Quemaduras Resumem
Quemaduras Resumem
Quemaduras Resumem
4. Período de recuperación.
Shock inicial hipovolémico: constituye un gran estadio que en una época condicionó la mayor
cantidad de muertes.
Se presenta en las etapas iniciales del trauma térmico a consecuencia de la destrucción hística
masiva por el agente vulnerante que lleva al síndrome de la SRIS, causante de las alteraciones
hemodinámicas caracterizadas por deshidratación galopante, trastornos del equilibrio ácido-
base, electrolítico y de la microcoagulación. Lleva irremediablemente a la muerte si no se toman
las medidas adecuadas de reanimación; además de que una buena reanimación temprana ayuda
al organismo a soportar mayores agresiones en estadios futuros.
Período de toxemia: el segundo período o toxemia del quemado es la resultante de la
intoxicación orgánica por los productos de la lisis hística, las sustancias metabólicas intermedias
liberadas en el proceso inflamatorio, más los agentes bacterianos que comienzan a colonizar las
lesiones. Evidencias recientes sugieren que las especies reactivas del oxígeno desempeñan un
papel importante en la fisiopatología del daño térmico determinando todos estos factores al final
una inmunosupresión grave, acción catabólica y profundización de las lesiones.
Los fenómenos tóxicos se presentan generalmente 3 ó 4 días después de recibir la lesión y en
dependencia de la extensión y profundidad puede prolongarse uniéndose casi como una unidad
con el período siguiente.
Si el paciente además de las lesiones locales ha recibido lesión térmica de vías respiratorias su
situación es aún mucho más comprometida.
Período tóxicoseptico: se caracteriza por el crecimiento bacteriano a punto de partida endógeno
y exógeno, por la generalización de la sepsis y la acción deletérea de la toxina bacteriana. Su
característica es una catabolia intensa, disminución progresiva de las defensas inmunológicas,
daños irreversibles orgánicos, en los cuales intervienen los radicales oxidantes y el estrés
oxidativo. Si el tratamiento y la reacción inmunológica del organismo no son capaces de
controlar esta agresión, el paciente no puede resistirla y fallece por inmunosupresión irreversible
que lleva a un aumento considerable de la colonización bacteriana, generalización de la sepsis,
septicemia, shock séptico, paro cicatrizal, fallo multiorgánico y muerte.
Si el organismo es capaz de resistir, pero el catabolismo exagerado no se revierte entra en un
estado de caquexia, que en términos más lejano provoca la muerte sin que se produzca un
incremento cicatrizal de las lesiones en un circulo vicioso séptico, nutricional e inmunológico.
Por tanto, la duración de este período se determina en gran medida por las posibilidades
inmunológicas individuales, los recursos de defensa orgánica aportados por la clínica con
énfasis en los aportes nutricionales y quirúrgicos tempranos, el desarrollo de la cicatrización,
liberación de las escaras y sustitución de los tejidos dañados por tejido de granulación que
acepte un autoinjerto de piel y el cierre definitivo de la lesión.
Período de recuperación: comienza a partir de la completa cicatrización de las lesiones
intermedias superficiales y profundas y la sustitución de la escara por un tejido de granulación
capaz de recibir un autoinjerto de piel.
Desde el punto de vista sistémico se caracteriza por un período anabólico adecuado que
determina al final una recuperación total; pues desde el punto de vista nutricional e
inmunológico el paciente reviste una reacción muy adecuada y su suero es rico en defensas
orgánicas.
Sin embargo este período no esta exento de alguna grave complicación secundaria a los daños
orgánicos recibidos, que se evidencian a veces como endocarditis o insuficiencia hepática; pero
la complicación más común es casi siempre de tipo trombótico pulmonar o coronario. Todo esto
desde luego en un porcentaje minoritario.
Alteraciones neurológicas
Independientemente de las complicaciones que pueden afectar al sistema nervioso superior y
periférico por el estado hemodinámico y los cambios metabólicos, en el momento actual se
plantean afectaciones derivadas desde el punto de vista de la propia lesión.
Es evidente que como resultado de la agresión se produce gran cantidad de impulsos que
proveniente de los receptores cutáneos ocasionan intensos trastornos corticales, que a su vez
condicionan alteraciones de las funciones de los diferentes órganos y sistemas más o menos
marcados de acuerdo con la gravedad de la lesión.
Está muy bien determinado que incluso en las quemaduras menores de 10 % se pueden observar
estados de excitación, insomnio, cefalea, hipertensión, constipación, amenorrea o dismenorrea y
otros. Estos cambios son muy acentuados en las primeras 12 a 24 h como resultado de la intensa
sensación dolorosa, aminorándose en la medida que la sensación dolorosa disminuye; pero sin
desaparecer en varias semanas.
Estos fenómenos están presentes en el estado de pre-shock y shock en su primera etapa.
Algunos autores confieren una gran importancia en la patogenia del shock inicial del quemado
en esos primeros estadios, a los trastornos neurohormonales condicionados por la alteración de
la función nerviosa superior.
Estas alteraciones son muy marcadas en la etapa toxicoséptica, sobre todo en la sepsis
diseminada, agravándose por la acción deletérea de las toxinas y los mediadores o productos
intermedios metabólicos especialmente del oxígeno, que provocan desde su inicio trastornos
cerebrales severos hasta llegar al coma.
Evaluación clínica de un gran quemado
Evaluación primaria
La evaluación primaria se produce en el mismo lugar del accidente o el cuerpo de guardia del
centro de salud más próximo al accidente pues es el lugar donde acuden las personas que
acompañan al lesionado.
En esta evaluación del equipo de salud debe ponerse especial atención además de la extensión y
profundidad de las lesiones que proporciona el pronóstico, a la hemodinamia del enfermo y a
los signos siguientes:
1. Signos de lesiones por inhalación, más frecuentes en quemaduras de cara y tronco superior.
2. Chamuscamiento del pelo facial y nasal.
3. Esputo carbonáceo, ronquera y estridor.
4. Quemaduras alrededor de la boca o nariz.
5. Lugar donde ocurrió el accidente. Si el espacio es cerrado debe considerarse:
a) Envenenamiento por humo.
b) Envenenamiento por monóxido de carbono.
c) Lesiones de vías respiratorias por inhalación de humo a altas temperaturas.
Todo lo cual condiciona la conducta a seguir con el lesionado.
Evaluación secundaria
Se hará en un centro especializado (unidad de quemados), donde se tomaran las medidas
pertinentes y más adecuadas para su reanimación y tratamiento posterior.
No obstante la conducta que se tome con el paciente en la evaluación primaria es de primordial
importancia para la evolución futura del paciente; por ello se insiste en que esa conducta sea lo
más adecuada y eficaz posible.
