Abogados y Ciencia PDF
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ISSN: 0482-5276
revista.cs@ucr.ac.cr
Universidad de Costa Rica
Costa Rica
Haba, Enrique P.
¿Puede el jurista discurrir como un científico social? (Posibilidades e imposibilidades del derecho
como «ciencia» social)
Revista de Ciencias Sociales (Cr), vol. III-IV, núm. 113-114, 2006, pp. 37-54
Universidad de Costa Rica
San José, Costa Rica
Enrique P. Haba*
Sumario
[1] Doble función de la dogmática jurídica. [2] Tímidos «parecidos de familia» con
las otras ciencias. [3] Condición substancialmente retórica del discurso jurídico. [4]
El derecho es un «orden» de irracionalidades. [5] Niveles de ciencia jurídica y tipos
posibles de ella. [6] La cuestión de la «interdisciplinariedad» (¡no una mera pluri-
disciplinariedad!). [7]... pero, el derecho es socialmente «útil».
Resumen
Mientras que los conocimientos de casi todas las demás ciencias sociales —sociología,
politología, lingüística, etc.— son poco o nada «útiles» (salvo para sus propios
profesionales y el mercado editorial propiciado por ellos), en cambio gran parte de las
disposiciones jurídicas y de la doctrina profesional aplicada a estas tienen toda suerte
de repercusiones reales para la vida de la gente en general. Mas esta utilidad práctica
se compra al precio de que el derecho consiste en discursos cuyo rigor científico es
muy endeble.
Abstract
* <ehaba@ice.co.cr>
<enrique.haba@ucr.ac.cr>
1 Este artículo está conformado por extractos de un libro que el autor tiene en preparación: Metodología (realista)
del Derecho. Entre sus trabajos ya publicados, para ampliar sobre ideas que se expondrán aquí, véase especialmente
1993 y las reelaboraciones ccontenidas en Palomino Manchego 1999.
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7 Véase, por todos, los implacables análisis al respec- 8 Cf. Haba 2004a (Sec. C.I.2) y 2004b (Sec. C.I.3).
to ofrecidos en dos obras clásicas: Jhering (1974) y
Frank (1970). 9 Véase Haba 2004b: Sec. G.II.
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«reglas del juego» para llevar adelante en la decisión no suele resultar más racional que la
práctica la irracionalidad de cada quien, ¡incluida voluntad y el conocimiento de quienes la impul-
la de los jueces!, si bien pueden servir además san. En el caso del derecho, los actores principa-
para promover ciertos aspectos racionales en les —jueces, políticos, grupos de presión— que
la solución de esos conflictos. Dichas reglas del determinan su dinámica no son, precisamente,
juego, originadas básicamente en las ideologías unos «preferidores racionales» (Muguerza 1977:
políticas, dan lugar, mediante formulaciones más cap. VII), ni un grupito de sofisticados iusmetodó-
detalladas y en un lenguaje algo técnico, a lo que logos, sino personas que básicamente responden
se conoce como: el Derecho. Este, en razón de a orientaciones de la mentalidad común.
su origen y de sus protagonistas reales, como Por eso está irremediablemente conde-
esfuerzo teorético no puede ser, en líneas gene- nada a equivocarse, de punta a punta, siempre,
rales, sino un conjunto de prácticas intelectuales cualquier teoría sobre el discurso jurídico que
cuya racionalidad sea lo bastante débil como busque entenderlo, o programarlo, como un
para ser generalmente aprobada. Aunque con- sistema de locutores básicamente racionales.
tiene ciertas racionalidades formales, sobre todo ¡Los juristas reales no son así! Como dijo Frank
de tipo procedimental, quedan subordinadas a (1931), también los juristas son «humanos».
amplias franjas de irracionalidad en cuanto al Y no pocas veces —se puede agregar— hasta
fondo de las decisiones. demasiado humanos...15.
