Identidades Periféricas y Las Sexualidades Disidentes
Identidades Periféricas y Las Sexualidades Disidentes
Identidades Periféricas y Las Sexualidades Disidentes
Latina
Desde los años setenta, en diversos países de América Latina, han existido
múltiples movimientos de activistas que se manifiestan en torno a las ideas que
tienen como principal objetivo los derechos de las comunidades gay, lésbico,
bisexual, travesti, transexual, transgénero e intersexual (LGBTTTI), la liberación
sexual, el respeto a la diversidad y el derecho al control del propio cuerpo. En
ocasiones con mucho éxito, se ha logrado cuestionar las nociones dominantes de
lo que se entiende por familia, los roles de género y la heteronormatividad
marcadas por supuestos ligados y dominados por el estigma sexual.
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Discriminación llevada a cabo en el año 2010, 44% de los mexicanos no estarían
dispuestos a vivir con personas homosexuales, lo que dennota que casi la mitad
de las personas excluyen a otras personas dentro de la comunidad 1 y sobre todo
del ejercicio igualitario de sus derechos y libertades. Dentro de este ámbito se
pueden mencionar estadísticas como las que presentan que únicamente el 30%
de los mexicanos apoya los derechos específicos para las parejas del mismo
sexo, otra estadística alarmante es que el 90% de las personas pertenecientes a
la población LGBTTTI ha ocultado su orientación sexual dentro de las escuelas
por miedo a ser discriminados, aún más grave es que el 12% de la población
considera que la homosexualidad debería ser catalogada como un crimen, todo de
acuerdo con la encuesta de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays,
Bisexuales, Trans, e Intersex para América Latina y el Caribe (2016).
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Y eso que no se exponen dentro de este trabajo otro tipo de características identitarias que son
discriminadas como lo son el pertenecer a una etnia, el color de piel, las religiosas y las socioeconómicas
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Sin embargo, ¿qué hay de malo en ser diferente? Si bien es cierto que vivimos en
una sociedad como la descrita con anterioridad, estamos conscientes de que
todos, absolutamente todos, hemos construido nuestras identidades basándonos
en normas y condiciones muy específicas que muchas instituciones nos han
hecho aprender. La dicotomía hombre/mujer es la única considerada como
normal, y es la norma principal que las sociedades tratan de implantar en las
personas, es decir, debe existir una correspondencia entre el sexo biológico y las
identidades, tanto de género como sexual. Quienes no entran dentro de estos
límites, son considerados como diferentes y sus actos son considerados en
muchas de las ocasiones como prohibidos. Aun así, existimos a quienes estas
etiquetas y la idea de normalidad no nos va. Es por ello que considero relevante
exponer una de las teorías que cuestiona lo que la sociedad considera como
normal, pero que resulta no serlo necesariamente: la Teoría Queer.
Ruta de lo Queer
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sobre su lucha, su diversidad y su identidad, surgiendo con ello, el pensamiento
queer.
En este ámbito, escritos como los de Michel Foucault, Monique Witting, Judith
Butler ayudaron dentro de este cuestionamiento, en específico Teresa de Lauretis,
traslada este movimiento al ámbito académico, ya que fue la primera en emplear
la expresión “queer theory” en un artículo en el que hablaba sobre la investigación
de la sexualidad de los gays y las lesbianas, con la intención de no perder la
dimensión crítica del mismo (Trujillo, 2008) ya que buscaba cruzar lo sexual con
otras categorías, como raza, sin embargo, es un proyecto que abandonará más
adelante, ya que considera que el uso, lejos de describir una teoría marginal, se
hace popular dentro de algunos movimientos al priorizar el género sobre la
sexualidad, volviéndose algo comercial y vacío.