Conducta a seguir con un gran quemado en la evaluación primaria
Como se señaló, una conducta adecuada en este nivel de atención es primordial para
salvaguardar la evolución posterior del paciente.
En orden consecutivo la conducta debe ser:
1. Canalización de una vena profunda o vía periférica con bránula, que permita pasar una
solución electrolítica a un goteo rápido, no menor de 60 gotas/min y que pueda remitirse sin
temor de extravasación.
2. Asegurar la vía aérea del paciente con un suplemento e oxígeno lavado en agua
a no menos de 5 L/min.
3. Una vez asegurada la vía aérea y la hidratación adecuada atender al alivio del dolor con un
analgésico unido a un antihistamínico por vía i.v. Es muy útil la duralgina (dipirona) con
benadrilina. No usar nunca ni morfina o derivados u óxido nitroso, por cuanto ambas pueden
inducir depresión respiratoria y la morfina o derivados además vasodilatación lo que complica
aún más las condiciones fisiológicas del paciente.
4. Tomadas estas medidas evaluar los signos vitales, esfuerzo respiratorio, coloración de la piel
y nivel del estado de conciencia. Descartar que no existan lesiones asociadas al accidente por
quemaduras y si así fuese tomar las medidas de estabilización de fracturas, heridas, etcétera.
5. Retirarle al paciente todas las ropas quemadas o semiquemadas, no hacerle cura local alguna,
envolverlo en una sábana y remitirlo con la mayor brevedad a un centro asistencial de quemados
acompañado de un personal profesional competente.
6. Anotar todos los datos obtenidos así como las medidas impuestas en una hoja de remisión, en
donde se consigne también como de importancia vital la hora en que ocurrió el accidente.
Esta conducta es la adecuada para el país, pero no así para algunos países subdesarrollados la
cual puede cambiar.
Manejo de los pacientes quemados en centros de salud no especializados 6
Serán hidratados todos los pacientes grandes quemados que en la clasificación son:
1. Los muy graves.
2. Los críticos.
3. Los críticos extremos.
Los lesionados nunca deben remitirse sin los requisitos ya especificados en la evaluación
primaria.
Si los pacientes no alcanzan esta categoría por el rango de sus lesiones específicamente, los
menos graves y graves deben ser remitidos sin hidratación y no realizarse cura local; aunque
pueden cubrirse las lesiones con compresas empapadas en solución salina para disminuir el
dolor y aislarlas de la contaminación ambiental.
Recordar que algunas lesiones que por su extensión no son lesiones graves, por su localización
si lo son, como se especificó en la explicación del pronóstico. Las lesiones leves, si son
pequeñas, pueden curarse en esas instancias para lo cual se procederá a lavar bien la zona
dañada con una solución antiséptica, se le puede cubrir con un ungüento antibiótico y cerrar con
un apósito y vendajes.
No se dejaran expuestas lesiones por quemaduras que no sean en cara y periné, pero solo
valorados en una unidad de quemados.
Estos pacientes leves una vez curados se les debe orientar que su próxima cura se realice en el
cuerpo de guardia de una unidad de quemados donde se valorará la conducta posterior.
Hidratación del paciente gran quemado en las primeras 24 h
Por la importancia que tiene una hidratación adecuada para la vida del paciente en las primeras
24 h y porque por cualquier razón un médico tenga que tratarlo completamente en este primer
estadio antes de remitirlo; se completarán estos conocimientos con el manejo de las principales
fórmulas de hidratación que existen y es por ello que se explican en un capítulo aparte.
Las primeras 24 h después de recibir la lesión son determinantes para la vida del enfermo y de
estas la primera hora para evitar el shock hipovolémico y el deterioro orgánico
fundamentalmente renal, siendo las mayores pérdidas durante las primeras 8 h.
Esto que hoy parece elemental en una época no tan lejana constituyó la principal causa de
muerte en los grandes quemados.
Fue después de terminada la Segunda Guerra Mundial que se adquirió la suficiente experiencia
para mejorar este período. Un cirujano norteamericano de apellido Evans, veterano de la guerra
del pacífico, fue el primero en formular un tratamiento de reposición líquida más adecuado para
sustituir las pérdidas de estos enfermos.
Con la experiencia ya adquirida con los traumatismos de una guerra moderna y en experimentos
con perros, se concluye que un gran quemado perdía 1 mL de electrólitos por kilogramo de peso
y por extensión superficial afectada e idénticamente 1 mL de coloides.
Para reponer las pérdidas de agua por evaporación le agregó a la fórmula entre
1 000 a 2 000 mL de dextrosa a 5 %.
Dividió las 24 h en 3 períodos de 8 h, cada uno en relación con la magnitud de la reposición. En
las primeras 8 h pasó la mitad del cálculo correspondiente, y en la segunda y tercera un cuarto
del cálculo.
El máximo de superficie corporal afectado lo ajustó 50 % para evitar una
sobrehidratación ya que las primeras 8 h se toman desde el momento de producirse la lesión y
no del momento que se comience el tratamiento. Es decir, si se recibe un paciente
2 h después del accidente, en las 6 h restantes debe pasarse el cálculo de las 8 h.
Esta fórmula aplicada por cualquier médico aunque no fuera un especialista logró salvar muchas
vidas.
Sin embargo, no estaba exenta de un gran problema, el edema, que podía afectar el parénquima
pulmonar y causar la muerte. Un hospital naval en los EE.UU. utilizó esta fórmula, pero para
evitar esta última posibilidad aumentó los electrólitos a 1,5 mL y disminuyó los coloides a 0,5
mL x %, manteniendo la fórmula idéntica en todos los demás enunciados.
Para su aplicación puede tomarse el siguiente ejemplo: paciente de 70 kg de peso con el 40 %
de la superficie corporal quemada, electrólitos de 1,5 mL x 70 kg x 40 % de la superficie
corporal, coloides de 0,5 mL x 70 kg x 40 % de superficie corporal y soluciones glucosadas de 2
000 mL de dextrosa a 5 %.
En total corresponderían 7 600 mL para las primeras 24 h.
Divididos en los 3 períodos de 8 h, según la fórmula:
8--------- 8---------8
½ -------- ¼--------- ¼
Electrólitos 2 000 1 050 1 050
Coloides 700 350 350
Soluciones glucosadas 1 000 500 500 (dextrosa a 5 %)
Total 3 800 1 900 1 900 mL
El contenido de estas fórmulas aunque tienen algunos aspectos de vigencia, su mayor
importancia es histórica.
Manejo de la reposición en el momento actual
En la actualidad no se habla de fórmulas rígidas, sino de presupuesto líquido.
La forma en que se sigue al paciente es monitorizado con los parámetros vitales y
fundamentalmente por la diuresis que debe mantenerse en el adulto entre 30 y 50 mL y en el
niño entre 0,5 mL x 1,5 mL x kg/ h.
