Política Fiscal y Monetaria
Política Fiscal y Monetaria
Política Fiscal y Monetaria
Sabemos que los gobiernos inciden mediante su política económica sobre las variables
macroeconómicas relacionadas con la producción, el empleo, los precios, etcétera.
Cuanto mayor sea la intervención del sector público en las economías, mayor impacto
podrá tener aquella.
Definimos política económica como las distintas formas de intervención del Estado en
la economía para alcanzar unos objetivos. Principalmente estos objetivos son:
Lograr el pleno empleo, es decir, buscar que la mayor parte posible de la población
activa encuentre un trabajo. La forma de medir el nivel de empleo es calcular las tasas
de actividad, de ocupación y de paro.
Llegar a una estabilidad de precios: con ello los ciudadanos podrán mantener su
poder de compra y evitar la incertidumbre que generan las subidas y bajadas excesivas
de los precios. El indicador más utilizado para controlar la evolución de los mismos es
el índice de precios al consumo (IPC).
Por encima de los objetivos vistos en el punto anterior, la política economía de un país
debería buscar como fin general un mayor bienestar y desarrollo para todos sus
ciudadanos.
En cierta medida, los logros de algunos propósitos como el del crecimiento, el empleo o
la estabilidad de precios contribuyen a que se alcance dicho bienestar. Pero incluso el
crecimiento económico no siempre afecta positivamente a todos los habitantes de una
sociedad. Dicho de otra manera, el logro de la eficiencia económica no siempre nos
lleva a una mayor equidad.
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La distribución de la renta que realiza el mercado depende del reparto de la riqueza
previa (quienes sólo dependen de su trabajo para obtener renta tienen menos
posibilidades que los que poseen un patrimonio familiar). Por ello el sector público va a
llevar a cabo acciones con el fin de garantizar la igualdad de acceso a bienes como la
educación o la sanidad. En este caso estamos hablando de la búsqueda de la equidad
horizontal o de igualdad para acceder al mercado.
Por otro lado, hay que señalar que la progresividad de los impuestos le permite al sector
público obtener más ingresos de los ciudadanos que tienen más renta o riqueza, con los
que podrá realizar transferencias de los mismos a los que tienen menos capacidad
económica. En este caso hablamos de equidad vertical o de redistribución de la
renta. Estos objetivos están en la base de lo que denominamos Estado de Bienestar.
En el tema anterior ya vimos los diferentes tipos de gastos e ingresos públicos con los
que nos podemos encontrar y su reflejo en los Presupuestos Generales del Estado
(PGE), que constituyen el documento básico que debemos consultar para analizar el
carácter de la política fiscal de un país.
En los siguientes apartados, por tanto, vamos a ir más allá y analizaremos cuáles son los
tipos de política fiscal con los que nos podemos encontrar según dos criterios
diferentes:
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3.1. Política fiscal expansiva y restrictiva
En función del efecto que sobre la economía tiene, la política fiscal puede ser:
Bajadas de los impuestos: así aumenta la renta que las familias disponen para
consumir y disminuyen los costes de las empresas -los impuestos son costes-.
Por lo tanto, las empresas tendrán más recursos para invertir, lo que supone un
aumento de la demanda agregada, que llevará a las empresas a incrementar la
producción y por lo tanto el empleo. El efecto negativo como en el caso anterior
puede ser un aumento de la inflación.
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Subiendo los impuestos: disminuye así la renta disponible de las familias que
reducirán el consumo, y las empresas al tener mayores costes disminuirán la
inversión. La reducción de ambos supondrá una disminución de la demanda
agregada y por lo tanto de los precios, pero puede afectar negativamente al
empleo.
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sector público no intervenga. Ahí estriba su principal ventaja. Además son anticíclicos,
de manera que operan con carácter restrictivo en periodos de expansión y con carácter
expansivo en periodos de recesión. Su principal inconveniente es que no suelen ser
suficientes para moderar las excesivas subidas o caídas de actividad. Los más
importantes son:
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vicioso, representados en azul. Por ejemplo, la existencia de prestaciones sociales por
desempleo hace que la bajada de la renta, y con ello del consumo, sea menor.
Por otro lado, también el hecho de ganar menos renta supone el pago de menos
impuestos, con lo que se puede moderar también la caída del consumo. En definitiva,
estos estabilizadores funcionan como la apertura de un paracaídas que de manera
automática se abre en el momento de la caída.
Aparte de los efectos de la política fiscal relacionados con los objetivos que persigue
(crecimiento económico, empleo y control de precios) puede que se produzcan otros
efectos secundarios que hay que tener en cuenta a la hora de poner en marcha medidas
de este tipo. Esos efectos secundarios son, sobre todo, el aumento de la deuda pública y
de la presión fiscal.
En primer lugar, la pregunta que podemos plantearnos puede ser: ¿es siempre un buen
remedio la política fiscal para un país que se encuentra en crisis? Ya hemos dicho que
cuando hay crisis los gobiernos han usado la política fiscal expansiva, es decir, han
disminuido los impuestos y aumentado el gasto público.
Esto lógicamente lleva a que el déficit público aumente, y para financiar dicho déficit
hay que recurrir a la emisión de deuda pública. La forma alternativa de financiarlo, que
según vimos en el tema anterior sería la subida de impuestos, no parece razonable,
teniendo en cuenta que inmediatamente antes se han bajado los mismos para estimular
la economía.