El carácter retórico del razonamiento jurí-
dico, y en general su endeblez como discurso
5. Niveles de ciencia jurídica y tipos
científico, no es algo que en él constituya un posibles de ella
aspecto más o menos secundario. No es corre-
gible, en lo fundamental, pues esa, ni más ni Corresponde distinguir entre dos niveles
menos, es la condición misma para posibilitar de «ciencia jurídica», cuyas relaciones son de
que el derecho tenga existencia (real) en una metalenguaje (nivel 2) a lenguaje-objeto (nivel 1).
sociedad (real). Para que de manera efectiva Primer nivel. Para este plano, ciencia
pueda cumplir con sus funciones esenciales, jurídica es el razonamiento mismo de los juris-
las de servir como medio común de ordenación tas prácticos y de lo que suele llamarse su dog-
—control, pacificación— social, tan necesario mática. Se trata de los razonamientos que de
es que el discurso de los juristas parezca racional hecho se aplican para solucionar los problemas
como que en verdad no lo sea mucho. A los ojos en el área de esa actividad profesional especí-
del hombre común, y también ante los de los fica que se subsume bajo el término Derecho.
propios juristas, semejante discurso ha de impre- (Hagamos abstracción, en este momento, de
sionar como si de esa manera consiguieran abrir- la cuestión de saber en qué medida son verda-
se paso, necesariamente, soluciones racionales deramente esos modelos mismos, el discurso
y sometidas a una discusión de tipo científico... público del jurista, lo que vaya a determinar
¡justamente porque, en realidad, ellas no lo son de hecho la manera como él resuelve los casos
mucho! en la práctica.) Este género de discursos pue-
El derecho no es, jamás será, predomi- den ser tomados como lenguaje-objeto para
nantemente un sistema racional de pensamien- someterlos a exámenes que conforman el nivel
tos, al menos mientras la genética no produzca siguiente.
inéditos milagros en los cerebros de la gente. No, Segundo nivel. En este plano, ciencia
no puede serlo, porque él consiste en decisiones jurídica es la reflexión sobre discursos del nivel
sobre distintas posibilidades de ordenación polí- 1: ciertos análisis conceptuales con respecto a
tico-social para las conductas humanas. Esas
decisiones las toman personas de carne y hueso, 15 «Los realistas fueron quienes nos hicieron ver que
los jueces, para ponerse los pantalones, meten
individuos que están ellos mismos involucrados primero una pierna y después la otra, como todo el
—directa o indirectamente, cuando menos ideo- mundo» (James Boyle, cit. en Pérez Lledó 1996:
lógicamente— en tales conductas. De hecho, una 240).
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estos o unos proyectos para modificarlos bási- unos conceptos indeterminados —«justicia»18,
camente de alguna manera. Se trata, pues, de «orden público», y muchos más19 — y en gene-
exámenes llevados a cabo más allá —metalen- ral las manipulaciones retóricas de su lengua-
guaje— de dichos discursos en sí mismos. Son je. El razonamiento jurídico está poblado, en
terrenos de la Filosofía jurídica y de la Teoría muchas normas, de fórmulas suficientemente
Básica) del Derecho. El presente estudio, por elásticas para permitir al operador-intérprete
ejemplo, se ubica en tal nivel. remitirse a ellas como piezas claves del discurso
Para que el pensamiento jurídico del con que este legitima unas u otras soluciones
nivel 1 llegue a ser una ciencia en sentido de derecho, en función de esos intereses y esas
estricto16 , por lo pronto existen serias dificulta- ideologías. En cambio, a nadie que esté en sus
des de orden propiamente técnico: los intentos, cabales se le ocurriría «flexionar» un principio
hasta ahora infructuosos, de elaborar unos matemático o la formulación de una ley de la
métodos propiamente dichos para tal actividad naturaleza científicamente comprobada.