Si el goteo urinario en 1 h baja de la cifra mínima se aumenta el goteo y si excede la cifra
máxima se disminuye el goteo. Así se garantiza que se esté pasando la cantidad adecuada y
mínima de líquido que necesita para su reanimación; evitando el edema periférico y orgánico.
Fórmulas de hidratación
Continúa la existencia de numerosas muchas fórmulas para hidratar los quemados; pero están de
acuerdo en no usar coloides en las primeras 24 h sino solamente soluciones electrolíticas. Este
concepto fue surgiendo en la medida que se estudió más profundamente la insuficiencia
pulmonar progresiva (distrés) pues en el paciente quemado la cantidad de coloides que pasa al
sistema intersticial es muy marcado y asimismo sucede con el coloide que se administra.
Después de las primeras 24 h los trastornos de la microcirculación mejoran o se regularizan y
entonces sí el coloide desempeña un papel importante, para restituir la ley de Starling.
La diferencia entre una u otra fórmula radica en la cantidad de electrólitos a administrar, pues
ninguna usa coloides para las primeras 24 h.
A continuación se observará la fórmula más utilizada en el país para la hidratación de un gran
quemado (fórmula cubana del profesor Harley Borges Muñío).
Instrucciones:
1. Lo más importante: regular goteo para mantener promedio de diuresis horaria entre 0,5 y 1,5
mL/kg en las primeras 24 h.
2. Si oligoanuria: añadir al esquema 1 000 mL de solución hartmann y trasfundirlos en 1 h,
continuando con lo planificado. Revalorar pronóstico y peso corporal.
3. Si Hb <12 g/L o quemaduras hipodérmicas añadir al 3er día 250 mL de glóbulos o 500 mL de
sangre total.
4. Si no hay albúmina sustituir por plasma (50 mL de albúmina por 250 mL de plasma).
5. Si no hay hartmann, sustituir por dextro ringer o solución salina a 0,9 %.
En todos los casos después del tercer día, realizar el balance hídrico del paciente tomando en
consideración las pérdidas y el agua endógena en situaciones de estrés.
Solución Muy grave Crítico Crítico extremo
1ro. Solución mL mL mL mL mL mL mL mL mL
Hartmann
1ro. Primeras
12 h 2 500 3 000 4 000 4 000 4 500 5 500 5 500 6 000 7 000
1ro. Segundas
12 h 1 000 1 000 1 000 1 500 1 500 1 500 2 000 2 000 2 000
2do. Plasma 1 000 1 000 1 000 1 500 1 500 1 500 2 000 2 000 2 000
2do. Dextrosa 1 500 2 000 2 500 2 000 2 500 3 000 2 500 3 000 3 500
a 10 %
3er. Albúmina humana 150 150 150 200 200 200 250 250 250
a 20 %
3er. Dextrosa 1 000 1 500 2 000 1 000 1 500 2 000 1 000 1 500 2 000 a 10 %
La afección se inicia en la piel por una induración rojiza, dolorosa, urente, localizada en los
sitios sometidos a fricción y roce. Sobre esa piel se observa uno o más pelos cuya raíz aparece
rodeada por una pustulita; días más tarde, con la extensión en superficie y profundidad del
proceso, se acentúan las molestias y dolor local, así como pueden aparecer los síntomas
generales: laxitud, cefalea, anorexia, malestar general, fiebre y constipación. Nuevas vesículas
de contenido turbio-hemático aparecen, se abren y dejan una pequeña ulceración que segrega
escasa serosidad sanguinolenta aun no transformada en verdadero pus (Fig. 5.3).
En los días sucesivos esta transformación se realiza, la lesión pierde turgencia, se ablanda y
comienza una descarga más abundante de pus amarillento acompañado de algunos Los síntomas
locales se atenúan entonces y permiten al enfermo, realizar algunos movimientos (la impotencia
funcional ha disminuido); a esto sucede el comienzo de la eliminación de los tapones de
esfacelos, se hace lenta en medio de un proceso, ahora por completo blando, en que todos los
tejidos han entrado en fusión y en que todas las bocas vecinas se unen entre sí y forman cráteres
cada vez mayores. Mientras este proceso se realiza, en la periferia aun algo indurada pueden
aparecer algunos nuevos focos, principalmente pequeños furúnculos que prolongan algo más la
lesión originaria. Por último, todos aquellos elementos de esfacelos restantes incluidos en la
eliminación purulenta se desprenden y dejan un amplio cráter central, irregular, de bordes
policíclicos, blandos, de coloración algo violácea y alguno que otro más pequeño en la
vecindad. Por fuera y rodeando a la lesión, la piel aparece pigmentada.
La supuración decrece de manera considerable después de la eliminación de la mayor parte de
los tapones y del fondo brota un tejido de granulación rojizo, ricamente
vascularizado, que llena la brecha para dejar como testigo una cicatriz retraída, estelar, blanca
nacarada, con tendencia en ocasiones a la evolución queloidea, con un resultado estético
desagradable.
Diagnóstico
La lesión es de tal manera típica, que su diagnóstico no puede ofrecer pequeños grumos
dificultades.
No se la confundirá con el furúnculo que es una lesión circunscrita de forma cónica, centrada
por un pelo, y que al evolucionar cura con la eliminación de un solo tapón de esfacelo: el clavo,
sin dejar generalmente cicatriz. La pústula maligna del carbunco bacteriano, debida al Bacillus
anthracis, se distinguirá por la placa de piel negra y endurecida rodeada de vesículas que la
caracterizan; por otra parte, el examen bacteriológico, siempre fácil, hará reconocer la
Bacteridia carbuncosa o Bacillus anthracis.
Se realiza el diagnóstico diferencial con la linfangitis, la erisipela y el flemón circunscrito, por
ser muy disímiles estos procesos en sus características con el ántrax.
Pronóstico y complicaciones
El ántrax, desarrollado por lo común en individuos cuyas fuerzas se encuentran disminuidas por
algún motivo, en diabéticos, ancianos, nefríticos, etc., es proclive a originar complicaciones
serias. Localmente puede tomar un tipo gangrenoso, extenderse y abarcar nuevos territorios para
devenir gigante, por fortuna, hoy rara vez visto; puede originar un absceso en profundidad por
debajo de él y perforar la aponeurosis e invadir planos más profundos. Así se ha dado el caso de
un ántrax en la nuca llegar a determinaruna meningitis por propagación de la infección hacia la
columna vertebral.
Además, puede originar embolias sépticas, que forman abscesos a distancias, o determinar una
septicemia mortal. Es capaz, como foco séptico, de provocar lesiones del del glomérulo renal y,
por último, en el diabético, llevar a la acidosis y desencadenar el coma.
Esta enumeración de complicaciones bastará por sí sola para expresar la gravedad del
pronóstico del ántrax cuando se desarrolla en diabéticos, nefríticos, ancianos, etcétera.
