Levítico Cap 1
Levítico Cap 1
Levítico Cap 1
1
Leyes sobre el Holocausto
(Korbán Oláh)
Comenzamos con el libro de Vayikrá “Levítico” adentrándonos en el
contexto del Tabernáculo y de los oficios que se llevaban a cabo en él…
Dios escogió un buen tiempo para presentar la ley del sacrificio. Antes que
el Tabernáculo de Reunión fuera construido, no había ningún lugar para el
sacrificio y los procedimientos para el sacrificio no podían codificarse. Pero
ahora, con la realización del Tabernáculo, Israel podía traer sus sacrificios
hacia un lugar y seguir los mismos procedimientos para cada sacrificio.
i. Los primeros siete capítulos de Levítico lidian con ofrendas personales,
voluntarias. Los Capítulos 1 al 5 son en su mayoría instrucciones hacia el
pueblo que trae la ofrenda y los capítulos 6 y 7 son en su mayoría
∇ – “…Por ser estos animales los que se hallan con mayor frecuencia al
alcance de la mano del hombre y no así las fieras del campo, por eso la
Toráh limita estos sacrificios solamente a estos animales”. (Minháh
Beluláh). Rashi comenta al respecto que de los animales arriba citados
había que excluir aquellos que ya hubieran servido para ritos y cultos
idólatras o aquellos que no fueran sanos. Por otra parte, y en el campo de
la alegoría, leemos en el libro: Likuté Toráh que el hombre debe sacrificar lo
bestial que tiene dentro de sí. Quiere decir que la persona deberá inmolar
sus instintos animales, además de sus instintos de violencia y agresividad.
En este enfoque alegorista, el ovino sacrificado estaría representando la
indolencia misma, que también tiene que ser erradicada de entre
nosotros”.
Un olé es uno que hace aliyá, es uno que sube para leer la Torá en la
sinagoga o, uno que inmigra para Israel. Ambos son llamados olé, en
plural olim. De esto aprendemos que el sacrificio llamado olá es un
sacrificio que sube hacia el cielo y también eleva al que lo sacrifica. Por lo
tanto tiene que ser hecho con fuego. El sacrificio de olá, ascensión, es para
los ricos, y el sacrificio de minjá, oblación, es para los pobres – (5:11).
En Génesis 4:3-5 está escrito:
Lo más destacado de la olá es que se quema todo el animal. Hay tres clases
de olá presentadas en este capítulo:
1:3 – Del ganado mayor.
1:10 – Del rebaño.
1:14 – De las aves.
Otro vocablo, usado solamente dos veces, es kalil, que significa “entero“.
Estas palabras se derivan del hecho de que los holocaustos eran
enteramente consumidos sobre el altar y que, al ascender el humo, en
forma figurada ascendía la ofrenda hacia Dios. La palabra “holocausto”
viene del griego y significa “lo que se quema todo“.
Se mencionan por primera vez los holocaustos luego el diluvio, cuando Noé
“ofreció holocausto en el altar” – (Gén. 8: 20). Luego se menciona en la
orden
dada por Dios a Abrahám de que ofreciese a su hijo “en holocausto sobre
uno de
los montes que yo te diré” – (Gén. 22: 2).
El libro de Job, quizá el más antiguo de la Biblia, registra que Job “se
levantaba de mañana y ofrecía holocaustos… porque decía Job: Quizá
habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus
corazones” – (Job 1: 5).
Evidentemente Job creía que sus holocaustos servirían para apartar la ira de
Dios, aunque sus hijos no ofreciesen sacrificios ellos mismos y quizá no se
habían dado cuenta de su pecado. Los rabinos tenían un dicho: “Los
holocaustos hacen expiación por las transgresiones de Israel“.
Los holocaustos fueron los más antiguos de todos los sacrificios, como
también los más característicos y completos; reunían entre sí los elementos
esenciales de todos los sacrificios. Su importancia resulta evidente al
considerar que, durante siglos, fueron los únicos sacrificios realizados. Más
tarde, cuando se ordenó la presentación de otros sacrificios, se declaró
expresamente que no debían reemplazar al “holocausto continuo“, sino que
debían ofrecerse además de éste – (Núm. 28: 10; 29: 16; etc.).