De acuerdo con Herrera (2011) el termino queer en inglés era utilizado de manera
peyorativa, como un insulto homofóbico dirigido a las personas que no se ajustan
a la norma sexual, a los que son raros, desviados o extraños. La palabra queer
tiene diferentes significados, como sustantivo alude a “homosexual” o como “gay”,
utilizado siempre de una manera despectiva haciendo referencia a la sexualidad
etiquetándola como una anormalidad de las orientaciones no heterosexuales. Si
es utilizado como un verbo, el término queer alude a la desestabilización de
normas que, aparentemente están fijas dentro de la sociedad; por último, si es
utilizado como adjetivo, se hace referencia a lo extraño, lo raro (Fonseca &
Quintero, 2009).
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la realidad de varones homosexuales blancos, mismos que excluían a las
diversidades minoritarias.
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Como podemos notar, la influencia de estas ideas de normatividad van más allá
de lo genital, de lo biológico, puesto que para poder ser llamada mujer, o bien
llamado hombre, es necesario demostrar que se es, ¿y cómo demostrarlo?, con
los roles sociales que desempeñamos, con la manera en la que nos
desenvolvemos, en la manera en la que nos vestimos y en la que hablamos.
Basándose en todo lo anterior, la teoría queer plantea que tanto el género como el
sexo, son construcciones sociales; defiende a las identidades como afinidades del
aquí y del ahora, mas que como esencias inmutables (Herrera, 2011). Lo queer
como teoría cuestiona la existencia de una sexualidad normal, permite analizar
discursos y relaciones de poder que crean y mantienen discriminaciones, de igual
manera, implica abogar por un cambio en la manera en la que se ha reflexionado
sobre las categorías de sexo y de género. Esta teoría no busca fortalecer ningún
tipo de identidad en especial, más bien busca llevar a cabo una deconstrucción del
mundo binario, pretende cuestionar la sexualidad dominante, con el fin de dejar de
lado el proceso de etiquetaje que hasta ahora lo único que ha provocado ha sido
la estigmatización y la discriminación.
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denunciar los abusos existentes, dentro de la sociedad, la ley e incluso desde los
textos de las academias, mismos que han sido por lo general elaborados por
personas de género masculino, de raza blanca, de preferencia heterosexual, de
clase media y de religión cristiana, invisibilizando a otros colectivos como las
mujeres, los negros, los indígenas, los homosexuales, los transexuales, los pobres
y un largo etcétera. Es por ello que la teoría Queer intenta dar voz a estas
identidades que han sido acalladas por el androcentrismo, la homofobia, el
racismo y el clasismo.
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desde lugares lejanos como el acá permitan utilizar una serie de herramientas
teóricas que tengan como fin cuestionar las imposiciones heteronormativas, que
ayuden a interrogar y poner en jaque los sistemas sociales de opresión
homofóbica; sin embargo, podría suceder justo lo que les pasó a quienes iniciaron
dicho movimiento, a los Latinoamericanos no nos va, quienes comenzaron con
este movimiento consideraban un alejamiento de lo político, pero en América
Latina lo político permea, determina y limita todo. Los sujetos que se enuncian
desde lo académico o bien, desde el activismo como queer, lo hacen normalmente
desde una posición de privilegio, asociado principalmente con una cuestión de
blancura, sobre todo en México, puesto que es manifiesto de aquellos que tuvieron
acceso a la educación y a determinado capital cultural.
Cabe señalar que lo queer ha tenido una muy mala interpretación en el mundo
latinoamericano, como dice Beatriz Preciado, suena muy fashion, quienes se
autodenominan como queer lo hacen desde una adhesión al significado que se
arrastró desde el término anglosajón, dejando de lado el hecho de que las
prácticas que pretenden definir son inversas a las de los grupos que “crearon” el
concepto. Por lo que, aunque los activistas que promueven esta manera de pensar
han colaborado en la obtención de derechos políticos y civiles de la comunidad
LGBTTTI, el pretender replicar las reflexiones teóricas y políticas en un contexto
latinoamericano con características peculiares de la región, como la realidad
histórica, política, social y económica distinta han generado problemas de
comprensión teórica y organizacional.