Tratamiento
El tratamiento del ántrax, es para la mayor parte de los especialistas, un asunto eminentemente
quirúrgicos y así se presenta en distintos textos y tratados de cirugía, diversas técnicas para
realizarlo. Se aconseja por algunos autores, la simple incisión crucial y otros, añaden a esta, la
extirpación del proceso a puntas de tijeras después de elevar los colgajos resultantes. Se han
recomendado también las incisiones paralelas y aun la extirpación en bloque pasando por fuera
de los límites del proceso como si se tratase de una lesión maligna. Estos diferentes métodos
pretenden detener la marcha de la afección y abreviar el tiempo de su curación; pero en el caso
de ciertos individuos debilitados, con exagerada virulencia del foco, se considera que una
anestesia general (siempre indispensable para este tipo de operaciones) y las nuevas y amplias
zonas cruentas creadas por la operación, constituyen factores que agravan la condición del
enfermo.
Se ha recomendado un tratamiento no quirúrgico, que tiene las ventajas de no exigir la anestesia
(puesto que suprime la operación); no traumatiza el foco infeccioso ni propende, a su
agravación y diseminación. Este tratamiento médico ha recibido en la actualidad los beneficios
de los antibióticos de amplio espectro de las últimas generaciones (ver “Antibióticos”).
El tratamiento a que se hace referencia, consiste en la aplicación de fomentos calientes al
principio, seguidos de duchas de aire caliente, 2 ó 3 veces en las 24 h, asociadas al uso tópico de
polimixina, neomicina o bacitracina, además de antibioticoterapia oral o parenteral durante la
fase de turgencia congestiva e infiltración. Con este procedimiento a los pocos días se ve
ablandarse el proceso, iniciar una supuración fácil, cada vez más abundante, entrando pronto en
fusión purulenta con eliminación temprana de los tejidos esfacelados. Al mismo tiempo, como
comprobación de esta mejoría local, el enfermo experimenta un gran alivio de sus molestias y
una recuperación de su estado general. Días después, para ayudar a la eliminación de los
elementos necrosados que aun no se han desprendido, pueden usarse ungüentos con fermentos
proteolíticos, como quimotripsina, la estreptodornasa y la estreptoquinasa.
El tratamiento operatorio no debe practicarse en el período en que predomina la induración
inflamatoria sin señales de limitación del proceso, momento en el que existe gran virulencia
bacteriana no atenuada por las defensas orgánicas locales ni generales que aun no se han
desarrollados. En ese estadio es vano y peligroso pretender extirpar el ántrax; en cambio,
cuando el proceso comienza a ablandarse y a supurar, es el momento de ayudar a la eliminación
de los esfacelos por medios quirúrgicos, si no se desea continuar con el tratamiento médico
local. La operación se hará bajo anestesia general y debe limitarse a extirpar con las tijeras
curvas de puntas estrechas todo el tejido necrosado aun adherente, flácido y desvitalizado; se
suprimirán los puentes cutáneosque dificultan el drenaje, tratando en conjunto de lograr un
cráter único, y se hará una limpieza lo más completa posible. Debe, sin embargo, reducirse la
intervención a los límites del proceso. Después se taponará la herida con gasa impregnada de
vaselina que contenga un antibiótico tópico
Las incisiones cruciales o paralelas ejecutadas antes del ablandamiento del ántrax (cuando el
esfacelo aún no está constituido), no acortan ni favorecen la evolución del proceso.
El estado constitucional del enfermo no puede desatenderse y será necesario poner en práctica
las medidas oportunas, en especial cuando se trata de diabéticos, a fin de evitar las
consecuencias serias que en estos pacientes puede originar la infección.
HIDRADENITIS
Se denomina hidradenitis al proceso infeccioso agudo de las glándulas sudoríparas
apocrinas producidas por el estafilococo dorado. Patogenia
El agente causal es el estafilococo dorado. Las causas predisponentes locales y generales son las
mismas que en el furúnculo. Las zonas más expuestas son las ricas en glándulas sudoríparas
apocrinas: márgenes del ano, región axilar y mamas. Es más frecuente en las personas
desaseadas, cuya piel acumula el fruto de la descamación, el sudor, el polvo, etcétera.
Anatomía patológica
Las glándulas sudoríparas penetran con mayor profundidad en la dermis que en el aparato
pilosebáceo y llegan hasta alcanzar la zona de tejido conectivo celular, y a través de este,
cuando se infectan, se propaga con facilidad la sepsis. A causa de la naturaleza laxa del tejido
que rodea a la glándula, no se ejerce presión por los exudados inflamatorios sobre los elementos
anatómicos y como además, no se produce la obliteración de vasos, no se presentan en la
hidradenitis los esfacelos que se observan en el furúnculo y en el ántrax.
El proceso que comenzó intraglandular puede invadir con facilidad al tejido conectivo
circunyacente y constituye una infección localizada en esos elementos, o llegar a extenderse a
una mayor área y dar lugar a un absceso; también es posible su regresión y reabsorción con una
cicatriz fibrosa.
Cuando en el curso de su evolución se hace superficial y alcanza la piel, se adhiere a ella para
abrirse de manera espontánea.
Sintomatología
Al comienzo es poco ostensible y se limita a un nódulo redondeado, no acuminado, que se
puede movilizar bajo la piel. No hay síntomas cardinales de inflamación salvo dolor no muy
agudo. Pasado unos días la piel ya adherida está roja, caliente y elevada, y se puede reconocer
en su centro la fluctuación. El proceso continúa y adquiere mayor tamaño hasta alcanzar el de
una naranja aunque lo común es que no pase del de un huevo de gallina; entonces es muy
fluctuante. Si no se interviene, se abre de manera espontánea y da salida a un pus caliente,
cremoso y homogéneo que no contiene esfacelos.
Diagnóstico diferencial
La adenitis supurada se puede confundir por su localización similar pero es más profunda, los
nódulos inflamados son más gruesos y múltiples y la piel se mantiene libre. En caso de
periadenitis, el abultamiento grueso, irregular, abollonado, producto de la fusión de varios
ganglios es inconfundible.
Los abscesos de la mama comienzan en los conductos. Los de la margen del ano en el límite
mucopiel, nunca en la piel solo como la hidradenitis.
Tratamiento
Casos subagudos: son aquellos en los cuales una moderada reacción inflamatoria nodular está
presente.
Las medidas a tomar son:
1. Baños frecuentes con jabones detergentes.
2. Antisepsia moderada usando solución a 1 % de cloruro de benzalconio aplicado varias veces
en el área afectada.
3. No usar desodorante.
4. No rasurar el área afectada.
Si este tratamiento es llevado a cabo, los casos subagudos deben resolverse de manera
espontánea. El paciente será sometido a este régimen por un período largo de tiempo mientras la
lesión subsista. Si no se resuelve en un período corto con estas medidas, debe aplicársele el
tratamiento de los casos agudos.
Casos agudos: en aquellos que presentan mayor inflamación y dolor que en los anteriores, el
tratamiento comprenderá las siguientes medidas:
1. La piel que cubre el absceso debe ser removida bajo anestesia local. Se puede curetear todo el
contenido del absceso, pero por lo habitual la extirpación de su techo es suficiente.
2. Si el absceso es profundo, y es imposible la completa extirpación, es prudente el hacerlo solo
de manera parcial y curetear con suavidad su contenido.
3. Es necesario empaquetar la cavidad con gasa para prevenir un cierre inoportuno de la piel
antes de que la cavidad se llene por granulaciones.
4. Cultivo de pus del absceso, pues se debe utilizar el antibiótico al cual es sensible el germen,
aunque con el drenaje solo casi siempre se obtiene la curación.
5. Si el paciente presenta una celulitis aguda además de la hidradenitis, se prescribirá reposo en
cama, fomentos con suero fisiológico tibio, analgésicos y antibióticoapropiado. Cuando la
celulitis cede, entonces se intervendrá quirúrgicamente.
La RT a dosis antiinflamatoria constituye una terapia efectiva.
Casos crónicos: a veces la hidradenitis sigue una evolución crónica, recidivante, que resiste
todos los tratamientos usuales; entonces está caracterizada por la presencia de pequeñas
cavidades subcutáneas que con frecuencia se inflaman y se fistulizan en ocasiones.
La piel que llega a inflamarse crónicamente, se presenta gruesa, rojiza y perforada por pequeños
trayectos que dejan salir una secreción purulenta. El tratamiento curativo se logrará solo por la
extirpación de toda esa piel y del tejido afectado, con injerto subsiguiente de piel si fuese
necesario.
En los casos graves y en los recidivantes también puede emplearse con éxito la RT, que actúa,
además de su efecto antiinfeccioso, destruyen las glándulas sudoríparas.
ABSCESO CALIENTE
Se define el absceso caliente a la colección de pus producida por una infección aguda que se
caracteriza desde los puntos de vistas clínico, por los síntomas de la inflamación aguda, y
anatomopatológica, por la colección de pus en una cavidad formada por la destrucción hística
provocada en el proceso infeccioso.
Esta última particularidad elimina de la definición a las afecciones purulentas que se desarrolla
en una cavidad preexistente, como sucede en las artritis, bursitis, empiemas,
etc. es necesario no confundir el absceso caliente con el flemón circunscrito que corresponde al
período inflamatorio que precede a la supuración.
Etiología
Los gérmenes que por lo general provocan este proceso son: el estafilococo dorado y el blanco
y el estreptococo, y en ciertas circunstancias el bacilo de Eberth, el neumococo, el gonococo, el
colibacilo y numerosos anaerobios. Estos gérmenes penetran a través de una herida que rompe
la continuidad de la piel o mucosas. A veces son acarreados por la circulación.
Anatomía patológica
Se tomará como modelo el absceso que se desarrolla en el tejido celular subcutáneo.
De acuerdo con la definición, su constitución comprende una cavidad y un contenido. El
contenido lo forma el pus y a veces, además, burbujas de gas. El pus varía según el germen
infectante: es amarillento, cremoso, espeso, bien ligado y sin hedor, el provocado por el
estafilococo; ligeramente verdoso y fluido el del estreptococo; muy espeso y amarillento el del
neumococo, que tiende a formar a falsas membranas; azul el del piociánico; el causado por
agentes anaerobios es seroso, gris sucio y fétido. En ocasiones el pus puede aparecer teñido de
sangre, de aspecto achocolatado, etcétera.
Contenido en un recipiente el pus no se coagula, se separan en dos capas; una superficial
formada por el llamado suero del pus y otra profunda constituida por gérmenes y restos
celulares y microbianos. El suero es neutro o alcalino, pocas veces ácido.
Contiene albuminoides, grasa y colesterina en los focos antiguos; ejerce un poder licuefaciente
sobre los tejidos que están en su contacto por el contenido en fermentos (lipasa, amilasa y
tripsina).
La porción sólida del pus está constituida por gérmenes y numerosos elementos celulares, sobre
todo por leucocitos (en particular polinucleares), por mononucleares, linfocitos y células
procedentes del tejido conectivo. Estos elementos aparecen rara vez intactos, de contornos
todavía netamente definidos, la mayoría de ellos, tienen los núcleos en picnosis en vías de
desintegración. Los gérmenes se encuentran en número variable entre los elementos celulares y
en ocasiones, incluidos dentro de los leucocitos por la fagocitosis.
La pared del absceso, que limita el proceso, está constituida por tres zonas: una interna en
contacto con el pus, de coloración rosada, formada por una malla de fibrina que aprisiona
numerosos leucocitos y donde se pueden observar los gérmenes patógenos; una capa media
constituida por tejido conectivo joven, muy rica en elementos embrionarios y vasos
neoformados que se extienden en todos sentidos donde constituyen mamelones carnosos y, por
último, una capa externa que forma la verdadera pared protectora que separa la zona afectada
del circunyacente normal. Esta capa externa está integrada por elementos conectivos adultos y
forma una barrera a la extensión de la infección.
Patogenia
Una vez que los gérmenes han penetrado en el tejido celular, se produce in situ una serie de
fenómenos que están caracterizados por intensa vasodilatación con movilización de las células
fijas del tejido conectivo y diapédesis de los leucocitos que salen de los capilares por la
interacción ya señalada. Se entabla una lucha entre esos elementos en la que muere gran número
de leucocitos cuyos restos van a constituir la mayor parte del pus. Por la acción de los fermentos
señalados, se produce la destrucción de los elementos hísticos en inmediato contacto con el
foco, y por esta vía se agranda el proceso que se extiende a nuevas zonas hasta que las fuerzas
defensivas del organismo, representadas por la movilización de todos los elementos celulares y
humorales locales y generales, dominan la infección. Además de este mecanismo que puede
denominarse biológico, la naturaleza trata de erradicar el proceso vaciando su contenido al
exterior, de esta manera, cuando el absceso ha adquirido algún volumen, alcanza la superficie y
entonces la piel adelgazada y mal nutrida por la distensión es con facilidad atacada por los
elementos del pus y se perfora. Esta solución que brinda la naturaleza no debe esperarse, por ser
tardía; el médico debe adelantarse a ella drenando quirúrgicamente el absceso tan pronto está
constituido.
Sintomatología
Para su descripción se adoptará la del absceso del tejido celular subcutáneo. Los signos
cardinales de la inflamación aguda están presentes: dolor, rubor, tumor, calor e impotencia
funcional; el dolor toma carácter lancinante y pulsátil, muy a menudo sincrónico con el latido
del pulso. Al comienzo la piel está edematosa, roja y caliente; su presión es muy dolorosa y
hace desaparecer el rubor de un modo pasajero; la tumefacción es firme antes de la colección
del pus. Estos síntomas locales evolucionan a la par con un síndrome infeccioso general que se
manifiesta por fiebre, cefalea, escalofríos insomnio, anorexia, estado saburral de las vías
digestivas, náuseas, etcétera.
En 3 ó 4 días la tumefacción, que en la parte periférica permanece roja y edematosa, hacia su
porción central se torna más oscura y presenta una zona de reblandecimiento que se acentúa y
extiende, lo que indica que el pus se ha coleccionado y se hace manifiesto este hecho mediante
la fluctuación, que es el desplazamiento del contenido líquido de un lugar a otro dentro del
absceso por la presión ejercida sobre un punto de superficie.
Los dolores pulsátiles del período de inicio desaparecen y queda en su lugar una tensión
dolorosa acentuada en la posición declive. La fiebre toma un tipo intermitente, la cefalea,
anorexia y malestar general continúan. El examen de la sangre acusa leucocitosis con
polinucleosis.
Evolución
En el período flemonoso, antes de la colección de pus, es posible que la infección local regrese,
pero cuando ya ha sido constituido el absceso, solo con su drenaje es que puede alcanzarse la
curación. A la salida del pus los síntomas locales y generales rápidamente ceden. La supuración
se agota en pocos días y el tejido de granulación llena la cavidad residual por lo cual queda una
cicatriz algo deprimida como testigo del proceso. Si el absceso se abandona a su evolución
tiende a abrirse, como se señaló,curando por vías naturales; pero este proceso es lento y
generalmente insuficiente, y cuando se realiza, es que ha tenido ya efecto una destrucción
apreciable de tejidos; con ello, la convalecencia es prolongada e inclusive, puede dejar como
secuela molestas adherencias y una cicatriz viciosa, antiestética o una fístula. Además, existe el
peligro de complicarse el absceso con linfangitis, adenitis y aun con una sepsis general, sobre
todo si se trata de enfermos debilitados y diabéticos.
Diagnóstico
Aunque las características del absceso caliente son bien precisas y no se prestan a confundirlo
con otros procesos, debe recordarse que un sarcoma, en particular blando, y un carcinoma de
evolución aguda (mastitis carcinomatosa) pueden ofrecer ciertas semejanzas con él, y que un
aneurisma puede al adherirse a la piel y comunicarle a esta los síntomas de la inflamación
aguda; por lo cual, para evitar la confusión en este caso, cuando un absceso se localice a lo largo
de las arterias gruesas deben investigarse de manera cuidadosa los síntomas propios del
aneurisma tales como soplo, thrill (estremecimiento), alteración del pulso, etcétera.
El adenoflemón, que no es otra cosa que un absceso caliente de origen ganglionar, solo se
distinguirá por su etapa inicial a nivel de un ganglio; por lo demás el tratamiento es el mismo.
En cuanto a un absceso frío recalentado, son los antecedentes los que permitirán hacer el
diagnóstico correcto y es muy importante evitar el error, por si un absceso frío recalentado
(absceso tuberculoso que se infecta de manera secundaria por piógenos) se drena, suele dejar
como secuela una fístula rebelde.
Tratamiento
En el estadio flemonoso, antes de la aparición del pus, es posible obtener la resolución del
proceso mediante un tratamiento médico que comprenda antibioticoterapia (principalmente por
vía parenteral) y además, compresas humedecidas en solución de acetato de aluminio o de
plomo. Una vez coleccionado el pus, podrá identificarse el germen causal mediante cultivo y
practicar un antibiograma para determinar el antibiótico que debe emplearse preferentemente.
La identificación terapéutica en este momento es la evacuación inmediata del absceso mediante
una amplia incisión. Se debe de poner a descubierto todas las cavidades y destruir con el dedo o
un instrumento los tabiques y bridas existentes para garantizar un fácil drenaje. Debe pensarse
en la posibilidad de un absceso bisaculado (en botón de camisa), supra y subaponeurótico, para
comunicar en ese caso ambas cavidades que constituyen una sola. Operado el absceso, se
mantendrá abierto mediante un tubo de caucho o material plástico; no se debe usar la gasa como
medio de drenaje porque a menudo, embebida por el pus, viene a constituir un tapón que no
permite su libre salida. El drenaje se retirará en los días sucesivos para que la cicatrización
avance de la profundidad a la superficie para evitar los cierres en falso. La enzimoterapia puede
emplearse en algunos casos para acelerar el proceso de reparación.
Con fines estéticos y de manera excepcional se puede intentar la curación de un absceso
mediante punciones aspiradoras con una jeringuilla de gruesa aguja, seguidas por la inyección
en la cavidad del antibiótico indicado. El procedimiento puede repetirse varias veces y en
ocasiones se logra la curación sin necesidad de una incisión quepuede dejar una cicatriz fea y
visible.
FLEMÓN DIFUSO O CELULITIS
Se conoce con estos nombres a la infección aguda del tejido celular sin tendencia a la
limitación, que conduce a la necrosis de los elementos afectados. No constituye una enfermedad
especial; se trata del mismo proceso que origina el flemón circunscrito; es producido por los
mismos gérmenes, pero dotados de una exagerada virulencia; se desarrollan por lo general en un
organismo debilitado. La agresividad de la infección no permite al organismo hacer uso de los
mecanismos de defensa local para aislar el foco, por tanto, no existe barrera que tienda a limitar
su extensión ni la formación de pus en sus primeros estadios.
Etiología
El germen causante en la mayoría de los casos es un estreptococo, solo o en asociación con
otras bacterias, pero el estafilococo dorado, cuando se exalta su virulencia también puede ser el
agente patógeno.
Las heridas acompañadas de atrición de los tejidos (que disminuye la resistencia local), sucias,
maltratadas en su primera etapa, las punturas anatómicas, la sinovitis, el ántrax y las
intervenciones sépticas en regiones donde el tejido celular es abundante, como en el cuello y en
la pelvis, constituyen también factores etiológicos cuando coinciden un germen en especial
virulento y un organismo predispuesto por el agotamiento, desnutrición, diabetes, etcétera.
Anatomía patológica
El proceso se desarrolla principalmente en los miembros, ya sea superficial por debajo de la piel
(a la que termina por invadir) o profunda por debajo de las aponeurosis, constituyen los dos
tipos denominados flemones superficiales y flemones profundos respectivamente. De manera
excepcional el flemón puede comprender todo el espesor del miembro formando el flemón total
de Chassaignac.
En los primeros 2 días no hay pus, solo una serosidad turbia, rica en leucocitos y gérmenes que
infiltra el tejido celular; las aponeurosis y músculos aparecen mortificados, verdosos. En los
días siguientes el proceso avanza con la aparición de pequeños depósitos de pus diseminados
entre los diversos planos del tejido conectivo. La mortificación se extiende con la aparición por
todas las partes de la coloración verdosa; en este momento la incisión de las partes interesadas
no determina la evacuación del pus; solo más tarde (hacia el 5to. ó 6to. día) sobreviene la fusión
purulenta del proceso y un pus, mezcla de elementos esfacelados y sangre, se interpone entre los
elementos anatómicos, disociando músculos, vasos y nervios. La piel alcanzada por el proceso
se decola y necrosa a trechos, dejando escapar ese pus verdoso característico, portador de
porciones de esfacelos que Dupuytren comparó a paquetes de estopa.
Sintomatología
Después de un corto período prodrómico caracterizado por síntomas generales discretos y por
un aumento de volumen de la región afectada, con edema, enrojecimiento, a veces con trazos de
linfangitis troncular y dolor, se inicia un cuadro de sepsis grave caracterizado por escalofrío
intenso con elevación de la temperatura a 40 y 41 °C, estado delirante, insomnio, disnea,
taquicardia, a veces vómitos y diarreas. A la palpación el proceso entonces es firme, caliente y
doloroso.
En los días siguientes y en correspondencia con el período de fusión purulenta latensión local
disminuye, así como la dureza y se atenúan los síntomas aunque el estado general persiste
grave. La piel se decola y se esfacela y da salida al pus con las características señaladas.
Complicaciones
Las arterias, aunque por lo general respetadas por el proceso, pueden ser erosionadas y dan
lugar a serias hemorragias. Las venas con frecuencia se trombosan y obstruyen. La infección de
los nervios puede originar neuritis muy rebeldes. Las articulaciones vecinas son asiento
frecuente de artritis supurada que deja una anquilosis; en fin, el flemón difuso puede ocasionar
septicemia, pleuresía purulenta metastásica o endocarditis.
Evolución
Si el enfermo no muere en los primeros días vencido por la toxemia, se iniciará una larga
convalecencia durante la cual se eliminarán esfaceladas, porciones de tendones, de músculos y
aponeurosis. Un tejido de granulación pálido llenará lentamente la herida que dará lugar, al
organizarse en tejido conectivo, a una cicatriz retraída, que engloba soldándolos en un bloque, a
los tendones, músculos, aponeurosis y piel, lo cual unido a la posible anquilosis de las
articulaciones próximas, dejarán un miembro deforme con incapacidad funcional casi total.
Diagnóstico
La forma típica del flemón difuso es fácil de diagnosticar; la dificultad surge cuando se trata de
diferenciarlo de una erisipela flemonosa o de una linfangitis reticular supurada, que ofrecen un
cuadro en el que participan síntomas de ambas afecciones que, por otra parte, reconocen un
mismo agente patógeno: el estreptococo. En estos casos, será necesario analizar con
detenimiento cada uno de los síntomas y la evolución en conjunto del cuadro clínico.
La gangrena gaseosa se distinguirá por sus placas bronceadas y su crepitación característica;
además, se recuerda que en esta infección anaerobia nunca existe pus.
El flemón profundo podrá confundirse con la osteomielitis aguda, y para diferenciarlo puede
ayudar el hecho de que en la osteomielitis aguda el dolor y la inflamación se aprecian
principalmente a nivel de las epífisis de los huesos largos y en que ataca en especial a los
adolescentes.
Tratamiento
El uso temprano y generoso de los antibióticos, así como el conocimiento más generalizado de
la profilaxis quirúrgica han hecho excepcionales hoy las infecciones masivas rápidamente
mortales de antaño, como el flemón total de Chassaignac, pero a pesar de la terapéutica
moderna el flemón difuso es una infección grave que entraña una elevada cifra de mortalidad e
invalidez.
El tratamiento quirúrgico debe ser precoz; se practicarán amplias incisiones que ponen al
descubierto todas las zonas hasta donde llegue la infección, abren las cavidades aisladas que
pudieran existir y lavan ampliamente con soluciones débiles antisépticas (permanganato de
potasio a 1 x 2 000 ó 1 x 4 000, solución dakin, agua oxigenada, etc.) o simplemente con
solución sEste tratamiento debe completarse con medidas de carácter general en las cuales las
transfusiones repetidas, preferiblemente con sangre fresca, desempeñan un papel muy
importante junto a aquellas indicaciones terapéuticas de carácter sintomático que requieran las
circunstancias.
Si el enfermo es un diabético debe recibir atención, dada la gravedad excepcional que reviste en
estos sujetos la infección.
Se recurrirá a la amputación solo ante un cuadro que no ceda, en un enfermo séptico cuya única
salvación posible esté en la supresión del miembro altamente infectado, en el que se ha
producido gran destrucción de tejidos con invasión de sinoviales y articulaciones; miembro en
tal estado de destrucción que solo podrá brindar al enfermo en el futuro una invalidez total.
PREGUNTAS
1. Se trata de un paciente masculino diabético, que realiza labores agrícolas y acude a consulta por
presentar una lesión enrojecida, algo elevada, muy dolorosa y centrada por un pelo a nivel de la espalda.
Se comprueba que en su centro hay un punto negro.
a) Diga su posible diagnóstico.
b) Enumere 3 posibles diagnósticos diferenciales.
c) Mencione los factores predisponentes en este paciente para contraer el proceso infeccioso.
2. Al consultorio llegan 2 pacientes de la misma edad, sexo y raza, cada uno, es portador de un furúnculo.
El primero lo tiene en el antebrazo derecho, y el otro entre el labio superior y la nariz. ¿Pueden tratarse
ambos casos de igual forma?
3. Se trata de un paciente masculino de 65 años de edad, con antecedentes de diabético desde hace 20
años y que desde hace varios días notó un aumento de volumen en la región de la nuca, cada vez es más
doloroso y le provoca impotencia funcional y ha notado que poco a poco le han aparecieron síntomas
generales. Al examen físico se comprueba una lesión rojo-violácea de 5 cm en forma de placa con
expulsión de líquido sanguinolento fétido.
a) Diga el posible diagnóstico.
b) Conducta a seguir en el nivel primario de atención.
c) ¿Cuáles han de ser las medidas a tomar en el área de salud una vez que haya concluido el episodio
agudo antes descrito?
4. Se presenta un paciente joven de 20 años de edad que refiere que desde hace una semana comenzó a
presentar dolor en ambas axilas con algunos síntomas como son: malestar general, ligera febrícula y que
al examen físico tiene enrojecimiento de ambas axilas. Refiere como antecedente que desde hace 2
semanas cambió el desodorante que venía usando regularmente.
a) ¿Qué diagnóstico haría?
b) ¿Cuáles medidas tomaría de urgencia?
5. Un paciente de 30 años que trabaja en el campo, sufrió un golpe relativamente fuerte en el muslo
derecho, cara posterior, que en los primeros 2 días se puso enrojecido y después fue cambiando de color y
que a los 5 ó 6 días se hizo muy doloroso y aumentó de volumen y caliente a la palpación. Tiene fiebre de
38 °C.
a) ¿Qué diagnóstico haría?
b) ¿Cuáles medidas de urgencia tomaría? alina y yodo povidona.
6. Paciente de 60 años de edad, diabético que se cae de sus pies y que sufre una lesión en la pantorrilla
derecha cara posterior con ciertas lesiones superficiales de la piel. A medida que pasan los días la pierna
se enrojece, la piel se torna tensa y brillosa, en los últimos días, comienza a expulsar un líquido turbio y
maloliente.
a) ¿Cuál cree usted que es el diagnóstico?
b) ¿Qué complementarios le haría?
c) ¿Qué medidas terapéuticas adoptaría.
Factores pronósticos
Se deben tener en cuenta a la hora de decidir el tratamiento de las pacientes y entre ellos se
encuentran:
l. Porcentaje de ganglios metastáticos en la grasa axilar estudiada.
2. Tamaño del tumor.
3. Variedad tumoral con cromatismo y mitosis del núcleo.
4. Receptores hormonales.
Tratamiento:
El pilar fundamental del tratamiento de una neoplasia de mama es la cirugía. Con ella se
pretende eliminar la lesión tumoral y, en los casos que esté indicado, se debe realizar además el
vaciamiento axilar, que consiste en la extirpación de los ganglios de la axilaipsolateral, lo cual
no solo tiene función curativa, sino que permitirá, como se verá más adelante, tener una idea del
pronóstico de la enfermedad en cada caso particular.
Antiguamente se realizaban cirugías muy mutilantes, que en una época llegaron a incluir la
castración y la destrucción de la hipófisis de las pacientes portadoras de cáncer de mama. El
conocimiento de la biología molecular y el convencimiento que estas grandes mutilaciones no
conllevaban necesariamente una mejoría en los resultados a largo plazo ha hecho reconsiderar
toda la situación y se han creado otras
En estos momentos existen 2 opciones fundamentales para la cirugía: la mastectomía total y las
parciales o conservadoras, en cada una de las cuales se puede asociar el vaciamiento axilar
como complemento de la técnica quirúrgica.
Los procedimientos parciales tienen el objetivo de extirpar el tumor con la piel que lo recubre, y
deja un margen de tejido sano. Entre estos procederes se encuentran:
1. Tumorectomía: la resección del tumor con un margen de seguridad.
2. Cuadrantectomía: cuando la resección incluye todo un cuadrante (a esta técnica se le puede
añadir disección axilar total, del primer nivel o la biopsia del ganglio centinela (teñido y
marcado con colorantes supravitales o isótopos radioactivos).
Indicaciones de la cirugía conservadora
Se podrá realizar ante pacientes con tumores únicos, menores de 3 cm y en mamas lo
suficientemente voluminosas para tener una relación mama-tumor que permita la reconstrucción
del órgano con el tejido remanente.
Se impone que la paciente tenga las condiciones psicosociales requeridas para conocer la
necesidad de completar la cirugía con un adecuado tratamiento radiante
y/o quimioterapéutico, así como un control estricto de su estado en el posoperatorio a largo
plazo.
Por su parte las mastectomías totales pueden ser:
1. Subcutánea: se extirpa la mama y se conserva la piel sobre ella y el complejo
aréola-pezón.
2. Simple o total: se extirpa la mama con la piel que la cubre por fuera y la aponeurosis del
músculo pectoral por abajo.
3. Total ampliada: al procedimiento descrito para la simple se añade la disección del primer
nivel ganglionar en la axila.
4. Radical modificada: se extirpa la mama, la aponeurosis del músculo pectoral mayor y los
ganglios axilares. En esta resección algunos autores incluyen al músculo pectoral menor.
5. Radical clásica: extirpa en un solo bloque la mama, los músculos pectorales y se hace la
disección axilar completa.
6. Suprarradical: es similar a la clásica, pero además se realiza disección de los ganglios
supraclaviculares, mediastinales y de la mamaria interna.
Se recomienda que cada caso en particular sea discutido por el colectivo del grupo de mamas en
cada centro y así elegir la mejor técnica quirúrgica para cada una de las pacientes, así como la
decisión ulterior de aplicar QT y/o RT u otro tratamiento sintomático.
Siempre que se programe realizar una cirugía radical de mama en cualquiera de sus
modalidades debe comunicarse a la paciente y nunca se podrá realizar una cirugía de este tipo
sin su consentimiento previo.
Radioterapia: puede ser de dos tipos:
1. Preoperatoria: indicada en tumores voluminosos para lograr reducción de la masa tumoral y
permitir posteriormente la exéresis. 2. Posoperatoria: indicada en los siguientes casos:
a) Como complemento de la cirugía conservadora.
b) Cuando no se practicó disección axilar o esta fue incompleta.
c) Para el tratamiento de los ganglios supraclaviculares, mediastínicos y a nivel del lecho
quirúrgico en casos seleccionados.
d) En el posoperatorio de la resección de lesiones recidivantes.
e) Para aliviar el dolor en las pacientes con metástasis óseas.
El tratamiento endocrino puede ser de 2 tipos:
1. Médico: indicado en las pacientes con tumores hormono-dependientes, previa demostración
de esta actividad mediante la dosificación de receptores hormonales. El más utilizado es el
tamoxifen.
2. Quirúrgico: consiste en la ooforectomía de pacientes premenopaúsicas y conlleva las
desagradables consecuencias de la castración de estas mujeres aún jóvenes.
Quimioterapia: está Indicada en aquellas mujeres premenopaúsicas con ganglios positivos en la
disección axilar que no respondieron adecuadamente al tratamiento hormonal. Puede incluir
ciclofosfamida, 5-fluorouracilo, anthraciclina y metrotrexate
Terapia preoperatoria (neoadyuvante): su principal objetivo es disminuir el tamaño tumoral y
convertir en resecables aquellas lesiones voluminosas que antes no la fueran o porque existan
características clínicas específicas como las que se presentan en el carcinoma agudo de la
mama.
En la actualidad se trabaja muy intenso en lograr nuevas vías de combatir el cáncer de mama y
entre ellas se citan:
1. Inhibidores de la angiogénesis (se impide la formación de nuevos vasos para frenar el
crecimiento tumoral y/o el desarrollo de metástasis).
2. Vacunas con antígenos derivados del tumor.
3. Anticuerpos monoclonales.
4. Genes supresores o factores antioncogénicos