y que estos sean verdaderamente aplicables Por todo lo apuntado, los discursos típicos
como tales en la práctica. Hasta ahora tales de la profesión jurídica no llegan a conformar,
dificultades no han podido ser superadas verda- en el mejor de los casos, sino una ciencia en
deramente, ni en poco ni en mucho, así como sentido amplio. Para que fueran ciencia en sen-
tampoco se ven perspectivas reales de reducir- tido estricto, sus locutores tendrían que quedar
las ni a corto ni a largo plazo. Por lo demás, el sometidos a métodos científicos propiamente
derecho no es simplemente una «técnica» ni dichos, intersubjetividad fuerte. El jurista no se
objeto de mero conocimiento intelectual, sino preocupa por lograr esto (tampoco suele tener
que su presencia constituye un factor que juega noticia al respecto), como tampoco las autorida-
importante papel activo en la dinámica de las des públicas en general. El propio objeto especí-
fuerzas sociales. El discurso jurídico es resul- fico del conocimiento jurídico, por referirse a las
tado de intereses y, a su vez, él mismo tiene más variadas especies de conflictos sociales, es
efectos sobre la manera en que unos u otros demasiado irregular, autocontradictorio y cam-
intereses se traducen en la práctica. Porque las biante, como para que las regulaciones jurídicas
soluciones jurídicas responden a cambiantes no lo sean ellas también, según las distintas
constelaciones de intereses, contradictorios, interpretaciones y las multifacéticas prácticas
y también porque todo derecho es tributario de sus protagonistas, tanto las de los juristas
de «ideologías», más o menos contradictorias mismos como las de la gente en general. En esto,
en sí y entre sí, es altamente improbable que las ciencias del derecho siguen, básicamente, el
las autoridades quieran llegar a encadenar sus destino de las ciencias sociales en general20.
decisiones a métodos tan firmes como los de las Si una ciencia del derecho es capaz de
ciencias propiamente dichas, a unas reglas cuyo librarse, en cierta medida, de factores ideológi-
carácter unívoco impidiera que oportunamente cos y del lenguaje retórico resultante de ellos,
puedan ser flexionadas para acomodarlas a los probablemente esto no puede darse, acaso, sino
intereses e ideologías dominantes. Intereses e en algunos estudios de metateoría (nivel 2) del
ideologías confluyen en todos los momentos de
la vida del derecho, desde el origen y contenido 18 Véase, por todos, el indispensable estudio de
de las normas jurídicas generales (p. ej., legis- Perelman 1964 (... nada que ver, por supuesto, con
lación) hasta la manera en que estas se aplican delirios a la Rawls sobre ese mismo término —cf.
por parte de las autoridades (Administración, Haba 1996e: 147 s.—).
jueces y demás)17. De ahí, que en el derecho 19 Sobre el papel general de los conceptos jurídicos
encuentren señalada resonancia, a diferencia indeterminados, véase Haba 1984b, 1986 (esp. cap.
del discurso de las ciencias en sentido estricto, III) ó 2003 (esp. cap. VII —también en 2004b: Sec.
G.III-IV—).
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derecho; difícilmente eso consiga contagiarse al poco probable, sean cuales fueren los esfuerzos
razonamiento de los juristas prácticos (nivel 1). teoréticos desarrollados en el nivel 2, y por más
Por lo demás, no menos cierto es que tal meta- intelectualmente exitosos que algunos de estos
teoría puede ser más iluminadora o menos ilu- puedan eventualmente ser, que en el propio
minadora, en función de los intereses de cono- nivel 1 llegue jamás a imponerse en general
cimiento perseguidos por los investigadores que una tecnificación propiamente dicha del discur-
la lleven a cabo y sus propias preconcepciones so jurídico como para que este último alcance
al respecto (metodologismos, sistemismos y el rigor intelectual que tienen las ciencias en
demás). La lógica deóntica, por ejemplo, sumi- sentido propio.