Los animales que debían ser usados como sacrificio diario eran comprados
con dinero aportado por todo el pueblo. Todas las mañanas se ofrecía en el
altar del holocausto un cordero en favor de toda la nación, y a la tarde se
repetía el mismo servicio. Este holocausto proporcionaba expiación
temporaria y provisoria para la nación, hasta tanto el pecador pudiese
comparecer, llevando su propio sacrificio.
Los holocaustos diarios eran quemados en el altar, pero con fuego lento,
para que un sacrificio durara hasta que fuese colocado el próximo – (Lev. 6:
9). El sacrificio vespertino duraba hasta la mañana, y el sacrificio matutino
duraba hasta la tarde. De este modo, siempre había una víctima sobre el
altar para proporcionar expiación provisoria y temporaria para Israel.
Cuando un hombre pecaba, aunque no pudiese comparecer
inmediatamente en el santuario, o aun por semanas y meses, sabía que
había un sacrificio sobre el altar que se consumía en su favor, y que él
estaba “protegido” hasta que pudiese presentar su propia ofrenda y
confirmar su arrepentimiento.
Esta misericordiosa medida hecha en favor de los pecadores de antaño
constituye una gran esperanza para el pecador de hoy. Hay veces cuando
pecamos pero no nos damos cuenta de ello hasta más tarde, y por lo tanto
no hacemos una confesión inmediata. Qué consuelo es saber que Cristo
está siempre listo a “cubrirnos” con el manto de su justicia hasta que nos
percatemos de nuestra condición; saber que Yeshua nunca nos deja ni nos
abandona; que aun antes de que nos acerquemos a él, ya ha hecho la
provisión necesaria para que seamos salvos.
Por lo tanto, quedan descartados tanto la iglesia del santo sepulcro como el
jardín de la tumba, como lugares donde ocurrió la crucifixión. Tenía que
ser delante de la entrada del Templo, es decir, en una línea recta desde la
entrada del templo hacia el altar de la vaca roja, ubicado en el Monte de los
Olivos. En esa misma línea, un poco más arriba, fue colgado Yeshúa en un
madero, juntamente con dos ladrones.
Es muy probable que el lugar donde estaba ubicado el árbol de la vida fue
donde luego se construyó el templo. El árbol de la ciencia probablemente
estaba puesto en el Monte de los Olivos, donde murió Yeshúa. En el caso de
que fuera así, en el mismo lugar donde el pecado fue introducido en este
mundo, fue expiado.
∇ – “…El oferente deberá demostrar, por sus actitudes, que está haciendo
un acto consciente y de introspección y no un acto rutinario; por eso la
Toráh le pide que él mismo conduzca el animal hasta la entrada de la
Tienda de Reunión y por eso, también deberá hacerlo” de su propia
voluntad” y de buen grado. (Basado en Ibn Hezra. Minháh Beluláh)”.
vs.4 b – “…y le será acepta para hacer expiación por él…” – La idea
detrás de la palabra Hebrea para expiación (Kopar) es ¨cubrir¨. La idea es
que cada pecado individualmente es cubierto por la sangre de la víctima
del sacrificio.
“En todo sacrificio existe la idea de sustitución; la víctima ocupa el lugar del
pecador humano”
(Jewish Encyclopedia, art. “Atonement, Day of” [Expiación, Día de la], tomo
2, pág. 286).
Después de haber seguido las indicaciones dadas por Dios, el pecador
arrepentido podía estar seguro de que la víctima era aceptada en su lugar.
Así también nosotros podemos tener la seguridad de que, al seguir las
indicaciones de Dios, podemos ser aceptos en Cristo, nuestro Sustituto,
sabiendo que él ocupa nuestro lugar en el altar: lo que, en verdad, ya ha
hecho en la cruz. Cristo murió por nosotros, en nuestro lugar, y porque él
murió, nosotros viviremos.
En forma vívida veía ante sí los resultados del pecado. No sólo significaba la
muerte, sino la muerte de un ser inocente.
∇ – “… La [trozará] según sus partes…” – Tal y como está implicado por el
término según sus, existe un orden preciso de cómo se debe cortar la
ofrenda y en cuántas partes (Rashi). Ese orden se describe en el capítulo 4
del tratado talmúdico Tamid”.