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institucionalización de una categoría y de los estudios que se llevaban a cabo con
el nombre de gay and lesbian studies (Viteri, 2013).
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reacción a la carrera institucionalizante y mercantil del movimiento LGBTTTI. Lo
más cercano en América Latina a esa experiencia ha sido la autonomía lésbica,
que sin embargo, ha planteado críticas a la política queer debido a que ha
colaborado a desestructurar el sujeto estable del feminismo y nos ha vendido un
nuevo sujeto supuestamente performatico… (Gargallo, 2009)
Otra autora que hace una crítica es Julieta Paredes, (Paredes & Guzmán, 2014),
dice que la teoría queer es una pretensión teórica, puesto que al proponer
transgredir el género, como lo hace Judith Butler, es decir, performarse con
elementos masculinos si se es mujer, o bien con elementos socialmente
identificados como femeninos si se es hombre, no se modificará la dominación
patriarcal puesto que los cuerpos y subjetividades de las mujeres y los
feminizados se mantienen sujetos a los dispositivos de exclusión heteropatriarcal.
Por lo que considera que lo queer es una posición política estéril, colonial e
individualista
Por otro lado, lesbianas decoloniales como Ochy Curiel y Yuderkys Espinosa
prefieren alejarse del uso de la palabra queer, o bien cuir, debido a que su trabajo
y su lucha ha defendido una lucha interseccional donde la raza y las comunidades
negras juegan un papel político muy importante, debido a que ambas se basan en
una identidad histórica determinada, marcada por la esclavitud, la opresión y la
resistencia (González, 2016), por lo que la postura de desestabilizar las
identidades que implica la teoría y el movimiento queer, podría implicar la
disolución de una parte importante de su actividad política.
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todo su propuesta, pues se trata de un contexto diferente, el latinoamericano,
donde, como se mencionaba con anterioridad lo queer hace referencia a las élites
privilegiadas y europeizadas, por lo que el uso que le dan desde estos ámbitos ha
sido de sofisticación académica dentro de grupos que se consideran a sí mismos
como post-feministas (González, Disputas de la disidencia sexual latinoamericana.
Sujetos y teorías, 2014).
Otra investigación que siguió a este dossier propuso una teoría queer
latinoamericana, que se distingue de una occidental. La realidad en Europa o en
Estados Unidos es diferente que en los países latinoamericanos, entonces
también las concepciones sobre género, etnia, sexo, etc. son diferentes. La
identidad homosexual latinoamericana es diferente que la identidad homosexual
europea o norteamericana, la pregunta que surge es ¿se trata de una ‘ser’ o ‘estar’
queer en Latinoamérica?. Sobre esta línea Paola Arboleda (2011) escribió un
artículo indicando indica una diferencia entre queer en varias partes del mundo.
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“Cómo nombrar las transgresiones si los modelos importados no responden (por lo
menos no completamente) a las realidades de los sujetos que intentan definir?”
Hablando de un ser queer, se puede ver a lo queer como un modelo en el que es
visible la tensión norte-sur, por lo tanto el estar queer hace visibles las diferencias
entre el mundo latinoamericano y el mundo occidental. La teoría de lo queer es
para América Latina lo mismo, también contiene la opinión de que no tendría que
ser una sexualidad ‘natural’ y que la homosexualidad no es ninguna norma.
Por otra parte, hay quienes se han apropiado del término queer y la han
aprovechado como una herramienta teórica que cuestiona la naturalización de los
cuerpos alrededor de la dicotomía mujer/hombre y su equivalente como
femenino/masculino, buscando ampliar el espacio de enunciación alrededor del
género y de las sexualidades y enfatizando las posibles inter-conexiones con la
raza, la etnicidad y la clase, teniendo como principal objetivo la liberación de los
cuerpos al desnaturalizar las nociones normativas de género y sexualidad
basadas únicamente en órganos genitales como rectores tanto del deseo como de
las identidades. Este nuevo paradigma aportado por la teoría queer, se basa en
un concepto anti-identitario que pretende romper con las diferencias que se dan
entre las personas por cuestiones de sexo, género e identidad sexual.