nistra una ilustración patente de cómo ciertas
metateorías del derecho, aunque puedan culti- ***
var determinada rigurosidad, esto no quita que,
en virtud de su carácter escapista y en general Probablemente cualquier juicio global
por su superfluidad21, no estén en condiciones sobre la ciencia de los juristas resulte de alguna
de ofrecer mayor interés para quienes deseen manera inadecuado, pecará de falsa generali-
saber cómo piensan realmente los juristas y zación, pues tanto la palabra «ciencia» como
cómo estos conducen sus discursos en la prácti- la palabra «derecho» son términos de «gramá-
ca, ni por qué lo hacen así. Estos problemas han tica» (Wittgenstein) muy compleja. Cada uno
sido abordados de manera mucho más directa y de estos comprende, por lo multiforme de los
fecunda en otras clases de investigaciones per- contextos en que aparecen empleados, conteni-
tenecientes al nivel 2, especialmente en estu- dos de significación muy variados y que hasta
dios de Sociología Jurídica y en los de Semiótica pueden ser inconsistentes.
analítico-crítica 22 sobre el discurso normal del Vimos que el discurso jurídico de primer
derecho, si bien los métodos utilizados en esos nivel no está en condiciones de llegar a ser una
estudios suelen ser mucho menos «estrictos» ciencia en sentido estricto; mas cabe pregun-
que las fórmulas para sopas de letras de que se tarse si ella no es, o pueda llegar a ser, al menos
enorgullece la lógica deóntica. una ciencia en sentido amplio. Ahora bien, aun
No puede negarse que unas orientacio- las ciencias en sentido amplio pueden, cada una,
nes dentro de la ciencia jurídica de nivel 2 han ser más o ser menos avanzadas como tales, esto
tratado de recurrir, en alguna medida, a pro- es, desarrollar unos discursos con mayor o con
cedimientos intelectuales menos inciertos que menor profundidad intelectual y con mayores o
los de la metodología jurídica corriente. En ese menores exigencias de método. A esos discursos
nivel se trata, en casi todas sus orientaciones, llamémosles, respectivamente: a los primeros
de elaborar un discurso menos retórico para (algo más exigentes), ciencia en sentido amplio
el derecho. No obstante, si bien esos exámenes propiamente dicho; a los segundos (menos exi-
suelen ser, en sí mismos, menos retóricos que
gentes), ciencias en sentido amplísimo. Acaso
los discursos del nivel 1, en verdad no han
podría esperarse que también el pensamiento
logrado, salvo para aspectos muy secundarios,
de los juristas consiga asimilar algunos aspec-
proporcionar «métodos» que no sean tan lábi-
tos fundamentales de los conocimientos y de la
les para los desempeños intelectuales del propio
metodología que ofrecen las ciencias sociales
jurista práctico y de la dogmática del derecho.
más adelantadas, por lo menos precaverse de
Las teorías «razonabilistas», en definitiva no
las «trampas» en que lo enredan las dinámicas
hacen más que santificar los principales vicios
mitologizantes de propio lenguaje. Entonces ese
del nivel 1. La causa de fondo de tal impotencia
reside, antes que nada y por encima de todo, pensamiento llegaría a ser, en la medida de lo
en el hecho, inevitable, de que el derecho es intelectualmente alcanzable de acuerdo con el
también fuerza social e ideología. Resulta muy conocimiento científico disponible, una mejor
—más realista, menos manipulable— ciencia
en sentido amplio.