Puesto que Dios mismo lo había encendido, era considerado fuego sagrado.
Este fuego no debía utilizarse para ningún fin común, ni debía usarse fuego
común en los servicios del santuario. Desde este fuego principal, ubicado
en el altar de los holocaustos, los sacerdotes encendían los otros fuegos
para consumir los sacrificios presentados. De este modo, varios fuegos
ardían sobre el altar al mismo tiempo, todos ellos encendidos con el fuego
principal. Cuando entraban en el lugar santo para ofrecer incienso, los
sacerdotes debían tomar las brasas de este altar para sus incensarios. El
fuego que ardía sobre el altar del incienso provenía del altar del holocausto.
Es interesante notar que en el ciclo hay un ángel que tiene a su cargo el
fuego – (Apoc. 14: 18).
El fuego es una clase de energía. Para que un sacrificio sea aceptable tiene
que ser dado con gozo, entusiasmo, con un fuego en el corazón, que es el
fuego del amor, como está escrito en Cantar de los cantares 8:6-7:
“…Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo, porque
fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el Sheol, los celos; sus
destellos, destellos de fuego, la llama de HaShem. Las muchas aguas no
pueden extinguir el amor, ni los ríos lo anegarán; si el hombre diera todos
los bienes de su casa por amor, de cierto lo menospreciarían…
Esto nos enseña que Yeshúa murió con gozo y con un fuego de amor en su
corazón. Esto también se ve en el Salmo 118:24 que él cantó en el día
∇ – “En realidad, leemos en Levítico 6:6: “fuego permanente arderá sobre
el altar, no habrá de ser apagado”. De esto se desprende que nuestro
versículo está dando instrucciones acerca de la alimentación del fuego, ya
que el fuego ardía permanentemente en el altar. S. R. Hirsch, en su
comentario a nuestro versículo, ofrece una interpretación simbólica del
mismo, amén de la interpretación objetiva. El nos recuerda que el fuego del
altar simboliza la Toráh, ya que la Toráh misma nos ilumina y nos da calor;
asimismo, purifica nuestra espiritualidad como el mismo fuego que todo
purifica. Citando el Midrásh, él explica que en el altar se entremezclaban
dos fuegos: “ אש הקדש, “esh hakodesh -un fuego eagrado-> y “ “ אש הדיוט, “esh
hediót” el fuego encendido por el pueblo de Israel. Los cohaním,
representando a nuestro pueblo, agregaban ese “ “ אש הדיוט, “esh hediót”, o
sea, el fuego aportado por los hombres.
vs7b – “…y acomodarán leña sobre el fuego…” – La leña que se usaba
en los servicios del santuario era cuidadosamente inspeccionada antes de
ponerla sobre el altar. La leña dañada por insectos o comida por gusanos
era rechazada. Era tarea de ciertos sacerdotes vigilar para que siempre
hubiera leña disponible. Una vez al año se le pedía al pueblo que ayudase a
juntar leña para el santuario. Esta tarea debe haberles servido de
instrucción; pues al juntar la leña debían examinarla para asegurarse que
los sacerdotes la aceptarían. Al hacerlo, deben haber sentido que Dios es
santo y que aun en las cosas más pequeñas exige perfección.
∇ – “”Todas las especies de madera podían ser utilizadas para mantener el
fuego del altar, excepto La madera del olivo y la de la vid”. Esto último, en
opinión de Rab Ahá bar Iahacóv, era: “para proteger la flora de la Tierra de
Israel (Ialkút Shimhoní, Vaikrá 1 inciso 443)”.