La emisión de deuda pública trae consigo una serie de problemas que pasamos a
enumerar:
Al emitir deuda el sector público compite con el sector privado para conseguir
financiación.
Al endeudarse un país se trasladan hacia las generaciones futuras las
obligaciones de pago generadas en la actualidad.
De todas formas, endeudarse no tendría que suponer ningún problema, claro está, si este
aumento del gasto público se invierte adecuadamente o si el nivel de endeudamiento
fuera asumible. Ello permitirá, en un momento de crisis, aumentar el déficit público
para estimular la economía, generar empleo y poder volver a una senda de crecimiento.
Otro efecto que el abuso de la política fiscal puede tener es que haya que financiar un volumen
de gasto público tan grande que sea necesario subir los impuestos en exceso. Hay que
recordar que el fin de los impuestos no es meramente recaudatorio, sino que se justifican por
la necesidad de financiar los gastos públicos. Por tanto, es importante saber que todos los
servicios públicos tienen un coste que habrá que financiar de algún modo. Muchas veces, a la
mayoría de los ciudadanos nos parecen "gratuitos": así, cuando vamos al médico, al instituto o
por una calle andando creemos que eso está ahí por arte de magia.
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Para medir la incidencia global que tienen los impuestos en un país se recurre al
concepto de presión fiscal, que se define como el cociente entre el total de ingresos por
impuestos y cotizaciones y el PIB. En definitiva, se trata de la proporción del PIB que
los contribuyentes dedican al pago de los impuestos.
Aunque es cierto que puede haber derroche por parte de ciertas administraciones, en
general, una presión fiscal alta se suele corresponder con unos buenos servicios
públicos. Si la presión fiscal aumenta el ciudadano esperará tener unas mejores
carreteras, atención sanitaria, educación, etcétera.
Política Monetaria
La política monetaria se basa en la relación entre las tasas de interés en una economía,
que es la base para calcular el precio al que el dinero es prestado por los bancos, y la
cantidad de dinero en circulación. La política monetaria utiliza una variedad de
herramientas para el control de una o ambas de estas, para influir en resultados como el
crecimiento económico, inflación, tipos de cambio con otras monedas y el desempleo. A
continuación veremos:
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Oferta monetaria
Hay varias formas de definir la oferta monetaria (dinero en circulación), pero las
medidas estándar suelen incluir el efectivo en circulación y los depósitos a la vista (los
activos de los depositantes de fácil acceso en los balances de las instituciones
financieras).
Los datos de la oferta monetaria se registran y publican, por lo general por el gobierno o
el banco central de cada país. Los analistas del sector público y privado desde hace
mucho tiempo analizan los cambios en la oferta monetaria, debido a sus posibles efectos
sobre el nivel de precios, la inflación, el tipo de cambio y el ciclo económico.
El dinero se utiliza como un medio de pago en las transacciones, para el pago de deudas,
y como depósito de valor. Sus diferentes funciones están asociadas con diferentes
medidas empíricas de la oferta monetaria. No hay una forma "correcta" de medir la
oferta monetaria. En cambio, hay varias medidas, clasificadas a lo largo de un espectro
denominados agregados monetarios. Las medidas más reducidas incluyen sólo los
activos más líquidos, los más fáciles de usar para "pagar" (moneda, depósitos a la vista).
Las medidas más amplias agregar otros tipos de activos menos líquidos pero también
fácilmente convertibles en dinero (certificados de depósito, etc.)
Este espectro se corresponde con la capacidad de control que pueden ofrecer sobre ellos
las autoridades. Las medidas de oferta monetaria más reducidas son aquellas sobre las
que tienen un efecto más directo las autoridades
mientras que en las más amplias su capacidad de
influencia es menor.
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Los tres ejemplos de la política monetaria más importantes son las operaciones de
mercado abierto, el cambio de las exigencias de reservas (encaje) y la fijación del tipo
de interés de descuento.
Las operaciones de mercado abierto consisten en comprar o vender bonos del gobierno,
dependiendo de si el banco central desea ampliar o reducir la oferta monetaria. Compra
de bonos del estado en posesión del público pone más dinero en circulación,
aumentando así la oferta monetaria. Venta de bonos al público reduce la oferta
monetaria.
Encaje
Tipos de intervención
Una política monetaria expansiva es aquella política monetaria que busca aumentar el
tamaño de la oferta monetaria. Como ya hemos mencionado, en la mayoría de los
países, la política monetaria es controlada por un banco central o un ministerio de
finanzas.
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Reducir el Encaje a los bancos. Reduciendo la cantidad de dinero líquido que
deben tener los bancos para cubrir los depósitos conseguirán aumentar la
cantidad de dinero ya que con la misma cantidad de monedas y billetes podrán
captar más depósitos, provocando así un efecto expansivo en la M2 y M3.
Reducir los tipos de intervención lo que favorecerá que los bancos pidan más
préstamos en el banco central y ofrezcan más préstamos y a tipos más baratos a
los clientes quienes también serán más proclives a pedir préstamos al ser los
intereses menores, inyectando dinero al sistema.
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de gastos y aumentos de impuestos. Por lo tanto, los políticos favorecen la utilización de
la política monetaria para controlar la inflación.
Por último debemos recordar que, como se ha señalado anteriormente, la relación entre
la política monetaria y la economía real es incierta. Además, es importante tener en
cuenta que la política monetaria contractiva no debe confundirse con la contracción
económica (siendo este último una reducción en la producción económica en la
economía real).
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