21 Véase Haba 1996a (ó 2003: cap. VIII).
Sí, tal vez no sea imposible elaborar unos
22 Véase Haba 2000 (ó 2003: Anexo). diseños teoréticos algo menos lábiles para aplicar
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Ciencias Derecho
en sentido estricto
[no]
(propiamente dichas)
{
propiamente dicho discurso jurídico
del 2° nivel
en sentido amplio (eventualmente)
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Lo señalado explica por qué solo el producto intelectual en la realidad social efecti-
segundo de esos dos caminos, interdisciplina- va, o es magra la «cientificidad».
riedad propiamente dicha, sería capaz de resul- Los contenidos elaborados por las cien-
tar prometedor para mejorar el razonamiento cias sociales, inclusive los más verídicos y más
jurídico profesional. El otro, la pluridisciplina- agudos (sin olvidar el resto, no poco numero-
riedad, si bien es menos insólito (y también, por so26), no suelen pasar de unos niveles discur-
supuesto, mucho más cómodo), está llamado a sivo-semánticos para el consumo en círculos
fracasar, por su propia naturaleza, como inten- universitarios meramente, o en todo caso tam-
to de progreso para el conocimiento jurídico bién para engrosar documentos burocráticos
mismo. Porque la pluridisciplinariedad, al fin de inocuos: «ciencia», sí (en el mejor de los casos)
cuentas, deja todo como está. Ella no sirve para — practicidad social, no (salvo por excepción).
crear nada realmente nuevo en ninguna de las La concepción «misionera» de los científicos
disciplinas convocadas a esa cita. Por lo demás: sociales está ahí para esconder esta verdad. Mas
tal autoconcepción es un producto del wishful
... el problema no consiste en precisar ais- thinking, carece de comprobación empírico-
ladamente el lugar de esta o de aquella práctica con respecto a la inmensa mayoría de
idea [p. ej., una norma jurídica] individual, lo publicado en esas materias. Ello constituye
sino en determinar los entrecruzamientos sobre todo una ideología profesional. [Véase mis
de toda una galaxia de ideas [p. ej., no estudios al respecto27.]
solamente ciertos preceptos legales], per- Por su parte, los discursos de la ciencia
tenecientes al mismo campo o a campos jurídica, si bien son más bien poco científicos
contiguos25. [supra: § 2], suelen acarrear efectos prácticos
decisivos, sobre todo cuando son desempeñados
por los profesionales de esa disciplina como ope-
7. ... Pero, el derecho es socialmente
«útil» radores autorizados en el ejercicio de funciones
públicas. Sean cuales fueren sus deficiencias
por cuanto respecta al rigor científico, lo cierto
Las ciencias sociales en general, así tam- es que el ejercicio del pensamiento jurídico, por
bién en particular la del derecho, entienden parte de sus operadores profesionales, tiene toda
satisfacer dos condiciones fundamentales: dis- suerte de consecuencias en la vida de las gentes
tinguirse de otras formas de pensamiento por en general. Puede decirse que, en tal sentido,
tener aquellas justamente ese carácter de ser buena parte de los discursos de ciencia jurídica
propiamente científicas, al mismo tiempo que constituyen, por cierto, una actividad social-
se autoconsideran muy útiles como instrumen- mente «útil», por cuanto esos discursos resultan
tos prácticos capaces de incidir decisivamente indispensables para mover la práctica misma de
para la conformación misma de múltiples fenó- las «construcciones» sociales ideológicamente
menos de ordenación de las propias conductas dominantes (cf. Berger/Luckmann 1968). En
sociales en la realidad corriente. En síntesis, definitiva: poca «ciencia», pero mucha practici-
cientificidad + practicidad («utilidad») social. dad social (tanto para bien como para mal).
Lo cierto es que tal acople no suele darse Los discursos de los jueces, los abogados
así como lo proclama semejante ideal. Una de litigantes, los asesores jurídicos de instituciones
dos: o brilla por su ausencia la «utilidad» del
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públicas y privadas, se traducen directamente, pp. 21-31, San José. Versión revisada:
muy a menudo, en señaladas consecuencias Enciclopedia Jurídica Omeba, Apéndice V,
para la vida real de los protagonistas mismos de pp. 434-442, Driskill, Buenos Aires, 1986.
unas u otras esferas de lo social. Ello marca la
diferencia clave, en el plano práctico, entre las (1984b): «Conceptos indeterminados, derechos
disciplinas jurídicas y las ciencias sociales en humanos y Seguridad Nacional», Revista
general. Estas últimas suelen tener poca o nin- de Filosofía de la Universidad de Costa
guna repercusión práctica, salvo para la vida de Rica, vol. XXII/Nº 55‑56 (diciembre 1984),
los propios científicos sociales (sueldos, estatus, pp. 3-30. Publicado también, con el título:
etc.) y en actividades docentes (la necesidad que «Interpretaciones de los derechos humanos.
los alumnos tienen de consumir esa literatura El problema de los conceptos indeterminados
para aprobar cursos), junto con el mercado edi- y la Doctrina de la Seguridad Nacional, en
torial movilizado en función de todo eso. el Constitucionalismo latinoamericano»,
Buena parte de cuanto constituye las Anuario de Derechos Humanos 3, pp. 89-
ciencias sociales tiene, desde luego, una validez 135, Madrid, 1985.
intelectual. Mas lo cierto es que ellas, análoga-
mente a las artes en general, de hecho se justi-
(1986): Tratado básico de derechos humanos,
fican simplemente por sí mismas, vale decir, por
vols. I (Conceptos Fundamentales) y II
los «gustos» de conocimiento que esos saberes
(Indicadores Constitucionales). Juricentro,
—unos reales, otros presuntos— satisfacen en
San José (Costa Rica), xlvi-970 p.
los auditorios (voluntarios u obligados) donde
circulan dichos discursos. De ahí que, por más
pertinentes y más acertados que puedan ser (1990): «Racionalidad y método para el
(cuando lo son) ciertos conocimientos propor- derecho: ¿es eso posible?», Doxa, N os
cionados por las ciencias sociales sobre cuestio- 7 y 8 (1990), respectivamente pp. 169-
nes que son —mejor dicho, debieran ser— rele- 247 y 241-270, Universidad de Alicante.
vantes también para el pensamiento jurídico, Una versión corregida y algo ampliada
la eficacia práctica de este último se asienta apareció en Revista de Ciencias Jurídicas
justamente en saber ignorarlos (ideologías). (Univ. de C.R.), N os 66 (mayo-agosto
Al fin de cuentas, la relación entre cien- 1990) y 67 (setiembre-diciembre 1990),
cias sociales y ciencia jurídica confirma, una vez respectivamente pp. 67-134 y 169-244; de
más, la vieja advertencia de Hobbes: esta versión hubo también un pequeño
tiraje independiente en forma de libro.
... que tantas veces como esté la razón en
contra de un hombre, otras tantas estará (1993): «Kirchmann sabía menos... ¡pero
el hombre contra la razón28 . vio mejor! Vigencia de un antiguo
diagnóstico, más algunas observaciones
(que no son simpáticas) sobre la actual
Bibliografía Teoría del Derecho», Doxa-14, 1993, pp.
a) Estudios complementarios del autor
269-317 (con unas cuantas erratas).
(señalados en notas del presente estudio) Versión revisada en: Palomino Manchego
1999, pp. 47-123. Versión en francés, algo
abreviada: «Pas assez “épistémologique”
(1984a): «Interpretación judicial, política
— mais pourtant bien vu ! Du manque de
y derechos humanos», Revista de la
réalisme dans l’actuelle Théorie du Droit
Procuraduría General de la República,
— et de ce qu’elle pourrait apprendre d’un
Año XIII, N° 15-16 (agosto de 1984),
juriste d’antan», Archives de Philosophie
du Droit, t. 42 (1997), pp. 101-116. — Los
desarrollos de ese estudio han pasado a
28 Hobbes 1979: Epístola Dedicatoria in limine. formar parte del cap. III de XXXXb.
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¿Puede
Interpretación
el jurista
hermenéutica
discurrir como
crítica
un científico
de un caso
social?
de normatividad educativa 53
596. — Se incluye como Anexo, con leves próximamente por la editorial Comares,
correcciones, en 2003. Granada.
(2003): El espejismo de la interpretación literal. ( xxxx b): Ciencia jurídica: ¿qué «ciencia»?
Encrucijadas del lenguaje jurídico, ts. I La enigmática —¿o inexistente?—
y II, Corte Suprema de Justicia-Escuela relación entre razonamiento jurídico
Judicial/Editorial Vlamarán, 2003, San y pensamiento científico. Se publicará
José, xii-207 y xv-335 p. próximamente en la editorial Jurídica
Continental, San José (C.R.).
(2004a): Enrique Pedro Haba (Dir.), Elementos
básicos de Axiología general (Axiología b) Trabajos de otros autores
I). Epistemología del discurso valorativo
práctico (Materiales para discernir Atienza, Manuel. Introducción al Derecho
condiciones de racionalidad en esos Barcanova, Barcelona, 1985, xii-377 p.
discursos), Editorial de la Universidad de
Costa Rica, Ciudad Universitaria Rodrigo Andreski, Stanislaw. Las ciencias sociales como
Facio (San José, C.R.), 2004, xxv-402 p. — forma de brujería (trad. Juan Carlos
Se publicará próximamente, en la misma Curuchet). Taurus, Madrid, 1973, 289 p.
editorial, una versión corregida y ampliada
de esta obra.
Ayer, Alfred Julius (Ed.). El positivismo lógico.
Fondo de Cultura Económica, Madrid,
(2004b): Id., Axiología jurídica fundamental (1a reed. en Esp.) 1978. 412 p.
(Axiología II). Bases de valoración en el
discurso jurídico (Materiales para discernir
A r nold , T hur m a n W. The S imbol s o f
en forma analítico-realista las claves
Government. A Harbinger Book, New
retóricas de esos discursos), Editorial
York, [ed. or. 1935], 1962, xv-278 p.
de la Universidad de Costa Rica, Ciudad
Universitaria Rodrigo Facio (San José,
C.R.), 2004, xxi-367 p. — Se publicará Berger, Peter / Luckmann, Thomas. La construcción
próximamente, en la misma editorial, una social de la realidad (trad. Silvia Zuleta, rev.
versión revisada de esta obra. técn. Marcos Giménez Zapiola). Amorrortu,
Buenos Aires, 1968, 235 p.
(2006): Metodología jurídica irreverente.
Elementos de profilaxis para encarar Calsamigia, Albert. Introducción a la ciencia
los discursos jurídicos terrenales. jurídica. Ariel, Barcelona, 1986, 155 p.
Universidad Carlos III de Madrid /
I n s t it ut o d e D ere c h o s Hu m a n o s Frank, Jerome. «Are Judges Human?». 80
« B a r tolomé D e L a s C a s a s» (c ol. University of Pennsylvania Law Review
Derechos Humanos y Filosofía del (1931), pp. 17 ss. y 233 ss.
D ere c h o), D yk i n s o n , M a d r id , e n
prensa — Ese libro es una versión . Law and the Modern Mind,
abreviada de los materiales preparados Peter Smith, Gloucester (Mass.). 1970
para el proyecto de la obra integral: [reed. de la ed. 1963 publ. por Anchor
Metodología (realista) del Derecho. Books; ed. or. 1930, ed. ampl. 1949],
xxv-404 p.
(xxxx a): Entre tecnócratas y «wishful thinkers».
La concepción Misionera en las ciencias Hobbes, Thomas. Elementos de Derecho Natural
sociales. Este libro será publicado y Político (trad. Dalmacio Negro Pavón).
Rev. Ciencias Sociales Universidad de Costa Rica, 113-114: 15-35/2006 (III-IV). (ISSN: 0482-5276)
54 GuillermoEnrique
MirandaPedro
Camacho
Haba
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