Las entrañas y las patas son lavadas en agua y luego quemadas en el fuego
del altar. Entonces el sacrificio es agradable para HaShem. No es que el
Creador esté disfrutando del sacrificio de un animal inocente que es
quemado hasta ser calcinado. Él no es sádico. Tampoco tiene necesidades
de los sacrificios, como está escrito en el Salmo 50:7-13:
“…Oye, pueblo mío, y hablaré; Israel, yo testificaré contra ti. Yo soy Dios, tu
Dios. No te reprendo por tus sacrificios, ni por tus ofrendas de ascensión,
que están continuamente delante de mí. No tomaré novillo de tu casa, ni
machos cabríos de tus apriscos. Porque mío es todo animal del bosque, y el
ganado sobre mil colinas. Toda ave de los montes conozco, y mío es todo lo
que en el campo se mueve. Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque
mío es el mundo y todo lo que en él hay. ¿Acaso he de comer carne de
toros, o beber sangre de machos cabríos?…”
Por otro lado podemos destacar la ofrenda del Mesías Yeshúa que está
simbolizada por todos los sacrificios. Al ver el animal sacrificado de la
manera correcta, HaShem se acuerda del sacrificio de su Hijo y, de esta
manera, Él se agrada, porque el resultado de ese sacrificio es
inmensamente positivo para toda la creación.
Todo pecado, toda suciedad de la carne y del espíritu, debe ser quitada
antes de ser aptos para el altar – (2 Cor. 7: 1). El holocausto es símbolo de
Cristo, quien se entregó total y completamente a Dios, dejándonos un
ejemplo que debemos imitar. Enseña una completa santificación, una
entera dedicación. Ocupa con propiedad el primer lugar en la lista de
sacrificios del libro del Levítico.
Nos dice claramente que el sacrificio para que sea de olor grato a Dios,
debe ser una entrega total. Todo debe colocarse sobre el altar; todo debe
dedicarse a Dios. Así como el sacrificio debía ser perfecto, así también
Cristo es el “cordero sin mancha y sin contaminación“, el que siendo
hermoso y santo “nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y
sacrificio a Dios en olor fragante” – (1 Ped. 1: 19; Efe. 5: 2).
Los holocaustos del cap. 1 eran de “olor grato” a Dios porque eran
enteramente voluntarios. Los creyentes corren peligro de hacer lo que en sí
es bueno y correcto, no por un deseo interior ni por el impulso del amor,
sino porque es costumbre o porque se espera que lo hagan. El deber es una
gran palabra y debe recibir énfasis; pero no debemos olvidar que el amor
es mayor aún y que, bien aplicado, cumple con el deber porque lo incluye.
El amor es voluntario, espontáneo, libre; el deber es exigente, obligatorio.
Los dos son necesarios en la vida del creyente, y no se debe dar énfasis a
uno en detrimento del otro. El deber cumple la ley en todo. El amor también
cumple la ley en todo; pero va más lejos. Realiza la segunda milla. Entrega
también la capa. “Dios ama al dador alegre” – (2 Cor. 9: 7). Algunas
personas quisieran leer “liberal” en vez de “alegre“, lo que tal vez sea
también cierto. Pero el texto dice “alegre“. Se refiere a uno que da
voluntariamente, a quien no se necesita instar sino que hace alegremente
su parte. Esto es agradable a Dios. Este espíritu está simbolizado en el
holocausto. Le agradaría a Dios que el espíritu de servicio alegre fuese más
común de lo que es. Muchas veces hacemos con resignación, o aun con
desgano, lo que debiéramos realizar con anhelo y espíritu alegre. Dios ama
al dador alegre: al que gozosamente da su servicio, no sólo su dinero.
Hay tareas que deben realizarse que no son agradables ni placenteras. Dios
aprecia que las hagamos para cumplir con nuestro deber, pero se
complacería más si las hiciésemos voluntariamente y sin quejas ni
murmuraciones. Hay personas que necesitan que se las anime, que se las
amoneste, que se las inste y hasta que se les prometa una recompensa
para que hagan lo que deberían hacer alegre y voluntariamente (ver Isa.
64: 7; Mal. 1:10). La actitud indiferente y el deseo de obtener una
recompensa cansan tanto a los hombres como a Dios. Para los dirigentes,
resulta descorazonador amonestar fervientemente y en repetidas
ocasiones, para obtener sólo una lánguida respuesta.
