Periodo Tribulacion
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El período de la tribulación
1. Introducción
2. Las setenta semanas de Daniel
3. La cronología de Apocalipsis
4. Notas
Introducción
Al llegar a Apocalipsis 6, nos damos cuenta de inmediato de que llegamos al meollo mismo del
libro. Mientras Juan contempla al Señor Jesucristo, representado por un Cordero, rompiendo el primer sello
encontramos el primero de una larga serie de hechos que comienzan en el cielo y se consuman en la tierra.
Cada vez que se rompe un sello en el cielo, en la tierra comienza una tragedia.
Al romper el primer sello y al aparecer el primer jinete del Apocalipsis, comienza el temido período
de tiempo conocido como la «Gran Tribulación». Este lapso de siete años de historia futura, descrito de
forma gráfica en los capítulos del 6 al 19 será el tiempo más obscuro que jamás se conoció.
La «Tribulación» es uno de los períodos más importantes del trato de Dios con la humanidad y
ocupa un lugar muy importante en su plan profético. Se le dedica más espacio a este pequeño período de
siete años que a cualquier otro lapso similar en la Biblia. Se le menciona más de cincuenta veces en el
Antiguo Testamento con expresiones tales como: «gran calamidad», «el día de la ira», «el día de la ira del
Señor», «el tiempo de angustia para Jacob», «el día de la venganza de nuestro Dios», «tiempo de prueba»
y «el día del Señor». En todos los casos se refiere a la nación de Israel.
En el Nuevo Testamento existen más de una docena de referencia a este período, la que más se
conoce, y la que le da el nombre oficial, es la declaración de nuestro Señor cuando habla de la
«Tribulación» en su discurso en el Monte de los Olivos (Mt. 24:21-29). Refiriéndose a la segunda mitad de
ese período de siete años, tiempo de angustia como el mundo nunca conoció «ni la habrá jamás», la NVI
(Nueva Versión Internacional) lo traduce correctamente como un tiempo de «gran tribulación, como no lo ha
habido» en toda la historia.
Obsérvese que nuestros amigos partidarios del rapto en medio de la tribulación tienden a correr
todo el sufrimiento terrible de la persecución de los santos y de la tribulación del mundo hacia la última
mitaddel período, una vez que se hayan ido. En el caso de los que apoyan la postribulación, tienden a
suavizar la realidad de las profecías que se refieren a este período y hacerlas parecer menos terribles de lo
que en realidad es. Es difícil que el asesinato de la mitad de la población del mundo y el martirio de mil
millones de cristianos suceda en otro momento que no sea en el de una enorme tribulación o angustia como
el mundo jamás conoció. Escapar de este período mediante el rapto previo a la tribulación es una de las
razones por las cuales a este suceso se le llama «la bendita esperanza».
Para comprender el período de la tribulación tal como se le describe en el libro de Apocalipsis, se
debe entender que es un día muy especial en el plan de Dios para su nación, Israel. Para verlo con claridad,
debemos volvernos al libro de Daniel y examinar las setenta semanas de Daniel.
«Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de
Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y
aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos
para siempre» (Jer. 25:11-12).
Daniel nos dice en el 9:2, luego de que los persas conquistaran a los babilonios: «En el año
primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló
Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años».
A estas alturas, Daniel comienza a orar y confiesa sus pecados y los pecados de la nación de Israel. En
seguida, el Señor envía al ángel Gabriel con un mensaje especial para Daniel, que, de acuerdo a los
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versículos 22-23 es «para que entiendas todo con claridad» y «para que entiendas la visión». Aquí
tenemos la visión exacta que tuvo:
«Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar
la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la
visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la
orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y
dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha
de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la
semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el
desolador» (Dn. 9:24-27).
En español tenemos una expresión similar. Por ejemplo, si digo una docena, puedo
referirme a una docena de semanas o de años; o puedo decir una gruesa, lo cual me limita a una
cantidad de doce docenas, pero no me dice de qué son. Lo mismo sucede con esta palabra hebrea.
No es tan complicado como parece, ya que si estudiamos el contexto resulta claro que tanto
en Daniel como en Apocalipsis 12 estas setenta septenas son semanas de años. Así descubrimos
que las setenta semanas de Daniel, literalmente son setenta unidades de siete años, o
cuatrocientos noventa años.
Es imposible verificar con exactitud las fechas ya que los medos y los persas eran
historiadores que se destacaban como pobres. La mejor evidencia que tenemos son las
profecías cumplidas. Como todas las profecías acerca de Cristo se cumplieron sin desviación,
bien podemos suponer que el cumplimiento de esta es correcto.
3. Una septena:
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(O una semana), es igual a siete años. Daniel 9:27 predice que «el futuro
gobernante», o el anticristo, que sin duda será un romano ya que pertenecerá al pueblo que va a
destruir Jerusalén» hará un pacto con Israel por una semana. Ese pacto, que abarcará siete
años, no se ha hecho desde la crucifixión de Cristo pero se hará en los días del anticristo.
Aunque lo quebrantará a la mitad de los siete años, aun así formará parte del período de tiempo
que ángel Gabriel predijo que sería decretado «para… tu pueblo y tu santa ciudad» (Dn. 9:24).