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son impuestas, por lo social. Por ejemplo, el hecho de sentirse mujer, o indígena,
o negra o transexual, no es una elección únicamente individual, puesto que la
sociedad se encarga de que nos sintamos diferentes si nos salimos de las reglas
establecidas de la normalidad del sistema, y como personas individuales
asimilamos estos comportamientos, cooperamos en la reproducción de los
mismos, y formamos parte del asentamiento de estos roles.
Una de las teóricas queer más conocidas es Judith Butler, en su libro “El género
en disputa” (2007) intenta romper con las concepciones binarias que forman parte
de un discurso heterocentrado (hombre/mujer, femenino/masculino y
heterosexual/homosexual) mismo que ha moldeado la realidad sociocultural
argumentando que no necesariamente todas las personas se adaptan. La autora
denomina a ese conjunto de prácticas y discursos que se relacionan con la
diferenciación entre sexos como matriz heterosexual, los patrones que siga dicha
diferenciación terminarán por definir la idea predominante de lo que es el género,
o bien todo aquello que significa ser mujer o ser hombre. Butler identifica al género
como un gender performance, dando espacio a una concepción mucho más
flexible, puesto que puede ser cambiante, varía dependiendo del contexto y el
tiempo histórico en el que nos encontremos.
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Ejemplo de lo anterior es el hecho de que los roles se han transformado a lo largo
del tiempo. El rol, en el sentido más amplio del término, no ha dejado de ejercer su
función, sin embargo existen cuestiones que han ido cambiando. Podemos recurrir
a lo expuesto por Silvia Federici en “Calibán y la bruja” (2010), durante la Edad
Media, las mujeres eran relegadas a realizar los trabajos más pesados (como la
construcción) y ahora en el ideario colectivo, las mujeres en general se consideran
no del todo capacitadas para esta labor, puesto que el pensamiento social es que
son torpes o frágiles. Respecto a esto, Butler afirma que esas impresiones de los
roles de género, se pueden cambiar, y en eso se está de acuerdo.
La pregunta sigue abierta ¿qué tan queer puede llegar a ser América Latina?,
¿cómo lo hacemos?, intentar responder a estas preguntas forma parte de la teoría
queer, que si bien no es una teoría que llama a todas las feministas, existimos
quienes, creen firmemente que puede ser una gran aliada en movimientos
venideros que tengan como fin un mundo sin fronteras y de igualdad de derechos
entre personas diferentes: aboga por que cada quien pueda ser quien es, tal y
como es sin tener que preocuparse por noticias como las mencionadas al inicio de
este escrito.
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En cuanto a el ámbito de los roles e identidades de género y sexo, no existe una
seguridad de si en algún momento se derrumbarán, no obstante teorías como la
queer han ayudado a ir deconstruyéndolos, permitiendo a las personas construir y
escoger caminos más libres, móviles y plurales que les permiten ser y
relacionarse.
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Bibliografía2
Córdoba, David, Sáez, Javier y Vidarte, Paco (ed.) (2005) Teoría Queer.
Políticas bolleras, Maricas, Trans, Mestizas. Barcelona: Egales
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La bibliografía atiende a un criterio de la visibilización de las mujeres en la producción teórica y por ello,
aunque sigue el manual de citación de la APA, refiere explícitamente el nombre de las y los autores.
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Herrera, Coral. (2011). Más allá de las etiquetas. Bizkaia: Txalaparta.
Laguarda, Rodrigo. (2005). Construcción de identidades: un bar gay en la
ciudad de México. Desacatos , 137-158.
Viteri, María. (2013). Estudios Queer: Una mirada desde/hacia América Latina.
Umbrales , 203-217.
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