Rabbénu Behayé opina al respecto, que las palabras “aroma grato” quieren
decir que la complacencia de D’s se manifiesta, ya que el hombre que
ofrece un sacrificio en el altar en nombre de D’s se está alejando de la
idolatría. y cuando todos los hombres ofrezcan sus sacrificios en nombre de
D’s, el culto idólatra habrá desaparecido de la tierra, que, como dijimos, es
la finalidad que la Toráh busca cuando pres’Cribe los sacrificios rituales. Por
último, Rabbénu Behayé cita la idea de ” “ אש אוכלת אש, “esh ojelet esh” -un
fuego que consume otro fuego”, quiere decir que el fuego del altar consume
el fuego del impulso del mal. Este comentarista también ve en el sacrificio
ritual el símbolo mismo de nuestros instintos animales que tienen que ser
sometidos e incinerados. Por ello, agrega, el fuego del altar nunca podrá
apagarse. Parece que la persona necesita fuentes de inspiración y ayuda
para aprender a vivir con sus impulsos negativos y dominarlos”.
Este texto nos enseña que toda desobediencia en la sociedad puede ser
combatida y destruida por una comunidad que ha tenido la experiencia de
la olá, el sacrificio de ascensión, una entrega total, en la cual los
argumentos de desobediencia han sido quemados en el fuego divino. El
mundo está como está por la falta de obediencia en las comunidades de los
hijos de HaShem.
En la olá, todo tiene que ser quemado. Esto significa que no puedes dejar
nada de tu vida para ti mismo si vas a ser agradable para HaShem. Todo
tiene que ser entregado tu Padre celestial, pieza por pieza.
Cuando te presentas a HaShem por primera vez con alegría y con el deseo
de servirle y ser su siervo y su amigo, Él recibe tu vida. Te da una vida
nueva en lugar de la que tú le entregaste. Esa vida nueva es la vida de
resurrección por medio de Yeshúa el Mesías. Luego te va reclamando parte
por parte, profundizando la entrega hasta que no quede nada de ti mismo,
y sólo dependas de la nueva vida de resurrección que hay en Mashíaj.
Cuando hayas llegado a ese nivel de la ofrenda de ascensión estás
sintiendo y diciendo que tu vida no significa nada para ti, como está escrito
en Hechos 20:24:
∇ – “El párrafo anterior está íntegramente relacionado con éste, que se
inicia en el versículo 10. De allí que el versículo empiece con una
conjunción copulativa que hace de puente y conexión entre ambos pasajes,
queriendo indicar que las prescripciones en cuestión para el sacrificio de
vacunos, rigen también para los ovinos y viceversa.
Rashi entiende que el lenguaje del versículo: “de los ovinos”, “de los
corderos”, “de las cabras”, insinúa exclusiones, o sea, no todos los ovinos,
corderos o cabras podrían ser ofrecidos en sacrificio, pues habría que
eliminar de esos animales a los viejos, enfermos y deformes. Esta idea ha
sido enunciada por primera vez por el profeta Malají: (1:7, 8.) “Acercáis
sobre Mi altar sacrificio mancillado. Y si dijereis: ¿Con qué Te hemos
mancillado? Cuando decís: La mesa que está ante Adonai es
menospreciada! Y cuando ofrecéis sacrificio ciego para inmolar, [no hay
mal!, y cuando acercáis sacrificio defectuoso y enfermo, ¡no hay mal!
Ofrécelo a tu gobernador, ¿se complacerá contigo, o respetará tu persona?
Ha dicho Adonaí Tsebaót”. De esto se desprende, que más que el sacrificio
en sí, lo que importa es la” “ כונה, “cavanáh” -la intención genuina e
inequívoca de la persona-o Más tarde, los sabios del Talmud, refiriéndose a
la oración, dirán:” “ רחמה לבא בעי, “Rahamaná libbá bahé” -D’s Misericordioso
pide el corazón del hombre-«, quiere decir, sus sentimientos, los más
nobles”.
Yeshua enseñó esto con claridad cuando dijo que la viuda que había echado
dos blancas “echó más que todos” – (Luc. 21: 3, 4). Puesto que la blanca
casi no tenía valor adquisitivo, ya que valía sólo una fracción de centavo de
dólar, su ofrenda fue realmente pequeña. Pero dio todo lo que tenía. La
cantidad que dio no era la verdadera medida de su ofrenda. Lo que le daba
valor no era lo que había dado, sino lo que le quedaba.
Según Rashí, la palabra tórtolas, en este caso los machos, se refiere sólo a
los adultos y la palabra pichones se refiere sólo a las crías.