Los dos primeros períodos de estas setenta unidades de años suman cuatrocientos ochenta
y tres años. Observe el cuadro de «las setenta semanas de Daniel» y fíjese que desde el momento
en que se pone en vigencia el decreto de Ciro hasta la crucifixión de Jesucristo, el Mesías, pasan
cuatrocientos ochenta y tres años. Así es que solo falta por cumplirse una «semana» o «septena»
de la historia proféticamente determinada de Israel. El período final será un tiempo tal en la historia
que al pueblo de Dios se le llama «el desolado».
La última parte de Daniel 9:26 que existirá un tiempo de interrupción pronosticado en este
calendario profético: «El fin vendrá como una inundación, y la destrucción no cesará hasta que
termine a guerra». Esto corresponde con la referencia de Isaías al «año del favor del Señor» (Is.
61:2), que es la dispensación cristiana, el año de la gracia de Dios hacia los gentiles. Sin embargo,
este culmina en Isaías 61:2 con «el día de la venganza de nuestro Dios», momento en el que Dios
reanuda el calendario profético para Israel, llamado la septuagésima semana de Daniel o el período
de tribulación.
La cronología de Apocalipsis
Volviendo a Apocalipsis 6, donde se introduce el período de tribulación, debemos
examinarlo con cuidado buscando la cronología o la secuencia de los hechos. Suponer que el libro de
Apocalipsis se desarrolla paso a paso es prepararse para una irremediable confusión. Debido a la
variedad de temas que se tratan, forzosamente deben existir superposiciones, pero como los seis
primeros capítulos se desarrollan dentro de una secuencia natural, algunos lectores suponen que lo
mismo sucede con el resto del libro.
Nos lo explicará una ilustración que utilizaba el finado maestro de la Biblia, el Dr. David L.
Cooper. Sugería que en una demostración de fuegos artificiales, los objetos brillantes se dispersan
por el cielo en una secuencia adecuada y, de repente, uno explota y se divide en siete. Cuando ya
casi desaparecieron, uno de ellos explota dando lugar a varios más. Juan vio que los siete sellos se
abrían de uno en uno; después, el séptimo daba lugar a las siete trompetas. Cada uno de estos
juicios, ya se trate de romper un sello, tocar una trompeta o derramar una copa, es un anuncio
simbólico en los cielos de un suceso que, en realidad, tiene lugar en la tierra. Al examinar el cuadro
siguiente, el lector podrá ver cómo estos juicios se desarrollan en forma consecutiva.
B. El propósito de la tribulación:
Una vez señalada la realidad del período de siete años de tribulación que vendrá sobre la
tierra, debiéramos examinar el propósito de Dios al enviarlo. No quedamos a merced de las
conjeturas, ya que Daniel recibió la revelación al mismo tiempo que la predicción de las «setenta
[septenas]» (que tanto de acuerdo al contexto como a la palabra hebrea significa «semanas de
años», o cuatrocientos noventa años; en especial fíjese en Daniel 9:24). Dios nunca hace nada sin
tener un propósito, y en este versículo encontramos que tenía seis cosas en mente.
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Una vez que Cristo arrebate a su iglesia, el anticristo podrá firmar el pacto con Israel al día
siguiente, a la próxima semana, o quién sabe cuándo. En la actualidad, existen suficientes señales
que indican que este hecho será pronto: por ejemplo; el regreso de Israel a la tierra de Palestina
para convertirse en una nación con la cual el anticristo podrá negociar; la única iglesia mundial que
dominará la primera mitad del período de la tribulación; y la locura por tener un gobierno mundial,
que ya existe y que sigue cobrando velocidad hasta que culminen en la firma del pacto entre el
anticristo e Israel. A partir de ese suceso, el reloj profético de Dios comenzará funcionar y a la
humanidad le quedará solo siete años.
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Por tanto, en el análisis final, usted es quien decide si pasará por la tribulación o no. La
aceptación o el rechazo de Cristo determinarán su condición en ese tiempo de gran miseria y dolor.
Si acepta a Jesucristo, será arrebatado antes de que todo esto comience. Si lo rechaza, de acuerdo
a todo lo que la Biblia enseña, será uno de esos desdichados que vivirá en el tiempo de mayor
miseria conocido en la historia de la humanidad.
Notas
los idiomas del libro de Daniel:
El libro de Daniel fue escrito en dos idiomas:
1. Los capítulos 1:1 al 2:4 y del 8:1 al 12:13, fueron escritos en hebreo.
2. Los capítulos 2:4 hasta el 7:28, está escrito en arameo.
La porción escrita en arameo está relacionada con los [gentiles], de modo que,
providentemente, la porción que tiene que ver con los gentiles está escrita en la lengua
de los gentiles [arameo].
La porción escrita en hebreo está relacionada con [Israel], pues es el plan profético de
Dios para la nación de Israel.
Revisando el tiempo:
(539 a. C.) Ciro, 2 Crónicas 26:22-23 y Esdras 1:1-4; 6:3-5.
La reedificación del templo, no la ciudad.
Autor:
Julio C.Torres
julio_ctm72@hotmail.com
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