la cultura tradicional. Obviamente, la polaridad misma
de centro y periferia ha sido fuertemente confrontada en estos tiem-
pos porosos de migraciones, comunicaciones, químicas transcultu-
rales y rearticulaciones de poder.
Los artistas están cada vez menos interesados en mostrar sus
pasaportes. Y si lo estuviesen, sus galeristas probablemente los con-
minarían a no declarar referencias locales que podrían afectar sus
potencialidades a escala global. Como ha dicho Kobena Mercer,"la
diversidad es más visible que nunca antes, pero la regla no hablada
es no proclamarla" 41 • Los componentes culturales actúan más den-
tro del discurso de las obras que en relación a su estricta visualidad,
aun en casos donde aquella se basa en lo vernáculo. Esto no signi-
fica que no puedan reconocerse ciertos rasgos comunes a algunos
países o áreas. Lo crucial es que estas identidades comienzan ama-
nifestarse más por sus rasgos como práctica artística que por su
empleo de elementos identificativos tomados del folclore, la reli-
gión, el ambiente físico o la historia. Este procedimiento conlleva
una creación artística que construye tipología cultural en el arte
168
CAMINANDO CON EL DIABLO
169
Por supuesto, esta dinámica se produce dentro de un pulso poroso
entre renovación y establishment,donde las estructuras hegemóni-
cas ostentan su peso.
La generalización entre artistas de todo el orbe de un len-
guaje internacional del arte establecido por el mainstream occiden-
tal significa, de hecho, la legitimación de este lenguaje como
vehículo de la contemporaneidad artística, aceptando la autoridad
de las historias, valores, poéticas, metodologías y códigos que lo
constituyeron. Naturalmente, todos estos elementos constitutivos,
si bien aceptados de entrada, van siendo transformados desde den-
tro en el proceso de internacionalización diversificadora que tiene
lugar, a la vez que otras invenciones son introducidas. Ahora bien,
mientras este proceso ocurre, las manifestaciones artísticas que no
hablan los códigos prevalecientes quedan excluidas más allá de sus
contextos, marginadas en circuitos y mercados gueto. Esta exclu-
sión es aún más radical si pensamos que el lenguaje internacional
del arte ha incautado para sí la condición de contemporaneidad,
relegando lo que no entra en él, en el mejor de los casos, a la esfera
de la tradición, y,en el peor, a algo no actualizado o definitivamente
malo. Es cierto que hay mucho arte redundante que no construye
sentido, como tanto modernismo epigonal nacionalista, tantas
obras derivativas superficiales y, en fin, tanto arte puramente co-
mercial. Pero el problema está en la posible exclusión o subvalora-
ción de poéticas significativas simplemente por no responder a los
códigos legitimados a escala internacional. En realidad, salvo con-
tadas excepciones, no existe ni siquiera una conciencia del problema
entre los curadores, críticos e instituciones internacionales.
Los paradigmas apropiadores reproducían la situación de
dominio al depender de una cultura impuesta: el caníbal sólo es tal
si tiene a alguien a quien devorar. El paradigma del "desde aquí'; si
bien no indica una emancipación y confirma la autoridad hegemó-
nica, simultáneamente ha mutado el ping-pong de oposiciones y
apropiaciones y la extranjería del sujeto subalterno hacia una nueva
biología artístico-cultural donde éste está dentro de la producción
170
CAMINANDO CON EL DIABLO
central desde fuera. Sea como fuere, el arte de las "periferias" ha sa-
lido del gueto de los circuitos y mercados específicos gracias a la
galopante expansión de la circulación internacional del arte en los
últimos quince años tanto como al giro de los artistas hacia prácti-
cas y proyecciones francamente internacionales.
¿Y qué decir de las instituciones de arte contemporáneo, en
particular, de los museos y las kunsthalles? En general, ellas casi
siempre han evolucionando de acuerdo a los cambios en la pro-
ducción y circulación del arte. Sin embargo, como instituciones de
naturaleza más bien conservadora, marchan casi siempre detrás del
arte, tratando de alcanzar sus transformaciones a un paso más
lento. Afortunadamente, en la actualidad se aprecia una conciencia
general del desafío que representan las mudanzas metodológicas
del arte y su vasta internacionalización.
¿Ha sido útil el diablo? O, ¿habremos vendido nuestras
almas? Sea cual sea la respuesta, el arte de todo el orbe ha alcanzado
una participación crossovergracias a la galopante expansión en la
circulación internacional del arte así como a la inclinación de los
artistas hacia prácticas y proyecciones por completo internaciona-
les. Quizás el diablo somos ahora nosotros.
Partes de este texto fueron publicadas por primera vez en español en:
Néstor García Candini {editor): Extranjeros en la tecnologíay en la cultura,
Ariel y Fundación Telefónica, Buenos Aires, 2009, pp. 51-63.
171
1 Para tener una idea de la diversidad de los circuitos del arte actual puede consultarse
la web: www.universes-in-universe.org.
2 Según vemos, por ejemplo, en artistas como Cai Guo-Quiang. Kuang-Yu Tsui y
Xu Bing.
3 Pensemos, por ejemplo, enJun Nguyen-Hatsushiba, Apichapong Weerasethakul y
Xu Zhen.
4 SegundaBienal de La Habana'86. Catálogogeneral,Centro Wifredo Lam, La Ha-
bana, 1986.
5 Gerardo Mosquera, "Cocinando la identidad'; en Cocidoy crudo,Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 1994, pp. 32-37, 309-313.
6 Gerardo Mosquera,"El arte latinoamericano deja de serlo''.en: ARCO Latino, Ma-
drid, 1996, pp. 7-10; y "Del arte latinoamericano al arte desde América Latina''. en:
Art Nexus, Bogotá, nº 48, v. 2, abril-junio 2003, pp. 70-74.
7 Oswald de Andrade, "Manifíesto antropófago·: en: Revista de Antropofagia, Sáo
Paulo, año L nº L mayo de 1928.
8 Ibíd.
9 Homi K. Bhabha, "Of Mimicry and Men. The Ambivalence of Colonial Discourse''.
en: October,Nueva York, nº 28, 1984, pp.125-133.
10 Fernando Ortiz, ContrapunteoCubano del Tabacoy el Azúcar, La Habana, 1940
(publicado en inglés en Nueva York por A. Knopf en 1947).
11 MelvilleJ. Heskovits, Man and his Works. The Scienceof CulturalAnthropology,Al-
fred Knopf, Nueva York, 1948.
12 Ángel Rama, Transculturación narrativa y novela latinoamericana, México DF,
1982.
13 Homi K. Bhabha, "Cultural Diversity and Cultural Differences" (1988), en: Bill
Ashcrofr, Gareth Griffirhs y Helen Tiffin (editores), The Post-ColonialStudies
Reader,Routledge, Londres y Nueva York, 1997, pp. 207-209.
14 R. H. Lowie, An Introductionto CulturalAnthropology,Nueva York, 1940.
15 Nelly Richard, "Latinoamerica y la postmodernidad: la crisis de los originales y la
revancha de la copia''.en su libro: La estratificación
de losmárgenes,Francisco Zegers
Editor, Santiago de Chile, 1989, p. 55.
16 Nelly Richard, "Latinoamérica y la postmodernidad''. en: Revista de Crítica Cu/tu,
ral,Santiago de Chile, nº 3, abril de 1991, p.18.
17 Heloísa Buarque de Hollanda, "Feminism: Constructing Identity and che Cultural
Condition': en: Noreen Tomassi, Mary Jane Jacob e Ivo Mesquita (eds.): AmericanVi-
sions.Artistic and CulturalIdentity in the WesternHemisphere,Nueva York, 1994, p.
129.
18 Bhabha, Op. Cit., p. 85.
19 Zita Nunes, "Os males do Brasil: Antropofagia e questao da ra~a''.en: PapelesAvul-
sos,nº 22, CIEC/UFRJ, Río de Janeiro, 1990.
20 Citado por Paul Mercier en su libro: Historia de la antropología,Ediciones Penín-
sula, Barcelona, 1969, p. 170.
21 Ángel Rama, Op. Cit, p. 38.
22 Yulian Bromlei, Etnografíateórica,Editorial Nauta, Moscú, 1986.
23 James Clifford, The Predicamentof Culture,Harvard University Press, Cambridge
y Londres, 1988, p. 173.
172
CAMINANDO CON EL DIABLO
24 Testimonio de Salah Hassan en respuesta a una pregunta del público tras su ponen-
cia en el simposio internacional"Where Art Worlds Meet: Multiple Modernities and
the Global Salon''.organizado por la Bienal de Venecia y el Istituto Venero di Scienze,
Lettere ed Arti en el Palazzo Cavalli Franchetti, Venecia, 11 de diciembre, 2005.
25 Wilson Harris, Tradition, the Writer and Society,New Beacon, Londres y Puerto
de España, 1973, pp. 60-63.
26 Homi Bhabha, "Cultural Diversity and Cultural Differences''.pp. 208-209.
27 Marcos Becquer y ]ose Gatti, "Elements ofVogue''. en: Third Text, Londres, nºl6-
17, invierno de 1991, pp. 65-81. Para un análisis de la idea del sincretismo con res-
pecto a la religión y la cultura en Brasil consultar Sérgio Figueiredo Ferreti,
Repensandoo sincretismo,Editora da Universidade de Sáo Paulo, Sáo Paulo, 1995.
28 Néstor García Canclini, Culturas híbridas.Estrategiaspara entrar y salir de la mo-
dernidad, Editorial Grijalbo, México DF, 2001, p. 2.
29 Mijail M. Bajtín, "De la prehistoria de la palabra de la novela;· en su libro: Proble-
mas literariosy estéticos,Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1986, pp. 490-491.
Sobre toda la cuestión ver Gerardo Mosquera, "Global Islands''. en: Okwui Enwe-
zor, Carlos Basualdo, Ute Meta Bauer, Susanne Ghez, Sarat Maharaj, Mark Nash
y Octavio Zaya (editores), Créolitéand Creolization. Documenta ll_Platform 3,
Hatje Cantz Publishers, Ostfildern-Ruit, 2003, pp. 87-92.
30 Ticio Escobar, El mito del arte y el mito del pueblo,Asunción, 1987, p. 76.
31 Helmur Anheier y Willem Henri Lucas han preparado un notable conjunto de
gráficos estadísticos acerca de globalización y cultura en: Helmut Anheier y Yud-
hishthir Raj Isar (editores), The Culturesand GlobalizationSeries(1). Conflictsand
Tensions,SAGE Publicarions, Los Ángeles, Londres, Nueva Delhi y Singapur, 2007,
pp. 333-626.
32 Manray Hsu, "Networked Cosmopolitanism. On Cultural Exchange and Interna-
cional Exhibition''. en: Nicholas Tsoutas (editor), Knowledge+Dialogue+Exchange.
Remapping Cultural Globalismsfrom the South, Artspace Visual Arts Centre, Syd-
ney, 2004, p. 80.
33 Gerardo Mosquera,"Notas sobre globalización, arte y diferencia cultural'; en: Zonas
silenciosas.Sobreglobalizacióne interaccióncultural,Ámsterdam, Rijksakademie van
beeldende kunsten, 2001, p. 38-49.
34 Samuel P. Huntingron, Who Are We': the Challengesto Americas Identity, Simon
& Schuster, Nueva York, 2004
35 Todas las estadísticas que siguen fueron tomadas de: Mutations, Acrar, Bordeaux,
2001; "Ciudades del Sur: la llamada de la urbe''. en: El Correode la UNESCO, París,
junio de 1999; y Helmut Anheier y Willem Henri Lucas, Op. Cit.
36 Ciudades con más de ocho millones de habitantes.
37 Carlos Monsiváis, "La arquitectura y la ciudad''. en: Talingo,La Prensa, Panamá,
Nº 330, 19 de septiembre, 1999, p.15.
38 Gerardo Mosquera, ''.Alien-Own/Own-Alien. Notes on Globalisation and Cul-
tural Difference, en: Nikos Papastergiadis (editor), Complex Entanglements. Art,
Globalisation and Cultural Dif.ference,Rivers Oram Press, Londres, Sydney y
Chicago, 2003, pp. 22-23.
39 Charles Esche, "Making Sameness", en: Arjan van Helmond & Srani Michiels.
]akarta Megalopolis.Horizontal and VerticalObservations,Amsterdam, 2007, p. 27.
173
40 Gilles Deleuze y Félix Guactari, "What is a Minor Literature?'; en: Russell Fergu-
son, Marrha Gever, Trinh T. Minh-ha y Cornel West (editores), Out There. Mar-
ginalization and ContemporaryCultures,The New Museum of Contemporary Art
y The MIT Press, Nueva York, Cambridge, Londres, 1990, p. 61.
41 Kobena Mercer,"Intermezzo Worlds'; en: Art]ournal, Nueva York, vol. 57, n°4, in-
vierno de 1998, p.43.
42 Jean Fisher y Gerardo Mosquera: "Introduction'; en: Jean Fisher y Gerardo Mos-
quera (eds.), Over Here. International Perspectiveson Art and Culture, The New
Museum of Contemporary Art y The MIT Press, Nueva York, Cambridge, Lon-
dres, 2004, p. 5.
174