En cuanto al simbolismo de estas aves, los Sabios del Midrásh quieren ver
en ellas la lealtad y la bondad.
Por otra parte, los Sabios del Midrásh también comparan en repetidas
ocasiones al pueblo de Israel con la paloma.
En síntesis, tal vez las tórtolas y los palominos, amén de ser aves que se
obtienen con facilidad, que no resultan ser una carga onerosa para el
oferente, pueden simbolizar también valores tales como lealtad y
capacidad de retorno, que es la finalidad última que busca la Toráh de
parte de la persona”.
∇ – “A diferencia del sacrificio vacuno y ovino, cuya sangre era rociada en
derredor del altar, la sangre de la tórtola o del palomino era exprimida
sobre la pared del altar. Según el comentarista, Alshej, este hecho está
representando en realidad al hombre económicamente pobre, que no posee
casi nada y por eso, alegóricamente, la sangre exprimida sobre la pared del
altar está simbolizando “la sangre del pobre exprimida por su gran
preocupación en las paredes de su corazón, cuando piensa en su pobreza”.
Aquí vemos que todo se quemaba. ¿Por qué? Pues porque era una ofrenda
de consagración, lo que estaba simbolizando era la completa consagración,
tanto del sacrificio como de la persona. Quería decir que la persona se
estaba consagrando completamente a Dios; no se podía quedar con nada. Y
esto tiene un mensaje muy importante para nuestras vidas.
Yeshua dijo: -Aquel que quiera ganar su vida la perderá, y el que la pierda
por causa de mí la hallará.
Pablo dijo:-Todo lo tengo por basura, todo lo quiero entregar para vivir
consagrado plenamente entregado a Él. Esta es una ofrenda de
consagración. Y a veces nos cuesta tanto consagrarlo a Él.
¿No es digno de El entregar todo nuestro cuerpo, nuestro culto a Él? ¿No les
parece inteligente consagrarnos completamente para El?
∇ – “…Hacia el área de las cenizas…” – Se retiraban las cenizas del Altar
todas las mañanas y se las colocaba en el piso del Patio, al este de la
rampa que conducía al Altar (véase 6:3). Y era allí donde también se
dejaban las cenizas del Altar interior y de la Menorá, las cuales eran
absorbidas milagrosamente por el mismo suelo (Rashi; loma 21b)”.
Por último, el profeta Jeremías, refiriéndose a los bienes mal habidos, dice:
“… El que hace riqueza, mas no con justicia, en la mitad de sus días la
abandonará, y en su final, él será hombre vil”. (Jeremías 17:1])”.
vs.17 – “…De olor grato…” – Las aves eran demasiado pequeñas como
para partirlas, demasiado pequeñas como para rociar la sangre, como se
hacía en el caso de las otras ofrendas, demasiado pequeñas como para
ponerles la mano encima (ver com. vers. 4); pero de todos modos
constituían un olor grato a YHVH. El que presentaba el sacrificio no tenía
casi parte en el ritual; sólo traía el ave. El sacerdote hacía todo lo demás. Y
aun así, el que presentaba el sacrificio había hecho lo que podía, y esto era
agradable y aceptable ante Dios.
∇ – “…Y la destazará…” – El Cohén agarraba, sólo con las manos, el ave y
sus alas, y la torcía hacia atrás hasta que quebraba su dorso y columna
vertebral, aunque su piel y su plumaje la hacían mantenerse aún entera.
Era entonces que toda el ave era consumida en humo en el Altar”.
∇ – “Si comparamos esto con las indicaciones vigentes para el sacrificio de
un animal, notaremos que el ave era consumida por el fuego del altar con
todo su plumaje, a diferencia del animal, que tenía que ser desollado y su
cuero separado. Según Rahi, esto se hacía para que el oferente, que era un
hombre pobre, no se sintiera incómodo, ante la pequeñez “física” de su
sacrificio, ya que una vez desplumada la tórtola o el palomino, la ofrenda se
reduciría notablemente. Una vez más, la Toráh nos enseña a tener
sensibilidad para todo tipo de persona”
En Levítico 7:37 hay un resumen de los seis diferentes sacrificios
que aparecen en los siete primeros capítulos del libro, según está
escrito: