Monografia Karry Agrario
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CONTENIDO
INTRODUCCION.................................................................................................................................2
I. LA LEY DE LA REFORMA AGRARIA N° 17716.......................................................................5
II. LOGROS DE LA REFORMA AGRARIA......................................................................................10
A. TRANSFERENCIA DE TIERRAS............................................................................................10
B. INCREMENTO DE INGRESO DEL CAMPESINO..................................................................15
C. CAPACITACIÓN DEL SECTOR..............................................................................................18
D. ORGANIZACIÓN CAMPESINA..............................................................................................20
E. DACIÓN DE LA LEY DE AGUAS...........................................................................................21
III. PROBLEMAS DE LA REFORMA AGRARIA...........................................................................22
IV. REFORMAS AGRARIAS EN EL MUNDO...........................................................................30
CONCLUSIONES...................................................................................................................................33
INTRODUCCION
Sin lugar a dudas, una de las medidas más populares tomadas por el Gobierno
Revolucionario de la Fuerza Armada en el Perú, ha sido la dación de la Ley de Reforma
Agraria. Sólo la toma de la International Petroleum Company, realizada en 1968, podría
competir en popularidad y en el apoyo obtenido en el país, con la dación de la ley que
cambiaba radicalmente la estructura agraria peruana.
En el Perú, por más de dos décadas se había incrementado paulatinamente, no sólo
la discusión sobre reforma agraria, sino también se había promulgado y discutido una serie de
decretos, leyes y proyectos que en una u otra forma apuntaban a una reforma del agro. Sin
embargo, poco se había materializado en términos de reparto efectivo de tierras.
Durante el gobierno de Odría, en la década del 40, se promulgó un primer decreto,
declarando que el Estado tenía la capacidad de expropiar las tierras que no estuvieran
trabajadas. Sin embargo, nada se hizo para que la situación cambiase realmente, aun a este
nivel incipiente de reforma.
Fue durante la campaña presidencial para el período 1956-1962 en el que el tema de
Reforma Agraria fue uno de los más mencionados y donde los candidatos necesariamente
tenían que tomar una posición al respecto.
La Reforma Agraria Boliviana jugó un rol importante en este sentido, al ser un
proceso que se llevaba a cabo muy cerca de nuestras fronteras, en una situación rural muy
semejante a la de ciertas regiones de nuestro Ande.
Habiendo sido elegido Manuel Prado a la Presidencia de la República, éste se vio
obligado a tomar algunas medidas en relación con las promesas planteadas sobre Reforma
Agraria. La Comisión de Reforma Agraria y Vivienda fue creada para tal fin. Como era de
esperar, al estar presentes en dicha Comisión conocidos latifundistas, representantes de la
Compañía Grace y la Sociedad Nacional Agraria, los planteamientos no tocaban aspectos
importantes como el futuro de las grandes haciendas azucareras del norte del país, empresas
con una extensión considerable de hectáreas, altamente tecnificadas y con alta concentración
de poder económico y político. Sumándose a todo ello, el Congreso Nacional sólo dio fondos
muy limitados para iniciar los primeros estudios sobre cambios en el área rural.
Todos estos intentos, orientados más para acallar la presión existente que para resolver
el problema, no lograron otro objetivo real que el de, justamente, aumentar la presión. La
Revolución Cubana y su política de afectar a las empresas azucareras; el incremento en
importaciones de alimentos; la subsecuente presión sobre el campesinado para llevarlo a
tierras marginales y hasta el Acuerdo de Punta del Este sobre la necesidad de realizar
reformas agrarias en América Latina, hicieron que la campaña de los candidatos que pensaban
reemplazar a Prado en la Presidencia tuviera nuevamente que enfatizar la Reforma Agraria
como uno de los puntos fundamentales de su programa de acción. Fernando Belaúnde
Terry, candidato y posteriormente presidente, fue uno de los que más claramente estuvo en la
línea de propugnar una Reforma Agraria en el país.
Belaúnde, como signatario de la Carta de Punta del Este, se comprometió a:
"Impulsar dentro de la particularidad de cada país, programas de Reforma Agraria Integral,
orientados a la efectiva transformación de las estructuras e injustos sistemas de tenencia
y explotación de la tierra donde así se requiera, con miras a sustituir el régimen de latifundio y
minifundio por un sistema justo de propiedad, de tal manera que, mediante el complemento de
crédito oportuno y distribución de los productos, la tierra constituya, para el hombre que
la trabaja, base de su estabilidad económica, fundamento de su progresivo bienestar y
garantía de su libertad y dignidad".
Habiendo subido al poder en julio de 1963, y ante una fuerte presión campesina,
motor importante para las decisiones que se iban tomando, se promulgó la Ley de Reforma
Agraria en mayo de 1964. Es importante señalar aquí que, entre 1955 y 1965 se había
desarrollado un fuerte movimiento campesino, el cual quebró las relaciones de producción
serviles existentes, principalmente en la región de la Sierra, invadiendo las haciendas y
parcelándolas inmediatamente. Este movimiento se hizo más intenso en la Sierra Central
del Perú, aunque tuvo repercusiones en varias otras regiones.
Los dos puntos de mayor controversia en la nueva ley fueron: en primer término, el
tratamiento que se les daría a las haciendas azucareras de la Costa, y, en segundo lugar, los
métodos de compensación a plantearse para aquellas personas o empresas que fueran
afectadas.
Dada la aparente intención (principalmente de las Cámaras, así como por parte del
mismo Poder Ejecutivo) por no implementar una ley que realmente modificara profunda y
rápidamente la estructura agraria, el resultado de la gestión de Belaúnde no causó sino una
situación de insatisfacción y frustración aún mayor entre los que creían que una posibilidad,
dentro de los cauces democráticos planteados, sería posible. La convicción de que una
Reforma Agraria era necesaria en el Perú ya era compartida por la mayoría de los grupos de
influencia y de opinión en el país.
Las continuas frustraciones que acabamos de señalar no hicieron sino incrementar
las posibilidades de unanimidad ante el planteamiento de una Reforma Agraria que fuera
posible efectivizar y que realmente propusiera un cambio importante en el sector agrícola. Era
ya bastante clara la idea de que para llevar adelante una efectiva Reforma Agraria no era
una decisión exclusivamente técnica ni aun económica, la que había que plantearse.
Fundamentalmente, debía ser una decisión política. Esa decisión política no pudo ser tomada
durante el gobierno de Belaúnde, por la propia conformación de los grupos de poder que
directamente tenían que ver con el problema del agro hasta 1968. Dichas posibilidades se
abrían
con la Ley 17716 planteada por el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada en junio de
1969, a los ocho meses de haber tomado el poder derrocando a Belaúnde.
La Ley del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada era pues, la última de una
serie de leyes, decretos y proyectos que infructuosamente habían tratado de resolver el
problema de la tenencia de tierras en el Perú y calmar una presión de parte del campesinado,
que había tenido su etapa más crítica durante el gobierno del presidente Belaúnde. Las
polémicas anteriores, así como los errores cometidos, sirvieron para que se viese más
claramente la necesidad de un enfoque realmente nuevo y que de manera profunda planteara
sistemas justos de propiedad y uso de la tierra que contribuyeran al desarrollo integral del
país, formando parte de una política nacional de desarrollo, coherente con el avance de otros
sectores de la economía nacional.
Planteada en estos términos, la Reforma Agraria Peruana, desde su fase inicial, contaba pues
con toda una visión integral del problema y con todo un planteamiento no presente en las
país. En este caso, sin embargo, hubo además un interés también evidente de poder controlar
políticamente el proceso de transferencia en los complejos azucareros, donde tradicionalmente
el Partido Aprista Peruano tenía su bastión más sólido.
Por último, si bien se señalaba claramente que las formas asociativas, ya sea
Cooperativas Agrarias de Producción (CAP) o las Sociedades Agrícolas de Interés Social
(SAIS), eran prioritarias en este proceso de cambio, sin embargo, se decía expresamente en la
Ley y así lo afirmaron los dirigentes de la Revolución, que tanto la mediana propiedad, como
la pequeña propiedad serían no solamente respetadas, sino también apoyadas.
En concordancia con esta política, los predios afectados se otorgan de acuerdo a prioridades
fijadas, donde las nuevas empresas autogestionarias planteadas tienen preferencia. En este
sentido, en orden descendente de prioridad, las afectaciones son dadas a las Cooperativas
Agrarias de Producción, a las Comunidades Campesinas, a las Sociedades Agrícolas de
Interés Social, a los Grupos Pre-Cooperativos y, por último, a las personas naturales.
Este tipo de organización dio origen a las denominadas Sociedades Agrícolas de Interés
Social (SAIS).
g) Por último, como se señaló anteriormente, la ley claramente señala que se tiene la
intención de consolidar la pequeña y mediana propiedad. La consolidación de la pequeña
propiedad centra su principal problema en la existencia de una dispersión de minifundios, cuya
agrupación es un trabajo extremadamente complicado. La solución del minifundio está
planteada principalmente en términos de consolidación parcelaria, cuyo objetivo es el de
reunir a los pequeños minifundios en unidades de producción mucho más rentables
económicamente y mucho más factible de manejar desde el punto de vista tecnológico Esta
intención de mantener la pequeña y mediana propiedad está, por supuesto, supeditada a una
explotación directa por parte de los propietarios.
A. TRANSFERENCIA DE TIERRAS
Seis años después de promulgada la Reforma Agraria en el Perú, se puede decir sin
temor a equivocarse que la estructura de tenencia de tierras en el país se ha
modificado en forma definitiva. Los antiguos grupos de poder han dejado paso a
los nuevos grupos de campesinos organizados, los que en estos momentos tienen
bajo su responsabilidad no solamente la ejecución de los planes en el sector
agropecuario, sino que, a nivel de empresa, deciden sobre la política a seguir. La
estructura de poder actual en el agro es diferente a la que teníamos en 1969. El
campesinado tiene en estos momentos en sus manos, como principal protagonista,
el futuro del agro peruano.
familias. Así, el total de Has., adjudicadas en relación a las expropiadas es, pues, de
un 79%, quedando por otorgar a los usuarios para su manejo, un total de 1'413,286,
trámite que debe ser completado durante el presente año o a más tardar en 1976,
donde según declaraciones de responsables del proceso, el reparto de tierras, como
tal, debe estar terminado.
Se puede esperar con optimismo que el reparto de las 10'155.000 Has. Sea
completado para diciembre de 1976, cumpliéndose así con los objetivos de la Reforma Agraria
Peruana, tal como fue planteada en 1969. Para llegar a esta meta será necesario acelerar en
algo los trámites de afectación y adjudicación de los predios. Si bien se están acelerando los
trámites de alguna de las etapas, como la que corresponde a la notificación de planos, donde
se ha llegado a aumentar en un 300% el ritmo, hay demora a otros niveles. Hay un drenaje a
nivel de Zonas Agrarias para elevar los expedientes de afectación hacia la Dirección General
de Reforma Agraria. En el último mes de marzo, han sido elevados sólo 121
expedientes de afectación, lo que significa solamente un 20% del total de lo que se
comprometieron los Directores de Zona a elevar para dicho mes.
Evidentemente, sin embargo, el problema rural en el Perú está muy lejos todavía
de haber sido solucionado desde el punto de distribución de tierras. De acuerdo a
los primeros planes, del total de 1.200.000 familias campesinas del Perú, se espera
dar tierras a 340.000 familias, adjudicándoseles el total de 10.000.000 Has., que
serán entregadas para diciembre de 1976. Se calcula, asimismo, que existe un total
de 170.000 familias que están consideradas entre los fundos denominados de
tamaño familiar, unidades de producción que podrían dar trabajo a unas 200.000
familias campesinas adicionales, las que además de tener un salario estable
precaria. Se calcula que unas 240.000 familias de las 490.000 son minifundistas, que podrían
entrar en un programa de concentración parcelaria.
(Ver cuadro No 3). Este programa, es sin lugar a dudas, mucho más complicado de llevar a
la práctica, que la tarea relativamente más simple de un reparto de tierras. Este puede ser uno
de los motivos por los cuales los programas de concentración parcelaria no han sido aún
iniciados en forma masiva.
Por otro lado, se prevé que la población existente para estos proyectos de
concentración parcelaria será muy elevada para la cantidad de tierras disponibles,
aun pensando en el uso de mano de obra extensiva. A esto se agrega el problema
de la población restante, es decir, 250.000 familias sin tierra que tendrían que ser
atendidas. Se necesitaría plantear un plan de trabajo en el sector urbano, ya sea en
la industria, sectores de servicio, construcción, etc., además de ampliar las
oportunidades en el sector rural.
Sin embargo, una expansión sustancial en el futuro inmediato del sector industrial
en el Perú, es bastante problemático. Reflejando, en parte, una tendencia mundial,
en donde se han manifestado fuertes desequilibrios de los sistemas económico,
comercial y financiero, el Perú está sufriendo este impacto al que se suma la
situación de incertidumbre de algunos industriales y comerciantes, que es lógica,
en un proceso de cambio relativamente acelerado y drástico como es el caso
peruano.
observado en la Reforma Agraria. Entre 1967 y 1975 se han otorgado un total de 424.098
Has., que han ido a beneficiar a un total de 18.278 familias de la zona de la selva,
principalmente los departamentos de Loreto, Huánuco y San Martín, entre otros. No se han
hecho importantes adjudicaciones en la Selva por el proceso de Reforma Agraria entre 1967 y
marzo de 1975.
Es muy claro para aquellos que trazan la política de Reforma Agraria en el Perú,
que las tierras disponibles en el país de ninguna manera van a poder albergar a
toda la masa campesina que en estos momentos desea tierra. Algunas acciones de
invasión de tierras por parte del campesinado comienzan ya a notarse. Esta acción
es debida en parte por el trabajo político de grupos de izquierda, pero también
motivada por la ansiedad de cierto sector del campesinado de quedarse sin su
parcela de terreno. Es necesario que nuevas políticas sean planteadas para
trasladar mano de obra del agro hacia otros sectores de la economía
Por último, consideramos que es importante señalar que, del total de hectáreas
adjudicadas, 5.251.022, un total de 375.574 fueron otorgadas al amparo de la Ley 15037
(1963-1968) durante el gobierno de Belaúnde y 4.875.445 se han otorgado con la Ley 17716
(1969-1975) con el actual gobierno, beneficiando un total de 13.553 y 205.735 familias,
respectivamente
La eficiencia, en reparto de tierras, bajo la última Ley de Reforma Agraria, va más allá de
cualquier intento de argumentación. (Ver cuadro No 4).
Al ser empresas autogestionarias las que se han planteado para el sector rural, los campesinos
tienen la posibilidad de proponer un aumento de los salarios que se les pagaban al momento de
la afectación, previa consulta con la Dirección de Producción Agraria del Ministerio de
Agricultura.
El aumento de salarios, sin embargo, no es sino una de las formas de obtener mayor
ingreso. La otra posibilidad está dada por la participación en las utilidades que otorga la
empresa, en caso de obtener excedentes.
Aunque es muy difícil poder evaluar el aumento de nivel de vida del campesinado
bajo la Reforma, dado lo diferente de la situación de cada empresa adjudicada, así
como los niveles de producción y de productividad existentes en las mismas, lo
cierto es que se puede decir, sin mayor temor a equivocarse, que ha habido un alza
en los niveles de vida del campesinado peruano como resultado de la aplicación de
la Reforma Agraria, principalmente de aquellos involucrados en las Caps. y SAIS.
Así, en las cooperativas azucareras, con una fuerza laboral total de 32.480
trabajadores, de los cuales 24.184 son permanentes y 8.296 son eventuales, el
incremento de ingresos ha sido sustancial. El personal obrero (un 77% de los
trabajadores y propietarios) en 1968 obtenía un 47% de los ingresos con utilidades
netas; para 1972 el sector obrero (un 70% de los trabajadores de las cooperativas
agrarias de producción) obtenía el 73% de los ingresos con utilidades en las
mismas empresas. Al otro extremo de la figura, en 1968, los antiguos propietarios
(el 0,03% del personal de las empresas) recibieron 36% de los ingresos, mientras
que en 1972 dicho grupo ha desaparecido. Por otro lado, es importante anotar que
el porcentaje de trabajadores eventuales se ha incrementado de 11 a 15%, no así su
ingreso, que ha permanecido prácticamente estacionario. (Ver cuadro No 5).
Se puede concluir que las cooperativas han hecho una distribución más equitativa
de los ingresos elevando sustancialmente los ingresos de los obreros estables, no
así los de los eventuales. En promedio, el ingreso de los obreros ha ido de 39.000
soles en 1968 a los 92.000 en 1972, un incremento de 134%. Los empleados
subieron, para el mismo período, de 84.000 soles a 135.000 soles, un incremento de 60%, y,
por último, los eventuales, que subieron de 14.000 a 23.000 soles, un incremento aproximado
de 57%.
El nuevo enfoque para los cambios en el sector rural, en donde se trata de formar
un campesinado activo y participante de la política nacional, trajo involucrada la
necesidad de una capacitación tanto del sector campesino mismo, como de
funcionarios y técnicos que trabajan en el sector. La necesidad, pues de organismos
que se dedicaran a la capacitación para la Reforma Agraria fue imperiosa.
existentes en todo proceso. Podemos, pues, señalar que las metas de esta nueva
organización eran tres:
1. Capacitar a todos los involucrados en el proceso de Reforma Agraria sobre los alcances,
significado e importancia de la misma.
Desde su creación en 1970 hasta 1974, CENCIRA organizó un total de 1.730 eventos
donde participaron un total de 159.000 personas entre funcionarios, técnicos,
dirigentes y promotores campesinos y campesinos participantes en el proceso.
Dadas las grandes tareas que tiene que cumplir CENCIRA y no contando con un personal
suficiente ni con todo el presupuesto necesario, es urgente la necesidad de un apoyo decidido
por parte de otros organismos de capacitación que estén ligados al sector, como es el caso
de las universidades.
Como hemos señalado anteriormente, del éxito en la gestión de las Caps. y SAIS,
empresas complejas en su manejo, depende el éxito global de la Reforma Agraria
peruana.
D. ORGANIZACIÓN CAMPESINA
Las organizaciones existentes en el agro han sufrido, con los cambios planteados,
transformaciones fundamentales. La Federación de Trabajadores Azucareros y la
FENCAP (Federación de Campesinos del Perú), ante la agresividad del proceso de
reforma perdió fuerza para su trabajo en el campesinado. La acción de la
beneficio colectivo. Si bien no todas las empresas cumplen con preparar los planes
de cultivo, sin embargo, la tendencia es en ese sentido. Esto, sin lugar a dudas,
beneficiará la planificación agrícola a nivel regional y nacional.
Como todo proceso de cambio, la Reforma Agraria Peruana ha planteado una serie
de problemas para aquellos que tienen la responsabilidad de conducirla. Algunos
de estos problemas se podían prever que se presentarían desde el momento que la
ley fue planteada. Otros han sido desafíos que se han presentado sin estar en los
cálculos previos de los que llevan la política agraria adelante. Lo cierto es que la
solución de algunos de estos problemas es de capital importancia para que la
Reforma Agraria Peruana pueda dar los frutos para los que fue concebida. La toma
equipo, fuga de personal, no han llenado con la rapidez que el caso requiere, el vacío que ha
creado la situación en el campo, en lo que a preparación de personal se refiere. Sólo algunos
esfuerzos aislados se están haciendo.
CENCIRA, como se señaló, desde su creación ofreció algunos cursos cortos a los
profesionales que tendrían que desempeñarse como administradores de las nuevas
empresas. Sin embargo, esto no ha dado los resultados que se deseaban. La
brevedad del tiempo del entrenamiento, las dificultades de sacar a los técnicos de
su centro de trabajo y la falta de recursos de CENCIRA, sobre todo en personal,
para llevar adelante un programa de gran envergadura, ha motivado que la acción,
si bien importante a cierto nivel, se diluyera, tomando en consideración su acción
en todo el ámbito del sector rural. Los cambios planteados por CENCIRA en su
nueva organización, puede ser importante para resolver el problema planteado,
pero a nivel de microrregión y no quizás a un nivel nacional.
La necesidad de un trabajo más estrecho entre las universidades del sector agrícola, el Instituto
de Planificación y los Ministerios de Alimentación y de Reforma Agraria, es necesario si se
quiere encontrar los profesionales idóneos para la nueva situación en el campo. Esto no quiere
Esta necesidad debe ser cubierta por las instituciones superiores a las cuales el
gobierno debe apoyar mostrando una actitud totalmente distinta a la mostrada
hasta ahora.
La universidad, por su parte, debe adecuarse a esa realidad, cuidando de mantener su espíritu
crítico, el cual difícilmente puede ser enarbolado en una situación en la cual realmente no
participa ni plantea soluciones.
cierto que hay empresas que están logrando excedentes que reparten entre sus
asociados, pero es cierto también que hay empresas cuyo porvenir está en duda al
aumentarse los salarios y reducirse el número de horas de trabajo.
Obviamente no es ésta la situación en todas las cooperativas de producción, sin embargo, hay
una tendencia a reducir el número de horas trabajadas que debe ser controlada con serenidad y
firmeza.
políticamente para poder avanzar en las reformas que se requiera, no solamente en el agro, sino
en los otros sectores.
Estudios bastante serios muestran que el campesino está sufriendo una fuerte
descapitalización. Según David Bayer, a pesar de que la descapitalización se
produce principalmente a través de la dinámica del mercado y del proceso de comercialización,
hay otras formas de descapitalización del minifundista, que lo hace en estos momentos un
grupo sin mayores posibilidades de desarrollo en el agro peruano. Entre las principales formas
de descapitalización que el autor señala están:
Tomando como ejemplo la comunidad de Huasa Huaso, Bayer demuestra que dado
el hecho de que los precios oficiales no suben en igual proporción a los costos de
producción, en una medida que directamente está descapitalizando a los pequeños
agricultores y minifundistas que no pueden entrar en una economía de escala.
Además, hay que recordar que el gobierno muchas veces importa productos
agrícolas y los vende al público a precios que están por debajo de los costos de
producción nacional, empujando a los agricultores a fuertes pérdidas. Además, los
costos de producción son calculados sobre la base de predios medianos y grandes,
afectando así negativamente a los minifundistas.
Entre 1960 y 1980, la reforma agraria era una política frecuentemente promovida por los
organismos de cooperación y las instituciones internacionales. Se consideraba necesaria donde
la estructura agraria era muy polarizada, en América Latina, en Asia del Sur-Este, en África
Austral, o en cualquiera otra región del mundo que presentara las mismas características. Hoy,
muchos piensan que la reforma agraria ya no constituye una opción, en parte por su costo y por
el alcance limitado que tuvieron las reformas agrarias ya implementadas (a menudo de forma
parcial y problemática), en parte por la disminución del peso relativo de la población rural. Si el
Banco Mundial reconoce en teoría en algunos de sus escritos que las reformas agrarias siguen
siendo necesarias, los programas que él y otras instituciones financieras internacionales apoyan
ahora ya no tienen el objetivo de transformar profundamente y rápidamente la estructura
agraria.
Sin embargo, cuando la distribución del acceso a la tierra es muy desigual (como por ejemplo
en Brasil, en Zimbabue, en África del Sur, …), una intervención rápida y eficaz impulsada por
el Estado para redistribuir la tierra a los pequeños y medianos productores sigue siendo más
que nunca necesario y urgente. Los pequeños y medianos productores son casi siempre los que
pueden hacer el uso de la tierra que mejor responde a los intereses de la mayoría de la
población. La reforma agraria debería ser entonces la primera política pública que implementar
en las estrategias de lucha contra la pobreza. De hecho, la mayoría de los pobres son
campesinos o antiguos campesinos que no disponen de los medios suficientes para vivir. Los
contingentes cada vez más numerosos de indigentes provienen de la quiebra de los diversos
tipos de campesinado del mundo. Cuando hay grandes extensiones de tierra utilizadas de forma
extensiva, y al mismo tiempo, una gran cantidad de campesinos pobres que no tienen acceso a
las tierras que les permitirían construir un proceso de desarrollo sostenible, la primera medida
que habría que tomar, antes de cualquier otra, sería de darles acceso a la tierra, y, por lo tanto,
de hacer una reforma agraria.
Esto implica poder tomar en cuenta las experiencias anteriores y no repetir los esquemas del
pasado. Los contextos políticos favorables a la realización de reformas agrarias son muy poco
frecuentes. Se necesita una correlación de fuerzas, interna o externa, que permita golpear los
intereses de los grandes propietarios de tierra, quienes a menudo ocupan un lugar importante en
el seno de los grupos de poder. Además, estas condiciones favorables, cuando se presentan, son
frecuentemente efímeras. Importa por lo tanto no desperdiciar las oportunidades históricas.
Desde allí la importancia de buscar sistemáticamente como mejorar los procesos de reforma
agraria y de hacer que su impacto vuelva la redistribución de las tierras irreversible a corto
plazo.
Las fichas que presentamos en esta carpeta ilustran la diversidad de las políticas de reforma
agraria en el mundo. Han sido preparadas por autores que han acumulado una larga experiencia
en este campo o en el país del que hablan. En algunos casos, los documentos se basan en sus
trabajos propios. Las opiniones que se transcriben son diversas y no necesariamente
convergentes. No se trata de una compilación de buenas prácticas (vestí prácticas) ni de éxitos
(sucesos sorites). Se aprende mucho analizando los fracasos, a veces más que mirando a los
éxitos. No existen en un campo como este modelo que podrían reproducirse al idéntico. La
selección de fichas no tiene ninguna pretensión de exhaustividad. Trata de situaciones muy
diversas de distintos continentes, que por lo general no son objeto de análisis cruzados ni de
comparaciones. La carpeta aspira a ser el primer paso de una colección de documentos cortos
pero lo suficientemente detallados para que un lector sin conocimiento previo de los países
pueda utilizarlos para desarrollar su propia reflexión sobre las políticas de tierra, su potencial y
sus límites.
CONCLUSIONES
Como conclusiones podemos señalar lo siguiente:
8. Reforma Agraria. Esto trae como consecuencia una polarización que en el futuro
puede causar serios problemas.
9. A nuestro entender, estos tres últimos puntos tienen que ser rápida y seriamente
tratados por la conducción del proceso de cambio del agro peruano.
BIBLIOGRAFIA